PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
INTENSIDAD DE LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA VS LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
El inicio de una nueva constitución política en Colombia, parte en dos la dinámica
del Derecho administrativo en el ordenamiento jurídico nacional, si tomamos en cuenta que el derrotero de la constitución de 1886, era de tipo administrativista, entendiéndose esto como una visión meramente protocolaria en el sentido de que la aplicación de la norma administrativa era reglada en lo referente a que se aplicaba taxativamente, sin lugar a replica alguna.
Con la promulgación de la constitución de 1991 y en el marco del denominado
Estado Social de Derecho, entran en juego las garantías y derechos fundamentales, dándole un giro a la aplicación del derecho administrativo, integrando la Constitución y sus principios a la jurisdicción y a la jurisprudencia, para este caso en particular, en lo referente al Derecho administrativo, siendo esta integración, “capaz de condicionar tanto la legislación como la jurisprudencia ” (Manuel Atienza), invocando la aplicación de los derechos fundamentales, estando en cabeza de tal aplicación, el derecho más elemental y garantista de los derechos y las libertades dentro de un estado social de derecho, como lo es el derecho al debido proceso, como pilar de cualquier ordenamiento jurídico que se jacte de ser justo y ecuánime con sus ciudadanos. Para el caso colombiano, hemos de observar que el escenario ha venido siendo más legalista (aplicación taxativa de la norma administrativa), antes que sustentada en el principio de supremacía de la constitución, situación que, con el paso de los años y algunos intentos tímidos por decirlo de alguna manera, de la Corte Constitucional, ha venido tomando otro rumbo, el de la aplicación de los derechos y la supremacía de la constitución en sus decisiones tomadas en derecho.
Dentro de esta disertación, es menester considerar un principio tácito y a la vez
explícito y elocuente frente a las facultades del juez, el cual dicta que: “si bien al juez no le está dado cercenar la ley, a la ley tampoco le es dado cercenar las garantías constitucionales del ciudadano ” (Jaider Manuel Núñez Amaril), en este sentido, siendo la constitución de Colombia respetuosa de los derechos y libertades de los ciudadanos, impulsa y direcciona al operador judicial, a cobijar, asegurar y proteger los derechos fundamentales de estos, a través de ella misma, de sus principios y fundamentos a fin de dejar sin efecto toda actuación que conlleve a la vulneración de la misma en lo referente a los derechos fundamentales.
Retomando nuevamente al doctrinante Manuel Atienza, las constituciones de
carácter normativo conllevan a que el operador judicial deba ser aún más acucioso en la observancia de los derechos fundamentales como condicionantes y limitantes, de la producción, interpretación y aplicación del Derecho, en su forma práctica y doctrinaria más pura y transparente posible, teniendo siempre en cuenta que el poder concedido por la Constitución y la Ley al órgano estatal, es limitado, y que este debe justificarse de manera exigente, por encima de cualquier duda razonable que derribe el argumento que sustente el acto o pronunciamiento del órgano estatal, bien sea en favor o en contra del ciudadano, ya que “el Derecho debe someterse a la razón, antes que a la autoridad de quien emana el Derecho ”, a la vez que “en el Estado constitucional, el individuo es el centro de protección a través de la garantía y respeto de sus derechos ”.
El sentido de aplicación de la constitución y sus garantías, puede apreciarse en
Sentencias como la C-565/95 (debido proceso), C-108/95 (derecho a la defensa), C-564/98 (motivación y notificación del acto discrecional).
Para concluir, y en referencia a la constitucionalización de los actos
discrecionales, el ordenamiento jurídico colombiano dicta que por regla general el acto administrativo, bien sea de tipo reglado o discrecional, sea motivado, dado que no puede en ningún caso el acto discrecional, ser con ánimo de ilegalidad o arbitrariedad, siendo necesaria la exigencia de expresar claramente la razón o motivación de su expedición, línea de pensamiento muy acorde con la doctrina del Derecho administrativo europeo y de la misma Corte Constitucional Colombiana en particular.