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FOTO-IVI
Imagen de una microinyección espermática (ICSI), técnica que consiste en la introducción de
un solo espermatozoide dentro del ovocito.
Si la madre de Louise Brown, la primera niña probeta de la historia nacida en 1978, necesitara
ahora acompañar a su hija a uno de los miles de centros de reproducción asistida que existen
en el mundo no saldría de su asombro por la evolución que ha experimentado en estos treinta
y dos años la medicina reproductiva.
Louise Brown abrió el camino y, desde entonces, cerca de cuatro millones de niños han nacido
gracias a técnicas de reproducción asistida, según datos de la revista científica británica
"Nature", un camino de esperanza para las ochenta millones de parejas que son incapaces de
concebir un hijo.
Para estas parejas, la ciencia dispone de distintos procedimientos, según la causa que origine
la esterilidad (dificultad para conseguir un embarazo) o la infertilidad (pareja que consigue una
gestación pero no llega a término con un recién nacido normal), dos términos que se utilizan
como sinónimos, aunque médicamente son distintos.
"No hay un protocolo estándar", apunta Alberto Pacheco, director del laboratorio de Andrología
del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), de Madrid, un centro de referencia mundial en
reproducción asistida y que ha abierto sus puertas a EFE-Reportajes.
Datos facilitados por este centro señalan que el 85 por ciento de los casos de esterilidad se
debe a causas que pueden diagnosticarse con el estudio adecuado del individuo o pareja y
aplicar así el tratamiento más indicado.
"La reproducción asistida trata de ayudar a la paciente a tener un hijo. Para ello hay que
conocer muy bien a esa mujer (o a la pareja,) y a partir de cada caso será preciso dedicarle un
protocolo a la medida", apunta Pacheco.
EFE-Franz-Peter Tschauner
Los trillizos recién nacidos (de i a d) Arian, Meriton y Florian descansan en el Hospital Central
de Muenster
Esta última técnica cuenta desde hace unos años con la "ayuda" de la inyección
intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), también llamada microinyección espermática,
que consiste en "la introducción de un sólo espermatozoide -previamente seleccionado- dentro
del ovocito -células reproductoras de la mujer-, y esperar dieciocho horas para saber si ha
habido fecundación. Posteriormente, este embrión se transfiere al útero", explica Carmen Bou,
directora del laboratorio de Fecundación In Vitro.
A diferencia del FIV, el ICSI puede realizarse con muestras de semen de bajísima calidad, por
lo que está especialmente pensado para varones cuya calidad o cantidad seminal es deficiente,
aquellos que por diversas causas tienen problemas de eyaculación, e incluso para los que, tras
haberse sometido a una vasectomía, se plantean tener un hijo. Pero "también está indicada -
apunta la doctora Bou- para aquellas mujeres que no se han quedado embarazadas con los
tratamientos de fecundación in vitro o inseminaciones convencionales".
"Hasta hace unos años, cuando un varón tenía una muestra de semen `muy flojo´ debía
acudir a semen de donantes para poder inseminar los ovocitos. De esta manera, la
microinyección permite que la pareja tenga un hijo biologico, con los gametos -células
reproductivas- de los dos", añade Bou.
Al final de esta amplia sala, una puerta anuncia el laboratorio de vitrificación de ovocitos, la
última unidad en "nacer" en este moderno centro, una técnica de preservación de la fertilidad
que permite a las mujeres posponer su capacidad reproductiva el tiempo que deseen.
"Es una técnica relativamente nueva, la llevamos realizando desde hace dos años", explica la
doctora Carmen Bou, directora del laboratorio de Fecundación In Vitro.
EFE-Franz-Peter Tschauner
Una pareja que acaba de tener trillizos posa junto a sus otras seis hijas en el Hospital Central
de Muenster, Alemania.
La visita termina frente a una sala de espera donde dos parejas disimulan sus nervios y
alimentan sus ilusiones, las mismas que llevaron a la madre de Louise Brown a someterse a los
primeros ensayos de reproducción asistida. En este aspecto nada ha cambiado. Por cierto,
Louise Brown tuvo un hijo de forma natural al cumplir los veintiocho años años.