Вы находитесь на странице: 1из 5

Nuevo imperialismo

El ​nuevo imperialismo fue un fenómeno político, económico y cultural protagonizado por las
distintas potencias europeas entre los años de 1885 a 1914 aproximadamente. Consistió en el
dominio económico y administrativo de las potencias europeas (especialmente Inglaterra y
Alemania y en menor medida Francia e Italia. Estados Unidos también participó de estas
dinámicas en gran medida, al igual que lo hizo tardíamente Japón, aunque visiblemente más
débil que los demás países) sobre los países denominados “tercermundista” o menos
desarrollados (siendo estos algunos países de Asia, casi por entero África y enteramente
Oceanía. Suramérica tenía condiciones imperialistas algo distintas a las de estos países),
usando en la gran mayoría de casos la dicotomía: "avanzado-atrasado" (concepto clave para
el desarrollo ideológico del avance imperialista). El poder se ejercía tanto de forma directa,
mediante mecanismos de control político y administrativo, donde el país dominado se
consideraba formalmente una colonia; o indirecta, en donde la dominación del país
dominante se expresaba más en formas económicas e industriales.

Gestación y antecedentes económicos

El imperialismo era en sí un fenómeno de vieja data, aunque el término, al momento que


apareció, era algo novedoso, considerado entonces un neologismo. La característica
fundamental de este, con diferencia a los anteriores, eran sus motivaciones. Dentro del marco
del capitalismo, y como lo señala Lenin en su análisis del imperialismo como fase superior
del capitalismo, el imperialismo nace, entre otras cosas, por la expansión del capitalismo a
niveles globales. El desarrollo de la industria y de la tecnología obliga a las naciones y al
mundo en general a buscar nuevos mercados de donde abastecerse de materias primas para la
acelerada producción industrial por la cual se pasa, la gran depresión es una muestra de estas
forma avanzada del capitalismo, por lo que, las grandes potencias industriales se embarcan en
una búsqueda por nuevos y ricos mercados de donde explotar materias primas.

El imperialismo surge, entonces, en medio de un marco de recuperación económica del


capitalismo, el cual había caído en crisis hacia 1873. El problema: la "superproducción". Ya
no había un marco extenso de ganancias y beneficios para los capitalistas. Ahora el proceso
de enriquecimiento capitalista no cumplía bien su objetivo, pues se vivía una baja real en: a)
los precios de producción, gracias al avance tecnológico; y, b) en los precios de venta final al
consumidor, debido al alto número de proveedores en competencia, dando por resultado un
bajo nivel de beneficio al industrial. Situación que se buscó solucionar con dos medidas:
expandir el mercado mediante la expansión territorial, ya que este no crecía al mismo tiempo
que la producción y la competencia. Y el proteccionismo, buscando reducir a los
competidores, dejando sólo a los nacionales.
Las grandes potencias, como forma de competencia en sentido económico, para promover la
industria nacional y al mismo tiempo rivalizar contra el crecimiento de las demás potencias
adoptan un proteccionismo comercial. Este proteccionismo comercial, no permitía que las
potencias rivalicen unas con otras de manera directa, por lo que, la nueva competencia por el
mercado más fuerte terminaría transportándose a la expansión de mercados por medio del
imperialismo para la alimentación de la industria.

Reducir las causas del imperialismo a solo factores económicos sería absurdo, pues, tanto en
las causas como en las consecuencias de este fenómeno hay influencias de toda clase, aunque
sí es útil tener un contexto del panorama económico que envolvía el imperialismo, ya que,
también sería absurdo desconocer un factor tan relevante como lo es el aspecto económico.

El nacionalismo también jugó un papel importante en este proceso, ya que algunos sostienen
que sobre su base, apareció el imperialismo. Las ideas sobre qué era y debía ser una "nación",
venían desde hacía ya un tiempo penetrando en Europa. Formándose la idea de que la nación
era una comunidad de acción del total de ciudadanos políticamente maduros de un grupo en
específico que comparte una misma lengua. Dentro de este marco, se entendía a la nación
como un ser en busca de poder, el cual no se podía ni debía encerrarse en un pequeño
territorio estatal, eso era símbolo de vergüenza. Su verdadero deber ser estaba en expandir sus
dominios, y así permitir un mayor grado de acción a sus individuos más dinámicos;
mostrando de esta manera su honor y prestigio, al mismo tiempo que hace valer su voluntad
en el exterior a costa de otros pueblos, inferior. En este marco, la idea de expansión, de
imperialismo, era percibida como un símbolo de grandeza nacional, orgullo e inspiración para
sus miembros, impulsando así sus actividades. Además, cabe señalar, que estas ideas tenían
un carácter "Darwiniano", en el sentido que se creía que las más grandes naciones podían y
debían subyugar a las pequeñas como una forma de expresión de "la ley del más fuerte" en la
cadena.

Otro de los aspectos a resaltar que propició el desarrollo del imperialismo fue el desarrollo
tecnológico. Uno de los problemas que tenía Europa antes para poder establecer colonias en
África y Oceanía era el precario sistema de transporte, la hostilidad nativa, y, como problema
principal era la la malaria, la fiebre amarilla y la fiebre tifoidea. Aunque en el siglo XIX se
habían hecho avances médicos en favor del desarrollo de una cura para estas enfermedades
que dejaban por fuera del alcance del Europeo las tierras Africanas, estos se basaban en la
extracción de quinina, árbol que solo se conseguía en las Américas, en especial en Colombia,
por lo que su importacion solia ser costosa y a veces de dudosa calidad, siendo entonces
exclusivo de los importantes militares que lideraban expediciones al África. Este problema se
soluciona cerca a la década de los 70`s donde se descubre que las propiedades de la quina se
pueden implantar en otros árboles que si podían crecer en Europa, abaratando el costo de la
quinina. esto, combinado con el descubrimiento de rutas fluviales que permiten el ingreso
eficaz en el continente Africano y el reciente avance del barco a vapor (pues los barcos
normales no era capaces de entrar en el continente) propició la penetración física de Europa
en la recientemente descubierta riqueza Africana.

Desarrollo e ideología
Cuando iniciamos esta consulta, nos indicaron que el imperialismo que estábamos
estudiando, era un "imperialismo a secas", y ya entendemos el porqué. El término
"imperialismo" surgió unos años antes de que iniciará en fuerte el fenómeno a finales del
siglo XIX, pero como ideología o política de dominación, ya existía desde tiempos
inmemoriales. Pero lo que hacía diferente a este, del desarrollado antes (además del término
de referencia), era: por un lado sus motivaciones, pero por otro su desarrollo. Sus
motivaciones ya han sido exploradas en párrafos anteriores, pero no su desarrollo.

Su desarrollo se enfocó en la complementariedad económica, a diferencia de su antecesor


inmediato, el colonialismo, el cual se basó en la explotación económica. ¿Cuál es la
diferencia entre explotar y complementar? ambos modos tienen un carácter vertical. Pero al
explotar, el beneficio es exclusivamente unilateral, va hacia el territorio del dominador;
mientras que en la idea de complementariedad, hay una interdependencia económica y/o una
una división del trabajo. Yo produzco algo que el otro necesita, se lo vendo, y él produce algo
distinto, que yo necesito, y me lo vende. Esta era la lógica, y todo desde un marco imperial.
En el cual la metrópoli genera productos industriales, y los territorios ultramarinos, alimentos
y materia prima.

Todo esto se hacía, aunque no fuera la intención inicial, mediante monopolios, y -más
generalmente- oligopolios. Esto debido al alto riesgo de la inversión en los nuevos
territorios, los cuales eran desconocidos y -en mayoría de casos- poco atrayentes a raíz de su
estatus no-indispensable. ¿No hay una contradicción aquí con lo expuesto en el párrafo
anterior? No. Decimos que eran no-indispensables para la metrópoli en el marco de la
economía mundial, en el cual regiones como América ya producían materias primas y
competían. Pero ciertamente si eran necesarias para la existencia de un monopolio,
oligopolio, imperial y estatal enmarcado en medidas proteccionistas.

Dentro de esta lógica, las grandes potencias competian la una contra la otra para probar quien
era la que conseguía lo que alguno autores llamarán el “ultraimperialismo” que es
básicamente el domino del mercado mundial, por ende, el dominio cultural y político del
mundo entero. Esta fricción constante entre las potencias, agravada por sus fuertes políticas
proteccionistas fueron las que desencadenaron en realidad la parte política social y cultural
del fenómeno del imperialismo, pues la lucha pasó de ser una puja económica a una pelea por
la soberanía de los territorios, en especial por la reciente posibilidad de colonizar el territorio
Africano.
Las medidas imperialistas ponen en una posición de dominación a la gran potencia sobre la
pequeña, relegandola a ser productora de lo que la gran potencia necesite y ahogando su
industria para dejarla relegada a la producción primaria faltante de la potencia imperialista.
Esta relación, termina afectando ambas partes, tanto el gran estado industrial como el
pequeño agrícola, sus cualidades culturales y políticas se ven determinadas por esta nueva
forma de ​comercio internacional. Por lo que la cultura de la “colonia” se verá fuertemente
afectada por la cultura de la potencia imperialista, cosa que se puede apreciar con el caso del
conocido Gandhi, quien, a pesar de ser un defensor de la independencia India sobre el yugo
Inglés, estudió en escuelas inglesas, y su educación, en general, reproducía las formas de
conocimiento occidentales. Parte de esta colonización cultural es expuesta en las formas de
vida normales que se reproducen dentro de las colonias, estas son una extensión del gran
imperio, por lo tanto de su cultura, así es como muchas partes del mundo las empresas
Inglesas cobraron mucho poder, e incluso detalles como la forma de sus buzones llegaron a
proliferar como una muestra de la dominación cultural que ejercía Inglaterra sobre el resto del
mundo.

Hay un problema en el desarrollo del imperialismo, pues este surge después de la revolución
francesa, donde se exaltaba por toda Europa los ideales de libertad e individualidad. ¿Como
entonces pudieron reconciliar estas dos ideologías aparentemente imposibles de relacionar?
Inglaterra, y en general, en las potencias imperialistas proliferó en los libros, en el arte y en
casi cualquier producción cultural la idea de la superioridad racial, de amor patrio y de gloria
al conquistar, la gente se sentía superior, ellos como individuos al participar de una raza que
era militar y económicamente superior a los “débiles” pueblos colonizados, por ende su
cultura era superior y debía imponerse a la de las demás. Esta ideología, funcionó como
pegamento social a los crecientes estados nacionales, y constituía un “buen cemento
ideológico”, por lo que quedaba justificada moralmente el accionar imperialista de las
grandes potencias.

Cambio en el imaginario social

Hablaremos entonces, de cómo (en términos de Taylor) la ideología imperialista (explicada


como forma ideológica más arriba) pasa de un estado hermenéutico a un estado de
prescripción. Hay que empezar, entonces, en cómo cambia la producción cultural, entendida
más que todo como los textos producidos y los discursos políticos, para la glorificación del
ideal imperialista, que para mediados del siglo XX tomaría, como es natural, connotaciones
despectivas.

Aquí es donde se empieza a gestar el ideario de un héroe explorador que va en busca de


grandes tesoros, generalmente enfrentándose a nativos agresivos o caníbales, o poderosos
villanos orientales. En los textos escolares (en Inglaterra) tenían estereotipado al indio rico
que hablaba perfecto inglés. En las historias siempre se veían mundos extraños y héroes que
los colonizaron, reforzando el sentido de superioridad ​cívica ​que tenían los ingleses, y en
general, los europeos, sobre los demás continentes. Evidenciado en gran parte en las
misiones cristianas que se enviaron a África, que con gran éxito lograron penetrar la cultura
religiosa preexistente de estos pueblos.

El nacionalismo es el elemento central aquí, pues, como ya se dijo antes, dió sentido,
legitimidad y justificación a la política imperialista en el marco mundial, el asalariado clase
media creían que eran vehículos del nacionalismo patriótico, y que sus conquistas traían
gloria a la nación y a ellos mismos. Saltando aquí el componente económico, y por ende
material del asunto, la aceptación por parte del amplio cuerpo social de la metrópoli, se debía
en gran medida a la idea de un deber ser de la dominación, enmarcada en el "Darwinismo
social". Se percibía superior al continente Europeo, su sociedad, tecnología, y en especial a su
raza, la blanca. Dando por resultado la empresa de "civilizar", o sea, volver culto lo que está
más allá, tanto territorios, como personas.

Siendo esto, articulado con ideas más antiguas de superioridad, una forma tipificada de
relacionarse con lo que está más allá. Para los europeos, los de más allá, habitaban los
territorios "exóticos", tropicales, siendo personas "exóticas", a la vez que "salvajes", ya que
vivían en un estado y orden premoderno. La diferencia se centraba en los más de los casos, en
la raza, la gente de color era inferior a los blancos. Así las cosas, los Europeos veían como
empresa la civilización de aquellos salvajes. Ellos en papel de superior, debían, estaban
obligados, y por ende era legítimo actuar sobre esos pueblos.

Вам также может понравиться