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Relatos sobre el mito del amor eterno: “La mujer rota”.

Tinta Violeta

La mujer rota, libro publicado en 1968, es la intersección de tres relatos, en apariencia


aislados, pero en los que el punto en común es la historia, en cada uno, de una mujer que se
enfrenta al problema de asumir su existencia en relación a la negación, la ruptura de la
ilusión del amor, la vida interior de las personajes en el espacio íntimo del hogar. Mujeres,
madres, esposas, amas de casa, divorciadas, son las protagonistas en los relatos.

La filósofa y feminista Simone de Beauvoir, despliega su faceta literaria en estos relatos


que nos llevan a límite de la experiencia de ser mujer: la inteligencia como atributo puesto
en cuestión en las mujeres; la elección de un porvenir lejos de los estándares sociales
impuestos; el matrimonio que después de algunos años, se vuelve una especie de tragedia,
en la que el amor es negado y se quiebra la ilusión de amor eterno.

El mito del amor romántico, nos conduce, sin aviso, a la desilusión amarga del desencanto
amoroso. En los cuentos de Simone, la promesa de amor eterno es puesta en cuestión, ya
que el matrimonio no garantiza la unión eterna porque siempre aparece lo inesperado: el
engaño, la infidelidad, los estragos del avance de la edad. La partida de los hijos. Todo
cambia inevitablemente en la vida de las protagonistas, no sin la insufrible huella del
recuerdo.
La edad de la indiscreción

En este relato, una madre preocupada por la tesis inacabada de su hijo, decide convencerlo
de concluirla y llevar una vida sencilla y honesta dentro de la academia. El casamiento de
su hijo, el abandono posterior de sus estudios por una vida dentro de la burocracia le genera
un conflicto sobre el tipo de educación que le ha brindado. Pone en cuestión el apoyo de su
marido para presionar a su hijo a retomar la universidad. El comienzo de una vida solitaria
le ronda la cabeza: su hijo no concluyó los estudios universitarios, se ha casado, está lejos
de ella, de lo que planeó para él. Su marido también está sumido en la nostalgia de una
vitalidad ya en decadencia y casi no le prestaba mucha atención a nada. Ambos se
aproximan a una edad en la que estar juntos se había vuelto aburrido, pero el
acompañamiento solapaba cualquier sentimiento de amargura y decadencia en ella. 

"A lo lejos estaban los horrores de la muerte y de los adioses; estaban, los postizos, las
ciáticas, las invalideces, la esterilidad mental, la soledad en un mundo extraño que ya no
comprendemos más y que continuará su curso sin nosotros. ¿Lograré no alzar mi vista
hacia esos horizontes? ¿O aprenderé a percibirlos sin espanto? Estamos juntos, ésa es
nuestra posibilidad."

Monólogo

A lo largo de este cuento, el divorcio es vivido de forma lúcida y dolorosa por la


protagonista. Los recuerdos de cuando era una madre joven y dedicada al completo cuidado
de sus hijos, en contraste con su realidad actual, le hunden en una depresión que la orilla a
buscar constantemente alguna respuesta confiable, que le brinde un poco de luz ante todo
ese sufrimiento derivado de la soledad, lejos de sus hijos. A veces el monólogo revela el
sentimiento de culpa ante los errores y las discusiones: el sufrimiento ante la muerte de su
hija le devasta. Pasa muchos días dudando sobre lo que debe hacer entre las ruinas de su
situación económica y la amargura de vivir en soledad. Ha perdido todo, su lugar en el
mundo: sin una casa propia ni marido ni hijos, sin familia. Después de telefonear a su ex
marido y sostener una charla poco amena, toma una decisión radical para recuperar a su
hijo o por lo menos obtener un poco de tranquilidad.

"No hay justicia. Eso es lo que vuelve loca: la injusticia. ¡Cuando pienso la madre que he
sido!"

La mujer rota

En el último relato, que lleva el título del compilado, La mujer rota, el miedo al porvenir y
a la elección, después de haber consagrado una vida a la familia, a los hijos, al amor
conyugal, y luego enfrentarse a lo inesperado: la separación, el abandono del marido, que
deja en estado de marasmo a la protagonista, al asumir la infidelidad de él como algo
“natural”, argumento que en ningún momento le satisface, culpándose constantemente por
la ruptura, porque él se va con otra y rehace su vida. El inicio de una vida solitaria
comienza a producir estragos en su estado de salud: de un momento a otro toda su vida en
matrimonio, que estuvo entregada a sostener el hogar, al cuidado de su hijo y marido, a
quienes consagró el sentido de su vida,  de repente se vino abajo, lo que le tienta a
suicidarse pero duda:

"Sería fácil deslizarse algo más lejos en la nada, hasta el punto sin retorno. En mi cajón
tengo lo que hace falta. ¡Pero no quiero, no quiero! ¡Tengo cuarenta y cinco años, es
demasiado pronto para morir, es injusto! Ya no puedo vivir más. No quiero morir."

La ruptura le pone en una situación difícil después de años de compartir una sexualidad
apasionada y fogosa, de una vida en común en la que sobrevivieron a discusiones,
desacuerdos. Disfrutaron viajes, logros; se consolaron de los fracasos, todo ello, la memoria
de toda esa vida compartida, le deja en la incertidumbre y la angustia frente a la puerta
entreabierta del porvenir.

“Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por lograr sus
objetivos; pero eso no me impide –al contrario- interesarme por aquellas que, de un modo u
otro, han fracasado, y por esa parte de fracaso que hay en toda existencia”, dice al respecto
de su libro, Simone de Beauvoir.

Brenda Pichardo (Ciudad de México).


Ciencias de la Comunicación, en Facultad de Ciencias Política y Sociales, UNAM.
Egresada del Seminario Género, Filosofía y Pensamiento Crítico en 17, Instituto de
Estudios Críticos, donde también cursé el Seminario Cine Documental e Historia:
confluencias.
Renunciando a mi androcentrismo literario.
Descubriendo la literatura diversa: otras narrativas, otras voces.
Contacto: brendapich@gmail.com

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