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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

CURSO:

Historia de la Física

Nombre:

La física en la antigüedad
1. Conocimientos de los pueblos en el antiguo oriente
La prehistoria; Mesopotámicos y egipcios

El hombre primitivo que se encontraba en el centro de una naturaleza hostil, tuvo


que actuar antes de poder razonar, guiado por la experiencia y el sentido común llegó a
adquirir un conocimiento instintivo y vago de la autonomía de los fenómenos de la
naturaleza. El empleo del fuego, pedernal, la invención de la rueda etc. Todo ello
atestigua el comienzo de la física aplicada.
Cuando las tablillas, papiros y documentos con caracteres cuneiformes y
jeroglíficos comienzan a revelarnos que tanto los babilonios como egipcios se
encuentran ya en posesión de conocimiento adquirido en un muy largo período
preparatorio, gracias a que la tradición oral, les había dado como herencia.
Hace más de dos mil quinientos años los babilonios habían adoptado un sistema de
unidades para medir la longitud, volumen, masa y duración. Las unidades patrones de
peso y capacidad eran impuestas por decretos reales. Ellos conocían la diferencia entre
movimiento uniforme y movimiento discontinuo, concebían la velocidad como relación
entre el espacio recorrido y el tiempo, distinguían entre velocidad lineal y velocidad
angular. A ellos debemos la división del día en veinticuatro horas y la del círculo en 360
grados.
Mientras que la constante observación del firmamento, permitió adquirir a los
astrólogos babilónicos rudimentarias nociones de la cinemática, mientras que los egipcios
menos dados al culto y al estudio de los astros superaron la cultura mesopotámica en
cuanto a técnica y arte. Admirables arquitectos, cuyas monumentales construcciones
habían de perdurar por milenios, los ingenieros de egipto se servían ya dos mil años antes
de nuestra era de máquinas simples, del plano inclinado, de la palanca, de la cuña y del
tornillo. Como evidencian los relieves sepulcrales y otras representaciones artísticas, el
empleo de la balanza con brazos iguales, del soplete y del fuelle les era familiar. Los diques
que elevaron, los canales que construyeron, la habilidad con que sabían asegurar el riego
de los campos, sugieren que no les faltaban conocimientos elementales de hidromecánica.
Inventores de herramientas prácticas, pacientes observadores y calculadores, y
sobre todo recopiladores de conocimientos útiles, ni los babilonios ni los egipcios se
esforzaron por hacer una síntesis de sus descubrimientos y no tuvieron la curiosidad de
preguntarse si detrás del montón de hechos no se escondía la idea unificadora de un
sistema.
A su incapacidad para penetrar más allá de los datos proporcionados por un
grosero empirismo, se agrega otra limitación: el hermetismo de sus investigaciones
científicas, estrictamente ligadas a sus creencias religiosas.
Todo cambia cuando los griegos salen al escenario de la historia.

2. Los griegos antes de Aristóteles


Tales y los jónicos; Los descubrimientos de los pitagóricos; El atomismo de
Demócrito
Jonia se convirtió en mediadora entre la vieja sabiduría del Oriente y la nueva del
Occidente pues el imperio asirio, centro de la cultura mesopotámica, acababa de ser
borrado del mapa. La floreciente capital de Jonia, Mileto, entonces la mayor ciudad de
Grecia fue el asiento de la escuela, cuyo fundador Tales (floreció hacia 580 a. de J.C.) inició,
según el juicio de Aristóteles, la investigación racional de la naturaleza.
Tales y sus discípulos intentaron reducir la complejidad del mundo físico a la
metamorfosis de una sustancia única, poco importa que dicha materia sea el agua, como
en la hipótesis de Tales, o el aire, o el fuego hipótesis de otros pensadores. Lo esencial es
que estos pensadores tuvieron la osadía de abstraer el mundo físico, de sustraer la
sustancia al juego de las fuerzas naturales y buscar para los fenómenos una explicación
accesible a la razón.
Parménides, enseñaba que los cambios que creemos observar en la naturaleza, sólo son
impresiones ilusorias de nuestros sentidos. La diversidad y multiplicidad de los fenómenos
es irreal, y detrás de ellos se esconde una realidad eterna e inmutable. En tanto que
Heráclito procura explicar el mundo físico en base de perpetuos cambios, Parménides
trata de reducir el universo a una esencia constante. La dualidad de estas antítesis se
resuelve en unidad en la física de nuestros días. El físico busca y encuentra magnitudes
constantes en medio de las características variables de los fenómenos.

En oposición al positivismo de los jónicos, Pitágoras enseñó la inmaterialidad del alma y la


metempsicosis; sus adeptos, entregados incondicionalmente a las palabras del maestro,
formaron una especie de cofradía religiosa sujeta a severas reglas Los descubrimientos que
la tradición atribuye a Pitágoras son en realidad los de su escuela, sin que podamos
atribuir el mérito a un hombre particular.

Aristóteles escribe que Los pitagóricos consideran el número como el principio, como la
sustancia de que se compone la existencia. En efecto, el sabio de Samos y sus adeptos
reconocían que las diferencias cuantitativas de las cosas pueden ser traducidas en
diferencias cuantitativas; este descubrimiento es de capital importancia, puesto que está
en la base de todas las descripciones que la física matemática puede dar de los
fenómenos. Un hallazgo en el dominio de la acústica contribuyó probablemente a
convencer a los pitagóricos de la exactitud de su idea maestra. Con ayuda del monocordio
encontraron que cuerdas igualmente tensas dan la nota fundamental, la cuarta, la quinta y
la octava, si sus longitudes se relacionan como los números 1, 3/2, 4/3, 2. Su axioma
apriorístico que simples relaciones numéricas rigen el universo, los condujo a sobrestimar
enormemente el alcance de su descubrimiento acústico y hacer del firmamento una
especie de caja de música, asimilando los intervalos planetarios a los intervalos musicales.
Los pitagóricos reflexionaron también acerca de los problemas ópticos e intentaron dar
una teoría de la visión.

En oposición a los eleáticos, los protagonistas de la escuela de Abdera afirmaron, según el


testimonio del estagirita, la realidad del vacío. Dividir la materia—afirmaban— equivale a
eliminar los intersticios vacíos existentes entre suspartículas; si fuera posible poner al
descubierto todos esos intersticios, los fragmentos dejarían de ser divisibles. Estas
partículas últimas, indivisibles, de la materia, son los átomos. En continuo movimiento,
infinitos en número, empujados por un destino ciego, Demócrito enseña que los átomos
constituyen toda la sustancia del universo.
La obra de Demócrito constituye una enciclopedia tan vasta y sistemática como la
de Aristóteles.

3. La física de Aristóteles
Aristóteles quien fué discípulo de Platón. Según Aristóteles los objetos del universo,
se dividen en dos categorías: En el cielo, en la naturaleza supralunar, los cuerpos son
indestructibles, eternos, inmutables; si cambian, pasan por fases que se repiten
indefinidamente con perfecta regularidad; a estos cuerpos invariables les concede
Aristóteles un movimiento cuyos elementos serían invariables: el movimiento uniforme y
circular.
Profundizando una idea de los eleáticos, el estagirita admite que cada cuerpo tiene
su lugar natural: los cuerpos livianos, fuego y aire, tienden por su naturaleza inmanente a
ir hacia arriba; los cuerpos pesados, agua, piedras, metales, hacia abajo. La ascensión de
los cuerpos livianos y el descenso de los graves son movimientos naturales, en oposición a
los movimientos forzados (el de una piedra arrojada) que se efectúan contrariando la
tendencia de buscar el lugar predeterminado.
Por diferentes que sean el movimiento natural y el forzado, ambos necesitan un
agente motor, que siempre debe estar, sin intermediario, con lo movido. Sin el contacto
con su motor, ningún cuerpo podría moverse. En el caso del movimiento natural, el motor
es eterno (está en el cuerpo); en el movimiento forzado, el motor es perecedero, casual.
Aristóteles aplica esta hipótesis al análisis del tiro oblicuo, compuesto por tres clases de
movimientos: forzado, mixto y natural.
Por cierto, las leyes fundamentales de la cinemática aristotélica, mezcla de ideas
metafísicas y de toscas observaciones. Aristóteles hace uso, aunque solamente en un
caso especial, del momento estático. Del mismo modo, es él quien enuncia que «haciendo
actuar una misma fuerza, la velocidad del cuerpo liviano es a la del cuerpo pesado, como
el pesado es al liviano», teorema que contiene el núcleo del futuro principio cartesiano de
la constancia del producto de la masa y de la velocidad.
Aristóteles adoptó la teoría de los cuatro elementos formulada por Empédocles.
Aire, fuego, tierra y agua —los elementos empedoclianos— no son, sin embargo, los
últimos constituyentes, sino más bien cualidades que confieren, en la naturaleza sublunar,
a la materia primaria, que es la única realidad física, apariencia sensible. Además,
Aristóteles agrega al cuarto elemento de Empédocles un quinto elemento: el éter,
constituyente primordial de la sustancia eterna e inmutable de la naturaleza celeste.
Al igual que los pitagóricos, se interesó vivamente por los problemas de la acústica,
y es el primero en reconocer que los instrumentos musicales, los de cuerdas y silbatos
producen sonidos poniendo el aire en movimiento.
Las opiniones de Aristóteles sobre la naturaleza de la luz y el fenómeno de la visión
originaron fantásticas interpretaciones. Ningún pensador de la antigüedad tuvo influencia
tan decisiva como Aristóteles sobre la evolución del pensamiento científico.
A pesar de algunos descubrimientos que hemos indicado, la física es la parte más
débil de la inmensa obra de Aristóteles, y su enseñanza, erigida en dogma por el Medievo,
pesó hasta la época galileana como un lastre sobre el progreso de la física.

4. Arquímedes
El museo de Alejandría; Vida y personalidad de Arquímedes; La ley de la palanca; La
hidrostática de Arquímedes; La influencia de Arquímedes.

Con la desaparición de Alejandro Magno desagregó el imperio del conquistador lo


que genera una nueva capital intelectual, heredera de Atenas: Alejandría esta con su
célebre museo y su rica biblioteca, se convierte en el cerebro del mundo.
En Alejandría realizaron sus obras los grandes ingenieros Ctesibio, Filón y Herón. Es
también allí donde encontramos en la última etapa de la historia de la gloriosa escuela en
el siglo II antes de Jesucristo a Claudio Tolomeo, justamente célebre como astrónomo,
físico y geógrafo. Todas estas personalidades son hombres de ciencia, en el sentido
moderno de la palabra, en oposición a los que les precedieron, que eran más bien
filósofos. Sobre el suelo alejandrino la ciencia se separa de la filosofía para convertirse en
un conjunto de disciplinas particulares. La física, y sobre todo la mecánica, dejan de ser
dominio de especulación metafísica. Comienza la época de los especialistas.
Uno de los más lúcidos genios matemáticos de todos los tiempos, Arquímedes se
adelantó en dos mil años a su época con sus trabajos geométricos, que tratan acerca de
superficies de figuras limitadas por contornos curvilíneos y volúmenes de sólidos forma
dos por superficies curvas; empleó integraciones y pasos a límite, anticipando principios
esenciales del cálculo infinitesimal, cuya invención hizo en el siglo XVII la gloria de Newton
y Leibniz.. También en la mecánica es precursor de tiempos nuevos; es e primer
investigador que combina, con rigor metódico, deducciones matemáticas con resultados
experimentales. Esta fértil unión lo llevó a encontrar leyes fundamentales de la estática, de
la cual es el verdadero fundador.
En su monografía Sobre el equilibrio de los planos, Arquímedes formula principios
de la estática en términos matemáticos y enuncia el principio de la palanca. El deduce que
el centro de gravedad de un sistema formado por dos pesos desiguales se encuentra sobre
la línea que reúne los centros de gravedad de ambos y que esos pesos desiguales están en
equilibrio cuando sus distancias del punto de rotación son inversamente proporcionales a
los pesos. Esta última afirmación es precisamente el principio de la palanca en todo rigor.
Su tratado Sobre los cuerpos flotantes bastaría por sí sólo para hacer del autor el
más eminente de los físicos de la antigüedad. Parte de un postulado que define al líquido y
muestra en seguida que cada líquido en reposo debe tener una superficie esférica cuyo
centro coincide con el centro de la Tierra. Las proposiciones que siguen establecen las
condiciones de equilibrio de cuerpos sumergidos en un líquido, examinando el caso de un
sólido del mismo peso —a igual volumen— del líquido, y luego el caso de cuerpos más
livianos y respectivamente más pesados — a igual volumen— que el líquido.
Varias de sus invenciones, la polea compuesta, el tornillo hidráulico, espejos
ustorios, máquinas de guerra, prueban que fue un ingeniero de méritos extraordinarios.
5. Mecánica práctica y óptica en Alejandría

En Alejandría, la importancia acordada a los estudios mecánicos, a las aplicaciones


de toda categoría, no dejó de aumentar desde el siglo de Arquímedes y hacia el crepúsculo
de la época alejandrina (los dos primeros siglos de nuestra era) se volvió preponderante.
Ctesibio, contemporáneo de Arquímedes, inicia la serie de grandes representantes
con que contó la floreciente escuela de ingenieros en Alejandría. Construyó un órgano
hidráulico, bombas contra incendio, varios autómatas y perfeccionó el reloj de agua: en m
clepsidra el agua salía de un recipiente para caer en otro, y a medida que en éste
aumentaba el nivel, subía un flotador que movía el índice de las horas. Filón,
probablemente discípulo de Ctesibio, inventó el termoscopio, el primer termómetro que
registra la historia. Una gran esfera de metal estaba unida por un tubo con un vaso de
vidrio, lleno de agua. Expuesto a los rayos del Sol, el aire se dilataba en la esfera, pasaba al
vaso y producía burbujas en el agua.
El más eminente de los ingenieros de Alejandría, Herón, jefe de una famosa escuela
técnica, fue un escritor casi enciclopédico sobre temas mecánicos, físicos y matemáticos.
La Mecánica de Herón es un libro de texto escrito para ingenieros más interesados por los
problemas prácticos de su profesión que por las investigaciones teóricas. El autor describe
máquinas simples y máquinas compuestas. En sus dispositivos emplea combinaciones de
ruedas dentadas, engranajes a cremallera, la transmisión de fuerza mediante un tomillo a
un eje perpendicular al suyo, y hace el uso más amplio y variado de la palanca. Resolvió el
problema planteado por Arquímedes de levantar mil talentos con la ayuda de cinco
talentos y dio respuesta a la pregunta de Aristóteles de cómo repartir las cargas sobre
varios puntos de apoyo.
Herón es el primer investigador que tuvo noción de la elasticidad y de la presión del
aire, fenómenos que no fueron claramente explicados hasta el siglo XVII. El aire
comprimido por una presión exterior se dilata si la presión deja de actuar. El calentamiento
produce también dilatación del aire. Herón aplica esta propiedad en su máquina a aire
caliente, destinada a elevar agua. Niega, como Aristóteles, la existencia del vacío continuo,
pero concede que éste existe entre las moléculas de las sustancias sólidas, líquidas o
aeriformes. Por otra parte, Herón enseña que se puede realizar artificialmente el vacío, y
lo prueba prácticamente con sus aparatos de succión y su botella con derrame constante
de agua. Herón utiliza, también la presión hidrostática, y es el primero en emplear
mercurio en lugar de agua para transmitir la presión. Muchos de los mecanismos descritos
por Herón, comprendida la turbina de vapor, no son más que juguetes. Como la mano de
obra, la de los esclavos, no costaba casi nada, la rudimentaria industria de la época no
requería verdaderas máquinas. Numerosos aparatos de Herón, como los que describe en
su obra Sobre los autómatas, sirvieron de distracción o permitieron a los sacerdotes
producir aparentes milagros. Una invención eminentemente útil es, por el contrario, su
odómetro: un sistema de engranajes que permite leer sobre un cuadrante el número de
vueltas que da la rueda de un carro y medir la longitud del camino recorrido.

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