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Hoy día, uno de los mayores problemas del cuerpo de Cristo, es la falta de
perdón. Esto trae, como consecuencia, que los creyentes heridos, a Su vez,
hieran a otros. La falta de perdón es una puerta abierta al enemigo para
destruir nuestra vida espiritual, emocional y física.
¿Qué es Perdonar?
¿Qué No Es Perdonar?
Esforzarse por olvidar lo que pasó, negar la ofensa recibida, pretender que el
tiempo borre lo ocurrido, Ignorar lo que pasó y tratar de olvidar, o simplemente
disculpando al ofensor. No perdonar es decir: «te perdono», pero sin
haber perdonado de todo corazón.
Jesucristo habló de que era necesario que las ofensas vinieran. La palabra
ofensa es una palabra muy especial y proviene del griego “skándalon” que
significa trampa o carnada. Esta palabra fue utilizada en la antigüedad para
describir lo que era un vástago curvado, una vara flexible con una carnada que
se usaba para cazar animales.
En otras palabras, cada vez que alguien le ofende o le hiere, le está tendiendo
una trampa o una carnada del enemigo para que se amargue y pierda
su bendición. Nosotros los creyentes debemos aprender a cubrir las ofensas, y
esto se logra, por medio del amor. El amor cubre multitud de pecados.
Recuerde que, cuando se siente ofendido, no necesariamente el problema es la
otra persona, sino usted mismo.
A. Es desobediencia a Dios.
Jesús nos exhorta a dejar lo que hacemos para arreglar primero nuestras
cuentas pendientes con la persona que nos ofendió.
La falta de perdón es uno de los mayores atrayentes para los demonios. Cada
vez que los demonios le recuerden lo que la persona ofensora le hizo, lo harán
para torturar su mente.
F. La Fe es Anulada.
Es imposible creer a Dios cuando estamos heridos. De una sola fuente no puede
fluir fe y resentimiento al mismo tiempo. Por mucho que se esfuerce, crea la
Palabra o la confiese, su corazón no puede actuar en fe. La falta de perdón
bloquea su corazón y no le deja creer.
G. El Amor Será Anulado.
La falta de perdón corta el fluir del amor de Dios en nosotros; no se puede amar
y odiar al mismo tiempo. Por eso, en una relación, si no se sanan las heridas,
no fluirá el amor de Dios en su plenitud. Algunas veces, usted escucha decir a
ciertos cónyuges: “ya no le amo más”, y no es que no le ama, sino que le ha
herido tanto que esa falta de perdón cubre el amor que le pueda tener. La per-
sona que no perdona siempre será un perdedor, y las mayores heridas no
se las causará a otras personas sino a sí mismo.
«Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis
sanados. La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5.16).
Confiese su perdón a cada una de las personas, especificando las razones por
las cuales tiene que perdonarlos.
Después de haber perdonado a cada persona, por cada recuerdo doloroso, por
cada herida recibida, entonces termine con esto:
2. ¿Qué hay que hacer con aquellos que no aceptan nuestro perdón?
Perdonarlos todas las veces que sea necesario. Jesús dijo: «70 veces
siete». Pero no permitirles más el abuso, la violencia o las humillaciones.