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Nuevos valores en la práctica psicosocial y comunitaria: Autonomía

compartida, autocuidado, desarrollo humano, empoderamiento y justicia


social

Introducción:

Alipio Sánchez Vidal, denuncia una falta de atención sobre el rol de los valores en
el ejercicio de la psicología comunitaria. Recalcando que toda actividad de
investigación o intervención social, no solo implica para el practicante o
profesional, una responsabilidad académica con una institución, sino también una
responsabilidad sociocultural y ética, con las comunidades implicadas en sus
actividades. En este sentido, y partiendo de un ajuste en el significado de los
valores tradicionalmente concebidos como individuales (para darle una dimensión
grupal o comunitaria), Sánchez propone el desarrollo humano, el empoderamiento
y la justicia social, como los pilares de la práctica de la psicología comunitaria.
Siendo la justicia social, el fin último de ésta.

El autor abre su discurso señalando que, como consecuencia del enfoque


netamente deontológico e incluso político, que en un principio se le daba la
psicología comunitaria, ésta terminó siendo valorada bajo los mismos términos y
retórica académica, que una ciencia básica o “dura”, generando una
incompatibilidad entre la visión de quien interviene y los objetivos esenciales del
trabajo comunitario. Sánchez refuerza lo anterior, haciendo mención al trabajo de
Rappaport (1977), en donde ya se hablaba de los valores en el campo social, pero
de forma más teórica que práctica y desde un enfoque mayormente deontológico.
Así mismo, nombra algunos autores que constituyen una excepción en cuanto a la
desatención hacia los valores en la psicología comunitaria. Pero en ningún
momento profundiza lo suficiente en alguno de ellos, añadiendo que, a pesar de
que la lista de autores podría ampliarse, esto no cambiaría la tesis del descuido
ético como lo denomina él, lo cual, a fin de cuentas, resta algo de fuerza
argumentativa al discurso que se venía manejando. Al percatarse de ello, Alipio
Sánchez dirige brevemente la atención del lector, hacia los efectos perjudiciales
que causa sobre el psicólogo o practicante (estrés y frustración, entre otros), la
falta de una ética psicosocial explícita y bien establecida para los trabajos
comunitarios.

Un punto positivo del artículo, es que resalta que, entre el profesional o practicante
y la comunidad, debe primar la confianza, la veracidad y la transparencia. Por ello,
una de las responsabilidades implícitas del trabajo social, es conocer las
condiciones reales de las personas y comunidades a investigar o intervenir, para
prever, dentro de lo posible, los efectos que tengan las actividades sobre tales
actores y, por lo tanto, definir la pertinencia del proceso mismo.

“Nuevos” valores

Sánchez (2015) propone una extensión al significado de la autonomía y la


reivindicación del autocuidado, para adaptarse al trabajo comunitario. En esa línea
de ideas, es necesario hablar de una autonomía colectiva, que se proponga
sintonizar a todos los individuos de una comunidad, en la planeación y gestión de
proyectos que prioricen el bien común, más allá del individual. Seguidamente,
Sánchez habla de su propuesta del interés propio y el auto-cuidado, a partir del
trabajo de Thompson (1989), remarcando la importancia de velar por el bienestar
e integridad del psicólogo o practicante, como estrategia para garantizar hasta
cierto punto, una mayor eficiencia en el cumplimiento de los objetivos de la
práctica o trabajo.

Entre los valores psicosociales o socio-comunitarios, se encuentra el desarrollo


humano, que incluye la auto-dirección personal o colectiva, la inter-acción
personal y la vinculación social, en consonancia con el alcance de los logros en
comunidad. Esto puede alcanzarse a través del empoderamiento, entendido como
una decisión consciente, por parte del individuo o grupo comunitario, de asumir las
riendas de sus acciones, utilizando su potencial, en aras de buscar una justicia
social en la comunidad. Éste último, es el fin perseguido por la psicología
comunitaria y en ese orden de ideas, el autor se apoya en Bellah et al. (1989),
para definir los factores clave, para alcanzar la justicia social: la justicia sustantiva,
que propende por asegurar el mínimo material e inmaterial, para que cada
individuo pueda vivir dignamente en una comunidad; la justicia distributiva, que
como su nombre lo indica, vela por que haya una distribución equitativa de bienes
y recursos entre los integrantes de la comunidad (asumiendo que haya un
compromiso en el esfuerzo y trabajo de cada individuo). Finalizando con la justicia
procesal o de trato, que podría definirse como el acuerdo de convivencia entre las
partes de la comunidad, pues debe existir algo que asegure un trato justo y sano,
entre los individuos, respetando sus diferencias, para poder vivir en paz.

Como parte de su mensaje, Sánchez reitera algunos compromisos que debe


asumir un practicante comunitario en su labor, desde velar por el desarrollo
humano, hasta denunciar injusticias y desigualdades (que en realidad debería
sustituir dicha expresión por “inequidades”) dentro de los grupos con los que
trabaje. Dejando en claro, que su intención es que quienes trabajan en diferentes
sectores de la sociedad, desde la psicología comunitaria y la intervención social en
la era moderna, asuman una mayor responsabilidad ética, a la hora de proyectar
su labor práctica, no solo como representante de la academia, sino como sujetos
inmersos en la realidad de nuestra sociedad.

Consideraciones finales
Resulta evidente que Alipio Sánchez invita a todos los profesionales involucrados
en el trabajo comunitario, a que evalúen de manera crítica y sistemática su labor.
Así mismo, propone unos valores básicos para que guíen la toma de decisiones y
el actuar de los psicólogos y trabajadores sociales, desde una perspectiva
comunitaria. Entonces, es fundamental proponer guías éticas que permitan
esclarecer las mejores alternativas y las metodologías del trabajo, con una
reflexión continua y dialógica de los procesos como psicólogos comunitarios.
Referencias:
Sánchez Vidal, A; (2015). ‘Nuevos’ valores en la práctica psicosocial y
comunitaria: Autonomía compartida, auto-cuidado, desarrollo humano,
empoderamiento y justicia social. Universitas Psychologica. Pontificia Universidad
Javeriana. Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/647/64744107004.pdf

Casos de estudio: en relación al incumplimiento de la


resolución 8430 de 1993

Caso 1: Experimentos con seres vivos, último escándalo que sacude a


Volskwagen
Fuente:
 Salazar (2018): https://www.eltiempo.com/mundo/europa/escandalo-en-
volskwagen-por-experimentos-con-seres-vivos-178632

Según lo reporta la página web www.eltiempo.com, en el 2018 aparecieron una


serie de acusaciones en contra de Volskwagen, Daimler y Bayerische Motoren
Werke (BMW), según las cuales, dichas empresas automovilísticas habrían
financiado experimentos médicos, realizados en primates y seres humanos, para
estudiar el efecto sobre la salud, del dióxido de nitrógeno (NO 2), el cual se genera
en los procesos de combustión a altas temperaturas de vehículos motorizados.
Ante las acusaciones, al parecer, el jefe de lobistas de Volkswagen, Thomas Steg,
asumió la responsabilidad de los hechos, pero declarando que Volkswagen no
solicitó experimentos en humanos. Udo Hartman y Franz Hansen, quienes hasta
ese momento eran jefes de los departamentos de medioambiente y modalidad
urbana de Daimler y BMW, respectivamente, negaron igualmente los
experimentos en humanos y aceptaron la “posibilidad de que sí se hayan
producido experimentos en primates”. Luego de diferentes eventos, el periódico
alemán “Stuttgarter Zeitung”, el principal medio acusador, declaró que realmente
no disponía de pruebas reales sobre la supuesta experimentación. Sin embargo,
mencionó que lo que realmente había ocurrido, era que las empresas
automotrices habían empleado de forma fraudulenta un estudio realizado en un
hospital universitario de Alemania, en el cual, se habían realizado pruebas
relacionadas al efecto sobre la salud, del dióxido de nitrógeno, en concentraciones
muy reducidas, pero en ambientes de oficina, no como parte de un estudio
automotriz. Es decir, que las empresas acusadas, en realidad habían manipulado
la información del estudio que ni siquiera había sido realizado por ellos, para
convencer al público de que el dióxido de nitrógeno, producido por los
automotores, casi no tenían un impacto negativo sobre la salud bajo condiciones
muy diferentes a las que originalmente se plantearon en dicho estudio.

En cuanto a los experimentos en primates, según la publicación de EL TIEMPO, el


‘New York Times’, el diario ‘Bild’ de Berlín y el ‘Suddeutsche Zeitung’ de Münich
constataron que sí tuvo lugar y fue encargado y pagado por la asociación de
lobistas de Volskwagen, Daimler y BMW. Durante el mismo, 10 macacos habrían
sido sometidos a cuatro horas de exposición continua a escapes de diésel, en
diferentes grados de concentración durante cerca de un mes. “Los macacos
estaban encerrados en jaulas y, mientras inhalaban las descargas, eran
entretenidos con películas de dibujos animados. Nadie sabe, hasta el momento, lo
que pasó después con ellos”, publicó ‘Bild’, al citar un informe confidencial de las
tres automotrices.

En el caso planteado, se está incumpliendo indirectamente los artículos 5 y 6 del


capítulo 1. Según los cuales, En toda investigación en la que el ser humano sea
sujeto de estudio, deberá prevalecer el criterio del respeto a su dignidad y la
protección de sus derechos y su bienestar. Esto se afirma porque, aunque los
experimentos en humanos no se dieron en realidad, ciertamente el manipular los
resultados de una investigación ajena, para hacer afirmaciones en un contexto
completamente diferente y en un campo tan delicado como es la salud, representa
un atentado directo contra el bienestar, dignidad y respeto hacia la vida humana.
Por otra parte, presumiblemente se incumple con los incisos d y e, del artículo 87,
porque a los animales empleados en la experimentación, no se les proporcionó
unas condiciones sanitarias o de vida adecuadas, ni mucho menos se buscó
reducir o mitigar las molestias a las que serían sometidos. Del mismo modo, se
incumple la disposición del artículo 90, que estipula la necesidad de diseñar y
construir un bioterio, en el cual se criarán los animales que vayan a ser usados en
experimentación científica.
Caso 2: “La historia detrás del lío de los micos de Patarroyo”

Fuentes:
 García (2012): https://lasillavacia.com/historia/la-historia-detras-del-lio-de-
los-micos-de-patarroyo-34736
 Diario El Tiempo (2015) https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-
15192320

La importancia de los aportes realizados por Manuel Elkin Patarroyo y su equipo


de trabajo, no solo a la ciencia, sino a la medicina, con su trabajo de búsqueda de
una vacuna contra la malaria, es indiscutible y desde luego, siempre se le
reconocerá en Colombia y el Mundo entero. No obstante, el doctor Patarroyo,
según lo mencionado en el artículo “La historia detrás del lío de los micos de
Patarroyo”, publicado el 22 de julio de 2012, en la página web:
www.lasillavacia.com, aparentemente incumple algunas de las disposiciones de la
resolución 8430 de 1993. Puntualmente, el artículo 87, del título 5 (sobre
investigación biomédica en animales). En el cual se menciona, por ejemplo, que
“Los animales seleccionados para la experimentación deben ser de una especie y
calidad apropiada, y utilizar el mínimo número requerido para obtener resultados
científicamente válidos”. Ante esta situación, Patarroyo en el 2012, contaba con el
permiso de obtener 800 individuos de una especie de mono, perteneciente al
género Aotus para cada período de pruebas, pero según Ángela Maldonado,
fundadora de Entropika (ONG para la conservación de la biodiversidad) y
responsable de muchas de las denuncias hacia el científico, sólo en una ocasión,
el laboratorio del instituto de inmunología de Patarroyo, recibió a más de 900
individuos para someterlos a pruebas (por encima de la cuota estipulada en el
permiso). Por otro parte, otros denunciantes también han mencionado a lo largo
de los años, que en vista de los incentivos económicos que recibe la tribu indígena
que colabora con el investigador y la demanda de sujetos de prueba, se ha
formado una red de comercio ilegal de micos, obtenidos no solo en Colombia, sino
también en Brasil y otros países. Sin olvidar, que cuando se capturan micos
hembra con crías, generalmente las crías terminan siendo vendidas como
mascotas silvestres en redes de tráfico ilegal. Sumado a esto, en la resolución
8430, también se menciona que los animales deben en lo posible, ser obtenidos
de zoocriaderos y permanecer en instalaciones adecuadas para su bienestar, lo
cual, según las denuncias, no se cumple a cabalidad. Finalmente, otra de las
acusaciones contra Patarroyo, es que no parece estar presentando avances
realmente significativos en su investigación, habiendo empleado ya miles y miles
de organismos en experimentación, muchos de los cuales son nuevamente
liberados al ambiente y aunque el investigador afirma que son tratados para no
contaminar a otros individuos en estado silvestre, no hay una supervisión estricta
que pueda dar fe de ello. Constituyendo lo anterior, prácticas que ponen en peligro
el ecosistema. Por otro parte, según el fallo de 2012, Manuel Elkin Patarroyo no
contaba con estudios demográficos detallados, que permitieran establecer el
impacto ecológico de extraer semejantes cantidades micos de su ambiente
natural.

Como se puede observar en el artículo publicado por la página web


www.eltiempo.com en el año 2015, el consejo de Estado, otorgó de nuevo el
permiso al investigador, para continuar empleando monos del género Aotus en su
investigación, pero con ciertos cambios y compromisos por parte de Patarroyo.

Caso 3: América Latina, el paraíso de los experimentos médicos éticamente


cuestionables

Fuentes:
 EcoDiario.es (2013):
https://ecodiario.eleconomista.es/ciencia/noticias/4787191/04/13/America-
Latina-el-paraiso-de-los-experimentos-medicos-eticamente-
cuestionables.html
 Salas (2013).
http://esmateria.com/2013/04/29/america-latina-conejillo-de-indias-en-
ensayos-medicos-sin-control/

Algunos de los casos con mayor repercusión, en cuanto al incumplimiento de


normativas éticas para hacer experimentos con seres vivos, concierne a la
utilización de la población de países en vía de desarrollo, como sujetos de prueba
en experimentos científicos y médicos. Sobre este tema y por obvias razones,
resulta bastante complicado encontrar acusaciones directas y mucho menos,
evidencia sólida que sustente afirmaciones tan delicadas en casos actuales. Sin
embargo, en algunos medios de comunicación se hacen diferentes reflexiones,
aludiendo a que la mala situación económica y la vulnerabilidad de las personas
en países “pobres” o en vía de desarrollo, como Perú, Bolivia, Guatemala o
Colombia, entre otros, atrae la atención de empresas farmacéuticas y entidades
de diferente tipo, que ven la oportunidad de conseguir sujetos de prueba, con gran
facilidad. Existiendo dos vertientes, una primera, en la que serían los sujetos son
convencidos por ofertas económicas atractivas para ellos, accediendo a
experimentos en condiciones difusas y sin regulaciones estrictas por entes
legales. En el segundo grupo, estarían casos históricos en los que los sujetos de
prueba ni siquiera llegan a ser conscientes de que están siendo utilizados como
conejillos de indias. Al respecto, una de las experiencias que más se recuerda en
los medios, es que entre 1946 y 1948, Estados Unidos realizó experimentos con
enfermedades de transmisión sexual en prisioneros guatemaltecos, evidentemente
ignorando cualquier principio ético. Por otra parte, se menciona un caso
relativamente reciente, como en el que un centro clínico de Miami probó fármacos
en pacientes latinoamericanos, sin obtener un consentimiento informado, ni
explicar realmente qué era lo que se estaba probando o a qué riesgos se estaban
sometiendo los pacientes. En cualquier caso, no solo se estaría incumpliendo la
resolución 8430 de 1993, sino que todas aquellas disposiciones de carácter
internacional, en las que siempre se vela por mantener la dignidad del ser
humano, sobre cualquier finalidad u objetivo científico a la hora de experimentar o
hacer investigación.

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