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Tinta Violeta
El mito del amor romántico, nos conduce, sin aviso, a la desilusión amarga del desencanto
amoroso. En los cuentos de Simone, la promesa de amor eterno es puesta en cuestión, ya
que el matrimonio no garantiza la unión eterna porque siempre aparece lo inesperado: el
engaño, la infidelidad, los estragos del avance de la edad. La partida de los hijos. Todo
cambia inevitablemente en la vida de las protagonistas, no sin la insufrible huella del
recuerdo.
La edad de la indiscreción
En este relato, una madre preocupada por la tesis inacabada de su hijo, decide convencerlo
de concluirla y llevar una vida sencilla y honesta dentro de la academia. El casamiento de
su hijo, el abandono posterior de sus estudios por una vida dentro de la burocracia le genera
un conflicto sobre el tipo de educación que le ha brindado. Pone en cuestión el apoyo de su
marido para presionar a su hijo a retomar la universidad. El comienzo de una vida solitaria
le ronda la cabeza: su hijo no concluyó los estudios universitarios, se ha casado, está lejos
de ella, de lo que planeó para él. Su marido también está sumido en la nostalgia de una
vitalidad ya en decadencia y casi no le prestaba mucha atención a nada. Ambos se
aproximan a una edad en la que estar juntos se había vuelto aburrido, pero el
acompañamiento solapaba cualquier sentimiento de amargura y decadencia en ella.
"A lo lejos estaban los horrores de la muerte y de los adioses; estaban, los postizos, las
ciáticas, las invalideces, la esterilidad mental, la soledad en un mundo extraño que ya no
comprendemos más y que continuará su curso sin nosotros. ¿Lograré no alzar mi vista
hacia esos horizontes? ¿O aprenderé a percibirlos sin espanto? Estamos juntos, ésa es
nuestra posibilidad."
Monólogo
"No hay justicia. Eso es lo que vuelve loca: la injusticia. ¡Cuando pienso la madre que he
sido!"
La mujer rota
En el último relato, que lleva el título del compilado, La mujer rota, el miedo al porvenir y
a la elección, después de haber consagrado una vida a la familia, a los hijos, al amor
conyugal, y luego enfrentarse a lo inesperado: la separación, el abandono del marido, que
deja en estado de marasmo a la protagonista, al asumir la infidelidad de él como algo
“natural”, argumento que en ningún momento le satisface, culpándose constantemente por
la ruptura, porque él se va con otra y rehace su vida. El inicio de una vida solitaria
comienza a producir estragos en su estado de salud: de un momento a otro toda su vida en
matrimonio, que estuvo entregada a sostener el hogar, al cuidado de su hijo y marido, a
quienes consagró el sentido de su vida, de repente se vino abajo, lo que le tienta a
suicidarse pero duda:
"Sería fácil deslizarse algo más lejos en la nada, hasta el punto sin retorno. En mi cajón
tengo lo que hace falta. ¡Pero no quiero, no quiero! ¡Tengo cuarenta y cinco años, es
demasiado pronto para morir, es injusto! Ya no puedo vivir más. No quiero morir."
La ruptura le pone en una situación difícil después de años de compartir una sexualidad
apasionada y fogosa, de una vida en común en la que sobrevivieron a discusiones,
desacuerdos. Disfrutaron viajes, logros; se consolaron de los fracasos, todo ello, la memoria
de toda esa vida compartida, le deja en la incertidumbre y la angustia frente a la puerta
entreabierta del porvenir.
“Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por lograr sus
objetivos; pero eso no me impide –al contrario- interesarme por aquellas que, de un modo u
otro, han fracasado, y por esa parte de fracaso que hay en toda existencia”, dice al respecto
de su libro, Simone de Beauvoir.