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EJERCICIO 6

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO - LAS VERDADES FUNDAMENTALES

En sus primeras relaciones, el hombre aprende algo que la mayoría de individuos


que sobreviven y se mantienen cuerdos dan por supuesto la mayoría de las veces.
Sólo los psiquiatras, los sacerdotes y los filósofos natos saben lo amargamente
que puede echarse en falta. He llamado a este primer tesoro la "confianza básica";
es el primer rasgo psicosocial y el fundamento de todos los demás. La confianza
básica en la reciprocidad es ese "optimismo" original, esa suposición de que hay
"alguien" sin el cual no podemos vivir. En situaciones en las que esa confianza
básica no puede desarrollarse en la primera infancia, a causa de algún defecto del
niño o del entorno materno, los niños mueren mentalmente. No reaccionan ni
aprenden; no asimilan su alimento y no consiguen defenderse contra la infección,
y con frecuencia, además de morir mentalmente, también mueren físicamente.

Erik Erikson.

I. Introducción

En nuestra vida hay verdades fundamentales que nos son inmediatas, tan próximas a
nosotros que no nos son evidentes.
Por ejemplo, el oxígeno que llega hasta nuestros cerebros o el ingreso del aire a los
pulmones en cada respiración. No tenemos que pensar en ello para que el sistema que fluye
dentro de nosotros funcione. Si nos desmayamos o nos falta el aire nos daremos cuenta que algo
no va bien, que necesitamos del oxígeno para vivir.
No nos damos cuenta que el suelo nos sostiene hasta que tropezamos y caemos.
A nuestros seres queridos, con frecuencia, no los conocemos ni valoramos
suficientemente. Dramáticamente sólo los valoramos realmente cuando ya no están.
El ser humano es capaz de sustraerse, de olvidarse de las realidades fundamentales de
su vida. Y, sin embargo, son realidades de las cuales no podemos independizarnos, sin las que
no podemos vivir. No podemos decidir que no necesitamos del corazón o de los pulmones, ni
menos podemos disponer de ellos, así como no disponemos de las personas. No podemos hacer
que otros nos quieran, ni tampoco dejarán de existir las personas sólo por no pensar en ellas.
¿Hay una realidad más fundamental y próxima a todo hombre que Dios, del cual el
hombre tampoco puede disponer?. Y, sin embargo, el ser humano vive normalmente sin pensar a
cada momento en Dios. Dios que es:
nuestro Origen,
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el "De Donde" y "Hacia Donde",
nuestro Principio y Fundamento,
Sustento de nuestra vida, mi vida, tu vida.

Nuestra conciencia duerme frente a esta verdad, olvida a Dios, su amor, el cimiento de
su vida. No por ello Dios deja de ser la base, nuestro Principio y Fundamento.

De ahí la necesidad imprescindible de:

 experimentar y sentir a Dios en nuestras vidas y nuestras vidas en Dios,


 tomar conciencia de que estamos en Él, en su amor.

Esto se logra en el silencio.

II. Las características del Principio y Fundamento


El amor de Dios del cual oímos tanto, por lo que quizás ya no nos dice nada. Amor del
cual hablamos continuamente, quizás sin haberlo experimentado desde hace mucho tiempo. No
por eso su amor deja de ser cercano, próximo. Un Amor que es el mismo Dios, Dios que es su
mismo Amor.
Este amor es siempre infinito, capaz de llegar a lo profundo de nuestro ser. Nos ama a
todos y cada uno tal como somos, no por lo que podríamos o deberíamos ser.
Amor que es nuestro origen. Dios es nuestro origen y nosotros somos fruto de ese amor,
creación de Dios. Procedemos de Él, existimos desde Él, dependemos de Él. Él es nuestro
Creador y hacia Él tendemos.

 El hombre es, al mismo tiempo, autónomo y dependiente de Dios, criatura separada de Él,
distinta de Él. Somos realidad auténtica, existimos real y verdaderamente porque hemos sido
puestos por Dios en nuestras propias manos. Es decir, somos criaturas libres.
 Somos responsables. Dios nos dio la libertad: somos capaces de responder de nosotros
mismos. Sólo nosotros somos responsables de lo que hacemos, somos criaturas libres. Es
decir, somos criaturas responsables.
Esta es la manifestación de la grandeza del Dios Absoluto: crea a alguien procedente de
Él y, a la vez, distinto de Él. Nuestra libertad implica responsabilidad: nos tenemos en nuestras
manos, encargados a nosotros mismos, con la libertad de responder a su llamado.

Por eso estamos invitados a


 experimentar ese amor infinito de Dios en nuestras vidas
 tener una experiencia de nosotros mismos como criaturas distintas de Dios y
procedentes de Él, puestas por Él como seres responsables-libres.
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Sólo a partir de entonces seremos capaces de romper las ataduras, abrirnos al amor de
Dios y llegar a ser, no algo, no alguien (como siempre se dice), sino nosotros mismos.

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