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El juego y la creación artística sirve de soporte para revelar u estado del espíritu. Al
estimular el juego se facilita la salida de la infancia, debido a que todo preexiste en el
niño.
Dobbeleare menciona dos estructuras básicas que son propias del hombre:
Etapa I (0 a 5 años)
Juego personal (0 a 3 años): El niño está completamente absorto en lo que está
haciendo, con una actitud creativa individual, solitaria, sin la necesidad de un
público.
Juego proyectado (3 a 5 años): El niño tiene la necesidad emocional de
comunicarse y compartir con otro para jugar, las actividades deben realizarse en
círculo.
Etapa II (5 a 9 años)
Juego dirigido (5 a 7 años): El niño acepta la intervención de un tercero, donde es
importante conocer los límites del juego, diferenciando la realidad de la fantasía y
el uso de materiales para la actividad creativa.
Juego dramático (7 a 9 años): La actividad colectiva en la que los niños
incorporan temas como los padres, vida, muerte y aprenden a diferenciar el bien y
el mal.
Etapa III (9 a 15 años)
Juego dramático (9 a 12 años): Empieza a tomar conciencia de los mecanismos
del teatro como los temas, argumentación, diálogos, personajes, entre otros.
Priorizando los conceptos de unidad y familia.
Improvisación (12 a 15 años): Es una forma de juego entre adolescentes
potenciando la creatividad, tratando de integrarse con el otro sexo.
Etapa IV (15 a 25 años)
Dramatización (15 a 18 años): Sirve para experimentar modelos de identificación
personal. Es un marco en el que se busca educar las emociones y loa afectos
contenidos.
Teatro (18 a 25 años): Se busca incrementar el acervo cultural, desarrollar la
personalidad las relaciones sociales y la capacidad cultural.