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Aarón
Hermano de Moisés, y sumo sacerdote de la Antigua Alianza.

Contenido
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• 1 Vida
o 1.1 Punto de Vista Católico Tradicional
o 1.2 Punto de vista independiente
• 2 Sacerdocio
Vida

Aarón
La vida de Aarón puede ser estudiada desde puntos de vista diferentes: según el Pentateuco,
que es la fuente principal sobre el asunto, su vida se ve como un trabajo continuo dirigido
por Moisés o bajo su supervisión---por consiguiente más confiable en la narración de los
eventos contemporáneos---o como una compilación de varios documentos de diversos
orígenes y fechas, recopilados juntos en su forma presente en una época más tardía. La
primera concepción, apoyada por las decisiones de la Comisión Bíblica, es aceptada por
la mayoría de los católicos; muchos críticos independientes adoptan el segundo punto de
vista. Estudiaremos esta parte del tema bajo los dos aspectos, aunque más detenidamente
como se encuentra en el primero.
Punto de Vista Católico Tradicional

Pectoral del Sumo Sacerdote


Según 1 Crónicas 6,1-3, Aarón (el significado de su nombre es desconocido) era el bisnieto
de Leví, y el primero de los tres hijos de Amram y Jochabed, siendo María la mayor
y Moisés el menor. Por Ex.7,7 conocemos que Aarón tenía ochenta y tres años y Moisés
ochenta antes del Éxodo. Puede admitirse, sin embargo, que esta genealogía es
probablemente incompleta, y la edad dada quizás es incorrecta. No conocemos nada de la
vida de Aarón antes de su llamada. La primera mención de su nombre aparece cuando
Moisés, durante la visión en Monte Horeb, intenta rechazar la peligrosa misión que se le
impone, alegando ser lento de lenguaje y carente de elocuencia. Yahveh responde a su
objeción y le dice que Aarón el levita estaba dotado de elocuencia y sería su portavoz.
Aproximadamente al mismo tiempo Aarón es llamado también de lo alto; entonces va a
reunirse con Moisés para que él le instruya sobre los designios de Dios. Congregan a los
ancianos del pueblo, y Aarón, que realizó milagros para reforzar las palabras de su misión
divina, les anunció la promesa feliz de su próxima liberación (Ex. 4). Transmitir el mensaje de
Dios al Rey era una tarea más complicada. El Faraón reprendió duramente a Moisés y a
Aarón, cuya intervención resultó ser desastrosa para los israelitas (Ex. 5).
Profeta Moisés
Éstos últimos, abrumados por los duros trabajos a que fueron sometidos, murmuraban
amargamente de sus líderes. Moisés se quejó a su vez ante Dios quien contestó
confirmándole su misión y la de su hermano. Animado de nuevo por esta renovada promesa
de la ayuda de Yahveh, Moisés y Aarón se presentaron ante el rey en Tanis (Sal. 78(77),12),
donde obraron los prodigios conocidos como las diez plagas para tratar de vencer la
obstinación del faraón. En éstas, según las Sagradas Escrituras, el protagonismo de Aarón fue
de gran importancia. De las diez plagas, la primera y la sexta se produjeron a su orden;
ambos, él y su hermano, eran citados ante el rey cada vez, y ambos recibieron igualmente de
Dios las últimas instrucciones para la salida del pueblo, en tiempos posteriores se les atribuyó
a ambos la liberación de Israel de la tierra de esclavitud; finalmente, ambos fueron
repetidamente el blanco de las quejas y reproches de los impacientes e inconsistentes
israelitas.
Ruta del Éxodo
Cuando los hebreos llegaron al desierto de Sin, cansados por su largo peregrinar, temerosos
de la inminente escasez de comida, y quizás ya debilitados por las privaciones, comenzaron a
echar de menos la abundancia de los días de su estancia en Egipto, y murmuraron
contra Moisés y Aarón. Pero Dios envió inmediatamente a ambos líderes a aplacar sus
murmuraciones con la promesa de una doble señal del cuidado y la Divina Providencia de
Dios para con su pueblo. Las codornices vinieron esa misma tarde, y a la mañana siguiente
el maná, el nuevo pan celestial con el que Dios alimentaría a su pueblo en el desierto,
aparecía por primera vez alrededor del campamento. A Aarón se le ordenó guardar un gomor
de maná y colocarlo en el tabernáculo en memoria de aquel hecho maravilloso. Ésta es la
primera ocasión en la que oímos hablar de Aarón en referencia al tabernáculo y a las
funciones sagradas (Ex. 16). En Refidim, la tercera parada después del desierto
de Sin, Israel se encontró con los amalecitas y luchó contra ellos. Mientras los hombres
escogidos por Moisés batallaban en la llanura, Aarón y Jur estaban con Moisés en la cima del
monte, donde este último se había retirado a orar, y cuando "Moisés tenía alzadas las manos,
prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec. Se le cansaron las manos a
Moisés, y entonces ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo, y él se sentó sobre ella;
mientras Aarón y Jur le sostenían las manos, uno a un lado y otro al otro” hasta que Amalec
se dio a la huída (Ex. 17). En el valle del Monte Sinaí los hebreos recibieron los Diez
Mandamientos; entonces Aarón, junto con setenta de los ancianos de Israel, subieron a la
montaña para ser favorecidos con una visión del Todopoderoso, "y vieron al Dios de Israel, y
bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo cuando esta
claro." Entonces Moisés habiendo confiado a Aarón y Jur la función de resolver las dificultades
que podrían surgir, subió a la cima del monte.

Finalmente, su larga ausencia excitó en las mentes de los israelitas el miedo de que
Moisés hubiese perecido. Se reunieron alrededor de Aarón y le pidieron que les hiciera
un dios visible que marchara delante de ellos. Aarón dijo: "Tomad los pendientes de oro
de las orejas de vuestras esposas, de vuestros hijos e hijas, y me los traéis." Cuando los
hubo recogido, hizo con ellos un becerro de oro fundido ante el que construyó un altar, y
se congregaron los hijos de Israel para honrar a su nuevo dios. ¿Cuál fue la intención de
Aarón al preparar el becerro de oro? Ha sido un tema arduamente discutido si él y el
pueblo realizaron un acto de idolatría formal, o más bien deseaban levantar una imagen
visible de Yahveh su salvador; sin embargo, los textos parecen apoyar la última
opinión(Cf. Ex. 32,4). Sea como fuere, Moisés, por orden de Dios, bajó de la montaña
en medio de la celebración, y a la vista de la aparente idolatría se llenó de una santa ira;
rompió las Tablas de la Ley, agarró el ídolo, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo,
qué esparció en el agua. Entonces, dirigiéndose a su hermano como el verdadero autor
y responsable del mal, le dijo: "¿Que te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él
tan gran pecado?" (Ex. 32,21). A este reproche tan bien merecido, Aarón sólo dio una
respuesta vergonzosa, y sin duda él habría sufrido el castigo por su crimen junto con los
tres mil hombres (así con la mejor autoridad textual, aunque la Vulgata dice trescientos
veinte mil) que fueron muertos por los levitas por orden de Moisés (Ex. 32,28), si este
último no hubiese orado por él y disipado la ira de Dios (Deuteronomio 9,20).

A pesar del pecado, Dios no alteró la elección que había hecho de Aarón (Hebreos 5,4)
para que fuese el primer sumo sacerdote de Israel. Cuando llegó el momento, Moisés
lo consagró para sus sublimes funciones, según el ritual dado en Éxodo 29; del mismo
modo fueron consagrados al servicio divino Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar, los hijos de
Aarón. Luego veremos qué significaba el sumo sacerdocio y con cuáles ritos se
confería. El mismo día de la consagración de Aarón, Dios indicó con un ejemplo terrible
con qué perfección debían realizarse las funciones sagradas. En la ofrenda del incienso,
Nadab y Abihú pusieron un fuego profano en sus incensarios y lo ofrecieron ante el
Señor, después de lo cual salió una llama de la presencia de Yahveh que los abrasó
hasta morir, y fueron retirados de delante del santuario vestidos con sus túnicas
sacerdotales y echados fuera del campamento. Aarón, cuyo corazón estaba lleno de
temor y afligido por esta escena terrible, también descuidó una ceremonia importante;
pero su excusa satisfizo totalmente a Moisés y muy probablemente al propio Dios, pues
no recibió ningún castigo por su olvido (Lev.10; Núm. 3,4; 26,61).

En el capítulo 16 de Levítico le vemos realizando los ritos del día de la expiación---del


mismo modo le fueron transmitidos los preceptos acerca de los sacrificios y los
sacrificadores, (Lev. 17; 21; 22). Unos meses después, cuando los hebreos acamparon
en Jaserot, la segunda parada después del Monte Sinaí, Aarón cometió una nueva falta:
él y María "murmuraron contra Moisés por causa de la mujer kusita que había tomado
por esposa. Decían ¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés?" (Núm. 12).
Del pasaje entero, sobre todo del hecho que sólo María fue castigada, se ha
conjeturado que el pecado de Aarón posiblemente fue sólo la aprobación de los
comentarios de su hermana; quizás también se imaginó que su elevación al sumo
sacerdocio lo había librado de toda la dependencia de su hermano. Sea cual fuere el
caso, ambos fueron convocados por Dios ante el tabernáculo para oír un severo
reproche. María, además, fue cubierta de lepra; pero Aarón en nombre de ambos, se
disculpó ante Moisés, quien a su vez pidió a Dios que sanase a María. Hasta cierto
punto, Aarón había repudiado la dignidad de Moisés.

Igualmente las prerrogativas de Aarón habían despertado los celos de algunos de los
hijos de Rubén, quienes excitaron incluso la envidia de los otros levitas. Los oponentes,
cerca de doscientos cincuenta, hallaron un líder en Coré, un sobrino de Moisés y Aarón,
en Datán, Abirón y On, de la tribu de Rubén (vea Coré, Datán y Abirón). El terrible
castigo de los rebeldes y sus jefes, que al principio asombró al pueblo, pronto hizo surgir
su cólera y avivó el espíritu de revuelta contra Moisés y Aarón, quienes se refugiaron en
el tabernáculo. Tan pronto entraron en él “la [[gloria del Señor se apareció. Y el Señor le
dijo a Moisés: Alejaos de esa comunidad porque voy a consumirlos” (Números 16,43-
45). De hecho, un fuego ardiente hizo estragos en el pueblo y mató a muchos. De nuevo
Aarón, por orden de Moisés, sostuvo su incensario en su mano, se paró entre los
muertos y los vivos para orar por el pueblo, y la plaga cesó.

La autoridad del sumo sacerdote, fuertemente confirmada ante el pueblo,


probablemente permaneció indiscutida desde entonces. Sin embargo, Dios deseó dar
un testimonio nuevo de su predilección. Le ordenó a Moisés tomar y poner en el
tabernáculo las varas de los príncipes de las Doce Tribus, con el nombre de
cada hombre escrito en su vara. La vara de la tribu de Leví debía de llevar el nombre de
Aarón: “el hombre cuya rama retoñe será el que yo elijo," dijo el Señor. "Al día siguiente,
cuando entró Moisés en la Tienda del Testimonio, vio que había retoñado la rama de
Aarón… le habían brotado yemas, había florecido y había producido almendras.” Todos
los israelitas al ver esto entendieron que la elección de Yahveh estaba en Aarón, cuya
vara se colocó en el tabernáculo como testimonio eterno. La Biblia no da detalles sobre
los próximos treinta y siete años de la vida de Aarón; su narrativa sólo se centra en los
tres primeros y en los últimos años de la vida errante de los hebreos por el desierto,
pero de los hechos antes descritos, podemos concluir que la vida del nuevo pontífice fue
tranquila en el desempeño de sus funciones sacerdotales.

En el primer mes del trigésimo noveno año después del Éxodo, los hebreos acamparon
en Cadés, donde María, la hermana de Aarón, murió y fue enterrada. El pueblo estaba
sediento y comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. Entonces Dios dijo a
Moisés: “Toma la vara, y congreguen al pueblo tu y Aarón tu hermano. Hablad luego a
la peña en su presencia, y ella dará sus aguas" (Núm. 20,8). Moisés obedeció y golpeó
la piedra dos veces con la vara, para que de ella brotara agua en gran abundancia. Por
el Sal. 106(105),33 entendemos que Moisés en estas circunstancias fue desconsiderado
con sus palabras, quizás cuando dudó si él y Aarón podrían sacar agua de una peña.
De todos modos Dios mostró su desagradado a los dos hermanos y declaró que ellos
no entrarían con el pueblo en la Tierra Prometida. En el caso de Aarón, esta palabra
divina tuvo su cumplimiento cuatro meses después. Cuando los hebreos llegaron al
Monte Hor, en las fronteras de Edom, Dios le anunció a Moisés que el último día de su
hermano había llegado, y le ordenó que lo llevara a la montaña. A la vista de todo el
pueblo, Moisés subió con Aarón y con el hijo de éste, Eleazar. Entonces Moisés despojó
a Aarón de todas sus vestiduras sacerdotales y se las puso a Eleazar, y Aarón murió.
Moisés y Eleazar bajaron del monte y toda la multitud hizo un duelo de treinta días por
Aarón. Los musulmanes honran en Djebel Nabi-Haroun un monumento al que llaman la
tumba de Aarón; sin embargo, la autenticidad de este sepulcro no es totalmente cierta.

De su matrimonio con Isabel, la hermana de Najsón, le nacieron cuatro hijos a Aarón.


Los dos primeros, Nadab y Abihú, murieron sin dejar posteridad, pero la descendencia
de los otros dos, Eleazar e Itamar, fue muy numerosa. Ninguno de ellos, sin
embargo, honró la sangre de Aarón tanto como San Juan el Bautista que, además de
ser el precursor del Mesías, fue proclamado por la Palabra hecha Carne "el más grande
de los nacidos de mujer" (Mateo 11,11).

Punto de vista independiente


La historia de Aarón toma un aspecto completamente diferente cuando se distinguen
y datan las varias fuentes del Pentateuco del modo comúnmente adoptado por los
críticos independientes. Como regla puede decirse que originalmente la historia más
antigua de los judíos (J) no menciona a Aarón---si su nombre aparece aquí y allí en
aquellas partes atribuidas a esa fuente, se debe probablemente a una adición posterior
hecha por un redactor tardío. Hay dos documentos, básicos, que hablan de Aarón. En
las antiguas tradiciones proféticas que circulan entre los efrainitas (E) Aarón figuraba
como un hermano y ayudante de Moisés. Se mueve a la sombra de éste, en una
posición secundaria, como, por ejemplo, durante la batalla contra Amalec; con Jur,
sostuvo las manos de su hermano hasta que el enemigo fue absolutamente derrotado.
En algunos pasajes, parece que a Aarón se le confió la autoridad suprema, en la
ausencia del gran líder, como cuando este último subió al Monte Sinaí; pero su gestión
se demostró débil, puesto que cedió tan desgraciadamente ante las
tendencias idólatras del pueblo. Según el documento en cuestión, Aarón no es ni el
pontífice ni el ministro de oración. Es Moisés quien eleva su voz a Dios en el
Tabernáculo (Ex. 33,7-10), y podríamos concluir del mismo texto (v. 11) que Josué, y no
Aarón, es quien hace la ofrenda en la Tienda del Encuentro; del mismo modo, es Josué,
y no Aarón, quien sube con Moisés al Monte Sinaí para recibir las Tablas de piedra de
la Ley (Ex. 24,13).

En las narrativas sacerdotales (P) Aarón, al contrario, ocupa el lugar más


prominente; conocemos, de hecho, además de la genealogía y edad de Aarón, casi
todos los detalles anteriormente narrados, todos ellos en modo honroso para el
hermano de Moisés, por ejemplo, el papel que desempeñó Aarón en las plagas, su rol
en algunos hechos memorables de la vida en el desierto, como la caída del maná, el
golpe a la piedra del agua, la confirmación de las prerrogativas de su sacerdocio contra
las pretensiones de Coré y los otros, y, finalmente, el relato algo misterioso de su
muerte, como se relata en Núm. 20. De este análisis de las fuentes de su historia la
gran personalidad de Aarón sale indudablemente empequeñecida, principalmente
debido a la reputación del escritor de la narrativa sacerdotal; los críticos le adjudican
prejuicios de casta y un deseo manifiesto de exaltar cualquier cosa que tenga referencia
con el orden y funciones sacerdotales, que demasiado a menudo le llevaron a
exageraciones, con las que la historia apenas puede contar, e incluso a falsificaciones.

Sacerdocio
Cualquiera que sea el punto de vista adoptado respecto al valor histórico de todas las
tradiciones sobre la vida de Aarón, los estudiosos, ya sean católicos o críticos
independientes, admiten que en el sumo sacerdocio de Aarón el autor sagrado
intentaba describir un modelo, es decir el prototipo, por así decirlo, del sumo
sacerdote judío. Dios, en el Monte Sinaí, al instituir el culto, también instituyó un orden
sacerdotal. Según las costumbres patriarcales, el hijo primogénito en
cada familia realizaba las funciones relativas al culto divino. Se podría haber esperado,
por consiguiente, que Dios escogiera a la familia de Rubén para el servicio del
nuevo altar. Según la descripción bíblica, fue Aarón, sin embargo, quién fue objeto de la
elección de Yahveh; los celos que esto provocó luego ya se han descrito anteriormente.

Al principio la función de los aaronitas era simplemente cuidar de la lámpara que debía
arder permanentemente ante el velo del tabernáculo (Éxodo 27,21), a lo cual siguió
luego una llamada más formal (Ex. 28,1). Aarón y sus hijos, distinguidos de la gente
común por sus funciones sagradas, recibieron vestiduras sagradas adecuadas para su
oficio. Cuando llegó el momento, cuando el tabernáculo, y todos sus accesorios y todo
lo requerido para el culto de Yahveh estuvo listo, Moisés, sacerdote y mediador
(Gál. 8,19) ofreció los diferentes sacrificios y realizó las diferentes ceremonias de
la consagración de los nuevos sacerdotes, según las instrucciones divinas (Ex. 29), y
repitió estos ritos durante siete días, durante los que Aarón y sus hijos estaban
completamente separados del resto del pueblo (Lv.8,33). Cuando, al octavo día, el
sumo sacerdote ya había iniciado su función al sacrificar las víctimas, bendijo al pueblo,
muy probablemente según la formula descrita en Núm. 6,24-26, y, con Moisés, entró en
el tabernáculo para tomar posesión de él. "Y cuando salieron, bendijeron al pueblo y
la gloria de Yahveh se dejó ver de todo el pueblo. Salió fuego de la presencia de
Yahveh que consumió el holocausto, y las partes grasas puestas sobre el altar. Todo el
pueblo al verlo prorrumpió en gritos de júbilo y cayeron rostro en tierra" (Levítico 9,23-
24). Así se instituyó el sacerdocio de Aarón inaugurado y solemnemente ratificado por
Dios.

Según señala claramente Wellhausen, la posición de Aarón en la Ley respecto al resto


del orden sacerdotal no es meramente superior, sino exclusiva. Sus hijos y
los levitas actúan bajo su superintendencia (Números 3,4); solamente él es el sacerdote
totalmente calificado; él solo lleva el Urim y Tummim y el efod (Ex. 29,5–6); solo a él se
le permite entrar al Santo de los Santos para ofrecer incienso (Lv. 23,27) una vez al año
en el gran Día de la Expiación. En virtud de su dignidad espiritual como la cabeza del
sacerdocio él es igualmente el juez supremo y cabeza de la teocracia (Núm. 27,21 -
Deut. 17). Él solo es el mediador responsable entre toda la nación y Dios, para esta
causa él lleva los nombres de las doce tribus escritos en su pecho y hombros;
sus pecados involucran a todo el pueblo en la culpa, y se repara por ellos como si
fuesen de todo el pueblo; mientras que, cuando se comparan las ofrendas
del pecado de los príncipes con las del sacerdote, aparecen como
meras personas privadas (Lv. 4,3.13.22; 9,7; 16,6). Su muerte marca una época; es
cuando muere el sumo sacerdote, y no el Rey, que el asesino fugitivo obtiene su indulto
(Nm. 35,28). En su investidura recibe el crisma como un rey y es llamado sacerdote
ungido, es adornado con una diadema y tiara como si fuese un rey (Ex. 28), y como un
rey, también, lleva la púrpura, excepto cuando entra al Santo de los Santos (Lv. 16,4).

Aarón, primer sumo sacerdote de la Antigua Alianza, es naturalmente


una figura de Jesucristo, primer y único sacerdote soberano de la nueva dispensación.
El escritor de la Epístola a los Hebreos fue el primero en resaltar los rasgos de este
paralelo, indicando especialmente dos puntos de comparación. Primero, la llamada de
ambos, sumos sacerdotes: "Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo
mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del sumo
sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.”
(Heb. 5,4-5). En segundo lugar, la eficacia y duración de ambos sacerdocios. Desde
este punto de vista el sacerdocio de Aarón es inferior al de Jesucristo. Si de hecho, el
anterior hubiera sido capaz de perfeccionar a los hombres y comunicarles la justicia que
agrada a Dios, otro habría sido inútil. Dada su ineficacia, requirió uno nuevo, y el
sacerdocio de Jesús ha tomado para siempre el lugar del de Aarón (Heb. 7,11-12).

Fuente: Souvay, Charles. "Aaron." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert
Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01003a.htm>.

Traducido por Félix Carbo Alonso. L H M.

Selección de imágenes: José Gálvez Krüger

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