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Guadarrama, P. y Pereliguin, N. (1990). Lo universal y lo específico en la cultura.

La
Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.

Cultos para ser libres

“La ideología burguesa se esmera en presentar como ideal de vida aquella que sólo consiste
en el consumo y el disfrute de los bienes que han sido creados por otros. Culto es entonces
sólo aquel que sabe elegir y saborear los platos más exquisitos, el que ostenta las últimas
creaciones de la moda, el que selecciona las mejores antigüedades u obras de arte para sus
colecciones particulares y poder disfrutarlas del modo más egoísta, o el que expresa sus
ideas utilizando las formas más complejas, saturadas de nombres y palabras extranjeras, en
señal de a sapiencia que debe acompañar a un hombre “culto”.
(…)
[En el socialismo] Culto es ese hombre que ama con pasión su trabajo sin importarle
exclusivamente el monto de remuneración que la sociedad está en condiciones de
retribuirle; culto es el que es capaz de los sacrificios más grandes no sólo por sus
compañeros más allegados, sino también por los pueblos más distantes que tal vez ni
conozca muy bien, pero sabe que es reclamado porque son útiles sus servicios; culto es el
eterno insatisfecho con sus conocimientos, el incansable estudiante que está convencido de
que el afán de saber sólo debe concluir en la tumba, pero no para atesorar sabiduría, sino
para volcarla en todo instante sobre quienes la demanda; culto es el que está al tanto de las
manifestaciones del arte, de la vida científica, política, etc., de otros pueblos: en fin, el
hombre culto en el socialismo es un ser que no podrá jamás medirse con los mismos
parámetros con que se mide el hombre culto en el mundo donde impera el capital.
(...)
En la ideología burguesa la defensa de la libertad se lleva a cabo hasta el extremo de que no
importa que ésta pueda afectar la libertad de otro hombre semejante. El individualismo más
desenfrenado permea todas las concepciones del hombre en esa sociedad y, en primer lugar,
de la libertad. La sociedad de la “libre empresa” presupone que haya hombres “libremente”
disponibles en el mercado para su libre elección por el que dispone de dinero suficiente
para pagar cualquier solicitud. Tal libertad implica también la de disponer de la vida de
otros a fin de satisfacer los más exigentes gustos personales, Ser libre para el burgués es
poder comer lo que le guste, viajar lo que desee, residir donde quiera, en fin, no encontrar
traba alguna que frene su ilimitado deseo de alcanzar satisfacciones, otros pueden o no
“elegir” la forma más precaria de subsistencia.
(…)
En primer lugar, la libertad en el socialismo implica que el hombre disfrute a plenitud del
derecho al trabajo, al estudio, a la salud, a la seguridad social, a profesar o no un culto
religioso, a disfrutar de las manifestaciones del arte en todas las expresiones posibles, a
disponer de su tiempo libre e invertirlo en beneficio de la sociedad o para descansar de
manera culta.
(…)
La sociedad socialista crea condiciones para que cada individuo desarrolle sus habilidades y
de acuerdo con sus capacidades, dedicación y sacrificio éste pueda seleccionar aquellos
perfiles ocupacionales que son necesarios a la sociedad y al a vez satisfagan sus intereses y
vocación. Como una sociedad más justa, más racional, más planificada, el socialismo
permite de manera más real y efectiva la libertad del individuo, del hombre concreto y no lo
diluye en abstracciones como se ataca injustamente.
(…)
La experiencia de la revolución cultural que se produce tras el triunfo del socialismo
corrobora también la estrecha relación que existe entre la cultura y la libertad. El cambio
social que ésta trae aparejada implica independencia económica y liberta política para los
trabajadores, sin embargo, tal libertad no deja de ser limitada, ya que las masas populares
no poseen los suficientes conocimientos ni experiencias para dirigir de inmediato de forma
eficiente todos los asuntos del nuevo estado y, por tanto, no pueden dominar
multifacéticamente sus propias condiciones de existencia producto del bajo nivel cultural.
Tienen que pasar algunos años en los que de forma paulatina se incremente el nivel cultural
en las masas trabajadoras y se vaya formando una clase obrera y campesina más
intelectualizada y una nueva intelectualidad proletarizada.
(...)
La cultura socialista se destaca pos su nueva concepción del trabajo, que evita su
consideración como carga o maldición, y al humanizarlo lo presenta en su verdadera
dimensión, como vía efectiva para que el hombre desarrolle libremente sus infinitas
potencialidades creadoras. El trabajo es concebido como necesidad vital productora de
bienes materiales y espirituales que el hombre necesita y que al incorporar, de manera
aislada, cada cual desde su fábrica o taller los resultados de su creatividad, enriquece la
cultura universal. Cada día nuevos inventos y descubrimientos, en cualquier parte del
mundo, son incluidos en el tesoro de la cultura mundial. La mayoría de ellos se
despersonalizan de sus creadores y son asimilados en otras latitudes simplemente como
algo hecho para el hombre, aun cuando las elitistas relaciones económicas capitalistas
traten siempre de marginar sus efectos.
Muchas personas que provienen de la sociedad capitalista ala comenzar a construir la nueva
sociedad no están acostumbrados a ejercer la libertad, ni a disponer de la nueva cultura que
se crea, por lo que se requiere una labor educativa muy sostenida a fin de que llegue a
tomar conciencia de sus posibilidades y ejerza su libertad en la medida en que es más culto.
(…)
Ese nuevo individuo del socialismo sabrá conocer mejor los auténticos valores que crea
toda cultura. No sólo sabrá adornar su vivienda con objetos de mayor significación cultural,
sino que sabrá organizar su vida y la de sus hijos de forma que encuentren placer estético y
satisfacción espiritual en aquellos fenómenos que realmente los merezcan. Sabrá desarrollar
un ojo más crítico para la sociedad, para sus compañeros, su familia y para sí mismo y por
tal motivo contribuirá al perfeccionamiento de todo porque tiene conciencia de lo que debe
ser perfeccionado.
El hombre culto del socialismo imprime a su actividad el sello de su creación consciente
porque sabe para quién trabaja en definitiva y se siente realizado en su obra. Sabe que cada
labor es un grano de arena en la monumental obra de la cultura humana que por su
contenido siempre será universal o internacional en tanto que específica, nacional será su
forma.
Este análisis no debe conducir a idealizaciones estériles. Es sabido que aún en la sociedad
socialista subsisten individuos enajenados, que incluso constituyen un signo negativo de la
cultura. Tales manifestaciones no pueden desanimar jamás a quienes emprendan la noble
tarea de gestar una sociedad y una cultura más humanas. Esto no es más que nuevas tareas
que debe resolver el socialismo, de manera práctica con la fundamentación teórica
correspondiente”.

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