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No eres cristiano
si no perseveras hasta el fin
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¿Soy realmente cristiano?
UN PROBLEMA ANTIGUO
Los apóstatas y los que dan marcha atrás pueden abundar
en estos días, pero no son nada nuevo. El Nuevo
Testamento habla de un montón de gente prominente que
abandonó el barco de la Iglesia del primer siglo:
ron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio
fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento
por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga” (Mr.
4:3- 9).
La perseverancia es la
responsabilidad del creyente
Por un lado, Judas nos instruye a mantenernos “en el amor
de Dios”. Dios nos ama, sí, pero tenemos que mantenernos
en ese amor. En otras palabras, la perseverancia es una res-
ponsabilidad del creyente.
Y Judas no es el único escritor del Nuevo Testamento
que habla de esta manera. A lo largo del Nuevo Testamento
los autores nos exhortan a invertir tiempo y energía en
asegu- rarnos de que estamos perseverando. Señalan el
peligro constante de caer, precisamente para que prestemos
aten- ción a la advertencia y hagamos lo que sea necesario
para permanecer fieles. He aquí algunos ejemplos:
CONCLUSIÓN
Si estás caminando con Cristo actualmente, este capítulo no
tiene la intención de asustarte. Puedes tener la con- fianza
de que el Señor se mantendrá cerca de ti a medida que le
sigues. Sigue peleando la buena batalla y perseve- ra hasta
que suene la bocina final. Dedícate a alentar a otros
cristianos para que hagan lo mismo.
Sin embargo, si te has alejado de la fe, o si estás consi-
derando dejar la fe, ¡presta atención a esta advertencia!
Si estás confiando en una profesión de fe del pasado que
no tiene nada que ver con tu vida diaria hoy, oro para que
oigas la Escritura llamándote a venir a Cristo. Si te has
alejado definitivamente de Cristo, no eres cristiano.
CÓMO RESPONDER
Reflexiona:
Arrepiéntete:
Recuerda:
v Medita en las palabras del Salmo 130:3-4: “Si mirares a los pecados, ¿quién,
oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas
reverenciado”.
v Agradece a Dios que no nos paga por nuestras iniqui- dades, sino que las cargó
todas en su Hijo para que pudiéramos ser perdonados. No podemos trabajar lo
suficientemente duro para mantenernos en la fe, así que alábale por sostener a
sus ovejas en la palma de su mano.
Informa: