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El título de la entrada dice: “Solsticio del verano austral: algunas versiones...

” Hace referencia, por


consiguiente, a esa (más bien a ésta) particular época del año que ocurre alrededor del 21 de
diciembre y que es llamada solsticio de invierno en el Hemisferio Norte o solsticio de verano en el
Hemisferio Sur (nuestro hemisferio, el austral).

Durante ésta época del año, en forma ritual, tenían lugar antiquísimas festividades de naturaleza
generalmente agrícola. En particular durante el invierno, en el hemisferio norte, se celebraba el
regreso del Sol, en especial en las culturas romana y celta; a partir de esta fecha, como los días
empezaban a alargarse, esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, y se conmemoraba
encendiendo fuegos. Los romanos, por ejemplo, celebraban en el 25 de diciembre la fiesta del
"Natalis Solis Invicti" o "Nacimiento del Sol invicto", asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de
diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno al que los romanos llamaron bruma;
cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a. C., el 25 de diciembre debió ubicarse
entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, los primeros
cristianos tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro
festival romano llamado Saturnalia, en honor a Saturno, duraba cerca de siete días e incluía el
solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras,
había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Los germanos y
escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente,
la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o
árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el
Cristianismo al Norte de Europa. En Centroamérica y Mesoamérica los mexicas celebraban durante
el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes
Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro
calendario. Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores,
los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios
prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas. En el territorio alto
andino, los incas celebraban el renacimiento del Inti o del dios Sol; la fiesta era llamada Cápac
Raymi o Fiesta del sol poderoso que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes
que, por ende, era el primero del calendario inca. Esta fiesta era la contraparte del Inti Raymi de
junio, pues el 23 de diciembre es el solsticio de verano austral y el Inti Raymi sucede en el solsticio
de invierno austral. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza su mayor poder (es viejo) y
muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio, luego declina hasta diciembre, y así
se completa el ciclo de vida del Sol. Esta fiesta tenía una connotación de nacimiento, pues se
realizaba una ceremonia de iniciación en la vida adulta de los varones jóvenes del imperio, dicha
iniciación era conocida como Warachikuy. Tales tradiciones se asemejan a las actuales prácticas de
la Navidad y se utilizaron para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta.
Posteriormente, la Iglesia Católica decidió situar en una fecha cercana, el 25 de diciembre, la
Natividad de Jesucristo, dándole el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y la luz en
el mundo y tratando así de disipar al mismo tiempo aquellas festividades paganas.
Ante la imposibilidad de situar el nacimiento de Jesús en una fecha específica y sin contar con
suficiente evidencia de que el mismo nacimiento siquiera haya ocurrido, la facción dominante de
la Iglesia Católica empleó toda la fuerza que le daba su relación con el Imperio Romano (a partir
del Edicto de Milán del 313) para borrar el recuerdo de aquellas festividades pero, en un
fenómeno que se denomina sincretismo, los viejos dioses todavía subsisten, aunque yacentes (a
manera de un río subterráneo), en la memoria subconsciente de la gente que sigue celebrándolos
aunque oficialmente parezcan haber muerto. En ese contexto, las celebraciones que tiene lugar en
estas fechas son, a mi modo de ver, tan sólo versiones para una misma época y por eso en la
entrada constan: una imagen de Huitzilopochtli, un cuadro de Giorgio Barbarelli da Castelfranco
más conocido como El Giorgione, una pintura mural dentro de una iglesia cristiana, la versión
costumbrista (aunque no siempre fidedigna) de Guamán Poma de Ayala y un cuadro que refleja
algo de la fusión oriente occidente expresada en la obra de un griego genial que vivió mucho
tiempo en España. Ninguna de las versiones tiene que ser la única (como suele aseverar y, a veces,
exigir la Iglesia Católica), ni la mejor. Quizás ninguna versión es verdadera. La interpretación queda
a juicio del lector/observador. Quizás lo mejor de la entrada no sean las versiones, sino la
capacidad para generar disensos y elaborar argumentos a favor o en contra.

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