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MARTA MEDINA
04/02/2020
Azote del feminismo 'mainstream', fábrica de
controversia a borbotones, referente de pensadoras pop
como Virginie Despentes, Susan Pinker y Claire Lehmann,
archienemiga de las ideas de Lacan, Derrida y Foucault,
profesora de la Universidad de Arte de Filadelfia desde 1984,
ensayista y tertuliana, Camille Paglia (Endicott, Nueva York,
1947) descubrió el activismo feminista en los últimos años de
instituto, antes incluso de la irrupción de la segunda ola,
cuando Estados Unidos estaba inmerso en la lucha por los
derechos civiles. Discípula de Harold Bloom, en 1990
publicó 'Sexual personae', un ensayo que reflexiona sobre la
sexualidad y el erotismo a través de la historia, el arte, la
ciencia y la literatura de la cultura occidental, desde la
Antigüedad hasta el siglo XIX, y en el que Paglia ya define las
puntas de lanza de su pensamiento respecto al papel de la
mujer en el ámbito privado —el sexo— y el ámbito público —la
sociedad—.
Ahora, la editorial Deusto reedita este ensayo en castellano,
en un momento en que movimientos como el #MeToo y el
activismo feminista y LGTBI+ han irrumpido con fuerza en el
debate público, cada vez más encarnizado.
Portada de 'Sexual personae'.
PREGUNTA. Antes de que la Universidad de Yale
decidiese publicar 'Sexual personae', siete editoriales
rechazaron su manuscrito. ¿Por qué?
RESPUESTA. Mi libro lo rechazaron siete editoriales y cinco
agentes literarios. Parecía que no iba a vivir para ver el libro
publicado, hasta que el sello de la Universidad de Yale lo
aceptó. Aun así, pasó varios años en producción, porque era
demasiado largo, más de lo que es ahora, incluso, porque había
algunos capítulos dedicados a Hollywood, pero decidimos parar
después de la Primera Guerra Mundial.
P. ¿Gracias al hombre?
R. Sí, son los hombres los que están preservando
constantemente el entorno físico que nos rodea, los que nos
proporcionan el confort necesario, la conveniencia y el tiempo
para que nosotras escribamos libros, tengamos trabajo y más
cosas. Gracias al hombre tenemos lavadoras que nos quitan de
encima todas esas tareas que antes teníamos que hacer. Y ese
fue uno de los puntos más controvertidos de la publicación de
‘Sexual personae’ en 1990. También mi posición a favor de la
prostitución. Y mi interés por la pornografía. Es verdad que era
un periodo en el que el posestructuralismo estaba haciéndose
fuerte en las universidades con la idea de que la historia no
existía, sino que eran todo relatos y que cada relato sobre la
historia es una mentira. La historia es cíclica y las civilizaciones
se levantan, llegan a un clímax y decaen. Así que había varios
motivos para que mi libro fuese polémico.