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Parto Emocional:

Dependiendo del uso que se le de al término, por parto se podrán referir


diversas cuestiones. A cualquier producción física o intelectual, para designar un
comentario ingenioso o una situación que costó muchísimo conseguirse, se suele
usar la palabra parto para referirlas.
Y el término Emocional: es un estado afectivo del ánimo producido por causas
que lo impresionan vivamente. Las emociones son reacciones a las informaciones
que recibimos en nuestras relaciones con el entorno.
Unificando estas dos definiciones se puede decir, que un Parto Emocional es:
todo aquello que nos empuja a realizar cambios en nuestras vidas para ser
coherentes con la nueva forma de entender la realidad, es decir, “darse cuenta”
que lo que sentimos es importante, aclarándose que no se produce conciencia, ni
cambios, sin dolor. Todo proceso de crecimiento personal comporta cierto nivel de
sufrimiento, porque tomar conciencia, dar nombre a los sentimientos y analizar
nuestras actitudes y comportamientos es lo que es parecido a un “parto
emocional”.
Y, a veces, esos cambios pueden tener un enorme impacto en nuestra vida
diaria, pudiéndose producir perdidas en nuestro balance vital. Pero esto es parte
del proceso y no nos debemos desalentar porque no tomar decisiones también es
una opción con consecuencias, muchas veces, peores.
Lo que debemos intentar es aplicar toda nuestra inteligencia para realizar una
buena gestión de nuestros recursos emocionales que permita invertir toda nuestra
energía en beneficio propio y para favorecer las relaciones con los demás.
Un Parto Emocional, es una nueva emoción que causa dolor psíquico, por
ejemplo: Tienes qué dejar a alguien. Aceptar que todo acabó. Duele, pero nace
una nueva oportunidad, como cerrar un ciclo y abrir otro. Se puede decir que es
como la explosión de una emoción.
Caos emocional, cuando no entendemos ni podemos poner nombre a un
conjunto de emociones que sentimos. Esto nos lleva a no poderlas gestionar de
forma ecológica y adaptativa.
Consecuencias a determinadas respuestas que se emiten. Pueden mejorar o
empeorar el clima emocional, a nivel personal o social.
SUFRIMIENTO:
Se define como la experiencia de mal o la privación de algún bien. Aunque
comúnmente es sinónimo a dolor, el sufrimiento es más bien la reacción al dolor y
por lo tanto es un factor muy importante en la espiritualidad.
El sufrimiento es la sensación motivada por cualquier condición que someta a
un sistema nervioso al desgaste. El sufrimiento, como cualquier otra sensación,
puede ser consciente o inconsciente. Cuando se manifiesta de forma consciente lo
hace en forma de dolor o infelicidad, cuando es inconsciente se traduce en
agotamiento o cansancio.
El sufrimiento según el diccionario de la real academia de la lengua es:
padecimiento, dolor o pena. Sufrimos por el temor a perder lo que tenemos, el
estatus de sociedad en que vivimos, la poca o mucha belleza con que contamos,
la salud, la riqueza, etc.
Lo peor que puede hacer una persona ante un sentimiento es ocultarlo,
inhibirlo, porque esto es lo mismo a fomentar un deseo irrefrenable que luego
adquirirá inevitablemente la forma de frustración, la peor aliada que puede
conseguirse una persona en su desarrollo como tal.
El sufrimiento tiene su origen en la propia reacción ante los hechos y no en la
realidad de lo que está ocurriendo. No lo produce la realidad, sino la mente en la
que se arraiga el deseo, la exigencia, los prejuicios, los miedos, etc. el sufrimiento
embota la mente si nos acostumbramos a él. Y casi todos nos acostumbramos a
él. Pero no es necesario que nos habituemos al sufrimiento. Éste es una
perturbación en diferentes niveles de la persona, en el físico y en los distintos
niveles del subconsciente.
Es el padecimiento, la pena o el dolor que experimenta una persona. Se trata
de una sensación, consiente o inconsciente, que aparece reflejada en
padecimiento, agotamiento o infelicidad.
El sufrimiento deriva de nuestros deseos insatisfechos. Los deseos
insatisfechos son el resultado de la contradicción entre nuestros deseos y la propia
realidad en que vivimos.
Aunque las palabras “sufrimiento” y “dolor” se pueden usar, hasta un cierto
punto como sinónimos, el sufrimiento físico se da cuando duele el cuerpo,
mientras que el sufrimiento moral es dolor del alma. Se trata del dolor de tipo
espiritual y no solo de la dimensión “psíquica”, es decir, del dolor que acompaña
tanto el sufrimiento moral como físico.
El sufrimiento es la respuesta cognitivo-emocional, que tenemos ante un dolor
físico o ante una situación dolorosa.
Es un conjunto de emociones y pensamientos que se entrelazan, adquiriendo
mucho más intensidad y duración que el dolor emocional.
De hecho, el sufrimiento puede durar indefinidamente, aunque la situación que
lo provocó ya se haya solucionado.
Hablamos de sufrimiento, cuando dicha tristeza se convierte en una depresión
que dura varios años y que generalmente involucra otros sentimientos (muchas
veces inconscientes) de enojo, inseguridad, desesperanza, etc. y pensamientos
como: "Es injusto", "no se lo merece", etc.

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