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Trueques y similares: Modos de Intercambios antropológico-históricos y

ahora alternativos y anticapitalistas

Miguel Ángel Adame Cerón


Escuela Nacional de Antropología e Historia

RESUMEN: Este ensayo realiza un breve recorrido histórico y antropológico a


propósito de la importancia económica, social y cultural que ha tenido en la vida
de las sociedades humanas el trueque y otros modos de intercambio, reciprocidad
y solidaridad derivados de éste. Ello para entender sus peculiaridades que los
diferencian de las formas mercantiles y dinerarias propiamente capitalistas;
asimismo para señalar sus permanencias dentro de los espacios marginales del
capitalismo. Esto con el fin de demostrar con argumentaciones y algunos ejemplos
actuales sus vigencias alternativas y anticapitalistas.

PALABRAS CLAVE: trueque, intercambio, don y contra don, reciprocidad,


solidaridad, excedente, no capitalista, anticapitalista, alternativo.

ABSTRACT: This essay makes brief historical and anthropological covered about
the economic, social and cultural significance wich has had of life in human
societies the barter and other derived modes of exchanges, reciprocity and
solidarity from this. It for understand its own specific characteristics which
differentiate them from the every market and money form properly capitalists; by
the same token for pointing their extended holding period in the remote capitalist
areas. In order to achieve this to prove current arguments and some examples
your anticapitalists and alternatives validity.

KEYWORDS: barter, exchange, gift and against gift, reciprocity, solidarity,


excedent, non-capitalist, anti-capitalist, alternate.

0. Lo que se entiende en general por trueque (intracambio/intercambio de bienes

y/o prestaciones a través de lazos sociales-culturales y sin usar dinero oficial-

estatal) en la actualidad tiene raigambre histórica profunda. Ha sido una necesidad

de sobrevivencia colectiva, forma parte de la reproducción de la vida social,

específicamente de la humana. Además podemos decir que se trata de un


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fenómeno de carácter tanto sociopsicológico como económico-político tanto,

como propiamente simbólico-cultural; esto es, estamos hablando de un fenómeno

etno-antropológico complejo y multidimensional.

La etnografía reciente lo ha subtematizado bajo diferentes modalidades donde

intervienen diferentes formas de intercambio en las cuales no son preponderantes,

son marginales o de plano se prescinde de las transacciones

dinerarias/mercantiles/monetarias: negociaciones de palabras, divisas sociales,

capitales sociales, redes de cooperación, altruismo, relaciones desinteresadas,

dinero futuro, créditos de palabra, créditos invisibles, deudas morales, deudas

generacionales y transgeneracionales, pagos con favores, pagos sacrificiales,

niveles de ayuda entre familiares, compadrazgos y vecindades, reciprocidades de

trabajos y de obsequios, ahorros, fiados y finanzas cotidianas, etcétera [Villareal

2004; Long y Villareal 2004; Barros Nock 2004; Zanotelli 2004; Durin 2004].

Podemos decir que truequear (intracambiar/intercambiar a través de lazos

sociales-culturales sin intervención de dinero oficial) tiene que ver con compartir

las actividades vitales y sobre todo los bienes producidos de esas actividades

vitales. Compartir (intracambiar/intercambiar) se hace para la sobrevivencia y la

vivencia, para la existencia y para el encuentro; así, para el famoso antropólogo

Claude Lévi-Strauss las sociedades se fundan en los cambios y sólo existen por la

combinación de todo tipo de inter-cambios. De esta manera tenemos que las

entidades sociales humanas comparten e intercambian relaciones humanas

mediante: productos, instrumentos, palabras, personas, sensibilidades, energías,

experiencias, escrituras, saberes, conocimientos, representaciones e imaginarios

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(entre otros); Lévi-Strauss [1972] priorizaba tres tipos de intercambios: de mujeres

(parentesco), de bienes (economía) y de símbolos (cultura). Por su parte el

antropólogo Maurice Godelier distingue dos dominios: el de los intercambios,

independientemente de lo que se intercambie y de la forma en que se intercambie

(del don al potlatch, del sacrificio a la venta, a la compra o al mercado); y el de la

conservación y de la guarda para sí (de grupos e individuos) de cosas, relatos,

nombres y formas de pensamiento que posteriormente se transmiten a

descendientes o a quienes comparten las mismas concepciones [1998:285].

Para producir y reproducir la vida colectiva también están implicados de manera

fundante los intercambios con la naturaleza (y a veces con la “sobrenaturaleza” o

intercambios “sagrados”) y los intercambios con nuestras propias subjetividades

(por ejemplo mediante la mente y sus estratos). Formando todos ellos el

metabolismo social-natural, subjetivo e intersubjetivo, objetivo e interobjetivo [Marx

1980].

Al interior de los grupos, colectivos y las entidades y comunidades humanas ha

existido el intracambio y el compartir como elementos indispensables, pero

también han existido las divisiones del trabajo por sexo, edad y condición como

aspectos organizativos y de eficacia cohesiva e identitaria. Por tanto, el diseño de

reglas y acuerdos que regulen esos intracambios que podrían llamarse en las

sociedades indivisas o igualitarias [Clastres 1981] de reciprocidad en las

actividades vitales [Mauss 1979]. Éstos en forma de dones y contradones, regalos,

trabajo colectivo, faenas, manovuelta, tequio, ayuda mutua, solidaridad, etcétera.

Esos acuerdos, reglas manifestadas muchas veces de manera consuetudinaria

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(costumbres, hábitos, valores, etc.) dentro de un ethos u habitus comunitario,

tienen que considerar las condiciones en que se encuentra la comunidad o

colectivo y las condiciones en que se encuentran los miembros, es decir sus

necesidades, capacidades y sus participaciones. Predomina la cualidad (valor de

uso) respecto a la cantidad (valor de cambio). Pero de entrada predominan los

intercambios internos, en términos generales, bajo condiciones de igualdad o

equidad.

I. Cuando se realizan las transacciones con otros colectivos o comunidades

(bandas, hordas o tribus, fatrias, clanes, confederaciones, etc.) se realizan dos

tipos de intercambios:

1) Intercambios de relaciones sociales y culturales para establecer, ampliar y/o

asegurar positiva o negativamente lazos.

2) Intercambios objetuales y de actividades (trabajos, servicios, prestaciones,

actividades, tiempos) para complementar o para el abastecimiento suficiente de

recursos y bienes.

Dichos dos grandes tipos de intercambios 1) y 2) comúnmente se han dado de

manera conjunta. Se integran, cruzan o insertan unos a los otros: a manera de

ejemplo etnográfico está el anillo del kula practicado por los nativos de la islas

Trobriand estudiado a principios del siglo XX por el antropólogo B. Malinowski

[1975].

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Respecto específicamente a los objetuales y de actividades (que se han

concebido limitadamente como intercambios meramente económicos) pueden ser

de las siguientes maneras:

En primer lugar, ocasionales o eventuales, cuando a las colectividades les sobran

y están en disponibilidad de ofrecer y recibir estos elementos (plustrabajo,

plusproducto), generalmente después de cumplir sus necesidades básicas.

Tenemos en este caso un ejemplo muy citado que es el del «intercambio

silencioso» realizado en algunas tribus consistente en entregar y recibir bienes

entre por lo menos dos comunidades a manera de ofrendas sin necesidad de

encuentro físico directo entre los participantes: se seleccionaba un lugar “neutral”

considerado generalmente “sagrado” y en el cual debía reinar la paz para

establecerse como lugar “solemne” (o de ritual), aquí se ofrecían objetos para el

cambio dejados allí por uno de los grupos, una vez dejados por sus

representantes se retiraban, posteriormente el otro grupo llegaba y si aceptaban el

cambio retiraban los bienes y dejaban otros a cambio, esta operación se repetía

sucesivamente hasta ir concretando acuerdos de: entrega-aceptación-entrega

[Jozsef 1989]. El geógrafo y antropólogo Daryll Forde [1966] nos ilustra el

siguiente caso:

Muchos pigmeos están tácitamente unidos y relacionados con un poblado negro y han
establecido acuerdos para intercambiar caza por productos agrícolas. Después de una
caza provechosa, los pigmeos penetran en los campos de bananas de los habitantes
del poblado, recogen el fruto que consideran justo y cuelgan en su lugar la cantidad de
carne conveniente. Cuando los agricultores negros necesitan caza proceden de igual
modo dejando productos agrícolas en un lugar a propósito al alcance de los cazadores,
los cuales, a su debido tiempo, dejarán en este lugar una parte de su caza [pág. 39].

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Aquí, pues, “la proporción cuantitativa de su intercambio es, en un principio,

completamente fortuita. Si las cosas son intercambiables ello se debe al acto de

voluntad por el que sus poseedores resuelven enajenarlas recíprocamente” [Marx

1979: 107].

II. Pero también, en segundo lugar, se desarrollaron históricamente otro tipo de

intercambios entre entidades o colectividades, etc., los que podemos llamar

constantes o consistentes, puesto que se realizan con continuidad cuando los

sobrantes en bienes y/o actividades (plusproductos y/o plustrabajos) aparecen con

mayor continuidad y sistematicidad:

La repetición constante del intercambio hace de él un proceso social regular. Con el


paso del tiempo es forzoso que se produzca por lo menos una parte de los productos
del trabajo con la intención de volcarlos en el intercambio. A partir de ese momento se
reafirma, por una parte, la escisión entre la utilidad de las cosas para las necesidades
inmediatas y su utilidad con vistas al intercambio. Su valor de uso se desliga de su
valor de cambio. De otra parte, la proporción cuantitativa según la cual se
intercambian, pasa a depender de su producción misma. La costumbre las fija como
magnitudes de valor [Marx idem].

Esto debido a tres elementos:

a) Al crecimiento de la productividad del trabajo debido a mejoras técnicas y de

conocimiento e información que hace posible la producción de más bienes y/o la

disponibilidad de diversificar las actividades.

b) Este crecimiento de la productividad genera regularidad excedentaria, o sea el

plusproducto y/o el plustrabajo se convierten en excedentes [Guerrero 1972;

Sarmiento 1992] y ello hace que se desarrolle un compromiso con ello; lo desata

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una lógica excedentaria y por tanto una dinámica de búsqueda de fuentes

energéticas extra-humanas, lo que lleva a la “red evolutiva de la expansión

humana” [véase Adams, 2001].

c) Si por lo menos dos grupos o comunidades participan de esta situación y tienen

excedentes que intercambiar de manera comprometida debido a que ello genera

mutua dependencia positiva y/o negativa, más o menos pacífica y/o tensa.

Esto es, el acuerdo genera una alianza de intercambios o permutas de

excedentes, la entrega-aceptación-entrega se va a haciendo formal y necesaria

para los colectivos implicados. Pero esto no garantiza la constancia ni la

sistematicidad, pues ella depende no sólo del compromiso pactado y del supuesto

beneficio mutuo, sino que todo esto depende de la garantía de la productividad del

trabajo, de su desarrollo y por ende de las mejoras técnicas y energéticas y sus

eficacias y eficiencias, de la mayor división del trabajo que produce, del desarrollo

de las necesidades y del posterior desarrollo demográfico que puede conllevar;

todo ello en función de las potencialidades y posibilidades ecológicas o

medioambientales (rendimientos), etcétera.

III. En tercer lugar cuando aparece el excedente como tal, puede suceder y de

hecho sucede (y sucedió en las épocas precapitalistas), que este mecanismo

productivo y de intercambio lleva –como dijimos, siguiendo a Adams a una lógica

de crecimiento y expansión– y, por tanto, las permutas de excedentes se instalen

y se demanden en las comunidades o sociedades cambiando y afectando la lógica

de los lazos socioculturales; esto es, aspectos organizativos, económicos,

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mentales/ideológicos, y políticos de ellas; y por ende afectando también su forma

y tipología y teniendo como uno de sus ejes los elementos simbólicos-rituales

[Baudrillard 1995] y las contradicciones escisiones y ajenidades señaladas por

Marx ( la escisión de valor de uso y valor de cambio, las necesidades de objetos

para el uso ajenos, etc.).

Aparecen los intercambios ya no sólo entre dos o tres grupos, sino que con la

lógica productiva y energética de los excedentes se posibilita su extensión a varios

grupos o colectivos al interior mismo de las comunidades o sociedades que

generalmente son más grandes o entre comunidades que ahora se agrupan en

alianzas o integraciones más formales y cohesivas; aunque también pueden

generarse y se generan confrontaciones y disputas, o sea conflictos y

competencias entorno a ese excedente o esos excedentes. Por ejemplo,

aparecen los big-man o “grandes hombres” que a cambio de grandes esfuerzos e

incluso rivalidad por reconocimiento, prestigio y honor (potlach) impulsan la

productividad y la competencia de sus grupos en torno la productividad del trabajo

y de los productos del mismo [Sahlins 1979].

Recordemos que en el tránsito del plus o sobrante → hacia el excedente

(propiamente dicho) las actividades, pero sobre todo los bienes o productos

pueden adquirir uno o varios de los siguientes destinos:

i) Para autoconsumo y autodisfrute más o menos inmediato del grupo que lo

produjo (en comilonas, ceremonias, fiestas, rituales, etc.). ii) Para ofrendas a la

tierra, a los dioses, a la naturaleza y a la sobrenaturaleza. iii) Para el intracambio e

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intercambio de dones y contradones entre personas miembros o familias, etc. iv)

Para almacenamiento cuando sea posible y viable. v) Para catalizar los

intercambios o permutas como tales. Una vez instalado el excedente y su lógica,

éste servirá principal y primordialmente a este último fin:

IV. Así pues, se desarrolla, en cuarto lugar, otra manera de permutas: entre varias

comunidades o grupos que se ponen de acuerdo o pactan intercambiar y

complementar sus productos y/o trabajos excedentes (“multitrueques”) bajo una

forma de intercambio múltiple o distributivo. La forma más conocida de ello, en

términos fundamentalmente etnográficos, es la llamada entrega-concentración-

redistribución, donde se presenta una verdadera circulación de bienes a partir de

líderes o representantes de colectivos (linajes, clanes, tribus, segmentos, etc.) que

funcionan como intermediarios, conductos y garantes de esta distribución o

intercambio múltiple; y que, además, instalan centros concentradores y

redistribuidores de los excedentes; conformándose una economía donde esta

forma circulatoria-distributiva hace a los colectivos co-dependientes

complementarios (simbiosis) dado el peso que van teniendo en su forma de vida,

de producción, de consumo y de relación con los medios ambientes ecológicos

esa re-distribución [Polanyi 1976; y McClung 2009 para el caso del sistema

simbiótico de la cuenca de México prehispánico]. Así, en términos generales:

entre más división del trabajo social, entre más maneras de “especialización”

productiva y ecológica (diferentes nichos o ecosistemas en simbiosis eco-lógica y

eco-nómica), mayor tecnificación, mayor productividad, mayor estructuración

disipativa, mayor población y mayor complejidad.

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Este modelo circulatorio-distributivo puede tener básicamente dos opciones:

A) La primera es la entrega-concentración-redistribución simétrica o igualitaria,

bajo condiciones de relativo igualitarismo de las sociedad y los segmentos, donde

entre lo que se entrega, se concentra y se recibe hay una correspondencia

equitativa o cercana a lo equitativa y donde los participantes, es decir los grupos o

segmentos, se benefician de la circulación y los intercambios dado que entregan

su producto o actividad excedente y reciben otros productos o actividades que los

complementan y diversifican en sus necesidades y consumos, es decir los

enriquecen al verse beneficiados de variedad de bienes y o trabajos. Igualmente

los líderes y el centro concentrador y redistribuidor gestionado por ellos, cumple

funciones fundamentalmente inter-mediadoras y no concentran para ellos mismos

o para beneficio personal o familiar los productos o los trabajos excedentes.

B) La segunda entrega-concentración-redistribución es la asimétrica o pro-

estratificada, bajo condiciones de inicios de la estratificación y jerarquización de

los segmentos, donde entre lo que se entrega, se concentra y se recibe no hay

una correspondencia equitativa o cercana a lo equitativa y donde los participantes,

es decir los grupos o segmentos se benefician de manera tangencial y ya no

completa de la circulación y los intercambios, esto, dado que entregan su producto

o actividad excedente y reciben otros productos o actividades que los

complementan y diversifican pero ya no en equidad sino de manera inequitativa y

por ende desventajosa para ellos: dan más de lo que reciben. Igualmente los

líderes y el centro concentrador y redistribuidor gestionado por ellos, cumple

funciones inter-mediadoras pero también de control y de concentración para

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beneficio de ellos mismos, de su familias y de sus grupos. Una parte importante de

los excedentes son apropiados de manera excluyente, o sea exclusiva,

desarrollándose los gérmenes de la expoliación del trabajo. Por tanto aparecen los

inicios de la propiedad exclusiva, la propiedad privada, la estratificación, la

jerarquización, la división de clases. Y la plataforma para la concreción política de

las jefaturas (cacicazgos o señoríos) y posteriormente los Estados, los Imperios,

etcétera (procesos estudiados por antropólogos eminentes como G. Childe, E.

Service, L. Krader, M. Fried, M. Harris, R. L. Carneiro y Ch. Redman, entre otros)

V. Pero, en quinto lugar, lo importante para la cuestión de los intercambios o

permutas es que todas las formas y tipos descritos anteriormente (a excepción de

la tendencia última) podrían entenderse como maneras de trueques

(“multitrueques”) o de permutas (“multipermutas”), es decir, donde no interviene

todavía el dinero o la compra-venta para extraer ganancia. En efecto, en términos

histórico-cronológicos se trata de maneras de intercambios, trueques o de

permutas pre-clasistas, pre-estatales, pre-mercantiles, la mayoría de ellas, o casi

todas son maneras no reificadas de intercambio, distribución y circulación. Sobre

la base de ellas y a partir de la dinámica creciente de la productividad

excedentaria se desarrollan: las mercancías, el mercado, los equivalentes

generales y las formas del dinero, son estas nuevas modalidades de intercambio

enajenado porque se basan ya en el trabajo enajenado y en la formas de valor.

Las formas o maneras de trueques o de permutas tradicionales o por costumbre

no desaparecen quedan entonces subsumidas o subordinadas, aparecen como

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secundarias, marginales o sólo complementarias de las formas de intercambios

enajenadas, basadas en el valor de cambio.

VI. Las mercancías son bienes, servicios y valores productivos que están

proyectadas para funcionar en la circulación o flujo constante y continuo de

diferentes tipos de ellas, para encontrarse, espejearse y compararse unas con

otras. Pero conforme y como permea y se acrecienta su diversidad y su campo

expansivo de circulación y distribución que rebasa los ámbitos de las comunidades

o segmentos para llegar a sociedades y espacios semiurbanos y urbanos más o

menos cercanos o más o menos lejanos; entonces se ensayan encontrar a partir

de sus valor de cambio, de su tiempo de trabajo contenido en ellas, de su trabajo

abstracto, etc., medidas comunes (esto es predomina una lógica más cuantitativa

que cualitativa) que puedan hacer que las mercancías se equiparen y equivalgan

unas con otras por su magnitud de valor.

Pero antes que se consolide esta tendencia mercantil y cuantitativa, que mide

cuantitativamente el valor de cambio de las cosas de manera cada vez estricta, se

ensayan tipos de equivalentes parciales y tangenciales a partir que las

comunidades van distinguiendo a nivel de los intercambios y los incipientes flujos,

ámbitos diferenciados de circulación de los bienes: por ejemplo: a) bienes de

subsistencia, b) bienes de lujo y c) bienes de prestigio. Son los que se han

denominado “monedas arcaicas”, “monedas primitivas” o “paleomonedas”, que

tienen las siguientes características y funciones principales [Godbout y Caillé

1997]: i) no circulan más que como permutación con un número de bienes

limitado, ii) su circulación es entre cierto número de personas determinadas, iii) su

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valor no es fijo, es flexible: “varía en función del número de poseedores que han

tenido, de su prestigio, así como de las circunstancias que han presidido las

transacciones para las que han servido” [p. 151]; iv) la exigencia de igualdad, de

auténtica medida aritmética no está manifiestamente en el plano de prioridad; v)

no evalúa primero el valor de las cosas sino el de las personas, y si lo hace es

únicamente en forma indirecta, por refracción del valor de las personas; vi) no

permite comprar cualquier cosa; y vii) porque esencialmente no sirve para

comprar, sino para “pagar”, y principalmente el “precio”, o mejor dicho, la

contraprestación de equivalente no de cantidad de las personas y sus cualidades,

habilidades o capacidades (de la novia, de los especialistas, de “sangre”, de

“honor”, de servicios concretos, etc.)

En efecto, se prueban históricamente diversos tipos de equivalentes en diferentes

regiones, lugares, periodos o zonas en donde se desarrolla la circulación mercantil

in crescendo (ganado, conchas marinas, piezas de marfil, jade o ámbar, granos

de cacao, telas, hachas de bronce, barras de sal, cuentas ornamentales, clavos,

leña, etc.). Estos equivalentes generales cuando se consolidan, de manera lenta y

desigual y dependiendo del estado de la economía y de la estructura de la

sociedad [Vilar 1974], se convierten de suyo en mediadores e intermediarios –

impuestos por la lógica del poder mercantil y del valor de cambio– de los

intercambios de la riqueza humana en zonas o regiones importantes de las

sociedades clasistas y estatales; y cuando logran dominar en buena medida las

economías y las formaciones sociales se afianzan como dinero: esencialmente

como monedas dinerarias, donde los metales durables, maleables, fraccionables y

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acuñables (el oro, precioso-amarillo-rutilante como rey-sol simbólico) se convierten

en la representación abstracto-simbólica de riqueza humana (fundamentalmente

material) y por ende adquieren cualidades “superiores” que desatan las

ambiciones y las posesiones-apropiaciones privadas y elitistas. Se desata “la

bestia”, diría Marx siguiendo el “Apocalipsis”.

Cabe señalar que el origen de las monedas-dinerarias está vinculado los cultos

sacrificiales de intercambio para la cohesión de la sociedad y a las instituciones

religiosas prístinas conocidas como Templos, además, según Horst Kurnitzky

[1978], el dinero en su estructura libidinal, encarna el sexo femenino reprimido y

su correlato: la naturaleza sometida en forma de materia prima a través del trabajo

enajenado, específicamente el trabajo sacrificial (trabajo esclavo primordialmente).

En la antigüedad se tenía ya la conciencia de que el trabajo era sacrificio –sólo


recordaré que los esclavos de las sociedades esclavistas, como los animales de labor
eran antiguamente sacrificados o sea que la esclavitud viene siendo un canibalismo
sublimado– la palabra operare significa trabajar y al mismo tiempo sacrificar. Pero sólo
con la introducción del trabajo asalariado se convierte el trabajo en base consciente de
la reproducción social [p. 207].

Empero lo central, en términos económicos, es que: “por ser todas las mercancías,

en cuanto valores, trabajo humano objetivado y por tanto conmensurables en sí y

para sí, pueden medir colectivamente sus valores en la misma mercancía

específica [siendo el paradigma de ella el oro] y ésta en convertirse en su medida

colectiva de valor, esto es, en dinero” [Marx ibid: 115].

VII. De esta manera, los Estados mercantilistas y sus sistemas jurídico-

económicos legalizan y regulan en cierta medida ese nuevo cuerpo simbólico de

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poder económico (en relación con la naturaleza y en relación a los lazos sociales

desmembrados) y nuevo cuerpo simbólico de cohesión ficticia. Pero estas

primeras monedas dinerarias no pierden sus conexiones simbólico-sagradas, pues

siguen estando asociadas a lo ritual-religioso, y de hecho son los templos,

palacios, sagrarios, etcétera, donde se almacenan, acuñan, sacralizan y

sancionan mítica y también estatalmente; además son los primeros espacios

donde se instalan los mercados y los mercaderes. Es decir, el lugar donde se

concentran y encuentran las mercaderías, los poseedores de las mercancías y los

posibles destinatarios o consumidores. Posteriormente los mercados crecen y

relativamente se independizan (se secularizan en cierta medida). Pero también el

dinero fungió no sólo como medio de compra y venta de productos y servicios,

sino también como medio de pago: de tributos, impuestos, multas, dotes, trabajos

y para pagar favores de todo tipo. En la época del crecimiento de la esfera

dineraria, crecen también los profesionales del comercio: los comerciantes como

estamento que va adquiriendo fuerza y poder económico y político.

En la transición de los equivalentes generales (o “patrones de valor”) a las

monedas dinerarias se pasa de la fórmula: mercancía-dinero-mercancía a la de →

dinero-mercancía-dinero incrementado. Es decir, las transacciones dinerarias

compran mercancías para sacar la ganancia dineraria, pero ¿de dónde brota esa

ganancia o ese plus? ¿De la circulación misma o de la producción?, la respuesta y

el secreto es que de la producción, concretamente del trabajo expoliado, pues el

dinero bajo está dinámica coagula y encierra el plusvalor obtenido del alquiler de

fuerza de trabajo, de trabajo impago, y comprar barato para vender más caro es

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posible porque las mercancía contienen plusvalor que se convierte en ganancia

dineraria, etcétera. Por eso el dinero se convierte en capital y en medio de

acumulación de capital. Estamos en los prolegómenos y luego en la génesis de la

era capitalista. El dinero directamente puede comprar fuerza de trabajo y mediante

la relación capital-trabajo y capital-salario se convierte en medio de expoliación y

de fuerza de trabajo y a ésta en una mercancía más [Karl Marx 1979]

Así, el dinero se generaliza en las sociedades capitalistas y adquiere diferentes

formas que cumple semejantes funciones pero que cada vez facilitan cada una de

ellas y por supuesto las ganancias y concretamente el capital usurario y financiero:

El dinero en billetes, en documentos: contratos de inversión, en hipotecas, en

fideicomisos, en préstamos, cheques, vales de despensa, tarjetas de débito, de

crédito, dinero digital o electrónico, etcétera.

VIII. ¿Pero qué pasa mientras tanto con las formas o maneras de trueque y de

permutas (y en general con el “espíritu del don”) que fueron predominantes en las

sociedades preclasistas y predinerarias? Es decir, qué pasa con estas maneras en

la era del dominio de la circulación y la acumulación dineraria, de los grandes

mercados y supermercados, de los grandes bancos y su trasnacionalización

neoliberal, etcétera.

Ya dijimos que dichas maneras quedan en general y de varias maneras

subsumidas o marginales, nunca han desparecido, o sea, dominio del dinero y el

capital no las ha podido eliminar. El dinero y el capital usa esas formas, pero

también existen ámbitos de relativa autonomía: lo cotidiano, lo doméstico, las

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relaciones familiares consanguíneas y por afinidad, las ayudas entre vecinos, las

solidaridades amistosas o entre amigos, los rituales, las fiestas, la gratuidad 1.

Igualmente, a nivel macro, en muchas regiones o zonas siguen vigentes como

espacios donde se practica de manera destacada e incluso hegemónica los

trueques, por ejemplo en tianguis o mercados especiales; tenemos el ejemplo en

México de varios mercados rotativos, periódicos o regionales en zonas interétnicas

o indígenas (Chilapa, Guerrero; Tepeaca, Puebla; Santiago Tianguistenco, Estado

de México; Tlacolula, Oaxaca, Huejutla, Hidalgo, Cuanajo, Michoacán, San

Cristóbal, Chiapas; Zacualpan, Morelos, entre otros 2). Igualmente junto a o incluso

dentro de áreas de mercados semirurbanos y urbanos se establecen procesos de

truequear o permutar sin mediación dineraria (un ejemplo urbano en la Ciudad de

México es en el tianguis cultural del Chopo donde se intercambian discos y libros,

entre otros productos). O también hay combinaciones de formas de intercambio

dinerarias con no dinerarias. Así, estas formas de intercambio como lazos

sociales-culturales no dinerarios siguen prevaleciendo en el intercambio de

gratuidades, dones y contradones, regalos en fiestas, en ofrendas, en rituales,

etcétera; donde formas de reciprocidad positiva se siguen practicando, o en los

intercambios de servicios, habilidades y de trabajos en comunidades rurales y

campesinas o incluso en las periferias de las metrópolis, donde la fajina, el tequio,


1
Véase más arriba las aportaciones de las investigaciones etnográficas, aparatado 0. Por su parte Godbout y
Caillé [1997] observan que estos ámbitos no son residuales en el capitalismo, incluso el moderno, pero,
decimos nosotros sí subordinados. Dicen lo siguiente: “regalos, servicios rendidos, benevolencia, invitaciones
de todo tipo, donación de un riñón, de sangre, herencia, hospitalidad, don de la vida, relaciones con los niños
[…]. Estas formas de intercambio social no son residuales actualmente, ni en forma cuantitativa (debido a su
frecuencia en la vida cotidiana), ni cualitativa (dada la importancia de su significado que ilustra la donación
de órganos)” [pág. 35-36].
2
Véase Genaro Bautista [2013], en Tenamaztle, Kakuxkintik. en línea; consulta, agosto de 2015. Como dice
este autor en estas transacciones e intercambios se presentan fenómenos como el regateo y la negociación
en términos de que las partes involucradas salgan “ganando” y satisfechas a modo de encuentros humanos
más directos.

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la gozona, la guelaguetza, el trabajo de enmedio, trabajo comunitario y la

manovuelta son formas de solidaridad, complementariedad y cohesión de grupos y

familias.

En los intersticios y en los capilares de las sociedades capitalistas sigue vivo y

vigente el truequeo, los dones y las permutas, practicándose conforme a

tradiciones, hábitos, necesidades y/o urgencias, y donde se establecen

transacciones y negociaciones sobre la base de costumbres o, también, de

resurgimientos y de innovaciones para poner en marcha y encontrar nuevos

sentidos y nuevas funciones a los dones/contra dones, a los intercambios

truequeadores de bienes, habilidades, solidaridades y servicios.

El antropólogo francés Maurice Godelier habla de un «retorno al don», pues si

bien durante el auge del capitalismo, el don “sin cálculo” se mantuvo como una

cuestión subjetiva de relaciones interpersonales (de parentesco, amistad y

proximidad) al margen o más allá de los mercados y los Estados; ahora promueve

una nueva “ética” y una nueva “economía”, e incluso una nueva “utopía” (que

puede proyectarse hacia el pasado o hacia el futuro) desbordando así la esfera de

la vida privada y de las relaciones estrictamente personales: “el don –dice

Godelier– está en una condición de convertirse en una condición objetiva,

socialmente necesaria a la reproducción de la sociedad” [p. 297].

IX. En efecto, en la actualidad y ante la crisis multidimensional estructural de la

civilización capitalista tenemos ya múltiples ejemplos de revitalización de maneras

de trueques, permutas, dones/contradones, canjes, redes de solidaridad y

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autogestión y/o de formas alternativas de intercambios, monedas y de “mercados”:

lo que implica y lleva también a ensayar y practicar formas diferentes de

economía, de producción, de circulación, de éticas y, en general, de procesos

productivos, solidarios y de servicios basados no en la lógica del valor de cambio y

del valor, sino en lógicas que giran en torno al valor de uso, a la equidad, a la

solidaridad y a la ecología, etcétera. Citando otra vez al antropólogo M. Godelier

se trata de ir superando la “des-solidaridad” y la generación de “déficits

permanentes de solidaridad” que promueve el sistema capitalista, y, de esta

manera construir nuevas o renovadas solidaridades alternas a los modos y

maneras del capitalismo [p. 298].

Es decir, formas que critican y demuestran en los hechos otras maneras no

cosificadas, fetichizadas o mercantilizadas de lograr intercambios: de lograr

producción, circulación, distribución, adquisición y abastecimiento de riquezas

materiales e inmateriales o culturales, bajo lógicas alternativas al capitalismo y a la

propiedad privada: de acento en la reciprocidad, solidaridad mutua, de

autoorganización, de autogestión, de mutualismo, de colectivismo, de

asociacionismo, de comunitarismo, etcétera. Construirlas como embriones

económicos, socioculturales y políticos de transformación. Para ir rebasando y

rebasar fácticamente y en determinados espacios y situaciones al lucro, al

mercado capitalista y al Estado [véase el video “Podemos vivir sin capitalismo”,

conferencia de Enric Durán 2012].

X. A continuación enlistamos, a manera de brevísimos ejemplos de vínculos de

multi-intercambios y circuitos económicos actuales (“multitrueques”, “trueques

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20

indirectos o mediados”, gestiones, producciones, consumos y estilos de vida), un

abanico de formas, maneras, experiencias y redes alternativas, solidarias,

autogestivas, sustentables y ecológicas

»Concienciación de consumo responsable: por ejemplo en torno a productos

contaminadores (plásticos, unisel, pilas, gagdets, etc.), a “ogetes” (organismos

genéticamente transformados), a transgénicos o bioproductos cultivados con

fertilizantes e insecticidas, etcétera. “El Poder del consumidor”.

»Comercio justo (con sentido) y consumo solidario: considerando las relaciones

sociales y condiciones laborales en las que se ha elaborado un producto o

producido un servicio, se trata de pagar lo justo por el trabajo realizado.

Igualmente se trata de ser solidario con los que sufren discriminación y

marginación, contribuir con los intercambios y adquisiciones a eliminar la

discriminación por causa del color de la piel, nacionalidad, género o religión; se

trata de visualizar alternativas sociales de integración y de inducir un nuevo orden

económico nacional-internacional. Mercado social.

» “Cambio lo que no uso por lo que no necesito” a través de valorar cada objeto

por puntos o “dinero ficticio” para truequear: entregar y adquirir. Las prendas y

productos se re-ciclan, lo que ya no usas o no te sirve en tu casa le puede servir a

otro u otros. Tiendas que combinan trueque con dinero complementario: Auge en

Ciudades de Europa.

» “Podemos vivir sin capitalismo”, o “casi”, en el aquí y ahora. Construcción de

monedas alternativas, monedas sociales, y sistemas monetarios alternativos.

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Control social de la creación de dinero. Dar créditos, financiación colectiva. Redes

de intercambio libres y autogestionadas. En fin, valorar actividades, productos,

habilidades y capacidades que el capitalismo enajena, margina, no reconoce y/o

reprime.

»Cooperativas de producción, distribución y consumo; fondos y cajas comunes.

Cooperativas integrales en torno a alimentación, salud, transporte, educación,

política, vivienda. Proyectos de ocupación, bancos de tiempo, antibancos.

Cooperativas agroecológicas sin intermediarios.

»Ferias de intercambios, ferias y fiestas ecológicas. P. e. Mercado de Trueque

Itinerante. Ejemplos en México:Mercado de Trueque Itinerante. Bosque de San

Juan de Aragón. Tianquiztli: Trueque e intercambio de Bienes y Saberes UAM-

Iztapalapa. Tianquiztli: De Trueque y Economía Solidaria. En Querétaro.

»Redes de intercambios de productos orgánicos y Tianguis orgánicos. Para

promover el desarrollo mercado agroecológico interno y/o mercado social;

fomentar el consumo local responsable de productos orgánicos; promover el

intercambio directo entre productores y consumidores; difundir los principios y la

filosofía de la agricultura orgánica; facilitar el intercambio de experiencias y ofrecer

espacios multiculturales donde el consumidor efectúe una compra ética y amigable

con el ambiente. Ejemplo: Tianguis orgánico de Tlalpan y la Red mexicana de

tianguis y mercados orgánicos.

»Ecoaldeas y vida sustentable. Red global de Ecoaldeas, sustentabilidad,

asentamientos humanos sustentables o autosustentables. Las ecoaldeas se

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proponen cambios hacia patrones de vida, que rescatan y regeneran los sistemas

ecológicos, económicos y sociales, que consideramos vitales para garantizar la

permanencia de la especie humana en la tierra. Entidades de la naturaleza

Modelos de ciudades en transición. Los movimientos de ciudades en transición

tienen el objetivo de transformar las ciudades en modelos sustentables, menos

dependientes del petróleo, más integradas a la naturaleza y más resistentes a las

crisis externas. Se establecen con el principio de pensar globalmente y actuar

localmente, utilizando como estrategia de acción el fortalecimiento de la

comunidad, el rediseño de los espacios y un perfil de ciudadano activo e

involucrado para poner en práctica las acciones necesarias, siempre atendiendo a

la especificidad de lo local para garantizar una alta calidad de vida con bajo

impacto ambiental. Ejemplo en México: Ecoaldea de Huehuecóyotl, Tepoztlán,

Morelos.

»Redes locales, regionales, nacionales e internacionales; intercambios entre

comunidades (por ejemplo sistema de intercambios comunitarios) redes,

alternativas o paralelas al mercado. Las redes de intercambio son agrupaciones

de personas o comunidades que, se organizan para intercambiar bienes y

servicios sin dinero, con el fin de satisfacer sus necesidades fuera del sistema de

mercado. Así, una persona puede producir y recibir bienes y servicios dentro de la

red, independientemente del dinero que posea o que perciba. Existen muchas

variantes de estas redes, por ejemplo, entre vecinos pueden intercambiar

conocimientos y habilidades; o funcionar como una economía paralela (como la

ciudad estadounidense de Ithaca), en vistas a reducir la dependencia del sistema

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económico convencional capitalista y hacer una vida cada vez más

autogestionada

» Ciudades/metrópolis alternativas o “Microestados” impulsados desde opciones

alternativas y de ecotecnias. Nuevos modelos y experiencias de planeación,

construcción, gestión y decisión integral de actividades, necesidades, recursos,

etcétera.

XI. En este apartado expondremos brevemente un ejemplo en México de

experiencia concreta de un tipo de dinero socialmente sostenido que contribuye y

aporta subsanar el “déficit de solidaridad” de la que habla el etnólogo Godelier

[1998].

En la región totonaca del norte de Veracruz a partir de inquietudes e iniciativas

comunitarias del pueblo de Espinal se instauró desde 2010 una moneda o dinero

alterno y complementario al peso oficial, basado principalmente en procesos de

circulación de mercancías y productos entre comerciantes y productores al

menudeo. En efecto, se trata de una herramienta de intercambios confeccionada a

partir de un buen número de socios o tumines, puesto que el nombre de la

moneda es el túmin. En la república mexicana circulan regionalmente otras

monedas con funciones similares aunque cada una tiene su modo de

funcionamiento y reconocimiento como son: el tláloc, el mezquite, la mixhuca y

otras.

El túmin tiene como objetivo mejorar en lago la economía local y regional a través

de la construcción de mercado alternativo, relaciones solidarias y de confianza

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entre los participantes que circulan (compran y venden) y usan/consumen,

aceptándola en las transacciones (la moneda) para vender y/o adquirir mercancías

y también algunos servicios.

Aunque no se trata de una moneda dineraria sustentada totalmente en productos

alternativos como orgánicos, nutricionales o de calidad de valores de uso, sí

funciona socialmente haciendo que los productos que la población comercia

puedan ser ofrecidos y adquiridos entre sus miembros; actúa como “vale de

descuento” puesto que por acuerdos de ellos “se pueden pagar por lo menos 10%

en cada compra o hasta el 100% dependiendo de las posibilidades de cada socio

(o participante) y a veces hasta con mejores precios a manera de solidaridad” (p.

69). También se utiliza para dar cambio en las compras, igualmente según el

acuerdo explícito entre comprador y vendedor.

Además dichos vales a manera de moneda o dinero de ayuda mutua que se hace

efectivo por la aceptación y uso de los participantes, se mantiene circulando en

tanto exista ese grupo de compradores y vendedores que aprovechen su calidad

de socios. Así la moneda colectiva se fue haciendo más fuerte conforme se confió

más en ella y al ser utilizada por más gente de manera más frecuente y en

mayores cantidades.

Otro aspecto de fondo es que dicho dinero está sustentado también en la

organización autónoma de los socios mediante asambleas, juntas, coordinaciones,

comisiones y exposiciones que se realizan en un local colectivo que denominan “la

casa del túmin” en dicha localidad totonaca de Espinal; cuentan también con una

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revista de difusión el Kgosni y con un reglamento general de funcionamiento del

dinero social bajo tres modalidades: túmin común o de calle, túmin ferial (o en

ferias) y el túmin de la casa del túmin.

Su éxito ha sido significativo a partir del aumento de socios y establecimientos (en

tres años pasaron de 78 a más de 400) y de la creación de un directorio regional e

incluso extraregional. Igualmente este crecimiento ha sido tan importante que se

han hecho entrevistas en los medios de comunicación masiva /radio, televisión,

internet), videos, tesis, y un libro en torno a esa experiencia de ayuda mutua y

solidaridad socioeconómico-cultural. Asimismo dicha difusión llegó hasta oídos del

Banco de México y de la PGR (Procuraduría General de la República) nacional y

regional, estas instituciones del Estado y del gobierno nacionales, han venido

hostigado y tratado de reprimir este proyecto; sin embargo como ellos aclaran:

Se trata de un complemento a todas luces distinto al el billete del peso, tanto en


tamaño como imágenes y tipo de papel […], no es oficial como el peso sino un
acuerdo civil entre ciudadanos; ni es público como el peso, es particular, entre
socios cooperativistas; y tampoco es obligatorio como el peso, es de uso libre y
voluntario. Más aún, no sirve para acumular; no es para competir sino para
solidarizarse con los compañeros socios; ni es individualista sino de uso
comunitario; no financia guerras ni paga deudas injustas; ni sirve como lavado del
narcotráfico […] [p. 95].

En el libro escrito por la Junta de Buen Gobierno del túmin [2015], se habla de que

a nivel mundial ya existen más de 5 mil monedas o dineros comunitarios al

margen de las monedas oficiales del capitalismo y allí (en el libro) los autores

tratan de hacer un breve balance de las posibilidades y las limitaciones de

organizar articulaciones de dichas monedas marginales como la creación de uno o

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varios bancos articuladores a nivel mundial o por lo menos a nivel nacional;

encuentran serias dificultades para generalizarlas, gestionarlas y entrelazarlas

debido a la diversidad de circunstancias y condiciones, aunque plantean que se

podrían formar redes de pequeñas monedas para encontrar modos de canjes y

equivalencias de cambios entre ellas, etc.

Pero obviamente el límite mayor y crucial, como lo indicó K. Marx en el inicio del

Capítulo III de El Capital respecto a estos “artilugios dinerarios” es que lo

dominante y predominante es el régimen de producción de mercancías, en el cual

impera la explotación del plusvalor, la acumulación del capital, la propiedad

privada de los medios de producción, la atomización social, la separación de los

trabajadores de sus condiciones de trabajo, la subordinación del valor de uso al

valor y al valor de cambio, etc., y los fetichismos y enajenaciones respectivos y

concomitantes. No obstante, cuando estos “artilugios dinerarios” se establecen

como experimentos sociales y éticos de ayuda y confianza mutua, solidaridad, etc.

desde procesos autogestivos en los intersticios de las relaciones capitalistas,

creemos que contribuyen a generar bases de conciencia y práctica comunitarias y

alternativas que sirven para liberar parcialmente espacios respecto de los poderes

del capital.

XII. Así pues, a manera de breve conclusión diremos que con el empuje, el

crecimiento, la extensión y la expansión de estas iniciativas y experiencias

paralelas, alternativas, complementarias, etc. se contribuye a demostrar aquí y

ahora, en los hechos, en el día a día práctico que se puede ir viviendo sin

elementos claves del capitalismo. Estas modalidades de experimentos, ensayos,

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redes, etc., solidarias, colectivas, comunitarias, etc., abren oportunidades de

integrarse y fusionarse con la Crítica de la Vida Cotidiana (CVC), la contracultura,

el movimiento de comunas antifamilia y posfamilia [Adame 2014] que (auto)

experimentan y (auto) analizan críticamente la gestión de lo doméstico, las

relaciones cara a cara, el erotismo, la amistad, el poliamor, la educación de los

niños, la convivencia, el ritual, el juego y la fiesta [Adame 1998]. Todo ello con el

fin de las opciones y alternativas anticapitalistas y no capitalistas crezcan y se

consoliden teniendo como eje nodal nuevas relaciones, interacciones e

intercambios sociales-culturales y sociales-ecológicos sustentados en el rescate,

retorno y potenciación de los “dones” (multitrueques, ayudas mutuas,

reciprocidades, confianzas, solidaridades, co-gestiones, etc., etc.).

Todo esto para para demostrar que el capitalismo no es “natural” a la condición

humana, que el capitalismo es un modo histórico de economía, sociedad y cultura;

es decir, un modo construido y por ende superable. La historia precapitalista, la

antropología y la etnología tienen a lo largo de su investigación teórica y

etnográfica cientos de ejemplos de otros y variados modos de vida y de

reproducción de la vida humana que pueden revitalizarse con las modernidades

alternativas. Ahora más que nunca que el capitalismo se ha convertido en una

maquinaria demoledora de la vida humana y de la vida en general, que se ha

monstrificado en una especie de tumor maligno que vive de expoliar recursos,

fuerzas y energías planetarias y humanas, y que esto, a pasos agigantados, ha

venido destruyendo a la naturaleza y a la humanidad; y que ahora la pone al borde

del apocalipsis. Recuérdese que el reloj de la historia de la humanidad está al

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borde de extinción. Por ello urge seguir desarrollando todas estas alternativas para

formar confederaciones regionales y planetarias de libres comunas, comunidades,

pueblos y acoaldeas que empujen e impulsen utopías realizables dentro del buen

vivir y el vivir pleno.

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