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GRUPO: 90003_366
ELABORADO POR:
PRESENTADO AL TUTOR:
2-DESARROLLO.
Retornaban los dioses con las
Armas secretas
Franceses Portugueses de disputaban los territorios
americanos, los invadieron obligando a trabajar a la gente india,
ellos fueron derrotados más por el asombro creían que los
Dioses venían a saldar cuentas, sin importarles si eran
escritores ingenieros o la profesión que tengan los obligaban a
ser obreros, a todos por igual, los principales aliados de los
españoles fueron las enfermedades y las plagas que trajeron
esto alarmo a la gente de acá y los llenos de miedo.
3-CONCLUSIÓN
Representación visual y
esquemática del texto
(mapa conceptual o
mapa mental)
Comparar y contrastar
(relacionar algunos
fenómenos o
acontecimientos Yo diría que los europeos generaron un impacto grande a las
mencionados en el diferentes culturas, por avaricia no solo de tierra si no por sus
texto, de acuerdo a su tesoros e inventando excusas religiosas.
significado, con
referencias actuales o
contextuales del lector)
Sacar conclusiones y Yo diría que en parte la ingenuidad del indígena americano fue
hacer inferencias. parte fundamental en su amedrantarían y conquista.
Releer, parafrasear y FRASES O PALABRAS CLAVES
resumir entidades Retornaban los dioses con las armas secretas
textuales (frases, -Ninguna de las culturas conocía el hierro ni el arado, ni
palabras claves, el vidrio ni la pólvora. Ni empleaba la rueda.
conceptos, expresiones)
-Los conquistadores invadieron zonas grandes muy pobladas
con pocos soldados y pocas armas.
-Los caballos era otro factor que trabajó por la victoria de los
invasores.
A su paso por Tenerife, durante su primer viaje, había presenciado Colón una
formidable erupción volcánica. Fue como un presagio de todo lo que vendría después
en las inmensas tierras nuevas que iban a interrumpir la ruta occidental hacia el Asia.
América estaba allí, adivinada desde sus costas infinitas; la conquista se extendió, en
oleadas, como una marea furiosa. Los adelantados sucedían a los almirantes y las
tripulaciones se convertían en huestes invasoras. Las bulas del Papa habían hecho
apostólica concesión del África a la corona de Portugal, y a la corona de Castilla habían
otorgado las tierras desconocidas como las hasta aquí descubiertas por vuestros
enviados y las que se han de descubrir en lo futuro.. América había sido donada a la
reina Isabel. En 1508, una nueva bula concedió a la coro-na española, a perpetuidad,
todos los diezmos recaudados en América: el codiciado patronato universal sobre la
Iglesia del Nuevo Mundo incluía el derecho de presentación real de todos los
beneficios eclesiásticos. El Tratado de Tordesillas, suscrito en 1494, permitió a Portugal
ocupar territorios americanos más allá de la línea divisoria trazada por el Papa, y en
1530 Martim Alfonso de Sousa fundó las primeras poblaciones portuguesas en Brasil,
expulsando a los franceses. Ya para entonces los españoles, atravesando selvas
infernales y desiertos infinitos, habían avanzado mucho en el proceso de la exploración
y la conquista. En 1513,el Pacífico resplandecía ante los ojos de Vasco Núñez de
Balboa; en el otoño de 1522, retornaban a España los sobrevivientes de la expedición
de Hernando de Magallanes que habían unido por vez primera ambos océanos y
habían verificado que el mundo era redondo al darle la vuelta completa; tres años
antes hablan partido de la isla de Cuba, en dirección a México, las diez naves de
Hernán Cortés, y en 1523Pedro de Alvarado se lanzó a la con-quista de
Centroamérica; Francisco Pizarro entró triunfante en el Cuzco, en 1533,
apoderándose del corazón del imperio de los incas; en 1540,Pedro de Valdivia
atravesaba el desierto de Atacama y fundaba Santiago de Chile. Los conquistadores pe
penetraban el Chaco y revelaban el Nuevo Mundo desde el Perú hasta las bocas del
río más caudaloso del planeta. Había de todo entre los indígenas de América:
astrónomos y caníbales, ingenieros y salvajes de la Edad de Piedra. Pero ninguna
delas culturas nativas conocía el hierro ni el arado, ni el vidrio ni la pólvora, ni
empleaba la rueda. La civilización que se abatió sobre estas tierras desde el otro lado
del mar vivía la explosión creadora del Renacimiento: América aparecía como una
invención más, incorporada junto con la pólvora, la imprenta, el papel y la brújula al
bullente nacimiento de la Edad Moderna. El desnivel de desarrollo de ambos mundos
explica en gran medida la relativa facilidad con que sucumbieron las civilizaciones
nativas. Hernán Cortés desembarcó en Veracruz acompañado por no más de cien
marineros y 508 soldados; traía 16 caballos, 32 ballestas, diez cañones de bronce
y algunos arcabuces, mosquetes y pistolones. Y sin embargo, la capital de los aztecas,
Tenochtitlán, era por entonces cinco veces mayor que Madrid y duplicaba la población
de Sevilla, la mayor de las ciudades españolas. Francisco Pizarro entró en
Cajamarca con 180 soldados y 37 caballos. Los indígenas fueron, al principio,
derrotados por el asombro. El emperador Moctezuma recibió, en su palacio, las
primeras noticias: un cerro grande andaba moviéndose por el mar. Otros mensajeros
llegaron después: «...mucho espanto le causó el oír cómo estalla el cañón, cómo
retumba su estrépito, y cómo se desmaya uno; se le aturden a uno los oídos. Y
cuando cae el tiro, una como bola de piedra sale de sus entrañas: va lloviendo
fuego...». Los extranjeros traían venados que los soportaban «tan alto como los
techos». Por todas partes venían envueltos sus cuerpos, «solamente aparecen sus
caras. Son blancas, son como si fueran de cal. Tienen el cabello amarillo, aunque
algunos lo tienen negro. Larga su barba es ...» Moctezuma creyó que era el dios
Quetzalcóatl quien volvía. Ocho presagios habían anunciado, poco antes, su retorno.
Los cazadores le habían traído un ave que tenía en la cabeza una diadema redonda
con la forma de un espejo, donde se reflejaba el cielo con el sol hacia el poniente. En
ese espejo Moctezuma vio marchar sobre México los escuadrones de los guerreros. El
dios Quetzalcóatl había venido por el este y por el este se había ido: era blanco y
barbudo. También blanco y barbudo era Huira cocha, el dios bisexual de los incas. Y el
oriente era la cuna de los antepasados heroicos de los mayas. Los dioses vengativos
que ahora regresaban para saldar cuentas con sus pueblos traían armaduras y cotas
de malla, lustrosos caparazones que devolvían los dardos y las piedras; sus armas
despedían rayos mortíferos y oscurecían la atmósfera con humos irrespirables. Los
conquistadores practicaban también, con habilidad política, la técnica de la traición y
la intriga. Supieron explotar, por ejemplo, el rencor de los pueblos sometidos al dominio
imperial de los aztecas y las divisiones que desgarraban el poder de los incas. Los
tlaxcaltecas fueron aliados de Cortés, y Pizarro usó en su provecho la guerra entre
los herederos del imperio incaico, Huáscar y Atahualpa, los hermanos enemigos.
Los conquistadores ganaron cómplices entre las castas dominantes intermedias,
sacerdotes, funcionarios, milita-res, una vez abatidas, por el crimen, las jefaturas
indígenas más altas. Pero además usaron otras armas o, si se prefiere, otros factores
trabajaron objetivamente por la victoria de los invasores. Los caballos y las bacterias,
por ejemplo. Los caballos habían si do, como los camellos, originarios de América, pero
se habían extinguido en estas tierras. Introducidos en Europa por los jinetes
árabes, habían prestado en el Viejo Mundo una inmensa utilidad militar y económica.
Cuando reaparecieron en América a través de la conquista, contribuyeron a dar fuerzas
mágicas a los invasores ante los ojos atónitos de los indígenas. Según una versión,
cuando el inca Atahualpa vio llegar a los primeros soldados españoles, montados
en briosos caballos ornamentados con cascabeles y penachos, que corrían
desencadenando truenos y polvaredas con sus cascos veloces, se cayó de
espaldas. El cacique Te cum, al frente de los herederos de los mayas, descabezó con
su lanza el caballo de Pedro de Alvarado, convencido de que formaba parte del
conquistador: Alvarado se levantó y lo mató. Contados caballos, cubiertos con
arreos de guerra, dispersaban las masas indígenas y sembraban el terror y la
muerte. «Los curas y misioneros esparcieron ante la fantasía vernácula», durante el
proceso colonizador, «que los caballos eran de origen sagrado, ya que Santiago, el
Patrón de España, montaba en un potro blanco, que había ganado valiosas batallas
contra los moros y judíos, con ayuda de la Divina Providencia». Las bacterias y los
virus fueron los aliados más eficaces. Los europeos traían consigo, como plagas
bíblicas, la viruela y el tétanos, varias enfermedades pulmonares, intestinales y
venéreas, el tracoma, el tifus, la lepra, la fiebre amarilla, las caries que pudrían las
bocas. La viruela fue la primera en aparecer. ¿No sería un castigo sobrenatural aquella
epidemia desconocida y repugnante que encendía la fiebre y descomponía las carnes?
«Ya se fueron a meter en Tlaxcala. Entonces se difundió la epidemia: tos, granos
ardientes, que queman», dice un testimonio indígena, y otro: «A muchos dio
muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de granos. Los indios morían
como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades nuevas. Y
los que sobrevivían quedaban debilitados e inútiles. El antropólogo brasileño Darcy
Ribeiro estima que más de la mitad dela población aborigen de América, Australia y las
islas oceánicas murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos.
Desde tiempos remotos, los hombres han buscado respuestas a los que pasa a su
alrededor. es lo que nos diferencia de los animales, está en nuestra naturaleza. y
buscamos las respuestas en los cielos. La nueva era trajo consigo opiniones diversas,
así como que el hombre no necesitaba de un Dios o dioses para comprender su vida.
Como lo llamaría Nietzche, el hombre solo sería liberado tras la muerte de "Dios" para
pasar a un grado mayor.
¿Y qué pasa si esos dioses, esos "designados divinos" parecen ir en tu contra? ¿Qué
tal si aquellos que suplicaste por ayuda parecen ir tras tu vida? Pues esto precisamente
sintieron miles de indignas del Nuevo Mundo cuando vieron venir tras loas azules
límites de los océanos que los rodeaban, en enormes naves desafiantes, a "dioses"
vengativos de caras pálidas venían a saldar cuentas con su pueblo, con armaduras y
cotas de malla, lustrosos caparazones que devolvían dardos y piedras, con sus armas
despedían rayos mortíferos y oscurecían la atmósfera con humos irrespirables...
Era desconocido para estos indígenas que esos hombres no eran dioses ni nada
divino. Resultaban ser simples mercenarios de las distintas dinastías y grandes
señores de la Europa de aquel entonces que, iluminados por el ideal de riqueza que
rodeaba a las Américas, los envían a fin de diezmar y apropiarse de todo los que
pudieran. Realmente no importaban si eran los españoles a quienes "legalmente" les
pertenencia todo esto (cortesía de la generosa donación otorgada a la Reina Isabel), o
si eran portugueses venidos a América gracias al tratado de Tordesillas o si eran algún
otro europeo de otra nacionalidad que venían de "entrometido". Todos estaban atraídos
por el misma ambición y todos estarían dispuestos a tomar las mismas medidas para
lograr sus objetivos.
No eran pocos los indígenas que pertenecían a la clase culta de la región viendo desde
astrónomos e ingenieros." pero no conocían las maravillas proporcionadas a Europa en
el Renacimiento: como la brújula o la imprenta. Que curiosos, mientras en Europa se
cultivaba el valor y la dotación de los seres humanos de características intelectuales y
físicas que los hacia seres dignos e inteligente, en América se dejaba todo esto de lado
para dar paso a a una barbarie hacia unas clases de seres humanos simplemente por
ser "inferior". Así pues, se vieron perdidos por la superior armamentísticas de los recién
llegados, a pesar de que las poblaciones nativas superaban por mucho en cuanto a
recurso humano se refería.
Pero los que los condeno, sin embargo, fueron las múltiples enfermedades que
contrajeron: que venían desde caries hasta la lepra. Los indígenas no tenían defensas
contra esas nuevas enfermedades, y morían como moscas. Así pues, la mitad de la
población aborigen de las Américas e Islas Oceánicas cayeron muertas tras el primer
contacto de sangre contaminada perteneciente al hombre blanco.
Desde tiempos remotos, las figuras de ciertos hombres se han engrandecido; ya sea
por su imponencia, su inteligencia y sus logros. Sin embargo, existen hombres que a
pesar de sus hazañas, se han ganado un estatus al cual no pertenecen ni merecen
Precisamente por eso, se me hace curiosos que en la mayor parte de las escuelas
escolásticas de mi país ( probablemente en muchas de C.A también) la figura de
Cristóbal Colon se le haya dado un estatus de héroe, de un almirante que cruzo y
sobrellevo grandes tempestades a fin de cumplir su sueño: una ruta más fácil de llegar
Oriente, el sueño de todo Rey, noble y comerciante de la época, quienes veían como
una utopía el poder obtener armas, sedas, telas y piedras preciosas a precios
accesibles, y eso sin contar las especia, que tenían mucho más valor y estima y que la
vida de un hombre en aquella época.
Esta última parte es verdad, y sin lugar a dudas Colon fue un hombre osado.
Desafiando todos los prejuicios y creencias de sus contemporáneos. Que juraban que
tempestades terribles azotarían sus naves, y las arrojarían a las monstruosas
serpientes guardianes de aquellos mares misteriosos, llevando a todo aquel lo
suficientemente estúpido o temerario como para desafiar los límites de la Tierra.
Con todo y eso, está muy lejos de considerarse o de merecer el título de héroe, como
se le ha dicho por siglos. El mismo Colon, es sus diarios, relataba como había
engañado a los indígenas del Nuevo Mundo “Con unos bonetes colorados, y cunetas
de vidrio de poco valor que se ponían en el pescuezo, y otras cosas de poco valor con
que hubiera mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla; mientras yo
(Colon) estaba atento y trataba de saber si había oro, vida que algunos de ellos traían
un pedazuelo colgando en una agujero que tenían en la nariz , y por señas pude
entender que venían del Sur, o de la Isla del Sur, que estaba allí un Rey que tenía
grandes vasos de ello, y tenía mucho”
De esta forma, se aprecia el interés de Colon en obtener metales preciosos de los
indígenas. No podía llegar con las manos vacías. Cabe señalar que 1492, el año en
que Clon descubrió en Nuevo Mundo, España pasaba por un momento de reconquista
fundamental en su historia. Fernando de Aragón e Isabel De Castilla hayan superado el
desgarramiento de sus dominios, abatiendo también la religión musulmana fuera de
sus pis. Tampoco era casualidad que en ese mismo año ciento cincuenta judíos
declarados fueran expulsados del país. De esta forma España volvía a ser una nación
“cristiana” después de una guerra “santa” del cristianismo contra el islam y el judaísmo.
España no tenía dinero para expediciones riesgosas, pero llegando a Oriente, se
consolidaba como la primera Potencia del Mundo de la Época. Por ellos era tan
importante traer todas las pruebas necesarias de que la expedición había valido la
pena.
Europeos en Busca de
Nuevas tierras
Descubren América
Francisco Pizarro
Hernán Cortez Desembarca en
desembarco en Cajamarca
Veracruz con un ejército y armas.
con un ejército y armas.
Plagas bíblicas,
CONCLUSIÓN