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Elida Giraldo1
Universidad de Antioquia, Colombia
Resumen
Aún sigue vigente la importancia de indagar acerca del currículo para poder entender
las prácticas educativas. En este artículo, intentamos hacer visibles las concepciones
y definiciones de currículo en el contexto colombiano. Para tal fin, analizamos los
discursos curriculares en Colombia durante el período comprendido entre 1970 y
2008, décadas cruciales en la historia del currículo en el país. Los resultados aquí
presentados son parte de un estudio más amplio, en el cual seleccionamos tres
revistas en educación, con misiones diferentes, editadas por instituciones de distinta
índole, y dirigidas a audiencias diversas. Establecimos la palabra currículo como
categoría de búsqueda y análisis, revisando así un total de 171 artículos. Este estudio
muestra que los discursos curriculares en Colombia son diversos, así como las
concepciones y definiciones de éste.
1
La autora es PhD en Educación: Currículo e Instrucción, Especialista en Estudios sobre Mujer y Magíster en
Educación. Sus áreas de interés abarcan, entre otras, la investigación cualitativa, los estudios curriculares, y las
políticas públicas. Actualmente, es investigadora, docente y asesora vinculada a la Facultad de Educación de la
Universidad de Antioquia e integrante del Grupo de Investigación FORMAPH.
Abstract
Introducción
En este sentido, consideramos no sólo importante sino necesario indagar acerca del
currículo en el contexto colombiano, intentando hacer visibles sus concepciones y definiciones,
así como las implicaciones que éstas pudieran tener en las formas de ser y hacer en los espacios
educativos y en los discursos que circulan en la cotidianidad de los distintos actores. Para realizar
dicha indagación, es indispensable hacer una contextualización de los discursos curriculares en
un momento y espacio determinados con el fin de dar cuenta de los ordenamientos, dependencias
en el tiempo, encadenamientos, redes de incompatibilidades y compatibilidades y
funcionamientos que las concepciones y teorías sobre el currículo visibilizan en el horizonte de
la historia. Los resultados aquí presentados hacen parte de un estudio más amplio, en el cual
indagamos sobre los discursos curriculares en el contexto colombiano en los periodos
comprendidos entre 1970 y 2008, períodos que han sido cruciales en la historia de la teoría
curricular en nuestro país y en el contexto estadounidense.
Con el fin de realizar tal análisis, requerimos entender no sólo las teorías y concepciones
curriculares en nuestro contexto sino también en el contexto en el cual fueron originadas. Y, tal
como lo expresa Lundgren (1997), la mayor parte de los estudios e investigaciones sobre
currículo y teoría curricular en el mundo anglosajón proviene de los trabajos realizados en
Estados Unidos. En el caso, por ejemplo, de Gran Bretaña, los estudios curriculares se
desarrollaron desde mediados de la década de los sesenta, a partir de la innovación curricular que
tuvo lugar en Estados Unidos (Lawn y Barton, 1981). En ese sentido, estamos de acuerdo con la
afirmación que dice: “es casi imposible interpretar el término „currículum‟ o comprender las
teorías curriculares sin una cuidadosa referencia a los contextos en los que surgieron” (Lundgren,
1997, p. 73). Y, dado que la literatura sobre currículo nace en el contexto estadounidense, como
lo expresa el mismo autor, consideramos necesario explorar los discursos curriculares en
Colombia tomando como contexto de referencia las teorías curriculares producidas en Estados
Unidos. Si bien nuestro propósito no ha sido comparar ambos contextos, dado que las teorías
curriculares de los Estados Unidos no tienen una relación directa con las teorías curriculares de
otros países (Lundgren, 1997), sí pretendemos indagar sobre aquellas teorías que circularon en
nuestro país y sus posibles relaciones con las teorías estadounidenses.
Así mismo, en nuestro país en los últimos años, es frecuente leer en discursos oficiales la
necesidad de mejorar la educación y para este propósito se recurre a una serie de reformas que
van desde la cobertura, la eficacia y puesta en marcha de estrategias que tocan con las prácticas
de las instituciones educativas, como es el caso de la promulgación de los estándares
curriculares, los cuales son publicados por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) y se
“constituyen en una guía para el diseño del currículo, el plan de estudios, los proyectos escolares
e incluso el trabajo de enseñanza en el aula; la producción de los textos escolares, materiales y
demás apoyos educativos, así como la toma de decisión por parte de instituciones y docentes
respecto a cuáles utilizar” (2006, p. 20).
A Modo de Contexto
En relación con los estudios hechos sobre las concepciones, definiciones y/o discursos
curriculares en el contexto colombiano, se han hecho varios estudios sobre currículo que se han
aproximado a éste desde distintas perspectivas y que han abarcado distintos periodos históricos.
Tal es el caso, por ejemplo, del estudio hecho por Martínez, Noguera y Castro (2003), quienes se
centran en las “reformas educativas” en Colombia y las contextualizan en un panorama que de
“cuenta de la dimensión mundial” (pp. 10-11). En su estudio, analizan “las transformaciones que
ha sufrido la educación y la enseñanza en Colombia durante la segunda mitad del siglo XX” (p.
19), utilizando la categoría campo del currículo para el análisis. Igualmente, en el trabajo
compilado por Aristizábal (2008), distintitos/as autores/as estudian el paradigma anglosajón en
Colombia entre 1965 y 1975. En este estudio, se interrogan por el lugar de la pedagogía en el
marco de las concepciones de currículo que se introdujeron en nuestro país durante esta década,
y a su vez concluyen que el currículo ha hecho que la pedagogía se convierta en un apéndice de
la teoría curricular, donde lo curricular representa el poder del Estado para controlar de acuerdo a
las demandas económicas.
Apuntes Metodológicos
Sobre el Análisis
Tipos de Currículo.
Los tipos de currículo hacen referencia propiamente a las definiciones del mismo en los
artículos analizados. Entre éstos se destacan, el currículo oculto; el currículo propio; el currículo
propuesto, desarrollado y logrado; y el currículo transversal. Cada uno de ellos hace referencia a
una forma particular de significar el currículo.
Currículo oculto.
Currículo propio.
La noción de currículo propio está basada en una lógica común a los distintos pueblos
(Trillos, 2001) se encuentra presente en los artículos analizados. Desde la mirada, también se
plantea que el currículo debe responder a las necesidades regionales que va en la misma
dirección del diseño curricular del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), se debe incluir
las necesidades regionales de desarrollo tecnológico y de capacitación laboral. El “diseño y
desarrollo de un currículo propio [es] entendido como una negociación cultural entre la
comunidad y el maestro, y como un proceso formativo a largo plazo” (Asociación de Cabildos
Indígenas, 1998, p. 47).
Y, si bien parte de un currículo nacional, tal como lo afirma Lozano (1998), este es un
currículo diseñado para adaptarse a las características propias de la población con la cual se
trabaja, Siguiendo al autor, esta adaptación se evidencia cuando el área de “religión, por ejemplo,
no desconoce la gran riqueza mítica de las diferentes comunidades, el español se asume como
una segunda lengua; la matemática y la biología se amoldan a las condiciones específicas de la
selva” (p. 51). O, cuando “el currículum de los programas de estudios musicales…asum[e] como
objetos de estudio e interpretación las músicas propias” (Asprilla, 2003, p. 15).
Esta definición de currículo propio nos advierte de la tensión existente entre un currículo
hegemónico y un currículo específico para comunidades y territorios con características
particulares. A nivel nacional, se establecen disciplinas/áreas escolares que son obligatorias para
todas las instituciones educativas, y éstas deben estar presentes en el legado académico de las
instituciones. Y aunque estas áreas se puedan adaptar, sigue evidenciándose la preeminencia de
ciertos saberes sobre otros, la supremacía de aquellos saberes reconocidos y validados por los
grupos y las epistemologías dominantes sobre los saberes ancestrales y autóctonos que dan
cuenta de otras cosmogonías y epistemologías.
El currículo también se define desde los escenarios en los que acontece y las funciones
que este representa. En uno de los artículos Guacaneme (1999) presenta la clasificación del
currículo según el TIMSS (Trends in International Mathematics and Science Study), aludiendo a
cómo esta clasificación da cuenta igualmente de unas definiciones. Así:
El currículo propuesto está integrado por los contenidos de matemática y por las metas
instruccionales y de aprendizaje…. El currículo desarrollado en el aula de clase se
describe a través de cómo los profesores interpretan el contenido en matemática y como
lo hacen accesible a sus alumnos…El currículo logrado o alcanzado está definido como el
contenido y las habilidades en matemática que los alumnos han aprendido y sus actitudes
hacia este campo del saber (p. 15).
Esta clasificación nos permite establecer diferencias entre el currículo que se propone, se
actúa y se vive; sin embargo, restringe la mirada sobre cada uno de éstos a actores y niveles
particulares de realización. De igual forma, permite ver una mirada secuencial y lineal del
currículo, en la cual se espera una “trayectoria lógica” entre lo que se intenta a nivel
institucional, lo que acontece en el aula y los efectos en los estudiantes.
Currículo transversal.
El currículo transversal es otro tipo de currículo presente en algunos textos. Por ejemplo,
Fuentes (2006) lo define como aquel currículo que “cuestiona la neutralidad y la objetividad del
conocimiento y del saber científico”, en el que están explícitas “las diferencias
socioeconómicas, urbano/rural, de edad, de sexo, étnicas, religiosas, de orientación sexual” (p.
10). Aquí el currículo transversal estaría referido a un currículo crítico que reconoce su carácter
ideológico y neutral, y que a la vez reconoce su carácter social, cultural e histórico. Contrario al
planteamiento de otros autores (Bermúdez, 2001; Tovar, 2001), la transversalidad para Fuentes
(2006) se asimila más al carácter de construcción social del currículo y a la concepción sobre
currículo oculto que a un elemento y/o contenido que está presente y cruza los contenidos y las
prácticas educativas.
Llama la atención que este autor ofrezca una definición diferente (y novedosa) de
currículo transversal. No lo presenta como aquellos contenidos que recorren e impregnan todo el
currículo y los cuales están presentes en la selección y organización de contenidos y propuestas
educativas, sino como formas de cuestionar la jerarquía de los saberes y la cientificidad de los
mismos, así como su función en la (re)producción de subjetividades.
Concepciones de Currículo.
Los artículos analizados también permiten dar cuenta del conjunto de ideas que se han
formado sobre el currículo en nuestro país. Algunas de ellas hacen referencia al currículo como
principio organizador; como dispositivo de control; como programa con múltiples recorridos;
como secuenciación de temáticas; como sistema, como hipótesis de trabajo, como guía; como
campo; y como posibilidad y limitación.
En esta misma línea, Mockus et al. (1984) señalan las “virtudes” unificadoras del
currículo. Los autores parten de la noción de sistema como “conjunto de objetos con sus
relaciones y operaciones”, y continúan diciendo que este “es un principio formal y muy general,
que podríamos llamar metodológico o meta-matemático, que probablemente es demasiado
abstracto y rígido para convertirse en guía estructural de la enseñanza de las matemáticas a
cualquier nivel, y sobre todo a nivel primario. La prueba es que los programas no recurren,
afortunadamente, ni en la exposición de los contenidos, ni en las explicaciones que anteceden a
algunas actividades, a esa formalización” (p. 12).
Desde estas perspectivas, el currículo aparece como un eje para estructurar la educación,
en palabras de Martínez y Rojas (1984, p.8) el afianzamiento de la estrategia administrativa
comenzó a proponerse en el país una educación estructurada alrededor de la concepción y la
práctica del currículo. Se entendió el currículo desde lo planteado por el Estado como un sistema
dinámico por componentes como objetivos, actividades, materiales didácticos e indicadores de
los objetivos; estableciéndolo como un proceso, que corresponde al planteamiento de la
Tecnología Educativa con el propósito del currículo.
Se le ve como un programa que ha de ser organizado, con actividades, para cumplir unos
fines y propósitos a los cuales no se les ha realizado valoración alguna. Metafóricamente se le ve
como una ciudad, que ha de ser diseñada para ser transitada por los escolarizados, no para ser
construida, también por éstos, aun así, en ella, éstos comparten experiencias, experimentan,
investigan. La mirada limitada con la que es abordado el discurso del currículo, lo deja ver de
igual manera como un componente del que hacen parte áreas de saber, asignaturas, proyectos
pedagógicos, temas, problemas, que se ven trabajados de por la comunidad educativa, de manera
articulada e interdisciplinaria, para hacer de la escuela un “espacio abierto a la sociedad y a los
problemas cotidianos de las comunidades”. Emerge esta perspectiva curricular, gracias a la Ley
General de Educación, como norma con la que se dinamiza la configuración del currículo.
Parte fundamental del PEI es el currículo, esto es, el programa organizado de actividades
que permitirá hacer realidad los fines y propósitos de la educación previstos en la ley
general de educación y el PEI. A diferencia de lo que antes entendíamos por currículo,
ahora debemos considerarlo como una especie de ciudad, diseñada de tal manera que los
estudiantes puedan transitarla en múltiples direcciones, ir y venir a través de puentes,
autopistas, viaductos y canales, buscando puntos de vista, compartiendo experiencias,
investigando, experimentando (p. 54).
calidad curricular está dada cuando la cuadrícula escolar funciona en coherencia con el orden
establecido.
Las prácticas curriculares y la noción misma de currículo varían con los momentos
históricos, dependiendo de los avances en las investigaciones pedagógicas, y en general
de los avances en las ciencias sociales; y con base en el desarrollo de las disciplinas del
conocimiento. Por ejemplo, hace unas dos décadas, el currículo era entendido como una
selección y organización de objetivos comportamentales, o como la secuenciación de
temáticas; y se objetivaba en una programación detallada en la que se dejaban explícitos
los tiempos. Los medios, los criterios evaluativos. Este modelo estaba sustentado en una
racionalidad derivada de las ciencias básicas en las que “es posible” organizar y
jerarquizar los conceptos y teorías consideradas fundamentales y que deben ser parte del
trabajo escolar, para de este modo definir unidades de trabajo pedagógico. El criterio que
se privilegiaba en este planteamiento era el conocimiento como eje organizador del
currículo. (p. 13).
El currículo por procesos, rompe con el currículo que se comprende y despliega a partir
de objetivos verificables y observables previamente definidos, con base en los cuales se
organizan contenidos de enseñanza a partir de secuencias temáticas. En el currículo por procesos,
el currículo no descarta líneas de anticipación, configuradas a partir de hipótesis tomadas con
base en razonamientos y formuladas provisionalmente para guiar el trabajo escolar, sin descartar
las adaptaciones y acomodaciones que demande la negación o demostración del supuesto.
Descarta eso sí, el aislamiento en la organización que se presenta en los componentes del
currículo técnico, para proponer un currículo que se entiende como un sistema, es decir, como un
conjunto de partes funcionando sinérgicamente para la consecución de un fin determinado.
A partir del sistema como tecnología, fue posible introducir de forma masiva la mirada
sistémica de la realidad, en la que se establece la importancia de estudiar no sólo las partes y los
procesos en forma aislada, sino también las interrelaciones y las interacciones dinámicas entre
ellos. El enfoque sistémico publicitado como susceptible de ser aplicado en diferentes niveles y
en general a cualquier problema que se encontrara en el contexto educativo al ser enfocado como
sistema, implicó en tal perspectiva, formas de seguimiento y evaluación que dieran cuenta de los
procesos en los estaban inmersos estudiantes y docentes, para con base en estas entradas de
información realizar reconstrucción de los mismos.
procesos en los que están inmersos estudiantes y docentes, y que permiten reconstruir y
hacer seguimiento de los mismos…. En este sentido, el currículo es asumido como una
hipótesis de trabajo, como una guía en borrador, que se somete a ajustes y modificaciones
según las exigencias de su desarrollo y dependiendo de las dinámicas del trabajo escolar.
Pero no es claro en este punto que se parte de la anticipación de algunas líneas
curriculares de base. (Gómez-Rojas, 1997, p. 14).
Como campo.
Tal como lo señala el autor, esta primera metáfora se estabiliza en la investigación, con la
semejanza en las relaciones entre los campos curricular y social. Pareciera que el intercambio
entre los campos, como lo afirma (Ricoeur, 2001), supone la semejanza en la diferencia que la
metáfora problematiza como modelo.
En este sentido, no sólo es visto el currículo como un dispositivo sino como un campo
con sus reglas, luchas, recursos y narrativas, siendo las reglas la discusión, el empoderamiento
del estudiante y participación de la comunidad.
Aunque notamos en la mayoría de los/as autores/as una posición crítica frente al currículo
y a su función reproductora en los escenarios educativos, podríamos afirmar que esta posición
crítica también resalta el potencial que tiene el currículo para transformar, promover e
interrumpir prácticas sociales y contenidos culturales en distintos escenarios. Así, por ejemplo,
los contenidos curriculares son vistos como un elemento central en la vida de la universidad y en
su transformación, tal como lo señala Papacchini (2001). Estos pueden dar cuenta de las
prácticas actualizadas u obsoletas en las que se haya una universidad y albergar “ideas
innovadoras contra lo establecido, y [nuevos] valores y estilos de vida de una sociedad y cultura
determinada” (p. 19).
En este mismo sentido, Gómez (1995) plantea que “algunos programas curriculares se
estructuran en función de objetivos explícitos de equidad social en el acceso a la educación
superior…otros programas curriculares optan por esquemas de selectividad individual” (p. 9). O,
se organizan según “estrechas concepciones mono-disciplinarias, desarticuladas entre sí, o como
saberes interdisciplinarios” (p. 6), lo cual afecta “la organización académica en Departamentos
mono-disciplinarios, las relaciones entre Facultades y Departamentos” (p. 6). En este caso, el
autor no solo concibe las posibilidades y limitaciones que ofrecen los programas curriculares
sino que también establece una relación directa entre la forma como están configurados los
Conclusiones
De igual forma, podemos señalar cómo el currículo actúa en doble vía: puede contribuir a
perpetuar las prácticas sedimentadas y el orden social existente, como también contribuir a
desmantelarlas, a recrear nuevas visiones e interacciones y formas distintas de relacionarse con
los otros, con el conocimiento. Si lo vemos de esta forma, por ejemplo, el currículo no solo
forma en la inequidad social sino también en prácticas que promuevan relaciones más equitativas
y justas. Si bien hay una tendencia a considerar el currículo fundamentalmente en términos de
contenidos académicos y disciplinares, podemos señalar que desde una visión del currículo
oculto, por ejemplo, se puede señalar la importancia de los contenidos curriculares que no
restringen exclusivamente a los académicos.
Igualmente, nos parece importante señalar cómo en los textos analizados aparecen
conceptualizaciones interesantes sobre sobre el currículo y re-significaciones de éste. Por
ejemplo, en 1998, aparece la noción de currículo propio. También, al inicio del siglo XXI, hay
una definición sugestiva de lo que es currículo transversal (Fuentes, 2006), la cual está más
cercana a la definición de currículo oculto o al carácter de construcción social del currículo.
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