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Una de las gracias de las técnicas de PNL que se suelen hacer sentados y con los
ojos cerrados como el reencuadre en seis pasos es que se pueden hacer a
diferentes niveles de conciencia. Puedes hacer un reencuadre en seis pasos a lo
largo de una conversación sin que la persona lo note. Se puede hacer a un nivel
alfa, que sería con una breve relajación que es la forma más habitual dentro de la
PNL o también se puede hacer dentro de un buen trance hipnótico ericksoniano.
¿Pará que sirve Reencuadre en seis pasos?
La lista podría ser interminable: el hábito de llegar tarde a todas partes, levantarse
tarde, dejar de fumar, dejar de comer en exceso, dejar el alcohol, comerse las uñas,
posponer lo que tienes que hacer para hacer otra cosa menos prioritaria, estresarse,
ruborizarse, cuando me desmayo al sacarme sangre, el dolor de cabeza que me da
cuando visito a mi suegra, el enfado cuando tengo hambre.
En el ámbito de la salud, algunos ejemplos típicos son el colon que se irrita sobre
todo en vacaciones, mi dermatitis, hay incluso hay quien dice que todas las
enfermedades psicosomáticas (como no soy médico me voy a saltar la lista
completa).
Por entrar en otro ámbito bien interesante para mucha gente: la seducción, la
ansiedad ante una aproximación a alguien del sexo opuesto, incluso a realizar una
llamada de teléfono, “dificultades” en el primer encuentro sexual… o el cualquier
encuentro sexual. Y todas esas cosas que hacemos y que tienden a fastidiar las
relaciones antes de empezar.
Pues todas estas cosas tienen algo en común, que hacen algo útil para ti.
¿sorprendido? o directamente no te lo crees. Una de las presuposiones de la PNL
dice que todo comportamiento es útil en el contexto en que ha sido realizado. Y no
solo eso, sino que además era la mejor opción posible. Si no, no lo haríamos tu
cuerpo no es tonto. Si lo hace es para conseguir algo.
Entonces surgen dos cuestiones básicas:
Por último, para culminar el ejercicio viviendo y experimentando el cambio que estás
realizando en tu vida, proyéctate hacia el futuro, haciendo esa nueva conducta,
manteniendo ese beneficio, donde la antigua conducta limitante ha desaparecido y
tu vida ha cambiado de una forma muy positiva, porque tú has cambiado y tu vida
ha cambiado.
La monogamia secuencial: el final de la pareja para toda la vida.
A algunas personas les puede servir la técnica de hacer una lista de las cosas
concretas que puede agradecer. Y es que aceptar lo que nos ha dado el otro y decir
gracias nos pone en disposición de valorar lo recibido y desde ahí poder superar la
ruptura, porque la gratitud mitiga el victimismo y el resentimiento. Cuando podemos
ver lo que no ha aportado una relación y lo que hemos aprendido en ella, estamos
en disposición de cerrarla y abrirnos a lo que esté por venir.
La idea de que el amor es eterno ha desaparecido, así que los requisitos para el
amor se han simplificado. En definitiva, relata Garriga en El buen amor en la pareja,
el gran reto para todos consiste en aprender a amar lo imperfecto de la vida, de
nosotros y de los demás, y volvernos compasivos.
Cuando esto es posible, apunta, ponemos nuestros errores al servicio de la vida y
de un camino feliz, sea en pareja o no. Ser capaz de algo así es doblemente
importante en el momento actual, pues vivimos tiempos caóticos y creativos,
originales e inciertos, turbulentos y esperanzados para el amor en las parejas. La
ventaja es que podemos ser creativos con el tipo de relación que queremos; el
inconveniente, que nos podemos perder con tantas opciones y al final no saber qué
tipo de relación queremos establecer.
Algunos estudiosos han acuñado el concepto de “monogamia secuencial”, que
viene a anunciar lo que ya se está percibiendo: el funeral de la pareja “para toda la
vida”.
Esto significa que, hoy por hoy, las personas tenemos estadísticamente muchas
probabilidades de tener dos, tres o más parejas de cierta duración a lo largo de la
vida, con la consiguiente complejidad de formatos familiares y de convivencia y,
sobre todo, con un alto precio en estrés emocional, afectivo y vincular. Nunca como
ahora nos habíamos enfrentado de forma masiva a tantas exigencias emocionales
y tránsitos dolorosos.
El filósofo Zygmunt Bauman decía que, en nuestra época, la idea de que el amor es
eterno ha desaparecido, así que los requisitos para el amor se han simplificado, y
el conjunto de experiencias definidas con el término amor se ha ampliado
extraordinariamente.
El problema, añade, es que cuando la calidad y profundidad de una relación no nos
dan sostén, tendemos a buscar el remedio en la cantidad. A veces, incluso llegamos
a pensar que el amor se puede aprender a partir de la experiencia y el ejercicio
amoroso. Bauman describe este proceso como un círculo vicioso en el que las
personas quieren estar en el “mercado de las relaciones” pero, al mismo tiempo,
anhelan amar profundamente a alguien.
El refugio en nosotros mismos, en lugar de en la comunidad
Cuando aparecen los desencuentros y conflictos, cuando los hijos ponen a prueba
la fortaleza de la pareja, cuando aparecen los problemas económicos o de salud no
encontramos espacios de apoyo, sosiego y alivio en otros o en la comunidad.
Y ante la tensión, la frustración y el dolor, nos volvemos de nuevo hacia el yo, nos
dirigimos hacia el único refugio seguro: nosotros mismos.