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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

INAH SEP

DIVISIÓN DE POSGRADOS
POSGRADO EN ANTROPOLOGÍA FÍSICA

ENAH

UN ACERCAMIENTO A LAS CONDICIONES DE SALUD Y


NUTRICIÓN DE UN SEGMENTO POBLACIONAL DEL SITIO
ARQUEOLÓGICO LOS LIMONES, COLIMA

TESIS
QUE COMO PARTE DE LOS REQUISITOS
PARA OBTENER EL GRADO DE
MAESTRA EN ANTROPOLOGÍA FÍSICA
P R E S E N T A
MILENA MARCELA SALAZAR CAMACHO

DIRECTORA DE TESIS:
DRA. LOURDES MÁRQUEZ MORFÍN

CIUDAD DE MÉXICO AGOSTO 2016


A mi mamá, Lidiette, y a mi papá, Juan Carlos,
por su amor, confianza y apoyo en todo momento.
AGRADECIMIENTOS

Esta tesis corresponde a los estudios realizados con una beca de excelencia

otorgada por el Gobierno de México, por medio de la Secretaría de Relaciones

Exteriores. A esta institución, un sincero agradecimiento por el apoyo que me brindó

para continuar con mis estudios de posgrado.

A los miembros del Comité tutorial, quiero agradecerles por contribuir en el

desarrollo de esta investigación. A la Dra. Lourdes Márquez (Directora), por su apoyo,

consejos y observaciones durante mi formación académica. Al Dr. Ernesto González

(Co-director), por sus aportes y valiosos comentarios realizados a esta investigación.

A la Dra. Margarita Meza (Asesora), por las observaciones efectuadas a este trabajo.

A la Dra. Patricia Hernández y a la Dra. Juana Trejos, por la revisión del documento y

las recomendaciones realizadas.

Al profesor Carlos Karam, encargado del Laboratorio de Osteología del

Posgrado de Antropología Física, gracias por facilitarme un espacio para desarrollar el

análisis osteológico, así como por el asesoramiento y los consejos brindados durante

él. A las asistentes, Adriana Zamora y Daniela Somohano, por la ayuda ofrecida

durante el proceso de análisis de laboratorio.

Al Jefe del Posgrado en Antropología Física, Dr. Héctor Martínez, por su apoyo

y orientación a lo largo de la Maestría. A Javier Jiménez, asistente del Posgrado, por

sus consejos y valiosa ayuda en la realización de diferentes trámites.


A las compañeras de la generación: Fernanda Espinosa, Aurora Pérez, Feliana

Muñoz, Shayra Chiñas, Patricia Esquivel y Karina Ramos, por su apoyo,

recomendaciones y ánimos brindados durante la Maestría. Al compañero Joel

Hernández, por facilitarme información y por las sugerencias realizadas durante el

análisis osteológico. De forma muy especial, deseo agradecer a las compañeras Laura

González, Mariel Durán y Aracely Olivares, por su apreciable amistad durante el

posgrado, por los momentos y experiencias compartidas, por su ayuda y buenos

deseos.

A los colegas, M.Sc. Yahaira Núñez y M.Sc. Gerardo Alarcón, por la ayuda,

recomendaciones ofrecidas y palabras de ánimo brindadas. A Sofía Bernal, por su

amistad, confianza y entusiasmo.

A mi familia, especialmente a mis papás, Lidiette y Juan Carlos, por su cariño,

comprensión y apoyo constante e incondicional. A mi tía Carmen Grace por sus

valiosos consejos, apoyo y ayuda en la revisión de este documento.


TABLA DE CONTENIDO
ÍNDICE DE CUADROS ....................................................................................................... 7
ÍNDICE DE FIGURAS ....................................................................................................... 10
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 13
CAPÍTULO I: DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN .................................................................. 16
1.1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN ............................................................................. 16
1.2. JUSTIFICACIÓN ........................................................................................................ 18
1.3. OBJETIVOS ............................................................................................................... 19
1.3.1. OBJETIVO GENERAL ......................................................................................... 19
1.3.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS ................................................................................ 19
1.4. HIPOTESIS DE INVESTIGACIÓN.............................................................................. 20
CAPÍTULO II: EL VALLE DE COLIMA Y EL SITIO ARQUEOLÓGICO LOS LIMONES ........ 22
2.1. EL VALLE DE COLIMA .............................................................................................. 22
2.1.1. UBICACIÓN DEL SITIO LOS LIMONES .............................................................. 22
CAPÍTULO III: ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN ....................................................... 26
3.1. ESTUDIOS SOBRE CONDICIONES DE VIDA Y SALUD EN POBLACIONES
PREHISPÁNICAS ................................................................................................................. 26
3.1.1. POBLACIONES PREHISPÁNICAS COSTERAS ................................................. 28
3.1.2. ESTUDIOS BIOARQUEOLOGICOS EN COLIMA ................................................... 36
3.2. ASPECTOS GENERALES DE LA ARQUEOLOGÍA EN LA REGIÓN DE OCCIDENTE
.......................................................................................................................................... 47
3.2.1. SECUENCIA CULTURAL DE COLIMA ................................................................ 49
3.3. SALVAMENTO ARQUEOLÓGICO EN EL PREDIO LOS LIMONES .......................... 51
3.3.1. PRIMERA ETAPA ................................................................................................ 53
3.3.2. SEGUNDA ETAPA .............................................................................................. 57
3.4. CRONOLOGÍA DEL SITIO LOS LIMONES ............................................................... 59
3.4.1. Fase Armería: características generales .............................................................. 59
CAPÍTULO IV. REFERENTES TEÓRICOS .......................................................................... 63
4.1. EL ENFOQUE BIOCULTURAL .................................................................................. 63
4.1.1. EL MODELO BIOCULTURAL DE ESTRÉS ............................................................. 65
4.2. LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS Y LA ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTE ................. 68
4.2.1. DESIGUALDAD SOCIAL REFLEJADA EN LOS CONTEXTOS FUNERARIOS ... 73
CAPÍTULO V: ESTRATEGIA METODOLÓGICA .................................................................. 80
5.1. SERIE ESQUELÉTICA DE ESTUDIO ........................................................................ 80

5
5.2. ANÁLISIS OSTEOLÓGICO ........................................................................................ 84
5.2.1. ESTIMACIÓN DEL SEXO .................................................................................... 84
5.2.2. ESTIMACIÓN DE LA EDAD................................................................................. 87
5.2.3. ESTIMACIÓN DE LA ESTATURA ....................................................................... 89
5.2.4. IDENTIFICACIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS ............................................ 89
5.3. ANÁLISIS DEL CONTEXTO FUNERARIO ................................................................. 94
5.4. ANÁLISIS DE LA DISTRIBUCIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS SEGÚN LAS
DESIGUALDADES SOCIALES ......................................................................................... 98
CAPÍTULO VI: RESULTADOS Y DISCUSIÓN.................................................................... 100
6.1. ANALÍSIS OSTEOLÓGICO ...................................................................................... 100
6.1.1. DISTRIBUCIÓN POR SEXO Y EDAD A LA MUERTE ....................................... 100
6.1.2. ESTIMACIÓN DE LA ESTATURA ..................................................................... 103
6.1.3. IDENTIFICACIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS .......................................... 104
6.1.4. LESIONES PARTICULARES ............................................................................. 158
6.1.5. MODIFICACIONES CULTURALES ................................................................... 163
6.2. ANÁLISIS DE CONTEXTOS FUNERARIOS ............................................................ 165
6.2.1. TIPO Y UBICACIÓN DE LOS ENTIERROS ....................................................... 165
6.2.2. ARTEFACTOS OFRENDADOS ......................................................................... 166
6.3. DESIGUALDAD SOCIAL E INDICADORES DE ESTRÉS ........................................ 182
CAPÍTULO VII: CONSIDERACIONES FINALES ................................................................ 186
7.1. SOBRE LAS CONDICIONES DE SALUD Y NUTRICIÓN ........................................ 186
7.2. SOBRE LAS DESIGUALDADES SOCIALES Y LAS CONDICIONES DE SALUD .... 191
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................... 196
ANEXOS............................................................................................................................. 225
ANEXO 1. FORMULARIO ESQUELÉTICO DE SUBADULTO......................................... 225
ANEXO 1 (continuación). FORMULARIO ESQUELÉTICO DE SUBADULTO. ................ 226
ANEXO 2. FORMULARIO ESQUELÉTICO DE ADULTO. ............................................... 227
ANEXO 2 (continuación). FORMULARIO ESQUELÉTICO DE ADULTO. ........................ 228
ANEXO 3. CÉDULA DE SALUD Y NUTRICIÓN. ............................................................. 229

6
ÍNDICE DE CUADROS

Pág.
Cuadro 1. Síntesis de estudios bioarqueológicos realizados en Colima del
2000 al 2010 38
Cuadro 2. Distribución de los entierros analizados según la temporada de
campo y el contexto arqueológico. 83
Cuadro 3. Ecuaciones de regresión propuesta por Genovés (1967). 89
Cuadro 4. Codificación de indicadores de estrés. 92
Cuadro 5. Distribución por sexo y edad de los 21 individuos con información
contextual. 95
Cuadro 6. Distribución por sexo y edad de la serie de estudio. 102
Cuadro 7. Estimación de la estatura a un individuo femenino adulto (Ent. 2,
U.E.3). 104
Cuadro 8. Comparación de estaturas reportadas en tres sitios arqueológicos
de Colima. 104
Cuadro 9. Distribución absoluta de la frecuencia de caries según el sexo y la
edad de los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas. 106
Cuadro 10. Distribución absoluta de la frecuencia de abscesos según el
sexo y la edad de los 17 individuos, cuyos alveolos fueron examinados. 110
Cuadro 11. Distribución de abscesos y caries según el sexo y la edad de los
nueve individuos. 112
Cuadro 12. Distribución absoluta de la frecuencia de periodontitis según el
sexo y la edad de los 11 individuos, cuyos huesos alveolares fueron
examinados. 114
Cuadro 13. Distribución de periodontitis, desgaste y cálculos según el sexo y
la edad de los individuos. 115
Cuadro 14. Distribución absoluta de la frecuencia de pérdidas antemortem
según el sexo y la edad de los 12 individuos, cuyos huesos alveolares fueron
examinados. 117
Cuadro 15. Distribución de pérdidas antemortem, caries y periodontitis según
el sexo y la edad de los individuos. 118
Cuadro 16. Distribución absoluta de la frecuencia de cálculos según el sexo y
la edad de los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas. 119
Cuadro 17. Distribución absoluta de la frecuencia de hipoplasia del esmalte
según el sexo y la edad de los 20 individuos, cuyos caninos e incisivos
fueron examinados. 123
Cuadro 18. Distribución de hipoplasia del esmalte, periostosis y criba orbitaria
según la edad y el sexo de los individuos. 124

7
Cuadro 19. Distribución absoluta de la frecuencia de hipercementosis según
el sexo y la edad de los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron
examinadas. 127
Cuadro 20. Distribución de hipercementosis, caries, abscesos, hipoplasia del
esmalte, periodontitis y desgaste. 128
Cuadro 21. Distribución absoluta de los grados de desgaste según el sexo de
los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas. 131
Cuadro 22. Distribución absoluta de los grados de desgaste según la edad de
los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas. 131
Cuadro 23. Distribución absoluta de la frecuencia de exostosis auditiva según
el sexo y la edad de los 13 individuos, cuyos canales auditivos fueron
examinados. 136
Cuadro 24. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales
según el sexo y la edad de los 15 individuos, cuyos huesos largos fueron
examinados. 139
Cuadro 25. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales
en tibia según el sexo y la edad de los 15 individuos. 140
Cuadro 26. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales
sistémicas según el sexo y la edad de los 15 individuos. 141
Cuadro 27. Distribución absoluta de la frecuencia de periostosis, hipoplasia
del esmalte y criba orbitaria según la edad y el sexo de los individuos. 141
Cuadro 28. Distribución de osteofitos en las articulaciones de los tres
individuos, según su sexo y edad. 150
Cuadro 29. Distribución de cambios en las entesis según la edad y el sexo de
los 17 individuos. 155
Cuadro 30. Distribución absoluta de las marcas de robustez en cada hueso
largo según el sexo de los 17 individuos. 155
Cuadro 31. Distribución absoluta de modificaciones culturales según el sexo
y la edad de los cinco individuos. 163
Cuadro 32. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados a
individuos femeninos subadultos y adultos. 167
Cuadro 33. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados a
individuos adultos de sexo no identificado. 168
Cuadro 34. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados
individuos masculinos adultos. 168
Cuadro 35. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos, líticos y de
fauna ofrendados a individuos femeninos adultos y subadultos. 171
Cuadro 36. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos y líticos
ofrendados a individuos adultos de sexo no identificado. 172

8
Cuadro 37. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos ofrendados a
individuos adultos masculinos. 172
Cuadro 38. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a
individuos femeninos adultos y subadultos. 177
Cuadro 39. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a
individuos adultos de sexo no identificado. 177
Cuadro 40. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a
individuos masculinos adultos. 178

9
ÍNDICE DE FIGURAS

Pág.
Figura 1. División municipal del estado de Colima 23
Figura 2. Etapas de construcción del proyecto urbanístico 24
Figura 3. Distribución porcentual de la frecuencia de huellas de estrés
óseo y patologías en cada sitio arqueológico. 40
Figura 4. Distribución porcentual en cada sitio arqueológico de la
frecuencia de desgaste y patologías dentales. 41
Figura 5. Cronología y secuencia cutural propuesta para Collima 52
Figura 6. Dibujo de planta de la unidad habitacional y ubicación de los
entierros 1 y 2 54
Figura 7. Dibujo de planta y de perfil del entierro 7 precedido por
agrupamientos de rocas 56
Figura 8. Entierro 7 con alineamiento de rocas al lado oeste del individuo 58
Figura 9. Modelo integrativo biocultural 65
Figura 10. Modelo biocultural de estrés utilizado en poblaciones
esqueléticas 67
Figura 11. Variables nominales vinculadas con la persona social. 73
Figura 12. Primer molar superior izquierdo (Femenino de 7 ± 2 años. Ent.1,
U.E.3). 107
Figura 13. Primer molar inferior izquierdo (Adulto masculino. Ent.6, U.E.3). 108
Figura 14. Primer molar inferior derecho (Adulto femenino. Ent.9, U.E.3 108
Figura 15. Absceso en segundo molar inferior derecho (Femenino de 7 ± 2
años. Ent.1, U.E.3). 111
Figura 16. Absceso en primer molar inferior derecho (Adulto masculino.
Ent.6, U.E.3). 111
Figura 17. Reabsorción alveolar en el segundo premolar y primer molar
inferior derecho (Masculino de 30-35 años. Ent. 9b, U.E.3). 114
Figura 18. Reabsorción alveolar en el canino y premolares superiores
derechos (Adulto femenino. Ent.5, U.E.3). 115
Figura 19. Pérdida antemortem de piezas dentales inferiores (Adulto
masculino. Ent.9, U.E.7). 117
Figura 20. Cálculos subgingivales en las raíces de los incisivos inferiores
derechos (Adulto femenino. Ent.5, U.E.7). 120
Figura 21. Cálculos supragingivales en molares inferiores izquierdos
(Femenino de 5 + 1,5 años. Ent. 8, U.E.3). F 121
Figura 22. Hipoplasia en caninos superiores (Individuo de 20-24 años sexo
no identificado. Ent.4, U.E.7). 123
Figura 23. Hipoplasia en canino inferior izquierdo (Adulto femenino. Ent.3,
U.E.3). 124

10
Figura 24. Hipercementosis en piezas dentales inferiores (Adulto
femenino. Ent.7, U.E.3). 127
Figura 25. Hipercementosis en piezas dentales inferiores (Adulto
femenino. Ent.9, U.E.7). 128
Figura 26. Desgaste ligero en dientes superiores (Femenino de 7 ± 2 años.
Ent.8, U.E.3). 132
Figura 27. Desgaste moderado en dientes superiores (Femenino de 38-43
años. Ent.10, U.E.3). 132
Figura 28. Desgaste severo en dientes superiores (Adulto femenino. Ent.2,
U.E.2). 133
Figura 29. Exostosis auditiva en ambos oídos (Adulto masculino. Ent.4,
U.E.3). 136
Figura 30. Exostosis auditiva en oído derecho (Femenino de 38-43 años.
Ent.10, U.E.3). 137
Figura 31. Reacción periostal inactiva en tibia derecha (Femenino de 5
±1,5 años. Ent.8, U.E.3). 140
Figura 32. Reacción periostal inactiva en (a.) tibia derecha y (b.) fémur
derecho. (Femenino de 30-40 años. Ent.5, U.E.3). 142
Figura 33. Criba orbitaria en (a.) lado derecho y (b.) izquierdo (Subadulto
de 9 meses ± 3 meses. Elemento 9, U.E.3). 146
Figura 34. Criba orbitaria en la orbitaria izquierda (Femenino de 24-30
años. Ent.9a, U.E.3). 147
Figura 35. Tercera costilla izquierda con osteofitos en la carilla articular
(Femenino de 35-39 años. Ent.2, U.E.3). 150
Figura 36. Ostefitos en los cuerpos de la (a.) sexta vértebra cervical, (b.)
octava vértebra torácica y (c.) quinta vértebra lumbar (Femenino de 35-39
años. Ent.2, U.E.3). 151
Figura 37. Osteofitos en el margen interno del acetábulo izquierdo
(Femenino de 35-39 años. Ent.2, U.E.3). 152
Figura 38. Marca de robustez en húmero izquierdo (Femenino de 30-40
años. Ent.5, U.E.3). 156
Figura 39. Marca de robustez en el fémur derecho (Masculino de 30-35
años. Ent.9b, U.E.3). 156
Figura 40. Proyecciones de hueso el borde de la cara anterosuperior de la
rótula derecha (Femenino 35-39 años. Ent.2, U.E.3). 157
Figura 41. Espolón en calcáneo izquierdo (Femenino 35-39 años. Ent.2,
U.E.3). 157
Figura 42. Lesión suprainiana (Adulto femenino. Ent.9, U.E.7). 159
Figura 43. Cigomático izquierdo con porosidad y una pequeña formación
de hueso con apariencia redondeada (Adulto masculino. Ent.4, U.E.3). 161

11
Figura 44. (a.) Acortamiento del cuarto metacarpo y (b.) comparación con
el tamaño del segundo, tercero y quinto metacarpo (Femenino de 38-43
años. Ent.10, U.E.2). 162
Figura 45. Deformación craneal tipo tabular erecta plano lámbdico
(Femenino de 7 ± 2 años. Ent. 1, U.E.2). 164
Figura 46. Deformación craneal tipo tabular erecta plano lámbdico
(Femenino de 35-39 años. Ent. 2, U.E.2). 164
Figura 47. Mutilación dental en incisivos superiores (Adulto de sexo
indeterminado. Ent. 11, U.E.7) 165
Figura 48. Vasija de silueta compuesta (Ent.3, U.E.7, adaptado de Olay y
López 2008). 169
Figura 49. Metate apodo y mano de moler (Ent.7, U.E.3, adaptado de Olay
y López 2008). 170
Figura 50. Fragmento de hueso de fauna (Ent.2, U.E.2). 170
Figura 51. Vasija globular con decoración sencilla de banda roja sobre el
borde (Ent.7, U.E.3, adaptado de Olay y López 2008). 174
Figura 52. Cajetes con decoraciones complejas en pintura: (a.) caracoles y
(b.) espirales (Ent.9, U.E.7, adaptado de Olay y López 2008). 174
Figura 53. Vasija con representaciones de agave. Tipo cerámico Colima rojo
sobre crema (Ent.8, U.E.3, adaptado de Olay y López 2008: Figura 184-
185). 175
Figura 54. Cajetes con diseños esgrafiados: (a.) líneas horizontales,
punteados y xonecuillis y (b.) grecas (Ent.3, U.E.7, adaptado de Olay y
López 2008). 175
Figura 55. Figurillas estilo Mazapa (U.E.2, adaptado de Olay y López: Figura
301). 177
Figura 56. Vasija con ahumado en la base (Ent.4, U.E.7, adaptado de Olay
y López 2008). 179
Figura 57. Fragmentos cerámicos con hollín (Ent. 10*, U.E.3). 180
Figura 58. Molcajetes (Ent.5, U.E.7 adaptado de Olay y López 2008: Figura
65). 180
Figura 59. Cajetes “encontrados” con ahumado (Ent.5, U.E.3, adaptado de
Olay y López 2008). 182
Figura 60. Influencia de factores ambientales y socioculturales en las
condiciones de salud y nutrición de los individuos estudiados. 186
Figura 61. Distribución absoluta de los indicadores de estrés con base en el
total de individuos (n=29). 188

12
INTRODUCCIÓN

En las últimas cuatro décadas, en México y en otros países, se ha utilizado el

enfoque biocultural para realizar estudios de poblaciones antiguas. La evidencia

biológica más cercana de estas poblaciones está representada por los restos óseos

humanos. Por medio de las series esqueléticas y de sus contextos funerarios, se han

obtenido datos sobre la dinámica demográfica, la filiación genética, la migración y la

movilidad, la dieta, las prácticas funerarias, la organización social, entre otros. Muchas

de las investigaciones se han interesado por el tema de las condiciones de salud que

tuvieron estas poblaciones pasadas. Una de ellas es la que se presenta en este

documento, la cual fue desarrollada con la serie esquelética encontrada en el sitio

arqueológico Los Limones, ubicado en Colima.

Las excavaciones arqueológicas efectuadas en el sitio Los Limones permitieron

el hallazgo de contextos funerarios adscritos a la fase Armería (600-1000 d.C.). Los 29

individuos recuperados en estos entierros representaron el objeto de estudio de esta

investigación, la cual se interesó por evaluar las condiciones generales de salud y

nutrición de esta serie esquelética.

Las condiciones de salud y nutrición de estos individuos se analizaron por medio

de la identificación de lesiones en los huesos y piezas dentales, aplicando el modelo

estandarizado de indicadores de estrés, propuesto por Goodman y Martin (2002).

Adicionalmente, siguiendo los planteamientos de la Arqueología Procesual, se

estudiaron los contextos funerarios para determinar desigualdades sociales entre los

individuos inhumados, mediante el tipo y la ubicación de los entierros; y la cantidad, la

13
variedad, la procedencia y la calidad de los artefactos. Posteriormente, se evaluó la

distribución de los indicadores de estrés con base en esas diferencias sociales

establecidas.

Los análisis realizados indicaron que los individuos estuvieron afectados

principalmente por patologías dentales, como las caries, los abscesos y la pérdida de

dientes antemortem. En cuanto a los indicadores de estrés óseo, la periostosis fue el

más frecuente. La presencia de esta lesión ha sido asociada con el surgimiento de la

agricultura y los cambios en la alimentación que esta provocó. Por otro lado, el estudio

de los contextos funerarios permitió proponer dos rangos sociales entre los individuos

inhumados: uno bajo y otro alto. Debido al limitado estado de conservación que

presentó la serie esquelética, no fue posible establecer diferencias claras en cuanto a

la distribución de los indicadores de estrés entre estos rangos sociales. A pesar de

esta situación, fue posible observar que, de manera general, las patologías dentales y

el desgaste dental afectaron a los individuos de ambos rangos sociales.

Este trabajo consta de siete capítulos. El Capítulo I corresponde al diseño de la

investigación, en el cual se incluye el planteamiento del problema, los objetivos, la

pertinencia del estudio y las hipótesis de investigación.

En el Capítulo II, se presenta el escenario físico y geográfico del valle de Colima,

se enfatiza en el clima de la región, las especies de flora y fauna y las principales

fuentes hídricas.

El Capítulo III hace referencia a los antecedentes de investigación. Se expone

un balance de los estudios bioarqueológicos desarrollados en Mesoamérica y en

14
Colima, principalmente. Asimismo, se realiza una síntesis sobre los aspectos

generales de la arqueología de Occidente, y se enfatiza en las excavaciones

arqueológicas realizadas en el sitio Los Limones y en los contextos funerarios

encontrados en él.

El Capítulo IV corresponde al marco teórico utilizado en esta investigación, el

cual se dividió en dos secciones. La primera explica el enfoque biocultural y el modelo

de estrés empleado para comprender las condiciones generales de salud y nutrición

de los individuos. En la segunda sección se detallan los planteamientos teóricos de la

Arqueología Procesual, usados para determinar las diferencias sociales en los

contextos funerarios.

En el Capítulo V se detalla la estrategia metodología seguida para lograr los

objetivos de investigación. Se indican las técnicas utilizadas para estimar el sexo, la

edad y la estatura de los individuos, así como los indiciadores de estrés seleccionados

para identificar las lesiones óseas y dentales. Además, se establecen las categorías

y variables arqueológicas empleadas para proponer desigualdades sociales a partir de

los contextos funerarios.

Los resultados correspondientes con el análisis osteológico, el contexto

funerario y los indicadores de estrés, se detallan y discuten en el Capítulo VI. Por

último, en el Capítulo VII se presentan las consideraciones finales de la investigación,

en ellas se integran los aspectos ambientales del valle Colima, la información

sociocultural del sitio arqueológico y los datos biológicos de los individuos analizados.

15
CAPÍTULO I: DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN

1.1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

El periodo Clásico Tardío se extiende desde el 650/800 hasta el 900/1000 d.C. Durante

este periodo da inicio una de las transformaciones más importantes de Mesoamérica,

pues entre los años 650 y 750 d.C., Teotihuacan, la destacada metrópoli del Clásico,

pierde el poder político y económico que había tenido durante cinco siglos. El colapso

de tan notable ciudad repercutió prácticamente en toda Mesoamérica y se registra una

ruptura de las tradiciones culturales propias del periodo Clásico. Por consiguiente, para

estas fechas se produce una movilidad social, una reorganización de los

asentamientos y de los círculos de poder, un cambio en las esferas de interacción

cultural, una inestabilidad política y una revisión de las doctrinas religiosas (López y

López 2014:172,177; Manzanilla 2014:203).

Bajo este escenario, en el área cultural de Occidente se dio una transformación

de los universos conceptuales de las antiguas poblaciones (Fernández y Deraga

2014:186). Así, cerca del 600 d.C., finaliza una manifestación cultural de considerable

originalidad, como fue la utilización y la construcción de tumbas de tiro. Entre los años

700 y 900 d.C. se observa cierta mesoamericanización de la región (Michelet

2014:154,162). Adicionalmente, para estas fechas se nota una mayor planificación de

los sitios, como sucedió con el sitio de estudio, Los Limones. En este se identificó una

posible área habitacional, compuesta por varios alineamientos de piedra, así como

enterramientos precedidos por agrupamientos de rocas llamados “marcadores”, los

cuales son asociados a la fase Armería (600-1000 d.C.) (Olay y López 2008:24-103).

16
Entre los años 750 y 1100 d.C., en el valle de Colima se presentó una

proliferación de aldeas agrícolas y el sitio Los Limones pudo haber sido una de ellas

(Olay y López 2008:199). Se sabe que al transitar de un modo de vida cazador-

recolector a uno basado en la agricultura, se produjeron modificaciones en la

alimentación; las cuales afectaron las condiciones de vida y salud de las poblaciones

antiguas (Cohen y Armelagos 1984; Steckel y Rose 2002). De igual manera, en

diferentes poblaciones agrícolas de Mesoamérica, se ha registrado un deterioro de la

salud y de la calidad de vida, en comparación con aquellas poblaciones dedicadas a

la caza y a la recolección (Márquez et al. 2002; Márquez 2006a; Storey et al. 2002).

Por consiguiente, considerando que los individuos recuperados en el sitio Los Limones

integraron una sociedad agrícola, se propuso establecer un acercamiento

intrapoblacional de la salud y nutrición de estos individuos, mediante el planteamiento

de las siguientes preguntas de investigación:

 Con respecto a la distribución por sexo y edad, ¿cuál fue el perfil biológico de

los individuos encontrados en el sitio Los Limones?

 ¿Cuáles huellas de estrés óseo presentaron los individuos y cuál es su

distribución según la edad y el sexo?

 Tomando en cuenta la información del contexto funerario, ¿qué se puede inferir

sobre las diferencias sociales entre los individuos inhumados y la organización

social del sitio?

17
1.2. JUSTIFICACIÓN

La bioarqueología hace énfasis en el componente biológico humano obtenido por

medio del registro arqueológico. Así, a partir de los restos óseos es posible estudiar la

condición y el comportamiento humano de manera general, para dar a conocer la

historia de vida del individuo y de la población a la que perteneció (Márquez y González

2009:8). Por consiguiente, el contexto dentro del cual fueron hallados los restos óseos

es tan importante como los huesos mismos, ya que la información que brinda el

contexto debe ser integrada para producir una interpretación que vaya más allá de la

descripción biológica (Martin et al. 2013:60-61).

En el caso de los individuos recuperados en el sitio arqueológico Los Limones,

los datos reportados sobre ellos constituyen tan sólo un anexo básico y descriptivo del

informe técnico arqueológico, en el que se incluye el sexo, la edad, la estatura y las

probables patologías que afectaron a estos individuos1. Esta información no fue

analizada de manera integral, es decir, no se relacionaron los datos biológicos de la

serie esquelética con aquellos que comprenden el contexto funerario, para realizar

inferencias sobre aspectos sociales, económicos, políticos, entre otros. En algunas

ocasiones, esta carencia de análisis es producto del interés especial que los

investigadores a cargo de los proyectos le brindan al estudio de los materiales

cerámicos y líticos, dejando de lado los restos óseos humanos. En este sentido,

Jácome y Flores (2011:4) indican que para junio del 2011, en el Centro INAH de Colima

1
En el informe sólo se adjunta el análisis de los individuos hallados en la segunda temporada de campo,
el cual fue realizado por el antropólogo físico Juan José Zaldívar Guerrero. No obstante, en la presente
investigación se estudia el total de individuos recuperados en ambas temporadas de campo.

18
se habían registrado aproximadamente 87 colecciones osteológicas de diferentes

excavaciones, pero sólo 15 de ellas contaban con un análisis antropofísico.

Tomando en cuenta el contexto detallado anteriormente, la finalidad de la

presente investigación fue contribuir con información sobre las condiciones generales

de salud y nutrición de algunos de los antiguos habitantes de Colima, región del

Occidente de Mesoamérica poco estudiada hasta el momento. Para esto, se aplicó el

enfoque biocultural que integra los datos culturales, biológicos y ambientales,

superando de esta manera el análisis meramente descriptivo de los restos óseos

humanos.

1.3. OBJETIVOS

1.3.1. OBJETIVO GENERAL

Evaluar las condiciones generales de salud y nutrición de los individuos hallados en

los entierros de la fase Armería (600-1000 d.C.) del sitio arqueológico Los Limones,

considerando la presencia de huellas de estrés óseo y la influencia de la organización

social reflejada en los contextos funerarios.

1.3.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Estimar la edad, el sexo y la estatura de los individuos e identificar posibles

patologías óseas y dentales empleando el modelo estandarizado de indicadores

de estrés, propuesto por Goodman y Martin (2002).

 Determinar diferencias sociales entre los individuos inhumados en los contextos

funerarios, a partir de las características constructivas de los enterramientos,

así como de la cantidad, la calidad y el tipo de artefactos ofrendados.

19
 Analizar la distribución de los indicadores de estrés con base en el sexo y la

edad de los individuos y las diferencias sociales interpretadas en los contextos

funerarios.

1.4. HIPOTESIS DE INVESTIGACIÓN

Al considerar que los individuos de estudio formaban parte de una sociedad agrícola,

se proponía que las alteraciones en la salud y la nutrición estuvieron vinculadas con

este modo de subsistencia. Por lo tanto, entre los problemas de salud que aquejaron

a los individuos se esperaba encontrar una alta incidencia de caries (Larsen 1984),

que se asociara con una dieta basada en productos agrícolas ricos en carbohidratos.

Además, debido a que el sedentarismo y el aumento de la población, propiciado por el

modo de vida agrícola, ocasionaron un incremento en las enfermedades infecciosas

(Walker y Thornton 2002), se suponía que era muy probable la presencia de

reacciones periostales entre los individuos estudiados. Adicionalmente, cabía la

posibilidad de que la agricultura se complementara con la pesca y extracción de

recursos de agua dulce, pues el municipio de Villa de Álvarez, donde se ubica el sitio

Los Limones, cuenta con varios ríos, entre ellos el Armería y el Colima, así como con

las lagunas Pastores y La Grande (Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo

Municipal 2016). Por consiguiente, era factible identificar lesiones relacionadas con

actividades acuáticas, como la exostosis auditiva (Kennedy 1986; Kroon et al. 2002;

Pezo et al. 2009).

Por otra parte, se proponía que los individuos estudiados conformaban un

mismo segmento de la población, pero al interior podrían presentarse desigualdades

impulsadas por la organización social. En consecuencia, se plantearon dos escenarios

20
hipotéticos para identificar las diferencias sociales entre los individuos. El primero

correspondía a los individuos con menor prestigio o rango social bajo, que usualmente

se hallaban en zonas funerarias con enterramientos construidos de manera sencilla.

Además, presentaban pocos artefactos ofrendados con acabados y decoraciones

simples. El otro escenario hacía referencia a los individuos con un rango social alto,

que se encontraban en una zona o lugar específico dentro de enterramientos que

poseían particularidades constructivas más complejas. En estos entierros se podía

depositar una mayor cantidad de objetos con decoraciones más elaboradas 2, incluso

estos artefactos podrían proceder de otras regiones.

2
En el apartado sobre los enterramientos de la fase Armería (600-1000 d.C.) del Capítulo III, se explica
con mayor detalle las diferencias y características de los enterramientos simples y complejos.

21
CAPÍTULO II: EL VALLE DE COLIMA Y EL SITIO ARQUEOLÓGICO

LOS LIMONES

En el presente capítulo se describe el entorno físico que rodea el sitio de estudio.

Además, se incluyen datos actuales sobre el clima, la hidrografía, la flora y la fauna,

pues no se cuenta con información sobre el paleoambiente de la región durante el

periodo en el cual vivieron los individuos estudiados.

2.1. EL VALLE DE COLIMA

El valle de Colima se ubica en la pendiente norte-sur que conforma la falda sureña del

volcán de Fuego. Su territorio abarca casi la totalidad de los municipios de

Cuauhtémoc, Villa de Álvarez, Colima y una parte de Coquimatlán. Posee un contorno

irregular y flora y fauna que corresponden a bosques fríos y secos, así como al trópico

húmedo y seco. Según las investigaciones arqueológicas, se considera que este valle

ha sido un lugar propicio para el desarrollo de la vida humana, pues las barrancas y

cañadas formadas en los flancos sureños del volcán de Fuego, se encuentran

surcadas por corrientes de agua que no son permanentes en todos los casos, pero sí

cuentan con escurrimientos y manantiales que proveen de este líquido durante todo el

año (Olay 2012: I: 245-246).

2.1.1. UBICACIÓN DEL SITIO LOS LIMONES

Este sitio arqueológico se localiza en el municipio Villa de Álvarez (Figura 1). Su

hallazgo se debe a la realización de un rescate arqueológico impulsado por un

proyecto urbanístico, que contemplaba cinco etapas de construcción. Sin embargo, la

serie esquelética y los contextos funerarios estudiados en esta investigación fueron

22
recuperados en la primera y en la segunda etapas3 (Figura 2). En cuanto a sus límites,

el sitio colinda al norte con el fraccionamiento Puertas de Rolón y con la carretera que

comunica la localidad de El Espinal con la ciudad de Villa de Álvarez, al oeste con el

fraccionamiento La Reserva, al este con el fraccionamiento Los Aguacates, al noreste

con el fraccionamiento Las Flores y al noroeste con el predio Las Higueras (Olay y

López 2008:4)4.

Figura 1. División municipal del estado de Colima (Instituto Nacional de Estadística y


Geografía 2016).

3
Las etapas de trabajo se planearon llevar a cabo entre los años 2007 y 2012, abarcando cada una de
ellas fracciones de un poco más de 6 ha. No obstante, Olay y López (2008:4) mencionan que en el
informe técnico sólo se presentan los datos y resultados de los rescates arqueológicos realizados en
las fracciones 1 y 2, correspondientes con la primera y segunda etapas de construcción.
4
En el informe técnico no se indica el límite sur del predio Los Limones.

23
Figura 2. Etapas de construcción del proyecto urbanístico (Olay y López 2008: Figura
5).

Entre sus características físicas, se puede mencionar que el sitio arqueológico

se sitúa sobre el margen izquierdo del arroyo Los Limones, del cual ha tomado su

nombre. Su área pertenece al plano inclinado que constituye la parte baja del valle de

Colima, en la cercanía del cauce del río Armería. Este terreno forma parte de las

mejores tierras agrícolas del suroeste del valle. Durante siglos, estos suelos fueron

receptores de los escurrimientos anuales de agua que venían desde las zonas altas

localizadas sobre las faldas del volcán de Fuego. A la vez, estos deslizamientos

24
depositaron una importante cantidad de sedimentos que generaron un suelo rico en

nutrientes. Aunado a lo anterior, la presencia de arroyos estacionales (que pudieron

ser desviados hacia áreas de siembra, gracias a su poca profundidad y a la gradiente

del terreno) así como el constante registro de vestigios culturales en zonas cercanas

al sitio, indican que la región fue un lugar favorable para el asentamiento de

poblaciones humanas, al contar con tierras altamente productivas (López 2011:182;

Olay y López 2008:5).

Por su grado de humedad, el municipio de Villa de Álvarez presenta climas

subhúmedos con temperaturas cálidas, siendo la temperatura media anual de 23,7ºC.

En cuanto a la hidrografía, el río Armería atraviesa el municipio de norte a sur y sus

afluentes son los ríos Picachos, Comala y San Antonio. Además, se encuentran

lagunas como La Grande, Pastores, las Cuatas y el Pozo, y algunos arroyos como el

Tecomala, El Seco, Del Diablo, entre otros (Instituto Nacional para el Federalismo y

Desarrollo Municipal 2016).

Con respecto a la flora, se pueden encontrar árboles y plantas como el mojo, la

parota, la higuera, el cóbano, el ciruelo, el zapote blanco, el naranjo, el aguacate, el

limonero, el nopal, el plátano, el maguey, entre otros. En cuanto a la fauna, en el valle

habitan coyotes, venados, armadillos, tlacuaches, conejos, liebres, tuzas, mapaches,

iguanas, lagartijas, serpientes chirrioneras y coralillos, escorpiones, arañas, zancudos,

abejas, avispas, truchas, langostinos, tilapias, ranas, sapos, torturas, entre muchos

(Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal 2016).

25
CAPÍTULO III: ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN

Este capítulo se divide en dos apartados principales. En el primero, se efectúa una

revisión de los estudios sobre condiciones de vida y salud de las poblaciones

prehispánicas de México y otros países. Posteriormente, se puntualizan las

investigaciones bioarqueológicas desarrolladas en Colima. En el segundo apartado se

presentan generalidades sobre la arqueología de la región de estudio, haciendo

énfasis en las excavaciones realizadas en el sitio Los Limones y los contextos

funerarios hallados.

3.1. ESTUDIOS SOBRE CONDICIONES DE VIDA Y SALUD EN POBLACIONES

PREHISPÁNICAS

En México, las investigaciones sobre condiciones de vida y salud en poblaciones

antiguas comenzaron a desarrollarse en los años setenta, influenciadas por los

trabajos sobre procesos de adaptación de poblaciones desaparecidas (Márquez

2006a:27). La investigación efectuada por Frank Saul (1972) en el sitio arqueológico

Altar de los Sacrificios, se considera pionera en la aplicación de la perspectiva

epidemiológica en estudios de poblaciones antiguas. En este trabajo Saul, se interesó

por evaluar el estado de salud de una población maya de Petén, Guatemala, y su

relación con aspectos culturales. Para esto, realizó un análisis osteobiográfico y

efectuó interpretaciones con respecto a la edad, el sexo, la influencia genética y el

marco ecológico y sociocultural de los individuos.

Tanto en México como en otros países, se ha utilizado el modelo de estrés

(Goodman et al. 1984; Goodman y Martin 2002) para estudiar las condiciones de salud

26
de poblaciones pretéritas, por medio del registro de los indicadores de estrés y su

análisis estadístico. En la antropología osteológica mexicana, estos planteamientos

promovieron el interés por dejar de lado el marco conceptual biológico, descriptivo y

clasificatorio, para orientar las investigaciones hacia un análisis social del ser humano.

Así, se dejaron de lado las investigaciones descriptivas sobre las características físicas

de los individuos y la identificación clínica de patologías, y se adoptó un enfoque

biocultural que contempla principalmente los patrones epidemiológicos y demográficos

de poblaciones antiguas (Márquez 2011:102-103).

Estos planteamientos teórico-metodológicos, junto con la propuesta teórica de

Márquez (2006b), han sido aplicados desde 1996 en diferentes investigaciones para

evaluar las condiciones de vida y salud de poblaciones prehispánicas y coloniales.

(Bernal 2001; González y Huicochea 1996; Meza 2001; Molina 1999; Morales 2011).

Además, se han elaborado comparaciones del comportamiento demográfico de varias

colecciones osteológicas recuperadas en diferentes sitios arqueológicos de distintos

periodos (Camargo y Partida 1998; Civera y Márquez 1998; Hernández 2008;

Hernández y Márquez 2006a, 2006b; Ortega 2003). De igual manera, se ha

investigado la relación entre la estratificación social y las diferencias en la salud y la

nutrición de los individuos de un grupo social (Favila 2004; Gómez 1999; Huicochea y

Márquez 2006; Márquez y González 2006; Márquez y Hernández 2006a; Murillo 2001).

También se han estudiado las condiciones de vida y salud a partir de las

modificaciones en la organización sociopolítica y en los modos de subsistencia

(Márquez 2006b; Márquez y Hernández 2006b; Márquez et al. 2002).

27
3.1.1. POBLACIONES PREHISPÁNICAS COSTERAS

A pesar de que la muestra osteológica de estudio procede del valle de Colima, es

importante considerar la posibilidad de que una alimentación basada en productos

agrícolas, se complementara con el aprovechamiento de recursos marinos y/o de agua

dulce. Es probable que los antiguos habitantes de Colima obtuvieran estos recursos

de la costa pacífica del estado, así como de las lagunas y ríos cercanos al sitio Los

Limones. Por lo tanto, en esta sección se recopilan algunas investigaciones sobre las

condiciones de salud de poblaciones costeras ubicadas en el área maya, en la Cuenca

de México y en las costas de Estados Unidos, Ecuador y Brasil.

Para los grupos mayas, como es el caso de la población prehispánica de Jaina,

se cuenta con valiosa información sobre las condiciones generales de vida y salud que

hacen referencia a su medio ambiente y a su dieta. Jaina es una isla artificial ubicada

en el litoral de Campeche y, por consiguiente, sus habitantes dependieron

esencialmente de los recursos que su entorno físico les proveía. Dicha dependencia

con el ambiente se refleja en las condiciones de salud, ya que al examinar la muestra

osteológica se registró una baja frecuencia de patologías dentales. También se

observaron bajos índices de caries y poca pérdida de piezas dentales antes de la

muerte, lo cual se relaciona con una alimentación basada principalmente en recursos

marinos y un bajo consumo de maíz (Márquez y Hernández 2007:132-133,143).

En la población costera del sitio arqueológico Playa del Carmen, ubicado en el

estado de Quintana Roo, Márquez et al. (1982) registran una alimentación rica en

proteínas derivadas de recursos marinos y otros animales de la zona, la cual se

complementaba con el consumo de maíz. Los autores reportan buenas condiciones

28
generales de salud, pero notaron problemas nutricionales relacionados con la correcta

asimilación de nutrientes, ácido fólico y vitaminas B. Dichos problemas se evidenciaron

en episodios de anemia durante periodos de crecimiento y desarrollo, que al parecer

no fueron tan severos, pues permitieron que los individuos alcanzaran edades adultas.

En el sitio Chac Mool, ubicado en la costa oriental de Yucatán, Márquez y

Hernández (2006c) evaluaron las condiciones de salud y nutrición de algunos de los

habitantes durante la transición del periodo Clásico Terminal al Posclásico. Estas

investigadoras advierten sobre el deterioro en la salud que sufrieron estos individuos

en estos periodos. Dicha disminución en la salud se reflejó en el aumento de la criba

orbitaria, la espongio hiperostosis, las reacciones periostales y las líneas de hipoplasia

en incisivos y caninos. También se observó un cambio en la dieta, pues parece que,

en el periodo Posclásico el consumo de carbohidratos fue mayor y se evidenció con

los altos porcentajes de caries y abscesos. Por consiguiente, se deduce que las

diferencias en cuanto a las condiciones de vida y salud fueron consecuencia de los

cambios ocurridos durante el periodo Posclásico y al aumento de la desigualdad social.

En la población prehispánica de Xcambó, asentamiento del periodo Clásico,

localizado en la costa noroeste de la península de Yucatán, Cetina y Sierra (2005)

valoraron la salud y la nutrición de los individuos contemplando la presencia de

indicadores de estrés no específicos, como la criba orbitaria, la espongio hiperostosis

y el complejo osteomielítico periostítico. Las enfermedades infecciosas presentaban

una frecuencia elevada en adultos de ambos sexos. La criba orbitaria y la espongio

hiperostosis se reportaron con menor frecuencia, afectando tanto a hombres como a

29
mujeres y se relacionaron con enfermedades de origen anémico5. A los individuos

femeninos se les estimó una estatura entre 150, 33 cm y 151, 17 cm, mientras que a

los hombres se les calculó una estatura entre 161, 72 cm y 162,03 cm, siendo estas

tallas más altas en comparación con otras poblaciones de la cuenca de México y del

área maya para el periodo Clásico. De esta manera, tanto las afecciones anémicas

como las enfermedades infecciosas, junto con la estatura máxima calculada, reflejan

condiciones de vida adversas con un importante estrés ambiental.

En la isla Ambergris Cay, ubicada en Belice, se analizaron los restos óseos

humanos recuperados en dos sitios arqueológicos: San Juan y Chac Balam. Los

análisis indican que los mayas de Ambergris gozaron de buena salud y de una dieta

con un alto consumo de proteínas provenientes de los recursos marinos. De tal

manera, la baja ingesta de carbohidratos se reflejó en los pocos casos registrados de

caries y abscesos, así como en la escasa atrición en los molares. Por el contrario, los

mayas que vivían tierra adentro tenían una dieta basada fundamentalmente en

carbohidratos altamente pegajosos como el maíz, lo cual produjo un aumento en la

incidencia de caries, cálculos, abscesos y atrición dental (Glassman y Garber 1999).

En el sitio arqueológico de Xico, localizado en una antigua isla de origen

volcánico, ubicada en el lago de Chalco al suroeste de la Cuenca de México, Murillo

(2006a) realizó un análisis de las condiciones de vida y salud de un segmento de la

población. La autora estudió una serie osteológica pequeña formada por 36 individuos

5
Actualmente, se señala que tanto la criba orbitaria como la espongio hiperostosis son lesiones
causadas por una gran variedad de factores, entre ellos la anemia megaloblástica. Dichos factores serán
abordados con mayor detalle en el Capítulo IV.

30
procedentes de contextos ceremoniales y habitacionales, los cuales están fechados

entre el periodo Formativo y el Posclásico (600 a.C.-900 d.C.). Los habitantes de esta

isla contaron con condiciones medioambientales favorables para satisfacer sus

necesidades básicas de alimentación, abrigo y vestimenta. Sin embargo, estuvieron

expuestos a elementos naturales y culturales que les generaron enfermedades. La

presencia de hiperostosis porótica, criba orbitaria e hipoplasia del esmalte hace

referencia a patologías de tipo nutricional o carencial, las cuales pudieron desarrollarse

como consecuencia de infecciones gastrointestinales crónicas que imposibilitaron la

adecuada absorción de nutrientes y, por consiguiente, produjeron anemia. También se

registraron procesos infecciosos que quizás se originaron a partir de agentes propios

del medio ambiente, así como de los malos hábitos de higiene y del consumo de agua

contaminada. Estos individuos tuvieron una dieta rica y variada que incluyó el consumo

de carbohidratos, los cuales contenían elementos abrasivos que se desprendían

durante su maceración y pudieron provocar desgaste en las piezas dentales. Además,

las huellas de actividad presentes en los huesos hacen referencia a las diversas

labores practicadas tanto por hombres, mujeres e infantes, entre ellas: la elaboración

de cerámica, el tejido de textiles, la cestería, la molienda de granos, la caza, la pesca,

etc. En términos generales, la autora menciona que este pequeño sector de la

población que habitó Xico gozó de condiciones favorables salud.

Márquez (2006a) estudió las condiciones de vida y salud de las series

osteológicos de Tlatilco y Cuicuilco, dos sitios arqueológicos de la Cuenca de México

con diferentes economías y temporalidades. Tlatilco era una de las aldeas del periodo

Formativo Medio (1400-900 a.C.), localizada en las laderas del río de Los Remedios,

31
en el valle del río Hondo, cuyos habitantes tenían un modo de vida basado en la

horticultura. El asentamiento presentaba una gran riqueza natural, de manera que los

pobladores aprovecharon tanto los recursos del lago Texcoco como los de la tierra,

obteniendo así una dieta balanceada. Por su parte, Cuicuilco representó el primer

centro ceremonial del periodo Formativo Tardío (600-150 a.C.), ubicado en el extremo

sur del Altiplano Central, en una zona con abundantes recursos naturales y tierras

aptas para el cultivo. Fue un cacicazgo complejo con estratificación social marcada y

su modo de subsistencia se basó principalmente en la agricultura. En esta

investigación, se demostraron claramente los efectos ocasionados en la salud al pasar

de un modo de vida basado en la horticultura a uno agrícola. La evaluación de los

indicadores de salud mostró un deterioro en las condiciones de vida de los habitantes

de Cuicuilco, en comparación con aquellas que presentaron los pobladores de Tlatlilco.

De esta manera, se observó que los tlatilquenses tuvieron una estatura mayor, lo cual

refleja mejores condiciones de vida y salud que permitieron desarrollar al máximo el

potencial genético y alcanzar una estatura óptima. No obstante, tanto los hombres

como las mujeres de este sitio presentaron altos índices de exostosis auditiva,

padecimiento que se vincula con el buceo en agua fría. En los pobladores de Cuicuilco

se registró una mayor incidencia de caries, las cuales se relacionan con una dieta rica

en carbohidratos como el maíz. También presentaron mayores porcentajes de

hiperostosis porótica y criba orbitaria, que podrían corresponder con el cambio a una

dieta basada principalmente en el consumo de carbohidratos y en menor medida de

proteínas, así como con la proliferación de enfermedades infecciosas provocadas por

el sedentarismo. Además, en los individuos de este sitio se notó un incremento en el

número de osteofitos en la articulación de la muñeca y de la mano, haciendo referencia


32
a un mayor esfuerzo que probablemente se relaciona con actividades como la

molienda del maíz.

Los trabajos realizados por Walker y Thornton (2002) en sitios arqueológicos

del canal de islas de Santa Bárbara y en el valle de Sacramento en California, sugieren

un patrón general en el cual las condiciones de salud tienden a debilitarse durante el

periodo prehistórico. En ambas áreas geográficas, los estudios osteológicos

evidencian una interrupción en el crecimiento y un aumento de las enfermedades

infecciosas entre el periodo Temprano (900-1000 a.C.) y el Tardío (1250-1782 d.C.).

Ese decaimiento en la salud parece responder en gran medida a la exposición de

patógenos, ya que al aumentar la población y el sedentarismo también se

incrementaron las posibilidades de propagar parásitos y otros patógenos que causan

enfermedades infecciosas y gastrointestinales.

Por su parte, Cohen y Armelagos (1984) han señalado que los cambios en las

condiciones de vida y salud de las poblaciones antiguas se deben a la modificación en

la alimentación que ocasionó la transición de un modo de vida cazador recolector a

uno basado en la agricultura. Siguiendo este planteamiento, Larsen (1984) lleva a cabo

un análisis de los restos óseos humanos de 19 grupos cazadores recolectores (antes

del 1150 a.C.) y 14 grupos agrícolas (1150-1550 d.C.) recuperados en la costa de

Georgia, considerando tres indicadores de estrés: reacciones periostales, caries

dentales y enfermedades degenerativas en las articulaciones. Al comparar ambos

grupos se perciben cambios en las tendencias de estos indicadores. En el grupo de

los agricultores se observa un deterioro en el estado de la salud, reflejado en el

aumento de reacciones periostales y caries dentales. Este grupo también presenta una

33
disminución en la frecuencia de las enfermedades degenerativas en las articulaciones,

como resultado de una menor demanda funcional del esqueleto postcranial, así como

una reducción en el tamaño de los huesos, en la robustez del esqueleto y en la

estatura. El incremento de patologías durante el periodo agrícola también es explicado

a partir del cambio en el patrón de asentamiento, ya que los cazadores recolectores

de la costa de Georgia vivían en pequeños asentamientos, pero al cambiar a un modo

de subsistencia agrícola, las aldeas se hicieron más grandes y se habitaron de manera

permanente. El aumento en el tamaño y densidad de la población se vincula con el

incremento de enfermedades infecciosas, como es el caso de las reacciones

periostales que evidencian una gran variedad de enfermedades asociadas con

poblaciones sedentarias y densas. Asimismo, el aumento de caries dentales se

relaciona con la agricultura del maíz, ya que este producto tiene un alto contenido de

sacarosa que propicia la formación de caries dentales. Estas patologías afectaron en

mayor medida a las mujeres, lo cual demuestra diferencias entre ambos sexos en

cuanto a la dieta y a los roles. Se cree que las mujeres desempeñaron tareas

relacionados con el cultivo de alimentos, mientras que los hombres se dedicaron a la

cacería, lo cual les permitió un mayor acceso al consumo de proteínas. Además, se

propone que las mujeres al realizar más actividades dentro de las aldeas, estuvieron

más propensas a contraer infecciones.

Ubelaker y Newson (2002), al evaluar los patrones de salud y nutrición de 22

muestras esqueléticas prehistóricas e históricas de Ecuador, que datan entre el 600

a.C. y el 1940 d.C., también sugieren que la salud muestra un deterioro paralelo al

desarrollo de la agricultura y al aumento del sedentarismo. Los autores mencionan que

34
los factores que influyen en el quebranto de la salud varían entre culturas y ambientes.

De tal manera, al comparar los índices de salud de comunidades agrícolas

prehistóricas se tiene que los grupos que vivían en tierras altas tenían una mejor salud

que aquellos que vivían en la costa. No obstante, los factores que causan una salud

frágil entre los grupos agrícolas de la costa difieren. En la costa norte, las poblaciones

poseían una mayor estatura, una buena salud dental y no mostraban evidencias de

anemia, pero sufrían un mayor grado de enfermedades infecciosas. Mientras tanto, las

poblaciones agrícolas de la costa sur presentaron las condiciones de salud más

deplorables de todos los grupos ecuatorianos, pues prevaleció la hipoplasia del

esmalte, la criba orbitaria y la hiperostosis porótica. Muchos de estos padecimientos

se pueden relacionar con una importante dependencia del cultivo del maíz. Sin

embargo, parece que estas poblaciones sufrieron menos enfermedades infecciosas,

lo cual se puede vincular con el ambiente semiárido en el que vivían. Por consiguiente,

los autores apuntan que los factores climáticos podrían jugar un papel más significativo

en la propagación de infecciones, que el tamaño de la población y los patrones de

asentamiento.

En la costa norte del estado de Santa Catarina al sur de Brasil, Neves y

Wesolowski (2002) llevan a cabo un estudio en el cual evalúan las condiciones de

salud y nutrición de poblaciones precerámicas y cerámicas. Los datos obtenidos con

esta investigación son destacables, pues ninguno de los marcadores osteológicos que

tradicionalmente aumentan su frecuencia al adoptar un modo de subsistencia agrícola,

mostró tal tendencia cuando la ocupación temprana y tardía fue comparada. Los

grupos precerámicos presentaron una alta incidencia de caries, demostrando que en

35
momentos específicos del periodo precerámico, algunos grupos dependieron

significativamente de recursos vegetales. La incidencia de caries dentales disminuyó

en el periodo cerámico, sugiriendo que la ingesta de carbohidratos declinó con la

introducción de la cerámica en la zona, pero el desgaste dental aumentó indicando

que no hubo una intensificación en la preparación de los alimentos antes de ingerirlos.

Las líneas de hipoplasia en el esmalte muestran una incidencia muy similar entre

ambos periodos, mientras que la hiperostosis porótica presenta una disminución

durante el periodo en que surgió la cerámica, lo cual indica que los individuos del

periodo precerámico sufrieron más de anemia por deficiencia de nutrientes (Steckel y

Rose 2002).

3.1.2. ESTUDIOS BIOARQUEOLOGICOS EN COLIMA

La antropóloga física Rosa María Flores (2011:2) reporta que para el año 2010 se

habían hallado restos óseos humanos en el 65% de las excavaciones arqueológicas

realizadas en Colima. Un año más tarde, el Centro INAH Colima contaba con 84

colecciones osteológicas, de las cuales 35 han sido analizadas y sólo 15 de ellas tienen

un informe antropofísico.

Flores (2011:3-13) llevó a cabo un balance general de los estudios de

antropología física efectuados del 2000 al 2010 en Colima6. La autora enfatiza en la

presencia de huellas de estrés en los restos óseos, como, por ejemplo, hiperostosis

porótica, criba orbitaria, periostosis y osteofitos, y hace referencia a dos casos de

6Gran parte de la información fue compilada de los informes de análisis antropofísico y las colecciones
osteológicas se encuentran resguardas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Dirección
de Salvamento Arqueológico y en el Centro INAH Colima (Flores 2011:3).

36
osteomielitis y yaws. También indica la presencia de patologías dentales como caries,

sarro, hipoplasia del esmalte, pérdida antemorten, abscesos, periodontitis y desgaste.

De igual manera, registró la presencia de diversos rasgos epigenéticos y

modificaciones culturales. Además, mencionó que se han obtenido algunas

estimaciones sobre la estatura7 de los individuos, entre ellas 152 cm para individuos

femeninos del sitio Cajita de Agua, y 156, 66 cm para mujeres y 156,10 cm para

hombres del sitio Gasolinera Kiosko. Estos datos se presentan con mayor detalle en

el Cuadro 1.

7 En el balance realizado por Flores (2011), no se indica cuál fue la metodología empleada para estimar
las estaturas, solo se reportan los resultados obtenidos.

37
Cuadro 1. Síntesis de estudios bioarqueológicos realizados en Colima del 2000 al 2010.

Sitio Investigador Año Patologías óseas Patologías dentales Rasgos Modificaciones


epigenéticos cultuales
Los Pinos Albertina 2000 Hiperostosis porótica, criba Caries, desgaste, Sin dato Deformación
Ortega orbitaria y osteomielitis sarro, pérdida craneal tabular
antemortem erecta
El Chanal Axel Baños y 2000 Hiperostosis porótica, Caries y pérdidas Sin dato Deformación
(cuarta Mireya Montiel osteomielitis, periostosis y antemortem craneal tabular
temporada) traumatismos erecta
Cajita de Rosa Flores, 2003 Hiperostosis porótica, criba Caries, sarro, Sin dato Sin dato
Agua Jorge orbitaria, traumatismos, desgaste, abscesos, e
Talavera e osteítis, periostosis, hipoplasia del esmalte
Israel Lara osteoporosis
Loma Santa Jorge 2005 Hiperostosis porótica, Sarros, caries, Taurodontismo, Deformación
Bárbara Talavera y osteoartritis, periostosis, periodontitis, pérdida agujero parietal y craneal tabular
Bertha Flores osteomielitis, traumatismos, antemortem, huesos wornianos erecta
miositis y exostosis auditiva desgaste, hipoplasia
del esmalte
Terminal Juan José 2009 Sin dato Sarro, caries y Sin dato Deformación tabular
Marítima de Zaldivar desgaste
Gas de
Manzanillo
El Chanal Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica y Sarro, caries,
(zona Chanal- periostosis desgaste, periodontitis
Ramosy e hipoplasia del
Chanal-P) esmalte
Peralta Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, Sarro, caries, Anodontia, Deformación
osteoartritis, osteofitos, desgaste, anisodontia, craneal tabular
periostosis, osteomielitis y periodontitis, pérdida agujero parietal y erecta
traumatismos antemortem e supraorbitario y
hipoplasia del esmalte apertura septal en
el húmero
La Herradura Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, Sarro, caries, Taurodontismo, Deformación
osteoartritis, periostosis y desgaste, agujero parietal y craneal tabular
osteomielitis periodontitis, pérdida supraorbitario y erecta
antemortem e huesos wornianos
hipoplasia del esmalte
Elaboración propia, con base en los datos expuestos por Flores (2011).

38
Hacienda Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, Sarro, caries, Taurodontismo, Deformación
Santa Bárbara osteoartritis, periostosis y desgaste e hipoplasia perlas de esmalte, craneal tabular
osteomielitis del esmalte anodontia, agujero erecta y pigmentos
parietal y en dientes.
supraorbitario y
huesos wornianos
Real Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, Caries, desgaste, Sin dato Sin dato
Hacienda periostosis y osteomielitis periodontitis e
hipoplasia del esmalte
El Manchon- Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica y criba Caries, desgaste, Anodontina, perlas Deformación
La Albarradita orbitaria periodontitis, pérdida de esmalte, craneal tabular
antemortem e taurodontismo y erecta y oblicua.
hipoplasia del esmalte apertura septal en
húmero
Las Rosas Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, criba Caries, desgaste, Sin dato Deformación
orbitaria, periodontitisy pérdida craneal tabular
espóndiloartropatía, antemortem erecta
osteofitos, periostosis,
traumatismos y miosistis
El Volantín Bertha Flores 2009 Hiperostosis porótica, Caries, sarro, Perlas de esmalte Deformación
osteoartritis, periostosis y desgaste, hipoplasia y anisodontia craneal tabular
osteomielitis del esmalte, erecta y limado
periodontitis y pérdida dental
antemortem
Gasolinera Rosa Flores 2009 Hiperostosis porótica, criba Sarro, caries, Sin dato Deformación
Kiosko orbitaria, periostosis, periodontitis y craneal tabular
osteomielitis, traumatismos, abscesos erecta
Yaws artritis reumatoide,
osteartritis, paquimeningitis,
exostosis auditiva, osteoma
y entesopatías
El Haya II Rosa Flores 2009 Traumatismos, osteoporosis Sarro, caries, Sin dato Deformación
y exostosis auditiva abscesos y desgaste craneal tabular
erecta y limado
dental
Cementerio Rosa Flores 2010 Hiperostosis porótica, criba Sarro, desgaste e Sin dato Sin dato
Municipal orbitaria, periostosis, hipoplasia del esmalte
osteomielitis, entesopatías,
meningioma y traumatismos

39
Se observa que la mayoría de las huellas óseas de estrés encontradas en los

individuos de estos sitios corresponden con enfermedades nutricionales, como es el

caso de la hiperostosis porótica y la criba orbitaria. Asimismo, la alta frecuencia de

periostosis se vincula con enfermedades infecciosas no específicas, a excepción de la

osteomielitis y el yaws que son infecciones bacterianas. Los traumatismos también

fueron recurrentes, así como las enfermedades degenerativas de las articulaciones.

Con menor frecuencia se presentaron las enfermedades metabólicas, los tumores

benignos, las entesopatías y las displasias óseas (Figura 3)8.

87,5%
90%
75,0%
80%
70% 62,5%
60% 50,0%
50% 37,5%
40% 31,2%
30% 18,7%
12,5% 12,5% 12,5%
20%
6,2% 6,2% 6,2% 6,2% 6,2% 6,2% 6,2% 6,2%
10%
0%

Figura 3. Distribución porcentual de la frecuencia de huellas de estrés óseo y


patologías en cada sitio arqueológico. Elaboración propia.

8 Los porcentajes mostrados en la Figura 3 (cálculos propios) representan la frecuencia de cada


indicador de estrés o patología con base en el total de los sitios arqueológicos (n=16). En la compilación
realizada por Flores (2011) se menciona de manera general cuáles fueron los indicadores y patologías
que se presentaron en cada sitio, pero no se indica la cantidad de individuos afectados.

40
Con respecto a las patologías dentales, las caries, el sarro y la hipoplasia del

esmalte fueron las más frecuentes, mientras que la periodontitis, las pérdidas

antemortem y los abscesos se identificaron con menor frecuencia. La mayoría de estas

patologías se relacionan con la falta de higiene bucal, a excepción de la hipoplasia del

esmalte que se vincula con problemas de nutrición. Además, el desgaste dental

presentó una alta frecuencia y se puede deber al uso de los dientes como

herramientas, a la dureza de los alimentos y a la presencia de partículas abrasivas en

la comida (Figura 4)9.

100% 93,7%
90% 81,2%
80% 75,0%
70% 62,5%
56,2%
60%
50% 43,7%
40%
30% 18,7%
20%
10%
0%

Figura 4. Distribución porcentual en cada sitio arqueológico de la frecuencia de


desgaste y patologías dentales. Elaboración propia.

9 Al igual que en la Figura 3, los porcentajes (cálculos propios) representan la frecuencia de las
patologías dentales y el desgaste de las piezas con base en el total de los sitios arqueológicos (n=16).

41
En el año 2008, se desarrolló un estudio sobre la variabilidad morfológica dental

de 160 individuos procedentes de ocho poblaciones de Occidente: El Opeño,

Zacoalco, La Barca Cumatillo, Pajacuarán, Venustiano Carranza, Marismas

Nacionales y El Chanal. Estas series esqueléticas están fechadas desde el periodo

Precerámico hasta el Posclásico. De ellas, se tomaron 10 rasgos morfológicos

dentales: rotación de los incisivos, forma de pala, doble pala, cúspide 5, hipocono,

rasgos de Carabelli, parastilo, protostílido, cúspide 7 y ausencia congénita, y se

compararon con seis poblaciones de otras regiones del centro de Mesoamérica. En

las poblaciones de Occidente, estos rasgos morfológicos presentaron valores medios

de diferencia, pero la diferencia global fue menor entre estos grupos que en otras

poblaciones nucleares de Mesoamérica. Además, se señaló que la distancia genética

entre el Occidente y el centro de Mesoamérica está en función del tiempo. De esta

manera, las poblaciones más tempranas son las más diferenciadas, mientras que en

etapas posteriores al periodo Clásico las diferencias genéticas entre estas dos áreas

culturales tienden a disminuir (Gómez-Valdés 2008; Gómez-Valdés et al. 2008).

En el sitio El Tropel, ubicado cronológicamente entre el 339-682 d.C. (fase

Colima), se recuperaron 26 individuos de ambos sexos y diferentes edades. A los

individuos se les identificaron patologías dentales, metabólicas, infecciosas y

degenerativas. También se destacan dos posibles casos de treponematosis y dos

casos probables de tuberculosis. Por otro lado, se encontró un deformador craneal

colocado en el cráneo de un infante y se reportaron varios individuos con deformación

craneal de tipo tabular erecta y oblicua. Adicionalmente, se efectuó un análisis de

isotopos estables de Carbono y Nitrógeno que reveló diferencias en los hábitos

42
alimenticios según sexo y edad. Así, se observó que las mujeres presentaron altos

niveles de consumo de productos como maíz y diversos tipos de cactáceas (C4), en

comparación con los hombres. Los individuos entre los 0 y los 2 años tuvieron niveles

más altos de Nitrógeno y Carbono que los demás individuos estudiados, lo cual se

relaciona con la alimentación materna que reciben los infantes durante ese periodo.

Además, los diversos índices de isótopos de Nitrógeno, reflejaron diferencias en el

consumo de productos ricos en proteína, como carne y pescado (Jácome 2012;

Jácome y Morland 2011).

Como parte de la octava temporada de campo, en el sitio El Chanal se excavó

un área habitacional denominada Plaza del Sedente, en la cual se encontró un

contexto funerario característico de la fase Chanal (periodo posclásico tardío). A una

profundidad de 60 cm., se halló un individuo en posición sedente y asociado a una

gran roca. Se trataba de un individuo masculino entre 40 y 45 años, al cual se le

identificaron varias patologías óseas y dentales, entre ellas: caries, sarro, desgaste

dental, abscesos, hiperostosis porótica, reacciones periostales, exostosis auditiva,

osteoartritis y un proceso osteomielítico en los malares. También se sugirió que el

individuo llevó a cabo actividades físicas que implican esfuerzo, pues se reportaron

excrecencias óseas en las vértebras torácicas y lumbares, nódulos de Schmorl y

desgaste en las carillas articulares de las vértebras derechas. Además, entre las

modificaciones culturales se notó limado dental en los incisivos superiores (Flores y

Alcántara 2012).

En el sitio Tabachines sección A, los investigadores Flores y Cabrera (2012)

destacan el entierro A11. En este contexto funerario se halló un individuo masculino

43
entre los 40 y los 50 años, caracterizado porque tenía una punta de proyectil sobre las

costillas del lado derecho. Entre las patologías y huellas de estrés óseo se le

identificaron caries, sarro, hipoplasia del esmalte en incisivos superiores, hiperostosis

porótica, osteofitos en vértebras, nódulos de Schmorl, excrecencias óseas en la cara

anterior de las rótulas, reacciones periostales e inserciones musculares poco

marcadas. Además, se le estimó una estatura de 161,50 cm y presentaba deformación

craneal del tipo tabular erecta. El análisis del contexto funerario reveló que este

individuo fue colocado como punto central y estaba rodeado por otros seis individuos

(A9, A10, A12, A14, A15 y A16). Estos últimos eran de ambos sexos y tenían edades

entre los 40 y los 50 años. Presentaron patologías e indicadores de estrés óseo como

sarro, caries, desgaste, pérdidas antemortem de piezas dentales, hiperostosis

porótica, reacciones periostales y artritis. Por lo tanto, se concluyó que el individuo

A11, ubicado cronológicamente entre el 200-400 d.C., fue un personaje importante

dentro del grupo social, ya que contaba con un objeto especial dentro de sus ofrendas

y fue colocado en el centro de otros individuos.

Del sitio Las Fuentes, Román y colaboradores (2012) reportan el análisis de 29

individuos procedentes de contextos funerarios de la fase Capacha (periodo

Preclásico). Estos individuos estaban muy deteriorados y se distribuyeron en tres

entierros múltiples correspondientes con los números 14, 16 y 17. Se identificaron

individuos masculinos y femeninos de diferentes edades, siendo la mayoría de ellos

adultos. En ellos se observaron caries, abscesos, hipercementosis, periodontitis,

desgaste dental, reacciones periostales y osteomielitis. Adicionalmente, dos individuos

presentaron deformación craneal tipo tabular erecta. Los autores concluyeron con

44
base en las patologías y huellas de estrés óseo que estos individuos tuvieron

condiciones muy precarias de salud.

En la zona costera de Manzanillo, se realizaron excavaciones en el sitio

Terminal de Gas Natural Licuado y se hallaron 348 entierros pertenecientes a los

complejos Ortices-Comala (200 a.C.-500 d.C.) y Colima-Armería (500-1100 d.C.).

Lastimosamente el mal estado de conservación de los individuos encontrados dificultó

la realización del análisis y, por lo tanto, sólo fue posible evaluar su salud dental. Entre

las patologías dentales, Hernández (2012) identificó cálculos, desgaste, hipoplasia del

esmalte e hipercementosis. Sobresalió la mayor frecuencia de caries entre las fases

Colima-Armería. Adicionalmente, se observó incrustación dental y un caso de

mutilación dental. El autor menciona que los antiguos pobladores de la costa de Colima

se asentaron en puntos geográficos estratégicos que les permitieron aprovechar al

máximo los recursos que tenían a su disposición. No obstante, el hecho de que las

caries presentaran una mayor frecuencia en las poblaciones tardías, hace suponer que

estas poblaciones tuvieron un desmejoramiento en las condiciones de salud en

comparación con las poblaciones tempranas. Además, se plantea que los individuos

estudiados tuvieron a su disposición una gran variedad de alimentos, por lo que la

presencia de este tipo de lesiones pudo estar relacionada con la introducción de

nuevos alimentos y su preparación.

Entre los estudios bioarqueológicos más recientes, se encuentra el desarrollado

por Ortega y colaboradores (2013). Estos autores efectuaron un análisis de

hipercementosis utilizando siete series esqueléticas provenientes de los sitios

arqueológicos Los Triángulos, Los Aguacates, Peralta, Villa Álvarez, El Cortijo II,

45
Tapatía V y Real de Centenario. La cronología de estos sitios abarca desde el periodo

Preclásico hasta el Posclásico, pero con una mayor prevalencia del periodo Clásico.

Como criterio de selección para el análisis, los autores incluyeron sólo individuos

adultos que tuvieran mínimo dos piezas totales. En total, se estudiaron 64 individuos

de los cuales 24 (37,5%) de ellos presentaron hipercementosis. Esta lesión se

identificó tanto en individuos masculinos como femeninos y tuvo una mayor incidencia

en las piezas dentales del maxilar. Además, se presentó junto con otras patologías

dentales, como la periodontitis y los cálculos.

Para finalizar este apartado, es necesario apuntar una serie de inconvenientes.

Muchas de estas investigaciones obtuvieron las series osteológicas de estudio de los

rescates y salvamentos arqueológicos. El problema radica en que la información

recuperada a partir de estos trabajos arqueológicos, pocas veces llega a difundirse.

En algunos casos, dicha información se puede consultar por medio de los informes

resguardados en el Archivo Técnico o en el Centro INAH de Colima. En el peor de los

escenarios los datos no pasan de formar parte de los apuntes personales del

arqueólogo y, por consiguiente, no se tiene acceso a ellos al no ser un documento

oficial. En los informes técnicos disponibles, los datos sobre el análisis osteológico

suelen ser bastante escuetos e incluso pueden representar sólo un anexo del

documento, o peor aún el análisis de ellos no se realiza. Por lo tanto, es importante

aclarar que este apartado es un breve recuento de sólo algunas investigaciones

bioarqueológicas de poblaciones antiguas de Colima, a las cuales se tuvo acceso en

el momento en que se desarrolló este proyecto final de graduación. Por las razones

citadas, la revisión de datos no pudo ser exhaustiva.

46
3.2. ASPECTOS GENERALES DE LA ARQUEOLOGÍA EN LA REGIÓN DE

OCCIDENTE

La serie esquelética de estudio se enmarca dentro de la tradición cultural del Occidente

de Mesoamérica10. Desde una visión muy centralista del pasado, el Occidente ha sido

definido a partir de sus carencias o por sus diferencias con respecto al centro del país

(Hers 2013:12). La falta de arquitectura monumental en la región, la ausencia de una

escritura glífica y que la escultura en piedra no alcanzara los refinamientos de otras

áreas, hizo de Occidente una región marginal, ya que los investigadores estaban

interesados por reconstruir y restaurar los grandes centros ceremoniales

mesoamericanos, como es el caso de Teotihuacan, Monte Albán, Chichen Itzá, entre

otros (Olay 2004:46-47,1997:38). Por consiguiente, al hacer énfasis sólo en las

carencias culturales de Occidente con respecto al valle de México, se dejaron de lado

los profundos vínculos entre ambas áreas culturales (Hers 2013:12).

El Occidente es una de las áreas culturales más grandes en las que fue dividida

Mesoamérica. La delimitación de su espacio geográfico ha sido motivo de diversas

discusiones y, por lo general, se considera que abarca los estados de Jalisco,

Michoacán, Colima, Nayarit, Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y partes de

Durango, Zacatecas y el altiplano potosino (Olay 2004:43).

10El término Mesoamérica fue definido en 1943 por Paul Kirchoff (citado en Olay 1997:3), con base en
datos lingüísticos, etnográficos y arqueológicos. Este concepto presenta una serie de inconvenientes.
A pesar de ellos, es empleado como una táctica para organizar la gran complejidad de las poblaciones
antiguas de México (Almendros y González 2009:137-138).

47
Con la intención de explicar el peculiar desarrollo de la región, Otto Schöndube

(1973) propuso una secuencia cultural para Occidente, la cual consta de dos etapas

que se subdividen en otras dos. La Etapa I (2400 a.C.-600 d.C.) se subdivide en la

etapa IA (2400-1500 a.C.) y IB (500 a.C.-600 d.C.). A la vez, la Etapa II (600 d.C.-

conquista española) fue dividida en IIA (600-900/1000 d.C.) y IIB (900/1000 d.C. a la

conquista).

Durante la Etapa I, Occidente se caracteriza por presentar un desarrollo cultural

particular, en el cual la influencia de poblaciones del centro de México no es evidente

e incluso pudo ser bastante escasa. Otro rasgo que destaca en esta etapa es el patrón

funerario de tumbas de tiro, el cual se desarrolló entre el inicio de nuestra era y el 500

d.C. (etapa IB). Este sistema de enterramiento consistía en la elaboración de un tiro

para acceder a la o las recámaras donde se depositaban los individuos junto con sus

ofrendas. Por otro lado, esta etapa también se caracteriza por una supuesta ausencia

de arquitectura monumental durante los periodos tempranos (Almendros y González

2009:138).

A lo largo de esta primera etapa, en el centro de Mesoamérica se desarrollaron

los periodos Formativo y Clásico. A partir del año 600 d.C. comienza el periodo

Epiclásico, establecido con base en la caída de Teotihuacan y el inicio del auge de

Tula. Estos acontecimientos corresponden con la Etapa II, en la cual se observa que

Occidente se mesoamericaniza. Así, durante este periodo se rompe con las tradiciones

culturales de la etapa anterior y se presentan cambios drásticos en la cerámica, se

abandona la práctica funeraria de tumbas de tiro, se genera un aumento demográfico

y surgen los primeros asentamientos con arquitectura monumental y formas de

48
organización social más complejas (Almendros y González 2009:138-139; Hernández

Díaz 2013: 62-63; Olay 1997:45).

3.2.1. SECUENCIA CULTURAL DE COLIMA

La secuencia cultural de Colima, propuesta en 1980 por Isabel Kelly, está basada

principalmente en las características estilístico-formales de los materiales cerámicos.

Esta secuencia inicia aproximadamente en el año 1500 a.C. con la fase Capacha 11 y

representa la primera fase de Colima con presencia de poblaciones agrícolas. Se

sugiere que en la siguiente fase, denominada Ortices, da inicio la tradición funeraria

de Tumbas de Tiro, la cual alcanza su desarrollo en la fase Comala, entre los años

300-600 d.C. aproximadamente. Esta práctica funeraria se destaca porque sus

artefactos cerámicos ofrendados poseen una gran calidad técnica y estilística,

demostrando una distinguida creatividad artística (Almendros y González 2009:141-

143).

Posteriormente, en la fase Colima se observa un empobrecimiento en la calidad

de los artefactos cerámicos. El patrón de enterramiento cambia, pues se abandona la

construcción de tumbas de tiro, pero se siguen reutilizando y los individuos se

colocaban en una sola cámara pequeña. Existe evidencia de que en esta fase hubo

sitios planificados, tales como pequeñas plazas y montículos de poca altura. Además,

se incorpora el concepto mesoamericano de construcción de plataformas de planta

rectangular o cuadrangular, ubicadas alrededor de plazas o patios (Kelly 1980:8; Olay

11La cronología de esta primera fase genera ciertas incertidumbres, pues su fechamiento se obtuvo
con base en una sola muestra de carbón (Almendros y González 2009:142).

49
2004: 286-287; Olay et al. 2013:135). Por lo tanto, las principales particularidades de

esta fase y la siguiente, llamada Armería12, son la presencia de arquitectura

monumental, áreas habitacionales complejas y un tipo cerámico con engobe rojo sobre

el color bayo de la pieza (Almendros y González 2009:144).

Para el periodo Posclásico, Kelly (1980:11-12,14-17) estableció dos fases:

Chanal y Periquillo. La primera de ellas debe su nombre de un sitio arqueológico

considerado como un importante centro ceremonial en Colima. Esta fase se destaca

por la elaboración de objetos metálicos, ya que en un cementerio al oeste de este sitio

se halló una importante cantidad de artefactos de oro, plata y cobre. También se

presentaron otras peculiaridades, como la existencia de una tradición iconográfica

expresada en lajas de piedra adosadas a muros, escalinatas de templos y plataformas

ceremoniales. Además, en la cultura material se nota la influencia del centro de

México, especialmente de la región de Tula.

Las investigaciones arqueológicas más recientes han permitido mejorar la

secuencia cronológica y cultural de las poblaciones prehispánicas de Colima. Dicha

secuencia es muy similar a la propuesta por Kelly (1980); sin embargo, una de las

correcciones realizadas consistió en eliminar la fase Periquillo. Esta modificación se

generó porque la diferencia entre las fases Chanal y Periquillo se basaba únicamente

en la presencia de un tipo de figurillas cerámicas que se creían específicas de la fase

12 Esta fase es explicada con mayor detalle en el siguiente apartado.

50
Periquillo, pero posteriormente también se encontraron en contextos de la fase Chanal

(Almendros et al. 2014:114).

En esta investigación se utilizó la cronología adaptada por Cuevas y Platas

(2011:22) (Figura 5). Con respecto a esta cronología, Almendros y colaboradores

(2014:114) señalan que casi todas las fases se traslapan con la anterior, pues aún no

ha finalizado una fase cuando está iniciando otra. Por ahora, no se han podido precisar

las características que determinan el momento en el cual ocurrió la transición de una

fase a otra. Además, las únicas que parecen no tener continuidad en la secuencia son

las fases del periodo Formativo: Capacha y Ortices.

3.3. SALVAMENTO ARQUEOLÓGICO EN EL PREDIO LOS LIMONES

En los últimos años, el incremento de la construcción de viviendas en la región de

estudio, aunado al aumento de la población, ha motivado la realización de rescates

arqueológicos de los cuales se ha obtenido información concerniente a áreas

habitacionales, ceremoniales y contextos funerarios fechados desde el periodo

Formativo hasta el Postclásico (Murillo y Macín 2007:250). Así, bajo este contexto e

impulsado por un proyecto urbanístico de la empresa Constructora e Inmobiliaria

Villacruz S.A., se llevó a cabo el rescate arqueológico en el sitio Los Limones durante

dos temporadas de campo (Olay y López 2008:1,14). Los hallazgos realizados en cada

una de ellas se describen a continuación, enfatizando en los contextos funerarios.

51
Figura 5. Cronología y secuencia cutural propuesta para Collima (adaptada de Cuevas y Platas 2011).

52
3.3.1. PRIMERA ETAPA

Los trabajos de campo de esta primera etapa se llevaron a cabo entre julio y setiembre

del 2007. Como parte de la metodología, se efectuaron pozos de sondeo, calas y

unidades de exploración. Las unidades de exploración albergaron los contextos más

significantes, pues en ellas se encontraron alineamientos de rocas y los entierros.

(Olay y López 2008: 16,18-68).

Durante las excavaciones de la unidad de exploración 2, se localizó una unidad

habitacional compuesta por varios alineamientos de roca, los cuales posiblemente

fueron los cimientos de la estructura. Cerca de uno de los alineamientos, se

encontraron dos enterramientos. Parte de las costumbres funerarias de las fases

Armería y Chanal (600-1500 d.C.), consistía en que los individuos fueran enterrados

dentro de las residencias. El entierro 1 se ubicó hacia el norte de un alineamiento corto

y el individuo tenía un mal estado de conservación, pues sólo presentaba algunas

costillas y vértebras. El individuo del entierro 2 se halló al sur del mismo alineamiento,

tenía una mejor conservación y se encontraba en posición decúbito dorsal sedente, ya

que posiblemente fue amortajado con un petate (Figura 6). Ambos entierros

presentaron una buena cantidad de materiales cerámicos, entre los que destacan

figurillas de estilo Mazapa del Altiplano Central13 (Olay y López 2008:24-30).

Sobre la superficie de la unidad de exploración 3, se observaron grandes rocas

con huellas de pulido y se encontraron herramientas de piedra como manos de moler,

13 En el informe no se indica la cantidad exacta de materiales cerámicos asociados.


53
tejolotes y hachas. Por consiguiente, se considera que este espacio fue dedicado a la

manufactura de artefactos de molienda14. De igual manera, en la unidad de exploración

6 se halló una gran cantidad de rocas y algunas de ellas presentaron un pulimiento.

No obstante, en esta unidad no se encontraron artefactos líticos (Olay y López

2008:30,33).

Ent. 1

Ent. 2

Figura 6. Dibujo de planta de la unidad habitacional y ubicación de los entierros 1 y 2


(adaptado de Olay y López 2008: Imagen 20).

14 Se podría interpretar como un taller en el que se producían artefactos líticos.


54
En la unidad de exploración 7 se hallaron entre 11 y 15 enterramientos,

distribuidos en la capa II y la capa III. Esta última fue la que presentó el mayor número

de entierros15. Esta zona funeraria se ubicó en el extremo norte del arroyo Los

Limones, el cual separó estos entierros de aquellos encontrados en la segunda

temporada de campo. Los enterramientos fueron precedidos por agrupamientos de

rocas pequeñas denominados “marcadores” (ver Figura 7), los cuales son

característicos de la fase Armería (600-1100 d.C.). Los individuos fueron depositados

sobre un lecho arenoso de color gris, en los espacios que había entre las grandes

rocas. La mayoría de ellos se colocaron en posición decúbito lateral flexionada16 (Olay

y López 2008:34,39; López 2011:77).

Con respecto a los objetos asociados, estos fueron colocados sobre el cráneo

o el tronco del individuo. Gran parte de ellos eran vasijas cerámicas de tipo doméstico

y sólo en pocos casos se ofrendaron artefactos líticos. Por lo general, los objetos

cerámicos se adscriben a la fase Armería (600-1000 d.C.), pero cabe destacar que

algunos parecen pertenecer a una etapa de transición entre las fases Comala (0-500

d.C.) y Colima (400-600 d.C.), como fue el caso del entierro 8 y del entierro 3,

respectivamente. También es importante mencionar el hallazgo de dos vasijas

(ofrenda 2), características de la fase Chanal (1000-1500 d.C.). A pesar de que su

15 Para esta primera etapa de trabajo de campo, el informe no indica la profundidad de cada capa de
excavación. Asimismo, se menciona que, durante esta temporada, los datos de excavación con respecto
a la numeración de entierros y ofrendas asociados, no se registraron de manera correcta.
16 En el informe no se indica sí el individuo fue colocado hacia el lado derecho o izquierdo, a excepción

del entierro 4, en el cual se menciona que el individuo se encontraba en posición flexionada lateral
izquierda.
55
ubicación no queda clara17, pone en evidencia la utilización de los espacios de

enterramiento durante varios periodos (Olay y López 2008:60,105).

Figura 7. Dibujo de planta y de perfil del entierro 7 precedido por agrupamientos de


rocas (adaptado de Olay y López 2008: Imagen 75).

17 En el informe se menciona que las vasijas de la ofrenda 2 se localizaron en la capa II de la cala norte
de la unidad de exploración 7. No obstante, en el mapa de ubicación de los pozos y calas no se observa
la cala norte ni la unidad de exploración 7 (Olay y López 2008:23,60).
56
3.3.2. SEGUNDA ETAPA

La segunda temporada de campo se efectuó entre los meses de octubre a noviembre

del 2007. Se identificaron dos lomas de 2.5 m de altura con materiales culturales, las

cuales se denominaron como unidades de exploración 1 y 2 (Olay y López 2008:62).

Debido al poco tiempo con el que se contaba para llevar a cabo los trabajos, se optó

por excavar sólo la loma situada al suroeste del predio, denominada como unidad de

exploración 2 (U.E.2). Puesto que se observaron conjuntos de rocas, los cuales

hicieron suponer que podrían pertenecer a estructuras arquitectónicas o representar

marcadores de enterramientos, se procedió a trazar dos calas. Las excavaciones en

ambas calas permitieron el hallazgo de fragmentos cerámicos de diferentes fases,

figurillas zoomorfas y fragmentos de manos de moler (Olay y López 2008:63-65, 71-

72).

La presencia de agrupamientos de roca en la superficie de la parte alta de la

loma ameritó la delimitación de la unidad de exploración 3 (U.E.3). Entre las capas III

y IV18 se registró un total de 12 entierros de la fase Armería (600-1000 d.C.), los cuales

fueron precedidos por los marcadores y alineamientos presentes en las capas

anteriores. Además, en algunos casos se colocó un alineamiento de rocas a un

costado del individuo (Olay y López 2008: 72-86). Ver Figura 8.

Gran parte de los individuos se encontraba en posición decúbito dorsal o ventral

extendida. La mayoría de los objetos asociados eran cerámicos, pero en algunas

18La capa III presentó un espesor entre los 50 y 60 cm. En cuanto a la capa IV, esta registró un espesor
de 70 cm aproximadamente (Olay y López 2008:80,83).
57
ocasiones se depositaron artefactos líticos. El material cerámico pertenece a la fase

Armería (600-1000 d.C.), a excepción del objeto ofrendado en el entierro 4 que posee

características de la fase Colima (400-600 d.C.). La colocación de estos artefactos no

presentó un patrón específico, pues se dispusieron abajo y encima del individuo e

incluso a un lado de los alineamientos de rocas (Olay y López 2008:87-103).

Figura 8. Entierro 7 con alineamiento de rocas al lado oeste del individuo


(aptado de Olay y López 2008: Imagen 180).

Los individuos recuperados en estos contextos funerarios pudieron integrar una

sociedad agrícola cuyo centro social-habitacional se localizó en el predio Las Higueras,

ubicado a unos 200 m al noroeste de las excavaciones realizadas en Los Limones. La


58
arqueóloga Judith Galicia descubrió en este predio una unidad arquitectónica de gran

tamaño y forma rectangular, con alineamientos a manera de cuarterías. También

reportó un canal de desagüe pluvial, el cual pudo ser utilizado para redireccionar las

corrientes de agua y formar sistemas de riego, ya que el área está irrigada por

corrientes de poca profundidad (López 2011:183,186; Olay y López 2008:216).

3.4. CRONOLOGÍA DEL SITIO LOS LIMONES

En el sitio arqueológico de estudio, se encontró material cerámico de toda la secuencia

cultural propuesta para Colima (Kelly 1980; Cuevas y Platas 2011:22), lo cual sugiere

una ocupación progresiva desde el año 1500 a.C. hasta el 1500 d.C. De los

asentamientos más tempranos correspondientes a las fases Capacha (1500-1000

a.C.), Ortices (500 a.C.-100 d.C.) y Comala (0-500 d.C.) se tienen algunas evidencias

materiales. Sin embargo, la mayoría de la cerámica pertenece a las fases Colima (400-

600 d.C.) y Armería (600-1000 d.C.), y con menor frecuencia se hallaron evidencias

de la fase Chanal (1000-1500 d.C.) (Olay y López 2008:215). Por lo tanto, con base

en los datos anteriores, se podría proponer que el sitio Los Limones alcanzó su mayor

ocupación durante las fases Colima (400-600 d.C.) y Armería (600-1000 d.C.).

3.4.1. Fase Armería: características generales

Kelly (1980:9-10) menciona que la fase Armería constituye un continuo de la fase

anterior: Colima. Con base en un fechamiento de carbono, la autora ubica esta fase

en el 690 d.C. y dentro de los límites temporales del periodo Clásico Mesoamericano.

No obstante, la autora considera que la fase Armería pudo abarcar periodos más

tardíos e incluso extenderse hasta el periodo Posclásico Temprano.

59
La cerámica Armería presenta una pasta bastante fina. Puede tener un baño

total o parcial de color crema o naranja e incluso delicados diseños de color negro.

Usualmente, las decoraciones son en pintura y representan diseños geométricos. Una

forma características de las piezas cerámicas es el cuenco de tamaño mediano. El

florero es otra forma particular y se trata de un plato abierto en la parte superior, con

una base alta como de pedestal. Técnicamente, muchos floreros eran utilizados como

molcajetes, pues sus fondos eran ásperos y con cortes estriados. Por otra parte, en

cuanto a las esculturas en piedra, destacan las figuras antropomorfas y zoomorfas 19

(Kelly 1980:9; Olay et al. 2013:136).

Para esta fase, surge una arquitectura monumental más sobresaliente y

abundante, similar a la reportada en otros sitios del periodo Clásico final y Epiclásico,

ubicados en el Bajío (Olay et al. 2013:135). Por otra parte, Kelly (1980:10) señala que

durante esta etapa se dio una relación con otras regiones de Mesoamérica. Este

vínculo se evidencia con la presencia de figurillas cerámicas de la tradición Mazapa

del centro de México. Asimismo, menciona la producción ocasional de fragmentos

similares a estas figurillas, como resultado de la amplia y extendida influencia del

centro de Mesoamérica.

19En esta sección se mencionan las características que presenta la cerámica de la fase Armería (600-
1100 d.C.), puesto que como parte del análisis del contexto funerario, se toman en cuenta las
decoraciones, tamaño y forma de los artefactos cerámicos ofrendados para determinar diferencias
sociales entre los individuos inhumados.
60
3.4.1.1. Enterramientos de la fase Armería

En el Colima prehispánico, el tratamiento que recibió el cuerpo de los fallecidos, así

como las formas de enterramiento, fueron muy variadas. Algunos individuos eran

enterrados de manera individual, mientras que otros eran inhumados colectivamente.

La mayoría de ellos fueron amortajados y colocados en tumbas, cistas o directamente

en el suelo en diversas posiciones y orientaciones (Murillo y Macín 2007:252).

Durante la fase Armería, la reutilización de las tumbas de tiro se abandona por

completo y comúnmente, los individuos se depositaban en fosas (Olay et al. 2013:135).

Los enterramientos consistían en la colocación de los cuerpos de manera extendida

sobre el tepetate, así como la elaboración de ahuecamientos labrados que

correspondían con el tamaño del fallecido. Los individuos también podrían ser situados

al lado de un alineamiento de rocas o al interior de “cajas” con paredes de piedra y/o

adobes, algunas veces tapadas con lajas. Estos contextos funerarios han sido

registrados mediante salvamentos arqueológicos llevados a cabo en el área conurbada

de Colima y Villa de Álvarez. Con base en estos trabajos, el arqueólogo Saúl Alcántara

planteó que el patrón de enterramiento de esta fase constaba de seis tipos distintos

(Olay 2012: II: 58):

1. Extendido complejo con marcador

2. Extendido sencillo sin marcador

3. Flexionado complejo con marcador de mampostería

4. Flexionado sencillo con marcador de mampostería

61
5. Extendido sobre el tepetate

6. Extendido en cista de abobe.

En términos generales, considerando la estructura y las características

constructivas, Olay (2012: II: 59) ha distinguido dos tipos de entierros para esta fase:

los complejos y los sencillos. Los entierros complejos incluyen marcadores, los cuales

hacen referencia a muros de mampostería, alineamientos de piedras o simples

amontonamientos de rocas. El individuo puede encontrarse en posición extendida o

flexionada con ofrendas colocadas a un lado del cuerpo. También pueden presentar

dos o tres niveles de deposición de elementos, pues una vez que el individuo era

cubierto con tierra, se continuaban colocando ofrendas. Por otra parte, en los

enterramientos sencillos, los individuos también se colocan en posición extendida o

flexionada, pero están enterrados con marcadores poco elaborados. Además, sólo

poseen un nivel de ofrenda y los objetos son modestos.

Para el caso del sitio Los Limones, los contextos funerarios registrados en él

corresponden a enterramientos con “marcadores”. Estos últimos están constituidos por

alineamientos y agrupamientos de rocas que indican la ubicación de un enterramiento

u ofrenda. Estos marcadores también se pueden presentar como cuadros de rocas, a

manera de lápidas o pisos, o como amasados de arcilla. Su ubicación con respecto a

los individuos puede ser directa o indirecta. El marcador directo es aquel que se

encuentra a un lado del individuo o sobre él. Mientras que el marcador indirecto fue

colocado en capas anteriores, pero mantiene una alineación vertical con el individuo

(López 2011:116-117).

62
CAPÍTULO IV. REFERENTES TEÓRICOS

El presente capítulo se divide en dos apartados principales. En el primero, se hace

referencia al enfoque biocultural y al modelo biocultural de estrés empleados para

comprender de manera integral las condiciones generales de salud del segmento

poblacional estudiado. Posteriormente, se explican los conceptos teóricos de la

Arqueología Procesual utilizados para realizar inferencias sociales a partir de los

contextos funerarios.

4.1. EL ENFOQUE BIOCULTURAL

El enfoque biocultural se interesa por comprender cómo afectan los procesos

socioculturales y políticos a la biología humana, y cómo la biología influye en los

aspectos sociales. Para lograr dicha comprensión, es fundamental considerar las

raíces de la condición biológica humana, las cuales se encuentran trazadas en la

interacción de procesos políticos-económicos y en las condiciones locales. Por lo

tanto, el análisis de la relación entre la esfera sociocultural y biológica, incluyendo

perspectivas de la adaptación humana, la ecología humana y la economía política

antropológica, permite construir esta síntesis biocultural (Goodman y Leatherman

1998:5-6).

Puesto que la biología humana se ve afectada e influenciada por factores como

el control, la producción, la distribución de recursos materiales, la ideología y el poder,

la perspectiva política-económica representa un complemento necesario e importante

de analizar. Además, las divisiones que se han dado entre el enfoque biológico y

sociocultural pueden generar un puente que conecte la parte social con la biológica,
63
en lugar de separarlas, y así alcanzar una mejor compresión de los individuos y sus

poblaciones (Goodman y Leatherman 1998:5-6, 19, 31).

La importancia del enfoque biocultural yace en su percepción del humano como

un ser biológico, social y cultural. El término biocultural implica un modelo en el cual

los datos culturales son sistemáticamente recolectados e integrados con la información

biológica y ambiental (Figura 9). De esta manera, los estudios bioculturales permiten

analizar la conexión entre los factores biológicos y culturales que afectan el bienestar

de un individuo (McElroy 1990:243-244,250). Por lo tanto, se puede señalar que uno

de los objetivos de este planteamiento teórico es entender el papel de la salud en la

relación dinámica entre el ambiente, las poblaciones humanas y la cultura (Bush y

Zvelebil 1991:6).

En el caso del estudio de poblaciones pasadas, este enfoque se concentra en

dar respuestas a preguntas sobre las condiciones generales de salud de los individuos

estudiados, por medio del análisis de características específicas que presentan los

huesos y las piezas dentales. El organismo humano y sus restos óseos son entendidos

como un sistema dinámico, histórico y adaptativo que refleja la interacción entre el

organismo biológico y su ambiente (Bush y Zvelebil 1991:4-5). La interacción de estos

sistemas es evaluada mediante el análisis de la salud, debido a que esta última

interviene en aspectos cruciales de una sociedad, como la esperanza de vida, el

potencial reproductivo y la capacidad para trabajar y aprender (Bush 1991:11).

64
Figura 9. Modelo integrativo biocultural (adaptado de McElroy 1990: Figura 1).

4.1.1. EL MODELO BIOCULTURAL DE ESTRÉS

El modelo biocultural de estrés fue desarrollado por Goodman y colaboradores (1984),

con el objetivo de reconstruir patrones de salud de poblaciones prehistóricas con base

en restos óseos y piezas dentales. Este modelo adopta la teoría de estrés planteada

por Hans Seyle (1950, 1957, 1973 citado en Bush 1991:12). Según Seyle, el estrés es

la respuesta a un estímulo y dicha respuesta no es específica, ya que puede ser

provocada por un rango variable de estímulos o estresores, cuyo propósito es

mantener la homeostasis o balance de un sistema (Bush 1991:12-13).

En el estudio de la salud de sociedades pasadas, el estrés es definido como la

disrupción o alteración fisiológica de un organismo como resultado de una perturbación

ambiental (Goodman y Martin 2002:12; Goodman et al. 1984:15,1988:169; Huss-


65
Ashmore et al. 1982:396). El grado de perturbación fisiológica depende tanto de la

severidad de los estresores como de la respuesta del organismo (Huss-Ashmore et al.

1982:396). El agresor específico, es decir, la causa de la perturbación fisiológica,

pocas veces es reconocido, ya que en la mayoría de las ocasiones influyen múltiples

agresores. No obstante, la interacción entre los individuos y los agresores con

frecuencia deja huellas reconocibles en el tejido óseo (Goodman y Martin 2002:12),

las cuales son llamadas indicadores de estrés (Goodman et al. 1984:15).

Según este modelo, una situación de estrés está determinada por tres factores

fundamentales: las restricciones ambientales, el sistema cultural y la resistencia del

individuo (Goodman et al. 1984:15) (Figura 10). El medio ambiente proporciona

recursos básicos para la subsistencia, como agua y alimentos, pero al mismo tiempo

provee agresores que pueden afectar las condiciones de salud de la población, como

es el caso de los climas extremos, los parásitos y los depredadores (Goodman y Martin

2002:16).

La cultura, por su parte, mediante sistemas ideológicos, sociales y tecnológicos,

interviene en la forma en que los individuos aprovechan los recursos naturales. Por lo

general, los sistemas culturales amortiguan de manera efectiva la acción de los

agresores y las restricciones ambientales. Sin embargo, las prácticas culturales

también pueden generar nuevos agresores o restricciones (Goodman y Martin

2002:17).

66
Restricciones Sistema Resistencia del Perturbación Impacto del
ambientales cultural individuo fisiológica estrés en la
(estrés) población
Estresores Estresores Disminución en
inducidos Indicadores la salud
Recursos culturalmente esqueléticos
limitados de estrés Disminución
en la
Alteración en capacidad de
el crecimiento trabajo
Enfermedad
Muerte Disminución
en la
capacidad
reproductiva

Alteración
socio-cultural

Figura 10. Modelo biocultural de estrés utilizado en poblaciones esqueléticas


(adaptado de Goodman y Armelagos 1989: Figura 1).

Cuando los agresores no son mitigados por el sistema cultural, estos afectan a

los individuos. Por lo tanto, la adaptación depende del nivel de resistencia del individuo

(Goodman y Martin 2002:17), ya que tanto la salud como la enfermedad son productos

de la variabilidad biológica humana, expresada en el genotipo y el fenotipo, y de las

presiones selectivas impuestas por el entorno social y natural (Bush y Zvelebil 1991:6).

Además, las consecuencias que puede provocar un episodio de estrés también

dependen de factores como la edad, el sexo y la resiliencia (Goodman et al. 1988:177).

La respuesta al estrés es usualmente un cambio fisiológico ocasionado por un

esfuerzo biológico por ajustarse y superar ese estrés, el cual se manifiesta

frecuentemente por medio de indicadores osteológicos permanentes (Martin et al.

67
2013: 11-12). Mientras que algunos estresores no dejan ninguna evidencia de una

respuesta por parte del tejido óseo, muchos estresores sí dejan marca o huellas en

ciertas partes del esqueleto. De tal manera, es posible identificar en huesos y dientes

evidencias de que hubo un esfuerzo por adaptarse, pero no es posible identificar cuál

fue el estresor específico (Goodman y Martin 2002:18).

4.2. LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS Y LA ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTE

La Arqueología de la Muerte surge en los años setentas dentro del marco de la

Arqueología Procesual. Su objeto de estudio se enfoca en las prácticas funerarias y el

impacto de la muerte entre los miembros de las sociedades. Este enfoque produjo un

cambio drástico en los paradigmas que habían tratado esta temática, ya que hasta ese

momento la arqueología tradicional o historicista daba una explicación simplista a la

diversidad de prácticas funerarias (Abad 2006:1-2).

Uno de los objetivos del enfoque procesualista es investigar la organización

social y las dinámicas de los sistemas culturales, enfatizando en el potencial de los

datos mortuorios (Chapman y Randsborg 1981:2). Una práctica funeraria no sólo hace

referencia al proceso por medio del cual se le brinda un lugar a un difunto, sino que

además representa una situación en la que intervienen las ideas y emociones

socialmente compartidas con respecto a la muerte (Mariano 2011:18). Asimismo, las

prácticas mortuorias constituyen un ritual de paso que ofrece información sobre las

concepciones religiosas, las relaciones sociales, las costumbres culturales y las

actividades económicas de una sociedad (Rodríguez 2005:47).

68
En la mayoría de casos etnográficos conocidos, una cultura o sociedad no se

caracteriza por un sólo tipo de enterramiento. Por el contrario, una sociedad podría

poner en práctica diferentes formas de enterramiento, las cuales frecuentemente están

correlacionadas con el estatus del fallecido. Las costumbres funerarias de una

sociedad reflejan diferentes categorías de personas; categorías que muchas veces

son definidas exclusivamente desde el punto social y en ocasiones desde

características físicas, pero tomando en cuenta consideraciones sociales. Dichas

distinciones también se observan en los diferentes lugares elegidos para llevar a cabo

los enterramientos, en la elaboración de los rituales, en los tipos de sepulturas

construidas, en la orientación de los cuerpos, en la posición de los individuos, en el

uso de un cenotafio20 en lugar de una tumba, o en la ausencia de alguna forma de

enterramiento (Ucko 1969:270).

Binford (1971:23) señala que la forma y la estructura que caracterizan las

prácticas funerarias de cualquier sociedad podrían estar determinadas por la forma y

complejidad de sus características organizacionales. Al respecto, González (2011:47)

menciona que el tamaño y tipo del entierro; la posición, la orientación y el tratamiento

del cuerpo; la ubicación del entierro, y la cantidad y la calidad de los objetos asociados

reflejan niveles simbólicos, sociales, políticos y tecnológicos de desarrollo de una

comunidad determinada.

20 Monumento construido en memoria de una o varias personas, cuyos restos fueron depositados en
otro lugar.

69
Para realizar inferencias sociales a partir de los datos mortuorios, en esta

investigación se utilizó el enfoque conceptual descrito por Saxe (1970) y Binford

(1971), en el que se retoman una serie de términos propuestos por Goodenough

(1965), concernientes a elementos de interacción social con implicaciones

arqueológicas. Uno de esos conceptos es el de identidad social o estatus social

(Tainter 1978:106), entendido como un aspecto propio del individuo, que marca la

diferencia en la manera en que sus derechos se ejercen y sus obligaciones se

distribuyen con respecto a los demás (Goodenough 1965:3). Una persona posee cierto

número de diferentes identidades sociales, como por ejemplo ser profesora,

estudiante, esposo, madre, hijo, etc.; por lo tanto, los derechos y las obligaciones que

tiene varían dependiendo de las identidades asumidas en una determinada interacción

(Goodenough 1965:4). A partir del registro arqueológico de los rituales funerarios, se

puede obtener una gran cantidad de información sobre las identidades sociales de

poblaciones pasadas. Los individuos adquieren estas identidades porque pertenecen

a los componentes de un sistema social, lo cual permite a los rituales mortuorios

trasmitir información sobre la naturaleza de una sociedad pasada (Tainter 1978:110).

La ocasión y el escenario son elementos que influyen en la selección de las

identidades adecuadas para relacionarse con otro individuo. Para cualquier identidad

asumida por un individuo, hay un número limitado de identidades posibles que el otro

individuo puede protagonizar. Cualquier par de identidades compatibles representa

una relación de identidad (Goodenough 1965:6). Los derechos y deberes recíprocos

que enlazan a las identidades sociales en una determinada relación de identidad,

dependen de la combinación de dichas identidades sociales. De esta manera, el trato


70
que recibe un individuo fallecido refleja los derechos que este poseía, así como las

obligaciones que tienen las personas con él, de acuerdo con sus relaciones de

identidad (Saxe 1970:4-5).

Binford (1971:17) propone dos elementos principales para comprender los

fenómenos sociales simbolizados en cualquier enterramiento. El primero es la persona

social del fallecido, constituida por el conjunto de identidades sociales que tuvo el

individuo mientras vivía, las cuales son consideras para ser honradas cuando muere

(Goodenough 1965:7). Un grupo de personas sociales puede reflejar los principios

organizacionales de una sociedad. Por ejemplo, en una sociedad igualitaria, los niños

tienen pocas identidades sociales, mientras que los ancianos poseen muchas. Sin

embargo, sí un infante es enterrado de manera tal que evidencia una persona social

más significativa que la que presentan algunos adultos, es probable que se esté

indicando un principio de rango social por nacimiento (Saxe 1970:7-8). Los principales

aspectos de la persona social que reciben reconocimiento durante las prácticas

mortuorias son la edad, el sexo, el rango y la peculiaridad de la posición social ocupada

dentro de la unidad social, y la afiliación del fallecido dentro de los segmentos de la

amplia unidad social. Por otro lado, el segundo elemento es la composición y el tamaño

de la unidad social, que reconoce las responsabilidades de estatus para con el difunto,

según la posición social que éste mantuvo en vida (Binford 1971:17).

El lugar donde se llevan a cabo las prácticas mortuorias y la manera en la cual

la realización del ritual interfiere en las actividades normales de la comunidad,

usualmente, varían a partir del número de relaciones de obligación que existen entre

71
el fallecido y los miembros de la comunidad. Con base en este argumento, se propone

que en sociedades igualitarias los individuos muy jóvenes poseen un rango bajo y, por

lo tanto, presentan relaciones de obligación-estatus con muy pocas personas. Por el

contrario, los individuos mayores poseen un rango más elevado y, consecuentemente,

comparten relaciones de obligación-estatus con una mayor cantidad de personas

(Binford 1971:21).

Considerando la posibilidad de que otras particularidades puedan manifestar

diferenciación mortuoria, Binford (1971:21) seleccionó tres variables nominales

vinculadas con la persona social: el tratamiento mortuorio, la preparación del

alojamiento funerario y el ajuar funerario. Estas variables a su vez se subdividen en

otras tres categorías, las cuales son explicadas con mayor detalle en la Figura 11.

72
• Preparación del cuerpo: aseo y/o exhibición del
cuerpo antes de realizar los ritos funerarios.
• Tratamiento del cuerpo: momificación, mutilación o
1. Tratamiento del cuerpo cremación.
• Colocación del cuerpo: ubicación del cadáver en
una tumba, andamio, río, entre otros.

• Tipo de alojamiento: puede presentar


diferencias en el tamaño, los detalles
arquitectónicos y los materiales usados para su
construcción.
2. Preparación del • Orientación: puede ser orientado a partir de los
alojamiento funerario puntos cardinales, los ángulos del solsticio, etc.
(tumba) • Localización del alojamiento: puede ser
ubicada dentro del espacio de vida de la
comunidad o en lugares específicos para llevar
a cabo los enterramientos.

• Tipo de ajuar funerario: depende del tipo de


3. Diferencias en el ajuar ofrendas funerarias incluidas.
funerario • Cantidad de ofrendas.
• Tipo y cantidad ofrendas.

Figura 11. Variables nominales vinculadas con la persona social. Elaboración propia.

4.2.1. DESIGUALDAD SOCIAL REFLEJADA EN LOS CONTEXTOS FUNERARIOS

Diversos estudios etnográficos han demostrado que en grupos de cazadores

recolectores había desigualdad social (Cashdan 1980; Collier y Rosaldo 1981 citados

en Price y Feinman 1995:4), así como en sociedades cacicales o pre-estatales. En los

cacicazgos, los individuos estaban organizados jerárquicamente de acuerdo con su

relación de parentesco con el cacique o jefe a cargo. Por consiguiente, el parentesco

era de suma importancia, pues distinguía al grupo dominante del resto de la población

y justificaba su derecho a gobernar y a tener acceso a cualquier tipo de recursos. Por


73
otra parte, en las sociedades estatales la desigualdad social estaba institucionalizada.

La integración de las clases sociales ya no se vinculaba con lazos de parentesco, sino

que estaba determinada con base en un sistema social más complejo y estable,

dividido en estratos sociales o clases. De tal manera, durante los periodos Formativo

Temprano y Medio, las diferencias sociales en los cacicazgos de Mesoamérica fueron

heredadas o jerarquizadas, mientras que en las sociedades estatales del periodo

Formativo Tardío y periodos posteriores, dichas diferencias fueron institucionalizadas

o estratificadas (González 2011:16).

Como se mencionó en el párrafo anterior, la desigualdad social ha sido el

principio de estructuración dominante en la mayoría de las sociedades humanas

durante los últimos 5000 años aproximadamente. Se manifiesta por medio del acceso

diferencial a productos, información, poder y toma de decisiones. El estatus es el factor

determinante de la posición social y la diferenciación de estatus es la base de la

desigualdad. Una variedad de condiciones humanas, como por ejemplo edad, género

y grupo biológico, son empleadas en la estratificación de las jerarquías sociales, así

como en la determinación del estatus de un individuo y del acceso a diversos recursos

(Price y Feinman 2010:2).

Desde el paradigma neoevolucionista de la arqueología procesual, Paynter

(1989:373) señala que el concepto de desigualdad está vinculado con la complejidad

social. Esta última hace referencia al tamaño de una sociedad, al número y

particularidad de sus partes, a la variedad de roles sociales especializados, a la

cantidad de personalidades sociales distintas y a la variedad de mecanismos

74
empleados para organizar estos aspectos dentro de un todo coherente y funcional. Por

consiguiente, al aumentar cualquiera de estas dimensiones, se incrementa la

complejidad de una sociedad (Tainter 1988:23).

Se dice que la desigualdad social fue institucionalizada cuando la diferenciación

de estatus pasó a ser heredada y socialmente reproducida. La aparición de esta forma

de desigualdad proporcionó la base para el desarrollo de formas jerárquicas más

grandes y complejas de organización social y política (Price y Feinman 1995:4). Por lo

tanto, se considera que el surgimiento e institucionalización de dicha desigualdad es

el resultado de varios procesos, entre ellos el modo de producción agrícola, la

abundancia de recursos, la densidad poblacional y las tensiones dentro de la

población. No obstante, estos escenarios unilineales no han logrado un consenso, ya

que no se ajustan adecuadamente en todos los casos, poniendo en evidencia que a lo

largo de la historia se han recorrido distintos caminos hacia la desigualdad y el poder

(Feinman 1995:256-257, 273-274).

La desigualdad social se puede reflejar mediante los enterramientos, ya que las

prácticas funerarias brindan información sobre la organización social y política de una

población en un momento específico. Así, el tipo y tamaño del entierro; la posición,

orientación y tratamiento del cuerpo; la ubicación del entierro, y la cantidad y calidad

de los artefactos asociados son representaciones simbólicas, sociales, políticas y

tecnológicas de un grupo social (González 2011:47).

Los diversos componentes encontrados en un contexto mortuorio pueden estar

vinculados con distinciones sociales de dos tipos: horizontal (estatus) y vertical (rango).

75
De manera general, las diferencias de rango pueden ser expresadas por medio de

símbolos de riqueza y la energía invertida, mientras que las distinciones horizontales

se pueden representar por medio de canales de valor “neutral”, como por ejemplo la

ropa, el peinado, artefactos con un simbolismo particular y la posición y orientación del

cuerpo (O'Shea 1981:49).

4.2.1.1. División social horizontal: estatus

El estatus se refleja principalmente en los rituales previos al enterramiento, como la

preparación que recibe el cuerpo y la colocación de ofrendas dentro de las sepulturas,

muchas de ellas de naturaleza perecedera (O’Shea 1981:50). En los análisis

mortuorios, la aplicación de este concepto es de suma importancia, pues representa

un medio para que los arqueólogos evalúen la interacción social a partir de los

enterramientos (Goldstein 1981:54).

Las diferenciaciones en el tratamiento mortuorio correspondientes con el

estatus ostentan gran variabilidad. Las personas con estatus alto pueden ser

enterradas en ubicaciones específicas, después de una elaborada e inusual

preparación del cuerpo, acompañadas por símbolos de cargo propios de su estatus y

con una gran cantidad de ofrendas. En el caso de personas con estatus bajo,

usualmente las distinciones son efectuadas considerando el sexo y la pertenencia a

un grupo de afiliación (Binford 1971:22-23).

Goldstein (1981:57) propone que la identificación de patrones espaciales dentro

de un sitio funerario permite establecer distinciones de estatus, ya que el estudio de la

organización y orientación de las sepulturas puede demostrar que:

76
1. Los principios de organización de la sociedad se reflejan por medio del grado

de la estructura, la distribución y el ordenamiento de la zona de funeraria.

2. Los diferentes estatus, grupos familiares, grupos de ancestros o clases

especiales pueden ser evidenciados con la relación espacial entre cado uno

de los individuos inhumados dentro del área de eliminación

La presencia de patrones espaciales ha sido vinculada con grupos corporativos

dedicados a la regulación de bienes. Saxe (1970:119) plantea como hipótesis que los

grupos corporativos con derecho a controlar recursos limitados y cruciales, realizan los

enterramientos en zonas delimitadas, permanentes y especializadas. Al comparar las

prácticas funerarias de las sociedades Kapauku Papuans, Ashanti y Bondoc Igorot,

Saxe comprueba dicho planteamiento puesto que, en las tres sociedades, los

enterramientos en zonas definidas estaban ligados con grupos corporativos.

Asimismo, los cementerios Moss y Schild, localizados en la parte baja del Valle del río

Illinois, se dispusieron de acuerdo con un patrón formal de área de eliminación

organizada, y se propone que probablemente algún grupo corporativo regulaba el

acceso a los recursos esenciales (Goldstein 1981:62). Por su parte, Binford (1971:22)

sugiere que los diversos grupos de pertenencia (clanes, linajes, etc.) que tiene una

sociedad, pueden contar con un lugar definido para enterrar o depositar a sus

miembros, como un cementerio u osario, y que entre dichos grupos la orientación de

las sepulturas es otro rasgo común de diferenciación.

77
4.2.1.2. División social vertical: rango social

La distinción social vertical, también conocida como rango social, hace referencia a las

desigualdades dentro de un sistema social que tienden a elevar a ciertos individuos

sobre otros. (O'Shea 1981:41). En una organización social piramidal, el rango más alto

está integrado por pocos personajes, mientras que el rango más bajo está formado por

la mayoría de los individuos. Por consiguiente, el tipo de enterramiento que se presenta

con menor frecuencia podría evidenciar los rangos más elevados, mientras que

aquellos enterramientos más recurrentes podrían pertenecer a los individuos de

rangos más bajos (Tainter 1973:6). De esta forma, se puede mencionar que no existe

una sociedad totalmente igualitaria, puesto que en cualquier grupo humano se

presentan asimetrías basadas en variables como la edad y el sexo o en alguna

habilidad individual (Wiesheu 2007:14).

En términos generales, esta distinción se refleja en la construcción de las

sepulturas y en la cantidad y tipos de ofrendas funerarias depositadas en las tumbas

(O'Shea 1981: 50). Al respecto, Tainter (1973:6, 1978:125) menciona que la cantidad

de energía invertida en un ritual funerario permite realizar interpretaciones sobre el

rango social de un individuo. La energía invertida se observa en las características del

enterramiento, como el tamaño y detalles del recinto mortuorio, el método de

manipulación y eliminación del individuo fallecido y el tipo de ofrendas que presenta la

sepultura. De ahí que la muerte de un personaje de alto rango implicaría la inversión

de grandes cantidades de energía, expresadas en una mayor participación colectiva,

una mayor cantidad de actividades interrumpidas y un recinto mortuorio más

elaborado. Por el contrario, al morir un individuo de rango social bajo habría una
78
disminución en la participación colectiva y en la interrupción de actividades y, además,

el recinto mortuorio conllevaría una elaboración más austera, con lo cual se

demostraría una menor inversión de energía.

Aunado al esfuerzo invertido en los rituales funerarios, la riqueza también es un

elemento que demuestra el rango social de un individuo. El porcentaje de riqueza varía

de una sociedad a otra y el esfuerzo invertido depende de la importancia que tuvo el

personaje (Brown 1981:28). Por ejemplo, en el sitio Spiro, las ofrendas funerarias

representan un importante símbolo de riqueza y su valor se puede determinar a partir

de la distancia recorrida para trasladarlas hasta el sitio. De tal manera, los artefactos

de cobre y de concha ocupan el primer lugar en valor y corresponden con el rango

social más elevado, mientras que aquellos materiales disponibles en lugares cercanos

al sitio ocupan el último puesto en valor (Brown 1971:101). Con base en estas

premisas, Brown (1981:29) infiere que en sociedades con una jerarquía mínima, las

distinciones son expresadas con poca riqueza y se basan en la edad, el sexo, las

habilidades personales, las circunstancias de muerte, entre otras. No obstante, al

desarrollarse las jerarquías dentro de una sociedad, los tratamientos mortuorios varían

dependiendo del rango de cada individuo.

79
CAPÍTULO V: ESTRATEGIA METODOLÓGICA

En esta investigación se plantearon tres objetivos específicos y cada uno de ellos fue

desarrollado empleando una estrategia metodológica diferente. Por consiguiente, en

este capítulo se describe la serie esquelética de estudio y se detallan los criterios

utilizados en el análisis osteológico. Seguidamente, se puntualizan las categorías y

variables arqueológicas propuestas para el estudio de los contextos funerarios e

interpretación de desigualdades sociales. Por último, se explican los aspectos

considerados en la evaluación de las condiciones generales de salud y nutrición del

segmento poblacional estudiado.

5.1. SERIE ESQUELÉTICA DE ESTUDIO

Se analizó una serie esquelética compuesta por 29 individuos recuperados durante las

dos temporadas de campo efectuadas en el año 2007. De los 29 individuos

examinados, 16 fueron hallados en la primera temporada y 13, en la segunda. En el

Cuadro 2 se detalla la cantidad y la numeración asignada a los entierros estudiados,

según el contexto y la temporada de campo en la cual se recuperaron.

Es importante mencionar que con los enterramientos de la primera temporada,

existe una incongruencia entre los datos registrados en campo y los presentados en el

informe final. La arqueóloga encargada de las excavaciones reporta la existencia de

15 entierros en la unidad de exploración 7. Sin embargo, en el mapa de planta de esta

unidad sólo se registraron 11 entierros, repitiéndose los números 4 y 8. Dicha situación

se trató de solucionar numerando un entierro como 4A y otro 8A (Olay y López

80
2008:34-35). Al efectuar el análisis de los individuos, se corroboró la existencia de 15

enterramientos, pero ninguno presentó el número 4A ni 8A. De esta manera, utilizando

el mapa de planta de cada entierro y los huesos que presentaban los individuos, se

determinó que el entierro etiquetado en campo como 4 corresponde con el entierro 4A

que se menciona en el informe. Con los entierros 8 y 8A sucedió algo similar, pues el

individuo analizado se ajusta con la descripción del entierro 8 dada en el informe.

Además, en la colección que fue entregada al laboratorio de osteología del posgrado

de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, no se encontró el individuo del

entierro número 6. En total, de la primera temporada se examinaron 16 individuos; dos

de la unidad de exploración 2 y 14, de la unidad de exploración 7.

Con los entierros de la segunda temporada también se notaron algunas

inconsistencias. En primer lugar, había dos individuos etiquetados como entierro

número 10. Uno de ellos sí corresponde con el individuo descrito en el informe, pero

el otro no es mencionado y tampoco coincide con otro entierro 21. Por consiguiente,

respetando el número con el cual fue registrado, este individuo fue denominado como

10*. En segundo lugar, los restos óseos de un individuo subadulto asociados al entierro

4, fueron considerados restos de fauna al ser recuperados y, por lo tanto, no se les

asignó un número de entierro, sino que fueron etiquetados como elemento 9. Sin

embargo, al examinar los restos se determinó que eran de un ser humano. Por otra

21 Esto se podría atribuir a un error en el registro del número y cantidad de los entierros, ya que ambos
individuos pertenecen a diferentes cuadros de excavación. Además, es necesario señalar que en el
informe arqueológico no se adjuntó el mapa planta de los entierros de la segunda temporada, pues en
su lugar se incluyó el mapa de la primera temporada.
81
parte, los individuos correspondientes a los entierros 11 y 12 no se encontraron dentro

de la colección osteológica resguardada en el laboratorio. De la segunda temporada,

se analizaron 13 individuos.

82
Cuadro 2. Distribución de los entierros analizados según la temporada de campo y el
contexto arqueológico.

Primera temporada de campo


Nº de entierro Contexto
1
Unidad de exploración 2
2
1
2
3
4
5
7
8 Unidad de exploración 7
9
10
11
12
13
14
15
Segunda temporada de campo
Nº de entierro Contexto
1
2
3
4
5
6
Unidad de exploración 3
7
8
9a
9b
10
10*
Elemento 9
Elaboración propia.

83
5.2. ANÁLISIS OSTEOLÓGICO

La información de cada individuo se registró en los formularios osteológicos

correspondientes (ver Anexos 1 y 2). Estos formularios poseen un diagrama del

esqueleto, en el cual se indicaron los huesos y las piezas dentales que cada individuo

presentó, así como los indicadores de estrés que se identificaron.

5.2.1. ESTIMACIÓN DEL SEXO

En términos generales, los huesos del esqueleto femenino se caracterizan por ser más

pequeños y ligeros, mientras que los huesos masculinos son más grandes, robustos y

pesados. Sin embargo, se pueden encontrar variaciones en los individuos, puesto que

algunos hombres pueden ser pequeños y gráciles y algunas mujeres pueden ser

grandes y robustas (White y Folkens 2005:386).

El dimorfismo sexual hace referencia a las desigualdades de forma y tamaño

que existen entre individuos masculinos y femeninos. En los seres humanos, un cuerpo

con mayores proporciones está relacionado con la producción de testosterona,

hormona masculina encargada de incrementar el desarrollo de la masa muscular.

Asimismo, a los hombres se les vincula con labores cotidianas que requieren un gran

esfuerzo físico. Estas labores generan un desarrollo muscular que se refleja en

estructuras óseas más grandes e inserciones musculares más marcadas que en las

mujeres (Sanabria 2008:270).

Conforme el individuo se va desarrollando, el dimorfismo sexual se va

acentuando hasta que llega a ser evidente en la adolescencia (entre los 16 y 18 años),

84
cuando los rasgos de diferenciación sexual en los restos óseos se vuelven más

confiables para determinar el sexo (Lagunas y Hernández 2002:33).

5.2.1.1. Individuos adultos

La pelvis y el cráneo son considerados como las dos estructuras anatómicas más

fehacientes en la estimación del sexo, ya que, desde finales de la adolescencia y

principios de la adultez, demuestran las mayores divergencias morfológicas, mientras

que los otros huesos poseen niveles menores de variación sexual (Sanabria

2008:272).

La pelvis es la región del esqueleto que proporciona los rasgos más evidentes

para determinar el sexo de un individuo. En términos generales, la pelvis de un hombre

se caracteriza por ser más robusta y pesada, mientras que la de la mujer es más ancha

y baja (Lagunas y Hernández 2002:34). Por lo tanto, se estimó el sexo de los individuos

con la ayuda de los estándares establecidos, los cuales se enfocan en la examinación

de áreas como la concavidad subpúbica, el arco ventral, el aspecto medial de la rama

isquiopúbica, la escotadura ciática mayor, el surco preauricular y el foramen obturador

(Brothwell 1993:88,91-92; Brusek 2002: 158-163; Klales et al. 2012:104-114; Phenice

1969 citado en Buikstra y Ubelaker 1997:16-19).

También se utilizó el dimorfismo sexual expresado en el cráneo. Para esto se

consideraron los cinco aspectos estandarizados de la morfología craneal: la robustez

de la cresta nucal, el tamaño del proceso mastoideo, la agudeza del margen

supraorbital, la prominencia de la glabela y el pronunciamiento del mentón (Buikstra y

Ubelaker 1997:19-20). De tal manera, el cráneo de los hombres es más grande y

85
pesado, tiene huellas de inserción muscular pronunciadas, apófisis mastoideas más

desarrolladas y masivas, la región frontal huidiza, los arcos supraorbitales

pronunciados y el borde superior de las órbitas es más redondeado. Por el contrario,

el cráneo de las mujeres es más pequeño y ligero, tiene inserciones musculares menos

marcadas, las apófisis mastoideas menos desarrolladas, la región frontal redondeada,

los arcos supraorbitales reducidos y el borde superior de las órbitas es puntiagudo

(Lagunas y Hernández 2002:33).

5.2.1.2. Individuos subadultos

Para la estimación del sexo en individuos menores a 15 años, se utilizaron los huesos

iliacos, el cráneo y la mandíbula. En el caso del iliaco se observó la magnitud y la

abertura de la escotadura ciática mayor, la cual está presente desde el nacimiento. En

el iliaco femenino la abertura es mayor a 90º y en el hombre es igual o menor a 90º.

Asimismo, la curvatura del iliaco visto de perfil permitió estimar el sexo, pues el ilion

masculino presenta una forma de “S” itálica marcada, mientras que en las mujeres la

cresta iliaca posee una ondulación con forma de “S” más suave (Hernández y Peña

2010: 49,52).

La forma del mentón mandibular es otro indicador de dimorfismo sexual. Por lo

tanto, una mandíbula infantil con mentón cuadrado y con protusión (proyectada hacia

adelante) fue considerada como perteneciente a un subadulto masculino. En caso

contrario, cuando la mandíbula no presentó protusión y tenía una forma redondeada,

se determinó que el individuo era femenino (Hernández y Peña 2010:55).

86
También se usó el tamaño de las apófisis mastoides para estimar el sexo de los

subadultos. En el cráneo de las niñas, la apófisis mastoidea apenas puede percibirse,

mientras que en los niños es más fácil identificarla y presenta una ranura en la base

(Hernández y Peña 2010:56). Además, debido al proceso de maduración esquelética,

en individuos mayores de cuatro años fue posible evaluar dos criterios más: la eversión

del gonion y la forma del borde superior de las órbitas. Con respecto al primero, un

gonion evertido indica que la mandíbula pertenece a un individuo masculino y la

ausencia del mismo demuestra que el individuo es femenino. En cuando al borde

superior de las órbitas, a partir de los cuatro años se pueden percibir diferencias

sexuales en dicho borde. De tal manera, los individuos masculinos tienen un borde

redondeado y las mujeres poseen un borde filoso (Hernández y Peña 2010:56-57).

5.2.2. ESTIMACIÓN DE LA EDAD

5.2.2.1. Individuos subadultos

La estimación de la edad de los subadultos se realizó por medio del crecimiento y

desarrollo de las piezas dientes. Esta técnica es la más utilizada, pues los dientes son

los elementos más encontrados en contextos forenses, arqueológicos y

paleontológicos (White y Folkens 2005:364). Para esto, se empleó la secuencia de

formación y desarrollo de los dientes compilada por Ubelaker (1978:47), la cual cuenta

con 21 fases para el diagnóstico de la edad. Adicionalmente, en algunas ocasiones se

evaluó la unión de las epífisis y de los primeros centros de osificación (Buikstra y

Ubelaker 1997:40-43). Esta última característica también se tomó en cuenta para

estimar la edad de individuos adultos.

87
La medición de huesos craneales y postcraneales fue otro método aplicado para

estimar la edad. En la serie de estudio, fue posible realizar mediciones de la porción

petrosa del temporal haciendo uso de los estándares desarrollados por Fazekas y

Kósa (1978 citados en Schaefer et al. 2009:22). Además, se tomaron medidas de la

longitud de la clavícula y se relacionaron con los rangos de edad propuestos por Black

y Scheuer (1996:427).

5.2.2.2. Individuos adultos

En la estimación de la edad de los adultos se aplicaron los principales métodos

estandarizados, como el desgaste dental (Lovejoy 1985:48-53), los cambios en la

sínfisis púbica (Brooks y Suchey 1990 en Buikstra y Ubelaker 1997:23-24; Gilbert y

Mckern 1973:33-36; Todd 1921 en Buikstra y Ubelaker 1997:22) y las modificaciones

en la superficie auricular (Buckberry y Chamberlain 2002:233-237; Lovejoy et al.

1985:21-26). En ciertos casos se utilizaron otros métodos22 como el desarrollo y

cambios degenerativos del sacro (Passalacqua 2009:258-262), la cara costal y la

faceta del tubérculo de la primera costilla (DiGangi et al. 2002:171-175), así como el

extremo esternal de las demás costillas (İşcan et al. 1984,1985).

Por otra parte, ya que la serie de estudio presentó un estado de conservación

limitado, en algunos casos, la masividad y el tamaño de los fragmentos de huesos

22Teniendo presente que tanto el método de Passalacqua (2009) y el de İşcan et al. (1984,1985) son
aplicados principalmente en casos forenses, en esta investigación se emplearon de manera
complementaria con otros criterios para estimar la edad.
88
largos fueron los únicos elementos disponibles para establecer sí el individuo era

adulto o subadulto.

5.2.3. ESTIMACIÓN DE LA ESTATURA

La estimación de la estatura se llevó a cabo a partir de la medición en centímetros de

la longitud máxima de la tibia y del fémur, aplicando las ecuaciones de regresión

propuestas por Genovés (1967) para poblaciones mesoamericanas (Cuadro 3).

Cuadro 3. Ecuaciones de regresión propuesta por Genovés (1967).

Mujeres
Fémur Tibia
Estatura= 2,59 × Fémur + 49,742 ± Estatura= 2,72 × Tibia + 63,781 ±
3,816 cm 3,513 cm
Hombre
Fémur Tibia
Estatura= 2,26 × Fémur + 66,379 Estatura = 1,96 × Tibia + 93,752 ±
±3,417 cm 2,812 cm
Elaboración propia.

5.2.4. IDENTIFICACIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS

Al estudiar un esqueleto en busca de enfermedades, lo primero que se debe hacer es

observar si el hueso posee alguna irregularidad. Las enfermedades en las estructuras

óseas se expresan mediante anormalidades en la formación, la destrucción, la

densidad, el tamaño y la forma del hueso. Cada una de estas expresiones puede

presentarse como la única señal de una enfermedad, o puede combinarse con una o

varias expresiones (Ortner 2003:45).

89
En el caso de los dientes, estos representan las estructuras más mineralizadas

del cuerpo y en ocasiones son los únicos restos humanos que se conservan, ya que

después de la muerte son altamente resistentes a los procesos tafonómicos. La

preservación de las lesiones producidas por las enfermedades dentales brinda

información sobre la salud y la dieta de los individuos, las cuales están estrechamente

relacionadas con la economía y el estatus social (Ogden 2008:283).

Con base en los planteamientos anteriores, los padecimientos que los

individuos sufrieron en vida y dejaron huellas en los restos óseos y piezas dentales,

fueron estudiados por medio de los indicadores de estrés propuestos por Goodman y

Martin (2002), los cuales se dividen en los siguientes ocho grupos:

1. Patrones demográficos: fecundidad, mortalidad, esperanza de vida y

sobrevivencia.

2. Crecimiento subadulto.

3. Características físicas: estatura, robustez.

4. Indicadores dentales: líneas de hipoplasia del esmalte, caries, abscesos,

pérdida de piezas dentales.

5. Hiperostosis porótica y criba orbitaria.

6. Reacciones del periosteo.

7. Traumatismos.

8. Osteofitosis, osteoartritis y enfermedades degenerativas en las articulaciones.

Estos indicadores permiten tener un acercamiento a las condiciones de vida y

salud de poblaciones antiguas con distintos modos y estilos de vida, al ser analizados

90
de manera integral desde un enfoque biocultural que contempla aspectos culturales,

sociales, económicos, políticos e ideológicos. Estos indicadores también han sido

utilizados en diferentes investigaciones bioarqueológicas, demostrando su efectividad

para detectar problemas de salud y nutrición (Márquez 2009:37).

5.2.4.1. Selección de los indicadores de estrés

Debido a que la serie de estudio está formada por pocos individuos que se encuentran

incompletos y fragmentados, no fue factible evaluar los indicadores correspondientes

a paleodemografía, crecimiento y estatura. Por consiguiente, sólo se tomaron en

cuenta los indicadores dentales, la criba orbitaria, la hiperostosis porótica, las

reacciones del periosteo y las degeneraciones articulares. Adicionalmente, se

incluyeron tres indicadores: los cálculos, la exostosis auditiva y la hipercementosis,

puesto que fueron recurrentes entre los individuos estudiados y también brindan

información sobre las condiciones generales de salud y nutrición de este segmento

poblacional.

5.2.4.2. Codificación de los indicadores de estrés

Cada una de estas patologías se registró en la cédula correspondiente (ver Anexo 3).

Para ello se utilizó la codificación numérica propuesta por Márquez y Jaén (1997:56),

Steckel et al. (2002:87-91) y Márquez (2006:50-51), la cual se puntualiza en el Cuadro

4. Además, a los indicadores que no tenían un código, como fue el caso de los cálculos

y la hipercementosis, se les elaboró uno y también se indica en el Cuadro 4.

91
Cuadro 4. Codificación de indicadores de estrés.

Indicador de estrés Codificación


Líneas de hipoplasia 0= No observable
en el esmalte: se 1= Ausencia de hipoplasia
registran sólo para 2= Presencia de una línea de hipoplasia
incisivos centrales 3= Dos o más líneas
maxilares deciduos o
permanentes y para
caninos mandibulares
o maxilares deciduos
o permanentes.
Caries dentales: se 1= Total dientes permanentes observados
consideran sólo los 2= Total de dientes permanentes perdidos antemortem
dientes permanentes 3= Total de dientes con lesiones o restauraciones
Abscesos 1= Número de alveolos
2= Número de abscesos
Cálculos 0= No observable
1= Ausencia de cálculos
2= Lesión supragingival
3= Lesión subgingival
4= Presencia de ambas lesiones
Hipercementosis 0= No observable
1= Ausencia de hipercementosis
2= Presencia de hipercementosis
Criba orbitaria e Criba orbitaria:
hiperostosis 0= No presenta órbitas
porótica. 1= Ausencia de la lesión en al menos una órbita observable
2= Presencia de la lesión
3= Lesión expandida
Hiperostosis porótica:
0= No se presentan los parietales
1= Ausencia de la lesión en al menos uno de los parietales
presentes
2= Presencia de la lesión.
3= Lesión expandida
Exostosis auditiva 0= No se presenta un meato auditivo
1= Meatos auditivos no presentan lesión
2= Exostosis presente en uno o ambos oídos.
Reacciones del Tibia:
periosteo: se 0= No hay tibia
considera la tibia y los 1= No hay reacción periostal

92
Indicador de estrés Codificación
demás huesos del 2= Reacción periostal escasa, incluye menos de ¼ de la tibia
esqueleto. 3= Reacción periostal moderada, incluye menos de la mitad de la
tibia
4= Reacción periostal severa, incluye más de la mitad de la tibia
Demás partes del esqueleto (sistémica):
0= No se presenta en otro hueso
1= Reacción periostal en otro hueso
2= Infección sistémica en cualquier hueso (incluida la tibia)
Enfermedades Hombro y codo:
degenerativas en las 0= No hay articulaciones
articulaciones 1= Articulaciones sin enfermedad degenerativa
2= Osteofitos iniciales o deterioro de la superficie de la
articulación
3= Formación mayor de osteofitos o destrucción de la superficie
de la articulación
4= Inmovilización de la articulación
5= Enfermedad degenerativa sistémica
Cadera y rodilla:
0= No hay articulaciones
1= Articulaciones sin enfermedad degenerativa
2= Osteofitos iniciales o deterioro de la superficie de la
articulación
3= Formación mayor de osteofitos o destrucción de la superficie
de la articulación
4= Inmovilización de la articulación
5= Enfermedad degenerativa sistémica
Vértebras cervicales:
0= No observable
1= No hay lesiones en al menos dos de las cervicales
observables
2= Formación inicial de osteofitos en los bordes del cuerpo de la
vértebra
3= Extensión de la formación de osteofitos en el cuerpo de la
vértebra
4= Dos o más vértebras fusionadas
Vértebras torácicas:
0= No observable
1= No hay lesiones en al menos cuatro de las torácicas
observables
2= Formación inicial de osteofitos en los bordes del cuerpo de la
vértebra

93
Indicador de estrés Codificación
3= Extensión de la formación de osteofitos en el cuerpo de la
vértebra
4= Dos o más vértebras fusionadas
Vértebras lumbares:
0= No observable
1= No hay lesiones en al menos dos de las lumbares observables
2= Formación inicial de osteofitos en los bordes del cuerpo de la
vértebra
3= Extensión de la formación de osteofitos en el cuerpo de la
vértebra
4= Dos o más vértebras fusionadas
Articulación temporomandibular:
0= No observable
1= No hay deterioro
2= Articulación con deterioro
Muñeca:
0= No observable
1= No hay enfermedad degenerativa
2= Presencia de enfermedad degenerativa
Huesos de la mano:
0= No observable
1= No hay enfermedad degenerativa
2= Presencia de enfermedad degenerativa
Elaboración propia, con base en la codificación planteada por Márquez y Jaén (1997:56),
Steckel et al. (2002:87-91) y Márquez (2006:50-51).

5.3. ANÁLISIS DEL CONTEXTO FUNERARIO

Del total de individuos analizados (n=29), solo se tuvo información del contexto

funerario de 21 de ellos, cuya distribución por sexo y edad se detalla en el Cuadro 5.

94
Cuadro 5. Distribución por sexo y edad de los 21 individuos con información
contextual.

Nº ent. U.E. Sexo Edad


1 2 No ident. Adulto
2 2 Femenino Adulto
1 7 No ident. Adulto
2 7 No ident. Adulto
3 7 No ident. 30-40 años
4 7 No ident. 20-24 años
5 7 Femenino Adulto
7 7 Femenino 20-30 años
8 7 No ident. 24-30 años
9 7 Femenino Adulto
1 3 Femenino 7 ± 2 años
2 3 Femenino 35-39 años
3 3 Femenino Adulto
4 3 Masculino Adulto
5 3 Femenino 30-40 años
6 3 Masculino Adulto
7 3 Femenino + 40 años
8 3 Femenino 5 ± 1,5 años
9a 3 Femenino 24-30 años
9b 3 Masculino 30-35 años
10 3 Femenino 38-43 años
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.=
no identificado. Elaboración propia.

Estos contextos funerarios fueron analizados para determinar desigualdades

sociales entre los individuos inhumados. Para esto, los datos mortuorios se clasificaron

con la intención de establecer conjuntos o patrones similares entre ellos, los cuales

permitieran realizar interpretaciones sobre distinciones sociales (González 2011:48).

De tal manera, se tomaron en cuenta las categorías y variables propuestas por Binford

95
(1971:21) y González (2012:90-95), eligiendo solo aquellas que se ajustaron a las

características del sitio y de los contextos funerarios de estudio, las cuales se detallan

a continuación:

1. Tipo de entierro: siguiendo la propuesta de Olay (2012:59) para la fase Armería

(600-1100 d.C.), detallada en el Capítulo III de esta investigación, se distinguen

dos tipos de entierros:

a. Simples

b. Complejos

Además, en esta categoría de análisis se incluyeron otras variables

relacionadas con la colocación anatómica del individuo y el número de

individuos depositados:

c. Primario: el individuo estaba articulado de manera anatómica.

d. Secundario: el individuo estaba desarticulado.

e. Individual: se colocó sólo un individuo.

f. Múltiple: se depositaron varios individuos.

2. Ubicación de los entierros con respecto al sitio:

a. Área habitacional (U.E. 2)

b. Área funeraria (U.E. 3 y 7)

3. Artefactos ofrendados:

a. Cantidad total de objetos depositados

b. Variedad de los artefactos según su materia prima:

i. Cerámica

96
ii. Lítica

iii. Restos de fauna

c. Procedencia de los artefactos:

i. Regional

ii. Foráneo

d. Calidad de los objetos cerámicos según las decoraciones: debido a que

la mayoría de los artefactos son cerámicos23, se decidió considerar la

descripción de la aplicación y combinación de técnicas decorativas24 en

estos objetos, como parte de las variables para determinar diferencias

sociales entre los individuos. Para esto, se distinguieron dos tipos de

decoraciones:

i. Sencilla: que presenta solo un elemento decorativo25 o la ausencia

del mismo.

ii. Compleja: presencia de dos o más elementos decorativos.

e. Huellas de uso: para efectuar un análisis funcional de las piezas

cerámicas, es necesario conocer varias características relacionadas con

la morfología y los aspectos tecnológicos de los objetos, como por

ejemplo la estabilidad, la capacidad de almacenaje, el acceso al

contenido, la portabilidad, el grosor de las paredes, el tipo de

23 En esta investigación no se tuvo acceso a los objetos ofrendados, solo a las descripciones reportadas
en el informe de Olay y López (2008) y en la tesis de licenciatura de López (2011).
24 Una técnica decorativa hace referencia al procedimiento que se utilizó para elaborar un diseño

decorativo (Zedeño 1985:23).


25 Un elemento decorativo es el componente independiente más pequeño de un diseño, el cual es

utilizado como una sola unidad (Rice 2005:248).


97
desgrasantes, la porosidad, la resistencia al choque mecánico, la

resistencia al choque térmico, entre otros (Rice 2005:224-232; Skibo

2013: 31-41). A pesar de que en esta investigación no se contó con

dichos datos, las descripciones de los artefactos hacen referencia a

huellas de uso, como ahumados por exposición al fuego, los cuales

permitieron realizar inferencias sobre las funciones que tuvieron los

artefactos (Henrickson y McDonald 1983:635). Según Rice (2005:210),

todas las piezas cerámicas poseen una función o utilidad y es factible

distinguir entre la cerámica utilitaria y funcional de la cerámica de élite,

ceremonial, no utilitaria o de lujo. De tal manera, la cerámica de élite

usualmente se encuentra en cantidades pequeñas en comparación con

la utilitaria, y sus decoraciones y acabados son más finos y elaborados.

Por otra parte, la utilidad de los restos de fauna se determinó por medio

de las evidencias de exposición al calor y en el caso de los artefactos

líticos, la función fue interpretada considerando sus características

morfológicas.

5.4. ANÁLISIS DE LA DISTRIBUCIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS SEGÚN LAS

DESIGUALDADES SOCIALES

Una vez establecidas las desigualdades sociales entre los 21 individuos que contaron

con información de contexto funerario, se analizaron las condiciones generales de

salud y nutrición con base en los indicadores de estrés que se seleccionaron. Para

esto, se consideró la distribución de estas huellas de estrés según la edad y el sexo

98
de los individuos, con el fin de determinar la existencia de diferencias o similitudes con

respecto a las condiciones de salud y nutrición en cada grupo social establecido.

99
CAPÍTULO VI: RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En el presente capítulo se exponen y discuten los resultados obtenidos con base en

los análisis efectuados. Primero se presentan los resultados del análisis osteológico

con respecto a la distribución por sexo y edad de la serie esquelética estudiada, los

valores obtenidos de la estimación de la estatura, así como las frecuencias de los

indicadores de estrés, los cambios en algunas entesis, las modificaciones culturales y

la presencia de lesiones particulares. Posteriormente, se puntualizan los datos

obtenidos a partir del estudio de los contextos funerarios en cuanto al tipo y ubicación

de los entierros y la cantidad, la variedad, la procedencia, la calidad y la función de los

artefactos ofrendados. Por último, se proponen las desigualdades sociales entre los

individuos y la distribución de los indicadores de estrés según dichas diferencias

sociales.

6.1. ANALÍSIS OSTEOLÓGICO

6.1.1. DISTRIBUCIÓN POR SEXO Y EDAD A LA MUERTE

La serie esquelética estudiada está compuesta por 29 individuos. Solo a 16 de ellos

se les pudo estimar el sexo, identificando 12 individuos femeninos (41,4%) y cuatro

masculinos (13,8%). El sexo de los otros 13 individuos (44,8%) no fue posible

identificarlo, debido a su limitado estado de conservación y a la pérdida total o parcial

de estructuras óseas (Cuadro 6).

Se observó que la distribución entre mujeres y hombres de esta serie

esquelética no es proporcional, pues es evidente la mayor cantidad de individuos


100
femeninos con respecto a los masculinos. Por consiguiente, esta distribución difiere de

la proporción igualitaria entre ambos sexos (un hombre por cada mujer) que propone

Weiss (1973) para 13 poblaciones pre-industriales. Por lo tanto, esta situación pudo

ser causada por las siguientes razones:

1. Los individuos analizados en esta investigación no representan a todos los

sectores sociales de la población que habitó el sitio Los Limones, entre los años

600-1000 d.C.

2. Puesto que las excavaciones se desarrollaron dentro del marco de un rescate

arqueológico, el sitio Los Limones no fue delimitado en su totalidad. Los trabajos

de campo se efectuaron solo en los predios donde se iba a realizar el proyecto

urbanístico. Por lo tanto, se desconoce la extensión del sitio, así como la

presencia de otros sectores y materiales culturales, lo cual genera un vacío de

información.

3. La presencia de 13 individuos, a los cuales no fue factible estimarles el sexo,

refleja los problemas de conservación que experimentó la serie esquelética y

que influyeron en la distribución por sexo.

En cuanto a la estimación de la edad, los individuos fueron clasificados dentro

de 13 rangos de edad y algunos de ellos se traslaparon, ya que se utilizaron distintas

técnicas para efectuar las estimaciones. El individuo más joven tenía

aproximadamente 9 ± 3 meses al momento de morir, seguido por dos individuos entre

5 ± 1,5 años y 7 ± 2 años. A la mayoría de los individuos se les estimó entre 20 y 40

años y el individuo más longevo podría haber tenido más de 40 años al morir. En

101
algunos casos, el estado de conservación de los restos óseos no permitió ubicar a los

individuos dentro de un rango de edad determinado, razón por la cual se estableció un

grupo general de adultos, en el que se incluyeron a los individuos considerados

mayores de 21 años, con base en el tamaño y desarrollo de los huesos y piezas

dentales (Cuadro 6).

Cuadro 6. Distribución por sexo y edad de la serie de estudio.

Femeninos Masculinos No identificados Total


Rangos de edad
N % N % N % N %
9 meses ± 3 meses 0 0 0 0 1 3,4 1 3,4
5 ± 1,5 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
7 ± 2 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
15-21 años 0 0 0 0 1 3,4 1 3,4
20-24 años 0 0 0 0 2 6,9 2 6,9
24-30 años 1 3,4 0 0 1 3,4 2 6,9
20-30 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
30-35 años 0 0 1 3,4 0 0 1 3,4
35-39 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
38-43 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
30-40 años 1 3,4 1 3,4 1 3,4 3 10,3
+ 40 años 1 3,4 0 0 0 0 1 3,4
Adultos 4 13,8 2 6,9 7 24,1 13 44,8
Total 12 41,4 4 13,8 13 44,8 29 100
Elaboración propia.

Se apreció un subregistro de individuos menores de un año, pues para

poblaciones antiguas se ha estimado que el porcentaje de muertes en este grupo de

edad fluctúa entre el 30% y el 40% (Livi-Bacci 2002 citado en Márquez y Hernández

2006c:81). La mortalidad infantil en el primer mes de vida se ha relacionado con

factores endógenos, es decir, con patologías asociadas a problemas durante el


102
embarazo y el parto. En los siguientes 11 meses de vida, el riesgo de morir se vincula

con causas exógenas y se relaciona de manera directa con las condiciones y estilos

de vida. Por lo tanto, las principales causas de muerte durante estos meses son las

infecciones gastrointestinales y respiratorias (Hernández y Márquez 2007:56-57). De

tal manera, la poca presencia de individuos menores de un año, así como de otros

subadultos (menores de 15 años), se puede atribuir a:

1. Las prácticas culturales de inhumación podrían establecer lugares específicos

para llevar a cabo el enterramiento de los subadultos. En algunas ocasiones,

dependiendo de los objetivos de la investigación arqueológica, estos lugares no

son excavados.

2. Los huesos de estos individuos son mucho más frágiles que los de un adulto y

su conservación se ve afectada por diferentes factores tafonómicos. Además,

Meindl (2003:680-681) señala que si las excavaciones no se realizan de manera

cuidadosa, la recuperación de estos restos óseos se dificulta aún más.

6.1.2. ESTIMACIÓN DE LA ESTATURA

Del total de la serie esquelética, solo fue factible estimar la estatura de un individuo

femenino entre los 35 y 39 años. Para esto, se calculó la longitud máxima del fémur y

la tibia izquierda, empleando una tabla osteométrica. Luego de obtener dicha longitud,

se aplicaron las ecuaciones propuestas por Genovés (1967). Los resultados indicaron

que el individuo tuvo una estatura aproximada entre 152,82 cm y 154,63 cm (Cuadro

7). Además, se apreciaron coincidencias entre la estatura estimada para este individuo

103
y las estaturas reportadas para individuos de otros sitios arqueológicos de Colima,

como Cajita de Agua y Kiosko Gasolinera (Cuadro 8).

Cuadro 7. Estimación de la estatura a un individuo femenino adulto (Ent. 2, U.E.3).

Hueso utilizado Longitud máxima (cm) Estatura


Fémur izquierdo 39,8 152,82 ± 3,816 cm
Tibia izquierda 33,4 154,63 ± 3,513 cm
Elaboración propia.

Cuadro 8. Comparación de estaturas reportadas en tres sitios arqueológicos de


Colima.

Estatura
Sitio arqueológico
Femenino Masculino
Los Limones 152,82-154,63 cm Sin dato
Cajita de Agua 152 cm Sin dato
Gasolinera Kiosko 156, 66 cm 156,10 cm
Elaboración propia.

6.1.3. IDENTIFICACIÓN DE INDICADORES DE ESTRÉS

Es importante aclarar que al existir una mayor cantidad de mujeres en la serie

esquelética estudiada, la distribución de los indicadores de estrés, según el sexo de

los individuos, tiene una fuerte predisposición a mostrar una mayor frecuencia en las

mujeres. Sin embargo, esta tendencia no indica que las mujeres tuvieron condiciones

de salud más desfavorables en comparación con los hombres, sino que más bien

responde a los problemas de conservación y al tamaño de la serie esquelética, como

se indicó anteriormente.

104
6.1.3.1. Caries

Esta patología representa el padecimiento bucal más común y es el principal causante

de pérdida de piezas dentales. Se considera que esta enfermedad ha afectado a los

seres humanos desde casi el inicio de sus días, pero su localización ha variado en

relación con los cambios en la alimentación. Antes de incorporar el azúcar en la dieta,

las caries tendían a desarrollarse en la unión entre el esmalte y el cemento del diente.

Sin embargo, al incrementarse la ingesta de azúcar, las caries pasan a presentarse

principalmente en las grietas de los molares, tal como sucede en la actualidad

(Waldron 2009:236).

La caries es ocasionada por la interacción de factores intrínsecos propios del

individuo, como la morfología dental y los microorganismos, y factores extrínsecos que

involucran la dieta, el estilo de vida, la cultura y el nivel socioeconómico (Vega y Cucina

2011:111). Para su formación, se requiere la presencia de tres elementos: la placa

bacteriana, el consumo de carbohidratos fermentables y la producción de ácidos. Las

principales bacterias que habitan en los dientes son Streptococcus y Lactobacillus, las

cuales están contenidas en una matriz orgánica denominada película biológica (placa

bacteriana). Estas bacterias metabolizan los carbohidratos fermentables para producir

ácidos orgánicos que, eventualmente, pueden provocar una disminución en el pH local

hasta alcanzar los niveles necesarios para desmineralizar los tejidos del diente

(Waldron 2009:237).

En su fase inicial, la caries se muestra como una mancha blanca o café en el

esmalte, la cual se continúa desarrollando y destruye el esmalte y la dentina para

105
formar una cavidad. Las lesiones pueden variar, afectando tanto piezas deciduas como

permanentes y su incidencia aumenta con la edad (Waldron 2009:238). La

descalcificación progresiva que genera esta lesión puede suceder en cualquier lugar

donde se acumule la placa. Usualmente ocurre en las fisuras de la corona de las piezas

dentales y en medio de ellas (White y Folkens 2005:329).

En la serie esquelética analizada, se observaron las piezas dentales de 25

individuos. Dieciséis de ellos (64%), en su mayoría adultos, presentaron caries.

Además, este padecimiento afectó tanto a mujeres como a hombres (Cuadro 9).

Cuadro 9. Distribución absoluta de la frecuencia de caries según el sexo y la edad de


los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas.

Femenino Masculino No identificado Total


Rangos de edad
N N N N
7 ± 2 años 1/25 0/25 0/25 1/25
24-30 años 1/25 0/25 1/25 2/25
30-35 años 0/25 1/25 0/25 1/25
35-39 años 1/25 0/25 0/25 1/25
38-43 años 1/25 0/25 0/25 1/25
30-40 años 1/25 1/25 0/25 2/25
+ 40 años 1/25 0/25 0/25 1/25
Adultos 4/25 1/25 2/25 7/25
Total 10/23 3/25 3/25 16/25
Elaboración propia.

106
En algunos individuos, la caries llegó a lesionar el tejido pulpar, como se

observó en el individuo femenino de 7 ± 2 años (Figura 12)26. En los casos más

severos, la caries destruyó los tejidos y solo quedaron restos de las raíces (Figura 13-

14).

Figura 12. Primer molar superior izquierdo (Femenino de 7 ± 2 años. Ent.1, U.E.3).
Fotografía propia.

26 La mayoría de las fotografías no presentan escala porque son un acercamiento.


107
Figura 13. Primer molar inferior izquierdo (Adulto masculino. Ent.6, U.E.3). Fotografía
propia.

Figura 14. Primer molar inferior derecho (Adulto femenino. Ent.9, U.E.3). Fotografía
propia.

6.1.3.2. Cavidades periapicales

En el ápice del diente se pueden encontrar cavidades relacionadas con patologías

dentales como las caries. Dichas cavidades son reconocidas porque la pared alveolar

anterior ha sido destruida, dejando expuesta una cavidad. Es usual que estas
108
cavidades sean descritas como abscesos, pero existen tres tipos de lesiones

periapicales: quistes, granulomas y abscesos. Todos son provocados por una infección

en la pulpa dental, pero el resultado final depende de la virulencia y de la reacción del

individuo. La infección es causada por una gran variedad de microorganismos y se

desplaza a lo largo del canal de la raíz y a través del foramen apical, donde se produce

una inflamación en los tejidos periapicales. La primera respuesta es la formación de

un granuloma, el cual puede desarrollar una cavidad de paredes lisas que presenta un

diámetro menor a 3 mm. Por lo general, los granulomas se convierten en quistes, pero

estos son más grandes que los primeros (> 3 mm). Posteriormente, un absceso se

forma cuando el pus se acumula en la cavidad de un granuloma. En los casos crónicos

de infección, el absceso puede alcanzar un tamaño considerable y formar una fístula

en el hueso circundante, a través de la cual el pus es drenado (Waldron 2009: 241-

242).

6.1.3.2.1. Abscesos

Los abscesos son procesos infecciosos en la cámara pulpar que producen una

acumulación de pus en el ápice de la raíz, la cual invade los espacios dentro del hueso

y afecta los tejidos blandos provocando una inflamación (Hillson 2001:270). Su

formación ha sido asociada especialmente con la presencia de caries, pero también

con un desgaste excesivo y grietas generadas después de un trauma (Buikstra y

Ubelaker 1997:55). La exposición de la cámara pulpar, generada por una caries

avanzada, provoca un alto riesgo de infección y, por consiguiente, es casi inevitable el

desarrollo de abscesos, que se manifiestan en la destrucción del hueso alveolar

(Ortner 2003:590).
109
En la serie de estudio, se analizaron los alveolos de 17 individuos. Nueve de

ellos (52,9%) presentaron abscesos. Los individuos más afectados fueron los adultos

femeninos (5/17). Los demás individuos afectados son tres masculinos adultos y un

subadulto femenino (Cuadro 10 y Figuras 15-16). Es muy probable que en estos

individuos, los abscesos hayan sido ocasionados por caries, pues la mayoría de ellos

(8/17) mostraron ambos padecimientos (Cuadro 11).

Cuadro 10. Distribución absoluta de la frecuencia de abscesos según el sexo y


la edad de los 17 individuos, cuyos alveolos fueron examinados.

Femenino Masculino Total


Rangos de edad
N N N
7 ± 2 años 1/17 0/17 1/17
30-35 años 0/17 1/17 1/17
35-39 años 1/17 0/17 1/17
38-43 años 1/17 0/17 1/17
+ 40 años 1/17 0/17 1/17
Adultos 2/17 2/17 4/17
Total 6/17 3/17 9/17
Elaboración propia.

110
Figura 15. Absceso en segundo molar inferior derecho (Femenino de 7 ± 2 años.
Ent.1, U.E.3). Fotografía propia.

Figura 16. Absceso en primer molar inferior derecho (Adulto masculino. Ent.6,
U.E.3).Fotografía propia.

111
Cuadro 11. Distribución de abscesos y caries según el sexo y la edad de los nueve
individuos.

Nº ent. U.E. Sexo Edad Abscesos Caries


2 2 Femenino Adulto x x
5 7 Femenino Adulto x x
1 3 Femenino 7 ± 2 años x x
2 3 Femenino 35-39 años x x
4 3 Masculino Adulto x
6 3 Masculino Adulto x x
7 3 Femenino + 40 años x x
9b 3 Masculino 30-35 años x x
10 3 Femenino 38-43 años x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

6.1.3.3. Periodontitis

La periodontitis es una inflamación de los tejidos que rodean al diente y puede

involucrar tanto a los tejidos blandos como al mismo hueso (White y Folkens

2005:330). Son varios los factores implicados en el desarrollo de esta afección, entre

los que destacan la falta de higiene bucal, la irritación producida por los depósitos de

cálculos (sarro), el desgaste dental y la presencia de bacterias en la placa dental

(Brothwell 1993:218; Waldron 2009:239).

En restos óseos humanos, esta patología es reconocida como el resultado de

la infección que afecta al hueso alveolar y a los tejidos adyacentes. Se produce una

reabsorción del alveolo, generando un descenso horizontal o irregular de las crestas

del proceso alveolar. Esto da paso a la exposición de la raíz del diente y, por

consiguiente, al desprendimiento de las piezas. Además, es posible que se muestre

112
evidencia de inflamación, remodelación del hueso y porosidad (El-Najjar y McWilliams

1978:52; Waldron 2009: 240; White y Folkens 2005:330).

La reabsorción del hueso alveolar se puede presentar de manera general o

local. La periodontitis generalizada usualmente afecta todos los dientes y se

caracteriza por la reducción horizontal de la altura del hueso alveolar. Mientras que la

periodontitis localizada comúnmente ocurre en medio de los dientes, afectando una

pieza dental específica y produciendo defectos verticales entre la raíz del diente y el

hueso alveolar (Langsjoen 1998:401).

En la serie esquelética fue factible observar el hueso alveolar de 11 individuos.

En todos se identificó periodontitis generalizada. Los individuos adultos de ambos

sexos fueron los más afectados por este padecimiento, pero también se presentó en

dos subadultos femeninos (Cuadro 12 y Figuras 17-18). Cabe destacar que estos

individuos también estuvieron afectados por cálculos y desgate dental, por lo cual la

presencia de periodontitis se puede relacionar con alguno o ambos padecimientos

(Cuadro 13).

113
Cuadro 12. Distribución absoluta de la frecuencia de periodontitis según el sexo y la
edad de los 11 individuos, cuyos huesos alveolares fueron examinados.

Femenino Masculino Total


Rangos de edad
N N N
5 ± 1,5 años 1/11 0/11 1/11
7 ± 2 años 1/11 0/11 1/11
24-30 años 1/11 0/11 1/11
30-35 años 0/11 1/11 1/11
35-39 años 1/11 0/11 1/11
38-43 años 1/11 0/11 1/11
Adultos 2/11 3/11 5/11
Total 7/11 4/11 11/11
Elaboración propia.

Figura 17. Reabsorción alveolar en el segundo premolar y primer molar inferior


derecho (Masculino de 30-35 años. Ent. 9b, U.E.3). Fotografía propia.

114
Figura 18. Reabsorción alveolar en el canino y premolares superiores derechos
(Adulto femenino. Ent.5, U.E.3). Fotografía propia.

Cuadro 13. Distribución de periodontitis, desgaste y cálculos según el sexo y la edad


de los individuos.

Nº ent. U.E. Sexo Edad Periodontitis Desgaste Cálculos


9 7 Femenino Adulto x x
1 3 Femenino 7 ± 2 años x x x
3 3 Femenino Adulto x x
4 3 Masculino Adulto x x
5 3 Femenino 30-40 años x x x
6 3 Masculino Adulto x x x
8 3 Femenino 5 ± 1,5 años x x
9a 3 Femenino 24-30 años x x
9b 3 Masculino 30-35 años x x
10 3 Femenino 38-43 años x x x
10* 3 Masculino 30-40 años x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

115
6.1.3.4. Pérdida antemortem

Las caries y la periodontitis son los principales factores que producen la pérdida de

dientes durante la vida (antemortem). La caída de las piezas antes del fallecimiento se

evidencia con la reabsorción total del hueso alveolar. Este proceso demuestra que

tanto el hueso como los tejidos periapicales tuvieron el tiempo suficiente para

cicatrizar. No obstante, cuando el alveolo está presente indica que la pieza dental se

perdió después de la muerte (postmortem), debido a procesos tafonómicos o la

manipulación durante la excavación (Vega y Cucina 2011:123).

En la serie esquelética del sitio Los Limones se analizaron los huesos alveolares

de 13 individuos. Doce de ellos (92,3%) tuvieron pérdidas dentales antemortem. Dicho

problema de salud bucal afectó a individuos adultos de ambos sexos, así como a un

individuo al cual no fue posible identificarle el sexo (Cuadro 14 y Figura 19). La mayoría

de ellos también presentó caries y con menor frecuencia periodontitis. Esta situación

señala la relación entre estos factores y la pérdida de piezas dentales antemortem

(Cuadro 15).

116
Cuadro 14. Distribución absoluta de la frecuencia de pérdidas antemortem según el
sexo y la edad de los 12 individuos, cuyos huesos alveolares fueron examinados.

No
Femenino Masculino Total
Rango de edad identificado
N N N N
30-35 años 0/13 1/13 0/13 1/13
35-39 años 1/13 0/13 0/13 1/13
38-43 años 1/13 0/13 0/13 1/13
30-40 años 1/13 0/13 0/13 1/13
+ 40 años 1/13 0/13 0/13 1/13
Adultos 4/13 2/13 1/13 7/13
Total 8/13 3/14 1/13 12/13
Elaboración propia.

Figura 19. Pérdida antemortem de piezas dentales inferiores (Adulto masculino.


Ent.9, U.E.7). Fotografía propia.

117
Cuadro 15. Distribución de pérdidas antemortem, caries y periodontitis según el sexo
y la edad de los individuos.

Nº Pérdida
U.E. Sexo Edad Caries Periodontitis
ent. antemortem
2 2 Femenino Adulto x x
2 7 No ident. Adulto x x
5 7 Femenino Adulto x x
9 7 Femenino Adulto x x x
2 3 Femenino 35-39 años x x
3 3 Femenino Adulto x x x
4 3 Masculino Adulto x x
5 3 Femenino 30-40 años x x x
6 3 Masculino Adulto x x x
7 3 Femenino + 40 años x x
9b 3 Masculino 30-35 años x x x
10 3 Femenino 38-43 años x x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

6.1.3.5. Cálculos

Los cálculos dentales están compuestos por una placa mineralizada, cuyo componente

esencial es el fosfato de calcio (Waldron 2009:240). Existen dos tipos de cálculos: el

supragingival y el subgingival. Los depósitos irregulares y de apariencia arcillosa que

se observan en la superficie de la corona, y algunas veces en las raíces, representan

los cálculos supragingivales. Estos pueden ser tan grandes que sobresalen de la encía

y proporcionan una extensa superficie en la cual la placa puede acumularse. Los

cálculos subgingivales sólo se producen en relación con la enfermedad periodontal,

presentándose como una capa fina y menos evidente que cubre la superficie de las

118
raíces, las cuales quedan expuestas por encima del borde de las encías (Hillson 2008:

312).

Los cálculos son fácilmente visibles como un depósito de color blanco-grisáceo.

Su presencia se vincula con una deficiente higiene bucal y tienden a desarrollarse con

mayor frecuencia en adultos (Waldron 2009:241). El recubrimiento calcáreo le

proporciona al individuo una cierta protección contra las caries, pero puede ocasionar

irritación en las encías (Brothwell 1993:226).

Durante el análisis osteológico, se logró examinar las piezas dentales de 25

individuos. Trece de ellos (52%) presentaron cálculos. Estos afectaron principalmente

a individuos adultos de ambos sexos y a un individuo de sexo no identificado. Además,

se observó en dos subadultos femeninos (Cuadro 16).

Cuadro 16. Distribución absoluta de la frecuencia de cálculos según el sexo y la edad


de los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas.

Femenino Masculino No identificado Total


Rangos de edad
N N N N
5 ± 1,5 años 1/25 0/25 0/25 1/25
7 ± 2 años 1/25 0/25 0/25 1/25
20-24 años 0/25 0/25 1/25 1/25
24-30 años 0/25 0/25 1/25 1/25
20-30 años 1/25 0/25 0/25 1/25
35-39 años 1/25 0/25 0/25 1/25
30-40 años 1/25 0/25 1/25 2/25
38-43 años 1/25 0/25 0/25 1/25
Adultos 1/25 1/25 2/25 4/25
Total 7/25 1/25 5/25 13/25
Elaboración propia.

119
Los cálculos de tipo supragingival fueron los más recurrentes, afectando a 10

de los individuos (40%). En los otros tres individuos (12%) se identificaron cálculos

subgingivales, demostrando que las raíces de los dientes estaban expuestas producto

de la enfermedad periodontal, lo cual permitió la formación de cálculos en las raíces

(Figuras 20-21). De este modo, en ambos casos la presencia de cálculos pudo tener

una estrecha relación con una deficiente higiene bucal.

Figura 20. Cálculos subgingivales en las raíces de los incisivos inferiores derechos
(Adulto femenino. Ent.5, U.E.7). Fotografía propia.

120
Figura 21. Cálculos supragingivales en molares inferiores izquierdos (Femenino de 5
+ 1,5 años. Ent. 8, U.E.3). Fotografía propia.

6.1.3.6. Hipoplasia del esmalte

Entre las enfermedades dentales vinculadas con el desarrollo del ser humano, se

encuentran aquellas que dañan el esmalte del diente. Este último representa una parte

importante del tejido dental y es la estructura con mayor dureza que posee el cuerpo

humano. La hipoplasia es un ejemplo de esas patologías y se define como una

deficiencia en el grosor del esmalte, ocasionada por una interrupción en el proceso de

su formación (amelogénesis) (Méndez y Cucina 2011:133-134). Se puede presentar

en piezas deciduas y permanentes, generando cambios estructurales que se expresan

como líneas, orificios y surcos en la superficie del esmalte (El-Najjar y McWilliams

1978:52).

121
Una afectación sistémica en cualquier momento del periodo de desarrollo dental

provocará una disminución o cese de la actividad ameloblástica, dando como resultado

la alteración de prismas de esmalte. En caso de que muchos prismas hayan sido

afectados, se formará una línea cuya intensidad depende de la severidad, naturaleza

y duración del factor que perturba al diente (Mahmoud et al. 1978 citado en Fröhlich y

Cucina 2011: 42-43). Se considera que la actividad de los ameloblastos es disminuida

por factores como periodos de malnutrición, enfermedad y fiebre. Dichos factores

ocasionan la producción de una delgada y pobre calcificación de la matriz del esmalte,

así como la formación lineal de surcos u orificios distribuidos sobre el esmalte

defectuoso (Ogden 2008:284).

Durante el análisis osteológico, se examinaron los caninos e incisivos de 20

individuos. En ocho de ellos (40%) se notó una línea de hipoplasia, principalmente en

los caninos permanentes. Este indicador de estrés afectó de manera similar a

individuos adultos de ambos sexos, así como a individuos a los cuales no fue factible

identificarles el sexo. Adicionalmente, se identificó un subadulto femenino con

hipoplasia tanto en caninos como en incisivos (Cuadro 17 y Figuras 22-23). Quizás, en

estos ocho individuos, la formación de las líneas de hipoplasia fue provocada por una

afectación sistémica asociada con deficiencias nutricionales, ya que uno de ellos

también presentó criba orbitaria. Además, en otros cuatro individuos se observaron

reacciones periostales (Cuadro 18).

122
Cuadro 17. Distribución absoluta de la frecuencia de hipoplasia del esmalte según el
sexo y la edad de los 20 individuos, cuyos caninos e incisivos fueron examinados.

No
Femenino Masculino Total
Rango de edad identificado
N N N N
7 ± 2 años 1/20 0/20 0/20 1/20
20-24 años 0/20 0/20 1/20 1/20
24-30 años 1/20 0/20 0/20 1/20
30-40 años 0/20 1/20 0/20 1/20
Adultos 1/20 1/20 2/20 4/20
Total 3/20 2/20 3/20 8/20
Elaboración propia.

Figura 22. Hipoplasia en caninos superiores (Individuo de 20-24 años sexo no


identificado. Ent.4, U.E.7). Fotografía propia.

123
Figura 23. Hipoplasia en canino inferior izquierdo (Adulto femenino. Ent.3, U.E.3).
Fotografía propia.

Cuadro 18. Distribución de hipoplasia del esmalte, periostosis y criba orbitaria según
la edad y el sexo de los individuos.

Hipoplasia
Criba
Nº ent. U.E. Sexo Edad del Periostosis
orbitaria
esmalte
4 7 No ident 20-24 años x x
11 7 No ident. Adulto x
12 7 No ident. Adulto x
1 3 Femenino 7 ± 2 años x
3 3 Femenino Adulto x
6 3 Masculino Adulto x x
9a 3 Femenino 24-30 años x x x
10* 3 Masculino 30-40 años x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

124
6.1.3.7. Hipercementosis

El cemento es un tejido mineralizado que cubre la raíz del diente con una capa

delgada, permitiendo la unión de la raíz del diente con el ligamento periodontal. La

hipercementosis en los dientes es provocada por una proliferación anormal del

cemento, que da como resultado un gran aumento en el tamaño de las raíces dentales

(Ortner 2003:607). Esta proliferación desproporcionada del cemento genera un

engrosamiento anómalo del ápice, el cual toma una forma redondeada y puede llegar

a afectar toda la raíz. La hipercementosis se puede desarrollar sólo en una pieza

dental, en varios dientes o presentarse como un proceso generalizado (Patil y Yadav

2015:178).

La causa de la hipercementosis se atribuye a factores locales o sistémicos. Los

factores locales incluyen estrés funcional debido a tensión ejercida durante la oclusión

y a enfermedad periapical. Entre los factores sistémicos se encuentran la enfermedad

de Paget, arterioesclerosis, fiebre reumática, acromegalia, enfermedades de la tiroides

y deficiencia de vitamina A. El factor de herencia genética también es considerado

como una causa de este padecimiento (Patil y Yadav 2015:178).

En colecciones óseas, son pocas las referencias que se tienen sobre este

indicador de estrés dental. Pese a esto, Corruccini y colaboradores (1987:182-183)

proponen que la alta frecuencia de hipercementosis encontrada en un cementerio de

esclavos en Barbados, se relaciona con enfermedad periodontal crónica y con

periodos de deficiencia vitamínica, alternados con momentos de mejoramiento

125
nutricional, los cuales fomentaron la reparación del cemento y generaron

hipercementosis.

Por su parte, Ortega et al. (2013) registraron varios casos de hipercementosis

en series prehispánicas de Colima, como se mencionó en el Capítulo II. Estos

investigadores concuerdan con la propuesta de Corruccini et al. (1987) y, por lo tanto,

consideran que la causa de la hipercementosis se vincula con la presencia de cálculos,

periodontitis y desnutrición alternada con periodos de recuperación (Ortega et al.

2013:285). De igual manera, en el sitio arqueológico Chinikihá, Chiapas, Negrete

(2016:159-160) reporta la presencia de este indicador en ocho de los 36 individuos

analizados, a los cuales también se les identificó caries, cálculos y abscesos. La autora

señala que no es clara la asociación entre la hipercementosis con estas otras lesiones,

pues no siempre se muestran simultáneamente. Por consiguiente, sugirió que la

hipercementosis fue un padecimiento generalizado, ocasionado por deficiencias

nutricionales, desgaste dental y estrés oclusal.

En el sitio Los Limones, de los 25 individuos examinados que presentaron

piezas dentales, solo ocho tuvieron hipercementosis. Este padecimiento solo se

identificó en adultos de ambos sexos y en un individuo al cual no fue posible

identificarle el sexo (Cuadro 19 y Figuras 24-25). Adicionalmente, estos individuos

presentaron otros problemas de salud bucal, como caries, abscesos, hipoplasia del

esmalte, desgaste, periodontitis y pérdidas antemortem (Cuadro 20). Estos

padecimientos no se presentaron de manera simultánea, lo cual dificulta establecer

una relación directa con la hipercementosis. Por lo tanto, en estos casos, la

126
hipercementosis se podría atribuir a problemas nutricionales, desgaste dental y

enfermedad periodontal, coincidiendo con lo planteado por Corruccini et al. (1987),

Ortega et al. (2013) y Negrete (2016), pero haciendo la salvedad de que en estos

individuos no se observaron cálculos.

Cuadro 19. Distribución absoluta de la frecuencia de hipercementosis según el sexo


y la edad de los 25 individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas.

Femenino Masculino No identificado Total


Rangos de edad
N N N N
30-35 años 0/25 1/25 0/25 1/25
30-40 años 0/25 1/25 0/25 1/25
+ 40 años 1/25 0/25 0/25 1/25
Adulto 3/25 1/25 1/25 5/25
Total 4/25 3/25 1/25 8/25
Elaboración propia.

Figura 24. Hipercementosis en piezas dentales inferiores (Adulto femenino. Ent.7,


U.E.3). Fotografía propia.
127
Figura 25. Hipercementosis en piezas dentales inferiores (Adulto femenino. Ent.9,
U.E.7). Fotografía propia.

Cuadro 20. Distribución de hipercementosis, caries, abscesos, hipoplasia del


esmalte, periodontitis y desgaste.

Nº U.E. Sexo Edad Hiper. Ca. Ab. He. Pt. D.


ent.
2 2 Fem. Adulto x x x
9 7 Fem. Adulto x x x x
No
12 7 Adulto x x x
ident.
3 3 Fem. Adulto x x x x x
4 3 Masc. Adulto x x x x
7 3 Fem. + 40 años x x x
9b 3 Masc. 30-35 años x x x x x
10* 3 Masc. 30-40 años x x x x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, Fem.= femenino, No
ident.= no identificado, Masc.= masculino, Hiper.= hipercementosis, Ca.= caries, Ab.=
abscesos, He.= hipoplasia del esmalte, Pt.= periodontitis, D.= Desgaste. Elaboración propia.

128
6.1.3.8. Desgaste dental

La atrición o desgaste dental es un cambio regresivo que ocurre en el tejido dental

duro. Por lo general, está asociado con el envejecimiento del individuo y representa un

proceso fisiológico, en el cual se desgasta el tejido duro de la superficie oclusal, incisal

y proximal (superficie de contacto entre el diente y sus adyacentes) de la pieza dental,

como resultado del contacto diente-diente durante la masticación y la deglución

(Langsjoen 1998:398).

La pérdida del material dental sufrida a lo largo de la vida humana depende de

diversos factores extrínsecos e intrínsecos. El avance de la atrición resulta, en gran

medida, de la masticación y del tipo de alimentos que se ingieren; por ejemplo, los

alimentos fibrosos y poco procesados son más abrasivos que la comida hervida. Los

alimentos sólidos son más abrasivos que los líquidos, ya que requieren ser

masticados. Además, algunas actividades culturales también inciden en el proceso de

desgaste, como lo son el ablandamiento del cuero, el hábito de fumar pipa y el limado

dental (Tiesler 2000:68-69).

De los 25 individuos que presentaron piezas dentales, 22 (88%) tuvieron

desgaste dental. Entre estos individuos se identificaron adultos de ambos sexos, así

como dos subadultos femeninos. Tomando como referencia la propuesta de Molnar

(1971 citado en Chi 2011:155-156) sobre los grados de desgaste dental, en estos

individuos se distinguieron tres tipos de desgaste: ligero, moderado y severo (Cuadros

21-22). El desgaste ligero tuvo menor frecuencia (3/22) y se presentó principalmente

en los subadultos. En estos dos individuos, las facetas de uso de los dientes

129
empezaban a marcarse, y el desgaste afectó, principalmente, las cúspides, pero la

dentina aún no se observaba (Figura 26). El desgaste moderado fue el más recurrente

(13/22), mostrando parches de dentina y hasta dentina secundaria (Figura 27). Por

último, el desgaste severo se observó en seis individuos, cuyo parche de dentina

secundaria era más extenso, el tamaño de la corona había disminuido y, en algunos

casos, llegó a desaparecer, quedando sólo la raíz (Figura 28).

Es probable que el desgaste dental en los subadultos se deba principalmente a

la masticación de alimentos con cuerpo duro. Aunado a lo anterior, los alimentos

pudieron haber contenido elementos abrasivos, los cuales se desprendieron de

utensilios líticos como metates y molcajetes, empleados durante su preparación

(Murillo 2006a:146). En el caso de los adultos, el desgaste, además de relacionarse

con la alimentación, podría atribuirse a la utilización de los dientes como herramientas

para elaborar bienes materiales, entre ellos, cestas para almacenar diferentes

productos, así como cuerdas y redes para la pesca (Minozzi et al.2003; Waters-Rist et

al. 2010). La manufactura de estos últimos artículos tiene mucho sentido, pues la

presencia de ríos y lagunas cercanas al sitio de estudio pudieron haber facilitado la

pesca u otras actividades acuáticas.

130
Cuadro 21. Distribución absoluta de los grados de desgaste según el sexo de los 25
individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas.

Ligero Moderado Severo Total


Sexo
N N N N
Femenino 3/25 6/25 3/25 12/25
Masculino 0/25 2/25 2/25 4/25
No identificado 0/25 5/25 1/25 6/25
Total 3/25 13/25 6/25 22/25
Elaboración propia.

Cuadro 22. Distribución absoluta de los grados de desgaste según la edad de los 25
individuos, cuyas piezas dentales fueron examinadas.

Ligero Moderado Severo Total


Rangos de edad
N N N N
5 ± 1,5 años 1/25 0/25 0/25 1/25
7 ± 2 años 1/25 0/25 0/25 1/25
20-24 años 0/25 2/25 0/25 2/25
24-30 años 1/25 1/25 0/25 2/25
20-30 años 0/25 1/25 0/25 1/25
30-35 años 0/25 0/25 1/25 1/25
35-39 años 0/25 1/25 0/25 1/25
38-43 años 0/25 1/25 0/25 1/25
30-40 años 0/25 3/25 0/25 3/25
+ 40 años 0/25 0/25 1/25 1/25
Adultos 0/25 4/25 4/25 8/25
Total 3/25 13/25 6/25 22/25
Elaboración propia.

131
Figura 26. Desgaste ligero en dientes superiores (Femenino de 7 ± 2 años. Ent.8,
U.E.3). Fotografía propia.

Figura 27. Desgaste moderado en dientes superiores (Femenino de 38-43 años.


Ent.10, U.E.3). Fotografía propia.
132
Figura 28. Desgaste severo en dientes superiores (Adulto femenino. Ent.2, U.E.2).
Fotografía propia.

6.1.3.9. Exostosis auditiva

La exostosis auditiva es un pequeño crecimiento óseo que podría cubrir de manera

parcial o total el extremo lateral del meato auditivo externo (Ortner 2003:516). Es el

tumor benigno más común del canal auditivo externo y, usualmente, se presenta de

manera bilateral, simétrica y por lo general es asintomático, pero puede causar una

obstrucción completa del canal externo (Timofeev et al. 2004:589). Adicionalmente,

esta patología puede mostrar otras complicaciones o molestias, entre ellas, otitis

externa recurrente, sensación de taponamiento, dolor, tinitus (zumbidos en el oído) y

pérdida de la audición (House y Wilkinson 2008:673).

133
La etiología de la exostosis auditiva se ha asociado con factores genéticos y

ambientales. No obstante, algunas autores rechazan el factor genético como causante

de esta patología, ya que la ancestría no ha demostrado tener una relación significativa

con la prevalencia de este padecimiento (Kroon et al. 2002:503). Por otra parte,

Okumura y colaboradores (2007:564), al estudiar 676 esqueletos procedentes de 27

grupos costeros y de tierra adentro de Brasil, concluyen que el descenso en la

temperatura atmosférica y la presencia de vientos fríos, junto con la acción del agua

fría, representan factores ambientales asociados con el origen de la exostosis auditiva.

Asimismo, mencionan que la presencia de redes y anzuelos, como parte del registro

arqueológico, indica que muchas de las actividades acuáticas se realizaron sobre la

superficie, pero que, aun así, el canal auditivo pudo haber tenido contacto con el agua,

la cual generó el desarrollo de exostosis auditiva junto con bajas temperaturas

atmosféricas y fuertes vientos fríos.

Este padecimiento también ha sido ligado con actividades como la pesca y la

recolección de mariscos. Las poblaciones dedicadas a estas actividades pudieron

haber tenido una mayor propensión a padecer exostosis, debido a que constantemente

practicaban actividades acuáticas y, por lo tanto, estaban expuestas a condiciones

medioambientales específicas que podrían haber cumplido un papel coadyuvante en

la formación de esta patología (Pezo et al. 2009:4). Además, con base en datos

clínicos, réplicas experimentales, observación etnográfica, reconstrucción

arqueológica y análisis latitudinales, se propone una relación causal entre el buceo en

agua fría y las altas frecuencias de exostosis auditiva (Kennedy 1986:412). Kroon et

al. (2002:504) reportan una alta presencia de exostosis entre surfistas y señalan que
134
el agua fría es la causa principal de esta enfermedad. En este sentido, los mismos

surfistas han sugerido que el efecto del viento en el oído húmedo podría ser una causa

importante de la exostosis auditiva (Hurts et al. 2004:349).

En contraste con lo anterior, Godde (2009:487,489), al analizar 744 individuos

recuperados en seis poblaciones de Nubia, encontró que sólo el 1% presentó exostosis

auditiva. Históricamente y debido a su ambiente desértico, estas poblaciones no

llevaron a cabo actividades acuáticas, con lo cual se evidencia que la presencia de

exostosis auditiva no siempre se vincula estrictamente con la práctica de actividades

acuáticas. Por consiguiente, una baja frecuencia de exostosis auditiva podría sugerir

que otros factores, además del agua, podrían influir en la causa de este padecimiento.

En los 29 individuos del sitio de estudio, se examinaron los canales auditivos de

13 individuos. Cuatro de ellos (30,7%) presentaron exostosis auditiva. Los individuos

afectados corresponden a tres hombres adultos y a una mujer (Cuadro 23 y Figuras

29 y 30). En dos de los casos, un masculino y femenino, la exostosis se presentó en

ambos canales auditivos, mientras que en los otros dos individuos masculinos sólo se

registró en el canal auditivo izquierdo. Con respecto a lo anterior, Hurts y

colaboradores (2004:349) han explicado que en el caso de los surfistas australianos,

el hecho de que la exostosis se presente de manera unilateral, se debe a la exposición

del canal auditivo hacia el viento dominante.

Tomando en cuenta la presencia de ríos y lagunas en los alrededores del sitio

Los Limones, se propone que la exostosis auditiva estuvo relacionada con la humedad

del clima y con el contacto al agua propiciado por la práctica de actividades acuáticas,

135
las cuales quizás no requirieron inmersión. Además, la presencia de este padecimiento

en individuos masculinos y femeninos demuestra que la práctica de dichas actividades

no estuvo determinada por roles de género. Esta misma situación fue reportada por

Márquez (2006a:200) en el sitio Tlatilco, donde individuos de ambos sexos presentaron

exostosis auditiva.

Cuadro 23. Distribución absoluta de la frecuencia de exostosis auditiva según el sexo


y la edad de los 13 individuos, cuyos canales auditivos fueron examinados.

Femenino Masculino Total


Rangos de edad
N N N
30-35 años 0/13 1/13 1/13
38-43 años 1/13 0/13 1/13
Adultos 0/13 2/13 2/13
Total 1/13 3/13 4/13
Elaboración propia.

Figura 29. Exostosis auditiva en ambos oídos (Adulto masculino. Ent.4, U.E.3).
Fotografía propia.

136
Figura 30. Exostosis auditiva en oído derecho (Femenino de 38-43 años. Ent.10,
U.E.3). Fotografía propia.

6.1.3.10. Reacciones periostales

La formación periostal de hueso nuevo es una de las lesiones patologías más comunes

entre los restos óseos humanos de poblaciones antiguas. Esta reacción periostal

puede afectar cualquier hueso del esqueleto, pero en la mayoría de los casos se

presenta en los huesos largos, principalmente en las tibias (Weston 2012:492).

En la literatura antropológica y clínica, la producción periostal de hueso nuevo

es comúnmente denominada como “periostitis” y se define como una inflamación del

periostio. El término periostits de manera implícita remite al tejido blando y no al hueso,

y también hace referencia a una respuesta patológica específica: la inflamación. Por

lo tanto, quizás no representa el mejor concepto para describir el fenómeno de la

formación patológica de hueso nuevo. De manera alternativa, Bush (1989 citado en

137
Weston 2012: 493) propone utilizar el término “periostosis”, que significa hueso nuevo

producido por el periostio. Esta es una definición más precisa que no implica un

proceso etiológico (Weston 2012: 492-493).

Existe una gran variedad de enfermedades que pueden ocasionar estas

reacciones periostales, como la osteomielitis hematógena, lepra, treponematosis,

tuberculosis, escorbuto, traumas externos, entre otras (Schultz 2001:124). No

obstante, la formación periostal de hueso nuevo frecuentemente se considera como

resultado de una infección no específica. Por consiguiente, queda implícito que una

infección estuvo presente, pero la causa de ella es desconocida. De tal manera, el

concepto de infección no específica se utiliza a raíz de la falta de conocimiento

etiológico (Weston 2012:503).

Al estudiar las reacciones periostales es importante observar todo el esqueleto,

puesto que el análisis de sólo unos huesos puede generar una interpretación errónea

de la formación periostal de hueso nuevo (Weston 2012:504).

En la serie esquelética analizada, fue posible examinar los huesos largos de 15

individuos. Solo nueve de ellos (60%) presentaron este indicador de estrés. En todos

los casos observados, las reacciones periostales presentaron un grado ligero, pues

afectaron menos de la cuarta parte de los huesos. Además, las lesiones se

encontraban inactivas, es decir, estaban sanadas. Esta lesión es muy frecuente en las

series esqueléticas y, a pesar de que su etiología no es específica, representa un

indicador de las condiciones generales de salud de poblaciones antiguas (Márquez

2006a:185).

138
La mayoría de los individuos con periostosis fueron adultos de ambos sexos,

pero también se observó en un individuo de sexo no identificado y en un subadulto

femenino (Cuadro 24). Tres de estos individuos tuvieron lesiones sólo en la tibia,

principalmente en la diáfisis (Cuadro 25 y Figura 31). En los otros seis individuos, la

periostosis se presentó de manera sistémica, pues además de la tibia, afectó a otros

huesos como el fémur y la fíbula (Cuadro 26 y Figura 32). Adicionalmente, cuatro de

estos individuos también tuvieron hipoplasia del esmalte y a uno de ellos se le identificó

criba orbitaria (Cuadro 27). Por lo tanto, estos indicadores podrían ser síntomas de un

mismo padecimiento o de varios.

Cuadro 24. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales según el


sexo y la edad de los 15 individuos, cuyos huesos largos fueron examinados.

Rangos de edad Femenino Masculino No identificado Total


N N N N
5±1,5 años 1/15 0/15 0/15 1/15
20-24 años 0/15 0/15 1/15 1/15
24-30 años 1/15 0/15 0/15 1/15
20-30 años 1/15 0/15 0/15 1/15
30-35 años 0/15 1/15 0/15 1/15
35-39 años 1/15 0/15 0/15 1/15
30-40 años 1/15 0/15 0/15 1/15
+ 40 años 1/15 0/15 0/15 1/15
Adulto 0/15 1/15 0/15 1/15
Total 6/15 2/15 1/15 9/15
Elaboración propia.

139
Cuadro 25. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales en tibia
según el sexo y la edad de los 15 individuos.

Rangos de edad Femenino No identificado Total


N N N
5±1,5 años 1/15 0/15 1/15
20-24 años 0/15 1/15 1/15
+ 40 años 1/15 0/15 1/15
Total 2/15 1/15 3/15
Elaboración propia.

Figura 31. Reacción periostal inactiva en tibia derecha (Femenino de 5 ±1,5 años.
Ent.8, U.E.3). Fotografía propia.

140
Cuadro 26. Distribución absoluta de la frecuencia de reacciones periostales
sistémicas según el sexo y la edad de los 15 individuos.

Femenino Masculino Total


Rangos de edad
N N N
24-30 años 1/15 0/15 1/15
20-30 años 1/15 0/15 1/15
30-35 años 0/15 1/15 1/15
35-39 años 1/15 0/15 1/15
30-40 años 1/15 0/15 1/15
Adulto 0/15 1/15 1/15
Total 4/15 2/15 6/15
Elaboración propia.

Cuadro 27. Distribución absoluta de la frecuencia de periostosis, hipoplasia del


esmalte y criba orbitaria según la edad y el sexo de los individuos.

Nº Periostosis Hipoplasia Criba


U.E. Sexo Edad
ent. del esmalte orbitaria
4 7 No ident. 20-24 años x x
6 3 Masculino Adulto x x
9a 3 Femenino 24-30 años x x x
10* 3 Masculino 30-40 años x x
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

141
a.

b.

Figura 32. Reacción periostal inactiva en (a.) tibia derecha y (b.) fémur derecho.
(Femenino de 30-40 años. Ent.5, U.E.3). Fotografía propia.

142
6.1.3.11. Hiperostosis porótica y criba orbitaria

La hiperostosis porótica hace referencia a lesiones craneales en la tabla externa del

hueso frontal, los parietales y con menor frecuencia en el occipital, las cuales

usualmente están distribuidas de manera simétrica (Aufderheide y Rodríguez – Martín

1998:348). Macroscópicamente, la hiperostosis porótica se identifica mediante áreas

circunscritas que presentan, a manera de tamiz, poros pequeños (0,5 mm) y grandes

(2,0 mm) en la superficie externa de los huesos craneales (Mann y Hunt 2005: 19;

Walker et al. 2009: 109).

La criba orbitaria comparte características con la hiperostosis porótica, pero en

el caso de la criba, los poros con apariencia de tamiz se localizan en el techo de las

órbitas, principalmente en la parte anterolateral y, en la mayoría de las ocasiones, las

lesiones son bilaterales. Además, ambos indicadores de estrés se encuentran

predominantemente en infantes y niños pequeños (Mann y Hunt 2005: 28; Aufderheide

y Rodríguez – Martín 1998:349).

Los altos índices de hiperostosis porótica registrada en poblaciones

prehistóricas han sido asociados con un conjunto de factores, entre ellos problemas

nutricionales, medidas deficientes de aseo, enfermedades infecciosas y prácticas

culturales relacionadas con el embarazo y la lactancia. Como en muchas ocasiones la

criba orbitaria y la hiperostosis porótica se desarrollan en un mismo individuo, se

propone que ambas son consecuencia de un mismo problema sistémico (Walker et al.

2009:114-115).

143
Walker y colaboradores (2009:114,119) mencionan que una hipertrofia de la

médula ósea, como respuesta a una anemia megaloblástica nutricional, representa la

explicación más factible para la incidencia de hiperostosis porótica en poblaciones del

Nuevo Mundo. Las principales causas de esta anemia son la deficiencia de vitamina

B12 (cobalamina) y B9 (ácido fólico). Este tipo de anemia puede ser adquirida por

infantes en periodo de lactancia, debido a escasas reservas de vitamina B12 y a

condiciones antihigiénicas de vida, las cuales contribuyen con la pérdida adicional de

nutrientes por medio de las infecciones gastrointestinales. De igual manera, muchas

lesiones de criba orbitaria también son atribuidas a la anemia megaloblástica. No

obstante, el origen de la criba orbitaria puede relacionarse con un rango mayor de

causas en comparación con la hiperostosis porótica, como, por ejemplo, la deficiencia

de vitamina C.

Por su parte, Ortner (2003:102) menciona que tanto la hiperostosis porótica

como la criba orbitaria no son características de una enfermedad específica, sino que

representan un síntoma de varias enfermedades. Con respecto a lo anterior, Medina

(2014:177) plantea que la hiperostosis porótica debe ser interpretada como una lesión

inespecífica, la cual se puede manifestar de manera conjunta con cualquier estado

anémico y con otros padecimientos, pues forma parte de un cuadro clínico más

complejo.

En la serie esquelética analizada fue posible evaluar criba orbitaria en 13

individuos que conservaron el cráneo. De estos últimos, solo dos estaban completos y

los demás se encontraban incompletos y fragmentados. Esta lesión solo estuvo

144
presente en dos individuos (15,4%): uno era un subadulto de 9 meses ± 3 meses que

tenía las orbitas incompletas y la criba se observó de manera bilateral (Figura 33). El

otro individuo era una mujer entre 24 y 30 años, cuyas órbitas estaban incompletas y

este indicador de estrés solo se identificó en el lado izquierdo (Figuras 34). Además,

este individuo también presentó hipoplasia del esmalte y reacciones periostales. Esta

lesión, en ambos individuos, podría atribuirse a deficiencias nutricionales.

En cuanto a la hiperostosis porótica, ninguno de estos 13 individuos presentó

huellas de este indicador. Por consiguiente, la baja frecuencia de criba orbitaria, así

como la ausencia de hiperostosis porótica se podría deber a:

1. Los problemas de conservación que presentó la serie esquelética de estudio,

pues no permitió evaluar ambos indicadores en todos los individuos.

2. Las enfermedades que provocan este tipo de lesiones en el cráneo no fueron

tan frecuentes entre estos individuos y solo afectaron a los individuos más

vulnerables.

145
a.

b.

Figura 33. Criba orbitaria en (a.) lado derecho y (b.) izquierdo (Subadulto de 9 meses
± 3 meses. Elemento 9, U.E.3). Fotografía propia.

146
Figura 34. Criba orbitaria en la orbitaria izquierda (Femenino de 24-30 años. Ent.9a,
U.E.3). Fotografía propia.

6.1.3.12. Enfermedades degenerativas articulares

La enfermedad degenerativa articular es una condición patológica no inflamatoria,

crónica y progresiva, caracterizada por la pérdida de cartílago articular que genera

lesiones por el contacto directo entre los huesos de las articulaciones sinoviales o

diartrodiales27. Esta enfermedad se clasifica como primaria (idiopática) cuando su

causa no es evidente, y secundaria, cuando la articulación es alterada por otra

enfermedad o evento, como, por ejemplo, un trauma, problemas infecciosos o

metabólicos, deformidades congénitas, obesidad, estrés ocupacional, entre otros

(Aufderheide y Rodríguez – Martín 1998:93).

27 Son las articulaciones totalmente móviles (Waldron 2009:25).


147
Entre las principales características de las enfermedades degenerativas

articulares, Aufderheide y Rodríguez – Martín (1998:94) señalan las siguientes:

1. Pérdida del cartílago que cubre la parte final de las articulaciones sinoviales y

provoca una exposición de la superficie del hueso.

2. Formación de hueso nuevo en los márgenes del hueso (osteofitos) y

calcificación del cartílago.

3. Eburnación (superficie lisa, brillante y pulida) provocada por el contacto directo

entre los huesos con áreas libres de cartílago durante el movimiento de la

articulación.

Entre las enfermedades degenerativas más antiguas y frecuentes en los restos

óseos se encuentra la osteoartritis. Esta enfermedad afecta principalmente el cartílago

articular, el cual puede romperse como consecuencia del proceso de la patología. La

causa de este padecimiento aún no se conoce con certeza, pero sí se han establecido

varios factores que influyen en su desarrollo, entre ellos, el sexo, la edad, la genética,

el grupo biológico, la obesidad, un trauma y, el más importante, el movimiento de las

articulaciones. Uno o varios de estos factores, e incluso la presencia de otros que se

desconocen, podrían interactuar para dar paso a la cadena de eventos que dañan la

articulación (Waldron 2009:26-28).

La osteoartritis se caracteriza por la cantidad de articulaciones que afecta. Sí

sólo se presenta en una articulación se denomina monoarticular, pero sí son muchas

las articulaciones involucradas se trata de osteoartritis poliarticular, la cual se presenta

con más frecuencia (Ortner 2003:547). Las articulaciones más afectadas son la rodilla,

148
la cadera, las manos, la acromioclavicular y las facetas articulares de las vértebras.

Sin embargo, no todas las articulaciones sinoviales son igualmente propensas a

desarrollar osteoartritis, como es el caso del codo y del tobillo, pues ambos raramente

son afectados por esta patología (Waldron 2009:31,33).

En restos óseos, la osteoartritis se puede diagnosticar por medio de la presencia

de eburnación, osteofitos en los márgenes, formación de hueso nuevo en la superficie

de las articulaciones, porosidad en la superficie de la articulación o alteraciones en sus

bordes. Empero, cabe destacar que esta condición no debe ser determinada utilizando

sólo uno de los criterios anteriormente indicados (Waldron 2009:33).

En 10 individuos del sitio Los Limones, fue posible examinar las costillas, las

vértebras y las articulaciones hombro – codo y cadera – rodilla. Solo se identificaron

osteofitos en los márgenes de las articulaciones de tres individuos adultos (30%): dos

femeninos y uno al que no se le pudo identificar el sexo. Las carillas articulares de las

costillas y los cuerpos de las vértebras torácicas y lumbares presentaron mayor

frecuencia de osteotitos (2/10), mientras que las articulaciones hombro-codo y cadera-

rodilla tuvieron una afectación menor (1/10). Solo una mujer presentó osteofitos en

todas las articulaciones mencionadas, por lo que la presencia de ellos se podría atribuir

a problemas hormonales o a la edad (Cuadro 28 y Figuras 35-37).

149
Cuadro 28. Distribución de osteofitos en las articulaciones de los tres individuos,
según su sexo y edad.

Femenino de Femenino de Adulto de sexo


Articulaciones
35-39 años 38-43 años no identificado

Costilla x x
Vértebras cervicales x
Vértebras torácicas x x
Vértebras lumbares x x
Hombro-codo x
Cadera-rodilla x
Elaboración propia.

Figura 35. Tercera costilla izquierda con osteofitos en la carilla articular (Femenino de
35-39 años. Ent.2, U.E.3). Fotografía propia.

150
a. b.

c.
Figura 36. Ostefitos en los cuerpos de la (a.) sexta vértebra cervical, (b.) octava
vértebra torácica y (c.) quinta vértebra lumbar (Femenino de 35-39 años. Ent.2,
U.E.3). Fotografía propia.

151
Figura 37. Osteofitos en el margen interno del acetábulo izquierdo (Femenino de 35-
39 años. Ent.2, U.E.3). Fotografía propia.

6.1.3.13. Cambios en las entesis

Las entesis son las áreas donde los tendones, los ligamentos y las capsulas articulares

se sujetan al hueso. Existen dos tipos de entesis: las fibrocartilaginosas y las fibrosas.

Las entesis fibrocartilaginosas se encuentran en las apófisis y epífisis de los huesos

largos, en los huesos cortos de las manos y de los pies y en varios ligamentos de las

vértebras. Por otra parte, las entesis fibrosas son características de los tendones que

se conectan en la metáfisis y diáfisis de los huesos largos (Benjamin y McGonagle

2001:503-504).

Villotte y Knüsel (2013:135) mencionan que el interés por el estudio de las

modificaciones en las entesis se debe principalmente a tres factores:

152
1. Las áreas en las cuales los tendones y los ligamentos se sujetan, usualmente,

son fáciles de observar en huesos secos.

2. Las entesis poseen variaciones morfológicas, con cambios más o menos

marcados, como, por ejemplo, porosidades e irregularidades. Por lo tanto, estos

cambios pueden ser codificados.

3. Como las entesis están regularmente sometidas a una fuerte tensión durante

una actividad física, las modificaciones pueden ser utilizadas de manera

hipotética para reconstruir actividades físicas en poblaciones pasadas.

La producción exuberante de hueso se observa principalmente en individuos

mayores y en individuos con una enfermedad sistémica o local causada por un trauma.

En muchas ocasiones, gran parte de los cambios en las entesis no está relacionada

de forma directa con actividad física ni tampoco con micro-traumas en las entesis.

Además, parece que los cambios en las entesis fibrocartilaginosas están más

asociados con actividad, en contraste con aquellas modificaciones que muestran las

entesis fibrosas (Villotte y Knüsel 2013:142).

La reconstrucción de actividades físicas realizadas en poblaciones antiguas

tiene serias complicaciones y críticas. Las colecciones esqueléticas usualmente no

representan las mejores muestras para identificar los procesos que produjeron

alteraciones en las entesis, debido a las dificultades para estimar la edad de los

individuos. Por consiguiente, para interpretar y comprender las modificaciones de las

entesis, es de suma importancia utilizar colecciones documentadas de manera

adecuada, que proporcionen información sobre la edad a la muerte, el sexo y la

153
ocupación de los individuos. Asimismo, la incorporación de estudios clínicos es de gran

de utilidad (Jurmain et al. 2012:544-545; Villotte y Knüsel 2013:142).

Teniendo presente la controversia en la que están envueltas el análisis y la

interpretación de los cambios producidos en las entesis, en esta investigación se

utilizaron dos criterios propuestos por Hawkey y Merbs (1995) para reportar la

presencia de dichos cambios: las marcas de robustez y las proyecciones de hueso

(exostosis)28. Estos criterios se evaluaron en 17 individuos, observando modificaciones

en las entesis en ocho adultos (47%) de ambos sexos (Cuadro 29). Las marcas de

robustez se observaron en el húmero, el fémur y la tibia (Cuadro 30 y Figuras 38-39).

Las exostosis solo se identificaron en una mujer y se presentaron a manera de

proyecciones óseas en la cara superoanterior de las rótulas, así como de espolón en

el calcáneo izquierdo (Figura 40-41).

28 En su trabajo sobre marcas de estrés musculoesqueléticas, Hawkey y Merbs (1995) proponen una
metodología que consta de tres categorías: marcas de robustez, lesión de estrés y exostosis óseas.
Cada una de estas categoría tiene una codificación compuesta por cuatro grados (0-3). Debido a que
en la investigación aquí desarrollada no se observaron casos con lesiones de estrés, sólo se emplearon
las marcas de robustez y las exostosis óseas, registrando únicamente su presencia o ausencia, sin
utilizar la codificación elaborada por Hawkey y Merbs (1995).
154
Cuadro 29. Distribución de cambios en las entesis según la edad y el sexo de
los 17 individuos.

Rangos de edad Femenino Masculino Total


24-30 años 1/17 0/17 1/17
30-35 años 0/17 1/17 1/17
35-39 años 1/17 0/17 1/17
38-43 años 1/17 0/17 1/17
30-40 años 1/17 0/17 1/17
+ 40 años 1/17 0/17 1/17
Adultos 1/17 1/17 2/17
Total 6/17 2/17 8/17
Elaboración propia.

Cuadro 30. Distribución absoluta de las marcas de robustez en cada hueso largo
según el sexo de los 17 individuos.

Húmero Radio Cúbito Fémur Tibia Fíbula


Sexo
N N N N N N
Femenino 5/17 2/17 3/17 5/17 5/17 1/17
Masculino 1/17 0/17 0/17 2/17 2/17 0/17
Elaboración propia.

155
Figura 38. Marca de robustez en húmero izquierdo (Femenino de 30-40 años. Ent.5,
U.E.3). Fotografía propia.

Figura 39. Marca de robustez en el fémur derecho (Masculino de 30-35 años. Ent.9b,
U.E.3). Fotografía propia.

156
Figura 40. Proyecciones de hueso el borde de la cara anterosuperior de la rótula
derecha (Femenino 35-39 años. Ent.2, U.E.3). Fotografía propia.

Figura 41. Espolón en calcáneo izquierdo (Femenino 35-39 años. Ent.2, U.E.3).
Fotografía propia.

157
6.1.4. LESIONES PARTICULARES

El análisis osteológico permitió identificar otras lesiones o patologías particulares en

tres individuos. Dichas condiciones fueron identificadas de manera tentativa como

lesión suprainiana, sinusitis y acortamiento del cuarto metacarpiano. A continuación se

describe cada una de ellas.

6.1.4.1. Lesión supriniana

La lesión suprainiana es una depresión ubicada en el occipital, arriba del inión, la cual

presenta reacción periostal (Serrano y Ramos 1984:46). Tiesler (1998:91) propone que

esta lesión tiene causas culturales vinculadas con la deformación craneal y que es un

resultado secundario de la utilización de aparatos de comprensión cefálica. Pese a

esto, la etiología especifica de esta lesión todavía es desconocida, pues también se

ha registrado en cráneos que no tienen deformación, por lo que su presencia se ha

atribuido a otros agentes, como infecciones parasitarias, úlceras y necrosis (Curtin

2007 citado en Mann y Hunt 2005:40).

En el sitio Los Limones, esta depresión solo se identificó en un individuo adulto

femenino que no presentó deformación craneal. La lesión se localizó en el occipital,

pero muy arriba del inión y se observó reacción periostal (Figura 42).

158
Figura 42. Lesión suprainiana (Adulto femenino. Ent.9, U.E.7). Fotografía propia.

6.1.4.2. Posible sinusitis

La sinusitis es definida como la inflamación de uno o más de los senos paranasales.

(Leung y Katial 2008:12). Estos últimos son espacios llenos de aire en los huesos de

la cara y el cráneo, los cuales se comunican con la cavidad nasal a través de aberturas

conocidas como ostium. Son cuatro senos paranasales: el maxilar, el etmoidal, el

frontal y el esfenoidal (Waldron 2009:113-114). El más grande de ellos es el seno

maxilar, ubicado en el cuerpo del hueso maxilar a ambos lados de la nariz (Roberts

2007:794).

A pesar de que se han realizado pocos estudios bioarqueológicos sobre

sinusitis, Boocock y colaboradores (1995) reportan la presencia de sinusitis maxilar en

una colección osteológica de la Inglaterra Medieval. Estos investigadores señalan que

159
este padecimiento genera cambios en la superficie del hueso, similares a los

ocasionados por un agente infeccioso en cualquier parte del cuerpo, como, por

ejemplo, porosidad y formación de hueso. De igual manera, en siete colecciones de

Estados Unidos, Inglaterra y Nubia, Roberts (2007) identifica las mismas reacciones

periostales en los individuos con sinusitis maxilar. Además, considera que este

padecimiento tiene una etiología compleja y multifactorial, la cual probablemente está

asociada con una pobre calidad del aire.

En el sitio Los Limones, un individuo masculino adulto presentó una porosidad

y una pequeña formación de hueso nuevo con apariencia redondeada, en la parte

interna del cigomático izquierdo (Figura 43). La ubicación de dichas reacciones

periostales se podrían asociar con la presencia de sinusitis o quizás con un proceso

infeccioso sistémico, pues este individuo también presentó periostosis en huesos

largos y exostosis auditiva en ambos oídos.

160
Figura 43. Cigomático izquierdo con porosidad y una pequeña formación de hueso
con apariencia redondeada (Adulto masculino. Ent.4, U.E.3). Fotografía propia.

6.1.4.3. Acortamiento del cuarto metacarpo

El acortamiento del cuarto metacarpo ha sido reportado dentro de los signos clínicos

de la enfermedad genética conocida como síndrome de Turner, que se caracteriza por

la presencia de un solo cromosoma X y que afecta solo a mujeres (Román et al. 2002;

Peralta et al. 2009; Laurencikas et al. 2005).

Entre los individuos analizados, una mujer adulta presentó esta peculiaridad,

pero sólo en el cuarto metacarpo izquierdo. Dicho metacarpo tiene un tamaño

considerablemente menor en comparación con los demás, especialmente con el quinto

metacarpo. Adicionalmente, tiene inserciones musculares marcadas en la cara lateral

y medial (Figura 44). Esta mujer también presentó exostosis auditiva en ambos oídos,

161
osteofitos en vértebras, caries, pérdida de piezas antemortem, cálculos, abscesos y

periodontitis, pero ninguna de estas lesiones parece tener un vínculo directo con el

tamaño anómalo del cuarto metacarpo. Tampoco se podría afirmar que dicho

acortamiento en el metacarpo hace referencia al síndrome de Turner, pues no se

presenta de manera bilateral como ocurre en dicho síndrome.

Las causas del acortamiento del metacarpiano no quedan claras, quizás

correspondan a una malformación congénita. No obstante, para efectos de esta

investigación se consideró pertinente reportar y describir este hallazgo, ya que se

podría identificar en otras colecciones osteológicas que permitan una mejor

interpretación y explicación sobre etiología.

a. b.
Figura 44. (a.) Acortamiento del cuarto metacarpo y (b.) comparación con el
tamaño del segundo, tercero y quinto metacarpo (Femenino de 38-43 años. Ent.10,
U.E.2). Fotografía propia.
162
6.1.5. MODIFICACIONES CULTURALES

La deformación craneal se evaluó en 13 cráneos. Solo cuatro de ellos (30,7%) la

presentaron. Además, de los 25 individuos que conservaron piezas dentales, solo uno

(4%) exhibió mutilación dental. La mayoría de estos individuos con modificaciones

culturales son adultos femeninos, a excepción de un subadulto femenino y un adulto

de sexo indeterminado (Cuadro 31).

Cuadro 31. Distribución absoluta de modificaciones culturales según el sexo y la


edad de los cinco individuos.

Rangos de edad Sexo Deformación Craneal Mutilación dental


7 ± 2 años Femenino 1/13 0/25
24-30 años Femenino 1/13 0/25
35-39 años Femenino 1/13 0/25
Adulto Femenino 1/13 0/25
Adulto No identificado 0/13 1/25
Total 4/13 1/25
Elaboración propia.

Con respecto a la deformación craneal, siguiendo la taxonomía de modelación

craneal propuesta por Tiesler (2012), estos individuos muestran una deformación del

tipo tabular erecta plano lámbdico (Figuras 45-46). Por otra parte, las piezas dentales

que mostraron mutilación dental no se pudieron lateralizar, pero son incisivos

superiores y al parecer uno es central y el otro lateral. Empleando la tipología elabora

por Romero (1958,1986), las formas culturales de los dientes son similares al tipo C6,

obtenido a partir de limado (Figura 47).

163
Figura 45. Deformación craneal tipo tabular erecta plano lámbdico (Femenino de 7 ±
2 años. Ent. 1, U.E.2). Fotografía propia.

Figura 46. Deformación craneal tipo tabular erecta plano lámbdico (Femenino de 35-
39 años. Ent. 2, U.E.2). Fotografía propia.

164
Figura 47. Mutilación dental en incisivos superiores (Adulto de sexo indeterminado.
Ent. 11, U.E.7). Fotografía propia.

6.2. ANÁLISIS DE CONTEXTOS FUNERARIOS

De la serie esquelética estudiada (n=29), solo se tuvo información del contexto

funerario de 21 individuos. Por lo tanto, en los siguientes apartados se detallan los

resultados obtenidos del análisis de estos contextos funerarios.

6.2.1. TIPO Y UBICACIÓN DE LOS ENTIERROS

La mayoría de los entierros se ubicaron en zonas funerarias correspondientes con las

unidades de exploración (U.E.) 7 y 3. Solo dos de los entierros se encontraron en el

interior de una unidad habitacional (U.E. 2).

Con respecto al tipo de entierro, ocho de ellos son sencillos y 13 son complejos.

Se observó que en los entierros sencillos solo se inhumaron adultos, entre ellos dos

mujeres, dos hombres y cuatro individuos a los que no se les identificó el sexo. Por

otra parte, en los entierros complejos se hallaron dos subadultos y nueve adultos, de

los cuales 10 son mujeres, uno es hombre y dos de sexo indeterminado.


165
La mayoría de los entierros fueron primarios y se solo tres, secundarios. Estos

últimos corresponden a los entierros 6, 9a y 9b de la unidad de exploración 3. En

cuanto a la cantidad de individuos depositados en cada entierro, 19 de ellos son

entierros individuales, mientras que los dos restantes son múltiples (entierros 3 y 4 de

la U.E. 3). En estos contextos funerarios se podría sugerir que hubo un individuo

principal, representado por aquel que conserva una posición anatómica. Los demás

restos óseos hallados en el entierro pudieron pertenecer a inhumaciones anteriores,

los cuales fueron desplazados para dar paso a un nuevo individuo. Los individuos

principales fueron dos adultos masculinos y uno femenino, a los cuales se les

asociaron individuos subadultos, principalmente. En el entierro 4 se hallaron restos de

cuatro individuos, entre ellos un subadulto de 9 ± 3 meses, otro de 2 años ± 8 meses,

un tercero de 15 ± 3 años y un adulto. En el entierro 3 se asociaron restos de un adulto.

6.2.2. ARTEFACTOS OFRENDADOS

6.2.2.1. Cantidad

Se registró un total de 61 objetos ofrendados. La cantidad de artefactos depositados

en cada uno de los entierros fue muy variable. A la mayoría de los entierros, se le

colocó entre uno y cuatro artefactos, siendo estas cantidades las más frecuentes. En

los dos entierros con la mayor cantidad de objetos se contabilizó un total de siete, los

cuales estaban asociados a un individuo femenino de 5 ± 1,5 años y a un individuo de

sexo no identificado de 24-30 años. Además, en los tres entierros secundarios, 6, 9a

y 9b de la UE 3, no se presentaron materiales culturales ofrendados.

166
Al relacionar el número de objetos ofrendados con el sexo y la edad de los

individuos, no se estableció un patrón claro que favoreciera a los individuos de algún

sexo o rango de edad. De esta manera, se observó que a las mujeres, tanto adultas

como subadultas, se les depositó un número de artefactos que varió desde uno a siete,

pero una de ellas no presentó ofrendas (Cuadro 32). En los individuos adultos de sexo

no identificado se notó una situación similar, pues se les ofrendó entre uno y siete

artefactos (Cuadro 33). En cuanto a los individuos masculinos, dos no tuvieron

ofrendas y a uno de ellos se le colocó un objeto (Cuadro 34).

Cuadro 32. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados a individuos


femeninos subadultos y adultos.

Nº ent. U.E. Sexo Edad Cantidad total


de artefactos
9a 3 Femenino 24-30 años 0
10 3 Femenino 38-43 años 1
3 3 Femenino Adulto 1
5 3 Femenino 30-40 años 2
2 2 Femenino Adulto 2
9 7 Femenino Adulto 3
5 7 Femenino Adulto 4
1 3 Femenino 7 ± 2 años 4
2 3 Femenino 35-39 años 4
7 3 Femenino + 40 años 4
7 7 Femenino 20-30 años 5
8 3 Femenino 5 ± 1,5 años 7
Total 37
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

167
Cuadro 33. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados a individuos
adultos de sexo no identificado.

Nº Cantidad total
U.E. Sexo Edad
ent. de artefactos
1 2 No ident. Adulto 1
2 7 No ident. Adulto 2
1 7 No ident. Adulto 3
3 7 No ident. 30-40 años 5
4 7 No ident. 20-24 años 5
8 7 No ident. 24-30 años 7
Total 23
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

Cuadro 34. Distribución absoluta de la cantidad de artefactos ofrendados individuos


masculinos adultos.

Cantidad total de
Nº ent. U.E. Sexo Edad
artefactos
4 3 Masculino Adulto 1
6 3 Masculino Adulto 0
9b 3 Masculino 30-35 años 0
Total 1
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

6.2.2.2. Procedencia y variedad

La mayoría de los objetos depositados en los entierros son característicos de la región

de estudio, pues solo los fragmentos cerámicos estilo Mazapa, hallados en los

entierros 1 y 2 de la unidad habitacional (U.E. 2), resultaron ser foráneos, ya que

proceden del Altiplano Central de México.

168
Según la materia prima de los objetos ofrendados, 55 de ellos son cerámicos,

cinco son líticos y uno corresponde a un fragmento de hueso de fauna. Entre los

objetos cerámicos se encontraron principalmente cajetes, así como vasijas de silueta

simple y compuesta, vasos y cántaros (Figura 48). Los objetos líticos estuvieron

representados por metates y manos de moler (Figura 49). En cuanto al hueso de fauna,

este presentó evidencia de haber sido expuesto al calor, pero debido a su tamaño y

limitado estado de conservación no fue factible determinar a cuál animal pertenecía

(Figura 50).

Figura 48. Vasija de silueta compuesta (Ent.3, U.E.7, adaptado de Olay y


López 2008).

169
Figura 49. Metate apodo y mano de moler (Ent.7, U.E.3, adaptado de Olay y
López 2008).

Figura 50. Fragmento de hueso de fauna (Ent.2, U.E.2). Fotografía propia.

Los objetos cerámicos se ofrendaron a individuos de ambos sexos, tanto a

subadultos como adultos. Sin embargo, con los cinco artefactos líticos se notó una

situación diferente, pues estuvieron asociados a tres mujeres adultas y a un individuo


170
de sexo no determinado. Además, el fragmento de fauna termoalterado también fue

colocado en el entierro de un adulto femenino (Cuadro 35-37).

Cuadro 35. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos, líticos y de fauna


ofrendados a individuos femeninos adultos y subadultos.

Objetos asociados
Nº ent. U.E. Sexo Edad Total
Cerámica Lítica Fauna
9a 3 Fem. 24-30 años 0 0 0 0
10 3 Fem. 38-43 años 1 0 0 1
3 3 Fem. Adulto 1 0 0 1
2 2 Fem. Adulto 1 0 1 2
5 3 Fem. 30-40 años 2 0 0 2
9 7 Fem. Adulto 3 0 0 3
1 3 Fem. 7 ± 2 años 4 0 0 4
2 3 Fem. 35-39 años 3 1 0 4
5 7 Fem. Adulto 4 0 0 4
7 3 Fem. + 40 años 2 2 0 4
7 7 Fem. 20-30 años 5 0 0 5
8 3 Fem. 5 ± 1,5 años 7 0 0 7
Total 33 3 1 37
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, Fem.= femenino.
Elaboración propia.

171
Cuadro 36. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos y líticos ofrendados a
individuos adultos de sexo no identificado.

Nº Objetos asociados Total


U.E. Sexo Edad
ent. Cerámica Lítica
1 2 No ident. Adulto 1 0 1
2 7 No ident. Adulto 2 0 2
1 7 No ident. Adulto 3 0 3
3 7 No ident. 30-40 años 5 0 5
4 7 No ident. 20-24 años 5 0 5
8 7 No ident. 24-30 años 5 2 7
Total 21 2 23
Abreviaturas: Nº ent= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

Cuadro 37. Distribución absoluta de los artefactos cerámicos ofrendados a individuos


adultos masculinos.

Nº Objetos asociados
U.E. Sexo Edad Total
ent. Cerámica
6 3 Masculino Adulto 0 0
9b 3 Masculino 30-35 años 0 0
4 3 Masculino Adulto 1 1
Total 1 1
Abreviaturas: Nº ent= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

6.2.2.3. Calidad

Al revisar las descripciones de los objetos cerámicos, se identificaron tres técnicas

decorativas: pintura, que fue la más recurrente, pastillaje modelado y esgrafiado. La

utilización de una o varias de estas técnicas dio lugar a las decoraciones sencillas y

complejas. Los artefactos con decoraciones sencillas tuvieron solo una línea de pintura

en el borde de la vasija o no presentaron decoraciones (Figura 51). Por el contrario,

172
los objetos con decoraciones complejas exhibieron motivos decorativos 29 llevados a

cabo principalmente con pintura, entre ellos destacan los caracoles, las espirales, los

diseños fitomorfos similares a flores y representaciones de agaves en la base de las

vasijas, que corresponden con el tipo cerámico Colima rojo sobre crema30 (Figuras 52-

53). Dos vasijas también tuvieron motivos esgrafiados compuestos por grecas, líneas

horizontales, puntos y xonecuillis (Figura 54). Además, se identificó pastillaje modelado

en fragmentos de figurillas de estilo Mazapa (Figura 55).

La calidad de los artefactos cerámicos según la presencia de estos dos tipos de

decoraciones mostró diferentes frecuencias. Del total de objetos cerámicos, 36

lucieron decoraciones complejas y 19 presentaron decoraciones sencillas. Siete

mujeres, tanto adultas como subadultas, así como tres individuos adultos de sexo no

identificado, tuvieron entre sus ofrendas artefactos con decoraciones simples y

complejas. Por otro lado, a siete individuos adultos de ambos sexos solo se les

ofrendaron objetos con decoraciones complejas. Además, se presentó un caso de un

individuo femenino adulto, al cual se le colocó solo un artefacto con decoraciones

simples (Cuadro 38-40).

29 Los motivos decorativos son combinaciones de elementos usados para formar grandes componentes
dentro de una decoración. Usualmente, son lo suficientemente complejos como para abarcar las
mayores proporciones del espacio de un diseño y, por lo general, se presentan en grupos (Rice 2005:
248).
30 Parece que estas vasijas corresponden a la transición entre las fases Comala y Colima y pertenecen

a contextos funerarios (Olay et al. 2013:137).


173
Figura 51. Vasija globular con decoración sencilla de banda roja sobre el
borde (Ent.7, U.E.3, adaptado de Olay y López 2008).

a. b.
Figura 52. Cajetes con decoraciones complejas en pintura: (a.) caracoles y (b.)
espirales (Ent.9, U.E.7, adaptado de Olay y López 2008).

174
Figura 53. Vasija con representaciones de agave. Tipo cerámico Colima rojo sobre
crema (Ent.8, U.E.3, adaptado de Olay y López 2008: Figura 184-185).

a. b.
Figura 54. Cajetes con diseños esgrafiados: (a.) líneas horizontales, punteados y
xonecuillis y (b.) grecas (Ent.3, U.E.7, adaptado de Olay y López 2008).

175
Figura 55. Figurillas estilo Mazapa (U.E.2, adaptado de Olay y López: Figura
301).

Dos de los siete artefactos cerámicos ofrendados al individuo femenino de 5 ±

1,5 años, exhibieron decoraciones complejas. Caso contrario se observó en tres de las

cuatro piezas cerámicas que fueron ofrendadas al subadulto femenino de 7 ± 2 años,

pues ellas presentaron decoraciones complejas. Partiendo de estos datos, se podría

proponer que la complejidad en las decoraciones y, por consiguiente, la calidad de los

artefactos, está relacionada con la edad, pues fue a la mayoría de los individuos

adultos que se les ofrendó un mayor número de objetos con decoraciones complejas.

176
Cuadro 38. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a
individuos femeninos adultos y subadultos.

Calidad

U.E. Sexo Edad Compleja Sencilla Total
ent.
N N
9a 3 Femenino 24-30 años 0 0 0
2 2 Femenino Adulto 1 0 1
3 3 Femenino Adulto 1 0 1
10 3 Femenino 38-43 años 0 1 1
5 3 Femenino 30-40 años 1 1 2
7 3 Femenino + 40 años 1 1 2
9 7 Femenino Adulto 3 0 3
2 3 Femenino 35-39 años 2 1 3
5 7 Femenino Adulto 2 2 4
1 3 Femenino 7 ± 2 años 3 1 4
7 7 Femenino 20-30 años 3 2 5
8 3 Femenino 5 ± 1,5 años 2 5 7
Total 19 14 33
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

Cuadro 39. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a


individuos adultos de sexo no identificado.

Calidad

U.E. Sexo Edad Compleja Sencilla Total
ent.
N N
1 2 No ident. Adulto 1 0 1
2 7 No ident. Adulto 2 0 2
1 7 No ident. Adulto 1 2 3
3 7 No ident. 30-40 años 5 0 5
4 7 No ident. 20-24 años 3 2 5
8 7 No ident. 24-30 años 4 1 5
Total 16 5 21
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración, No ident.= no
identificado. Elaboración propia.

177
Cuadro 40. Distribución absoluta de la calidad de los artefactos ofrendados a
individuos masculinos adultos.

Calidad

U.E. Sexo Edad Compleja Sencilla Total
ent.
N N
4 3 Masculino Adulto 1 0 1
6 3 Masculino Adulto 0 0 0
9b 3 Masculino 30-35 años 0 0 0
Total 1 0 1
Abreviaturas: Nº ent.= número de entierro, U.E.= unidad de exploración. Elaboración propia.

6.2.2.4. Huellas de uso

El contexto puede o no proveer información sobre las funciones de las vasijas.

Normalmente, estos artefactos tienen múltiples usos y el contexto arqueológico

representa el último lugar en el que se colocaron, pero no es un indicador preciso de

cómo fueron utilizados a lo largo de su “periodo de vida” (Rice 2005:232-233). Además,

las vasijas no siempre cumplen las funciones más adecuadas según sus

características, incluso pueden ser empleadas en tareas muy diferentes a las

actividades para las cuales fueron diseñadas. De ahí, que las huellas de uso

representen un indicador clave para interpretar las funciones específicas que

cumplieron las piezas cerámicas (Núñez 2012:88).

Entre estas huellas de uso se encontró el ahumado, identificado en las paredes

externas y en la base de ocho piezas cerámicas. Estos objetos se ofrendaron a cuatro

mujeres adultas, tres individuos adultos de sexo no identificado y a un subadulto

femenino (Figura 56). Durante el análisis osteológico, se hallaron fragmentos

cerámicos con restos de hollín en la parte externa, asociados a un adulto masculino


178
(Figura 57). La presencia y ubicación de los ahumados y del hollín, tanto en el exterior

como en la base de las vasijas, son indicadores claros de que estos artefactos fueron

empleados para cocinar alimentos u otro tipo de sustancias, o bien fueron utilizados

en otras actividades que también requirieron de la exposición al fuego (Rice 2005:235).

Por otra parte, siete cajetes presentaron punzonado en el centro del fondo y tres

de ellos también tuvieron ahumado (Figura 58). Cuatro de estas piezas se ofrendaron

a mujeres adultas, una a un individuo de sexo no determinado y otra a un subadulto

femenino. Dichos cajetes han sido atribuidos al tipo cerámico Bugambilias rojo sobre

crema y son considerados como molcajetes (Olay et al. 2013:138). Por consiguiente,

tanto estas piezas como los metates y las manos de moler pudieron haber tenido un

uso doméstico vinculado con la preparación de alimentos. Además, como la mayoría

de ellos estuvieron asociados a mujeres, podrían estar reflejando roles de género.

Figura 56. Vasija con ahumado en la base (Ent.4, U.E.7, adaptado de Olay y
López 2008).

179
Figura 57. Fragmentos cerámicos con hollín (Ent. 10*, U.E.3). Fotografía
propia.

Figura 58. Molcajetes (Ent.5, U.E.7 adaptado de Olay y López 2008: Figura
65).

180
Otro aspecto importante es la presencia de seis cajetes “encontrados”,

colocados uno sobre otro de manera que el borde de cada uno coincidiera (Figura 59).

Estos artefactos se asociaron a tres individuos femeninos: dos adultos y un subadulto.

La forma en que fueron dispuestos estos cajetes, además de la presencia de

ahumados y el fondo punzonado, permitieron inferir posibles funciones desempeñadas

por estas piezas, entre ellas la de contener algún tipo de sustancia perecedera (Olay

y López 2008:88).

Partiendo de los datos expuestos, se establecieron tres tipos de artefactos

según su función: los utilitarios, los ceremoniales y los suntuarios. La mayoría de los

artefactos cerámicos y líticos fueron utilitarios (52/61), producidos inicialmente con la

intención de ser usados en actividades domésticas como cocinar, preparar y servir

alimentos. Posteriormente, su función se modificó y pasaron a representar ofrendas

funerarias. Los cajetes “encontrados” podrían representar artefactos ceremoniales.

Estos objetos también pudieron haber tenido un uso doméstico, pero su colocación

para que facilitara el almacenamiento de sustancias orgánicas, sugiere que formaron

parte del ritual funerario, así como el fragmento de hueso de fauna termoalterado. Por

último, los fragmentos cerámicos estilo Mazapa, al ser procedentes de otra región

cultural, fueron considerados como parte de artefactos suntuarios.

181
Figura 59. Cajetes “encontrados” con ahumado (Ent.5, U.E.3, adaptado de Olay y
López 2008).

6.3. DESIGUALDAD SOCIAL E INDICADORES DE ESTRÉS

Al evaluar las categorías de análisis del contexto funerario, tanto de manera individual

como en relación con las demás, fue posible apreciar desigualdades sociales a nivel

de rango social en el segmento poblacional inhumado en el sitio Los Limones.

La ubicación de los contextos funerarios representó la categoría con más peso

para establecer desigualdades sociales entre los individuos. Además, en algunos

casos se observaron diferencias sociales a partir del tipo de entierro, según sus

características constructivas, y de la cantidad, la calidad, la función y la procedencia

de los artefactos. De esta manera, se logró determinar que al menos entre estos

individuos hubo dos rangos sociales: uno alto y uno bajo.

Los dos individuos inhumados dentro de la unidad habitacional (U.E. 2), un

adulto femenino y un adulto de sexo no identificado, representan el rango social alto,

182
pues se inhumaron en una zona específica y diferente en comparación con los demás

individuos que se encontraron en las zonas funerarias (U.E. 7 y 3). Además, el

individuo femenino parece que fue amortajado con un petate (Olay y López 2008:30).

Estos entierros son complejos, así como individuales y primarios. La cantidad de

artefactos ofrendados no fue precisa, pues en ambos entierros se registraron

fragmentos cerámicos de figurillas estilo Mazapa, los cuales fueron considerados de

calidad compleja. Es importante señalar que dichos materiales solo se identificaron en

estos contextos funerarios y, al provenir de otra región cultural, fueron clasificados

como artefactos suntuarios.

El rango social bajo estuvo constituido por los individuos hallados en los

entierros complejos y sencillos de las unidades de exploración 7 y 3. La mayoría de

estos entierros son primarios e individuales, pero se presentaron tres secundarios y

dos múltiples. Los artefactos ofrendados son materiales cerámicos y líticos de la

región. Gran parte de ellos, según su función, son objetos utilitarios y la mayoría mostró

una calidad compleja. Sin embargo, entre estos individuos se notaron ciertas

desigualdades, principalmente con respecto a la cantidad de artefactos ofrendados.

De tal manera, destacan los dos individuos a los cuales se les depositó la mayor

cantidad de objetos (n=7), uno es un adulto de sexo no identificado y el otro un

subadulto femenino. Asimismo, la calidad de los objetos jugó un papel importante,

pues a un adulto de sexo no identificado se le contabilizó un total de cinco piezas

cerámicas y todas exhibieron una calidad compleja. Otro aspecto que reflejó

desigualdad social fue la presencia de artefactos ceremoniales, representados por los

183
tres pares de cajetes encontrados, los cuales se asociaron a tres individuos femeninos,

entre ellos dos adultos y un subadulto.

Después de establecer estas desigualdades sociales entre los individuos

inhumados, se analizó la distribución de los indicadores de estrés en cada rango social.

Por lo general, los individuos de ambos rangos sociales estuvieron afectados de

manera similar por los mismos padecimientos. Las patologías dentales fueron las más

frecuentes, principalmente las caries, los cálculos y la pérdida de piezas dentales

antemortem, así como el desgaste dental. Esto demuestra que la alimentación en

ambos rangos sociales estuvo basada en el consumo de carbohidratos,

principalmente.

Se observaron algunas peculiaridades, pues los casos de hipoplasia del

esmalte y criba orbitaria solo se reportaron en seis individuos de rango social bajo.

Entre estos individuos se encuentran tres adultos femeninos, un adulto masculino, un

adulto de sexo no identificado, un subadulto femenino y un subadulto de sexo

indeterminado. De igual manera, la periostosis solo se identificó en este rango social

y fue el indicador de estrés óseo más frecuente, el cual afectó a un subadulto femenino

y a nueve adultos, entre ellos, cinco femeninos, tres masculinos y un individuo de sexo

indeterminado.

En el rango social alto, el adulto femenino presentó caries, abscesos,

hipercementosis y pérdida de piezas dentales antemortem, pero la hipoplasia del

esmalte y la periostosis estuvieron ausentes y la criba orbitaria no fue evaluable. En el

otro adulto de sexo no identificado, la periostosis estuvo ausente y la hipoplasia del

184
esmalte y la criba orbitaria no pudieron ser observadas. A este último individuo se le

identificaron osteofitos, pero estos también se presentaron en dos adultos femeninos

de rango social bajo.

Con este análisis realizado, no fue posible determinar la existencia de

diferencias evidentes en las condiciones de salud y nutrición de los individuos de

ambos rangos sociales. Este hecho está vinculado con dos factores principales: el

tamaño de la serie esquelética y su estado de conservación, el cual dificultó la

evaluación de los indicadores de estrés en los 29 individuos estudiados.

185
CAPÍTULO VII: CONSIDERACIONES FINALES

7.1. SOBRE LAS CONDICIONES DE SALUD Y NUTRICIÓN

Siguiendo el enfoque biocultural (Goodman y Leatherman 1998) y el modelo biocultural

de estrés (Goodman et al. 1984), en esta investigación fue posible determinar cómo la

salud y la nutrición de los antiguos habitantes del sitio Los Limones, estuvo

influenciada por los aspectos medioambientales del valle Colima, así como por la

organización social que tuvo el sitio entre los años 600 y 1000 d.C. La relación de estos

factores se puede observar en la Figura 60.

Factores Organización Individuo


ambientales social: Sociedad
agrícola

• Tierras fértiles • Mayor consumo de • Caries, abscesos,


carbohidratos pérdida de piezas
dentales
antemortem.

• Sedentarismo • Reacciones
• Hacinamiento periostales
• Sistemas de riego

• Actividades acuáticas • Exostosis auditiva


• Ríos y lagunas
• Costa Pacífica

Figura 60. Influencia de factores ambientales y socioculturales en las condiciones de


salud y nutrición de los individuos estudiados.

186
Los factores ambientales, como la presencia de tierras fértiles, ríos y lagunas,

convirtieron al valle de Colima en un lugar apto para el asentamiento de poblaciones

humanas. Estas características permitieron que sus antiguos pobladores desarrollaran

una sociedad con un modo de vida basado principalmente en la agricultura. Según

Steckel y Rose (2002:587), este modo de vida produjo un aumento en el tamaño de

los asentamientos y el uso de plantas domesticadas, aspectos asociados con el

decaimiento de la salud de poblaciones antiguas.

A lo largo de la historia humana, el deterioro de la salud bucal se ha vinculado

con el cambio en la alimentación, provocado al transitar de un modo de vida cazador-

recolector a uno agrícola. Con el surgimiento de la agricultura se adoptó una dieta

basada principalmente en el consumo de carbohidratos, a los cuales se les ha atribuido

el incremento de caries (Glassman y Garber 1999:130; Hillson 2008:313; Lukacs

2008:901). De esta manera, en la serie esquelética estudiada se notó que las

patologías dentales fueron las más frecuentes, principalmente las caries y, además,

los abscesos y la pérdida de piezas antemortem, los cuales son causados por caries

en sus grados más severos (Figura 61). La presencia de metates, manos de moler y

molcajetes, entre los artefactos ofrendados, demuestra el consumo de carbohidratos,

ya que la función de estos objetos se relaciona con la maceración de alimentos con

cierta dureza, como es el caso del maíz y otros granos. Estos padecimientos de salud

bucal también presentaron una alta frecuencia en los individuos de otros sitios

arqueológicos de Colima, como por ejemplo Los Pinos, Peralta, La Herradura, El

Chanal, Tabachines, Terminal de Gas Natural Licuado, El Tropel y Las Fuentes (Flores

2011; Flores y Alcántara 2012; Flores y Cabrera 2012; Hernández 2012; Jacome 2012;
187
Román et al. 2012). Esas patologías también han sido reportadas en diferentes

poblaciones mesoamericanas. Algunas de ellas son Calakmul, Dzibanché, Kohunlich,

Cuicuilco, Chac Mool, Xico y La Peña (Cucina y Tiesler 2003; Márquez 2006a;

Márquez y Hernández 2006b; Murillo 2006a y b).

25 21
20 16
13 12
15 11
9 8 8 9
10
4 3
5 2
0

Figura 61. Distribución absoluta de los indicadores de estrés con base en el total de
individuos (n=29).

Entre los indicadores de estrés óseo observados en los individuos analizados,

la periostosis fue el que tuvo más alta frecuencia (Figura 60). Asimismo, en los

individuos de otros sitios arqueológicos de Colima, como Cajita de Agua, Peralta,

Hacienda Santa Bárbara, Real Hacienda, La Rosa, El Chanal y Tabachines (Flores

2011; Flores y Alcántara 2012; Flores y Cabrera 2012), la periostosis ha sido muy

frecuente. De igual manera, esta lesión se ha reportado en poblaciones antiguas de

188
otros sitios arqueológicos de Mesoamérica, como Cuicuilco, Chac Mool, Jaina y La

Peña (Márquez 2006a; Márquez y Hernández 2006b, 2007; Murillo 2006b). Las

enfermedades infecciosas que provocan estas reacciones periostales han sido

vinculadas con problemas sanitarios, ingesta de agua contaminada y mal manejo de

desechos y basura (Márquez 2006a:186; Márquez y Hernández 2006b:135; Murillo

2006a:146, 2006b:228). A esto se le suma el modo sedentario de vida que propició la

agricultura, el cual generó que las personas vivieran en condiciones de mayor

hacinamiento y facilitó la propagación de patógenos que ocasionaron enfermedades

infecciosas (Larsen 1984:380; Walker y Thornton 2002:519). Adicionalmente, se ha

considerado que en poblaciones agrícolas, las enfermedades infecciosas fueron

causadas por el estancamiento de aguas usadas para la irrigación, ya que estas

permiten la reproducción de mosquitos y otros animales que pueden convertirse en

vectores de enfermedades (Civera y Márquez 1998:64). Por lo tanto, esta situación se

pudo haber presentado en el sitio Los Limones, pues en sus alrededores se encontró

un canal de desagüe empleado para formar sistemas de riego. Estos pudieron haber

promovido la proliferación de diversos insectos transmisores de enfermedades.

La alimentación está determinada por una serie de factores, entre ellos los

recursos disponibles, la tecnología con la que se cuenta, la organización social, las

costumbres alimenticias y la preparación de alimentos (Márquez y Hernández

2007:132-133). El estrés nutricional, reflejado en indicadores como la hipoplasia del

esmalte y la criba orbitaria, tuvo una baja frecuencia entre los individuos estudiados.

Tomando en cuenta la abundante flora y fauna del valle de Colima, se infiere que sus

antiguos habitantes tuvieron a su disposición una gran variedad de alimentos. A pesar


189
de esta diversidad de recursos, las deficiencias nutricionales se pueden relacionar con

una tendencia, impuesta culturalmente, a consumir principalmente un grupo de

alimentos, por ejemplo cereales, generando así un desequilibrio nutricional. Quizás,

esta situación fue la que perjudicó a un adulto femenino, afectado tanto por criba

orbitaria como por hipoplasia del esmalte y reacciones periostales sistémicas. Este

caso es particular, pues el hecho de que mostrara estas tres lesiones de manera

simultánea, podría reflejar episodios prolongados o crónicos de estrés nutricional, que

se manifestaron en diferentes estructuras anatómicas. Por otro lado, los problemas

nutricionales también se asocian con condiciones insalubres de vida, las cuales

promueven infecciones gastrointestinales que facilitan la pérdida de nutrientes,

especialmente en niños en periodo de lactancia (Walker et al. 2009:119).

Probablemente, esto le sucedió al subadulto de 9 ± 3 meses, identificado en esta

investigación, el cual pudo haber padecido cuadros diarreicos recurrentes, que

causaron una deficiencia nutricional y uno de los síntomas que presentó fue la criba

orbitaria. Es importante señalar que la baja frecuencia detectada de criba orbitaria y la

ausencia de hiperostosis porótica en la serie esquelética del sitio Los Limones, podría

deberse al limitado estado de conservación que esta tuvo, pues dichos padecimientos

fueron muy frecuentes en individuos recuperados en otros sitios arqueológicos de

Colima, como El Manchon-La Albarradita, Las Rosas, El Volantín y Gasolinera Kiosko

(Flores 2011). Esta situación también se registró en los sitios mesoamericanos

Cuicuilco, Chac Mool, Jaina, Xico y La Peña (Márquez 2006a; Márquez y Hernández

2006b, 2007; Murillo 2006a y b).

190
Por otra parte, los ríos y lagunas en las cercanías del sitio, así como la presencia

de la costa Pacífica, pudieron haber propiciado la realización de actividades acuáticas,

las cuales han sido señaladas como las causantes de la exostosis auditiva (Kennedy

1986:412; Pezo et al.2009:4). Esta lesión se identificó en cuatro individuos de esta

investigación y también ha sido registrada en otros sitios de Colima, como Loma Santa

Bárbara, Gasolinera Kiosko y El Haya II (Flores 2011); y en la de Cuenca de México

en el sitio Tlatilco (Márquez 2006a). Por consiguiente, los antiguos habitantes del sitio

Los Limones pudieron haber complementado su modo de vida agrícola con otras

actividades como la pesca, la recolección de moluscos y otros recursos marinos o de

agua dulce.

Las condiciones de salud y nutrición, reportadas en los individuos del sitio Los

Limones, coinciden con el desmejoramiento de la salud de otras poblaciones de

Mesoamérica y de otros países de América. Este deterioro fue provocado por el

surgimiento de la agricultura y el cambio en la alimentación que esta generó (Cohen y

Armelagos 1984; Márquez 2006a; Steckel y Rose 2002).

7.2. SOBRE LAS DESIGUALDADES SOCIALES Y LAS CONDICIONES DE SALUD

Las desigualdades sociales inferidas a partir de la variabilidad mortuoria expresada en

los contextos funerarios de la fase Armería (600-1000 d.C.), permitieron determinar

que los individuos del sitio Los Limones integraron una sociedad cacical con una

organización social jerarquizada. En esta organización, el parentesco jugó un papel

importante, pues el rango social de los individuos estuvo determinado por su vínculo

familiar con el cacique (González 2011:16). En consecuencia, por medio de la

191
utilización de categorías y variables arqueológicas, se identificaron dos rangos sociales

dentro del segmento poblacional analizado: uno alto y otro bajo. La ubicación de los

entierros fue la principal categoría que definió estos rangos sociales.

El rango social alto estuvo representado por dos individuos adultos, cuyos

entierros fueron los únicos ubicados dentro de una unidad habitacional de la unidad de

exploración 2. De esta manera, el hecho de que estos entierros se encontraran en una

zona definida y específica, demuestra que estos adultos tuvieron una posición

distinguida en comparación con los demás. Asimismo, uno de ellos, el adulto femenino,

parece que fue amortajado con un petate (Olay y López 2008:30), y esto también

evidencia un tratamiento mortuorio diferente. Probablemente, estos individuos

ostentaron un cargo relevante relacionado con la toma de decisiones, pero los datos

arqueológicos del sitio no permiten aseverar que ellos fueran parte de la élite de la

sociedad. En Colima, son pocos los contextos funerarios de la fase Armería (600-1000

d.C.) que podrían ser considerados como de élite. Uno de ellos podría ser la tumba de

caja rectangular hallada en el sitio El Centenario, la cual fue elaborada con sillares de

adobe y en la que se encontraron vasijas cerámicas y cuentas tubulares de piedra

verde, depositadas junto al individuo. Esta tumba fue antecedida por tres niveles de

ofrendas (Olay 2012: II: 59).

La persona social de estos individuos de rango alto demandó una mayor

inversión de energía en sus rituales funerarios, la cual se reflejó en la construcción de

entierros complejos (Tainter 1973:6,1978:125). Además, las personas de alto rango

tenían acceso a artículos suntuarios procedentes de otras regiones. En este caso,

192
dichos objetos corresponden a figurillas cerámicas del Altiplano Central de México. El

valor de estos artefactos está dado por la distancia que fue recorrida para trasladarlos

hasta el sitio Los Limones, lo cual evidenció la importancia de la persona social de los

individuos a quiénes fueron ofrendados (Brown 1971:101).

El rango social bajo estuvo integrado por los individuos adultos y subadultos de

ambos sexos inhumados en las zonas funerarias (U.E. 7 y 3). Es probable que estos

individuos compartieran personas sociales muy similares y, por lo tanto, la inversión

de energía en sus rituales funerarios también lo fuera. La mayoría de los objetos

ofrendados fueron artefactos cerámicos característicos de la región de estudio. Estos

individuos pudieron haber formado grupos corporativos (Saxe 1970:119), integrados

por familias encargadas de realizar actividades productivas y de subsistencia, como

por ejemplo: labores agrícolas, pesca, caza, recolección, construcción de

edificaciones, elaboración de artefactos cerámicos y herramientas líticas, entre otros.

Estas familias pudieron haber contado con un lugar específico para enterrar a sus

parientes (Binford 1971:22) que, en este caso, serían las zonas funerarias de las

unidades de exploración 7 y 3. Adicionalmente, la presencia de entierros múltiples

podría sugerir que dichas familias reutilizaron los entierros durante varias

generaciones, ya que en algunos contextos funerarios también se encontraron

artefactos característicos de otros periodos culturales, situación que, a la vez,

demuestra que el sitio fue ocupado de manera progresiva.

A pesar de que el rango social bajo estaba formado por un segmento

poblacional más homogéneo en cuanto a las ofrendas funerarias, es importante

193
señalar que dentro de este rango se notaron algunas desigualdades. Así, destacan

dos individuos, un adulto y un subadulto, que presentaron la mayor cantidad de objetos

ofrendados (n=7). De igual manera, sobresale un adulto al cual se le depositaron cinco

artefactos cerámicos que exhibieron una calidad compleja. Además, a dos adultos y a

un subadulto se les colocaron artefactos ceremoniales, simbolizados por los cajetes

“encontrados”. Estos individuos pudieron haber tenido una posición distinguida dentro

del grupo y, por tal motivo, se les colocaron ofrendas particulares. En el caso de los

subadultos, esta distinción social quizás estuvo determinada desde el nacimiento,

mientras que en los adultos, se pudo haber establecido a partir de alguna habilidad

personal para efectuar una actividad específica, o bien pudo estar relacionada con las

circunstancias en las que el individuo murió (Brown 1981:29).

En cuanto a las condiciones de salud y nutrición en cada rango social, los

resultados obtenidos no reflejaron un patrón claro con respecto a la distribución de los

indicadores de estrés en ambos rangos sociales. Esta situación podría responder a

dos aspectos. El primero corresponde al tamaño de la serie esquelética y el segundo,

al limitado estado de conservación que esta serie presentó, el cual impidió que los

indicadores de estrés seleccionados fueran evaluados en todos los individuos

estudiados. Pese a esta circunstancia, se observó que, de manera general, las

patologías dentales y el desgaste dental afectaron a los individuos de ambos rangos

sociales. La criba orbitaria, las reacciones periostales y la hipoplasia del esmalte solo

se identificaron en individuos de rango social bajo. Sin embargo, debido a que solo dos

individuos de esta investigación integraron el rango social alto, es arriesgado afirmar

194
que dichas lesiones no se presentaron en este rango social y que, por lo tanto, solo

afectaron a los individuos de rango social bajo.

Las limitaciones mencionadas anteriormente, así como los vacíos de

información arqueológica, dificultaron determinar de una manera más precisa la

historia de vida de estos individuos. Pese a estos obstáculos, en el análisis integral

realizado fue posible incluir los factores ambientales del valle de Colima, el tipo de

organización social y los datos biológicos de los restos óseos humanos.

Los resultados obtenidos permitieron un acercamiento a las condiciones

generales de salud y nutrición de un segmento poblacional, que habitó el sitio Los

Limones durante el periodo Clásico Tardío. Asimismo, se establecieron posibles

desigualdades sociales dentro de este segmento poblacional, así como la relación

entre la salud que tenían los individuos y los rangos sociales a los que pertenecían.

Estos datos dan respuesta a los objetivos y a la hipótesis de este estudio. Por lo tanto,

se espera que esta investigación brinde un aporte a la bioarqueología del Occidente

de Mesoamérica.

195
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224
ANEXOS

ANEXO 1. FORMULARIO ESQUELÉTICO DE SUBADULTO.


Inventario esquelético (Subadulto)
Sitio:
Número de operación:
Número de sepultura:
Número de individuo:
Analizado por:
Fecha:
Huesos craneales D I Frag Huesos del miembro superior D I Frag
Frontal Húmero
Occipital Ulna
Porción basilar Radio
Esfenoides Escápula
Cigomático Clavícula
Temporal Carpos
Parietal Metacarpos
Nasal Falanges
Vómer
Maxilar
Huesos del cinturón pélvico D I Frag
Mandibular Ilion
Palatino Isquion
Vértebras Frag Acetábulo
Cervicales Superficie auricular
Torácicas Huesos del miembro inferior D I Frag
Lumbares Fémur
Sacro Patela
Coxis Tibia
Esternón Frag Fíbula
Manubrio Tarsos
Cuerpo Metatarsos
Proceso xifoides Falanges
Costillas D I Frag

Dentición
Maxila I M3 M2 M1 P4 P3 C I2 I1 I1 I2 C P3 P4 M1 M2 M3 D
CM2 CM1 CC CI2 CI1 CI1 CI2 CC CM1 CM2
Mandíbula I M3 M2 M1 P4 P3 C I2 I1 I1 I2 C P3 P4 M1 M2 M3 D
CM2 CM1 CC CI2 CI1 CI1 CI2 CC CM1 CM2
Sexo F M NI Edad

Comentarios

Simbología

0: Huesos completos X: Huesos incompletos D: derecho I: Izquierdo Frag: fragmentos F: femenino M:


masculino NI: no identificado

225
ANEXO 1 (continuación). FORMULARIO ESQUELÉTICO DE SUBADULTO.

226
ANEXO 2. FORMULARIO ESQUELÉTICO DE ADULTO.

Inventario esquelético (Adulto)


Sitio:
Número de operación:
Número de sepultura:
Número de individuo:
Analizado por:
Fecha:
Huesos craneales D I Frag Huesos del miembro superior D I Frag
Frontal Húmero
Occipital Ulna
Esfenoides Radio
Cigomático Escápula
Temporal Clavícula
Parietal Carpos
Nasal Metacarpos
Vómer Falanges
Maxilar Huesos del cinturón pélvico D I Frag
Mandibular Ilion
Palatino Isquion
Vértebras Frag Acetábulo
Cervicales Superficie auricular
Torácicas Huesos del miembro inferior D I Frag

Lumbares Fémur
Sacro Patela
Coxis Tibia
Esternón Frag Fíbula
Manubrio Tarsos
Cuerpo Metatarsos
Proceso xifoides Falanges
Costillas D I Frag

Dentición
Maxila I M3 M2 M1 P4 P3 C I2 I1 I1 I2 C P3 P4 M1 M2 M3 D
Mandíbula I M3 M2 M1 P4 P3 C I2 I1 I1 I2 C P3 P4 M1 M2 M3 D

Sexo F M NI Edad

Comentarios

Simbología
0: Huesos completos X: Huesos incompletos D: derecho I: Izquierdo Frag: fragmentos F: femenino
M: masculino NI: no identificado

227
ANEXO 2 (continuación). FORMULARIO ESQUELÉTICO DE ADULTO.

228
ANEXO 3. CÉDULA DE SALUD Y NUTRICIÓN.

Sitio:
Temporada:
Entierro:
Individuo:
Indicadores de estrés
Líneas de hipoplasia
Dentición decidua
Incisivo central maxilar
Canino
Dentición permanente
Incisivo central maxilar
Canino
Caries
Nº dientes permanentes observados
Nº dientes perdidos antemortem
Nº dientes con lesiones
Abscesos
Nº alveolos
Nº abscesos
Hipercementosis
Criba orbitaria
Hiperostosis porótica
Exostosis auditiva
Infecciones y reacciones periostales
Tibia
Resto del esqueleto
Enfermedades degenerativas
Hombro y codo
Cadera y rodilla
Vértebras cervicales
Vértebras torácicas
Vértebras lumbares
Temporomandibular
Muñeca
Huesos de la mano
Registrado por:
Fecha:

229

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