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1970-2000
LEO PO LD O M A R ÍA PANERO
POESÍA COMPLETA
1970-2000
V IS O R LIBROS
V O L U M E N C D LX D E LA C O LE C C IÓ N V IS O R D E POESÍA
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idea de lo literario. O , dicho de otro m odo, esta obra, una
escritura de la transgresión, crea, dice no ya lo que se viene
entendiendo por literatura, sino qué es lo que pueda llegar a
ser tenido por lite ra rio , siendo así toda una auténtica explo
ración. De ahí, entonces, las no pocas resistencias que los
poemas de Panero encuentran entre cierta crítica y ciertos
lectores desde sus inicios.
Que tam bién sirve el citado dictum como resumen o epi
tafio de una vida, la de Leopoldo M aría Panero, es algo que
se viene narrando desde hace años y que en algunos m o
mentos ha pasado a form ar parte del espectáculo general.
La vida de Leopoldo M aría Panero (M adrid, 1948), h ijo
de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc, y hermano del tam
bién poeta Juan Luis Panero, está ligada desde la infancia a
la literatura. Con una form ación amplísima, tanto literaria,
como en otros campos, su presentación tendrá lugar en la
antología de José M aría Castellet Nueve novísimos poetas es
pañoles (Castellet, 1970) y desde entonces hasta la fecha son
dieciséis los libros de poemas publicados, además de algunos
otros textos en diversas publicaciones, a lo que hay que aña
d ir dos volúmenes de relatos y otros tres que recogen buena
parte de sus ensayos y artículos. Por otra parte, ha publica
do diferentes traducciones y participado en dos películas, E l
desencanto, de Jaime Chávarri (1976) y Después de tantos
años, de Ricardo Franco (1994) (véase Blesa, 1999), docu
mentos im prescindibles que retratan no sólo al poeta, sino a
toda una fam ilia, cuando no a la fam ilia misma.
Su choque con la in stitu ció n psiquiátrica, que se remon
ta a 1968, es un sello que marca desde entonces toda su vida,
buena parte de la cual ha transcurrido en una cadena de in -
ternam ientos en diferentes centros y sus consiguientes trata
m ientos. En los intervalos, su vida es la experiencia de los lí
mites y el resultado de lo uno y de lo otro un extenso y va-
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rio p in to anecdotario de incidentes, que incluye detenciones,
cárcel, intentos de suicidio, excesos diversos, etc. Una vida,
en fin , que ha de calificarse como heroica, pero que resulta
ser la de un héroe que se enfrenta a fuerzas que le son in
mensamente superiores y que, por tanto, acaban por sum ir
lo en la derrota.
En cualquier caso, ahora se puede com probar este traza
do de la vida como destrucción en el documentadísimo re
lato de Benito J. Fernández (Fernández, 1999), que acaba
con tanta leyenda o, lo que viene a ser lo m ism o, da fe de
ella, aunque ahora en cuanto historia. Im pone esto el hacer
una referencia a lo autobiográfico de esta poesía, que no
falta, pero que deja de significar en cuanto experiencia auto
biográfica para pasar a ser una oscura figura donde la vida
del poeta se decolora y deja de ser tal — pues el significado
de la palabra poética es de naturaleza diferente a la de la pa
labra: «Yo he sabido ver el m isterio del verso/ que es el mis
terio de lo que a sí mism o nombra» («La cuádruple form a de
la nada», en Orfebre) — , siendo su significación ahora la de
un cuento quién sabe si m oral, quién sabe si de brujas. Sea
como sea, sobre esta destrucción que podría llegar a pensar
se como destino, el propio poeta ha prevenido al escribir que
«a nada sino al azar y a ninguna voluntad sagrada/ de de
m onio o de dios debo m i ruina» («El loco m irando desde la
puerta del jardín». Poemas del manicom io de M ondragóri).
Pero no se trata de hablar aquí de una vida, sino de una
obra (además de lo que aquí se dice, veáse Blesa, 1995), de
la cual puede decirse que, como si de la realización sistemá
tica de un programa de destrucción se tratara, es un discur
so de la violencia; más, una celebración de la violencia, que
im pregna todos los estratos textuales. V iolencia en la pala
bra, que se da, pongamos, en la form a singular en que se u ti
liza la rim a (lo que ocurre ocasionalmente, por lo demás).
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Rimas que son, no ya pobres, sino paupérrimas (presentes ya
en «Doceavo» de Teoría y que llegan hasta varios poemas de
Teoría del miedo), pero que habrán de verse, ya no como
inexperiencia o torpeza, sino más bien en cuanto ironía — o,
mejor, burla descarnada— de este componente tradicional
— que da ocasión para hablar en escritos de otros de pericia
técnica, pero, ¿acaso podría radicar en eso lo literario?— ,
que queda aquí puesto en cuestión o, más todavía, denun
ciado como inane. Y violencia que se da tam bién en los pa
sajes de encabalgamiento léxico (como en «Mancha azul
sobre el papel» de Narciso1, etc.), donde manifiestamente la
palabra se quiebra sin que quepa acudir a explicaciones rít
micas u otras, sino que es una pura muestra de la unidad
deshecha. La palabra hecha escombros que previene sobre la
incapacidad de construir un sentido, salvo que éste no sea
tam bién otra cosa que un resto, un desecho.
N o menos violencia suponen todos los casos en que la es
critu ra textual iza el silencio, esto es, aquellos en los que se
produce la logofagia (véase Blesa, 1998). Así, en los textos
ápside, los poemas con dos o más versiones que no rem iten
a un o riginal (a este respecto es memorable el «Haikú (Va
riable)» de Narciso, pero los ejemplos se reiteran en no pocos
de los libros de Panero). Idea esta del «original» ahora des
vanecida en la de un original sin origen n i autoridad algu
nos, por haber sido uno y otra distribuidos, diseminados
entre la serie textual, en un estructura en la que el texto es
único y m ú ltip le a un tiem po; o los casos de poemas óstra-
con (ha de citarse «De cómo Ezra Pound pasó a form ar parte
de los muertos» de E l ú ltim o hombre), donde la lectura se en
cuentra de bruces con la falta de discurso como texto, con la
presencia de lo ausente, huella, más aún que im probable,
im posible, de una palabra borrada, sacrificada al m utism o; o
en los poemas babélicos, (es tam bién el caso del ú ltim o de
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los citados) o los escritos en una lengua d istinta de la llam a
da materna (como «Dead flow er to a worm» de Narciso, o
«Autour du poéme» en Last riv e r together).
En todos y cada uno de los tipos textuales citados, lo que
resuena es el silencio, pero no un silencio que carezca de sig
nificación, sino uno que refleja como en un espejo aquel
otro en el que la poesía ha sido recluida en el m undo actual,
silenciam iento que en un bucle regresa ahora para ser arro
jado a la cara de quienes detentan el poder del discurso, de
quienes prescriben qué se puede (y debe), y qué no, decir,
qué sea lo que ha de circular en el diálogo social. De ese diá
logo el discurso poético ha sido excluido al hacer de él una
alocución sin respuesta, palabra dicha por nadie y para
nadie. De semejante ley la poesía de Panero se constituye
como una infracción permanente al desenmascarar a cada
paso su espíritu y su letra. Poesía política, por tanto, aunque
ya no porque lo sean además, en el sentido tradicional, al
gunas de sus páginas, sino porque lo son ahora todas y cada
una de ellas por ser reinscripción del silencio del destino
prescrito.
N o menos violenta resulta la opción del poeta de no re
nunciar a ninguno de los registros verbales y no, desde
luego, a los más recalcitrantemente excluidos por la práctica
poética. Si bien el léxico «poético» no falta — repárese sim
plemente en la presencia de «rosa» como emblema de tal vo
cabulario— , el habla paneresca se abre a otros varios. Valga
como ejem plo sobresaliente el que no son extrañas a este dis
curso poético, entre otras, voces como «tigre» (en argot car
celario «retrete»), «wáter», «orina», «mierda», «heces» («yo
soy el que mis heces/ tallé de la piedra de los versos» se lee
en Contra España, donde no sólo se intercala esa palabra
ciertamente desusada en poesía, sino que además se estable
ce entre la m ateria que nom bra tal expresión soez y uno de
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los nombres de lo poético mism o una singular unión, una
com unión íntim a, que equipara lo uno con lo otro, que los
aúna, haciendo así que la alianza sea la de lo (más) elevado
y de lo (más) indigno).
De este modo, la obra de Panero hace que sean co-pre-
sentes los diferentes lenguajes sociales, desde las hablas más
vulgares, bajas, comunes, hasta las consideradas más excelsas.
Unas palabras y las otras al fin se nos muestran tan sólo en lo
que son, únicamente signos y, en cuanto tales, esencialmente
idénticas, mostrando a la par que las diferencias entre ellas no
son de naturaleza lingüística, sino que tienen su raíz en un
supuesto prestigio que el «buen gusto», es decir, el orden so
cial dicta e impone. Todo ello, y sus consecuencias, es aquí
desenmascarado y, puesto en evidencia, ridiculizado. Y, si se
exaltan hasta el lugar de la poesía las voces en general exclui
das, se hace además declinar toda una ridicula teoría literaria
que hace de la palabra «poética» su piedra angular, cuando no
su único m aterial, su m onolito. Naturalm ente, hay que vo l
ver a decir que una elección como ésta introduce un riesgo:
el de la aceptación por unos ciertos lectores, la de aquellos
que han sido enajenados por una form ación que les ha mer
mado sus capacidades, su libertad y acaban por sentir espan
to ante lo que la experiencia lib re pueda llegar a ser.
Tampoco deja de lanzar un reto esta obra en sus páginas
amorosas. En ellas, la expresión del deseo resulta ser todo un
catálogo de los amores que se extralim itan, de aquellos que
se sustraen a la norma, es decir, anormales. N o quedará ex
cluida la violencia («aquí fueron las Bodas, aquí/ azoté con
deseo un torso desnudo», Narciso), n i tampoco otras formas
de unión sexual silenciadas, cuando no consideradas como
enfermas. Así, el beso negro («bésame el ano del que versos
he hecho», en Piedra negra; o «dime/ besando suavemente el
túnel de m i ano,/ [...] dim e qué era, qué es,/ qué es un ca-
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dáver», E l ú ltim o hombre) y las diferentes variantes de la co-
p ro filia , desde la llu via dorada («¿Acaso no amas/ que yo te
orine? Y a llí perderse. [...] y yo amo que me orines,/ y tu pie
sobre m i boca, besarlo», Narciso), a la llu via de lodo («más
que nunca reiste/ ahora que este ridículo soporte de m i
alma/ se deshace en el lecho como cuando cagabas/ encima
de m i rostro», Dioscuros). Y no dejará de aparecer en estos
poemas la coprofagia («he vivid o en la alcantarilla/ trans
portando las heces [...] y aprendido a nutrirm e de lo que
suelto», Last rive r together, y «Recuerdas que [...] unimos
nuestra orina en el único vaso/ y bebimos los dos con la risa
de un niño?». Dioscuros).
Agréguese a todo lo anterior que el discurso del deseo
abarca aquí incluso el incesto (en el bello poema «Bello es el
incesto» se lee sobre la unión entre madre e h ijo : «Cándido,
hermoso es el incesto./ M adre e h ijo se ofrecen sus dos
ramos/ de lirio s blancos y de orquídeas», E l que no ve, y, en
«Glosa a un epitafio», se da una vuelta de tuerca más al ex
presar la voz poética, tras menciones de besos, al padre el
deseo de «quedarnos/ a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú, m i amada/ aquí, bajo esta piedra», Narciso).
N o recuerdo en este m om ento ninguna otra obra poética
contemporánea que haya llegado a tanto, a una ruptura con
los lím ites de modo tan flagrante como en este incendio del
deseo, aunque habrá que consignar algunos pasajes coprofí-
licos de Mascarada de Pere G im ferrer. Llamaradas contra
una m oral que silencia realidades, aunque no por ello dejen
de existir. Y, aunque así no fuera, que establece todo un dis
positivo de cortapisas que legisla lo decible y lo indecible, lo
que la im aginación puede recorrer y aquello otro que se le
veda. De nuevo, ha de decirse que la naturaleza de todo esto
es, sin más, política en su sentido más noble, al devolver a la
sociedad, hip ócrita como siempre, su propia verdad.
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Así, esta poesía es una poesía sin te rrito rio , desterritoria-
lizada, por lo que su dibujo es el de una erranda por los con
tornos de la literatura, y del lenguaje, para encontrar los
puntos de apoyo desde los que intentar reiniciar la aventura
de la escritura. A este respecto, la obra de Panero es una es
critu ra de la lectura y a cada paso se insertan citas, literarias
o no, cuando no es todo un poema el que se plantea como
reelaboración de alguna página de otro. Es, como el propio
poeta ha escrito, la puesta en práctica de la poética del
U ltim o Libro. Acabada la literatura, no resta sino volver
sobre lo anterior y reescribirlo, y es que «toda la literatura no
es sino una inmensa prueba de im prenta y nosotros, los es
critores últim os o postumos, somos tan sólo correctores de
pruebas» («Dos prefacios para un título», en Dos relatos y una
perversión, 12). A tal concepción ha mostrado Leopoldo
M aría Panero una persistente fidelidad desde sus prim eros
escritos, al redactar ya entonces lo que podríamos llam ar los
capítulos perdidos del cuento de Blancanieves o de Peter
Pan. Y quede constancia que uno de sus títulos últim os es,
precisamente, Teoría lautream ontiana delplagio.
Pero convendrá no entender que la deuda que las páginas
panerescas hacen suya casi a cada paso sea una especie de li
m itación. A l contrario, este p a rtir de la lectura im pone
como presente la conciencia plena de lo ya dicho y, por
tanto, qué es lo que resta p or decir, lo no hollado, y es a ese
espacio hacia el que esta escritura emprende su andadura.
Deuda, por tanto, que se salda.
Escritura que, en otro sentido, es, toda ella, un acta de la
experiencia de la muerte («habito entre los Inm ortales/
donde un rey come frente al Ángel caído/ y a flores seme
jantes la muerte nos deshoja», Poemas del m anicom io de
Mondragón, o léase «Glosa a un epitafio» en Narciso, o «Nar
ciso era m i nom bre, y he muerto», G uarida). Si de la pala-
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bra m ística se puede decir que es una palabra enajenada
donde la conciencia lingüística ha sido abandonada a su
puro decirse, a decir que sabe que no sabe, aquí sucede algo
no m uy distin to . A l constituirse la voz del yo en un punto
que está más allá de la vida, su visión es la imagen de lo
nunca visto, y su saber, entonces, lo anteriorm ente jamás
dicho, sino precisamente lo secreto. U n secreto que es ahora
confesado, del que el poema hace partícipe al lector para que
sea al fin leído, como si la m uerte pudiera «leerse», siendo
que no es, n i podría ser otra cosa, que acontecim iento — el
acontecim iento ú ltim o y prim ero, el único real— , experien
cia del ser, de un ser, experiencia de un ser que no puede
transferirla a ningún otro. Sin embargo, tercamente, los po
emas de Panero retornan a esa tum ba imaginada, a esa crip
ta de la que se extrae la palabra, que queda, así, marcada, por
su procedencia, como críptica.
Uno de los modos en que esta muerte se escribe, diríase
que am inorado, es el de la identidad del in d ivid uo puesta en
crisis, alterada o directamente perdida, lo que constituye
uno de los temas más persistentes de este conjunto poético.
Identidad que no es capaz de reconocerse («en el espejo m i
rostro no está» se lee en Teoría)-, o que puede expresarse
como una desaparición parcial, del propio cuerpo: «Hay res
tos de m i figura y ladra un perro./ M e estremece el espejo: la
persona, la máscara/ es ya máscara de nada», en Piedra
negra)-, que llega a salir de sí para hacer suya otra, ya sea otro
rostro (en Poemas del M anicom io de Mongragón: «Caído el
rostro/ otra cara en el espejo»), ya sea a otro nom bre (así, en
Last rive r together, «Me digo que soy Pessoa, como Pessoa
era/ Álvaro de Campos»); o se identifica el yo con un ser
im aginario («Yo soy un lamed w ufnik», Poemas del manico
m io de M ondragóri)', o se manifiesta la simple ignorancia de
quién se sea («Tuve la voz, trovador fu i/ hoy ya cantar no sé/
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trovador, no sé hoy quién soy», en E l ú ltim o hombre), aun
que puede estar depositado ese saber, se dice, en otro lugar,
cuyo discurso habría de ser, cuando menos, oscuro («lo que
yo soy sólo lo sabe el verso», en Piedra negra-, «Quién fu i, lo
sabe la roca./ Que no seré nadie al fin , la roca lo dice / y el
valle lo difunde», en E l últim o hombre). Dado todo ello, se
podría agregar a esta serie algunos monólogos dramáticos
— como «Requiem», cuyo prim er verso hace explícita la per
sona-. «Yo soy un hom bre m uerto al que llam an Pertur» {E l
ú ltim o hombre), o este otro poema que comienza del mismo
m odo: «Yo, Francois V illo n , a los cincuenta y un años» (Pie
dra negra)— , recubriéndose tal estructura poemática de una
m uy peculiar función dentro de la poética paneresca. Y, en
fin , se llega a afirm ar que no se ha sido («el m a rtillo de m i
m em oria/ que me dice que no soy, n i he sido,/ que soy como
alguien escupido/ en los labios del presente», G uarida).
La lectura de esta obra es, pues, un desafío, ante el cual
no cabe indiferencia alguna. Pero habrá de tenerse en cuen
ta algo que en poesía, y en el arte en general, es decisivo, y
es que una obra no puede tener como destino en ningún
caso el diluirse entre las demás, borrarse para siempre entre
la palabrería sin haber dicho n i una sola palabra nueva que
la haga inscribirse en la serie literaria como un nom bre pro
pio, que haya incrementado tal serie. De que esto es así no
(me) cabe duda alguna. A p a rtir de estas páginas la poesía es
un espacio verbal acrecentado, desbordado sobre los bordes
de la libertad.
T úa B le s a
16
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22
P r im e r o s P o e m a s
I
CANTO A LOS ANARQUISTAS CAÍDOS
SOBRE LA PRIMAVERA DE 1939
25
Salpicaduras al borde del camino cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
26
PARA EVITAR A LOS LADRONES DE BOLSOS
27
PRIMER AMOR
...ora
sei rimasta sola...
Rik i G ian co -M ik i del Prete
28
Así se f u n d ó C a rn a b y Street
(1 9 7 0 )
«Schaukelt a u f schwarzen
Gondelschiffen durch
die verfallene Stadt.»
G eorg T rakl
«Y no hace falta
comprender la música
izquierda, derecha,
adelante, detrás,
un, dos, tres.»
DE LA «YENKA»
33
bulancia, los titu la re s de los periódicos, las fotografías, los
in te rro g a to rio s: in ú tile s . U na fich a en el depósito de cadá
veres. Los Museos de Cera. Se había olvid a d o de la pregun
ta y ahora ella hablaba rápidam ente, los autom óviles, luces
rojas. M i abuelo, aquella noche, me confesó que siem pre
h ubiera deseado perder la m em oria. U n tip o extraño, es
v ie jo , tiene manías. E l p o lic ía lo golpeó con la culata del re
vólver. Era im po sib le que lo hubiese olvidado . Las g o lo n
drinas.
II
III
GO DO W N, MOSES
34
IV
ELEGÍA.
VI
35
tre in ta monedas. La som bra del p a tíb u lo . M a rin a Cvetaeva,
tu e p ita fio serán las inmensas praderas cubiertas de nieve.
V
III
IX
STRIPTEASE
XI
36
C O R O : «Pero tem ed más bien la ausencia de todo deseo
Pero tem ed más bien la ausencia de frío y de fuego.»
X II
X III
EVOCACIÓN
C A P IT Á N M A R V E L , ¿ D Ó N D E ESTÁS?
X IV
H IM N O A D IO NISO S
37
XV
EL ASALTO A LA D ILIG E N C IA
X V II
LA METAMORFOSIS
X V III
38
X IX
LOS PIRATAS
Bandera negra. E l abordaje. Los ú ltim o s pasos sobre la tabla
antes de caer al m ar. E l alarido salvaje. Las burbujas. E l abra
zo de las profundidades.
¡Y aquellos cuerpos colgados de una
soga, con la m irada in m ó v il aún fija en el N o rte !
La p isto la en la nuca. N O G R IT E SI N O Q U IE R E
M O R IR . Los coches de la p o licía, lanzados a toda velocidad,
a través de C icero.
LA MUERTE DE ORLANDO
M ucha gente abandona a los anim ales en los parques. C uan
do amanezca el frío habrá acabado con ellos. E Í po licía de
guardia podrá escuchar a m edianoche, el ú ltim o m a u llid o del
G ato N egro, llam ando en vano a la Reina de los Gatos.
LA MUERTE DE M ANDRAKE
E l T em plo de la M agia, bom bardeado. Terón, el Rey de los
M agos, ha quedado ciego. M andrake acude in ú tilm e n te en
su a u xilio . Los invadores.
* * *
39
Y aquel fa q u ir in d io asesinado en u n parque de Londres...
* * *
X X V III
40
to d a costa acallar el in siste n te tic -ta c del re lo j. Para ello
hablaba sin parar, m encionaba nom bres que se suponía te
n ían u n sig n ifica d o para m í, o para él. E n ese m om ento
e n tró u n hom bre vestido de negro: apenas le quedaba
pelo, pero, a todas luces, quería lle n a r su v id a en alguna
fo rm a . C uando llegara su tu rn o , probablem ente, hablaría
con el peluqu ero v ie jo com o si le conociera desde hace
m ucho tie m p o . E l peluqu ero v ie jo , con to d a seguridad, le
seguiría el juego (no se trataba de un ju e g o ). Le ofre cie ro n
una revista ilu stra d a . La rechazó con la m ano. Q uería re
cordar. C u a lq u ie r tie m p o pasado fue m ejor, se repetía,
hasta que las palabras perdían su sentido. N o , no se tra ta
ba de u n juego. A eso de las ocho, cuando salí a la calle,
m ientras me arreglaba el cu e llo del ab rig o , m e d i cuenta
de que to d o estaba oscuro.
X X IX
41
EL M U N D O D EL DISCO
* * *
* * *
* * *
42
LA C R U C IFIXIÓ N
EL POEM A D EL CHE
«C om batei, pois, na terra arida e bruta,
té que a revolva o rem oinhar da luta,
té que a fecunde o sangue dos herois!»
A n ter o d e Q uental
43
Traté de ver el cadáver. Las ratas m ordían furiosam ente en su
p ie l rosada. Todos lo supim os entonces. La peste había lle
gado a Spoletto.
(de E u g e n io H e l t a i)
* * *
* * *
44
descubriéndonos de ese m odo que, costase lo que costase,
querían acabar con nuestros perros.
* * *
* * *
* * *
(de A l p h o n s e D a u d e t )
LA ARLESIANA
Se llam aba Jan. Era un adm irable cam pesino de veinte años,
robusto, de rostro franco. Era m u y guapo, y todas las m uje
res se vo lvían a m irarle. Pero él sólo llevaba a una en el co
razón: una m enuda arlesiana, a la que había conocido en la
plaza de toros de A rlés, toda terciopelo y encajes.
(de G . A . B é c q u e r )
PISTAS
TH E UNIVERSAL SO LDIER
Yo tenía ham bre y los aviones a ras de suelo, claro, y los cuer
pos sin cabeza, y las balas perdidas, naturalm ente, cóm o
podía haberlo olvidado. Era una vieja h is to ria de cuerpos de
sangrados. C óm o había p o d id o o lvid a rla . E l trabajo, las
preocupaciones diarias y las m edallas llenándose de polvo.
Era una vieja h isto ria . E l estruendo de los desfiles y, ahora,
las bocinas. Los m onum entos, los campos devastados, la
46
sangrienta luna. N oticia s lejanas, claro, los ancianos se reú
nen en la plaza, al atardecer, y hablan casi sin m over los la
bios; m i abuelo aún recordaba a los indios. E l tie m p o , el
HOMENAJE A IA N BRADY
M ATARRATO S
* * *
* * *
Gargantas ardientes!
* * *
47
rate de lib re ría . Todos se acercaron a él para escuchar sus ú l
tim as palabras, que más tarde habrían de fig u ra r en el L ib ro
de Frases Célebres. Pero el H om bre A m a rillo no tuvo, para
ellos, últim as palabras. La situación era embarazosa. E l arzo
bispo p ro n u n ció un discurso.
* * *
Fue la prim era vez que hablé con el H om bre A m a rillo . Pro
n u n ció algunos nom bres, lo recuerdo confusam ente. Pero
no habló del sol n i a lu d ió a n ingun a persona conocida.
Tam poco habló de sí m ism o.
¿Y cóm o podría hacerlo? ¿Quién era el H o m b re A m arillo?
¿Cuándo había llegado a la ciudad? E n o tra ocasión él
m ism o me confesó que no sabía nada al respecto. E l H o m
bre A m a rillo no era com o los demás, de eso no cabía duda.
Pero tam poco era un superhom bre, com o Superm án o M a n
drake o Batm an, puesto que no ayudaba a resolver casos a la
po licía . H u b o quien se atrevió a a firm a r que hasta era am igo
de los delincuentes. Sin em bargo, no se encontraron prue
bas. E l H om bre A m a rillo estaba en lib e rta d . Era cuanto se
podía decir de él.
* * *
* * *
LA METAMORFOSIS (II)
* * *
49
M e puse a cantar, al llegar a m i h a bitació n ¿qué o tra cosa po
dría haber hecho?
NECROLÓGICAS
* * *
In M em oriam
Leopoldo Panero Torbado, 1909-1962
La lu z del día vence sobre la llam a de los cirios.
BLANCO Y NEGRO
50
Tercer M u n d o (el del amor, se entiende, no hay necesidad de
explicarlo, unos pocos secretos que se aprenden en la escuela)
le es posible m odifica rlo , n i a la tía A lic ia , tan amable, ella,
con sus visitas, podría hacer que N apoleón siempre Solo acu
diera a otra hora de la que está fijada. Pues bien, en el m undo
al que nos referíamos hace unos m om entos, el de las Revistas
Ilustradas, V d . puede, no sólo cam biar de canal (el U H F
siem pre es una válvula de escape) sino decidir la duración y el
ritm o de los programas, e incluso seleccionar estos m ism os
programas. Pongamos p o r ejem plo, V d . puede escoger entre
las siguientes posibilidades (a cual más atrayente):
L A R E IN A F A B IO L A T IE N E D E N U E V O
ES P E R A N ZA S .
C R IS T IN A D E H O L A N D A Y SU B Ú S Q U E D A
D E L A F E L IC ID A D .
S IL V IE V A R T A N V E L A V ID A D E C O L O R
D E RO SA.
* * *
ESCEPTICISMO D EL VATICANO
EN TORNO A U N SUPUESTO M ILAG RO
51
EL HOM BRE DE MARRAKESH
* * *
* * *
52
M a rg a rita y T o n y sonríen a bordo de un yate, durante sus
vacaciones en Cerdeña.
* * *
LA H U ID A A EGIPTO
53
eso del m ediodía los dos se encontraron en el m undo del
plexiglás. Los habitantes entonaron him nos de bienvenida,
hosannas, aleluyas.
Era, de nuevo, el D o m in g o de Ramos.
* * *
EL ENCUENTRO (III)
LA METAMORFOSIS (III)
54
J
FAR WEST
A John Ford.
N o llegaron a tie m p o los refuerzos. Fue m uerto p o r u n in d io
al encontrar u n filó n . A l o tro extrem o del continen te, C a li
fo rn ia , el oro.
H IM N O A L SUEÑO
* * *
* * *
* * *
55
E l p a tito feo esperó siem pre, acurrucado en un rin c ó n de su
pequeña habitació n, la llegada del H om bre A m a rillo . Y, sin
em bargo, en la escuela le p rom etieron que, en cualquier en
crucijada, el H om bre A m a rillo puede tenderte la m ano.
Tam bién le p ro m etieron — sus padres, pobre chico— que
algún día llegaría a ser un cisne. Pero sus plum as perdían,
poco a poco, el co lo r y un buen (?) día desapareció sin dejar
rastro; quién sabe qué habrá sido de él.
* * *
CAPÍTULO Y
56
m overm e desde la pared en la que hay una m ancha parecida
a una serpiente hasta se n tir el cañón de la pisto la de M , y de
N , sobre m is costillas, y entonces les d ije p o r qué no dispa
ráis de una vez, y o tra vez llam aron al m édico y cuando iban
a atarm e yo me lancé contra la m ancha en la pared, pareci
da a una serpiente, pero ellos me sujetaron y sólo pude sen
tir el roce, com o terciopelo, de la m uerte.
* * *
57
2
TARZÁN TRAICIONADO
( 1967)
G eorg T rakl
de la canción «Auschwitz»
de V A N D E L L I-L U N E R O
Para A na M a ria M o ix
UNAS PALABRAS PARA PETER PAN
,y-
W endy se levantó y encendió la luz: él lanzó un
g rito de dolor...»
James M a tth e w B a rrie : Peter Pan.
61
verde lla n u ra , pero sigue su curso. C onocer el Sur, las Islas,
nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el
resto de la semana. W endy, W endy D a rlin g . D eje ya de re
torcerse el bigote, señor D a rlin g , Peter Pan no es más que
u n nom bre, un nom bre más para p ro n u n c ia r a solas, con
voz queda, en la h a b ita ció n a oscuras. D eje ya de retorcerse
el bigote, to d o quedará en unas lágrim as, en un sollozo apa
gado p o r la noche: to d o está en orden, tranquilícese, señor
D a rlin g .
LAS BRUJAS
62
i
«spr
63
DESEO DE SER P IE L ROJA
64
3
OTROS POEMAS
EL ALCAUDÓ N
E N LUC H A CON LA SERPIENTE
A Vicente A leixandre
D U M BO
ÉRASE U NA VEZ
67
A LA MUERTE
DE G IO VAN N I BATTISTA PERGOLESI
68
1
ip r
69
LA CANC IÓ N DE AM O R D EL TRAFICANTE
DE M AR IH UAN A
F e d e r ic o G a r c ía L o r c a
70
J
PARÍS SIN E L ESTEREOSCOPIO
AN N D O N NE: UNDO NE
71
Su anticip a ció n , su Espejism o
C om o la som bra de los Verdaderos Espejos
A que éstos conducen,
Espejism o nacido de la fiebre
E n los interm inables Corredores donde crece la Fiebre
Ú n ica vegetación, única F lo r
E n el reino de la piedra desnuda,
D esnuda com o el In vie rn o ,
E n el reino del M usgo, del a m a rillo jaram ugo.
D e la A m apola que crece sobre la piedra desnuda com o el
In vie rn o ,
Tantas veces tus pasos, W illia m W ils o n ,
Tantas veces tus pasos he creído escuchar
Estos pasos que son el Eco de m is pasos.
Esta Som bra que es la som bra de m i som bra.
72
Porque sólo esta Cadena puede p o r fin llevarnos, a lo largo
de los interm inables C orredores
Desnudos com o el In v ie rn o
A l lugar al que com o Arcos se tienden nuestros pasos,
Q ue no es o tra cosa que la H u e lla de nuestros pasos,
Q ue no es o tra cosa que el Salón de los Espejos.
73
T e o r ía
( 1973 )
a Manes
V ir g il io
Practicar el anásurm a frente a un espejo, sí, pero no frente a
esa opacidad, lector, la tuya. Poco o nada de m i experiencia te
interesa: quieres saber tan sólo de esa ficció n que se creó por
interm edio de otro, esa entidad, llam ada «autor» que te sirve
para digerirm e, esa im aginación pobre («Leopoldo M aría Pa
nero») que ahora devoran unos perros. H ablem os, pues, de
esa triste ficció n , del «yo», lugar de lo im aginario. Diríase que
ese golem nació hace unos años, con m o tivo de una ficció n
más am plia aún y más burda, que llamóse «generación», fic
ción esta ú ltim a a la que d io pie José M aría C astellet con su
antología de presuntos infam es, llam ada novísim os. Prosperó
luego a la som bra de ese flo rile g io de espectros (parte de ellos
«ambiciosos burgueses», com o d ijo Huysm ans, la otra de
«abominables mamarrachos»), colaboró en algún que otro
d iario («Pueblo» y «M adrid» si m al no recuerdo), editó un
lib ro (A sí se fu n d ó C arnaby Street), títu lo que si ahora puede
parecer absurdo, entonces no lo era; se trataba con él de alu
d ir a una «situación aním ica de fin de m undo», base del ex
presionism o según M uschig), fue m últiplem ente entrevistada,
com parada con otras ficciones del m ism o género y al fin
m u rió , dejando sólo este ou tis que es el que escribe. V id a y
m uerte, las dos fechas, ¿me queda algo p o r añadir? Recuerdo
una de sus frases: «No escribo porque estoy condenado, sino
que estoy condenado porque escribo». N o estaba m al del
todo. Pero a lo que me resisto es a colocar m i p róxim o lib ro
en el haber de su lista de crímenes. Porque ese rey (el yo) ha
m uerto, se ha dejado sucum bir para renacer de nuevo, es por
que en ese p róxim o lib ro , en que se realiza la cerem onia al-
quím ica de la destilación (albedo) de la prim a m ateria, se titu
la «Los lobos devoran al rey m uerto». O tra interpretación
77
— que es lo que gustas— ese rey m uerto podría ser el m ism o
arte, que en esto que sigue se cuestiona desde dentro. Nada
más. D ejad ahora que esa legión de horm igas pasee su im bé
c il laboriosidad p o r encim a de la máscara caída en el asfalto.
N ada m ejor que no ser oído. Nada m ejor que, en esa e xhibi
ción, no ser visto. Q ue esa persona que de sí m ism a reniega,
que este texto que para celebrar su m uerte establezco, que
todo esto te ahorque p o r fin a un lugar que no existe.
78
i
I
LE C H A TIM E N T DE TARTUFFE
79
D ESTRUKTIO N F IC T IC IA
80
Hem os puesto una v donde dice «belar», y una z en sentido
absoluto, sin referirse a nada n i a nadie; y hemos degollado
al cordero (la lana no abriga, es falso): com o la flecha im agi
naria que atraviesa el corazón no para h e rirlo sino para ase
sinarlo y una vez m uerto s u s titu irlo por o tro grabado y no
en un m uro dibujad o con tiza.
Y ya de púas, la púa defendida, la flecha im aginaria acaba
con el im a g in a rio arquero.
Y o tro arco se tiende en a c titu d de disparar y no dispara,
finge bala de plata, el estallido de la pólvora y una nube de
ella parece que, sin em bargo, a nadie hiere, porque a nadie
atañe, porque la bala no encuentra blanco, porque la flecha
ha atravesado la manzana y blancos y tenaces los gusanos la
han vaciado, con paso seguro sobre este puente inseguro,
aunque in d e stru ctib le de m í (que lo atraviesa) no se cuida.
Prosigamos con aquello que sólo prosigue (no en m í), no en
vano es la palabra más su ú n ico posible retrato o m ejor fo
tografía en picado de una m uchedum bre, de los revoltosos a
las puertas de palacio: yo no sospechaba una tra ic ió n tan ra
dical, y menos aún que no fuera una tra ic ió n pues no iba d i
rig id a claram ente contra m í, el traicionado , y p o r consi
guiente nadie había sido traicionado. Pero una vez el asesi
nato callejero anónim o perpetrado, me decidí a in s c rib irlo a
la inversa en m i álbum que tam poco me pertenece, dado
que desde entonces carecía de padre y m adre, pues no me
era desconocido que el hecho de in s c rib irlo , forzosam ente a
la inversa, equivalía a un asesinato, a una tra ic ió n tan ra d i
cal com o aquella de la que había creído ser objeto, y que aun
no estando al igual que la a n te rio r a nadie d irig id a era sí una
tra ic ió n pues lo estaba a todos, de la que me enorgullezco,
pues el o d io es la m ayor de las virtudes y abandonando la vía
pública, puse un p u n to y aparte en una carta que no se en
gaña sobre su destino, es decir, que sabe, aunque destinada,
81
que carece de destino. H e aquí el sarcasmo: una carta que re
niega de su destino, desarraigo del forzado com prom iso con
quien nos ignora, con quien se sirve fatalm ente de nosotros,
pese a nuestra repugnancia, a la repugnancia que a este papel
in sp ira todo contacto.
Juana de A rco es obligada a exponer su m a rtirio para salvar
se del m a rtirio . Ya no es m a rtirio si en la hoguera, quem a
carne y m adera que quem an,
y el hie lo
del frío cura, de otras hogueras sus mismas cenizas nos lib ra n ,
y echan en ella (en la hoguera que nos salva) todas tus patas
de sapo.
II
EL CANTO DEL LLANERO SOLITARIO
Louis Z u k o f s k y
1
85
estaba oscuro hasta que ya no hubo lu z
soledad del anciano, tacere é bello.
V e rf barrabum qué espuma
reencarnación
en lo dorado de m i pensam iento
A lic ia
V e rf barrabum
qué hago
ves la espuma in m ó v il en m i boca?
aquí solo a caballo V e rf barrabum qué
hagoaliciaenelespej oven
aquí a m i palacio de cristal: hay ciervos
cuidadosam ente sentados sobre alfileres
y es el aire un verdugo
im pasible. (Tacere é bello S ile n tiu m
V e rf
qué hago m uerto a caballo
V e rf
a lto ahí ese jin e te que silencioso vuela
contrahecho com o un ángel:
caen del caballo todos los jinetes
y la cigarra: ö jia ö tjq
en el verde que tie m b la
lu z que de la in m o v ilid a d emana
lu z que nada posee
y e l enmascarado usó bala de p la ta
punteó la tin ie b la con disparos
y d ijo :
a) fantásticos desiertos lo que m is ojos ven
b) barrabum : b u ju m
c) la lla n u ra m uy larga que atravieso
con la sola defensa de m i espalda
d) m i m ano no es hum ana.
2
87
laberintos de nieve realidades sin peso
castillo
V e rf
y no B ujum .
Pompas de jab ó n en tabletas
V e rf
A nim ales de contornos m ágicos
vide C a rro ll
(el huevo con rostro hum ano) the ra in
in the p la in bajo el sol las cadenas
el sepulcro de S ittin g B u ll
los pájaros
que no existen
el m anicom io lle n o de m uertos vivos
el m anicom io lle n o de m uertos vivos
el m anicom io lle n o de m uertos vivos
Estas flores son cadenas
y yo h a b ito en las cadenas
y las cadenas son la nada
y la nada es la roca
de la que no hay retorno
(mas si no se ha vuelto es porque tam poco
nunca se ha id o ) y la nada es la roca
la nada es m úsica
de la que no se vuelve
una pastilla de jab ó n venenosos arcángeles
y Fedor T ju tv e c sonreía
en una niebla in cie rta , tam bién llam ada V e rf
barrabum qué espuma
88
3
89
en una nueva extensión lin g ü ística
negadora del agua, de las form as babosas
de lo in fo rm e , de lo vago o disuelto
en una nueva extensión no acústica (que será el m ar)
en que no habrá Prose (y será entonces una prosa
aparente, p u rifica d a de todo liris m o )
n i poem a, sino piedra (y será entonces una poeticida d
no enem iga, pero al menos sí ignorante de la prosa)
rebasando fronteras de hielo
en una superficie única
no dependiente de lo designado, n i de n ingun a o tra ley
(asesinaba)
construyendo (a
sesinaba) sus propias leyes
com o un castillo en el vacío.
90
que dan el sueño, perlas
co lo r de fuego, fuego
en que arde la bruja: b ru ja
de chocolate: son frías
com o el fuego
llam a de crista l (de lo vencido
nace un resplandor, o flores
hongos
U lm
ganó en la batalla todo menos su vida
que hubo de perder para ganarla U lm
vivía en los bosques y m uerto el leopardo
que defendía (ju n to con el lo b o , y un tercer anim al
de cuyo nom bre no quiero acordarm e)
la entrada a la m ontaña, y los árboles cortados
vaguedad precisa si no se quiere
flo ta r lo m ejor es hundirse aquellos ojos
de ahogado que ya no m iraban
quizá porque veían (con los huesos
de u n ahogado puede hacerse u n pastel
con los huesos
con una pla n ta carnívora U lm
derrotó a ejércitos armados tan sólo de caballos
groseros y m óviles la espada
la espada
(espaldas
antiguas sollozan entre las ramas) Espada
en la roca, o nudo
luna to rre espejo
m udo
ya no era u n m ono dame
tu m ano n iñ o de cabellos verdes
que no tienes manos.
91
5
92
que, com o U lm , sólo así vive, vencedor
de batalla que nunca se d io ,
señor de su derrota oh nube
que has m atado al rey.
espejos insom nes
lám para a crib illa d a de alfileres
D IS U E L T O C O N Á C ID O , Y N A D A
DEBE Q U ED AR
p olvo azul
en las salas vacías de los hospitales
E rrd ic k no dorm ía pero estaba
atado a su lecho
y su cabellera se expandía
E rrd ic k , el no nacido de m u je r
E rrd ic k , E rrd ic k , U lm v e rf
qué espuma
arde en esta copa, plantaciones en el aire
larga oración sobre el silencio
y la tragedia com o dureza
enem iga del dolor, p á lid o y espumoso
espuma
fuera de la ola aislada
de toda corriente, in c lu id o el d o lo r
que es frío pero no lo bastante
espuma pero no cianuro
esparcido en sendero no hollado
Jano
sign ifica d o lo r o piedra
yo, enem igo del d o lo r
vanidad que saquea, d ijo el vie jo (m uerte del
oh tesoro de hojas caídas, crepusculares ciervos
qué se hizo de m í
sollozando com o Ossian desde una roca
aunque m is lágrim as ya no sean nada.
los cactus
los vegetales sentim ientos, la flo r que habla,
los niños
escondidos en la som bra,
la danza
de los niños de piedra
derrota triu n fa n te
esplendor de cenizas, esplendor
esplendor esplendor
en la puerta del paraíso
la nada que v ig ila
sólo v ig ila r sabe, am or
de las cosas escondidas
lleváronse las ratas y los niños
y p o r fin arribam os a la isla
en que Penélope tejía destejiendo
in c o rru p tib le oro, la lu n a o el diablo
y p o r fin arribam os a la isla. E n la caverna
había un cíclope que d ijo V e rf
y en una copa ardiente d ijo que estaba solo
con su único o jo nada que v ig ila
v ig ila r las sombras el h ie lo está desnudo
v ig ila r las sombras y las muñecas
que se desvanecen.
V in u m Sabbati (espada
destruye a copa)
Seth, el com edor de m uertos
lu z, esfera
94
gotear im pasible de los cirios
(S IP H E R , S E P H O R A )
sobre el altar vacío
SW ORD, A U T U M N
espada sobre el otoño
S Ó LO
A Q U E L L O Q U E N O E X IS T E
N O P U E D E M O R IR
(y una absurda pregunta
que frágilm ente enciende
las desiertas avenidas:
Elena, José Sainz, y E duardo y A na
y H e li de los labios inm óviles, V. O . finalm ente
tardía aurora parecida a un estertor
(they a ll go)
cuchillada fin a l sobre a b ril m o rib u n d o
(th e y a ll go
in to the darkness)
y el am or
tentacular acogió entre sus brazos
a seres indecisos entre la oscuridad y la lu z
(the vacant in to the vacant) N A D A
Luis R ip o ll, José Sainz, o E duardo o A na
desaparecidos com o serpientes
NADA
excepto la m uerte
para salvarnos de la m uerte
(nos abrazábamos
en la casa abandonada
no sabiendo
que no es posible deducir
(la lu n a y los susurros)
95
em ociones de la noche
nom bre de D io s, M uerte
y las ratas
m uertas en la m ontaña (no sabiendo)
el m úsico de S aint-M erry, las m ujeres crucificadas
la m u je r que así m uerta d io lugar a una flo r
aquella que creyó am arm e
y las flores del á rtico
(elles n existent pas)
la blanca marea se llevó los despojos
Luis R ip o ll, y E duardo quizá, y verosím ilm ente A na
Ana, A na, A na (sólo es posible re p e tir su nom bre,
es lo ú n ico que sé de ella)
te has quedado S IN OJOS
A na, A na, A na (y la blanca marea
y abolido el m ar, las bolas
de cristal se m u ltip lic a n
O Sphere
sin ocupar espacio
A na, Ana, A na
te has quedado sin ojos
— A na sin n in g ú n o jo —
celle
q u i c ru t m ’aim er
g ritó el conde D E JA D
E N E L E S P A C IO E N B L A N C O D E P E S T A Ñ E A R
nube to rre espejo
(espejo donde no hay ojos)
C a rm illa
si m iras al espejo, tú a llí no estarás
(fuera de este papel tu nom bre, Lenore)
A na: tú no estarás
96
J
esfera, espejo:
tú no estarás
y la m uerte no sueña
y la m uerte no es sueño, o si es
sólo es sueño en blanco
A na: tú no estarás
(que para llegar al O ro
la Espada rom pa la Copa:
tú no estarás
(C U P = S U M M E R
enterrad la prim avera
P E N T A C LE S , W IN T E R )
en el in vie rn o
T Ú N O ESTARÁS
en el in vie rn o
abandonad los largos corredores, y vuestros pasos
que heredaron en vano el silencio
vuestros pasos
ya no existen en el tercer tram o
si abrazamos u n cadáver
(ta l vez fuera un súcubo)
y Elena, José Sainz, y E duardo o Susana
y H e li de los labios inm óviles, V .O . finalm ente
(debilidad de una oveja frente al sol m o rib u n d o )
Are you washed in the b lo o d o f Lamb?
y Elena y Luis R ip o ll y el dem onio encerrado
o m uñeco sin brazos?
en la b o te lla in m ó v il
o iYíaenza o Hervás (a. La Bola)
(Seth, el com edor de m uertos)
Sheila G raham , la luna o el diablo
destruye el 6, destruye el 2
97
L a segunda esposa
(com o moscas m atar a los recuerdos)
y Eduardo y Luis y la llu v ia en el rostro
Susana (com o moscas), José Sainz
y Elena, y el apodado H u m o
(y los niños de piedra)
y la llu v ia construye ciudades
— revólver de cenizas—
hay jardines en m edio de la llu v ia
las palabras azules
no m uerden el anzuelo
y palacios hechos sólo de llu v ia
— las palabras azules—
la m ano m uerta que yace en el vaso
— m i m ano no hum ana—
D IR E C C IÓ N S U D E S T E
A ire o fuego, nunca tie rra o agua
y Elena — yacer— en qué lecho?
se apagó el sonido de las ranas
m ientras el cadáver sin un g rito cae
en la m ontaña donde ya no hay vie n to
(m ehr lic h t
d ijo , tum ba, G oethe)
LU Z
NÚM ERO
P A LA B R A
(m uerto el leopardo)
LU Z
(cásate contigo m ism o)
S APH ER
S IP H E R
SEPHORA
(tú no estarás).
M
a.t.c.: incendióse
m onstruos sin tam año
M
m ,m ,m
adre
de los dioses, sagrada noche
m irada que perfora, m irada que destruye
M , m , a, t, c.
A diós sol
1871
La paciencia es un arte
o pesadumbre
macizo m ontañoso,
y los calendarios inexistentes
Q uieres un padre?
N o , gracias,
nuestros h ijo s tam bién m u rie ro n .
Y alguien (en el ja rd ín , en el crepúsculo de m etal
99
«la novida es u n estado de d iso lución
del yo en vida, aun cuando algunos
no exactam ente lo hayan id e n tifica d o con la m uerte
causa de la escritura y tam bién su resultado»
y los cristales cantaban
a heladas fuentes
dejando sólo un la b e rin to de ecos
un fantasm a no aúlla
y en el cráter del E tna
th a t is cold
las fotografías la luna
sistema de m uertes tie rra
en donde el deseo no existe
ciudad-estrella
Zagreus
Ven, fuego
T he b lo o d ’s tid e lik e the m usic
y el eco
de los m uertos disparos.
100
(no soporto su alegría), los cascabeles tras de la piedra
in m ó v il, las invisibles arañas que form an sus telas entre
una y o tra b otella (de m anera que éstas sean al fin a l un
todo que F ortunato, con su tos, no logra conm over:
la tos de F ortunato, el frío en la bodega, los pasos a lo
largo de in ú tile s (ya lo he dicho) corredores
el negro en la bodega
quizá m uerto, en todo caso no interesa
el río sino las piedras que nos sirven
para atravesarlo: recom pensa sin riesgo,
abolido el peligro en una celda, etc.:
cablegrafíam e (acaso) si llegas al Sudeste
donde m i padre viaja sin maletas n i ojos
sin interés, ya m uerto, firm em ente
hacia el ocaso: ciudad en las m ontañas,
rig o r en la locura-cuch illo de cristal
dónde está
pues el am ontillado? más allá
pero ahora prueba, m ientras tanto
este o tro v in o dorado
antes de m o rir
tiburones de nieve
y la m ano
que sobresalía de la tum ba: cabeza
separada del cuerpo, tro n co in ú til: y F ortunato d ijo
cuál es tu escudo?
m onte azul sobre cam po de oro
sólo hay un heroísm o
entre las rocas, y es el odio
es el o d io lo único
que me une a t i
m i am or ha m uerto y un gato
espía su m uerte, espía su nada
101
y las lágrim as al caer se transform an en piedra:
la tum ba de M idas:
hizo un signo
oh, yo tam bién construyo casas,
pero bebe
de esta b o tella (en que habita el diablo)
antes de m o rir:
toda perfección está en el odio
y el o dio es to d o lo que me une a t i
en la Fase Etérea
no hay ya rencor, sino o dio
en la Fase Etérea
el o d io es todo lo que me une a t i
(la tos de F ortunato, el frío en la bodega)
D
el o d io es todo lo que me une a t i
(y a la Fase E léctrica)
m is am igos y yo somos com o peces
y no hay amigos
en la pecera (tum ba del diablo)
F ortunato:
no hay amigos
si caminas sobre la nieve
en dirección Sudeste
(E uphoria está ya m u y lejos, y sus tristes hábitos
y sus dedos de herrum bre
que am ontonaban sapos
quién sabe con qué fin :
E uphoria está ya m uy lejos: no m ires atrás
Yen, F ortunato, ven
a través de más funestos corredores
e igualm ente in ú tile s y sin recompensa
pero en los que al menos el d o lo r no existe:
102
los fantasmas no aúllan
y las lágrim as al caer se transform an en piedra
deja pues E uphoria y ven conm igo
hacia el blanco que no es d o lo r n i gozo
— un reino blanco—
M adonna sin pasado n i fu tu ro
Fuera del tie m p o , F ortunato, ven
G arfio ha m atado al coco d rilo , ven
al castillo que un foso sin agua defiende
(en los banquetes egipcios un esqueleto
cubierto p o r un velo presidía la mesa
(los falsos escudos
serán nuestra única verdad
ven,
F ortunato, ven
donde la oscuridad no deja ver sino la lu z
E l V ig ila n te de la Balanza
W AU
C aballero de la negra arm adura
blanca, ven
y verás a la R eina Á cida
cuya m uerte nos alum bra:
Ven
que sólo el eco responda a tus pasos
W E ÍM B R A N D L A C H R IM A C H R IS T I
SO TERN R E N É B A R B IE R
S A IN T -É M IL IO N LA N G U ED O C M O S E LLE
MÉDOC am crcov
C H IA N T I CUNE
A través de más funestos corredores
hacia una puerta cerrada, ven
que no se ab rirá nunca, y más allá
sin em bargo, habitarem os, más allá
103
donde está el a m o n tilla d o (el más allá
en una botella, m uñeco sin brazos n i piernas—
tos de F ortunato, el negro en la bodega—
(F ortunato cubierto de gotas de yodo
ha desaparecido
(E l In fie rn o es el agua,
ven
(m ientras sólo el eco contesta a tus pasos
cuchillo=necesidad=destino
3
la noche es llam a, los anim ales huyen
este bosque en cenizas
X V = destino
Toda perfección está en el odio
Y alrededor de K a li cantaban los ladrones
In fie rn o , lago de fuego
rom ped todas las copas
para que nazca el H ijo : W au
dorado escarabajo que en m i estuche encierro
para que nazca el H ijo :
cierra tu corazón, y escucha
o cu lto en la gruta, escucha
cóm o m uero
y°
(el sonido de las olas es semejante al silencio
o cu lto en la gruta escucha
el resplandor azul:
yo m ie n to en el cielo
(o cu lto en la gruta, escucha:
la m ontaña nace
para no m o rir jamás
(m ide la ruina, el color ro jo olvida
M ATZ
104
para que nazca el H ijo
¡a distancia es azul
azul de las m ontañas, azul
(el cuerpo de Sócrates se disuelve
en una bañera de agua
azul
la m uerte es una m oneda
F ortunato, com ercia
con tu d o lo r: sólo de esta manera
acabarás con él,
y al m o rir tu d o lo r
en la pecera (sin amigos) ven
a la vacía respuesta, al azul
en la piedra, a la m entira helada,
F ortunato, ven
y bebamos
juntos de esta botella de M édoc
(en que el diablo se esconde)
antes de las cadenas y la m uerte
10
Furiosa (e in m ó vilm e n te ) me arrepiento de m i vida
madera p o r m adera (el castor se suicida)
105
sin cabeza in ve n ta r un nuevo baile,
ma
dera p o r madera, gestos o baratijas
(no com erciar con los indígenas)
arrojadas en vano al crepúsculo
m i vid a en donde nunca encontré un signo
(dejo su explicación a otros
y me arrepiento,
me arrepiento de m i vida
(destejer este vestido
m adera p o r madera, y para siem pre
desnudos o el rey de in visib le vestido
me arrepiento (desnudo y para siem pre) de m i vida
y que m i arm a sea la pobreza
m i castillo el no-ser
(desnudo me arrepiento de m i vida)
Penélope desteje
no hay nadie en la ventana
S IN
mas (y no más)
construiré en el desierto m i ciudad
me perderé en un la b e rin to de gusanos
(per
d ida isla que a nadie interesa
per
d id o en el bosque y no volver jamás
(cuida del no)
per
d id o en el bosque m e encontré
perdido,
inexistente
en un resplandor
(tiene el d iablo
106
los ojos verdes
queda sólo el m a rfil
sobre la mesa U N A D I Q U E L L E
SFERE D I C R IS T A LLO IN C U I SI V E D O N O I F IO C C H I
D I N E V E C A D E R E SU U N A C A S E T T A
I N O B IL I P O R T A N O L A C O R A Z Z A
O W IA M E N T E I B A M B IN I N O N SI S P O S A N O
necesaria es Usura
para que nazca el H ijo
despojarse de la vida,
triu n fa r m urie n d o de la m uerte, etc.
Cuán verde es el cadáver
que nos resucita
(el o rg u llo la h u m ild a d suprem a
ve in titré s clavos
han anudado al fin este cuerpo a la nada
en ella nado
y que el silencio me bendiga
señor de m i locura
máscara de h ie rro iii i
el pájaro d ijo sólo iii i
(elegí la o com o vocal más sonora
ju n to con la r que m ejor prolonga
el sonido, significand o insistencia
en la desesperación
que sin o se convierte
en m uda
desesperad (ó) n
n(o)
d (o )l(o )r
^ ? + ][.£ . c+ .¿ ? ] [ .
hiera del C ocyto, A nne,
107
sal fuera de ese río
o perece en él
........................... )
y el pájaro d ijo sólo ii i i
(sal fuera de ese río
o perece en él
y enam orado y cuervo proseguían in ú tilm e n te su
diálogo: iiii
en la tie rra decrépita, arrugada
llena de sueño, anciana
que en oveja se transform a
A re you washed in the b lo o d o f Lamb?
el silencio es el m ar
Peter V on K u rte n
acaricio tu retrato
y m i vida es sólo esto
venderemos T he observer
a la lu z de la luna
y parecía
que sólo eran reales los m om entos
en que G illes de Rais acudía a m i alm a
ly in g on the bed
yo adoro a las tortugas
Señora
BI
(h u n d id o ) las estrellas
y el gran fum ador
X II T h e H anged M a n
cum bre de la sabiduría otra
108
LA SEGUNDA ESPOSA
109
en ausencia de todo
y las virtudes sean
m i am or enterrado bajo un cactus
cobardía y carencia
(u tilid a d p ra cticia de un p u n to in te rro g a tivo
para p a tin a r sobre un lago helado
is d iffe re n t to be alone than to be lo n e ly
sin ojos en la celda
sin conocer nada n i siquiera a sí m ism o
Ú N IC O G A T O
(el gato va a m o rir en el castillo
y su m a u llid o quiebra el sistema aparente
de lo que llam an realidad:
m uere sin ru id o en el castillo.
(G a rfio ha m atado al coco d rilo , ven
el pájaro d ijo ii i i
la derrota triu n fa n te en que yo insisto)
el pájaro d ijo ii i i
y el am or se hizo piedra
e in ú tilm e n te deslum bró
7
g ira ro n los goznes en el vacío:
u n retum bar de truenos
no estrem eció a n in g ú n oído
la palabra crea soledad
lu jo de m uertos caballos
title s disecados m ercenarios osos de gastadas pieles
hélices despedazadas
(bajo la llu v ia en M e d e llin )
E X IT
(W ie V ögel langsam ziehn)
y la llu v ia construye ciudades
(hay unos anim ales, los insectos
110
cuyo co lo r es el de la inexistencia
(y g ira ro n los goznes en el vacío
la palabra crea soledad
espejo en llam as
— nos abrazábamos en la casa abandonada
m anteniendo en general la m onotonía del sonido
y d ijo
(avión de hélices despedazadas)
sólo una pasta gris
que se extiende
pájaros pálidos en jaulas de oro
qué será de m i voz qué espuma
(inerm e no tem o al vie n to )
golpeará después los huesos de m i boca.
solución al rebus:
csr?+ ][.£. c+ . ¿ ? ] [ .
r í o que no e x i s t e
111
I ll
L ica n tro p i, h ib o u x, calaveras
bestias de zonas oscuras
H om bres-Lobo, pozos, pasado
grilletes los alfileres sobre
la m uñeca de carne rosada
que no solloza golem m o
mías m um m ie v iv e n ti trozos de oro en el pelo
que no solloza princesa quem ada
brujas que dan lu z y
la carne hum ana que m uere los peces
L ic a n tro p i, h ib o u x, calaveras.
PASADIZO SECRETO
115
Genappe hasta W avre, el Senne recorre un trecho de unos 20
kilóm etros encajonado entre capas alternativas de granito y
piedra calcárea, y atraviesa los bosquecillos de C o urt-S aint-
Étienne. A menos de 10 kilóm etros antes de W avre, desem
boca en él p o r la izquierda un riachuelo procedente del ba
rranco en cuyo borde está situada la aldea de M aison-du-R oi
M aison du R oi
y la nieve
depositada en las almenas
¿no era aquello una victoria?
REM ODELADO
flo r ajena al m o vim ie n to
destruir-lejos del estruendo
en la m ontaña donde ya no hay vie n to
(rosa de la m uñeca, verde de la nada
verdes tam bién los ojos del perro fugaz
que prosigue su no-cam ino
ante la indife re n cia del que vende pañuelos
en una esquina para siem pre in m ó v il
con una flo r te rriblem ente estúpida en el oja l
com o única defensa frente a los tentáculos
de seres parcialm ente m onstruosos
que devuelve a la nada su éxtasis pa rcia flR
FO NDO D EL POZO
E n el arte descanso del esfuerzo
en la som bra un m uerto encadenado
116
con in v is ib le espada que fu lg u ra
las cadenas corta del dem onio
y acude a aquellas que g lo ria regalan
en lim ita d o desierto de una celda
donde la vida es m uda
y el barón de M ünchausen escapa de aquel pozo
donde ardían confusas las serpientes
con la fuerza de sus brazos que no eran alas
sujeto y objeto de su vuelo
(sus brazos se confundían con la piedra
que indicaba en el pozo subsistencia
de un pasado abolido p o r el m árm ol
palacio del barón es su chistera
y sus torpes recuerdos los engullía el m árm ol
(desaparece el m undo en un m inucioso bostezo)
piedra que sustenta ensueños de aire
en el pozo donde aún yace el barón.
117
— Caddy, C addy (llam é):
N o tengo m am á
KONOSHIRO
A l a in de L il l e
118
n on unquam d ig itu m in q u in a re posses
com o el in vie rn o tris te y absoluto
seco y frio
p u rio r sa lillo est
más p u ro que la sal, no espera
en su carencia de tie m p o se aligera
v iv o sólo p o r el falo, existiendo sólo p o r él
espejo que no sabe ser solo
pese a su irrem ediable soledad.
(oh, yo, Sabenio amo tu triá n g u lo
re s trin jo am or, s itio del excrem ento ^
donde reinan las hadas espumosas
cuyo a liento me enferm a los venenos viscosos
Gaius
alegre en el abism o, alegre en el suicid io
jo y o f nothingness: alegre en el suicid io cattus
119
servían de fundam ento al cielo
aborrecidos diam antes excrementos
terribles y separados del m undo
(Besa este culo)
y las sirenas bordando la noche sin ojos.
CONDESA M O R FIN A
120
M adonna en el viento
herm osa y dulce dama
que me libras de pobreza
per am or soi gai
alegría de la nada,
herm osa dama
herm osa y dulce dama en m i
pensam iento
T ell me
I get the blue
fo r you
dim e tus sombras lentam ente
despacio com o si anduviéram os
com o si bajo la noche anduviéram os
tú que andas sobre la nieve.
Y aterido de frío , p o r el
Puente de Londres
— is going to fall—
por el puente de Londres, manos en los bolsillos
y el río debajo, triste y sordo
no era un dulce río
mis ojos apenas veían
pero sabía que m i herm ana me esperaba
no era un dulce río
sopesando el bien y el m al en una fulgurante balanza
m i triste herm ana me esperaba
M onelle
me cogió de la m ano
poderosa e im potente com o un n iño
llam ándom e en la som bra, con voz escasa
con voz escasa y tus harapos blancos, llamándome en la sombra,
herm osísim a dama.
Y con la m ano
121
frá g il y descarnada tú apagabas, y con el roce,
con el roce, en la som bra, de tus blancos harapos
tú apagabas las lágrimas
deshacías el dolo r en pequeñas láminas
harapienta princesa,
tú me diste la m ano.
(Y bajo la noche cam inaba, buscándola a ella
p o r suburbios de Londres, a la niña harapienta
vista en todos los rostros de las prostitutas
un frío in vie rn o de 1850
harapienta princesa.
D e entre el sudor, la oscuridad, el m iedo,
el te m b lo r sordo de la vida,
su dura confusión, su alm acenar som brío
surgió aquella niña, aquel rostro que busco
aquel recuerdo triste y esta lu z que rescata
una tarde de 1850
aquella n iña
y en la habitación vacía
(y ya era tarde)
yo cojo el azul
para t i
aguja que excava la carne que ya no siente
y ya era tarde
pero bajo la noche practicaron su arte.
MACO
122
tú que con rosas en el b u l no lloras
tú que estás blanco en la penum bra, y m uerto
pipa: pistola, falo, im b é cil tú que adoras
tú que estás blanco en la penum bra, y m uerto
del oscuro cafisio levantas el velo
y con la blanca m ano siembras las esporas
enterrado el m arrón en un h o rrib le cielo
sólo tú , nieve verde, sólo tú molas
el p atio en que pasean las m onjas que no lloran
ale rta está, en espera, y en su h o rrib le cielo
yo jiñ a ré un cándido asfódelo
ils m atent las puertas cerradas el velo
para m o rir prefiero este h o rrib le cielo
adonde nunca llegarán tus quejas
para m o rir prefiero este h o rrib le cielo
(y m ientras pasma v ig ila el enorm e som brero
el chota quiebra el m uro, y escapa
del agujero.
QUEM AR A KAFKA
(haikú)
Adelgazar
DOCEAVO
peina lo im peinado 1
oscila venado 2
m uerto acanalado 3
123
com binando hincado 4
dulce palo aislado 5
cópula en el aro: 6
N 00
padre m adre y palom a si conchabados
en el triá n g u lo de a n iq u ila ció n perpetuado
bajo la som bra pueden intercam biar m iradas
pero la chim enea se derrum ba, y el oscuro 10
ángel nos avisa, el doble, avaros 11
de la pérdida, el falso herm ano desandamos. 12
124
balcón asomado adonde n i tú n i yo estamos
(desgarraba el tú turbiam ente
al pie de la m ontaña.
Pero del lago blancas m ujeres v in ie ro n a anunciarlo:
la tem pestad era ida,
y los pájaros articulaban su canto en el aire vacío
la sucia tem pestad, el aire enferm o
la electricidad que no convence
el m o vim ie n to oscuro
la in sig n ifica n cia llam ada vida.
C on árboles blancos
deshaciendo torpezas, exprim iendo los recuerdos:
a un lado secas y vacías
las áridas pieles y al o tro un ju g o blanco
estúpido y blanco. Bajo la lu z de plom o
vencido p o r el resplandor
ausente en lo m eticuloso
h u id o
a la verdadera tin ie b la , a la zona que no existe,
haciendo signos, para m o rir haciendo signos,
(Vegetal y callado m o rir en lo n o-m ío)
y la tristeza se c o n v irtió en m ie l
bajo la lu z de plo m o , su rig o r que disolvía
la realidad en partículas que huían
clinam en
su tristeza era un p la to de sopa
largam ente devorado p o r sistema
en habitaciones separadas del m undo
con la distancia de una lente al deform e observé entonces
y su rostro no era un signo.
N o bebía
m udo era u n sueño.
N o bebía
125
■
MARQUÉS DE SADE
126
anuncio sin valor, sin valor, no interesas querida, oh q u e ri
da no interesas tú y tus jardines de acero entre las nubes,
no, sentada com o estás sobre la nada, fum ando, no, no
serás percibida.
* * *
127
enfría la cerveza
y chupando me enciendo c o n stru ir m i puro
en un asilo pésim o y seguro.
(esconde el b rillo
m etal tú me percibes?
Lector que ves en som bra el am arillo.
* * *
LS D lim e rick
128
IV
POST-SCRIPTUM
'j*r
VANITAS VANITATUM
(i) E lio t.
131
Y m ientras la necedad, la edad oscura, agnosia se extendía
som etido tu im perio a la im placable ley de la entropía psíquica.
Largo tiem po, m ientras se cum ple el plazo, esperando sólo
que se cum pla el plazo,
existiendo sólo para tu fin a l destrucción,
largo tiem po, satán, m ientras tejías
tu in te rm in a b le red de engaños
llam ada Razón, llam ada Pensam iento,
m ientras tejías alguien destejía,
y hoy estás desprovisto y m iserable,
lle n o de fu ro r, sabiendo
sabiendo que te queda poco tiem po.
Largo tiem po en el foso de las serpientes, contem plé sus juegos
m ientras el cuerpo de m i padre era despedazado.
Largo tiem po, com o un aspar a ciegas, com o una
m uerte que no se sabe, reducido al silencio po r un sello, recorría,
Ialdabaoth, tu inm enso y d im in u to reino, reducido al silencio
p o r un sello.
Y he visto a m i padre, al rey, apaleado, asesinado
toda vez que intentase rem em orar su im agen en un In d iv id u o
he visto m uerto al rey en m edio de tus interm inables avenidas
lluviosas®
lo he visto m uerto, sobre la acera, y el m undo pasó ju n to a su
cadáver sin verlo.
Largo tiem po, esperando, esperando sólo
a que el cadáver de la m ateria renazca, a que se abra
la cárcel de la m ateria,
y m ientras esa serie que se acerca a su fin .
O h, no ves cóm o el viento azota tu triste cabaña,
cóm o quiebra tus espejos,2
(2 ) Scott Fitzgerald.
132
te busca para m atarte
(escucha cóm o el V ie n to te busca:
te busca para m atarte.
Haschischans invisibles persiguen
tu miserable estructura,
y el cadáver del esposo renace.
Y he aquí que m i único sueño es aquel fin a l granizo,
esa inm ensa Llu via que ya nos envuelve
por cuanto padeces el nacim iento de un h ijo H erm afrodita
que ha de volverlo todo a su origen, esto es a la Nada, o m ejor
a aquello
que es menos que nada® .
Y v i a un m ono devorar excrementos
y a una m ujer enriquecida con la sangre de los m ártires.
Y he derramado sangre, agua quepermanece en tus tembladerales,
he derram ado el líq u id o
sagrado en ese altar inm undo,
esperando siempre el m ilagro, no sabiendo dónde se hallaba,
esto es en N in g ú n Lugar.
Largo tiem po, satán, m ientras llovía
m ientras llovía interm inablem ente,
invocando su nom bre a ciegas no sabiendo que no tiene.
Y llegará el día en que se quiebre tu locura,
en que se haga cenizas tu locura,
porque de estas cenizas ha de surgir el Ave.
Y m ientras, espero, po r los interm inables corredores, guiado
sólo por la sombra,
guiado p o r la soror para escapar a tu estúpido
pero eficaz laberinto.
Y he aquí que nadie oye el estruendo, pero ya se percibe,
(3) Basílides.
133
com o se ven las grietas en el ídolo de barro, las arrugas
en esa creación equívoca, porque el pájaro
que bebe de su propia sangre, Yaxum está en cam ino.
Y v i cóm o se asesinaba en el nombre de D ios,
v i cóm o se exterm inaba a pueblos, a razas enteras p o r no
adorar la im agen de la Bestia,
que lleva el nombre de D ios.
Cátaros, bogomilas, guaraníes, aztecas (y el degollado en Treveris)
exterm inados po r un asesino que dice ser único,
cíclope de un solo ojo,
exterm inados en el nom bre de D ios.
Y v i al Sin N om bre sollozar largamente, m ientras
la Sinagoga de Satanás organizaba la matanza
en el reino triste de H ybris,
tu vasto y nulo im perio.
Y v i la Luz en los Vertederos, en los burdeles, en las cárceles,
m altratada, apaleada, confusa acerca de sí misma.
Y una m ujer enriquecida con la sangre de los m ártires.
U na m ujer horrib le , con barba, y en su frente grabado
«misterio»
que vivía de la sangre derramada
p o r aquellos que no adoraron a la Bestia bajo el nom bre de
D ios
y que se atrevieron a vestir de lin o blanco.
Y v i desde el fondo de la M uerte surgir la cabeza de un n iñ o
autonacido,
y oí el cántico que nadie escuchaba, la m úsica de la fin a l Visión.
Y he aquí que tu Im p e rio com ienza a derrum barse, que tu
sueño se hace cenizas,
de las cuales ha de surgir el Ave.
Y tu llanto, Ialdabaoth, es com o una inm ensa lluvia,
m ientras la Sem illa fru c tific a , lejos de tu im perio.
T u im perio que tam bién ahora, larga e in ú tilm e n te recorro
134
m irando a las ciudades com o ruinas, observando febrilm ente
los indicios de la N ueva C iudad
gustándome en esa ruin a im aginaria que es el anuncio de la
catástrofe de la realidad,
de la que la locura es la representación cabal
— «veía la ciudad deshacerse entre m is manos» ^ —
(quiero decir la locura llam ada así po r la Locura)
y todas las criaturas en e l m ar serán destruidas(5).
O h, ved aquí la ú ltim a danza de la Cabra m arina
antes que sea aplastada po r la Piedra.
135
N a r c is o e n e l a c o r d e ú l t im o
DE LAS FLAUTAS
( 1979 )
A A lic ia , que recogió e l cadáver
Jo h n D onne
141
esa palabra lib re de la retórica que ya en los ciernes de su l i
beración recom enzó su esclavitud. N o es ta l vez un héroe
im a ginario: es Ezra Pound, acaso, sólo que con menos años,
más im paciente y menos c u lto . E n esta ú ltim a ten ta tiva que
ría probablem ente librarse de la angustia de aquellos otros
años de trabajo irre a l, realizando la lite ra tu ra o la im agina
ció n con el m étodo de la revolución. Y cuando estaba, se
dice, a p u n to de «realizar su sueño» y de ser cierto, de ser un
hom bre al fin , la m uerte v in o de nuevo a desterrarlo. Y una
m uerte en la que él jamás había pensado; una m uerte en
nada parecida a esa m uerte que se dice, que se derram a con
feroz poesía tras de una b o te lla de vodka, un disco obsesivo,
vuelto una y otra vez a poner y unas pastillas guardadas
ta n to tiem po tras de unos lib ro s com o un tesoro, in ta cto ,
pu ro , virgen, el ú nico, el ú nico tesoro virgen de los otros.
N o , una m uerte que no es venganza, descarnada de ese sen
tid o ín tim o del s u icid io , una m uerte de loco, para nada y
para nadie. Porque hasta la ejecución conserva, cóm o no, su
arom a de tragedia, pero no la m uerte p o r encargo, en la cu
neta. Por accidente, se d iría supongo, fá c il en un borracho,
fá c il en alguien que nunca pensó en su vid a de m anera tan
term inante. Z , de Costa Gavras, pero peor aún, siem pre
peor, «empeorando» com o dicen, desde haber nacido: peor
porque no era m o rir ya p o r revoluciona rio , sino, a fa lta de
toda solidaridad p o lític a , p o r loco, p o r hom osexual, p o r des
pojado de todo asidero sim b ó lico con el fe liz y desdichado
m undo de los hom bres norm ales, que se salvan los unos a los
otros hasta de las culpas más ostentosas gracias a esa in v is i
b ilid a d que otorga el u n ifo rm e .
A q u e l país que, desde que empezó a querer d ifu n d ir su
voz se em peñó en re d u cirlo al anonim ato, parece que ten
dría ahí, en esa m uerte inexplicable y consentida, su inefable
y ro tu n d a v ic to ria : de ese hom bre nadie sabe nada. Y además
142
cuentan que era poseído de una m isteriosísim a m aldad: a no
dudar, la de no dejarse fusilar, porque si no, ¿cuál otra?, p o r
que si no, ¿por qué luchar? Arriesgarse p o r una ética tan so
ñada, si se quiere o si se me perm ite, tan aérea, que parece a
nadie debida, es quizá u n crim en, u n crim en del que se des
p ierta recordando vagam ente una navaja entrevista en la
bota de un hom bre que no m e conocía, en M allorca, cerca
del m ar, cerca de aquella m uerte que nos hace despertar.
D espertar sí para encontrarse aquí en París, en esta habita
ció n llena de p olvo, cóm o no, lo m ism o que en las buenas
novelas que h o y nadie lee, tan joven ¡y tan destruido! C on
esa m uerte que p o r im p u b lica b le , quizá p o r escondida, p o r
dem asiado obscena, da un fin a l de sueño y un p u n to de fuga
a toda m i vida, la redim e y la vuelve com o siem pre fue: de
saparecida. C on esa m uerte figurada, supongo, porque aquí
nada le dice, pero que es ya lo ú nico que me queda para pre
guntarle: ¿quién soy yo?
143
I
L U Z DE TU M BA
M ontaigne
A m i tía M a rg o t
144
y para qué, te dices, a b rir los ojos al país de los ciegos, a brir los
ojos hoy,
mañana, para siempre. Era m ejor Oeste, tierras vírgenes, héroes
en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que m atan a los hom bres
feroces,
los dioses más feroces que los hom bres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas, que se alim entan de ciegos
y de quienes m endigan su ser en una picaresca sórdida,
si hom bres hay, hom icida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que p o r alguien, para alguien, com o un poema,
com o el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es p o r ello
por lo que no hay infancia en este país desierto. Por ello tam bién
p o r lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza dem ente de la infancia, ese fu ro r contra lo ú til de tu
cuerpo,
y esa m udez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue y te arrastras com o ella,
la vida sigue com o el puente de E lio t,
com o un puente de m uertos o un flu jo
de sombras que se cogen
de la m ano ciega en el lodo para saber que están m uertos y
viven. Esa vida de que hablan
en el Infie rn o , entre sí los m uertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonám bulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
U na basta tragedia que hacen
p o r navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de o lvid o , con máscaras y rito s de otros tiem pos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
145
m isteriosa que pasa a tu lado sin m irarte o mirarse,
desde entonces, desde el día prim ero
en que te asomaste con pánico a su d e lirio . Desde que viven,
quizá,
desde que no hay tiem po sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una m irada fuerte.
Q uien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo m ism o, es un m uerto
que se levanta día tras día para
m endigar la m irada.
Porque todos llevam os dentro un n iñ o m uerto, llorando,
que espera tam bién esta mañana, esta tarde com o siempre
festejar con los O tros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
SCHEKINA
146
hace falta m o rir, hace falta m o rir para am arte más y más,
m ujer sin nom bre
soplo al que llam an, quién sabe p o r qué, «caridad».
Y heme aquí que ya he m uerto, ya he gozado, merced es,
de tu caridad, en verdad la única y suprema, porque
en este m undo sin ojos debe de ser cierto
que sólo la m uerte nos ve. Y ahora sé p o r fin
por qué eras tan frá g il com o la inexistencia, p o r qué
nunca sabía cóm o llam arte y eras tan torpe para ser, y es que
en el país de los m uertos sólo habitas tú . H e m uerto porque
hacía falta m o rir para volver a amarte
he m uerto y en esta helada habitación donde
ya no hay nadie, y que recorre el viento, destruyendo los libros
que tanto daño hicieran, quedan sólo debajo
de las ruinas aquellos recuerdos de absurdos juegos y cópulas
y de niñez desenfrenada cual
un palacio enterrado bajo el m ar: y he aquí m i regalo, he aquí
m i ofrenda de am or: este cadáver, este
despojo que aun así
sabe que no es digno, no es digno aún n i nunca,
no es digno pero
dile una palabra solamente
y cam inará, cam inará de nuevo no com o aquel viejo
m agullado que m u rió en España, sino
com o alguien renacido gracias a un disparo,
lavado p o r la destrucción. Porque ta l parece que
detrás de la m uerte está la infancia otra vez,
y el m iedo
esconde coros de risas, te lo ju ro :
he m uerto y soy un hom bre, porque
detrás de la m uerte estaba m i nom bre escrito.
147
II
A rthur Gravan
A E ugenita V illapadiem a
L im e rick
148
Zapatos de cristal en la urna derruidos
bella durm iendo la cabeza no mueve
en un vacío horizonte la nieve
canta una flo r en silencio o perdida
transform a en azúcar la herida
en la oscuridad el m uerto no bebe
fum ando en la som bra se aleja del ru id o
zapatos de cristal por el desastre construidos.
GLOSA A UN EPITAFIO
(Carta al padre)
149
solos los dos, y unidos p o r el frío
que apenas roza b rilla n te envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiem po que nada sabe n i quiere, pero dura
com o la piedra, solos los dos, y am ándonos
sobre el lecho de la pausa, com o se aman
los m uertos
«amó», d ijis te , autorizado p o r la m uerte
porque sabías de t i com o de una tercera persona
«bebió», d ijiste , porque D io s estaba (P ound d ix it) •
en tu vaso de w h is k i
«amó bebió», d ijis te , pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal in v á lid o te avisa
que con armas nuestra m uerte florece
para t i que sólo
sabías de la m uerte. A q u í
¿debajo o p o r encima?
de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
d o lo r sobrenatural de los edificios desnudos
¿en qué perspectiva
— dim e— acoger la muerte?
en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
h irié n d o te las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas m uertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
150
no quiero errar en la m ito lo g ía
de ese nom bre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo herm anos de una invasión de lo
im posible
y tus pasos repiten el eco de los m íos en un largo
corredor donde
retrocedo infatig a b le , sin
jamás m overm e
¡ah los herm anos, los hermanos invisibles que
florecen
en el Terror! ¡Ah los herm anos, los hermanos que se defienden
in ú tilm e n te de la lu z del m u ndo con las manos,
que se guardan del m undo p o r el M ie d o , y c u ltiv a n en la
som bra
de su h u e rto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ru in m undo de los vivos! ¡Ah los herm anos,
Y el ave,
el ave que vuela sobre el m u ndo en llam as, diciendo solo
a los m ortales que se agitan debajo, diciendo
solo: A B IS M O , A B IS M O !
A bism o, sí, tib ia guarida
de nuestro am or de herm anos, padre.
¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
— com o h iedram erlín com oniñadecabezacortada com o
m uj erm urciélagola n iñ a que ya es árbol—
crecen hojas
en la fo to , y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra m adre M uerte, m adre
de nuestro rezo
florecen los m uertos florecen
unidos acaso p o r el sudor helado
m uerto de muchas cabezas ham brientas de los vivos
151
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
¡ira
de la piedra, ira que a la realidad in sulta,
que apalea
a la cabaña torpe de la m e n tira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprem a de lo m udo!
(te esperamos
en la delgada o rilla de lo que cae, en el prado
n o ctu rn o que atraviesan lentos
los elefantes
percibís el frío
la
conspiración de las algas,
gelatina, escamas, m ano
que sobresale de la tum ba
m anos que surgen de la tie rra com o tallos
surcos arados p o r la m uerte,
cabezas de ahorcados que echan flo r:
decapitados que dialogan
a la lu z decreciente de las velas,
¡oh quién nos traerá la rim a
la m úsica, el sonido que rom pa la cam pana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la m úsica del beso!
D e ese beso, fin a l, padre, en que
desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
152
asidos de ese m etro im po sib le y feroz, quedarnos
a salvo de los hom bres para siem pre,
solos yo y t ú , m i amada,
aquí, bajo esta piedra.
* * *
D E A D F L O W E R TO A W O R M
(l) Este poema puede leerse tam bién con la siguiente variante: aun
cuando e l musgo es certeza en m i pecho.
153
th in k in g o f merry fields
w h ils t I am dead
B lin d w o rm th a t is lik e w ater
falling on my sku ll
Who knows, who knows if you
m ust m ove forever th ro u g h m y bones
W h o know s, w ho knows i f you
w ill m ove forever th ro u g h m y bones, forever
disbelieving o f the dead flow ers
fa llin g over you.
154
I ll
Jo h n D onne
155
LOS PASOS EN EL CALLEJÓN SIN SALID A
156
MAMERE
157
— M ozo, Bozo, Lozo—
saltaban sin descanso, m oviendo
con vanidad desesperada el trapecio
de un lado a o tro , de un lado a o tro . Y tam bién, cortesanas
con el pelo te ñ id o de un oro repugnante, intercam biaban
leyendas sobre lo que nunca hubo
en el palacio en ruinas. Y me v i luego, más tarde
m ucho más allá del demasiado tarde,
en una esquina desolada de
alguna ciudad invernal, m endigando
a los transeúntes una palabra que d ijera
algo de m í, un nom bre con que vestirm e. Puerta
del in fie rn o — del
in fie rn o de la im p o s ib ilid a d de s u frir ya—
puerta del in fie rn o
— del in fie rn o de la p o sib ilid a d de s u frir ya—
este poem a, este canto exhausto
esta puerta que ch irría en la casa
sin nadie, llevada sólo p o r lo deshabitado del v ie n to ,
com o un pelele o m arioneta infam e que m im ara
su carencia de ser con lo exagerado del gesto: una m uñeca
llevada p o r los hilo s invisibles de todas las manos
y negada p o r todos los ojos. C om o una m uñeca me m im o
a m í m ism o y fin jo
delante de nadie que aún existo. Peonza
en la m ano del dios de los m uertos. C om o una m uñeca
extraviada
en la ru ta im placable de tantas otras, de las incontables
m arionetas
que ejecutan su vid a com o un rito funerario,
una obsesión senil o un d e lirio
ú ltim o de m oribundo. Porque los hombres no hablan, me dije,
dije
i
1
158
a los ciegos que m anchaban
de heces y sangre sus zapatos al pisar m i cerebro.
Y al momento
de pensar eso, un n iñ o
o rin ó sobre la masa derretida,
dando luego
de beber v in o ro jo y fuerte a un sapo
para que borracho riera, riera, m ientras caía
sobre el in v ie rn o de la vid a la llu v ia
más dura. Y al verlo, y m ientras me arrastraba
cojeando entre los m uertos, pensé: llueve,
llueve siempre en las ruinas. Y m i madre rió , al o ír aquel m ido
que delataba m i pensam iento.
LIN TER N A C H IN A
159
m i cadáver y uno de ellos, el que
lleva la in signia del jefe, cogerá
en su m ano m i pequeño cráneo y reirá, reirá.
M as m i destino sigue
erguido en pie en un m undo
desierto. Esposa
de un esqueleto, fie l a un m uerto, así
eres tú , H elaí.
Y m i m adre m uere en m i pensam iento.
EL CIRCO
160
m ana m i sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre m i tum ba
una canción incom prensible. Y se
repa rtirá n los huesos de m i alma.
M i alma. M i
herm ano m uerto fum a un cig a rrillo ju n to a m í.
CORRECCIÓN DE YEATS
(Extraída del poema «A Prayer fo r O ld Age»)
161
en m o rir y en escribir m i nom bre
al fin sobre la lápida puedan
un día decir sobre ese frío
que no estuve loco.
IV
EL M A TR IM O N IO DE LAS CENIZAS
M a r lo w e , E l ju d ío de M a lta
DESCORT
163
A sí fue — es— nuestro am or
erección sobre ruinas, b o tella verde en el solar vacío
que contiene a D ios, semen
sobre un cadáver. N ada sin la Verdad, con sus tres
nom bres y riendo de tres maneras. U n
Tercero
m onstruo de cuatro piernas
entre nuestras dos, v ig ila
el c u m p lim ie n to del fracaso, de su v ic to ria
secreta: ¿no sabes ya lo que ello
secreta-m onstruo
negro entre nuestras dos piernas. «Y la m adre no quiso
tocar al m onstruo que huye y se esconde» D escort — «a veces
este «desacuerdo» se ponía
de m anifiesto en el contraste
entre el texto, desesperado, y la m úsica
elevándose, alegre». ¿Acaso no amas
que yo te orine? Y a llí perderse.
«Alba», aún no. D escort.
Semen sobre el cadáver. Q ue lo fecunde. Q ue crezca
en él la flo r y la yedra lo cubra. Semen
sobre el cadáver. Q ue crezca
de él la raza nueva. Q ue se yerga
el m uerto rasgando la yedra, que se yerga él com o el falo
que no poseemos, com o la D iosa que amamos
la C astración ¿o es lo que deseamos quien se abre
com o una grieta entre los dos, no es eso lo que falta?
O lv id a r es fá c il ya que nada sucede,
sin É l, sin un tercero. E l padre m uerto
al que escupim os y el que escupe
una y otra vez en nuestra cara
una in visib le y p ú trid a saliva.
N o o lvid a r en cam bio la fanfarronada
164
de hacer que D ios descienda entre nuestros
dos brazos, com o un H ijo , el que no se espera.
— Crece la yedra sobre el cuerpo
m udo de D ios— crece
sobre nuestros dos brazos m ientras estamos
abrazados com o en una
alegoría h in d ú de la u n ió n
del agua y el fuego, de lo que no se puede
u n ir, «la u n ió n de lo que no se puede unir»
— decían las Noces chim iques— y yo am o que me orines,
y tu pie sobre m i boca, besarlo. A silo.
Semen sobre el cadáver: que no sólo lo m ojen
las lágrim as, las húmedas, las no demasiado
dolorosas. Y que hable, sí, la crueldad para saber
lo que calla. C uando los m uertos nos im p id a n
la cópula: ellos tam bién tienen
su lugar a llí, en nuestro lecho. Y nosotros
somos oscuros com o ellos y estamos m uertos com o los
niños.
Semen sobre la piedra. Q ue nada fecunde, sino quede
a llí escrito y se borre al leerlo.
O que, com o nacieron hom bres de las piedras
de D ecaulión y P irra, esos huesos
de la piedra se hagan blancos y tenues
y algo nazca, y venas las venas.
A b fin am or, ab fin a io ia — con la que
sabe el dolo r, con el que sabe del vacío
y del asco— si no estaremos
relatando un sueño, de noche, sin ver
n in g u n o los ojos de nin g u n o ,
de noche, en una barca que se bam bolea.
165
CÓPULA CON UN CUERPO MUERTO
166
soportas que ella ahora,
suavemente te diga al oído:
«No has escrito»
¿Podrá oírse el verbo?
«No has escrito» repite
ella o tra vez — y es p o r eso que tú
finges leer otra vez,
finges leerm e
com o si yo fuera É l. Y es sólo a la
palabra a quien ama o am ó— a ese feto
o b u lto negro que los dos cuerpos
bañan de sudor — D ios está m uerto (2)
y habló a través de los dos. E lla
eres tú y soy yo— a co n d ició n
de no safirm e de la m uerte, soy
la m u je r que buscas y que no encontraré.
E l feto cae
cayó — caeréis— , cayó disuelto
el abrazo con un chasquido m onstruoso
al suelo y se levantó
sobre su tercera pierna, enano
negro con labios
pintados de ro jo , y fu m ó
u n c ig a rrillo . N adie lo m iró .
Y ella
al m archarse me d ijo — m ovió
los labios sin hablar y se oyó
que decía: «Se han ro to ,
se han ro to todas las personas del verbo.»
167
ALBA
(te fuiste, dejándome sin m í)
168
una m u je r en el tem bladeral— , perdida
com o tu som bra allá, entre sus cuerpos,
en la habitación, fija
allá en un extrem o, m ientras hablan sin
tocar jamás el nudo de sus bocas. Palabra
im p u ra y apostiz, cortadle
la lengua al que algo
innecesario diga, empezar, empezar
puesto que nada
se ha escrito, empezar
com o virgen desnuda, en el in vie rn o , errando
nacida hace un instante. Em pezar
ayer, p o r estar m uerto, hablar entre el frío ,
ayer, ayer, nunca hemos salido del ayer.
M o rir para decir. La llave
húm eda de la saliva de m i lengua.
H abla
aciaga y arte
m al hecho, in m o ra l, y en cam bio
destilar el veneno: cisnes
caídos, aquí, sobre el papel, y cirios
m id ie n d o con su lu z la catedral que
recorren vacía en la que
tu recuerdo se pudre en el altar de nuevo.
Caras tiznadas contra el cristal,
tem pestad para nadie, cerebro del que todos
han h u id o , pierna colgando. Nada hay
entre m is piernas.
U na oscura
navaja en las gargantas, cortar
la lengua del que diga más
de lo que urge, del que hable
p o r hablar y no se haya
previam ente quem ado la lengua, con la antorcha.
169
Trapecio que muévese
sobre la castración:
aquí fueron las Bodas, aquí
azoté con deseo su torso desnudo
con deseo quem ando su lengua,
frese e joven, no m ovida, las
olas lam iendo los m uñones de lengua quem ada,
aquí, ayer. Y aquí golpeé, golpeé,
y aquí fueron las bodas y las caras
tiznadas m irando detrás del cristal, los ojos no nacidos,
seca la m ano del océano, a llí: me encerré
dentro de sus cabellos, aquí.
Y el vie n to oyó m i nom bre.
O yó m i nom bre, bram ar,
bram ar contra e l braire, sosteniendo
u n a n illo en m is labios com o foca, vete,
cruza a la o tra o rilla , seco,
cruza a la o tra o rilla hacia la asfixia
central, tus cabellos
hechos para siem pre de sal. Vete,
toda belleza en la palabra Ir,
y bram arla,
con los labios sin m ancha,
sin saliva, con los labios
cerrados, de rodillas,
de ro d illa s con los labios cerrados.
Ram o de rosados m uñones
y negros en el M e tro , pero
cruzar águilas, gavilanes, búhos
con los hom bres de C astilla: hacer
el vacío en tu boca;
no hay nadie delante de ti.
170
U na m u je r
h in có su diente en tu carne, pero
pero com eré de m is ojos. E l Palacio
del A m o r yace sobrio en sus ruinas
a tus pies, frente a
la m irada im pasible, los ojos de piedra,
y quien
m ira ahí no eres ya tú , D ios no tiene alma.
E l vie n to
el v ie n to me hace c ru jir, y me pudro,
me p u d ro y me construyo una m uralla,
en el aire,
en el aire, donde sólo tú estás.
U nos pasos
más allá de la joya no puedo pensar. M e
p u d ro , me pudro
en el aire, donde sólo tú estás: atada
la que goza al gozo
del que no goza. C ustodiada
la dicha. Los ojos decantados, ya cae
dentro de ellos la nieve, ya dicen adiós.
Pero nunca me olvides, porque
los hom bres estaban desnudos y
las vestiduras eran los hom bres.
(G o t t f r ie d B e n n , N u r Z w ei D in g e )
171
Sólo esta oscura pesadumbre sin
voz— m ientras, afuera, oyes esas voces:
podría decirse que estás loco
com o los
que oyen otras.
La habitació n
escasa, aborrecida, está llena
de ese inefable m al o lo r — y a llí
sólo el susurro sofocante,
siem pre
de la voz de Pilatos, sellando la boca.
Y a llí
a oscuras, a rro d illa rte , sin dejar de oler
la pestilencia que no nom bra a nadie, la
aplastante
pesadumbre sin voz — arrodillarse
para rezar, una vez más, la oración
m ald ita . Y m asturbarte oyendo
en tus oídos tu p ro p ia voz que dice a
una b u rb u ja ciega que estallará,
que dice
y d irá — «golpéame,
pégame, p o r favor.
Por favor».
Y si así fuera
realm ente, luego, la carne
rid icu la m e n te m agullada y la vergüenza.
Y la habitació n
y en u n recado, los lib ro s vencidos,
y sólo
esa pesadumbre sin voz.
M o riré en esta celda.
172
Y
TROBAR LEU
SPIRITUAL I
SPIRITUAL I I
H A IK Ú
(Variable)
Yo soy sólo m i p e rfil.
C uando la nieve cae, de m i rostro
nada se ve.
(V ariante)
173
3 .a v a ria n te
D A S E IN
«Ein da-sein.»
A lfr e d M o m bert
175
de una tumba sin hilo a otra
de un in te rru p to r exacto
de la luz del m undo, allá
donde no hay nada, donde no hay
lugar para estar, vivo
ignorado, secreto, peor que el s u icid io , peor
que la desesperación, que cuanto gim e y aún
llam a a la vid a desde el fondo
Perfecto:
sueño en eso, en que m uera el m undo:
com o el m ar, com o el dem onio, a llí m e río
del G olgothe del d o lo r y la dicha
y de su mezcla inm unda.
Soñó en eso D yonisos, el desdichado, el m á rtir:
en el instante absoluto de
a b o lir para nunca más el tiem po,
neverm ore
dicen los ángeles, neverm ore
canta D io s en las alturas,
nunca más
soñaré que existo, n i daré
a los signos un sentido p o r su m o vim ie n to ,
nunca más, dice É l, porque
D ios es para sí m ism o una pesadilla
que trata en vano, universo tras universo
de arrancarse de un tajo
la espina de la vida, el c ru c ifijo
y de beber el V in o .
176
D A S E IN
(2.a versión)
«Ein da-sein.»
A lfr e d M o m bert
177
*¡5
178
le alucinan y a todos dice «soy»
el que no es, el U n ico
el caballero id é n tico a su vanidad, el esclavo
de m i p ro p io ídolo, el adorador de O tro , el Yo sin ley y todo
hom bre anim al o luna me es al filo del D estino
desconocido: y quizá D io s es tam bién esa to rtu ra ,
si me padece: quizá es, si sabe al menos, si se sabe,
tam bién un N o perfecto y puro. Soy
virgen de los hom bres y no tengo
sexo, com o la nada, com o el tiem po, com o el Instante puro
en que A donái cierre su m ano para siem pre y diga
nunca más en el incom prensible espacio, neverm ore
neverm ore, dicen
en la calle, al pasar, tantos ángeles
m edio m uertos, neverm ore, repiten
sin alm a los arcontes de un cielo que desprecio,
nunca
más, canta D ios en los abismos de lo alto,
nunca más soñaré que existo, n i daré
a los signos u n sentido p o r su m o vim iento:
nunca más g rita p o r fin a la
sed la to rtu ra del T ie m p o , la
siniestra to rtu g a , el M o n stru o : nunca más, dice É l, porque
es tam bién u n ente sin espejo, porque
D io s es para sí m ism o una pesadilla
que trata en vano, universo tras universo
de arrancarse de un tajo
la espina de la vida, el c ru c ifijo
y de beber el V in o .
179
V II
PROSEGUIR EL IN FIER N O
M AN C H A A ZU L SOBRE EL PAPEL
H eg el
180
sin tale n to , a Paz le
gustó m ucho: moscas
vuelan alrededor del árbol. O h, yo
tam bién devoro moscas, a veces me atraganto, tantas
hay, crudas, sí, que no resisten
la cocción (C a p ítu lo I I I de
HA lch im ie rétablie de C anseliet, «So-
llic ita tio n s trom peuses e t............. »),
los senos del n iñ o . Enorm es y caídos. Q u i
s c rib it bis leg it.
Y en los ojos una escalera empieza.
Y vuelvo, vuelvo com o un sueño,
com o los sueños vuelven, sin entrar,
vuelve a soñarm e, a llí. M ientras duerm en,
duerm en, duerm en, en la M orgue
«avec les yeux grand ouverts» — vuelve
y la casa desierta, o hay extrañas
gentes que no conozco, cerebros ilegibles. Largo
el viaje p o r mar. Y en la habitació n condenada se
encontró, m uertos,
los extraños que vivía n a llí,
en la casa del co n fín (H odgson)
sin hablar, un n iñ o
enteram ente recubierto de escamas — al tocarlo
sentim os una hum edad, afilada y
fría com o un cu c h illo : sin conocernos. H abía
tam bién una soga colgada de una m oldura
con la form a, en su extrem o,
de una cabeza.
Suicidarse y seguir vivie n d o ,
esta frase pertenece a alguien, a
N ijin s k y quizá, no estoy seguro — Largo
el viaje p o r mar. E n una isla había
181
una caverna y dentro un
enano que no quiso decirnos su nom bre.
U na rana le colgaba de la boca, casi lo o lv id o .
Y m i m adre
acariciaba al n iñ o de escamas, y de
vez en cuando retraía
la m ano y la ponía
cerca de sus ojos, para m ira r la humedad, las
gotas de agua fría deslizándose
sobre la pie l. (Estaba
ciega com o yo.) E l
palacio de la locura está
lle n o de agua y peces ciegos que tropiezan
de las profundidades, que relum bran. Ven, así
estás a salvo (golpeado, año tras año
p o r un lá tig o de lu z, hasta la m uerte), m ucho menos
atroz estás a salvo: los peces
no hablan, lo m ism o que los niños, no
se encadenan a una charla en la
que nadie responde n i te
responderá nunca, y que cesa
nada más form ularse la pregunta — D o
I dare demasiado me atreví: sale agua
de m is ojos, y los ojos cosidos y la
boca ve y ando con los oídos. Escú
chame tú , que pasas al lado, que me rozas
p o r la calle, ange ä m o itié m o rt. Q ue me rezas.
Cesa to d o cuando se pregunta, dejan
de hablar. Se van. G uardó la
m ano m uerta de su h ija en un vaso
con agua.
U na mosca
com e en m i m ano. U na llu v ia de sangre
182
cayendo en el cerebro de Charles. H acía
frío F o rt, la noche en que m u rió hacía
frío , sí, lo recuerdo, llovía. Pere
G im fe rre r — contrapun to
com o en el canto V II de Pound — no mera
sucesión de pinceladas, narración
ciega, sino la vida
y la m ente toda puestas en juego,
y perdidas — aquí. Pere
G im fe rre r y C arnero se casaron
en octubre, y su h ija
de enorm e falo goteando,
colgando, m uerta.
Balanceándose com o u n péndulo
m o rta l, goteando, en lo oscuro.
H a y un falo en m i boca, dos, y o tro
erecto en m i ano, o tro
lo arrastran m is pies.
O tro
cuelga de m i cabeza y araña
al pasar las paredes y deja
un rastro, y un sonido. Pero
al m o rir Charles F o rt d ijo :
M i h ijo está desnudo, a llí,
en el suelo, la llave. Y esos no son
de m i Pueblo. O cu lto .
donde todos me ven, sello
de la carta robada, soy una princesa.
Ven a donde huyo.
Jamás m e p u d ie ro n encontrar. D ije : estaré
siem pre en el bosque, perdido,
en el bosque donde nací. Llueve,
llueve sobre el sexo de una m ujer. Y bajo
183
el sol, rodeado de m uchos, tengo frío . Y dije :
«Ese que va a llí.
ese que corre, que
al volverm e hace una mueca.
soy yo.
Á cid o disuelto
en agua
caída sobre el papel.»
STORIA
J o h n C lare
184
D ios, lo «humano» o «fraterno»
el D ia b lo a evitar, con su pom pa y sus glorias,
la lu ju ria , el pecado a vencer sin jamás flaquear
hasta llegar ahora a estas piernas desnudas
cortezas arrugadas debajo del descuido de la falda,
diciendo dónde estaba la verdad de la falta.
Ves que aquellas palabras, verdad, hacen peor tu vida
ahora, porque vuelven
más irre a l tu in fie rn o , y m ucho más
atroz este
llegar sin palabras n i eco de otras bocas
ham brientas de tu alm a al puerto de unos ojos
errando en el desierto de la Rué du Louvre
sin una m ano al menos, sin una m ano fuera
de este lla n to , este sí, verdadero y n o cturno
sin una m ano al menos que te guíe hoy
bebiendo, copulando entre espasmos y alaridos bestiales, y
m atando
m atando, sí, m atando más allá
de la ceniza de las lágrim as
p o r h o n ra r postum am ente con una extraña orgía la leyenda
y e ntrar así ju n to s y unidos p o r un beso
de te rro r y de m uerte en aquel paraíso
donde te ju ro que alguien, sin más nom bre que el hecho
se arriesgará a m irarnos aún perdiendo los ojos.
EYE
186
o seré yo el que caiga al m o rir sobre tu cuerpo.
Pero en el frío crecían
seguían creciendo — la peor de las alfombras
de césped— los huesos y la carne de soldados
que crecían sobre la tie rra helada. Y me d ijiste :
«ellos no tendrán m iedo, porque están
m uertos, lo m ism o que tú me amas,
a m í que soy negra
com o la vida, e hice una piedra de tu gesto».
Y los m uertos brotaban sobre la tie rra helada
— cabezas, yelm os, corazas y espadas
porque la M uerte se había hecho vida.
Y pregunté
— te pregunté entonces— : «Será m i alm a
buen a lim e n to para perros?» Y contestaste: «no esperes
que ella sirva para otra cosa: fue creada
y pensada lo m ism o que tu cuerpo y huesos para
n u tric ió n de los perros finales — lo m ism o
que tu palabra». «Y ¿nada he de esperar?» «Nada».
Y v i cóm o espadas y corazas y yelm os
crecían sobre el cam po más yerm o.
Y me olvidé.
M arcabrú
187
azules, m adre m ía.
Y canta, cantas p o r las noches parecida a la locura,
velas
con tu m a ld ició n para que no me caiga d o rm id o , para que
no me olvide
y esté despierto para siem pre frente a tus dos ojos,
m adre m ía.
LE BON P A S T E U R (H a ik á )
Es duro el trabajo de la pesadilla,
es duro
arrastrar de día el carro de las m arionetas,
de noche; y ser una de ellas
m añana, cuando abran los ojos ,
para no ver
que la baila rin a de cuerda danzando entre ellas
m ueve ella m ism a el resorte.
(G O E T H E , D iv á n O rie n ta l O ccidental)
188
»
L A V ID A
Jo h n C lare
A M iria m
189
semen en el o jo ; aplastaría
bien lo sabes tus ojos con toda la ceniza de m i alm a
que ha m uerto y no descansa, y llenaré sin duda
algún día tu tie rra del incienso dorado de m i m ierda
cuando sepas, ya tarde, en aquel demasiado
en que la serpiente recorre los lib ro s de m i cuarto
que tam bién de tus sesos, sedienta p o r m iste rio ,
m asticará los restos el fuego de Locura, el fuego
sin piedad que hoy me escupe
desde ti, de tu nom bre joven, M iria m , desde tu carne cruda
el horrendo enigm a que llevo y que no sé, y que llevas
p o r costum bre atado al zapato del colegio
y enseñas a las otras sin decir nada, sonriendo,
diciéndoles, m ira
m ira , él persiguió esta som bra y d ijo que era J A V IU D A .
EL Ú LTIM O ESPEJO
190
N U (N )C A
U N CADAVRE CHANTE
191
testículos hay com o un hum o,
y la poya cobarde y retraída, es ya hongo
en desfiladero de sed y rocas, de tortugas
y los espíritus huyendo de Arezzo: el m iedo
quizás diga de ti, de eso. E l bosque
de pelos a la izquierda
te am ó sin duda. E l culo pide, re
clam a u n hom bre al g rito de su pedo:
el pie no tiene pelos, pienso
com o la vid a ju n to a ti, que luego
en carne viva fuera, despellejada,
un vie jo verde al que los niños apedrean
al crepúsculo, y el pueblo le conoce p o r el nom bre
sarcástico de «viuda». La curva del abdom en sin em bargo
respira: ,
¿se acordará del seno? ¿Y el zapato?
Tengo la boca aún húm eda de él
E l pie repta m ientras escribo esto, y de
la boca
cae
espuma de cerveza,
sobre la m ano que se queja
de ir sola ahora p o r la tie rra del cuerpo. U n car
denal en la p a n to rrilla izquierda
recuerda al chulo y
hace m ira r la nalga
desesperada, con tres forúnculos herm osos que son
nuestros tres hijo s. E l vie n tre se
me m ueve, una rana
canta en sus aguas:
siento y toco los huesos com o una esperanza.
H e aquí el cadáver, he aquí — entre los pelos del pecho
com poniendo u n rom bo, entre las te tilla s
192
erectas p o r el frío o en el m oco que
encontrará p ro n to quienes
lo sirvan en v a jilla de plata, cantando
a la masa de nadie la n o tic ia falsa
de que soy — quién sabe cóm o, he aquí
todo herm ana
lo que queda, lo que queda entre serpientes
ensortijadas en el triste ano, lo que queda de ti, lo que recuerda
aún al pobre hom bre
quién sabe p o r qué, y a pesar tu yo que olvidaste
el día o el instante en que me regalaste tu vida,
y tu palabra
que me da m iedo oír, y hace
retro tra e r la poya, y desplomarse
más cansada o anim al que vencida la m ano
izquierda sobre el tórax. Y o tra vez el hum o, el
hum o que sale de los negros testículos
de ese par de huevos que no me s irv ió para tenerte de nuevo
y n i siquiera para m o rir, el hum o ahora, com o de leña
húm eda que no sirve para nada. A quién daré m i semen, y
cuándo
beberé otra vez en vaso la cerveza de tu m enstruo
que gotea com o el to rm e n to en m i cabeza.
Q ué será de m is ojos. Q u ié n es este enano, este duende de
form e
que va a roncar ahora im aginando fá c il
m ente lo que no ha existido
y escupirá algún día con sangre lo que no ha viv id o .
Tengo cinco agujeros: sabes, lo sabes m u y bien, el de la bo
ca, el de los oídos tapado con cera, el del pene co lo r violeta,
el de la nariz que supura
alim e n to para im béciles, el o tro que suelta pedos y pide
o tra vez el in su lto . A h , y dos, bajo la frente,
193
de las cuencas vacías
engangrenadas para siempre que te esperan. N unca pensé,
dijo el m uerto,
que m i vid a había acabado. Echadm e flores en la tum ba,
ahora
para eso sirve un m uerto, y una esfera negra
que llam an el H uevo para besarlo todos
entre cantos de loa, y acariciad p o r v ic io
las culebras de las venas. M i su icid io es esto:
seguir vivie n d o , y que respire el sapo:
m i pie danza una tarantella m ientras escrito esto, y las
gotas de cerveza com o fin a llu v ia abandonan el estómago.
194
V III
PALIMPSESTOS
M U TAC IÓ N DE BATAILLE
(D e L ’A rchangélique)
195
el g rito de la tu m b a que es tu in fin id a d
y he visto tu d o lo r
com o una caridad, com o si alguien dejara suavemente
u n o jo en la m ano blanca que un m endigo le tiende.
PARÍS
A q u í su musa la pulga
callejeó com o una p uta
decían y esa qué vende.
* * *
196
O presentar a nadie tu espectro d im in u to , te hizo falta empezar
pobre pero nadando en oro; oscuro, pero con nom bre
rim bom bante;
y oscuro es en efecto el nom bre que todo ha de rom per.
197
«querría que la rosa dondé
tuvie ra aún una tie rra en que crecer!»
* * *
198
un enorme e inhumano signo amarillo en la montaña, seme
jante
a un ciego o a una lengua cortada: una mueca eterna.
* * *
* * *
199
com o m u je r de la vida, derríbate
con esta palabra en la boca: ¡Gozar!
Apareces tú : es la apoteosis
te arrojan algunos regalos
flores de papel, m ierda.
* * *
* * *
200
1
T ú sonríes. — Bien, sé, pues, am argo,
arruga el entrecejo, M etistófeles fanfarrón, y ansia
que tu garganta arda p o r el ajenjo: y con el la b io espumoso
cuéntam e que tu corazón se pudre
T R IS T A N C O R B IÉ R E
U N POEMA DE JO H N CLARE
I am
(je suis)
i
201
sombras confusam ente mezcladas a los pálidos
m udos, convulsivos, escalofríos de algo
parecido al am or — y pese a todo soy, y vivo
com o vapor en el cristal, que borrarán seguro
cuando llegue el día.
En la nada del desprecio, en el ru id o de
m uerte de la vida
en el m ar frenético de los sueños despiertos, del d e lirio
que tra n q u iliza a los hom bres, pero más allá aún
donde no hay rastro de sensación de vida
nada más que un gran naufragio en m i vida de todo lo que
quería
hasta de los más íntim os amores, p o r los que hubiera dado la
vida
son ahora extraños — más todavía que el resto. ,
Languidezco en una m orada que n in g ú n hom bre h o lló
un lugar en que jamás aún m ujer llo ró o sonrió
para estar a solas con D ios, el Creador
y d o rm ir ese sueño que dorm ía en la infancia
procurando no m olestar a nadie — helado, m udo, yazco
sobre la hierba com o un perro, irreal com o el cielo.
202
«Y aún espera, sin duda, más allá de esa esquina,
una vuelta aún, una vuelta de tuerca más
a la bondad humana.»
H enry James
L ast r iv e r t o g e t h e r
(1 9 8 0 )
para C onchita Sitges, in memoriam
que este lib ro la acompañe en su muerte,
que ya va siendo tan larga como m i vida.
i
«Más allá de los guerreros m oribundos
y de la espada en ruinas de la vida
reina sobre lo p u ro arrasado
una flo r a quien llam an vio le ta nocturna.»
A le k s a n d r B lo k
A lfr ed Ja r r y
G u id o C av a lc a n ti
A FRANCISCO
EL BACCARRÁ EN LA NOCHE
211
1
AUTOUR D U P O É M E
212
(Aprés je vais pleurer ä l ’om bre
de m a poupée, et je vais faire beaucoup de b ru it.)
213
com o u n aborto entre las piernas, balanceándose a llí
com o h ilo que cuelga o telaraña,
cuando el sentido m uere,
com o un n iñ o
castrado p o r un ciego,
al am paro de la noche feroz, de la noche:
com o la voz de un n iñ o perdido aullando en
el viento
el día en que se acaba la canción, dejando
sólo un poco de tabaco en la m ano,
y la ciudad ahora, las
ciudades convertidas en vastas plantaciones de tabaco,
y la m ano
asom brada toca la boca sin labios
el día en que se acaba la canción, y se pierde
el hom bre que a sí m ism o le daba el nom bre de alguien,
al dar la vuelta a una esquina, un atardecer sin m úsica.
E l día en que se acaba la canción el d o lo r m ism o
es sólo un poco de tabaco en la m ano,
y las palabras
son todas de antaño, y de o tro país, y caen
de la boca sin dientes com o un líq u id o
parecido a la b ilis ,
el día
en que se m uere el sentido, ese
asesino que al crepúsculo hablaba y al
inso m n io susurraba palabras y cosas,
el día
en que se acaba la canción m iras
a la m u je r amada com o a un vie jo , y
con la cabeza entre las piernas,
frente al m undo abortado, lloras.
214
PARA A ., AGAIN (Y VUELTA A EMPEZAR)
H IM N O DE LA ESPÍA
215
H A IK U
Te ofrezco en m i m ano
los sauces que no he visto.
* * *
IM IT A C IÓ N DE PESSOA
216
no seas que v iv ir es una
huid a perenne de aquel nacer que extraños
conspiraron contra tu dicha un día, de aquel
nacer que esos desconocidos
te quisieron y no te pudo nadie
porque eres virgen todavía, virgen
com o un santo, de la vida:
am or, sé com o yo, no seas.
ANNABEL LEE
217
de aquel reino m o rib u n d o que hay
debajo del m ar, y cantan
aún esa canción dem ente, la
de los seres que
se enterraron ju n to s pronunciando
a solas el nom bre de
A N N A B E L LEE.
218
hozan aún y escarban com o cerdos en la
lla n u ra sin sueño de la nada, y me
preguntan p o r m í, p o r ellos cuando
nada queda p o r v iv ir.
219
que ha olvidado quién es y sigue vivie n d o , o
quizá el reloj y las horas pasan.
M e palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la m ano lo m eto en el ojo, y estoy sucio
y m i vida oliendo.
Y sueño que he v iv id o y que me lla m o de algún m odo
y que este cuento es cie rto , este
absurdo que delatan m is ojos,
este d e lirio en Veracruz, y que este
país es cierto, este lugar parecido al In fie rn o ,
que llam an España, he oído
a los m uertos que el In fie rn o
es m e jo r que esto y se parece más.
M e digo que soy Pessoa, com o Pessoa era
A lvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vid a y no de m uerte,
es una sangre d is tin ta de esa otra
espesa que se cuela p o r los tejados y p o r las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra com unión
n i o tro espasmo que este del v in o
y n in g ú n o tro sexo n i m u je r
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Q ue este vaso de v in o oscuro o blanco,
de ginebra o de ro n o lo que sea
— ginebra y cerveza, p o r ejem plo—
que es com o la infancia, y no es
huida, n i evasión, n i sueño
sino la única vida real y todo lo posible
220
y agarro de nuevo la copa com o el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vid a de los dioses
y unos días soy C aín, y otroS
un jugador de poker que bebe w hisky perfectam ente y otros
un cazador de dotes que p o r o tra parte he sido
pero lo m ío es com o en «D ulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes herm oso y alcohólico, y otros días,
un asesino tím id o y psicótico, y otros
alguien que ha m uerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre m arineros ebrios. A lgunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la m ano, hablando m ucho,
hablando para poder e xistir de que
no hay nada m e jo r que decirse
a sí m ism o una proposición de W ittg e n ste in m ientras sube
la marea del v in o en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su N ovia. Y otras veces
soy A bel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hom bres
y tam bién a veces llo ro p o r no ser un esclavo
negro en el sur, llo ra n d o
entre las plantaciones!
Es tan bella la ru in a , tan p ro fu n d a
sé todos sus colores y es
com o una sin fo n ía la m úsica del acabam iento.
C om o m úsica que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alm a invadida de sangre com o de una vom itona,
y v o m ito el alm a p o r las mañanas,
después de pasar toda la noche ju ra n d o
221
frente a una m uñeca de gom a que existe D ios.
E s c rib ir en España no es llo ra r, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a m o rir en las esquinas, es beber y m al
decir, blasfem ar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con m úsica de órgano
es caerse borracho en los recitales y m anchar de vin o
tin to y sangre Le livre des masques de
Rem y de G o u rm o n t
caerse húm edo babeante y to n to y
derrum barse com o un árbol ante los fa ro lillo s
de esta verbena c u ltu ra l. E scrib ir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de lo cura que ya
no ju s tific a nada n i nadie, n ingun a som bra
de las que a llí había al p rin c ip io .
Y decir al m o rir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del su icid io
g rita rle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y tam bién a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen m en on the D ead M a n ’s Chest
F ifteen m en on the D ead M ans Chest
Yahoo! A n d a b o ttle o f rum !»
222
y canta, canta la araña canciones al m iedo
que dicen p o r ejem plo: el m iedo es una
m u je r que cam ina descalza en la nieve
en la nieve del m iedo, rezando, p id ie n d o a D ios de
rodillas
que no haya sentido, y que
cam ine la m uerte p o r las calles
desnuda, ofreciendo su sexo y su m ano para
acom pañarnos en el M iedo.
EL PÁJARO
223
es m o rir y m atarnos
ah el pájaro que en el bosque sacrilego en donde
los falos cam inan erguidos com o hom bres,
im ita n d o a los árboles, recita
el evangelio del silencio y la
ternura de la m uerte, el pájaro
aquel que habitaba en las tum bas
y a lo largo de aquel
cam ino preguntaba a
los que ya no viven quién es,
qué es el
ser
m isterioso que no existe y no fue nunca
y que vuela despacio en la noche.
EL LOCO
224
sobre los cuerpos, y a las m ujeres a o ír
cóm o cantan los árboles al crepúsculo, y llo ra n .
Y los hom bres m anchaban m i cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien
«no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nom bre».
H e v iv id o los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
m iste rio b ru ta l, y el tentáculo
suyo acariciarm e el vie n tre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
H e v iv id o su tentación , y he v iv id o el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.
EL N O I D EL SUCRE
225
el te rro r de la llu v ia que llo ra , y llo ra ,
hoy p o r todos, m ientras
el sol se oculta para dejar m atar, y viene
a la noche de todos el n iñ o asesino
a llo ra r de no saber p o r qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
p o r qué y cóm o m atar, bajo la llu v ia entera,
con el rostro perdido y el cabello dem ente
ham brientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos com o antes era, fue
la vid a un día antes
de que a llí en la alcoba de
los padres perdiéram os la luz.
D ED IC ATO R IA
M ás allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda c u ltiv a r
com o un rey su agonía,
hacer florecer com o un reino
la sucia flo r de la agonía:
yo que todo lo p ro s titu í, aún puedo
p ro s titu ir m i m uerte y hacer
de m i cadáver el ú ltim o poem a.
SENESCO, SED AM O
226
D e qué sirve llo ra r, en este crepúsculo en que el am or em
pieza
si estás tú frente a m í, com o lo que un día
fuiste: presagio de m í m ism o, no de m i destrucción, ú ltim a
rosa
para levantar la tum ba,
para ponerla en pie com o árbol
que contará de nuevo los cielos
m i vid a , m i h is to ria que el ocaso vuelve p erdida, com o
em balaje en m anos de extraños
com o excrem ento que a tus pies coloco o
abrum ador relato fantástico: que yo era un perro
vagando donde no había vida,
lam iendo día a día la lápida que me sugiere
y ahora seré si quieres, fuego fatuo
que alum bre p o r las noches tu lectura, y ru id o
de fantasmas para alejar el silencio, y canción en la som bra,
y m ano
que no supo de otra, y hom bre
buscándote en el laberinto, y a llí gritando cerca del m onstruo
tu nom bre, e im aginando tus ojos.
A l alcohol
227
obsesión perpetua de s u frir p o r nada, p o r
lo que no vale, y lo que no es
esta m uerte, y este
dulce d o lo r para nadie y para todos,
este dulce d o lo r com o u n pecado.
228
dorados que extendiéndose tocaban las
nubes y m olestaban a los reyes sentados.
C om pro el p eriódico y leo sin asom bro
que ayer he m uerto: y es p o r eso que te digo
tarde llegaste, Barnabé, mensajero.
Feliz, cuando ya no podía serlo,
ebrio, ebrio com o un esfuerzo
feroz para ser alguien donde ya no es nadie,
quiero decir — en este espacio
que alguien llam a «Nadie»— , y viendo
el gozo a lo lejos com o ciervo que huye
y al que sin poder ya tener, adoro
y contem plo com o a un in tru so
cantando demasiado alto entre estas
paredes, com o sucede en
T he o ld m en a d m irin g themselves in the w ater
los viejos que en el agua se asom bran de sí m ism os,
sintie n d o sólo el d o lo r de no poder ya sentir nada.
L A ORACIÓN
229
que nos absuelva, d ile , que hemos v iv id o m ucho
y tropezam os ya con los muebles, y el alm a está
p odrida, y huele
demasiado, dem asiado: ve y m ira si nos piensa
y el h ijo sorbía de aquel ano abierto.
EPÍLOGO
230
Besabas con el oro
blando de tu paciencia la corona
grotesca de m i locura,
y dejabas que am aneciera y luego
oscureciera en la ventana cerrada:
decías que era el tiem po.
Yo no sé si hay vida,
o si aquí queda alguna, y
231
si no es blasfem ia esto, si no es pecar v iv irlo
si merece su ser esta soledad de lepra
y m a ld ició n que nom bran sólo
los otros p o r su huida, y con risas y orgías
en to rn o a este cadáver frá g il, aire sólo,
y celebran m i ru in a y o rin a n encim a, p o r las noches
de esta tum ba inm ensam ente h um illada.
Yo no sé qué es la lu z
m isteriosa y cruel que aparece a esa hora
eternam ente in m ó v il de una absurda m añana
yo no sé pero sé que hay cerca de m í una herm ana
ú n ico ser que existe aún después de la nada:
232
El q u e n o ve
(1 9 8 0 )
I PARTE
LA TEA H U M AN A
237
U na b ru ja ardía y recrujía
y a los dos calentaba con su fuego.
En esto el n iñ o al padre le pregunta:
p o r qué quem an a brujas, padrepadre?
Y el padre le responde: no hay
calor en la noche
para que ardan
y velen en la noche p o r nosotros, h ijo .
AMANECER EN LA B IB L IA (Yeats)
D os m ujeres de p ro n to en la cocina
se m ira n y se tocan, y no creen
238
aún en lo que ven: crepita el fuego m ientras
y el re lo j lo m ism o, y las m ujeres
se tocan y se tocan, y se lam en
los ojos para ver: afuera
llo ra y se lam enta el puerco.
U n tenedor se abre en el d in te l
m ostrando sus enseñas a los hom bres:
pasan y pasan com batiendo a boca
se enseñan las manos y los hom bros
y señalan al cielo y a la tie rra
m ientras
en los largos
corredores de la noche, errando
ciego aún, y torpe, entre caídas
y bajo las estrellas, va cam inando el puerco.
EL AN TIC R ISTO
(Sebastián en el sueño)
239
II PARTE
UNAS GOTAS DE SEMEN
D IAR IO DE U N SEDUCTOR
BELLO ES EL INCESTO
B ello es el incesto.
H a y torneo de lanzas, y juegos
y el v in o prom ete su derram e
para alegrar la u n ió n
de los esposos.
Se decapitará a dos niños para saber si es buena
la sangre, y si así augura
una fe liz u n ió n para los siglos.
C ándido , herm oso es el incesto.
M adre e h ijo se ofrecen sus dos ramos
de lirio s blancos y de orquídeas, y en la boca
llevan ya el beso para desposarlo.
Y en la noche
de bodas, in vita d o
viene tam bién el cielo: llu v ia
y truenos
y los rayos, y el m undo entero convertido en lo d o
para celebrar la u n ió n
de los esposos.
243
N EC R O FILIA (prosa)
N o me engaña el espejo:
esa m u je r soy yo,
la que el espejo prolonga
y que vierte la copa sobre sí m ism a
y canta, frente al espejo,
un h im n o
a una m u je r desconocida
y baila, baila desnuda
ante la copa del espejo,
ante la sangre que derram an los ojos
y que es su vestido, su ropa
244
que no existe, y se deshace
com o las hojas en el otoño
del espejo.
245
TROBAR LEU
CANCIÓ N
CANCIÓ N (II)
249
p a rtir m ejor las zanahorias
y las piernas largas para correr m ejor, porque
tenía m iedo de los hom bres más todavía que del sol
y así era el hom bre que sólo com ía zanahorias.
250
IV PARTE
253
extranjero en el m undo, un extraño en su cuerpo
una interro g a ció n tan sólo que se m ira sin duda
con certeza, perdida al fo n d o de ese vaso.
254
UN ASESINO EN LAS CALLES
EL SU PLIC IO
255
f
EL TESORO DE SIERRA M ADRE
256
Y PARTE
C O N SU M ATU M EST
r
EL BESO DE BUENAS NOCHES
Padre, me voy:
voy a ju g a r en la m uerte,
padre, me voy.
D ile adiós a m i m adre,
y apaga la lu z de m i cuarto:
padre, me voy.
II
259
no hay lu n a aquí, no hay sol n i tierras,
padre, estoy m uerto.
Somos los m uertos com o enferm os
y el cem enterio el hospital
para ju g a r aquí a los m édicos
sábana blanca y b is tu rí
y tantas tum bas com o lechos
para soñar: y son tan blancos esos huesos
padre tan blancos: com o soñar.
D icen los otros, los más m uertos
los que ya llevan tiem po y tiem po
aquí vengándose de D ios
que vendrá el D ia b lo , el buen D ia b lo
que vendrá el D ia b lo con más flores
de las que nadie pueda traer.
Padre, estoy m uerto, no estoy solo
padre, estoy m uerto, tengo am igos
con quien jugar.
III
IV
260
padre, no hay nadie, ya estoy solo
padre, si alguna vez de nuevo
vuelvo a vosotros, padre si otra
vez yo vivo
no sé con qué voy a soñar.
L A CANCIÓ N D EL IN D IO CROW
TH E END
262
seres que no me vieron, m ujeres com o vaho,
hum o en las bocas, y silencio
p o r doquier, com o un sudario
para lo que no quise ser, y fue
com o vapor o estela sobre las olas ociosas, niños con m arinera
que en la escuela aprendieron el E rror.
N o había nadie en aquel pozo, estaba
vacía la cárcel, pienso cuando
abriendo al fin la puerta, y descorriendo
p o r fin el cerrojo que me unía
in ú tilm e n te a las águilas, y me hacía
am ar las islas y adorar la nada, des
descubro
banal, y sonriéndom e, la luz.
M U TIS
263
ABANDONO
F u i a cagar en tu cuerpo,
p o r verlo tan desnudo.
Hoy
es tu alm a un despojo, una cosa sabida
y el cenicero habla tan sólo p o r los dos.
H e sorbido tu esp íritu y de él nada queda: tu rostro
se parece hoy a nadie, a una persona
de ésas sin alm a y rostro que vemos p o r la calle
cruzando nuestra vid a para m o rir tan sólo.
264
T res h is t o r ia s d e l a v id a r e a l
(1 9 8 1 )
I. LA LLEG ADA D EL IM POSTOR FING IÉNDO SE
LEO PO LDO M AR ÍA PANERO
!
267
II. EL HOM BRE Q U E SE C R E ÍA LEOPO LDO
M AR ÍA PANERO
268
II I. EL HOM BRE QUE M ATÓ A LEOPO LDO
M AR ÍA PANERO
(TH E M AN W H O SHOT LEOPO LDO M AR ÍA
PANERO)
269
D io s c u r o s
( 1982)
G u id o C a v a lc a n t i
A quel esclavo etíope, de todos el más bello
cuyas piernas huyendo eran m e jo r que ciervos
oh las gotas m ojando tan lim pias sus caderas
de la laguna aquella en que soñé mujeres
y acezando perfecto, ya el sol todo en los ojos
al borde de los juncos lim p ia m e n te cazado.
* * *
EMPERADOR EN EL FANGO
273
m iro vacía la cama
com o siem pre lo estuvo
recuerdo
el lá tig o aún, con la ú ltim a fuerza.
EL QUE H IR IE R A A SU M ADRE
274
D ije que había sido p o r robar los collares
de m i esposa Peni tid e , que esclava
aún es de su am argura, y en m i lecho se acuesta
no sé p o r qué mas p o r lo que ordené
ejecutar a H eleagro fue porque en sus dos ojos
en penum bra veía la llam a de otros dos.
* * *
* * *
A n acreo nte
* * *
* *
276
y que fuera la driada del ú nico p o rte n to
testigo vano y m udo, pues detesto a los dioses:
en m edio de aquel bosque tropezam os a u n n iñ o
y en su espalda rosada, con fuego,
lentam ente escribim os los nom bres.
* * *
* * *
281
M ie d o a las golondrinas en la noche
y de los pájaros que el aire deshace,
m iedo
a encontrar un día, tras de la nieve, lle n o
de m iedo y frío
m i recuerdo.
El ú l t im o h o m b r e
( 1983)
A A ntonio Blanco, A ntonio Rubio
y Fernando Cordero que me ayudaron a escapar
del m anicomio,
salvándome así de la locura
PREFACIO
287
Tam bién he de decir, en esta suerte de P O É T IC A , que,
al igual que M allarm é, no creo en la insp ira ció n . Es más,
considero que la buena lite ra tu ra debe re h u ir a ésta com o si
de una bestia se tratara. La poesía no tiene más fuente que
la lectura, y la im aginación del lector. La lite ra tu ra , com o
decía Pound, es un trabajo, un jo b , y todo lo que en ella nos
cabe es hacer un buen trabajo, y ser com prendidos, cal tro
var non p o rta altre chaptal (porque cantar no recibe o tro ca
p ita l), com o afirm ara la Comtessa de D ia . A lg o que no sabe
decididam ente el poeta inspirado es que tro va r es d ifíc il, que
la buena poesía no cae del cielo, n i espera nada de la ju ve n
tu d o el deseo.
288
PRIMERA PARTE
TO DO S LOS HOMBRES
IG UALADO S A L SUELO Y
TODAS LAS CASAS ASIENTO
DE LOS DIOSES.
LA F L O R DE L A TORTURA
291
ofrecerte m i falo esta noche quem ado
y m is ojos tam bién, m ientras arañas
con tu m ano torpe la b o m b illa queriéndom e,
y el lá tig o de tu voz desm iente m i cabezal
Esto era la cabeza que hubo
esto el m etal de tu voz.
Esto la carne en pedazos p o r el suelo, p o r el suelo
com o un espejo ro to que recuerda
a todos los hom bres.
Ya no soy yo sino eso que torturas,
y una sola flo r en la cabeza,
dos en el pie, y cinco en el escroto.
A l fin a l, com o un regalo
te escupiré m i nom bre al suelo.
Y quedará vacía p o r entero m i alm a, sólo am or
sólo pasión de t i y de tu boca de acero,
de tu M ano que se mueve curiosa entre m is pelos,
que aplica electrodos con prem ura, tiernam ente
a través del la b e rin to de m i cuerpo.
¿Querías saber m i nom bre? Soy el Fuego,
y toda la marea de los dioses
aparece en m i frente. ¿Querías saber quién soy?
Yo soy un gato, una gota de agua salada en tu M ano •
arena de la playa para que en ella com o un n iñ o juegues.
¿Te gusto más desnudo? Para que con m í juegues, sin duda
es m e jo r m i p ie l que el in ú til
enigm a de m i ropa.
292
SOLDADO HERIDO EN EL LEJANO VIETNAM
293
SUEÑO DE U N A NOCHE DE VERANO
294
1
del árbol en que la locura cantara, el búho:
es el o to ñ o en m i cabeza.
Las palabras lib e rta d , p a tria suenan ahora com o el g rillo
o com o la puerta que el v ie n to no conm ueve: m añana
con m is cabellos encenderé la hoguera.
D os pájaros
pelean en lo alto con sus picos.
Tem o m o rir.
Tem o m o rir más que en la batalla
tem o perder el ser, vencida la batalla
p o r m edio de este ru id o sigiloso.
Tem o que caiga el nom bre
com o del m uro
el revoco, el papel, el d ib u jo . ¿Qué es la noche?
¿Qué es el búho? ¡Si un perro ladrara!
Si un perro ladrara devolviéndom e algo
del candor del estruendo, de
la v id de la batalla.
E l e jército ruso no pudo con m i espada:
el silencio, sí.
THOM AS M ÜNTZER,
TEÓLOGO D E LA REVOLUCIÓN
295
su m ano que no trabajó nunca sabe
m over las páginas y engañar a los hom bres.
M u n tze r tiene la pasión y no la idea:
sin duda m o rirá despedazado.
I- la palabra
(D iscurso de Thom as M u n tze r a las masas)
E l m undo se d ivid e en dos:
los hom bres de la carne y los hom bres del verbo.
C uando la palabra cae en la pradera
es llam a.
I I - el hecho
Thom as M u n tze r ha m uerto:
p olvo y nube en llanuras es todo lo que queda
de cualquier gobierno.
296
S E G U N D A PARTE
DO S POEM AS D E A M O R
TROVADOR F U I, NO SÉ Q U IÉN SOY
300
te m ataré m añana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya m añana p o r m í y m i salvación
te m ataré m añana cuando la lu n a salga
cuando veas a un ángel arm ado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te m ataré m añana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío p o r entre tus dos piernas
te m ataré m añana cuando la lu n a salga
te m ataré m añana y amaré tu fantasm a
y correré a tu tum ba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tem bloroso que tengo
los ensueños del sexo, los m isterios del semen
y será así tu lápida para m í el p rim e r lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para ju g a r tam bién con los dados de noche
te m ataré m añana cuando la lu n a salga
y el p rim e r som orm ujo me diga su palabra.
301
TE R C E R A PARTE
V E N C E R LA LO C U R A
H e aquí cóm o caigo en el poema:
qué lentam ente vuelan las águilas
para vencernos en el poema.
U na y otra vez trenzam os
la p a rtid a con el águila
una y otra vez sus alas
azotan nuestro rostro.
* * *
305
viene, angustiosa y lenta
a salvarte la m ano de fantasm a.
Q ué palabras le dices
nadie lo sabe: aúlla.
Estamos los dos solos frente al cielo callando
y unidos p o r la m ano, la m ano de fantasm a.
ORA ET LABORA, I
306
AUTO DE FE
H A IK Ú S
I
A A nto n io Benicio
M ujeres venid a m í
tengo entre m is piernas
al h ijo que no nacerá jamás.
* * *
U n lago ha nacido:
en m i cráneo
flo ta n los peces.
* * *
«A Vicente Aleixandre»
311
En la arena
yace un m uerto
es lo m ism o
yacer entre palabras.
* * *
Los vivos
imitan a los muertos:
se p in ta n las cejas
y los póm ulos
colorean de ro jo .
* * *
Estoy de ro d illa s ante la roca.
Q u ié n fu i, lo sabe la roca.
Q ue no seré nadie al fin , la roca lo dice
y el valle lo d ifunde .
* * *
U n cerdo
cierra la puerta
un ave
cae com o saliva sobre la página.
* * *
P in to m is uñas.
Pienso en m i herm ano
tum ba entre tum bas.
* * *
M e jo r el barco pira ta
que la nave
de los locos.
M ás atroz que eso
la lu n a en m is ojos.
Sé más que u n hom bre
* * *
312
Sé más que un hom bre
menos que una m ujer.
* * *
D e una roca
penden dos hom bres
m e jo r sería
pender de una nube.
313
QUINTA PARTE
INÉDITO CONTEMPORÁNEO
DE NARCISO
T
\
(narración) «escondidos, inm ensam ente ocultos, tem iendo
siem pre el largo g rito de los Guardabosques, escondidos, in
mensamente ocultos. C ontábam os los árboles, deshacíamos
senderos, repetíam os las grietas. H ablábam os con palabra
que no puede ser dicha, estudiábam os la grieta, contem plá
bamos con perezoso afán sus recados.
317
w
SEXTA PARTE
DE CÓMO EZRA POUND PASÓ
A FORMAR PARTE DE LOS MUERTOS,
PARTIENDO DE M I VID A
I
321
en el escaparate, gentío que aplaude
en la hoguera los ú ltim o s gestos
de Juana de A rco. ¿Qué
m ira n : la m uñeca — vendida hace cuatro años— tiene
para sus ojos un tatuaje
negro en el ano, y
ro jo , y a m a rillo tam bién en el ano. Y su ca
beza cae p o r sí sola y rueda
com o una pelota de
patada en patada y una
mueca de su boca
constantem ente rehecha. C om o caen
dentro de m i alm a, de roca en roca
los hom bres que conocí, y todos los
rasgos y los gestos se confunden en
un m o n tó n de ropa sucia, casca
da in fo rm e de
piernas, brazos, ojos, ojos
cayendo de roca en roca o
esparcidos por el suelo.
La marca de los hom bres se seca aquí.
«De cada lado de la verja sendas co
lum nas esta
ban adornadas con una Estatua
de la Locura, personificada p o r una cabeza con
una m ueca (a la m anera com o u n elefante esculpido
p o d ría adornar h o y la puerta de los Z o o s). Según
R o b e rt Redd («Bedlam on the Jacobean Stage») la v is ita
de esa casa de locos era una de las grandes diversiones
dom inicales de los londinenses. Los visitantes pasaban
p o r esas verjas llam adas «penny gates» porque
la entrada costaba m uy poco, m uy poco. E l visitante
después
de haber depositado su
322
espada en el vestuario, donde quedaba hasta su vuelta, tenía
derecho
a recorrer todas las divisiones, las celdas, ha
b la r con los enferm os, y burlarse de ellos. A
cam bio de sus agudezas dábales
en ocasiones algo de com er, o b ien les
hacía beber a lcohol para
estim ularles a seguir d iv irtié n d o le .
U n grabado
de H o g a rth m uestra a un lib e rtin o te rm in a n d o
su carrera de v ic io encadenado
en B edlam en una celda m iserable en donde
las damas visitantes le contem plan con
una m ezcla de curio sid a d y desprecio».
D a n ie l H actucke,
«Chapters
in the H is
to ry o f the Insane in the B ritis h Islands» y
el m ar se seca aquí, y la marea de los hom bres
aquí, en esta cabeza tra n q u ila y vacía. Y el rey
n ó rd ic o F o ru d j ordenó que nadie
más naciera en sus islas, y nadie nació aquí.
Y los he vis to caer, y d e n tro de
los que caían, unos que sabían
hacerlo y otros no-éstos más aprisa y otros
cayendo en la inm oralidad y el pacto: «Estos sobrevivieron». Que
dó u n id io ta sentado
a las puertas de palacio relatando
confusam ente una h is to ria
lle n a de fu ria y de ru id o s, pero
había tam bién cla rid a d en su calva, y
cuando callaba. Y en su
cabeza calva estaba escrito:
«La m area de los hom bres se seca aquí».
323
II
K o n o s h ir o
324
I ll
325
v iv ía y vedla se aleja
sentada en el carrom ato
del circo , m oviendo las piernas». Y luego el m o rib u n d o
— el hom bre de las m arionetas— m uere y la
m arioneta lo arroja, v iv o , a las basuras, vacío
de toda palabra y sin saber ya su nom bre que
nunca supo. Y sin em bargo yo
encontré en él
M u e rto , un Ben Vezi, encon
tré entre los m uertos m i
Ben G aran-que
sigan hablando los
lausenhadors pues
he m u e rto y sé m i nom bre, sé
«faire u n vers de d re it nien» y
m ontado a caballo no puedo, pienso, n i puedo.
«Sin o lv id a r p o r e llo los s u frim ie n to s de»
«ni la fo rm a de una n iñ a n i...»
326
de azul com o el cielo apagando
las luces que ella m ism a encendió, más allá de tus ojos, en el
cam ino de las luces que se encienden y apagan.
Y esa m u je r es D io s — «Et b ien que
le so le il m ’é c la ira it encore penda nt un
ce rta in tem ps, il ne le fit c o n ti-
nue lle m e n t. E t lors qu’il se
cachait, a peine pouvais je com -
prendre m o n propre travail»— Y lo m ism o m i
Ben Vezi de entre los m uertos que hablan: «I
th o u g h t I
was V illo n , A rn a u t, b u t
ju s t an in s ta n t and the flam e was gone» y
sin em bargo pese al titu b e o
obsesionante de la antorcha que avanza
p o r delante de tus ojos a través de ellas
viste el ro stro — tu ro stro — esculpido en la m ontaña
— la m ontaña que tiene la fo rm a de u n ro stro —
y hallaste
el lugar exacto del callejón sin salida. Y he aquí que, agachado,
orinas y m ientras vienen a darte
su fe lic ita c ió n los h ijo s
y la m adre del sol. Vallados
en el Ja rd in des Plantes, rejas que proh íb e n la fuente, y
sin em bargo
una n iñ a llegó con una sola pierna, m archando sobre
el estrecho reborde de piedra
hasta la fuente. Y de su fre n te
cayó largam ente una llu v ia de pelo, y sus
cabellos llo v ía n y caían del cielo
y el v ie n to no lograba detener la llu v ia .
U n o jo
un o jo p e rd id o en el m ar, pero
el león saltó co n tra la llu v ia
que
caía sobre aquellos viejos durm ie n d o en las esquinas ju n to
a una b o te lla vacía al lado
de este papel y uno
de ellos se levantó seca suciedad, sudor seco y
m u rm u ró
— nadie le oyó—
«¿Estoy m u e rto o no estoy m uerto?»
O jo p e rd id o en el m ar pero
el león salta co n tra la llu v ia ,
no de pelo. N o hay e rro r
posible si todos, absolutam ente
se han com etido. U n o
de los fu n cio n a rio s que inspeccionaban las ruinas
v in o a m í y me m ostró un
pez m u e rto hallado bajo
las alfom bras, u no más. Y el pez
a b rió los ojos cuando le hablé: «Vete,
tu tie m p o ha te rm in a d o ,
y una palom a sobre el altar».
V ariante 1999.
L u i seul sait p le u re r y m i
cuerpo es u n cáliz.
L u i seul sait p le u re r y
no llo ró , soy u n cáliz, una
alegoría del Fuego com o en A rc im b o ld o V
de piernas abiertas y
a llí m iró . Y en el agujero
oscuro estaba É l y le
d e vo lvió la m irada.
L IS T A D E M U E R T O S : 5 .0 0 0 .0 0 0 , la
tercera
328
p a rte de los hombres que cuelgan
de tu boca y luego caen. Cae tam bién parte de tu boca,
u n tro zo de labios rojos, en el suelo, en el p o lvo . «Vengo
del país
de los ladrones de palabras, de los hom bres que escuchan
sólo para poseer la palabra y hablan
para d o m in a r y no saben leer». Y hay
un hom bre que me espera en el Sur. «Y algo
les dijiste?»
Pregunté
p o r qué los m udos no espantan, no les. Y
m i cabeza seccionada está a llí, sobre el m uelle, ju n to a las
llaves, a la izquierda
de la lám para. Y continué después de decirle p o r qué
la prueba del canto — la preuve d ’am our—
la prueba del canto es no tocarlo, y
los m uertos hablan a través de m í.
IV
329
y el cadáver de D io s sale
flo ta n d o de un río que m ana
de m i vagina: hendiduras en el aire, a través de las cuales
pase tu m ano. Y de entre
los excrementos nace u n árbol,
de vida, verde, m ojada ya p o r el rocío, y algo
canta a llí entre m is heces, com o cristal. O ri
nar sobre el m uerto, en lugar de
«oscurecer los textos con filología»
y pasear m uerto entre los m uertos; m ejor
pasearse vivo entre los m uertos, y hablarles com o
a iguales, y escribir
m ientras bebe tu breve
o rin a ávidam ente, pájaro,
lo que no puede absolutam ente ser escrito.
330
que su nom bre, que la Letra que falta: H en.
«Fine della parola, d i tu tto quello
che era da udire»: S O B R E N A D A (A n
gelus Silesius, nada
d o r que surge del U n g ru n d , una cruz
se levanta sobre el U ngrundsprache, largo el viaje p o r mar.
Pájaro que ubica su vuelo en el cero absoluto:
¿no oyes cóm o callan las voces?
«E l ’uom o se ne va».
VI
331
silenciosam ente se derrum ba, hum ildem ente y
el semen y el loco y el perro y la m irada
perpleja a la paz de los escombros.
V II
332
esclavos y leones... y
cuerpos desnudos....
......que se disputan tus ojos... en la arena gladiadores....
a---(.
K (a)<; • (cru) pßaX ( óvte?
- - ) T)V - - 8 ’ek ( • ) • (
- - ) ............ ( (y ju n ta n d o
V III
333
puedes lanzar ya una m irada a las
«visiones del renacim iento» y a la vez saber,
saber p o r fin , firm em ente saber
que has entrado, al fin , has puesto el pie
suave y desnudo en el Palacio A m a rillo de los M uertos.
334
7 POEMAS
( 1985)
U om o ch’alla S icilia a b iti
guardati d ’a p rir la po rta
ch’alla tua isola vien d ’a rrivar
uno ch’é m o rto : uno ch’é m o rto e vive
n e ll’isola scaíza, uno mezzo b ru lla to .
* * *
* * *
N o b o d y to ld me the lo n g h is to ry o f Priam o
the lo n g destruction, the w a itin g o f the slave
under the fa llin g w alls.
* * *
H a y un sol en la tarde
que nos m ira y nos llo ra
hay un bosque de nieve y una piedra de sangre
hecha para los sueños lentos más que la piedra
lentos com o pisadas de lentos policías
que buscaban la m uerte seguidos p o r los perros
atroces de D iana.
* *
337
E ra un dios en la som bra que escuchaba el sonido
de árboles vacilantes
de niños y de falos
y la som bra tras los árboles llo ra b a .
* * *
DYONISOS
338
Ú ltim o s poem as
( 1986)
U om o ch’alla S icilia
a b iti, guardati d ’a p rir
la porta: che vien d ’a rrivar
alia tua isole, l ’uom o ch’é m o rto .
U om o che p iú non vive, uom o che non dice
ché sträne cose, a m b izio n i d i m o rto .
U o m o che n on á per core
che una insegna, cinque segni
a ffo n d a ti sul petto come nave
che il m ar á affogato.
G uardati da quest’uom o,
uom o della S icilia , che viene d’arrivare
alia tua isola
uno ch’é m o rto .
* * *
341
M archo in clin a d o , m irando al suelo;
los m uertos están boca abajo. Sin duda
m o riré en la calle.
E n tro en el bar y el cervecero
ya está, com o siem pre, la copa en la m ano
anunciando m i m uerte.
342
con la idea d el s u ic id io , con la idea de aplastarm e com o a u n
re p til.
T odo hom bre es un rey entre almenas que sienten
todo hom bre es castillo de una princesa m uerta
todo hom bre, una máscara rodeada de tenedores
y un cadáver que escupe la boca de un fauno.
L lo ra n m is ojos en la frente
m is enem igos han m uerto,
sólo queda
la vergüenza de la vida.
D e m í sólo queda la vida,
las m anos que se m ueven,
los ojos de la frente,
las lágrim as sin dueño:
m ientras los hom bres m ueren
la barba crece.
Guárdate, am or, de cruzar el río
que nos separa,
la vida es sólo un árbol
un árbol
que crece.
Crece el poem a com o un árbol
y entre sus ramas, com o niebla densa,
alabando a la noche,
m i padre
se ahorca.
E L MENSAJE
343
el desierto pelado de su m ano
donde los niños dialogan con los hom bres
acerca de un m uerto que llevan en su m ano.
II
III
344
IV
VI
C om o un geranio se pudre
los sapos viven su vida.
Escuchan pasar las moscas
las espantan cuando pueden.
C om o a los cuervos la noche
les es siem pre favorable.
V II
345
V III
Surge en el cielo la aurora,
se esconde el sol tras los m ontes.
Igual el paso del sapo
por los bosques.
IX
Los sapos y las culebras
levantan la piedra y salen
cuando el día se oscurece
y llueve fuego del cielo.
X
Son herm anos de los buitres,
se parecen a los cuervos,
con las serpientes se hablan
y enm udecen ante un m irlo .
XI
N o tienen fe en el fu tu ro
los sapos com o las aves.
C am inan sobre las tum bas
dejando en ellas su baba.
X II
Los días de lu n a llena
se esconde el sapo en los bosques.
C uando amanece, la aurora
lo persigue p o r los m ontes.
346
■F»,
X III
X IV
347
Poem as d e l m a n ic o m io
de M ondragón
(1 9 8 7 )
A quien me leyere
351
I
«dérisoires m artyrs...»
St é p h a n e M a lla r m é
E n el obscuro ja rd ín del m anicom io
los locos m aldicen a los hom bres
las ratas afloran a la C loaca Superior
buscando el beso de los Dem entes.
LAM ED W U F N IK
356
EL LOCO AL QUE LLAMAN EL REY
* * *
a José Saavedra
357
peor que el o lv id o y la m uerte
y que rasga la puerta ú ltim a cerrada
con un sonido que hace correr a los niños
y g rita r en el lím ite a los sapos.
358
II
St e p h a n e M a lla r m é
En m i alm a p o d rid a atufa el hedor a triu n fo
la cabalgata de m i cuerpo en ruinas
adonde m is manos para m ostrar la v ic to ria
se agarran al poem a y caen
y una vieja m uestra su culo sonrosado
a la v ic to ria
pálida del papel en llam as,
desnudo, de rodillas, aterido de frío
en a c titu d de triu n fo .
* * *
a M arava
A Inés Alcoba.
S i la beauté ríé ta it la m o rt
361
que a los inm ortales conduce
toda m u je r
se transfigura en la tum ba y adorna
en el eterno peligro de la nada
así, querida
sabrás m uriendo lo que es el A d o rn o
y te adorarán los pulgones y aplaudirán las ranas
de ellas com puesto el canto eterno de la nada
oh, tú , herm ana
llena con tu cántico m i noche
de tu susurro delgada herm ana
de tu sollozo
que la nada devora
sabiendo así lo que es el A d o rn o
las chotacabras avisan Su Llegada.
A M I M ADRE
(re iv in d ic a c ió n de u n a herm o su ra )
362
y dicen que llueve p o r nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poem a expira
te digo com o un n iñ o , ven
he co n stru id o una diadem a
(sal al ja rd ín y verás cóm o la noche nos envuelve).
LOS INMORTALES
* * *
Llega del cielo a los locos sólo una lu z que hace daño
y se alberga en sus cabezas form ando un n id o de serpientes
donde invocar el destino de los pájaros
cuya cabeza rigen leyes desconocidas para el hom bre
y que gobiernan tam bién este trágico lupanar
donde las almas se acarician con el beso de la puerca,
y la vid a tie m b la en los labios com o una flo r
que el v ie n to más sediento em pujara sin cesar p o r el suelo
donde se resume lo que es la vid a del hom bre.
* * *
363
D e l p o lvo nació una cosa.
Y esto, ceniza del sapo, bronce del cadáver
es el m iste rio de la rosa.
* * *
D ebajo de m í
yace un hom bre
y el semen
sobre el cem enterio
y un pelícano disecado
creado nunca n i antes.
C aído el rostro
o tra cara en el espejo
un pez sin ojos.
Sangre candente en el espejo
sangre candente
en el espejo
un pez que com e días pre
sentes sin rostro.
H IM N O A SATÁN
364
donde m oribundos descalzos
se dan la m ano día tras día
buscando entre la m ierda
la razón de su vida;
ya que nací del excrem ento
te amo
y amo posar sobre tus
manos delicadas m is heces.
T u sím bolo era el ciervo
y el m ío la luna
que la llu v ia caiga sobre
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
com o el su icid io , sueño
sin ángeles n i m ujeres
desnudo de todo
salvo de tu nom bre
de tus besos en m i ano
y tus caricias en m i cabeza calva
rociarem os con v in o , o rin a y
sangre las iglesias
regalo de los magos
y debajo del c ru c ifijo
aullarem os.
365
a nosotros la m em oria del
h ijo que nació de tu vientre.
N o hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen a ullar com o
aullaban
en el G ólgota los dos ladrones.
M u je r,
no te arrodilles más ante
tu h ijo m uerto.
Bésame en los labios
com o nunca hiciste
y o lvid a el nom bre
m a ld ito
de Jesucristo.
D anza en la nieve
m u je r m a ld ita
danza hasta que tus pies
descalzos sangren,
el Sabbath ha empezado
y en las casas tranquilas
de los hom bres
hay m uchos más
lobos que aquí.
Luego de b ailar toca
la nieve: verás que es buena
y que no quem a tus manos
com o la hoguera
en que tanta belleza
arderá algún día.
P artiendo de los pies
hasta llegar al sexo
y arrasando los senos
y cham uscando el pelo
con un c ru jid o com o de
moscas al estallar en la
vela.
Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrim a
y tu a u llid o .
EL F IN DE LA PSIQ UIATR ÍA
367
o cinco años; en efecto, los niños padecen dichas alucina
ciones de una fo rm a n atural: de ahí el retorno in fa n til al to
tem ism o, del que hablara tam bién el fundad or del psicoaná
lisis.
Pero el cuerpo hum ano, que, salvo para los niños, es un
secreto, contiene igualm ente alucinaciones olfativas, aunque
éstas no rem itan a inconsciente m etafísico o ju n g u ia n o al
guno, es decir, a inconsciente alguno de la especie o, en otras
palabras, a su pasado, en el que los dioses están bajo la fig u
ra de totem s, pues no en vano la palabra «zodiaco» significa
en griego anim ales. Dioses estos, pues, corporales, hijo s del
Sol y de la T ierra.
H e aquí, p o r consiguiente, que el cuerpo contiene la lo
cura y com o el único cuerpo entero que existe es el cuerpo
in fa n til, es p o r ta l m o tivo que la esquizofrenia tuvo p o r p ri
m er nom bre «dem entia praecox» o dem encia traviesa. Respec
to a la paranoia, su problem ática es trip le o, en otras palabras,
quiero decir que existen tres tipos de paranoia, pues ya nos
d ijo E d w in Lem ert que no existe la paranoia pura; uno de los
tipos de paranoia, cuyo síndrom e es el d e lirio de autorrefe-
rencia, nos reenvía al problem a de que el psiquism o anim al
es colectivo, y ése es el magma alquím ico, en cuyo seno se
hunde ta l género de paranoico. E l o tro género de paranoico
es el que proyecta su agresividad, con frecuencia, sobre su
m u je r en el d e lirio de los celos. E l tercer género de paranoi
co es el que, según ya d ijo E d w in Lem ert, tiene realm ente
perseguidores. Ése es el caso al que yo llam o el caso Jacobo
Petrovich G o lia d k in (el protagonista de E l doble de F. M .
D ostoyew ski). Es un sujeto con frecuencia deform e, enano o
sim plem ente raro, o tan oscuro com o Dreyfuss, que es v íc ti
m a de agresiones, hum illaciones y vejaciones p o r parte de sus
amigos o com pañeros de o fic in a — o, a veces, de un portero,
o sencillam ente de un camarero— , y que para dar sentido es-
368
té tico a su vivencia se inventa a los masones, o a la C .I.A .,
m etáforas que reflejan a tan som bríos compañeros.
Las otras locuras son frecuentem ente p ro d u cto de la psi
quiatría: ta l es el caso de las alucinaciones auditivas, que no
existen en estado na tu ra l alguno y que son p roducto de la
persecución social o p siq u iá trica que cuelga, com o vulgar
m ente se dice, en lugar de explicar o aclarar. Pues cada ser
hum ano puede ser en potencia un psiquiatra, con sólo pres
tarnos la ayuda de su espejo. Pasemos ahora al caso de D rey-
fuss; el caso D reyfuss, en verdad, fue, com o el m ío, un caso
m u y extraño. N i yo n i él entendim os el origen de la perse
cución; su naturaleza, sin em bargo, o su m ecanism o puede
definirse com o el efecto «bola de nieve»: se em pieza p o r una
pequeña in ju s tic ia y se sigue p o r otra y p o r otra más aún
hasta llegar a la in ju s tic ia m ayor, la m uerte. O bien com o en
el lynch em pieza uno y co n tin ú a n todos. Así, yo he sido la
diversión de España durante m ucho tie m p o y, a la m enor
te n ta tiva de defenderm e, encontraba la m uerte, p rim e ro en
Palm a de M a llo rca en form a de una navaja y, luego, en el
m anicom io del A lonso Vega (M a d rid ) en form a de una je
rin g a de estricnina; pero todo p o r un m o tiv o m u y oscuro,
no sé si p o r m i obsesión p o r el proletariad o, nacida en la
cuna de la m uerte, o bien, p o r m iedo a que desvelara los se
cretos de un golpe de Estado en que fu i u tiliz a d o com o un
m uñeco, y en el que los m ilitares tu vie ro n , p rim e ro , la cor
tesía de apodarm e «Cervantes», para llam arm e después, en el
ju ic io , «el escritorzuelo». Pero no son sólo los m ilitares los
que me usaron; en España me ha usado hasta el portero para
ganarse una lo te ría que de todos depende, porque el psi-
quism o anim al es colectivo, y éste es el m o tiv o de que el
chivo e xpiatorio regale gratuitam ente la suerte, en un sacri
fic io ritu a l en pleno siglo X X , en nom bre de un dios que ya
no b rilla , sino que cae al suelo herido p o r las flechas de
369
todos. Ese dios al que todos odian p o r una castidad que ha
convertido al español en un m u lo y en una m ala bestia. A l
parecer toda España ha rodeado am orosam ente a la m uerte
entre sus brazos, y la prefieren al sexo y a la vida.
Q ue ella les dé al fin su ú ltim o beso en la pradera célebre
del uno de m ayo.
370
G lo bo r o jo
( 1989 )
Los años han ro to m i cara
y dicen que no es sangre, sino pus lo que corre
lentam ente p o r el tem bladeral de m is venas
donde agoniza un dios del pasado
que desde el poem a nos llam a con la m ano de u n m uerto.
D IA R IO DEL M A N IC O M IO DE M ONDRAG ÓN
R elación de u n asesinato
6 de enero
5 de enero
4 de enero
373
E n tra Billy el n iñ o , jugando a vaqueros, y lleva en la
mano mi alma.
3 de enero
6 de enero
4 de enero
3 de enero
4 de enero
374
6 de a b ril
7 de a b ril
2 0 de a b ril
F IN
375
C o n tra E spaña
Y OTROS POEMAS
NO DE AMOR
(1 9 9 0 )
379
H IM N O A LA CORONA DE ESPAÑA
Q ué es m i alm a, preguntas
a una im agen atado.
Es un dios en la som bra
rezándole a la som bra.
Es quizá un esclavo
lam iendo con su lengua las sobras de la vida.
La soga que en el cuello
llevábam os atada fá c il es desatarla,
p o r cuanto es ilu s ió n sólo, lo m ism o que la vida,
que el d o lo r y la m uerte y el sueño del dinero.
La vejez dicen sólo responde a tu pregunta.
U na p ie l arrugada y un hom bre al que avergüenza
380
m irarse al sediento espejo.
U n día m o riré . U n día estaré solo,
un alce cabalgando en la calle, y el aire
será para m is ojos la señal de la huida.
Ya no serán manos m is manos,
n i un solo buen recuerdo
a la vid a me ligará ya entonces.
Veré pasar un n iñ o p o r la acera de espanto
y le preguntaré m i nom bre si m añana renazco.
381
blanca com o Jesús y lim p ia com o el m iedo,
com o el sudor de espanto que denunciarles fuera
entre arom a de alcohol y vie n to de cerveza,
sím bolo y prez de lo que m i vid a fuera
antes de que llegaran los m ilitares,
para lim p ia r España y barrer m i existencia
que para los camareros un pelig ro fuera.
H o y día no me encuentro y soy com o perdido
y tem o sobre to d o a la bandera.
Q ue un día de m i m ano com erán ya las moscas
y seré sólo espectro en la acera h u m illa d o
clam ando día y noche contra el golpe de Estado.
Bajarán las palom as y entrarán en las casas
si un día com o el v ie n to llegan esos soldados.
Y estaremos desnudos com o u n blanco disparo
para saber que España no quiere más que v iv ir si puede
y si no llo ra r o beber en la barra
sedientos de la frente en la blanca marea.
382
u n m endigo os espera al fin de la calzada
aún llevando en sus m anos una lám para oscura
que ladrar tam bién sabe, y d is tin g u ir las joyas
del oro más tem ible, el de la m ente
que aquí agoniza a veces, y otras m uerde
com o el labio del sol, o la llanura.
ETA M IL IT A R R A
APARICIÓ N
383
se retuerce feroz com o una serpiente
y pide a los durm ientes que la vean
despierta para siem pre y aterida
con pájaros que vuelan sobre ella
y el la d rid o de u n can que la despierta
y dice: m ira, hom bre caído, m ira a la m añana
que otra vez se levanta para co n tin u a r la to rtu ra
p o r m ucho que tu alm a exhale excementos
que la rosa sim ulan y la vida
entre las paredes feroces de este cuarto
que son com o la celda del condenado a m uerte
con días que reviven la sentencia
y d i: ¿eres del hom bre o eres de la nada?
yo sólo puedo m i evangelio decirte
si has caído nadie te levantará ahora
eres som bra y nada
y boca que pisotean los hom bres
y una hez en las manos
ofrecida a los hom bres y a los lobos
cuyos dientes asoman, cercenando el poem a
cuando alguien entra en la habitació n a oscuras.
TÁN G ER
384
donde la m ierda habló de D ios
deshaciéndose
poco a poco entre las manos
en el acto de la lectura
y una palom a
sobre cuerpos nudos de árabes
cam inando, bárbaros, sobre la llu v ia
y sobre la tum ba del poema im plantando sus espadas
y la m uerte.
385
F IN A L
* * *
E n la selva caímos
en la oscura selva
sin o tra salida
que un agujero negro para caer tan sólo
y jamás levantarse:
que el to ro nos salve
e ilu m in e la selva
y guíe nuestros pasos p o r el negro agujero
prom etiendo una lu z que la selva destruya
una lu z donde asentar la vida
que el to ro nos salve
y haga un hom bre del hom bre
y sendero el oscuro
cam ino de la selva
que el to ro nos salve
386
ya que prom esa oscura
es el oro de nuestra saliva.
LA M O NJA ATEA
387
p o r la piedra de nadie que hiere y m ata
m ientras llueve. M ientras llueve quizás eternam ente
y la llu v ia im p rim e al m undo la fig u ra de un rostro
que no nos deja olvidar, com o el c o lo rid o ó xido de la farola
de Londres que entre la brum a b rilla
para que no olvide
el cadáver de aquella p ro stitu ta .
PETER PUNK
* * *
388
cruel de la rosa demacrada
del castigo en silencio m ientras silban los pájaros
p o r el blanco him eneo, p o r el him eneo en las ruinas
p o r el him eneo entre las ruinas del bosque!
T ú , el ú ltim o testigo atroz de u n ciervo
atroz que relincha entre m is m uslos
p id ie n d o la paga del soldado, la lim osna
de un poco de semen para saciar los ojos
un poco de semen antes de la batalla perdida
y luego volver al prado en que duerm en los elefantes!
Q ué sea el cuerpo, nadie lo sabe, sino unos ojos
que buscan tu cuerpo en la nada del bosque
y clam an otra vez p o r el a u llid o , el a u llid o en la nada del
bosque
el g rito p o r el h ijo m uerto,
la m adre que llo ra en la noche!
Soy sólo u n cerdo que reclam a la protección del silencio
la escolta blanca rodeando el féretro de la dama
frágilm ente asida p o r un h ilo al silencio
con cientos de ojos blancos rodeando la nada!
Q uiera D ios que si m uero donde estoy no se vea
y haya sólo leyendas en to rn o a la princesa caída
escoltada p o r m is m uslos, sedienta de caída
de la caída atroz de una perla entre otros m uslos
para dar fe aun de que el cerdo vive
y saciar con lo im posible la sed de la dama,
la sed de la princesa caída!
Y que esto sea el tú m u lo de hom enaje a la caída
princesa que reposa en m is m uslos,
que m atará m añana el alba o después de estos versos
en la nada que sigue a la lectura
cuando la lu z revive en el com edor de los hom bres
cuando la lu z que m ata llam a en to rn o a los hom bres
389
a festejar a la princesa caída
la derrota al pie de la página, en los bordes del verso
para que los hom bres se intercam bien las leyendas de la
princesa caída
y festejen con v in o su fin , y su derrota
y arrojen en el v in o la ceniza, para beber aún más
para que nadie exista p o r un instante en el b rin d is de lo
im posible
que es lo que busca el verso y el te m b lo r de su caída.
AÑORANZA DE ALCIDES
390
LO QUE STÉPHANE M ALLARM É
QUISO D EC IR EN SUS POEMAS
EL ENMASCARADO
391
y sobre la cruz disparen
en la selva.
IN ÉD ITO S DE POEMAS D EL
M A N IC O M IO D EM O N DR AG Ó N
M i ano es todo lo p ro fu n d o
solo construye un m undo
u n n iñ o baila en el d ib u jo
com o la rosa de lo in m u n d o (I).
* * *
392
Los labios de los hom bres
dicen que la m u je r es bella
y m ienten.
Sin em bargo tú eres bella com o de la m u je r
dicen los lib ro s y las leyendas
y pensé en besarte al am paro de la m uerte
única segura com pañera
y eyaculé sangre pensando que me amabas.
H o y de aquella Zaragoza que la am istad nom bró
sólo queda
sobre la mesa un ejem plar sin vida
de V ida ávida de A ngel G uinda
y unas voces que oigo en las pesadillas.
PARÁBOLA DE LA LECTURA
* * *
* * *
393
C om o si parecido a un hom bre cam ino entre las calles
buscando un ano en donde h u ir del hom bre
com o si parecido al hom bre cam ino ante el filo
atroz de una navaja parecida al hom bre
en la noche
que b rilla más que el hom bre.
* * *
* * *
CUERPO
394
un lá tig o en m i boca y
el agua mueve m is pies
m i oído acaricia la llu v ia
cercado está m i cuerpo p o r los ojos.
* * *
* * *
¿Y si la Esposa muere?
¿Bailaré con el oso?
¿Bailaré con el oso que sin cesar su boca
me m uestra, y com o u n abism o el m is te rio de sus dientes
bajo la lu n a pálida
donde m ueren los peces?
Si la Esposa m uere
quedará sólo el oso
bailando bajo la luna
395
en que m ueren los peces
pero entra en el reino
donde viven los hom bres
diciendo : yo soy el que m is heces
tallé de la piedra de los versos.
Y si la Esposa m uere
es ésta su ceniza.
SECRETOS D EL POEMA
AMANECER SOBRE LA TU M BA
E n la playa de la noche
m ostraba m is ojos a las sirenas
que jugaban im punem ente con m i pene
con el falo que en el lecho m aloliente
deshacen los sueños y cae la piedra
del pensam iento al suelo.
PASE DE RABIA
IN VO C AC IÓ N Y LECTURA
D e l co lo r de la vejez es el poem a
que a la vid a in su lta y a los hom bres increpa
llam ándoles con voz de sirena hacia el desierto:
qué larga es hacia la nada la procesión de los hom bres
con gritos y relinchos, y fuego en los dos ojos
y ceniza que cae señalando el cam ino
y alabando al abism o la página que escribo
y que se dobla y se tuerce entre tus manos.
N AC IM IEN TO DE JESÚS
Cae de la mesa el v in o
y el pan ro to p o r la risa se convierte tam bién en v in o
397
y una m u je r m uerta en la cocina recita ante el fuego
que no quem a
lentamente el Evangelio de la Sangre.
* * *
* * *
398
ALBA
399
EL A U LLID O DE JOSÉ DE ARIM ATEA
PERSIGUIENDO LO H U M AN O
VOLVER A EMPEZAR
a J u lio
R E G A L O DE U N HOM BRE
400
y D ios se esconde entre m is muslos
y m is padres piden perdón p o r haberm e entregado
desnudo a los hom bres en la oscura llanura.
AR S M AGNA
Q ué es la m agia, preguntas
en una habitació n a oscuras.
Q ué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hom bre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.
BR ILLO EN LA M ANO
POBRECITO
401
IN M O LA C IÓ N EN EL POEM A
H U N D IM IE N TO
402
CANC IÓ N PARA U NA DISCOTECA
N o tenem os fe
al o tro lado de esta vida
sólo espera el ro ck and ro ll
lo dice la calavera que hay entre m is manos
baila, baila el ro ck and ro ll
para el ro ck el tiem po y la vid a son una m iseria
el alcohol y el haschisch no dicen nada de la vida
sexo, drogas y ro ck and ro ll
el sol no b rilla p o r el hom bre,
lo m ism o que el sexo y las drogas:
la m uerte es la cuna del ro ck and ro ll.
Baila hasta que la m uerte te llam e
y diga suavemente entra
entra en el reino del ro ck and ro ll.
403
L lovía y a p a rtir del atardecer que siguió a la noche
de los conjurados, el m undo no fue ya sino cadáveres y llu via
y voces de viejas damas que hablaban en las sombras.
404
H e r o ín a
O tro s Po em as
( 1 9 92 )
Tengo m i p ip a de opio a l lado
de un lib ro de m etafísica alem ana.
E l tiem po, y no España, d irá quién soy yo.
ACERCA D EL PROYECTO HOM BRE
409
Enseñar a un joven a valorarse a sí m ism o es todo lo con
tra rio del proyecto h o m b re : no se trata aquí de empeñarse,
sino de levantar im agen.
M ientras la psiq u ia tría caza ensueños y persigue con la
saña de la leva el sueño d iu rn o el proyecto hom bre realiza al
fin esa « plot theory» que el m a rxism o im aginó p ro viniend o
del papeleo del Estado, culpable de todo m enos de eso.
Vaya m i firm a y el rostro aún convulso de D reyfuss para
lu char contra una uto p ía que, entre sus proyectos, no in c lu
ye el hom bre.
410
H e r o ín a
E l diam ante es una súplica
que tú inyectas en m i carne
el sol asustado huye
cuando eso entra en m i vena.
* * *
D e m ujeres y saliva
sólo está hecha la vida:
la heroína es más que el ser
y algo que a la vid a excede.
* * *
Q ue estoy vencido lo sé
cuando el veneno entra en sangre
el triu n fo es una b u rb u ja
me deshará la mañana.
* * *
* * *
C o n ta r ciervos en el llano
es deporte de poeta
de hom bre es buscar avaro
placer en una cuchara,
oro en el excrem ento
para que el a u llid o m uera.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
La aguja d ib u ja lenta
algún ciervo entre m is venas
cuando el veneno entra en sangre
m i cerebro es una rosa.
* * *
415
...Y OTROS POEMAS
EL BUCO
EL F IN DE UNA M AR
419
LA RIM A DEL VIEJO MARINERO
UNO MÁS
* * *
420
LE M ARCHAND D ’A IL ET D ’OIGNONS
ASCENSIÓN Y C AÍD A
421
1
P ie d r a negra
O DEL TEMBLAR
( 1992 )
1
«En adelante esta página donde ya nada se inscribe»
Sa in t -J o hn Perse
I
Sa in t -J o h n P erse
Este árbol es para los m uertos. Para nadie más que los
m uertos.
Crece, todopoderoso sobre la tie rra , com o un ciprés
gigantesco,
com o u n fantasm a al que
niños babeantes abrazarán con frenesí, y g rita n d o com o
ratas
¡Scardanelli, Scardanelli!
Y el recuerdo apesta.
Y la vid a apesta, com o lo que es, com o una m ujerzuela
que te m ira el m om ento de acostarse, y ver entre las
sábanas su
cuerpo in fe cto
com o una m ujerzuela
esperando en una esquina para siem pre la m uerte
com o el encuentro a solas de Jack the R ipper
con su recuerdo, en una habita ció n a oscuras, sin más
recuerdo
de lo hum ano que una estufa y unos pies y un periódico
arrugado.
Y que este encuentro firm e ese poema,
este feto de ángel, esta excusa
para no te rm in a r hoy con m i vida.
427
II
a l m isterio de m i m adre
428
I ll
ASESINATO
L e o p o ld o M a r ía Pa n e r o
429
IV
SÚCUBO
PIEDRA NEGRA
430
con pena del asesino, con tib ia extrañeza
de la jib ia (1) que entre sus manos se retuerce
p o r te m o r a ser m irada p o r D ios,
y ver en su lu z que no merece
n i m ereció nunca la vida: y que él arroja
desde lo a lto del cielo a Despeñaperros
diciendo : tan a lto subió tu o rg u llo
m ira ahora que cae igual de rápido.
Pero ya voy, m adre, a encontrarm e
con la única m u je r que he conocido, y que es la m uerte
cuyo cuerpo con v ic io tantas veces he tocado
riéndom e de todos m is cadáveres!
y que sea la rosa infecunda de la nada
que tantas veces c u ltivé porque se parecía a la m uerte
la que recuerdo m is heces a otros condenados
a e scribir y mear, bajo el sol entero
en esta h a bitació n parecida a u n retrete
donde la crueldad dora la piedra negra
en que toda vid a acaba, y se celebra
tira n d o de la cadena.
VI
S U IC ID IO
431
háblam e otra vez del m iste rio de la llu v ia
que habla sola con el cristal
com o invocándom e desde el reino de los m uertos
com o llam ándom e a esa co m unión en el Leteo: porque
qué im p u ra es la noche para el jorobado
y cóm o oscuram ente
lo bendice el rocío
y qué lejos está D io s del insecto
que retiene en su ám bar la noche
para no m o rir y cóm o
se vence la m ano y cae con ella
cuanto de la noche no es, cuando
te rm in a el poem a
V II
432
en el am argo éxtasis secreto
que no sé si descifra o aleja su m iste rio ,
pobre hom bre del o d io y la coartada,
hom bre.
VIII
IX
LECTURA
LECTURA (II)
En silencio un áspid
m uerde tu cuello: y caen
de la herida rubíes y avanzan
m ujeres a lo largo de la nada:
peor que el in vie rn o
la ceniza del c ig a rrillo sobre el poema.
XI
VARIANTE
E n el silencio u n áspid
m uerde tu cuello: y cae
la ceniza del c ig a rrillo sobre el poem a.
X II
H A IK U
F igura de D ios:
u n cerdo
entre las ramas.
434
X III
M O N N A LISA
X IV
435
sino sobre sí m ism a: y
éste es el m iste rio de Blancanieves
que se corrían los niños gordezuelos de boca en boca
besándose.
XV
436
¡sabed que el semen m oja m is caderas
y es fresco y sabroso el semen del ahorcado!
Q ue m is dientes sirvan
de ju g o en tu caldera
b ru ja de los lím ite s, tú a quien adm iro
sabedora de em brujos, de filtro s y de hechizos
más poderosos que la fe y que los apóstoles
de quienes se b u rló S im ón el M ago, más apta que ellos
para conocer el d o lo r
¡de éste que n i u n sepulcro merece!
Y que el v ie n to diga, al amanecer, mañana
vanam ente a ranas y a gusanos
V illo n se ha hecho al fin célebre
pues al fin una horca d ib u ja su fig u ra
¡V illo n ha m uerto ahorcado!
Y que de m i m ano ajada caiga la rosa
que m is dientes estrujaron
pues ella supo m is crímenes
y fue m i confidente
y dígalo ella al m undo, cayendo sobre el suelo
¡V illo n ha m uerto ahorcado!
P ronto vendrá la canalla
a hozar en m i tum ba
y orinarán encim a, y los amantes
harán seguro el am or sobre m is huesos
y será la nada m i más escueto prem io
para que ella lo diga,
no sé si nada o rosa:
¡V illo n ha m uerto ahorcado!
Sabrán de m í los niños
de edades venideras
com o de un gran pecador
y asustados correrán a esconderse
437
bajo las sábanas cuando sus madres
le digan: «C uidado ahí viene».
Y ésa será la fam a de V illo n , el Ahorcado.
Y será ta l m i fam a que prefiero el o lvid o
porque un día, m añana
de ese fu tu ro que el hedor hace
parecerse al recuerdo, una m ano
dejará caer, al o ír m i nom bre
el fru to del culo, el excrem ento
y m i vida, y m í carne, y todos m is escritos
¡promesa serán sólo para las moscas!
XVI
A M a ry L a u re n t
438
X V II
St é p h a n e M a lla r m é
439
al de una plum a que cae
y tan sólo p o r tus ojos
no m uere: así
la tristeza se convierte en pájaro
y el pájaro ojo deviene
ante el asom bro del cobarde.
XVIII
St e p h a n e M a lla r m é
X IX
440
"
XX
LA FÁBULA DE LA CIGARRA Y LA H O R M IG A
441
1
XXI
En donde se repiten unos versos de
Oscar W la d isla w L u bicz de M ilo sz
¡Baila, ju d ío , baila
la danza del oso!
A l que ha caído nadie lo levanta
si no es para re p e tir la danza
sobre una mesa gastada p o r los pies
si no es para re p e tir la danza
del m ono bajo la llu v ia
bajo la llu v ia tenebrosa y polvorienta .
D ebiera llo ve r ceniza sobre las ciudades
en donde baila no sé si el oso o el m ono
y el hum o del tabaco reglam enta la vida
com o una danza perfecta para el m ono
bajo la llu v ia sin raíces,
tenebrosa y polvo rie n ta ,
sobre esa mesa que los pies han desgastado.
X X II
MOSCA
442
Efebo fu i, rey del blanco esperma
m i culo fue entre otros celebrado:
hoy, m iro con el ojo de la mosca.
A m é la prim avera, tem í la m uerte:
hoy la noche del alcohol es todo lo que queda
y la mosca vuela en to rn o del retrete.
Rey de la palabra, m is poemas
fueron de todos ensalzados:
hoy sólo es el insistente zum bido de la mosca
volando y volando en to rn o del retrete.
N egra es m i alm a, negro es m i o lo r
peor aún: sin co lo r n i form a
sólo el insistente zum bido de la mosca
que susurra en la noche p o r todos m is amores perdidos
y caídos en la som bra del retrete.
Luché contra Badel, y la llené de sangre
buscando en ella la belleza, el orden, la
ju s tic ia : no preveía
este fin a l al borde del retrete
donde m is días son atrozm ente el m ism o
día, m irado p o r el o jo de la mosca:
volando, volando en to rn o del retrete.
T ú que fuiste rubia, y que me amaste
d i algo, una palabra solam ente
a esta mosca que no es digna aún n i nunca
de e ntrar en tu casa, donde otras moscas
vuelan y vuelan en to rn o del retrete.
La elegía, la oda, la aliteración, la m etáfora
el verso acentual y el verso la tin o
nada decían de esta mosca fin a l
esperando aquí para siem pre, absurdam ente
v ig ila n d o la tapa del retrete.
Y m o riré algún día com o la mosca
443
española, que dura un poco más
en el in v ie rn o , cayendo seca al suelo
para que o tra mosca tam bién,
nacida héroe o poeta
¡vuele, vuele o tra vez sobre la tapa del retrete!
X X III
X X IV
VARIANTE
XXV
444
y el brazo convertido en m uñón
y la baba de los días quem a m i esperanza
¡ten piedad de m í!
Yo que n i hijo s n i m u je r merezco
aquí, en la isla de M o lo k a i
viendo cóm o cae al suelo m i carne
rezo para ver tu cara,
tam bién consum ida p o r la lepra.
T ú que eres m i m u je r y m is hijos
ya que es lo ú nico que puedo yo ofrecerte
te ofrezco, laurel y c irio ,
m i m uerte.
XXVI
SCARDANELLI
(Romance)
E l top o , la rata,
enem igos del hom bre
h icie ro n este n id o
aquí, entre m is cabellos.
M ás grande que m i m ano es la rata
y lo que ella d ib u ja
la rata lo deshace.
M anchado estoy de lo d o ,
com o aquel que salido
del cem enterio hubiera
a buscar a los hom bres,
descuartizado y p á lid o :
y me siguen las ratas
ch illa n d o y ch illa n d o
y sobre la tie rra un rastro
eterno de gusanos
es m i espuma y m i nom bre.
Y en la casa deshabitada
el v ie n to lo repite: fuiste,
ya no eres del hom bre:
mas lo que la rata hizo
la rata lo deshaga: una
alcahueta cuenta
a los hom bres m i vida:
que el aire la deshaga
que no sabe m i nom bre:
lo que sabe la rata
no lo sabe el hom bre.
O n c e poem as
(1 9 9 2 )
H asta que m i alm a reviente
y caigan flores sobre m i tum ba
recordando al poeta y su prim era co m unión
y cóm o el día en que nació, se viera
una m u je r en la som bra llo ra r.
a Lautréam ont
A rth ur R im baud
* * *
449
Las sirenas nadan en to rn o a m i cerebro
y cantan p o r Ulises, ya m uerto y ausente
quién sabe quién o rin ó en la pared del fondo
y para quién el g rito de un perro en el estiércol.
* * *
* * *
* * *
* * *
450
en hechizo del C alvario
d o n d e se m ira el sacrificio de la poesía.
* * *
* * *
CAPTAIN H O O K
a Steven Spi
* * *
452
Locos
(1 9 9 2 , 1 .a e d ic ió n )
t
Tengo u n pez atado al estómago
que se retuerce, buscando la sed
en los pantanos de la m em oria
donde una serpiente dice ser Yo
en los pantanos de la m em oria
en sus nudos, en sus trayectos
confusos p o r el m ar de la pesadilla
donde una serpiente dice Yo
para asom bro del sol y de los ángeles
del poem a que son quienes únicam ente
saben de m í y de la Serpiente.
* * *
* * *
* * *
455
la de un hom bre que ha perdido
y se contem pla, extraño N arciso, en el estiércol.
* * *
OJOS CANSADOS
DE PERRO AN D ALU Z
456
E p íl o g o
( 1994 )
I
PARÁBOLA D EL D IC C IO N A R IO
459
U n pelícano escupe sobre m i boca, y u n pez ansia
en m i m ano: com o dice el diccio n a rio : «ansiar: desear
con ansia», com o cuando el perro ladra.
II
DESPUÉS DE LA MUERTE
460
O r fe b r e
( 1994 )
«questi ch’io t i cerno
co l dito», e add ito un sp irto innanzi,
«fu m ig lio r fabbro del parlar m aterno»
D a n t e A l ig h ie r i
G érard d e N erval
1
I
j
j
PARADISE LOST
H IM N O A SATÁN
ASTORETH
468
el te rro r del silencio
que a la vid a convoca.
H IM N O A D IO S EL PADRE
469
T
i
I
I
1®
y ay del que d ijo una es la nada
frente a la casa que el vie n to ha derrum bado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las form as
ese amanecer que recuerda a la nada;
trip le es la nada y trip le es el poem a
im aginación escritura y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino a m p litu d de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando a llí entre las ruinas del m undo
al señor con yelm o y con espada
al señor sin fru to de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poem a
de que nada se ha escrito n i se escribió nunca
y ésta es la cuádruple form a de la nada.
* * *
I
D os peces
resplandecen en el cielo
m ostrando el sendero sin salida
el sendero in m ó v il del excrem ento.
[
470
P O E S ÍA C O N C R E T A
(Homenaje a Joao Cabral de M eló Neto)
FLORES
471
II
S IN E N O M IN A
SENDA D EL ESPEJO
A E stíbaliz U rquiza
E zr a Po u n d
* * *
475
O d io al v ie n to , palabra entre las nubes
mas n i siquiera la nada, n i el te m b lo r
del orgasm o n i la sucia m añana
deshacen m i figura.
* * *
* * *
MUERTE DE LA P O E S ÍA
(que podría ser el títu lo del lib ro entero)
476
Ill
B IO G R Á F IC A
Narciso
* * *
* * *
(1) Este poem a puede leerse con la siguiente variante «cubierta de insec
tos que de ella com en», refiriéndose así al acto cruel de la lectura.
479
com o si de día, frente al sol
tem blara el pájaro escrito
y en la garganta, com o quien escupe
se deshiciera la canción.
* * *
PALABRA
Jacq ues L a c a n
MUERTE D EL POEMA
480
r
es el silencio
que se vie rte com o una lágrim a
sobre el papel.
* * sjc
ALBA
481
E l espasmo de no decir nada
al oído de la som bra
al oído del cisne que atraviesa la página
com o el m ar, cuna del d iablo O.
É X T A S IS
«LA D E S T R U C T IO N FU T M A BEATRICE»
O h vida, dim e
tú , la sin palabras
dim e
qué sendero hay que no conduzca al excrem ento
y donde el semen no sean las lágrim as
que conducen ciegas al sendero del excrem ento:
O h Belzebú!
482
H e aquí el regalo para las moscas
he aquí m i vida entera
ofrecida al recuerdo.
VARIACIONES GOLDBERG
* * *
* * *
A Isid ro Zurm en
483
SERENIDAD
A M a rtin Heidegger
* * *
La luz, la lu z
cuando estaba demasiado cerca del m ar
lím ite del desierto
del desierto en que florecen las rosas crueles
ham brientas del hom bre.
* * *
Las palabras
construyen el bosque
u n árbol es sólo un árbol
cuando lo toca el poema.
# * *
484
en que una flo r se pudre entre las manos ajadas
de una vieja
que llo ra de haber perdido su nom bre.
SID A
A Pepe E spaliu
TROBAR LEU
J. D e r r id a
485
y cóm o se deshace la m ano que escribe
a lo largo del la b e rin to del dolor.
HAIKUS
Q ué es el hom bre
pregunta la m ano que escribe.
* * *
C om o un círculo
es la m ano del insecto.
* * *
E l In fie rn o pregunta
de quién es la m ano que escribe.
EL P A N T A N O
A Toñi, In m em oriam
486
ven, es de noche, todos los reyes han m uerto
recorram os com o p o r vez prim e ra el pantano:
el cielo se retuerce en los ojos de la sierpe
y es com o si amaneciera para siem pre
y nuestros ojos no pudieran cerrarse
sólo ver y volver a ver el pantano
cuando amanece en los ojos de la sierpe.
PEQUEÑA LU LÚ
(tomado de un verso de Wallace Stevens)
E l hallazgo del corazón de la ciénaga
entre los átom os que d ib u ja n negro el universo
y peces m uertos cayendo del cielo
en donde se oscurecen las promesas
y tie m b la la esperanza com o una flo r:
y que los bárbaros g rite n U la lú , U la lú .
A LA MANERA DE TR AKL
Es en la noche el abrazo del so lita rio
en la noche en que llueven pájaros
e h ila el puerco la canción de la desgracia
en donde llueve
y llueve com o si nunca hubiera de escampar
com o si el rostro de la vid a fuera el de la llu v ia
y fuera la llu v ia m i ú nico rostro
la llu v ia que lava los pecados
de som bríos m oradores de buhardillas
que acechan a la lu z de una vela:
com o en el día, a la caída del poem a
acecha la calavera de u n caballo.
* * *
487
1
II
488
no es sino una to rre que invoca
el palacio de m i soledad.
Felisa
ponte la negra boca
verás una palom a en m i frente
y el h o rro r de m i soledad.
III
IV
LA ROSA DE M ALLARM É
VI
V II
V III
490
com o una flo r en el vientre
cayendo frente al dolor.
IX
491
* * *
A Esther
492
LO C O S
(1995, 2 .a edición)
P ilar,
m achararon tus ojos
en el yunque de la vida.
Lo que queda a llí
acaso lo recuerde
la som bra en la pared
o el viento.
Lo que queda a llí
ya no es de nadie
y to d o tu ser es p a trim o n io del viento.
* * *
A n im a l engalanado
rostro que en el pus se inscribe
rostro para nada, queja sólo para le vie n to
com o cae ícaro en el cuadro de Brueghel
o la som bra de C ris to se deshace
en A n to n e llo da M essina: virgen
sólo para los labios, d o lo r para nada y para nadie,
sólo pra que el poem a se escriba, para que el
ciervo dance en este agujero cruel, guarida
del gusano y rostro para el cierzo.
* * *
C ru c ific a d la luz.
E ntre la mieses y la m uerte
un relám pago asombra.
C ru c ific a d la luz. A donde ya no hay nada
ríen las m andíbulas, secas.
T ritu ra d el tritó n para que con su savia
para que con su agua, para que
la luz no llegue al poema.
E ntre palabras y ruidos
un anim al se esconde. E n la bahía
asoma el cruel rostro de la nada.
* * *
496
p a ra Sol, con afecto
(2.a versión)
La lu z en rosa
el cielo cae de m i m ano
bajo el papel en blanco la som bra
p o lvo rie n ta de un enano.
* * *
* * *
Judas,
el ú nico crim en es la m em oria
que te arrastra hacia la m uerte:
el h o rro r de un crim en
en tus abiertos ojos.
* * *
a M a ry Carm en Eschuz
497
que eternam ente de m í se ríe.
M e asom bro en el espejo, y en el poem a
me desdigo, ¿eres tú la luz,
som bra sin nada, cobre para ju ra r en vano
ante la som bra herida del poema,
ante la luz, que desvaría
ante el d e lirio cruel de a nadie decir nada?
¿Eres tú o es la Esfinge
el to rm e n to secreto que sin cesar escribo
ante la som bra húm eda y caliente de la nada?
Caen peces sobre m i rostro,
y m i d e lirio es nada
para que la lu z arda, para que la m em oria arda
y se deshaga u n d e lfín entre m is manos
llo ra n d o p o r el que escribe,
p o r el que nada dice, p o r la som bra
cruel del T o rtu ra d o
del gusano que torpem ente deshilvana
los días de m i vida, al acecho
del lobo en el poem a, la hierba
que m ata, el rostro cruel visto en el aljib e .
Eres tú o soy yo el que m ata.
Yo, el T o rtu ra d o , el sello
para no d ecir más, m ientras la hierba crece
sobre m i m ano.
¿Es m i rostro o un pez, el
que sobre la hierba
aérea se despereza?
¿Eres tú el que m atará,
y sobre la hierba húm eda
se vengará del pez, en la ensenada
pálida
adonde caen las hojas?
498
Yo no soy el que soy.
Sangra la luna
y am argo el río de m i vida, en pez
se convierte.
U na hum edad es la vida, quizás un pecho
de lu char conta ella con el va lo r de un m uerto
con el va lo r sin som bra de la nada.
Y el v ie n to refulge, y las esquinas
monedas son para ince n d ia r el poem a
en la lá pida sin som bra de la nada.
en esta fecha m uero
y a p a rtir del ú ltim o
m is días se cuentan: Scardanelli
cuenta a los niños la leyenda de su m uerte.
que asoma, pálida, a través de la pu n ta de m is dedos
violetas, húm edos, calientes.
La lu z ha m uerto.
Sollozan delfines
de entre la pu n ta de m is dedos
violáceos, húm edos, calientes
torpes
para escribir,
m ientras la luna
se ríe eternam ente del poem a.
499
Peces nadan en to rn o a la nada
y, lentam ente, sobre el poem a
caen las hojas del otoño.
E n m i cabeza calva un pájaro sobrevuela
y no es eterno el concepto, m ientras la hierba m uere.
Es u n hechizo. U n rezo
a la som bra, al vie n to
cruel de la nada que barre las estepas.
U na m ano
opuesta a la llanura.
U n silbo y un secreto
que dice la serpiente al pájaro.
Es la luna en la calm a
para decir el v ie n to , y esconderse
pálidam ente en la som bra de la llam a.
Es el secreto
p á lid o
del alcohol y la llu v ia .
Es u n rostro que ha m uerto
y entre palabras se esconde, en el terreno
húm edo de la nada.
Es besar a m i m adre en la m uerte,
y decirle que nada ha sucedido, y no está m uerta, vive
eternam ente en el poem a, para reírse
de m í m ientras lo escribo.
Es la V com o un la b io atroz para m order la boca
y destripar los senderos de m i alm a,
el alm a en pena del asesino,
m ientras arde la llu v ia y la m em oria quem a,
y el fuego incendia lo que de m i rostro queda.
500
El T arot
del I n c o n s c ie n t e A n ó n im o
(1 9 97 )
PRÓLOGO
503
donad o, esto p ondría en re la d ó n las cartas de la T arot con
los gitanos, cuyo origen probablem ente sea h in d ú . En cual
q u ie r caso, estas cartas tienen sentido, y este sentido es in i-
ciático , com o descubriera C u rt de G ébelin en su m onu
m ental obra Le m o n d e p rim itif, donde fig u ra la prim era des
c rip c ió n escrita del juego de la T arot. Posterior a G ébelin fue
el em baucador E tte illa , quien c o n firm ó las presunciones del
p rim e ro al proclam ar la T a ro t com o el «libro» más antiguo
del m undo, obra personal de Herm es T h o t, en la rem ota in
fancia de la hum anidad. U n paso más allá se arriesgó C h ris
tia n {H is to ire de la M agie, 1854), que concebía la T arot
com o un vestigio de la in ic ia c ió n en el T em plo de M em phis,
es decir, que a trib u ía a la T a ro t un origen egipcio, lo que nos
rem ite de nuevo a los gitanos, tam bién llam ados egipcios,
com o sus in troductore s. C om o com enta A rb e lo t C osuté —
cuyo lib ro La Tarot o la M á q u in a de im a g in a r es uno de los
pocos lib ro s científicos sobre el tem a, y de cuyo m agistral es
tu d io hemos deducido los precedentes datos— , este com
pendio de conocim ientos suprem os habría te n id o su origen
en la gnosis de A lejandría , y tras el desastre faraónico habría
pasado a los pitagóricos, y de ellos a los alquim istas. La h i
pótesis del origen gnóstico de la T a ro t es tam bién la de Ste
phen R uncim an en su lib ro Los herejes m aniqueos de la E dad
M edia. E n cualquiera de los casos, el origen de la T arot es
tan tu rb io com o la construcción de las pirám ides, cuyo se
creto hay que buscarlo más que en los esclavos y en el lá ti
go, com o nos h iciera creer C e cil B. de M ille , en el conoci
m ie n to de la estructura de la m ateria — cuyo rem oto secre
to está en la base de los ovnis, lo m ism o que en la estructu
ra de los dólm enes, que no son sólo m onum entos funera
rios, sino indicadores térm icos— , en una hum anidad que
no fue tan p rim itiv a , com o pone de m anifiesto E ric h von
D a n ike n en su lib ro Regreso a las estrellas, y com o lo prueba
504
tam bién que las culturas egipcia o china sean más sabias que
la c u ltu ra occidental, p o r ser anteriores a ésta, y conozcan
más sobre la estructura de la m ateria y sobre el universo, que
es u n universo toté m ico — y no un universo abstracto— , un
universo subjetivo. Eso explica que el anim ism o p rim itiv o
sepa más de la esencia que P latón, si bien en defensa de este
ú ltim o hay que a firm a r que para él la llave del conocim ien
to son ideas olvidadas; ideas que para Jung son los arq u e ti
pos y para Freud la anim alidad de lo inconsciente, en la que
se funda para éste el origen c ie n tífic o de los arquetipos ju n -
gianos, esto es, en la nada probable transm isión genética de
los arquetipos. N o obstante, para Jung, el m iste rio de la m i
rada, o de lo que Lacan llam ara «petit A u objeto A m in ú s
cula», que es la clave de nuestra pobre, h u m ild e y v ilip e n
diada T arot, lo m ism o que en los pequeños anim ales con los
que juegan los niños, y en los cuentos y leyendas de quienes
se id e n tific a n con ellos; en to d o ello está, decíamos, lo que
Freud llam aba «el retorno in fa n til al Totem ism o», el secreto
perdido de la especie. Lo m ism o en el zigurat, en la p irá m i
de egipcia o azteca, igual que en el sím bolo in ic iá tic o de la
m ontaña, la m etáfora de la relación del hom bre con D ios, o
lo que es lo m ism o, con el cielo, con los dioses y arcontes —
etim ológicam ente «seres del p rin c ip io » , en griego— , que
son tam bién los anim ales totém icos, con los que el n iñ o
juega sin saber y que son a su vez la raíz etim ológica de la
palabra zodiaco, que en griego sig n ifica «animales». Y esto
p o r cuanto no sólo la raza hum ana puede haber alcanzado la
in te lig e n cia o la lu z en el universo, sino que tam bién los
patos, los m onos y los dinosaurios pueden haber llegado a la
lu z en otros planetas, com o afirm ara antes que nadie H a ro ld
Shapley, d ire c to r del observatorio de M o n te Palom ar, en su
lib ro E strellas y Hombres, donde lum inosam ente se cita un
poem a de Yeats, titu la d o E l in d io habla con D ios, en el que
505
se dice lo siguiente: «El gusano se creía que D io s era un gu
sano, el eterno com edor, el eterno devorador, el m ono se
creía que D ios era u n m ono, eterno im ita d o r, eterno reidor,
y el hom bre se creía que D ios era un hom bre». A h o ra bien,
el hom bre es justam ente lo que no es D io s, p o r cuanto ha
olvidado el significante , esto es el logos. Sin em bargo, p o r
algo se escribe con la m ano derecha en recuerdo del logos,
ya que las estrellas fijas se m ueven hacia la derecha y el u n i
verso m aterial se generó, según la física actual, p o r una ex
p lo sió n de las estrellas fijas, esto es, de lo que el cura Lem e-
tre llam ara el átom o p rim itiv o . A hora bien, este fuego hera-
c litia n o es tam bién la antim ateria, signo de la com presencia
de dos universos, lo m ism o que el a n illo de M oebius, donde
es igual el anverso que el reverso, y que se representa p o r un
ocho, que es el d ib u jo del som brero del m ago en la T a ro t de
M arsella. Estos dos universos son un universo a n tim a te ria l y
u n universo m aterial, compresentes disim étricam ente, com o
p o s ib ilita creer la geom etría no euclidiana de Farka B olyai,
Lobachew sky y T aurinus, que es la ciencia de o tro espacio,
fuego en estado pu ro , energía en estado p u ro , y que es un es
pacio subjetivo que no es nadie y que p o r ta n to es D ios.
Tam bién para E instein, el lím ite de este universo era la luz,
y el universo m aterial era lim ita d o y curvo. A h o ra bien, el
innom brab le es tam bién el arquitecto, y es p o r ello que no
b rilla de noche, com o dije ra n o pensaran los ignorantes, p o r
cuanto destruiría este universo. Así, com o d ije ra G iordano
B runo: «Los dioses en este universo son m ateriales, p o r
cuanto el universo m aterial no soportaría el esplendor de lo
inm aterial». Así, se suele representar a D ios p o r el o jo que
todo lo ve de los masones, y es p o r ta n to aquello cuya clave
es la m irada, o lo que es lo m ism o el alm a, pues no p o r nada
a firm ó Freud en su Traum deutung que el aparato psíquico es
un aparato ó p tico , lo que em parenta la T a ro t y el Roschach,
506
siendo ambos com o un texto ó p tico , o lo que es lo m ism o,
aním ico, que es la llave de la m em oria biológica, en la que
los arquetipos se transm iten p o r sensaciones o figuras, sien
do así que en las alucinaciones está la llave perdida del h o m
bre y de D ios, esto es, de ese significante que vuelve en lo
que Laing llam ara Edad O scura, p o r fuerza catastróficam en
te, al no haber en ésta código para el alm a, o lo que es lo
m ism o, re lig ió n : «O h E g ip to , E g ip to , qué se hizo de tu cien
cia religiosa; p ro n to de esa ciencia no quedarán más que fá
bulas, y llegará el m om ento en que n i esas fábulas se cree
rán». A hora bien, no es extraño que en esa Edad O scura sea
la p siq u ia tría el único código de la luz, o lo que es lo m ism o,
del alm a, o del sentido, y que esa psiquiatría tenga p o r có
digo el rechazo o la represión de estos conocim ientos in ic iá -
ticos, que están p o r todas partes, ya sea en E g ip to o en
C hina, en Israel o en A lejandría , p o r cuanto son la m em oria
perdida de la especie hum ana, cuya represión es sólo occi
dental: no hay psiquiatras chinos n i psiquiatras balineses, y
la palabra p siquiatra no se dice en S w ahilli, p o r cuanto la luz
sólo se ha perdido en O ccidente. Es p o r eso que el psiquia
tra , lo m ism o que el antropólogo, son m atrices del m ism o
racism o, que sitúa a un m isterioso o tro hom bre p o r fuera del
concepto. A h o ra bien, lo que no se puede concebir, n i si
quiera im aginar, es tam bién lo que no se puede explicar, y es
este a p rio ri lo que hace de la locura un m isterio para la psi
quiatría, de igual m odo que para la antropología el p rim iti
vo es un cogito sin conciencia, o lo que es lo m ism o, un
e rror absoluto; esto es, aquello a lo que Lacan llam ara fo r-
clusión, una exclusión d e fin itiv a del cam po del lenguaje, o
lo que es lo m ism o, del logos, lo que explica la crueldad con
el llam ado loco, p o r cuanto se le supone c o n tra rio al logos.
E l loco contiene tam bién al logos, negativam ente, pero lo
contiene, pues si no podría ser c o n tra rio , o lo que es lo
507
m ism o, estar en relación con él. Éste es el p u n to de partid a
de una nueva A u fie b u n g , que inaugura una nueva psiquia
tría , o lo que aquélla etim ológicam ente es, m edicina del
a liento, o del alm a, o lo que es lo m ism o, gram ática de la m i
rada o de la com unicación, que para B ataille era la m uerte
del ser separado, y, p o r ta n to , la consideración del loco
com o un semejante. Sólo a p a rtir de esta idea se puede ha
b la r de él, ya que se supone que el lenguaje es universal, esto
es, Eros o am or, o lo que es lo m ism o, re -u n ió n o re-unidad
del ser, que eso debería ser la escritura, vuelta a encontrar en
la pie l, que es el c o n tin u u m . C om o d ije ra B ataille en su Te
o ría de la R eligión, el co n tin u u m nos hace tem er y o d ia r a
D ios, lo m ism o que odia r al anim al, p o r cuanto en ese con
tin u u m un anim al m anduca a o tro anim al sin lím ite , esto es,
sin te rrito rio ; o lo que es igual, com o d ijera Böhm e, es el
U ngrund que nos hace tem er a la locura, com o deberíamos
tem er a D ios, al M aná o al in fin ito , que no tiene fig u ra , y
cuya significancia puede ser, sólo así, el som brero de N apo
león o la nariz de C leopatra, com o Lacan llam ara al Apoca
lipsis, que era para él la subversión del sujeto o el hom bre al
fin cuestionado. Y esto se ha d icho para o rin a r al fin sobre la
página, ya que aquélla hasta ahora ignora la vida, que es el
universo, al fin recuestionado, en ese vaso de M o se f Ben G i-
ta k k illa , sobre el que su discípulo echara v itrio lo , y que le
hizo decir a aquél: «Ten cuidado al m over esas cartas porque
podrías d e stru ir el universo». Y ése era el sueño de Pan, que
era un sueño sin fig u ra , clave de su ténébreuse démence, com o
d ije ra W a lte r O tto en su lib ro Dyonisos, son m ythe et son
culte, de cuya fuente crista lin a nace un nuevo mesías, que es
tam bién un héroe sin fig u ra , héroe de la catástrofe y de la
m uerte, que es el A n tic ris to , genio del m al, sólo p o r cuanto
el m al es una subversión del orden o el d ia b lo es la subver
sión del logos, una subversión nada m onarquiana, n i tam -
508
poco dualista, sino p a rtid a ria de esa A ufhebu ngáú bien y del
m al, que está en N ietzsche, cuya revolución era v iv ir lo que
se piensa y pensar lo que se vive, siendo así esa reductio ad
hom inem lo que nos lleva a presentar al súper-hom bre.
L eo p o ld o M a r ía Pa n e r o
509
El taro t
del I n c o n s c ie n t e A n ó n im o
EL LOCO
Carta §
LA SACERDOTISA
Carta I I
LA EMPERATRIZ
Carta I I I
M e he convertido en una m u je r
y soy una rosa blanca:
H eliogábalo solloza a m is pies.
EL EMPERADOR
TATE U T POTES
Carta l i l i
EL PO N TÍFIC E
LE PAPE
Carta V
LOS ENAMORADOS
Carta V I
EL CARRO DE HERMES
Carta V II
H o y m i cuerpo es u n caballo
alado que reza al diablo.
514
Sólo m i cuerpo conoce
la llave de eso, m i hado.
LA JU STIC IA
Carta V III
EL ERM ITAÑO
Carta V IIII
Sólo estoy a la lu z u n id o
la catacum ba atravieso
sin nada salvo m is ojos.
LA RUEDA DE LA FORTUNA
LA ROUE DE FORTUNE
Carta X
EL COLGADO
Carta X II
M a ld ito es aquél que me hiere
N em o me im pune lacessit,
a tu p ro p ia rosa atado
m orirás com o el insecto
en los brazos de la luz.
LA MUERTE
Carta X III
D e l suelo surgen espadas
un yelm o vence a la nada.
E l escudo de m i espíritu
es una flo r a sí m ism a atada
pues no perece la som bra
sino que en som bra se transform a.
LA TE M P LA N ZA
Carta X IIII
Bebe, Bocángel lo d ijo
la sed en vaso que no bebe
bebe la sed en tu p ro p ia m irada
haz lu z en la som bra y bebe
del cuerpo la pura espada.
EL D IABLO
Carta X V
LA TORRE O LA DESTRUCCIÓN
Carta X V I
517
LA ESTRELLA DE LOS MAGOS
Carta X V II
LA LUNA
Carta X V III
EL SOL
Carta X V IIII
E L JU IC IO
Carta X X
Si en el espejo me m iro
o tro ser blanco descubro.
E l hom bre al fin acude al co n ju ro
ya que si el ser ha olvidado
el ser no le o lvid a a él.
EL M U N D O
Carta X X I
QUE NO EXISTE
(1 9 98 )
«La lógica de una obra substituye cualquier
postulado m oral»
C h ar le s B a u d e l a ir e
C h . B a u d e l a ir e , «Le v in de 1’assassin»
A n t o n in A rtau d
A BELIAL
R ic a r d o R e ís
PATA D E M O NO
525
A C A V A LC A N TI
G u id o C av a lc a n ti
M E CELEBRO Y M E O D IO
M e celebro y me o d io a m í m ism o
palpo el m uro en que habrá de grabarse m i ausencia
m ientras el poem a se escribe contra m í,
contra m i nom bre
com o una m a ld ició n del tiem po.
526
E N EL OJO D EL HURACÁN
AUDERE
(Osar)
527
E l pez se queja en m is dientes
y me deshago en la m em oria
m ientras rezo al mar.
528
IN V E N C IÓ N D E L A N IM A L
'1 i
«Quedará lavado y blanco com o la nieve
besado p o r todas las vírgenes m artirizadas
m ientras la vieja iglesia queda abajo
envuelta en la vieja niebla de m i alma».
T. S. E l io t , «El hipopótam o»
* * *
531
A d o ra r a D ios es odia r a los hom bres
que reptan a sus pies
y rezan contra la vida
y desaparecen en el canto
en el canto cruel que escribe contra la vida
y contra el hom bre: oh D iana cazadora
que azuzas a tus perros contra el hom bre.
KAFKA
La luna y la locura
en este verso anidan
huyendo de los hom bres,
del la d rid o de los hom bres
de su fu ria ajena al verso
en que se balancea el trapecio
de un artista del ham bre.
* * *
Rubén D a r ío
La p ie l com o el m apa
en blanco de la desesperanza
en la m ano sin nadie
el verso sin mañana:
escribir para siem pre
de que no hay mañana.
* * *
532
Gusanos arrastran m i nom bre
p o r la inm ensa calle del vacío
y ru b io es el estiércol
verde el cadáver
en donde sólo la am arillenta ceniza está.
* * *
La id io te z es una conjura
para que b rille el aire
com o una m adonna ante el espejo
m asturbándose lentam ente.
* * *
* * *
E l v ie n to rom pe m i cara
y el aire desdibuja m i fig u ra
soy una b ru ja allá donde no hay nadie
sino u n te m b lo r en m is manos
cuando escribo el poema.
533
1
I
D E S C U B R IM IE N T O D E L A N IM A L
Y(ETA)
* * *
E l silencio no es el fin :
es el com ienzo.
T odo em pieza allá donde nadie habla
y un leopardo cae de m i boca
y una serpiente detiene su caída:
el silencio no es el fin :
es el amanecer del color, y de las bestias.
* * *
537
"S
H U ID A D E L A N IM A L
«Una m ancha b rilla n te en una escena turbia»
P er c y B yssh e Sh e l l e y
* * *
* * *
* * *
541
cae al suelo com o una flo r herida
flo r de ceniza
rostro in v e rtid o , flo r de la nada.
* * *
* * *
A L IN FIER N O
542
y no me busquéis más, pues soy el ciervo,
el anim al más bello que existe
el ciervo de la locura:
yo soy el tigre
el anim al más bello de la noche: yo soy el D ia b lo ,
que d irig e el m o vim ie n to incesante de las bocas
en la putrefacción del in fie rn o
en el papel que es puro in fie rn o ,
en el lago atroz de los ciervos
que se contem plan dulcem ente
S IN O JO S.
IN FIER N O
A S trindberg
A r t h u r R im b a u d
543
H IM N O A SATANÁS
* * *
N O M D U D IE U
544
POEM AS D E LA V IE JA
PRIM ER POEM A DE LA VIEJA
547
CUARTO POEM A DE LA VIEJA
V ie ja soy, el aire in m u n d o
me devuelve m i fig u ra
escupen sobre m i rostro
los niños al pasar corriendo
y sola, al aire que me borra
le digo «soy vieja y nada»
m átam e porque m i cuerpo
desnudo ya no es fig u ra
sino excrem ento de perro
en el aire sin más nada.
Q U IN TO POEM A DE LA VIEJA
E l calor de m i carne in m u n d a
sólo a los m uertos conviene
pero peor que ser vieja
de cuerpo es serlo de alma,
aún más in m u n d a que m i cuerpo.
M e d ijo m i am or un día
«sólo sabes ladrar, vieja
n i el dem onio en el aire in m u n d o
es peor que tu fig u ra
que tu p e llejo grasiento
que ladra aún sobre el poema».
SÉPTIM O POEM A DE LA VIEJA
549
NOVENO POEM A DE LA VIEJA
( 1 9 99 )
1
R id icu lo u s the waste sad tim e
stretching before and after.
T hom as S t e a r n s E l io t
1
PLAGIO DE DÁMASO ALONSO
* * *
ACERCA D EL PRÓJIM O
Cara a cara
no descifran el m isterio
y el espejo no es, sino
com o si sólo la ru in a
acariciase la ruina.
POEM A SOCIAL O R E IV IN D IC A C IÓ N D EL M O NO
* * *
>1« * *
* * *
Soy un n id o de ceniza
adonde acuden los pájaros
para buscar el m aná de la som bra
la flecha clavada en el poem a
el beso del insecto.
* * *
556
La arm ada de los días caídos
la arm ada de los días de llu v ia
cayendo contra el poem a
m ientras con una cosm ética afilada
lloram os de ro d illa s ante el poema.
* * *
* * *
BATAILLE
Perfecto es el odio
im perfecto el aliento
im perfecta la vida
y sucia com o el hom bre
que a sus pies
alienta, m iserable y caído
com o el vie n to
com o el árbol del culo.
G IO C O N DA
A rd e n m is ojos
en la hoguera del poem a
arden m is pies lentam ente
dialogando con el fuego
nadando en el espejo del fuego
com o sí una m u je r m orib u n d a
nos sonriera en la página.
* * *
* * *
558
PLAG IANDO A POUND
* * *
YO NO M E LLAM O JAVIER
el caballero de la noche
el caballero de la rosa sola y desvalida
en donde en el poem a una rosa
im ita una cara demacrada.
* * *
R IL K IA N A
560
GREGORIO SAMSA
(K afka)
* * *
ASH W E D N E S D A Y
(E lio t)
E l poem a es la casa de la ceniza
de la ceniza p o r la que luchan los hom bres
de la ceniza del poem a
que se clava com o un c u c h illo en la garganta
y construye nuestra casa en él
U n g ru n d , en el no-lugar
de donde penden los hom bres
que se ahorcan
R idiculam ente en el reverbero.
* * *
* * *
Sa n J u a n d e la C ruz
562
siem pre he estado solo:
siem pre
rezándole a la m uerte.
Y en m i frente
silban los pájaros, y pasan
a través de m is ojos.
Y el alm a vieja, y los ojos viejos
y el poem a com o un sudario
sobre el que se inscriben
contra el firm am ento
negras las letras.
REM AKE
563
ÍN D IC E
P R IM E R O S P O E M A S
C anto a los anarquistas caídos sobre la prim avera de
1935» ............................................................................... 25
Para evitar a los ladrones de bolsos ............................... 27
P rim er a m o r....... .............................................................. 28
A S Í SE F U N D Ó C A R N A B Y S T R E E T (1970)
I. A sí se f u n d ó C a r n a b y St r e e t
Im perfecto ................................... ..................................... 33
II. H om enaje a D ashiell H a m m e tt............................. 34
I I I . G o dow n, moses .................... ................................. 34
IV . E le g ía ........................................................ .................. 35
V. N o e m i............................................................................. 35
V I. La m atanza del día de San V a le n tin ..................... 35
V ffl. Goya......................................................................... 36
IX . Strip-tease ................................................................. 36
X . Las abejas...................................................................... 36
X I. E l estreno en Londres de «M ary Poppins» ........ . 36
X II. E l hom bre que quiso v ia ja r dentro de un coche
de plástico ..................................................................... 37
X III. Evocación ............................................................... 37
X IV . H im n o a D ionisos ................................................ 37
XV. M ientras se cortaba las uñas..................................... 38
565
E l rapto de L in d b e rg ............................................ 38
E l asalto a la d ilig e n cia ............ 38
X V II. La m etam orfosis ................................. 38
X V III. Y aquella tarde que f u i. .. ....... 38
X IX . La liebre im p lo ra en vano al cazador .................. 39
Los p ira ta s ............... 39
H om enaje a B onnie and C lyde .......... 39
La m uerte de O rla n d o ............................... 39
La m uerte de M andrake .................... 39
Y aquelfa q u ir in d io ................. 40
Las conversaciones....... ............ 40
E ncontré sólo telarañas .............. 40
X X V III. H abía un enorme reloj.................... 40
X X IX . Las Damas de la C a rid a d ................................ 41
E l re to rn o del h ijo p ró d ig o ...... ........................ 41
E l m u ndo del disco ........... 42
Era el cuarto paquete que enviaba....................... 42
Todos ellos conocían a Leonela........... 42
E l recién llegado decía.............................................. 42
La c r u c ifix ió n ..................... 43
H om enaje a C onan D oyle ........................................ 43
«Hace frío , esta noche, en Budapest» ............................. 43
E l poem a del Che ............... 43
H om enaje a C a ryl Chessman ........ 44
E l poem a de Sacco y V anzetti ............................ 44
Leía a Shakespeare y D ickens................. 44
Oh, el gram ófono!... ........ 44
Por la mañana, a l p ie del seto......... .................................... 44
Se llam aba D a x ... ......................... 45
Seguí a l m inistro con resignación.................... 45
D e repente, del p rim e r piso....... ......................................... 45
La artesiana ........ 45
Lo que pudiéram os lla m a r.......... ....... 46
566
Pistas ..................... 46
E l poem a de H ércules P o iro t................ 46
T he universal soldier .............................. 46
H om enaje a Ia n Brady ................ 47
M atarratos ................ 47
Todos temen que el gigante............................ 47
Gargantas ardientes!.................... 47
E l Hom bre A m a rillo ... ..................... 47
Fue la prim e ra vez que hablé... ........ 48
H a m uerto el inventor del D D T ................ 48
E l encuentro ................. 49
Sostuvo una conversación.......................................... 49
La m etam orfosis (II) ..................... 49
H om enaje a E lio t ................................................... 49
M e puse a cantar............................... 50
N ecrológicas .................... 50
In M em oriam .................. 50
Blanco y negro ...... 50
H ablé con varios grupos de presos............... 51
Escepticism o del Vaticano en to rn o a un supuesto
m ila g ro ....................... 51
E l hom bre de M arrakesh ..... 52
Los Honorables Mendigos del S u ltá n ... ......... 52
M a rg a rita y Tony.......................... 53
Probablemente la tie rra se h u n d iría ........ ............................ 53
Se trataba delfla u tis ta de H a m e lin ............................ 53
La h u id a a E g ip to .............................................. 53
C ualquier cosa puede esperarse................................. 54
E l encuentro ( III) ..................... 54
U n ángel pasó p o r B ro o k lin .............................. 54
La m etam orfosis ( III) ............... 54
Far west ....................... 55
H im n o al sueño ............................ 55
567
Televisor A n g lo m ejor que la realidad ............... 55
Oh, Flash G ordon......... ............. 55
Ycom o el m ar cam ino... .......... 55
E l p a tito fe o ......................................................................... 56
Llueve, llueve sobre el País... ............................ 56
C a p ítu lo Y .......... 56
E l H om bre A m a rillo llegó a la ciu d a d ... .......................... 57
«Yhe a q u í que e l velo del tem plo.............. 57
Asesinaron a los portadores....... ............ 57
N U N C A ....... ........ 57
2. T a r z á n T r a ic io n a d o (1967)
Unas palabras para Peter Pan ............ 61
Blancanieves se despide de los siete enano s....... . 62
Las brujas ......................... 63
A l oeste de G re e n w ic h ........ .......... 63
Deseo de ser p ie l ro ja ................ 64
3. O tros poemas
E l alcaudón en lucha con la serpiente .................... 67
D u m b o .................................................................................. 67
Érase una vez ............... 67
A la m uerte de G io va n n i B attista Pergolesi .................... 68
Caen al río los bateleros del V o lg a ................................... 68
20.000 leguas de viaje s u b m a rin o ............... 68
La canción de am or del tra fica n te de m arihuana .......... 70
París sin el estereoscopio ........ 71
A n n D onne: undone ................................................. 71
T E O R ÍA (1973) .................. 75
I. Le ch á tim e n t de T a rtu ffe ... ................ 79
D e s tru k tio n fic tic ia ........................ 80
568
II. E l c a n to d e l lla n e ro s o lita rio
1. V e rf barrabum ... ........................ 85
2. esplendor de c ris ta l........................ 87
3. D o rm ir en un algodón.................... 89
4. Las llaves de una p u e rta ........ ................. 90
5. H ay que conquistar... .............. 92
6. V inum Sabbati................................. 94
7 . M . . ................. 99
8. 1871 ........................................ 99
9. Toda perfección... ........ .................................. 100
10. Furiosa (e inm óvilm ente)............. ................................. 105
La segunda esposa ................... 109
III
Licantropi, hiboux, calaveras......... ..................................... 115
Pasadizo secreto .......... 115
Le dernier voyage de N apoleón ........... 115
R em odelado ........................... 116
Fondo del pozo ................................................................... 116
M a rily n M onroes negative .............................................. 117
K onoshiro .......................... 118
H om enaje a C a tu lo .......... 118
Condesa M o rfin a ..... 120
M a c o ............... 122
Q uem ar a K afka (haikú) ................. 123
Doceavo ..... 123
M ajestad ú ltim a de los pe d e s............................................. 124
M arqués de Sade ...................................... 126
«E n on trovan persona che li m iri» ............ 126
Llévate la tin ie b la guiado ra ... ........ 127
A lic ia en el llano sonaba... ............ 128
569
IV . POST-SCRIPTUM
Vanitas v a n ita tu m .......................... 131
N A R C IS O E N E L A C O R D E Ú L T IM O D E LAS
F LA U T A S (1979)
N unca hasta hoy me había parecido. .. ............ ...... . 141
I. Luz de tum ba
Pavane p o u r u n enfant défixnt ....... 144
Schekina ....... 146
II. C óm o escribía antes de m atarm e
P rosiguiendo (persiguiendo) a Lear ....................... 148
Glosa a un e p ita fio (C arta al padre) ....... 149
A ú n cuando te jí m i arm adura........... ............................ 153
D ead flo w e r to a w o rm ........ 153
I I I . Para hacer el vacío
Los pasos en el callejón sin salida ...................... 156
M a mere ........................................... 157
L in te rn a china ...................... 159
E l circo ......... 160
C orrección de Yeats (E xtraída del poem a «A Prayer fo r
O ld Age) ........ 161
IV . E l m a trim o n io de las cenizas
D escort ........ ........... 163
C ópula con un cuerpo m uerto ......................... 166
A lb a (te fuiste, dejándom e sin m í) ......................... 168
A fte r G o ttfrie d Benn ................ 171
V. T robar Leu
S p iritu a l I ....... ......... 173
S p iritu a l I I ..... 173
H a ik u (Variable) ..................................... 173
3 a variante ...................... 174
V I. C om o una b ru ja apaga su vela
D a-sein ............... 175
D a-sein (2a versión) ............................................... 177
570
V IL Proseguir el in fie rn o
M ancha azul sobre el papel ......... 180
S toria ..... 184
Eve ............ 185
La m aldad nace de la supresión h ip ó c rita del gozo ...... 187
Le B on Pasteur (H a ik ú ) ................................... 188
La alucinació n de una m ano o la esperanza postum a y
absurda en la caridad de la noche ......... 188
La vid a ............................ 189
E l ú ltim o espejo .......................... 190
N u (n )ca ............... 191
U n cadavre chante ............................ 191
V IH ., Palimpsestos
M u ta c ió n de B ataille ..... 195
París ............ 196
A llá v iv ir golpes................ 196
P oeta— M ás ta rde!... ............ 197
Am é una m arca... ........................... 198
Es la bohemia, muchacho.................... 199
¡Evohé!........................... 199
H e a q u í que el viento......... .................... 200
Tú sonríes... ............ 201
U n poem a de John C lare .............. 201
L A S T R IV E R T O G E T H E R (1980)
A Francisco ....... ....................................................... 211
E l baccarrá en la noche ........................... .......................... 211
E l lam ento del vam piro ........................................................ 212
A u to u r du poém e ........... 212
E l día en que se acaba la canción ................ 213
Para A ., again (y vuelta a empezar) ........... 215
H im n o de la espía .............. 215
H a ik ú ................... 216
571
S i no es ahora........ ............................ 216
Im ita c ió n de Pessoa ............ 216
A nnabel Lee ............... 217
Los m isteriosos sobrevivientes ............... 218
La canción del croupier del M issisip p i ......... 219
T e rrito rio del m iedo ............... 222
E l pájaro ......... 223
E l lo c o ................. 224
E l n o i del S u c re .................. 225
D e d ica to ria ........................ 226
Senesco, sed a m o .............. 226
S aint M a lc o lm Parm i les oiseaux ........ 227
E l m ensajero llega con retraso ............................................228
La oración .................... 229
E pílogo. A aquella m u je r que quise ta n to ........................ 230
E L Q U E N O V E (1980)
I PARTE. L a r u in a d e lo s d io s e s
La tum ba de C h ris tia n Rosenkreutz ........................ 237
La tea hum ana ........................ 237
Am anecer en la b ib lia (Yeats) ....... 238
E l a n tic ris to (Sebastián en el sueño) ................................. 239
II p a r te . U nas g o tas d e s e m e n
D ia rio de u n seductor .......................................................... 243
B ello es el incesto ........ 243
N e c ro filia (prosa) ............. 244
E scrito sobre u n verso de Cavafis .......... 244
Los amantes ciegos ................... 245
Todas las mujeres que........ ......................................................245
572
Trobar Leu:
Canción ..... 246
Canción (II) .............. 246
573
D IO S C U R O S (1982)
A q u e l esclavo etíope, de todos e l más bello.............. 273
M e d ijo un griego... ............................ 273
E m perador en el fango ........... 273
Cuando cansado................. 273
E l que h irie ra a su m adre .................... 274
Q uién m u rió .................... 274
M ata ro n cinco niños........ ....... 274
D ije que había sido.................... 275
Ríe ahora que puedes................ 275
Cuando en e l bosque................ 275
E l fin de Anacreonte ...................... ............................ 276
Cuando aparecen en el u m b ra l........... ...................... 276
Cuando p o r f in , ... ......................................... 2
Recuerdas que en el d ía ............................................... 277
Filóstrato, si m uero........................................................ 277
Caput M o r t is
Perdí m i cabeza entre dos piedras, ........... 281
Te encontré en e l Támesis,................ 281
Rozaba el ala zá n ... ........ 281
M iedo a las golondrinas... ................................ 282
E L Ú L T IM O H O M B R E (1983)
Prefacio .............................. 287
P r im e r a p a r te . T o d o s lo s t e m p lo s ser án
DESTRUIDOS, TODOS LOS HOMBRES IGUALADOS AL
SUELO Y TODAS LAS CASAS ASIENTO DE LOS DIOSES
R équiem .............. 291
La flo r de la to r tu r a .......................... 291
Soldado herid o en el lejano V ie tn a m ...................... 293
B ertrand de B orn, o el oscuro enigm a de la p o lític a .... 293
574
Sueño de una noche de verano ............. 294
La noche del soldado en la casa abandonada ...................294
Thom as M üntzer, teólogo de la re volución ............. 295
La palabra, el hecho (teoría y praxis) .................... 296
Se g u n d a p a r te . D os p o e m a s d e a m o r
T rovador fu i, no sé quién soy ............................. 299
Proyecto de un beso ........... 300
T e r c e r a p a r te . V encer la lo c u r a
H e a q u í cómo caigo en el poema ...... 305
La poesía destruye... ............ 305
Cuando en el ciego... ...................... 305
O ra et labora, I ............... 306
A u to de fe ..... 307
C uarta p a r te . H a ik ú s
I ............ 311
I I ................................ 311
Q u in ta p a rte . In é d ito c o n te m p o rá n e o d e N a rc is o
(narración) «escondidos, inmensamente ocultos... ...... 317
Se x t a p a r te . D e cómo E z r a Po u n d pasó a f o r m a r
par te d e lo s m u e r t o s , p a r t ie n d o d e m i v id a
I. Beaut de foras-cuatro..................... 321
II. ¿N adiepara leerlo?................................ 324
I I I . «En estas ocasiones»....................................................... 325
IV . Y así empieza, ................ 329
V. Cuatro años sirviendo .................... 330
V I. Queda, detrás del c ris ta l................ 331
V II. «Pero sin embargo, ......... 332
V IH . Y nadie quería, nadie .......... 333
575
7 P O E M A S (1985)
Uomo ctía lla S icilia a h iti....... ................... 337
In the open house nobody cries... .............. 337
Nobody to ld me... ........... 337
H ay un sol en la tarde........ ................ 337
E ra un dios en la som bra... ................................................ 338
Caían los cristales... ............. 338
D yonisos ........ 338
Ú L T IM O S P O E M A S (1986)
Uomo ch’a lla S ic ilia ........... ................... 341
M archo inclinado, m irando a l suelo...................................... 341
E l canto de lo que repta ............................ 342
E l m e n sa je ......... ......... 343
I. N o insertos en un p la n , los sapos........... 344
II. N o busques ojos a l sapo........ .............. 344
I I I . Un sapo es un círculo........ ................. 344
IV . Vienen los sapos del N o rte ... ............... 345
V. N o hablan del sapo los hombres.................. 345
V I. Como un geranio se p u d re ... .......... 345
V II. Tienen miedo de los niños... ............... 345
V III. Surge en e l cielo la aurora....................................... 346
IX . Los sapos y las culebras... .. ... 346
X . Son hermanos de los buitres... ........ 346
X I. N o tienen fe en elfu tu ro ........... .............................. 346
X II. Los días de luna llena............ ......................................... 346
X III. Invade elja z m ín los campos............... 347
X IV . N o tienen los sapos nombre............ .............................. 347
P O E M A S D E L M A N IC O M IO D E M O N D R A G Ó N
(1987)
A quien me leyere... ................. 351
576
I
En el obscuro ja rd ín del m a n ico m io ................... 355
E l loco m irando desde la puerta del ja rd ín .................. 356
Lam ed W u f n i k ....... ................................ 356
El loco al que llam an el rey .......... 357
Has dejado huella....... ................................. 357
II
En m i alm a p o d rid a atufa el hedor a triu n fo ...................... 361
Brindemos con champagne.................. 361
E l que acecha en el um b ra l .................................................. 361
A m i madre (reivindicación de una hermosura) ............ 362
Los in m o rta le s .................. 363
Llega del cielo................ 363
D e l polvo nació......... .................... 364
Debajo de m í... ............. 364
H im n o a Satán .................... 364
E l lam ento de José de A rim atea ............... 365
Acerca del caso Dreyfuss sin Z o la o la causalidad
diabólica. E lfin de la p s iq u ia tría .................. 367
G L O B O R O JO (1989)
Los años han roto m i cara............................ 373
D ia rio del m anicom io de M o n dragó n .......... 373
C O N T R A ESPAÑA Y O TR O S PO EM AS N O D E
A M O R (1990)
In é d ito de E l ú ltim o hombre .......................................... 379
H im n o a la corona de España ............... 380
Réquiem p o r un poeta .................. 380
Edgar A lla n Poe, o el rostro del fa scism o ....... ............ 381
E l día en que m u rie ro n los masones, o para term inar
con el m al de España .......................... 382
577
Eta m ilita rra ................... 383
A p a rició n ....................... 383
Tánger ........................ 384
F in a l.............. ................. 386
En la selva caímos................................................................ 386
La m onja atea .......... 387
Figuras de la pasión del señor ................. 387
Peter P unk .......................... 388
¡Ah, el pánico atroz.................................................................. 388
Añoranza de Alcides ......... 390
Lo que Stéphane M allarm é quiso decir en sus poemas .. 391
E l enmascarado ................ 391
Inéditos de Poemas del m anicom io de M o n d ra g ó n ......... 392
H ay cuatrocientos... ........................................................ 392
En mis manos acojo...................................... 392
Los labios de los hombres......................................................... 393
Parábola de la lectura ............................... 393
E l tigre es ahora........................................................................ 393
Como si parecido...................... 394
Soy una vieja.............................................................................394
A sí el am ante ciego........................................... 394
Cuerpo ........................ 394
M i gran am or..................................... 395
¿ Y si la Esposa muere?.......................................... 395
Secretos del poema ............. 396
Am anecer sobre la tu m b a .............. 396
Pase de rabia ................ 397
Invocación y lectura .............................................................. 397
N acim ie n to de Jesús ................................................ 397
Lo que d ijo la virgen ante el fuego ........ 397
Lector, ven................. 398
Q uien soy debajo.............. 398
A lb a .................... 399
578
E l a u llid o de José de A rim a te a ..................................... 400
Persiguiendo lo hum ano ............ 400
Volver a empezar .............. 400
Regalo de u n hom bre ..... 400
Ars m a g n a ......................... 401
B rillo en la m ano ...... 401
Pobrecito ......................... 401
In m o la ció n en el p o e m a ....................... 402
H u n d im ie n to ........ 402
C anción para una discoteca.............. 403
La noche de los conjurados .................................... 403
H E R O IN A Y O T R O S P O E M A S (1992)
Acerca del proyecto hom bre ........................................... 409
H e r o ín a
E l diam ante es una súplica........................... 413
D e mujeres y saliva........................ 413
Que estoy vencido lo sé.. . . ...................................................... 413
S i e l ciervo asustado huye... ............................ 413
C ontar ciervos en el lla n o .............................. 413
Un fa u n o y una derrota.......................................................... 414
Todo ciervo sabe m o rir...................... 414
Lento hum o de cucarachas............................................ 414
Antiguos sapos he buscado... ................................ ...... . 414
E l jaco es una ramera......... ........................... 415
Como las alas de la nada........... ........................................ 415
La aguja d ib u ja lenta............................. 415
Como un viejo chupando................. 415
579
M uerto am or................................................................. 420
Le marchand d’ail et d ’oignons .......................... 421
Ascensión y caída ........... 421
P IE D R A N E G R A O D E L T E M B L A R (1992)
I. Este á rb o l es para muertos.............................. 427
II. T e rrito rio del cielo ................ 428
I I I . A s e s in a to ............................. 429
IV. Súcubo ............................................................................ 430
V. Piedra negra ..................................... 430
V I. S uicidio ............................................................ 431
V II. Oh hermanos.............................. 432
V I I I . La lira nom bra..............................................................433
IX . L e c tu ra ............................................................................433
X . Lectura (II) .......... 434
X I. V a ria n te ............................................. 434
X II. H a ik u .............................................................................434
X I I I . M o n n a Lisa ................................................................. 435
X I V Aparece nuevamente m i madre, disfrazada de
Blancanieves ............................................. 435
XV. Yo Frangois V illo n ............................................................ 436
X V I. E l hom bre elefante .................................................... 438
X V II. La fuente de la eterna ju ve n tu d (do dicen que
bebe una vieja) .................................................................. 439
X V III. N o se trata de rencor, sino de o dio .................... 440
X IX . H ay restos de m i fig u ra ................................................ 440
X X . La fábula de la cigarra y la horm iga ........................ 441
X X I. \B aila, ju d ío , b a ila .................................. 442
X X II. M o s c a .......................................................................... 442
X X III. M ujeres que aparecen.................................. 444
X X IV . V a ria n te ......................................................................444
X X V . Oh, Señor Jesús..............................................................444
X X V I. Scardanelli (Romance) ...........................................445
580
O N C E P O E M A S (1992)
Hasta que m i alm a reviente.............................. .................. . 449
Teoría del p la g io ................................................. ................ . 449
Las sirenas nadan en torno a m i cerebro............................ .4 5 0
E l deseo mancha el verso. .. ............................................... . 450
Corté una rosa, y otra rosa................... ................... ........... . 450
Como el viento esta larga..................................... ................ .4 5 0
E l hechizo de la nada,............... ...... ....... ........................... . 450
La sombra de un ciprés........................................................ .4 5 1
Supura pus la herida................................................... ......... .4 5 1
C aptain H o o k ..................................................................... .4 5 1
Ya que estoy solo..................................................................... . 451
L O C O S (1992, I a E D IC IÓ N )
Tengo un pez atado a l estómago.......................................... 455
La flo r que m ana.................................................................. 455
La locura a n id a ....................................................... ............. 455
Cuadro tras cuadro......................................... ...................... 455
Restos de com ida.................................................................... 456
Ojos cansados de perro andaluz ..................................... 456
E P ÍL O G O (1994)
I. Parábola del diccionario ............................................... 459
II. Después de la m uerte ................................................. 460
O R F E B R E (1994)
I. Pa r a d is e lo st
H im n o a S a tá n .................................................................... 467
H im n o a Satán (2a versión) .............................................. 467
H im n o a Satán (3a versión) .............................................. 467
A storeth ...................................................... ......................... 468
Q uién fu e la madre............................... .............................. 468
H im n o a D ios el p a d re ...................................................... 469
581
La cuádruple form a de la nada ...... 469
Dos peces.................. 470
El ritu a l del neurótico obsesivo ................... 470
Poesía concreta (H om enaje a Joao Cabral de M e ló
N eto) ..... 470
Flores ............ 471
II. S in e n o m in a
III. B io g r á f ic a
582
Las palabras............... 484
Las campanas barren el sonido. .. ................... 484
Lla n to p o r M arisa Letamendía ...................... 485
S id a .................................. 485
Trobar leu ...................... 485
H aikús ............................ 486
E l pantano ............ 486
Pequeña L u lú (tomado de un verso de Wallace Stevens) .. 487
A la manera de Trakl ................. 487
Los pasos delfantasm a..................... 488
A fte r Trakl (2) ..... 488
Nueve poemas a una m u je r que hizo de su nom bre
llu v ia ....... 488
I. Felisa, las palom as que comen en m i mano..................... 488
II. Felisa, elfa lo que nos convoca............................ 488
III . Felisa, e l m ineral gastado.................. 489
IV. Felisa, una serpiente... ................................................... 489
V. La rosa de M allarm é .......... 489
V I. Con tus labios si tú quieres............................... 490
V II. D ib u ja el tedio una palom a m archita... ........... 490
V I I I . La campana de la garganta............................ 490
IX . Que e l ladrido de un perro........... ............... 491
U n golpe de dados no abolirá el a z a r................................491
Qué fu e lo que a quí hubo......................................... 491
Qué es e l viento sin sombra,...................... 492
L O C O S (1995, 2 a E D IC IÓ N )
P ila r ........... 495
A n im a l engalanado......... ............... 495
C rucificad la lu z .................................................. 495
T ritu ra d el tritó n . .. ................ 496
E l poema como un pus.............................................. 496
E l poema hecho triz a s ... ............. 496
583
Un a n im a l huye............................ 496
La lu z en rosa....................... 496
La lu z en rosa (2 .a v e rs ió n )......... .................... 497
P álido el viento en las nubes ......... 497
Judas ................................... 497
Boris Pasternak ¿eres tú el que llo ra s? ................. 497
Yo no soy e l que soy... ............................................. 499
Peces nadan en torno a la nada....................... 500
E L T A R O T D E L IN C O N S C IE N T E A N Ó N I M O
(1997)
Prólogo ....................................................................................503
El t a r o t d e l in c o n s c ie n t e a n ó n im o
G U A R ID A D E U N A N I M A L Q U E N O E X IS T E
(1998)
A Belial ..................................... 525
Pata de m ono ..........................................................................525
A Cavalcanti ............ 526
M e celebro y me odio ........... 526
E n el ojo del huracán ................ 527
Audere (Osar) ........................................................................ 527
In v e n c ió n d e l a n im a l
D e s c u b r im ie n t o d e l a n im a l
H u id a d e l a n im a l
585
E l m ulo queda atrapado en e l poema................... 542
A i in fie rn o .................... 542
In fie rn o ......................... 543
H im n o a Satanás............. ............ 544
Los pájaros vuelan... ........... 544
N o m du D ie u .............. 544
Po em as d e l a v ie j a
T E O R ÍA L A U T R E A M O N T IA N A D E L P L A G IO
(1999)
Plagio de Dámaso A lonso ...................... 555
Cuánto oro hay en la ru in a ... ............ 555
Acerca del p ró jim o .......... 555
Poema social o reivindicación del m ono .......................... 556
A h e lfirm am ento a z u l de la saliva........................................556
Soy una m ujer barbuda...........................................................556
Soy un nido de ceniza............................................................. 556
La arm ada de los días caídos.................................................. 557
E l m a rtirio del sapo................................................................. 557
M i corazón, como el pá ja ro de la serpiente............... 557
Bataille .....................................................................................557
G ioconda ................................................................................ 558
Ten cuidado que viene..................... 558
586
D ios es la sim etría de un sapo. .. ................... 558
Plagiando a Pound ...................................... 559
Como una niña, que tiem bla y se sonroja ante e l sol........ 559
Yo no me llam o Javier ........... 559
Vejez ............................ 560
A h, e l esclavo de las palabras...................... 560
R ilkia n a ....... 560
G regorio Samsa (Kafka) ............... 561
E l poema es el ladrido de un perro................. 561
Ash Wednesday (E lio t) ............ 561
Qué oscura es la sangre del perro.................. 562
Cuando el d e lirio atraviesa la página ... ............................ 562
Plagiando a M allarm é .......................................................... 562
Remake ....................................................................................563
587