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Parcial N° 2
Marco Flaminio Rufo al estar temeroso por las sombras de los muros de la cuidad,
expresó: “me alegré de que uno de los trogloditas me hubiera acompañado hasta el
fin.”[ CITATION Bor49 \p 3 \y \l 9226 ] . Y hasta el regreso del último sótano de la Cuidad de
los Inmortales “ese rudimental troglodita, que me miraba desde el suelo de la caverna,
había estado esperándome.”[ CITATION Bor49 \p 4 \n \y \l 9226 ] […] “le puse de nombre de
Argos”.[ CITATION Bor49 \p 5 \n \y \l 9226 ]
Sólo en una mañana, llovió. La admiración del troglodita Argos hizo que balbuceara:
“Argos, perro de Ulises.”[ CITATION Bor49 \p 5 \n \y \l 9226 ] Para luego responder a la
pregunta de Marco ¿qué sabes de la Odisea? , “Muy poco dijo. Menos que el rapsoda más
pobre. Ya habrán pasado mil años después de que la inventé.”[ CITATION Bor49 \p 5 \n \y \l
9226 ].Homero además agrego su longevidad y el viaje que emprendió para llegar a los
hombres nada conocedores, “Habitó un siglo en la cuidad de los Inmortales”. [ CITATION
Bor49 \p 5 \n \y \l 9226 ] Segundamente Marco expuso: “Homero y yo nos separamos en la
puertas de Tánger, creo que no nos dijimos adiós” [ CITATION Bor49 \p 7 \n \y \l 9226 ] , pues
iban en busca del río de la mortalidad. Durante el viaje en 1714 se hizo suscriptor de los 6
volúmenes de la Ilíada de Pope y en 1729 debatió su origen con el Giambattista, profesor
de retorica “[2] Ernesto Sábato sugiere que el “Giambattista” que discutió la formación de
Ilíada con el anticuario Cartaphilus es Giambattista Vicio [...]” [ CITATION Bor49 \p 8 \n \y \l
9226 ].
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alguna vez me representaron con las que fueron símbolos de la suerte de quien me
acompaño tantos años”.[ CITATION Bor49 \p 8 \n \y \l 9226 ]
En, El inmortal de Jorge Luis Borges, nos expone “que si alguien caminara hasta el
occidente, donde se acaba el mundo, llegaría al río cuyas aguas dan la inmortalidad.”
[ CITATION Bor49 \p 6 \n \y \l 9226 ] La inmortalidad es un estado en el que el hombre ha
deseado estar. Hablando mitológicamente el ser humano quiso la igualdad de los dioses, la
vida eterna; un espacio infinito para realizar lo alcanzable y lo que no. Para ese relato se
consigue dicho estado bebiendo de un río, causando cambios: “ignoran la muerte, lo divino,
lo terrible, lo incomprensible […]” además “no podía lastimarse ni morir […]”. [ CITATION
Bor49 \p 6 \n \y \l 9226 ]
El ser inmortal puede llegar a ser una utopía, porque para la eternidad “el cuerpo era un
sumiso animal domestico y le bastaba, cada mes, la limosna de unas horas de sueño, de un
poco de agua y una piltrafa de carne.” [ CITATION Bor49 \p 6 \n \y \l 9226 ] por otra parte, la
concepción de muerte para los inmortales “es el eco de otros que en el pasado lo
antecedieron”[ CITATION Bor49 \p 6 \n \y \l 9226 ] , pero sin ser precisos en el inicio ni
menos en la continuidad de inmortalidad. Para subsistir en tan infinita eternidad el
pensamiento es un gran refugio, el mundo físico y todos sus componentes se cambian o
renuevan, pero por otro lado la mente capaz de almacenar lo aprendido y vivido, contando
así con la capacidad de manuscribir la inmortalidad.
Bibliografía
Borges, J. L. (1949). El Inmortal. En J. L. Borges, El Aleph (págs. 1-8). Madrid: Alianza
Editorial. Obtenido de http://cdn.preterhuman.net/texts/literature/in_spanish/Jorge
%20Luis%20Borges%20-%20El%20aleph.pdf
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