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MODULO 3 Autonomía económica y derechos laborales de las mujeres

Introducción
En México, la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres aún presenta muchos obstáculos a vencer. A pesar de que se
cuenta cada vez con más leyes y programas especializados para que las mujeres gocen y ejerzan plenamente todos sus
derechos humanos, esto no es todavía una realidad en cada uno de los ámbitos que se desarrollan (personal, familiar,
escolar, laboral, comunitario, institucional, etcétera).

Un ejemplo de esto se observó en el módulo anterior, donde se abordaron varios casos de afectación de la autonomía física
de las mujeres, como la violencia física, sexual y psicológica, así como las violaciones a sus derechos sexuales y
reproductivos, lo cual conlleva a que éstas no pueden acceder plenamente a una vida libre de violencia.
En este módulo se abordará el tema de la autonomía económica, el cual se vincula estrechamente con el ejercicio de los
derechos económicos, laborales y sociales de las mujeres. También se identificará la relación entre este tipo de autonomía y
el derecho a la igualdad en el ámbito laboral y económico, uso de tiempo, cuidados y derecho de las mujeres a no sufrir
violencia económica ni patrimonial.

Ahondar en el estudio de la autonomía económica de las mujeres y su relación con el goce de los derechos económicos y
laborales de las mujeres pretende visibilizar la situación que enfrentan muchas mujeres en cuestión de igualdad de
remuneración, contratación y oportunidades laborales; falta de ingresos propios o autonomía para decidir sobre sus propios
ingresos; trabajo no remunerado y las dobles jornadas que aún enfrentan debido al tema de los cuidados del hogar, familia
y personas enfermas dependientes, e incluso de los propios. Todo ello es impuesto por una serie de roles y estereotipos que
han perpetuado una situación de desigualdad y discriminación para las mujeres, lo cual se manifiesta en lo social,
económico, político y laboral.

Objetivo
El estudio de este módulo le permitirá:
• Identificar el vínculo entre la autonomía económica de las mujeres y su derecho a la igualdad laboral y las políticas de
cuidado, a través del reconocimiento de situaciones de discriminación y desigualdad, violencia económica y patrimonial,
segregación laboral y trabajo no remunerado, para dimensionar su repercusión en las mujeres.

Temas
1. Igualdad distributiva y autonomía económica
2. Discriminación y desigualdad en el mercado
3. Economía del cuidado

Actividad de inicio. ¿Sabes cuáles son los derechos económicos de las mujeres y en qué consiste su autonomía
económica?
TEMA 1. Igualdad distributiva y autonomía económica
Al hablar de igualdad entre mujeres y hombres, es importante hacer hincapié en distintas definiciones que se han dado
sobre la misma para identificar sus aproximaciones y reconocer los elementos a trabajar para alcanzarla y practicarla de
manera efectiva en la sociedad.

La igualdad formal, también conocida como igualdad jurídica, se refiere a que todas las personas, sin distinción alguna, son
iguales ante la Ley y cuentan con los mismos derechos humanos. Es decir, se trata y considera por igual a mujeres y
hombres en el acceso a bienes y servicios, derechos y deberes, etcétera.

La igualdad de facto o sustantiva consiste en reconocer que, a pesar de tener contemplada la igualdad dentro de las leyes e
instrumentos nacionales e internacionales, esto no es suficiente para lograr que en la práctica se alcance el acceso al mismo
trato y oportunidades para el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos. La igualdad sustantiva se enfoca
en lograr que la igualdad se viva en los hechos, es decir, en todas las esferas de lo social. Para ello, es necesario modificar
circunstancias que impiden a las personas acceder plenamente a sus derechos humanos, como los roles y estereotipos,
discriminación, violencia estructural contra las mujeres, etcétera. Todo ello, mediante medidas estructurales, legales o de
política pública (acciones afirmativas) encaminadas a modificar esos patrones sociales y brechas de desigualdad para
permitirle a las personas un mayor acceso a sus derechos humanos (ONU, 2015, p. 4).

La igualdad distributiva hace referencia a “la superación de la pobreza de las mujeres, tanto monetaria como de tiempo, la
igualdad salarial, el fin de la discriminación en el mercado laboral y de los sesgos y déficits en la protección social” (CEPAL,
2016, p. 9).

Para ello, es de suma importancia que la sociedad comience a modificar patrones y estructuras que fomentan esa
desigualdad e impiden a las mujeres desarrollar su autonomía económica. Uno de estos elementos es la designación del
trabajo doméstico y los cuidados a las mujeres, ya que a pesar de que las mujeres destinan gran parte de su tiempo, energía
y esfuerzo a ellos, dichas labores no cuentan con una remuneración económica, ni reconocimiento social. Esa división sexual
del trabajo es uno de los grandes obstáculos que afectan a las mujeres en el acceso a recursos, trabajos remunerados,
igualdad laboral e independencia económica.

Derivado de la anterior, la CEPAL ha hecho énfasis en que la posibilidad del desarrollo de la autonomía de las mujeres se liga
estrechamente a las condiciones que propician la desigualdad entre mujeres y hombres: patrones culturales
discriminatorios que otorgan privilegios a unos cuantos sobre otros y otras, la pobreza, relaciones de subordinación,
etcétera (2016, p. 34). Sólo al modificar todas ellas, se podrá lograr el pleno desarrollo de la autonomía económica, física y
de toma de decisiones de las mujeres.

De acuerdo con la CEPAL (2016, p. 23), la autonomía económica se entiende como la capacidad de las mujeres para
generar ingresos y recursos propios a través del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones y oportunidades,
a su inserción y participación activa en la economía del país, así como el poder de decisión, basado en su propia libertad y
sin coerción alguna, sobre esos recursos y el uso de su tiempo.

Esta autonomía se considera un elemento fundamental para la superación de la pobreza y participación activa de las
mujeres en la vida económica, social y política del país.

De acuerdo con lo establecido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS), para lograr la igualdad de género en el mundo y la región en particular, es preciso fortalecer la autonomía económica
de las mujeres y analizar en profundidad la actual distribución de los recursos económicos, naturales, productivos y
financieros entre mujeres y hombres en la sociedad y en los hogares CEPAL (2016, p.40).

Para que las mujeres puedan desempeñarse sobre una base de igualdad en la sociedad, es necesario que puedan tener
acceso a recursos económicos propios y tengan el control sobre ellos, ya que en una sociedad donde la economía se centra
en la producción, dichos ingresos funcionan como medio para el acceso a bienes, servicios y toma de decisiones. Por ello,
mientras las mujeres no cuenten con esos recursos, no pueden acceder a muchos servicios y esto las puede colocar en una
situación de vulnerabilidad, desigualdad, discriminación y violencia.

Entre los obstáculos para que las mujeres puedan lograr su autonomía económica y alcanzar el goce y ejercicio de sus
derechos humanos, se encuentran: la asignación de roles domésticos y de cuidado, discriminación laboral, trabajos no
remunerados, violencia económica y patrimonial, falta de corresponsabilidad entre la vida familiar y laboral, etcétera.

Un ejemplo de que estos obstáculos siguen presentes en la sociedad y que puede mostrar la importancia de estudiar y
atender estas problemáticas para buscar propiciar los cambios necesarios para lograr una sociedad más igualitaria puede
verse en la publicación A diez años del primer análisis: Principales resultados de la encuesta de igualdad y no
discriminación por razones de género (2007-2016), de la CNDH.
La intención de esta encuesta fue conocer la percepción de la población sobre las oportunidades laborales entre mujeres y
hombres para conseguir un trabajo bien pagado y obtener promociones; las personas encuestadas respondieron que se
descubren mayores oportunidades para los hombres (tres veces o más), mientras que las mujeres se muestran menos
optimistas, ya que acceder a cargos públicos y puestos altos en la toma de decisiones se aprecian como los de menor
oportunidad para ellas (menos del 4 % dice que hay mayores oportunidades para las mujeres, y poco más del 27 % dice que
los hombres son más favorecidos) (CNDH, 2018, p. 45).

Otro ejemplo de ello, podría observarse en el campo de la violencia laboral; de acuerdo con la Endireh 2016 el 26.6 % de
las mujeres que trabajan o trabajaron alguna vez, afirmaron haber experimentado algún acto violento, principalmente de
tipo sexual y de discriminación por razones de género o por embarazo (p. 2).

Casos como éstos, y muchos otros, muestran la importancia y necesidad de estudiar, comprender y fomentar la autonomía
económica de las mujeres para que puedan gozar de todos sus derechos humanos, principalmente en lo relacionado con el
acceso a recursos propios e igualdad económica, salir de la pobreza y contar con el uso de su tiempo para capacitarse,
acceder al mercado laboral, desarrollarse profesionalmente y participar de manera activa en la vida social y política.

Tema 2. Discriminación y desigualdad en el mercado


Discriminación laboral
Uno de los elementos en que se basa la desigualdad laboral y económica para las mujeres, tanto en el acceso a
oportunidades o promociones laborales, como en la igualdad de remuneración o poder de decisión sobre uso de recursos o
ingresos, se asienta en la discriminación que sufren debido a la construcción social de roles y estereotipos y la división
sexual del trabajo que ha distinguido durante mucho tiempo el espacio público para el género masculino y el privado para el
femenino.

En tal sentido, esta discriminación afecta directamente el ejercicio de su autonomía económica, al no permitirles decidir de
manera libre sobre su uso de tiempo, acceso a profesionalización, oportunidades laborales, ingresos o economía.

Tener ingresos propios es una condición básica y necesaria para que cualquier persona adulta pueda en nuestras
sociedades ejercer su autonomía económica y no depender permanentemente de otros para satisfacer sus necesidades y
las de su familia, así como para tomar decisiones sobre los recursos. Sin embargo, en el caso de las mujeres, muchas
veces tener ingresos constituye una base, pero no significa necesariamente ejercer una plena autonomía desde el punto
de vista económico, ya que sus ingresos son tan bajos que no les permiten superar el umbral de la pobreza, ya sea
individual o de sus hogares (CEPAL, 2016, p. 41).

Por ello, un elemento necesario para lograr que las mujeres puedan desarrollar su autonomía económica y ejercer de
manera plena sus derechos humanos es propiciar un entorno donde sea posible hacer efectiva esa autonomía.

Alethia Fernández (2018) ofrece esta definición del concepto de autonomía:

“[...] la posibilidad de autonomía no depende sólo del individuo, sino que se genera con base en las diversas interacciones
de las personas con las estructuras de desigualdad social, como clase, edad, etnia y especialmente género, una estructura
simbólica que marca los procesos sociales y las acciones individuales” (p. 31).

Para esto, es necesario identificar aquellas situaciones que aún propician una brecha de género:
La Ley Federal para Prevenir y Eliminar Discriminación (2016) entiende por discriminación lo siguiente:
[...] toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que, por acción u omisión, con intención o sin ella, no sea objetiva,
racional ni proporcional y tenga por objeto o resultado obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades, cuando se base en uno o más de los siguientes
motivos: origen étnico o nacional, color de piel, cultura, sexo, género, edad, discapacidades, condición social, económica, de
salud o jurídica, religión, apariencia física, características genéticas, situación migratoria, embarazo, lengua, opiniones,
preferencias sexuales, identidad o filiación política, estado civil, situación familiar, responsabilidades familiares, idioma,
antecedentes penales o cualquier otro motivo (p. 1).

Por su parte, según la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra La Mujer (CEDAW, por
sus siglas en inglés), se entenderá por discriminación contra la mujer toda distinción, exclusión o restricción basada en el
sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las
libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil, o en cualquier otra esfera (ONU, 1981).

Específicamente sobre discriminación laboral, Hobart y Gracia (2014), en su artículo Discriminación laboral y vulnerabilidad
de las mujeres frente a la crisis mundial en México, señalan:

[...] se puede considerar una conducta discriminatoria en el mercado laboral cuando empleadores o trabajadores tienen un
trato diferencial hacia individuos de determinados grupos sociales en el proceso de reclutamiento, desempeño y
promoción; este trato está fundado en criterios distintos a las calificaciones y méritos requeridos para desempeñar una
actividad productiva. La mayoría de las prácticas discriminatorias surgen de prejuicios, preconcepciones y estigmas sobre
ciertos grupos y colectivos sociales, y pueden ser cuantificadas en resultados observados en el mercado laboral
(discriminación estadística) (p. 2).

Está discriminación, como bien se menciona en dicho artículo, se basa en gran medida en la asignación de roles y
estereotipos de género que dividen el uso de tiempo, han relegado a mujeres y hombres al espacio público o privado y
asignado socialmente una serie de tareas diferenciadas por sexo. Esto ha generado una desigualdad en el acceso a las
mismas oportunidades de educación, acceso a empleo, promoción, capacitación, remuneración, seguridad social, entre
otros.

Los roles de género son conductas estereotipadas por la cultura, por tanto, pueden modificarse dado que son tareas o
actividades que se espera realice una persona por el sexo al que pertenece. Por ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a
los hombres roles de políticos, mecánicos, jefes, etcétera, es decir, el rol productivo; y a las mujeres, el rol de amas de casa,
maestras, enfermeras, etcétera (rol reproductivo) (Inmujeres, 2007, p. 1).

Bajo esta construcción social, se constituye el escenario en que se presentan muchos elementos de la discriminación laboral
hacia las mujeres, ya que existe de antemano una segregación por cuestiones de género que afecta de diversas maneras
tanto a mujeres como a hombres. Desde la infancia, la sociedad asigna a los seres humanos roles y estereotipos, lo cual
genera que destinen su uso de tiempo a tareas distintas que posteriormente provocarán una división sexual del trabajo.

La ONU (2018) señala que la división sexual del trabajo “se refiere a la manera en que cada sociedad divide el trabajo entre
los hombres y las mujeres, los niños y las niñas, según los roles de género socialmente establecidos o que se consideran
apropiados y preciados para cada sexo”.

Algunas de las afectaciones derivadas de esos roles y estereotipos, son las siguientes:
Respecto a la educación, en el momento de elegir una carrera, hay profesiones que se consideran socialmente feminizadas
o masculinizadas.

Puede decirse que existe discriminación laboral contra las mujeres cuando, sin importar que posean la misma capacidad,
nivel de estudios, formación y experiencia, se les da un trato inferior en la contratación, pago, acceso a ocupación de
cargos, ascensos o condiciones laborales en comparación con los hombres (Inmujeres, 2003, p. 8). De igual manera, se
considera discriminación en el ámbito laboral cuando a ellas se les despide o condiciona su contratación, promoción y
permanencia por cuestiones de embarazo o cuidados maternos.

Con base en lo anterior, y de acuerdo con Inmujeres (2003, pp. 7-9), es posible distinguir entre las formas más frecuentes de
discriminación en el ámbito laboral:

Discriminación salarial: Consiste en un menor pago por un mismo trabajo.


Discriminación ocupacional: Se caracteriza por la exclusión de mujeres de ciertas ocupaciones consideradas como
“masculinas” o la ubicación de éstas en ocupaciones relacionadas con roles o estereotipos de género asignados a las
mujeres, como todas aquellas tareas de cuidado.
Discriminación en la adquisición de capital humano: Impide que las mujeres sigan profesionalizándose para adquirir
nuevos puestos de trabajo.
Discriminación en el empleo: Se refiere a la posibilidad de obtener un empleo de acuerdo con el sexo, edad, formación,
etcétera. Aquí, en ocasiones las mujeres se ven afectadas para obtener un empleo de tiempo completo debido a que se les
siguen asignando las tareas de cuidado del hogar.

Para conocer algunos datos sobre la situación de las mujeres en este ámbito, puede revisar el recurso interactivo Estudio
sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres en Materia de Puestos Salarios en la
Administración Pública Federal 2017 en la secuencia de estudio.

Violencia económica y patrimonial


La discriminación en el plano normativo y en los hechos tiene consecuencias diversas que pueden derivar en el
sometimiento y exclusión, pero también en la violencia, como relación social que pone de manifiesto las asimetrías de
poder y las acentúa. La discriminación de hecho en realidad puede complejizarse en la medida en que busquemos
comprender cómo se “dan” esos hechos (CNDH, 2018, pp. 23-24).

En este apartado del módulo, se abordarán dos tipos de violencia: económica y patrimonial. Ambas afectan en
particular a las mujeres al ejercer su autonomía económica, lo cual vulnera varios de sus derechos, como el de igualdad,
trabajo o a una vida libre de violencia. También se analizarán algunas modalidades o ámbitos donde principalmente pueden
presentarse estos tipos de violencia y se verán algunas cifras que permitan comprender la situación actual de estas
problemáticas en México.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007), define la violencia económica de la
siguiente forma:
[...] toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de
limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario
menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral (art. 6.°, fracción cuarta).

Con base en dicha definición, este tipo de violencia implica toda acción u omisión (es decir que se haga algo o se deje de
hacer) que afecte la supervivencia económica de la víctima y esté relacionada con las limitaciones o control de sus
percepciones o ingresos (en este aspecto puede presentarse tanto en un ámbito laboral como en uno familiar); finalmente,
añade que también se considerará como violencia de este tipo un menor pago por un igual trabajo dentro de un centro
laboral, lo cual de nuevo introduce un ámbito donde puede presentarse con mayor frecuencia, aunque no es el único tipo
de violencia. Un ejemplo de éste puede verse cuando a una mujer no se le permite utilizar sus propios ingresos o
percepciones y son administrados por otra persona dentro del círculo familiar.

La mencionada ley define la violencia patrimonial de la siguiente manera:


Cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la víctima. Se manifiesta en: la transformación, sustracción,
destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o
recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios de
la víctima (art. 6.°, fracción tercera).

En ésta, a diferencia de la anterior, puede observarse que se hace referencia a toda acción u omisión que también pone en
peligro la supervivencia de la víctima, pero ya no es a través de sus ingresos o recursos, sino de la transformación,
sustracción, destrucción o retención de documentos personales, bienes y valores comunes o propios de la víctima, los
cuales resultan necesarios para su subsistencia diaria. Un ejemplo de este tipo de violencia podría ser cuando se le
esconden o destruyen documentos personales a la víctima (pasaporte o credencial de elector) para que no pueda hacer
trámites necesarios por sí misma y exista un control por parte de quien tiene o destruyó los documentos. Ambos tipos de
violencia pueden presentarse tanto en el ámbito familiar, como en el laboral o institucional. Por ello, resulta relevante citar
la definición de violencia en ambos ámbitos para tener una mayor comprensión sobre las formas en que puede
presentarse la violencia económica o patrimonial en estos espacios (público y privado) y su relación tanto con el ejercicio de
la autonomía de las mujeres como con muchos de sus derechos humanos.
La mencionada ley define a la violencia familiar como el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar,
someter, controlar, o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres,
dentro o fuera del domicilio familiar, con cuyo agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consanguinidad o
afinidad, de matrimonio o concubinato, o una relación de hecho.

Por lo tanto, cuando la violencia patrimonial o económica es cometida por alguien que tenga o haya tenido los tipos de
relación mencionados, se dice que se da en el ámbito familiar.

La violencia laboral se define en esta misma ley como aquélla ejercida por las personas que tienen un vínculo laboral,
docente o análogo con la víctima, independientemente de la relación jerárquica, y consistente en un acto u omisión en
abuso de poder que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su desarrollo y atenta
contra la igualdad.

Los artículos 10 y 11 de la misma ley consideran dentro de esta modalidad de violencia la negativa ilegal a contratar a la
víctima o a respetar su permanencia o condiciones generales de trabajo, la descalificación del trabajo realizado, las
amenazas, intimidación, humillaciones, explotación, impedimento a las mujeres de llevar a cabo el período de lactancia
previsto en la Ley y todo tipo de discriminación por condición de género.

La violencia en el trabajo se ha abordado en los últimos años como un gran obstáculo para la participación laboral de
mujeres y hombres en condiciones de igualdad. Aunque ambos sexos sufren violencia en el trabajo, las mujeres son más
vulnerables ya que aún “cargan” con el estigma de ser “provocadoras” de tales conductas, además de que la incidencia es
mayor para las mujeres de acuerdo a las encuestas especializadas (CNDH, 2018, p. 63).

Estos hechos pueden verse en los datos del estudio A diez años del primer análisis: Principales resultados de la encuesta de
igualdad y no discriminación por razones de género (2007-2016), de la CNDH (2018), donde se señala respecto a la violencia
contra las mujeres que “el 57.3 % declararon que las mujeres de su familia habían vivido violencia en algún momento de sus
vidas por parte de sus parejas” (p. 58). Respecto a los tipos de violencia, la población declara que la física es la más
frecuente (67.2 %), seguida por la psicológica (67.1%), económica (59.8 %), sexual (58.9 %) y patrimonial (45.5 %) como lo
muestra la siguiente gráfica:
Por otra parte, para complementar con mayores datos la situación de violencia y discriminación que sufren las mujeres en el
ámbito económico, patrimonial y laboral, la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, elaborada por el
INEGI, arroja los siguientes datos:

Techo de cristal
De acuerdo con el Glosario de Igualdad de Género de la ONU (2018), al hablar de techo de cristal se hace una referencia
metafórica para describir las barreras invisibles que impiden a muchas mujeres acceder o escalar a las posiciones más altas
dentro de una empresa o institución.

El techo de cristal es un término que se ha ido gestando desde los años ochenta y se refiere a los obstáculos, relativamente
invisibles, que impiden a las mujeres acceder a puestos de altos mandos o continuar en ascenso con su carrera profesional,
en igualdad de condiciones y oportunidades que los hombres.

En su artículo "Mujeres rompiendo el techo de cristal: el caso de las universidades" (2002), Olga Bustos menciona que el
techo de cristal puede tener tres supuestos:
El techo de cristal es un fenómeno que limita el ejercicio de los derechos de las mujeres en su ascenso profesional. Esta
teoría parte de la consideración de que existe un techo invisible en la carrera profesional de las mujeres que les impide
avanzar hacia niveles mayores de autoridad y de responsabilidad y, por tanto, identifica un freno en el ascenso de la carrera
profesional vinculado con la discriminación estructural de las mujeres (Inmujeres, 2018).

Esta barrera invisible que enfrentan muchas mujeres para acceder a los altos puestos de toma de decisiones denota que
aún existe una discriminación y violencia estructural contra ellas que impide el pleno ejercicio de sus derechos humanos, ya
que el techo de cristal no les permite a las mujeres acceder en igualdad de oportunidades a un mismo salario por un mismo
trabajo y a una igualdad de oportunidades para el acceso a puestos de toma de decisiones.

Estudio sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres en Materia de Puestos Salarios en la Administración Pública Federal
2017
Tema 3. Economía del cuidado
Antecedentes
La economía del cuidado, como planteamiento teórico-explicativo, es relativamente nueva. Sin embargo, desde hace
algunos siglos se han venido realizando estudios sobre el trabajo doméstico y los cuidados, aunque con mayor énfasis a
partir de los años setenta. Desde esta perspectiva histórica, se ha podido identificar que la “desvalorización del trabajo
doméstico es una construcción social que se desarrolló con la producción mercantil” (Carrasco, Borderías y Torns, p. 16); lo
anterior muestra las profundas raíces de la desigualdad sexual en que se fundamenta.

Durante el proceso de industrialización, las funciones productivas en la familia cambiaron; en ese largo periodo histórico, se
gestó la nueva ideología de la domesticidad, hubo cambios profundos y complejos en las características y condiciones del
trabajo familiar doméstico. “Las nuevas concepciones de la maternidad que se gestaron en la transición a la sociedad
moderna dieron pie a nuevas percepciones y nuevas normativizaciones respecto al cuidado de ‘la prole’ (descendientes de
una persona) y a la construcción de las nuevas identidades femeninas” (Carrasco, Borderías y Torns, p. 19).

Dentro de todos estos cambios, los más importantes fueron ubicar los trabajos de cuidado en el centro familiar doméstico y
situar a las mujeres como responsables naturales del cuidado, lo cual dio pie a una resignificación de la maternidad. Un
ejemplo es la obra Julia, o la nueva Eloísa, de Juan Jacobo Rousseau, donde se establecen los nuevos códigos de la
maternidad (Knibiehler y Fouquet, 1977, citados en Carrasco, Borderías y Torns, 2011), es decir, de la madre como
responsable fundamental del cuidado bajo la supervisión del padre de familia.
“Las madres comenzaron a ser vistas como responsables de una población abundante y sana —la riqueza de los pueblos y
la garantía de una nación poderosa—, y de su educación en los valores de la Iglesia y el Estado, llegando a ser definidas
incluso como ‘amas de cría al servicio del Estado’” (Donzelot, 1977, citado en Carrasco, Borderías y Torns, 2011).

Las largas jornadas de trabajo que tenían las mujeres, así como las constantes protestas que se gestaron por esta situación,
derivaron en la expulsión de las mujeres casadas del mercado de trabajo como una solución a la doble jornada; además, con
este nuevo orden, tener una esposa dedicada al cuidado del hogar y la familia se consideró como un signo de estatus.

Aunado a estos cambios se tiene que, desde finales del siglo XVIII, había una percepción de asociar progresivamente el
trabajo al mercado y al salario, lo cual contribuyó de manera muy decisiva a la desvalorización económica del trabajo
doméstico.

Y con el tiempo, además, las mujeres que se dedicaban prioritariamente a los trabajos domésticos para sus familias fueron
consideradas, en tanto no asalariadas, como “dependientes” de un “ganador-de-pan” (Hartmann, 1976; Boydston, 1990;
Horrell y Humphries, 1995, en Carrasco, Borderías y Torns, 2011). En los primeros recuentos censales de casi todos los
países, las mujeres que realizaban trabajos domésticos para sus familias eran clasificadas como “trabajadoras domésticas”;
fue a lo largo de las primeras décadas del siglo XX cuando entraron a formar parte de los grupos considerados “inactivos” o
“improductivos”, contribuyendo a su opacidad (Borderías, 2003, citado en Carrasco, Borderías y Torns, 2011).

Desde finales del siglo XVIII, y hasta hoy, el feminismo discute y debate sobre los nuevos modelos de división sexual del
trabajo, las nuevas identidades de género y los derechos de ciudadanía, pero también sobre la maternidad y el cuidado de
los hijos e hijas. Cova (1991, citado en Carrasco, Borderías y Torns, 2011) señala que, para finales del siglo XIX, se observan
las primeras reivindicaciones de un salario para las amas de casa, el cual debía ser universal; sin embargo, no llegaron a
plantear un cambio en la división sexual del trabajo para realmente lograr cambios sustanciales. Cabe recordar que la
división sexual del trabajo, aunada a los roles y estereotipos de género, son la base de la desigualdad entre mujeres y
hombres.

A finales del siglo antepasado, y a lo largo del pasado, surgieron teorías, ideas, programas, planes y normas que
contribuyeron a aumentar las cargas de trabajo para las mujeres, como la relación directa entre la higiene y la morbilidad.
Por ejemplo, la identificación de los agentes patógenos llevó a la mujeres a intensificar la limpieza y desinfección de la casa,
vestidos, tratamiento de los alimentos, etcétera. También la educación para la maternidad, con la creación de escuelas para
madres, cursos de salud materna e infantil, escuelas de economía doméstica, etcétera, contribuyó a este aumento en el
trabajo doméstico y de cuidados por parte de las mujeres, pero además, de manera progresiva, se fueron percibiendo
menos como trabajo y más como producto del amor maternal, al explotar su dimensión emocional al servicio
doméstico y adecuar y justificar cada vez más este discurso.

Desde la sociología, surgieron los primeros estudios para evidenciar el trabajo doméstico y el cuidado; algunas autoras
llevaron a visibilizar el trabajo doméstico y de cuidados al hacer evidente el conflicto de la división sexual del trabajo. Sin
embargo, otras estudiosas como Sue Himmelweit analizaron más el concepto de trabajo doméstico, sus características y
diferenciación del trabajo asalariado, y plantean que es limitado comparar el trabajo doméstico no asalariado con el
asalariado (abordado este último como productor de mercancías), ya que el trabajo doméstico tiene particularmente
connotaciones subjetivas y emocionales, sobre todo las relacionadas con las actividades del cuidado, que deben ser un
referente social y económico sobre el cual debieran orientarse las sociedades para cambiar de esta manera el paradigma del
trabajo.

Folbre (1995) analizó la diversidad de causas que generan el trabajo de cuidados y las distintas formas en que se realiza en
las sociedades; plantea que el trabajo de cuidados trasciende la frontera del espacio no monetizado y muestra la fragilidad
de las fronteras entre espacios público y privado y la fuerte relación entre mercado y vida (Pérez, 2006a). También analizó y
criticó las causas de la subvaloración del cuidado presente en las distintas teorías económicas, lo que le llevó a argumentar
que el trabajo de cuidados está devaluado sencillamente porque es un trabajo que realizan las mujeres.

Con esta última explicación, Folbre planteaba ya la idea de que en un sistema patriarcal lo que está devaluado es el ser
mujer y, por tanto, las actividades que éstas asuman y desarrollen también quedarán devaluadas. Finalmente, Folbre
analizó la tensión existente entre posiciones favorables y no favorables a la mercantilización del trabajo de cuidados;
análisis que le permitió indagar sobre la valoración —monetaria o no— del cuidado y la posibilidad de políticas públicas
orientadas a servicios de cuidados no mercantiles. Discusiones o reflexiones que hoy continúan vigentes (Carrasco,
Borderías y Torns, 2011).

Todos estos antecedentes, aunque muy resumidos sobre el trabajo doméstico y de cuidado, llevan a algunos planeamientos
importantes:

En este breve recorrido, se identificó la relevancia del trabajo doméstico y de cuidados en las sociedades históricas, su gran
variabilidad a lo largo del tiempo y la forma en que ha generado diversos debates sobre su entronque con los sistemas
económicos y políticos, las relaciones de género, y su función para el bienestar de las personas. Hoy se sabe que algunos de
los problemas planteados en épocas pasadas han sido asumidos por el Estado de bienestar, otros siguen desempeñándose
sobre bases privadas, en los hogares (mayoritariamente por las mujeres), con los mismos objetivos: la reproducción de la
mano de obra para el mercado y el bienestar de las personas. Una dualidad que, ayer, como hoy, define la ambigüedad con
que las mujeres viven el trabajo de cuidado.

El antecedente de la economía del cuidado son los estudios sobre la economía doméstica, la maternidad y los cuidados que
se han venido realizando desde el proceso de industrialización, los cuales mostraron claramente que la división sexual del
trabajo (referente a la asignación de tareas específicas y particulares a hombres y mujeres) es la raíz de las inequidades de
género que se manifiestan en el mundo del trabajo productivo y reproductivo remunerado y no remunerado; ahí reside la
importancia de la economía del cuidado, con los diferentes análisis y propuestas que ha generado.

Definición de economía del cuidado


Desde la economía feminista1 , y como parte de las diferentes investigaciones, trabajos y debates realizados sobre el
trabajo doméstico y de cuidados, se acuño y aportó el término economía del cuidado, referente al estudio de todas las
actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, particularmente de las
especificidades del trabajo de las mujeres, tanto en la esfera productiva como en la reproductiva, es decir, tanto el trabajo
que las mujeres realicen en el ámbito del intercambio mercantil como el que realizan en el ámbito del hogar, vinculado con
la atención, cuidado y reproducción de sus miembros, y su importancia para el desarrollo económico de los países y el
bienestar de sus poblaciones. Desde esta perspectiva, se considera que el cuidado es la piedra angular de la economía y de
la sociedad.
El término economía del cuidado se ha difundido de manera relativamente reciente para referir a un espacio bastante
indefinido de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades más básicas y relevantes para la
existencia y reproducción de las personas, en las sociedades en que viven. Como todo concepto en construcción, sus
alcances y límites son difusos. Podría argumentarse que en realidad toda actividad humana tiene como objetivo final la
propia reproducción, como personas y como sistema social. Esto puede ser cierto, pero la economía del cuidado, con sus
ambigüedades, refiere a un espacio más acotado (Rodríguez, 2005).

La economía feminista es una corriente de pensamiento económico heterodoxo que ha hecho énfasis en la necesidad de
incorporar las relaciones de género, como una variable relevante en la explicación del funcionamiento de la economía y de
la diferente posición de los hombres y las mujeres como agentes económicos y sujetos de las políticas económicas. Uno de
los temas en que esta perspectiva ha hecho hincapié es en la necesidad de recuperar la noción de provisión de bienestar
individual y colectivo como objetivo fundamental de la economía. En el estudio de la manera en que las economías
resuelven la provisión de este bienestar, o bien en la forma que estos sistemas se reproducen, aparece jugando un rol de
particular importancia el trabajo destinado a cuidar de las personas y a proveerlas de lo que necesitan para continuar su
vida en sociedad. Para un trabajo fundamental de esta corriente de pensamiento, puede consultar a Ferber y Nelson (1993)
y su actualización (2003). También consultar el sitio www.iaffe.org.

En particular, lo que le interesa a la economía del cuidado es la relación que existe entre la manera en que las sociedades
organizan el cuidado de sus miembros y el funcionamiento del sistema económico, es decir, incluye todas las actividades y
prácticas necesarias para la reproducción social, como el cuidado de sí y para sí, es decir, el autocuidado, y el de otras
personas (atención de niñas, niños, jóvenes, personas mayores, enfermas, o con alguna discapacidad y también de quienes
podrían proveerse a sí mismas cuidados).

Existen varias aproximaciones a la noción de economía del cuidado; por un lado está aquélla que iguala a la del trabajo
no remunerado realizado en el ámbito del hogar. La carencia de retribución implica que excluye los
bienes y servicios de cuidado provistos por los sectores público, privado y el “tercer sector” (ONG). La idea de trabajo indica
que se trata de actividades costosas en términos de tiempo y energía, y se realizan como obligaciones (contractuales o
sociales) (Unifem, 2000).

Aunado a la definición de economía del cuidado, se encuentra el concepto de reproducción social, referente
específicamente al cuidado de las personas y su capacidad para trabajar; es el espacio donde la fuerza de trabajo es
reproducida y mantenida, incluyendo todas aquellas actividades que involucran la crianza de los hijos e hijas, tareas de
cocina y limpieza, mantenimiento general del hogar y cuidado de los enfermos o personas con discapacidad. La
reproducción social de las personas es un proceso material y moral. Requiere bienes, mercancías, servicios, trabajo y amor.
La distribución de estas actividades está enmarcada en la división sexual del trabajo y las normatividades y contratos
sociales existentes.

Asimismo, el trabajo doméstico no está delimitado estrictamente por el lugar donde se realiza (el hogar) o sus funciones, ni
por el hecho de no estar remunerado. Se caracteriza por la forma de control que se deriva de las relaciones familiares
personales. (Picchio, 1999, citado en Rodríguez, 2005).
Por lo mismo, el cuidado es una actividad altamente genérica. Se encuentra realizada mayormente por mujeres y es por
medio del cuidado que la identidad genérica de las mujeres es construida (Batthyany, 2004, citado en Rodríguez, 2005),
aunque las nuevas tendencias van hacia la deconstrucción de esto y hacia nuevas formas de cuidado.

Otra aproximación a la economía del cuidado es estrictamente la económica; en ella se ha analizado, desde diferentes
épocas y corrientes, los aportes del trabajo doméstico y su posible impacto en la economía de cada país. Hay corrientes que
valoran el trabajo doméstico y de cuidados, y otras que lo invisibilizan, pero actualmente sigue el debate sobre si se debe
pagar este trabajo doméstico y de cuidados en el hogar, donde se cuestionan algunos aspectos:

La tercera aproximación a la economía del cuidado es desde el trabajo de cuidado o doméstico, referente al
conjunto de actividades realizadas en y para la esfera doméstica con la finalidad de asegurar la reproducción cotidiana de
sus miembros, con tareas tales como servicios de apoyo (pagos diversos, trámites administrativos, compras del hogar,
transporte), producción de bienes y servicios en el hogar (limpiar la casa, lavar los platos, lavar y planchar la ropa, cocinar,
tirar la basura, confeccionar prendas para los miembros del hogar), abastecimiento de agua y combustible (acarrear agua,
recoger leña), construcción y reparación de la vivienda y servicios específicos de cuidado (de la niñez, personas ancianas o
enfermas) (Redón, 2000, citado en Ariza y De Oliveira, 2003). Deben añadirse también las actividades realizadas por
terceras personas por y para los miembros del hogar. La contracara de esta situación es la marginación de quienes se
dedican a las tareas de cuidado; generalmente son realizadas por mujeres que, en muchos casos, no cuentan con
condiciones de trabajo y salario digno, lo cual refuerza aún más los rasgos de género y las dobles cargas que tiene este
grupo social. Esto es una clara muestra de la violencia económica que viven y han vivido las mujeres.

En pleno siglo XXI, existen varias creencias sobre el trabajo doméstico:


Con esto se corroborará la obviedad de que aún es un ámbito construido eminentemente en femenino. Confirma, de igual
modo, que los servicios de cuidado han aumentado en las sociedades occidentales, sin excepción. Asimismo, comprueba
que el conjunto de trabajo de cuidado, pagado y no pagado, realizado por mujeres, crece sin cesar. Y cuando devengan
empleo, es de escasa cualificación y mal pagado, incluso peor pagado que otros empleos femeninos de similar cualificación.
Esto es la base de la falta de autonomía económica que históricamente tienen las mujeres y se ha seguido perpetuando con
la división sexual del trabajo, los roles y estereotipos de género.

Se trata de una situación que refuerza la idea de una naturalización de los trabajos de cuidado, capaz de enmascarar la
capacitación técnica que requieren las personas que trabajan en este tipo de servicios. Los servicios de cuidado quedan
así encerrados en un círculo vicioso que gira en torno al amor como única fuente de emoción, lo femenino, la falta de
prestigio, la descualificación y, como consecuencia, los bajos salarios y, en los países del sur de Europa, inmersos en la
economía sumergida.

En los últimos años, los abordajes analíticos han dado paso al debate político sobre la construcción de una agenda de
cuidados feminista y transformadora que no sólo contemple a quien brinda cuidados y a qué costos, en cada contexto
particular, sino también a quien debe cuidar, a qué poblaciones y la repartición de los costos del cuidado, de manera que la
agenda del cuidado contribuya a la igualdad y equidad de género, así como a las instituciones, estructuras económicas y
construcciones políticas que permitirían dichos avances en los países de la región.

Aunque es invisible, el cuidado nunca es privado; está fuertemente atravesado por lo social en términos de género y clase y
por lo público en cuanto a las políticas que impactan directa o indirectamente. Ahí reside la importancia de esta agenda de
cuidados feminista y de la exigencia de la sociedad por políticas públicas desde la protección social con perspectiva de
género y enfoque de derechos humanos.

Políticas del cuidado


Para recordar, la autonomía económica es la capacidad de las mujeres para generar ingresos y recursos propios a través
del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones y oportunidades, a su uso de tiempo y a su inserción y
participación activa en la economía del país. Es importante considerar esta definición ya que constantemente, y a lo largo
del módulo, se ha visto lo complicado que ha sido durante varias épocas para la mujer acceder a dicha autonomía.
Por ello, tras dar una descripción general de lo que significa la economía del cuidado, se mostrarán las alternativas que los
Estados-gobierno están dando a las propuestas de las feministas y otros grupos sociales sobre el tema. Se comenzará por
retomar la amplia literatura elaborada en los países desarrollados que han utilizado el concepto de cuidado como categoría
de análisis de los “Estados de bienestar”.

En ese sentido la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación


contra la Mujer (CEDAW, 1979) establece:

Los Estados partes condenan la discriminación contra la mujer en todas sus formas, convienen en seguir, por todos los
medios apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer, considerando todo
lo anteriormente mencionado sobre la supuesta capacidad que tienen las mujeres para los trabajos de cuidado y por ende
la sobrecarga que significa para ellas y la poca valorización de este trabajo (art. 2.°).

Asimismo, una de las metas para el logro de la igualdad de género de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible,
adoptada por los Estados miembros de la ONU desde 2015, plantea reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el
trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras, la
formulación de políticas de protección social y la promoción de la corresponsabilidad compartida en el hogar y la familia,
según proceda en cada país.

Después de diversos estudios realizados en torno al cuidado, las científicas sociales feministas han dejado en claro la
importancia del trabajo de cuidado, al mostrar las limitaciones de las políticas de protección social que configuraron el
Estado de bienestar, el cual debe incluir la organización social del cuidado cotidiano del mismo modo que, en su día,
propició la universalización del derecho a la enseñanza y la sanidad. Cada sociedad debería organizar los cuidados para dar
respuesta a las dependencias y necesidades humanas y, a su vez, mantener el respeto por las personas que lo necesitan y
no explotar a quienes actúan como cuidadoras; por ello, es importante que el Estado recupere la iniciativa en la provisión
de servicios de cuidado. Las reformas necesarias deben ir en el sentido no de “privatizar” el cuidado, sino generar
alternativas que aumenten los grados de libertad de las personas respecto a cuál combinación de cuidado dentro y fuera del
hogar quieren elegir.

Desde la perspectiva de la protección social, el cuidado denota la acción dirigida a garantizar la supervivencia social y
orgánica de las personas que carecen de autonomía o la han perdido y necesitan ayuda para realizar los actos esenciales de
la vida diaria (CEPAL, 2010b, citado en Pérez, 2016). Para las políticas del cuidado, es de suma importancia retomar la
propuesta de la CEPAL (2010b) sobre protección social, donde el cuidado se entiende como un tema de
responsabilidad colectiva, sostenido mediante prestaciones y servicios que maximicen la autonomía y el
bienestar de las familias, los individuos, y especialmente de las mujeres, quienes soportan la mayor parte del trabajo no
remunerado. El cuidado se puede proveer en espacios privados o las esferas doméstica y no doméstica, como las
instituciones del Estado, mercantiles o comunitarias (Lamaute-Brisson, 2013, citado en Pérez, 2016).

Existen varias propuestas de políticas públicas sobre los cuidados. Revisa el recurso interactivo Propuestas de
políticas para el bienestar y cuidado, donde se plantean algunas para el Gobierno de la Ciudad de México a
cargo de la economista Lucía Pérez Fragoso, estudiosa y pionera del tema, las cuales se plasman con mayor detalle en su
texto ¿Quién cuida en la ciudad? Oportunidades y propuestas en la Ciudad de México. Su vigencia es tal
que podrían plantearse incluso a nivel federal.

En materia de regulaciones en el mercado de trabajo, y en relación con las políticas de cuidado, se requiere dotar a las
regulaciones existentes de una mayor equidad de género. Esto significa seguir avanzando y profundizar las acciones ya
existentes en torno al logro del principio de igualdad entre hombres y mujeres. Incorporar la perspectiva de la economía del
cuidado, como se ha tratado a lo largo de este trabajo, permitirá reconocer que incluso políticas tendientes a proteger el
espacio reproductivo adolecen de sesgos genéricos. Por ello, se plantean las siguientes propuestas:
En México existen varias normas que marcan los procedimientos para homologar principios, criterios, políticas y estrategias
en la prestación de servicios y desarrollo de actividades en materia de asistencia social a niños y adultos, jóvenes y adultos
mayores.

• Norma Oficial Mexicana NOM-167-SSA1-1997, para la prestación de servicios de asistencia social para menores y adultos
mayores (noviembre de 1999).
• Norma Oficial Mexicana NOM-032-SSA3-2010, para la asistencia social y prestación de servicios de asistencia social para
niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo (febrero de 2011).
• Norma Oficial Mexicana NOM-031-SSA3-2012, para la asistencia social y prestación de servicios de asistencia social a
adultos mayores en situación de riesgo y vulnerabilidad (septiembre de 2012).
• Ley Sobre el Sistema Nacional de Asistencia Social, la cual reglamenta las acciones públicas y privadas tendientes a
modificar y mejorar las circunstancias de las poblaciones en estado de necesidad. Las niñas y niños son sujetos prioritarios
de esta legislación, especialmente los que se encuentren en situación de vulnerabilidad.

En estas normas, se concibe la asistencia social como el conjunto de acciones tendientes a modificar y mejorar las
circunstancias de carácter social que impiden el desarrollo integral del individuo, así como la protección física, mental y
social de personas en estado de necesidad, desprotección o desventaja física y mental, hasta lograr su incorporación a una
vida plena y productiva. La asistencia social comprende acciones de promoción, previsión, prevención, protección y
rehabilitación.

Sin embargo, las políticas de cuidado plantean un particular desafío para las políticas locales, de vivienda, planificación,
infraestructura, transporte, actividad económica, seguridad y espacio público, participación y toma de decisiones, entre
otras. Es decir, presentan un reto de gran magnitud para el desarrollo urbano, más allá de todas las propuestas planeadas
anteriormente.

A manera de recuento, debe mencionarse que muchos Estados o países están empezando a generar políticas públicas para
los trabajos de cuidado y hay vertientes que van hacia la visibilización y pago de este trabajo y hacia un cambio de
paradigma respecto a la división sexual del trabajo y, por ende, la redistribución de las tareas de cuidado, con la respectiva
participación de los Estados.

Uso del tiempo


Uno de los elementos más importantes para medir el impacto de los trabajos domésticos y de cuidado son las encuestas del
uso del tiempo.

Desde inicios del siglo XX se realizaron los primeros intentos de medición y valoración del trabajo doméstico y uso del
tiempo, aunque la atribución de un valor económico se encuentra ya en algunas estadísticas sociales realizadas a mediados
del siglo XIX. En estos primeros intentos, se pretendía conocer las formas de vida cotidiana de las familias, pero esta
medición ha avanzado hasta el grado en que la temática es medida por organismos oficiales, y se han ido consolidando dos
instrumentos metodológicos utilizados para la medición en tiempo y la valoración en términos económicos: las encuestas
de uso del tiempo, por una parte, y las cuentas satélite de la producción doméstica, por otra. Esta medición esta cristalizada
en la Plataforma para la Acción de Beijing.

Los estudios de uso del tiempo marcaron un punto de inflexión en un intento por visibilizar el trabajo realizado por las
mujeres en el hogar y han contribuido de forma muy importante en poner de relieve las desigualdades de sexo/género en
relación con el trabajo. Sin embargo, en la medida que el uso de los diarios se ha extendido, algunas autoras han
comenzado a plantear algunas limitaciones que les impiden recoger la complejidad de las distintas dimensiones que
presenta la organización, desarrollo y cuidados de la práctica femenina del trabajo no remunerado realizado en los hogares.

Existen múltiples limitaciones para captar o medir el trabajo de cuidado, ya que normalmente en el hogar no se asigna un
tiempo concreto a la realización de dichas tareas. Las mujeres organizan o gestionan el cuidado mientras realizan otros
trabajos; por lo tanto, no quedan recogidas en un diario de uso del tiempo. Un diario tampoco refleja los conflictos
específicos de la organización de tiempos y horarios derivados de las necesidades de cuidados. Una dimensión de este tipo
de conflictos se refleja en la tensión que representa, particularmente para las mujeres, la organización de los tiempos de
vida y trabajo.

También se ha señalado que “cuidar” a una persona no significa exactamente realizar un conjunto de actividades; supone
también, y de manera especial, un estado mental. Significa responsabilidad y disponibilidad continua, tiempo de estar
“atenta a”, “disponible o vigilante a”; más que una acción concreta, representa un tiempo potencial de realizar alguna
tarea.

Ahora bien, a pesar de los problemas que presenta la medición cuantitativa, es importante destacar que los estudios de uso
del tiempo han venido acompañados por interesantes y profundas reflexiones e investigaciones sobre la estructura social
del tiempo:
Finalmente, es importante señalar que, a pesar de las limitaciones que presenta la medición en tiempo -cuya consecuencia
ha sido que el tiempo dedicado a trabajos de cuidados queda muy mal recogido-, también existen algunas ventajas frente a
la valoración monetaria. En primer lugar, el estudio de las desigualdades entre mujeres y hombres en la realización del
trabajo de cuidados no requiere de expresiones en valor monetario y, de hecho, es más transparente en términos de
tiempo de trabajo. Además, la información sobre el uso del tiempo ya permite realizar análisis de ciclo vital que revelan las
situaciones diferentes de hombres y mujeres a lo largo de la vida (McDonald, 1995) o construir indicadores para analizar las
consecuencias en el trabajo de cuidados de cambios demográficos o cambios en el comportamiento de los hogares. Como
tercera ventaja, se debe considerar que las mediciones en tiempo de trabajo son medidas reales, no imputadas; lo cual
quiere decir que no pueden ser alteradas directamente –como sucedería con la valoración- por variables monetarias como,
por ejemplo, la inflación. (Carrasco C., Borderías, C. y Torns, T. [Eds.], 2001, s. p.)

Existe una discusión de dos corrientes:


Como se puede ver, esta discusión no lleva a ningún lugar en particular; sin embargo, es importante rescatar que las
encuestas de uso del tiempo se están utilizando y sirven como referente para hacer comparaciones de los tiempos que
hombres y mujeres dedican a las diferentes actividades laborales y de cuidado; en algunos casos, los datos son retomados
por los diferentes gobiernos para la implementación de políticas públicas encaminadas a disminuir las desigualdades
existentes.

En México, se han realizado cinco encuestas sobre uso del tiempo: 1996 (ENTAUT), 1998, 2002, 2009 y 2014 (Encuesta
Nacional sobre el Uso del tiempo o ENUT). La importancia de esta encuesta radica en realizar una medición del trabajo
remunerado y no remunerado para visibilizar la importancia del trabajo doméstico y su contribución a la economía y, en
general, conocer la forma en que hombres y mujeres utilizan su tiempo. Esta encuesta se aplica tanto en zonas rurales como
urbanas. Revise sus principales datos en el recurso interactivo Resultados de la Encuesta Nacional sobre el
Uso del Tiempo (ENUT) en la secuencia de estudio.

Corresponsabilidad en las tareas del hogar


A pesar de las diferencias en la defensa de las políticas familiares, casi ninguna corriente del feminismo anterior a la época
de entreguerras planteó un cambio del modelo de división sexual del trabajo familiar y mucho menos la corresponsabilidad
de los hombres en los trabajos de cuidado (Cova, 1991).

La noción de responsabilidades familiares está presente en varios documentos de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), pero surge como preocupación específica en la década de los sesenta, asociada al avance de las mujeres en el
mercado de trabajo.

En el texto De la conciliación a la corresponsabilidad: buenas prácticas y recomendaciones, del Instituto


de la Mujer de España, se explica el concepto de corresponsabilidad, definido como las buenas prácticas en conciliación de
vida laboral, personal y familiar dirigidas a varones, como la “asunción equitativa por parte de hombres y mujeres de las
responsabilidades, derechos, deberes y oportunidades asociados al ámbito de lo doméstico, la familia y los cuidados”.

En sentido amplio, concibe la corresponsabilidad como una nueva forma de pacto social que apunta simultáneamente en
tres direcciones (Casado y Gómez, 2006):

En efecto, la conciliación de la vida familiar y laboral nunca será una realidad si no se le identifica con la corresponsabilidad
dentro de la familia, entre los cónyuges fundamentalmente, y de todos aquéllos que de alguna manera tienen en sus manos
la posibilidad de facilitar o dificultar esa conciliación: empresa, Estado y sociedad en general (López, citada en Casado y
Gómez, 2006).

En esta misma línea de pensamiento, es posible decir que un enfoque transformador sobre el cuidado significa modificar
radicalmente la prestación de cuidados (y posiblemente también la definición de los beneficiarios y las beneficiarias) a
través del reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo de cuidado; es lo que se ha dado en denominar marco
de las tres “R” (nombre válido, afortunadamente, tanto en español como en inglés). Un cambio radical en el cuidado no
podría ocurrir sin que las dimensiones económica, social y política, como se conciben, también se modificaran.

Según la Plataforma para la Acción de Beijing (que en 2015 cumplió 20 años), reconocer el trabajo de cuidado significa
“hacer visible” la naturaleza, alcance y papel que juega el cuidado en cada contexto determinado.

Reducir el cuidado podría parecer, en principio, contradictorio. Un descubrimiento temprano del “debate sobre el trabajo
doméstico” fue la imposibilidad de abolir, socializar o mercantilizar completamente el cuidado en los hogares, crucial para la
reproducción social.

Para Esquivel (2011), la dimensión más importante del marco de las tres “R” es la redistribución, aunque al mismo tiempo
es la gran ausente en Beijing; sin embargo, la redistribución del cuidado ha ido transformando los discursos sobre él hasta
incorporarse en la actualidad como una dimensión específica del “objetivo de desarrollo sostenible” referido a la igualdad
de género. Hasta no hace mucho tiempo, la idea de redistribución se circunscribía a los hogares y a las mujeres y varones
que viven en ellos, y se le nombraba como reparto equitativo de las responsabilidades de cuidado o incluso como
conciliación familia-trabajo (aunque es sabido que quienes terminan conciliando son las mujeres). Sin embargo, como ya se
mencionó, la redistribución de los cuidados debe darse en todos los ámbitos: familiar, comunitario, laboral, social y estatal.

La cuestión del rol que debería cumplir el mercado de trabajo y su potencialidad para modificar las condiciones de vida de
las mujeres se encuentran en el núcleo del debate sobre agendas alternativas a la remuneración del cuidado. Las miradas
desde la conciliación con corresponsabilidad de construyen el mito del “trabajador ideal” (un varón sin responsabilidades de
cuidado) y proponen avanzar en los marcos legales que regulan el derecho a acceder a licencias remuneradas, a los servicios
de cuidado en los lugares de trabajo y, en general, a las políticas de conciliación.

Las propuestas para redistribuir el cuidado corren el eje del derecho de las trabajadoras a “conciliar” trabajo y familia (en
ese orden) hacia el tratamiento del cuidado como responsabilidad compartida no sólo entre varones y mujeres en el
interior de los hogares, sino más allá de éstos. El modelo a que se aspira no es más el del “varón proveedor-mujer
cuidadora”, sino el del cuidador o cuidadora universal (Esquivel, 2015).

El Consenso de Brasilia, suscrito en el marco de la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de 2010, apunta de manera muy
clara hacia la necesaria redistribución del cuidado, al señalar que el derecho al cuidado es universal y requiere medidas
sólidas para lograr su efectiva materialización y la corresponsabilidad por parte de toda la sociedad, el Estado y el sector
privado.

En México, la tradicional división sexual del trabajo sigue estructurando las responsabilidades de ambos sexos: el trabajo de
cuidado de las personas en condición de vulnerabilidad (infantes, personas ancianas, enfermas y personas con
discapacidad) está principalmente a cargo de las mujeres, mientras el trabajo de provisión y defensa se halla principalmente
a cargo de los hombres (Izquierdo, 2004).

La legislación laboral, seguridad social y políticas de conciliación arbitran la interacción que se produce entre vida laboral y
familiar. Pero los marcos legales que hoy existen en la región presentan algunas deficiencias. En primer lugar, implícita o
explícitamente, tienden a centrarse en demandas conciliatorias muy específicas, relacionadas con el embarazo y la
maternidad, sin considerar las responsabilidades familiares que corresponden a padres y madres. En segundo lugar, las
formas de acceso a medidas y beneficios como la licencia de maternidad se asocian generalmente al vínculo laboral y, por lo
tanto, se restringen a asalariadas formales. Esto genera grandes exclusiones: quedan fuera los hombres y se excluye a las
mujeres que trabajan en la informalidad (en algunos países la mayoría), quienes son las más pobres y las que más necesitan
este tipo de apoyos. Quedan también fuera trabajadoras que no tienen las cotizaciones previsionales al día. Una tercera
deficiencia se debe al alto incumplimiento de las leyes existentes debido a la evasión y falta de fiscalización.

La propuesta es que la conciliación entre vida laboral, familiar y personal y la corresponsabilidad social en las tareas de
cuidado –entre hombres y mujeres, así como también entre Estados, mercados y la sociedad– formen parte de la “corriente
principal” de políticas y programas sociales de los gobiernos. En ese espacio, el Estado debe hacerse más presente
generando una institucionalidad que permita políticas públicas sostenibles en el tiempo. De esta manera, se vincula la
generación de trabajo decente en el corto plazo con efectos en el desarrollo humano y la igualdad de género en un futuro
no tan lejano.

Finalmente, es preciso mencionar que la economía del cuidado es una propuesta de las economistas feministas basada en la
visibilización del trabajo de cuidado, promoción de la igualdad de género, deconstrucción del trabajador ideal, cambio de
paradigma del trabajo y la división sexual del trabajo y corresponsabilidad en el trabajo en el ámbito de la familia, el trabajo
y los cuidados. Existe una propuesta para generar sistemas de cuidado con la participación del Estado, mujeres y hombres,
evitar las cargas de trabajo para las mujeres y que éstas puedan acceder a la autonomía económica.

Se está frente a un gran desafío de política pública y, al mismo tiempo, ante una gran oportunidad de incidir en la
transversalización de la perspectiva de género, al implementar políticas para un nuevo pacto social orientadas a cuestionar
la división sexual del trabajo y promover el desarrollo sostenible, en el entendido de que el eje del cuidado es central para
el desarrollo y un instrumento para modificar valores y comportamientos de la sociedad con respecto a la igualdad de
género.

Propuestas de políticas para el bienestar y cuidado


Plataforma homogénea de servicios
En materia de cuidado en general y carácter estructural, se propone buscar una plataforma homogénea que permita
otorgar servicios de calidad en la atención que deba ser establecida para las diferentes instancias de carácter nacional y
local que prestan dichos servicios en la Ciudad de México. Es importante contar con protocolos de atención para el cuidado
de cada grupo de población dependiente, donde se señalen los requisitos que se deben seguir tanto para otorgar la
atención como para proteger a las personas que cuidan. De esta manera, se crearán estándares de atención que se
transmitan a quienes realizan el trabajo de cuidado, especialmente a quienes lo realizan remuneradamente en
establecimientos públicos y privados. Se propone estandarizar los requisitos y requerimientos, habilidades y calificaciones
de quienes otorgan los servicios de cuidado.
Certificación de educadoras
Se propone la realización de acciones inmediatas encaminadas a promover y fortalecer (en su caso) la certificación de
quienes realizan labores de cuidado, especialmente quienes lo hacen de manera permanente, como las personas que
cuentan en sus hogares con alguna persona con limitaciones permanentes o personas adultas mayores que ya no son
autosuficientes. La certificación puede ser especializada en cualquiera de las poblaciones prioritarias.
Transparentar la información presupuestal para políticas de cuidado
Es prioritario que en la Ciudad de México se haga un esfuerzo para transparentar la información presupuestal y, en
específico, el presupuesto y la información financiera sobre el cuidado. Es imprescindible que la población cuente con esta
información tanto por la necesidad de posicionar el tema en la agenda pública como por la de rendición de cuentas.
Difusión de servicios disponibles, fortalecer la información sobre oferta de servicios de cuidado disponibles en cada lugar
Es fundamental fortalecer la información sobre oferta de servicios de cuidado disponibles en la Ciudad de México como
parte de la necesidad de hablar del cuidado y, en específico, del cuidado colectivo, es decir, de la corresponsabilidad del
Gobierno en las tareas del cuidado.
Reglamentar centros de atención y cuidado infantil
En el corto plazo, en materia de cuidado infantil en la Ciudad de México, se requiere reglamentar la ley que regula el
funcionamiento de los centros de atención y cuidado infantil de las delegaciones. Lo anterior permitiría lograr más adelante,
cuando las condiciones lo permitan, homogeneizar la atención en los servicios de cuidado infantil.
Promover capacitación en centros educativos
Es fundamental promover y fomentar el trabajo que actualmente realiza la Subsecretaría de Educación Preescolar de la
Secretaría de Educación local en materia de capacitación y formación de las personas encargadas del cuidado en centros
educativos, dirigida a quienes pueden asistir a un centro escolar para obtener certificado de estudios como educadoras.
Creación de un órgano regulador
Se propone la creación de un órgano regulador para instituciones de cuidado de orden público o privado, en el entendido
de que se trata de un primer paso obligado hacia la creación de un sistema de cuidado. Ante la distribución de
competencias a nivel nacional y local, sería importante iniciar por definir las posibilidades de contar con un órgano
regulador a nivel local.
Generar un sistema de cuidado
Se propone un sistema de cuidado con el objetivo de que todas las actividades de cuidado se encuentren coordinadas y
enfocadas en la misma dirección; un sistema que tome en cuenta la distribución de tareas y la corresponsabilidad del
Estado y las empresas en las labores de cuidado que les toca. Dicho sistema debe incluir el cuidado de todas las personas
con algún grado de dependencia (niños y niñas, adultos mayores y personas con discapacidad), como también a las
personas cuidadoras.
Generar empleos de cuidado
Ante la incapacidad del mercado para generar empleos en general, y de cuidado en particular, quizá sea necesario que los
gobiernos participen y generen empleos de cuidado, con salarios dignos y prestaciones; dicha estrategia podría empezar
por casas de día para personas adultas mayores donde puedan participar en diversas actividades y estar allí en
determinados horarios, semejantes a los laborales y escolares.

Resultados de la encuesta nacional sobre el uso del tiempo (ENUT)


Glosario sobre economía del cuidado
Abrogar
Suprimir totalmente la vigencia de una ley y, por tanto, de su obligatoriedad, a diferencia de la derogación, que implica
dejar sin efectos una o diversas disposiciones de una norma, sin que el resto de su contenido pierda vigencia. (Tribunales
Colegiados de Circuito, 1994)
Afrodescendiente
Persona cuyos ascendientes nacidos en África fueron transportados o se trasladaron a otros países o continentes, ya sea por
esclavitud o migración voluntaria. Según el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU, los
afrodescendientes son referidos como tales en la Declaración y el Programa de Acción de Durban y se identifican a sí
mismos como pertenecientes a ese grupo de población (ONU, 2015, p. 8).
Competencia cognitiva
En el campo de la educación, el concepto de competencia se entiende como la articulación entre  saber y saber hacer de
manera eficaz y eficiente; es decir, propiciar el desarrollo de conocimientos vinculados a capacidades, habilidades, actitudes
y valores que permiten a una persona la resolución de problemas. Bajo ese contexto, la competencia cognitiva es un saber,
saber-hacer y saber-actuar que todo ser humano adquiere por vía educativa en un determinado campo, que siempre es
diferente en cada persona (Aldaba, 2003, p. 15).
Desarrollo cognitivo
Proceso psicofisiológico mediante el cual los seres humanos son capaces de recibir y procesar información para emitir una
respuesta. En él, intervienen procesos como la percepción, la memoria, el razonamiento y la reflexión (UPAEP, s. f., p. 1).
Estado
De manera general, se puede denominar Estado a toda comunidad humana establecida sobre un territorio y con capacidad
para desarrollar sus funciones políticas y económicas, mediante la generación y organización de relaciones simultáneas de
poder y de solidaridad que institucionaliza en su interior y proyecta hacia el exterior (Calduch, 1991, p. 6).
Instrumento internacional
Acuerdo jurídico celebrado por escrito entre Estados o países, regidos por el derecho internacional, ya sea que conste en un
instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular (ONU, 1969, p. 2).
Organismos de la sociedad civil
Organizaciones, estructuras y redes de personas separadas del Estado, pero que interactúan con éste de diversas maneras;
incluye todo tipo de organizaciones no gubernamentales, sindicatos, asociaciones profesionales, cámaras de comercio,
grupos religiosos, estudiantiles, sociedades culturales, clubes deportivos y grupos comunitarios informales (International
Center for Non-for-profit Law, p. 208).
Organización de las Naciones Unidas (ONU)
Organización compuesta por países independientes reunidos con el objetivo de trabajar en pro de la paz mundial y el
desarrollo social. La ONU comenzó a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945, con 51 países considerados como
miembros fundadores. En la actualidad, hay 193 Estados, luego del ingreso de Sudán del Sur el 14 de julio de 2011 (ONU, s.
f.).
Organización Mundial de la Salud (OMS)
Organismo especializado de las Naciones Unidas, fundado en 1948, cuyo objetivo es alcanzar, para todos los pueblos, el
máximo grado de salud, entendida como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la
ausencia de afecciones o enfermedades (Gobierno de España, s. f.).
Patria potestad
Regulación jurídica de los deberes y derechos que se reconocen a las madres y padres en la legislación civil y familiar sobre
sus hijas e hijos y sus bienes. Por lo general, termina cuando ellos y ellas cumplen 18 años de edad (Pérez, 2010, p. 151).
Pensamiento convergente y divergente
Estilos diversos y complementarios de pensamiento que, en conjunto, caracterizan el pensamiento creativo. El pensamiento
convergente se utiliza para resolver problemas concretos cuya característica es tener una solución única; el divergente
busca distintas perspectivas frente a un problema, elaborando numerosas respuestas frente a un desafío (s. a., 2012).
Persona servidora pública
Las personas que desempeñan un empleo, cargo o comisión en los entes públicos, en el ámbito federal y local, conforme a
lo dispuesto en el artículo 108 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Cámara de Diputados, 2016, p.
4).
Plan Nacional de Desarrollo
Documento que precisa los objetivos nacionales, estrategias y prioridades del desarrollo del país; contiene previsiones
sobre los recursos que serán asignados a tales fines; determina los instrumentos y responsables de su ejecución, establece
los lineamientos de política de carácter global, sectorial y regional y rige el contenido de los programas que se generen en el
sistema nacional de planeación democrática (Cámara de Diputados, 2018, p. 8).
Ratificación
Acto jurídico a través del cual un Estado o país hace constar ante sus homólogos, su consentimiento en obligarse por un
tratado. En México, lo realiza el Senado de la república (CPEUM, art. 133; ONU, 1969, p. 2).
Reinserción social
En materia de justicia para adolescentes en conflicto con la ley penal, consiste en la restitución del pleno ejercicio de los
derechos y libertades tras el cumplimiento de las medidas ejecutadas, respeto a los derechos humanos de una persona
adolescente (Cámara de Diputados, 2016, p. 8).
Reintegración social y familiar
Proceso integral que se debe desarrollar durante la ejecución de medidas de sanción por parte de las y los adolescentes que
hayan cometido actos considerados delitos por la ley penal, cuyo objeto es garantizar el ejercicio de los derechos de la
persona adolescente. La reintegración se lleva a cabo a través de diversos programas socioeducativos de intervención
destinados a incidir en los factores internos y externos, en los ámbitos familiar, escolar, laboral y comunitario de la persona
adolescente para que genere capacidades y competencias que le permitan reducir la posibilidad de reincidencia y adquirir
una función constructiva en la sociedad (Cámara de Diputados, 2016, p. 8).
Revictimización o victimización secundaria
Es la generación de un nuevo daño a quienes han sido víctimas de delitos o de violaciones a derechos humanos, a causa de
mecanismos o procedimientos que agravan su condición, el establecimiento de requisitos que obstaculicen e impidan el
ejercicio de sus derechos o la conducta indebida por parte de las personas en el servicio público (Ley General de Víctimas,
art. 5).
Situación de vulnerabilidad múltiple
Es el resultado de la suma de características de una persona o grupo y su situación, que influencian su capacidad de
anticipar, lidiar, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza (Ruiz, 2012, p.65)
Tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes
Se entiende por tortura todo acto realizado intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas o sufrimientos
físicos o mentales, con fines de investigación criminal, como medio intimidatorio, castigo personal, medida preventiva, pena
o con cualquier otro fin. Se entenderá también como la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular la
personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica.
Para el Comité de Derechos Humanos de la ONU, los tratos crueles, inhumanos y degradantes se distinguen de la tortura
por la índole, el propósito y la severidad del trato aplicado (ONU, 1987, p. 2; Comité de Derechos Humanos, 1982, p. 1).

Actividad. Conceptos clave para la autonomía económica

Para comprender la autonomía económica y derechos laborales de las mujeres es necesario identificar en qué consisten ciertos
conceptos, así como distinguir unos de otros para dimensionar sus repercusiones en la sociedad y lograr su ejercicio.

En esta actividad se podrá poner a prueba su comprensión sobre los principales conceptos abordados en el módulo a través de
una relación de columnas. Responda relacionando las descripciones de los conceptos con el correcto.
omenzado en miércoles, 29 de abril de 2020, 12:17

Estado Terminados

Finalizado en miércoles, 29 de abril de 2020, 12:28

Tiempo 11 minutos 2 segundos


empleado

Calificación 10.00 de un total de 10.00 (100%)

Pregunta 1
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de autonomía que se relaciona con la capacidad de las mujeres para generar ingresos
y recursos propios a través del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones y
oportunidades, uso de tiempo e inserción y participación activa en la economía del país.
Seleccione una:
a. Jurídica

b. Económica  

Correcto. La autonomía económica es necesaria para el pleno goce de los derechos


económicos y sociales. Se considera como un elemento fundamental para la superación de la
pobreza y participación activa de las mujeres en la vida económica, social y política del país.

c. Salarial

d. Patrimonial

Pregunta 2
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de violencia que consiste en cualquier acción u omisión que afecta la supervivencia
de la víctima y se manifiesta en la transformación, sustracción, destrucción, retención o
distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o
recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades; puede abarcar los daños a los
bienes comunes o propios de la víctima.
Seleccione una:

a. Salarial

b. Económica

c. Patrimonial 

Correcto. Se trata de un tipo de violencia que se manifiesta mediante la afectación de bienes,


instrumentos de trabajo, documentos o recursos económicos destinados a la satisfacción de
las necesidades de la víctima.

d. Jurídica

Pregunta 3
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25


Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Se refiere a la condición que enfrentan los trabajos de cuidados, realizados principalmente por
las mujeres, los cuales abarcan todas las actividades del hogar: preparación de alimentos,
limpieza, y cuidados personales, de los niños y niñas, personas mayores, con alguna
discapacidad o enfermas, los cuales no tienen ninguna retribución económica ni
reconocimiento social. Al no tener esa gratificación, a esos cuidados se les llama trabajo…
Seleccione una:

a. Cuidado

b. No Remunerado 

Correcto. A pesar de implicar tiempo y esfuerzo por parte de una persona, este tipo de trabajo
no recibe ninguna remuneración económica. Se relaciona con las labores de cuidados del
hogar, familiar, otros hogares y de la persona misma.

c. Distributiva

d. Sustantiva

Pregunta 4
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de discriminación que consiste en un menor pago por un mismo trabajo.


Seleccione una:

a. Económica

b. Jurídica

c. Patrimonial
d. Salarial 

Correcto. La discriminación salarial consiste en dar un menor pago por un mismo trabajo. Es
uno de los obstáculos a vencer para lograr que las mujeres puedan ejercer su autonomía
económica.

Pregunta 5
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es aquella igualdad que hace referencia a la superación de la pobreza de las mujeres, tanto
monetaria como de tiempo; igualdad salarial; fin de la discriminación en el mercado laboral y
los sesgos y déficits en la protección social.
Seleccione una:

a. Económica

b. Sustantiva

c. Patrimonial

d. Distributiva 

Correcto. Esta igualdad pretende terminar con la pobreza buscando una distribución equilibrada
de la riqueza, acceso a recursos, trabajos y uso de tiempo.

Pregunta 6
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

La economía del ________ se refiere al estudio de todas las actividades, bienes y servicios
necesarios para la reproducción cotidiana de las personas y sus cuidados.  Consiste en gran
medida en el trabajo que las mujeres realizan en el ámbito del hogar, vinculado con la atención,
cuidado y reproducción de sus integrantes.

Seleccione una:

a. No remunerado

b. Cuidado 

Correcto. El concepto de economía del cuidado se refiere a un espacio bastante indefinido de


bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades más básicas y
relevantes para la existencia y reproducción de las personas, como los cuidados propios y de
otros, del hogar, la alimentación, etcétera.

c. Patrimonio

d. Salario

Pregunta 7
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de igualdad que considera a todas las personas, sin distinción alguna, iguales ante la
ley y con las mismas libertades y derechos.
Seleccione una:

a. Patrimonial

b. Económica

c. Jurídica 

Correcto. La igualdad jurídica reconoce que todas las personas deben ser tratadas de la misma
manera, sin importar sus diferencias, y deben ser protegidas por la Ley. La existencia de esta
igualdad es primordial para el desarrollo de la autonomía económica de las mujeres ya que, por
ley, prohíbe toda forma de discriminación.

d. Sustantiva
Pregunta 8
Correcta

Puntúa 1.25 sobre 1.25

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Esta igualdad supone que se modifiquen las circunstancias que impiden a las personas ejercer
plenamente sus derechos y tener acceso a oportunidades de desarrollo mediante medidas
estructurales, legales o de política pública.
Seleccione una:

a. Sustantiva 

Correcto. La igualdad sustantiva se enfoca en lograr que ésta se viva en los hechos, en la
práctica, es decir en todas las esferas de lo social. Se enfoca en reducir la brecha de
desigualdad entre mujeres y hombres.

b. Cuidado

c. Distributiva

d. No Remunerado
Cuestionario final del módulo 3
A lo largo de este módulo, se han abordado distintos elementos relacionados con la autonomía económica y su relación con
los derechos económicos y laborales de las mujeres, así como los obstáculos que se presentan para que puedan vivir
plenamente esa autonomía.

En esta evaluación final, usted podrá en práctica los conocimientos adquiridos y reflexionará en el importante papel de esta
autonomía para que las mujeres puedan gozar de todos sus derechos humanos.

Lea con atención los siguientes reactivos y elija la opción correcta.


Comenzado en miércoles, 29 de abril de 2020, 12:39

Estado Terminados

Finalizado en miércoles, 29 de abril de 2020, 13:04

Tiempo 24 minutos 52 segundos


empleado

Calificación 9.00 de un total de 10.00 (90%)

Pregunta 1
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta


Texto de la pregunta

¿Por qué es importante el estudio de la economía del cuidado?


Seleccione una:

a. Porque como sociedad, se debe identificar la manera en que fueron cambiando las
concepciones de la maternidad.

b. Para saber de qué manera las madres comenzaron a ser vistas como responsables de la
educación en valores, tanto de la iglesia, como del Estado, llegando incluso a ser definidas
como “amas de cría al servicio del Estado”.

c. Para saber de qué manera las mujeres que se fueron dedicando prioritariamente a los
trabajos domésticos para sus familias y cómo fueron consideradas, en tanto no asalariadas,
como “dependientes” de un “ganador de pan”.

d.
Porque, desde la economía del cuidado, se estudian todas las actividades, bienes y servicios
necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, particularmente el estudio de las
especificidades del trabajo de las mujeres, tanto en la esfera productiva como en la

reproductiva. 

Efectivamente, la economía del cuidado puede estudiar todo el trabajo productivo y


reproductivo de las mujeres y su impacto en el sostenimiento de las sociedades (de cada uno
de los miembros de la familia) e incluso en la economía del país.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 2
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Este tipo de igualdad consiste en lograr que ésta se viva en los hechos, es decir, busca
eliminar las circunstancias que impiden lograr la igualdad mediante medidas estructurales,
legales o de política pública (acciones afirmativas) encaminadas a modificar esos patrones
sociales y brechas de desigualdad.
Seleccione una:
a. Igualdad sustantiva o de facto 

Muy bien. La igualdad sustantiva reconoce que, a pesar de tener contemplada la igualdad
dentro de las leyes e instrumentos nacionales e internacionales, esto no es suficiente para
lograr que todas las personas accedan al mismo trato y oportunidades en bienes y servicios.
Por ello, es necesario reconocer otra dimensión de la igualdad que trabaje para lograr esa
igualdad en los hechos: la igualdad de facto o sustantiva.

b. Igualdad fundamental

c. Igualdad relacional

d. Igualdad jurídica o formal

Retroalimentación
Su respuesta es correcta.

Pregunta 3
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cómo les afecta a las mujeres realizar el trabajo doméstico y de cuidados?


Seleccione una:

a. El trabajo doméstico y los servicios de cuidados históricamente han sido descalificados. Si


tiene remuneración, generalmente es muy baja y se sustenta en torno al amor. “Las mujeres
hacen todo por el amor a sus hijos, esposos, familia”; esto afecta su desarrollo personal y

profesional presente y futuro, lo cual limita sus oportunidades en general. 

Muy bien. El trabajo doméstico y de cuidados tiene relativamente poco tiempo de haberse
visibilizado. Tampoco tiene mucho tiempo de haberse demostrado la importancia que dicho
trabajo tiene para el desarrollo de las sociedades, no así para el desarrollo de las mujeres.

b. Les afecta porque las mujeres han ingresado al mundo laboral, pero los hombres no han
ingresado al mundo del trabajo doméstico; sin embargo, les gusta seguir realizando el trabajo
de cuidado porque eso se espera de las mujeres.
c. No les afecta y no lo consideran un trabajo, sino una tarea que realizan con gusto y por el
amor que le tienen a los hijos e hijas y la familia en general. Además, al realizarlo son
recompensadas por la sociedad por ser buenas mujeres.

d. No les afecta de ninguna manera. A las mujeres les gusta realizar este trabajo porque
históricamente lo han realizado y es parte de su identidad como mujeres en la sociedad.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 4
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cuál es el planteamiento de la conciliación familia-trabajo?


Seleccione una:

a. Es la conciliación familiar que se discute en el hogar, principalmente con la pareja, para que
las mujeres puedan tener más tiempo para su desarrollo profesional.

b. Son las buenas prácticas en conciliación de vida laboral, personal y familiar, dirigidas a
varones para que asuman las responsabilidades, derechos, deberes y oportunidades asociados
al ámbito de lo doméstico, la familia y los cuidados.

c. Es la conciliación entre vida laboral, familiar y personal; la corresponsabilidad social en las


tareas de cuidado entre hombres y mujeres, así como entre Estados, mercados y

sociedad. 

Muy bien. La conciliación familia-trabajo plantea realizar buenas prácticas de


corresponsabilidad social en todas las tareas de cuidado, lo cual incluye la crianza de los hijos
e hijas, trabajo doméstico y cuidado de personas enfermas o con discapacidad. Al mismo
tiempo, esta corresponsabilidad debe ser extensiva en el mercado laboral, la sociedad y, por
supuesto, el Estado, lo cual permitirá la valoración real de todas las personas que conforman la
sociedad.

d. Es la conciliación que permitirá a las mujeres recibir un pago por las actividades realizadas
dentro del hogar para que se puedan sentir como personas que aportan a la economía familiar.
Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 5
Incorrecta

Puntúa 0.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cuáles son algunas propuestas de políticas públicas sobre los cuidados?


Seleccione una:

a. Otorgar más vacaciones a los hombres, obligarlos a realizar trabajos domésticos y de


cuidados, capacitarlos en cuidados y crianza de los hijos e hijas.

b. Generar un sistema de cuidados, generar empleos de cuidados, transparentar la información


presupuestal para políticas de cuidado, reglamentar centros de atención y cuidado infantil.

c. Promover políticas donde el Estado se haga cargo del cuidado de los hijos e hijas y de las
personas mayores, para que las personas jóvenes y adultas puedan estudiar, trabajar y

desarrollarse personalmente. 

Recuerde que las políticas públicas para el cuidado deben estar encaminadas a disminuir las
brechas de desigualdad existentes entre hombres y mujeres; por ello, las propuestas deben ser
integrales y no pensar solamente en uno de los géneros.

d. Otorgarles más vacaciones a las mujeres, proporcionarles trabajos con horarios más cortos o
desde casa.

Retroalimentación

Su respuesta es incorrecta.

Pregunta 6
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta


Texto de la pregunta

Este tipo de autonomía se fortalece en las mujeres cuando éstas pueden tener acceso a
recursos propios, a la decisión sobre ellos y a la igualdad laboral.
Seleccione una:

a. Autonomía jurídica

b. Autonomía física

c. Autonomía económica 

Muy bien. Una vertiente de la autonomía económica es la relacionada con sus derechos
económicos y laborales.

d. Autonomía política

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 7
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Qué se entiende por roles de género?


Seleccione una:

a. Una palabra que se usa para justificar la guerra entre los sexos, donde generalmente los
hombres tienen más privilegios que las mujeres.

b. Conductas estereotipadas por la cultura y la sociedad respecto a las expectativas que se


tienen sobre cómo deben comportarse mujeres y hombres, así como las tareas asignadas a

cada género. 

Muy bien. Al ser una construcción social, los roles de género pueden modificarse para lograr
una igualdad sustantiva y un mayor acceso para las mujeres al pleno goce y ejercicio de sus
derechos humanos.
c. Un término de moda que ha sido utilizado para tergiversar los roles que tienen hombres y
mujeres en esta sociedad; por ello, debería ser eliminado del lenguaje actual.

d. El género se refiere a todas las acciones y actividades relacionadas con la mujer, lo cual es
la base de la lucha de las feministas.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 8
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Se refiere específicamente al cuidado de las personas y su capacidad para trabajar; es el


espacio donde la fuerza de trabajo es reproducida y mantenida, incluyendo todas aquellas
actividades que involucran la crianza de los niños y niñas, tareas de cocina y limpieza,
mantenimiento general del hogar y cuidado de personas enfermas o con discapacidad.
Seleccione una:

a. Reproducción social 

Efectivamente, la reproducción social habla de proporcionar todos los elementos a las personas
para que puedan desarrollarse, salir a trabajar y funcionar en la sociedad.

b. Trabajo remunerado

c. Trabajo de cuidado

d. Economía doméstica

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 9
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00


Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cuál es la aportación de las feministas en el estudio de la economía del cuidado?


Seleccione una:

a. Han cuestionado que sean solamente las mujeres quienes realizan el trabajo doméstico y de
cuidado, y plantean que los hombres deben integrarse también a realizar el trabajo doméstico.

b. Han contribuido a la construcción de una agenda de cuidados feminista y transformadora que


no sólo contemple a quien brinda cuidados, sino también los costos en cada contexto
particular, a quién debe cuidar, a qué poblaciones y la repartición de los costos del cuidado, de
manera que se contribuya a la equidad de género.

c. Han propuesto una agenda de cuidados feminista donde exigen políticas públicas desde la
protección social con perspectiva de género y enfoque de derechos humanos.

d. Todas las opciones son correctas. 

Efectivamente, todas las respuestas tienen alguna de las particularidades que han estudiado
las feministas desde la economía del cuidado.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 10
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cuál es la finalidad de las encuestas sobre el uso del tiempo?


Seleccione una:

a. Saber cuánto tiempo dedican a las labores domésticas para ponerle un valor económico a
este trabajo, ya que las mujeres han empezado a quejarse al considerar que invierten mucho
tiempo en el trabajo que realizan dentro de sus hogares.
b. Por un lado, visibilizar el trabajo realizado por las mujeres en el hogar a través de su
medición y su valiosa contribución para poner de relieve las desigualdades de sexo/género en

relación con el trabajo. 

Muy bien. La función principal de las encuestas del uso del tiempo ha sido visibilizar la cantidad
de tiempo que las mujeres invierten en las labores domésticas y de cuidado, así como el
impacto que esto tiene en su desarrollo profesional por el tiempo invertido en las mismas, en
comparación con los tiempos que los hombres invierten en ellas, para mostrar las
desigualdades existentes.

c. Saber lo que hacen las mujeres en sus tiempos libres ya que, al parecer, existe la idea que
las mujeres tienen mucho tiempo libre en sus hogares y son los hombres quienes trabajan
mucho.

d. Medir el tiempo que dedican hombres y mujeres al trabajo doméstico y al que realizan fuera
del hogar para determinar quién contribuye más a la economía del hogar.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Comenzado en miércoles, 29 de abril de 2020, 13:05

Estado Terminados

Finalizado en miércoles, 29 de abril de 2020, 13:18

Tiempo 13 minutos 18 segundos


empleado

Calificación 10.00 de un total de 10.00 (100%)

Pregunta 1
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Este documento establece que se debe “reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el
trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de
infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la
promoción de la corresponsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada
país”.
Seleccione una:

a. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer


(CEDAW)

b. Objetivos del Milenio

c. Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible 

Efectivamente, en esta agenda se plantea la valoración del trabajo doméstico y de cuidado y la


generación de políticas públicas encaminadas a la equidad.

d. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer


(Convención de Belém do Pará, 1994)

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 2
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Cuál de las siguientes opciones no representa un obstáculo para que las mujeres puedan
ejercer su autonomía económica plenamente?
Seleccione una:

a. La falta de su uso de tiempo y las tareas de cuidado que realizan para poder
profesionalizarse o ingresar en igualdad de oportunidades a un empleo.

b. Que no existan suficientes servicios para solventar las tareas de cuidados.

c.
División sexual del trabajo.

d. Su sexo biológico. 


Muy bien. El sexo biológico no representa un obstáculo que impida a las mujeres vivir su
autonomía económica y sus derechos económicos y laborales.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 3
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de violencia que consiste en toda acción u omisión del agresor que afecta la
supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones encaminadas a
controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario
menor por igual trabajo dentro de un mismo centro laboral.
Seleccione una:

a. Violencia feminicida

b. Violencia económica 

Efectivamente, este tipo de violencia se vincula estrechamente con la autonomía económica de


las mujeres, al impedir que la víctima pueda tener acceso a recursos o tomar decisiones sobre
ellos.

c. Violencia patrimonial

d. Violencia laboral

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 4
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta


Texto de la pregunta

¿A qué hace referencia la igualdad distributiva?


Seleccione una:

a. A la igualdad jurídica entre mujeres y hombres, seguridad personal de las mujeres y respeto
a la libertad.

b. A la superación de la pobreza, igualdad tanto monetaria como laboral y fin de la

discriminación. 

Muy bien. Esta igualdad pretende terminar con la pobreza al buscar una distribución equilibrada
de la riqueza, el acceso a recursos, trabajos y uso de tiempo.

c. Al respeto a la libertad, seguridad personal de las mujeres y al fin de la discriminación.

d. A la promoción de los derechos sexuales y reproductivos, igualdad tanto monetaria como
laboral y respeto a la libertad.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 5
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Se refiere a la manera en que cada sociedad divide el trabajo entre hombres y mujeres, así
como entre la niñez, según los roles de género socialmente establecidos para cada sexo.
Seleccione una:

a. Repartición de la riqueza

b. Techo de cristal

c. División sexual del trabajo 

Correcto. Recuerde la definición que da la ONU sobre este término, el cual alude a uno de los
principales problemas que sustentan la desigualdad económica entre mujeres y hombres.
d. Estereotipos de género

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 6
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Considera que la mujer tiene habilidades y capacidades naturales para desarrollar mejor el
trabajo doméstico?
Seleccione una:

a. No. Hoy se sabe que las tareas de cuidado son una construcción social basada en prácticas
patriarcales hegemónicas y fue históricamente construida con base en un discurso donde se

sitúa a las mujeres como responsables naturales del cuidado y el trabajo doméstico. 

En efecto, como tal, el trabajo doméstico se empezó a enunciar y construir durante el proceso
de industrialización y mercantilización de la sociedad, cuando las mujeres fueron circunscritas
al ámbito privado y confinadas a los trabajos doméstico y de cuidado de la familia, como una
virtud importante para el desarrollo de las sociedades.

b. No, porque los hombres también tienen habilidades suficientes para realizar estos trabajos;
además, ellos deben ser los proveedores naturales, pues les gusta trabajar en el espacio
público y les dejan también a las mujeres el espacio privado, aunque no quieren invadir éste
para no competir con ellas

c. Sí, porque existe la expectativa de que las mujeres, madres, hermanas, abuelas, tías, hijas,
etcétera, poseen todo el tiempo y amor del mundo para dedicarse a sus hijos e hijas y a los
trabajos domésticos, y se sienten muy bien al realizar este trabajo.

d. Sí, porque a lo largo de la historia las mujeres han desarrollado habilidades para realizar las
actividades domésticas y, por ende, se considera que solamente las mujeres saben realizar muy
bien estas actividades. Además, es el espacio donde las mujeres se sienten muy bien.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.
Pregunta 7
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Este tipo de discriminación en el ámbito laboral se caracteriza por la exclusión de mujeres de


ciertas ocupaciones consideradas “masculinas” o vinculadas con roles asignados socialmente
a los hombres.
Seleccione una:

a. Discriminación en la adquisición de capital humano

b. Discriminación salarial

c. Discriminación ocupacional 

Correcto. Esta discriminación también consiste en la asignación de mujeres a cargos que


únicamente están vinculados con desempeñar roles y estereotipos asignados a las mujeres, es
decir comúnmente relacionados con las tareas de cuidado.

d. Discriminación en el empleo

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 8
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

En materia de derechos económicos, laborales y sociales de las mujeres, ¿a qué se refiere el


término techo de cristal?
Seleccione una:
a. A la discriminación salarial, la cual ocurre cuando a las mujeres se les paga menos por un
mismo trabajo.

b. A la división sexual del trabajo, que impide a muchas mujeres desempeñarse fuera del
espacio doméstico o de las tareas de cuidado.

c. A los roles y estereotipos que fomentan la desigualdad entre mujeres y hombres.

d. A las barreras invisibles que impiden a las mujeres acceder o escalar a las posiciones más

altas dentro de una empresa o institución. 

En efecto, el techo de cristal limita el ejercicio de los derechos de las mujeres en su ascenso
profesional y refleja el desequilibrio de poder aún existente en la sociedad.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

Pregunta 9
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

¿Qué permite a las mujeres el hecho de tener recursos propios?


Seleccione una:

a. Ejercer su autonomía económica.

b. No depender permanentemente de otros para satisfacer sus necesidades y la de su familia.

c. Tomar decisiones sobre ellas y elegir el mejor manejo de sus recursos para velar por su
bienestar.

d. Todas las opciones son correctas. 

Muy bien. Usted ha logrado percibir la importancia de que las mujeres puedan acceder a
recursos propios para su subsistencia y participación en la sociedad.

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.
Pregunta 10
Correcta

Puntúa 1.00 sobre 1.00

Señalar con bandera la pregunta

Texto de la pregunta

Es el tipo de violencia que se manifiesta en la transformación, sustracción, destrucción,


retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores o derechos
patrimoniales destinados a satisfacer sus necesidades; puede abarcar los daños a los bienes
comunes o propios de la víctima.
Seleccione una:

a.
Violencia económica

b. Violencia física

c. Violencia patrimonial 

Efectivamente, este tipo de violencia se relaciona estrechamente con la autonomía económica


de las mujeres, al afectar a la víctima para que ésta pueda tener bienes propios, hacer uso de
ellos o tomar decisiones sobre los mismos.

d. Violencia laboral

Retroalimentación

Su respuesta es correcta.

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