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La finalidad de mi ensayo tiene el firme propósito de dar a conocer la grave situación actual
de las cárceles en Colombia. A mi modo de ver, bien hace falta ‘mano dura’ al criticar este
sistema pues su real función, la de corregir al criminal, no se cumple más el papel. Para
nadie es un secreto que un ex presidiario no sale a iniciar una nueva vida con la mejor carta
de presentación, y que antes de ser empleado, cualquier persona va a pensar en las
costumbres, mañas, mentiras y demás lecciones aprendidas en la cárcel. Debemos saber
que, entre los poderes del Estado, encontramos en primer orden EL PODER PUNITIVO el
cual ha sido en todos los sistemas el modo de proveer las normas a los órganos destinados
al control social más severo que ha conocido la historia de la humanidad.
Se ha reconocido, incluso, que la prisión puede ser un lugar donde algunas las
desigualdades sociales que, previamente poseían los internos antes de ingresar en prisión,
pueden ser tratadas. Así, se viene incrementando la implantación de programas de
rehabilitación en Gran Bretaña y Estados Unidos que, de entre los más destacados y
exitosos, podemos destacar:
Programas para el tratamiento a la adición de drogas.
Cursos para el manejo de comportamientos violentos.
Cursos educacionales básicos de lectura, escritura, etc.
Tratamientos para los delincuentes sexuales.
Cursos de capacitación y formación profesional.
Junto a estos programas y cursos se ha puesto un especial énfasis en la rehabilitación a
través del trabajo, especialmente, aquellos que permiten una capacitación profesional de los
internos. Así, la afirmación realizada por parte de la criminología más autorizada en esta
materia que la “clásica penología” -relacionada con la asistencia social y la rehabilitación-
está siendo rápidamente reemplazada por una “nueva penología” -fundamentada en la
gestión de riesgos- parece que no ha sido adoptada por las últimas reformas penitenciarias.
De hecho, ambas concepciones, la clásica y nueva penología, parecen estar operando
simultáneamente y, en algunos aspectos, la aplicación de estos dos modelos ha servido para
que se refuercen mutuamente.” (Matthews, Roger, 2011, pp. 296 – 338)
Se ha dicho que las cárceles del país son escuelas y universidades de la delincuencia
incluyendo las de máxima seguridad ya que son espacios donde se reproducen todos los
vicios y males que dañan la sociedad, hoy en día vemos que no son centros de readaptación
social ni mucho menos son penales de alta seguridad, en todas las cárceles se violan todos
los derechos humanos, esta dominadas por mafias de todo tipo, ahí todo se negocia, se
compra y se vende desde las vistas conyugales hasta la comida, incluso el tráfico se
sustancias alucinógenas. Desde los centros de reclusión no importa el que sea se dirigen
todas clase de extorciones y toda clase de ilícitos, la comida de los presos se ha convertido
en un negocio lucrativo para un grupo de personas que tienen monopolizados los contratos.
El común denominador es la corrupción.
Concluyo con la certeza que podemos rescatar y mejorar la calidad de vida de los presos y
no permitir que continúen los atropellos que se cometen diariamente en las cárceles y estoy
seguro que si es posible la rehabilitación y reinserción a la sociedad sin paradigmas ni
señalamientos. Ellos también son seres humanos que necesitan otra segunda oportunidad.
REFERENCIAS