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La astrología y la astronomía:

dos caras de un mismo


fenómeno
El acercamiento del hombre con el universo
Por Sergio Barreiro

A través de esta primer entrega es mi intención compartir una


inquietud con ustedes acerca del tema del título. Con el correr de la
historia, la confluencia del hombre con el cosmos fue adoptando dos
posturas diferenciadas y, en principio, aparentemente
irreconciliables, las de la religión y el esoterismo -o las llamadas
"ciencias ocultas"- ligado a la percepción profunda de unidad entre
el hombre y el cosmos. Y, por otro lado, la de las llamadas ciencias
académicas, basadas en la razón, la duda sistemática y la
experimentación. Un caso particular lo refleja la división -tanto en
metodología como en visión del universo- que tienen la astrología y
la astronomía. No sólo creo que son dos caras de un mismo tema,
sino que ambas se dan sustento y se entrelazan, incluso a lo largo de
toda su historia, más de lo que suponemos. No sólo pueden no entrar
en contradicción sino que el conocimiento de una de las caras
permite una mejor comprensión de la otra.

Los comienzos
En sus orígenes, el hombre estaba en un íntimo contacto con la
naturaleza. A tal punto que debía hacer un enorme esfuerzo para
sobrevivir protegiéndose de ella. Con su incipiente toma de
conciencia, y el surgimiento de las primeras civilizaciones, tuvo que
aprender a comprenderla en profundidad para poder valerse de la
misma. Esta necesidad lo llevó a mirar el cielo y percibir la profunda
ligazón de los ciclos del mismo con los acontecimientos de la vida
diaria (en un principio, los relacionados a las actividades agrícolas y
ganaderas). Ese cuerpo de conocimientos, cultivado principalmente
por los sacerdotes, se dividió con la civilización moderna. El
pensamiento científico preponderante fue investigando en grado
creciente sólo los aspectos vinculados a la razón práctica, atendiendo
a la realidad material, los aspectos "técnicos" y la teoría
cosmológica. Todo esto englobado bajo el nombre de astronomía .
La otra rama, que vincula el misterio del Cielo al misterio de la
Tierra, en una unidad que puede llegar a "leerse" interpretando los
movimientos relativos de los astros, fue cayendo en el descrédito.
Esa otra rama es la astrología , vista con desprecio por muchos de
los astrónomos actuales. Hasta nuestros días, ambas formas de ver la
realidad son casi incompatibles para el pensamiento dominante.

La necesidad del conocimiento astronómico


De lo dicho en el párrafo precedente, concluimos que tanto una
como la otra rama del conocimiento constituían un cuerpo único,
que tenía su sólida raíz en la observación y percepción del cielo y la
naturaleza.
Los que estudiamos astrología actualmente solemos tener –tal vez
entre tantos otros– un defecto dominante: no observamos el cielo
para realizar nuestra disciplina. No sólo eso: muchas veces hacemos
astrología sin el menor contacto práctico o teórico con él. De hecho,
en más de una ocasión, los astrólogos son puestos en ridículo por los
astrónomos cuando éstos atacan (muchas veces sin fundamento pues
desconocen sus postulados básicos) a la astrología. Los astrólogos
no logran dar respuesta a dichas objeciones por desconocer casi
absolutamente el cielo, el movimiento de los astros y -lo que sí es
grave– la forma en que la astrología utiliza ciertos hechos
astronómicos en la definición de sus bases. Si de algo pueden
jactarse los astrónomos es de que estudian el cielo, y cuando hablan
de él saben a que "objeto" se refieren. La comprensión de los temas
astronómicos básicos nos permite conocer los "objetos" de los que
nos valemos para dar marco de referencia a nuestra actividad: el
Sistema Solar y sus relaciones con el Zodíaco y el horizonte
terrestre . De esta forma podremos tener una base sólida, ubicando
el misterio de la astrología en su justo lugar.
Paradójicamente, conocer el cielo es para el astrólogo una forma de
"hacer tierra" con sus conocimientos. En nuestra jerga, diríamos que
hace al "Saturno" del astrólogo.

El tiempo, para la astronomía y para la astrología


Y ya que hemos hecho mención de Saturno, hagamos una última
aclaración introductoria en cuanto al tema de la astronomía y la
astrología: Ambas están enormemente vinculadas a un tema
fundamental en la historia del hombre que es el tiempo.
No es posible hablar de tiempo si no se lo refiere al cambio de algo.
Y los cambios más notables que el hombre pudo verificar
periódicamente en su realidad cotidiana, para pulir cada vez más su
medición, se vinculan a los movimientos de la Tierra (de aquí deriva
el día y todas sus subdivisiones), el Sol (el año) y la Luna (el mes y
la semana).
Sin entrar en consideraciones de física moderna acerca del tiempo
(desde Einstein en adelante consideramos al tiempo como relativo al
movimiento del observador), fue necesario medir cada vez con más
precisión el tiempo "absoluto" o tiempo newtoniano , que es con el
que medimos el paso de los acontecimientos.
Se llegó al movimiento de la Tierra como patrón de medición,
pero... el movimiento de la Tierra también tiene sus imperceptibles
variaciones en períodos largos. Por lo tanto, los astrónomos han
buscado un patrón más preciso aún para medir el tiempo. Al
respecto, citaremos una frase del físico Paul Couderc:
..."Pero llega un día en que se advierte una falla en esta fidelidad y la
Tierra es desplazada como punto de referencia del tiempo. En
adelante, la ciencia toma como reloj al Sistema Solar entero ; los
engranajes de este reloj son la Mecánica celeste en su totalidad, su
cuadrante es el Zodíaco , con sus extraños y antiguos signos, en el
cual la Luna y los planetas indicarán finalmente el tiempo
newtoniano".
( La Relatividad ", Bs.As., Eudeba, 1963, pag. 23).
Es importante que tomemos en consideración esta definición del
Sistema Solar como el reloj con el que medimos el tiempo, pero
haciendo un importante agregado. Para nosotros, los que estudiamos
astrología, el tiempo no es algo que se va agregando y aumentando a
medida que gira el cuadrante de este gigantesco reloj; no es sólo
mera cantidad la que se sucede cuando, por ejemplo, el Sol transita
por un signo zodiacal determinado; no es sencillamente un
tiempo lineal . Para nosotros, además, hay
una cualidad desplegándose en la Tierra con el Sol en ese signo. Lo
mismo sucede para cada planeta. Además, estos ciclos se repiten y
superponen. Por lo tanto, el tiempo se nos revela con una forma
(espiralada ) y en su desplegarse se suceden en una sinfonía
distintas cualidades a medida que se mueven los engranajes de este
reloj. En síntesis, ese reloj que cíclicamente despliega cualidades, la
matriz que contiene a la Tierra, es una totalidad orgánica . Podemos
decir que, en cierta medida, está vivo.

La imagen de la Tierra y el Sistema Solar: un poco de historia


Es sabido que a lo largo de la historia la imagen que se fue haciendo
el hombre acerca del universo es la de una Tierra plana e inmóvil en
el centro de él. De esta forma es el cielo el que gira alrededor de la
Tierra. Este sencillo panorama se complicaba porque no todo se
mantenía inalterable en el cielo. El Sol hacía un recorrido anual por
una línea determinada y cinco puntos luminosos hacían por esa
misma línea movimientos aún más extravagantes. A estos puntos se
los llamó planetas, que quiere decir errantes en griego. La Luna,
mientras tanto, danzaba misteriosamente mostrando distintas "caras"
en el Cielo. No sólo ésta era la imagen del hombre primitivo, sino la
imagen del hombre común aún pasada la Edad Media. Valga la
aclaración que para mucha gente, en la propia Edad Media, las
estrellas eran "agujeritos" en el firmamento por los que se filtraba la
luz del Cielo.
Al alborear la civilización, algunos hombres pudieron por fin
dedicarse al estudio de los misterios celestes (tanto desde lo
"astronómico" como desde lo "astrológico", que en ese momento era
la misma cuestión). En Mesopotamia los sacerdotes mantuvieron un
gráfico detallado de los movimientos del Sol, la Luna y los planetas
que les permitió predecir los eclipses lunares, sin comprender cuál
era la causa de éstos. Trazaron la trayectoria anual o plano de la
eclíptica del Sol a través de los cielos. Calcularon el tiempo entre
dos Lunas llenas sucesivas en poco más de 29 días y medio. Aparte,
desde lo astrológico, cimentaron las bases de la astrología
occidental. De todas las antiguas civilizaciones, sólo la China, que
llevó registros de eclipses ocurridos hasta 4.000 años antes de Cristo
y construyó numerosos observatorios, rivalizó con la de
Mesopotamia en la precisión de sus observaciones. En América, los
Mayas fueron los astrónomos por excelencia. En muchas formas, su
calendario era más conveniente que nuestro sistema de semanas,
meses y años. Predijeron eclipses y calcularon la duración del año
solar y del mes lunar con asombrosa precisión. Desgraciadamente,
como sólo se han podido descifrar los números mayas y no toda su
escritura, permanece desconocido el contenido total de su
conocimiento astronómico. Ultimas investigaciones al respecto
confirman lo avanzado del mismo.
Los primeros astrónomos científicos aparecieron entre los griegos.
Estos tuvieron un instrumento de incalculable valía científica: la
geometría, ciencia que desarrollaron junto con la astronomía,
convirtiéndola en un medio intelectual maravilloso. La primera y por
todos conceptos la mejor escuela griega de astronomía creció no en
Grecia misma sino en las ciudades griegas al sur de Troya. En
Mileto, Tales concibió la redondez de la Tierra en el año 600 a. de
J.C. Dos siglos después, los discípulos de Pitágoras mantuvieron que
el planeta era esférico y que se movía en el espacio. Tenían
evidencia de nueve movimientos circulares en el cielo: los de las
estrellas fijas, los de los cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte,
Júpiter y Saturno, que son los únicos observables a simple vista) y
los de la Tierra, la Luna y el Sol.
Después de las conquistas de Alejandro el Grande, cuando la capital
de la cultura griega fue trasladada de Atenas a Alejandría, en Egipto,
la escuela de astronomía que afirmaba el movimiento de la Tierra
continuó proponiendo teorías correctas. Aristarco de Samos (310-
230 a. de J.C.) sostenía con tal vehemencia que la Tierra giraba, se
trasladaba y no era el centro del cosmos, que fue censurado. Seleuco
observó que las mareas están relacionadas con las fases de la Luna.
Eratóstenes comparó observaciones del Sol hechas en puntos
distantes 800 km. uno del otro, y calculó la circunferencia terrestre.
Sin embargo, para la mayoría de los griegos, la idea de estar girando
en la carrera diurna de la Tierra, con rocas, piedras y árboles, siguió
siendo herética. Los imaginativos griegos que vislumbraron la
verdadera naturaleza del Sistema Solar no apoyaron sus ideas en una
explicación matemática coherente que tuviera en cuenta las
observaciones de los astrónomos.
Los moderados observadores cotidianos de estrellas, lentamente
adoptaron una imagen más sólida, aunque más complicada, de los
movimientos que veían en el cielo. Su teoría fue por fin formulada
por Hiparco, uno de los astrónomos griegos más cuidadosos y
científicos. Hiparco trabajó en Rodas y Alejandría hacia el año 150
a. de J.C. y de acuerdo con sus observaciones y cálculos, la Tierra
esférica estaba fija; el Sol, la Luna y los planetas giraban alrededor
de ella en una gran curva y al mismo tiempo, estos cuerpos seguían
otras trayectorias circulares cuyos centros estaban ubicados en dicha
curva (De esta curiosa forma se explicaban los movimientos
retrógrados de los planetas).
Ahora nos parece absurdo que una masa monstruosa de roca, como
un planeta, se mueva sobre un punto en el vacío. Pero antes de la
idea de la gravedad esto era tan razonable como cualquier otra
suposición. Y el mérito de la complicada geometría de Hiparco fue
que representó con precisión los movimientos que los primeros
astrónomos observaron. Su sistema fue perfeccionado hacia el año
140 d. de J.C. por Claudio Tolomeo y publicado durante la Edad
Media en forma de una enciclopedia de astronomía. Este sistema era
tan ingenioso que resistió severas pruebas de observación durante
otros trece siglos. Gracias a Tolomeo, el esquema fue conocido por
musulmanes y europeos como el "Sistema de Tolomeo".
Es importante consignar que también se deben al trabajo de
recopilación de Tolomeo los conocimientos astrológicos de la época
y la visión griega de la astrología caldea y mesopotámica, base de la
astrología que utilizamos actualmente.

El tiempo y el número, al servicio de la revolución copernicana


Grandes dificultades técnicas entorpecieron la visión de los griegos
y ayudaron al sistema de Tolomeo a cruzar sin tropiezos los siglos
del oscurantismo. Las dos dificultades más grandes eran tiempo y
número.
El servicio principal que la Edad Media realizó para la astronomía
fue suministrar tiempo para el desarrollo de los relojes y para que se
aceptara el sistema arábigo de números . El sistema arábigo no se
perfeccionó en Arabia sino en la India, alrededor del año 500 d. de
J.C. El nuevo sistema pasó hacia el mundo de los musulmanes y de
ahí a Europa, en el 1100 d. de J.C. Junto con el sistema decimal, el
mundo cristiano recibió de los árabes su primera traducción de los
trabajos astronómicos y astrológicos de los griegos anteriores a
Tolomeo. También adquirieron muchos vocablos árabes
relacionados con la astronomía, entre ellos cenit, nadir y
almanaque.
Para el año 1500 d. de J.C., la calidad mejorada de las observaciones
astronómicas estaba haciendo que la vieja teoría de Tolomeo se
desplomara. El hombre que puso la bomba final en la maquinaria
celeste, el astrónomo polaco Copérnico (1473-1543), destronó a la
Tierra y puso al Sol en el centro de todas las órbitas planetarias,
aunque aún mostró las órbitas como círculos. Su descubrimiento no
se divulgó hasta el final de su existencia, cuando ya se había
convertido en un anciano eclesiástico.
Las precauciones de Copérnico no le valieron de nada. El sistema
copernicano llegó a ser un asunto teológico tan espinoso que el
mejor astrónomo y observador del siglo XVI, Ticho Brahe, no
quería tomar parte en él. Pero la información reunida por éste, en su
observatorio cercano a Copenhague, sólo sirvió para hacer
indisputable el sistema de Copérnico.
Cuando Galileo (1564-1642) dirigió su telescopio a los cielos por
primera vez en 1609, descubrió, maravillado, lo preciso del sistema
de Copérnico. Alrededor del planeta Júpiter vió las cuatro lunas más
importantes que lo circundan, prueba clara de que la Tierra, con una
sola luna, no podía ser el miembro más prominente de la sociedad
celestial, como se pensaba. Con su telescopio pudo Galileo observar
las fases de Venus. El hecho de que Venus mostrara una fase en la
que está iluminado cuando se encuentra cerca del sol no podía
explicarse con el sistema de Tolomeo sino solamente con el
esquema de Copérnico, conforme al cual Venus debía girar pasando
por el extremo opuesto del astro rey. Como resultado de tales
observaciones, Galileo se convirtió en un seguidor tan leal de
Copérnico que la inquisición lo forzó a negar sus ideas.

El movimiento de los planetas: las leyes de Kepler


En el protestante Norte de Europa, y basándose en las mediciones
efectuadas por Ticho Brahe, Juan Képler (1571-1630), enunció las
tres leyes esenciales del Sistema Solar. En el mismo año que Galileo
iniciaba las observaciones con telescopio (1609), las mismas fueron
publicadas.
Dichas leyes son: (Primera) "La órbita de cada planeta es una elipse
con el Sol en uno de sus focos". (Segunda) "Los radios que unen el
planeta con el Sol describen áreas iguales en tiempos iguales". Esto
implica que al acercarse al Sol, los planetas se aceleran y
desaceleran al alejarse de él. (Tercera) "Los cuadrados de los
tiempos de las revoluciones siderales de los planetas son
proporcionales a los cubos de sus distancias medias al Sol".
De un modo más grosero y más comprensible esto no es otra cosa
que decir que: cuanto más cerca del Sol está un planeta, menos tarda
en completar su órbita. La expresión matemática de esto sería T (2)
= K.D (3). La fórmula matemática simplemente nos expresa la
relación constante que se mantiene entre los tiempos y las
distancias.
Como astrólogos, es fundamental que tengamos comprensión de
estas leyes para tener un rápido esquema del orden planetario con
sólo ver sus períodos en las efemérides, y viceversa, saber que
período es mayor en función de su cercanía o lejanía respecto del
Sol. Baste citar como ejemplo que para completar una órbita
alrededor del Sol, la Tierra demora 365 días, sólo 88 días Mercurio,
que es el planeta más cercano, y 12 años demora Júpiter. Las tres
leyes de Kepler descubiertas empíricamente y hasta 50 años
después, cuando Newton (1642-1727) anunció la "Ley de la
Gravitación Universal", no pudieron ser comprobadas teóricamente.
Newton descubrió la relación de proporcionalidad existente entre las
masas de dos objetos, su distancia y la fuerza con que se atraen o
fuerza de gravedad.
Todo planeta, para poder trasladarse alrededor del Sol, tiene que
mantener un equilibrio entre la fuerza que lo aleja –centrífuga- y la
fuerza que lo acerca al Sol –centrípeta- que en este caso es la acción
de la fuerza gravitatoria. Este equilibrio implica que ambas fuerzas
deben ser iguales. De dicha igualdad matemática Newton obtuvo
cada una de las leyes de Kepler como caso particular, siendo este
hallazgo, y todas sus implicancias, uno de los pasos más importantes
dados por el conocimiento humano.

Resumen de ambas cosmovisiones


Antes se sostenía que:
• La Tierra era plana.
• La Tierra era el centro del Universo, que giraba alrededor de ella.
- El Sol se va desplazando a lo largo del año por una línea (la
eclíptica) y los demás planetas hacen complejos movimientos sobre
esa misma línea.

Actualmente se sostiene que:


• La Tierra es esférica (en realidad, un esferoide).
• La Tierra gira sobre su propio eje diariamente.
• La Tierra y los planetas se trasladan alrededor del Sol, a la vez que
rotan sobre sus propios ejes.
Sin embargo, a pesar de que la astronomía es heliocéntrica en su
concepción actual, las consideraciones astrológicas no han perdido
su carácter esencialmente geocéntrico para visualizar el cielo. Más
aún, para la astrología el sujeto es el centro de la observación y el
lugar desde donde la totalidad Cielo-Tierra es interpretada.
 

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