Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Historia Universal
El Absolutismo y la Ilustración.
El siglo XV en Europa se inició una época que se conoce como de transición, ya que presento diversos cambios en
la vida humana de la sociedad. De trascendencia es el cambio en lo político donde se vivió el reemplazo del sistema feudal
por el fortalecimiento de la monarquía, que adquirió una fisonomía absoluta. El rey encarnaba el ideal nacional y la
estructura organizativa del Estado carecía de una separación
efectiva de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
El feudalismo, sistema de relaciones políticas, sociales y económicas, predominó en Europa hasta fines del siglo
XV, siendo reemplazado paulatinamente por las Monarquías Nacionales. Así la monarquía francesa es iniciada por Hugo
Capeto y afianzada por Felipe II Augusto, la monarquía inglesa es creada por Guillermo el Conquistador y, la monarquía
española es consolidada por los Reyes Católicos. La mayor parte de los Estados nacionales de Europa de la época
renacentista evolucionaron hacia el sistema monárquico, el que se constituyó con un carácter absoluto, que consistió en
reglamentar las relaciones de los reyes con sus vasallos y súbditos dentro de un estado más centralizado y unificado,
dejando de lado las concepciones medievales de contrato y costumbre.
Se denomina Monarquía Absoluta al sistema de gobierno en el que el “poder supremo reside en el rey y no existe
una separación de los poderes del estado”. Su existencia es gracias a que el rey tuvo de derecho y de hecho los atributos de
la soberanía, es decir, el poder para dictar y ejecutar las leyes, de administrar justicia, de percibir impuestos, de nombrar a
los funcionarios de Estado y regular las relaciones internas y externas de la nación.
El progreso de las monarquías absolutas se debe en parte al deseo de incremento del poder de los reyes por sobre
los señores feudales, y además, la influencia ejercida por el resurgimiento del derecho romano, el enfrentamiento entre las
naciones, las rivalidades señoriales y la rivalidad entre la burguesía y nobleza.
A partir del siglo XVIII, el resurgimiento del Derecho Romano había difundido la idea del gobierno ejercido por
un príncipe absoluto, que concentraba en su persona todos los atributos de la soberanía y cuya voluntad era la ley. También
la rivalidad entre las naciones obligó a los Estados a contar con un gobierno fuerte y centralizado, así el feudalismo no fue
capaz de enfrentarse al poder estatal en caso de una guerra y, además, no permitía el desarrollo económico de los pueblos.
Entonces, las necesidades militares tanto como las económicas impusieron el refuerzo de la autoridad real.
Otro tipo de conflicto que contribuyó a fortalecer la figura del rey fueron los conflictos de familia o señoriales, a
los que a menudo el monarca estimulaba y se servía de uno de los bandos en conflicto para así lograr aumentar su poder.
Probablemente el factor que más contribuyó al progreso de la monarquía absoluta fue la rivalidad entre la burguesía y la
nobleza, ya que el rey necesitaba de la burguesía para organizar las finanzas, para cancelar los sueldos de los funcionarios
del gobierno, para oponerse con fuerza a la presión ejercida por los señores feudales. Por estas razones, el monarca dio
algunas facilidades a la burguesía, como los monopolios de explotación, empréstitos, hipotecas de dominio, arrendamientos
de impuestos, protección contra las leyes de la iglesia que condenaban la usura y leyes que favorecieron el desarrollo del
comercio.
El rey aprovecho muy bien, también para sus propósitos, la aspiración de los burgueses de convertirse en nobles,
ya que sólo él puede proporcionarles el ascenso social, ya sea otorgándoles cargos públicos o patentes de nobleza. Los
nobles, al mismo tiempo, sólo podían defenderse de la burguesía con el favor del rey por lo que estos se ven obligados a
colocarse a su servicio, y a solicitar, según fuese su rango, gobiernos de provincias, regimientos o una abadía y obispado.
En la medida que burgueses y aristócratas lograron favores reales, posibilitaron también que el rey fortaleciera su
poder, y quizás fue éste el factor decisivo que permitió el desarrollo de las monarquías absolutas.
1.2. La Monarquía absoluta en Francia:
A. Aspectos Políticos:
Francia fue el país donde mejor se desarrolló la Monarquía absoluta, sobre todo en el reinado de Luis XIV. El
poder absoluto del rey era reconocido por el Derecho, así se estableció que la soberanía, el poder de gobernar, procedía de
una delegación divina recibida por el rey y que éste era responsable ante Dios (poder ejecutivo). También poseía el poder
legislativo, ya que era la fuente de la ley, además, poseía el poder judicial, ya que era el juez supremo y sus decisiones no
podían ser apeladas.
A pesar de los poderes señalados, el rey de Francia debía respetar los contratos, costumbres y las leyes
fundamentales del reino como la ley de sucesión y la ley que lo obligaba a defender a la iglesia.
Pese al poder absoluto, en la práctica tuvo algunas limitantes ya que su poder estaba limitado de hecho. Si bien el
monarca lograba imponer su voluntad, la escasez de funcionarios y la lentitud de en transmitir las ordenes reales no
permitían que el poder real interviniese en todos los lugares del reino.
Por otra parte el poder real fue limitado, poco a poco, por los oficiales reales y agentes administrativos del rey, ya
que estos lograron que sus cargos fuesen trasmitidos por herencia o bien que pudieran venderse, con lo que se convirtieron
en propietarios de sus puestos.
Los monarcas franceses tuvieron que relacionar su autoridad frente a tres sectores de la sociedad: los señores
feudales, las comunidades y la iglesia. En Francia el rey al ser jefe de Estado era el señor de todos los señores feudales y,
por lo tanto, en el reino francés solo existían vasallos, por lo que los seores feudales perdieron sus privilegios, tales como, la
recaudación de impuestos, la aplicación de la justicia, entre otros.
Frente a las comunidades el rey se convirtió en el señor de las provincias y de las municipalidades o ciudades.
Como ejecutor del bien común, tenía plenos poderes para administrar el gobierno en desmedro de la autoridad provincial.
Por otra parte, nombró gobernadores que ejecutaban sus órdenes, transformó los consejos de justicia de las ciudades en
parlamentos, concedió ciertos privilegios e integró a los artesanos de las ciudades en sociedades corporativas bajo
jurisdicción de oficiales reales que regulaban el ejercicio de oficios libres.
El rey se transformó, dado sus poderes, en jefe temporal de la iglesia por lo que sus integrantes de igual manera se
convirtieron en sus vasallos, por lo cual debían acudir en su defensa. También tuvo la facultad de sancionar las leyes
eclesiásticas y sólo bajo su mandato se podían convocar o autorizar los concilios. Tal situación le brindó, en muchas
ocasiones, el apoyo de la nobleza, el beneficio de percibir rentas de los obispados y la obligación de la iglesia de contribuir
a los gastos del presupuesto real.
En el aspecto económico buscó dirigir la política económica del Estado de forma absoluta y centralizada. De esta
manera, todas las manifestaciones de la vida económica tendieron a la creación de una economía que tuviera como fuerza el
nacionalismo económico, conocido como mercantilismo. El objeto de esta forma económica era lograr un desarrollo
económico nacional, aumentando la cantidad de oro y plata y disponiendo de una balanza comercial y de pagos equilibradas
o con superávit.
Por medio del mercantilismo, el monarca pretendía generar una economía nacional que respaldara su política de
administración del gobierno. Para lograrlo estableció leyes que prohibían la importación de bienes suntuarios y la
exportación de metales preciosos. Además, impuso impuestos de aduana a los productos importados que competían con los
nacionales y, en cambio, dio facilidades para la importación de materias primas.
En 1643, al morir Luis XIII, ocupó el trono su hijo Luis XIV. Este contaba con cinco años de edad por lo que
asumió como regente Ana de Austria. El reinado de Luis XIV se puede dividir en dos periodos: el gobierno de Julio
Mazzarino (1643 – 1661) y el de Luis XIV (1661 – 11715).
Gobierno de Mazzarino:
Nombrado como primer ministro por Ana de Austria éste fue el verdadero monarca. Una de sus primeras medidas
fue la aplicación de impuestos para financiar los gastos de la guerra de los 30 años, lo que determino la protesta de la
población francesa. Como portavoz del descontento actuó el parlamento de Paris, el que promovió la que promovió la
conocida guerra civil de la Fronda. La Fronda persiguió el objetivo de reacción contra el absolutismo, el cual no alcanzo ni
siquiera en su posterior movimiento de la fronda de los príncipes. Mazzarino logró salir airoso de este levantamiento y
trabajo para mantener el sistema, incluso llegó a aconsejar a Luis XIV a que dirigiera personalmente al país.
Al morir Mazzarino, Luis XIV declaro ante la asamblea del clero que en lo sucesivo el sería su primer ministro y
que sus colaboradores le ayudarían con sus consejos cuando él se los pidiera. En adelante el Estado sería él, quien además se
designó como monarca por gracia divina. La frase “el Estado soy yo” identificó para siempre su reinado.
Los primeros doce años del reinado del rey sol constituyeron un período de gran esplendor en la historia de
Francia, y se debe a Colbert, ministro de hacienda del rey. Colbert siguió las reglas administrativas de Richeleu y creó un
sistema mercantil estatal cuyo objetivo era aportar la mayor cantidad de oro y plata al presupuesto público. No obstante los
beneficios de la gestión de Colbert, la dilapidación hecha por Luis XIV de los fondos reales obligó al ministro a acudir a
recursos tradicionales para financiar el erario público: aumento de impuestos, empréstitos, loterías y venta de cargos
públicos.
A. Principios Políticos:
Alcanzó su mayor expresión durante el siglo XVI, ya que este absolutismo trajo una evolución social y económica
tan rápida que, a fines de siglo, fue desplazado. Uno de los principios en que se cimentó dice que la “ley era la primera
herencia del rey, puesto que el monarca gobernaba por efecto de la ley, pues sin ella no habría tenido la calidad de
gobernante”. En consecuencia, la ley era anterior al rey y estaba por encima de él. En otras palabras, la tradición legal era el
cimiento del Estado ingles.
B. Aspectos económicos:
Conforme a la política mercantilista que se adoptó, se consiguió afianzar el desarrollo de una economía nacional.
Así Enrique VII protegió la industria textil, Enrique VIII al desamortizar los bienes de la iglesia dio a la economía inglesa el
impulso decisivo para aceptar que los burgueses tenían un lugar en esta nueva sociedad precapitalista.
Sin embargo, la expansión económica originó la oposición al poder absoluto del monarca. Al inicio del siglo XVII
el número de burgueses, grandes comerciantes e industriales, había crecido y estos tenían como meta oponerse a toda fuerza
que frenase su libertad de acción económica. Por ello fueron hostiles a las diversas reglamentaciones que el poder absoluto
del rey trataba de imponer. Se inició así la abierta lucha entre el absolutismo y las libertades burguesas y, con el tiempo,
estas últimas habrían de imponerse.
A. Aspectos Políticos:
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón sentó las bases de del absolutismo en España. El
gobierno unitario de reinos autónomos se inaugurara recién con Carlos I (También conocido como Carlos V en Alemania),
y este mantendrá el ordenamiento institucional creado por los reyes católicos.
Carlos I concibió un Imperio Universal, que fue posible gracias a la herencia del Imperio Germano, Español y de
los territorios de América. Su idea de Imperio Universal lo sostenía en el objetivo de reestablecer el sentido unitario de la
Universitas Cristiana (Universalidad Cristiana). Sus ideas chocaron con el individualismo renacentista, así Francia
representaba a su adversario político ya que era partidaria de la fragmentación estatal, los protestantes estaban en contra de
la unidad cristiana, y el islamismo turco batalló en contra de la universalidad cristiana. Frente a este problema Carlos fue
flexible con sus adversarios para alcanzar su propósito, no obstante su idea fracasó, por lo que se da una segunda posición
en el siglo XVI: el Imperio Hispánico de Felipe II.
Felipe continuó combatiendo al protestantismo (Alemania, Flandes, Francia e Inglaterra), y también, reprimió con
dureza a la herejía. Gracias a esta policía, logró salvar la unidad religiosa y la unidad de la monarquía hispánica. Para
Felipe, la monarquía era el mejor sistema de gobierno y el monarca era el responsable directo del bien común, lo que indica
que para el rey el poder debe ser absoluto y que el monarca, con su prudencia, debía lograr el desarrollo armónico de la
sociedad.
B. La Monarquía y la Iglesia:
Carlos V y Felipe II, fueron el pilar fundamental de la Contrarreforma y se mostraron muy celosos de los derechos
de la monarquía hispana que habían heredado de los reyes católicos. Según estos derechos el monarca español tenía una
serie de derechos sobre la iglesia hispánica y, en especial, sobre la de las Indias. Entre estos derechos figuraba el Patronato
Indiano, que eran beneficios de los reyes católicos sobre la iglesia en América, entre estos derechos encontramos:
El patronato fue muy defendido también por sus sucesores, llegándose incluso en el siglo XVIII se le consideró
como un derecho inherente a la soberanía real, y la forma en que más claro se manifestó fue con la expulsión de los Jesuitas
de España, Indias y Filipina.
C. Aspectos Económicos:
Durante los reinados de Carlos V y Felipe II la economía fue Mercantilista, la que se basaba en una economía
nacional que sostuviera los esfuerzos de guerra de ambos monarcas. Para tales propósitos el sistema prohibió sacar oro y
plata de los reinos españoles, fomentando la exportación de materias primas, especialmente la lana de Castilla.
Esto significó un quebranto para la industria española, por lo que Carlos V dictó una serie de medidas como
prohibir la exportación de paños, tejidos, cueros y guantes, mientras se estimulaba la importación de lienzos y paños, con el
fin de bajar los costos de producción y precios. A pesar de esto, en la segunda mitad del siglo XVI decayeron las actividades
industriales, por lo que comerciantes y banqueros extranjeros se beneficiaron del comercio colonial y de la necesidad de
préstamos de la corona, por lo que no pudieron beneficiarse íntegramente de los metales preciosos que llegaban de las
Indias.
En resumen, debido a las políticas discontinuas de la corona sobre el mercantilismo, hicieron que el desarrollo
económico de español desde mediados del siglo XVI y los metales preciosos siempre en aumento, sirvieran para los
propósitos de la política exterior de España, pero no para fomentar su economía interna.
En este siglo todos los grandes Estados eran monarquías y la sociedad lo aceptaba como
una forma efectiva de gobierno, así se entiende que la monarquía es un requisito para un
Estado poderoso.
En suma, en los Estados europeos del siglo XVI, tanto el poder absoluto, como las instituciones tenían un
desarrollo desigual, lo que determinó una revolución histórica diferente para cada nación después de la Revolución
Francesa.