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(1822-1884)
Nacido en Heinzendorf, hoy Hynoice, en el norte de Moravia (República Checa), fue bautizado con el
nombre de Johann Mendel. Toma el nombre de Gregor al ingresar como fraile en el convento de
agustinos de Brno en 1843. En 1847 es ordenado sacerdote.
Describió las leyes que rigen la herencia genética, por medio de los trabajos que llevó a cabo con
diferentes variedades de la planta de la arveja (Pisum sativum).
Mendel presentó sus trabajos en las reuniones de la Sociedad de Historia Natural de Brünn (Brno), el 8 de
febrero y el 8 de marzo de 1865, publicándolos posteriormente como Experimentos sobre híbridos de
plantas en 1866 en las actas de la sociedad. Sus resultados fueron ignorados por completo.
En sus trabajos sobre los guisantes denominó «caracteres» a las características fenotípicas (apariencia
externa). Usó el nombre de «elemento» para referirse a las entidades hereditarias separadas. Su mérito
radica en darse cuenta de que sus experimentos (variedades de guisantes) siempre ocurrían en variantes
con proporciones numéricas simples.
Los «elementos» y «caracteres» han recibido posteriormente varios nombres, pero hoy los conocemos de
forma universal por el que sugirió en 1909 el biólogo danés Wilhem Ludwig Johannsen: genes. Siendo
más exactos, las versiones diferentes de genes responsables de un fenotipo particular, se llaman alelos.
Los guisantes verdes y amarillos corresponden a distintos alelos del gen responsable del color.
Cuando Mendel falleció el 6 de enero de 1884 en el convento de Brno se valoraron sus méritos de abad y
de pedagogo, pero nadie se dio cuenta del alcance de sus experimentos con los híbridos vegetales que le
permitieron formular las leyes de la herencia.
Tuvieron que trascurrir más de treinta años para que sus trabajos fueran reconocidos y entendidos. Hugo
de Vries, botánico holandés, junto a Carl Correns y Erich von Tschermak, redescubren las leyes de
Mendel por separado en el año 1900.
CONTEXTO HISTÓRICO
El moravo Johann Gregor Mendel (1822-1884), por sus méritos y aportaciones al desarrollo de la
genética, término acuñado en 1906, ocupa un puesto relevante en la historia de la ciencia, situándose a la
misma altura de Newton, Kepler, Galileo, Pasteur y Darwin. También mostro su labor docente como
profesor cercano a sus alumnos y buen pedagogo, amigo de experimentaciones en un tranquilo huerto de
Moravia, de excursiones botánicas y viajes culturales por Europa. Fue miembro de varias asociaciones
científicas y abad del monasterio agustiniano de Brno, con honores de prelado y preocupado por
cuestiones de índole espiritual, administrativa y cultural. Acabó sus días de abad de Brno desazonado,
triste y decepcionado porque no acababa de solucionarse la situación económica del monasterio, y sin
haber alcanzado el reconocimiento social por el descubrimiento de las leyes que regulan la descendencia.
Ahora bien, tantos años de paciente, silencioso y perseverante trabajo como hibridador de vegetales no
transcurrieron en vano. Los hallazgos de Johann Gregor Mendel, adelantado a las concepciones
científicas de su tiempo, nos desvelan, en el lenguaje de la ciencia, los secretos de la herencia y las
relaciones matemáticas que existen en la trasmisión de caracteres de padres a hijos, de incalculables
consecuencias, todavía imprevisibles, para el progreso de la ciencia y en beneficios de la propia
humanidad. Sobre las leyes mendelianas, a modo de piedra angular, se levanta el más sofisticado edificio
de la ciencia moderna: la genética.
Por ser unidades las “fracciones” T / T y t / t, los híbridos T / t y t / T lo son también por extensión, por lo que
el trinomio que resulta es correcto. Mendel hace una demostración verdaderamente sesuda, en la cual es
posible que tuviera una motivación ideológica. Lo laborioso del desarrollo matemático (sobre todo para
comprenderlo) y la abstracción requerida podrían ser una manera de sugerir que “los asuntos de la vida” son
mucho más difíciles de explicar que los hechos físicos, lo cual fue quizá una estratagema en apoyo del
vitalismo, la postura filosófica dominante entre los biólogos de esa época y que permitía cierta afinidad con
las creencias religiosas.
Otro camino a seguir podría haber sido la factorización de los binomios, con los caracteres dominante y
recesivo que tiene cada uno de los híbridos, con lo cual se obtiene otro resultado, sumamente parecido y
quizás completamente equivalente al anterior:
(T + t) × (t + T) = TT + 2Tt + tt.
De haberse apoyado Mendel de manera explícita en esta demostración, quizás hubiera sido señalado como un
mecanicista, una postura más propiamente materialista, ya que ello implicaría reconocer que los seres vivos —
al igual que todos los objetos del Universo— se someten a principios y leyes comunes.
Gregorio Mendel (1822-1884) vivió y desarrolló su trabajo científico en Brno, pequeña ciudad del
imperio austro-húngaro que hoy pertenece a la república checa; más concretamente en el monasterio
agustino de dicha ciudad, del que llegó a ser abad. Mendel, que a pesar de ser un desconocido para los
hombres de ciencia de su tiempo poseía una sólida formación científica, se interesó por los mecanismos
de la herencia biológica, lo que le condujo a realizar una serie de experimentos para averiguar cómo se
transmitían los caracteres hereditarios de generación en generación.
El éxito del trabajo de Mendel se fraguó con una acertada elección del material experimental así como de
los caracteres a estudiar. Eligió para sus experimentos una planta ornamental, el guisante de olor (Pisum
sativum), que podía cultivar fácilmente en el jardín del monasterio. La anatomía de las flores de esta
planta era la idónea para realizar cruzamientos controlados entre distintas variedades de la misma. En su
estado natural, las flores de Pisum sativum siempre se autofecundan, es decir, los óvulos de una
determinada flor sólo pueden ser fecundados por polen procedente de los estambres de esa misma flor.
Sin embargo, es posible la fecundación cruzada experimental, sin más que abrir cuidadosamente la flor
inmadura, eliminar los estambres que le proporcionarían el polen, y cubrir el estigma con polen
procedente de otra planta. El uso de esta técnica permitió a Mendel realizar cruzamientos controlados
entre distintas variedades de la planta. Por otra parte, Mendel fijó su atención en caracteres que
presentaban dos alternativas claramente diferenciables tales como el aspecto liso o rugoso de las
semillas o el color blanco o violeta de las flores. De este modo, en la descendencia de un cruzamiento
podía distinguir perfectamente qué alternativas aparecían y en qué proporciones se encontraban.
Mendel disponía de varias cepas de P. sativum que diferían unas de otras en unos pocos caracteres
fácilmente identificables (color de la semilla, aspecto de la semilla, color de la flor, posición de la flor, color
de la vaina, aspecto de la vaina y longitud del tallo) (Figura 18.6). Durante algún tiempo se dedicó a
comprobar si cada una de estas cepas constituía lo que él denominaba una raza pura, es decir, si todas
las plantas de una misma cepa y la descendencia que de cada una de ellas se obtenía por
autofecundación eran uniformes para el carácter estudiado. Una vez hecho esto, Mendel estuvo en
condiciones de iniciar sus experimentos.
LA MATEMATICA EN LA BIOLOGIA
Matemáticas aplicadas a la Biología Es un hecho innegable que en nuestros días la Matemática está atravesando un momento
de gloria en el sentido de que además del desarrollo propio de las teorías abstractas de sus diferentes rama, está teniendo una
participación crucial en otras disciplinas de las cuales se nutre y a las cuales, después de dotarlas de un marco teórico
adecuado, las impulsa haciéndolas avanzar hacia lugares antes inimaginables. La Biología es una de esas ciencias, y su vínculo
con la Matemática ha tomado un impulso decisivo a principio del siglo XX con las ecuaciones de Lotka – Volterra para modelar
la dinámica de un sistema de cazadores y presas, y esto se ha acentuado en las últimas décadas. Es menester aclarar que en
siglos pasados ya han existido, aunque en forma más fugaz, encuentros entre la Matemática y la Biología tales como el modelo
de Fibonacci, para el crecimiento de conejos; el modelo de Malthus, para el crecimiento de la población humana; el modelo de
Verhulst y el modelo de Gompertz para el crecimiento poblacional. La fugacidad de estos encuentros no les quita importancia.
Por ejemplo, de las investigaciones de Malthus se inspiró Darwin para desarrollar su teoría de la evolución, la cual es
fundamental para la Biología moderna. El modelo de Verhulst ha podido explicar el crecimiento de algunos tipos de bacterias y
paramecium (Álvarez, 2006, pp. 73 – 112). La ecuación de Gompertz, por su parte, ha logrado modelar con éxito el crecimiento
de tumores (Hernández, 2014, pp. 1 – 8).
Algunas de las áreas de la Biología en las que los modelos matemáticos han contribuido notablemente son, entre otras, las
siguientes: crecimiento tumoral (Barrea y Hernández, 2012; pp. 41 – 49; Barrea y Hernández, 2012, pp. 5789 – 5800; Barrea y
Hernández, 2013, pp. 35 – 49; Hernández, 2014; Preziosi, 2003; Wodarz y Komarova, 2005), dinámica de poblaciones (Britton,
2002, pp. 1 – 79; Murray, 2001, pp. 1 – 115; Nowak, 2006), modelos para la determinación del sexo según la temperatura de
los huevos (Murray, 2001, pp. 119 – 144), epidemología (Allen, 2003, pp. 56 – 153; Bürger, 2010, pp. 7 – 62; Hernández, 2014,
pp. 25 – 35), biología celular y molecular (Britton, 2002), farmacodinámica y farmacocinética (Bonate y Howard, 2011; Källén,
2008), dinámica de HIV (Nowak, 2006, pp. 167 – 189) y ecología (Momo y Capurro, 2006)
Leyes de Mendel
¿En qué consisten las Leyes de Mendel?
Las leyes de Mendel son los principios que establecen cómo ocurre la herencia, es decir, el proceso
de transmisión de las características de los padres a los hijos.
Las tres leyes de Mendel son:
Por ejemplo:
Si se cruzan plantas de razas puras, unas de flores rojas con el genotipo dominante (A) y otra de flores
moradas con el genotipo recesivo (a), se tendrá como resultado que la primera generación filial será igual,
es decir (Aa), ya que va a sobresalir el genotipo dominante (flor roja), como se ilustra a continuación.
Cuadro de Punnet de la primera ley
A (rojo) A (rojo)
a (morado) Aa Aa
a (morado) Aa Aa
A (rojo) a (morado)
A (rojo) AA Aa
a (morado) Aa aa
Dominancia incompleta y codominancia
Codominancia
En los cruzamientos en los que hay codominancia, en los heterocigotos los dos genes alelos se expresan, pero sin
«unirse». Por ejemplo: al cruzar una vaca y un toro, de líneas puras, siendo la vaca café rojiza y el toro blanco, la
generación filial será 100% Heterocigota y 100% de pelaje rosado o manchado. Para simbolizar los genes de los
individuos se usa la letra inicial del rasgo (en el caso anterior C - color del pelaje-), en mayúscula y la letra inicial de las
distintas expresiones del mismo (Café Rojizo o Blanco), en mayúscula y superíndice.
A A
A A
a
a a
A A
a
a a
A a
A A
A
A a
A a
a
a a
Según la interpretación actual, los dos alelos, que codifican para cada característica, son segregados durante la
producción de gametos mediante una división celular meiótica. Esto significa que cada gameto va a contener un solo
alelo para cada gen. Lo cual permite que los alelos materno y paterno se combinen en el descendiente, asegurando la
variación.
Para cada característica, un organismo hereda dos alelos, uno de cada progenitor. Esto significa que en las células
somáticas, un alelo proviene de la madre y otro del padre. Estos pueden ser homocigotos o heterocigotos.
En palabras del propio Mendel:7