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Actividad 1

VALORES, PRINCIPIOS, FINES, DERECHOS Y DEBERES EN EL DERECHO


CONSTITUCIONAL Y EN DERECHO ADMINISTRATIVO

Tutor:
Dr. DIEGO VIVAS TAFUR
ESAP- VIRTUAL.

Estudiantes:
SERGIO ANDRÉS GARCÍA OROZCO
DEISSY YAZMINA ROA OVALLE
DIANA MARCELA SÁNCHEZ MONCALEANO
GILBERT STEVEN URBANO GARCÍA

ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA - ESAP


ESPECIALIZACIÓN MODALIDAD VIRTUAL
MÓDULO DERECHO APLICADO A LA GESTIÓN PÚBLICA
2018
Introducción

Se entiende por derecho al conjunto de normas de carácter general y específico, producto


de la interacción de dos personas (naturales o jurídicas) que finalmente inciden o incidirán
de una manera positiva o negativa en el ordenamiento social, político y administrativo. Así
pues, la figura del derecho aparece como un claro y vital articulador de los elementos del
Estado (población, territorio, autonomía interna y reconocimiento internacional) y busca
mediante su incorporación dirigir la sociedad o solventar cualquier conflicto que se origine.

Es imperante puntualizar que la actuación del derecho no está desligada o desarticulada a


lo que es propiamente la Nación y el Estado; la misma no obedece a intereses
particulares y no se ajusta a conveniencia del gobierno de turno. El Derecho y su
actuación se fundamenta y se orienta por principios y valores que serán los rectores y
sirven como marco de su expresión. Fundamento de este documento será analizar dichos
principios y valores, lo que permitirá al lector identificarlos y ser consciente de la
aplicabilidad de los mismos en la Colombia del siglo XXI.

Así pues, se aterrizará la revisión y la discusión a tres elementos reales y actuales que
tienen especial incidencia no solo al entendimiento y orientación de la actuación del
Estado, sino que involucran a las personas e instituciones en su consecución final. En
primer lugar se revisará la Ley 1448 conocida como la Ley de Víctimas; seguido y
relacionándose con el anterior, los derechos y garantías de las personas privadas de la
libertad (Ley 1709); y finalmente revisando las recientes modificaciones en el tema de
regalías, Ley 1530.

Ley 1448 de 2011 – Contexto, derechos de las víctimas y responsabilidad de


los Entes Territoriales.

Como punto de partida y para enunciar el primer ejemplo con el que se realizará una clara
vinculación de los principios y valores del derecho público en las actuaciones realizadas
por el gobierno nacional es la Ley 1448 de 2011 que se ubica como el resultado de un
hecho histórico y trascendente para Colombia como es el cese del conflicto armado, el
papel y el reconocimiento a las víctimas y finalmente el papel de la tierra y la restitución
vinculado a dicho proceso.
Como primer lugar y para dar un contexto adecuado es preciso señalar que la
mencionada ley fue fruto finalmente de un trabajo desarrollado conjuntamente por el
Gobierno Nacional, instancias internacionales y varios actores involucrados, siguiendo la
normatividad y los lineamientos existentes en la Constitución Política de 1991. Así pues,
aplicando el principio de supremacía de la norma constitucional se desarrolló a manera de
Ley, guardando plena armonía con la Carta Magna y finalmente reglamentándose y
complementándose con otras leyes y decretos nacionales.

El Decreto 4800 de 2011 que tiene como fin reglamentar la mayoría de medidas
establecidas en la Ley 1448 de 2011, recoge los aportes realizados por las víctimas1, la
sociedad civil y los entes territoriales, y establece los instrumentos normativos necesarios
para la efectiva materialización de los derechos de la víctimas. A su vez se involucra el
decreto 1725 de 2012 que adopta el Plan Nacional de Atención y Reparación Integral a
las Víctimas y compone el conjunto de políticas, lineamientos, normas, procesos, planes,
instituciones e instancias contenidas en los Decretos números 4800, 4829 de 2011, 0790
de 2012.

Por su parte la Ley 1753 de 2015 que adopta el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018
"Todos por un nuevo país" también entra a regir y modificar los artículos 47, 65 y 66 de la
Ley 1448 alegando al principio de supremacía y dando cuenta finalmente de la relación y
organización del llamado bloque de constitucionalidad. De igual forma debe recordarse
que al tratarse de Constitución, ley o Decreto reglamentario; por mandato involucra y deja
sujeto tanto a entidades, servidores públicos y particulares en su pleno cumplimiento y
reconocimiento; por lo que se puede dar fe de la aplicabilidad de este principio del
derecho público.

Uno de los ejes estructurantes y principio del derecho público: el Estado constitucional y
democrático de derecho, aparece como un rector y destino fundamental por la que se
encausan las leyes y normas promulgadas en Colombia; y así mismo puede verse
ejemplarmente expuesta en la Ley 1448 y sus decretos reglamentarios.

1
Se consideran víctimas, aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño
por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al
Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas
internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno. (…)
También son víctimas el cónyuge, compañero o compañera permanente, parejas del mismo sexo y
familiar en primer grado de consanguinidad (Asesinado o desaparecido) (…) y las personas que
hayan sufrido un daño al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la
victimización.
En la parte dogmática y orgánica de la Constitución del 1991 se entiende la prevalencia y
la protección de las personas que integran el pueblo colombiano y aquellos residentes
permanentes o temporales que se encuentren al interior del territorio. Revisando
puntualmente la Ley puede efectivamente visualizarse el papel que pretende adoptar el
Estado hacia la implementación de las medidas judiciales, administrativas, sociales y
económicas (individuales y colectivas) destinadas a las víctimas del conflicto armado con
el fin de garantizar sus derechos, conocer la verdad, obtener justicia y hacer efectiva la
garantía de no repetición a las mismas.

Adicional a ello es destacable como se incluye el Enfoque diferencial en la política


mencionada, pues se hace visible al principio del documento en el Artículo 13, el
reconocimiento de las posibles diferencias en razón de la edad, género, orientación
sexual y situación de discapacidad que hacen necesario que se adapten criterios
diferenciales para garantizar que la ayuda humanitaria, la atención, asistencia y
reparación respondan efectivamente a las particularidades y grado de vulnerabilidad
identificada.

Otro principio que hace posible y es pieza vital para el funcionamiento de la


Administración Pública en general, es el de distribución del poder sobre el territorio; el
mismo, no solo sirve para llevar el Estado a esas zonas remotas de la capital del país,
sino sirve como una instancia articuladora de las políticas y un claro ejecutor.

Así es como puede enunciarse el Decreto 2460 de 2015 en la medida en que establece
unas reglas y unos instrumentos para la corresponsabilidad de la Nación, departamentos
y municipios en materia central de atención y reparación de víctimas. Por otro lado y como
pieza fundamental aparece el Sistema Nacional de Atención y Reparación integral a las
Víctimas [SNARIV] constituido no solo por las entidades públicas del nivel gubernamental
y estatal (en órdenes nacional y territoriales); sino que articula organizaciones públicas o
privadas con el fin de formular o ejecutar los planes, programas y proyectos orientadas a
la atención y reparación integral de las víctimas.

Puede notarse entonces como “la función administrativa está al servicio de los intereses
generales y se desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad,
eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la
delegación y la desconcentración de funciones” (Artículo 209 C.P.) y
complementariamente, teniendo en cuenta que los servicios públicos son inherentes a la
finalidad social del Estado “podrán ser prestados por el Estado, directa o indirectamente,
por comunidades organizadas o particulares” (Artículo 365 C.P.).

Con el desarrollo de las acciones que se pretenden con la política y siguiendo el marco
establecido por las Leyes y Decretos mencionados más arriba, puede visualizarse la
aplicabilidad de otro de las principios, pues finalmente se produce una Integración de lo
social con lo jurídico que se traduce en la generación o alcance de un escenario deseado
en materia del postconflicto.

Como pieza central sobre la que gira la política y las acciones del Estado Social de
Derecho se pone a las personas (en este caso las víctimas) en primer lugar como punto
de partida en cuanto a un contexto y unas necesidades; y finalmente como los receptores
últimos de unos beneficios y productos que serán entregados por la misma.

A su vez debe mencionarse el importante papel que juega la competencia territorial no


solo en el pensamiento de esta política sino en materia de su ejecución; pues aparte de
las entidades territoriales, aparece también la figura de los jueces y magistrados que
serán los competentes a modo privativo de solucionar los inconvenientes relacionados
con la posesión de la tierra; y creación de entidades como la Unidad Administrativa
Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas.

Puede mencionarse finalmente, que como un integrador y articulador de los principios y


valores del Derecho se visualiza uno de los fines últimos de la política denominado
“Garantías de No Repetición” y que se encuentra en el Artículo 149 de la Ley 1448. A
manera resumida, básicamente se espera lograr la desmovilización de los grupos
armados, la búsqueda y publicación de la verdad, la reparación y finalmente la
prevención, reintegración y la pedagogía social para lograr la superación de la situación
original.

En lo anterior, puede visualizarse como integrando los valores del derecho finalmente se
produce y se hace visible la supremacía existente de la norma, la orientación que se
realiza como Estado Constitucional y Estado de Derecho, la necesaria distribución y
articulación con los entes (y demás actores) territoriales y finalmente y como pieza clave
la integración social al producto jurídico.

A manera de conclusión de este apartado, debe recordarse que igualmente la formulación


por si sola de la norma, presenta un desafío enorme y no garantiza su plena ejecución. A
su vez hay que tener presente que la transición que este hecho genera para Colombia
debe involucrar también la reformulación de muchas de las actuaciones de otras
entidades del Estado y de los particulares y finalmente el desafío que es viene y que debe
tenerse presente es fundamentalmente político y socioeconómico.

Autoridades públicas: Responsabilidad y relación con los derechos y


garantías de las personas privadas de la libertad

En el mismo sentido, en que se desarrolló la relación entre el Derecho Público con la


atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado, se efectuará
este análisis en lo que respecta a la situación del sistema penitenciario y carcelario en el
país. Como bien se ha mencionado en apartes anteriores, el principio de la supremacía
constitucional consignado en el artículo 4° de la Carta Política que establece como “La
Constitución es norma de Normas” que implica su carácter de obligatoriedad y eficacia, es
claro como en su artículo 2° establece el compromiso de las autoridades de la República
de proteger a todas las personas residentes en Colombia en su vida, honra, bienes,
creencias y demás derechos y libertades. Y lo preceptuado en el mencionado artículo es
claro y como bien lo indica, aplica a “todas las personas residentes en Colombia”,
situación que no difiere respecto a la garantía de los derechos de aquellas personas que
se encuentran privadas de la libertad.

En este sentido, (CIDH, 2011) se ha observado que los problemas más graves y
extendidos en la región son: a) el hacinamiento y la sobrepoblación, b) las deficientes
condiciones de reclusión tanto físicas, como relativas a la falta de provisión de servicios
básicos, c) los altos índices de violencia carcelaria y la falta de control efectivo de las
autoridades, d) el empleo de la tortura con fines de investigación criminal, e) el uso
excesivo de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad en los centros penales, f) el
uso excesivo de la detención preventiva lo cual repercute directamente en la
sobrepoblación carcelaria, g) la ausencia de medidas efectivas para la protección de
grupos vulnerables, h) la falta de programas laborales y educativos, y la ausencia de
transparencia en los mecanismos de acceso a estos programas y i) la corrupción y falta
de transparencia en la gestión penitenciaria.

Colombia no es ajena a la anterior situación, pues es evidente que existen una serie de
deficiencias de tipo estructural, que impiden en muchos casos poder garantizar el derecho
a la vida y la integridad física de quienes se encuentran privados de la libertad, situación
que nos aleja de cumplir con el objetivo de lograr un proceso de readaptación social de
quienes han sido condenados. (IEU, 2017) Pues según el Informe de Gestión del
Congreso y al Presidente de la República 2015-2016 de la Contraloría de la República:
“Mientras en 1995 el hacinamiento era del 10 por ciento, hoy las cárceles mantienen una
sobre población de más del 54 por ciento. El cupo actual es para 78.077 personas, unos
40.000 menos que el número real de presos”

Siguiendo el principio de jerarquización del ordenamiento jurídico o de la formación del


derecho por grados, es oportuno indicar como a través de la Ley 65 de 1993 el Congreso
de la República expidió el Código Penitenciario y Carcelario que regula el cumplimiento de
las medidas de aseguramiento, la ejecución de las penas privativas de la libertad personal
y de las medidas de seguridad, que por sobre todo ampara los principios Constitucionales
de legalidad e igualdad para las personas. Así mismo, esta norma establece el Sistema
Nacional Penitenciario y Carcelario Cárceles Departamentales y Municipales cuyo ente
rector corresponde al Instituto Nacional Penitenciario INPEC, establecimiento público
adscrito al Ministerio de Justicia y del Derecho, los Centros de Reclusión que funcionan
en el país, la Escuela Penitenciaria Nacional y los demás organismos adscritos o
vinculados al cumplimiento de estos fines. Dada dramática situación presentada por los
establecimientos de reclusión a nivel nacional, fue pertinente realizar una serie de
modificaciones al mencionado Código Penitenciario, así como de la Ley 65 de 1993 en lo
que concierne a asuntos laborales y resocialización de los internos, la seguridad en los
centros de reclusión, la flexibilización de las medidas privativas de la libertad, así como de
algunas modificaciones al Código penal, entre otras. Bajo este contexto, que se encuentra
en contravía de la prevalencia del respeto a la dignidad humana, los principios
constitucionales, de los Derechos Humanos universalmente reconocidos y de la violencia
moral y física que se hace presente en estos espacios, fue expedida la Ley 1709 de 2014.

Esta norma, trajo consigo cambios que buscaban mejorar las condiciones de los reclusos,
entre los que se encuentran, proporcionar opciones laborales y de resocialización de los
internos a través de la promoción de políticas por parte del Ministerio de trabajo
enfocadas a fomentar la participación y cooperación del sector privado y la sociedad civil
por medio de convenios, con el objetivo de generar una oferta laboral con todas sus
garantías, estrategia que fue acompañada de incentivos tributarios para las empresas
públicas, privadas o personas naturales en capacidad de vincular laboral o
educativamente a los internos. En esta instancia, vale la pena referirse a como (ESAP,
2008) el derecho público se muestra en constante dinamismo con la creación y
transformación normativa dependiendo su vinculación con lo político y lo social, para el
caso que nos ocupa la preservación de un nivel óptimo en la calidad de vida y las
condiciones de quienes se encuentran privados desde un entorno social a través de la
unión de esfuerzos entre el sector público y privado en favor de esta población.

Por otra parte, con el fin de minimizar las situaciones presentadas por los altos niveles de
hacinamiento, esta ley aborda la flexibilización de medidas privativas de la libertad en
situaciones como la eliminación en el pago de multas como obligación para acceder a la
libertad, los criterios en la aplicación de la prisión domiciliaria y las medidas
complementarias como las condiciones para acceder al uso del brazalete electrónico y la
aplicación de la libertad condicional. Así mimo, la Ley 1709/2014 implementó medidas
tendientes a incrementar los niveles de seguridad en los centros de reclusión apoyándose
en instituciones como la Policía Nacional con el fin de mitigar el déficit en la guardia, así
como el respaldo de la fuerza pública en cuestiones de urgencia con el fin de estar en
capacidad de contrarrestar posibles alteraciones de orden interno. De igual forma, con el
objetivo de proporcionar una cobertura adecuada en materia de atención sanitaria para
esta población la norma en estudio en su artículo 105 estableció el diseño de un modelo
de atención en salud especial, integral y con perspectiva de género dirigido tanto a
reclusos como a quienes sean sujetos de prisión domiciliaria, creando el Fondo Nacional
de Salud de las Personas Privadas de la Libertad encargado de la contratación de la
prestación de los servicios de salud en los centros de reclusión a nivel nacional.

Antes de adentrarse en el análisis de lo que corresponde a la Sentencia T-388/2013 es


oportuno hacer referencia al término de Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) que
(Subdirección de participacion Unidad para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas) es una decisión judicial, por medio de la cual la Corte Constitucional declara que
se ha configurado una violación masiva, generalizada y estructural de los derechos
fundamentales. Es de tal magnitud, que configura una realidad contraria a los principios
fundamentales de la Constitución Nacional y, por lo tanto, ordena al conjunto de las
instituciones involucradas, poner fin al estado de anormalidad constitucional, por medio
de acciones integras, oportunas y eficaces. De este modo puede considerarse el ECI
como la extensión social de la tutela, donde a través de un reiterado número de estas
acciones fueron puestas en evidencia violaciones masivas que originaron este concepto.

El Sistema Penitenciario y Carcelario del país ha sido sujeto de declaratoria del ECI, en
dos oportunidades a través de las Sentencias T-153 de 1998 y T-388 de 2013 y fue
reiterado por la Sentencia T-762 de 2015. La primera declaratoria del ECI en los
establecimientos penitenciarios del país, se fundamentó en las graves condiciones de
hacinamiento que impedían proporcionar de un modo adecuado los procesos de
resocialización a los reclusos, así como gozar de unas mínimas condiciones para llevar
una vida digna en las prisiones. En el caso de la Sentencia T-153 de 1998, se hace
referencia a la vulneración de los derechos tutelados por un recluso en la Cárcel Nacional
de Bellavista en la ciudad de Medellín en la cual relata la difícil situación atravesada por
los internos respecto a las precarias condiciones de vida ofrecidas por el establecimiento
carcelario cuya capacidad sobrepaso sus niveles máximos. Por su parte esta Sentencia,
instó al cierre de una serie de establecimientos penitenciarios o a la declaratoria de
libertad debido a condiciones de reclusión en contravía a la dignidad humana en que se
fundamenta el Estado Social de Derecho.

Posteriormente, en la Sentencia T-388 de 2013 la Corte Constitucional estableció la


existencia de un orden contrario a lo preceptuado en la Constitución, en lo que se refiere
al Sistema Penitenciario y Carcelario del país y la necesidad de encontrar soluciones de
tipo estructural respecto a la precaria infraestructura de los establecimientos carcelarios y
penitenciarios, así como a sus condiciones de hacinamiento que conminan la dignidad
humana de los reclusos. La relevancia de esta Sentencia, se encuentra en el
establecimiento de una serie de directrices y obligaciones a aquellas entidades
responsables de garantizar y salvaguardar los derechos de quienes se encuentran
privados de la libertad.

(Minjusticia, 2017) Sin embargo y sin desconocer la importancia del diagnóstico de la


Corte Constitucional y la definición de la situación como estado de las cosas
inconstitucional, las ordenes supusieron fundamentalmente la asignación de recursos por
parte de las entidades para la modernización de la infraestructura física de los
establecimientos penitenciarios del orden nacional, que a corto plazo significo la
disminución de las cifras de hacinamiento (cuyos mínimos se alcanzaron en 2002 con
16,5% y el 2007 con 15,1% ), pero a largo plazo no tuvo una implicación real sobre las
condiciones de habitabilidad y particularmente para la garantía de los derechos de la
población privada de la libertad, y de cumplimiento de la pena dentro de los
establecimientos penitenciarios, sino que repercutieron en una modernización del sistema
que amplió su capacidad, la cual rápidamente fue ocupada y superada.
La Política Penitenciaria y Carcelaria del país, es un asunto complejo cuyo eje
fundamental se ha centrado en la ampliación de la oferta de cupos a través de la
ampliación de su infraestructura que aún continúa en déficit frente a las altas tasas de
hacinamiento que prevalecen. Si bien las mejoras en materia de infraestructura son
fundamentales, es clave alcanzar una articulación entre la ejecución de labores de tipo
sanitario, programas de modernización y resocialización que permitan atender de manera
integral a esta población y que por sobre todo permitan la implementación de medidas
que se hagan sostenibles a largo plazo.

Finalmente y a manera de conclusión del apartado no debe desconocerse el papel


fundamental que ejerce (y que ha ejercido) el ministerio público en lo que respecta a la
situación del sistema penitenciario y carcelario del país en ejercicio del principio de control
de la actividad pública en lo que concierne a la supervisión, vigilancia y control de las
actividades de los órganos del Estado, en este caso como garantes en la vigilancia del
uso de los recursos públicos que deben ser focalizados a la solución de la crisis de este
sector pero que por sobre todo prevalezca en la defensa de los Derechos Humanos de
quienes se hayan privados de la libertad.

Manejo de las regalías: Análisis en perspectiva de principios y valores (Ley


1530 de 2012)

En virtud de la declaración soberana de la Constitución Política de 1991, que en su


artículo 332 declaró al subsuelo y a los recursos naturales como propiedad del Estado,
quienes exploten los recursos naturales no renovables (RNNR) pagarán, como precio por
ese derecho, un canon de regalías2.

Desde un punto de vista económico, las regalías son el precio de los RNNR en el
subsuelo y por lo tanto no pueden interpretarse como un tributo para quienes explotan
esos bienes. Esa distinción es muy importante porque el uso de las regalías debe
enfocarse a reponerle al patrimonio estatal el valor del bien que se vende y no a reparar
las externalidades negativas que su explotación supone, las cuales deben ser
subsanadas por quienes explotan los RNNR con cargo a sus costos corrientes de
explotación. La Constitución de 1991 no se ocupó de la fijación del canon de regalías,

2
El artículo 332 preservó, sin embargo, los derechos adquiridos y perfeccionados por particulares con
arreglo a las leyes preexistentes. De allí que en algunos casos las regalías sean percibidas por
particulares
pues en su artículo 360 se consagró que la ley determinaría las condiciones para la
explotación de los RNNR.

En Colombia, el Sistema General de Regalías se constituyó a través del acto legislativo


No. 05 del 18 de julio de 2011, el cual modificó los artículos 360 y 361 de la Constitución
Política de 1991, bajo los principios de ahorro para el futuro, equidad, competitividad
regional y buen gobierno; en consecuencia, el legislativo expidió la Ley 1530 del 17 de
mayo de 2012 “Por la cual se regula la organización y el funcionamiento del Sistema
General de Regalías”, cuyos objetivos son crear condiciones de equidad en la distribución
de los ingresos, realizar una inversión regional de alto impacto a través de la formulación
de proyectos y propiciar el uso transparente y eficiente de los recursos, a partir de lo cual
se estableció la reducción de los montos que se distribuyen a través de las asignaciones
directas y se crearon los fondos de Ciencia, Tecnología e Innovación; Desarrollo
Regional; Compensación Regional y de Ahorro y Estabilización como mecanismos de
redistribución de los ingresos entre la totalidad de las entidades territoriales.

Como se establece la nueva estructura de SGR una característica general de los dineros
percibidos a través del Sistema es que no pueden ser ejecutados hasta que los Entes
Territoriales encargados, formulen un proyecto que mejore las condiciones de vida y que
esté coordinado con los planes de desarrollo territoriales.

Estos proyectos son evaluados de acuerdo a criterios como viabilidad, priorización y


coordinación, con objetivos macroeconómicos generales. Los encargados de esta
evaluación son los Organismos Colegiados de Administración y Decisión (OCAD), que
varían su composición de acuerdo a los distintos rubros en los que ahora se compone el
SGR.

Sin embargo lo que se evidencia, es que los Órganos Colegiados de Administración y


Decisión (OCAD) supusieran una eventual propuesta para su eliminación, quienes eran
los encargados antes de establecer prioridades de inversión en regalías, valga mencionar
que fue un elemento vulnerablemente político para la corrupción. Esta norma propone la
mayoritaria participación de los Entes Territoriales, pero a través de la ley 1606 de 2012 el
gobierno impulsó y aprobó la posibilidad de que los proyectos de inversión de Fondos de
Desarrollo Regional, así como del Fondo de Ciencia y Tecnología, deberán contar con la
aprobación del gobierno nacional, es decir la dicha autonomía adquirida previamente
¿desapareció?
Así las cosas, mientras el Estado debate la competencia que debe recaer para las
Entidades Territoriales, se requiere un profundo análisis que determine la complejidad del
sistema presupuestal colombiano en una fase del posconflicto, donde los municipios
deben tener amplia prioridad administrativa y sobre todo donde se ha generado una
evidente desconfianza desde el gobierno central, de suerte que se intenta hacer un breve
pero profundo análisis en lo que respecta no solo a la relación de las modificaciones
expedidas en la ley 1530 de 2012, sino en conjunto al protagonismo de las Entidades
Territoriales, en especial los municipios en lo que respecta al sistema presupuestal
colombiano.

El presupuesto público, amerita una amplia responsabilidad por su vital función dentro del
Estado que no solo asegura su funcionamiento, sino que a la vez es fundamental para
asegurar su existencia; es importante denotar que fue fundado a partir de lógicas
proteccionistas o denominado en otros ámbitos como Estado de bienestar, desde donde
se direcciona la prestación de servicios que contribuyan a la dignidad de sus asociados y
especialmente como garantía a la vida, de suerte que respetar y ejecutar bajo las
directrices los recursos del Estado y para el Estado es una tarea que aún bajo múltiples
controles financieros, sigue desgastando sus arcas.

Una mala administración de los recursos ha evidenciado la ineptitud de los gobiernos


territoriales para el recaudo de impuestos, hecho que ha generado poca credibilidad en lo
que respecta a las fuentes de financiación propias de los municipios y departamentos, en
ese orden de ideas la Nación se ha apropiado de la difícil tarea del recaudo de impuestos,
así como de competencias para generar mayor eficiencia fiscal y por ende administrativa,
dicho en otras palabras, el gobierno nacional transfiere recursos a los gobiernos
regionales o locales, por razones de eficiencia y equidad. La primera se explica tanto por
la mayor eficiencia relativa que tiene la administración central en el recaudo de los
tributos, como por la mayor eficiencia por parte de los gobiernos regionales en la provisión
de bienes y servicios públicos. (E., 1998) lo que genera a su vez una escala donde los
recursos se dirigen al nivel nacional y luego descienden nuevamente a los municipios
para ser invertidos. Lo paradójico del asunto culmina en que ese ciclo de los recursos que
asciende y desciende en su segunda etapa evidencia un tamiz de corrupción donde los
recursos, de a poco se pierden y donde la maquinaria política tiene su injerencia.

En un segundo aspecto la asignación de los recursos no contempla el nivel de tributación


de cada municipio, de manera que la redistribución se genera entorno a los municipios
que evidencien mayor necesidad de los recursos para avanzar en el propósito de reducir y
eliminar la pobreza, lo contradictorio del asunto es que incentivamos a la pobreza con
esta serie de elementos, que en definitiva si se quieren más recursos, hay que demostrar
que somos y vamos a seguir siendo pobres.

Las regalías están siendo usadas por las Entidades Territoriales como complemento de
los recursos del Sistema General de Participaciones (SGP), lo cual, aunque mejora el
bienestar de la población, no crea bases infraestructurales productivas ni tecnológicas
para impulsar el desarrollo de los municipios y departamentos, al menos de la forma que
se esperaba al hacer los cambios de fondo en la arquitectura de este sistema de
financiamiento territorial.

La Constitución Política ha definido que los recursos públicos se deben invertir con
pertinencia y complementariedad, es por esto que los proyectos financiados con recursos
provenientes de las regalías, se deben armonizar a los proyectos financiados con
recursos de los municipios y los recursos del Presupuesto General de la Nación, como
son los provenientes del Sistema General de Participación, los cuales tienen unos rubros
específicos a financiar, para que no se presenten inversiones sin planeación y
coordinación.

El Sistema General de Participaciones nace en el 2001 con la Ley 715, y a través de la


Ley 1176/2007, ajustó algunas cosas de competencias y transferencias, esta normatividad
expresa, algunas asignaciones condicionadas, tales como asignaciones especiales, que
establecen resguardos indígenas, así como la financiación para los alrededores del río
Magdalena, alimentación escolar, y el Fonset, también de educación, salud, agua potable,
saneamiento básico, propósitos generales. Sin embargo la asignación presupuestal se
sustenta sobre postulados de regresión que nada contribuye al desarrollo financiero,
como lo hemos dicho en el transcurso de este escrito.

La autonomía, elemento fundamental desde la perspectiva del desarrollo humano y


componente básico de la capacidad institucional, se ha visto limitada tanto en el régimen
anterior como en el nuevo. En el primero, porque la normatividad establecía unos
porcentajes para invertir los recursos, lo que impedía que las autoridades territoriales
adelantaran una priorización de acuerdo con las necesidades de la comunidad y de los
planes de gobierno que soportaban los procesos electorales; en el segundo, porque en
los OCAD, las decisiones respecto a los proyectos, se realiza en forma conjunta con el
Gobierno nacional que, en algunos fondos, tiene poder de veto.

El Estado colombiano debe fomentar el desarrollo humano a partir de políticas públicas,


que consideren las particulares características de las instituciones y organizaciones
públicas, que permitan precisar los alcances de los objetivos adoptados. Si bien el diseño
del SGR, como pieza del proceso de descentralización, no observó algunas de esas
características, genera instancias (por ejemplo, el OCAD y los comités consultivos) e
instrumentos (por ejemplo, el presupuesto bienal, los ejercicios de planeación regional, los
criterios de los proyectos) que implementados progresivamente traerán beneficios
importantes para la comunidad. Sin embargo, el logro de esos beneficios depende del
fortalecimiento integral de la capacidad técnica y política del Estado.

Finalmente y a manera de conclusión, puede mencionarse que las regalías en Colombia


son un mecanismo de descentralización en la distribución del presupuesto Nacional. Los
recursos que reciben las entidades territoriales por concepto de regalías tienen como
propósito cubrir las necesidades básicas de la población; por lo tanto, las asignaciones se
orientan a proyectos de inversión establecidos como prioritarios en los planes de
desarrollo de las respectivas entidades territoriales, caso ejemplo el acceso a los servicios
de educación básica, salud, agua potable y alcantarillado.
CONCLUSIONES

En la construcción de este documento, fue posible evidenciar la importancia que juega el


Derecho como herramienta fundamental de los Gobiernos para equilibrar las esferas del
poder y establecer las reglas de juego, límites o responsabilidades que llegan a influir los
diferentes actores de la sociedad, quienes en su conjunto son artífices del cambio o de
generar acciones que permitan garantizar, defender los derechos y la dignidad de los
individuos o cambiar favorablemente sus condiciones o calidad de vida.

Es importante resaltar el inmenso e importante papel que tiene el derecho y el bloque de


constitucionalidad en la aplicación en la Administración Pública y finalmente en la gestión
Pública. Es inimaginable un entorno o un futuro en donde la administración se desprenda
del derecho o los mismos tomen caminos separados.

El anterior es un llamado para reforzar el cumplimiento y la guía que la Constitución


Política a los servidores públicos, a su vez, reforzar la normatividad alcance y beneficios
que cuentan las administraciones territoriales para el cumplimiento de sus objetivos y
programas planes y proyectos.

Existe un desafío grande en cuanto a la responsabilidad en le ejecución pues se ha visto


en el caso de Colombia que la norma está bien escrita sin embargo falta aplicarla o "se
aplica a medias". Es un llamado a los servidores públicos, a las administraciones
nacionales y territoriales hacia la consecución y la responsabilidad en el actuar público
teniendo como mira y eje, la norma de normas: la constitución política de 1991.

En la actualidad, los países se han volcado a direccionar su rumbo bajo el enfoque de


Gobernanza en el que se requiere que las instituciones se encuentren idóneamente
creadas, legitimadas y dotadas para alcanzar sus objetivos y así mismo permitir el
progreso económico pero por sobre todo el crecimiento social.

Es importante el régimen jurídico aplicable para que la actuación de la Administración


Pública sirva a la protección del interés general, garantizando los derechos e intereses de
los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en general.
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