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Sin embargo, reconocer que los seres humanos son los principales
depredadores de su hábitat no justifica suponer que la “naturaleza” de la que
formamos parte cardinal, está dotada de voluntad e inteligencia, para juzgar
los comportamientos humanos, así como de facultades o superpoderes para
convocar a unas fuerzas físicas del cosmos dispuestas a organizarse en son de
guerra al primer llamado de “mamá natura”.
73.
Pero hay más, han osado sacar conclusiones categóricas bajo la égida de
premisas insuficientes, como que de la máxima aristotélica “todos los hombres
desean por naturaleza saber”, provienen los más indeseables e injustos
modelos de explotación del hombre por el hombre incluyendo la esclavitud en
sus formas más crudas y sutiles. Me parece un horror inaceptable traicionar el
límpido registro moral e intelectual del inventor y creador de la lógica formal
por medio de una inferencia antilogística (injustificada cualesquiera fueren sus
autores) que avergonzaría al menos dotado de los aprendices de lógica
elemental. El divino Platón no se ha salvado de esta andanada de
imprecisiones y barbarismos lógicos y epistemológicos. Según parece la
pandemia ha producido estragos en las entendederas de quienes se atreven a
aseverar, sin justificación histórica ni sociológica alguna, que
“el capitalismo hizo de la caverna de Platón la más burda descripción de
nuestra vida social.”
74.
Hermenéutica fallida
Sin duda, cualquier fulano con tres dedos de frente, convocado a reflexionar
acerca del argumento de “mamá natura castigadora”, estaría dispuesto a
conceder que se trata de una manera de hablar, una metáfora de retaliación,
o a lo mejor un modo de imaginar el castigo que merece el injusto infractor.
De esta manera, sería conveniente consultar a los mejores antropólogos,
arqueólogos y paleo-historiadores del mundo, para que nos ilustren acerca de
los comportamientos y creencias animistas, profesados por ancestrales
comunidades paleolíticas, que entendían los fenómenos del entorno como
resultado de fuerzas movidas por ánimas o espíritus invisibles.
75.
El castigo cósmico.
De ahí el título de este acápite: ”Crimen y autocastigo”, pues son los mismos
efectos de la acción depredadora (cuando tal es el caso y no se trata de los
fenómenos telúricos en su desenvolvimiento natural) los causantes de buen
número de desastres “apocalípticos”. En otras palabras, el homo depredador
actúa en tanto que especie como lo hace en cuanto que espécimen cuando es
víctima del alcohol, el tabaquismo y las drogas narcóticas, o sea, deteriorando
la calidad de su vida hasta alcanzar un final tan estúpidamente
desesperanzado como inevitable. Y no se necesita ser un burgués capitalista
para atentar contra la salud del planeta y la suya propia. Hay, además,
demasiados seguidores de las causas perdidas, demasiadas amargadas viudas
de Marx y demasiados, campeones de la hipocrecía populista, que viven como
parásitos de las ventajas que brinda la sociedad burguesa mientras hablan
pestes de ella para impresionar incautos o sacar el mejor partido.
76.
Los irracionalismos del pasado.