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Por ello, mis hermanos, nosotros hemos venido reflexionando desde las
constituciones, acerca de la renovación de nuestra vida. Y el capítulo II de las
CCGG, se nos invitaba a fortalecer en todo momento nuestra vida de Oración,
tanto personal como comunitaria, de tal manera que podamos seguir fortaleciendo
nuestro momento de meditación a la luz de la palabra de Dios.
Por consiguiente, no se puede anunciar a Cristo sin sentirlo, puesto que no sería
coherente con nuestra vida, ya que la Oración es vaciarnos para dejar que entre y
habite Dios en nosotros. Jesús busca corazones entregados totalmente por su causa,
que no es otra sino el Evangelio. Lo importante en nuestra vida es que lo que se
anuncia sea lo que se viva, tanto de palabra y de obra.
Por otra parte, pasando al evangelio de Juan, Jesús se nos presenta como la luz del
mundo “yo he venido al mundo como luz” Jesús se manifiesta como la luz, que
viene a iluminar las tinieblas del mundo, como aquel queda sentido a nuestra vida,
a nuestra vocación al estilo de Francisco. Jesús está criticando la incredulidad y la
falta de fe de los judíos, es decir, el Mesías vino, pero su vida no transformo a los
que supuestamente lo esperaban, por ello, solo aquellos que han encontrado a
Cristo en su corazón pueden seguirlo, por eso, se nos invita incluso a no ser
incrédulos ante la obra de Cristo, aunque muchas veces pasemos en nuestra
vocación por momentos difíciles y áridos en nuestra vida, el que hace la obra es
Cristo, nosotros somos sus obreros.
Por ello, mis hermanos, nosotros somos privilegiados porque escuchando la voz
del pastor buscamos cada día seguirle, aunque tengamos momentos difíciles, o
como dice un refrán “estamos pasando por la hora amarga”. Aunque nos
caigamos, debemos levantarnos, porque es Cristo el que nos anima a seguir.
Recordemos la invitación que nos ha hecho el Papa Francisco, “los cristianos somos
invitados formalmente a ser luz para los demás. Se trata de que seamos luz con
nuestra vida, para los que nos rodean y nos ven. Se trata de que seamos testigos de
esperanza y del verdadero sentido de la vida, en medio de una sociedad
secularizada en la que se está perdiendo el sentido de Dios. Que seamos luz para
tantas personas desorientadas, que viven en crisis, en la oscuridad o en la
penumbra existencial”.
Por ello, pidámosle al Señor junto al pan y el vino, que siga moldeando nuestra
vida y que a pesar de las tentaciones no nos deje en el suelo, sino que nos ayude a
levantarnos y animar también a los que nos necesitan y se encomiendas a nuestra
oración.