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En el diario vivir de la humanidad, particularmente hablando de la sociedad


costarricense, se presenta a un ritmo extremadamente veloz el fenómeno del giro
económico, consistente en el intercambio constante e incesante de bienes de consumo,
así como también de bienes duraderos y servicios. Que suele dejar a las estructuras
jurídicas vigentes, desubicadas para abarcar la regulación o calificación de las nuevas
formas mercantiles o contractuales.

La creciente oferta de bienes de consumo y de servicios, que va acompañada de


formas refinadas de publicidad que más que presentar un producto incitan a su
adquisición, esto sumado a la creencia de que la tenencia de determinados productos es
el reflejo de un cierto estatus económico-social, y el mayor poder adquisitivo de los
consumidores son algunos de los factores que han provocado un vertiginoso aumento
del consumo.

El elevado número de adquisiciones, muchas de estas innecesarias, impiden al


consumidor disponer del dinero necesario para satisfacer su precio. Para hacer frente a
estas obligaciones recurre, por lo tanto, al uso de la tarjeta de crédito.

El crédito al consumo tiene su origen en el ámbito de la economía. En términos


generales, su concepto se entiende como crédito al consumo todo préstamo al
consumidor final que va destinado a la adquisición de bienes de consumo o a la
realización de servicios no unidos a un proceso productivo.
Con él se hace referencia a una realidad compleja, en rápido crecimiento y
ausente de criterios lógico-formales de definición.

La idea de protección al consumidor y usuario a la vez, estando ambos


conceptos íntimamente ligados dado que para que el contrato de tarjeta de crédito surta
los efectos deseados el usuario debe convertirse en consumidor, que durante las últimas
décadas está marcando la evolución de los derechos humanos y del derecho privado.
Las circunstancias que con carácter general provocan la intervención legislativa a favor
del consumidor se reproducen. La contratación en masa y la utilización de contratos de
adhesión conducen a una manifiesta y evidente desigualdad entre emisores de tarjetas
de crédito y los usuarios tarjetahabientes.

Las entidades bancarias o emisoras de tarjetas de crédito ³predeterminan´ el


contenido de los contratos de tarjeta de crédito, incluyendo en ellos clausulas que riñen
con el natural equilibrio de las prestaciones y hacen muy gravosa la situación de los
tomadores del contrato crediticio por medio de la tarjeta de crédito. Por otra parte el
tarjetahabiente no está lo suficientemente informado de las obligaciones asumidas y de
los derechos que le corresponden.

Al mismo tiempo, se eleva a un sitial de privilegio el dogma de la autonomía de


la voluntad. Por nuestra parte creemos que la ³lex mercatoria´ no puede ser usada para
convalidar desigualdades, al respecto, creemos que en lo que se refiere al tema de la
autonomía de la voluntad, la ley debe profundizar la protección de los consumidores, de
los contratantes débiles, de los usuarios, y en general evitar todo aquello que tiende a
una negociación impuesta y vejatoria, en materia contractual, la ³lex mercatoria´ debe
armonizarse con los principios y normas relativas al objeto, la causa licita, a la buena fe
negocial, y al ejercicio regular de los derechos.

La regulación de la autonomía de la voluntad debe considerar la gravitación de


los económico sobre lo jurídico, la creciente significación de los contratos atípicos, la
globalización comercial, la regionalización de las transacciones, la globalización
comercial, la regionalización de las transacciones y la dinámica negocial que requiere
protecciones procesales rápidas y eficaces.

Cuando el derecho no se adecua a los cambios económicos tiende


irremediablemente a depreciarse, a convertirse en inservible, en material no utilizable. A
la luz de sectores enteros del derecho privado que no encuentran, de hecho, aplicación;
por ejemplo, el derecho de los contratos, que presupone que las partes contrataron en un
pie de igualdad y con entera libertad, queda desvirtuado ante la evidencia de que, en
muchos casos, una de las partes contratantes se ha visto necesitada de contratar; siendo
forzada a aceptar las condiciones que le impone la otra parte.

Precisamente, es en función de los requerimientos sociales propios del sistema


económico imperante que han nacido, han evolucionado y se han difundido las tarjetas
de crédito, en cuyo derredor se ha gestado una serie de hecho económicos frente a los
cuales el derecho no debe permanecer indiferente.





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En Costa Rica, como en la gran mayoría de países del mundo, la tarjeta de


crédito juega un papel muy importante dentro de la economía y de la sociedad de
consumo. Pero, la regulación nacional actual del contrato de tarjeta de crédito ha sido
insuficiente. Ello ha provocado en cierta forma, que dicho contrato haya estado al
arbitrio de las entidades emisoras respaldadas por las grandes corporaciones financieras.

El contrato de tarjeta de crédito nace como consecuencia de la división del


trabajo (al igual que otros como franchising, leasing, factoring, etc.), y actualmente, ³en
la sociedad tecnológica de consumo´ en que vivimos, con una economía
constitucionalizada de mercado y por la celeridad de las transacciones mercantiles, las
emisoras de tarjetas de crédito convienen en estipulaciones rígidas, predeterminadas
contenidas en un contrato tipo, constante en un formulario previamente impreso con
condiciones generales que representan muchas de las veces renuncias al acceso de la
justicia, eventuales aplicaciones abusivas por cargos y tasas de intereses y ausencia del
deber precontractual de información para el usuario.

Hemos visto como ante la carencia de regulación explicita al respecto, se han


cometido grandes injusticias, cometidas en su mayoría por la parte fuerte en contra de la
parte débil del contrato, es decir en contra del tarjetahabiente; ilegalidades que en gran
medida acarrean consecuencias y ante todo ponen en peligro la seguridad jurídica y
económica de que deberíamos gozar.
De acuerdo a la Dirección de Estudios Económicos del MEIC, en el país existen
un total de veintisiete emisores de tarjetas de crédito, los cuales ofrecen en el mercado
un total de 408 instrumentos o diferentes tipos de tarjetas de crédito; siendo Credomatic
quien ocupa el primer lugar con 97 diferentes tipos de tarjetas y el segundo lugar es
ocupado por Citi con 94 tipos de tarjetas, con tasas de interés que van del 20% al 54%
en colones y de un 10% hasta un 42% en dólares de los Estados Unidos de
Norteamérica.1


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Ahora bien, el problema que se investiga; consiste en determinar si el Derecho


Costarricense requiere de una regulación legal especifica y no una regulación legal
incompleta o muy general como lo es la Ley N° 7472 de Promoción de la Competencia
y Defensa Efectiva del Consumidor la cual dedica solamente un articulo a lo referente a
tarjetas de crédito sea el 44 bis y un solo artículo para referirse a las clausulas abusivas
en los contratos de adhesión sea el articulo 42; o reglamentaria como la reciente
promulgación del Decreto N° 35867-MEIC denominado Reglamento de Tarjetas de
Crédito, el cual, si bien es cierto viene a dar definiciones, requisitos de fondo y de
forma, también enuncia las obligaciones de las partes, pero es omiso en cuanto a la
regulación de los intereses, y en enunciar el procedimiento a seguir por el
tarjetahabiente en caso de solicitar la anulación de las clausulas abusivas o de todo el
contrato; y hasta doctrinal en muchos casos.

1
Estudio Comparativo de Tarjetas de Crédito N° DEE -INF-004-10 de febrero del 2010
El aumento desmedido del consumo mediante la proliferación de las tarjetas de
crédito, ha hecho de acuerdo a declaraciones dadas por la viceministra del MEIC Velia
Govaere, al Periódico la Nación el día 22 de febrero del 2010; de que cientos de
usuarios adeuden en tarjetas de crédito un total de ¢486.000 millones. Y que sobre el
monto en mora se están pagando intereses que para la mayoría de tarjetas oscilan entre
el 45% y el 54%. Este aumento había, hasta febrero del año 2009, afectado en forma
sensible el giro habitual de los juzgados civiles, y limitado en buena medida su
capacidad de respuesta en la tramitación de procesos de cobro ejecutivo.

La ausencia hasta febrero del 2009 de vías específicas o juzgados especializados


que segregaran los procesos cobratorios del resto de materias conocidas por los
juzgados civiles, es otro factor que antecede a la problemática actual, y que debe tenerse
en cuenta a la hora de ofrecer posibles alternativas que mitiguen el panorama de
nuestros días.

Esto por cuanto con la entrada en vigencia en marzo del año 2009 de la Nueva
Ley de Cobro Judicial N° 8687, se vino a dar un respiro a los juzgados civiles de menor
cuantía, los cuales antes de esa fecha eran los que tenían la jurisdicción para conocer de
los procesos cobratorios basados en títulos ejecutivos, lo que generó que dichos
juzgados colapsaran y se retrasara sensiblemente la resolución de todos los demás
procesos.

Pero con la entrada en vigencia de esta nueva ley y con la creación de juzgados
especializados, si bien es cierto se logró al menos la descongestión de los juzgados
civiles de menor cuantía del primer y del segundo Circuito Judicial de San José. Y
además, vino a beneficiar a los acreedores, por la implementación de una vía rápida,
denominada proceso monitorio de cobro judicial, para el cobro a sus deudores, pero
viene a ser un retroceso en los derechos del tarjetahabiente, por cuanto en dicho
proceso, no se tiene la oportunidad de conocer el fondo del asunto y los embargos se
ejecutan de forma automática.

Debemos tener presente el aspecto de la realidad social de nuestro tiempo,


porque no es ajeno al objeto que se analizará en este trabajo. Precisamente es en función
de la masificación de las relaciones jurídicas que, en los sistemas de derecho, se ha
iniciado la tendencia a revertir esa masificación o, por lo menos, a mitigar sus efectos;
una prueba de esas tendencias es la aprobación de las leyes de defensa de los
consumidores.

El derecho como un conjunto de normas que se nutre de la realidad social, debe


ser fiel a esa realidad. Cuando se producen ³RecRos económicos´ que vienen a
determinar nuevos comportamientos o una innovación en los usos o hábitos que la
sociedad venía observando en un determinado tiempo, respecto del intercambio de
bienes y de servicios, el derecho debe acompañar el desarrollo de esos hechos sin
distorsiones que perjudiquen el funcionamiento del sistema.






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Las organizaciones emisoras son desde todo punto de vista son superiores al
individuo (asimetría entre comerciante-consumidor) en comunicación, racionalidad,
capacidad innovadora, especialización, relación estratégica, reducción a términos
jurídico-económicos, son impersonales, no hay elemento sicológico que afecte a la
estructura organizacional, no hay represión para la organización, etc., uniformizan la
contratación hacia el usuario, quedando este en una posición de desequilibrio al
suprimirse la fase preliminar o tratativa para discutir las cláusulas incorporadas en la
contratación, siendo que los ordenamientos modernos en protección del débil, han
elaborado sistemas de control de las condiciones generales de esos contratos.

La moderna tendencia mundial de protección al contratante débil, del equilibrio


contractual razonable, tanto en sus intereses como en su existencia, para rescatar la
autonomía de la voluntad que como consecuencia de la globalización económica la ha
reducido totalmente, ante la suscripción de los llamados contratos de adhesión.

El capitalismo salvaje o neoliberal no presta atención a las desigualdades de las


partes contratantes en lo que se refiere a la vida civil, sobre todo en las relaciones
laborales, en las demandas sociales de cultura y educación, y en las relaciones
contractuales, su finalidad es desprender al Estado de toda intervención en la vida
social, dejar a la sociedad sin arbitro que resuelva sobre los problemas de la comunidad
y sin organización de rumbos económicos y hasta políticos.

Hecha evidente la realidad de la situación social, los textos jurídicos debieron


comenzar a reflejar los cambios producidos en las sociedades. Y desde luego, este
fenómeno se presentó en las reformas o en las nuevas constituciones de los Estados, que
empezaron a incorporar cláusulas sociales, consagratorias de deberes del Estado, en
sentido activo e intervencionista y no de abstención.
Con la aparición del Estado Social y la implantación de los derechos humanos
redistributivos o de segunda generación, los cuales se configuran en el ámbito de los
derechos económicos, sociales y culturales.

Hemos creído oportuno investigar el tema, porque en la regulación del


fenómeno económico a que da lugar el uso de las tarjetas de crédito, como también
ocurre con otros fenómenos económicos, son muchos los vacios legales, en el caso de la
normativa nacional esta no permite regular aspectos medulares del contrato de la tarjeta
de crédito, tales como los intereses, como muestra de esto, mencionamos la siguiente
cita; ³«pese a que el MEIC considera que regular los intereses está en el corazón de
la defensa de los derecRos del consumidor, la viceministra Govaere señalo que la
legislación no lo permite«´ 2, desde el sector financiero o emisor de tarjetas de crédito
se predica la necesidad de reducir el dictado de normas jurídicas a su mínima expresión,
para dejar que el mercado, a través de la llamada ³lex mercatoria´ imponga sus propias
reglas.

Al mismo tiempo, se eleva a un sitial de privilegio el dogma de la autonomía de


la voluntad. Por nuestra parte creemos que la ³lex mercatoria´ no puede ser usada para
convalidar desigualdades, al respecto, creemos que en lo que se refiere al tema de la
autonomía de la voluntad, la ley debe profundizar la protección de los consumidores, de
los contratantes débiles, de los usuarios, y en general evitar todo aquello que tiende a
una negociación impuesta y vejatoria, en materia contractual, la ³lex mercatoria´ debe

2
extracto del artículo publicado el lunes 22 de febrero del año 2010 en la página 23A de la
sección de economía del periódico La Nación.
armonizarse con los principios y normas relativas al objeto, la causa licita, a la buena fe
negocial, y al ejercicio regular de los derechos.

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Para introducirnos en el tema que nos ocupa, acerca de la relación entre los
derechos del consumidor y los derechos humanos, hemos de intentar ayudar a la
comprensión de la misma con un par de aproximaciones por oposición, que
pretendemos sirvan para desmitificar algunas cosas y a la vez despejar algunos
prejuicios respecto del estudio y defensa de estos derechos.

La primera de ellas consiste en afirmar, para luego intentar demostrar en este


trabajo, que estudiar y/o abogar por los derechos del consumidor no es la preocupación
de las emisoras respecto a la necesidad de asistir jurídicamente los padecimientos de los
consumidores con relación a los modernos negocios y servicios tales como; tarjetas de
crédito, celulares, contratos de tiempo compartido, etc. La segunda radica en demostrar
también que el objeto del derecho del consumidor no se reduce a la simple función del
comprador en comercios.

Estas cuestiones no son ajenas a los derechos del consumidor, pero tienden a
reducirlo a esquemas que son solo una parte de su objeto, y a menospreciarlo como
disciplina, ignorando su directa vinculación con los derechos humanos y su sustancia
como herramienta jurídica general.
Ambos mitos hacen hincapié solamente en la faz patrimonial de la protección, en
la lucha verdadera pero no suficiente por la integridad y la no profanación del bolsillo,
relativa a consumos vinculados a una clase o a determinados hábitos de consumo diario,
que reducen la problemática a una lógica simplista, con el objeto de minimizarla como
rama del derecho.

El derecho del consumidor es, sin duda, un vehículo social de protección


general, vinculado a derechos elementales de la persona humana, encuadrado dentro del
marco de lo que llamamos derechos humanos.

Éstos, que también por ser tan atacados y menospreciados han sido definidos en
muchos campos técnicos en forma lábil e imprecisa, tienen sin embargo, una
formulación cierta y concreta, generada en sus años de evolución como noción jurídica.

El Dr. Pablo Manili 3 cita a Prieto Sanchís, quien afirma que ³los derechos
humanos, como categoría ética, cultural e histórica, es decir pre-normativa, no
constituyen una concepción cerrada y acabada de la que puedan beber los
ordenamientos positivos, sino un concepto abierto a distintas concepciones y desarrollos
y, en exclusiva de respetar las exigencias que derivan de tales derechos.

3
Manili, Pablo: ³La difícil tarea de elaborar un concepto de los derechos Humanos´ Revista
Jurídica UCES, 1999.
Así las cosas, la consideración del tema es inescindible del momento histórico en
que aparece y en el que se desarrolla. Casi no hay obra o artículo que no incluya la frase
de John F. Kennedy respecto a que todos somos consumidores 4. Un concepto tan
amplio, tan generalizado, muchas veces ve socavada su importancia en su misma
generalidad. Usar el dinero plástico es algo tan normal, tan de todos los días, que parece
haber existido siempre, y a la vez muchas veces es solo merecedor como fenómeno, de
análisis compartidos con otras ramas del derecho, en una deformación de la tendencia a
la especialización propia de los tiempos que corren.

También, desde cierto ³pensamiento progresista´ se aprecia de un modo


peyorativo la noción de tarjetahabientes, adjudicándoles despectivamente el rol de una
subcategoría dentro del sistema de tarjeta de crédito y donde su única función, es la de
ser simples agentes pasivos del mercado, meros clientes al fin. Entendido así, al estudiar
las relaciones de consumo se está trabajando con elementos intrasistema, lo que
significa la comprensión de la unicidad, y la definitiva consolidación de la categoría
como rol social, al que el Estado ha fallado en tutelar y se le acusa de mantener una
posición conservadora, y que ha admitido una situación social dada, un statu quo, es
decir el Estado ha asumido un rol conformista y pasivo.

En síntesis, se considera la consagración de los derechos de los consumidores y


usuarios como una concesión del capitalismo y de la globalización (o del sistema
neoliberal) ante las distorsiones creadas en su propio seno, al solo efecto de garantizar
su subsistencia y continuidad. Y he aquí el error del enfoque; aunque a veces no
satisfaga apetitos ideológicos la velocidad del cambio, sería menester analizar si las
concesiones son tales, o en realidad se trata de verdaderos, aunque parciales triunfos

4
Frase extractada del mensaje de elevación presidencial al Congreso del primer paquete de leyes
relativas a la protección del consumidor en los Estados Unidos, generadas en la década del 60.
frente a los abusos del orden establecido. Preguntarse, al fin, si ha sido el sistema de
mercado el que ha concedido, o si por el contrario dichos triunfos le fueron arrebatados.


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Hemos dicho que el derecho no puede desatenderse del fenómeno económico a


que dio lugar el uso de las tarjetas de crédito. Nadie podría negar; en consecuencia, que
la operatoria debe estar sujeta a ciertas reglas jurídicas, pero lo que se trata de saber; y
se discute, es si esas reglas deben ser; las que impone el mercado, exclusivamente; las
que dictan los entes o bancos emisores con el carácter de condiciones generales de
contratación o cláusulas predispuestas; las que impone el mercado, más las condiciones
predispuestas; o las que dicte el Estado, mediante la sanción y promulgación de una ley
o a través de decretos y resoluciones.


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El objetivo general de este trabajo es desarrollar y analizar el tema del contrato


de tarjeta de crédito y buscar medios, actividades y procedimientos que permitan a todas
las partes involucradas en el complejo y constantemente cambiante sistema, como lo es
el de la tarjeta de crédito, una relación racional y armoniosa y que paralelo a ello le
permita a la sociedad de consumo una mayor seguridad jurídica en beneficio de sus
interese económicos.


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Los objetivos específicos de esta investigación son:


a)? Analizar la naturaleza jurídica de la tarjeta de crédito
b)? Analizar los contratos de adhesión de la tarjeta de crédito y el principio
de la libertad de contratar.
c)? Nulidad y anulabilidad de los contratos de adhesión de la tarjeta de
crédito ante condiciones o cláusulas abusivas.
d)? Buscar una forma racional de regulación al sistema de tarjeta de crédito,
que le permita un desarrollo a plenitud, pero sin ocasionar perjuicios o
violaciones a los derechos de todas las partes intervinientes.

Se estudiaran todos estos objetivos para, una mejor comprensión del sistema de
tarjeta de crédito, como un medio eficaz de financiamiento revolutivo, y formular
soluciones al problema actual de la falta de regulación, que envuelve a esta figura
contractual.









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Se procurara realizar un trabajo de investigación delimitado al estudio y análisis


de los contratos de tarjeta de crédito, de los contratos de adhesión, de las limitaciones
constitucionales al principio de la libertad de contratar, las fortalezas y debilidades de
nuestra legislación actual y la necesidad de legislar en forma específica la figura
contractual y la promulgación de una Ley de Tarjetas de Crédito.

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El instituto de la tarjeta de crédito reconoce su origen histórico hacia comienzos
del siglo xx. Su nacimiento se produce por motivos o razones de diversa índole, con un
funcionamiento de diferente matiz que la mayoría y actual estructuración del sistema.

En los Estados Unidos de América del Norte, el sistema nace en ciertas cadenas
de hoteles, que emitieron unas tarjetas personalizadas las cuales eran entregadas a los
mejores clientes y que servían a éstos para la utilización de servicios de hotelería en
cualquier punto del país, dentro de los hoteles asociados o de propiedad de la cadena,
sin necesidad de hacer efectivo pago alguno en moneda de curso legal, sino
simplemente conformando las estadías o consumos, que eran liquidados a posteriori por
las oficinas centrales de la empresa5.

La utilización del sistema se extendía coetáneamente a las grandes empresas


petroleras (Texaco y Estándar Oil), que emitieron estas tarjetas para sus clientes
habituales y para sus propios empleados o ejecutivos, ya como método de compra, o
bien como efectivo método de control de gastos.

Con posterioridad, fueron incorporando su uso los grandes almacenes y las


grandes tiendas, para extenderse hacia 1940 a las compañías de ferrocarril y líneas
aéreas6, que expedían tarjetas a ciertos usuarios y que funcionaban con similitud de
caracteres.

Hasta ese momento podemos considerar que nos encontramos en el primer


peldaño de la etapa evolutiva del instituto de la tarjeta de crédito, o sea, la época en que
la institución tenía carácter bilateral entre la empresa vendedora de bienes o prestataria
de servicios, que absorbía la financiación de él, por un lado, y por el otro el cliente
consumidor de esos bienes o esos servicios. En su operatoria el cliente pagaba
mensualmente la liquidación de sus compras o de sus gastos, o abonaba las cuotas con
que se financiaban tales compras, o podía continuar su consumo hasta el momento en
que su cuota mensual alcanzaba un determinado límite para su propio crédito7.

5
Bullrich, La Tarjeta de Crédito, p. 9.
6
Informe del Board of Governors de la Federal Resreve System, 1968, p. 7.
7
Revolving credit (crédito rotativo)
En 1949, inicia la segunda etapa y a adultez del sistema, hace incursión en el
mercado estadounidense la primera empresa emisora de credit cards o tarjetas de
crédito como objetivo propio y especifico de la empresa, dando nacimiento a lo que ya
podemos considerar genéricamente como la faz pluralista o multiforme del instituto. Si
bien en un principio la tarjeta emitida por aquella empresa pionera (Diners Club) sólo
era para muy limitados rubros, a poco de lanzada al mercado fue extendiéndose a un
amplio espectro de compras, hasta ser prácticamente admitida como una forma usual de
adquisición de una multitud de bienes y de servicios. Éstos se extendieron, no solo a
nivel nacional, sino a nivel internacional, cubriendo su utilización rubros como
diversiones, viajes y turismo.

Tal fue el éxito obtenido, que otra empres, originariamente prestataria de


servicios de turismo, se lanzó a incorporar aquel nuevo sistema a su operatoria,
surgiendo así la tarjeta de crédito de American Express, utilizando esta empresa su
propia infraestructura de turismo para equiparar la ventaja operacional y comercial
lograda por la pionera del sistema. Y fue tan grande su desarrollo, que hacia 1982 su
solidez financiera y su empuje había comenzado a desplazar a la anterior8.

El instituto de la tarjeta de crédito se ha desarrollado en múltiples formas que


han permitido y facilitado su extensión a la adquisición, no ya de artículos de primera
necesidad, sino también a la adquisición de bienes de gran valor, a la incorporación de
nuevos sujetos dentro de la relación negocial, al sistema local e internacional de
comunicaciones, y a tal punto ha influido en el sistema económico estadounidense que
se impuso como una necesidad perentoria la regulación local y federal, no solo
mediante la simple sistematización legal de su uso, sino también por medio de
regulaciones básicas generales de protección al consumidor.

8
American Express Co. Annual Report 1982, p. 9 a 21. NY, USA.
Los países continentales europeos fueron reacios a la admisión del sistema de
tarjetas de crédito, y su incorporación al sistema local fue mucho más lento y laborioso
en su desarrollo que el que había logrado en su país de origen, los Estados Unidos de
Norteamérica.

Si bien las primeras empresas especializadas en la operativa de las tarjetas de


crédito, Diners Club y American Express, comenzaron sus operaciones en Europa a
poco de iniciar actividades en su país natal, el arraigo les fue más costoso y más lento.

Por ello, recién a principios de la década de 1960 comenzó a insertarse como un


uso corriente en Inglaterra, un lustro después de la radicación allí y del inicio de
actividades de las empresas emisoras anteriormente mencionadas. Mucho más lento fue
el desarrollo en Francia, excesivamente adicta al pago efectivo y algo menos al cheque,
así como también en Alemania, Bélgica, Italia y España a pesar de que todos ellos
ingresaron al sistema con sus propias tarjetas locales9.

Fue también un común denominador en Europa la carencia de una normativa


legal del instituto, durante el largo lapso de su incorporación al uso corriente en el
comercio. En general se aplicaron a la tarjeta de crédito y a las relaciones por ella
creadas las normas contenidas en los distintos códigos civiles y comerciales, por vía de
analogía.

9
Barre, Economie politique, t. II, p. 307.
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Fue el Banco de Costa Rica que en 1972 trato infructuosamente de introducir la
figura de la tarjeta de crédito en el país, sin embargo esta no fue aceptada debido a que
la realidad económica y social de Costa Rica, no era óptima para adoptar dicha forma de
pago.

No fue, sino hasta 1975, que el Banco Crédito Agrícola de Cartago, decidió
introducir al país la figura de la tarjeta de crédito y ponerla en marcha después de un
exhaustivo estudio del impacto que produciría la adopción de un medio de pago y de
crédito totalmente desconocido tanto para los costarricenses como para el banco mismo.

El Banco Crédito Agrícola de Cartago puso en marcha la tarjeta Bankamericard,


conocida hoy en día como Visa Internacional, y se convirtió en el primer banco de
Centro América, en adoptar esta figura tan novedosa y compleja, en esos tiempos, la
cual mejoró notablemente su producción con relación a los otros bancos del sistema
bancario nacional, y otros bancos que todavía no la aplicaban en sus operaciones de
crédito10.

Fue tan grande la aceptación de la tarjeta de crédito en el país, que provocó la


aparición e implementación de la tarjeta de crédito en otros bancos, como el Banco

10
Brizuela, Joaquín. Op cit, p. 7 y 8.
Popular y de Desarrollo Comunal, el Banco Nacional de Costa Rica, el Banco de Costa
Rica y de otras compañías emisoras de tarjetas como Credomatic (American Express),
para competir en el mercado costarricense. Como ya se mencionó, en el país existen
actualmente veintisiete emisores de tarjetas de crédito y 408 tipos diferentes de tarjetas.

Como consecuencias del fuerte impacto que produjo la tarjeta de crédito, en el


territorio costarricense y de la gran demanda por parte de la población costarricense,
quienes veían ya desde aquel entonces el estatus social que otorga el poseer una tarjeta
de crédito, y hoy en día esa demanda se ve reflejada en el fuerte crecimiento del uso de
la tarjeta de crédito como medio de pago y peor aún, se ha originado, en mayor medida
por falta de conocimiento, el uso de la tarjeta de crédito como un medio de crédito a
largo plazo, situación que beneficia a las grandes compañías y bancos emisores, pero
que perjudica al usuario desde muchos ángulos diferentes como consumidor, como
ciudadano y como parte de la familia y de la sociedad.

Todas estas luchas entre las entidades emisoras se mantienen hasta estos días, y
no son más que el fiel reflejo de la gran importancia y aceptación mundial, que ha
significado la tarjeta de crédito para la sociedad y la economía costarricense, pero que
de continuar sin regulación podría significar, esto sino lo es ya, en perjudicial para la
economía de la familia costarricense y de la sociedad en su conjunto, con las
consecuencias que ello conlleva para el país.

El fenómeno mercantil de la tarjeta de crédito fue diseñado desde sus inicios


como instrumento de pago y para ser utilizado por los sectores de clase alta de la
sociedad costarricense; sin embargo al cabo de dos décadas desde su aparición en el
país, estos destinatarios se fueron modificando, como consecuencia de la férrea
competencia existente en el mercado, al punto de que hoy en día la tarjeta de crédito es
utilizada además de las clases altas y medias, por las clases medias bajas y las clases
bajas a pesar de tener un relativamente bajo ingreso.

En la actualidad, el emisor de tarjetas de crédito ofrece un servicio que tiene


riesgos, pero es el usuario quien debe asumirlos, a pesar de que en otros países el riesgo
no se distribuye así. En Costa rica no solo no existe la suficiente regulación sobre los
aspectos más importantes de las tarjetas de crédito, tampoco hay ninguna institución a la
cual acudir por ayuda para reclamar derechos económicos o financieros.

La situación se vuelve más difícil para el tarjetahabiente, puesto que se han


creado mafias organizadas, que han creado en internet bazares o sitios web donde se
compran y se venden cientos de miles de números de tarjetas de crédito, robados de
bases de datos de quipos mal protegidos. Tales números se utilizan, mayoritariamente
para adquirir equipos informáticos u otros productos, en tiendas virtuales, así el circulo
fraudulento se completa sin salir de la pantalla.

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El sistema de comercialización mediante la tarjeta de crédito constituye, como


veremos, un negocio jurídico complejo, de contenido lucrativo y que tiene como
función primordial fomentar la adquisición de bienes o prestación de servicios,
percibiendo la institución emitente un porcentaje por comisión sobre el importe de las
ventas documentadas (comisión que pagará el comerciante), así como un canon en
concepto de cuota periódica de asociado (costo por renovación de tarjeta) y el pago de
los estados de cuentas mensuales de las compras hechas por el tarjetahabiente.

No ha sido enunciada, hasta el momento, una concreta definición que contemple


todas las variantes del instituto. De ahí que podamos encontrar autores que se limitan a
enseñar su funcionamiento y su naturaleza jurídica sin encarar ninguna definición11,
otros que definen el instituto sobre la base de una de sus facetas12, y otros que lo
conceptúan sólo desde el punto de vista de su propio funcionamiento.

Entre estos últimos encontramos la opinión del autor ‘rgeri, quien en su


interesante libro13 entiende que el concepto de tarjeta de crédito debe necesariamente
derivarse de su funcionamiento, y dice que es ³el contrato comercial por el cual una
empresa especializada ±bancaria o financiera- conviene con otra ±el cliente- en la
apertura de determinado crédito, para que el cliente, exhibiendo el documento crediticio
de que se lo provee ±tarjeta de crédito- y acreditando su identidad, adquiere bienes u
obtenga la prestación de ciertos servicios en los comercios que se le indican. A su vez,
la empresa especializada tiene convenido con los comercios donde el cliente efectúa la
adquisición o requiere el servicio, cobrarle una comisión por toda la operación que
realice el cliente. El cliente, a su vez, tiene una cuenta con la empresa especializada, por
un monto determinado y que generalmente debe pagar, una vez hecho el resumen
mensual detallado de las operaciones realizadas por el titular o su autorizado´ (tarjetas
adicionales).

11
Zavala Rodríguez, Derecho de la empresa, p 152 y sig.
12
Bullrich, La tarjeta de crédito, p. 9
13
Argeri, Diccionario de derecho comercial y de la empresa.
Más que una definición, ésta es una ejemplificación de su funcionamiento, por lo
cual, si bien aclara el sistema, no la hace muy didáctica. Pero, además, está el no ser lo
suficientemente comprensiva de otras situaciones a que da lugar el funcionamiento del
instituto, tales como que la empresa emisora de la tarjeta de crédito no es
necesariamente ±aunque sí frecuentemente- una empresa especializada. Por otro lado, la
relación que la definición plantea entre el cliente y la entidad emisora es incompleta, ya
que el cliente puede optar por pagar dentro del plazo de contado o por utilizar el crédito
a largo plazo, pagando al emisor un interés previamente impuesto por el emisor.

Otros autores, como Muñoz14 y Cogorno 15, la definen como un ³contrato


complejo de características propias, que establece una relación triangular entre un
comprador, un vendedor y una entidad financiera, posibilitando al primero la
adquisición de bienes y servicios que ofrece el segundo, mediante la promesa previa
formulada a la entidad emisora de abonar el precio de sus compras en un plazo dado por
esta última, la que se hará cargo de la deuda abonando inmediatamente el importe al
vendedor, previa deducción de las comisiones que hayan estipulado entre ambos por
acercamiento de la demanda´.

Quizá más precisa que la primera, cabe a esta definición la misma critica que la
efectuada a aquélla, esto es, que siendo tan descriptiva deja de ser didáctica y absorbe la
imposibilidad de albergar en sí las distintas facetas que la tarjeta de crédito crea en su
multiforme funcionamiento. Así, no capta la eventualidad de la existencia de cuatro
partes en su operación, conforme vimos ya en la crítica anterior, ni capta su operativa
bilateral cuando es la propia entidad comerciante la que genera su propio sistema de
tarjeta de crédito. Esto último también hace que no sea necesaria la presencia de una

14
Muñoz, Contratos y negocios jurídicos financieros, t. II, p. 726.
15
Cogorno, Teoría y técnica de los nuevos contratos comerciales, p. 205.
entidad financiera como parte, pero no obstante no deja de ser una interesante
definición que permite visualizar más adecuadamente la sistemática del instituto.

También existen autores, como BullricR16, que si bien describen las


características generales del sistema, las vinculaciones que crea y los documentos
concernientes al caso (contrato con el aceptante- comerciante, contrato con el titular-
usuario y tarjeta de crédito) sólo encaran la definición desde el punto de vista de esta
última. Así, este autor la caracteriza como ³el titulo de identificación y crédito,
intransferible, insuficiente e incompleto, necesario para ejecutar el haz de derechos que
el mismo tácitamente simboliza´17. En este caso tenemos descrita sólo una faz de lo que
sería una definición general e integral del instituto, por eso lo proponemos al solo efecto
expositivo, dejando aclarado como critica a ella que la tarjeta de crédito, a nuestro
juicio, no permite ejecutar un haz de derechos, sino solamente el derecho de crédito
abierto a favor del titular en las entidades adheridas al sistema de la respectiva tarjeta.

En este sentido se han esbozado conceptos genéricos más descriptivos del


instrumento y del sistema. Entonces, hemos dicho que la tarjeta de crédito es un
documento que permite a su titular obtener bienes o servicios sin tener que realizar su
pago inmediato18, como también se la ha definido como cualquier tarjeta, placa o
elemento similar emitido a favor de un consumidor para permitirle obtener dinero,
bienes o servicios a crédito, con extensión o diferimiento de su pago.

16
Bullrich, La tarjeta de crédito, p. 26 y sig.
17
Bullrich, La tarjeta de crédito, p. 35.
18
Grisoli, Las cartas de crédito en la práctica mercantil italiana, LL, 142 -923.
Volviendo a la conceptuación general del instituto, también podemos observar la
posición de los autores como oargosi y Linares Bretón, que si bien se han abstenido de
definir el instituto, a través de sus trabajos se pueden extraer algunos conceptos
aclaratorios sobre una posible definición de la tarjeta de crédito. Entiende oargosi 19 que
³se trata de una relación jurídica compleja, encuadrable como contrato de crédito,
siendo la tarjeta propiamente dicha un documento probatorio de la relación, que se
presenta ±esta última- como una asunción privativa de deuda´. En otra línea de ideas,
Linares Bretón20 encara un análisis del instituto por medio de la tarjeta de crédito,
entendiendo que ³es sustitutiva del dinero y como tal es a través de pago que se
formaliza (con firma) en un sistema convencional de tipo asociativo o de adhesión y
crediticio en cuanto a su convertibilidad en dinero´.

Antes de entrar a exponer a exponer una conceptualización especifica, debemos


decir que es la tarjeta de crédito (como negocio complejo) un caso res ipsa loquitur21, ,
en que no obstante la imposibilidad de definir su concepto adecuada o claramente, la
sola enunciación del nombre del instituto habla por sí sola de él.

Los conceptos vistos hasta ahora permiten darnos cuenta de que el instituto es de
una complejidad extrema y de gran dificultad de definición. No obstante, arriesgamos
subsumir en una idea general tanto la operativa como la estructura y el carácter del
instituto, proponiendo una definición de éste.

19
Fargosi, Esquicio sobre las tarjetas de crédito, LL, 142-933.
20
Linares Bretón, La tarjeta de crédito. Su calificación jurídica como medio de pago, LL, 144-
1075.
21
"La cosa habla por sí misma", procedente de los ordenamientos del Common Law.
No obstante, intentaremos subsumir en una idea general tanto la operativa como
la estructura y el carácter del instituto, proponiendo una definición de éste, hipótesis
que, al igual que las definiciones anteriores, es susceptible de críticas.

Creemos que, en este momento, podemos ir adelantando algunas de las


características de este negocio jurídico de la tarjeta de crédito, como un negocio
necesaria o típicamente formal, complejo, de crédito, plural, de constitución múltiple y
sucesiva, integrado por adhesión y de cumplimiento continuado, diferido o periódico.

Entendemos que es un negocio jurídico complejo22, puesto que se trata de un


instituto conformado por una serie de relaciones de diverso carácter que participan de
distintos tipos contractuales, y que convergen coordinadamente hacia una finalidad
común.

La calificación de complejo, adecuada a esta explicación académica del


fenómeno ha sido receptada por la doctrina que la entiende como un ³negocio jurídico
complejo de contenido lucrativo´, en tanto importa vínculos plurilaterales que
involucran a la empresa emisora, al banco, al titular usuario y a los comercios adheridos
en los cuales el anterior adquiere bienes o servicios, conformándose de esta manera la
finalidad común de todos los operadores o intervinientes.

22
Fargosi, Esquicio sobre las tarjetas de crédito, LL, 142-934.
Es una especie de contrato de crédito (contrato de uso de crédito revolutivo) y
que cumple tal función, sin importar la forma que adopte el negocio de la tarjeta de
crédito, sea bilateral, trilateral cuando interviene la empresa especializada, o plural
cuando además se integra la intermediación bancaria.

Por esencia es plural o masivo, ya que es la forma que más genéricamente ha


adoptado en su operativa. Con ello entendemos que es un contrato en el cual pueden
participar, ab initio o después de su formación, varios pares de relaciones y que en el
contenido obligacional de las partes, si bien es cualitativa o cuantitativamente diverso,
no existe un antagonismo de intereses, sino una coordinación o composición de ellos
hacia la finalidad común del instituto23. Pero debemos entender la pluralidad no desde el
punto de vista contractual (interpartes), sino que por esencia debe ser plural o múltiple,
en cuanto al conjunto de las relaciones jurídicas bilaterales involucradas en su
operatoria.

De lo anteriormente expuesto podemos inferir la razón de nuestro calificativo de


constitución, sucesiva múltiple e integrado por adResión. En efecto la pluralidad no se
logra sino sólo excepcionalmente en un mismo acto, ya que usuarios y proveedores se
interrelacionan jurídicamente con la entidad emisora en distintos momentos y ese par de
relaciones jurídicas (entidad emisora-usuario y entidad emisora-proveedor) por esencia
es múltiple, conformándose en un conjunto de relaciones diversas e integradas en un fin
común, ya que atañe a la funcionalidad del instituto, y a su éxito económico-social, la
característica de las múltiples adhesiones. Y de esto deducimos el concepto de
³integrado por adhesión´. En la generalidad de los casos, por no decir en la totalidad,
este sistema se perfecciona por la vía de los acuerdos por adhesión a condiciones

23
Messineo, Manual, t. IV, p. 5, 133, 437, y, en tal sentido, arts. 1420, 1446, 1459 y 1466 del
Cód. Civil italiano de 1942.
generales predeterminadas (en su par de relaciones entidad emisora-usuario y entidad
emisora-proveedor), existiendo en una faz formal también la integración por adhesión
en la tercera línea de relaciones (proveedor-usuario), cuando al hacerse efectiva la
negociación del caso, se conforma el cupón (comprobante, o voucher) que constituirá el
instrumento movilizador del circuito cerrado; elemento generalmente necesario para
ejecutar las obligaciones y derechos asumidos.

Decimos, finalmente, de cumplimiento continuado, diferido o periódico, por ser


un acuerdo que está destinado, por la voluntad de las partes, a producir sus efectos
durante un lapso más o menos prolongado, porque el cumplimiento de las obligaciones
a cargo de las partes es un presupuesto obvio y necesario para conseguir el efecto
querido por las partes24 y hacer a la naturaleza crediticia de este acuerdo, aunque tal
plazo o termino no se encuentre concretamente determinado, sino sólo previsto para la
eventualidad de que se ejecute el acuerdo y se logre la finalidad perseguida.

Para concluir, podemos tomar como referencia la normativa argentina, respecto


a la regulación del régimen de tarjeta de crédito en el país sudamericano, la Ley
25065 25 la cual ha definido el sistema de tarjeta de crédito como el ³conjunto complejo
y sistematizado de contratos individuales cuya finalidad es: a) posibilitar al usuario
efectuar operaciones de compra o locación de bienes o servicios u obras, obtener
préstamos y anticipos de dinero del sistema, en los comercios e instituciones
previamente adherido; b) diferir para el tutelar responsable el pago o las devoluciones a
fecha pactada o financiarlo conforme alguna de las modalidades establecidas en el

24
Fontanarrosa, Derecho comercial argentino, t. II, p. 149, n° 54.
25
Ley 25065, Ley de tarjetas de crédito, actualizada ley 26361, sanc. 07/12/98; promul.
09/01/99; publ. 14/01/99.
contrato, y c) abonar a los proveedores de bienes o servicios los consumos del usuario a
los términos pactados´.

    
c

   c
  
  
 



Es importante entender que una adecuada explicación de su funcionamiento
debe partir necesariamente de uno de los puntos del haz de relaciones que centra y
convoca este negocio jurídico complejo.

Este centro o punto de partida es el de la empresa emisora, que crea y elabora


una operatoria adecuadamente sistematizada y convoca e integra su esquema con la
participación de todos aquellos que, incorporándose, dan vida y movilizan el sistema.

A su vez, este centro de relaciones de la empresa emisora de la tarjeta de crédito,


bien puede ser una entidad especializada, un banco, una entidad financiera o cualquiera
otra persona física o jurídica, hasta el propio comerciante que la emite para la
adquisición de bienes en sus distintos establecimientos. Tal es el caso de la tarjeta Sears,
de grandes almacenes, Avis o Hertz para alquiler de vehículos todas estas empresas de
origen estadounidense; y en el caso de empresas establecidas en el territorio nacional,
podemos nombrar a empresas como Aliss, Price Mart y La Gloria.
   c
c 

Dicho lo anterior, procederemos a describir, según nuestra opinión, ³La


Mecánica´. La entidad emisora, previo estudio de cada caso especial, de la solvencia
del solicitante, referencias, etc., acuerda con el particular (aunque en la realidad es el
particular quien se adhiere a un sistema de condiciones preestablecidas) la emisión a su
favor de una tarjeta o placa identificatoria de su sistema (comúnmente codificada con
una banda magnética especial), para que ese particular, como tenedor-usuario de la
tarjeta de crédito, pueda adquirir bienes o contratar la prestación de servicios, mediante
la simple presentación, en el acto de la operación, de la tarjeta, habitualmente
personalizada con una banda magnética, y la firma del voucher o cupón especial que la
mayoría de las veces le presenta el comerciante y que (siendo una característica
tradicional del sistema) funciona como una forma instrumental para efectivizar a
posteriori esa venta contra la empresa emisora de la tarjeta. Y decimos tradicional
porque la celeridad de la negociación común del ciudadano, la urgencia en adquirir
determinados bienes y ³ganar tiempo al tiempo´, consecuencia del estilo de vida
acelerada, propia de estos tiempos modernos de globalización; ha hecho que muchas
operaciones se concreten sin cupones por medio de la utilización de maquinas
(datafonos), por vía telefónica y más recientemente por medio de la internet.

El usuario de la tarjeta recibirá periódicamente de parte de la entidad emisora,


una liquidación de todos los gastos efectuados durante el período inmediato anterior
(estado de cuenta), liquidación o facturación que deberá abonar dentro de un lapso
determinado, a contar desde la fecha de la respectiva liquidación. La falta de pago de la
liquidación o de las cuotas, en su caso (conocido como pago mínimo) hará que su tarjeta
pueda ser notificada, dentro del esquema de información propio del sistema, como
inhabilitada para la adquisición de bienes o servicios, hasta que sea abonada la
liquidación en mora, pudiendo, en caso de que el usuario mantenga la mora en el pago,
dar por terminado el contrato de tarjeta de crédito y pasar a la vía de cobro,
administrativo en primera instancia y en última instancia a la vía legal. Con la finalidad
de recuperar el capital adeudado más los intereses corrientes y/o moratorios y las
comisiones.
Por otro lado, la entidad emisora celebra también, integrando al sistema,
acuerdos con una cantidad considerable de proveedores de bienes y servicios, fueren
éstos de diversa índole o de una materia en especial (dado que también existen tarjetas
para servicios especiales como atención medica, hotelería, diversión, etc.), mediante los
cuales esta serie de proveedores se compromete a aceptar operaciones con los titulares
de dichas tarjetas de crédito, operaciones que se perfeccionaran sin pago en efectivo,
mediante la presentación de la tarjeta y la firma del titular-usuario. La operación se
instrumentará, además de la forma usual, en un voucher o cupón especialmente
asignado por la entidad emisora. El comerciante-proveedor, previo cumplimiento de sus
obligaciones contractuales como; identificación del usuario, mínimo de compra o
autorización previa, comprobación de la fecha de vencimiento de la tarjeta y verificar
que la firma que el usuario estampa en el voucher sea igual a la del documento de
identidad del mismo. Perfeccionara el negocio de venta de bienes o prestación de
servicios contratados, sin pago de suma efectiva alguna (ni cheque), sino únicamente
con la sola firma por parte del usuario de la tarjeta de aquel voucher o cupón especial.
Periódicamente remitirá el proveedor a la empresa emisora una liquidación o resumen
con el total de los vouchers o cupones correspondiente a las operaciones concluidas, la
cual se abonara dentro de los plazos convenidos originalmente (que usualmente es de
entre uno a cinco días hábiles), previo descuento de un derecho o comisión que también
está predeterminado, usualmente según el rubro de cada comercio (dicha comisión
ronda entre el 1% hasta el 7%, a mayor volumen de ventas, menor es el porcentaje de
comisión).



 ? å  
 c
c   c
 

Las emisoras de tarjetas de crédito, a través de la publicidad que continuamente


aparece en los diarios de mayor circulación, informan, en relación con tarjetas de
crédito, que sus intereses son bajos, que bajaron los réditos, que los intereses son de un
determinado tipo, algunas inclusive ofrecen en predeterminados proveedores afiliados y
para determinados montos (siempre para altas sumas de dinero) planes de
financiamiento con cero intereses, pagaderos en plazos de tres, seis y hasta doce meses
e invitan al potencial consumidor a adherirse al sistema.

Esa información, se ha traducido en publicidad. Así, el excesivo recurso al


crédito requiere la adopción de medidas enmarcadas en la política de protección del
consumidor como medio de persuasión ante la agresividad de la publicidad comercial y
las facilidades que invitan a la adquisición de bienes y recepción de servicios, en
ocasiones innecesarios y hasta inconvenientes, a pesar de que tal actitud pueda parecer
paternalista en la sociedad del supuesto liberalismo responsable. 26

En virtud de ello, se relaciono que ³el deber de comportarse de buena fe da


fundamento a obligaciones precontractuales de información y no apartamiento abusivo,
no obstante, la preredacción elimina los tratos precontractuales, simplificando al
máximo el procedimiento de formación y conclusión de los contratos, en virtud de eso,
se concluye que el consumidor no Ra tenido oportunidades de conocer y negociar el
contenido del contrato.´

26
Rivero Alemán, Sergio, Disciplina del crédito bancario y protección al consumidor, 1995, p.
177.
Así, aunque el contenido de la publicidad no figure expresamente en el contrato
celebrado o en el documento o comprobante recibido, se incorpora al contrato por
regulación legal y configura el interés que el consumidor, influido por la publicidad,
puede aspirar justificadamente a satisfacer a través de él.

Para ello, en el antepenúltimo párrafo del artículo 34 de la ley 747227, la cual, se


reitera, es de orden público, establece:

³Articulo 34. Obligaciones del comerciante:

ù

Toda información, publicidad u oferta al publico de bienes ofrecidos o servicios


por prestar, transmitida por cualquier medio o forma de comunicación, vincula al
productor que la transmite, la utiliza o la ordena y forma parte del contrato´

Por su parte, el numeral 37 de la ley 7472, en sus párrafos 1 y siguiente,


relacionan:

27
Ley de promoción de la competencia y defensa efectiva del consumidor.
³Artículo 37. Oferta, promoción y publicidad:

La oferta, la promoción o la publicidad de los bienes y servicios debe realizarse


de acuerdo con la naturaleza de ellos, sus características, condiciones, contenido, peso
cuando corresponda, utilidad o finalidad, de modo que no induzca a error o engaño al
consumidor. No pueden omitirse tales informaciones, si de ello puede derivarse daño o
peligro para la salud o la seguridad del consumidor.

Deben prevalecer las clausulas estipuladas en los contratos, si son más


beneficiosas que el contenido de la oferta, la promoción o la publicidad de los bienes y
servicios.´

³Esa regulación mínima impone o exige, que la promoción publicitaria se ajuste


a la verdad´28.

Lo anterior significa, que para la efectiva protección de los legítimos intereses


económicos de los consumidores, permite que el contenido de la publicidad se incorpore
contractualmente, aunque no provenga del otro contratante, sino de un tercero
(fabricante, importador, distribuidor, etc.). Por ello se afirma en doctrina que:

28
Sobre la sanción al comerciante véase el párrafo segundo del artículo 63 de lay 7472.
³ odo aquel que emite un mensaje publicitario, en alguna medida tiene que
asumir el riesgo de la decepción de la confianza creada a través de él´.29
Sucede por lo tanto, la integración publicitaria del contrato. Gómez Calero
relaciona que el término ³integración´ pretende designar ³la composición de la norma
reguladora de la relación contractual´, se denomina ³integración del contrato´ al
³fenómeno jurídico-normativo de determinar y combinar las fuentes normativas
reguladoras de la relación contractual en su totalidad´ y se puede afirmar que la
integración publicitaria del contrato consiste, en esencia, en la incorporación del
contenido obligacional del mensaje publicitario al contrato que en virtud del mismo se
celebre, de tal modo que aquel contenido se erija en norma convencional reguladora del
contrato y venga a completar el conjunto de las obligaciones exigibles por el
consumidor o usuario contratante.30

El mensaje publicitario cumple la función de una oferta, la cual viene a


completar el contenido obligacional del contrato, y que el contrato, así integrado, es
vinculante para el proponente, por exigencia de la buena fe y de la confianza en la
negociación, generada por la publicidad en el ánimo de sus destinatarios.

Podemos aseverar que esta obligación legal31 del comerciante32 de respetar y de


considerar incluidas al contrato toda oferta, promoción o publicidad de bienes o

29
Morales, Moreno A.M., ³Contrato: información publicitaria´, enciclopedia jurídica, T.1, pp.
1644-1646.
30
Gómez Calero, Juan, Los derechos de los consumidores y usuarios, 1994, pp. 77-78.
31
Artículos 34 y 37 de la ley 7472.
32
La definición de ³comerciante´ la encontramos en el artículo 5 del Código de Comercio patrio,
el cual indica que se considera comerciante tanto a la persona física como a la persona jurídica, siendo la
naturaleza de esta última, y en concordancia con el articulo 17 ibídem, netamente mercantil.
servicios ofrecidos al público, no es nueva en la normativa nacional, sino que ha sido
actualizada a las situaciones en las que el consumidor o usuario, adquiriente de bienes o
servicios, ha recibido menos, o como sucede en muchos casos ha obtenido, por parte del
comerciante, una contraprestación diferente o distinta a la que le había sido ofertada
publicitariamente, también se da el caso en que se le omite, oculta o no se informa al
consumidor o usuario que la propuesta original o publicitada podrá ser objeto de
variaciones unilaterales por parte del oferente. (El oferente modifica las condiciones
ofrecidas al consumidor-usuario, de forma unilateral, poco tiempo después de que éste
último ha contratado o suscrito con él)

Como afirmamos en el párrafo anterior, lo dispuesto en los artículos 34 y 37 de


la Ley 7472, respecto de que se tienen por incorporadas al contrato toda información,
publicidad u oferta hecha al público, no es nuevo en nuestro ordenamiento jurídico. La
oferta se puede definir como una proposición unilateral que una de las partes dirige a la
otra con la finalidad de celebrar un contrato. El artículo 1010 del Código Civil patrio,
referente a la ³proposición´, dispone que quien hace una proposición no puede retirarla
si la misma ya fue aceptada por la otra parte.

En todo caso, si las condiciones originales del contrato, por las cuales el
tarjetahabiente como consumidor se vio motivado a contratar con la empresa emisora,
fueren variadas y si la oferta publicitaria no indica que el emisor podrá variar de tiempo
en tiempo el tipo de interés. Ante la oscuridad de las clausulas y una información
defectuosa, el tarjetahabiente puede solicitar remedios como la nulidad parcial del
contrato basada en el error.
Resulta pues, que para que haya un error relevante a efectos de anular el
contrato, basta con que el contratante a quien es imputable no haya informado
correctamente, ya sea porque facilito datos falsos, ya sea porque omitió datos ciertos. Se
requiere que ese error sea esencial, recayendo sobre aspectos previstos en el contrato o
presupuestos en el mismo, este requisito de error es fundamental para concretar el
contenido y extensión de los deberes precontractuales de información, que recaen
precisamente sobre aquellos datos cuyo desconocimiento o falsa captación determina la
esencialidad del error33.

Ahora bien, a pesar de lo dicho anteriormente, la mayoría de los consumidores-


usuarios desconocen por completo los remedios procesales para hacer valer sus
derechos ante un reclamo de anulación parcial o total del contrato de adhesión que les es
perjudicial.

El artículo 46 de la Ley 7472 34 establece que el consumidor podrá acudir a la vía


administrativa35, o acudir a la vía judicial36, sin que estas se excluyan entre sí, excepto si
se opta por la vía judicial. Esta norma nos remite al proceso sumario establecido en los
artículos 432 y siguientes del Código Procesal Civil, como el proceso a seguir en la vía
judicial.

33
Gómez Calle, Esther, Los deberes« pp. 28-40.
34
Ley de promoción de la competencia y defensa efectiva del consumidor.
35
Comisión Nacional del Consumidor, para asuntos relacionados con la garantía del bien o
servicio o incumplimiento de contrato
36
A efectos de reclamar la anulación de contratos de adhesión o el resarcimiento de daños y
perjuicios. Para los cuales la Comisión Nacional del Consumidor no tiene competencia.
Es importante destacar, que si bien desde el punto de vista del marco ideológico,
político y socio-económico costarricense se ha logrado una serie de reivindicaciones por
los derechos de los consumidores y usuarios, en virtud de la sanción de la Ley de
promoción de la competencia y defensa del consumidor N° 7472 y más recientemente
de la promulgación del decreto ejecutivo N° 35867-MEIC denominado Reglamento de
tarjetas de crédito y debito, se debe enfatizar en la necesidad de replantear el ítem
formativo del contrato para un sistema de contratación en masa, del que, en buena
medida, ³la publicidad negocial reemplazó a los tratos previos de que se ocupo el
derecRo civil tradicional´. Existía toda una mutación del contrato personal y previo al
contacto social y mecanizado. De allí la acorde reivindicación por adaptar el Derecho a
la realidad económica ubicando a la publicidad dentro del marco de los deberes y
responsabilidades contractuales37.

En ese sentido la jurisprudencia nacional ya se ha referido al respecto, La Sala


Primera de Casación de la Corte Suprema de Justicia, reconoce como característica
esencial del contrato "de tarjeta de crédito" la unilateralidad, refiriéndose a ella en los
siguientes términos:

³Los requerimientos de un tráfico económico acelerado, dentro del cual se Ralla


inmerso el sistema de la tarjeta de crédito, imponen una nueva técnica de contratación
diferente al método tradicional de la libre discusión inter partes, para la configuración
interna del negocio. Ello abre paso al contrato de adResión, el cual, supone, en cierto
modo, la unilateralización de las estipulaciones contractuales aplicadas con carácter
general y uniforme a todos los contratantes particulares que lo suscriben... En

37
Vallespinos Carlos Gustavo, Responsabilidad por daños a los intereses económicos del
consumidor, en la responsabilidad, autores varios, 1995. Pp 492-493.
consecuencia, la autonomía de la voluntad languidece ante cláusulas universales de
contenido predeterminado38´.

La corrección de la inadecuada información es una, de entre muchas otras, de la


justificación de la regulación económica entre competidores, donde los poderes públicos
intervienen en la economía, afectando el funcionamiento de los mercados y según Cases
Pallares citando a Majone y La Spina, se han señalado tres grandes notas características
de la regulación: ³la propiedad del sector regulado se mantiene en manos privadas; su
objetivo en principio no es sustituir al mercado o su lógica, sino corregir sus quiebras;
y constituye una actividad altamente especializada y técnica´39

Esa regulación, según Ariño, es la actividad normativa en la que el Gobierno


condiciona, corrige, altera los parámetros naturales y espontáneos del mercado,
imponiendo determinadas exigencias o requisitos a la actuación de los agentes
económicos40, sin embargo Reich reconoce que la intervención del Estado en la
economía también tiene límites, y más allá de esa actuación supone una violación del
principio de vinculación de derechos fundamentales. En ese contexto, señala, son
dignos de mención tres principios básicos:

ð? El principio de proporcionalidad
ð? El principio de igualdad
ð? El principio o cláusula del Estado de derecho41

38
? Sala Primera de Casación, sentencia Nº81 de las 15 hrs. del 20 de mayo de 1991.
39
Majone G. y La Spina A. ³Deregulation´ e privatizzazione: differenze e convergenze´, Stato e
Mercato, n. 35, 1992, p. 250, citado por Cases Pallares
40
Ariño Gaspar, Economía y Estado, 1993, p. 50.- Sobre la definición de ³agente económico´,
véase el articulo 2 de la Ley 7472.
41
Reich Norberto, Mercado y Derecho, 1986, p. 100.
Cabe advertir que también nuestra Sala Constitucional ha manifestado que existe
una exigencia constitucional de que las leyes que restrinjan la libertad empresaria deben
ser razonables y proporcionales; es decir, que debe haber proporcionalidad entre el
perjuicio que la medida restrictiva genera en el titular de la libertad y el beneficio que se
obtiene de ésta.42

En síntesis, se indica que ante la ausencia de tratativas preliminares, la


publicidad se integra al contrato, con sus consecuencias.

  A 
  c




Así contemplado someramente el modo en que se produce el funcionamiento del
sistema de la tarjeta de crédito, nos da la pauta de los elementos que integran el
contrato, como también del conjunto de relaciones que crea su operativa.

Distingamos ahora los distintos elementos de la tarjeta de crédito, los que


definiremos brevemente para luego analizarlos con mayor extensión.




42
Voto 4848-96 de la Sala Constitucional
  A   .

Por lo general, la tarjeta crea una triplicidad de relaciones entre los siguientes
intervinientes: entidad emisora, usuario-titular de la tarjeta y proveedor adherido al
sistema, pudiendo reducirse ocasionalmente a los dos primeros o extenderse a cuatro
por la intermediación bancaria.

Y es en este último supuesto cuando diferenciamos los sistemas cerrados de los


abiertos (en donde interviene la entidad financiera y no la emisora directamente).

Es característico del sistema, dado el encadenamiento de relaciones que produce


y su integración o coordinación en una finalidad común, que mientras la primera de las
partes intervinientes mencionada (entidad emisora) es una sola (o un grupo que actúa
como unidad), las otras partes deben ser necesariamente una multiplicidad de usuarios y
proveedores, a fin de dar operatividad y sentido al instituto, además de hacerlo útil y
rentable.

  A å p p.



En las dos fases de la operativa de funcionamiento consideradas, podemos
definir el objeto como el de producir un otorgamiento o apertura de un crédito de uso
eventual limitado o ilimitado, un diferimiento de pago y una posibilidad de ampliación
de clientela, y aumento en las ventas, en beneficio del proveedor adherido con el
acercamiento de la oferta y la demanda que el sistema produce y una directa utilidad
pecuniaria, por medio de cánones y comisiones por parte y a favor de la empresa
emisora.


  A A p.



El precio está representado por el canon periódico o intereses que abona el
usuario titular por la disponibilidad del crédito concedido, o por la comisión que el
proveedor abona sobre el total de las ventas efectuadas mediante el sistema.

 pp   


p


La tarjeta de crédito propiamente dicha, y sin perjuicio de lo que más adelante


podamos decir en cuanto a su naturaleza, es el elemento identificatorio y habilitante de
la operatoria a favor del usuario, que acredita su carácter.43

Para una mejor comprensión, debemos entender que la tarjeta asume el carácter
de un documento nominativo de legitimación, pero sin llegar a compararla con un titulo
valor, destinado a permitir al titular beneficiarse de las facilidades pactadas entre el

43
Valletta, María Laura. Diccionario jurídico, 3ed. Argentina
emisor y el proveedor adherido, pudiendo afirmarse válidamente que es un instrumento
que legitima activa y pasivamente a su titular.

 p 

Por lo expuesto se presenta este negocio como típicamente formal, pues se debe
instrumentar por medio de acuerdos de adhesión al sistema, firma de vouchers (aunque
no siempre), que hacen a la funcionalidad del instituto. Decimos que es típicamente
formal, porqué es necesario un mínimo de instrumentación para la seguridad y
operatividad del sistema.

El sistema se ha hecho estrictamente formal y escrito, habida cuenta de que el


contrato no sólo debe instrumentarse por escrito, sino que en particular se consideran no
válidos los acuerdos tipio solicitud de tarjeta; además, previo a ser firmado por las
partes y de conformidad con el artículo 12 del Reglamento de Tarjetas de Crédito y
Debito vigente44, es obligación del emisor la publicación de los modelos contratos de
tarjeta de crédito vigentes y los folletos en las aéreas de servicio al cliente y en su
página web, con la finalidad de que el usuario tenga acceso a ellos y tenga conocimiento
del contenido del contrato, previo a dar su consentimiento.

44
Decreto Ejecutivo N° 35867- MEIC, del 24 de marzo del 2010, publicado en el alcance N° 4
de la Gaceta N° 62 del 30 de marzo del 2010.
Para finalizar, la operatoria normal del sistema nos permite advertir que crea ella
una básica triplicidad de relaciones que convergen en una finalidad común, y que
podemos sintetizar de la siguiente forma:

c ? Relación entidad emisora-particular usuario de la tarjeta.

? Relación entidad emisora-proveedor de bienes y servicios adherido al


sistema.

 ? Relación usuario-proveedor adherido, que es la relación que conforma el


arranque para que cobre operatividad el sistema.

 ? Ocasionalmente, una entidad de franquicia o titular de licencia con un banco


franquiciado, licenciatario o administrador del sistema, relación que, sin
embargo, no se da en todos los casos. Éste sería uno de los llamados sistemas
abiertos en donde la entidad emisora no contrata directamente con el cliente,
pero mantiene el control operativo a través de autorización previa de
contratos a utilizar por los bancos adheridos, el control de la autorización de
operaciones, el clearing45 del sistema, etc.

45
Liquidación, compensación, canje, etc. Diccionario jurídico Valletta.
cc
    c   c
     

 

 



Como hemos visto, este instituto, al que tanto la doctrina como la
jurisprudencia46 concuerdan en calificar como complejo, no obstante esa primera
imagen, produce una clara coordinación de las relaciones de las partes intervinientes,
integrándolas en su propia finalidad como también en el vértice subjetivo, que es la
entidad emisora.

La entidad emisora es el único interviniente de las relaciones que crea el instituto


de la tarjeta de crédito, que por lo general es singular, ya que la propia operatividad del
servicio requiere que esté abierto a una multiplicidad de usuarios-titulares de tarjetas de
crédito y de proveedores de bienes y servicios, pues cuanto más amplio sea su espectro,
más efectivo será para todas las partes, así como también para asegurar su propia
permanencia y rentabilidad.

Procederemos a realizar un estudio analítico, sintetizado, de las partes


intervinientes y sus derechos y obligaciones.







46
Tribunal Superior Civil, sentencia n° 377 de las 8:00 horas del 30 de abril de 1980
?  
  



La entidad emisora47 de tarjetas de crédito, bien puede ser una empresa
especializada, sociedad cuyo objeto sea específicamente la operativa de este tipo de
servicio, como también puede ser una empresa comercial que opere su propio sistema
de crédito o una entidad financiera, que puede ser pública (estatal) o privada.

Como derecho esencial, de la entidad emisora, para el funcionamiento del


sistema, es el derecho a recibir el pago de contado o el pago mínimo por parte del
titular-usuario y de percibir la comisión de parte del proveedor-adherido, pero no es el
único derecho de la entidad emisora, a continuación procederemos a citar los derechos
que le corresponden a la emisora:

‘ recibir el pago del monto integro consignado en el resumen periódico, o de


recibir el pago mínimo con los correspondientes intereses financieros o moratorios en
caso de mora por parte del usuario-titular. Así también de recibir el porcentaje de
comisión previamente acordado (impuesto) de parte del proveedor-adherido, sobre el
monto de las ventas hechas por medio del sistema.

oijar un límite a la suma disponible, como está involucrado un ³contrato de


crédito´, y asumiendo la entidad emisora el rol de parte que proporciona el respaldo

47
Definición de entidad emisora la encontramos en el art. 2 inciso 11 del Reglamento de Tarjetas
de Crédito y Debito N° 35867-MEIC
financiero a la otra parte, es lógico reconocerle el derecho a establecer el límite del
crédito que concede. Si bien el monto del crédito debe estar prefijado en el contrato. El
monto del mismo puede variar, a criterio del ente emisor, que podrá ampliarlo si el
usuario aporta nuevas garantías o bien tomando en consideración la regularidad y
puntualidad en el cumplimiento de sus obligaciones.

Establecer los procedimientos que debe observar el usuario, el ente emisor,


actuando como ente administrador, le cabe el rol de organizador del sistema, pues se
sitúa en el vértice de las relaciones con los usuarios y los proveedores. A él le
corresponde, por un lado, recibir los pagos de los usuarios y, por otro, efectuar los pagos
a los proveedores. Es entonces lógico que le corresponda el derecho de establecer los
procedimientos a los que unos y otros deberán ajustarse para que el sistema funcione
correctamente. Claro, respetando siempre el principio de legalidad.

Exigir la restitución de las tarjetas, cuando se extingue la relación contractual,


el emisor tiene el derecho de exigir la restitución de la tarjeta, pues si el usuario ya no
pertenece al sistema no corresponde que permanezca en su poder ese instrumento.

Esta facultad de exigir la restitución es aún más justificada si la interrupción del


vínculo contractual ha tenido lugar antes del vencimiento del plazo de vigencia de la
tarjeta.

Suspender el uso de la tarjeta o extinguir el contrato de forma unilateral, en


caso de que el usuario no cumpla con su obligación de pagar el monto de las compras
hechas una vez hecho el corte del estado de cuenta mensual de la tarjeta, o la realización
del pago mínimo. Esto también le daría derecho al emisor de resolver o dejar sin efecto
el contrato. Pero, en tales casos debe incluir en el contrato la mención de las causas en
que se puede fundar ese derecho.

Ejercer las vías administrativas y legales de cobro, en caso de persistir la mora


por parte del usuario, en el pago del principal e intereses, el emisor tiene el derecho de
ejercer las gestiones cobratorias contra el usuario o fiadores, que le permitan recuperar
esos dineros.

Respecto de las obligaciones del emisor, existe por parte de las emisoras una
tendencia, no sólo respecto de las obligaciones de la entidad sino de todo el sistema, a la
desregulación del instituto, exponiendo que actualmente ya se da una adecuada
protección a las partes, a través de normas generales de defensa del consumidor48.

Por lo que es el uso y costumbres, como por las practicas de este negocio y las
regulaciones actuales, además de lo que podemos extraer del derecho comparado y de
normas del derecho privado, advertimos las siguientes obligaciones a cargo de la
entidad emisora:

48
Solo mediante la Ley 7472, su Reglamento, y las demás Leyes civiles y comerciales ya
existentes.
orente al titular-usuario, corresponde hacer el respectivo contrato por escrito y
entregar una copia firmada, entregar la tarjeta codificada y personalizada identificatoria
de su adhesión al sistema, mantener el funcionamiento del sistema y asegurar que el
usuario pueda disponer del crédito mediante la utilización de la tarjeta durante todo el
período de su vigencia.

En caso de que esta obligación no se cumpla, el usuario tiene derecho a


demandar la indemnización del perjuicio concreto que hubiese sufrido como
consecuencia de una suspensión del servicio o de una inhabilitación injustificada o
arbitraria. Funcionando al respecto las eximentes de responsabilidad propias del derecho
común.

Mantener información suficiente sobre los proveedores de bienes y servicios


integrantes, imponiendo la identificación de los mismos.

Practicar o realizar mensualmente las liquidaciones y resúmenes de gastos o


compras efectuados por el usuario.

Y en general, proveer los medios necesarios para salvaguardar al usuario contra


las prácticas desleales que pudieren utilizar los proveedores del sistema.
orente al proveedor de bienes y servicios adRerido, la empresa emisora tiene l
obligación de abonar, en los periodos acordados, el monto de todas las operaciones
realizadas por los usuarios del sistema, previa retención de su comisión; mantener una
información permanente y pormenorizada de todas las tarjetas de crédito en circulación,
con detalle de todas la inhabilitadas, y autorizar o desautorizar operaciones de los
usuarios si así corresponde, según su monto o el monto permitido a cada usuario o a
cada proveedor.

?    



El usuario es la persona titular del crédito otorgado, tenedora legitima de la
tarjeta de crédito49 propiamente dicha, cuya solvencia, responsabilidad y honorabilidad
ha sido debidamente constatada y confirmada por la entidad emisora con anterioridad a
la aprobación de la solicitud y a la emisión de la respectiva tarjeta identificatoria.

Ese control de solvencia es un elemento necesariamente vital dentro del sistema,


habida cuenta de que la emisión de la tarjeta de crédito significa o lleva ligada la
apertura de un crédito, que aunque sea limitado puede transformarse en ilimitado por el
mal uso que pueda darle el tarjetahabiente50, sea este por dolo o por la ignorancia de

49
Tarjetahabiente de acuerdo al Articulo 2 inciso 25 del Reglamento de Tarjetas de Crédito y
Debito.


Resulta preocupante la sobre oferta de tarjetas de crédito que se da en nuestro país. La preocupación
reside precisamente en la facilidad con que se colocan esos créditos, la alta morosidad que deriva de ese
exceso de crédito y consecuentemente todos los problemas sociales que acarrean los procesos ejecutivos,
la pérdida de bienes patrimoniales familiares y el embargo de salarios ? como resultado del no pago opor-
tuno de la deudas que se adquieren por ese concepto. (Exposición de motivos del proyecto de ley N°
17025, actualmente archivado).?
parte del usuario de sus implicaciones, y ocasionar graves inconvenientes al
funcionamiento mismo del instituto.

En este sentido no debemos olvidar que la entidad emisora de la tarjeta de


crédito crea, dentro de la comunidad de sus propios proveedores adheridos, un medio de
pago que puede ser utilizado libre y casi ilimitadamente en el tiempo (salvo las lógicas
inhabilitaciones de tarjetas) por parte del usuario.

De ahí que ese control de solvencia y responsabilidad que aunque pueda ser
estricto y riguroso, sea un importante elemento para la propia vigencia del sistema.

Con respecto a los ³u   del usuario de la tarjeta de crédito, procederemos


a mencionar y comentar los de mayor relevancia.

ertenecer al sistema, después de la firma del contrato y de la aceptación de la


tarjeta, el usuario concluye el contrato con el emisor, y a partir de allí pertenece al
sistema y se puede decir que, en general, tiene derecho a sus beneficios.

Usar la línea de crédito que se le concede, como lo ha señalado la doctrina, el


contrato de tarjeta de crédito es una especie de crédito giratorio o revolutivo. Se trata de
un crédito que está a disposición del usuario-tarjetahabiente, que éste podrá utilizar, ya
sea adquiriendo bienes o servicios, o ya sea obteniendo anticipos de dinero en efectivo.

En cualquier caso, el usuario tiene derecho a diferir el pago de sus consumos


hasta la época en que ese pago se hará exigible, según las cláusulas del contrato.

[a ser informado, siendo uno de los derechos fundamentales del usuario el de


recibir de la otra parte la información necesaria del funcionamiento del sistema y de
cómo ejercer sus propios derechos51. Este derecho a la información como la correlativa
obligación que le cabe al emisor de proporcionarla, se encuentra regulado por las
normas nacionales de protección al consumidor.

Impugnar las liquidaciones, le cabe al titular el derecho de impugnar las


liquidaciones. En razón de ello es obligación del emisor confeccionar y remitir al
usuario el resumen mensual y de informar al usuario los procedimientos para ello.

Rescindir el contrato o renunciar a la prórroga, (renovación automática) la


teoría general enseña que un contrato, por su fuerza obligatoria52, no puede ser

51
Derechos a la información. Artículo 46 de la Constitución Política, artículos 32, 34 y 44bis de
la Ley 7472, articulo 43 del Reglamento a la Ley 7472 y artículo 3 del Reglamento de tarjetas de crédito y
debito N°35867-MEIC.
52
Artículo 1022 del Código Civil.
modificado ni menos aún dejado sin efecto por decisión de una de las partes 53. Esa
regla, sin embargo cede cuando el contrato en cuestión ha sido concluido por adhesión
de una de las partes a las condiciones impuestas por la otra, como ocurre en nuestro
caso.

La normativa nacional, no indica expresamente el derecho del usuario de la


tarjeta de crédito, de rescindir unilateralmente el contrato, sino que lo plasma como una
obligación del emisor, pero le deja a este último la potestad de definir las causas por las
cuales el tarjetahabiente puede solicitar la rescisión unilateral del contrato.

El articulo 5 inciso 2.16 del Reglamento de Tarjetas de Crédito y Debito N°


35867-MEIC, estipula lo siguiente: ³Casos en que proceda la suspensión del uso de la
tarjeta de crédito o la resolución del contrato respectivo por voluntad unilateral del
emisor o del tarjetaRabiente´ (el subrayado no es del original).

En lo respectivo a la renuncia de la prorroga o renovación automática del


contrato, nuestra normativa nacional tampoco hace mención alguna referente a este
derecho. La única mención que se hace en nuestra normativa de protección al
consumidor y que guarda conexidad con el derecho supra mencionado es la potestad del
tarjetahabiente de rescindir el contrato de forma unilateral o de continuar con el mismo,
toda vez que el emisor desee modificar las condiciones contractuales, para lo cual
deberá poner en conocimiento de forma previa, en un tiempo legalmente establecido,
53
³Consumado un contrato en condiciones normales, cada contratante queda obligado a
cumplirlo en el tiempo y modo estipulados, sin que ninguno de ellos pueda excusarse de verificar la
prestación que le incumbe a pretexto de que le es perjudicial«´ Brenes Córdoba, Alberto, Tratado de los
Contratos, pag. 87, 5ª. Ed., 1998. SJ. CR. Edit. Juricentro.
de las tales variaciones contractuales al usuario y este último tendrá un plazo,
legalmente establecido, para referirse a ello, de no hacerlo dentro del plazo otorgado se
tienen como aceptadas las modificaciones.54

Reposición de la tarjeta en caso de robo, pérdida o deterioro, o cuando, por


cualquier otra causa que no sea la inhabilitación, el usuario quede imposibilitado de usar
la tarjeta, tiene derecho a que el emisor le reponga el instrumento.

Es una consecuencia de la obligación de éste último de asegurar al titular la


utilización de los servicios que presta el sistema. Se enlaza, además, con la obligación
del titular de denunciar de inmediato la pérdida o robo de su tarjeta, para evitar que
terceras personas hagan un uso indebido de ella y para liberarse de la responsabilidad
por los gastos que se originen, sin su consentimiento.

Por las mismas razones por las que tiene derecho a la reposición, el usuario tiene
desecho de ser rehabilitado en caso de que el servicio le haya sido suspendido sin
justificación razonable.

Iniciar acciones por reparación de daños aun cuando la tarjeta Rubiese sido
cancelada, el artículo 46 de la Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva
del Consumidor N°7472, en su último párrafo indica lo siguiente: ³Los procesos que se

54
Articulo 44bis inciso d) de la Ley 7472, artículos 10 y 11 del Reglamento N° 35867-MEIC del
2010.
entablen para reclamar la anulación de contratos de adResión o el resarcimiento de
daños y perjuicios en virtud de violaciones a esta Ley, para los cuales la Comisión
nacional del consumidor no tiene competencia, serán conocidos sólo por los órganos
jurisdiccionales competentes, de conformidad con este artículo´.

Si bien es cierto este artículo nos remite a la vía judicial en caso de plantear la
anulación de contratos de adhesión o el resarcimiento de daños y perjuicios, de su
interpretación

El usuario de la tarjeta de crédito tiene, como ³


   a su cargo, la del
pago de las liquidaciones periódicas por el uso que haga de su crédito en la compra de
bienes o servicios55. Es la principal obligación, porque sin su cumplimiento el sistema
no puede funcionar.

La total responsabilidad por la tenencia, conservación, y en caso de un


eventual extravío de la tarjeta, la obligación de reportar el robo o perdida de la tarjeta; la
de identificarse debidamente para controlar que la tarjeta personalizada la use quien
corresponda (medida que beneficia también al tarjetahabiente; en caso de robo o perdida
de la tarjeta); la utilización de su crédito sólo hasta el máximo permitido a su cuenta;
asumir la responsabilidad por las compras hechas con las tarjetas adicionales y
autorizadas por el tarjetahabiente para uso de terceros; la obligación de conservar en un
lugar seguro la clave o ³pin´ de su tarjeta y no revelársela a ninguna otra persona; y por

55
Articulo 30 inciso a) del Reglamento N° 35867-MEIC del 2010
último la obligación de firmar los cupones o ³voucRers´ de cada una de las compras
realizadas en los comercios adheridos al sistema.56

El recientemente promulgado Reglamento de arjetas de Crédito y Debito N°


35867-MEIC del 2010, en su artículo 30 menciona algunas de las obligaciones para el
tarjetahabiente arriba indicadas; pero además señala en el mismo artículo otras
obligaciones para el tarjetahabiente tales como; solicitar y guardar los comprobantes de
las compras realizadas y de los pagos hechos por el mismo; mantener actualizado ante
el emisor su domicilio así como también cualquier otro medio que hubiese indicado
para recibir los resúmenes mensuales; reportar de inmediato al emisor en caso de no
recibir los resumes mensuales de su tarjeta; informarse sobre las tasas de interés y otros
cargos, así como también de los procedimientos para efectuar reclamos y efectuar los
mismos dentro de los plazos establecidos en el contrato.57

? å         





Los proveedores de bienes y servicios adheridos al sistema de tarjeta de crédito
son los que se obligan a aceptar cualquier operación, o algunas determinadas, que
dentro de los límites del acuerdo de adhesión celebrado con la entidad emisora, les
propongan o soliciten los usuarios tenedores de tarjetas adheridas a ese mismo servicio.
Estas operaciones se perfeccionaran, además de la forma usual, con otra especial

56
Algunas de estas obligaciones se encuentran en varios incisos del Reglamento N° 35867-
MEIC del 2010.
57
En nuestra opinión estos incisos más que enunciar obligaciones para el tarjetahabiente; le
insinúan o le aconsejan informarse de estas; a efectos de evitar imprevistos.
formalidad, cual es la firma del cupón o ³voucRer´ que provee la empresa emisora y
previa presentación de la tarjeta personalizada.

Sus v
  ´ son, en general, las de prestar al titular usuario de la tarjeta
de crédito, el servicio o los bienes en iguales condiciones que a cualquier otro cliente
normal y de pago en efectivo; respetar los precios cotizados al público; controlar la
identidad del usuario y la habilidad de la tarjeta dentro de los listados que la empresa
emisora tiene la obligación de proveer, o en su defecto consultar la misma mediante los
medios telefónicos u electrónicos que la empresa emisora indique al proveedor
adherido; que se firma en su presencia los cupones o ³voucRers´ y confrontar la firma
con la identificación del tarjetahabiente, no exceder los limites de compra o requerir
autorización especial para ello en su caso; entregar original de la factura de compra de
bienes o de prestación de servicios conjuntamente con la copia del cupón o ³voucRer´;
presentar, dentro de las fechas o periodos acordados, la liquidación a su favor de todas
las operaciones realizadas durante el periodo inmediato anterior y reconocer a favor de
la empresa emisora una comisión sobre el total de esa liquidación o facturación.

 ? 
  
c


  



El sistema operativo de la tarjeta de crédito crea para las partes intervinientes
una serie de ventajas que será útil estudiar, pero también tiene inconvenientes que deben
ser puestos de manifiesto, para una compresión del sistema en sí.
Estudiaremos lo expuesto, desde el punto de vista de cada uno de los sujetos
intervinientes, esto es, para el titular usuario, para el proveedor adherido y para la
entidad emisora.

        


 



Debemos revertir nuestro estudio hacia el país de origen, hipótesis de la mayoría
de autores, los Estados Unidos de América, para el consumidor en general la tenencia o
titularidad de una tarjeta de crédito es una costumbre que se ha introducido como una
prolongación de su persona en el ³american style of living´58, convirtiéndose en un
elemento de uso diario en constante aumento59, en nuestro país la tarjeta de crédito
concede cierto ³status´ social, según sea la clase o cantidad de tarjetas de que pueda
valerse una persona; de ahí que esta motivación psicológica, este sentimiento
hábilmente explotado por las empresas emisoras en su publicidad, sea caracterizado por
muchos autores como una de las singulares ventajas del instituto de la tarjeta de crédito.

Pero si tenemos que hablar pura y simplemente de las ventajas para el titular,
citaremos básicamente dos:

58
³Estilo de vida americano´
59
³El uso de tarjetas de crédito como medio de pago sigue ganando adeptos entre los
costarricenses. Este mercado creció un 38% en los últimos años a pesar de la crisis económica«´ pag. 9,
Periódico La República del 24/07/2010.
Facilitar y simplificar los pagos, mediante la sustitución del efectivo, del pago en
moneda, evitando su transporte, mediante la sola presentación de la tarjeta y firma del
voucher.

Obtención de crédito en forma automática, dentro de los límites del acuerdo con
la entidad emisora, postergando su pago a cada periodo mensual o cantidad de cuotas
que se permitiere en el sistema.

Otras ventajas, derivadas de las mencionadas, serían la de facilitar la


contabilidad personal, eliminando el sistema de multiplicidad de créditos y unificándolo
en uno solo, mediante la liquidación mensual o periódica acordada; así como también
facilitar la justificación de gastos profesionales, de representación, etc., cuando se
cuenta con tarjetas empresarias.

Entre los inconvenientes que normalmente se citan en la utilización de la tarjeta


de crédito se encuentran los siguientes:

Posibilidad de excederse en gastos o consumos, porque la falta de movilización


de efectivo puede llevar a un descontrol y sucumbir a la tentación de comprar bienes
innecesarios, influido por los medios de publicidad masiva.
La posibilidad de pérdida o robo de la tarjeta que, inadvertido por su titular,
puede ocasionarle un costo imposible de calcular60.

El pago de un canon anual, que a veces es excesivo y que internacionalmente no


siempre es tan elevado como el que se cobra en nuestro país.

 å         



El sistema de tarjeta de crédito es para el proveedor una fuente de ventajas que
compensan más que suficientemente los eventuales inconvenientes que le podría
plantear su uso.

El uso le permite obtener una solida garantía de pago de parte de la empresa


emisora, ya que se exime de los riesgos de cobranza al ampliar los márgenes de crédito
disponibles a favor de la clientela usuaria de esa tarjeta, a quien, sin conocerla, llega,
por medio de su inserción en las listas de comercios adheridos que provee al titular-
usuario, la empresa emisora.

60
Dado que, en la generalidad de los casos, el acuerdo por adhesión hace al titular usuario de la
tarjeta responsable de todos los gastos que se realizaren con ella hasta que la empresa emisora haya
recibido la notificación por escrito de la pérdida o robo, a falta de aviso, le corresponde al titular admitir
la responsabilidad por todos los gastos efectuados con la tarjeta de crédito.
Otra ventaja es la correspondiente ampliación y expansión de su volumen de
ventas por ³el incentivo psicológico a la compra´ que brinda la posibilidad de comprar
sin desembolso alguno de dinero efectivo.

Constituye una ventaja el ahorro de costos para el comerciante desde dos puntos
clásicos: uno, el ahorro de tener su propio departamento de créditos e informaciones
comerciales de solvencia; y otro, el ahorro de gastos de publicidad, lo cual se logra ´por
medio de la propia empresa emisora, que es la gran interesada en adherir a su sistema l
mayor cantidad de proveedores de bienes y servicios como elemento de éxito de su
organización.

Es también, en la generalidad de casos y países, un símbolo de importancia


colocar a la vista de todos los emblemas que caracterizan su adhesión a determinadas
tarjetas y honrar a sus titulares usuarios.

Finalmente, evita al comerciante el exceso de efectivo en caja, con lo cual


reduce sus riesgos de robo o hurto, evitando los traslados de dinero a los bancos.

Entre los inconvenientes que el sistema causa al proveedor observamos el pago


de la comisión pactada sobre las ventas realizadas, comisión que se descuenta sobre la
base de distintos porcentuales, según sea la índole del negocio y de los productos
vendidos por el proveedor.
Pero, para el caso de nuestro país, cabria agregar dos características más que
suelen ser de público y notorio conocimiento.

Por una parte, al proveedor le es desventajoso percibir el pago de las ventas por
él realizadas y liquidadas a la empresa emisora, en muchos casos, después del plazo
pactado en el acuerdo, pues queda sujeto a la perdida que comporta el envilecimiento
monetario.

Por otro lado, lo cual es obvio en nuestro país, al proveedor adherido al sistema
de tarjetas de crédito se le quita la posibilidad de ocultar sus ventas o beneficios al fisco.

 A   
  



Si bien para muchos la posición de la entidad emisora sería sumamente fácil y
ventajosa, por lo interesante de sus beneficios, en un sinnúmero de casos, las
dificultades e inconvenientes pueden llegar a ser de tal envergadura, que hagan
naufragar a la empresa.

No obstante, veamos sus ventajas e inconvenientes en la generalidad de los


casos.
En primer lugar, el sistema permite un modo sumamente rentable de inversión
monetaria, ya que la entidad emisora61 percibe beneficios de las otras dos partes de la
relación.

Del proveedor comerciante, mediante el descuento de porcentajes que por


comisiones le cobra la entidad emisora.

Del titular usuario, por los cánones anuales, gastos administrativos o intereses,
según sean las distintas formas de operar.

Según fuere la índole de la entidad emisora, será la ventaja que logre en la


captación de clientes.

En efecto, si se trata de una entidad especializada, la jerarquía de su sistema le


permite atraer mayor clientela usuaria de la tarjeta y, por ende, mayor beneficio. Si la
entidad emisora fuere una entidad bancaria, ello promoverá, en el giro del sistema, una
mayor afluencia de depósitos en cuenta corriente por las previsiones de pago de
liquidaciones.

61
Vértice coordinante e integrativo del sistema.
Y finalmente, si la entidad fuere una empresa comercial que emite su propia
tarjeta de crédito o de compra, el servicio le permitirá ingresar en una gama más diversa
de consumidores que, tentados por el pago diferido, constituirán una ampliación de
cartera o de clientela.

Y también, como ventaja en general, el sistema operativo de la tarjeta de crédito


reduce la utilización del cheque como instrumento de pagos, ya que tanto la entidad
emisora como el titular usuario limitan sus libranzas a una sola por periodo, evitando
una libranza por cada operación; y para las entidades bancarias emisoras significa un
ahorro de costos de impresión de cheques, que es uno de los más elevados dentro de su
operatoria.

Los inconvenientes para la empresa emisora podemos sintetizarlos en tres:

Los abusos a que se puede prestar la tarjeta de crédito en los casos de robo,
hurto, o que los propios titulares usuarios insolventes hagan compras fraudulentamente
que después no tienen intención de pagar.

El elevado costo operativo propio de los programas de informaciones de


solvencia, de la publicidad y de marketing, que es para la empresa necesario y
permanente.
Y como consecuencia de los anterior, el elevado costo administrativo en
personal, instalaciones y equipamiento.




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