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Espesor de la letra.

La hermenéutica
de fray Luis de León
CIRÍACO M O R Ó N ARROYO

I. FRAY LUIS TEÓLOGO BÍBLICO

E
N UN ESTUDIO ANTERIOR en el que pretendía definir las premisas y tesis funda-
mentales del pensamiento de fray Luis de León, escribí estas proposiciones: «Frente
a los escolásticos, el sentido literal (para fray Luis) no es pura materia ni corteza de
significados recónditos. El sentido literal es todo. La exégesis de fray Luis es literal en el
sentido de literaria. Leer es desplegar, desarrollar, desenrollar todo el significado de la
letra, gozando al mismo tiempo de la materialidad de la letra, es decir, del estilo y las imá-
genes en que está impreso y expreso el mensaje. En la exégesis medieval la letra es materia,
corteza, significante. Los significados están ocultos y en el caso del Cantar de los Cantares
son contrarios al significante. Para fray Luis el significante es significado si sabemos gozar
la letra en toda su densidad»l. Este trabajo pretende explicar las afirmaciones anteriores
con el análisis de un comentario bíblico del teólogo poeta y del tratado de hermenéutica
De sensibus Sacrae Scripturae. Este extraordinario texto da respaldo teórico a su praxis de
lector.
Toda la obra de fray Luis es teología bíblica en sentido estricto2. Las obras castellanas
en prosa son cuatro, Exposición del Cantar de los Cantares, La perfecta casada, De los nom-
bres de Cristo y Exposición del Libro de Job ¿. Todas ellas son comentarios de libros o de
fragmentos de la Biblia. Entre las poesías, hay muchas traducciones de textos bíblicos, y
los poemas originales presentan una fusión de expresiones de la Sagrada Escritura y de los

1
«Fray Luis de León, sistema y drama», en Ciríaco Morón y Manuel Revuelca, eds., Fray Luis de León.
Aproximaciones a su vida y su obra, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1989, p. 325.
2
Personas más expertas decidirán si puede sostenerse la siguiente afirmación: «Fray Luis de León puede
ser considerado como el fundador de la Teología Bíblica» (Olimpia BERTALIA, «Fray Luis de León, escritor y
poeta místico», Revista agustiniana de espiritualidad, n. 6 [1951], 154, n. 15). Si la tesis es sostenible, entonces
habría que reescribir la historia de la teología católica, en la que fray Luis no es generalmente mencionado.
3 No olvido los escritos sobre Santa Teresa, pero estos escritos son culminación y derivación de convic-
ciones teológicas y literarias expresadas en las obras mayores.
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clásicos antiguos. Los nombres de Cristo son un sistema de teología especulativa construido
sobre los nombres aplicados a Cristo en el Antiguo Testamento, es decir, un sistema cons-
truido desde la Biblia. De los siete volúmenes de obras latinas los tres primeros contienen
exclusivamente comentarios bíblicos. Los tratados de título escolástico expuestos en sus
lecciones de la cátedra de Santo Tomás y Durando, también se distinguen del método
seguido por la mayoría de los teólogos de su tiempo. Estos tomaban como tesis un dogma
de la Iglesia y trataban de demostrar su verdad desde proposiciones bíblicas aisladas del
contexto. La mayor extensión de la disputa se dedicaba a demostrar la congruencia racio-
nal del dogma. Fray Luis funda las tesis de sus tratados escolásticos en la Biblia y da muy
poca importancia a los argumentos extraídos de lafilosofía•*.
Aunque sólo consiguió la cátedra de Biblia en 1579 (6 de diciembre), la Sagrada Escri-
tura fue su libro de ocio y negocio desde la juventud. Su primer escrito castellano docu-
mentado es la Exposición del Cantar de los Cantares (I$6I) y del mismo año es uno de los
primeros textos latinos, el comentario a la Epístola a los Gálatas de San Pablo. Y por la
Biblia sufrió la sospecha de herejía y la cárcel durante casi cinco años (marzo de 1572 a
diciembre de 1576).
La razón superficial de las polémicas que motivaron el encarcelamiento del poeta y
teólogo fue su postura con respecto a la autoridad de la Vulgata. Pero las conclusiones
sobre la Vulgata se fundan en premisas sobre la lectura, la traducción del hebreo, y la
naturaleza misma de la teología. La Vulgata había servido durante diez siglos de fuente
para la teología, el derecho y las normas morales de la sociedad. El ala conservadora de la
Iglesia tenía motivos para temer lo que ocurrió de hecho: el colapso de creencias y actitu-
des que parecían inamovibles. Varias veces he citado estas palabras de fray Francisco de
Osuna: «Antes que las buenas letras viniesen, todos éramos buenos y obedientes a la ygle-
sia y a nuestros perlados, etiam discolis; mas ya, aunque sean sanctos, los alegaremos que
no esta asi en el griego» 5. El texto de Osuna expresa la sensación de catástrofe que «las
buenas letras», es decir, la lectura filológica de la Biblia, produjeron en la sociedad.
Incluso mentes más liberales que verían la razón de los innovadores, probablemente se
replegaron al entrever el riesgo de despertar del sueño dogmático. El protestantismo y la
guerras que habían causado eran cómodo pretexto para disuadir de las novedades en la
Iglesia católica.

4 He desarrollado esta tesis en «Fray Luis de León, sistema y drama», 1. c , pp. 316-323. No tiene mucho
sentido discutir si fray Luis es biblista («teólogo positivo» decían en su tiempo) o escolástico. Se podía estable-
cer un segmento AB desde el biblista puro (Erasmo) al escolástico más recalcitrante. Fray Luis estaría en un
centro más cercano del polo izquierdo que del derecho. He aquí dónde se situaba él: «Las cátedras que he
tenido de veinte años a esta parte no han tenido nombre de cátedras de escriptura, pero en lo que he leído en
ellas, he declarado y enseñado mucha escriptura... Mis cátedras tenían nombre de teulogía escolástica, y en
cualquier ocasión que se me ofreció fue sagrada escriptura lo que leía en ellas» («Plática de fray Luis de León en
la lección de oposición a la cátedra de escritura», publicada por Eugenio ASENSIO, «Fray Luis de León y la
Biblia», en Edad de Oro, IV [1985], 21). El art. abarca pp. 5-31.
5 Abecedario espiritual. Quinta parte (1942), cap. XXX, folio XXXIIv. Cit. Fidele de ROS, Un Maitre de
Sainte Thérese, París, Beauchesne, 1936, p. 661.
ESPESOR DE LA LETRA. LA HERMENÉUTICA DE FRAY LUIS DE LEÓN 3OI

2. FILOLOGÍA Y TRADICIÓN

En el proceso inquisitorial se acusa a fray Luis de coincidir con otro teólogo apresado,
Gaspar Grajal, en su desdén hacia teólogos escolásticos, a uno de los cuales Grajal había
llamado «sabio alegorín». al principio de la exposición castellana del Cantar de los Canta-
res, advierte fray Luis que él sólo quiere exponer «la corteza de la letra». Los términos de ía
contienda que le llevan a la cárcel son, pues, el concepto de sentido literal y de alegoría.
Los sabios alegorines se abroquelaban en la alegoría porque no sabían hebreo y no podían
percibir el sentido original del texto. Los desconocedores del hebreo tenían en su favor un
arma ad hominem y dos argumentos para los cuales los hebraístas no tenían fácil res-
puesta.
El arma personal, empleada siempre como tiro de gracia, era la sospecha de judaismo
para todo el que supiera hebreo y reconociera autoridad a los exegetas judíos. El primer
argumento serio era la idea católica de tradición. Si se buscan los puntos fundamentales
de controversia entre protestantes y católicos en el siglo XVI, quizá puedan reducirse a
tres: a) el beneficio de Cristo frente al mérito del cristiano para la salvación; b) predesti-
nación y libertad; y c) la compaginación de Biblia y tradición eclesiástica. Como es cono-
cido, Lutero afirma que la Iglesia romana se ha separado del Nuevo Testamento y, por
tanto, del cristianismo. La Iglesia romana, en cambio, se afirma como la única realización
del Nuevo Testamento, no sólo por la lectura del texto, sino en su propia vida, liturgia,
tradición fundada en la presencia de Cristo en la Eucaristía y del Espíritu Santo. Ahora
bien, si la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, ha vivido diez siglos desde la Vulgata, esta
versión tiene la máxima autoridad. Un texto en hebreo o griego que contradijera la Vul-
gata estaría necesariamente corrompido. Si se toma la tradición en serio como fuente de
revelación, la Iglesia es el último criterio de la exactitud de un texto bíblico, no viceversa.
La vida prevalece sobre el libro y le da sentido.
El segundo argumento lo expone largamente León de Castro, a quien fray Luis, aun
considerándose víctima injusta de su enemistad, llama hombre terco, pero llano y hon-
rado. Los Setenta, sostiene León de Castro, fueron inspirados por Dios en su traducción.
Es verdad que algunas veces no son fieles al texto hebreo que poseemos hoy, pero ellos
fueron los citados por los Apóstoles y por los Santos Padres; debemos, pues, pensar que
tuvieron un texto hebreo distinto del conservado y esta traducción que responde al texto
perdido tiene mayor autoridad que la actual Biblia hebrea. A esto responde fray Luis que
no hay motivo para postular tal texto y que la Biblia hebrea transmitida apoya en muchos
casos la interpretación cristiana mejor que la griega usada por Castro. León de Castro,
por su parte, era profesor de griego, filólogo, y también pretendía exponer el sentido lite-
ral; pero él pretendía tomar las palabras con su contenido y sentido y afirmaba que los
judíos solo se quedaban con el cuerpo de la palabra6. En abstracto dice lo mismo que
fray Luis; también para nuestro teólogo poeta la palabra es fundamentalmente signifi-
cado, contenido, no simple cuerpo. La discordancia estaba en que León de Castro encon-

6
«Et infra idem Clemens: "Corpus Scripturarum, hoc est, dictiones et nomina, intelligunt Judaei, nos Scrip-
turae sema nominibus expressa videmus"» (Commentaria in Esaiam Prophetam, Salmanticae, Matias Gast, 1570,
p. 78).
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traba en algunos textos del Antiguo Testamento un significado exclusivamente cristoló-


gico mientras fray Luis, además de percibir la referencia a Cristo, les daba un sentido lite-
ral, perceptible por los judíos y perfectamente legítimo como una posible lectura válida
del texto.
Si León de Castro hizo su comentario a Isaías a base de la versión de los Setenta, los
escolásticos también hubieran podido hacer una teología bíblica directamente desde la
Vulgata o colacionando la Vulgata con el texto griego de los Setenta para el Antiguo Tes-
tamento y con el original griego para el Nuevo. Después de todo, la Vulgata, prescin-
diendo de la elegancia de su latín, es esencialmente fiel a los textos traducidos. El pro-
blema, pues, de la versión latina es secundario y derivado. Lo que estaba en juego era la
manera de hacer teología: o desplegar un sistema desde la Biblia misma con todo el riesgo
de la nueva creación para una institución como la Iglesia, que proclama estabilidad
eterna, o seguir con el modelo de la Summa medieval, usando fragmentos bíblicos para
probar tesis formuladas desde la metafísica platónica o aristotélica. El mote «sabio alego-
rín» condensa en el oscuro término alegoría el descontento de los biblistas frente a una
especulación que no les parecía teológica porque no se construía desde la Sagrada Escri-
tura. Sabios alegorines son los que «con un pequeño gusto de ciertas cuestiones contentos
e hinchados, tienen títulos de maestros teólogos y no tienen la Teología» ?.
El prototipo del tratado escolástico de teología es la Summa de Santo Tomás, dividida
en tres partes: primera, sobre Dios; segunda, sobre el hombre y su destino, tercera sobre
Cristo «que, en cuanto hombre es el medio para llegar a Dios». El tratado de Dios de
Santo Tomás está fundado en los conceptos más elevados de la razón humana. Santo
Tomás no extrajo los atributos de Dios de sus actos en el Antiguo y Nuevo Testamento,
sino de las cualidades del ser supremo de Aristóteles8. Al hablar de Cristo, Santo Tomás
comienza planteando el problema metafíisico de cómo una persona puede tener dos natu-
ralezas; aunque él después estudió la vida de Cristo y el significado de la pasión y resu-
rrección, los teólogos posteriores prácticamente redujeron la cristología a la cuestión
metafísica. Escribieron largos comentarios sobre la relación entre esencia, existencia y
persona o «supuesto», y buscaron con ahínco en qué consistía ese plus que hacía de la
esencia humana persona humana ».
Frente al método escolástico de hacer teología, fray Luis en De los nombres de Cristo
comienza catalogando los nombres dados al Mesías en el Antiguo Testamento y cons-
truye la cristología según la denotación y las connotaciones de los nombres. El libro
representa un ataque frontal de resultados y método a la cristología escolástica. Podemos
preguntar si al menos en la ordenación de los nombres fray Luis no repite el esquema de
la Summa o no vizquea para descubrir en la Biblia lo que había aprendido de los escolás-

7 De los nombres de Cristo, lib. I, dedicatoria, ed. Félix García, Obras completas castellanas, I, Madrid,
BAC, 1957, p. 405.
8
Para ver la diferencia entre una teología del Dios Uno extraída directamente de la Biblia frente a la
fundada en la metafísica y corroborada con textos bíblicos, ver KARL RAHNER, «Theos ím Neuen Testament»,
en Schriften zur Theologie, I, 3. AufL, Einsiedeln, Benzinger Vlg., 1958, pp. 91-167.
9 Supuesto se hace sinónimo de persona. Como tal aparece en la literatura no religiosa del tiempo: «Es mi
sobrino, maeso en Alcalá, gran supuesto» (QUEVEDO, El Buscón, Ed. A. Castro, Col. Clásicos Castellanos, n.
5, Madrid, Espasa-Calpe, p. 135). Don Américo Castro cita varios paralelos de otros textos.
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ticos. Esta pregunta equivale a preguntarnos por el criterio de estructuración de De los


nombres de Cristo. Limitándome al libro primero, el primer nombre, Pimpollo, es el tra-
tado de Cristo como hijo de Dios en el cielo; la generación del Hijo en la Santísima Tri-
nidad. El siguiente, Faces de Dios, tratado de la Encarnación, epifanía de Dios en la tie-
rra para redimir al hombre del pecado. El nombre tercero es Camino; en él se estudia el
papel de Cristo como medio y guía para ir a Dios. Pastor representa la presencia de la
gracia y ayuda en el caminar. Monte es la perfección y la fuente de las gracias. El libro
acaba con el nombre Padre del Siglo Futuro, donde Cristo aparece como la recompensa
misma del buen camino. El fin de la vida humana es gozar la compañía de Cristo en el
cieloI0.
Los nombres del primer libro me parecen organizados desde el apriori de la teología
de fray Luis: Cristo principio, medio y fin de la vida humana. De hecho, por boca de
Juliano declara su conciencia de haber producido una nueva cristología sistemática:
Estas cosas, Marcelo, que ahora decís, no las sacáis de vos, ni menos sois el primero que
las traéis a luz; porque todas ellas están como sembradas y esparcidas, así en los libros
divinos como en los doctores sagrados, unas en unos lugares y otras en otros; pero sois el
primero de los que he visto y oído yo que, juntando cada una cosa con su igual cuya es,
y como pareándolas entre sí y poniéndolas en sus lugares, y trabándolas todas y dándoles
orden, habéis hecho como un cuerpo y como un tejido de todas ellas. Y aunque es ver-
dad que cada una de estas cosas por sí, cuando en los libros donde están las leemos, nos
alumbran y enseñan; pero no sé en qué manera, juntas y ordenadas, como vos ahora las
habéis ordenado, hinchen el alma juntamente de luz y admiración, y parece que le abren
como una nueva puerta de conocimiento ".

Los términos de la polémica y el miedo a la caja de Pandora que se abría con las ideas
de fray Luis nos dicen que el conflicto entre los dos bandos de la Universidad de Sala-
manca no fue una escaramuza de buenos y malos, sino un auténtico drama de concien-
cia, la crisis histórica de la modernidad en España, pero con la derrota de los moderni-
zantes. Esta derrota supuso la supresión y el olvido de la línea más creadora del
pensamiento español. Así se explica que el prestigioso teólogo salmantino del siglo XX
profesor González de Cardedal no mencione a fray Luis en su libro Jesús de Nazaret.
Aproximación a la cristología (2.a ed., Madrid, 1978), a pesar de coincidir con él en la idea
básica de teología.

3. PRAXIS. IN CANTICUMMOYSIS EXPOSITIO

Para estudiar la exégesis de fray Luis y su noción de sentido literal he elegido In canti-
cum Moysis expositio (Deuteronomio, cap. 32), fechado en 1582 y recogido en Opera, I, 1-

10
Durante el congreso escuché la magnífica aportación del profesor D. Eugenio Bustos Tovar, publicada
en este mismo volumen. La estructura de Los nombres de Cristo descubierta por el profesor Bustos refuerza el
carácter sistemático del diálogo de fray Luis. Una explicación erudita y precisa del libro en Hans FLASCHE,
«Luis de León: De ¿os nombres de Cristo», en Homenaje a Rodolfo Oroz, Anales de la Universidad de Chile, 5.a
serie, n. 5 (1984), 121-139.
11
Nombres, lib. I, «Padre del siglo futuro», en OCC, I, 511-512.
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104 ll . Comienza fray Luis informándonos sobre el origen del texto. Moisés, próximo a la
muerte, compuso por mandato divino un poema que dio al pueblo para que lo apren-
diera y cantara. El primer versículo dice: «Oíd cielos lo que hablo, oiga la tierra las pala-
bras de mi boca». En el comienzo ve fray Luis un exordio apropiado para atraer la aten-
ción de los oyentes. Cielos y tierra podrían ser metonimias por sus respectivos habitantes,
ángeles y hombres; pero fray Luis ve mayor fuerza poética dejando las palabras en su
denotación física. Con ello se da a entender que escuchen los seres inanimados si los
hombres no escuchan. Reconoce fray Luis que esta lectura es «hiperbólica». De hecho, al
exponer las invocaciones de Moisés encuentra ejemplos de la experiencia del discurso
codificadas por los retóricos paganos: invocatio (I, 9), propositio (ibíd.), confirmatio (15),
amplificatio (15, 26), confirmationis argumentado (17).
La Biblia contiene muchas frases e historias de sentido figurado. Desplegar el signifi-
cado o supuesta intención de palabras usadas en sentido figurado es desplegar el sentido
literal. El versículo 14 del «Cántico de Moisés» dice que se alimentarán con la grosura de
corderos y carneros {«in adipe agnorum et arietum», I, 44). Fray Luis se pregunta cómo
puede ser si a los judíos les estaba prohibido comerla, y continúa:
Hoc ut resolvat Euthymius, relicta lktera, confugit ad allegoriam; sed tamen nihilomi-
nus potest dici id dictum fuissefigúratead significandam pinguedinem agnorum, id est,
dictum non ut significaret Moyses licitum esse adipe vesci, sed ut doceret et ostenderet
quam pingues essent agni quarum carnibus ipsi vescebantur :3.

Como se ve, fray Luis distingue entre la alegoría y la explicación del sentido figurado
que es sentido literal. En la misma página postula dos sentidos más, uno «metafórico» y
otro «espiritual», no explicados en este contexto, pero que aparecen claros en De sensibus
Sacrae Scripturae '4,
En otros momentos, cuando algunos expositores han dado sentidos alegóricos seme-
jantes, fray Luis los niega; pero fundado en el contexto, o sea, en el sentido literal: «Inve-
nit eum in tena deserta. Nicolaus de Lyra et alii: Abraham in térra Chaldeorum, deserta ab
omni cultu veri Dei. Alii sic interpretantur:... in Egypto... ubipopulus (erat) ab omni auxilio
desertus,.. Sed nihilominus ea quae sequuntur postulant ut hoc dictum intelligamus de
deserto Sinai» (I, 25). En este caso niega como alegóricos los sentidos figurados añadidos
por los comentadores, pero él añade una parábola moral que encuentra connotada en la

11
Opera se refiere a las obras latinas: Mag Luysii Legionensis, augustiniani... Opera., 7 vols. Salmanticae,
1891-1895. Para la virtualidad de la obra latina puede verse Joaquín MARISTANY, «Sobre la obra latina de fray
Luis de León», en La Ciudad de Dios, vol. 202 (1989), 389-419.
"J Opera, I, 44. Otras expresiones empleadas por fray Luis son: transíate (8, 74), figúrate (24, 88). «Vinum
in Sacra Scriptura cum transíate ponitur, variae significationis est; sed ínter alia, saepe significat ultionem Dei et
poenam gravem atque acerbam» (¿bid., p. 74).
'4 « Chaldaicus Paraphrastes omnia ista accepit dicta esse non proprie, sed metaphorice; itaque agnos et
armenia et hircos occisos referí ad illas gentes, quas bello vicerunt et deleverunt Judaei, cum ingressi sunt terram pro-
missam; et sanguinem uvae interpretatur de cruore effuso in ejusmodipraelio. Caeterum, adspiritualem sensum ista
relata, significant omens irrationales animae partes serviré menti et rationi in hominibus justis, et ex illis partibus
per gratiam justificatis justos capere non minimas utilitates; in vino autem et tritico significantur omnia Charis-
mata Spiritus Sancti, quibus alitur exhilaraturque noster animus» (I, 44).
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historia de Abraham. Las conclusiones morales que pueden extraerse de hechos o palabras
bíblicas son para fray Luis sentido literal.
Tampoco es alegoría sino sentido literal lo que llama sermo arcanus o lenguaje secreto
de la Escritura. Este lenguaje secreto es estrictamente metafórico, pero se repite formando
un código especial en el Antiguo Testamento. Terra como significante de los cuerpos que
han de resucitar sería un ejemplo de lenguaje arcano, pero literal una vez descifrado el
código: «Corpora justorum, quae eo tempore resurgent gloriosa, et quae in arcano sermone
Sacrae Scripturae saepe appellantur térra» >5.

4. TEORÍA. DE SENSIBUS SACRAE SCRIPTURAE

Junto a su praxis como lector, fray Luis nos legó una exposición teórica de su doctrina
en el tratado sobre Los sentidos de la Sagrada Escritura, inédito hasta 1957Ié. El tratado está
dividido en doce breves capítulos. Su primera tesis es: «Según la fe, en la Sagrada Escri-
tura no sólo se da el sentido literal, sino también el mysticus». Sentido literal es sinónimo
de histórico y gramatical; místico, el que tienen algunos pasajes del Antiguo Testamento
que se refieren a Cristo, pero esa referencia no podría nunca adivinarse por el significado
normal de las palabras; por eso es sentido oculto, espiritual. Conocemos la existencia del
significado alegórico o místico porque los Evangelios y San Pablo de hecho ven referen-
cias al Mesías en sucesos y palabras del Antiguo Testamento, donde ningún lector podría
descubrirlas por las reglas del discurso humano.
En la Edad Media, especialmente en San Buenaventura, «sentido místico» significa
primordialmente la doctrina del camino de perfección que se supone es el ideal del cris-
tiano y especialmente de los religiosos contemplativos. San Juan de la Cruz, por ejemplo,
corrobora con citas de la Escritura su doctrina de la renuncia al mundo y de la unión con
Dios. Fray Luis de León no da al término «sensus mysticus» el significado de San Buena-
ventura y el del místico carmelita.
Fundado en San Agustín fray Luis sostiene que muchos pasos de la Biblia tienen
varios sentidos literales. En términos nuestros, fray Luis percibe la autonomía del texto
frente a la intención del autor y afirma que un texto tiene todos los sentidos legítimos que
se pueden percibir en sus palabras. Caben, pues, diversas lecturas igualmente certeras de
un mismo texto. Pero esas diferentes lecturas solo podrán ser complementarias una de la
otra, no contrarias, ya que «la verdad no puede contrariar a la verdad» (p. 306). El texto es
un mundo de sentido y el lector sólo percibe el sector que le permite ver su limitada pers-
pectiva.
Ahora bien, lo dicho sobre la autonomía del texto con respecto a la intención del
autor es válido para la escritura humana. Cuando nosotros escribimos nos mecemos entre
«lo que queremos decir y lo que decimos sin querer» (Unamuno), o sea, nunca sabemos
todo lo que nuestro texto objetivamente dice. Dios, en cambio, domina su texto y tiene

l
"> «Exposición del Salmo XXVI», en Opera, I, 97.
ítí Olegario GARCÍA DE LA FUENTE, «Un tratado inédito y desconocido de fray Luis de León sobre los
sentidos de la Sagrada Escritura», en La ciudad de Dios, vol. 170 (1957), 258-334.
306 CIRÍACO MORÓN ARROYO

presente cuanto dice y dirá a sus innumerables lectores. Por eso en la Biblia se identifican
la significación del texto autónomo y la intención del autor. La Biblia, palabra de Dios,
tiene un sentido más pleno y rico del que pueden los hombres captar en ningún
momento, es el texto abierto por excelencia. Las posibilidades de significación tienen dos
límites; primero, cuanto contradiga un testimonio claro o una interpretación doctrinal
de la Iglesia es erróneo, y segundo, en toda lectura debemos evitar por principio la exce-
siva sutileza.
En el capítulo cuarto recuerda el autor los cuatro sentidos de la Escritura populariza-
dos desde la Edad Media: literal, alegórico, tropológlco, y anagógico. Para San Buenaven-
tura, por ejemplo, el literal es el puramente sensitivo o «animal»; alegórico es lo que noso-
tros llamaríamos el significado en el sentido de denotación, lo que un texto dice desde el
punto de vista conceptual; tropológlco es la aplicación moral, y anagógico, el sentido
místico en la acepción corriente de vida contemplativa1?. Junto a la terminología más
extendida fray Luis cita otra clasificación de los sentidos bíblicos dada por San Agustín:
sentido literal, etiológico, analógico, alegórico. Todos son para él variantes del sentido
literal. Cuando hablamos de alegoría, la variante más sencilla es la parábola (recordemos
las de los Evangelios o la «Introducción» a Los milagros de Nuestra Señora de Berceo) En
ella se cuenta una historia y a cada uno de los personajes o signos de la historia se le aso-
cia un significado distinto del que posee «la corteza de la letra». Pues bien, para fray Luis
el significado resultante de la interpretación de la parábola no es alegórico sino el autén-
tico significado literal. El da como ejemplo la parábola de Cristo «Salió el sembrador a
sembrar su semilla». Como historia del sembrador, la parábola es ficción; ahora bien, la
Biblia no contiene ficciones; por tanto, el sentido literal de esa narración está en su ver-
dad, en lo que normalmente (erróneamente según fray Luis) consideramos interpretación
alegórica.
En último lugar se enfrenta con el sentido moral o tropológlco. La letra narra que Lot
se emborrachó y la borrachera fue ocasión de un incesto con sus hijas. Si a partir de aquí
extraemos consecuencias sobre los funestos dones de la ebriedad, estaríamos leyendo
desde el sentido tropológico, no literal. Fray Luis se opone a esta división de sentidos.
Sabe que algunos encontrarán su tesis chocante, pero la considera verdaderísima: «Restat
jam ut disputemus id quod mirum alicui fortasse videbitur, est tamen verissimum, si recte
illud intelligatur» (Cap. 5, p. 312). El sentido moral es sentido literal.
El capítulo sexto contiene una distinción de gran virtualidad y contraria a las ideas
divulgadas:
Dupliciter sensus sacrae Scripturae et rationes interpretandi distinguí possunt; uno
modo, secundum rationem diversam sensus et modi interpretandi; sicut sensum littera-
lem distinguimus a spirituali; alio modo, secundum materias diversas; sicut si dicere-
mus, quod entium naturalium alia inanimata sunt, alia pantae, alia animalia. Quo cons-
tituto, dico mihi videtur, quod distinctio sensus mystici in allegoricum, qui pertinet ad
mysteria Christi, et tropologicum, qui versatur in moribus et affectibus informandis, et

'7 De reductione artium ad tbeologiam, n. 5, en Obras de San Buenaventura, vol. I, Madrid, Editorial
Católica, 1968, p. 548. Estudié el esquema de San Buenaventura en «Grandes corrientes espirituales en el Siglo
de Oro», Edad de Oro, VIII (1989), p. 159.
ESPESOR DE LA LETRA. LA HERMENÉUTICA DE FRAY LUIS DE LEÓN ^OJ

anagogicum, quo tractamus coelestia, est distinctio commoda quidem, sed quae fíat et
sumatur secundum materias diversas, non tamen secundum rationes diversas interpre-
tando omnes enim lili sensus conveniunt in rationem allegoriael8.

Por una parte distingue los verdaderos sentidos según el modo de leer, y éstos son sólo
dos: el literal y el «místico». Dentro del místico todavía pueden distinguirse los tres clási-
cos medievales: alegórico, moral y anagógico. Ahora estas palabras adquieren nuevo signi-
ficado: alegórica es la referencia a Cristo; tropológlcas las posibles conclusiones morales, y
anagógicas las referencias a la vida eterna. Si antes ha dicho que el sentido moral es sen-
tido literal, parece contradecirse al afirmar ahora que es una variante del sentido alegó-
rico. Pero la contradicción no existe; desde la referencia a Cristo (alegoría) pueden
hacerse aplicaciones morales (sentido tropológlco), como pueden hacerse en un plano
más generalizado desde el sentido literal, según decía en el capítulo quinto. En el sentido
literal como en el místico pueden encontrarse derivaciones que no son nuevos sentidos o
modos de interpretación, sino nuevos temas.
La noción tan extensa del sentido literal explica que la Triplex explanatio in Canticum
Canticorum no contenga nada parecido a los sentidos literal, alegórico y místico tradicio-
nales, sino tres formas de sentido literal. Algunos autores, dice fray Luis, especialmente
judíos, toman el Cantar de los Cantares como un puro poema de amor escrito por Salo-
món para una de sus amantes; otros ya católicos creen que pudo ser un poema de amor
humano y además implicar el sentido espiritual; una tercera opinión descubre sentido
tipológico: se da el poema humano como epitalamio histórico y en él anunciaría el amor
de Cristo con su Iglesia. Fray Luis considera erróneas todas estas opiniones. Para él el
Cantar de los Cantares no fue nunca epitalamio ni poema de amor humano, sino una
parábola cuyo único significado es el espiritual: la historia de los amores es el argumento
ficticio de un drama (significante) cuyo significado es el amor de Dios al alma individual
y a las almas unidas en la Iglesia. La exposición de fray Luis tiene tres planos: el argu-
mento del drama con su lógica interna (todavía no letra, sino simple corteza), la expe-
riencia del amor de Dios para todo cristiano (no sólo para los místicos) y la unión de
Cristo con la Iglesia. Como el plano primero es sólo significante, el verdadero sentido
literal está en los dos últimos que para fray Luis son uno solo, ya que la Iglesia no es más
que el conjunto de almas individuales [Í>.
Se anuncian aquí dos posibles tensiones. Una, es paradójico que el defensor de los
múltiples sentidos literales se oponga ahora de modo tan terminante a dar sentido literal
a la historia dramatizada en el Cantar de los Cantares. Segunda, la exposición juvenil en
castellano para la monja Elena Osorio no pretendía desplegar el sentido literal, sino,
como dice de modo muy preciso, «la corteza de la letra». Lo curioso, sin embargo, es el

,í{
Cap. 6, ed. Olegario García de la Fuente, 1. c , p. 313. Fray Luis es consciente de su originalidad: «De
divisione sensus myscici in allegoricum, tropologicum et anagogicum, paulo aliter sentiré mihi videor quam a
quibusdam intelligatur» {ibid.).
"J «Externus Ule sensus, quem vocabula proprie faciunt, non estproprie sensus, non enim in eum is qui dicit
proprie animum intendit suum, nam allegorica orado, non earum rerum daclarandarum gratia conficitur, quas
proprie significat. Itaque non est proprie sensus, sed est, ut ego illum nominare soleo, sonus quídam, verborum, aut,
ut Bernardus eum appellat, literalis superficies, aut literae tenor et cortex» (In Canticum Canticorum expositio,
Opera, II, 104).
3o8 CIRÍACO MORÓN ARROYO

espesor que descubre en esa corteza, el regodeo del poeta en la pura letra, en el puro sig-
nificante.
En algún momento puede parecer que fray Luis no es claro en la noción de alegoría.
Para él hay que distinguir dos tipos: la alegoría retórica o «metáfora continuada», y la
«teológica», que atribuye a San Pablo. La primera se llama también alegoría de palabras y
es muy frecuente en la Biblia y en los autores paganos10. El desciframiento de la primera
es siempre para él exposición del sentido literal (De sensibus, p. 319). La segunda es «de
hecho» y tiene lugar «Quando id quod verbis significatur, gestum est re vera, sed res gestae et
significataeper voces alias significant etfigurant» (ibid,). Este sentido espiritual o alegórico
es para fray Luis privativo de la Biblia, ya que se define por el significado mesiánico de
esos hechos y significantes". La referencia al Mesías se llama también sentido tipológico,
espiritual o alegórico. Y la razón última es que el significado normal de las palabras y los
hechos del Antiguo Testamento nunca permitiría establecer la conexión con el Mesías, si
tal conexión no estuviese hecha de manera explícita en el Nuevo.
Ahora bien, en el Antiguo Testamento hay muchas referencias abiertas al futuro
Redentor de Israel. En este caso, la lectura mesiánica es literal, no espiritual o alegórica.
Los nombres de Cristo son de dos tipos, unos: monte, brazo de Dios, son metafóricos;
otros (pastor, amado, esposo), describen funciones especiales de Cristo, y Jesús es el nom-
bre propio del Salvador. La exposición de estos nombres como nombres del Mesías no es
interpretación alegórica sino sentido literal, fuente y origen de la teología sistemática del
expositor.

5. PARÁFRASIS, COMENTARIO, EXPOSICIÓN

Fray Luis no llama nunca a sus estudios comentario, sino «exposición» y en latín expo-
sitio o explanatio. Valla había escrito Annotationes in Novum Testamentum, Erasmo
Paraphrasisy los escolásticos Commentaria. El comentario era la explicación del texto
bíblico desde un sistema exterior al texto; en su caso, el comentario escolástico. Santo
Tomás de Aquino, por ejemplo, busca en el Evangelio y en los textos de San Pablo una
estructura consonante con la Summa theologica. Para lograrlo fuerza el texto buscándole
criterios de ordenación como «natural» y «sobrenatural» o Dios Uno, Dios Trino, creador,
conservador y providente. La lectura desde el esquema exterior no falsifica automática-
mente el mensaje, pero subordina el texto bíblico a criterios de estructuración que le son
ajenos, desgaja el texto desde esos criterios, y signos fundamentales pueden pasar desaper-
cibidos por no ser significantes en la estructura impuesta.

10
De sensibus, cap. 7, «De allegoría», ed. cito p. 318.
21
Hubiéramos preguntado al fray Luis humanista si la cuarta égloga de Virgilio no podía tener el sentido
alegórico y espiritual de anuncio del Mesías. No conozco respuesta en su obra a esta hipotética pregunta. Fray
Luis tradujo la égloga IV de Virgilio (OCQ II, 848). De hecho, la anticipación de Cristo en la religión pagana,
anticipación que Calderón celebra en algunos autos sacramentales (El divino Jasón, El divino Orfeo) representa
una reasunción del paganismo en la historia de la salvación que fray Luis no comparte con los escritores barro-
cos, ya más «modernos», más seculares.
ESPESOR DE LA LETRA. LA HERMENÉUTICA DE FRAY LUIS DE LEÓN 3O9

La paráfrasis, según Erasmo, pasa por los versículos del texto, se esfuerza por lograr
con la comparación de códices griegos la versión más fiel del Nuevo Testamento, compara
este original con la Vulgata y nota las instancias de traducción defectuosa o las que pudie-
ran ser más fieles y elegantes. La traducción latina se juzga desde el sentido preciso de las
palabras en el latín clásico, no desde las asociaciones introducidas por los «bárbaros»
medievales. Para comprobar el sentido genuino se citan textos paralelos o se recuerdan
hechos y costumbres del período en que se escribió el Nuevo Testamento. La paráfrasis
bíblica se convierte en un ejemplo más de lo que hacían los humanistas con los textos clá-
sicos. La fuente de inspiración de Erasmo fue Lorenzo Valla (1407-1457). Valla había pro-
ducido el salto revolucionario del pensamiento medieval a la modernidad oponiendo a la
lectura escolástica de la Biblia el estudio del sentido literal". En sus Annotationes in
Novum Testamentum realiza la paráfrasis con los caracteres que he descrito. Erasmo descu-
brió las Annotationes de Valla en 1504, las editó en 1505 y podemos decir que planeó de
forma nueva su vida, ya que desde entonces uno de sus proyectos fundamentales fue
popularizar las ideas del humanista italiano.
Fray Luis no promete comentario ni paráfrasis, sino exposición. Con esta palabra
expresa su deseo de abrir camino nuevo entre los dos bandos que venían disputando
desde fines del siglo XV: los humanistas de la paráfrasis o gramáticos, y los escolásticos del
comentario. Como Valle y Erasmo fray Luis busca los mejores textos y compara manus-
critos 23. Como los escolásticos, ofrece interpretaciones, pero la exposición o explicación
supera en nueva síntesis la vieja polémica entre la paráfrasis y el comentario. La exposi-
ción, que es para fray Luis la hermenéutica ideal, toma el texto como totalidad, no los
versículos aislados. Establece su estructura desde las coordenadas del texto, no desde cate-
gorías exteriores a él, y trata de desplegar todas las posibles significaciones que el texto
admite sin violentar el significado de las palabras.
Como todo comentarista pretende ser el intérprete más fiel del texto, fray Luis ofrece
algunos criterios que le dirigen en sus lecturas. Su axioma hermenéutico es la percepción
de los significados obvios, percepción fundada en la experiencia compartida de autor y
lector o en la reconstrucción de esa experiencia mediante la investigación filológica
cuando el texto surgió en circunstancias lejanas a las del lector. La experiencia humana o
sentido común le llevan en alguna ocasión a oponerse al texto transmitido y a San Jeró-
nimo. El santo traduce una expresión hebrea por el monte de Venus. El pasaje viene
inmediatamente después de una alusión a los ojos de la amada. Fray Luis pregunta:
¿Qué tienen que ver los ojos que resplandecen en la cara con la torpeza que esconden las
piernas? ¿O qué consonancia o consecuencia puede haber entre cosas tan apartadas y
diferentes, para que la mención hecha de lo uno lleve a lo otro la lengua y la memoria?

2i
He estudiado este punto en mi libro Nuevas meditaciones del Quijote, Madrid, Gredos, 1976, pp. 77SS.
Con mayor amplitud en «A Historical Revolution, Lorenzo Valla's Attack on Scholasticism», en ACTA, Bing-
hamton, N. Y., 1981, pp. 23-45, Y e n «Lorenzo Valla, nuevo discurso del método», en Homenaje a Pedro Sainz
Rodríguez, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, IV, pp. 319-334. Ver Ángel ClLVETI, «Lorenzo
Valla y el nuevo paradigma intelectual», en Manuel Revuelta, y Ciríaco Morón, eds., El erasmismo en España,
Santander, Sociedad Méndez Pelayo, 1986, pp. 53-72.
*3 «In duobus exemplaribus manuscriptis perantiquis, quae apud me sunt, distinctio est, non dissensio»
(Opera, I, 492).Cf. III, 286, 322.
3io CIRÍACO M O R Ó N ARROYO

Mayormente que ¿quién jamás vio que en cuento de hermosura se hiciese cuenta de cosa
semejante? 24.

Otro principio de fray Luis es la sospecha contra las sutilezas. En cuanto haya que
cambiar una tilde del texto o se necesiten rodeos para entenderlo, probablemente hace-
mos el «sabio alegorín» 25. Para nosotros esta hermenéutica representa una teoría de la lec-
tura y, por consiguiente, de la crítica literaria en general.

6. LENGUA, TEOLOGÍA, LITERATURA

La exposición diferencia a fray Luis de la paráfrasis erasmiana, que no se enfrenta con


el texto, sino con palabras o proposiciones para establecer su corteza. Existe una lingüís-
tica del signo, una lingüística de la proposición, otra del texto y otra de la lengua. Esta
última se expresa en las proposiciones de Heidegger «la lengua habla», y «la lengua es la
morada de la persona humana». Para la persona ser consciente es encontrarse en el
mundo de sentido, en la lengua. Esta frase traduce en términos seculares la tesis de fray
Luis según la cual todo sentido es un abanico de rayos de luz que manan del seno y fuente
de Dios, el punto simple, el instante puro. En sentido formal la imagen de los rayos y el
punto de su fluencia nos recuerda el platonismo. Pero en fray Luis el punto y el instante
son el Padre manifestado en Cristo su faz («faces de Dios») y condensando su infinita
riqueza en el nombre de Jesús. El platonismo aparece, pues, como un sistema racional
formalmente (como estructura vacía) en armonía con el cristianismo que da contenido a
la forma. En el mundo inagotable de la Palabra de Dios nacen todos los otros tipos de
palabra2fi.
Para fray Luis la lengua humana se enraiza en Cristo, palabra del Padre. Toda palabra
verdadera revela ser y la palabra de Cristo realiza con la gracia lo que dice. La lengua de
fray Luis tiene siempre referente, significado objetivo. En esto se distingue también del
nominalismo de Valla y Erasmo, los filólogos de la paráfrasis. La palabra-gracia de la
Sagrada Escritura confiere al lector la gracia por la cual realiza desde sí mismo méritos
para su posible salvación. Como Lutero sostenía que sólo el mérito de Cristo aplicado
externamente hacía al hombre idóneo para la salvación, fray Luis es radicalmente antilu-
terano. Y si la imagen del abanico irradiante es correcta, también es antiescolástico o por

2
4 «Respuesta de fray Luis desde la cárcel», en OCC, I, 215. En la exposición del salmo XXVI explica el
lenguaje encasquillado y balbuciente desde la experiencia del amor: «Modice vel intra modum potius amat, qui
quod amat, quantumque amat libere eloqui et, quarnvis copióse, exornare verbis potest; Ule ardet qui, exorsus dicere
in mediis verbis insista, qui abrumpit institutam orationem, qui nihil enucleate explicat, sed confundens omnia
atque permiscens, quaecumque amor Mi suggerit atque dictat, quae suntplañe innumerabilia, uno tempore unoque
etiam verbo conatur cuneta eloqui, et quarnvis nihil satis explicet, eloquitur turnen omnia; quod Davidi usu venit
buic loco» (Opera, 1,149).
2
5 «Graecorum explanaría, utsimplicior, perinde verior» {Opera, III, 287). P o c o d e s p u é s critica u n a explica-
ción d e S a n t o T o m á s : «Sedhaec coacta nimis, itaque, ut dixi, minus vera» [ibid,, p . 295).
26
Para otros aspectos d e la l e n g u a en fray Luis ver S a t u r n i n o ÁLVAREZ TURIENZO, «Cosas y n o m b r e s en
fray Luis d e León», La Ciudad de Dios, vol. 198 (1985), 833-880, y E n r i c a CANCELLIERE, «Celebración d e la
palabra e n el p o e m a d e fray Luis d e León», e n C . M o r ó n Y M . Revuelta, Fray Luis de León, aproximaciones a su
vida y su obra, p p . 169-201.
ESPESOR DE LA LETRA. LA HERMENÉUTICA DE FRAY LUIS DE LEÓN 311

lo menos antitomista, ya que no reconocería un plano natural adyacente al sobrenatural o


incluso subordinado a él. Para fray Luis, como para Karl Rahner siglos después, ya no hay
naturaleza, todo está cristificado *7.
La teoría de los nombres como cifra transparente de las cosas no debe reducirse a los
nombres aislados, que no tienen sentido. Fray Luis se refiere a la lengua como texto. Si
para desarrollar dignamente un tema necesito escribir un libro, ese libro es el nombre
complejo de ese tema, que constará, por supuesto, de muchas proposiciones. El nombre
en fray Luis tiene el sentido dialéctico de idea. Idea no es un nombre aislado, sino el
conocimiento riguroso de un objeto. Si la idea es un discurso simple, lo es en el sentido
de resultado y decantación mediada, no de noción inmediata. Llegar a una idea (nombre)
cuesta mucha investigación (texto y textos). Por eso la hermenéutica de fray Luis no es de
nombre o proposiciones, sino de un texto especial, la Biblia. Desde un punto de vista for-
mal, su teoría es extensible a todo texto. Por eso, la búsqueda del sentido literal del poeta
agustino termina identificándose con nuestra hermenéutica ideal para cualquier texto
literario.
Además de los aspectos fenomenológicos de la lengua, la conexión lengua y cárcel en
la vida de fray Luis se inserta en una sociolingüística que en la España del siglo XVI pre-
senta cuatro momentos y aspectos fundamentales. Primero, la oposición entre filólogo y
bárbaro escolástico, introducida por Petrarca, exacerbada por Valla y Erasmo, y en España
por Nebrija. Segundo, el contraste docto-idiota en los procesos de los alumbrados. El
estigma de idiota se extiende a la mujer en el sintagma «idiotas y mujerzuelas». Idiotas son
los que no saben latín y no tienen estudios oficiales, por consiguiente, no deben hablar
sobre la Biblia, sino escuchar a los clérigos. Tercero, en el período y ambiente de fray Luis
la discriminación sociolingüística se realiza como oposición entre hebraístas y desconoce-
dores del hebreo. Muchos de los simples latinos, a su vez, encuentran indigno el que un
teólogo escriba De los nombres de Cristo en romance. En contraste con el período de los
alumbrados (1525) los grandes escritores religiosos han afianzado el castellano. Finalmente,
en la segunda mitad del siglo XVI se transforma la vieja oposición del filólogo docto en
latín y griego frente al bárbaro escolástico. Eventualmente, el latín cede ante el impulso de
las literaturas clásicas en lengua vernácula y entonces surge la oposición entre el culto y el
llano, donde el culto moderno, poeta en lengua vernácula, será llamado el Homero, el
Píndaro, el Virgilio español. En el poema barroco y en la letrilla popular barroca se fun-
den los viejos términos de la polémica. La literatura secular, de Mateo Alemán a Gracián
(excepción Cervantes) se estructura según esquemas escolásticos.

2
7 Ver los inspirados ensayos «Die ewige Bedeutung der Menschheit Jesu fur unser Gottesverhaltnis» y
«Uber die Erfahrung der Gnade», en Schrifien zur Theologie, III, 2. Aufl., Einsiedeln, Benzinger Vlg., 1957, pp.
47-60, y 105-109. Ver Olegario GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Jesús de Nazaret. Aproximación a la cristología, 2.a
ed., Madrid, BAC, 1978, pp. 97-110 y 190-215, y Segismundo FOLGADO FLÓREZ, Cristocentrismo teológico en
fray Luis de León, El Escorial, Biblioteca de La Ciudad de Dios, 1968, especialmente pp. 36-57.
312 CIRÍACO MORÓN ARROYO

CONCLUSIONES

Los ejemplos dados y las variantes apuntadas permiten concluir que para fray Luis la
interpretación literal de la Biblia es:
i. Lectura del libro bíblico como realidad total, no en forma de fragmentos para pro-
bar tesis formuladas desde contextos ajenos.
2. No convertir el texto en parábola científica, moral o mística -los tres sentidos tra-
dicionales además del literal— sino desplegar la letra en sus denotaciones y connotaciones,
desarrollando los sentidos figurados, morales y tipológicos que el contexto permita docu-
mentar.
3. La referencia a Cristo y al destino último del hombre en el cielo es el único a priori
o presupuesto con el que se acerca a la lectura del texto bíblico. Fray Luis sólo admite un
sentido espiritual o «místico» de la Biblia: cuando el Nuevo Testamento relaciona con
Cristo un texto del Viejo, y esa relación no podría inferirse del significado normal de las
palabras relacionadas.
4. Otro a priori lo constituyen las reglas del discurso: reglas de gramática, retórica,
poética y lógica. Por eso acepta la alegoría de los retóricos como un aspecto del sentido
literal. Fray Luis no rechaza la alegoría teológica, pero la limita al caso indicado en la con-
clusión anterior.
5. Su idea de sentido literal se extiende a todo cuanto pueda sugerirnos un texto.
Todos conocemos lecturas que nos parecen artificiosas, poco fundadas en la letra. Este
posible riesgo habrá que discutirlo en cada caso para los textos literarios. Frente al texto
bíblico, hay una indiscutible autoridad que puede poner frenos: la Iglesia. En una y otra
instancia, la hermenéutica de fray Luis es ex-poner, des-plegar, dejar hablar al texto.

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