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3.2.3.

MEDIOS MASIVOS DE
COMUNICACIÓN.

Según Edgar Morín, es en Estados Unidos donde se han creado los


neologismos mass media (como término que engloba la gran prensa, el cine, la
radio y la televisión) y máss culture (que abarca la cultura producida, representada
y difundida precisamente por los máss media). A partir de los años treinta, los
máss media entraron en el entorno de las grandes firmas que lo utilizan como las
empresas de prensa, que se preocupan por conocer su mercado, es decir, su
público, aún cuando a la opinión adulta le preocupa la influencia peligrosa de los
mismos sobre la infancia y la juventud. También la clase política comienza a hacer
uso de los máss media, primero durante los años de guerra y después en las
elecciones presidenciales, debido al poder de su acción en las grandes masas, la
cultura de masas puede ser una amenaza contra los valores artísticos e
intelectuales y una gran fuente de embrutecimiento o de alienación a las
poblaciones que la sufren.

Por su parte, Cristina Peña Marín cree que nadie sabe cuál es el poder de
los medios de comunicación de masas. La presencia de los medios y la
fascinación que consiguen ejercer sobre su público induce a sospechar la
privación del juicio libre y racional, por la consiguiente "manipulación de las
conciencias de los receptores", que potencialmente son la inmensa mayoría de los
habitantes del globo. Ante la pregunta ¿los medios nos convierten en masa?, se
puede decir que el hecho de que un mismo mensaje sea recibido por miles o
millones de personas, unido a que los medios adoptan el lenguaje, valores,
estética, etc., que atribuyen a la medida de sus receptores, a sospechar que
realicen una nivelación del gusto y de la cultura del público que los recibe..
Asimismo, se supone que a traducir cualquier situación humana o cualquier
reflexión que reina en los clichés y estereotipos de los productos que se conciben
a ser fácilmente digestibles y entretenido, lo que hacen es falsear y esclerotizar la
realidad e impedir así el pensamiento y la confrontación con la complejidad. Se
supone que estos modos con que los medios conforman sus mensajes son
cómplices con él estatus quo: aceptan y refuerzan lo que ya está asentado como
"saber común" o como norma, no lo cuestionan como pensamos que lo hacen, o
deberían de hacer, tanto el arte como el pensamiento. Los receptores no forman
en sí una masa. Pueden no ser tan homogéneos culturalmente como se pretende.
De hecho, nuestro tiempo se caracteriza tanto por la homogeneización y
estandarización como por la exacerbación de las diferencias culturales.

Ambos procesos no son incompatibles. Las grandes urbes están


contempladas por numerosas tribus cuyos miembros son distintos de sus vecinos,
como las tribus juveniles adscritas a una u otra moda de vestir, musical, estética,
que se rige por peculiares sistemas de valores y códigos de comportamiento. Pero
también sectores menos rígidamente definidos se ven afectados por procesos de
diferenciación y homogeneización. En cuanto a la recepción de las
comunicaciones de masas, la población no se divide o se agrupa según las
divisiones sociales. Los estudios sobre los mensajes, sobre los modelos, la visión
del mundo y a un cierto conjunto de texto, conforman, ilustran únicamente acerca
de lo que es emitido. Pero saber cómo ha podido influir eso en los receptores
exige otro tipo de estudios muy distinto.

Ernesto de la Peña sostiene que la trasmisión de cultura a través de los


medios de comunicación globalizadores, particularmente la televisión e Internet,
ha de dar un giro de 180 grados si es que la cultura puede tener un papel
determinante y articular en el futuro de los hombres. De la peña hacen
señalamientos muy importantes sobre la influencia que ejercen los medios
masivos de comunicación en nuestra vida cotidiana. Al referirse a la realidad
virtual y otros espejismos similares, hermosos y sugerente, señala que nos abren
los ojos a un universo potencialmente inagotable y siempre divertido; pero el
regreso al entorno de todos los días produce, especialmente en las nuevas
generaciones, una sensación de empobrecimiento, e incapacidad: "la puerta que
abro todos los días para ir de mi recámara a la estancia no puede cambiar, la
ventana con el vidrio roto sigue ahí". Esto podría tener un efecto de desagrado
profundo, un descontento que se puede manifestar en algunas reacciones
violentas, ya que para los niños y buena parte de los adolescentes los hechos
reales se suceden como sobre una pantalla de televisión o en la página favorita de
Internet. Se produce a menudo lo que se podría llamar falacia inducida, cuando el
resultado del programa de violencia en que los héroes poseen una capacidad casi
divina para herir, matar y exterminar, provoca trastornos de la conducta cuyas
consecuencias lamentamos en forma de inseguridad, zozobra y desconfianza.

Héctor Tajonar se refiere a los efectos que pueden traer consigo los medios
de comunicación masivos:

El siglo XX concluye con una revolución sólo comparable con sus efectos
en todos los ámbitos del quehacer humano con la revolución industrial. Se trata,
naturalmente, de la revolución de las comunicaciones por el hecho de estar
inmersos en ella, sólo podemos vislumbrar algunos de los efectos que traerá
consigo en los campos de la política, la economía, la educación, la ética, las
costumbres y la cultura. Sabemos que los cambios sería profundo, que los riesgos
implican son tan grandes como su potencial, que sus transformaciones abarcan a
todo el planeta y que muy pocos podrán sustraerse de ellas. En todo el mundo,
800 millones de jóvenes pertenecen ya a la "generación de la red", lo que implica
una percepción distinta del tiempo y de espacio, relacionada con la conciencia de
vivir en el ciberespacio o de poder acceder a él con absoluta facilidad.

Por otro lado, según Teresa Urreiztieta, para Bauman lo público y lo


colectivo están siendo invadidos y desalojados por los intereses de lo privado: el
espacio público está cada vez más vacío de cuestiones públicas; ahora se halla
preponderantemente colonizado por las cuestiones privadas. Esto lo vemos
claramente en los medios de comunicación social. El auge sin límites del
programa sobre la farándula y la vida de los artistas, de los llamados reality show
e indagan en la intimidad es más insospechada y escabrosas de personajes
desconocidos; de concursos de personas que conviven durante meses encerradas
en casa, islas y autobuses; de cantantes que se convierten en la noche a la
mañana en su súper estrellas mundiales de la canción; de los fenómenos de
audiencia que se generan publicitando la vida personal de los futbolistas y otra
"estrellas" del deporte mundial, etc., nos habla de una pérdida de claves
comunitarias. Ello, junto con otros factores, sería lo que nos estaría llevando hacia
una trivialización tan grande de todo, que a veces parece que algo sustancial
estaría desapareciendo para siempre: el sentido reflexivo y trascendente de las
cosas, lo cual margina y acorrala el debate de los asuntos públicos a espacio cada
vez más estrecho, casi invisibles a la sociedad del espectáculo. Por eso se
advierte que en esta modernidad, la sociedad dejó de cuestionarse si a sí misma,
por lo que estaríamos entrando en una época de conformidad universalizada, si
no advertimos y revertimos estos fenómenos de colonización privada de los
espacios y del debate público. De esta manera, margina, para fomentar, romper
solidaridades parece ser la estrategia del capitán globalizado, de los valores que
sustentan en globalismo neoliberal sabemos que además de las consecuencias en
lo personal, en la vida cotidiana, se están evidenciando graves consecuencias en
el escenario mundial.

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