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DEMOCRACIA
I. Formas de democracia
Bien Mal
Uno Monarquía Tiranía
Tomado de: Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política.
en seis Constituciones (en la que tres tienen atribuciones positivas y otras tres negati-
vas) deriva de cruzar dos criterios: uno responde a ¿quién gobierna? y otro a ¿cómo
gobierna?
3
8 Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política, Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 22.
9 Montenegro, Walter, op. cit., p. 62.
10 � Sherover, Charles (coord.), The Development of the Democratic idea: Readings from Peri-
cles to the Present, Nueva York, New American Library, 1974, pp. 90 y 91.
11 Bobbio, Norberto, op. cit., p. 184.
12 � Palmer, Robert Roswell et al., op. cit., pp. 300-307.
13 Bobbio, Norberto, op. cit., pp. 11 y 12.
14 � Dinkelaker, Andrew, The New Frontier in Democratic Theory and Practice: Organiza-
tional forms that Simultaneously Optimize Autonomy and Community, Nueva York, 1997, pp.
16-18, http://www.quadrant4.org/thesis/chapter1a.html.
15 Bobbio, Norberto, op. cit., pp. 33 y 34.
Risks”, African Administrative Studies, vol. 63, 2002, pp. 1-23, http://unpan1.un.org/intra
doc/groups/public/ documents/cafrad/unpan007932.pdf.
21 Sisk, Timothy D., Democracy at the Local Level, Suecia, Instituto Internacional para
22 �
Urbinati, Nadia, op. cit., p. 328.
23 Idem.
24 Sartori, Giovanni, ¿Qué es la democracia?, México, Taurus, 2008, p. 456.
25 �
Álvarez, R. Michael et al., “Are Americans Conf ident their Ballots are Count-
ed?” The Journal of Politics, vol. 70, núm. 3, 2008, p. 754-766.
26 Sartori, Giovanni, op.cit., p. 456.
27 � Rios Insua, David et al., “Multicriteria E-Negotiation Systems for E-Demo-
cracy”, Journal of Multi-Criteria Decision Analysis, vol. 12, núm. 2-3, 2003, pp. 213-218.
que éste último en mucho menor grado).28 Def inir que la democracia de los
antiguos no tenía la estructura de un Estado moderno, equivale a establecer
que aquella democracia ya no es posible en la realidad actual.
Se puede hablar de una tercera forma de democracia, la democracia
participativa en la que existe un involucramiento de la ciudadanía en mayor
grado del que le otorga la democracia representativa. De hecho, algunos
teóricos la consideran como parte de la democracia indirecta o representati-
va. Este es un esquema que desarrollan algunos gobiernos democráticos que
permite a los ciudadanos no sólo ejercer su derecho al sufragio para elegir
a sus gobernantes, sino que participan en otro tipo de decisiones mediante
instrumentos como lo son los referendos y plebiscitos.29 Sin embargo, los
ciudadanos deciden con base en una serie de opciones preestablecidas por
sus representantes, de modo que se sujetan a elegir entre “A” o “B” siendo
esta una participación limitada en la toma de decisiones.
También este tipo de democracia le ofrece la oportunidad a los ciudada-
nos, incluyendo a integrantes de las minorías sociales, de expresar sus pun-
tos de vista y/o posiciones que pueden ser recogidas por quienes ejercen la
función gubernamental. Si existe una representación ciudadana electa por
la mayoría cuyo propósito es el de velar por los intereses y derechos de sus
electores que representan la mayoría ¿se justif ica la intervención de grupos
sociales que reclamen derechos o intereses propios? La respuesta es positiva
si se considera que en una democracia las minorías también tienen derecho
a ser escuchadas.
A nivel teórico, algunos estudiosos del tema consideran como condición
necesaria de la democracia participativa que los ciudadanos que se involu-
cren activamente sean independientes del gobierno.30 El uso de la tecnolo-
gía digital ha facilitado la creación de redes sociales que levantan la voz para
hacerse escuchar en sus demandas, reclamos y propuestas que pretenden ser
consideradas, y de esa manera inf luir en las acciones de gobierno.
28 � Kersten, Gregory E., “E-Democracy and Participatory Decision Processes: Les-
sons from E-Negotiation Experiments”, Journal of Multi-Criteria Decision Analysis, vol. 12,
núm. 2 y 3, 2003, pp. 127-143.
29 � Seligman, Adam B., “Civil Cociety as Idea and Ideal”, Chambers, Simone y
Kymlicka, Will (comp.), Alternative Conceptions of Civil Cociety, Princeton University Press,
2002, pp. 13-33.
30 Idem.
estar más informada, ser más racional, tanto para la elección de los repre-
sentantes, así como para los procesos de toma de decisiones.38 Lo anterior
sigue quedando expresado como un ideal democrático.
Uno de los valores más grandes de la democracia es que facilita y pro-
mueve la expresión de diferentes puntos de vista, ideas, opiniones, princi-
pios y maneras alternativas de llevar a cabo las cosas; sin embargo, aunque
hay principios universales de buen gobierno y democracia efectiva, no hay
modelos y prácticas universalmente aceptadas o efectivamente aplicadas de
estos términos.39 Lo que sí hay es un gran número de explicaciones para el
crecimiento signif icativo de la democratización, desde las transformaciones
socioeconómicas (movilización de organizaciones sociales y civiles, alianzas
de clases, retos y revoluciones, y concesiones y acuerdos de la élite), la difu-
sión de valores democráticos a través de procesos de globalización y las tec-
nologías digitales, la construcción institucional y la especif icación de crite-
rios apropiados para formas de gobierno democráticas que sean de carácter
aceptable.40
Dado que la democracia no es un punto f ijo, ni una idea académica, sino
que es un proceso histórico continuo y complejo, es esencial que su pla-
neación y desarrollo sean apropiadamente administrados y promovidos.41
La democracia le exige a los actores una cultura de intervención a tal nivel
que se permita asumir cabalmente las responsabilidades que les fueron en-
comendadas: los políticos deben de conocer las prácticas democráticas, la
estructura y el funcionamiento del Estado, y garantizar el ejercicio de los
derechos políticos de todos los ciudadanos; a la par, los ciudadanos deben
conocer las prácticas democráticas de las que disponen, así como el ejerci-
cio de sus derechos y el cumplimiento de las obligaciones correspondien-
tes.42 Este sistema asegura una forma de gobierno por consentimiento y no
38 Sáenz López, Karla Annett Cynthia y Rodríguez Burgos, Karla Eugenia, “La
promoción de la participación ciudadana”, en Estrada Camargo, Manuel y Sáenz Ló-
pez, Karla Annett Cynthia (comps.), Elecciones, gobierno y gobernabilidad, México, UANL-
IFE, Centro para el Desarrollo Democrático, 2010, pp. 149-176, http://seciudadano.ife.
org.mx/docs/CDD_EleccionesGobierno Gobernabilidad_2010.pdf.
39 �Mohiddin, Ahmed, op. cit., pp. 1-23.
40 �Beetham, David et al., Assesing the quality of democracy: Practical guide, Suecia, Ins-
tituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, 2008, pp. 20-37,
http://www.dpwg-lgd.org/cms/upload/pdf/quality_of_democracy_a_practical_guide_idea.pdf.
41 �Sisk, Timothy D., op. cit., pp. 146-156.
42 Morán Torres, Enoc Francisco, “La democracia participativa en México, abis-
en los procesos electorales más que en los resultados de los mismos, tenien-
do en cuenta que ésta le permite realizar cambios en el futuro cuando los
resultados no han sido los esperados.47
La democracia amplía la base para la paz en la comunidad, especialmen-
te, en niveles con amplio contacto con la ciudadanía. Los sistemas democrá-
ticos robustamente fortalecidos sirven para difundir valores humanos como
la tolerancia, la inclusión social, la responsabilidad de las autoridades y de
los ciudadanos, y la participación a través de una amplia red de gobierno,
que además se cimenta en la proliferación de arenas de interacción social y
política.48 Este estilo de gobierno en cualquiera de sus variedades es incom-
patible con toda forma de totalitarismo y con toda concepción política que
mitif ique al Estado, oponiéndose a que éste sea portador de f ines y metas
provenientes de intereses particulares. El Estado democrático está al servi-
cio de los hombres y del cumplimiento de los f ines propios de los seres hu-
manos como una totalidad.49 La democracia tampoco es compatible con un
sistema político que esté basado en la consolidación de la desigualdad, que
se maneje a través de un trato diferenciado para los ciudadanos a quienes
sirve, o promueva la separación y exclusión de ciertos grupos por razones
de raza, ideología, género, religión o cualquier otra forma de diversidad en
el ser humano.50
La democracia como forma de gobierno ha cambiado de tal manera que
en la actualidad promueve la institucionalidad del aparato gubernamental,
que requiere de una serie de lineamientos aprobados en consenso para poder
regular su funcionamiento, por lo cual se determina que la democracia que
prevalece hoy en día es de naturaleza constitucional. La democracia consti-
tucional moderna se describe de la siguiente manera:
47 �
Mohiddin, Ahmed, op. cit., pp. 1-23.
48 �
Sisk, Timothy D. y Risley, Paul, Democracy and Peacebuilding at the Local Level: Les-
sons Learned, Suecia, Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Elec-
toral, 2005, pp. 37-40, http://www.idea.int/conf lict/upload/DLL_Lessons_Learned.pdf
49 Centro Interamericano de Asesoría y Promoción Electoral, Diccionario Electoral,
51 �
Idem.
52 Ghai, Yash y Galli, Guido, Constitution Building Processes and Democratization, Sue-
cia, Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, 2006, pp. 7
y 8, http://www.idea.int/publications/cbp_democratization/upload/cbp_democratization_eng.pdf.
53 Beetham, David et al., op. cit., pp. 38 y 39.
54 Ghai, Yash y Galli, Guido, op. cit., pp. 9-11.
55 � Idem.
IV. Elecciones
Una democracia para ser def inida como tal, tiene que tener por lo me-
nos: sufragio universal, masculino y femenino; elecciones libres, competi-
tivas, recurrentes, correctas; más de un partido; diferentes y alternativas
fuentes de información.57 Diversos autores coinciden en que la celebración
de elecciones competitivas y limpias son condiciones necesarias para que
56 �
Mohiddin, Ahmed, op. cit., pp. 1-23.
57 �
Morlino, Leonardo, “Explaining Democratic Quality: How Relevant is the Au-
thoritarian Legacy?”, Revista de Ciencia Política, vol. 27, núm. 2, 2007, pp. 3-22.
58 Schumpeter (1950); Huntington (1991); otros como Adam Przeworski (1995 y
63 �
Palmer, Robert Roswell et al., op. cit., pp. 637-641.
64 Bobbio,Norberto, op. cit., pp. 54 y 55.
65 Montesquieu, El Espíritu de las Leyes, t. II, trad. de Siro García del Mazo, España,
67 �
Mohiddin, Ahmed, op. cit., pp. 1-23.
68 �
Beetham, David et al., op. cit., p. 7.
V. Autonomía institucional
Dado que las instituciones son las reglas del juego para una sociedad, o
más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma
a la interacción humana,69 éstas son el pilar fundamental de la democracia
representativa en la medida en que sean legitimadas para la sociedad.
En los apartados anteriores hemos abordado las discusiones sobre la de-
mocracia en el sentido clásico, es decir, basado en el núcleo de la represen-
tación. Sin embargo, en los nuevos debates algunos autores comienzan a
incorporar otras variables para conceptualizar el término de “calidad de la
democracia” lo cual ref iere a qué también funciona la democracia, y qué
tan efectivas son las instituciones para garantizarla.
De esta forma, la calidad de la democracia puede considerarse como una
ordenación institucional estable, que a través de organismos y mecanismos
que funcionan correctamente realizan la libertad y la igualdad de los ciu-
dadanos.70 Implica además que el régimen sea ampliamente legitimado, es
decir, del cual los ciudadanos están plenamente satisfechos.
Desde este punto de vista se comienza a analizar el funcionamiento del es-
tado de derecho, rendición de cuentas interinstitucional, rendición de cuentas
vertical, participación política, competencia política, capacidad de respues-
ta (responsiveness), libertad, igualdad para medir la calidad democrática de un
país.
De estas dimensiones anteriores, la noción de rendición obligada de
cuentas (accountability) va acompañada de la obligación que tiene un sujeto
(el que administra el Estado) a rendir cuentas, como el derecho que tiene
otro (el ciudadano) de exigirle la explicación de sus actos.71 De esta rendi-
69 North, Douglas C., Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, México,
ce: The International IDEA Handbook, Suecia, Instituto Internacional para la Democracia
y la Asistencia Electoral, 2010, pp. 5 y 6, http://www.idea.int/publications/electoral_justice/
upload/inlay-Electoral-Justice.pdf.
74 �
Levin, Inés et al., “Detecting Voter Fraud in an Electronic Voting Context: An
Analysis of the Unlimited Reelection Vote in Venezuela”, VTP Working Paper, núm.
83, 2009, pp. 1-23, http://www.vote.caltech.edu/drupal/f iles/working_paper/wp_83_pdf_
4acd1afecc.pdf.
75 Cantú, Jesús, “Algunas tesis de la Ciencia Política se derrumban en las democra-
78 Idem.
79 �
Barlow, Rachel E., op. cit., pp. 15-79.
80 Idem.
81 Idem.
82 Centro Interamericano de Asesoría y Promoción Electoral, op. cit., p. 694.
83 Idem.
84 Priess, Frank y Arias, Jorge, Índice de desarrollo democrático de América Latina 2011,
hecho de que más del 50% de las naciones estudiadas se encuentran ubica-
dos en los niveles de desarrollo democrático bajo y mínimo.
Conviene destacar del citado estudio los cambios presentados en la pun-
tuación de desarrollo democrático durante el lapso comprendido entre
2002 y 2011. En 2009 se obtuvo el puntaje promedio más alto con 5238,
pero en 2010 bajó a 4934 y en el último estudio mostró el nivel más bajo del
periodo, con sólo 4622 puntos.
En cuanto a la “democracia de los ciudadanos”, entendiéndose ésta
como “las condiciones para que (el ciudadano) ejerza sus derechos y liberta-
des”, se observa que sólo tres países se encuentran por encima del promedio
regional de 4622 puntos y esos son: Chile (6427), Costa Rica (5145) y Uru-
guay (4794); el resto está ubicado por debajo de la media.85
La panorámica general del estudio termina indicando que el desarrollo
democrático requiere de una cohesión social, mejores liderazgos y acuerdos
sólidos entre los actores de la sociedad; pero una fuerza que actúa en contra
es la inequidad distributiva que se da en toda Latinoamérica y que hace que
surja la desconf ianza de la población en las instituciones políticas, pues se
piensa que los gobiernos apoyan o están al servicio de quienes detentan el
poder económico, y no hay que olvidar que la conf ianza es uno de los pila-
res de la democracia representativa.
Ante los riesgos comentados y las def iciencias inherentes a las institucio-
nes electorales, es necesario que las democracias cambien a f in de proteger
los derechos políticos de sus ciudadanos. El entorno electoral por sus carac-
terísticas es el lugar idóneo para introducir innovaciones tecnológicas, dado
que supone el manejo de un vasto volumen de información, el computar
grandes cantidades de datos en muy poco tiempo, y garantiza la calidad
y exactitud del cómputo para generar resultados conf iables. La tecnología
que existe hoy en día permite llevar a cabo estas operaciones de una ma-
nera conf iable, marcando su presencia con un notable ahorro de tiempo y
dinero.86 La democracia electrónica, o e-democracy, ofrece a los ciudadanos la
posibilidad de participar en consultas públicas y en la creación de políticas.
Esta etapa implica una mayor trasparencia y rendición de cuentas por parte
de los gobiernos, quedando condicionada a la participación de éstos para
permitir un acceso público efectivo a la información gubernamental. La
e-democracy tiene como objetivo fortalecer la estructura y los procesos demo-
85 Idem.
86 Instituto Federal Electoral, Análisis sobre los procesos de modernización y tecnologías para
aplicar el ejercicio del voto, México, Centro de Formación y Desarrollo, IFE, 2003, pp. 3-7,
www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/CDD/CDD-Varios/docs/2003_ModernizacionTecnologias.pdf.
cráticos; así como establecer un vínculo entre los ciudadanos mediante con-
sultas públicas enfocadas en la creación de nuevas políticas, todo mediante
la aplicación de nuevas tecnologías.87
Sin embargo, la tecnología relacionada con el voto ciudadano debe de
enfrentar, como principal reto, la recepción sociocultural de lo que signif ica
una transformación tecnológica del ámbito electoral, tanto por parte de los
electores, así como de todas aquellas personas involucradas al nivel del fun-
cionariado; el empleo de nuevas tecnologías lleva añadida las actitudes que la
ciudadanía tenga hacia ellas, y su disposición a utilizarla, además de encon-
trar el punto exacto entre el nivel mínimo de destreza requerido para par-
ticipar en el sistema como elector, así como el nivel mínimo de disposición
que el ciudadano común tiene de invertir un día específ ico en ir a votar.88
Es así que, para implementar estas tecnologías en los procesos electorales,
es necesario presentar a los ciudadanos las ventajas que el voto electrónico
tiene sobre el voto tradicional, así como tomar en cuenta que los problemas
que se han suscitado en las elecciones que han utilizado estos avances no son
exclusivos de las votaciones electrónicas. Las papeletas tradicionales presen-
tan una serie de problemas que pueden ser resueltos con el voto electrónico
(e-voting). En primer lugar, deben tomarse en cuenta los problemas admi-
nistrativos que se relacionan con el voto en papel, tales como el traslado de
dichas boletas, los costos de impresión y de seguridad, así como el tedio y la
lentitud de los conteos “a mano” los cuales además son muy propensos a los
errores.89 Otro tipo de problemas son los que se ref ieren a la utilización de
las papeletas por parte del usuario. En muchas ocasiones las papeletas crean
confusión en el usuario, causando que éste las arruine, vote por el candidato
equivocado, o marque más de una opción. Asimismo, este tipo de boletas
pueden ocasionar el llamado falloff, que consiste en que la gente es más pro-
pensa a votar por los candidatos que aparecen en la parte superior de las
papeletas, en detrimento de los candidatos que aparecen en la parte inferior.
Solucionar problemas como el falloff implicaría un aumento signif icativo en
los costos de las elecciones, ya que tendrían que imprimirse varios juegos de
éstas para que los nombres aparezcan en distinto orden. Por último, existe
87 � Grönlund, Åke, “E-democracy: In Search of Tools and Methods for Effective
Participation”, Journal of Multi-Criteria Decision Analysis, vol. 12, núm. 2 y 3, 2003, pp.
93-100.
88 � Instituto Federal Electoral, op. cit., pp. 17-26.
89 � Liburd, Soyini D., “An N-Version Electronic Voting System”, en Massachusetts
Institute of Technology, VTP Working Paper, núm. 17, 2004, pp. 1-128, http://www.vote.
caltech.edu/drupal/ f iles/thesis/n_version_evs.pdf.
90 �
Idem.
91 �
Idem.
92 � Boutin, Paul, “Is e-Voting Safe?”, PCWorld, 28 de abril de 2004, http://www.
pcworld.com/ article/115608/is_evoting_safe.html.
93 � F ist, Stewart, “Mixed Reviews for E-Voting Systems”, Telecom Asia, 1o. de marzo
de 2004, http://www.telecomasia.net/telecomasia/Policy/Mixed-reviews-for-e-voting-systems/
ArticleStandard/ Article/detail/87425.
94 � Taylor, John A., “Editorial”, Information Polity, vol. 8, núm. 1 y 2, 2003, pp. 1 y
2, http://iospress.metapress.com/content/y42l6kgn3c10t341/fulltext.pdf
95 � Álvarez, R. Michael y Hall, Thad E., Electronic Elections: The Perils and Promises of
Digital Democracy, Princeton University Press, 2008, pp. 13-23.
96 � Ansolabahere, Stephen y Stewart III, Charles, “Residual Votes Attributable to
Technology”, The Journal of Politics, vol. 67, núm. 2, 2005, pp. 365-389.
permite revertir toda una elección con sólo modif icar un puñado de votos.97
Sin embargo, la emisión del voto es un proceso muy similar a través de paí-
ses de todo el mundo que eligen a sus gobernantes por medio de la elección
popular.
Un gran argumento entre los creadores de las máquinas de votar es que
no sólo fallan los sistemas electrónicos, el software y las personas, sino que las
supuestas papeletas que el sistema emite como recio del voto no suelen cua-
drar con los conteos electrónicos, lo cual tiene la capacidad de invalidar
automáticamente la implementación del sistema, o por lo menos esa casilla
en particular.
Los problemas con la votación electrónica no sólo aparecen con fallos y
debilidades en la urna en sí, sino también se han identif icado con la manu-
factura de los sistemas y con los of iciales electorales que los seleccionan.98 Es
por esta razón que cualquier sistema de votación, ya sea electrónico o tra-
dicional, debe de venir respaldado por un fuerte sistema de administración
electoral. Si dedicamos tiempo a fortalecer nuestras instituciones desde den-
tro y promover el trabajo ef iciente, limpio y transparente, podremos darles
las armas necesarias a nuestros funcionarios para que se superen y cada vez
hagan mejor su trabajo, lo que a su vez resultará en elecciones cada vez más
rápidas, seguras y ef icientes.
Los sistemas electrónicos no son infalibles, sin embargo la tendencia ac-
tual es incluirlos en los procesos electorales para reducir cada vez más los
problemas asociados con la credibilidad del sistema y su vulnerabilidad
ante ataques malintencionados o intentos de fraude. En un futuro no muy
lejano, las democracias de los países más desarrollados planean incluir sis-
temas electrónicos en sus procesos de votación de forma generalizada, de-
jando a los países en vías de desarrollo con la disyuntiva de actualizarse
y ofrecerle a sus ciudadanos una democracia con una mayor calidad, o
rezagarse y continuar con la tecnología presente, de menor calidad y con
mayores riesgos de seguridad. Los sistemas electrónicos son un reto que la
sociedad debe enfrentar en términos del uso que se le puede dar, la escala
en la cual se ref leja su necesidad real de implementación, y los niveles de
conf ianza que la ciudadanía tendrá en sus productos f inales.99
97 � DiFranco, Anthony et al., “Small Vote Manipulations Can Swing Elections”,
Communications of the ACM, vol. 47, núm. 10, 2004, pp. 43-45.
98 � Bradner, Scott, “Lessons from the e-voting mess”, NetworkWorld, 10 de mayo de
2004. http://www.networkworld.com/columnists/2004/0510bradner.html.
99 � Kitcat, Jason, “Source Availability and e-Voting: An Advocate Recants”, Com-
munications of the ACM, vol. 47, núm. 19, 2004, pp. 65-67.
VII. Conclusiones
tecnología digital como una de las herramientas más ef icientes para lograr
ese objetivo.
VII. Bibliografía
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