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La búsqueda de la felicidad*

Si tomamos una perspectiva histórica para alejarnos de la crisis coyuntural podemos


afirmar que el mundo occidental jamás ha conocido una prosperidad mayor a la actual.
La cantidad de bienes y servicios en ninguna época ha sido tan abundante y jamás llegó
a un sector tan amplio de la población. Los avances de la medicina han permitido
alargar la esperanza de vida hasta los 74 años en países latinoamericanos y hasta 85
años en los países nórdicos. Sin embargo, el mundo sería aburrido si con el mero hecho
de alcanzar cierto grado de bienestar todos fuéramos “felices”. Por el contrario los
hombres toman por sentado la baja de la mortalidad infantil, el crecimiento de la
expectativa de vida al nacer y el acelerado crecimiento de la productividad y
permanecen siempre críticos, mirando la parte del vaso medio vacío. Esa insatisfacción
natural del hombre es el motor del progreso.
La felicidad no es tema sencillo, ha ocupado siempre un lugar central en las reflexiones
de los filósofos sin que hayan logrado ponerse de acuerdo ni en su definición ni en
cómo se consigue. Tal vez toda la tarea de la filosofía sea ayudarnos a ser felices.
Aristóteles la veía como el objetivo central del ser humano, aquella única cosa que
elegimos por sí misma y no como medio para lograr un bien ulterior. Sócrates creía que
para alcanzarla la única vía era la virtud, la búsqueda del conocimiento, del bien y la
justicia. Los hedonistas la buscan a través del placer y el goce. Más específicos, los
tántricos la buscan por medio de ritos sexuales. Del lado casi opuesto, o tal vez
complementario, los estoicos, los budistas y Compte de Sponville pretenden encontrar
la felicidad aceptando la realidad tal cual es, apagando en lugar de satisfaciendo los
deseos del “ego” y cultivando la desesperanza. Wittgenstein creyó encontrar la
solución cuando en sus “Cuadernos de guerra” escribió “Sólo un hombre que vive no en
el tiempo sino en el presente puede ser feliz”. El tiempo sería el enemigo de la felicidad,
pensar en el futuro o en el pasado puede ser causa de infelicidad. No muy lejos de ese
sentimiento se encuentra el concejo romano Carpe Diem. … y así el debate sigue
abierto.
Tan importante resulta el tema que la “búsqueda de la felicidad” es incluída junto con el
derecho a la “vida” y la “libertad” en la Declaración de Independencia de los EE.UU..
La sabiduría de la declaración deja en claro que cada individuo tiene el derecho de
buscar, a su manera, tan preciado y esquivo bien. Es decir, no tenemos derecho a ser
felices sino a actuar buscando la felicidad. “We hold these truths to be self-evident, that
all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain
unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness.”
Al escribirlo en el idioma inglés original podemos percibir una nueva veta de matices.
“Happiness” tiene una raíz diferente de la que “Felicity” comparte con “felicidad” o
con la palabra “fe”. El adjetivo “happy” tiene la misma raíz que el verbo “happen”, que
marca una acción en el tiempo. Es decir, “happiness” estaría referido a la felicidad que
produce el resultado de determinadas acciones, las realizaciones combinados con los
eventos que ocurren. Según el Oxford English Dictionary, en inglés antiguo la raíz
“Hap” significa “suerte” o “fortuna”, y puede ser buena o mala. Entonces su
“happiness” depende de la prosperidad o el éxito de las acciones, que tanto dependen
del esfuerzo y la creatividad como de la buena (o mala) suerte. Así, en Enrique VIII,
Shakespeare escribe: "I am glad I came this way so happily...".
En cambio, “felicidad” comparte la misma raíz que la palabra “fe”. Hace algunos miles
de años los indoeuropeos crearon la palabra dhe o dhe(i) (pronunciada fei) que significa
chupar, amamantar; y de la cual derivan palabras como fecundo, fértil, feto, fémina, hijo
(filius). Si bien en nuestra lengua corriente la palabra fe significa “creer sin ver” como
contraposición a algo racional, Tresmontant demuestra que no existe tal contradicción
ya que bíblicamente la palabra hebrea original era “emounah”, que precisamente tiene el
mismo sentido de amamantar.
De allí, entonces “fe” y “felicidad” derivan del mismo sentimiento de plenitud,
saciedad, confianza ciega, protección, certeza absoluta, que tiene un bebé al momento
de ser amamantado.
Tal vez, esa diferente concepción hizo que los pueblos anglosajones persigan la
felicidad por medio de sus creaciones, sus inventos, su producción, sus realizaciones.
Mientras que con una visión más latina de “felicidad” se haya creado una nueva
religión que podemos llamar el “
Nombre de archivo: labusquedadelafelicidad.doc
Directorio: C:\Documents and Settings\Usuario 3\Escritorio
Plantilla: C:\Documents and Settings\Usuario 3\Datos de
programa\Microsoft\Plantillas\Normal.dot
Título: El Foro Republicano - El cambio desde adentro
Asunto:
Autor: Usuario 3
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Fecha de creación: 23/12/2010 15:22:00
Cambio número: 2
Guardado el: 23/12/2010 15:22:00
Guardado por: Usuario 3
Tiempo de edición: 19 minutos
Impreso el: 23/12/2010 15:43:00
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