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Trabajo: Tecnologías de la información, la comunicación y la cultura

El artista algoritmicamente asistido.

De Ariel Dávila. Cohorte 2018.

En este trabajo voy a analizar sintéticamente como influye la informática, los nuevos objetos

digitales y la algoritmización de la cultura en el trabajo de artistas escénicos, en su rol como sujetos

creadores y la obra.

En particular trataré de analizar en las artes escénicas o performáticas la influencia de la

digitalización. Las implicancias estéticas, poéticas y políticas de la informatización de las artes

escénicas. Abordaré un fenómeno bastante nuevo que es el teatro por streaming, hay toda una nueva

oferta teatral en estas plataformas de internet, a partir de este ejemplo analizo influencia de la

informática en las artes escénicas y como se modifica su concepción teórica de lo escénico y de lo

performático.

Como marco teórico parto en principios de la visión contemporánea de los textos de Homo Deus de

Harari, Ars e invenciones de Stiegler la concepción del “arte aurático” de Benjamin y una

concepción del convivio teatral de Jorge Dubatti.

En un trabajo anterior para Filosofía de la Técnica de la maestría me hice la pregunta sobre si las

máquinas pueden crear, partiendo de la pregunta de Turing ¿Las máquinas pueden pensar? Trasladé

esa pregunta al arte y las nuevas tecnologías. Ya es sabido que las máquinas pueden ser

instrumentos para los artistas, robots que pintan, programas que dibujan, sintetizadores de sonido,

animación digital etc.. pero ¿las máquinas son capaces de tener creatividad? ¿Pueden crear una obra

de arte de forma autónoma?. Partiendo de la conferencia de Turing y la gramática de la creación de

Steiner y analizando los proyectos de Deep Lerning de Inteligencia Artificial o proyectos como
EMI (Experiments Music Intelligence) deduje que si se considera la creación como recombinación

de materiales anteriores ya existentes, como lo plantea Steiner en su libro “Gramática de la

creación”, ese trabajo “creativo” ya lo viene haciendo la Inteligencia Artificial. Por lo tanto se

puede decir que las máquinas pueden “crear” arte y no son solo un instrumento.

Esa conclusión me lleva a hacerme otra pregunta. Si las maquinas pueden crear arte ¿cual es el rol

futuro del artista? Y otra pregunta es de que manera la tecnología y en especial la informática puede

incidir en las artes escénicas o perfomáticas. Considerando que son consideradas en términos de

Walter Benjamin “artes auráticas”.

Sobre la primer pregunta sobre el futuro rol del artista, podemos tomar las reflexiones de Harari: “A

menudo se dice que el arte nos proporciona nuestro último (y únicamente humano) santuario. En

un mundo en el que los ordenadores sustituyen a médicos, conductores de vehículos, profesores e

incluso caseros, todos podrán hacerse artistas. Pero es difícil ver por qué la creación artística se

hallará a salvo de los algoritmos. ¿Por qué estamos tan seguros de que los ordenadores no podrán

hacerlo mejor que nosotros en la composición de música? Según las ciencias de la vida, el arte no

es el producto de algún espíritu encantado o de un alma metafísica, sino de algoritmos orgánicos

que reconocen pautas matemáticas. Si es así, no hay razón por la que algoritmos no orgánicos no

puedan dominar el arte”. (Harari:2016)

Mario Klingeman un artista y miembro del equipo de Google Arts, trabaja con la tecnología de IA y

Deep Learning para entrenar las computadoras en crear imágenes, dice que se convirtió en un

curador de las imágenes que crea la máquina. ¿Será que ése el nuevo rol del artista?¿los artistas del

futuro serán los curadores de las obras que produzcan máquinas? Siguiendo con la lógica de Harari

podríamos preguntarnos también si las máquinas no podrán ser mejores curadores de arte que los

humanos. ¿Podrían elegir las máquinas mejor que obras exhibir y que no?.

Por de pronto Harari mas allá del arte llega a tres conclusiones en el ámbito filosófico:
1. La ciencia converge en un dogma universal, que afirma que los organismos son algoritmos y que

la vida es procesamiento de datos.

2. La inteligencia se desconecta de la conciencia.

3. Algoritmos no conscientes pero inteligentísimos pronto podrían conocernos mejor que nosotros

mismos.

Lo que lleva a hacer tres reflexiones a futuro:

1. ¿Son en verdad los organismos solo algoritmos y es en verdad la vida solo procesamiento de

datos?

2. ¿Qué es más valioso: la inteligencia o la conciencia?

3. ¿Qué le ocurrirá a la sociedad, a la política y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes

pero muy inteligentes nos conozcan mejor que nosotros mismos?.

Lo que a mi me lleva a preguntar, ¿los algoritmos inteligentes podrán tener conciencia de si

mismos? ¿Que pasará cuando eso suceda? Por lo que podemos ver, es muy difícil descifrar cual va a

ser el futuro del artista cuando no se sabe todavía cual va a ser el futuro de la humanidad en pocas

décadas.

Siempre consideré que el arte y en particular las artes escénicas seria “el ultimo refugio” en el cual

los artistas humanos no podríamos ser reemplazados por las máquinas. Pero como dice Harari eso

todavía está en duda, todas las actividades humanas tienen el riesgo de ser reemplazados por los

algoritmos.

Pero como se da esta relación entre la algoritmización y el teatro por mencionar una de las artes

escénicas. El teatro es una artes se podría considerar un arte aurático. Walter Benjamin identifica el

aura con la singularidad, la experiencia de lo irrepetible. “el aparecimiento único de una lejanía,

por cercana que pueda estar”, el aura debe ser irrepetible y singular, dando valor al lugar,

momento acontecimiento, ritual donde fue hecha o para el que fue hecho, manteniendo una cercanía

con lo espiritual o sobrenatural. A diferencia del cine en donde se pierde este aura por utilizar la
técnica y la copia se pierde la idea de singularidad: “En la época de la reproducción técnica de la

obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta. El proceso es sintomático; su significación señala

por encima del ámbito artístico. Conforme a una formulación general: la técnica reproductiva

desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición”. (Benjamin: 1936)

Por otro lado el critico y teórico teatral Jorge Dubatti plantea: Una representación teatral es única e

irrepetible. Lo que sucede en el teatro es intransferible (te lo pueden contar pero no sabrás cómo fue

esa experiencia) Es efímero, no admite intermediación técnica y se liga a la necesidad esencial del

hombre de reunirse. El teatro según Dubatti es único, singular e intransferible, efímero y es una

experiencia de convivo teatral donde los humanos volvemos al ritual de juntarnos y no hay forma de

trasladar esa experiencia si no es con la presencia.

“En la cultura in vitro, lo convivial se esfuma en el aire, la tecnología no puede capturarlo más

que como registro y como mediación, pero no puede asumir ese cuerpo. En el teatro, los cuerpos

deben interactuar entre sí: solo un cuerpo puede captar realmente a otro cuerpo como

acontecimiento. Ambos usos tecnológicos sustraen el elemento fundamental: el cuerpo. El cuerpo

no puede ser desmaterializado, no se puede suprimir su territorialidad, es decir, el acontecimiento

en su tiempo y espacio dados así como su retroalimentación palpable del momento. El signo

sustituye lo ausente, pero el cuerpo no puede ser totalmente sustituido. Para que la acción sea

posible siempre tiene que haber al menos un cuerpo en escena, acompañado de un cuerpo

espectante y una mutua complicidad.” (Dubatti: 2012)

Por lo que se puede sintetizar que para Dubatti sólo hay teatro si hay un cuerpo presente que es el

actor y otro cuerpo que es el espectador.

Creo que es evidente que Dubatti toma el concepto de lo aurático de Benjamin para construir ese

último refugio para las artes que es el teatro, un lugar donde no está permitida la intermediación

técnica.

En primer lugar me parece interesante remarcar que Benjamin hizo un esfuerzo por repensar el arte

a partir de una serie eventos tecnologicos que cambiaron la realidad política y social en Alemania
en los años 30, sobre todo el uso político del cine, la radio y los medios de reproducción técnica del

arte en especial como manejaron estos medios el régimen Nazi. En medio de una revolución

tecnológica no se podía seguir pensando el arte en los mismos términos que se venia haciendo y

creo esta distinción en lo “aurático” y lo “no aurático” que fueron relevantes para la epistemologia

de la estética y marcaron un hito que cambió la forma como se pensaba el arte. Es decir sin una

revolución tecnológica quizás no hubiera habido una nueva concepción del arte.

En el teatro se produjeron dos eventos tecnológicos que transformaron al teatro para siempre. Uno

fue la construcción del Theatron θέατρον, “el lugar para ver” en la antigua Grecia, la creación de

ese espacio arquitectónico como anfiteatro semicircular dio el soporte para la conformación del

teatro como lo conocemos hasta hoy. Por otro lado en el siglo 18 la creación del Teatro Caja a la

Italiana, con su diseño en herradura de platea y palcos, la creación del telón de boca y toda la

maquinaria de bambalinas, dispositivos para cambiar rápidamente de escenografías dió origen al

teatro moderno.

¿En la era de la revolución informática como influye en las artes escénicas? Es evidente que el

teatro y la artes escénicas no pueden no estar atravesadas por la tecnología de la información.

Podemos analizar tres ejemplos:

El primero es lo que está pasando con el streaming al nivel de lo que Striphas llama la

algoritmización de la cultura. Como en muchos otros ámbitos los humanos estamos dejando a los

algoritmos muchas de las decisiones que tomamos. El fenómeno cultural de masas Netflix, Amazón

y otras plataformas tienen algoritmos capaces de procesar grandes cantidades de datos como saber a

quien es es su público especifico, cuales son sus gustos y hacer una oferta mas especializada. Hasta

ahora la oferta de estas plataformas era de libros, música, series y películas pero esto se está

expandiendo. La digitalización ha llevado del concepto de la venta de productos a la venta da

servicios y ahora también hay plataformas que ofrecen teatro por Streaming. Segun Stiegler los

objetos digitales serian una forma de retención terciaria, es decir un forma de retener la memoria de

exteriorizarla en este caso en forma de video digitalizado. Pero ¿el teatro en video es teatro? ¿O es
teatro registrado?. En Argentina hace unos años existe la plataforma Teatrix que ofrece obras

teatrales y óperas por streaming, en España está la plataforma Play Theatres y en Francia hace 10

años existe Medici.tv es una plataforma mas relacionada a la música clásica, pero ofrece conciertos

y óperas en VOD (Video on demand). En Madrid la plataforma Alltheater ofrece un catalogo de

obras de teatro independiente, ver una obra cuesta como mucho 3 euros, algunas por 1,50 euros y

otras gratis. En diario El Pais salió en enero una nota sobre el surgimiento de estas plataformas que

ofrecen artes escénicas por streaming, consultados los responsables de estas plataformas contaron

que en un principio los hacedores teatrales eran reacios a la digitalización del teatro, las compañías

temían perder público y argumentaban que la experiencia en vivo siempre será más poderosa que en

diferido y por pantalla interpuesta. “Y en eso estamos de acuerdo: es imposible mejorar el directo.

Pero eso no impide que podamos llevar el teatro a la gente que no tiene acceso a él”, argumenta

Ciurana responsable de Play Theatre.

Sin duda que la experiencia en vivo o en directo no es igual que mediado por una pantalla, pero la

digitalización permite extender la territorialidad y dar acceso a mucho que no pueden acceder al

teatro en vivo. Pero que pasa con el plateo de Dubatti acerca de que “el cuerpo no puede ser

desmaterializado”, claro se refiere al cuerpo humano, no habla de otros tipos de cuerpos físicos

como objetos etc, es decir que si existiera solo escenografía y ningún cuerpo humano no habría

teatro. Esto es bastante discutible, existe toda un tradición de teatro de objetos que si bien son

manipulados por humanos la centralidad performática y signica está en el objeto.

En Alemania se estrenó el año pasado la obra Uncanny Valley (Valle inquitetante) en la cual el

protagonista es un robot. La obra parte de la tesis el profesor de robótica Masahiro Mori a partir de

un estudio que realizó sobre la empatía que sienten los humanos por los robots hasta un punto en

que se parece demasiado a los humanos, a partir de ese punto los humanos sienten temor y perciben

los robots como siniestros. El robot creado para la obra es una replica del escritor Thomas Melle,

“la similitud externa con los seres humanos pretende facilitar la aceptación de las máquinas. Nos

obstantes esto, si la apariencia de la máquina es demasiado humana, empezamos a desconfiar” dice


el director de la obra Stefan Kaegi. Entonces podemos ir pensando que es el cuerpo en escena y que

pasaría con los cuerpos no humanos.

Otro problema que plantea el concepto de Dubatti es que en el “cuerpo no puede ser

desmaterializado”, si por ejemplo lo que se ve en el escenario es un Holograma, ¿no se le puede

llamar materia a ese cuerpo? Se está estudiando en la actualidad la ontologia de los cuerpo digitales.

“La pretendida inmaterialidad de la información se aloja en el sentido común cuando se habla de

hardware y de software. ¿Puede la información no ser materia? Pero si no lo es, ¿existe una teoría

para explicarla, tal como ocurre con la mecánica newtoniana, la cuántica o la misma teoría de la

relatividad en física? Para Simondon la discusión pierde validez una vez que se reconoce que no

hay materia sin forma, por lo tanto no hay materia sin información, pero considerando a la forma

como perteneciente a ella; y, por otro lado, cuando se admite que la información no es una cosa

sino el nombre de un proceso”.(Blanco, Rodriguez).

Los bits no son entes abstractos, están inscriptos en soportes magnéticos, o en cables o circuitos. Sin

duda que los objetos digitales plantean un desafío a la filosofía sobre la materialidad de la

información, la esencia e identidad no como cosa sola aislada si no como proceso y en sus

relaciones.

Lo que podemos decir es que un cuerpo holográfico y un cuerpo humano son igual de reales y que

plantear como argumento un cuerpo humano como material único y aurático frente a la

inmaterialidad de un cuerpo digital es al menos discutible.

En resumen puedo plantear que la nueva era de la información como ocurrió con la segunda

revolucion industrial nos obliga a replantear conceptos en el campo de las artes escénicas. Tal como

le pasó a Benjamin quizás tengamos que repensar el entramado conceptual que tenemos sobre las

artes y en especial las artes escénicas a partir de pensar la era de la información.

Ariel Dávila
Bibliografía:

- Blanco, Javier y Ramirez Pablo: “Sobre la fuerza y la actualidad de la teoría simondoniana de la

información” Paper.

-Benjamin, Walter, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en Estética y

política, Buenos Aires, Las cuarenta, 2009.

-Dubatti, Jorge, “El teatro como acontecimiento”, en Introducción a los estudios

teatrales.Propedéutica, Buenos Aires, Atuel, 2012.

- Harari, Yuval Noah. Homo Deus. Titivillus. 2015.

-Stiegler, Bernard . Ars e invenciones organológicas en las sociedades de hipercontrol. Traducción

Anahí Ré.

Web:

“El teatro se suma a la revolución del Streaming”. El Pais.

https://elpais.com/cultura/2019/01/16/actualidad/1547662940_537117.html?

fbclid=IwAR1LrfUODcMcbVAJUKtARfXMUU7XEPNeNr2K55OdKS0wG3lOhOv41z0XG3g

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