Вы находитесь на странице: 1из 4

Anterior Siguiente

Troceadero de cerdos Don Juan S.A. c/ Agencia


Santafesina de Seg. Alimentaria y otro s/ Amparo
SENTENCIA
12 de Junio de 2009
JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE LA 6TA NOMINACION. SANTA FE, SANTA FE
Id SAIJ: FA09997133

TEXTO COMPLETO

1° Instancia. - Santa Fe, junio 12 de 2009.

Considerando: Que las presentes actuaciones se hallan a resolución con


motivo de la cautelar peticionada por la amparista a fin de que ordene la
suspensión de los efectos de la resolución de la Agencia Santafesina de
Seguridad Alimentaria, prohibiéndose concretamente la auditoría sobre la
documentación y/o establecimiento de la Empresa, como así también la
intercepción de los vehículos que transportan su mercadería en el ámbito
provincial como lo venía haciendo hasta el momento, fundada en que por
hallarse inscripta ante el SENASA, es a esta autoridad a quien compete
-de conformidad al art. 13 del decreto 815/99- registrar productos y
establecimientos y ejercer fiscalización higiénico sanitaria en la
elaboración, industrialización, procesamiento, almacenamiento en los
establecimientos y depósitos de los productos, subproductos y derivados
de origen animal de tránsito federal o internacional detallados en el anexo
I, como así también registrar y fiscalizar los medios de transportes en el
área de su competencia; por tanto, sostiene que la provincia estaría
invadiendo con su accionar el ámbito de incumbencia del SENASA en el
marco del Sistema Nacional de Control de Alimentos, competencia que por
el hecho del tránsito y comercio interjurisdiccional se encuentra regulada
por la Nación y reservada exclusivamente a ella.

Corrido el pertinente traslado, la demandada lo contesta solicitando se


rechace la medida propiciada, con costas a la peticionante, sosteniendo
que resulta inadmisible por carecer de absoluta verosimilitud en el derecho
invocado, toda vez que no ha justificado que la ASSAL haya desarrollado
acción alguna en el sentido que se pretende cautelar, es decir una
auditoría o la intersección de algún vehículo de la empresa. Añade que es
equívoca la interpretación que pretende asignar a lo resuelto por la SCJN
en el precedente citado "Molinos Río de la Plata", ya que en éste se
reprocha la exigencia de una nueva registración de los productos en el
ámbito provincial, lo que según el criterio del tribunal elevaría sin
justificación los costos comerciales porque ya efectúa dicho control el
SENASA, no siendo tal supuesto el de autos desde que, como
expresamente lo admite la amparista, las constancias de inscripción
poseídas por la firma y expedidas por la ASSAL, son aquellas que ella
voluntariamente solicitó y que por alguna razón le son útiles para el
desenvolvimiento de su actividad. Afirma que la empresa (Troceadero de
cerdos Don Juan SA, ex Troceadero de Cerdos Don Juan SRL) solicitó de
manera voluntaria en fecha 01/01/80 la inscripción en el Registro Nacional
de Establecimiento (RNE) otorgado por la ASSAL (ex DGBQ) según consta
en el expediente Nro. 871/80 orden Nro. 4/1980 de la DGBQ y
posteriormente (23/03/05) solicitó también de forma voluntaria el cambio
de razón social a la actual denominación: Troceadero de Cerdos Don Juan
SA, según expediente Nro. 2313/05, orden Nro. 2138/05. Idéntica
registración solicitó y obtuvo ante el Registro Nacional de Productos
Alimentarios, por lo que de esta forma la amparista se sometió
voluntariamente al control provincial a partir del momento en que pidió su
inscripción y la emisión de los certificados de ASSAL. Resalta que no se
evidencia una ostensible o manifiesta ilegitimidad en el obrar del ASSAL,
mucho menos el "periculum in mora" que habilite el despacho de la
cautelar solicitada ante el supuesto hecho consumado y, por ende, no
concurre ningún supuesto de daño grave e irreparable, máxime cuando el
peligro en la demora se debe combinar con la imposible o difícil reparación
del daño, como asimismo con la consideración ineludible de la afectación
al interés público comprometido.

Ya en orden a resolver la cuestión, ha de advertirse que de los términos de


la demanda, del escrito de la accionada obrante a fs. 115 y ss., y de las
constancias acompañadas a ambas actuaciones, se desprende en
principio -y sin que ello implique adelantar opinión respecto a lo que
eventualmente podría llegar a ponerse a consideración del suscripto en lo
que refiere al fondo de la cuestión que motivara la promoción de la
presente causa- que las partes se hallan contestes en que la empresa se
presenta inscripta -por solicitud voluntaria- tanto en el SENASA como en lo
que fuera el Instituto Bromatológico -hoy ASSAL-, pues como ha sido
expresamente reconocido por la amparista a fs. 142 de autos, es cierto
que existe la mentada inscripción ante la hoy ASSAL aunque explica
también que dejó de abonar la tasa por producción Ley 10.745 en el año
1996 atento a que oportunamente sí solicitó dejar sin efecto la inscripción
por la integración de la empresa al SENASA hecho que hizo conocer a
ASSAL nuevamente mediante nota del 21/12/07, habiendo recibido
contestación.

Vale aclarar, no obstante, que esta última circunstancia invocada por la


amparista, de haber solicitado dejar sin efecto la inscripción ante hoy
ASSAL, no ha sido debidamente acreditada en autos pese a que recala
sobre parte la carga de la prueba de tal extremo.

Al punto, cabe tener en cuenta la regla de que "cada litiga debe acreditar
los hechos y circunstancias en los cuales apoya sus pretensiones
defensas" (Jorge Walter Peyrano, Compendio de reglas procesales en lo
comercial, 2° edic., Edit. Zeus, Rosario, 1997, pág. 141, nro. 422). Ello así,
desde "la carga de la prueba no determina quién debe llevar la prueba,
sino quien asumió riesgo de que no se produzca" (Hernando Devis
Echandía, Teoría general de prueba judicial, 2da. Edic., Bs. As. 1972,
Editor Victor de Zavalía, tomo 1, pág. 44.

De esa forma resulta obvio que, si quien está obliga suministrar la prueba
necesaria que respalde su postura no lo ha hecho, la resolvió no podrá
resultar sino desfavorable a sus pretensiones.

De tal manera, se ha de puntualizar que la empresa cuenta una doble


habilitación -nacional y provincial-, deviniendo entonces no determinar si
con el accionar denunciado, las autoridades provinciales se encuentra
invadiendo el ámbito que le es propio a la Nación en la materia respecto a
pro de origen animal.
Al respecto, puede apreciarse que la circunstancia de solicitado la
amparista habilitación para desarrollar la actividad de transporte
intrajurisdiccional como interjuriscliccional ante el RNE y RNPA, conlleva
tan obligación de recibir el control por parte de la autoridad local, en
concurre competencias con el SENASA, por cuanto tal pretensión
voluntaria, implica quedar sometida a los procedimientos administrativos y
las auditorías (inspe. para la habilitación y mantenimiento de dicha
habilitación.

Por dicha razón, es posible pregonar que, si bien de conformidad al


Decreto 815/99 le incumbe a la nación a través del SENASA registrar e
inspeccionar los productos de origen animal, previstos en el anexo 1 al
decreto 815/99, de tránsito federal o interjurisdiccional, nada obsta que si
el interesado solicita voluntariamente la habilitación provincial, las
autoridades sanitarias provinciales puedan hacer lo propio con tales
productos y establecimientos, dentro de sus límites y atribuciones (conf.
arts. 16 y ss. del Decreto 815/99) y con las excepciones dispuestas en el
art. 13 del aludido decreto.

En otras palabras, ambos organismos (SENASA y ASSAL) podrían


efectuar en el ámbito de sus respectivas incumbencias las inspecciones de
rigor.

Lo antes establecido, se presenta además no sólo acorde a la normativa


imperante en la materia sino también a la respectiva interpretación de las
normas en juego que sistemática y armónicamente ha efectuado nuestro
más alto tribunal en el caso citado.

Por otra parte, no puede soslayarse que la cautelar impetrada en el


subexamine no procura repeler un requerimiento de registración a nivel
local, sino la inspección que pretende realizar ASSAL en el establecimiento
(auditoría sobre la documentación y/o establecimiento de la empresa,
intercepción de los vehículos que transportan su mercadería).

Y en tal sentido, deviene aplicable el art. 13 del Decreto 815/99 que


establece, por la vía de la excepción, el margen para que actúen los
Estados locales, estableciendo en forma expresa las facultades exclusivas
del SENASA, siendo éste el organismo competente para registrar los
productos de origen animal previstos en el anexo I al Decreto 815/99, de
tránsito federal o interjurisdiccional; en tanto corresponde a las autoridades
sanitarias provinciales hacer lo propio con los productos y establecimientos
que solicitan autorización para industrializar, elaborar, almacenar,
fraccionar, distribuir y comercializar alimentos, pero siempre con las
excepciones dispuestas en el referido art. 13.

Asimismo, ha de resaltarse que el decreto 815/99 persigue entre sus


propósitos fortalecer el sistema nacional de control de alimentos en su
aspecto sanitario y aclarar el deslinde de competencias entre las
jurisdicciones comprometidas en el régimen del CAA.

Y en función de ello, el antes mencionado art. 13 impone al SENASA la


obligación de hacer cumplir el CAA en el ámbito de su competencia y sus
disposiciones reglamentarias en cualquier parte del país y también le exige
hacer cumplir el decreto (815/99), sin perjuicio de que las autoridades
sanitarias de cada provincia y municipios sean las responsables de aplicar
el CAA dentro de sus respectivas jurisdicciones, para lo cual resultaría
viable realizar auditorías conjuntas.
De ello se infiere que en supuestos como los del sublite, en que se
presenta una doble registración (ya que como antes se dijera, no consta
que la empresa haya solicitado y conseguido dejar sin efecto tal
registración a nivel provincial en el marco de lo que era el Instituto
Bromatológico), las facultades de verificar las condiciones
higiénico-sanitarias a través de inspecciones y demás controles, devienen
claramente concurrentes.

A mayor abundamiento, cabe consignar que nuestro más alto Tribunal de


Justicia se ha pronunciado en diversos precedentes (entre los que se halla
el citado en la presente causa "Molinos Río de la Plata") por la
constitucionalidad de toda la normativa vigente en la materia sin perjuicio
del deslinde de competencias que corresponda efectuar respecto de las
facultades de dichos organismos.

A lo que cabe añadir que, como también tiene dicho la Corte Suprema de
Justicia por vía de principio, medidas como las requeridas no proceden
respecto de actos administrativos o legislativos habida cuenta de la
presunción de validez que éstas ostentan, debiendo ceder tal doctrina sólo
cuando se los impugna sobre bases prima facie verosímiles (Fallos:
250:154; 251:336; 307:1702; 314:695).

De consiguiente, por no evidenciarse una ostensible o manifiesta


ilegitimidad en el obrar de ASSAL que pudieran llevar a la declaración de
ilegitimidad del acto cuestionado, como así tampoco se vislumbra el
"periculum in mora" aducido por la amparista, ni la existencia de un daño
grave e irreparable que torne procedente el despacho de la cautelar
peticionada, corresponde desestimar la cautelar incoada.

Por todo ello y lo dispuesto por los arts. 16 y 17 de la ley 10.456 y 251 y
cc. del C.P.C., RESUELVO: Rechazar la medida cautelar incoada, con
costas a la accionante. - Norberto Berlanga.

Вам также может понравиться