MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL. CURSO: TEORÍA DEL ESTADO. FACILITADOR: M.Sc. RAFAEL RODRIGUEZ-CERNA.
“EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA (COMENTARIO)”
MAESTRANDO: CRISTIAN ERNESTO CASTILLO SANDOVAL.
CARNÉ: 199931125. MAZATENANGO, SUCH. JUNIO 17 DE 2016. EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA DE NORBERTO BOBBIO El filósofo turinés aborda el tema del Estado democrático efectuando un análisis de diversos factores que estima concurren en la coyuntura de esa época en la forma de gobierno. Inicia designando, en forma mínima a la democracia como “un conjunto de reglas procesales para la que está provista y propiciada la más amplia participación posible de los interesados.” (Pág. 18). Aún cuando es más adjetiva la acepción brindada, permite ilustrar al lector sobre el contenido pragmático de la democracia, enunciándolo – a mi parecer – en forma análoga al sistema de gobierno. Es preponderante la idea, no obstante, que todavía no se erige la democracia, como la forma de gobierno idealizada por los primeros impulsores, en virtud, que actualmente es desarrollada por grupos de intereses particularmente identificados, en la que sus representantes se encuentran condicionados a desarrollar sus actividades de acuerdo al grupo que representante, dejando por un lado el bien común o interés colectivo, pues se encuentran supeditados o sujetos en última instancia a los denominados grupo de poder, quienes efectúan estratagemas de naturaleza diversa para limitar el ámbito de competencia o actuación del sujeto ciudadano, para mantener el statu quo de los grupos invisibles – que en nuestro contexto fácilmente se identifican con los grupos paralelos de poder – sobre que la democracia es el gobierno de las leyes por excelencia – a decir del autor de la obra – y, por ende el régimen que le da un rol protagonista y edificador al Derecho. No obstante, ante las aristas inherentes a toda creación humana, en que se advierte en el devenir histórico, que dejan a la democracia como la forma de gobierno más recomendada por los estudiosos, en la época actual, ante las últimas manifestaciones suscitadas a partir del mes de abril del año dos mil quince, se puede evidenciar una solicitud, que por ser mayoritaria y generalizada, no la hacen precisamente la más coherente, de una democracia más incluyente y participativa, en la forma practicada en la Antigua Grecia, específicamente en Atenas. Lo anterior, lo identifica atinadamente Norberto Bobbio, por cuanto puntualiza la existencia de un consenso tácito generalizado, “la petición de una mayor democracia, tan insistente en estos últimos años, se manifiesta en la demanda de que la democracia representativa sea acompañada e incluso sustituida por la democracia directa”. (Pág. 49). Adiciona al anterior enunciado el auto citado, que la solicitud o exigencia, no es nueva. Empero, matiza, que al ser la democracia directa, la participación de todos los ciudadanos en todas las decisiones que le atañen, no es funcionalmente viable en los Estados modernos, debido a la variedad de la naturaleza de los asuntos que se tratan en la cosa pública. Es importante acotar que para Bobbio, existe un efectivo desarrollo de la democracia, como un sistema de gobierno, cuando existe un acrecentamiento o incremento o expansión, del espacio en el que el ciudadano puede ejercer su poder como elector. Asimismo indica que el “avance de la democracia se medirá por la conquista de los espacios que hasta ahora están ocupados por los centros de poder no democráticos”. (P. 66). Subraya como condiciones fundamentales del buen funcionamiento de un sistema democrático, la libertad de asociación y la libertad de opinión, “porque ponen a los actores de un sistema basado en la demanda proveniente de abajo y en la libre toma de decisiones o en la libre elección de delegados que deben decidir, en posibilidad de expresar las propias demandas y de tomar decisiones con conocimiento de causa, después de la libre discusión.” (Pág. 82). Adicionando a lo anterior, expresa que siempre “ha sido considerado como uno de los puntos fundamentales del régimen democrático, el que todas las decisiones y, en general, los actos de los gobernantes deban ser considerados por el pueblo soberano. El régimen democrático ha sido definido como el gobierno directo del pueblo o controlado por el pueblo.” (P. 98). Aludiendo, a que todos los actos deben ser públicos. El autor comentado, propugna por una forma de gobierno más justa, más acorde a la naturaleza ínsita en las sociedades humanas, que es la colaboración para la consecución de fines comunes y superiores al propio individuo; sin dejar de lado la importancia de la persona como un sustrato individual de naturaleza racional – a decir de Boecio –. Para ello, la sujeción a las leyes es indispensable, es decir, la materialización del Estado de Derecho, es decir, “del Estado que tiene como principio inspirador la subordinación de todo poder al derecho, desde el nivel más bajo hasta el más alto, mediante el proceso de legitimación de toda acción de gobierno que fue llamada, desde la primera constitución escrita de la época moderna ‘Constitucionalismo’”. (P. 172).