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En el artículo que recibiste ayer, Deberes Impuestos, se incluyó un error.

:
La primera línea, hasta esclavos del poder, proviene del artículo anterior:
Felicidad Legítima.

El artículo, corregido (definitivo), sería el texto siguiente:

Deberes Impuestos

Emilio del Barco

Las ideas deben estar al servicio de los Humanos, no al revés. Cuando la ley es
parte del problema, y no la solución, habrá que cambiar la regla.

Ninguna base ética niega el derecho a codecidir, actualmente. En principio, los


derechos pertenecen a todos. Aunque las circunstancias, las personas y las
sensibilidades cambien. No es bueno cultivar diferencias insalvables. No sabremos
nunca si seremos los primeros en necesitar traspasarlas. Las circunstancias, las
personas y las sensibilidades evolucionan. El placer es parte de la vida. Los
enemigos del placer, están más cerca del reino de los muertos, que gozando la
vida. Gozar no es sinónimo de pecar. Sólo mentes retorcidas pueden colocar ambos
conceptos en el mismo plano de experiencias. Lo pecaminoso es, en primer lugar,
destructivo de algo. De la paz, del amor, de la armonía,…Quien basa el
cumplimiento de sus creencias en la negación del placer, está mutilando su alma,
cercenándola. Porque, con ello, se niega a sí mismo como persona. Con lo que
nunca podrá vivir una vida placentera. Pretender la felicidad en la tierra, es algo
legítimo.

No podemos esperar todos a ser felices en el cielo. Tras la muerte, acumulando


sacrificios y prohibiciones. Nuestros deberes en la tierra pueden cumplirse con
placer, siempre que sean los escogidos por nosotros, cumpliremos mejor nuestra
tarea. Es preciso buscar, encontrar y expandir la propia felicidad por el mundo
cercano. Repartir felicidad ha de ser un acto gozoso, bienhechor, alegre. La alegría
es un don de los dioses, no un pecado. Repartir alegría a nuestro alrededor, es
también una búsqueda de la perfección. Y si es inconsciente, mejor. Porque no
tenemos que esforzarnos para dar lo que nos sobra. Quien se sintiese sacrificado,
limitado, sometido por su entorno, poca felicidad podría repartir a su alrededor.
Aparte de que sería menos efectivo en su tarea. Entregarse a una obra, que ha de
llenar nuestra vida, ha de hacerse con placer y por placer. Si no fuese así, sería un
sacrificio para quien la efectúa. Alguien que, al cumplir un deber, se siente
sacrificado, no es la persona idónea para el mismo. Quien se entrega a una tarea,
de forma voluntaria, ha de sentirse feliz en la tarea, si no, su obra no será nunca
perfecta, disfrutada hasta la perfección. Sino un castigo.

La lucha del mundo contra los dictadores, debe ser por amor a los vivos, por su
felicidad. Quien hace infeliz a un pueblo, destruyéndolo, no puede amarlo. Quien
muta todo lo que toca en una máquina de exterminio, no merece seguir vivo en la
memoria de su pueblo.
Cuando leyes y mandatos, tenidos por divinos, son excusa para la destrucción de
otras civilizaciones, con creencias distintas, con dioses diferentes, algo falla. O bien
la interpretación del principio, o bien el principio en sí. Emilio del Barco. 10/01/10.
emiliodelbarco@hotmail.es

http://www.emiliodelbarco.com/

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