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Los grandes teóricos han optado, en una primera instancia, por explicar la
manifestación del comportamiento prosocial, como una importancia percibida por parte de
un sujeto, a incrementar el afecto positivo de una situación, y a su vez, aminorar el afecto
negativo de la misma. O incluso, pudieran recurrir a la explicación de factores internos
orgánicos que lideran dichas tendencias de colaboración social. Así pues, dos importantes
figuras de la presente disciplina, Baron D. y Byrne D., proponen cuatro factores ligados a la
explicación causal de fenómeno tratado: 1) hipótesis de la empatía-altruismo, 2) modelo
del alivio de un estado negativo, 3) hipótesis de la alegría empática, y 4) modelo del
determinismo genético.
Ahora bien, hemos de suponer que dichas teorías referentes a la explicación causal
de las conductas prosociales pueden ser extrapoladas a una determinada situación ocurrida
en un esquema social específico. Así pues, pudiéramos, desde un punto de vista práctico,
hacer referencia a la situación de crisis socio-económica que atraviesa Venezuela durante
los últimos diez años aproximadamente, que se ha maximizado progresivamente, siendo el
2019 el año donde ha surgido una mayor emergencia social como producto de, entre otras
cosas, la ausencia necesidades básicas para la vida cotidiana (comida, agua, electricidad,
medicinas, etc.). He de afirmar entonces, que, pese a que la sociedad venezolana se
caracteriza por su tendencia al deseo de compartir, y que, pese a que está compuesta por
personas comunes, enmarcadas en el modelo orgánico genético anteriormente mencionado,
en la actual crisis, muchas personas optan por esquivar la emisión de conductas prosociales.
Así pues, ¿qué lleva a algunas personas a no ayudar a otras que se encuentran en
estado de emergencia? O, llevando la teoría a la praxis, se plantea entonces: ¿Por qué
razones, no se hacen presentes más manifestaciones de conductas prosociales desde
espacios menos afectados por la crisis eléctrica, hacia espacios más afectados por la crisis
eléctrica?
Por otra parte, plantean Batson y Thompson (2001), que, en medio de un proceso de
ayuda social, interactúan tres elementos motivadores a llevar o no llevar a cabo la conducta
prosocial. En una primera instancia, el egoísmo o interés personal que, según Baron y
Byrne, se define como “preocupación exclusiva por nuestro bienestar y necesidades
personales, en lugar de las necesidades y bienestar de los demás”. Como un segundo punto,
la integridad moral, que es el deseo o motivación a ser éticamente correctos a través de las
acciones emitidas. Y finalmente, la hipocresía moral, la cual conlleva a una acción
impulsada tanto por el interés propio, como por causar una buena apariencia externa.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baron, R., Byrne, D. (2004). Psicología social. México. Pearson Prentice Hall