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AUTORES ESPAÑOLES
(CONTINUACIÓN)
TOMO NONAGESIMOQUINTO
BIBLIO T E C A DE A U TO R ES E SP A Ñ O L E S
Continuación de la
> COLECCIO N R1VAD ENEIRA
publicada con autorización de la
R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA
BIBLIOTECA
DE
AUTORES ESPAÑOLES
DESDE U FORMACION DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DIAS.
(CONTINUACION)
OBRAS ESCOGIDAS
DE
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MADRID
19 5 7
DERECHOS RESERVADOS
(1) Juan Pérez de Tudela: Las armadas de Indias y los orígenes de la politKa de co
lonización (1492-1505), Madrid, 1956. Es compilación de los artículos del autor publicados en
la Revista de Indias, nums. LVIII a LXII, Madrid, 1954-1955. A esta exposición nos re
mitimos en cuanto a la documentación de la tesis que sostenemos. La bibliografía sobre
el tema colombino constituye, como se sabe, un vasto mundo. Para una información sobre
los hechos, según la interpretación tradicional, pueden verse las grandes obras de Antonio
Ballesteros Beretta: Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Barcelona ■ Buenos
Aires, 1945, y de Samuel Eliot Morison: El Almirante de la mar Océano, Buenos Airea,
1945. Un acertado resumen crítico es el de Enrique de Gandía: Historia de Cristóbal Colón.
Buenos Aires, 1942.
xn FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
La implantación be la E ncomienda
Muy poco iban a durar los supuestos del nuevo poblamiento ante el con
traste con la realidad indiana y con los efectivos propósitos de los emigran
tes. Desde el primer día, los presuntos labriegos —gente hidalga en su ma-
ESTUDIO PRELIMINAR XIII
(2) Fray Bartolomé de las Casas: Historia de las Indias, Méjico, 1951, lib. II, ca
pítulos X III y XIV, tomo II, págs. 254 ■ 257. Es, sin embargo, muy significativa, entre
otras frases elogiosas, esta declaración de fray Bartolomé, en relación con Ovando: “plega
a Dios que la que Dios le tomó en sq divinal juicio le haya sido favorable, porque en
verdad yo le amaba, por su virtud y prudencia, fuera destos yerros en que ciegamente
incurrió” . (Ibidem, cap. L.) Una exposición de conjunto sobre esta gobernación, en
Amando Melón: Los primeros tiempos de la colonización (t. VI de la Historia de América
dirigida por A. Ballesteros), Barcelona-Buenos Aires, 1952, págs. 193 y sigs. Es excelente la
biografía de Ursula Lam b: Frey Píicolás de Ovando, gobernador de las Indias (1501-1509),
Madrid, 1956.
XIV h'RA\ BARTOLOME DE LAS CASAS
(3) Casas: Historia [2], lib. II, cap. IX, tomo IT, págs. 235-239.
(4) “ Así mesmo el dicho comendador mayor de Alcántara, gobernador que fué desae
dichas islas, me ha fecho saber que de algunos de los casados con mujeres de la tierra
se ha conoscido que dan a entender que Ies pertenescen e heredan sus mujeres e fijos las
tierras que poseían sus padres e madres, e que non embargante que algunas veces han
eeído sobre ello reprendidos, non se les mueven los pensamientos que sobre ello tienen^’
{Colección de documentos inéditos, etc., de América y Oceanía —abreviaremos, en adelante,
C. D. I. A.—, t. XXXI, pág. 404).
(5) Impuso el comendador pena de cien azotes a los contraventores de aquella orden;
la cual, como hemos apuntado, no se inspiró en motivos raciales, sino políticos. Más
adelante, los encomenderos hicieron por extender la idea de la incapacidad de las indias
para el matrimonio, como parte de su política de abusos sin freno (vid. denuncia domini
cana [9], C. O. /. A., t. VII, págs. 428-429).
(6) C. D. L A., t. X X X I, págs. 156-174.
ESTUDIO PRELIMINAR XV
(7) Ibidemy págs. 209-212. La decisión no fué adoptada por los Reyes sin una previa
y solemne consnlta, para la que fueron convocados todos los del Consejo “y muchos otros
letrados, teólogos y canonistas^’ (según un capítulo jle la carta del Rey Católico a don Diego
Colón—20-IIM512— en reprensión de los sermones de fray Antonio Montesinos) (José María
Chacón y Calvo: Cedulario cubano, I, págs. 429 - 431). Por provisión dada en agosto de
1503 se permitió esclavizar a los indios caribes, como antropófagos y contumaces rebeldes
(C. D. /. A., t. XXXI, págs. 196-200, y Chacón, ibidem, págs. 49-52).
(8) La serie de cédalas otorgadas entre finales de 1503 y comienzos de 1504, y prego
nadas simultáneamente en Sevilla, rebajaban el gravamen minero al quinto, y asimismo al
quinto y ál cuarto, respectivamente, los tributos sobre el bolín de guerra y los rescates;
se concedía además franquicia para llevar mercaderías y mantenimientos a la isla Española
y permiso para traer los indios que voluntariamente quisieran venir a la Península; se daba,
en fin, licencia a los oficiales de la contratación para concertar viajes de descubrimiento
(A. G. í., Contratación 4.674, lib. I, fol. 27 vto.). Tales medidas marcan la decisión final
favorable a la política de libertades colonizadoras frente al monopolismo propugnado por
Colón. En carta a su hijo don Diego, desde Sevilla, a 18 de enero de 1505, comenta el
Almirante: “ non debe su alteza desar perder este tan grande negocio como haz” [RaccoUa
di documenti, Roma, 1894,-parte I, vól. II, págs. 251-252).
XVI l-RA'i IJARTOLUME DE LAS CASAS
el yugo. Pero ya para entonces y hasta que era posible restaurar el ciclo de
recolecciones, no les quedaba otro recurso que la depredación afanosa de
raíces y frutos silvestres. Se adivinan sin esfuerzo las consecuencias de tal si
tuación, especialmente sobre la infancia (13). Todavía de más graves conse
cuencias habría de ser el abuso que de aquella falacia cometieron los es
pañoles. Para aprovechar al máximo el laboreo en las minas se reducen al
raínimo o se abandonan los trabajos de plantación. El pan cazabí se sustitu
ye por el de raíces llamadas guaiaros; y cuando el hambre, el mal trato y
la incuria en las enfermedades comienzan a hacer sentir sus efectos deletéreos
en cada “demora” o turno de servicio, los explotadores, agobiados, pese
a todo, por las deudas, aprietan el dogal y llevan al sacrificio hasta las mu
jeres en estado de gravidez, mientras en los poblados sucumben en el des
amparo ios niños y los viejos inútiles (14). Es indudable, sin embargo, que
hasta en los casos de labores suaves como las domésth as, el antillano pondría
de manifiesto la blanda resistencia que al trabajo presentaba su naturaleza,
hecha a siglos de vida paradisíaca, en contraste con la fortaleza que en
el mismo escenario mostraría el negro. El hecho sería aducido por los
castellanos como una ineluctable <lesgracia ajena a su interés (15).
El aire de sarcasmo que para nosotros tienen esas exculpaciones ctdmína
en la acusación airada de los coloniales contra sus víctimas porque buscaban en
el suicidio un último y seguro refugio. Falta respecto a éste como respecto a
los demás factores del drama cualquier clase de dato ponderal, pero no es
aventurado suponer que los suicidios individuales o en cónclave diezmaron no
tablemente las filas indígenas (16). Y, en suma, cabe afirmar obviamente que
aún más que la diligencia de la muerte pesó en la consunción del antillano el
cegamiento físico y moral de las fuentes de vida. Ya en tiempos del primer Al
mirante la juventud femenina cobriza constituía objeto de alto precio, y con
el tiempo debe suponerse que algo demasiado caro para ser retenido por el
indio (17). Se sabe, por lo demás, qué escasa vocación siente el sexo femenino
(18) Sobre el abono, vid., p. c., la denuncia dominicana [9], C .D .I .A ., tomo VII,
página 418. Dalos ponderales sobre el mesfizaje no existen; como indicio de la importan
cia que debió ab anzar, vid. lo que cuenia Las Casas acerca de la villa de La Concepción
en 8U Apologétim Historia de las Indias, Madrid, 1909, pág. 88.
(19) Según Pedro Mártir de Anglería, en 1510: “ Los otros productos de la Española
están desatendidos y todo el cuidado se pone en reroser oro” (Décadas del Nuevo Mundo,
Buenos Aires, 1944, dée. I, l¡b- X, cap. III, pág. 180). Al agobio de las deudas que pe
saban sobre la generalidad de los coloniales, hasta constituir motivo impulsor de la ex
pansión en oirás tierras, se hace frecuente referencia en la Historia [2], líb. II, caps. VI,
L IV y LXI, Jih. 111, caps. XXI y XXXVI, i. II, págs. 225, 399, 407-408, 506 y 5S8. Así en
esta últim a: “ siempre vivían en hambre y sed de oro y iodo se les deshac'a entre las
m anos, y al cabo, los más morían llenos de deudas, y muchos no salían de cárceles, y otros
huían por los montes, y escondidos en navios, se pasaban a otras partes destas Indias los
que podían” . En e.sencia, la historia, luego varias veces repetida, de los campamentos o
quim eras del oro.
(20) Según Las Casas, databa de los tiempos de Ovando la práctica de “echar todos
lo s indios... en la baraja” para hacer nuevo repartimiento en beneficio de los principales,
y concraciados con el gobernador y en desposesión de los htimildes (Historia [2], lib. ll,
cap. X V , i. ll, págs. 2.56-257). El perjuicio fue grave, pues “cuando este nuevo reparti
m iento venía, siempre echaban de fuera a los menudos pobres, casados con mujeres de la
tierra, que tenia cada uno diez o doce indios, con los cuales pensaba vivir toda su vida,
tratándolos harto mejor que. los grandes trataban a los suyos” (Denuncia dominicana [9],
C . D. I. A., i. VII, pág. 4201. El rey Fernando había resistido los deseos de los coloniales
sob re concesión de la encomienda en perpetuidad, con escrúpulo de que pareciese escla
vitud ; pero desde 1514 los repartimientos aparecen formalmente otorgados por dos vida»
(Silv io Zavala: La encomienda indiana, Madrid, 1935, pág. 9).
ESTUDIO PRELIMINAR XDC
Y simplicidad natiiraleb (21), entre tanto que el sistema, como una mancha
de aceite, iba sumergiendo todas las Antillas. Pero ¿quién iba a poner coto
a lo que era base única de sustento de todos los españoles, comenzando por
el gobernador y los oficiales de justicia? (22). La reacción que intentara el
remedio debería estar dotada de pasión y energía formidables, a proporción
de lo profundo del mal.
(21) Historia [2], lib. II, caps. XLIII a XLV, i. II, págs. 346-3S5. La cédula que per
mitió el salteo de las islas próximas a la Española es de 14-VIII-1509 (C. D. I. A., t. XXXI,
pág. 436).
(22) Aunque Ovando tuvo indios en repariiraienlo, según Las Casas, no los utilizó en
el laboreo minero. Los oficiales y jueces los poseyeron también ya en esta gobernación,
con efectos totalmente destructivos. (Historia [2], lib. II, caps. XL, L y LI, t. 11, pági
nas 338, 369 y 373).
XX FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(23) Una excelente exposición general del lema, en Manuel Jorge Aragoneses; Los mo
vimientos y luchas socmles en la Baja Edad Media, Madrid, 1949, con una amplia biblio
grafía.
(24) H, X . Arquilliére: Saint Gregoire V il, Essai sur sa conception du pout^oír pon
tifical, París, 1934. Del mismo: L 'augustinisme politique, París, 1934.
(25) En relación con los antecedentes y contenido doctrinales de la controversia de
Indias, es fundamental la obra del P. Venancio Diego C aro; La Teología y los teólogos-
juristas españoles ante la conquista de America, Madrid, 1944. Es también de interés, aun
que menos extensa y puntual, la exposición de Joseph H óffper: Christentum und Men-
schenwürde. Das Anliegen der spanischer Kolonialethik im Goidenen Zeitalter, Trier, 1947.
Silvio Zavala ofrece una visión muy completa y detallada, pero escasamente orgánica, del
panorama ideológico medieval, en la Introducción a los tratados de Juan López de Pala
cios R ubios: De las islas del mar océano, y Matías de Paz, O. P . : Del dominio de los
Reyes de Esparkt sobre los indios (trad. española de Agustín Millares, México, 1954); son
especialmente valiosas las muy nutridas referencias bibliográñcas. Interesa, asimismo, la
tesis de Luís V eckm ann: Las bulas alejandrinas de 1493 y la Teoría Politica del Papado
Medieval, México, 1944; y como obra de consulta general R. W. Carlyle y A. I. Carlyle:
4 History of Medieval Political Theory in the West, Edimburgo y Londres, 1936.
ESTUDIO PRELIMINAR XXI
(26) Para una información más extensa sobre la materia expuesta, vid. Diego Carro [25],
tomo I, cap. III, págs. 231-295, y Zavala [25], Introducción citada, págs. X X X llí ss.
XXII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(27) Vid., pura esta muleria, Florentino Pérez Enihid : Los dascubrimieruos en el Atlán
tico y la rivalidiid hispano-portugnesa hasta el tratado de Tordesillas. Sevilla, 1948.
(28t Alonso de Falencia: Crónica latina de Enri<fue IV (irad, de A. Paz y M ella; Ma
drid, 1905, t. í, págs. 16I-164j. Esta actitud no significaba propiamente im reconocimiento
de la autoridad política de los pontífices, sino, como opina Cariylo [25], aduciendo las
Partidas, una permanencia en el espíritu de la doctrina ;:elasiana (siglo v) que armonizaba
ambos poderes (vid. pág. 361, cit. por Zavala [25]). Coincide esta interpretación con la
de Femando de los Ríos, que señala cómo el Estado español se reconoció a sí mismo de
acuerdo con los ideales de San Agustín, “enfeudado a la finalidad irascendente que la Iglesia
representa” , pero sin merma de su propia esfera {Religión y Estado en la España del
siglo XVI, Nueva York, 1927). El tópico del espíritu mesiánico y de cruzada en España
cuenta con una nutrida bibliografía; destaquemos, en relación con sus orígenes, Ramón
Menéndez Pidal: El imperio hispánico y los cinco reinos, Madrid, 1930; Améríoo C astro:
España en su Historia, Buenos Aires, 1948 (págs. 96 s.s. y 587 ss.); Lo hispánico y el
erasmismo, en Revista de Filología hispánica, B. Aires-N. York, 1940, núni. I, y 1942, nú
mero I; sobre su carácter, las obras de F. Braudel: La Mediterranee, etc. (págs. 516 ss.);
J. M. Doussinague: Fernando el Católico, etc.; M. Bataillon; Erasmo, ele. (págs. 61 ss,),
y Curso de conferencias sobre política africana de los Reyes Católicos, Madrid, 1953.
(29) El tema es, como se sabe, frondoso y polémico. Además de la obra citada de
Veckmann. [25], vid. lii discutida y discutible tesis de Manuel Giménez Fernández: Las
ESTUDIO PRELIMINAR XXIIl
bulas Alejandrittas de 1493 referentes a las Indias, Sevilla, 1944; No cabe aquí reseñar la
extensa diatriba que ha suscitado, pero mencionaremos los dos últimos asaltos; Vicente
D. Sierra: Y nada más sobre las bulas alejandrinas de 1493, en Missionalia Hispanica, nú
mero 36, 1955; Giménez Fernández; Nada más sobre las letras alejandrinas de 1493 refe
rentes a las Indias, en Anales de la Universidad Hispalense, vol. XVI, 1955. Es todavía útil
la consulta de Silvio Zavala: Las instituciones jurídicas de la conquí-sía de América, Ma
drid, 1935, págs. 7 8 S ., y Pedro Lcluria: Las grandes bulas misionales da Alejandro VI, en
Bibliotheca Hispana Missionum, 1930, núm. 1; asimismo, Juan Manzano Manzano: La in
corporación de las Indias a la corona de Castilla, Madrid, 1948, págs. 5 ss.
(30) El primer ejemplo de colisión entre la guerra de conquista contra infieles y los
verdaderos fines espirituales, se ofreció ya en las Canarias. Vid- D. J. Wolfel: La Curia
romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios, en Anthropos,
XXV, 1930. El anticipo que la empresa de las Canarias significa, en general, respecto a la
d.el Mundo, ha sido analizado por Silvio Zavala: Las conquistas de Canarios y Amé
rica, en Tierra Firme, I, núm. 4, y II, núm. 1, Madrid, 1935-1936, incorporado en Estudios
indianos [9J, págs. 11-94.
(31) Entre los ejemplos que pudieran ofrecerse de este espíritu de los primeros tiem
pos de la conquista, es notable el que refiere Las Casas, en relación con la hueste de Pe-
drarias: “ Acaeció entre aquestos tan bien morigerados españoles que tenían algunas llagas
en las piernas, y parece que el demonio, en cuyos pasos andaban y voluntad cumplían, les
puso en la imaginación que el unto del hombre era buena medicina para curallas, por lo
cual acordaron de matar indio o indios de los más gordos que habían captivado, y sacáron
les el unto diciendo que más valia que los españoles anduviesen sanos, que aquellos perros
viviesen, que servían al diablo {Historia [2], lib. III, cap. LXXVII, tomo II, pág. 89).
Y para los que dudan de la veracidad del testimonio lascasiano, en relación con esa ver
tiente deshumanizada—es decir, desalmada— de la conquista, puede recomendarse la lec
tura, entre muchos pertinentes al objeto, del episodio narrado por Gonzalo Fernández de
Oviedo en su Historia [11], lib. XVI, cap. XI, t. I, pág. 484.
XXIV l'RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(32) Vid. Diego Carro [25], cap. II, tomo I, págs. 137-217. Sobre la doctrina del Dere
cho natural es copiosa la bibliografía, que puede consultarse en M. Grabmanii: Historia de
la Teología Católica, Madrid, 1940. Destaquemos: O. Schiiling: Naturrecht und Staat nach
der Lehre der alten Kirche, Paderborn, Í914; F. Kubn: Die Probleme des Naturrechtes
bei Thomas von Aquin, Eriaguen, 1908. Una síntesis en castellano: M. Giménez Fernán
d ez: Instituciones jurídicas en la iglesia Católica, I, Madrid, 1940, págs. 200 ss.
ESTUDIO PRELIMINAR XXV
(33) El tema cuenta con los estudios clásicos de Alfred V anderpol: Le droU de guerre
d’apres les théologiens ei les canonistes du mayen age, París, 1911, y La doctrine scolastique
du droit de guerre, París, 1919. Interesan tam bién: Giuseppe Salvioll: Le concept de la
guerre juste d’apres les écrivains antérieures a Grotius, París, 1918, y Manuel Torres López:
La doctrina de Santo 'J'omas sobre la guerra justa y sus influencias en la de Francisco de
Vitoria, en Anales de la Universidad de Granada, 1929, págs. 7-28.
(34) Santo Tomás no ofrece sino una expositio .objetiva del pensamiento aristotélico en
la Política (lib. I, cap. II), La institución servil aparece, por otra parte, como una crea-
•ción de Derecho de Gentes, derivada del pecado. En el caso de la esclavización de los
prisioneros de guerra se trata de una atenuación, o de un bien secundum quid que evitaba
la muerte del prisionero. La Iglesia había conseguido además excluir el uso esclavista en
la guerra entre cristianos. Carro, sin embargo, comenta: “ La esclavitud es uno de los pro
blemas en que la Teología escolástica ha sido menos consecuente consigo misma y con
los principios de la Religión cristiana” ([25], t. I, pág. 169). Sobre este tem a,,en gene
ral, vid. Frederick Pijpcr: The Christian church and slavery in the middle ages, en Ame
rican H istorial Review, vol. 14, 1909, págs. 675-695, y George Goyau: L^église catho-
«que et le droit des gens. Recuetl de Vacailémie du droit internationale, 1, 1926, páginas
127*237-
ESTUDIO PRELIMINAR X X V ll
las Casas uno de sus pi(5s —pues el otro tanteaba audazmente sobre el misterio
del pasado y del futuro— y fray Francisco de Vitoria, con los otros represen
tantes del gran renacimiento teológico-jurídico español, echaría los cimien
tos del Derecho internacional del mundo moderno. Semejante floración del
pensamiento de Santo Tomás, a tan distante circunstancia de su hontanar, no
puede sorprender a quienes creen en el progreso del espíritu a lo largo de las
revueltas aguas de la Historia; por el contrario, en éste que estudiamos verán
uno de los más bellos ejemplos en que apoyar su fe.
Ha pasado por axioma que fueron los dominicos los héroes iniciadores de
la defensa del indio. En realidad, la palma del primer luchador indigenista
debe otorgarse al singular personaje llamado Cristóbal Rodríguez, alias “la
Lengua” . Marinero y hombre de cierto relieve entre los del círculo allegado
a Cristóbal Colón, fué quien primero que otro, y tras de varios años de volun
tario retiro entre los tainos, alcanzó el conocimiento de la lengua de éstos;
Señal cierta de comprensión y afecto recíprocos. Algún tiempo después de
establecido el régimen de Ovando, hacia comienzos de 1505, “la Lengua” des
embarcaba en la Península y llevaba hasta el Consejo sus propuestas a favor
de los esclavizados indios, con quienes afirmaba tener “mucha inteligencia” .
El rey Don Fernando no sólo escuchó al arbitrista, sino que, contra los
deseos indignados de frey Nicolás, que pedía castigo para el escandaloso y
desobediente innovador, ordenó que se le diera favor para ejecutar su pro
yecto, consistente en la estipulación de un acuerdo tributario con los indios
a cambio de que se terminara con el repartimiento encomendero (35).
Ni un vestigio de fruto quedó de este conato, de fundamento puramente
cordial. El nos indicia, sin embargo, que las conciencias no estaban en la isla
tan generalmente embotadas como se ha supuesto. Cristóbal Rodríguez es un
representante excepcional, pero no-único, del sentir de los baquianos isleños
y gentes de los “ menudos pobres” que, ligados afectivamente al indio, lamen
taban la desgracia de éste; pero imitilmente, porque habían sido destituidos
de todo valimiento político y económico.
L os dominicos
(35) Vid. Pérez de Tudela [1], págs. 234-237. Dalos tomados de Casas: Historia [2],
lib. I, caps. CLVIII y CLXXVII, t. II, págs. 97 y 175; C .D .I .A ., i. XX XI, pág. 338;
José M.a rhacón y Calvo: Cedulario cubano, t. I, págs. 129-133; A. G. I., Indiferente ge
neral 418, lib. I, fols. 146 vio. y 148 vto. “ La Lengua” se había granjeado la ira de Ovando
al concertar, como intérprete, el casamiento de uno de sus convecinos de la villa de la
Concepción con una india; lo que le valió pena de destierro y multa de 10.000 maravedís
(Col. Muñoz, de la R . Ac. H., A-102, fol. 218).
XXVIII FRAY BARTOLOME OE LAS CASAS
(36) Sobre los orígenes de la misión dominicana, vid. del P. Antonio Figueros, O. P .:
Principios de la expansión dominicana en Indias, en Missionalia Hispanica, núm. 1, Ma
drid, 1944. Un estudio sobre fray Pedro de Córdoba, en el Prefacio a la Doctrina cristiana
de fray Pedro de Córdoba, de Javier Malagón Barceló y E. Rodríguez Demorici.
(37) José M.a Chacón y Calvo: La experiencia del indio. ¿U n antecedente 0 las doc
trinas de Vitoria?, Madrid, Asociación Francisco de Vitoria, 1934, pág. 214. Manuel Gimé
nez Fernández ha determinado para fecha del sermón la de 30-XI-1511 [Hernán Cortés y
su Revolución Comunera en la Nueva España, Sevilla, 1948, pág. 20, nota 45). El relato
de estos acontecimientos, en C asas; Historia [2], lib. IIT, caps. III a VI, t. II, páginas
438-448.^ Una narración moderna, en Lewis H anke: La lucha por la justicia en la conquista
de America, Buenos Aires, 1949, págs. 27 ss.
(38) Coincidimos en esta apreciación con V. D. Carro f25], í, páe. 61.
ESTUDIO PRELIMINAR XXIX
la negación que de loa derechos del Rey a las Indias querían suponer en aque
lla prédica. JVaturalmente, don Fernando no tardó en responder enérgica
mente, explicando cómo Montesinos, “para decir lo que dijo..., ningún buen
fundamento de Teología, ni cánones, ni leyes tenía, según dicen todos los
letrados” , de manera que si los alborotadores persistían en su error, debían
ser repatriados “ en cualquier navio” (39).
Es de sospechar que alarma tan abultada no sería gratuita y que las pa
labras de los frailes podían tener en la isla repercusiones más graves que los
escrúpulos de conciencia —tan berroqueña— de los encomenderos. El nuevo
repartimiento efectuado por don Diego Colón en provecho notorio de sus
allegados y en perjuicio de los veteranos de Ovando, no había hecho más
que avivar el clima de inquietud y descontento en la isla (40), de suerte que
la voz de Montesinos, lejos de ser clamantis in deserto, como él presumiera,
encontró en la excesiva previsión de los privilegiados un megáfono insupera
ble que planteó la controversia en su verdadera dimensión.
La ju n t a de B urgos de 1512
(39) Chacón: CeduXario [7], págs. 429-431. Eslá fechada en Burgos a 20-III-1512. Ple
gándose a la presión regia, el provincial dominico de Castilla, fray Alonso de Loaysa,
dirigió en dos cartas consecutivas (marzo, 1512) una amarga reprensión a sus súbditos de
la Española; se admiraba de que “por no mirar bien la santa doctrina... dicsedea en vues
tra predicación motivo a que todo esto se pierda y todo se estorbe, y que toda la India,
por vuestra predicación, esté por rebelarse, y ni vosotros ni cristiano alguno pueda allí
estar” . Y aclaraba: “ pues que estas islas las ha adquirido Su Alteza lure belli y Su San
tidad ha hecho al Rey nuestro señor donación de ello, por lo cual ha lugar y razón algu
na de servidumbre” . {Ibidem, págs. 443*447).
(40) Pese a sus simpatías colombinistas. Las Casas testíñca el empeoramiento que para
los indios y las “ personas particulares que no tenían favor” significó, desde su comienzo,
la gobernación del segundo almirante {Historia [2], lib. II, cap. L I, t. II, págs. 371 y
373-374). Asimismo en Antonio de Herrera: Historia General de los hechos, etc., Déc. 1,
lib. V II. cap. X.
(41) M. Giménez Fernández brinda una ceñida, documentada e incisiva semblanza bio
gráfica de Fonseca en su monumental estudio: Bartolomé de las Casas, Delegado de Cisne-
ros para la reformación de las Indias, Sevilla, 1953. Vid- págs. 9-12. Munificente, eficientisi-
mo como organizador administrativo, laborioso y fiel servidor del rey Femando, el prelado
personificaba en cambio por su rapacidad, iracundia, autoritarismo, incontinencia, desprecio
de la justicia y fría inhumanidad, las taras del mundo espiritual con que Las Casas habría
de enfrentarse.
(42) Casas: Historia [2], lib. III, cap. VIII, t. II, pág. 457. El relato de las vicisitudes
y problemas relacionados con la Junta de Burgos se contiene en los capítulos VI a XII,
páge. 448-475. Un análisis de conjunto sobre este género de consultas lo ha ofrecido Antonio
Ybot León: Juntas de Teólogos asesoras del Estado para Indias, en Anuario de estudios
americanos, V, Sevilla, 1948, y en La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de
Indias, Barcelona. 1954, págs. 153 ss.
XXX FRAY BARTOLOME DE l.AS CASAS
presencia del Rey Católico para hacerle escnciiar sus sobreco^edores infor^
mes, don Fernando, tras de conmoverse diciendo “ ¿eso es posible?” , de
mostró que no había olvidado las reglas de su oficio y convocó de nuevo a
junta a teólogos y consejeros. Puesta en debate la materia de la gobernación
dé los indios, Montesinos hizo patente la limitación del papel que a sí
mismos se atribuían los dominicos. Su parecer, basado principalmente en
una cita de fizequiel, “ Fae pastoribus Israel que pascebant semet ipsos'\
se redujo a informar de los hechos y a propugnar para la solución ciertos
postulados generales, como la necesidad de atraer a los indios a la fe “con
dulzura y amor y libertad y dádivas, y no con aspereza, servidumbre y
tormentos” . Para empeñarse en una lucha a ultranza contra la encomienda
faltaron sin duda a los predicadores resortes dialécticos; lo que Las Casas
atribuye a que aún no tenían “ clara y particular información” de la realidad
indiana.
La discusión hasta llegar a un acuerdo relativamente concreto y)uso muy
pronto en evidencia todo lo que de problemático había en la cuestión del
Orbe Nuevo. Si pudo convenirse en una fórmula sobre el régimen que cua
draba al indígena, las divergencias corrían por debajo, en relación precisa
mente con los motivos doctrinales y emotivos de aquel compromiso. La de-
claración con que la Junta dió por terminada su labor, se limitó al breve
enunciado de siete principios, lo bastante ambiguos y melifluos como para
concertar todas las voluntades. El pórtico consistía en la tajante afirmación
de que los Indios eran libres; seguía un recordatorio al deber de cristiani
zarlos, y en el resto de las proposiciones decía:
“Lo tercero, que Vuestra Alteza les pueda mandar que trabajen, pero que el
trabajo sea de tal manera que no sea impedimento a la instrucción de la fe y sea
provechoso a ellos y a la república, y Vuestra Alteza sea aprovechado y servido por
razón del señorío y servicio que le es debido por mantenerlos en las cosas de nuestra
sancta fe y justicia. Lo cuarto, que este trabajo sea tal que ellos lo puedan sufrir,
dándoles tiempo para recrearse, así en cada día como en todo el año, en tiempos
convenibles. Lo quinto, que tengan casas y hacienda propria-, la que pareciere a los
que gobiernan y gobernaren de aquí adelante las Indias, y se les dé tiempo para
que puedan labrar y tener y conservar la dicha hacienda a su manera. Lo sexto, que
se dé orden cómo siempre tengan comunicación con los pobladores que allá van,
porque con esta comunicación sean mejor y más presto instruidos en las cosas de
nuestra santa fe católica. Lo sétimo, que por su trabajo se les dé salario conveniente,
y esto no en dinero, sino en vestidos y en otras cosas para sus casas” (43).
[2]» lib- III, cap. VIH, t. II, págs. 456457. Firmaban las conclusiones el
obispo Fonseea, el^ licenciado Santiago, el doctor Palacios Rubios, el licenciado de Sosa, el
maestro fray Tomás Duran, O. P . ; el maestro fray Pedro de Govarrubias, O. P . ; el maes
tro fray Matías de Paz. 0 . P., y el licenciado Gregorio.
ESTÜDÍO PRELIMINAR XXXI
La clave de la confusión
(48) Vid. Sobre la materia la obra fundamental de Charles Verlinden: UEsclavage dan$
l’Europe módiévale. Tome. I. Peninsule Ibérique-France, Bnigge, 1955, que supera su ante
rior estudio en An. Hist. del Der. csp., XI y X II, 1934-1935 ; asimismo, Marc Bloch: LU
berté et seri itude personnelle au Moyen Age, ibidem, X, 1933.
(49) Un fmo análisis sobre el sentido originario de la servidumbre feudal, en R. W.
Southern: La formación de la Edad Me.dia, Madrid, 1955, págs. 103 ss. Como visiones de
conjunto, las mejores son la de Marc Bloch: La Société Feodale, en la serie L*Evolution
de Vllumanité, y la citada de Verlinden [48].
(50j Robert E. Kirk ha señalado las consecuencias de la equívoca traducción de servus
por esclavo , en relación con las teorías de Juan Ginés de Sepúlveda [Some notes on a
coraírorer.sí*tjí conlroversy: Juan Ginés de Sepúlveda and natural servitude, en Hispanic
American historical Revieu\ vol. XXXIV, núm. 3, 1954, págs. 357-365). A Silvio Zavala
se debe un análisis de gran exactitud sobre la idea aristotélica de la servidumbre, su re
cepción por la Europa medieval y su repercusión en la controversia indiana (Servidumbre
natural y libertad cristiana según los tratadistas españoles de los siglos XVJ y X V Il, Buenos
Aires, 1944J.
(51) Sánchez Albornoz señaló los caracteres esenciales de la peculiaridad sociológica
castellana motivada en la Reconquista. Como se sabe, el paso a dominio directo del rey
‘—realengo de las tierras conquistadas, sin la formación del gran señorío feudal, da origen
a un sistema de beneficios, bajo obligación militar, y al nacimiento de un tipo de libre pro
p in a d agraria (España y Francia en la Edad Media. Causas de su diferenciación política,
y tspana y el Islam, en Revista de Occidente, año I, nura. VI, v año VI, núm. XXIV, res
pectivamente).
ESTUDIO PRELIMINAR XXNV
L as l e y e s de B urgos de 1512
(52) La defíníción mas ajustada que conozco sobre la evolución del sentido de la liber
tad en relación con la estructura jurídica de las sociedades europeas es la de Guido de
Ruggiero: Historia del liberalismo europeo, Madrid, 1944, Introducción.
(53) Es muy ilustrativa, al respecto, la frase de fray Bernardo de Mesa rebatiendo a
los dominicos: “ ...d igo que las autoridades no harían al propósito, porque todas ellas
hablan en caso que aproveche la dulzura de la libertad, que, en la verdad, no hay otra
libertad verdadera sino aquella servidumbre que nos estorba el pecado, el cual verdadera-
mente nos hace siervos” {Historia [2], lib. III, cap. IX, t. II, pág. 461). Tales ideas tienen
una estrecha correlación de fundamento con las que en el período de conformación de la
sociedad feudal habían llenado de contenido religioso la actitud de sumisión. Vid., sobre
este punto, las agudas consideraciones y ejemplos que ofrece Southern [49], págs. 108-113.
(54) No tratamos, con lo dicho, de desconocer la tesis de Ernst Troeltsch, pero estima
mos que, en última instancia, el liberalismo ideológico no se explica sin el libre examen-
XXXVI FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
I lio n más pesimista sobre el indio, no es de dudar cuál fue la fuente de inspira
ción de Fonseca y de su areópago, ni cuál el precio para que se prendaran
de la información de los que ‘‘traían escripto en las frentes'’ su interés vehe
mente contra el indio (55). El nuevo estatuto se edificaría sobre la inexorable
declaración en “ abatimiento e infamia” del indio que expresa el preámbulo:
“y según se ha visto por luenga experiencia, diz que iodo no hasta para que los
dichos caciques e indios tengan el cognoscimiemo de nuestra fe que sería necesario
para su salvación, porque de su natural son inclinados a ociosidad e malos vicios,
de que Nuestro Señor es deservido, y no ha ninguna manera de virtud ni doctrina.
Y el principal estorbo que tienen para no se enmendar de sus vicios e que la doc
trina no les aproveche ni en ellos imprima ni la tomen, es tener sus asientos y es
tancias tan lejos como los tienen e apartados de los lugares donde viven los espa
ñoles, que de acá han ido y van a poblar a la dicha is la ; porque, puesto que al
tiempo que los que vienen a servir las doctrinas y enseñan las cosas de nuestra fe,
como después de haber servido se vuelven a sus estancias, con estar apartados y la
mala intinción que tienen, olvidan luego todo lo que les han ensenado y tornan a
su acostumbrada ociosidad e vicios, y cuando otra vez vuelven a servir, están tan
nuevos en la doctrina como de primero, porque aunqtie el español que va con ellos
a sus asientos, conforme lo que allá está asentado y ordenado, se lo trae a la memoria
y los reprende, como no le tienen temor, no aprovecha, y responden que los deje
holgar, pues para aquello van a los dichos asientos, y todo su fin y deseo es tener
libertad para hacer de sí lo que les viene a la voluntad, sin haber respecto a ninguna
cosa de virtud” (56).
Í5.A) Según un memorial anónimo t. 1, págs, 247 ss.) que Giménez Fer
nández [41] atribuye con argumentación convincente al cardenal Cisneros, los autores de
las leyes de Burgos fueron el bachiller Martin Fernández de Enciso —harto reputado per
sonaje como jurista, cosmógrafo, enemigo de Balboa y detractor del indio—, el francisca
no fray Alonso de Espinar y el mercader burgalés Pedro García de Carrión (vid. pág. 44,
nota 117).
(56) Casas: Historia [2], lib. iil, cap. X III, t. II, págs. 476-477. Rafael Altamira pu
blicó El texto de las leyes de Burgos de 1512 en Revista de Historia de América, núme
ro 4, 1938. Asimismo R. D. Hussey: Text of the Laws of Burgos: 1512A513, concerning
the treatment of the Indians, en Hispanic American Uistorical Review, X II, 1932, pági
nas 306-321, Un buen resumen en Silvio Zavala: La encomienda indiana. Madrid, 1935, pfl*
ginas 15-20.
ESTUDIO PRELIMINAR xxxvn
Por si cabía alguna duda sobre cuál era la razón que debilitaba la aco
metida de los dominicos, un último acontecimiento de esta etapa viene a es
clarecerlo. Impulsado por el deseo de desvanecer los malentendidos que pe
saban sobre su comunidad, fray Pedro de Córdoba desembarca en la Península
para llevar hasta el Rey la impresionante majestad de sus razones y de su
presencia de varón justo y santo. Don Fernando, aunque hombre curtido,
o precisamente por ello, se impresionó al oírle objetar de insuficientes las
leyes recién amasadas, hasta el punto de que llegó a proponerle, en un
arranque de verdadero Rey católico: “ Tomad, vos, padre, a cargo de re
mediarlos, en lo cual me haréis mucho servicio e yo mandaré que se guarde
y cumpla lo que vos acordáredes.” Fué este el momento cardinal en que por
vez primera “ se ofreció estar los indios en punto de remediar” . Pero fray
Pedro anuló aquella posibilidad al rechazar: “ Señor, no es de mi profe
sión meterme en negocio tan arduo; suplico a Vuestra Alteza que no me lo
mande,” El ideario teológico de los dominicos se confesaba impotente para
transformarse en materia política; o al menos para combatir con éxito el
enrocado poderío del clan fonsequista (58). La causa del indio requería ahora
otras ayudas que las ofrendadas por la pura teoría.
La gestión de fray Pedro agotó sus brillantes perspectivas en los cinco
aditamentos o moderaciones propuestas por los consejeros en 1513 a las leyes
del año anterior, de las que en sustancia nada modificaron, pues se ciñeron a
aliviar y adecentar la situación de niños y mujeres. La quinta y última de
dichas declaraciones, en la que se aseguraba al Monarca que ])oóía hacer
merced del servicio indígena a quien quisiera, y por el tiempo que quisiera,
no se promulgó. Sin duda se temió evidenciar la finalidad “ no muy honesta”
de aquella sugestión. Surtió, sin embargo, sus efectos, y con la entrada de los
(57) En el mismo sentido opina Zavala [20] : “ La etapa de Burgos, en el leiTeno legal,
no fué muy favorable para lo s indios” (pág. 17). Altaiuira [56] ve en ellas una “ notoria
derrota de los dominicos” por encima de su pretensión reparadora (págs. 67-68).
(58) Cuenta Las Casas que, cuando de paso por Santo Domingo, camino de España
(1515), dialogó acerca de sus propósitos con fray Pedro de Córdoba, éste, después de ani
marle, entre otras palabras le dijo éstas: “ Padre, vos no perderéis vuestros trabajos, porque
Dios terna buena cuenta de ellos; pero sed cierto que, mientras el Rey viviere, no habéis
de hacer, cerca de lo que deseáis y deseamos, nada.” Y comenta Las C asas: “Entendida la
causa, no se creyó ser otra sino que como el Rey tenía tanto crédito del obispo de Burgos
y del secretario Lope Conchillos, y éstos estaban errados, aunque arraigados en aquel error,
que los españoles podían sin ningún escrúpulo de conciencia tener los indios repartidos y
servirse dellos, parecíales ser imposible de aquella falsa opinión desarraigallos. ma>ormente
teniendo ellos mismos y otros del Consejo del Rey tantos indios” (Historia [2], lib. TTl
cap. L X X X m , t, II, págs. 106-107):
XXXVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
E l requerimiento
(59) Historia [2], lib. III, caps. XVII a XIX, t. II, págs. 489-500. El acta del repar-
limiento hecho en 1514 por Rodrigo de Alburquerque y el tesorero Miguel de Pasamonie
{C, D. I. A., t. I, págs. 50-236) documenta los datos lascasíanos sobre la participación
cortesana en aquel beneñeio. Los agraciados, según una u otra forma, eran: Fonseca,
Lope de Conchillos, Hernando de Vega, doña María de Toledo, Diego Colón (hermano
del primer Almirante), Fernando Colón, Juan Cabrero, el secretario Almansa y el liccn-
«lado Mójíca; amén de otros del Consejo, de quienes se sospechó que tuvieran indios
‘de secreto puestos en cabeza de otras personas que enviaban con cargos v oficios a esta
isla” .
(60) Lewis Hanke se ha ocupado por extenso con la génesis del Requerimiento y con
sn aplicación a lo largo de la conquista ([37], págs. 47-55 y 254 -278; anteriorraente en
The Requerimiento and its interpreters, en Revista de Historia de América, núm. 1, 1938).
Acepta Hanke como elucidador de esta mal conocida vicisitud originaria el relato de Fer
nández de Enciso, según el cual fue este mismo quien en las discusiones sostenidas en
el colegio de San Pablo de Valladolid dió solución al problema del titulo de conquista,
alegando —con harta fantasía— el ejemplo bíblico de Josué, que “requirió” a sumisión a
los idólatras de Jericó (C. D. I. A., t. I, págs. 441-450). La realidad, por encima de lo que
blasone el pretencioso bachiller, es que el fundamento último del Requerimiento estaba
implícito en la posición jushaturalista, desde Matías de Paz a Francisco de Vitoria; pero
ocurrió, como es tan frecuente, que la figura institucional modeló una grotesca caricatura
de los principios en que ella misma se asentaba.
ESTUDIO PRELIMINAR XXXIX
El h o m b r e p ú b l ic o
(61) “ Yo pregunté después, el año de 1516, al doctor Palacios Rubios (porque él había
ordenado aquel requerimiento), si quedaba satisfecha la conciencia de los cristianos con
aquel requerimiento, e díjome que sí, si se hiciese como el requerimiento dice. Mas pares-
cerne que se reía muchas veces cuando yo le contaba lo de esta jornada y otras que algunos
capitanes después habían hecho” {Historia general [11], lib. 29, cap. 7).
(62) Historia [2], lih. III, cap. LXXXIV, t. Jll. págs. lOB-lll.
XL l-'KAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(63) La tarea investigadora de Giménez Fernández lia añadido algunos aunque precio
sos datos a los escasos que fray Bartolomé quiso dar de sii ascendencia y vicisitudes de
juventud en la HistorUi. En su ensayo sobre Las Casas y el Perú (Documenta, Lima, 1951,
año 2) y en la obra citada [41] Bartolomé de las dasas, ofrece G. F. síntesis biográficas
que rectifican errores tradicionales en loa liistoriadores del Procurador, desde Remesal basta
González Calzada, pasando por Llórente, Mac-Nutt, Fabic y Rrion. Copiamos el resumen
de la segunda obra, donde pueden verse las referencias documentales: “ había nacido - -Las
Casas— en Sevilla, probablemente en la collación de San Lorenzo, limítrofe con el río Gua
dalquivir, puerta de las Indias, hacia 1474, tal vez en el mes de agosto, siendo hijo del
modesto mercader Pedro de las Casas, natural de Tarifa, y sobrino del confino real Juan
de Peñalosa, valedor de Colón frente a los reacios marinos de Palos; del capitán Francisco
de Peñalosa y, probablemente, de Gabriel de Peñalosa. Ignórase el nombre de su madre,
que tal vez, como la única hermana de Casas, llamaríase Isabel de Sosa; y es muy fácil
fuera pariente del clérigo Juan de Sosa, compañero después de Pizarro en el Perú y pro
tector de indios en Veragua. Pedro, con sus hermanos Francisco y Gabriel, embarcó en el
segundo viaje de Colón, y Bartolomé, que a los dieciocho anos había admirado el espec
tacular regreso del almirante don Cristóbal, quedó en Sevilla con su madre y hermana, y,
tal vez como soldado, visitó Granada en 1497 [según referencia en la Apologética, pág. 130],
recibiendo poco después como regalo de su padre un esclavo mozuelo indio, que hubo de
devolver en 1500 para que lo repatriase precisamente el secretario de Cisneros, fray Fran-
cieco Buiz, partido en la expedición de Bobadilla.
No era, pues, Bartolomé de las Casas familiar cercano de los orgullosos Casas o Ca
saos, señores de Canarias y descendientes de acompañantes de San Fernando, de oriun
dez francesa, y así se explican sus malas relaciones, más tarde, con el general de su Orden
Dominicana, fray Alberto de Casaus; ni tampoco estudió en Salamanca, aunque sí latinidad
y humanidades en Sevilla, donde es fácil se ordenara de menores para poder así aspirar
a una plaza de doctrinero en la Española, hacia donde partió en la expedición colonizadora
de Nicolás de Ovando. Llegado a Santo Domingo el 15-V-1502, en circunstancias para él
inolvidables, guerreó contra los tainos, tomó parte en la expedición a Higuey, por su sola
cuenta obtuvo un buen repartimiento cerca de Concepción de la Vega, en cuya iglesia de
paja actuó de doctrinero, siendo más tarde el primer ordenado de presbítero en aquel Nue
vo Mundo, a raíz de la llegada del obispo de Puerto Rico don Alonso Manso, por éste,
casi seguramente, en noviembre de 1512. Acompañó como capellán castrense a su amigo
Panfilo de Narváez cuando éste fue (1-1513) a reforzar al conquistador Diego Velázquez.”
(Páginas 48-50)- Otras especificaciones familiares en págs. 99-100. Debe añadirse que Las
Casas había escuchado y retenido bien en la memoria los sermones de Montesinos; pero
habla encontrado “ frívolos argumentos y vanas soluciones” para perseverar en la condi
ción de encomendero, alegados incluso en discusión con un padre dominico que se ne
gaba a confesarle. Se distinguía él, sin embargo, por el trato compasivo que daba a sus
indios.
ESTUDIO PRELIMINAR XLI
“Ordenó el capitán Narváez, por persuasión del dicho padre, que después que
el dicho padre hobiese apartado lodos los vecinos del pueblo a la mitad de las ca
sas dél, dejando la otra mitad vacía para el aposento de los españoles, ninguno
fuese osado de ir a la pane del pueblo donde los indios estaban recogidos y alle
gados. Para lo cual se iba delante con tres o cuatro hombres el padre, y llegado al
pueblo, cuando la gente llegaba, ya tenía los indios a una parte del pueblo reco
gidos y la otra parte desembarazada. Por esta vía, y porque vían los indios que el
padre hacía por ellos, defendiéndolos y halagándolos y también baptizando los niños,
en lo cual les parecía que tenía más imperio y autoridad que los demás, <obró mucha
estima y crédito en toda la isla para con loa indios, allende que, como a sus sacer
dotes o hechiceros o profetas o médicos, que todo eran, lo reverenciaban (66).
Llegó así a bastar que Casas enviara por delante “ un indio con un papel
viejo, puesto en una vara” para que los pueblos cumplieran cuanto aquel
les decía, sólo bajo la premisa de que en otro caso se enojaría el padre,
pues ésta era “ la mayor amenaza que se les podía enviar” .
¿No se trataba verdaderamente de poner en ejecución por primera vez
la conducta humana y civilizadora, el cumpliiniento del deber catequístico
y, en suma, del programa teórico en que se apoyaba la expímsión española?
Si las cosas se habían hecho mal en la Española, ¿no cabía probar, frente
a las razones de los dominicos, que era posible hacerlas bien? Tal pretensión
de ambicioso alcance ejemplar no se motiva en un mero sentimentalismo.
Se presenta demasiado ajustada ai subsiguiente desarrollo de la trayectoria
vital lascasiana para que no signifique el primer paso en la senda de un
genio ambicioso y noble, percatado de su propia fuerza para el cumplimien
to de altas misiones.
El fenómeno de Las Casas, como el de toda espiritualidad heroica, no
admite una simple explicación determinista. Pero es fundamental tener pre
sente que desde su originación hasta el final de su largo curso muestra una
ceñida armonía con la entidad histórica que le dió vida. Por ello, el capí
tulo lascasiano es, a su vez, uno de los imprescindibles para el conocimiento
de la historia del alma española.
La conversión
mala ut veniant bona, sentenciará, según Santo Tomás, una y otra vez en sus
escritos.
Aquella revelación no correspondía, además, a la esfera de las verdades
arcanas: la lectura de autoridades y fuentes sagradas confirmaba la eiemen-
talidad y universal vigencia de su fundamento, así como su antigua ascenden
cia en el Derecho de gentes. “ Todas las naciones del mundo son hombres,
y de cada uno dellos es una no más la definición; todos tienen entendimiento
y voluntad, todos tienen cinco sentidos exteriores y sus cuatro interiores, y se
mueven por los objetos dellos; todos se huelgan con ei bien y sienten placer
con lo sabroso y alegre, y todos desechan y aborrecen el mal y se alteran con
lo desabrido y les hace daño” —recordará con Cicerón (69).
Desde esta hora, el clérigo, espejo de pacificadores, ha encontrado la
causa desmesurada que cuadra a su talla. Se embarcará para informar al Rey
y remediar la perdición de las Indias,
E l designio
Pero ¿se trata nada más que de enarbolar la bandera del indio? Nuestra
información sobre esta etapa de la intimidad lascasiana es tan deficiente como
puede suponerse de un recuerdo transido por agitadas experiencias y trans
formaciones espirituales. Con todo, y según muestra el conjunto de los escri
tos lascasianos, se conserva a lo largo de la carrera del Procurador un meollo
de ideas y propósitos germinados en los orígenes de su actuación, a la que
confieren un descollante carácter de continuidad. En ese núcleo decisivo de
ideas la causa de España y la de las Indias forman una unidad inseparable, en
este sentido transcendente: los españoles no son más que el afortunado ins
trumento elegido por la Providencia para llevar la luz de la verdad al orbe
que venía siendo criadero inagotable de almas para el infierno; y no tienen
otros méritos ni derechos sino los ganados en la medida que sean capaces de
responder a ese honor divino.
Tan riguroso providencialismo no difiere en sustancia del que sentía el
común de los españoles, pero en el clérigo se reviste, después de su conver
sión, de caracteres muy peculiares. En primer lugar, la vena afectiva, que in
dudablemente vibraba en él, se sublima en un sentimiento de grandiosa y,
por lo mismo, un tanto enajenada responsabilidad. Que Las Casas se percatara
desde el comienzo de la ineficacia de permanecer entre los indios de Cuba miti
gando sus dolores, habla bien claro de la altura de su visión. Que eligiese en
definitiva ese camino en todas las ocasiones, nos define también el verdadero
cariz de su espíritu. No es este ni aquel indio el que importa; se trata del
destino de las infinitas gentes indianas que componen “ la mayor parte del
linaje humano” ; destino al que está indisolublemente ligado el de España (70).
El pacificador de Cuba no ha abandonado su empeño de ejemplificar
cómo ha de extenderse el nombre de Cristo. Lo ha engrandecido con la no-
(69) Ibídem, lib. II, cap. LV IIl, t. II, paga. 396-397. No queremos suponer que la p a
sión estudiosa de Las Casas se iniciara ahora; pero sí cobró afán y sentido. Como ha hecho
observar Giménez Fernández, Las Casas no habia cursado por estas fechas estudios superio
res ni en Salamanca ni en otro lugar, pues según hizo constar en sus Treinta proposiciones
muy jurídicas, redactadas en 1551, hacía treinta y cuatro años que estudiaba el Derecho,
lo que nos lleva a 1517 (El estatuto [65], pág. 32).
(70) Dicha concepción está latente en toda la obra lascasiana y puede observarse en nu
merosos pasajes. Vid., a título de ejemplo, lib. II, cap. CU, t. III, págs. 178*179 de la
Historia [2], y, en especial, el Prólogo de la misma. Edmundo O’Gorman, en un estudio
excepcional dentro de la historiografía americanista, ha definido el carácter de Las Casas
como historiador en función de esta nota esencial de providencialismo {La idea del descU'
brimiento de América, Méjico, 1951).
XLIV BARTOLOME ÜE LAS CASAS
ción de que depende de él ei futuro del ilimitado mundo (pie se estaba des
velando (71). Ciertas señales, como la conversión, ‘^imnlláíiea a la siiya„ de
fraternal amigo Pedro de Rentería le apoyan en el convencimiento de que es
la mano de Dios la que le empuja a la ainlanza (72).
La tendencia temperamental dei clérigo al caudillajt', resolutivo estará
además fortalecida por la confianza que le deparan su vocación y sus aptitu
des como hombre de ciencia. Una ciencia —reenerdese -- que no veía en la
realidad un campo de pesquisas y experiencias, sino más bi(?n el plano en
que deben ser confirmadas ciertas fórmulas expresiva- de un saber autori
tario sobre el plan divino universal (73). Toda la obra escrita del Procurador
está henchida con la afirmación del carácter, a un tiempo dogmático y ra-
cionalístico, de la verdad por él defendida. El Derecho que se le revelará en
Cuba y le confirmará el estudio, no era un dictado eontingente, susceptible de
elusiones, sino lo que de necesidad “tiene que ser” . De abí su inquebrantable
fuerza en la porfía.
Antes de iniciar su camino decide predicar en Sancti Espíritu a la grev
española, siguiendo la pauta dominicana, y para hacerlo con más libertad
y eficacia renuncia previamente a sus indios ante el asombrado Diego Ve-
lázquez. No es dudoso que actiía así más por trámite obligado que con es
peranza en el resultado de su gesto y discurso, pues ¿acaso no había sido él
mismo, hasta bacía poco, de los redargüidores de los frailes? Vista en efec
to la inutilidad de sus trenos y alentado en su decisión por los misioneros
dominicos Gutierre de Ampudia, Bernardo de Santo Domingo, Pedro de
San Martín y Diego de Alberca, consagra todas sus potencias al planeamien-
to del futuro (74).
No hay inicialmente el menor abandono fatalista en el flamante campeón
(71i Las Casas no ocultó sus jactancias a este respecto; así en la Hisloria [2], lib. lll.
cap. LXXXiV, l. III, pág. 110 : “ Tornó después a hablar al secretario Conchillos y hízole
entender cuán poco entendían de las Indias y cuán poco las estimaban, y el mismo se lo
cognosció no haberles cognoscido; y esto es cierto que hasta que el clérigo vino, cuasi en
nada las estimaban, y después que él las encareció y dio noticias dellas larga, las comen
zaron a tener en algo.” Vid., asimismo, cap. LX X X IX , págs. 134-135. En el mismo sentido
se expresa en las cartas que escribió a la corte en 30 abril 1534, 15 octubre 1535 (pul», por
Bemio M. Biermann, O. P. : Ztvei Brieie von Fray Bartolomé de Ins Casiis, en Archivum
Fratrum PraeiUcatorum, Roma, 1934, 4 págs., 197 ss.).
(72) Rentería, el entrañable amigo y socio de granjerias de Las Casas, era hombre pia
dosísimo. sencillo, despreocupado de lucros y de los pocos españoles compasivos con el
indio. Durante un viaje a Jamaica y justamente cuando ocurría la conversión del padre
Casas, Rentería proyectaba igualmente recurrir al rey para remedio de los indios. La bellí
sima escena de la mutua confesión de propósitos se narra en la Historia [2], lib. III, ca
pitulo LXXX, t. líL págs. 96-100.
(73) Nos referimos en especial al saber humanístico; en cuanto al de la Naturaleza.
L.as Casas, conforme observa Enrique Alvarez López, • “anticipa, como tantas otras veces en
nuestros historiadores de Indias, detalles de la gran filosofía natural del siglo XV III {El
suher de la Naturaleza en el P. Las Casas, en el Bol, de la Real Ac. de la HistorUi. Madrid.
I. CXXXIl, 1952. págs. 231-268). La observación que aquí hacemos de su autoritarismo cien
tífico no dehe abonar, pues, la falsa contraposición —de que tanto .se ha usado— entre el
“fraile fanático medieval” y el espíritu abierto y curioso del Renacimiento, pues justamente
fray Bartolomé fué una avanzada egregia de tal espíritu. Se trata simplemente de recordar
la distancia que, como señala Huizinga, todavía separa al Renacimiento del empirismo de
la verdadera modernidad racionalista {vid. “El problema del Renacimiento” , en El concepto
de Historúi y otros ensayos, Méjico, 1946, págs. 148 ss.).
(74) Los padres citados habían llegado bacía poco a la isla enviados por fray Pedro de
Córdoba. El vicario fray Gutierre de Ampudia y fray Diego de Alherca, diácono, acompa-
liaron a Casas en su viaje a la Española, durante el cual, cerca de Xarauuá, murió el pri
mero. Llegado a Santo Domingo (VíII-1515), Las Casas se entrevistaría con fray Pedro de
(.órdoha, de quien recibiría no sólo aliento para sus propósitos, sino, en adelante, el afecto
de una amistad entrañable. Embarcó hacia la Península en septiembre de 1515. llevando
en .su compañía a fray Amonio Moiilesinos (Historia lib. 111. caps LXXXI y I.XXXIÍT
í. DI. págs. 99 ss.).
ESTLiDIO PRELIMINAR XLV
branzas, mineros para las minas, arrieros para las recuas, hospitaleros para
los hospitales, vaqueros, porqueros, ovejeros, barqueros para hacer barcas,
que acá se llaman gamellas, para lavar el oro, y carniceros para cortar la
carne, y pescadores para proveer de pescado las dichas comunidades’'. Nin
guno de ellos tendría jurisdicción sobre loa indios ni más beneficio <jue un
salario fijo. Tampoco nadie en Castilla debía participar de los provechos de
aquellas repúblicas. El rey mismo debía renunciar a explotar el trabajo de
los indios y sustituirlo en todo caso por el de esclavos negros. Para fomento
de la población española se llevaría a cada villa unos cuarenta labradores
casados, a quienes se darían “ cinco indios con sus mujeres y hijos en com
pañía, para que sean compañeros y trabajen de por medio” .
Las Casas era capaz de puntualizar en este programa los detalles de eje
cución y hasta las cifras correspondientes a sueldos y ganancias. Se comple
taba, además, con otra serie de prevenciones generales o particulares para
cada isla, tales como la agravación de las penas sobre los infractores de las
ordenanzas, el establecimiento del intercambio comercial entre las islas, o
la reducción de los indios lucayos, así como los siboneyes de Cuba —de cul
tura muy primitiva— a una sola y gran doctrina en Puerto Príncipe, a cargo
de un convento de franciscanos o dominicos (7B).
Los motivos inspiradores del cura baquiano se nutren de la savia sin equi
valente que da la experiencia vital; si bien él pretenderá elevarlos a la ca
tegoría de verdades apodicticas. Inicialmente, sin embargo, cerca de las fuentes
empíricas de que brotó, la teoría lascasiana no peca de grave ingenuidad (79).
Si hasta entonces se había pretendido centrar todo el problema en la capa
cidad del indio como educando, el sevillano hace girar la vara métrica hacia
el español, para deducir que es la irreprimible codicia e impiedad de éste la
que convierte en inútil el sistema de la encomienda. La crítica lascasiana
versará, pues, en este comienzo, no tanto sobre la legitimidad del principio
del repartimiento, como sobre lo inevitable de sus resultados, dada la índole
de los beneficiarios. Sabio pesimismo que eleva ya al clérigo por encima de
los burdos supuestos de la pseudo ciencia política del autoritarismo —el de
entonces y el que todavía pervive—, según los cuales, las excelencias del
mando de los superiores deben cualquier pasado mañana garantizar todo
justo orden.
En la otra cara de la moneda, el indio exhibe, en cambio, un perfil casi
angelical. Más de quince años de trato y conocimiento de los antillanos per
miten a Las Casas creer cerradamente —al igual que otros españoles de alma
noble— que, en aquellas gentes sencillas, benignas y pacíficas se encuentra
la nattiraleza más abonada y fácil para la fe evangélica, si a ella son atraídas
según el ejemplo que señaló el mismo Jesucristo. La ingenuidad —no menor
acaso que la del españolismo autoritario— que suponía el generalizar para
el Nuevo Mundo la imagen de los antillanos se pondría en evidencia sin
tardar mucho. El Procurador, sin embargo, nunca se dio por convencido en
vista de adversas experiencias. Ello no es explicable por simple testarudez
(80) Vid., a título de ejemplo, los cantos a la naturaleza y a las sociedades indianas que
brinda en la Apologética [18], caps. V III, IX y XLVI. La parquedad del trato comercial
y la carencia de ansias acumulativas las interpreta como una dichosa afinidad con la exi
gencia del verdadero espíritu evangélico. Las Gasas define así su afincamiento en el espí
ritu de sobriedad material, sobriedad ética, que Menéndez Pidal [64] asigna a la raíz de la
personalidad española.
(81) Agustín Yáñez brinda el ejemplo acaso más sobresaliente de un consciente afán
americano por buscar su hontanar espiritual en Las Casas, convertido en “ Padre y Doctor
de la americanidad” . Vid. prólogo a Fray Bartolomé de Las Casas. Doctrina (selección de
textos lascasianos), Méjico, 1941; Fray Bartolomé de Las Casas, el conquistador conquista'
do, Méjico, 1942.
(82) La admiración que, a pesar de todo, tributa Las Casas a los sujetos heroicos que
acrimina, es una de las más reveladoras facetas de la contextura “caballeresca” de su propio
espíritu. Así, por ejemplo, en relación con Alonso de Hojeda: Historia [2], lib. II, capí
tulos L IX y LX, t. II, págs. 400-404.
(83) Vid. nota 41. La obra mantiene un tono acusadamente despectivo liacía su inme
diata antecedente —a la que, desde luego, supera con mucho—, a saber, el estudio de Ma
nuel Serrano y Sanz: Orígenes de la dominación española en América (“E l gobierno de las
Indias por frailes Jerónimos”). Madrid, 1918, págs. 339-450. El trabajo de Serrano nos pa
rece, sin embargo, todavía valioso por la documentación que aporta, ya que no por sus
peregrinas inferencias antilascasianas. .. v.»
X iV líí FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(84) Corresponden estos sucesos al lib. III, cap. LXXXIV, t. III, págs. 108 - 111 de la
Historia [2].
(85) Acerca de la ascendencia judaica, promoción política y personalidad del más inte-
lip n te y voraz de los aragoneses encumbrados por el Rey Católico, vid. Giménez [41], pá-
pags. 13-15. La pésima nota del secretario —^prevaricador, cohechador, inventor y acumu
lador de sinecuras, como escribanía mayor de minas, registro de sello, fundición de oro,
hierro de esclavos y escribanía de Tierra Fírme, registro de naos, visita de cárceles y mas
otras gabelas ilícitas— era ya proverbial entre ios contemporáneos: Varacaldo, secretario de
Císneros, decía que "*se sabían de el las cosas más feas del mundo” .
(86) V14, de Giménez Fernández [41], [29], [37], y La política religiosa de Fernan
do V en Indias. Revista de la Facultad de Derecho. Madrid, 1943,
• Góngora: El Estado en el Derecho indiano. Santiago de Chile, 1951, pá
ginas 56-57. El mismo Las Casas comenta: “ aunque si ellos [los jueces] fueran justos y
usaran sus oficios solo para bien y guarda de la justicia, no parecía ser no prudente pro
visión” (Historia [2], lib. II, cap. L i l i í. II, pág. 380).
ESTUDIO PRELIMINAR XLIX
L a ocasión ciskeriana
(91) Historia [2], lib. IIÍ, cap. LXXXIV, t. III, pág. 111.
(92) Tan sólo se conoce el extracto, hecho por la Secretaría, del memorial castellano;
TT? n í i P ' p á R s . 5-12, y t. VI (2.« serie), pág. 8. Fue presentado entre D
y 15-IIM516, según Giménez ([41], pág. 125).
Í93) Giménez [41], págg. 99-129. Supone que el cómitre de Sus Altezas, Bartolomé Díaz-
figuro principalmente entre sus informadores sevillanos.
(94) José M.a Asensio: Cristóbal Colón, t. II, págs. 375-380.
(95) Angel Ortega, O. F. M .: La Rábida, Sevilla, 1926, t. II, págs. 306 ss .: cartas a Cis
neros de fray Juan de Robles, fray Juan de Trasierra y fray Francisco Ruiz (12-X-1500).
ESTUDIO PRELIMINAR fj
cáncer isleño (96). Está, pues, en lo cierto Las Casas cuando dice que el
Regente “ya sabía muchas cosas dellas (las Indias) por relación de religiosos
de su orden que había recibido de antes” (97).
No es preciso enumerar aquí las dotes harto conocidas de la personalidad
cisneriana. Baste subrayar que al encontrar ocasión para proyectarse sobre
el problema de las nuevas tierras, fray Francisco Jiménez hará sentir como
en toda oportunidad el poderoso aliento ético, la inflexible rectitud moral
que constituía el pilar de su grandeza (98). Esto reconocido, se requiere sin
embargo la máxima cautela crítica al enjuiciar el significado de su intento
reformador de las Indias. Porque si la conjunción Cisneros-Las Casas en un
corto y singular momento de la historia española quiere definirse como un
acontecimiento de peregrina convergencia de designios y de perfiles huma
nos, habrá que explicarse la frustración de esa coyuntura como una conse
cuencia del fallo de las circunstancias políticas que la determinaron. Pero
¿y si no existió en realidad tal identidad de propósitos?
Atinado en la diana es el planteamiento de Giménez Fernández, que hace
depender todo el proceso reformador de la contingencia nacional susciíada
por la muerte del Rey Católico. ¿Cómo, en verdad, hubiera podido expug
narse la maquinaria del fonsequismo, apo<lerada de la dirección de la em
presa ultramarina, sin la oportunidad deparada al genio político de Cisneros?
En esa sazón entrarían en juego factores operantes tanto en la Península
como en la corte de Flandes, y polarizados todos en torno a la gestión del
Cardenal. Minuciosa y agudamente los ha descrito el profesor sevillano, a
quien extractaremos (99).
La muerte de don Fernando destapaba una situación de tensiones anta
gónicas abocada a la anarquía. Entre la alta nobleza que estuvo adscrita al
bando filipista, las ciudades neutrales y recelosas, los “ íernan<linos” o arago
neses —hasta entonces detentadores del mando— y la peligrosa facción acau
dillada por el comendador mayor de Calalrava, Gonzalo Núñez de Giizmán.
como ayo del infante don Fernando, no había otro posible freno de autoridad
acepta a todos que la del Cardenal. Las cerradas colisiones de partidos e in
tereses no eran menos complejas y ardorosas cerca del joven príncipe Carlos:
españoles de las diversas tendencias y además cbievristas, marranos, sicilia
nos, imperiales y napolitanos. En medio de esta procela, la mano al timón de
Xevres se propuso definir un rumbo de paces con el exterior —reflejado en
los tratados de Noyon y Cambray— para el que era imprescindible la tran
quilidad interna de Castilla. Se explica, pues, que así como en la Península
todos se plegaron a la disposición testamentaria del Rey Católico —incluso el
embajador Adriano, incumpliendo órdenes de Flandes— también por Carlos
y sus consejeros hubieran de ser refrendados y aprobados los poderes confe
ridos a fray Francisco.
La real cédula dada en Bruselas a 7 de junio de 1516, por la que se otor
gaban nuevos y amplísimos poderes —en unión de su asociado Adriano— al
gobernador y chanciller mayor de Castilla, confirmaban el buen entendimien
to inicial y la confianza en Cisneros, tanto del futuro Papa como de Xevres,
contrario al femandismo. Podía el Cardenal empeñarse, al menos durante
algún tiempo, en remociones políticas, que en los asuntos de Indias iban a
El pensamiento de Cisneros
(100) Giménez [41] señala para el acontecimiento fecha poco posterior al 22-IV-1516
(pág. 91).
(101) C. D. I. A., t. VII, págs. 5-12 (no es más que el extracto hecho por la Secretaria)
y págs. 14-65, respectivamente. Aunque el segundo figura como ^"relaciones que hicieron
algunos religiosos sobre los escesos que había en las Indias”, etc., es, por el contexto,
inequívocamente lascasiano. Sobre la atribución de la fecha, vid. Giménez [413, pág.
ESTUDIO PRELIMINAR LIH
qae trabajaban en las estancias o granjas, quisiera aquél encubrílla por lo que a éí
quizá o a otros que él bien quería, tocaba, y leíala de otra manera que la ley rezaba;
pero el clérigo, que la sabía muy bien de coro y tenía bien estudiada, dijo luego allí
en presencia de todos: "No dice tal aquella ley.” Mandóle el Cardenal al que la leía
tomarla a leer; leyóla de la misma manera. Dijo el clérigo: "No dice tal cosa aque
lla ley.” El Cardenal, cuasi como indignado contra el clérigo, en favor del lector,
d ijo : “Callad o mirad lo que decís.” Respondió el clérigo: “Mándeme vuestra señoría
reverendísima cortar la cabeza, si aquello que refiere el escribano fulano es verdad que
lo díga aquella ley.” Entonces, tómanle las leyes de la mano y hallan lo que el clérigo
afirmaba. Bien se podrá creer que aquel fulano (que por su honor na quiero nombrar)
por ventura no quisiera ser nacido por no rescibir la confusión que allí rescibió” (102)-,
Es más que probable que el cese inmediato del secretario Conchillos es
tuviera relacionado con esta escena vergonzosa para los ex dueños del iie^ *
cío ultramarino. Su camino obligado sería el de Flandes, donde se confabu
laban los resentimientos contra el Cardenal (103). El clérigo, en cambio,
“no perdió nada desde entonces cuanto al amor que el Cardenal le tuvo y
el crédito que siempre le dio” . Del tapete quedaba excluida la cabeza más
inteligente de la corrupción aragonesa. Tanta mayor claridad para enjuiciar
las decisiones del Regente.
De creer a Las Casas, todavía entusiasmado con el recuerdo de aquellos
días, el Regente, ganado a su causa^, le ordenó que se juntase con Palacios
Rubios, ya su gran amigo, “y que ambos tractasen y ordenasen la libertad
de los indios y la manera cómo debían ser gobernados” . La partida estaba
ganada. El consejero lo sometió todo a su amigo, como más experto. Se aso
ció a la pareja el veterano fray Antonio Montesinos, por entonces llegado a
la corte, quien también confió en Casas, Este £ué así el unipersonal autor
de la “ traza, según lo que sintió que para el remedio de los indios convenía” ;
la que no fué, en esencia, sino su plan de comunidades bajo administración
de españoles. Adobado el escrito por Palacios Rubios para ponerlo en “ el
estilo de corte” , no faltaba sino encontrar quien aplicase la medicina (104).
¿Y ninguna contradicción o enmienda por parte de Cisneros o de la Junta?
Sí, ciertamente. Las Casas consignará que “muchas cosas” del anteproyecto
que copia en su Historia se habían añadido y alterado, “ oídas algunas in
formaciones de los españoles que a la sazón en la corte se hallaron, y contra
el clérigo y contra los indios blasfemaban rabiando” (105). Más aún; rela
ta también cómo por contumacia de algunos consejeros en el error de la
incapacidad de los indios para regirse por sí mismos, hubo de añadirse al
programa lascasiano tma segunda instrucción o remedio subsidiario; a saber :
que subsistieran los repartimientots en encomiendas, a tenor de las leyes
de 1512, convenientemente moderadas mediante una puntual revisión; lo
cual debía aplicarse en caso de resultar impracticable el sistema ideado por
Casas (106).
Ahora bien; lo que sorprende es que estos extremos informativos sobre
partes esenciales —según veremos— del plan de Reforma, figuren como un
apartado final y concedido a desgana en la narración de Las Casas, donde
lo que campea como protagonista es la traza por él concebida. Y así, en efec-
(102) Historia [2], lib. III, cap. LXXXV, t. III, págs. 112-113. Cree Giménez £41] que
el infidente lector era Juan de Sámano, mero auxiliar de Conchillos por entonces y subor
dinado de Juan de Oviedo (pág. 135).
(103) Según Giménez [41], el cese se produjo entre 13 y 17-VI-1516 (pág. 119).
(104) Historia [2], lib. III, cap. LXXXV a LXXXVII, t. III, págs. 113 y siguientes.
(105) Ibídem, cap. LX XX IX , t. III, págs. 130-131. Entre las innovaciones introducidas
señala Las Casas como más importantes la de que siempre anduviesen en las minas la ter
cera parte de los hombres sacando oro y la de que los españoles pudiesen hacer armadas,
ayudados por el rey, para apresar caribes; en cambio, no se aceptó que los ganados y ele
mentos que habían de procurarse a los poblados indígenas fuesen gratuitos.
(106) 16idem, págs. 132-134.
LIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
to, sin transición ni disyuntivas, se relata cómo dicha “ traza” pasa a fase
ejecutiva: el Cardenal somete al clérigo Ja elección de las personas que han
de implantarla en las Indias. Casas piensa en proponer a fray Reginaldo Mon
tesinos, hermano de fray Antonio (107); pero, aconsejado por fray Francisco
Ruiz, declina a su vez el encargo en su egregio protector, quien acuerda
que sean ios jerónimos los comisionados para la ardua misión. El capítulo
reunido por la Orden en San Bartolomé de Lupiana designa doce frailes
para que, entre ellos, escoja el Cardenal. Cuatro priores vienen a Madrid a
noliñcarle la aceptación del servicio; y, entonces, con pública demostración
de honra y favor ante la corte, en un día gozoso e inolvidable para Las
Casas, el Cardenal le comisiona para que en Lupiana, junto con el general
jeronimita, nombre definitivamente tres de entre los doce religiosos ofrecidos.
Las Casas aparece, pues, árbitro virtual de la situación, hasta que dos de
los padres jerónimos elegidos —fray Bernardino de Maiizanedo, prior de
Montamarta, y fray Luis de Figueroa, prior del convento de la Mejorada—,
después de aposentados y atendidos por él durante unos pocos días en Ma
drid, comienzan a tener plática con los indianos —enemigos naturales del
plan lascasiano— y acaban por dejar la compañía del clérigo para alojarse,
con gesto independiente, en el hospital jeromita de Santa Catalina (108).
Desde ese momento Las Casas clama en su libro traición contra el designio
de la reforma patrocinada por el Cardenal y desenvuelve el relato de los acon
tecimientos subsiguientes bajo el tono sombrío y fatídico de quien vio cum
plirse hasta el colmo el fracaso que adivinara ya desde este comienzo.
¿Mixtificación o fingimiento en esa versión del Protector? Digamos aquí,
de ima vez para todas, que a nuestro parecer no se puede dar un. solo paso
en la selva del tema lascasiano sí no se adopta como norte previo el de que
Las Casas era, por su temperamento, por su hábito y por su acendrada dig
nidad religiosa, incapaz de decir una sola palabra en falso. Por lo demás,
después de siglos de diatribas sobre su persona, todavía falta quien baya po
dido, documento en mano, convencerle de mentiroso. Del crédito que merezca
—que es otra cuestión— nos ocuparemos circunstanciadamente, conforme lo
hacemos ahora (109).
(107) Serrano [85] reprocha por ello a Las Casas de “ parcialidad manifiesta” (pági
na 342); un ejemplo, entre muchos posibles, de cómo el académico se dedicó en este, estu
dio a polemizar arbitrariamente con la Historia y no a explicarla.
(108) Í6ídem, caps. LXXXVI - LXXXVII, págs. 114-121, Giménez [41] (pógs. 160-165)
reconstruye así los hechos: El Cardenal despacha a uno de sus familiares con carta de
creencia c instrucciones para el general de los jerónimos, fray Pedro de la Mora, resi
dente a la sazón en el convento de San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara), rogándole
que escoja dos religiosos para el fin propuesto. Traen la contestación a Madrid fray Gon
zalo de Frías, prior de Santa María de AmedÜla, y fray Alonso de Santa Cruz, prior de
Nuestra Señora de Sísla; en realidad, una declinación cortés (4-XV-7). Logra, sin embargo,
CisneroB convencer a los mencionados y al prior de San Leonardo —que se les había agre-
gado— para que formulen separadamente su voto sobre dos o tres presuntos comisarios, jun
tamente con el prior del convento de San Jerónimo (o del Paso) de Madrid. En este mis
mo convento los cuatro priores debían hacer público su ofrecimiento ante el Consejo real
(27 julio 1516).
(109) De la exageración de Las Casas, ¿quién al ocuparse con él no ha hablado? Sin
embargo, nadie le había considerado un impostor hasta que Rómulo D. Carbia presentara
en el XXVI Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Sevilla (1935), la pe
regrina tesis en que sostenía que fray Bartolomé no sólo había adulterado o falsificado
documentos colombinos, sino que, en el colmo de la superchería, había fabricado la
Historia del Almirante, escrita por el hijo de éste, Diego Colón (pub. en Reseña y ira-
bajos cimtijicos del XXVI Congreso, etc., Madrid, 1948). El fracaso de la ponencia de
Carbia fue ya ruidoso en esa su salida al mundo y redundó en lo contrario de lo qu®
había pretendido; el tiempo no ha añadido ningún prestigio a esta desdichada teoría, QU®
no merece, en realidad, comentarios después de lo escrito por Ballesteros [1], t. I, pági
nas 72 88. y 320 ss., así como por Emiliano Jos en numerosos trabajos cuya relación com
pleta ofrece Lewú Hanke en su prólogo, “Las Casas, historiador”, a la Historio [2], pBg*’
ESTUDIO PRELIMINAR LV
na XLV, nota 31. Referencias a la diatriba promovida por Carbia pueden hallarse en Lewis
Hanke y Manuel Giménez Fernández; Bartolomé de Las Casas, 1474 - 1566. Bibliografía
critica, etc., números 697, 698, 699, 703 y 727. Sospecha posterior y más leve sobre la
probidad de Las Casas es la suscrita por Edmundo O’Gorman, quien cree que el domi
nico cita mal, por lo menos en dos ocasiones, a Fernández de Oviedo “ con mala inten
ción, según parece” (vid. Gonzalo Fernández de Oviedo. Sucesos y diálogo de la ISueva
España. México, 1946, pág. 157). Ei supuesto de O’Gorman no resulta, sin embargo, con
vincente.
(110) Historia [2], lib. III, cap. LX XX IX , i. III, pág. 135.
(111) la intinción del Cardenal fué remediar los tristes indios y libertallos, y con
esto creyó de cierto que los remediaba...” {Ibidem, pág. 131, refiriéndose a las colonias
intervenidas.)
(112) Ibidem, cap. XC, pág. 135. Sobre el signiñcado y desenvolvimiento del cargo en
la legislación indiana, vid. Constantino Bayle, S. J . : El Protector de Indios, Sevilla, 1944.
En la cédula que copia Las Casas, la misión de éste se extiende al cuidado de la *^salud de
las ánimas y cuerpos de los españoles e indios** que residan en las islas y en la Tierra
Firm e; y en consecuencia se le ordena: “aviséis e informéis y deis parecer a los devotos
padres jerónimos... y otras personas que con ellos entendieren en ello, de todas las cosas
que locaren a la libertad c buen tratamiento e salud de las ánimas y cuerpos de los dichos
indios de las dichas islas y Tierra Firme, y para que nos escribáis e informéis y vengáis a
informar de todas las cosas que se hicieren y convinieren hacerse en las dichas islas, etc.”
Se le asignaba un salario anual de 100 pesos de oro. La provisión, de fecha 17-IX-1516, no
fué registrada por Oviedo ni signada por Zapata y Carvajal, aunque sí refrendada por Va-
racaldo (Giménez [41], págs. 171-172).
LVI FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
“E 8Í algunos dixeren que hagan libres a los indios, que es conciencia poseerlos,
como los dominicos lo intentaron, no les dé oídos, porque, poseyéndolos conforme
a las Ordenanzas que en Burgos se hicieron, viven como cristianos e aun como re
ligiosos, e todos hacen actos de cristianos, e muchos son buenos cristianos e habrá
más de cada en d ía ; e si se les da la libertad e que vivan sobre sí, luego dexarán
lo que tienen de nuestra fe e volverán a idolatrar como antes lo hacían; e de jus
ticia báseles de dar la pena que Dios dio al pueblo de Israel.”
Es indudable, por otra parte, que las ideas de Cisneros, a falta de expe
riencia directa, habían de estar inspiradas por las de allegados de su con
fianza. Ninguno tan próximo como el abulense fray Francisco Ruiz, de
quien ya hemos mencionado la estancia de seis meses en ultramar. El con
cepto de Ruiz sobre los indios era muy poco optimista : “ aunque es gente
maliciosa —decía— para concebir ruindad'=^s en daño d^ los cristianos, no
es gente capaz ni de juicio natural para recibir la fe, ni otras virtudes de
crianza necesarias a su conversión y salvación...” Y, por tanto, el género
de libertad a que podían aspirar se resume. “ los indios vivunt more pecan-
dum que nulla res nisi presentí agnoscitur... y han menester, así como un
caballo o bestia, ser regidos y gobernados por cristianos, tratándoles bien y
no cruelmente” (117). Una opinión que, por lo demás, había sido la man
tenida regularmente por los hermanos de orden del Cardenal. No podía
ser enteramente distinta la íntima creencia de éste.
Sin duda, Cisneros llena cabalmente los requisitos de la divulgada ima
gen que lo significa como abanderado de un gran movimiento de renovación
cristiana. Pero importa no olvidar los caracteres singulares, bien especifica
dos por Bataillon, que el llamado “ criticismo humanista” adopta en el ada
lid de la Prerreforma española. Su actitud frente al criterio liberal de Nebrija
respecto a la elaboración de la Poliglota, su conducta con los moros grana
dinos, en contraste con la de fray Hernando de Talavera, convienen ajustada
mente con los hechos políticos del conquistador de Oran y dominador de sober
bias nobiliarias, y muestran hasta qué punto la ilusión de la “regeneratio” ,
que alienta en la raíz misma del espíritu del Renacimiento, se informa en
Cisneros de un sentido autoritario, coercitivo, y que imagina ser aquella re
novación cristiana una obra indeclinable del Estado (118).
Pero es claro que, dentro de tal orden de ideas, para las descarriadas
criaturas que, según todas las noticias, no se movían a otros estímulos que
los de la voluptuosidad, no había más redención que la autoridad próxima,
estrecha y vigilante del cristiano. Las Casas podía encontrar apoyo dialéctico
en el jusnaturalismo tomista, nunca en el culturalismo autoritario que fuá,
en rigor, su fundamental enemigo, y al cual, con toda su grandeza de espíritu,
se adscribía Cisneros.
Se preguntará, ¿cómo compaginar entonces esa posición cisneriana con el
enunciado del Plan? Necesario es ya que examinemos cómo se forjó en realidad
esa singular pieza institucional y cuál fué su sentido. Sabemos hoy, por Gi
ménez Fernández, que en ningún modo fué Las Casas el único en informar
ante Cisneros y la junta resolutoria. Miembros de ésta como Zapata, ligado
a los coloniales, y acaso Galíndez de Carvajal, contrapondrían memoriales del
tenor del redactado por Gil González Dávila (119), protegido de Fonseca, in
teligente y activo contador de la Española y procurador de la isla en la corte.
Para este experto baquiano, las medidas necesarias para recomponer la crítica
(H7) C. D. I. A ., t. X, paga. 549-555; Ortega [95], t. II, pág. 306. Sobre la identifica
ción de fecha y autor vid. Giménez [41], pág. 136, nota 406.
(118) Sobre el sentido de laa empresas culturales de Cisneros es imprescindible la con
sulta de M. Bataillon: Erasmo y España, México, 1950, págs. 1-83. Acerca de las raíces es-
piritnales del Renacimiento vid. Hnizinga [73], págs. 139 y signientes.
(119) C. D. I. A ., t. X, págs. 114 y siguientes, y t. 1, págs. 338 y siguientes.
LVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
situación económica de la isla, debían consistir en. dedicar los indios puesios
en cabeza del rey a explotaciones y cultivos —qne especifica— más beneíi-
ciosos a la población que el extraer oro; transplantar colonias de labriegos
andaluces; hacer fundición de oro cada dos meses en lugar de cada año,
para evitar que la usura se cebara en los mineros, y garantizar, en fin, la
sujeción inviolable de cada indio a su encomendero, recogiendo los que se
hallaban huidos y dispersos.
De seguro tuvo Casas noticia de este memorial, y réplica a él fue el tercer
informe suyo (120), en el que, con vigorosa osadía y después de apoyar su
demanda en la cláusula testamentaria de Isabel la Católica, inculpó nominal*
mente a Pasamonte y a sus cómplices por la violación de todas las leyes dic
tadas para el bien de los indios, aconsejó reponer en su autoridad a loa
oficiales del Almirante y terminó impugnando los propósitos de los' “ criados
del obispo” , de los que uno era el propio González Dávila. No debió conocer,
en cambio, el parecer suscrito —j tan peyorativo sobre los indios— por fray
Francisco Ruiz, pues no hubiera dejado de consignar tan peligroso influjo
cerca del Cardenal.
Los procuradores de la isla de Cuba, Pánfilo de Narváez y Antón Ve-
lázqaez, incidieron también sobre la junta para contratacar a Las Casas con
una denuncia (121), en que le notaban de “ persona liviana, de poca autoridad
y crédito, que habla de lo que no sabe ni vio, por razones quellas mismas se
contradicen” . Si no este escrito, al menos un segundo de los mismos procura
dores de Cuba sobre la “ manera que se había tenido en la conquista de dicha
isla” (122), fué unido al cuaderno de antecedentes que se entregó a los co
misarios Jerónimos. Finalmente, otros informes como los elaborados por los
hermanos Colón o los enviados desde la Española por los franciscanos debie
ron completar los elementos que entraron a conformar el criterio del Re
gente y de sus asesores.
Resulta, en consecuencia, que —como era en verdad de rigor— la junta
estuvo abierta a cuanta información creyó estimable; y si Las Casas no se
muestra enterado del alcance de todos esos trámites, es porque él mismo fué
considerado hasta cierto punto en la categoría de informante, aunque sin
duda como el de más entidad.
Pero no sólo la fase informativa nos ha llegado con este carácter ambiguo;
las propias instrucciones que se dieron a los comisarios dieron pábulo a los
protagonistas y luego a los historiadores para enzarzarse en disputa. Veamos
de orientarnos a través de ellas. El extenso y solemne documento (123) brin
daba a los Jerónimos tres soluciones que sucesivamente debían ser sometidas
a contraste y estima frente a la realidad de las Indias, antes de optar por la
aplicación de una de ellas. La primera consistía en reintegrar las comunidades
indígenas a su primera libertad, como tributarias de la Corona. La segunda
a considerar, si la anterior no resultaba viable, adoptaba el plan de reduc
ciones intervenidas propuesto por Casas, si bien en la elaboración definitiva
se precisaban con mayor lujo de detalles todos los extremos de organización
(120) C. D. I. A., t. I, pág8. 253-264. Presentado, según Giménez [41], a fines de mayo
(pág. 135).
(121) C .D .I .A ., t. VII, pág. 12 (30-VI-1516).
^ (122; Cedillo [98], t. II, pág. 504. Por su fecha, muy posterior a 30 de junio, cree
Giménez [41] que no fué sometido a examen de la Junta, de manera que aquella inclusión
fue obra del “ infideme” secretario adjumo Juan de Oviedo (pág. 140).
CO i P o - ^ r ' 258-276; X X III, págs, 310-331 (2.« serie); t. IX , páginas
53-74. Giménez [41] (págs. 178-205) hace un estudio sistemático de las Instrucciones, a hs
^ texto que inserta la Historia [2] (lib. III, caps. Lxxxvin-
LXXXIX, t. III, p á g B . 121-132), elaborado por Las Casas y Palacios Rubios. Señala Gi
ménez las variantes correspondientes —que en cuanto a las colonias intervenidas son mí
nimas— y deduce los principios jurídicos generales que animan la Reforma.
ESTUDIO PRELIMINAR LIX
sobre el terreno, llevado a cabo por delegados suyos, elucide la cuestión con
toda garantía de justicia.
Las instrucciones no son, pues, más que una reducción a normas válidas
y detalladas de las dos posiciones en debate. Como hemos visto, Cisneros aña
de todavía rigor jurídico a la fórmula en enjuiciamiento consignando la
posibilidad teórica más favorable a la parte del indio. Al hacerlo así no sólo
cubre una convención necesaria al papel que se había asignado para aquellas
circunstancias; marca también—siguiendo la línea iniciada por las bulas y
proclamada en instrucciones diversas— el compromiso solemne del Estado
de otorgar a los nuevos subditos todo lo que en justicia les pueda correspon
der, por alejado que parezca de la contingencia actual (127). Lo que no dejaría
de tener consecuencias para un futuro inmediato. Por otra parte, la experi
mentación de fórmulas liberadoras podría llevarse a cabo sin menoscabar a
los encomenderos, pues se contaba con los indios que habrían de ser qui
tados a personas ausentes y a las autoridades isleñas.
Que los delegados comisariales del Cardenal para la resolución del pleito
revestían tácito, pero verdadero, carácter de jueces está patente en la misma
elección de los jerónimos, presuntos imparciales entre detractores y parti-
darios de la encomienda (128). El papel que se asigna a Las Casas, simple
prosecución de su oficio de abogado defensor de la parte desvalida, queda
también reconocido sin equívocos en el flamante nombramiento de Procu
rador; cargo que para los encomenderos era harto superfluo. Para Cisneros,
el ardiente cura indiófilo era elemento absolutamente imprescindible en el
procedimiento que se iba a incoar. No sólo a él encomendó la elaboración
de la receta antiencomendera, sino que le prestó aliento y favor en grado
bastante como para embarcarle entusiasta en una misión que creyó coin-
oidía con la de su favorecedor.
Creemos que en esta imagen del Kegente investido de juez máximo que
dan superadas y explicadas las versiones contradictorias que sobre su posición
sugieren las fuentes. Porque parece evidente, por lo demás, que, cumplien
do con su oficio, Cisneros no trató de reflejar en el Plan ni en la gestación
que le precedió nada que se pareciera a una inclinación personal, ima vez
procurado que el fallo correspondiese en todo caso al propósito de “liberar”
los indios, pero entendido en el estricto sentido de que no fueran escla
vos (129). Ahora bien : no creemos menos cierto que Las Casas no percibió
con claridad la posición asumida por Cisneros, ni, en definitiva, la verdad :
que el plan del Regente no era el plan del Procurador (1.^0). La Historia
(127) Signiñcativii es, ai respectu, la recomendación que se hacia al final de las Ins
trucciones; ”Debéis mirar la ley postrera—de las de Burgos—, donde se dice que si los
indios en algún tiempo fueren capaces para vivir en policía o regirse por sí mesmos, que
se les dé facultad que vivan por sí, etc.”
(128) “Pues queremos los sobredichos religiosos no para más que para ser testigos de
lo que pasa. Y estamos determinados en este Consejo Real a les dar autoridad e fee, cuanta
se daba antiguamente en los Concilios a los testigos sinodales que erant exceptione maiores,
y cualquiera que osaba contradecirles, por el mismo caso, era segund los derechos antiguos
gravemente penado." (Respuesta del Cardenal a los priores Jerónimos “ en presencia del em
bajador y del obispo de Avila” : C .D .I .A ., t. VII, pág. 444.)
(129) El pensamiento del Cardenal está patente en un párrafo de su declaración cita
da, en el que justifica cómo, aunque en tiempos de los Reyes Católicos se concluyó “de iure
coelV*, ante la duda del Consejo, que los indios eran libres, era provechoso que sirvieran
“mientras que esto de la fée e buenas costumbres se les enseñaba, en tal que el servicio
fuese más de fijos que de esclavos” . {Ibídem, pág. 442.)
(130) La tesis de Giménez Fernández [41], que desde el título hasta la última pági
na se informa del propósito de presentar unidos en un mismo designio a Cisneros y a
Las Casas, resulta tan estupenda y valiosísima aportación de dalos y noticias como esca
samente convincente en un su argumento principal. La diferencia de criterio entre uno y
otro personaje, en cuanto a la solución del problema indiano, no puede ocultársele. Eo
ESTUDIO PRELIMINAR LXI
deja, sin embargo, traslucir que no fue completa su ingenuidad y que algo
se le transparentaba de la lejanía de sus pensamientos respecto de los del
Cardenal (131); pero prevaleció en él la creencia de que el orden de las so
luciones, expuesto en el Plan, imponía una línea de actuación a los jeróni-
mos. Y, sobre todo, como buen idealista, sobreestimó la fuerza persuasiva
de sus razones.
Pero si el estadista, como acontece tantas veces, resultó engañador, no
dejó a su vez de equivocarse. Las Casas era genio demasiado alto y con car
ga harto henchida de destino para servir de instrumento ni aun al genio de
Cisneros.
En ninguna manera fué inútil para el Quijote de las Indias esta primera
salida y laureles con algo de fingidos en el campo cortesano. Afiló sus armas
dialécticas, se soltó a esgrimirlas con audacia y energía, ganó prestigio y
batallas famosas y —lo que es más— pudo comprobar hasta qué punto los
sinsabores y enemistades acérrimas tenían gloriosas compensaciones: delan
te de lo más principal de la corte paseó su estandarte con general acata
miento y admiración y a él hizo rendir la cerviz del soberbio y poderoso
enemigo. Así, el encuentro con Cisneros sería un resorte decisivo, irre
emplazable, en el desarrollo ulterior del engreimiento idealista de Las Casas.
(135) Giménez [41], págs. 249-259, en capítulo que intitula; “ Los Comisarios Jerónimos
frente al Plan Cisneros-Las Casas”, aporta pruebas indiciadoras de que ese proceso, hasta
consestuir el nombramiento de prior, fue maniobra de Figueroa.
(136) Es la tesis que preside el estudio de Serrano y Sanz [83]. Vid. págs. 389 - 404,
El P. Manuel María Martínez ha refutado puntualmente y con fvj-rluna todas las laíhas adu
cidas por Serrano contra Las Casas (Fray Bartolomé de las Casas, el gran calumniado, Ma
drid, 1955, págs. 35-59).
(137) Giménez [41] analiza sistemáticamente las facultades generales—destitución y
sustitución de funcionarios—, instrumentales de diverso orden, comisiones particulares
sobre corrección de abusos, y especificación de poderes en relación con la civilización de
los indios, la política de colonización y los asuntos eclesiásticos que comprendía la Delega
ción (págs. 218-228).
(138) Vid, la propia declaración de las Instrucciones (C. D. l. A., t, XXIII, páginas
310 y B8.).
LXIV 1-RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
creto— del envío de los Comisarios junto con el Procurador de los indios (139).
Pudieron así creer los Padres fjue obraban con sabia prudencia no des
embarcando directamente en la Española, para evitar un choque inicial que
imposibilitaría su tarea. Cabe decir lo mismo de su lenidad —pese a las denun-
cías de Casas— frente al doliente rebaño de indios que pudieron contemplar
en llegando a Jas i>layas de Puerto Rico y que habían sido capturados por Juan
Bono de <Juejo en la isla de la Trinidad, por medio de típica y negrísima
alevosía; igualmente de su silencio en la primera oportunidad que tuvieron
de contemplar el manejo del látigo en mano del ‘Visitador ’ (140).
La consideración previa de los motivos no ha de impedir que reconoz
camos cómo la conducta de los reverendos, al enfrentarse con la iniquidad
colonial, hace progresivamente más ostensible su ((tbardía y su pequenez
moral, locada de indignidad, y, por ende, más justificado y limpio de acha
ques el <rom])orlamiento de I.as Casas. Porque si las relaciones amistosas con
los oficiales y jueces de la Española no estaban taxativamente excluidas del
Pian, la sus))ensión de Ja medida acordada en éste de quitar los indios a
las autoridaíles representaba una palmaria claudicación a los intereses más
gangrenados de la <olonia, por más que se excusara en la amenaza que cer
nieron los interesados de dejar vacantes sus ofi<“ios (141). Y el escribir cartas
como la que pudo ver Las (iasas dirigiíia a Diego Velázquez, en la que los
Padres, a vueltas de j)edir favor para sus parientes, se declaraban capella
nes del gobc’rnador <le (Juba, era bajeza que los descalificaba, no ya como
reformadores, j>ero aún como eclesiásticos dignos (142).
Cierto que toda la corriente empujó hacia aquellos cauces. El buen aco
gimiento dispensatio por los jueces—Vázquez de Ayllón, Ortiz de Malienzo y
Villalobos— y, iras de ellos, por toda la élite encomendera fué para los jeró-
nimos un bálsamo, pagado, a su vez, con la noticia comunicada por ellos a
Cisneros de haber conocido ser “liombres sabios y discretos y buenos servi
dores de Sus Altezas” aquellos personajes que la pesquisa de Alonso de Zuazo
iba pronto a revelar enfangados en las peores lacras. El deseo de “'pacificar
la tierra” contra la sospecha <pi<^ había cunditlt) de que venían a quitar los
indios, fué asimismo el que le.s aconsejó ordenar que los indígenas reempren
dieran el trabajo, en suspenso por cédulas anteriores del Regente, con lo que,
por otra }>arte, entendían cumplir con el prolegómeno informativo de sii tarea:
“ y porque viendo que se los dexábamos sacar a trabajar creyesen que lo que
habían oído no era verdad; y porque veamos cómo los tratan, y el trabajo que
tienen en las minas y estancias, y cómo son instruidos en la fe, y así conozcainos
por vista si es verdadero lo que allá se ha dicho, porque, según lo que basta ahora
hemos alcanzado, mucha diferencia hay de ver esta tierra o de oír hablar della” (143).
(139) Vid. la carta que escribieron loa comisarios al Cardenal desde Sanlúcar de Ba-
rrameda a lO-XI-1516 (C. l). /. A., t. Vil, págs. 387-390). Se había dado orden a los oficiales
de Sevilla (16-VIIÍ-1516, reiterada en 3-X-1516) para que no pasara a Indias navio alguno
ames de la partida de los Jerónimos (Giménez [41], págs. 165 y 222); orden mal interpre
tada por Serrano [83] (páp. 353) como preventiva contra LasCasas ( j ! ) .
(140) Historia [2], lib. III, cap. X €l, t. III, págs. 138-142.
(141) Vid. carta de los jerónimos al Cardenal de 20-1-1517 (C. D. l. A., t. 1, páginas
264 ss.}. //isioria [2], lib. 111, cap. XCIÍI, t. III, págs. 145-148.
(142) Historia [2], lib. III, cap. XCV, t. III, págs. 153-154.
(143) Carta citada en nota 141. La actitud de los encomenderos, apoyados por corres
ponsales peninsulares, había distado en un principio de ser tranquilizadora; según escri
bían los padres: “alguna alteración se ha recibido acá de algunas cartas que se han escrito
de Castilla, de las cuales los moradores de esta ciudad e de la tierra son informados que
venimos a dar libertad a los indios, e según se dice, escríbenles que si en ello nos pu
siéremos, no nos lo consientan, e avísanles que para hacer esto se pueden favorecer de
un privilegio que públicamente se dice haberles concedido el rey de gloriosa memoria en
el repartimiento pasado, en el cual se contiene que los indios se encomendaban por vida
del padre e del hijo. O así se encomendaban por dos vidas; e llegó el negocio a tanto que
ESTUDIO PREUMLNAR LXV
«e comenzó a platicar entre algunos principales de esta ciudad, e fuimos de ello avisa
dos...” Con motivo de estas incidencias hubieron incluso de reducir a prisión ai alcaide
Francisco de Tapia, aunque pronto lo libertaron {Ibidem, pág. 267).
(144) Historia, ibídem, cap. XCIII, págs. 146-147.
(145) A. G. I., Indif. Grai. 1.624, r.® 1.» Amplio resumen de las declaraciones en Gi
ménez [41], págs. 308-318, y reseña en Hanke [37]. págs. 133-137. Un muy mal extracto,
en C. D. /. A., t. XXXIV, págs. 201-229.
(146) Giménez [41] establece una distinción entre las declaraciones de los oficiales y
sus efectos y las de algunos colonos “típicamente colombinístas” , por cuanto éstos no niegan
la pOBÍbilidad de otorgar la libertad a algunos indios en particular (pág. 316). En realidad,
!a opinión favorable a la encomienda es común a unos y otros; incluso la del capitán Gon
zalo de Ocampo, quien con inusitada generosidad reconoció que los tainos supieron des
envolver su vida política y económica antes de la llegada de los españoles.
Í.XV1 FRAY BARTOLOME ÜE LAS CASAS
(152) Historia [2], lib. III, cap. XCIV, t. III, págs. 148-152.
(153) En carta al Rey manifiestan su opinión a favor de la perpetuidad del repartími^*
to, pues dicen: *^üna de las cosas que a estos tristes de indios ha destruido es andar «e
mano en mano, e conocer ellos cada día amos nuevos** {C.D. í. A., t. 1, pág. 352).
(154) Tales extremos se deducen de la respuesta del Cardenal, a 22-VII-1517, qo® P®'
blíca* íirt^ra Giménez [41], págs. 638-648.
ESTUDIO PRELIMINAR LXIX
(155) De una carta de los jerónimos al Cardenal (22-VI-1517), después de la partida del
Procurador. El párrafo eontiúa: “hablarán lo que por bien tuviesen; e como acá deetos
tales no habernos curado ni hecho enema de lo que allá parezca que es algo, querrán sus
tentar lo que en otros tiempos dijeron o reprobar lo que no según su sentir sea proveído”
(C. D, /. A., t. I, pág. 282).
(156) Historia [2], lib. III, cap. XCV, t. III, págs. 154-155. Fué el conocimiento inci
dental de la carta mencionada, escrita por los comisarios a Diego Velázquez, lo que decidió
finalmente al Procurador a embarcar hacia España.
(157) Giménez [41], pág. 323.
Í158) Ibídem, págs. 335 y 607 (lámina XXVIIIL
(1591 C.D.I. A., t. XI, págs. 216 ss.
LXX FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS'
(160) Serrano [83], págs. 405-406, siguiendo a Sigüenza [134], 3.a parte, lib. I, capítu
lo XXVI. Añade Serrano que, apenas llegado (XI-1517), recibió Manzanedo orden de pre
sentarse a informar al Rey en Yalladolid, y, ame un retraso en hacerlo, nueva cédula al
mismo objeto, fecha 10-1-1518.
(161) Giménez [41] ofrece un amplio resumen del impresionante cúmulo de cargos re
caído contra los jaeces en dicha residencia, entre los que se incluyen todas las formas de
prevaricación y abuso de podCT, hasta el atentado deshonesto contra mujeres casadas. Váí-
quea, de Ayllon, Ortiz de Matienzo y Villalobos escaparían indemnes, sin embargo, gracias
al renacido poder de los Fonseca en la Corte (págs. 322 ss. y 369 ss.).
'- Yid. citada [155] de 22-VI-1517 y respuesta del Cardenal [154], en Gimé-
L J» pag. 648, que suple las que se han perdido escritas por los padres el 3 de junio.
i>io creemos enteramente plausible la apasionada interpretación de Giménez, que quiero
ludas las medidas de gobierno propugnadas por los jerónimos una identificaciín
, neos burócratas y traficantes de la España” , incluso en puntos tan
poM ^ traída de negros y el fomento de la emigración de labradores an-
ESTUDIO PRELIMINAR LXXI
dados por Zuazo, los Comisarios se aplicaron a demostrar que lo que pretendió
en su día Las Casas era factible. A su vez, la realidad confirmó lo difícil del
intento.
La economía isleña, ya en crisis la nefasta y absorbente dedicación minera,
trataba penosamente de encontrar una vía de salida hacia la productividad
natural —ganadera y azucarera—, para lo que sobraban deudas sobre los
vecinos y faltaba en cambio espíritu de arraigo, solicitadas como estaban las
ambiciones por el espejuelo del continente. Con todo, para finales de 1518,
una treintena de pueblos con sus plantaciones de yuca estaba dispuesta para
acoger una población de 7.000 reducidos. Estéril esfuerzo, porque la horro
rosa epidemia de viruelas que entonces se abatió sobre la isla vino a asestar
un irreparable golpe al iniciado ensayo. Los poblados quedaron casi vacíos
y pronto los supervivientes estaban de nuevo en manos encomenderas.
No dieron mejor resultado a los jerónimos sus claudicaciones frente a la
facción oligárgica. En cuanto Pasamente y los suyos supieron la muerte de
Cisneros y que contaban otra vez —tras la muerte del canciller Sauvage—
con la renacida prepotencia de don Juan de Fonseca, alzaron la socorrida
divisa de lealtad realista para, apoyados en su dominio del cabildo de Santo
Domingo, acusar de almirantistas a los Comisarios y a Zuazo, impotentes ante
el adversario. Los Padres insistieron en su petición de ser relevados de tantos,
sinsabores, lo que al fin les cupo en suerte con la llegada del nuevo gobernador
y juez de residencia, Rodrigo de Figueroa (163). Pero incluso la satisfacción
de ser recibidos por el Rey, como pretendieron a su llegada a Barcelona (co
mienzos de 1520), así como luego en Burgos y Tordesillas, les fue negada (164).
(163) Serrano [83], págs. 411-414 y 435-450, trae una exposición documentada de estas
vicisitudes, y Giménez [41] ofrece un resumen de las mismas [371-375].
(164) Historia [2], lib. III, cap. CLV, t. III, pág. 359. Es de considerar que la con
tienda con los Jerónimos no arrebató a Las Casas su habitual respeto cristiano hacía U
persona misma del adversario; así nos dice de ellos: ‘Todo esto decimos cuanto a lo
tocaba al oficio que trujeron de poner remedio en la libertad de los indios, a los cuales
ningún bien hicieron, antes erraron muy gravemente, según el juicio de los hombres. Dios
sabe si tuvieron excusa ante su divinal acatamiento de sus yerros, pero cuanto a sus per
sonas no dudamos que fuesen religiosos buenos” (¿bidem.). En 1522 hubo un frustrado in
tento de elevar a fray Luis de Figueroa al gobierno de las Antillas (vid., acerca de ello,
Francisco Morales Padrón: Jamaica Española, Sevilla, 1952). Designado por el emperador
obispo de Santo Domingo en la Española, murió fray Luis antes de tomar posesión (Si-
gííenza [134], pág. 109).
(165) Texto completo en Giménez [41], págs. 638-648.
LXXII n\A\ BARTOLOME DE EAS CASAS
cuestión central; en las otras concesiones que contra hes exijiencias iiníióíi-
las propugnaron los Jerónimos, fueron también apoya<los por el Regente:
así, en cuanto a alzar el vedamiento de rescates mi la costa de las Perlas
—escenario del intento de penetración autónoma de dominicos y francisca-
nos—, así también en cuanto a incluir en los rescates los esclavos que los
indios quisieran negociar como tales. Incluso el repaio del “‘agravio” que
significaba la prohibición de armadas raptóras de lucayos y gigantes se dejó aj
arbitrio de los Padres. Y, en fin —lo que importaba sobre todo—, semejante
refrendo se acompañaba de seguridades radicales contra cualquier impugna-
ción, en el momento en que ya se esperaba la llegada del Procurador a ]«
Península cargado de indignaciones: “ y creed y tened por cierto—les dice
Cisneros— que no habrá nadie que con relación que haga pueda haceros
perder el crédito que ansí con Sus Altezas como con nos tenéis; y desto
agora e siempre podréis estar muy quietos e seguros” .
Consecuente con esa promesa, el Regente enviaba ocho cédulas en blanco
para que
“ en virtud dellas les habléis a los religiosos que vos parescicre que más desaso
siego ponen en esto; a los cuales vuestras paternidades dirán que ya saben como
en vida del Católico Rey que haya gloria tentaron de hacer lo mismo; e que sabido
por su general, se les invió a mandar ansí como por Su Alteza como por el dich:>
su general, que no se entremetiesen en más continuar aquel desasosiego, pues se
sabía e tenía por cierto que ios dichos indios no tenían capacidad para por sí solos
tomar e alcanzar las cosas de la fe, e que sobre ello se les puso pena, como más largo
entonces se les mandó; que pues saben e tienen por cierto cada día más de la poca
capacidad de los indios, que no curen más continuar en el dicho desasosiego por
el daño.que dello podría redundar; y díciéndoles lo que más a vuestras paternida
des paresciere por virtud de las dichas creencias que con la presente se vos invíar..
E si los dichos religiosos dominicos continuaren en este desasosiego, les apercibid
otra vez que no lo hagan, e si todavía perseveraren en ello, los inviad acá luegOt en
los primeros navios que vinieren, presos a su general, para que los dé la pena que
su atrevimiento meresciere; e avisaréis de todo a Su .Alteza e a sus gobernadores”.
(166) Ibídem^ págs. 645-647. Referencia a las cédulas menoioiiaduw por el Cardenal, exis-
el A. G. I., en págg. 649-650; entre ellas la que ordena a Las Casas regresar sin
dilación a Castilla (22-VII-1517).
fl67) Vid. referencias en ibidem, págs. 649-653.
ESTUDIO PRELIMIINAR LXXIÍI
de los Cobos —vicecanciller que había sido de Castilla con el rey Fernanda—
a secretario favorito de Carlos (21-IV-1517), el grupo de aragoneses y fon-
sequistas culminaba con éxito sus tentativas de volver a señorear la admi
nistración, de la mano de los grandes flamencos, fáciles al soborno. Los apre
mios al Cardenal para que entregara los fondos que tenía recogidos en su
Cámara, procedentes de las Tesorerías de Indias y de la Cruzada, serían lo
bastante incisivos—desde la conminación regia de 21 de abril de 1517—
como para desengañar a Cisneros de lo que se proyectaba respecto a el en
el entorno del joven monarca. Pero ni la quiebra de la cordialidad entre la
corte de Flandes y el Regente, ni el valimiento adquirido por los enemigos
de éste nos convencen como motivos que determinaran tal derrumbe moral
en Cisneros —como quiere Giménez Fernández—, que le hicieran no ya renun
ciar, contra el dictado de su conciencia, a la lucha emprendida para reformar
las Indias, sino rectificar diametralmente el sentido originario de aquel
empeño (168). 0 habremos de cambiar la imagen del estadista arrogante hasta
la hora de la muerte, de su misión y de sus prerrogativas, por la de un versátil
e impúdico prestidigitador de consignas políticas, a uso del mundo contempo
ráneo.
Como prueba, entre muchas que pueden aducirse, de que ello no fue así,
basta considerar que precisamente contra las cabezas visibles de la antigua
gobernación indiana —Pasamonte y los jueces— mantuvo inflexible el Regen
te la orden de privación del repartimiento. ¿Quién duda entonces de que no
la hubiera extendido a todos, de estimarlo preceptivo? No se vislumbra temor
ni disimulo ni derrota en Cisneros al apoyar a los Jerónimos. Al contrario,
su gesto enlaza en perfecta continuidad con la actitud que previamente hemos
discernido en él. El ordenador equilibrado del ámbito ultramarino, que no
creía en los beneficios de la libertad del indio, no tenía por qué sentirse de
fraudado con la prudencia desplegada por sus comisarios; tanto más cuanto
que los grados de bajeza que eran el precio de aquella prudencia no podían
ser estimados desde España.
No hubo lugar para que entre el clérigo y el estadista hubiese una aclara
ción. Cuenta Las Casas: ‘‘Partido desde el puerto de Sancto Domingo por el
mes de mayo, año de 1517, con próspero viaje llegó en breves días a Sevilla,
y en cincuenta por todos, a Aranda de Duero, donde ya estaba el Cardenal
enfermo. Besóle las manoa, y en palabras que le dijo sintió estar mal infor
mado; y porque le arreció la enfermedad y murió en breves días delía, no tuvo
el clérigo tiempo de dalle cuenta de lo que acá pasaba y satisfacelle” (169).
Hasta terminar, el episodio conservó su cariz inicial. El plan de Cisneros no
fué nunca el plan de Las Casas; y sobraban razones apriorísticas para ello.
Porque, en suma, para el profeta del Nuevo Mundo, el indio era materia de
proyecto, mundo de arquitectura esencialmente imaginativa, mientras para
el estadista era un difícil elemento de ordenación real e inmediata, que hacía
muy poco —según todos los informes—, por confirmar las excelencias que de
él predicaban sus defensores. Y porque, al cabo. Las Casas y los dominicos
eran demasiado pocos en número y aún en peso dialéctico para vencer de su
lado la opción del Estado español, contra el cúmulo de factores contrarios.
(174) La consideración que los cortesanos flamencos reservaban para los españoles se
ilustra muy claramente con el hecho de que llamaban a éstos “ sus indios” (H. Pirenne:
Histoire de Eelgique, Bruselas, 1907, t. ÍII, pág. 86).
(175) Los acontecimientos relatados corresponden al lib. III, caps. C y CI, l. HL
ñas 169-174 de la Historia [2].
(176) Martínez [136J, págs. 132 - 180, ha ofrecido una cumplida demostración de este
extremo.
ESTUDIO PRELIMINAR LXXVII
Labriegos y conquistas
Huelga advertir que también esta vez la tarea demoledora tenía un fin
determinado. En' esencia, el mismo que dos años antes; pero modificado y
engrandecido ante el cambio de circunstancias. Tras de todo lo acaecido en
la Española bajo el gobierno de los jerónimos, qnedaba pendiente de demos
tración que los indios fueran capaces de cristianizarse —en toda la extensión
cultural de la palabra— sin estar sometidos a servir a los españoles. En las
islas, un intento de esa índole contaría con el inconveniente, cada día más
grave, de que los indios se acababan a ojos vistas. En cambio, y precisa
mente por ello, los coloniales isleños estaban dispuestos a abrir la mano
encomendera, con tal de que se les permitiera disponer de una docena de
negros esclavos (178). No era, por tanto, imposible llegar con ellos a un
acuerdo. El fervor más subido por el repartimiento y por la pretensión de
hacerlo hereditario procedía ahora de los conquistadores continentales. Allí
era, pues, y no en las islas, donde se debatía el futuro del Nuevo Mimdo.
Por otra parte, había que probar asimismo que los españoles, cuando no
bastardeados por la corrupción ultramarina, eran capaces de vivir virtuosa
mente de su propio esfuerzo. Y puesto que, con toda evidencia, los ve
teranos de las Indias pondrían su vida al tablero antes que aceptar el pre
cepto divino del trabajo en su forma indiscreta o corporal, la medida ahora
fundamental o ‘^sustancia de la buena gobernación’^ consistía en ^‘enviar
verdaderos pobladores, conviene a saber, gente labradora, que viviese de cul
tivar tierras tan felices como éstas, las cuales de su propia voluntad conce
dieran los mismos naturales pobladores y dueños dellas, que eran los indios,
y los unos se casaran con los otros y de ambas se hiciera una de las mejores
lepúblicas y quizá más cristiana y pacífica del mundo” (179).
Para cada una de las dos referidas vertientes del problema indiano, que
ya iba mostrando su diversificación, el fértil ingenio del sevillano era capaz
de disponer Una solución circimstanciada. Y así, cuando su campaña de cap
tación del gran chanciller culminara, podía aceptar el compromiso supremo:
enterado largamente el Rey J>or Sauvage de los méritos y designios del clé
rigo, ordenó que “ambos a dos reformasen y pusiesen remedio a los males
y daños destas Indias” (180).
(177) No tratamos con nuestra añrmacioa de ignorar el carácter espanolista que presi
día la idea imperial de Carlos, conforme ha probado Ramón Menéndez Pidal frente a las
tesis de Peier Rassow y K arl Brandi (Idea imperial de Carlos V, Madrid, 1940).
(178) Historia [2], lib. III, cap. CII, t. III, pág. 177.
(179) /frídem, pág. 179.
(180) ¡bídem, cap. C, pág. 172.
LXXVIIÍ FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
que habían queiJado en la Española, e igualmente los de las otras islas, sol
tándolos de la garra eneomendera, para traerlos a condición de vecinos tri
butarios. Paralelo a ello sería el repoblar los establecimientos cristianos que
peligraban quedar vacíos, lo cual se conseguiría fácilmente pregonando
concesión de buenas tierras a los vasallos naturales y aun extraños, así como
pasaje gratuito y otros estímulos colonizadores (183), Las Casas comprometía
además su facundia de proyectista a brindar sin falta los pormenores de
ejecución.
La propuesta encontró favorable acogida en los flamencos^ entre los que
se encontraba —dato de gran importancia— el cardenal Adriano. No deja
de ser muy sintomático, sin embargo, que de todos aquellos avisos fuese el
de introducir esclavos negros en las islas el que tuviera más pronta realiza
ción. Ni fue casualidad que la importación de las 4.000 piezas que Las Casas,
en respuesta a la consulta que se le hizo, calculó ser suficiente, se convir
tiera en suculento negocio monopolístico del señor de Bressa y de los geno-
veses a quienes fue traspasado en venta.
La sañuda diatriba que tantas veces se ha cebado sobre el Protector del
indio con motivo de este episodio, peca de pueril en ciianto pretende con
vertir en estigma sustancial lo que no fue sino una de las máculas que el hu
manista y teólogo en ciernes iría limpiando de sus armas basta dejarlas en
correcta pulcritud. Por eso, ninguna réplica es más adecuada a tal invectiva
que la usual de los lascasistas, a saber: las palabras del mismo Las Casas:
“Este aviso de que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras
dio primero el clérigo Casas no advirtiendo la injusticia con que los portu
gueses los toman y hacen esclavos; el cual, después de que cayó en ello, no
lo diera por cuanto había en el mundo, porque siempre los tuvo por injusta •
y tiránicamente hechos esclavos, porque ia misma razón es dellos que de
los indios” (184),
Parece aquí como si desde la altura a que había ascendido fray Bartolomé
desdeñara recordar los motivos que justificaron para el clérigo considerar
distintos a negros y cobrizos. Pero a nosotros sí nos interesa puntualizar que
no fueron razones basadas precisamente en distingos de color, como se ha
supuesto, sino en la noción jurídico-religiosa que entonces y después duran
te siglos hizo encontrar plausible la adquisición de esclavos infieles que,
siéndolo entre los suyos, nada perdían y sí mucho ganaban con venir a poder
de amos cristianos. Tan sólida se ofrecía esa argumentación del Derecho de
gentes cristiano, que fray Bartolomé nunca intentó atacarla por su base,
es decir, hacerse cuestión de la legitimidad con que un cristiano podía po-
(183) Se contaban entre ellos: rebaja a sólo el diezmo del tributo del oro; permiso para
tener dos negras y dos negros esclavos; soldada de diez o doce maravedís cada año a cuan
tos labradores y peones de trabajo quisieran expatriarse; 40 ó 50 mil maravedís de juro al
primero que diese en cada pueblo tantas libras de seda, y lo mismo al que obtuviese tantas
arrobas de cañafístola; ayuda pecuniaria y licencia para traer 20 negros y negras a quien
quisiera levantar ingenio azucarero, y, en fin, otros premios de juro en metálico para los
más tempranos criadores de frutos y especies diversas.
(184) Historia, ibídem, pág. 177. La imputación del anlilaseasismo fue ya rebatida por
el obispo de Blois, Henri Gregoire [Apologie, París, 1801} y por Llórente, que reproduce
al anterior, así como la cana al mismo del dominico mexicano fray Servando Teresa de
Mier {Colección de las obras, etc., París, 1822, t. II, págs. 329-364 y 402-437). José Anto
nio Saco echó por tierra la acusación al estudiar los orígenes del trato negrero anteriores
a la propuesta lascasíana (Historia de la esclavitud de la raza africana, etc., Barcelona,
1879, i, I, paga. 100 ss.). Fernando Ortiz ha ofrecido, después de Zavala [185], una cum
plida refutación a este tópico antilascasista (La leyenda negra contra fray Bartolomé de las
Gasas, en Cuadernos americanos, México, 1952, núm. 5, 146-184).
LXXX FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
seer esclavos (185), pues era, a la postre, tan incapaz como cualquiera de
sus contemporáneos de franquear el ingreso en el ámbito de la valoración ge-
nuina de la libertad. En cambio, con la visión aquilina que sin duda poseyó
para percibir los grandes planos históricos que se interferían en la fragua
americana, sí supo advertir lo que el tráfico negrero entre la Guinea y el
Nuevo Mundo significaba como palanca que soltaba una espantosa cadena
de tragedias en Africa, de manera que ninguna clase de provecho individual
podía comparársele (186). Pero no será ésta la última ocasión en que podamos
mostrar a Las Casas más grande como espectador de la Historia, como filó-
sofo en extensiori, que como analista en profundidad.
En este capítulo de la solución negrera se descubre, además, que el en
cono justiciero contra los conquistadores no había excluido el pilar patrio
tico de la concepción originaria del clérigo. Todavía el asentimiento y buena
fortuna <le los españoles en el Nuevo Mundo importa capitalmente para el
futuro, y por eso micer Bartolomé se hace también Procurador de sus com-
patriotas e intercede inútilmente cerea del Rey para que revoque la merced
concedida al de Bressa, de la que, con harta razón, vaticina que no podían
esperarse sino “ muchos inconvenientes y daños” .
Todo lo alígero que prosperó el asunto de los negros, quedó de estan
cado el gran proyecto para la Tierra Firm e; sólo la repoblación de las islas
por gente labriega consiguió embargar la atenciíin efectiva del gran chanciller
y de sus consejeros. Según Las Casas, se debió a su propia iniciativa y ges
tiones —en Aranda de Duero, camino ya la corte de Zaragoza— esa primacía
de lo que tanto importaba para detener la extinción de los indios isleños.
¿No influiría también la disposición de los consejeros, más pronta para lo
más hacedero y umversalmente ensalzado? Porque, por otra parte, de nuevo
don Juan Rodríguez de Fonseca, cual penitencia de un impurgable pecado
cometido por el Nuevo Mundo, se sentaba como personaje el más autorizado
entre los qiit^ entendían de los asuntos indianos; lo que, según se sospechaba,
le había costado sus buenos dineros. Hay, pues, que imaginarse a Las Casas
moviéndose con cautela frente al bien conocido rival, que “ aunque modera
damente” , “cuanto podía resistía” las propuestas del clérigo, y “ en especial
resistía la población de los labriegos” , recordando que hacía veinte años él
fiabía intentado ponerla en obra, sin que pudiese encontrar veinte que qui
sieran embarcar.
La idea del transplante labriego era, como hemos visto, tan generalmente
propugnada, que cuesta trabajo creer en la sinceridad del obispo. Nadie
mejor que él podía saber que, como le replicó Las Casas, si hubo un período,
bajo el gobierno de Colón, en que la Española no era lugar de promisión,
muy pronto ocurrió todo lo contrario. Nos parece, por tanto, que la actitud
del mundanal prelado ocultaba mal sus insidiosas recámaras. A quien había
asistido al parto del Nuevo Orbe y disputado y ganado a su inventor la di
rección del magno asunto, no podía escapar la penetrante ambición política
(185) Silvio Zavala ha definido la distancia que en ese orden de ideas separaba el
siglo XVI de la ilustración racionalista y el puesto avanzado que debe otorgarse a fray Bar
tolomé dentro de su época. (¿L as Casas esclavista?, en Cuadernos americanos, México, 1944,
núm. 2, págs. 149-154).
(186) Siguióse de aquí también que como los portgueses, de muchos años atrás, han
tenido cargo de robar a Guinea y hacer esclavos a los negros, harto injustamente, viendo
que nosotros mostrábamos tanta necesidad dellos y que se los comprábamos bien, díéronse
y dan cada día priesa a robar y captívar dellos por cuantas vías malas e inicuas captivallos
pueden; ítem, como los mismos ven que con tanta ansia los buscan y quieren, unos a otros
se hacen injustas guerras y por otras vías ilícitas se hurtan y venden a los portugueses,
manera que nosotros somos causa de todos los pecados, que los unos y los otros cometen,
sin los nuestros que en eomprallos cometemos” {Historia [2], lib. III, cap. CXXIX, t. Rh
página 275).
ESTUDIO PRELIMINAR LXXXI
que latía faajo la sotana del Procurador; y como, en cambio, una sensibilidad
tan chata como la de Fonseca para el altruismo ideal era incapaz de captar
loa quilates que de aquella virtud lucían en el clérigo, aplicó en su trato para
con él la esgrima más cazurra y menguada que quepa entre políticos. Resistir
a ultranza y en toda ocasión el vuelo proyectista y dialéctico del sevillano
sería la consigna —^no p o c o trabajosa en definitiva— del prelado.
Interrumpidas en Aranda las conversaciones por enfermedad de Las Casas,
interrumpidas de nuevo en Zaragoza por enfermedad de Fonseca, cuando se
trató de reanudarlas murió el gran chanciller, y quedó micer Bartolomé iner
me y como pasmado ante su adversario. Con sus mismas frases: “prevaleció
luego el obispo y pareció subir hasta los cielos, y cayó el clérigo en los abis
mos, porque como no había hablado ni informado a mosior de Xevres ni a
otro de los que estaban con el Rey, porque no tuvo necesidad dello, según
está dicho, muerto el gran chanciller quedó de todo favor destituido” (187).
Pero si en algo no se diferenciaba Las Casas del español medio de su
época, era en el culto encendido-que tributaba al valor personal y al estoi
cismo ante la adversidad; culto que sirvió sin desmayo con su propia con
ducta.* Muerto Sauvage, ni huyó ni claudicó ante Fonseca. Se acogió al débil
apoyo que para algo “ templar la entereza del obispo de Burgos” encontró
en el nuevo chanciller, Carondelet, deán de Besanzón, un flamenco de los
flemáticos que puedan darse a orillas del mar del Norte, para tormento no
chico del vibrátil sevillano, infatigable, no obstante, en el acoso del bueno
y paciente chanciller. Pero de un consejo dominado por Fonseca, como com
puesto de antiguos incondicionales —Hernando de Vega, el licenciado Zapata
y el secretario Francisco de los Cobos— o de recién llegados, como don García
de Padilla y Pedro Mártir, y donde no tenía entrada ni defensor alguno, mal
podía conseguir “si no eran cosas que de justicia y aún de vergüenza no podían
negar” .
En la perseverancia de micer Bartolomé debía entrar además algún in
grediente de esperanza en los frutos que venía afanosamente sembrando entre
los extranjeros. Al menos, visto a distancia, no resultaba sorprendente que, en
el estado de cosas descrito, uno de los cortesanos flamencos más allegados al
Rey, “mosior de La Mure” , como sobrino del sumiller Mr. de La Chaulx
(el Laxao de nuestros cronistas), extrañado del silencio que se había hecho
sobre el cura indiófilo, hiciese cundir la voz de que deseaba verlo y ser in
formado de su demanda; de la que sospechamos no andaría precisamente
ignorante. Nadie dudará de la prisa con que el Amazonas lascasiano acudió
a apagar aquella sed informativa, ni se sorprenderá de que el piadoso y dis
creto La Mure y luego su tío el de Laxao quedasen espantados ante las re
velaciones del Procurador; ni aun de que el poderoso sumiller prometiera
al clérigo toda ayuda “ para resistir a los contrarios” .
Con este cambio, tan poco accidental, del escenario político operado en
Zaragoza, se mudaban radicalmente las posibilidades de Casas. Las aguas,
un momento desviadas, volvían al cauce que era natural mientras que los
castellanos detentaran el manejo del timón indiano, pero observados desde
arriba por los extranjeros con tan gran interés, “ que no les parecía sino que
en estar el clérigo en la corte y negociar lo que procuraba, consistía la salud
del Rey e todo el ser e conservación de su estado real” . El favor del cardenal
Adriano, “ que solía mucho gustar de la población y la favorecía y loaba” ,
una vez más vendría a añadir un peso decisivo a favor del clérigo. Con rena
cido brío Casas se permitiría indigestar los almuerzos y cenas de Fonseca,
acompañando sus peticiones y diligencias con aceradas explayaciones públicas
(187) IbUiem, cap. C lII, pág. 182. Hacemos uso del término mícer, con el que los mag
nates flamencos titulaban a Las Casas, según nos refiere en su Historia.
6
Lxxxri FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(IBfi) Acerca de estos sucesos vid. Historia [2], lib. III, caps. CITI, CIV y CV, t. Hí'
págs. 183-185 y 189.
(189) Reseña completa de tales disposiciones, en la exhaustiva bibliografía crítica pubh*
cada por Hanke y Giménez Fernández, obra de inapreciable valor para el lascasismo
tolomé de las Casas, 1474-1566, Santiago de Chile, 1954; vid. págs. 12-22, núms. 25 a 60].
Una parte de ellas han sido publicadas por Serrano [83], págs. 580 ss.
(190) Serrano [83], pág. 430. El relato de los acontecimientos en Historia [2], lib» 18'
cap. CV, t. III, págs. 189 ss
ESTUDIO PRELIMINAR L X X X JIl
uerales, parece otra. Los españoles, que habían hallado en el arenal inhabita,
ble de Cubagua un criadero perlífero incomparable, tenían que suministrarse
de agua y de vituallas en la vecina costa de Cumaná; a su vez, los indígenas,
incluidos entre los ‘‘guatiaos” o pacíficos, encontraban provecliosa la relación
comercial con los blancos, pero eran suficientemente aguerridos como pata
convencer a éstos de que cualquier tipo de coerción no sería tolerada. Se fraguó
así —en este sector, se entiende—un trato necesariamente pacífico, asentado
especialmente sobre ciertas mercancías de aceptación infalible, como hachas,
instrumentos de hierro y vino; vino del Viejo Mundo, por el que los habitantes
del Nuevo sintieron una devoción sin mácula de prejuicio terrigeno. Por au
parte, no tenían el menor empacho en vender por esclavos a los prisioneros
enemigos, o, de entre su propia gente, a sujetos desamparados (204). La de
dicación en gran escala de los infelices lucayos a la pesquería de perlas (205)
indicia de todas maneras la dificultad para hacerse con más próximos bucea-
dores
Semejante situación —de cuyo comienzo no conocemos las fechas— explica
por qué los dominicos de la Española pudieron pensar en establecer en Cu-
maná su primera planta, y junto a ellos los franciscanos picardos llegados a
la isla bajo el vicariato de fray Remigio de Faulx. Desde 1513 el Rey Católico
había favorecido aquel intento ordenando al Almirante que procurase a fray
Pedro de Córdoba mantenimientos, intérpretes indios y una nao tripulada
que lo llevase con sus hermanos al punto que escogiese de la tierra firme;
asimismo, que al cabo de un año se enviase una persona a saber de ellos, con
la cual regresarían uno o <los frailes para venir a informar a la Península
sobre el desarrollo de la misión (206). Eir efecto, a guisa de avanzadilla, em
barcaron para el continente fray Antonio Montesinos —que, enfermo, hubo
de desistir de la jornada en la isla de San Juan—, fray Francisco de Córdoba
y el lego fray Juan Garcés.^ No mucho tiempo después de que los dos religiosos
habían sido acogidos benévolamente por los cumanagotos, llegó a aquellos
parajes un navio de españoles que, prevalidos de la confianza que la presen
cia de los frailes inspiraba a los indígenas, lograron con engaño hacer subir
a bordo al cacique don Alonso con cierta gente de su parentela, para, alzadas
traidoramente las velas, llevarlos por esclavos a la Española. Un segundo navio
visitante pudo llevar noticia a las autoridades de la colonia de la amenaza
que pesaba sobre los frailes si el cacique no era restituido a los suyos. Los
jueces de apelación reconocieron lo criminoso de la hazaña, de manera que
el perpetrador de ella no encontró otra escapatoria que vestirse el hábito de
la Merced; pero el cacique don Alonso y sus compañeros siguieron en la isla,
ahora en poder de los ejemplares magistrados, y sin tardar mucho los domi
nicos purgaron con el martirio las culpas de sus compatriotas (207).
(204) Acerca del aprecio—lan natural— que los indígenas de toda Ja costa liacían de
las hachas, proporciona un buen ejemplo la empresa de rescate iniciada con éxito por Fer
nández de Oviedo (vid. Historia General [11], pane II, lib, XXVI, cap. IV, t- TL pági
nas 339-342). Sobre el comercio de vino y esclavos vid. notas 211 y 213.
(205) Casas: Historia [2], lib. II, cap. XLV, t. II, pág. 353.
(206) Una serie de cédulas de 12 y 13 de junio de 1513 apoyaban elintentomisionero
(A. G. I., Indiferente General 419, lib. IV, fols. 165, 184 vto., 186, 192 vto., 193). El plan
que hemos reseñado está expuesto en síntesis retrospectiva en las disposiciones que en ayu
da de los mendicantes y para clausurar aquella cosía dio Cisneros a los jerónimos en
3-IX-1516 (pub. por Serrano [83], págs. 372-374 y 376-377,). Han escrito sobre este ensayo
evangelizador, sin apurar la materia, Fígueras [36] y —especialmente en relación con los
franciscanos picardos— fray Lázaro de Aspurz, O. F. M. : La aportación extranjera a his
Misiones del Patronato Regio, Madrid, 1946, págs. 59 ss.
(207) Historia [2], lib. III, caps. XXIII y XXIV, l. il, pág¿. 548-553. El relato Lsea-
siano se confirma con los documentos publicados por Serrano (vid. nota 206), no lo contra
dicen. como pretende éste.
ESTUDIO PRELIMINAR LXXXVIÍ
Í208) Ibidem, cap. LXXXIII, páge. 105*106 y 108, y documentos citados en nota 206.
Del embarque y tempestad mencionados fue testigo Las Casas cuando llegaba a Santo Do*
mingo, desde Cuba, rumbo ,a Castilla. Según Giménez [41], págs. 332*333, fray Pedro de
Córdoba vino luego a Castilla, cuando ya habían partido Casas y los jerónimos, y se apre
suró a regresar a la Española, a donde llegaba entrado ya mayo de 1517.
(209) Vid. los documentos publicados por Serrano y Sanz [83], págs. 372.374, 376*380
y 545. Giménez [41] da una reseña exhaustiva de la serie de disposiciones dictadas por Cís-
ñeros en favor de los mendicantes (págs. 518*519). Es de destacar lo tempranamente que los
misioneros denotaron como esencial el adoctrinamiento de la infancia, que seria, en efecto,
la clave de los asombrosos éxitos del apostolado en la Nneva España (vid. Robert Ricard:
La **Conquete Spirituelle’* du Mexique, París, 1933, págs. 117 ss. y 249 ss.
(210) Carla de los jerónimos a Cisneros de 20-1*1517 (Serrano [83], págs. 553*554) y
respuesta del Cardenal (Giménez [41], págs. 643*644). Consignemos que Cisneros consideró
improcedente el envío de armamento, pues —decía— “ no paresce que habrá necesidad, por-
qoe con su doctrina y enxemplo han de atraer ellos a los indios al conoscimiento de la
fee, y no porque los indios no sean atraídos por fuerza de armas” .
LXXXVIIÍ FRAY BARTOLOME B E LAS CASAS
“ pueB aquellos indios —decían— que se traían se rescatan con los indios que están
de paz, que los han de los otros sus comarcanos con quien tienen guerra; a lo que
acá paresce, muy justamente se podrían rescatar seyendo Vuestra Alteza servido,
porque
p o r q u e aaquello no
q u e iiu u v impide
i m p i d o cosa .--e,».**—
alguna a ----
los religiosos
c que
-• están en la ^costa de «las
o
Perlas para 1laq onttvprainrt
conversión dft de los indioft.
indios, Dues
pues no scse traen de los que está
están con ellos
ni de paz, sino de sus enemigos, antes paresce ayudarles, y según la mucha población
de aquella parte no se sienten los que vienen, y acá son cristianos y se industrian en
las cosas de nuestra fe” (211).
(214) Historia [2’] , lib. III, cap. CIV, t. IIl, págs. 185-188.
(215) Ibidem, pág. 188.
(216) Serrano [83], pág. 590: de un capítulo de las instrucciones al licenciado^ Figueroa.
Se hace mención expresa: “ el clérigo Bartolomé de las Casas me ha fecho relación que los
indios de la isla de la Trinidad no son caribes, como era dicho hasta aquí, que comen
carne humana, sino gnaticios...” {sic, por guatiaos)
xc KRAy BARTOLOME DE LAS CASAS
(217) Historia [2], lib. III, caps. CV y CXXX, t. ÍII, págs. 189-193 y 276-278. Serra-
no [83], pág, 430, pretendió demostrar la falsedad de la maniobra de la raspadura denun
ciada por Las Casas, aduciendo los registros del Archivo General de Indias. Con ello nada
lo que se hizo enmendar fué, naturalmente, el original.
.Tr“^ de esta expedición, en Hanke [37], pág. 169. Embarraron unas cincuenta
iamuias, formadas por 207 personas.
219) Historia [2], lib. III, cap. CV, t. III. págs. 192-193.
<220) Serrano [83], pág. 443.
XCII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(221) Tal hubo de responder a au buen amigo el licenciado Aguirre, del Consejo R ^i
de la Inquisición, que encontró vituperable que el plan incluyera provechos temporales-
{Eistorm [2], líb. Ilí, cap. CXXXVIIf, t. III, págs. 308-309).
(222) Eí Estatuto de la Tierra de Casas, en Anales de la Universidad Hispalense, aíio A,
1949, núm. 3, págs. 27-101.
ESTUDIO PRELIMINAR XCIII
(223) Historia [2], lib. III, caps. CXXX y CXXXIII, t. III, págs. 278 ss. y 286 ss. Para
la cronología seguimos a Giménez [222]. Las Casas da los nombres de seis de los ocho pre
dicadores, a saber: los hermanos Luis y Antonio Coronel, fray Miguel de Salamanca, O. P.
(mas tarde acusado de heresiarca), el doctor Constantino de la Fuente, fray Alonso de
León, O. F. M., y fray Dionisio, O. S. A.
(224) El documento, que inserta íntegro Las Casas en la Historia, es capital para el
conocimiento de las ideas en debate, pues aduce sistemáticamente las razones que para la
época invalidaban la institución, como opuesta al bien de la “ república indiana, a toda
razón y prudencia humana, al servicio del rey, a todas las reglas de Teología y Filosofía
moral y, en fin, al mandato divino y deseo de la Iglesia” (cips. CXXXV y CXXXVI, t. III,
paga. 293-303).
XCIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(225) Original en A. G. L, Patronato 252, ramo 3.^. según Giménez [222], pftg. 44, y
Hanke [189], pág. 28, núm. 75.
lib . m, caps. CXXXVin y cxxxrx, t. m, págs. 306 5 S.
(227) beíiuinios la suposición de Giménez [222], pág. 45.
(228) Pidió Fernández de Oviedo que se concedieran cien hábitos de la Orden de Sea-
Oago para los caballeros que habían de acompañarle a someter la gobernación de Santa-
ESTUDIO PRELIMINAR xcv
(233) Sugiere Giménez [222], pág. 48, que se trataba de Fr. Francisco de San Román,
que escribió a Fr. Pedro de Córdoba para informarle de los estragos cometidos por Espi
nosa en la expedición contra Pocorosa, y qtie llegado a la Península contaba haber visto
“meter a espada y echar a perros bravos sobre 40.000 ánimas” en Castilla del Oro (Histo
ria, lib. III, caps. LXXII y CIII, págs. 73 y 181-182). No es aceptable la hipótesis, pues de
su colaborador en Molíns dice Las Casas, sin recordar el nombre, “ que había estado en esta
isla Española y visto algunos de los malos tratamientos, etc.” (ibidem, cap. CXLVIII, p á
gina 330).
(234) Historia [2], lib. III, cap. CLII, págs. 351 ss. La fecha de la muerte de Quevedo
resulta, como observa Giménez [222], pág. 49, del documento publicado por Pablo Alva-
Tez Rubiano: Pedrarias Dávila^ Madrid, 1942, pág, 226.
(235) Historia, ihídem, cap. C LilI, págs. 354-356.
(236) Vid. el cap'tulo octavo de las instrucciones que los comuneros de Valladolid die
ron a sus procuradores en la Junta de Avila, en José Martínez Cardos: Las Indias y las
Cortes de Castilla, en Revista de Indias, Madrid, 1956, núm. 65, pág. 358; igualmente, San-
doval [173], lib. VII, cap. I, t. I, pág. 310.
7
xcvm FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(237) Historia [2], lib. III, cap. CLV, t. III, págs. 358-359.
(228) Memorial de Las Casas a Gattinara (C. D. I. A.^ t. VII, págs. 93 ss.). Gitae-
nez [222], pág. 48, señala para fecha de este documento la de comienzos de noviembre
de 1519, basándose en qne se da al rey el tratamiento de Alteza, y sólo al ñnal el de Ma
jestad, a tenor de las cédulas de 1 y 2 de octubre de 1519.
(239) Historia [2], lib. III, cap. CLV, t. III, págs. 359-363. Otras medidas importantes
adoptadas fueron la institución del Consejo de Indias, presidido por don Juan Rodríguez
de Fonseca, la concesión de elevado subsidio a don Diego Colón y la presentación de fray
Vicente de Peraza para el obispado del Daríén; el pleito entre Velázquez y Cortes quedaba
sin resolución (vid. Giménez [222], pág, 50).
(240) Serrano [83], pág. 605.
ESTUDIO PRELIMÍNAH XCIX
El sueño de la razón
(243) “Trató muy bien, después de partido el Rey, al clérigo el obispo, no mirando
los enojos que dado le había, en lo cual mostró ser generoso y de noble ánimo, como el
clérigo quedase sin favor, después del Rey ido, y lodos los flamencos que hacían por él...
[Historia [2], lib. III, cap. CLV, t. III, pág. 362).
(244) Referencias a estas y otras reales cédulas en favor de la empresa lascasiana, en
Hanke [189], págs. 31-38, números 81 a 91, dadas en Vaiiadolid entre 30 de julio y 9 de
septiembre.
(245} Dada a 20 de agosto, es la última de las obtenidas por Las Casas antes de aban
donar Vaiiadolid (Fabié [13], pág. 45 de un extracto de Muñoz); referencias en H anke [189],
pág. 34, número 89, con una nota en que Giménez explica la concesión en razón a que el
clérigo no había podido lograr el auxilio, que en un principio dió por descontado, de cin
cuenta socios para su empresa; cree que probablemente influyeron en ello no poco las tur
baciones originadas por la Guerra de las jComunidades.
(246) Vid. Hanke [189], pág. 35, núm. 93: asiento de registro en la Contratación de
las provisiones y cédulas presentadas por Las Casas, a 12 de octubre. El pregón de las mer
cedes a lo s pob ladores se hizo en Sevilla a 12 de noviembre {ibídem, pág.. 37, núm. 99)*
(247) Ibidem, págs. 35-37, núms. 92 (cobro a 1-X de 25.500 maravedís por 200 días
que trabajó en publicar las franquezas de ios labradores); 96 (préstamo de 50 ducados pfj
Juan Sánchez de las Perlas); 97 (préstamo de 1.000 maravedís por su cuñado Cristóbal
Fernández),
ESTUDIO PRELIMINAR CI
tendiera alterar el estatuto de paz con los referidos caciques; la forma en tjue
provocó el alzamiento muestra así cuánta razón no tenían los dominicos y
Casas al oponerse en absoluto a un trato que discurría sobre materias tan
equívocas y explosivas.
No tardaron mucho las autoridades de la Española en organizar una expe
dición reparadora al mando de Gonzalo de Ocampo (254). Pero no se tra
taba, como hace creer la versión de Las Casas, de un mero designio vindica
tivo sin otra meta que la esclavista; se había creído llegado el momento de
poner fin a la humillante situación de la costa de las Perlas erigiendo una
base de poblamiento en regla, ambiciosa y bien guarnecida; algo que, en
competencia con Casas, se adelantaba a éste, pues muy poco después que él
llegaba la armada de Ocampo a Puerto Rico, y, a pesar de los requerimientos
del Procurador, que esgrimía sus provisiones, para que se abandonase o tem
plase el castigo, el capitán prosiguió su demanda, como ordenada por la Au*
diencia.
Las Casas no estaba, sin embargo, desamparado. Al calor de sus privile
gios se le ofrecieron muchas y buenas voluntades y pudo disponer de dinero.
Adquirió un navio y dejando a sus labradores aposentados entre los vecinos
de la ciudad de San Juan se dirigió a Santo Domingo. La consulta o junta de
autoridades isleñas no tuvo más remedio que ordenar el pregón público de
los privilegios del clérigo; pero con demorar el dejarle desembarazada la
tierra los mantenía invalidados. Además, el navio de Casas, denunciado por
inservible, fué examinado por ciertos maestres pertenecientes al gremio de
salteadores de indios y, naturalmente, resultó condenado a hundimiento.
Al mismo tiempo, para desesperación del Procurador, iban llegando a
la isla cargamentos de esclavos, producto de la actividad punitiva de Ocam
po (255); pero esta vez sus protestas, hechas con “ terrible rigor” , no fueron
a saco roto, porque traían acreditada la potencia de su resguardo en la Penín
sula. En realidad, a todo lo que aspiraban el Almirante y sus adjuntos era
a convencer al clérigo de que la participación de ellos era indispensable a
la realización del negocio. Las Casas no vió otra salida “ para se despachar
de allí por entonces” y aceptó la propuesta que se le brindaba para formar
compañía según la siguiente fórmula: de 24 partes en que se dividían gastos
y provechos, seis serían del clérigo y de sus socios de espuela dorada; otras
seis del rey; tres del Almirante y una por cada uno de los restantes funcio
narios de la consulta (256), Se dotaría la empresa con todo lo perteneciente
a la armada de Ocampo, y este capitán, con 120 hombres escogidos entre
los 300 de su hueste, quedaría a sueldo de la compañía para asegurar la
tierra y el rescate de perlas. Las Casas se comprometía además a señalar qué
indios merecían, como antropófagos, ser apresados.
Se asombra el Procurador de la candidez de sus socios al no advertir que
él no cumpliría jamás con semejante cláusula. Y nosotros, en cambio, de
poco más de un mes, de los que allí desembarcaron confiados. Los últimos en alzarse fue
ron los de Cumaná “porque había muchos dellos que eran amigos de los frailes por las
buenas obras que dellos habían rescebido” {H istoria General [11], lib. XDC, cap. III, t. I,
paga. 594-596).
(254) Enrique One ha estudiado L a expedición de Gonzalo de Ocainpo a Cumaná en
1521 en las cuentas de Tesorería de Santo D om ingo, en Revísta de Indias, núm. 63, 1956,
págs. 51-72, de donde resultan datos muy puntuales sobre la composición y gastos de aque
lla empresa.^ Las seis naves utilizadas zarpaban de Santo Domingo en enero de 1521.
(255) H istoria [2], lib. III, cap. CLVII, t. III, págs. 369 ss. L a afluencia de indios es
clavizados está confirmada por los datos que ofrece Otte [254], pág. 66.
(256) Ibidem , pág. 372. Loa miembros de la consulta eran los cuatro oidores, licencia
dos Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo, Vázquez de Ayllón y Figueroa; el te
sorero, Pasamonte; el contador, Alonso de A vila; el factor, Juan de Ampies, y los dos se
cretarios de la Audiencia, Pedro de Ledesma y Diego Caballero.
ESTUDIO PRELIMINAR CUI
Sería mucho pedir que Las Casas fuera más allá en la introspección. Nos
otros, sin toga tribpnalicia, sino en simple bata de analista, podemos aven
turar que además de ima intención sanísima se mostró claramente en aquella
ocasión la personalidad lascasiana. Y la persona de micer Bartolomé creyó
sin duda que su predestinada sotana se bastaba a suplir cualesquier colabo
raciones. Que no le hubieran faltado parece evidente por la solicitud con
que, aun después de la hecatombe, acudieron a él los amigos. Al adoptar a
la postre ese rumbo exclusivista, desde atrás insinuado, Las Casas cometió el
irreparable error de traicionar lo que tenía de mayor virtualidad su proyecto:
la colaboración de intereses para la empresa colectiva que es siempre una co
lonización. Las consecuencias pueden ser enunciadas casi como un desarrollo
fatídico.
Al llegar a Puerto Rico con sus dos navios bien abastecidos (258) halló
que los labradores habían volado su propio vuelo de salteadores de indios o
lo que les plugo. ¿Y qué especial interés les iba a retener atados a un plan en
que figuraban como simple comparsería? Tampoco en la flamante Nueva
Toledo, fundación de Gonzalo de Ocampo, pudo allegarse las voluntades con
una oferta de salario. Con los indios alzados y una hambrienta y virtuosa
disciplina por perspectiva sólo unos pocos consintieron acompañar a ios cria
dos del desamparado gobernador de la costa perlífera; el grueso de Ja hueste
se embarcó, con sombría previsión, hacia la Española. El capitán Ocampo,
dando otro ejemplo de la simpatía con que buena parte de los coloniales
acogieron a Casas, “mostró pesar de su soledad y en ella le consolaba” . Partido
él, quedó Las Casas con su atarazana a la ribera del río Cumaná —repleta
de mercancías por valor de 5.000 castellanos—, sus amigos los franciscanos
reformados y la noción creciente de su impotencia.
(257) Ibidem, cap. CLIX, pág. 382. Marcel Bataillon ha puesto de relieve, en un fino
estudio, la hondura de la transformación del clérigo-colonizador en el dominico arrepentí-
, . precedentes ambiciones {L e ^clérigo-Casas’\ ci’devant colon, reformateur de la
colonUation, en Buüetin hispanique, LIV, págs. 276-369). Opinamos, sin embargo, que la
contrición del fraile no tiene más alcance que el que hemos descrito.
(258) Algunos datos sobre los gastos de esta armadilla, en Otle [254], pág. 68. Partía
«e hamo Domingo en julio de 1521.
CIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
La situación en Cumaná volvía a ser la que durante tantos años. Los ia.
dios toleraban el comercio con los cristianos que de Cubagua venían a hacer
aguaje, y les daban oro y esclavos, a cambio, principalmente, de vino, que
“ era la más preciada moneda que los indios amaban y por que daban y dieran
todo cuanto les demandaran” (259). Cualquier otro aroma permanente de
cristianos los inflamaba de ardor guerrero. Por su parte, los navios castella
nos, si acaso respetaban en sus depredaciones esclavistas las proximidades del
asiento misionero, por otros lugares de la costa saciaban su fervor catequís.
tico (260). Así, los halagos y ofertas de Casas a los indios, sin matiz alcohólico
alguno, no hallaron otra correspondencia que un amenazador desprecio.
La suerte estaba echada, aunque todavía él intentó forzarla mediante la erec
ción de una fortaleza que, dominando la boca del río, impusiera el dictado
lascasiano a los visitantes. Sobornado el artífice de la obra por los cubagüen-
ses. Casas hubo de recurrir a cruzar hasta la isleta para requerir con “ terribles
requerimientos” al alcalde mayor; pero enroscado éste en su pretensión juris
diccional sobre la costa, no cabía otra solución que apelar a las autoridades
de la Española.
El testimonio del propio Las Casas nos entera del desconcierto e irreso
lución en que se vio hundido. Su contador, Miguel de Castellanos, le notificó
que estaba dispuesto a instar justicia ante el R ey; en varios días Casas no
dio respuesta alguna, aunque, a la postre, le consintió embarcar llevando
cartas del mismo clérigo para los jueces de la Española (261). Estos no tuvie
ron el menor gesto en favor de su socio. Seguramente fué la falta de respuesta
a aquel mensaje lo que hizo pensar a fray Juan Garceto que nadie sino el
propio Casas podía traer solución de la isla. Por su parte, micer Bartolomé,
en este momento de desdichada actuación, no se atrevió a cargar *%on la res
ponsabilidad de resolver, sino que, con gesto que le define, confió el caso a la
inspiración divina, propiciada por un mes de oraciones para. Analmente,
contra su propio sentir y voluntad, aceptar el parecer del franciscano y em
barcar hacia la Española, dejando el mando y tma instrucción al respecto a
Francisco de Soto.
Quince días después atacaban los indígenas. La pólvora de los tiros estaba
mojada y los dos navios —una carabela y una fusta de remos— de que dispo
nía el asiento habían sido enviados por Soto, contra la instrucción de Casas,
a mercadear por la costa. Los cristianos —quince o veinte, entre seglares y
frailes— hubieron de huir en una canoa, mientras los indios incendiaban el
establecimiento; tras de salvar la vida metiéndose en un bosque de cardones
espinosos, ganaban en la salina de Araya ciertos navios españoles y regresa
ban en ellos a Santo Domingo. Francisco de Soto, un fraile y cuatro criados
de Casas eran el tributo humano del desastre.
El Procurador fué el último en saberlo. Un error de los pilotos lo había
llevado frente al puerto de Yaquimo y allí hubo de desembarcar después de
dos meses de inútil forcejear contra el viento. En el camino hacia Santo Do-
(259) Historia [2], lib. III, cap. CLVIII, t. III, pág. 376. El relato del desastroso finai
del asiento, en cap. CLIX, págs. 378-380.
(260) Así lo testimonia el tesorero Miguel de Castellanos en la relación que sobre agne
llos 8uces<^8 hiciera en 1522 : ^‘Item, digo que mientras yo estuve por la dicha costa de Paria,
en compañía del licenciado Casas, vi que algunas personas, con armadas que hacían, ibfl“
por la dicha costa en menosprecio de dicho licenciado Casas, e sin le demandar licencia;
e facían guerra a los indios, e traían algunos dellos, indios y indias, por esclavos para lofl
vender, e vi otros desórdenes” (C. D. I. A., t. VII, pág. 115). L a discutida fecha de dicha
relación resulta lijada por la cédula inédita de pago a Castellanos (23-M523) que da a co
nocer Giménez [222], pág. 42, núm. 109.
.. Jbídem, págs. 110-111. Debió salir hacia comienzos o mediados de diciembre de
1521, pues dice en su relación que estuvo dos meses en la Española y que embarcó hacia
la Península a mediados de febrero.
ESTUDIO PRELIMINAR Cv
mingo le alcanzó la noticia que ponía fin a sus empeños. Porque ahora se
sintió impotente y capituló. No le faltaron amigos que le consolasen y Je ofre
cieran dinero —4 ó 5 mil ducados— para proseguir la empresa. Le faltó lo
que hasta entonces había sido motor y dirección de sus actos: la certeza de
ser mandatario infalible de lo Alto. La tragedia ocurrida se le revelaba del
todo como una admonición celestial por haber errado al admitir la impía
coyunda con las autoridades de la isla; ¿qué hacer, pues, sino romper pri
mero aquellas ataduras? Informó por extenso al Rey y aguardó la respuesta.
En aquellos meses de espera, los dominicos, y especialmente fray Domingo
de Betanzos, empujaron al derrotado a que profesara entre ellos. Y es de
subrayar la razón que le movió a convencimiento : como opusiera entre otros
inconvenientes el de estar pendiente de la resolución regia, le replicó Be
tanzos: “Decid, señor padre, si entre tanto vos os morís, ¿quién rescibirá el
mandato del Rey o sus cartas?” Fué esta súbita revelación de su soledad,
peligrosamente abocada a un acabamiento estéril, la que laceró su alma y le
indujo a “hacerse cuenta que ya era muerto cuando las cartas o respuestas del
Rey allegasen” (262).
Para los contemporáneos, el resultado del ensayo alcanzó el valor de una
sentencia apodictica y universal: el indio sólo era redimible a espadazos.
Ello no es sorprendente; sí lo es, en cambio, que en tiempos posteriores y
hasta nuestros días, cuando a nadie se le puede ocultar lo complejamente
condicionada que se ofrece la aculturación a niveles superiores, todavía se
discuta y remire la experiencia lascasiana —una e incipiente entre miles—
como síntoma general ya en contra ya a favor de las posibilidades de la asi
milación pacífica. La controversia es bizantina. Apenas cabe dudar de que
la cristianización —no simple civilización— de los cumanagotos, como la de
otras mil gentes del Nuevo Mundo, era algo mucho más hipotético y difícil,
aun sin depredaciones españolas, de lo que el Procurador imaginara y pro
clamara (263). Pero, unos centenares no más de millas al Occidente, la na
ción caquetia deparaba un material sobre el que el ensayo hubiera resultado
acaso muy distinto.
AqueRos eventos descubren, en cambio, con claridad —Insistimos— una
cara fundamental de la personalidad del clérigo. Hasta el final no consideró
a nadie digno, sino a sí mismo, de llevar la capa con cruz colorada (264).
El momento parecía de signo propicio y no vaciló en echar sobre sus hombros
predestinados toda la responsabilidad; pero cuando hubo de medirse con la
desgracia y el peligro, pagando con la impotencia el error de no tener aso
ciados (265), dejó blandamente que la voz de lo Alto, resonando en ajeno
EL SISTEMA DE IDEAS
Siguieron diez años durante los cuales fray Bartolomé “ durmió al pa
recer” , Excesiva siesta, en verdad, para tal carga de inquietudes, si no supo
nemos que la dedicación intensa al estudio y a la pluma fueron ahora el
cauce en que se Volcaron las energías del sevillano. No es que antes le hu
biera faltado en ningún modo afición a los libros, que constituían, al pare
cer, parte esencial de su equipaje (267). Ni había de concederse reposo hasta
la muerte en la tarea de ampliar y perfeccionar su bagaje doctrinal. Pero
es en esta época de inmersión estudiosa, en pleno sosiego, en la que se mo
dela el formidable teorizante, empapado en saber teológico y el erudito ver
sado en todos los saberes, que tiene a punta de pluma un ramillete de auto-
desobedecer los soldados de la dicha armadá” ,x etc. Cierto es que el tesorero reconoce
que la capitulación con el almirante, jueces y oficiales la hizo Casas **a cabsa de no
ner aquella facultad que le convenía para conseguir lo que con V. M. asentó c capitulo
(pág. 110).
(266) Por ventura, si cuando llegó a esta ciudad, luego para Castilla se partiera, y Qf**
no le faltaran, como dije, dineros, pudiera haber sido que la tiranía destas Indias se bebie
ra cebado fuera” (Hirtoría [2], lib. III, cap. CLX, t. III, pág. 386).
/11 cédulas que reseña Fabié (IT, pág. 43), otorgadas a favor del Procura
dor (1518?), esta la que le exime, de derecho por pasaje de una muía ^*y de otras cosas oe
su servicio y libros”.
ESTUDIO PRELIMINAR CVIl
ridadea gentiles o cristianas que aducir en apoyo propio. Son estos años ios
que marcan un sesgo definitivo en la personalidad lascasiana, vastamente en
riquecida de armas dialécticas bajo el encuadre de la disciplina escolástica.
Aún m ás: durante ellos se gestan y ven comienzo las tres grandes obras en
que se vierte lo fundamental del pensamiento del Protector de los indios.
Antes de seguirle en sus nuevas lides, interesa caracterizar en su significado
esencial el ñamante arnés ideológico de que saldría revestido.
(268) El mismo fray Antonio de Remesal, que brinda tm excelente y ceñido resumen
áe la obra, dice—refírténdose a 1537— que “había también algunos años que el mismo
padre Fr. Bartolomé de las Casas había escrito un libro que intituló De único”, etc.
(Historia General de las Indias occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y
Guatemala. Guatemala, 1932, lib. III, cap. IX, t. I, pág. 177). Nada se conocía del origi
nal hasta que en el siglo pasado el gran erudito mejicano Nicolás León hallé un fragmen
to del mismo (caps. 5, 6 y 7 del libro I), que ha sido publicado por primera vez en 1942
en Méjico (Fondo de Cultura) con versión castellana de Antonio Gómez Santamaría y
ana introducción de Lewis Hanke. Una extensa glosa descriptiva en Hanke [37], págs. 184
y 88., y [189], págs. 50 88.
(269) “ A tres leguas desta vega, al cabo al Oriente, está el puerto de Plata, y junto a
él la villa que así se llama, y encima della, en un cerro, hay un monasterio de la Orden
de Santo Domingo, donde se comenzó a escribir esta Historia el año de mili y quinien
tos y veinte y siete; acabarse ha cuando y donde la voluntad de Dios lo tiene ordenado”
[Apologética [18], pág. 8). Las Casas era prior de este convento que él mismo había hecho
erigir {Historia, lib. I, cap. CX, t. I, pág. 429). Como observa Hanke, la obra fué conti
nuada durante largos años, pero estaba virtuaíménte terminada hacia 450 y serviría de
arma principal contra Juan Ginés de Sepúlveda antes, desde luego, de que estuviera con-
clmda la Historia, conforme a las citas que hay en ésta, lib. II, caps. IX y XXVI
Wid. L. Hanke: Bartolom é de Las Casas, pensador, político, historiador, antropólogo, La
Habana, 1949, pág. 75).
(270) Giménez Fernández [222], págs. 33>34, deduce de las referencias mismas conteni
das en la Historia las siguientes fases de elaboración; primera redacción entre 1527 y 1531;
mterpoUciones en el año 1542; revisión a fondo de toda la obra en el convento dominica
rio de San Pablo de Sevilla (1551*1553); revisión final en Madrid entre 1SS9 y 1564. Sobre
«fita cuestión vid., asimismo, el prólogo de Hanke a la H istoria [2], págs. XXX y XXXV,
notas 38 y 1 9 .
(271) Vid., por ejemplo. Historia [2], lib. II, cap. L X II; lib, III, caps. XIV y XXXVIII,
paga. 410, 479 y 563.
1
CVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Se trataba, entonces, de precisar ante todo esta cuestión: ¿cómo debía Be-
varse a cabo la prédica cristiana? La respuesta es exactamente el tratado De
único vocationis modo, etc. Las Casas abandona aíjuí toda afección pasional y
se remontaba al más elevado plano de universalidad; apenas si de pasada hay
una alusión a las Indias, pues su elección deberá ser tanto más categórica cuanto
válida para todos los pueblos y para todas las épocas: un verdadero tratado
—el primero— de misiología.
Como era de rigor, en el hontanar de las ideas lascasianas pueden hallarse
motivos tomistas; pero sería totalmente equívoco definir al autor del De unko
por sus vinculaciones al Doctor Seráfico. Las Casas se nos revela aquí en
realidad como tm robugto e intrépido corazón de cristiano, que con magni
fica seguridad y desembarazo avanza por sus propios pasos hacia las fuente®
prístinas de su fe; hacia los Padres—San Agustín, San Juan Crisóstomo—y
hasta encontrar en la propia Revelación la raíz de sus postulados. Es la misma
Providencia —nos dirá— la que convocó graciosa y universalmente a los
pueblos al conocimiento de la verdad, y sería sacrilego imaginar que existe
nación carente de capacidad para recibir ese conocimiento. Es la misma Pro
videncia la que “ estableció para todo el mimdo y para todos los tiempos no
solo, mismo y único modo de enseñarles a los hombres la verdadera religión;
a saber: la persuasión del entendimiento por medio de razones, y la invita
ción y suave moción de la voluntad” (272).
Analiza Las Casas morosamente las condiciones exigidas al catequista,
bajo el presupuesto central de que la fe, según la idea agustiniana, no puede
lograrse sin una adhesión intelectiva. Estudio, paciencia ilimitada para re
petir, persuadir, argumentar y suplicar con suavidad, y no menos el ejempli
ficar en la conducta las virtudes de desinterés y caridad, constituyen el riguroso
elenco. A la demostración racional sigue el argumento histórico. Desde la
remota antigüedad que alumbra la Escritura, la fe se difundió sin coaccio
nes : Jesucristo envió a sus apóstoles “como ovejas en medio de lobos” y no
por otro sistema cosechó la Iglesia sus primeras conquistas.
La otra faz de la tesis muestra algo esencial a la ideología del sevillano:
la reprobación absoluta de la guerra, como instrumento irracional —dice-
contrario al mandato amoroso de Cristo, indecente en sí mismo e infame por
sus consecuencias y, por lo tanto, absurdo como método evangelizador. Pero
no sólo en este tratado; a lo largo de sus otros escritos el Procurador man
tuvo una cerrada impugnación contra toda estirpe de acciones conquistado
ras, ya fueran de los romanos ya del mismísimo Alejandro Magno (273)
como anuncio de su genuina y desenfocada contemplación del acontecer his
tórico.
L a H is t o b u
(272) C asas: Del único modo de atraer a todas las gentes a la religión de Cristo,
xico, 1942 [268], pág. 7. ^
(273) “Y cabe bien aqni lo que refieren las historias de aquel Alexandrc Magno,
traía en el nmndo el mismo oficio que los españoles han traído y traen por todas
diae, infestando, escandalizando, matando, robando, captivando, subjetando y
reinos ajenos y gentes qne nada les debían” (Historia [2], lib. II, cap. LX III, p»B* 414).
ESTUDIO PRELIMINAR CIX
(274) Ibidem, líb. III, cap. LVIII, t. III, pág. SO. Tal derecho de “ guerra justísima”
data para k Tierra Firme “ desde el tiempo de Hojeda Nicuesa” {Ibídem, cap. LVI, pá
gina 2t).
(275) Acerca de este tema vid. el prólogo de Hanke a la HistoTÍa [2] : has Casas, his-
tormdor, págs. 18 ss. Dicho estudio constituye un extenso e inmejorable examen crítico de
las diversas cuestiones internas y externas suscitadas por esa crónica, incluyendo las vicisi
tudes del manuscrito, la reseña de las diversas copias y las incidencias en torno a la publi
cación. Vid., asimismo, Hanke [269], págs. 55 ss.
ex FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(276) “ Y pagados aqueiios cuarenta años, si vieren que conviene para el bien de lo8
indios y de España, la pueden mandar imprimir para gloria de Dios y manifestación de la
verdad, principalmente” (carta al rector y capitulo del convento de San Gregorio, fase, ea
t- L pág. 1 de la edición de la Historia por Gonzalo de Reparaz). En cláusula de su testa
mento, cerrado en Madrid (17-III-1564), afirmaba; *‘e creo que por estas impías e celcrosai
e ignominiosas obras, tan injusta, tiránica y barbáricamente hechas en ellos y contra ellos,
P d e r r a m a r sobre España su furor e ira, porque toda ella ha comunicado e parti*
cipado ^ c o que mucho en las sangrientas riquezas”, etc. Encomendaba por eso al rector
de San G rep rio que un colegial se encargase de ordenar en forma de libro la extensa co
rrespondencia recibida por el Procurador desde diversos lugares del Nuevo Mundo, y qcc
se conserv^a, como la Historia, “ad perpetuam rei memoria^ porque si Dios determinare
destruir a España, se vea es por las destrucciones qne habernos hecho en las Indias, y V^‘
iüsíicia” (Fabié [13], I. págs. 235 y 237).
(¿77) Vid. el prólogo de la Historia.
(278) Comentando la muerte en naufragio del comendador Bobadilla y la posibilblad
ríe que fuera castigo celestial por su trato al Almirante; “ Pero no es cosa cierta, como d
JUICIO a;vino sea profundo y considere los méritos de los hombres muy diferentemente del
humano (Historia [2], lib. I, cap. CLXXXII, i. Tí, pág 198)
ESTUDIO PRELIMINAR CXI
gotable criadero de almas para el infierno (279); mas, por otra parte, que
todas aquellas gentes, aparejadísimas cual ninguna otra generación para re
cibir la fe, hubiesen permanecido tantos siglos abandonadas a un negro destino
no podía ser explicado sino por el expediente de relegar el hecho a esa zona
de lo inexplicable que es el arcano celestial. ¿No efectuaba en la tierra la
hueste diabólica su variado elenco de engaños o “ prestigios” , por permisión
divina? (280). A la misma categoría de incógnita espantable correspondía la
extraña desgracia de que fuese la nación española, con tan viejos méritos,
la llamada a pregonar el diferido rescate, para que viniese a realizarlo tan
impía y siniestramente que pareciera todo el suceso como una terrible y
enigmática expiación de infieles y de cristianos. Algo que sólo encontraba
sentido lógico en un sistema que más o menos implícitamente se adhería a
una idea heterodoxa de la predestinación (281).
Pero salvados esos últimos términos impenetrables, la Historia manifiesta,
en cuanto a las contingencias concretas, un riguroso determinismo penal, como
un magno fabulario o libro de castigos; entre las injurias contra los indios
y las catástrofes de los españoles, las iniquidades y el fracaso hay una rela
ción causal, de orden transcendente, en la que se pierde casi por completo
tanto el valor de los otros nexos causales como el factor de indeterminación o
libertad de la vicisitud —azar en el histerismo moderno y-lo “inescrutable”
en el providencialismo—.
En esa básica dualidad de planos de contemplación —obnubilada en el
arcano para el indio, de diáfano automatismo para el español— se denuncia
quizá como en ningún otro síntoma la incongruente insuficiencia del sistema
de comprensión histórica lascasiano. La realidad es que el fiero dominico se
debatía en una antinomia doctrinal insalvable como herencia que era sagrada:
las ideas escatológicas cristiano-medievales, tan poco halagüeñas para el indio.
Se explica que para la mundana mayoría de los castellanos, examinada la
cuestión con el aire entre circunspecto y avisado que el criado debe a los mis
terios del amo, las urgencias y las exquisiteces para redimir algo tan largo
tiempo irredento y tan maltratado desde lo Alto, tenía que parecer una in-
(279) Aunqué no abunda en la afirmación laxativa. Las Casas cree que sin el conocí-
aliento de las cosas divinas “ salvarse los hombres es imposible” {ibldent, lib. 11, cap. L,
pág. 369). Sólo en una ocasión que sepamos [281] insinúa otra idea. La frase, pues, que
utiliza con frecuencia para referirse a los estragos de los españoles es la de “ echar ánimas
a los infiernos” .
(280) Los capítulos LXXXVII y siguientes de la Apologética —un verdadero tratado de
demonologia, no poco divertido— dan la más amplia mneslra del candor lascasiano en esta
materia; v. gr., cap. X C II: “ De cómo los hombres pueden ser por arte mágica transforma
dos en bestias” .
(281) En relación con lo dicho nos parece demostrativa, entre otras, una frase en ré
plica a Fernández de Oviedo: “ Pero Oviedo no advertía, como era uno dellos, que por sólo
el pecado original, sin que otro pecado tuvieran, justamente y sin hacerles injuria, podía
Dios asolar todas estas Indias, cuanto más por otros muchos actuales que tuvieron, pero
no se nos da licencia para que por eso los menospreciemos, ni los robemos, ni matemos,
porque j guay de nosotros cuando fuéremos de los robadores y matadores dellos, y por ma
los ejemplos, habiéndolos de traer a Cristo por los buenos, los corrompiéramos, y de su
salvación fuéremos impedimento 1 Por más que la divina justicia los aflija y angustie, cas
tigándolos en esta vida, y muestre desamparallos entregándolos en nuestra insaciable cudi-
cia, ninguno de los que entre ellos tiene predestinados la bondad divina, de lo que nadie
que sea cristiano dudar debe, se le saldrá de la mano que a la ñn no lo lleve a gozar de
sí mismo en la eterna vida; y por ventura, y sin ella, después que por nuestras manos crue
les a estas gentes bebiere Dios acabado, derramará sobre nosotros, por nuestras violencias
y tiranía, su ira, moviendo a otras naciones que hagan con nosotros lo que con éstas heci-
mos, y al cabo nos destruyan como las destruimos. Y podrá ser que se hallen, de aquestos
que en tanto menosprecio tuvimos, más que de nosotros a la mano derecha el d a del ju i
cio; y esta consideración debería tenernos con grande temor noches y días. {Historia [2],
III, cap. CXLV, f. III, pág. 332.)
cxn FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
L a concepción política
(284) Dos excelentes análisis del pensamiento jurídico y político lascasiano son los de
Carro [25], II, págs. 378-425, y Hanke [269], págs. 41 ss. y [37], págs. 383-396, Para el co
nocimiento de este aspecto son fundamentales los tratados impresos en Sevilla en 1552-1553,
muy especialmente el Tratado comprobatorio del imperio soberano y principado universal
que los Reyes de Castilla y León tienen sobre las In dias..,, las Tremía proposiciones muy
jurídicas y los Principia quaedam ... Emilio Ravignani editó todos ellos en reproducción
facsimilar, con el título Colección de Tratados, Buenos Aires, 3924. Obra también primor
dial, pero poco asequible, es la atribuida con toda probabilidad a Las C asas: Erudita et
elegans explicatio.., Frankfort, 1571, y 2.® edic. en Tubinga, 1625 (que es la que hemos
consultado); hay, sin embargo, traducciones castellanas por Juan Antonio Llórente: Colec
ción de las' obras del venerable obispo de Chiapa, Don Bartolomé de L as Casas, París,
1822, II, págs. 49-111, y por Carlos Gutiérrez: Derecho público escrito por don Bartolomé
de las^ Casas, Madrid, 1843. Finalmente, interesan también los tratados Doce dudas (Llóren
le,^ ibidem, II, 175-328), de los últimos escritos salidos de la pluma del Procurador, y el
inédito De Thesauris.
(285) Casas; Colecc, Tratados [2841, Principia, págs. 627 - 638; Doce dudas (Llórente
[284], II, págs. 194 ss.). '
(286) Colecc. Tratados [284], Treinta proposiciones, págs. 239-241.
(287) En la Erudita [284], págs. 7-8, brinda una ceñida definición de la accidentalidad
de la servidumbre, que, siguiendo a Aristóteles, distingue así de la libertad; “dtciíur liber
homo qui est sui ar6úrú*” .
(288) “Libertas est res preciosior et ineslimabilior cunctis opibus” {Erudita [284], pá
gina 19).
(289) Colecc. Tratados [284], Enfre los rem edios..., págs. 376 ss.
(290) Ibidem, dedicatoria de la Brevísim a al Príncipe don Felipe, págs. 4 sb. ; Entre los
remedios, págs. 326 ss.
CXIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
¿Cómo compaginar entonces la total exención que para los señoríos in
dianos resulta de la teoría expuesta, con la especie de dominio que sobre ellos
imagina, sin embargo, Las Casas ha de corresponder a los monarcas castellanos?
(291) El resumen que prefacio el cap. IV de la Erudita explicatio [284], pág. 12, pro
porciona una inmejorable síntesis de esas ideas: 1. Nullum onus populo imponi potest, nisi
voluntarie consentiat.—2. Civilia iura quando esse coeperunt.—3. Populus est causa effectiva
regum.—4. Populus eligendo regem, lihertalem non amisit.—5. Quod omnibes est profutu
rum, et nocere potest, omnium consensus requiritur.—6. Princeps non potest petere quic-
quam a subitos, nisi de quibus cum populo convenit.
(292) “ Habet enim super eos potestatem non suam, sed legis subiectam bono communi»
ideo non sunt illi sub potestate sua, sed sub potestate legis, quia non sunt sub homine sed
sub recta lege” (i6rdem, pág. 14).
(293) Ibidem, págs. 14 y 18.
(294) Tai es Ia idea que rige los tratados Entre los remedios y Este es un tratado {Co
lección [284]. páí^s. 325 ss. y 253 ss.).
(295) Se comprende la importancia que fray Bartolomé concedía a la teoría de la alie
nación, tan relacionada con las formas de dominio español por sometimiento de los ^^ci*
ques, y con la provisión de oficios. El objeto intencional de la Erudita explicatio es por eso
demostrar la ileí:alidad de tales expedientes. Hanke [37], págs. 390-393, brinda una ajus
tada síntesis de la cuestión.
(296) Colecc. Tratados [284], Entre los remedios, págs. 384-385.
(297) Vid. nota 291.
(298) Referencias al tema polémico de las atribuciones de las Cortes, en Martínez
dos [236], núm. 64, págs. 224-225. Puede confrontarse la*^ similitud de los principios lasca'
sianos con la teoría imperante en la Edad Media, en Carlyle [25], VI. 3, 505 gs.—l^üal-
mente, en cuanto a Castilla, en Marie B. Madden: Political Theory and la w in Mediml
Spain. New York, 1930, pero con las reservas que sugiere la reseña en An. Hist. Der.
1933 X, pág. 457.
ESTUDIO PRELIMINAR cxv
(301) Iltídem, págs, 238-242. Aquí, coino en el Tratado comprobatorio, se extiende I>fls
Lasas sobre las perfecciones, grandeza y méritos que en los Reyes de Castilla convenían
para el encargo pontificio.
( I f ) Historia [2], iib. III, cap. LVII, t. III, pág. 25.
(303) CoZec. Tratados [284], Réplica 12 y Sumario de Soto, págs. 215 y 136-137.
ESTUDIO PRELIMINAR cxvn
(304) El análisis y valoración más completa en eslc sentido se debe a Hanke [269], pá
ginas 74 ss. En las notas 11 y 13 hace relación de las autoridades antiguas y modernas que
han hecho uso de la Apologética,
(305) “ No queremos aquí decir ni añrmar que todos umversalmente, en todos sus actos
actualmente sean perfectos y muy acendrados en las obras de perfecta razón, sino que todos
umversalmente y por la mayor parte tienen natural aptitud y habilidad, y muy propincuo
están en potencia para ser reducidos al acto y actos, siendo instruidos, de todo entendí-
Diiepto y de buena razón, y, finalmente, que son hombres, de su naturaleza bien razonables
y men inclinados, y delTo tienen muv ciertos v naturales indicios y claras señales“ (Apolo’
S e iic a [18]^^ pig
CXVIll FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Í308) Apologética [18], cap. X LV III: “ De cómo todas las naciones pncden ser redu
cidas a la buena policía” (págs. 127 ss.).
(309) Vid., sobre ese tópico, M. Chínard; L^Amérique et le reve exotique dans la litté-
mure francüise, París, 1913; Rene Gonnard: L a légende du bon sauvage, París, 1946:
R. Menéndez Pidal: ¿C odicia insaciable? ¿Ilustres h az añ as?f^ sco rial, nám. 1, páys. 21-35:
Larlos Pereyra: Montaigne y López de Gómara, Escorial, núm. 2, págs. 227-236; Giuseppe
Locchiara; 2l mito del buon selvaggio, Mesina, 1948, v Silvio Zavala : América en el espí-
fitu francés del siglo XV IIL México, 1949.
cxx FRAY BARTOLOME DE LAS. CASAS
“ Pues como debamos creer haber Dios predestinado algunos en todas las
y en cada una de ellas, y tenerles guardado el tiempo de su vocación, salvación J
glorificación, y no sepamos cuáles son los escogidos, de tal manera hemos a todos
los hombres de estimar y sentir, juzgar, tractar y ayudarles, que deseamos que sea»
salvos, y en cuanto en nosotros fuere, como si fuésemos ciertos lodos ser predesii-
ESTUDIO PRELIMINAR CXXI
nados, con nuesiras mismas obras procuremos ser partícipes del efecto de la predes
tinación’* (310).
rati podido dar más que pequeños y artificiosos cultivos si no hubieran con
tado con el aliento poderoso y sincero de la sociedad entera. La misma des
envoltura con que Las Casas y los otros paladines del criticismo pudieron
hablar y actuar, y que a gentes de hoy parece sorprendente, tiene su expli
cación en la concordia última de ideas de aquel mundo español. Porque
uadie se hubiera atrevido a negar la afirmación capital de que España estaba
obligada de precepto divino a redimir al Nuevo Mundo. En ese sentido nu
clear sí que puede afirmarse que un postulado misional presidió la obra de
España en América y que en Las Casas no ha de verse más que un factor
extraordinario, pero concordante con el sentido general de aquella gesta.
Hasta enero de i.ñ3l, en que escribe una carta al Consejo de Indias, dura
el sueño del Procurador. ¿Por qué ha.sta entonces? ¿Fue su quietud volun
taria o impuesta por el desarrollo de los acontecimientos? Es el hecho, en
todo caso, que aquel intervalo se presenta acotado entre dos momentos ins
titucionales muy sintomáticos.
Por las fechas en que micer Bartolomé tomaba el hábito dominicano,
Hernán Cortés ponía bajo el cetro del Emperador un señorío que modificaba
sustancialmeiite las nociones que habían dado base al debate indiano. La alta
cultura de Jas sociedades de la Nueva España inutilizaba el argumento de
la bestialidad del indio; la bien probada capacidad guerrera de aquellas
gentes y el signo inhumano de su religión reforzaba, en cambio, la premisa
coercitiva para la conquista y la colonización. Lo más importante había de
ser que el genio político del caudillo extremeño, planeando sobre aquellas
circunstancias, inició para las soluciones institucionales un rumbo que sería
en esencia el definitivo.
Ya Cortés había triunfado en la arriesgada suerte —antes ensayada por
Nasco Núñez^ de resucitar en apoyo de su empresa las raíces del instilu-
cionalismo democrático todavía vivas en la conciencia medieval de la hueste
conquistadora, suscitando el impulso reactivo de una joven generación —en
el sentido bistoriográfico del término— contra los hombres y las formas
que habían presidido la colonización isleña. Para los protagonistas de lo que
Giménez Fernández lia llamado “revolución comunera de la Nueva España” ,
el exterminio indígena eu las Antillas y sus motivos representaban inevitable
mente un espejo de advertencias que Cortés, a la cabeza siempre del sentir
colectivo, supo incorporar a la incipiente organización del estado novohis-
paiu> (315). Venciendo escrúpulos iniciales incumplió la orden dictada por
el Emperador e.u 1520 e implantó la encomienda con título de “ depósito”
de indios. Pero al mismo tiempo impuso a los beneficiarios no sólo la carga
de adoctrinamiento, sino la <le residir en la tierra y la de acudir con armas
a la defensa en caso necesario; por otra parte, limitó los tributos y presta
ciones de los encomenderos, sometiéndolos a la mediación de las justicias y
excluyendo, en principio, el trabajo minero.
El neofeudalismo cortesiano cubría en verdad con tal adecuación a la
ideología de la ét>oca las exigencias planteadas por la expansión y coloniza-
j. Vid. davala [20], páss. 40 ss.; Madariaga [64], y la edición revisada de Lesley
Simpson: The Encomienda in New Spain. Berkeley, 1950. Para los comienzos de la
acción cortpisiana, Giménez Fernández ['^U
CXXIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tengo de 35 años, como creo que la otra vez escribí a V. M.¡, que no está más ser el Rey
el más potentísimo de los del mundo de tesoros e riquezas, para con que lodo, si quisiere,
lo sojuzgue, si no en ir yo a esa corte, y hobiera ido, sino que, después que me subjeci
a albedrío ajeno, prometiendo obediencia, no oso pedir licencia, hasta que, sin procurallo,
lue lo manden, y así se han pasado irece años que ha que soy fraile...”
(319) Fabié [13], II, págs. 60-82, transcribe al final fecha 1535 ; pero en el original,
según Hanke, en A. G. I., Santo Domingo, 95, núm. 9, consta 1531 (prólogo a la HLuo-
[2], pág. XXI, nota 10).
(320) Remesal [268], lib. III, cap. líí, l. í, pág. 156. La “cédula” anliesolavisla a que
se refiere es la provisión de 2-VTIÍ-1530 (C. D. /. A., 2.® serie, t. X, págs. 38-43U
^ (321) Referencias a las actas del cabildo de Méjico en la Bibliografía de Hanke [189],
Pag. 44-, núms. 113 y 114.
CXXVl FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ñas nada sabemos; tampoco en qué término y con qué motivo desistió del
proyectado viaje —si es que lo proyectó— al Perú. Fué otro dominico leo
nino y que dejaría una huella importante en la historia americana, el famoso
fray Bernardino de Minaya, quien llegó hasta el campo de operaciones de
Pizarro (h. 1532), a tiempo de hacerle renunciar a embarques esclavistas en
la costa peruana que ya dominaba. No logró, en cambio, consentimiento
para los ambiciosos designios misioneros de los dominicos, de que da
cuenta su relato:
“Mas a mí y a los compañeros nos quitaron el mantenimiento. Sobre lo cual ya
dije a Pizarro que viese lo que hacía, que S. M. no lo tendría por bien; mas que
pues estábamos cerca del señor Atabalica me diese un intérprete y iría con mis com
pañeros a predicarle, y si nos matase sería gran bien a nosotros y tendría ocasión
para hacerles guerra. Mas que Dios había descubierto aquellas tierras por ganar
aquellas ánimas, y este era el fin del Papa y del emperador cristianísimo, y que
venido el Atabalica en recibir la fe, todos le seguirían, según la gran obediencia
de los indios; y así sería verdadero capitán, y lo que gaiiase sería bien ganado.
Que era razón les diésemos a entender que veníamos a su provecho, que era darle
conocimiento de Dios y no a robarlos y despoblarlos de sus tierras, que por esto
eran encomendadas a los Reyes Católicos, como dice la bula de Alejandro de su
concesión. El Pizarro respondió que había venido desde México a quitarles su ga
nancia, y que no quería hacer lo que le pedía. Y así me despedí de él con mis com
pañeros...*’ (322).
Í322i Vid. Hanke [37], págs. 113 ss., donde se expone una síntesis biográfica de Mi-
naya, Datos complementarios, en Vicente Beltrán de Heredia. O. P . : Nuevos datos acerca
del padre Bernardino Minaya y del licenciado Calvo de Padilla^ compañeros de Las Casas,
en Simancas, anuario de H istoria moderna. Valladolid, 1943, núm. 1, págs. 2*28. Remesal
y quienes le siguen, en su relato hoy inadmisible, hace a Las Casas compañero y superior
de Minaya y de fray Pedro de Angulo en esta expedición al Perú ([268], lib. III, cap. IV,
t. I, págs. 157*159). El problema de las relaciones entre Las Casas y el Perú lo ha estudia
do en todo rigor Giménez Fernández en Documenta, Lima, 1950, núm. 2.
Í323) Publicado en Sevilla en 1552, se incluye en la Colección de Tratados [284], pa
ginas 433-464.
i'3241 Fabié [13], II, pávs. 59-60. Referencia a la respuesta del Rey, en la Bibliografía
de Hanke [189], pág, 45, núm. 116.
ESTUDIO PRELIMINAR CXXVIl
mujer y a todos sus capitanes y le quité todos los muy justos temores que tenía, e
no quise venir de allá hasta que le truxe conmigo a la villa de A zúa, donde con los
vecinos della se abrazó y regocijó, y le dejé concertado el camino que había de
hacer para irse a comunicar y holgar con los otros pueblos de españoles y para re
ducir al servicio de Su Majestad ciertos capitanes y gente alzada, y señaladamente
asentase un pueblo siete leguas de la dicha villa, y ha de proveer toda aquella tierra
de pan y otros bastimentos, lo cual todo anda a gozo actualmente cumpliendo” (325).
IVlCARAGUA
Pero la meta que, al parecer, no se borraba del magín del Procurador era
el Perú, tan fabuloso de posibles riquezas para el conquistador espiritual
como para el soldado, y donde acaso el primero esperaba hacer más patente
su eficacia pacificadora. En compañía de fray Tomás de Berlanga, nombrado
obispo de Panamá, de fray Luis Cáncer y de fray Pedro de Angulo —dos nom
bres ilustres en la historia de América— y de otros tres religiosos, embarcó
la vuelta de Honduras, camino de Panamá. Llegado allí, según relata.
•‘por las hambres y enfermedades de aquella tierra nos envió delante el obispo
que lo esperásemos en la tierra del Perú, porque por cnfernialle toda su casa m»
nos pudo despachar tan aína. Salidos de Panamá ordenó nuestro setior otra cosn
(le lo que pensábamos, que a cabo de dos meses y medio, cuasi inuertoK trecientos
hombres de sed y hambre por la mar, nosotros, por divino inilaaro, los euuiro llarres
y otros ocho o diez hombres en un barquillo que hallamos, venimos a parar aquí a
Nicaragua” (326).
(325) Carta al Consejo, desde Santo Domingo, a 30-IV-1534 [70]. Como se recordará,
Enrique, ofendido en el honor conyugal por su encomendero y no hallando sino escarnio
en la justicia que solicitaba de las autoridades de la isla, optó por alzarse con los suyos
en el Baoruco, donde con inteligencia y buena fortuna logró mantener su independencia,
pese a la visita pacificadora e iníruciuosa de fray Remigio de Faulx y a las costosas ex-
peilicíones que todos los años se organizaban contra él {Historia [2], lib. III, caps. CXXV
a Í!1XXVII, t. III, págs. 259-270). La gestión lascasiana remataba una política de atracción
y perdones hacia el discreto y ponderaíío rebelde, que, sin embargo de su buena acogida al
capitán Barrionuevo, no se decidía a abandonar su refugio. Fernández de Oviedo [11] trae
un extenso relato sobre estos sucesos, en que confirma y alaba el hecho de fray Bartolomé
(lib. V, caps. V a XI, t. I, págs. 140-158). Referencias a una caria de Enriquillo al Empe
rador (6-VI-153I) y a la muerte del cacique como buen cristiano (IX-1535), en la Bibliografía
de Hanke [189], pág. 47, núras. 119-120. El estudio de fray Cipriano de Utrera: Enriquillo
y Boya, Ciudad Trujillo, 1946, está lastrado de hipercrítica antilascasiana, pero es aporta
ción de interés.
(326) Carta desde Granada de Nicaragua, a 15-X-1535 [70]. Destaquemos la importancia
del descubrimiento de Biermann, que rectifica, sobre datos sólidos, las erróneas noticias
procuradas por Remesal y, en consecuencia, por los biógrafos de Las Casas.
CXXVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(327) Según Herrera [40], Déc. V, lib. V, cap. VII, la Junta de teólogos reunida en
1533 para determinar sobre la licitnd de esclavizar a los naturales de Trinidad, acordó qu®
no sólo a éstos, sino a cualesquier otros idólatras que previamente amonestados por personas
religiosas quisieran resistir la predicación, se les “podía y debía hacer la guerra rigurosa
con buena conciencia” . Consecuencia de ésta y de otras vicisitudes (vid. nota 347)
revocación, por cédula de 20-11-1534, de la orden antiesclavista de 1530 [320] (Zavala [29J)
págs. 252-253). En un opúsculo sobre la materia de los indios que se han hecho en elUi^
[las Indias] esclavos iCotecc, Tratados [284], págs. 253 ss.). Las Casas da amplios e impre
sionantes detalles sobre las prácticas ilegales de esclavización.
(328) Noticias sobre los proyectos de comunicación interoceánica a través de
en Clarence H. Haríng: Comercio y navegación entre España y las Indias. México, 19áv>
págs. 240 88.
ESTUDIO PRELIMINAR CXXí X
Í329) Vid. las tres informaciones hechas en León de Nicaragua, a 23*111, 30-VI y 23-VllI
de 1536 { C . D . I . A . , t. V il, págs, 116*149). Según Ricardo Fernández Guardia, Contreras
temía el fracaso de la expedición, y en la oposición de Las Casas halló en realidad un pre
texto para suspenderle {History oj the Díscovery and Conquesi of Costa Rica, New York, 1913,
págs. 117-118, apud Hanke [189], pág. 48, núm. 122). Véase sobre este discutido y muy dis-
ciuible personaje el estudio, de tono reivindícalívo, del marqués de Lozoya : yida del se-
üoviano Rodrigo de Contreras, gobernador de Nicaragua, Toledo, 1920: '■‘Combatidísimo,
romo fue, entre una hoguera de pasiones exaltadas, hemos de reconocer que su mano fué
dura y que su gobierno, independiente como el de un rey, se hubo de hacer pesado a sus
enemigos; pero al juzgarla, bueno será considerar primero la época, aquel siglo xvi, de
tan recia enjundia, y el lugar, una recién descubierta provincia de las Indias, en que go
bernó, y veremos entonces justificados muchos actos que nos parecerían despóticos en un
ambiente más suave” (págs. 184*185).
(330) Remesal [268], lib. III, cap. V, t. I, pág. 161 (adviniendo la reserva con que
debe acogerse el relato de este cronista).
(331) En la carta que desde Méjico, a 30-V-1537, escribe Marroquín al Emperador, de
nuncia, como protector de los indios que era desde 1534, cómo lodos los esclavos que sus
«ehgrcses tenían “de rescate” y de guerra, lo eran “ contra toda razón y ley divina y huma-
(Canas de Indias, Madrid, 1877, pág. 416).
cxxx FRAV BARTOLOME DE LAS CASAS
prohibitivas que (bebían guardar los indios para la buena policía civil y re
ligiosa. Dicho memorial debía ser leído a las congregaciones de caciques y
principales de cada provincia, reunidos para el electo en la capital y en los
otros lugares de españoles. Es de creer, con Remesal, que la referida minuta
o anteproyecto tenga algo que ver con la ordenación que para reglar la vida
cristiana del indio dice el cronista haber redactado Las Casas en 1530 con
el designio de que fuera elevada por el Consejo de Indias a precepto general.
Lo sustanciado en esta ocasión en Guatemala, con fray Bartolomé sin duda
por gestor preeminente —dado el carácter un tanto pasivo de Marroquín—,
aprobado por éste y por Jos prelados de Méjico y Tlaxcala, pasó del Consejo
al Papa, quien lo devolvió sancionando en forma de breve general para la
Iglesia de Indias. Por donde el Protector logró dejar otra huella institucio
nal indeleble en el Nuevo Mundo (332).
La confianza del prelado en fray Bartolomé llegó al punto de que, en
ausencia del obispado, j>or viaje a Méjico, le dejó a cargo tanto de la Igle*
sia como de la Protectoría y comisionado para llevar a efecto, junto con e]
juez de agravios Alonso de Maldonado, la tasación de los tributos indígena?
a los encomenderos, según una matrícula elaborada por el mismo Marro*
quín (333).
La campaña preparatoria para cerrar la ansiada parcela fué esta vez jui
ciosamente apoyada por algo tan sólido y tan duro de roer para un seglar
como el tratado De unico vocationis modo^ puesto en circulación mediante
copias manuscritas. Todo el ámbito de la gobernación se sonrió con doble
motivo: ¿que los indios todos eran reductibles a Cristo por la palabra amo
rosa?, pues allí estaba para objeto de experiencia la región de Tezulutlán.
o Tierra de Guerra para más claro apellido, ‘‘coco de los españoles” y de
donde éstos tantas veces habían salido “ con las manos en la cabeza” .
El huerto al fin hallado era más bien que un Edén una enmarañada y
accidentada estufa tropical, pero ofrecía la ventaja de que, pues se les brin
daba como un espontáneo desafío, haría más aquilatada y resonante la vic
toria. Sin dificultades se llegó a un acuerdo (2-V-I537) con el juez en comi-
sión, Alonso Maldonado, aunque a reserva de confirmación por el virrey de
la Nueva España y por el Consejo. Prometía el gobernador que los indios
pacificados no serían encomendados a español alguno, sino que pagarían a
la Corona un tributo moderado, y que durante cinco años nadie, salvo el
propio Maldonado, pudiera entrar en el territorio (334).
La traza inicial que se dieron Las Casas y sus hermanos para establecer
contacto con su montaraz aprisco, es con justicia uno de los episodios con
más frecuencia recordados de la historia misional. Resumamos: solicitada
medíante ayunos, disciplinas y oraciones, vino a los padres la feliz inspira
ción de utilizar la vía de captación musical; recurso que, por otra parte,
había dado ya asombrosos resultados en la Nueva España (335). Compusie
ron, pues, en lengua quiche un repertorio de trovas armonizadas para d
canto e instrumentación indígenas, que venían a constituir una a manera
(332) Remcsal [263], líb. (K, vap. VÍH, i. í, págs, 174-176. Trae copia literal de la
^dula y dice haber venido a sus niunos la <iiada ordenación hecha en 1530 por
Bartolomé; en cambio, su acuciosa búsqueda del memorial aludido en la cédula resuh®
infructuosa.
(333) Carta citada en nata 331. Marroquín dice de Las Casas: “ y otra (relación) 3d
mismo tenor dexc a quien quedó poder de mi idesia y de la protección, que es un hay
Baiíolomé de Las Casas, dominico, jrran religioso v de mucJm espíritu; y ho sabido qne
ansí se haría como yo ¡o dexé ordenado” .
D . /, 4., t. VJÍ, págs. UT-lS.t; confirmado por el virrey Men<loza en
‘‘ T^ Con.scjo de india.s en Madrid, a 14-XT-1510 (ibidom. págs. 151-156).
(3.1.)) Jerónimo de Mendiefa: Jiistorin cc/csb/.s/ica in d ian a Méjico. 1915. l. IH- K ' ’
ñas 62-6.5.
ESTUDIO PRELIMINAR CXXXl
'■ Tíí) Eji las rcduUs reales de salisfaeción a los caciques de Tezulutlán fiiiura éste, que
se Uarn^ríji don Juan, como cacique de Atitlán.
CXXXII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
por Tierra de Guerra, ilevando guarda de sesenta valientes que les prestó ej
cacique. Estaban de regreso a comienzos de 1538, enteramente convencidos de
un principio que tanto iba a agitar la historia de la evangelización americana;
a saber: la necesidad de reducir los pequeños poblamientos dispersos a nú
cleos grandes (337). Para comienzo de la operación se escogió la zona de
Tecocisllan o RabinaJ, donde, como ocurriría regularmente, los naturales
mostraron una enconada resistencia a abandonar sus moradas, aunque en
este caso triunfaron los frailes gracias al decidido apoyo del jefe de Atitlán.
A la postre parecieron conformarse con ello y hasta consintieron en lavarse,
de suerte que pudo fray Luis Cáncer avanzar hasta Cobán, cuyos vecinos
habían curioseado secretamente y asombrados las transformaciones aceptadas
por los de RabinaL
Pensando en el afianzamiento de lo conseguido, fray Bartolomé se pre
sentó en Santiago acompañado del propio don Juan, testimonio máximo de
su triunfo. El obispo Marroquín y el adelantado don Pedro de Alvarado
—de nuevo al frente de su gobernación— dispensaron al cacique una aco
gida de impecable cortesanía, como podían atestiguar los murmuradores, vien
do la “ gorra de tafetán colorado con plumas” de don Pedro traspasada por
mano de éste a la testa del guatemalteco. De regreso en Tierra de Guerra,
una nueva entrada de los frailes alcanzó la áspera jurisdicción de Cobán y
hasta se llegó a entrar en tratos de sumisión con los caciques (338). Pero en
este punto prometedor abandonó Las Casas el timón de la empresa porque
otra gestión de grandiosas posibilidades se le deparaba.
L a ocasión
(337) Según Remcsal [268], lib. III, cap. XVII, t. I, págs. 211-212, fray Bartolomé pte*
sentó al Rey, en el año de 1542, un memorial acerca de esa necesidad, del que el cronista
transcribe un pasaje.
(338) El conocido relato de Remesal que hemos esquematizado —reconocemos qoe coa
criterio intencional— es la fuente casi única sobre los orígenes de la acometida de la Vera
Paz (tbídem, caps. XV a XVIII, págs. 200 ss.). Marcel Bataillon ha proyectado sobre esa
narración su finura de analista para concluir que parece demasiado romancesca y poco acor
de con los documentos—que sugieren una empresa limitada y casi secreta— para
una fantasía {La Vera Paz. Román et histoire, en Bulletin Hispanique, Bourdeaiix, l^it
núm. 53, págs. 235-300). Por nuestra parte creemos, en cambio, que refleja con bastante
candor, a través de su entusiasmo, las fases reales y no demasiado milagrosas de lo ocu
rrido. Hanke [37], pág. 473, nota 42, hace relación de otras fuentes que
historia de la Vera Paz. En lás cartas de Maldonado (16-X-1539) y de Las Casas (Madn i
15-XII-1540) al Emperador se anuncia que los caciques de tierra de guerra se habían entre
vistado en secreto con los padres para venir de paz (Fabié [13], II, págs. 84 86).
(339) Vid. nota 318.
ESTUDIO PRELIMINAR cxxxiir
1 343) Fallan • precisameiile buenos estudios sobre las formas p^rtkulares de producir
se realmeme el supuesto institucional, tales como el de Elman R. Service The Encomknda
in Paraguay, en Hispanic Amer. Ilist. Review, mayo 1951, y el de ¡Néstor Meza Villaloboa:
Política indígena en los orígenes de la sociedad chilena, Santiago de Chile, 1951. Con
lodo, nuestra afirmación, como tan general y obvia, puede contríístarse con toda clase ce
fuentes. Notemos, entre otras, por su alcance panorámico, la distinción que a comienzos
del siglo XVII establece fray Miguel Agia entre los países de servicio personal regulado y
tasado y los de explotación ilimitada (Servicios personales de indios, Sevilla, 194Ó,
ñas 31 ss.).
(344) Vid. la carta citada de Marroquín [331] y la de 4-VT-1545, en que se lamenta ae
resistencias a la tasación o abusos sobre la misma (Carias de Indias, págs. 435-443).
(345) Nos referimos a la conmutación de los tributos por los servicios mineros a qne
Mendoza puso coto, pero no absoluto, pues la supeditó a su propia autorización (Zava
la [20], pág. 81).
(346) Detallado estudio de esas experiencias, en H anke: Los primeros experimenjos so
ríales en América. Madrid, 1946, págs. 51 s.s., recogido en Hanke [37], págs. 130 ss.
ESTUDIO PRELIMINAR CXXXV
(H7) En la declaración citada de Minaya [322], también publicada por Icazbalcela [342],
I. págg. 128-129, se relata la impresión provocada en los misioneros de Méjico y la presta
reacción que siguió. Alberto María Carreño, en su estudio Fray Domingo de Betanzos, O. P.,
México, 1934, pág. 71, informa de la actitud del dominico, contraria a que se diese estudio
^ los indios; cree, sin embargo, que se ba desvirtuado la actitud de quien fué, según él,
amigo del indígena (La irracionalidad de los indios, en Divulgación histórica, México, I,
1940). En su lecho de muerte en el convento de San Pablo de Valladolíd. el 13-XX-1549,
fray Domingo se retractó solemnemente de cuanto hubiese dicho en detrimento de los in
dios, especialmente del parecer que dejó firmado en el Consejo “diciendo que eran bestias
y que tenían pecados y que Dios los había sentenciado y que todos perecerían, de donde
podía haber resultado grandes escándalos” (Hanke [37], pág. 322).
<348) Vid. nota 327. *
CXXXVI FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Para cuando Las Casas llegara a España, otra voz de máximo prestigio,
la de Francisco de Vitoria, había emitido sobre el tema indiano un dictamen
cuya transcendencia inmediata no es tan fácil determinar como su reper
cusión ulterior. Con todo, no es aventurado imaginar que las lecciones vi-
torianas de 1539 en la Universidad de Salamanca constituyeron un factor
importante en el clima de opinión en que iba a ser revisada la regla para
el Nuevo Mundo (355).
(349) Hemos seguido a Hanke [37], pags, 103 ss., que ofrece amplias referencias docu
mentales.
(350) Remesal [268], lib. III, caps. XVI y XVII, t. I, págs. 206-211, inserta la Sublimis
Deus y el breve Pastorale officium y traducción castellana de la primera.
(351) Carla al Emperador, desde Madrid, a 15-XII-1540 (Fabié [13], II, 85-86).
(352) Real cédula a Alvarado, de Toledo, 26-VI-1539 (Ref. en Hanke [189], pág. 56,
núm. 127).
(353) La fecha de salida, que ignora Remesal, no pudo ser muy distante de la rccomeO'
dación de Zumárraga, suscrita en Méjico, a 17-IV-1540, donde se expresa: “ Dos religiosos...
son partidos de acá...” (C. D . I , A,, t. X LI, págs. 161-185; Cuevas: Doc. üiéd, del s, XVI
para la hist. de México, pág. 108). Las de'Maldonado, Alvarado y Marroquín, de Guatema'
la, a 16-X, 18 y 22-XI-1539, en Manzano [29], págs. 92-94.
(354) E l ataque del cabildo guatemalteco, a 20-IV-1540 (Rafael Arévalo; Col. doc. flo*
tiguos... de la ciudad de Guatemala, Guatemala, 1857, págs. 15-16) es réplica a la adino*
nición regia desde Madrid, a 9-1-1540, sobre las deñciencias del adoctrinamiento de indio®
y esclavos negros (Remesal [268], lib. III, cap. 20). Dada la fecha de la cédula, lo proba
ble es que se deba a una gestión lascasiana, por escrito, desde México.
(355) Es muy caudalosa la bibliografía sobre Vitoria; destaquemos lo fundamental*
Luis G. Alonso Gelino : El maestro fray Francisco de VUoria, Madrid, 2.^ ed., 1930; *
irán de Heredia: Los manuscritos del maestro fray Francisco de Vitoria, Madrid, 1928;
J. Brown Scou; The Spanish Origin of International Law. Francisco de Vitoria and ««
Law of Nations, Oxford, 1934, y Francisco de Vitoria, fundador del Derecho Internación^
ESTUDIO PRELIMINAR CXXXV2I
En Vitoria —como se sabe el más famoso por aquella época de los cate
dráticos de Salamanca— había podido más el sentimiento de responsabilidad
del magisterio filosófico que su repugnancia a entrar en el avispero de la
controversia de Indias (356), pues aquella vieja querella, en que una y otra
parte parecían tener alguna especie de razón, se reducía en último término
a una cuestión teológica que él como teólogo se creyó obligado a dictaminar.
Lo hizo en verdad con una independencia de espíritu, en cuanto a falsos res
petos de autoridad y patria, que su gesto permanece como un alto ejemplo
del significado que conviene a la Universidad.
Previamente, y sospéchase que no por azar, había despejado su camino
elucidando en una serie de relecciones pronunciadas entre 1528 y 1533 el
problema definitorio de las potestades civiles y eclesiásticas y el de las rela
ciones entre ambas (357). La vía doctrinal que utilizara, la que seguiría
también en adelante, no fué otra que los principios del jusnaturalismo to
mista, a los que sirvió con una capacidad de sesgo genial para el desarrollo
analítico y la aplicación a la esfera de lo concreto (358). Aupado sobre los
hombros de Santo Tomás, el teólogo salmantino otea en las dos relecciones,
De Indis y en su complementaria De Iiire belli, el campo problemático del
Nuevo Mundo para asentar, como se sabe implícitas en sus soluciones,-las
bases de un nuevo Derecho de gentes: el Derecho Internacional propio de
la Edad Moderna.
Somete primero a examen los títulos diversos —que él resume en siete—
que habían venido siendo aducidos en legitimación del poder español en
el Nuevo Mundo; frente a los cuales opone los derechos del indio, según los
postulados jusnaturalistas que ya conocemos, pero llevados por él a un dis
tingo finamente apurado. En consecuencia, resultan con brevedad rechaza
dos aquellos títulos; a saber; el poder universal del Emperador; la dona
ción del Pontífice en cuanto señor universal sobre todas las temporalidades;
el derecho de invención; la resistencia de los aborígenes a recibir la fe o su
apego a la infidelidad; los pecados de idolatría y contra naturaleza, y, en
ñn, la rudeza o salvajismo de aquéllos mismos.
Realizada esta debelación, Vitoria brinda, en cambio, hasta ocho causas
justas por las que el rey de España puede poner bajo su dominio las Indias;
títulos de dos clases, como procedentes de dos fuentes distintas: de una
parte, los derechos de orden sobrenatural, es decir, de la fe y de la Iglesia;
de otra, los derechos basados en el principio o cantera —fecunda en manos
Moderno, Valladolid, 1928; Camilo Barcia Trelles: Francisco de Vitoria, fundador del D e
recho Internacional Moderno, Valladolid, 1928. En relación con el problejna indiano, intere
san Leturla: Maior y Vitoria ante la conquista de América, en An, Asoc. Fr. Vitoria, III,
págs. 43 ss., Hóffner [25] y, sobre todo, el sistemático análisis de Carro [25]. Una síntesis
excelente, en Manzano [29], págs. 61 ss.
(356) En 8-XI-1534 Vitoria había escrito una carta a l-P . Miguel A rcos—provincial
dominicano en Andalucía— en la que, criticando dnramente la conquista del Perú, decía:
“ ¡yo no entiendo la justicia de aquella guerra 1” ; pero el peligro de verse notado de cis
mático y escandaloso aconsejaba prudencia (Behrán de Heredia: Ideas del Maestro fray
Francisco de Vitoria anteriores a las relecciones “De Jndis” acerca de la colonización de
América, según documentos inéditos, en An. A s. Franc. Vitoria, II, 1931, págs. 31 ss.}.
(357) En las relecciones De potestate civili (XI-1528), las dos De potestate Ecclesiae
(1532-1533) y De potestate Papae et Concilii (1534) desarrolla y perfila las ideas de Cayeta-
y, Torquemada sobre la Iglesia como República “per se sufficiens^^. De las Relecciones
utorianas existen ediciones por Jaime Torrubiano Rípoll (Madrid, 1917) en castellano, y
^crítica de L. G. A. Getino (Madrid, 1934). Las De Indis y De lure belli, por E. Nys.
Carnagie Insto., 1917, con extensa introducción.
1358) Ya J. Kohler destacó la capacidad de la escuela española de Derecho para adap
te ios principios abstractos a los cambiantes problemas vitales, lo que se explica por las
*J*®^**^®s de que brota el ideario de la misma {Die spanischen Naturrechtslehrer des
' J<thrkunderts, en Archiv fiir Rechts-und Wirtschaftphilosophie, X, 1917, pági-
¿35 ss.).
cxxxvai Fí?AY BARTOLOME DE LAS. CASAS
(359) Advierte Carro [25], II, pájí. 209, que las ideas viotrianas limitadoras del Iíw MI
lucen especialmente en la relección De Temperamentia, anterior a las citadas sobre
y ‘ publicada y comentada por Beltrán de Heredia [356], págs. 23-67. En la D b íure b&i
prescinde de mencionar el oro y el derecho a acuñar moneda; seguramente para obviar
Gusiones, como quiere Beltrán.
(360) “ Que tanta claridad por su doctrina desparció en España” , dice de él en la ^
toria [2], lib, III, cap. XXXV, t. II, pág. 556, Cítalo también un par de veces en sus
tados [284], págg. 182 y 503.
ESTUDIO PRELIMINAR CXXXIX
(361) Vitoria dice taxativamente de los indios: “non debent esse melioris conditionis
quia sunt infideles” [Relect. De Indis). En vista de esa posición, el P. Carro[25] quiere
ver en la serie de “ aciertos” vitorianos una especie de formulación de validezuniversal e
itimutable de principios equitativos del Derecho de gentes (II, págs. 158-160).Estimamos
que ello no es así. Los títulos alegados por el teólogo encuentran plena adecuación en la
circunstancia y la intención concreta a que se refieren: el dominio docente del español sobre
el indio, más desvalido de todos los medios para poseer el cíelo y la tierra. Pero basta
imaginar lo que hubiera significado el ejercicio de aquellos presuntos derechos naturales
por súbditos marroquíes sobre territorio español, para comprender la inconsistencia de tales
títulos en cuanto postulación abstracta. El jusnaturalismo de Vitoria está orientado ad usum
de los llamados a implantar el lus sobre la naturaleza, en cuya consecución agota su vir
tualidad.
(362) Sin duda, la gravitación de Vitoria en el problema indiano, como demuestra el
hecho de la controversia entre Las Casas y Sepúlveda, hubo de acrecentarse con lentitud,
^sde el medio teológico en que se originó. Sobre este punto, vid. los datos que cita
Hanke [37], págs. 378-381. La temprana influencia de Vitoria en Alcalá de Henares sobre
Jos maestros dominicanos Domingo de las Cuevas y Juan de Salina» puede confrontarse en
Larro [25], I, págs. 429 ss.
CXL FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(363) Manzano [29], págs. 83-84. Teodoro Andrés Marcos sustenta la tesis —no muy
convincente— de que las relecciones vitorianas no fueron pronunciadas en 1339, sino eir
1532, y que, por tanto, no les afectaba la orden del monarca, en inmejorables relaciones
con, el maestro [Vitoria y Carlos V en la soberanía hispanoamericana. Salamanca, 1946).
(364) Del elenco de cédulas dadas en Madrid a 17-X-1540, algunas fueron publicadas por
Carlos Gutiérrez; Fray Bartolomé de Las Casas, Madrid, 1878, págs. 435 ss. Vid. refercivias
en Bibliografía de Hanke [189], págs. 59-62. Los caciques que se nombran son : don Juan,
principal de Atitlán; don Gaspar, de Tequixiztán; don Miguel, de Chicbicastenango; don
Jorge, de Terpanaliián. Además de todas las garantías y el apoyo de las autoridades para
cumplir lo capitulado, contarían los misioneros con 100 pesos de oro al ano durante tres,
para compra de rescates, y podrían llevar dé Méjico algunos indios músicos.
(365) Hanke [189], págs. 60-62, núras. 140, 144, 146 y 149, do fecha 17-X. En 14 de no
viembre se confirmaba la capitulación y se ordenaba cumplirla a los gobernadores de Gua
temala, Chiapa y Honduras (ibídem, rníms. 151, 152, 153).
(366) Según Diego Fernández: Primera y segunda parte de la historia del Perú, Sevi
lla, 1571, iíb. I, cap. I, el presidente del Consejo, cardenal García de Loaysa, O. P., se
mo.stró inabordable al asalto de su correligionario fray Bartolomé. Creemos, no obstante,
que Las Casas era desamigado experto conocedor del paño cortesano para que no signifique
una taxativa línea de conducta la que refleja en su cana citada [351] al Emperador: ‘‘Veni-
do, pues, a estos reinos de Castilla halle que V. M. estaba ausente, por la cual absencia na
chico inconveniente siento que se seguirá a todas las Indias, porque se habrá de diferir h
relación que digo que a V. M. vengo a hacer y, por consiguiente, el remedio."'
. Citada en nota 351. Ya en 17-X-1540 el presidente Loaysa había comunicado a
ray e ro de Angulo que prosiguiera la pacificación de Tezulutlán sin esperar a Las Casas,
que se detendría “ acá algunos días” (fray Francisco Ximénez: H istoria de la provincia de
ban yacente de Chiapa y Guatemala, t. I, lib. II, cap. X X III, Guatemala, 1929, pág. 246.
apud. Manzano [29], pág. 98).
^ (368) Hanke [189], pág. 65, núm. 160; dada en Talayera, a 26-V1L1541. Giménez Fer
nandez consigna en la nota crítica que se trata de una de las muchas cédulas en defensa
e os in ios que entre 1541 y 1545 negociaron Las Casas y Ladrada, y que se encuenfrarJ
repartidas en numerosos legajos correspondientes a estos años en el A. G. L
ESTUDIO PRELIMIÍVAR C X Ll
(369) lóídem, pág. 64, núm. 156: los oficiales de Guatemala den a cada monasterio de
dominicos un cáliz de plata y vino para celebrar por seis años (Talavera, 29-IIL1541); pá*
fina 65, núm. 158: para que se respeten las exenciones de derechos y tasas episcopales de
los dominicos en la Española (Talavera, 31-V-1541); pág. 66, núm, 161; a la Contratación
para que a los frailes que vinieren de Indias los dejen volver sin tener que pedir licencia
(Fuensalida, 6-IX-1451): se trata —advierte Giménez Fernández— de una de las muchas de
este carácter obtenidas entre 1541 y 1543 por Las Casas y Ladrada.
(370) Nota sobre la consulta a Vitoria (31-III-1541), en C. D. I. A., 2.» serie, t. XIV,
pág. 114. Parecer de los teólogos (Salamanca, l-VII-1541), en C. D. /. A., t. III, pági
nas 543*553. Referencias al tema, en Bayle: L a comunión entre los indios americanos, en
Missionalia Hispanica, Madrid, 1944, núm. 1, págs. 13-72.
(371) Referencia en Hanke [189], págs. 66, núm. 162. Según Remesal [268], Las Casas
ae desplazó hasta Sevilla para despachar los franciscanos que esperaba y costeaba Marro-
qain. Les acompañaba fray Luis Cáncer provisto de todos los despachos mencionados, de
los cuales fray Bartolomé hizo que fuera pregonado (21-1-1541) el que clausuraba Tezulu-
tián a los españoles (lib. IV, cap. I, t. I, pág. 232).
(372) Se refieren a la actuación de Las Casas, Remesal [268], lib. IV, cap. X, t. I, pá
ginas 276*277; Alonso de Santa Cruz: Crónica del Em perador Carlos V, Madrid, Í923,
VI parte, cap. XLII, t. IV, págs. 216-217. El propio Las Casas cuenta en la Brevísim a cómo
divulgaba en la corte sus tremebundas noticias sobre las Indias, “causando a los oyentes con
la relación dellas una manera de éxtasis y suspensión de ánimos” . Por otra parte, aduce
^nzano [29], págs. 99 ss., el testimonio del anónimo autor del tratado de Yucay, de 1571
Íp P* XIII, págs. 425*469) y la carta de Pero Gallo a Felipe II de 30-IV*1562
[Epistolario de la Nueva España, i. IX, págs. 165-166), según los cuales fué el francis
cano Jacobo de Testera, muy influyente cerca del Emperador, quien previamente in-
^ Flandes, “ poniéndole temores al ánima” tale.® que franqueó el cami-
«0 del Procurador. En realidad, fray Bartolomé no necesitaba carias de presentación para
toarlos.
(373) Se incluye en la Colecc. de Tratados [284], págs. 325 ss.: Entre los remedios...
CXLII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(374) Zavala [20], pág. 94, como resumen de una extensa síntesis, en págs. 90-94.
(375) Colecc. Tratados [284] : Entre los remedios, págs. 410 ss. P recisam ente alrededor
de 1540 culm inaba el fenóm eno de alza de p re cio s subsiguiente al D escubrim ienlo. Dalos es
tadísticos en E. J. H a m ilto n : American Treasure and the Price Revolution in Spain. I50T
1650, Cambridge, M ass., 1934, págs. 17 a 43, 186-210 y 292-293 ^ vid, tam bién las observa
ciones sob re otros posib les factores e im plicacion es, en K aiu ó n G aran d e: Carlos E y
banqueros, 1, Madrid, 1934, págs. 136 ss.
(376) Fabic [13], íl, págs. 667-672: memorial sin fecha, pero clarainenle atribuíble,
el contexto, a 1542.
(377) “ Memorial de fray Bartolomé de las Casas y fray Rodrigo de Andrada al Consejo
de Indias, 1543” , publicado por L. Hanke: Un festón de documefiios lascasianos, en Revisis
Cubana, 1941, vol. XVI, págs. 156 ss. Este extenso y capital escrito fue elevado despues o
promulgadas las Leyes Nuevas y en réplica a las mismas; pero, sin duda, una parle de siv
proposiciones no son contingentes, sino partes de un plan invariable.
(378) Ibidem, págs. 158 y 174-176. Fray Bartolomé argumenta largamente par^J
trar que los indios tienen justa guerra contra los españoles, pues—con<duyc
doles copia de juez, como les ha faltado y ahora les falta en todas partes de las h'
ESTLDIO PRELIMINAR CXLIII
perder la vida y todo el patrimonio, sería usar de señalada merced con ellos
dejarles la mitad de los bienes cuyos legítimos dueños indígenas no se pu
dieran hallar, para que la otra mitad fuera destinada a costear la obra de
cristianización y poblamiento. Como alternativa más blanda, se sugiere una
composición general de todos los delincuentes de la conquista, fijada por el
Papa según el grado de culpabilidad; solución ésta que incluso los propios
interesados deseaban. En cualquier caso, la totalidad de los indios esclavos
serían liberados.
Se anticipaba además fray Bartolomé a responder a las objeciones que
con color de Derecho quisieran oponérsele, e igualmente prevenía el supuesto,
harto certero, de que en la Nueva España y en el Pelni surgieran focos de re
belión. Cuanto al primer país, bastaría con enviar cautelosamente a España
a los individuos más peligrosos. En el Perú, tma Audiencia presidencial es
tablecida en la ciudad de los Reyes se adueñaría de la tierra y haría justicia,
entreteniendo cerca de sí, con pretexto de información, a los principales del
Cuzco, Quito y otras partes distantes; tras de lo cual, el virrey don Antonio
de Mendoza, “con su mucha prudencia y sabiduría” se encargaría de la más
comprometida tarea de sacar del país al joven Almagro y a todos cuantos
se habían señalado en las contiendas civiles (379). En fin, hasta el nombre
“mahomético” e “infernal” de conquista debía ser borrado y anuladas todas
las capitulaciones en vigor; los concesionarios y sus huestes, arrancados de
sus entradas y guerras, se convertirían en pacíficos pobladores (380).
En ojeada panorámica, el ideario expuesto descubre una nota del mayor
interés. Las Casas no es ya tan radical revisionista por el presente cuanto
por el pasado y sus consecuencias. Reconozcamos que la cuestión de la en
comienda y la de la conquista, plenamente actuales, centran sus designios;
pero, por otra parte, acepta como idóneas a su propósito las creaciones po
líticas que, en medio de una fragorosa experiencia, van erigiendo el Estado
indiano. Reconoce así que los indios de la Nueva España aman al virrey
Mendoza “ por el favor que les ha dado y defensa de las tiranías que pade
cen que les ha hecho” ; y asi también, en el séptimo remedio, se adhiere a
ia solución clave de aquel edificio jurídico al proponer que “ solas las audien
cias reales conviene que tengan la jurisdicción universal, y todos los oíros
muy limitada, y siempre el freno en la boca” , refiriéndose especialmente a
los gobernadores y al mediatizado poder que les cuadra (381).
Pero Las Casas especula con esos elementos, surgidos al margen de su ini
ciativa, sin poner el estruendo que en su clamoreo criticista. Sobre todo, sin
la menor concesión a la hipótesis de que pudieran articular un orden justo
sin arrasar las premisas de beneficio privado legadas por la conquista. En rea
lidad, el viejo ideador de esquemas simplistas para la organización del Nuevo
Mundo se veía rebasado por la complejidad de los problemas y también de
las soluciones puestas ya en juego por un período excepcional en su fecun-
8Í no es en la Nueva España” , tienen facultad para hacer guerra no sólo defensiva, sino
“de venganza y punición, y pueden hacer justicia y venganza de ellos, y esto hasta que
a V, M. reconozcan por supremo y universal señor y V. M. les ponga tales jueces que en
efecto les administren todo cumplimiento de justicia y les mande satisfacer de lodos los
daños que han recibido, inclusive...”
(379) De una representación al Emperador, sin fecha y anónima, pero obra sin duda
alguna de Las Casas, destinada principalmente a exponer y defender la tesis de restitución y
reparación de los “ delictos e insultos inexpiables” cometidos por los españoles (Fabié [13],
II, págs. 629-648). No creemos que sea posterior a la consagración de fray Bartolomé como
obispo, conforme estima Fabié basándose en el uso dcl pronombre “nosoíro.s”, .sino que se
trata de una exposición conjunta de Liis Casas y Ladrada.
<330) Parecer citado en nota 376.
*331) Representación citada [379], págs. 64I v^$-m 7v
didad política; j aunque está patente el esfuerzo del Procurador por perma
necer a la altura de la evolución institucional, añadiendo condiciones gene-
rales y particulares de garantía, no percibe enteramente las posibilidades ea
ella entrañadas, ni oculta, por tanto, su desfase por retraso. Ciertamente qne
el sistema encomendero exigía una estrecha vigilancia estatal para no dege
nerar en forma esclavista, como seguiría mostrándolo cumplidamente la
experiencia; pero no menos claro estaba ya que la administración regalista
resbalaba, y con más difícil remedio, hacia la misma ladera. Sin ser dema
siado vidente cabía ya prever que en el equilibrio conjugado por la opera-
ción simultánea de uno y otro tipo de intervención se hallaba la mejor fór.
muía; pues en cuanto a los incumplimientos legales, arraigados a favor de
la lejanía e impotencia fiscal del Estado, claro está que eran en gran manera
indiferentes a todo lo que no fuera un imposible agigantamiento de los ór
ganos de éste.
El norte político de fray Bartolomé se fija con tenacidad sobre la ense
ñanza de un pasado del que ya muy pocos tenían un conocimiento tan vivido
como el del IProcurador. Lo que para otros podía ser sinceramente cuestión
opinable y de futuro, para él constituía ya una respuesta inconmovible de la
experiencia. Fue así por una estricta necesidad dialéctica por lo que se pro
puso ahora exponer en la forma más incisiva posible un compendio histó
rico de lo acontecido en el Nuevo Mundo, para adoctrinamiento de consejeros
y personas de influencias políticas: ei resultado se intituló Brevísima relación
de la destruición de las Indias (382).
Han insistido con razón los comentaristas españoles en advertir que el
celebérrimo opúsculo no puede ser juzgado con justeza sin tener en cuenta
los fínes suasorios y la circunstancia que servía. Sería erróneo, sin embargo,
suponer contingente la relación entre Las Casas y la obra que nunca se arre
pintió de haber firmado. Por eso el problema del enjuiciamiento de la Bre
vísima es inseparable del de su autor. Nuestra tarea de análisis debe dispen
sarnos, pues, de insertar aquí una explicación sobre el sentido en que resul
ta a la vez verídica, pero radicalmente parcial, o lo que es igual, valiosa
como documento, pero inservible como testimonio exclusivo.
L as L e y e s N uevas
Parece indudable que, en la esfera de los hechos, otra vez fue Las Casas
el protagonista máximo. A su prestigio, añejo en la corte, al éxito de Tezu-
lutlán se unió el que recomendaciones como las citadas de Zumárraga y
Marroquín le investían de una especie de procuración general para los asun-
tüs del Nuevo Mundo (383). Los más activos de los dominicos, y en último
fondo toda la Orden, le ofrecían su apoyo (384).
Sin regatear laureles a fray Bartolomé, cabe, no obstante, presumir que
la batalla contra la encomienda era, de antemano, fácil de ganar en la Penín
sula. Para cuando el Emperador decidió convocar en Valladolid una junta
que examinase los problemas de las Indias, el ambiente de protesta en España
contra los desafueros cometidos en ultramar había alcanzado tal temperatura
que las Cortes reunidas en aquella misma ciudad incluyeron en sus peticiones:
‘'Suplicamos a Vuestra Majestad mande remediar las crueldades que se
hacen en las Indias contra los indios, porque de ello será Dios muy ser
vido y las Indias se conservarán v no se despoblarán como se van despo
blando” (385).
En el cónclave de “ gravísimos personajes” deliberantes en Valladolid re
sonó el mismo diapasón. Interponiendo este o aquel aviso, la mayoría se
manifestó opuesta a la encomienda. El obispo don Sebastián Ramírez de
Fuenleal, con todo el peso de su autoridad; el licenciado Mercado y los doc
tores Bernal, Gutierre Velázquez, González de Arteaga y Beltrán concorda
ron en inculpar a la institución por el apocamiento de los indios y retraso
en su conversión. Sin rebatirlos, el veterano y discreto don García Manrique,
conde de Osorno, propuso que se compensara en algún modo a los conquis
tadores, dándoles en feudo ciertos vasallos que tributaran un tercio de lo
que los encomenderos, o, como enojosa alternativa, que el Rey pensionara
a aquellos que lo merecían. Al mismo parecer se sumó don Francisco de los
Cobos.
Tan sólo el presidente del Consejo, cardenal García de Loaysa, y el obispo
de Lugo, don Juan Suárez de Carvajal, por ilusa confianza, llevaron su atre
vimiento a oponerse al plan de abolición inmediata (386). Cara fidelidad a
sus aficiones, porque ningún reducto resultaría más expugnable a la facción
reformista que el de las alturas del Consejo. No es dudoso que Las Casas,
como antaño, dirigiera sin vacilar sus tajos sobre quienes se sabía en más
que sospechoso trato con los encumbrados del Nuevo Mundo; pero tampoco
faltaron otros celosos servidores que denunciaran al imperial olfato aquel tufo
de corrupción. Es así que, mientras se dialogaba en las juntas, el doctor Fi-
gueroa, por regio mandato, llevaba adelante una información secreta de
(390) Manzano [29]. págs. 124 ss., se apoya en las declaraciones del tratadista anónimo
He Yucay, de 1571 ( C . D . I . A . , t. XIII, págs. 425-469, y Calece, de libros... re/erentes a
la ílistoria del Perú, t. IV, pág. 95); de Sarmiento de Gamboa, en la Introducción a su
flistorin In d ica; del licenciado Falcón, procurador general de los indios peruanos, en una
representación al III Concilio Límense (C. D. 7. A ., t. VI, pág. 453), y del gobernador del
perú, Lope García de Castro, en una memoria dirigida a los prelados peruanos. La impre
sión que se obtiene del conjunto de esas noticias, tan poco precisas como alejadas de los
acontecimientos, es que, en efecto, el Emperador tuvo en 1542 un gesto de máxima ampli
tud jurídica, pero primordialniente informativo, como lo revelan las alusiones a un pare
cer—no hallado— de Vitoria, al respecto. En cuanto a Las Casas no hay texto que abone
su postulación de un abandono del Perú. Los pasajes más incisivos sobre la intangibilidad
del señorío indígena que aduce Manzano, corresponden a época posterior a 1542, cuando ei
Procurador, abandonado ya el propósito de hacer política efectiva, dejaba en libre vuelo
el absolutismo de su abstracción ideológica.
(391) Basándose en los mismos datos que aporta Manzano, García Gallo supone que la
decisión de abandonar el Perú se siguió en el Emperador al conocimiento de la tesis que
en la! sentido (aunque' condicionadamente) se expresa en el D e unico vocationis modo; y
que las relecciones yitorianas de 1539, entregadas al monarca, vinieron a dar solución alus
escrúpulos de éste (La posición de Francisco de Vitoria ante el problema indiano. Una nue
va. interpretación, en Revista del Instituto de H istoria del Derecho, Buenos Aires, 195j)»
mím. 2, págs.^ 47-66). Si, en efecto, la posición de Vitoria resulta perfectamente esclarecida
en este trabajo, la hipótesis referida no nos parece, en cambio, convincente, teniendo
cuenta, sobre todo, la actitud del Monarca en 1539 hacia los teólogos de San Esteban de
Salamanca arriba mencionada (vid. nota 363).
(392^ De las Leyes Nuevas, dice B. F. Stevenson (su editor en 1892), que son “a h
el orgullo y la humillación de España” (cit. por Hanke [37], pág. 219).
ESTUDIO PRELIMINAR CXLIX
en nota 377.
íll^l
(395)
165.
Ibídem, págs. 166-167.
CL FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
No falta aquí sino que Las Casas se señale a sí mismo para el cargo. Está
claro de todas formas que en la hora del que se ha estimado su triunfo, fray
Bartolomé no se engaña respecto a Ja distancia que todavía le falta para al
canzarlo; to<la su confianza se confunde ahora con su aspiración de siempre
a permanecer junto al corazón resolutivo de la Monarquía.
Carlos no volvió el rostro a su viejo admonitor; ordenó al Consejo que
escuchara a ambos dominicos y que proveyera en consecuencia (398). Cual
quiera, sin embargo, que fuera el margen de audición otorgado por el Con
sejo, el hecho fuá que éste no modificó Ja posición que Jiabía adoptado. En la
provisión complementaria a las Leyes Nuevas, dictada en Valladolid í\ 4 de
junio de 1543 (399), se consagra, en primer término, el principio de remune
ración a los conquistadores, pues que a los liijos de los que hubieran fallecido
de los de la Nueva España se les reconoce el mismo derecho de prioritlad que
tuvieron sus padres en la provisión, de corregimientos y otros beneficio?. Con
todo, en lo que toca al régimen del indio no fue desecliada la principal ad
vertencia lascasiana. Cierto es que no se llega a la supresión radical de los
servicios personales, pero se desarrolla con toda amplitud el principio —ya
enunciado en alguna de las cláusulas del año anterior— de reducir estricta
mente los provechos de la encomienda a las tasaciones fijadas por el virrey
y la Audiencia. Los tributos debían además ser inferiores a los pagados a los
antiguos señores y, en evitación de fraudes, quedar consignados en una re
lación escrita que se daría al cacique correspondiente. Si el encomendero se
excedía en el cobro de la tasa, sería privado de los indios mediante proceso
ejecutivo, “ solamente la verdad sabida, remota toda apelación” .
Visto el enunciado final de las Leyes Nuevas, es ya posible decir algo en
resumen acerca de su significado. Respecto a los designios lascasianos hemos
visto en detalle de qué manera el resultado es un triunfo parcial —y por tanto
un fracaso parcial— del Procurador, de suerte que hay aquí cantera para
una eterna polémica, de las de ponderación mediante simples adjetivos. Pero
debe interesarnos otro resultado muclio más importante : el que hace rela
ción el ulterior desenvolvimiento histórico; resultado que no coincide con lo
que juzgaron los protagonistas ni con lo que más generalmente se piensa.
Porque si las Leyes Nuevas habían de frustrarse en cuanto a su pretensión
EL OBISPO DE CHIAPA
Ü N PRELADO A S ü P ESA R
(402) Manzano [29], que publica la caria e instrucción referidas (págs. 134-145), ve en
ellas un exponente palmario de la aceptación por la Corona de la que llama tesis “pac-
lista” en relación con la legitimidad del título señorial sobre las nuevas tierras: sólo
por elección o pacto de sumisión voluntaria de los naturales cabe el dominio sobre ellos,
de acuerdo con los postulados de Las Casas y Vitoria. Semejante tesis, que generaliza eí
alcance de unos datos muy particulares, no nos parece del todo plausible. Aparte de que
las Indias propias no fueron consideradas en el mismo plano que la China o los principa
dos orientales. Si se procuró ciertamente añadir justificación al dominio indiano mediante
actos de acatamiento voluntario de los indígenas, la ley fundamental de 1.526 sobre con
quistas no fue derogada. Y sólo teniendo en cuenta estos supuestos, y la realidad de las
“entradas” o guerras de conquista en el Nuevo Mundo, se explican las futuras contiendas
del Procurador.
(403) Remesal [268], lib. IV, cap. XIII, págs. 289-292.
(404) Referencias y cédulas relacionadas con la pro>ysión del obispado, en Hanke [189],
págs. 74-75, núms. 182 y 183, y en Fabié [13], II, págs. 122, 87-105 y 122-123.
(405) Fabié [13], II, pág. 95 (13-11-1543).
CU Y FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
cilios el desamparo que siempre han padecido. Aquí está un portero en esta Casa de
la Contratación, hombre virtuoso y que se ha solido compadecer dellos, según yo he
visto y los oficiales me dicen: a Vuestra Alteza suplico me haga merced y a todos los
indios de mandar insliiuir por procurador de todos los indios que liobicre en todos
estos reinos en todo lo locante a io que se puede expedir en esta Casa de la Contra
tación y a avisar de lo que fuere menester a Vuestra Alteza y a ese real Consejo de
Jas Indias, dándole i>oder para ello, a Diego Collanies, portero desta dicha Casa, y
por que 1o haga con más ítuena voluntad, hasta que Vuestra Alteza sea servido de
mandarle asignar salario, yo le señalaré veinte ducados cada año porque haga lo que
debe en el dicho oficio” (422).
L a ki'PTURA
cial halagadora la actitud de los vecinos hacia los frailes, en cuanto el obispo
comenzó a sondear y apremiar voluntades en relación con los indios esclavos
aun sin hacer pública cvborución sobre ía materia, le fue notificado que se
le negaban la obedicneía y lo- diezmos. Pero no hubo más, porque el pre
lado se dispuso a ade/iirarse hacia el corazón de su aprisco, sobreponiéndose
al terrible golpe que significó la pérdida en naufragio de nueve de sus frailes
que habían precedido en una barcaza al grueso de la expedición.
En Ciudad Real de Cbiapa se repitió lo de Campeche: tras de la com-
placiente acogida inicial (426), las uñas salieron fuera en tratándose de los
esclavos o del amancebamiento. El apoyo con que el prelado contaba para
la lucha era bien escaso. Los dominicos quedaron en seguida incluidos en la
aversión de los diocesanos a su pastor; los j)adrcs mercedarios no comulga,
han con las ideas rigoristas, y para asistencia de su iglesia no disponía Las
Casas sino del deán Gil Quintana y del canónigo Juan Petera, además del
maestrescuela, único que le quedaba de los varios clérigos que trajo de la
Península; otros tres clérigos que había en el obispado mostraron pronto
su incapacidad para soportar, tras una pasada vida anchurosa, la frugalidad
y disciplina que se traía con su hábito fray Bartolomé.
Llegado el domingo de Pasión (de 1545) y vista la inutilidad de sm
sermones, el obispo recogió las licencias a todos los confesores de la ciudad
—a los mercedarios, por la causa dicha; a los dominicos, por bisoñes en
la tierra—, y sólo las dejó al deán y al canónigo con una instrucción por la
que se reservaba todos los casos relacionados con el lucro obtenido de los
indios (427). La ruptura entre Las Casas y sus feligreses, así privados vir
tualmente de los sacramentos, resultó inevitable y sin compostura posible.
El no iba a ceder ni un ápice en lo que constituía la razón de su existencia;
para ellos, aunque quisieran paliarlo con promesas dilatorias, se trataba de
una situación irrenunciable sobre la que hacía una veintena de años tenían
montado su vivir señorial, con las bulas alejandrinas y las ideas del Requeri
miento por suficiente tapadera.
Resultó inútil la intercesión de los mercedarios y del deán Gil Quintana,
declaradamente simpatizante de sus convecinos. Vejámenes, coplas insultan
tes y hasta un arcabuzazo sin bala disparado en la ventana del obispo anun
ciaban el estallido a que dio lugar finalmente la actitud rebelde del deán.
Había dado éste la comunión durante la Pascua a personas conocidas cumo
posesores y tratantes de esclavos indios, y cuando tras su reiterada negativa
a acudir a la corrección de su prelado iba a ser preso por un alguacil v por
lo.s clérigos, se defendió y clamó pidiendo favor en nombre del rey. Acudió la
gente a las armas, soltó al deán e irrumpió en casa del obispo para hacerle
una demostración de protesta. El más atrevido juró que había de matarle.
Las Casas, sin embargo, no quiso huir como le aconsejaban alarmadoí^ el
padre Casillas y sus compañeros. A ellos sí les fué preciso salir de una ciudad
que Ies negaba todo socorro. Llevados por fray Bartolomé fuéronse al pueblo
indio de Cbiapa, cuyo encomendero les acogió magnánimo, y allí fundaron e!
convento que sería centro de irradiación misional.
(431) C . D . L / i . , V il, págs. 172-178 ; Fabié [13], II, págs. 131-136. La respuesta de h
Audiencia, a 26-X-1545, en págs. 178-180 y 136-138, respectivamente. Remesa! [268], lib-Vil,
cap. V, t. II, págs. 56-58, inserta otra interesante petición de Las Casas a la Audiencia
sobre represión de abusos especiíicados contra los indios.
(432) En la primera de las cartas citadas en la nota 429, L as Casas pedía que se some
tiese a los prelados el cumplimiento de la s Nuevas O rdenanzas; y no a todos, sino a
que hubieran dado muestras de no querer enriquecerse. A quella cuarta reclamación preten
día hacer efectivas tales atribuciones, gratuitamente arrogadas.
(433) Las Casas seguía muy de cerca las vicisitudes y problem as de aquella su obra i-
led a —llam ada ya de la Verapaz por los frailes— a través de cartas tales como las ^
escribieron fray Juan de San Lucas (R . Ac. H ist., Colccc. Muñoz, t. 48, foL IW) y
Luis Cáncer { C . D . I . A , , t. V II, págs. 232-236), ambas de 20-X-1545. , ,
(434) A este respecto, escribía Maldonado al Em perador (31-X1I-1545): “ No sena ma o
que diese cuenta personalmente en el Real Consejo de Indias de cómo los indios son de
jurisdicción eclesiástica” (F ab ié [13], II, pág. 145).
(435) Peticiones de Las Casas a la Audiencia [431].
ESTUDIO PRELIM INAR CLXÍ
¿e la Corona, para enfriar del todo las apetencias indígenas hacia aquella con
dición (436).
No parecerá extraño que el presidente llevara su iracundia contra fray
Bartolomé hasta el punto de denostarle desde el estrado de la Audiencia;
‘V.cha de ahí ese loco” , y finalmente hasta injuriarle de tal manera, dicién-
dolé: ‘‘sois un bellaco, mal hombre, mal obispo, desvergonzado, y merecéis
ser castigado” , que el propio agresor hubiera de darse por excomulgado (437).
Tampoco es sorprendente que Las Casas percibiera cada vez más clara la voz
divina que le empujaba —dice— “a que torne a binchir los cielos y la tierra
de clamores y lágrimas y gemidos en esa corte y eu ese mundo” (438).
No acabó, empero, tan desastradamente el trato con la Audiencia, que
ésta no hubiera de prometer el envío de uno de sus miembros a Chiapa para
ejecutar la retasa de los indios (439). Con este logro no despreciable pudo em
prender el obispo el regreso a su diócesis, en simple tránsito de despedida,
aunque nada alentaba realmente a cumplir con aquel deber. Desde Santiago
de Guatemala, coaccionado por los vecinos de la ciudad, el maestrescuela de
Chiapa, don Luis de la Fuente, escribía a Las Casas culpándole de los luctuo
sos sucesos del Perú y amenazándole entre insultos con prenderle y entregarle
al tristemente célebre Francisco de Carvajal, el “ demonio de los Andes” .
El fiel canónigo Perera anunciaba por su parte los conatos de los de Ciudad
Real para sobornarle y apoderarle de la iglesia, con traición a su prelado (440).
Ya en Copaiiabastla supo fray Bartolomé cómo sus diocesanos, enterados
de la retasa que se cernía sobre ellos, habían decidido, mediante acuerdo del
Cabildo, no recibirle si no prometía levantar las reservas sobre confesión y
sujetarse, como los obispos de la Nueva España, sin innovar en nada, a la es-
pectativa de la apelación que pendía ante el Emperador, Desoyendo conse
jos y lágrimas de sus hermanos de hábito, el obispo caminó con fray Vicente
Ferrer hacia su iglesia, sorprendió de noche a los centinelas indios puestos
por la ciudad (que cayeron en seguida llorosos a sus plantas), los maniató para
(436) Denuncia á e Las Casas en la carta primera de la nota 429. Los indios consentían
en alquilarse por pregón para cualesquier servicios, conforme a lo ordenado por la Audien
cia, no pudiendo pagar los tributos que Ies habían sido impuestos.
(437) El relato de Rem esal (lib. V II, cap. VI) está confirmado no sólo por la segunda
carta de Las Casas al Príncipe [4291, sino por la que el obispo Valdivieso escribió al Con
sejo, a lO-IX-1545, donde dice que las frases de Maldonado a fray Bartolomé, “ en un negro
fueran escandalosas... Respondióle vois sois el m á s mal hombre y más mal fraile y más mal
obispo que bay, y sois un desvergonzado y mal criado y que estaba por envialle con unos
grillos a España. La más rigurosa palabra que respondió el obispo fue decir, no teníades
vos esa presunción boy ha cinco años” (Hanke [189], pág. 97, núm. 247).
(438) Segunda carta, citada en nota 429.
(439) Maldonado no dejó de escribir al Emperador (31-XII-1545) inculpando al obispo
de Chiapa de tener “ tama soberbia después que vino desos reinos y es obispo, que no
hay nadie que pueda con él” , y para aconsejar se le retuviera en un monasterio en Cas
tilla. Pero la ecuánime versión del licenciado Herrera resulta esclareccdora y por demás
valiosa (carta al Em perador, a 24-XII-1545): “ La que esta Audiencia escribe a Vuestra
Majestad no firmé porque me pareció apasionada contra el obispo de Chiapa y Nicaragua
y mi padre, fray Vicente, y yo no los tengo en la posesión que escriben; aunque al
obispo de Chiapa tengo por muy libre, los excesos que ellos hicieron, loa dieron por es
crito que se envían a Vuestra Majestad por esta Audiencia; el celo creo que ha sido bue
no, aunque hayan excedido. Sé que los naturales son muy mal tratados y que no los de
fendemos: Vuestra Majestad les pone nombre de librea, y pluguiese a Dios que fuesen
^atados como son los esclavos, porque no les cargarían y curarlos hían en sus enfermeda
des y darles hían de comer cuando vienen a servir a casa de sus encomenderos.” (Fa-
[13], II, pág. 145.)
(440) Remesal [268], lib . V II, cap. V I, t. II, págs. 60-62, da un resumen de ambas
cartas. Como observa Giménez Fernández, el ingrato La Fuente —traído por su protec
tor Las Casas desde la Península, como m iem hrQ de una fam ilia sevillana unida s él
por gran amistad— encabeza con su acusación la tesis luego sustentada por el Provincial
jesuíta, padre Portillo, y por Gutiérrez de Santa Clara (nota en Hanke [189], pág. 94, nú
mero 241).
11
CLXII FRAY BARTOLOM E D E LAS CASAS
Í441) L a fuente de lo relatado es Rem esa! [268], lib. V II, naps. VI a X y XtlI-XíV.
(19-IX-1545}
T. II, págs. 62 ss. Sandoval, en efecto, había informado al Príncipe desde Méjico
de los escándalos ocurridos en Chiapa y que debían acreditar de sensatez la posición po*"
él adoptada de atemperarse y “ hacer las cosas con sabor y poco a poco” (extracio «n
Colecc. Muñoz, t. L X X X IV , fol. 76). D el respeto que, no obstante, sentía el Visitatio^
desembarcar
hacia fray Bartolomé es buena prueba la carta que le escribió (27-IX-1547) al
en la Península y en ía cual se exculpa de ser contrario a los indios, como ge le imputa
(transcripción de Giménez Fernández, en H anke [189], pág. 104, núm. 272).
ESTUDIO PRELIM INA R CLXIII
(442) Sobre la revocación, vid. Zavala [20], págs. 110 ss. Acerca de la actuación de
Mendoza y Tello de Sandoval en este episodio, vid. Ciríaco Pérez-Bustamante: Don An-
fonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, Santiago, 1928, págs. 91-98. Arlhur
Aiion: The jirsl viceroy o f New Spain, Duham, 1927, págs. 158-171.
(443) Parecer de los dominicos, en C. D. I. A., t. VII, págs. 532-540.
(444) Remesal [268], lib. VII, caps. XVI y XVII, págs. 108-111. Menciona cinco de los
(445) Ibídem, págs. 111-112. Sin duda, la exclusión citada de Jalisco mereció la desapro
bación de fray Bartolomé, pues uno de sus tratados, inéditos y hoy desaparecido, versaba
sobre la justicia de la guerra contra los indios de Jalisco i Juan Bautista Muñoz .lo vio ip-
cluído (1784) en la lista de trabajos lascasianos en la Secretaría del Despacho Universal de
Indias. (Colecc, Muñoz, t. 92, fols. 127-128). Lo cita también Remesal [268], lib- X, capi
tulo XXIV, como “libro doctísimo en latín que tiene 272 hojas de a folio sobre el hacer
los esclavos de la segunda conquista de Xalisco, que mandó hacer don Antonio de Mendo
za, virrey de la llueva España^ año de 1541^.
(446) Se incluye eri la Colección de Tratados [284], págs. 433-464. Afirma Remesal [268],
lib. VII, cap. V, t. II, pág. 165, que se trata del referido formulario aprobado por la Junta
de Méjico y que se mantuvo en secreto por parte de los otros prelados. La tesis nos parece
muy poco convincente.
(447) Remesal, ibídem, caps. IV y V, págs. 160-168.
(448) estando la corle y los Consejos en Aranda de Duero, año de mil y quinientos
e cuarenta y siete, llegó de las Indias el obispo de la Ciudad Real de Chiapa, don mf
Bartolomé de Las Casas o Casaus” . {Colecc. Tratados [284]. Aguí se contiene una
pág. 111). Según la carta mencionada [441] de Tello de Sandoval, desembarcó en
^ (449) Dadas en Monzón, a 27-VII y 11 y 30-X-1547 (ref. en Hanke [189], págs. W3-m
núms. 266 a 270 y 273 a 277). Antes de la llegada del obispo, y en respuesta a carta sol
no conservada de 30-IX-1545, el Príncipe había respondido con otro (1-1-1547) aseS
ESTUDIO PRELIMINAR CLXV
enviado desde Méjico por juez pesquisidor a Chiapa, Diego Ramírez, deudo
corresponsal y cofrade en ideas deJ Procurador (450). Ni éste dejó por su
parte que se enmohecieran las armas ofensivas. Conocemos al menos el enér
gico alegato con que, tiempo después, salió al paso de un procurador de
Gtiatemala que pretendía —nada menos— que fueran revocadas las libera
ciones de indios decretadas por Cerrato como presidente que había sido
enviado a la Audiencia de los Confines (451). Aún más : sobre la generali
dad de la materia de los indios esclavizados por artes inicuas, escribió un
tratadito para información del Consejo y a requerimiento del mismo (452).
Pero era inevitable que el crédito del Procurador, como mentor político,
quedara afectado por lo acontecido con las Leyes Nuevas. Ya no sería como
hasta ahora tan sólo él el fiscal, se le iba también a fiscalizar. La acusación
por la que fué llamado a explicarse ante el Consejo tenía intención tan buida
como la de ver en sus Avisos para confesores una denegación de los derechos
de ios reyes de Castilla a las Indias (453). Esto no era, sin embargo, más que
un capítulo del combate que le tocaba librar contra vientos adversos a su
ideario.
Después de muchos años de silencio vergonzante, por falta de defensor
autorizado, la causa de la guerra conquistadora y de la servidumbre del indio
al español había encontrado un abogado de talla. Nada menos que Juan
Ginés de Sepúlveda, humanista al itálico modo, eximio latinista, traductor
de Aristóteles, impugnador de Lulero y de Enrique VIII, contradictor de
Erasmo, capellán y cronista del Emperador desde 1535 (454). Dos años antes
Par seguramente, y en descargo de las acusaciones por Jas que hubo de justi
ficarse ante el Consejo, presentó a éste sus Trainta proposiciones muy jurícli-
caSi compendio de su teoría sobre los derechos respectivos de la corona espa
ñola y de los eeñores indianos. Si no logró con ello la benevolencia oficial
hacia sus Avhus para confesores —que serían prohibidos y mandados reco
ger en las Indias—(458), fortaleció su posición como para permitirse un
activo contraataque, de resultados inmediatos: el Demócratas alter hubo de
pasar a revisión de las Universidades de Salamanca y de Alcalá, que dictami
naron contra la obra después de “ muchas v exactísimas disputas” (primave
ra 1548) (459).
El irritado y humillado Sepúlveda, que no vió en aquella sentencia sino
una pura maniobra partidista de su enemigo, entró en polémica epistolar
con Melchor Cano. Pero sí en efecto había allí partidismo, éste no tenía
otra base que la del común acatazuiento y respeto a la doctrina vitoria-
na (460). Por lo demás, no faltaban al cordobés otros impugnadores fuera
de los universitarios; así, el obispo de Segovia, don Antonio Ramírez de
Raro, le envió en 1549 una refutación amistosa a su tesis. En réplica al cual
escribió Sepúlveda la Apología pro libro de justis belli causis —resumen de
sus teorías—, que, enviada a Roina, fué allí impresa en mayo de 1550.
Pero tampoco dió resultado esta argucia, pues los contrarios, que estaban
sobre aviso, lograron orden de que fueran recogidos todos los ejemplares
puestos en circulación en España y en las Indias (461).
Por su parte, fray Bartolomé redactó una Apología “también en roman
ce” —obra, hasta hoy, perdida— para denunciar al “ pueblo” los peligros
(le la doctrina del humanista cordobés (462). Al mismo tiempo redobló se
guramente sus expertísimos denuedos de presión cortesana, de manera que
a su abogacía cerca del Consejo parece probable que se deba el acentuado
cariz indiófilo que adoptan las disposiciones de este período. Entre ellas es
sobre todo significativa la dirigida a la Audiencia del Perú (22-5-1549) re
lativa a nuevos descubrimientos: en adelante, todo el objeto de las “entra
das” debe ser la atracción pacífica del indígena; la acción milithr queda
reducida a la estricta defensa de los religiosos y de las poblaciones que se
tunden, y se reprimen bajo pena de muerte cualesquier extorsiones a los in
dios, a quienes se devolverán incluso las presas hechas en caso de rompimien-
Fray Bartolomé de Las Casas en Valladolid, en Revista de Indias^ 1940, I, págs. 105-111.
Además del apoyo general que suponía aquel centro teológico, algún dominico en con
creto, como fray Alonso Maldonado, así como otro venido de Méjico, estaban dispuestos
a luchar con el Procurador contra las conquistas indianas (vid. Hanke [37], págs. 321
y 506, nota 23).
(458) Por real cédula de 28-IX-1548. Publícala Manzano [29], pág. 166, nota 25. Fray
Toribio de Benavente (o Motolinía) fué de los encargados de la recogida del Confesiona-
fio, según él cuenta en su célebre carta al Emperador de 22-I-1555 (C. D. l . A ,, t. VII, pá
ginas 259-260).
(459) Como advierte Manzano [29], pág. 161, nota 14, la obra no había sido exami
nada hasta entonces sino por juristas, cuando la materia requería la opinión de los teólo
gos. En Alcalá y Salamanca, conforme observa Beltrán de Heredia [456], las primeras
cátedras de Teología estaban regentadas por discípulos de Vitoria, fallecido el año ante
rior; en la primera, el célebre maestro Mando del Corpus Christi explicaba la de Prima,
y el P. Domingo de las Cuevas la de Vísperas; en Salamanca, actuaban, respectivamente,
■en las mismas, Melchor Cano y Diego de Chaves (en sustitución de Domingo de Soto, que
se hallaba por entonces en Augsburgo con el Emperador). Al decir de B. de Heredia, Se-
púlveda acudió en persona a la defensa de su libro y sostuvo ruda contienda con los teólo
gos dominicos.
(460) Las dos cartas de Melchor Cano se incluyen en la edición de Sepúlveda: Opera.
■ Mamid, 1780, i. III, págs. 1-39 (en la segunda paginación del tomo).
(Wi) Beltrán de Heredia: E l Maestro [456], págs. 44-45. Manzano [29], págs. 164-265,
a el texto de las cédulas de recogida para las Indias, de fecba 19-X-1550.
462) Aguí se contiene una disputa {Colecc. Tratados [284], pág. 112).
CLXVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(463) Texto .en Manzano [29], págs. 167 ss., nota 67. La orden hace referencia a la
inclusión de aquellos preceptos en la capitulación tomada con Francisco de Orellana para
el descubrimiento de la Nueva Andalucía. Asimismo, Hanke [37], pág. 320, que exagera
probablemente la influencia de fray Bartolomé, pues atribuye a su gestión todas las nu
merosas disposiciones protectoras del indio correspondientes al leg. Indiferente gral, 421,
libro 424 del A. G. I.
(464) Texto de ambos documentos en Manzano [29], págs. 167 ss. y 171, nota 29.
Según advertía el secretario Samano a D. Luis de Velasco (24-IV-1550), los despachos
sobre la suspensión de las conquistas deberían quedar “ muy secretos, sin que los vea
persona nascida, especialmente los que son para el Perú” {ibídem). Que la orden se cum
plió, se sabe al menos para el Nuevo Reino, Costa Rica y Paraguay (Hanke [37], pá
gina 322).
(465) Beltrán de Heredia: El Maestra [446], pág. 45, nota 1.
(466) E L I de mayo de 1548, desde Valladolid, el Consejo había encargado al
vincial dominicano en Castilla qne facilitara la labor de recluta de Las Casas y ée 9U
auxiliar, fray Domingo de la Cruz. A 12 de junio de 1550 se comunicaba a fray Domin
go de Soto, prior de San Esteban de Salamanca, que ayudase a fray Vicente de Las Ca
sas, encargado de llevar los frailes misioneros a las Indias, pues el obispo no podía hacer
lo por sus ocupaciones (ref. en Hanke [189], págs. 109-116, núnis. 287 y 312, respectiva
mente).
(467) Por Rs. Cs. de Valladolid, a 4-VIII-1550, se informa al Virrey y a los oficiales
de la Nueva España de la decisión de Las Gasas, a quien se le ha de pagar lo adeudado
hasta abril de 1550 íref. en Hanke [189], págs. 116, núms. 315 y 316). A IMX.1550 lo co
municaba el Emperador a Roma y proponía como sucesor a fray Tomás Casillas (Fabié [13]*
II, pág. 155).
(468) Los otros miembros, hasta completar quince, eran el franciscano Bernardino de
Arévalo, como teólogo; por canonista, D, Pedro Ponce de León, obispo de Ciudad R®*
drigo; el doctor Anaya y el licenciado Mercado, consejeros de Castilla; el licenciado re-
drosa, del Consejo de Ordenes, y todos los componentes del Consejo de Indias: su pre
sidente, D. Luis Hurtado de Mendoza, marqués de Mondéjar, los licenciados Gutierre
Velázquez de Lugo, Gregorio López, Francisco Tello de Sandoval y Gracián de Brivíesca,
y los doctores Hernán Pérez de la Fuente y Gonzalo Pérez de Rivadeneíra. Fray
diño de Arevalo no asistió, por enfermedad, a la primera convocatoria (Manzano [" i»
páginas 172-173). El objeto de la congregación se expresaba claramente en las cédubs e
convocatoria: “en general, inquerir e constituir la forma y leyes como nuestra sancta -
católica se pueda predicar y promulgar en aquel nuevo orbe que Dios nos ha descubiurt®’
ESTU D IO PRELIM INA R CLXIX
L a sustancia de la disputa
como más sea a su sancto servicio, y examinar qué forma puetíe haber como quedasen
aquellas gentes subjectas a la Majestad del Emperador, nuestro señor, sin lesión de su
real conciencia, conforme a la bula de Alexandro” {ibidem, pág. 175).
(469) Alegaba el fiscal que el Emperador había sido “ engañado con nombrar aquellos
padres” y proponía otros teólogos “ en lugar de ellos, o a lo menos acompañados, y nombró
algunos, y entre ellos al doctor Moscoso y al doctor Sepólveda” . Se concluyó, sin embargo,
que éste no entrase en la congregación por juez, sino como informante. Las noticias proce
den de Sepólveda: Proposiciones temerarias [456], pág. 545.
(476) Fueron dos versiones las que presentó a la Junta, según fray Alonso de Mal-
donado ÍHanke [37], pág. 320); y el propio Las Casas dice en su carta alos domimeos
de Chiapa que su esexito tiene “sobre cient pliegos de papel en latín y algunos más en
romance” (Fabié [13], II, pág. 578). El manuscrito original del Argumentum Apologiae
—lo más importante, con el De Thesauris, que queda sin publicar de Las Casas— se en
cuentra en la Biblioteca Nacional de París. Nuevos Fondos Latinos, ms. núm. 12926. Una
referencia descriptiva, en Angel Losada: Los tesoros del Perú y La apología contra SepúU
veda, en Bol. R. Ac. H ist., CXXXII, 1953, págs. 320 ss.
(471) Fray Domingo de Soto trató en vano de excusar su asistencia, y asimismo el
obispo de Ciudad Rodrigo, porque con Cano y Carranza había sido designado para asis
tir a Trente. Fué finalmente Cano quien faltó, partiendo incluso sin dar el voto que
por segunda vez (21-111) le pidió el marqués de Mondéjar. En cambio, asistió a estas
segundas sesiones el licenciado Pedro de la Gasea, pacificador del Perú (Manzano [29], na-
graa 178).
(472) Contra los que menosprecian o contradicen la bula y decreto del Papa Alejan-
0 VI, en que da facultad a los Reyes Católicos y los sucesores y exhorta que hagan la
tronquista de las Indias sujetando aquellos bárbaros, y tras esta reduciéndolos a la religión
CLXX FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
"como ministros y servidores, pero de condición libre, con cierto imperio mixto
y templado de heril y paternal, según su condición y según lo exijan los tiempos.
Y cuando el tiempo los vaya haciendo más humanos y florezcan entre ellos la pro-
bidad de costumbres y la religión cristiana, se les debe dar más libertad y tratarlos
más dulcemente. Pero como esclavos no se Ies debe tratar nunca, a no ser aquellos
que por su maldad y perfidia, o por su crueldad y pertinacia en el modo de hacer
la guerra, se hayan hecho dignos de tal pena y calamidad” (482).
Aquí es también una voz retrasada, con registro que es, en cierto modo
medieval, la que canta la salmodia misma que escuchamos al licenciado Gre
gorio al comienzo de nuestro estudio; no una mera quiebra paganizante de
la noción de humanidad. Y la exlrañeza que su sonido anacrónico y simplista
causa ahora entre la vanguardia intelectual de Castilla, así como la sorpresa
recíproca del doctor italianizado (483), muestran hasta qué punto el tema
de las Indias había transpuesto ya, en sus soluciones y en su problemática
pendiente, aquellas generalidades teoréticas comunes a la ciencia europea
del momento.
A su vez no tuvo Las Casas el propósito formal de rebatir doctrínalmen-
te al Filósofo; antes bien, aceptó el propio terreno aristotélico, como vimos
en la Apologética^ para levantar su tesis defensiva. Con todo, la distancia de
su pensamiento —verdaderamente cristiano—, al del Estagirita, era dema-
siado grande para no denotarse en diferencias de largo alcance. Para el Pro
curador, todo el problema consistía en desentrañar la verdadera intención
del Filósofo; pero cuando precisamente trataba de explicarla, la desvirtua
ba sustancialmente, pues con los condicionamientos y distingos que introdu
cía, acababa por reducir la base de la servidumbre aristotélica a la simple
carencia de razón; es decir, aplicable sólo al “como mentecato o cuasi men
tecato, y finalmente, que no se sepa regir” . Junto a esa limitación, la idea
lascasiana sobre la obra del Creador terminaba por salvar de aquella negra
sombra servil a la generalidad de los humanos, pues un hombre escaso o
falto de juicio de razón tenía que ser como un monstruo y cosa rara de la
naturaleza.
“ Pues como los monstruos en la naturaleza corporal de todas las cosas criadas,
acaezcan por gran maravilla, y, por razón de la dignidad de la naturaleza humana,
mucho menos acaezca hallarse monstruo cuanto al entendimiento, conviene a saber,
ser alguna persona loca, mentecata, santochada y careciente de conviniente juicio de
razón para se gobernar, y estos sean los que por naturaleza son siervos, y estas gen
tes [los indios] sean tan innumerables; luego imposible es, aunque no hobiésemos
visto por los ojos el contrario, que puedan ser siervos por natura, y así monstmos
con la naturaleza humana, como la naturaleza obre siempre perfectamente”, etc. (484),
telectiva. ('.ieito (^ue es dei todo necesario señalar —como ha hecho el Pa-
(]re Carro—, el grado en que el doctor ignorabxi las buenas reglas de la teo
logía toioistii y con su formalismo interpretativo equivocaba el sentido de
la potestad universal de Cristo y de la Iglesia, o no sabía distinguir lo que
en la idolatría y otros pecados hubiera de delito sólo vindicable por Dios,
o (le injuria —en su caso— contra el código de la universal sociedad humana.
Sin embargo, cuando Sepúlveda proclama con energía frente a sus contradic
tores dominicos, y recordando a San Agustín, el meollo de su tesis, no pa
rece Jan des|>J'«)visto de lógica que no se explique el que arrastrara en su día
apersonas inteligentes, e incluso que hoy merezca una meditación.
Kn efecto, si se acepta que para una sociedad liundida en la idolatría y
en otros vicios generales e incurables, no hay sino una segura condenación
ultraterreiia, <Iebe concederse que para salvarla han de ser puestos a contri
bución todos los medios pertinentes (485). La advertencia del jusnaturalis-
mo para este caso es, a saber, que han de seguirse todos los pasos obligados
jiara conferir carácter de sanción judicial a la intervención bélica, tiene en
Sepúlveda una respuesta más o menos explícita ; se sabe probadamente que
el método de prédica sin sometimiento previo es insostenible para la Corona,
sin alicientes para los españoles, infecundo y luctuoso para los misione
ros (486). Si, además, como final de la evangelizadón, se pretendía exigir la
sumisión y el tributo, ¿i»or qué no comenzar por ello, cuando de todas ma
neras costaría la guerra?
Se advierte que, en última instancia, frente a la idea abstracta de Jas
relaciones con el infiel, propia del planteamiento jusnaluralista, el cordobés
opone un supuesto que, si es jurídicamente incorrecto, no carece de lógica
realista. En él se admite, en efecto, sin rebozos y como hecho sobradamente
comprobado, lo que en el tomismo es una condición hipotética, pero tam
bién un arriere pensée indisimulable, como muestra ingenuamente Las Ca
sas; esto es: que el dominio político de los cristianos es preciso para asegu
rar la conservación y respeto de la fe en los países de nueva conversión. Pero,
en virtud de semejante premisa intencional, la aplicación exacta del requi*
lorio jurídico —es decir, aguardar para intervenir a que se produzca la in
juria o las condiciones en que ésta sea presumible—, no deja de parecer una
inutilidad, si no una contradicción; en cambio, la dominación previa se
ofrece como irrecusable en cuanto medio no ya optativo, sino necesario para
evitar mayores males (487).
(485) Reconoce Sepúlveda que sola la infidelidad o ios pecados privados no son causa
de guerra; pero sí lo es la de apartar a los paganos a criminibus et inhumanis flagitiis
idolorumque cutu; es decir, de una especie de maldad pública que tiene por carácter
genérico el de ser contraria a la ley natural {ibídom, págs. 314-318). Especialmente pu
nible es la idolatría, pues que, según .Santo Tomás, includit magnam hlasphemiam-
et fidem opera impugnat {Colecc. Tratados^ 4.» objec., pág. 148). Y pues a la Igle
sia está cometida la salvación de los infieles, igualmente lo están los medios temporales
encaminados a tal fin {ibidem , 5.® objec., págs. 151-152), cuya prelación a otro pueda cole
girse de la sentencia de S. Agustín; “mayor mal es que se pierda un ánima que muere
8Ín baptismo, que no matar innumerables hombres que sean inocentes” (ibídem, 11.'’ objec.,
página 158).
(486) Ibidem, 12.» ob jec., pág. 164. Hizo alusión al reciente martirio de los misio
neros desembarcados en la Florida, “por este mesmo parecer e indución del señor obis
po”. A lo que éste contestó; “ Y esto es disposición divina e decentísima que mueran por
el Evangelio algunos siervos suyos. Porque más ayudan después de su muerte preciosa
para la conversión de los infieles, que acá trabajando y sudando ayudar pudieran. Y así
esperamos que fray Luis Cáncer, que era gran siervo de Dios, ayuda e ayudará para
1® conversión c salud de aquellos que la muerte le dieron” {ibídem, 12.» réplica, pá
gina 227).
(487) Alega Sepúlveda: “ Pues decir como dice. - que no se han de subjectar al princi
pio, sino después de hechos cristianos, va fuera de toda razón. Porque si por una yausa,
conviene a saber, por protección de la fee y porque no la dexeii y caigan en herejías, es
CLXXIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
E l resultado .
licito subjetarlos, porqué no será más lícito por dos causas, conviene a saber, por ésta y
primero por otra más necesaria, porque no impidan la predicación ni la conversión de los
que creyeren y para quitar la idolatría y malos ritos. Antes digo que si hubiese de haber
distinción destos dos tiempos , que llevaba más camino decir que los había de tener subjectos
hasta haberles predicado y quitado la idolatría y convertido a la fee católica, y hecho esto,
que es lo qne pretende la Iglesia, dcxallos en la libertad y señorío con que primero es
taban, mas no dexarlos de subjectar al principio por no hacerles fuerza ni agravio, aun
que por sus pecados e idolatría merecen ser privados, y después de dexada la idolatría
y recebida la fee, hacerles fnerza y quitarles los señoríos porque no dexen la fee”.
(Colecc. Tratados, 12.» objec., pág. 164.) Asimismo: “Porque si los reyes de Castilla tienen
derecho, como él dice, para subjectarlos de aquella manera después de hechos cristianos,
cierto es que si ellos no le quieren dar la obediencia, justamente los podrán forzar a ello,
y para esto es necesaria la guerra” {ibidem, pág. 163). Cierto es que aquí el humanista se
aprovecha del lapsus cometido por Las Casas —y subsanado en el Tratado comprobatorio—
al otorgar de manera inmediata a los reyes de Castilla un poder que los teólogos expli
caban por vía condicionada. No obstante, la argumentación de Sepúlveda puede dirigir
se igualmente, dado su sentido categórico de ñnalidad, contra una correcta formulación
tomista.
(488) Colecc. Tratados [284], 11.» réplica, pag. 200- La impugnación de Sepúlveda, en
Fabíé [13], n , Proposiciones temerarias, etc., págs. 548 ss.
(489) En su carta a los dominicos de Chiapa se jactaría: “ en la cual [Apología], tuve
y probé muchas conclusiones que antes de mí nunca hombre las osó tocar ni escrebir... y él
[Soto] y todos los teólogos con los demás juristas, quedaron muy satisfechos y aún podía
con juramento afirmar (sin temor de caer en arrogancia vana) que algunos se admiraron
(Fabié [13], n , 578). ■ 4 h
(490) Según Sepúlveda, aunque en la primera congregación hubo varios pareceres, a
todos los juristas de ios Consejos aceptaron la justicia de la guerra contra lo»
idólatras y hubo muy pocos que no admitiesen sus cuatro razones; “ de los cuatro teólogos,
el uno se fue al concilio, el otro no quiso dar su parecer, por ventura por no decir contra
lo que sentía o por no ofender a sus am igos; y fray Bemardino de Arévalo, hombre in
signe en doctrina y sanctidad, dióle luego escripto, conforme en todas cuatro razones a la
sentencia del doctor Sepúlveda, y más presentó un libro, que, en confirmación desta sen
tencia, doctísima y gravísimamente había escripto.” (Proposiciones, Fahié [13], IL 546).
El tratado de Arévalo debe ser el De libertae Indorum, Medina del Campo, 1557 (Reí. eo
btreit; Bibliotheca Missionum, T, pág. 78),
ESTUDIO PRELIMINAR LLXXV
Í491) Cit. por Manzano [29], pá}?. 186, Losadla [470J, pags. 332-333, aduce dos testimo
nios del siglo XVII concordantes- en que el resultado a que se llegó fué del todo ecléctico,
a saber: que preocupado el Emperador con las guerras europeas, “fué permitida más bien
que aprobada la libertad de los españoles para hacer incursiones en Indias” .
(492) Vid. Ilanke [37], pág. 351.
(493) Manzano [29], págs. 187-217, con amplias referencias documentales.
^ (494) Se le concedieron por vez primera a l-V-1551 (reí. en Hanke [189], núm. 334,
pagina 130, y núm. 345, pág. 133; a otros pagos anteriores, en núins^ 301, 302, 303, 310.
315, 316). En C. D. I. A,, 2.» serie, t. XVIII, págs. 80, 82 y 88, hay referencias al cobro de
dicbo salario.
(495) Referencias a diversas reales cédulas, en apoyo de esas actividades de Las Ca-
ías, a partir de 1548, en Hanke [189], números 287, 290, 318, 319, 323, 335, 336, 340;
CLXXVI FUAY BARTOLOME DE LAS CASAS
La pebpetuidad de la encomienda
349, 353 a 357, 360 y 374, págs. 108 - 156; a la serie de cartas que le escribió desde Se
villa (1551-1552) fray Vicente de las Casas, en números 343, 346, 351, 352, 359 y 373, pa*
ginas 133-156.
(496) Fabié [13], II, págs. 151-153. Afirma aquí haber llegado a Sevilla a principio de
enero; sin embargo, la última carta que le escribió fray Vicente de las Casas desde la
ma ciudad es de fecha 25 de marzo (Hanke [189], núm. 376, pág. 157). .> j t •
(497) TiOa ocho opúsculos se incluyen en la reproducción facsimilar: Colección de 1^®
lados (284J. Referencias bibliográficas, en Hanke [189], págs. 139 ss.
(498) El primero mencionado fué otorgado por los indios de Oaxaca en el
terio dominicano de Antequera a favor de Las Gasas y Ladrada (Hanke [189], nÚBi. »
página lio). Otro posterior (23-1-1554) de los indios de Cuitlauac sobre su incorporad®
ESTUDIO PRELIM INA R CLXXVII
¿q u ié n , además, ignoraba en las Indias que el Padre Las Casas era por de
recho propio el Defensor universal del indio, y aún el de cualesquiera tristes
y oprimidos? Obligadamente quedaría así convertido en destinatario de una
correspondencia informativa, amplia como para llenar varios anaqueles, y
que era como el lago colector de todas las lágrimas del Nuevo Mundo (499).
Sin forzadas cavilaciones, el depositario de aquel caudal debía inclinarse ha
cia la impresión jeremíaca; ¿qué refuerzo no significaría para el empecina
miento lascasiano?
De necesidad, fue cada vez mayor la distancia entre los problemas de la
multiforme y evolucionada realidad indiana y el viejo y uniforme postulado
lascasiano, aferrado a la antiencomienda y a la reintegración reparadora.
Acaso no hay ejemplo más claro de ello que la correspondencia de fray Bar
tolomé con ios dominicos de Chiapa. Aquellos padres habían llegado a con
vencerse —y así lo escribieron hacia 1562 a su mítico hermano— de que la
encomienda, en su última forma legal de cesión tributaria, muy tasada, del
rey a un particular, conforme se practicaba en aquel país, sin extralimita
ción alguna, constituía algo inobjetable. El Procurador les contestó (500) no
sólo exponiendo las razones doctrinales que condenaban la institución, sino
que opuso previamente su convencimiento de que “ si no es desa provincia,
que deben estar los comenderos sanctificados” , en todas las otras partes las
tiranías se habían ido aumentando; “ y sé —dice— que hoy en todas las
Indias se cometen, sélo como si presente fuese por las muchas y continuas
cartas y relaciones y clamores que de muchos cada día recibo de todas esas
partes” . Sobre todo —acaba por declarar— “si todas, Padres, las encomien
das de las Indias se tornasen como las que vuestras reverencias dicen dese
districto, que los encomenderos no tengan en los pueblos entrada* ni salida,
mas de rescebir los tributos que el rey les da a los indios, ya, Padres, dexa^
ron de ser encomiendas en sustancia, y solo ternán nombre de encomiendas"^^.
Por un momento se acercaba a reconocer el verdadero fondo de una dispu
ta equívoca y en cierto modo irresoluble entre la meta señalada con rotundi-
dez por el avance institucional desde 1549 con la supresión de ios servicios
personales (501), y las formas reales del comportamiento español. Prefirió
atenerse en definitiva a lo que conocía sobre estas últimas, como dato infa
lible de una experiencia y de una información —la propia—, que tenía j>or
la más completa y penetrativa que hombre alguno poseía sobre el Nuevo
Mundo. No imaginó siquiera que fuera fructífero aplicar su energía a favor
de aquella línea de garantías y fiscalizaciones del sistema establecido, antes que
batallar contra corriente por la reintegración absoluta de los señoríos indíge
nas, de cuyos buenos resultados pocos se pagaban, en vista de la experiencia.
Pero, en última instancia, tampoco era factible la conciliación entre la
línea política desenvuelta por el Derecho indiano y la que exigía el Procu
rador, pues aún en la forma de tributo cedido, las encomiendas eran para
él “malas, pravas y de intrínseca deformidad, discordantes de toda ley e
razón . Claro es que a su tesis se oponía explícitamente el más grave incon-
a la Corona fué publicado por Robert R icard: Études et documents pour Vhistoire mission-
(tóire de UEspagne et du Portugal, Lovaina (s. a.), págs. 62-65. Reí. a una petición de los
indios de la Nueva España, para que Las Casas sea nombrado su protector, en Hanke [189],
num. 410, pág. 174. Las Casas recurrió también a que algún indio traído a la Península,
como el cacique don Francisco Tenamaztle, expresara a la Corona sus agravios y deseos,
totalmente lascasianos {vid. Hanke [377], págs. 196-197).
(499) Hanke [189] recoge en sus referencias un buen número de tales cartas, publica-
íw ®ij^ ^ h as; vid. núms. 281, 286, 288, 294, 300, 304, 305, 309, 393, 401, 415, 418, 419,
430, 432, 433, 440, 441, 442, 443 , 446, 450, 462 y 464. Es muy representativa la de
Castillo, desde Guatemala, a 20-11.1558 (Fabié [13], II, págs. 191-194.
500 Fabié [13], II, págs, 575-590.
Real cédula de 22-IM549, en Zavala [20], págs. 115-118.
)2
CLXXVIII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
(y02) Respuesta Je Las Casas al escrúpulo propuesto por el obispo de Charcas, fny
Matías de San Martín, sobre los bienes adquiridos en las Indias por conquistadores y po*
bridores (Fabié [13], H, págs. 65^-665, y C , D . I . A ., VII, páps. 362-370). El escrito átí
objspo es del mayor interés, tanto por lo qnc sos denuncias revelan soíjre los abusos j
iraudes <le los encomenderos, com o p o r la distinción que establece entre la primera for®*
de la encomienda y regulada por tasaciones {ib íd e m , págs. 649-659 y 348-362, respectiva
mente). Zavala [20], págs. 196 ss., analiza por extenso lo forzado del planteamiento las-
casiano.
(503) Znvala [20], pág. 134.
(501) Desde Fondores, a 17-IM555, encargaba don Felipe a la princesa doña Juana qne
el asunto d e U perpetuidad (ref. en Hanke
mim. 398 pag. 169). Remesal [268], lib. X, cap. XXIV, t. II, pág. 465, enumera losáivcr-
sos expe lentes a que acudió la princesa en aquellas estrecheces dinerarias.
ESTUDIO PRELIMINAR CLXXIX
general. Fray Bartolomé, secundado por el fiel Ladrada, por don Pedro de
La Gasea, por dos oidores del Consejo y por el dominico fray Tomás de San
Martín, impugnó el proyecto con la vehemencia que cabe imaginar (505).
Su argumento principal no podía ser desechado sin meditación : si toda la
legislación y todas las cauciones no habían conseguido evitar los excesos de
los encomenderos contra los indios, “ ¿cuánto más los podrían peor tratar y
acabar si tienen título de haberlos comprado?” (506). La Junta, a la postre,
no se atrevió a resolver, alegando la alteración todavía reinante en el Perú.
El mayor peligro acechaba ahora en las decisiones del príncipe, a quien
se sabía peligrosamente tentado por la oferta de ocho millones de pesos hecha
por don Antonio de Rivera, en nombre de sus compañeros los encomenderos
del Perú. En respuesta a la consulta de Carranza sobre el tema. Las Casas
se apresuró a explanar su indignación (agosto 1555) en el más vigoroso y
agresivo de sus estilos (507). En verdad, el Defensor tenía motivos para sen
tirse enardecido ante el hecho de que por consejo de “tres o cuatro personas”
bastardamente interesadas en el asunto e ignorantes “ del hecho y del dere
cho” se fuera a fallar perdurablemente en contra de su causa, y con ocasión
de una indisfrazable venta: “ ¿qué mayor afrenta se puede hacer a Dios y a
su ley por un príncipe cristiano?; ¿qué mayor ni más digno de temporal y
eternal punición, vituperio y escarnio?
Pero, como advierte Zavala, la repercusión más profunda que en la acti
tud de Las Casas produce este su tremendo desengaño de la Corona es que
desde ahora, virtualmente invalidado uno de sus argumentos más socorri
dos —el de que los reyes no habían consentido la encomienda sino forzados
por la rebeldía de sus súbditos—, abandonará su entusiasmo regalista para
acentuar el rigor de su invocación al Derecho natural y a las restricciones que
él impone en el esfumado y lenísimo poder imperial de los reyes de CastiDa
en el Nuevo Mundo.
El antiguo programa estrecha ahora hasta lo peregrino sus concesiones con
cretas, en aras de la afirmación radical de la potestad política del indígena.
IjOS reyes y señores naturales, “los príncipes e infantes, tan príncipes e infan
tes como los de Castilla (salvo la fe que los de Castilla tienen y bondad cris
tiana”) no podían ser perjudicados “ en un pelo” de su gobierno y jurisdicción
y debían, en consecuencia, ser plenamente restituidos en ella, incluyendo las
tributaciones y cargas que de sus súbditos tenían. Porque, en cuanto a las
parias que también debían a los reyes de Castilla (una vez aceptada volunta
riamente la superioridad imperial de éstos), bastaba para satisfacerlas “con
sola una joya, con que cada año les sirvan” , al igual que el rey de Túnez al
Emperador. Ni siquiera por los gastos del compromiso evangélico se justifi
caba la imposición de cargas, pues “no es razón ni lo quiere por su ley Jesu
cristo que más cara se les notifique la fe ,a los indios, que se predicó a nación
del mundo y a nosotros los de Castilla” . Además, la “ cesión” que los indios
hacían graciosamente de sus minas al Emperador —según arbitraba fray Bar
tolomé—, así como la de tierras y aguas para asiento de los españoles, era su
ficiente para compensar la deuda y eximirlos de otra gratificación. Por otra
parte, el costear los instrumentos de gobierno y administración de justicia
imperiales no correspondía a los “ simplicísiraos“ y pacíficos indios, pues no se
precisaba de ellos sino por causa de los inquietos y desmandados españoles.
En cambio era obligación del monarca castellano no sólo arrancar a los indios
(505) Zavala [20], paga. 187-189, basado en Bernal Díaz [170], cap. CCXI.
(506) La frase corresponde a un memorial presentado al Rey por Las Casas y fray Do
mingo de Santo Tomás hacia 1562 (Icazbalceta [342], II, págs. 231-236).
r n V ® fi’^y Bartolomé Carranza de Miranda (Fabié [13], II, págs. 591-628;
^ págs. 390-338).
CLXXX FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
del poder de los españoles, por la guerra si fuera preciso, sino posponer el in-
teres temporal y espiritual de los segundos al de Jos primeros.
La implantación de aquel orden se presentaba por demás fácil. Trescientos
arcabuceros asalariados en Méjico y otros quinientos en el Perú, señorearían
sobre una población española muj' escogida, limitada a pocas poblaciones y
desprovistas, a su vez, de arcabuces. Llevada de su aspiración a no conceder un
palmo de terreno al hecho real histórico desenvuelto en las Indias, la elucu
bración lascasiana llegaba con esto al extremo del irrealismo.
Lo notable del caso es que los vuelos de evasión teorizante y desengañada
no hicieron perder al Procurador su acuciosidad en la abogacía concreta y po-
sibilista, en lo grande y en lo pequeño, a favor de sus defendidos. Lo irapor-
tante era ahora la perpetuidad de la encomienda, al fin aceptada por el
rey (5-IX-J556) (508). Con expresión sobria y concentrada se dirige, pues,
a éste para recordarle las veinte razones que hacen condenable la institución
Y para anunciarle, además, que los indios serán capaces de hacer mejor pos
tura que la ofrecida por Rivera (509), En efecto, tras de una serie de dili-
^encías que debemos suponer realizadas con celosa premura, Las Casas y su
hermano de Orden, fray Domingo de Santo Tomás —un formidable segui
dor en el Perú del ejemplo del Procurador (510)~, podían presentar (h. 15ó0],
en nombre de los naturales de aquel reino, un memorial (511) en el que no
sólo impugnaban la proyectada perpetuidad que convertiría al monarca—de
cían— en soberano únicamente de los caminos, sino que hacían una oferta
de cien mil ducados más sobre cualquier cifra propuesta por los contrincan
tes; y si éstos no la fijaban, prometían dos millones de ducados de Castilla
a pagar en cuatro años. A su vez exigían en compensación la rebaja a la mi-
tal del tributo al rey y que los encomenderos no tuvieran entrada en los pue
blos indígenas; exigían también ciertas garantías que debían conducir ñafia
menos que a la meta política lascasiana ; que no se tome a los pueblos de
indios ni a sus vecinos tierras o bienes; que las encomiendas se incorporen a
fa Corona conforme fallezcan los titulares; que los caciques no sean obliga
dos a servidumbres ni pechos y gocen de armas e insignias hereditarias; que
cuando se hubieren de tratar asuntos relativos a la república de los indios
lean escuchados sus procuradores, conforme a la tradición incaica y a la es
pañola significada por las Cortes. Proponían, finalmente, que los tesoros de
los enterramientos quedaran para sus descubridores indígenas, que darían
en pago al rey la tercera parte. ¿No lograría acaso el interés realizar el viejo
empeño en que habían fracasado las razones de la justicia?
La ambigua propuesta —como para dar gusto a todos— que formularon
los comisarios enviados al Perú a fin de ultimar el proyecto de perpetuidad
no animó al rey Prudente a adoptar una determinación (512). Por su parte,
fray Domingo de Santo Tomás en el Perú y Las Casas en Valladolid permane
cieron alertas junto a la brecha antiencomendera.
Desde hacía años podía ya ser advertido que el problema de los abusos,
tanto de autoridad como en el aprovechamiento del indígena, no Se centra
ba exclusiva ni aún principalmente en la existencia de la encomienda;
(513) Memorial sin fecha (¿h, 1555?), pnb. por Icazbalceta [342], II, páge. 228-231.
(514) Vid. José Miranda: E l trib u to in d íg e n a en la Nueva E sp a ñ a d u ran te é l s ig lo X V J,
México, 1954; para el Perú, Enrique Torres Saldamando: L i b r o prim ero d e C a h ü d o s d e
lim a , París, 1903, II, págs. 99 ss.
(515) Memorial al Consejo, de hacia 1557 ( C . D . I . A . , t. V il, pags. 362-370).
(516) Icazbalceta [342], II, págs. 237-243. E l respeto de Ceynos a la opinión de Las Ca-
^ ^®áe comprobarse en la carta que a éste escribiera el oidor desde Zamora, a 4-IV-1555
(C. D . t . V il, págs. 338-340). Las Casas, a su vez, tenia la mejor opinión de Ceynos
(expresada en la segunda carta citada en nota 429).
(517) Zavala [20], págs. 211 ss.
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CLXXXII FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
mo, que era llegada su última hora, se dirigió al Consejo para suplicar que,
_____ _______________ t íl+ lT M O ti Q QA H lT lC T ir» Jíl f TVflTíl C lIT lIí/ta »
puesto que todos los desvelos legislativos no lograban extirpar las injusticias y
tiranías arraigadas en las Indias, se ordenara juntar a letrados teólogos y
juristas de todos los Consejos, como se hizo muchas veces en tiempos d¿
Emperador, para que examinaran las conclusiones que él tenía aparejadas so
bre aquella materia y que “ días pasados” había ofrecido al Rey en “ dos Tra-
ladillos” demostrativos. Lo que por la junta se determinase debía ser publi
cado en las Indias, para este efecto normativo verdaderamente inusitado:
“ y si lo que arriba se ha dicho del mal estado en que todos viven se declarase
por tal, los confesores estarán avisados, y por esta vía, sin escándalo y alboroto se
podrán librar aquellas gentes de las manos de aquellos que las tienen tiranizadas,
y el rey de España ser con efecto señor deltas universal, lo que agora no es sino
de nombre, porque se las tienen usurpadas; porque al fin son cristianos, y algún
día que otro podrán tornar en sí, viendo que no los admiten a los sacramentos,
como pecadores incapaces deilos, y que en un punto han de ser en los infiernos se
pultados” .
ríos del Perú, desenvuelve sistemáticamente sus ideas sobre lo absoluto de los
derechos de soberanía y propiedad que corresponden a las naciones india*
ñas. El otro es posiblemente el llamado de las Doce dudas (522), por las
que se propone resolver en respuesta a una consulta sobre materias del Perú.
Las ocho proposiciones en que ello se realiza recogen la esencia del pensa
miento de Las Casas con más precisión, rigor y trabazón lógica que cualquiera
otro de sus escritos. Ambas obras, destinadas a ser como un legado precioso
para la Corona (523), constituyen una clara demostración de cómo pudieron
culminar, en vísperas de extinguirse, las facultades discursivas de aquella
asombrosa ancianidad; pero también una prueba del grado de enajenación
de la esfera de lo real a que debían llegar en su proceso de sublimación
idealista. Pues no a otro plano que al de irrealismo corresponde el postu
lado de que los reyes de Castilla están obligados a hacer todas las expensas
para cristianizar a los indios, sino que puedan forzarlos a resarcimiento al
guno; y no menos la afirmación de que no ha habido ni hay español en las
indias, desde 1510 hasta 1564, que esté libre de las culpas inherentes a la
conquista y usufructo de aquellos territorios (524).
Pero no había de ser menos exigente quien escribía al Consejo :
“ Con esta suplicación que al cabo y remate de mí vida presento ante V. A. y con
las dichas conclusiones en dos tratadillos que a S. M. ofrecí los días pasados, creo
haber cumplido con el ministerio en que Dios me puso de procurar el remedio de
tantos y de tan inmenso número de agravios ante el juicio divinal; aunque por lo
poco que han aprovechado por mis muchas negligencias, temo que Dios me ha de
castigar” (525).
A lo que cabe colegir, fué ésta una de las últimas y graves exageraciones
de la candela lascasiana que en realidad había vivido aquellos últimos años
desviviéndose en el servicio de su misión, atento lo mismo a su tarea de re
clutador (526) o a los males de la pesquería de perlas (527), que a la re
construcción de la iglesia de la Paz (528) o a Ja repoblación de su bienamada
isla Española (529), y diligente tanto para seguir a la corte hasta cualquier
lugar (530) como para redactar y dedicar al Pontífice un tratado demostrativo
de los derechos de los infieles (531). No pudo ser sino muy sereno el tránsito
(522) Llórente [184], II, págs. 175-327. La obra fué compuesta en 15Ó4, según frase del
texto (pág. 221).
(523) Según Hanke, en el manuscrito del De Thesauris que guarda la Biblioteca John
Cárter Brown, expreso* Las Casas su propósito de ofrecer la obra al rey “como si le hereda
ra de muchos dineros por mi último testamento” {Las Casas, historiador, en Historia [2],
página XXX).
(524) Son los principios 5.° y 8.® de las Doce dudas.
(525) Memorial citado en nota 520. La expresión está en armonía con lo que relata Re
mesa! [268] sobre Las Casas y Ladrada en esta etapa: “ cuando se confesaba con su compa
ñero, que era algo sordo y hablaba recio, oían los padres colegiales [de San Gregorio]
que le decía algunas veces bien claro: “ Obispo: mirad que os vayáis al infierno, que no
volvéis por estos pobres indios como estáis obligado.” Era más amonestación que correc
ción, porque nunca se le sintió el menor descuido del mundo en esta parte, principalmente
en aquellos días” (lib. X, cap. XXIV, t. II, pág. 463).
(526) Cartas y referencias sobre tal actividad, en C. D. I . A., X, págs. 87-88, 2,« Serie,
t. XVI, pág. 233; Fabié [13], II. págs, 198-199; Hanke [189], núm. 437, pág. 184.
(527) Carta al Consejo- (h. 1560), pub. por Hanke [377], págs. 209-210.
(528) Memorial al Consejo [ibídem, pág. 211).
(529) Cartas al príncipe y rey don Felipe, de Valladolid, a 20-VÍ-1555 (A. G. L, Indi-
«eneral 737) y a 20-11-1559 (A. G. Simancas, Estado, 138, p. 360).
(530) Consta, por ejemplo, que en 1560 se le daba alojamiento en Toledo, por instruc-
5^1 aposentador mayor (Fabié [13], II, pág. 157).
(o3i) Así io expresa en una carta al Papa (sin fecha), en que le pide anatematice a
quien declare guerra injusta a los infieles, niegue el derecho de éstos a la propiedad o
capacidad para recibir la fe (Icazbalceta [342], II, págs. 599-600).
CLXXXIV FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
A MANERA DE CONCLUSIÓN
(532) Según documento citado en nota 519. Dice Remesal [268] : “y con gran concurso
de todo Madrid se enterró en la capilla mayor antigua del convento de Nuestra Señora de
Atocha, con ponñfícal pobre y el báculo de palo, como lo ordenó, y hízole unas solemní
simas exequias cí padre fray Domingo de la Parra, que era superior, y después fué provm
cial del Peni” (lib. X, cap. XXIV, l. II, pág. 469).
(533) Manzano [29], págs. 221 ss., procura testimonios documentales sobre la
de la tesis lascasiana.
(534) Vid. referencias en Hanke [189], númg. 384, 361, 388, 414, 426, 429, 447.
(535) Carta al rey, de Tlaxcala, a 2 de enero 1555 (C. P . I . A , , t. VII, págs. 254-289/.
ESTUDIO PRELIMINAR CLXXXV
NUESTRA EDICION
(536) Se trata de tres volúmenes de 215 X 308 mm. y 14 + 496, 491 y 495 folios, res
pectivamente. Lewis Hanke ha estudiado con todo rigor erudito las vicisitudes de dicho
®*^*sinal y .motivos que retrasaron la publicación de la H is to r ia . {L a s Casas, h isto ria d o r,
prologo a la H isto ria d e la s I n d ia s , editada por Agustín Miralles Cario, Biblioteca Ameri
cana, Fondo de Cultura Económica, México, 1951).
CLXXXVI FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Las notas marginales de ampliación, en que abundan los folios del ma
nuscrito, las hemos insertado en el texto sin indicación especial, salvo algu
nas que colocamos en nota a pie de página porque manifiestamente no co
rresponden al propósito de continuidad expresiva que en la generalidad de
ellas persigue Las Casas. Las palabras entre corchetes son suplencias nues
tras a faltas correspondientes en el tnamiscrito.
Es esta la tercera vez que se edita la Historia a partir del manuscrito
original. Creemos que nuestro esfuerzo no ha de resultar, sin embargo, re
dundante, pues hemos podido comprobar que la edición que precedió a nues
tro empeño, adolece de no pocos y graves errores, debidos sin duda a negli
gencias tipográficas.
BIBLIOGRAFIA
opinionem scribunt, uti Graeci, cum sas fingidas, porque tanto más los que
ipsis pariter et se et alios decipiant et fingen historias no verdaderas y qug ]^.
per omnem vitam aberrent. Haec ille. sonjas contienen de los príncipes son
Que es en sentencia y romance lo que perniciosos y nocivos, que los que en
dije. Testifícalo también más difusa presencia y de palabra con sus adula-
mente Josefo, Contra Apión, gramáti clones inficionan a los reyes, cuanto no
co alejandrino, libro primero; concuer sólo a uno, pero a muchos presentes y
da con ellos Marco Catón, escribiendo futuros por su escriptura perpetua y,
a Marco, su hijo, según refiere Plinio, por consiguiente, a sus reinos perjudi
libro 29, cap. 1.®; explícalo eso mis can. Demetrio Falereo, varón doctísimo
mo no avaramente Diodoro Siculo, li (según Tulio), amonestaba (como Plu
bro 3 .°, cap. 8 .", de los mismos griegos tarco en los Apothegmas, pág. 305, dice)
acérrimo defensor y ocular testigo: al rey Ptolomep que tuviese y leyese
Graeci vero, lucri gratia, novis semper aquellos libros que tractaban de los
opinionibus incumbentes, etc. : los preceptos y reglas que los reyes deben
griegos^ por la cudicia de lo que ganar guardar en sus reinos, porque lo que
o de hacienda o de fama pretendían, los amigos y privados no les osan o no
siempre en inventar nuevas opiniones quieren decirles, o los lisonjeros con
entendían, etc. falsedad les hacen entender, hallan,
Por la segunda causa de contentar o para su provecho y del reino y la ver
adular los príncipes, también son no dad de lo que han de seguir, en ellos
tados haber escripto los mismos grie escriptos; de donde se sigue que los
gos, los cuales, tanto en adulación con malos libros deben los reyes vitar de sí,
sus fictas y compuestas fábulas excedie y no sólo por sí no leellos, pero pro-
ron, que causaron que los facinerosos hibillos en sus reinos. Asi lo hicieron
hombres fuesen habidos y servidos por los romanos, que porque algunos libros
dioses de las gentes plebeyas, y aun griegos que trataban de la disciplina
después por los que por más sabios y de la sapiencia, les pareció que en al
prudentes se tenían. Esto certifica muy guna manera diminuían la religión,
bien Lactancio Firmiano en el libro Petilio, pretor urbano, por auctoridad
primero, capítulo quindécimo de las del Senado, en presencia de todo el
Divinas Instituciones: Accesserunt (in pueblo, encendido un gran fuego, los
quit), poetae et compositis ad volup mandó quemar, según cuentan Tito
tatem carminibus, in caelum eos sustu Livio, 20 libro Ab urbe condita, y Va
lerunt, sicut faciunt qui apud Reges lerio Máximo, libro Lo mismo hicie
etiam malos panegyricis, id est, laudi ron los atenienses de los libros de Diago
bus mendacibus adulantur; quod ma ras, o, según otros, de Protagoras, por
lum a Graecis ortum est. Quorum levi que ponía en duda el ser de los dioses,
tas instructa dicendi facultate et copia, según ■refiere Lactancio, en el libro Be
incredibile est quantas mendatiorum Ira Dei, cap, 9-°. Entonces cognoscerán
nebulas excitaverunt, etc. Haec ille. los príncipes los libros que contienen
Y así las historias griegas, por las di daño y perjuicio suyo y de su repn*
chas razones, tienen poca o ninguna blica, cuando con suma diligencia man
auctoridad entre los graves auctores an daren que los ya publicados, si tienen
tiguos. Ninguna pestilencia más perni alguna sospecha de provocar los leyen
ciosa puede ofrecerse a los príncipes, tes, o a falta de religión, o a corrupción
según sentencia de Isocrates, que los de las buenas costumbres, y los que de
aduladores o lisonjeros; porque quien nuevo sus autores quisieren poner en
al rey engaña con palabras blandas y público, por personas doctas en aque
suaves y a la sensualidad sabrosas, loán llas materias y amigas de la virtud, sean
dole lo que no debe o induciéndolo por con exactísima indagación examinados,
ellas a lo que desviarlo debría, todo el porque como siempre los que los com
estado del reino destruye y, en cuanto ponen pretendan conseguir, o para «
en sí es, lo aniquila, y esto con más
eficacia lo hace aquel que escribe co Está en blanco en el manuscrito.
íiISTORÍA DE LAS INDÍAS
o para sus obras, favor y auctoridad, j i<l est, vidvrc, que quiere decir ver o
sí supHf^an íJiíc se les conceda real pri- I cognoscer, porque de los antiguos nin-
vilejrio, mucho se dero<;aría a la sabi ! guno osaba ponerse en tal cuidado, sino
duría V excelencia que en los príncipes aquel que a las cosas que acaecían se
y en sus consejos mora y siempre se de liallaba presente, y vía por sus ojos lo
be hallar- que obra de cualquier auctor que determinaba escrebir.
>ea por ellos autorizada para poderse lampoco conviene a todo género de
|uiblicnr. en la cual después alguna co- personas ocuparse con tal ejercicio, se
-a errónea o culpable acaezca bailarse. gún sentencia de Melásteiies, sino a va
Kjemjílo dcsto ya en el mundo sabe rones escogidos, doctos, prudentes, fi
mos haber acaecido, y porque las his lósofos, perspicacísimos, espirituales y
torias, así como son útilísimas al linaje dedicados al culto divino, como enton
de los hombres (según más parecerá) ces eran y hoy son los sabios sacerdotes.
también, no siendo con verdad escrip Por lo cual dice que antiguamente no
ias. podrán ser cansa como los otros se ])ermitía erne alguno historia escri
defectuosos y nocivos libros, piíblica biese, ni se daba crédito ni fe alguna
V pri\adámente, de hartos males, por sino a los sacerdotes entre los caldeos
ende no con menor solicitud deben ser y los egipcios, que eran en esto como
vistas, escudriñadas y limadlas, antes que notarios públicos, de quien liabía tal
consentidas salirse a publicar. estima, que cuanto más espiritualiza
Por la tercera y cuarta causa se mo ban en ser más ocupados en el callo de
vieron muchos escriptores antiguos a ios dioses, tanto menos sería lo que es
escrebir: caldeos v egipcios, a quien cribiesen de falsedad sospechoso. ¡Seque
más crédito que a otros en las historias lamen (dice él) omnes recipiendi snnt
se les da, y después dellos los romanos, qui de his regibm scribunt, sed solum
pero los griegos en crédito son los úl snc.crdoíes illius regni, penes quos est
timos. Escribieron también judíos y publica et probata fides Annuliuni suo
después dellos muchos católicos, cuyo rum, qualis est Be.rosus, etc. Lo mismo
número sería largo de los unos y de los confirma Josefo Contra Apión gramá
otros referir. De los caldeos, el de más tico, libro 1.®: Quoniam igitur apud
íMictoridad fué Beroso; de los persas, Aegyptios et Babylonicos ex longissimis
Melústenes; Manetón, egipcio; Diodo olim temporibus circa conscriptiones di
ro Siculo, Marco Catón y Fabio Píetnr, ligentia fuit, quanto sacerdotibus erat
romanos, dejado como es notorio. Tito iniunctiim, et circa eas ipsi philosopha
bivio; Arquíloco y Dionisio Halicar bantur. etc, Eso mismo testifica Dio
naseo, y poco antes destos, Herodoto, doro, libro 3.”. cap. 8.®, uhi supra. Jus
ítriego; Josefo y Filón, judíos; Egi- tísima razón es que los bístoriadores
sipo, Justino, Eutropio y Paulo Oro fuesen doctos y espirituales y temerosos
sio, católicos cristianos, y otros innu y no aiielios de su consciencia o que pre
merables. Beroso escribió por razón de tendiesen algún fin o pasión particular,
con claridad y certidumbre de su histo porque cuando refiriesen las cosas acae
ria, como sacerdote historiador caldeo cidas en sus tiempos, temiesen deter
certísimo, dar luz a los griegos, los cua minarse a culpar o excusar do los ma
les cerca de la antigüedad y uso de las los y execrables hechos algunas de las
letras y otras cosas antiguas vivían muy partes, como algunos vemos que han
errados, como dice Annio Viterbiense hecho, o si culparen o excusaren, miren
sobre aquel libro, que por algunos auc muy bien primero lo que determinan
tores modernos se atribuye a Beroso, escrebir, por el gran perjuicio que de
principio de sus comentarios. Me- la excusa de unos y culpa de otros, pa
tastenes, por mostrar que los que han ra muchos y muchas cosas en los tiem
de escrebir historias no sólo han de pos venideros son fácilmente posibles
escrebir de oídas ni por sus opiniones haber de provenir. Por huir deste y
solas, porque según S. Isidro en el 9.'' li otros inconvenientes, parece haberse
ro, cap. 40 de las Etimologías, la his con importunidad de estudio y proli-
toria en griego se dice t ou I cxopt ot , tiempos algunos coronistas an-
13
FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
donde podamos hacer virtuosas nues mos y cuerpos y obras de los pasados
tras vidas, no curando de lo que otros representa. Tanto enim praestat imagi
hicieron, sino proponernos delante io ni historia, quanto corpori animus.
que bien hecho fue, para lo seguir y Haec ille inter cetera. Y como dice cier
hacer”, etc. Donde asaz parece cuánta to pagano: Vita aliena nobis magistra
utilidad suele y puede proceder para est, et qui ignotus est praeteritorum,
la vida de los mortales de la verdadera quasi incertus in futurorum prorrumpit
y auténtica historia. Tulio, en el 2 ° li eventus. “La vida ajena maestra es de
bro De oratoriae, llama la historia tes nosotros y el que es ignorante de las
tigo de los tiempos, maestra de la vida, cosas pasadas, como incierto prorrum
vida de la memoria, luz de la verdad pe a los futuros acaecimientos.” Apro
y de la antigüedad mensajera, diciendo vecha tan bien la noticia de las historias
ad : Eüse testem temporum, vitae ma (según dice el susodicho Guillermo)
gistram, vitam memoriae, veritatis lu para corroboración y también aniqui
cem et vetustatis nuntiam, Y el mismo lación de las prescripciones y de los pri
Diodoro. Itaque ad vitae institutionem vilegios, que no ayuda poco a la decla
utilissima historia censenda est, tum ración y decisión jurídica de la justicia
iunioribus, quos lectio diversarum re de muchos negocios y de grande impor
rum antiquioribus aequat prudentia, tancia, necesarios en los reinos y en
tum vero aetate maturis, quibus diutur favor de las cosas humanas; porque,
na vita rerum experimenta subministra según los juristas, las corónicas, ma
vit. Et infra : Sola historia pares verbis yormente antiguas, hacen probanza o,
res gestas representans, omnem com al menos, adminículo de prueba, en
plectitur utilitatem, nam et ad hones juicio, con tanto que desde antiguo
tum impellit detestatur vitia, prohos- tiempo se les haya dado fe y crédito,
extollit, deprimit improbos; denique o cuando la tal historia o corónica
rerum quas describit experimento, plu haya sido guardada en los archivos pú
rimum proficit ad rectam vitam. Haec blicos de los reyes o reinos o ciudades,
ille, “la historia (dice él) para compo y por las personas públicas. Así lo trac-
sición de la vida debe ser estimada por tan y disputan los canonistas en el ca
Utilísima, lo uno porque a los mozos pítulo Cum causam. De probationibus,
¡guala con los viejos en prudencia; Jo y en el capítulo Inter dilectos. De fide
segundo, a los viejos y de madura edad, instrumentorum. Felino, en el capítulo
a los cuales la vida alarga” . Y más aba Ex parte el 1.* De rescriptis. El Domi
jo : “Sola la historia, representando Jas nico, in capitula Quamvis, 21 dist., y
cosas acaecidas, abraza y contiene den en el capítulo Placuit, 16 distin., y en
tro de sí toda utilidad, porque a seguir el capítulo In nomine Domini, 6 colum
lo honesto pone espuelas, abomina los na, 23 distin., y en otras partes de los
vicios, los buenos ensoalza, abate los Decretos. El Bartholo y Angelo, en la
malos, y finalmente, con la experiencia lee. 1.®, párrafo Si certum petatur. De
de las cosas que relata, muy mucho aquí parece cuánta fidelidad y con
provecho trae para la vida virtuosa y cuánta prudencia, temor y discreción
recta”. Fray Guillermo, en su Antigua y sabiduría se debe guardar en las his
Historia dice: “ que ninguna cosa, des torias por los coronislas, y cuán culpa
pués de la gracia y de la ley de Dios, dos y reos serán ante el juicio de Dios,
viviente, más recta y válidamente ins si precipitándose, no tuvieren en mu
truye los hombres, que si sepan y ten cho culpar a unos y relevar de culpa a
gan noticia de los hechos de los pasa otros contra la verdad y justicia, por
dos. Si las imágenes y figuras que ha los danos que dello, no sólo a personas
cen los artífices despiertan los ánimos particulares, pero a los reyes y a los
de los hombres a hacer lo que aquéllos, reinos pueden nacer, como arriba se
cuyas son, hicieron (como dice Francis- dijo. Concluyendo, pues, las utilidades
^ Paricio en el libro 2 .®, tractado 1 0 ,° que traen consigo las verdaderas histo
regimine Principum), mucho más rias confírmase todo lo dicho por sen
los despertará la historia, que los áni tencia de Sant Hierónimo, el cual, en
FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
el prólogo óe la Biblia, dice que el fingiendo cosas vanas, sólo por delei.
libro del Paralipómenon, tal es y de tar los oyentes o leyentes, y otros, que
tanta estima digno, que si alguno qui aunque en ellas se hallaron, pero delio
siese sin él alcanzar la ciencia de las por lisonjear y excusar los romanos
Escripturas, él a sí mismo debría bur dello por odio de los hebreos, ponían
lar y escarnecer; y asigna la razón, en escripto cosas falsas, infamatorias y
porque en cada nombre y juntura de de vituperio contra el pueblo judaico
palabra de aquel libro se tocan muchas las cuales sin fundamento de verdad
historias que no hay en los otros libros, dijeron. La causa también de escrebir
por cuya inteligencia se sueltan del contra Apión, gramático alejandrino,
Evangelio muchas cuestiones. dos libros, asigna Josefo (conviene a
Dionisio Halicarnaseo púsose a escre- saber) porque Apión y otros detrac
bir sus comentarios e historia de los tores impugnaban los libros que había
romanos, aunque hombre griego, por escripto de las antigüedades de aquel
causa de librar su griega nación del pueblo, añidiendo muchas y diversas
error en que estaban, estimando a los blaíií’emlas, que parecía mucho derogar
romanos por bárbaros, y el origen de el verdadero culto divino. Una dellas,
los primeros pobladores de Roma ha entre muchas, era que veneraban o ado*
ber sido gente vil y no Ubre, y porque raban una cabeza de un asno y con
no se despreciasen ser súbditos suyos, toda devoción la servían, lo cual decía
como lo eran, juntamente comunican ser descubierto cuando el rey Antíoco
do a sus griegos la noticia de las vir despojó el templo y fué hallada (diz
tudes y hazañas romanas, los cuales de que) la cabeza del asno envuelta o es
lectos e ignorancia o errores, por falta maltada en oro fino. Esta maldad, por
de fiel y copioso historiador, los grie muchas razones y antiguas historias de
gos padecían. Adhuc enim ignorata est los gentiles, prueba Josefo ser falsísi
Graecis pene omnibus vetus illa Roma mo. Todo lo suso referido toca Jose
norum historia et opiniones minime ve fo en el proemio de los libros De an
rae, ut ex temerariis rumoribus na tiquitatibus: Harum itaque quas prae
tae, eorum pleroscfue decipiunt, errores dixi causarum duae novissimae scilicet,
quosdam sine lare barbaros ac ne libe necessitas et communis utilitas, mihi
ros quidem eius urbis conditores fuisse. etiam provenerunt narrare; coactas
Rt infra : lias certe faUas, ut dixi, opi sum propter eos qui veritatem in ipsa
niones animis civium meorum ut exi conscriptione corrumpunt, etc. Et in
mam, pro eisqiie veias reponam, de proemio libri De bello iudaico, aitJ
conditoribus urbis quinam fuerint, his Quidam, non qui rebus interfuerint,
narrabo commentariis, etc. EI roman sed vana et incongrua narrantium ser
ce de«to está ya dicho, y dícelo en el mones auribus colligentes, oratorum
proemio de su historia. more perscribunt qui vero praesto fue
josefo de sí testifica que por las dos runt, aut Romanorum obsequio, aut
causas postreras, conviene a saber, por odio ludaeorum contra fidem rerutii
necesidad comnelido y por notificar faha confirmant; scriptist autem eo
grandes v señalados hechos, para pro rum partim accusatio partim laudatio
vecho de muchos, haber sido a escre- continetur, nusquam vero exacto fides
bir movido. La necesidad que le com reperitur, historiae; idcirco statid, etc.
pelió para escrebír ios libros de las an- Y cuasi al principio dei primer libro
íigíiedadcs de los judíos fue porque los Contra Apión: Quoniam vero niidtos
griegos denravaban la antigüedad de la video respicientes hlasphemiam,
nación judaica, afirmando que no eran rundam insane prolatam, et ea quae u
antiguos V ninguno de los historiadores me de antiquitate conscripta sunt non
antiguos hacía mención dellos. Y para credentes, putantes mendacium nos
componer los De bello iudaico, le for trum esse genus. Et parum infra:
zó que algunos, que en las guerras que omnibus his arbitratus sum oportere
Tito y Vespasiano contra los judíos tu me breviter haec dicta conscribere, etc.
vieron, no fueron presentes, escrebíau Y en el 2.° libro de aquella obra: ¿í
HISTORIA DE LAS INDIAS
¿e nostro templo blasphemias compo man<lo del verdadero Dios nuestro que
nere incongruas non se putant impie por haber recebido la fe todo aquello les
agere. Et infra: In hoc enim sacrario venía; pero yo, con celo de la casa de
Apion praesumpsit edicere, asini caput Dios determiné contra los tales errores y
collocasse Judaeos et eum colere ac dig^- blasfemias escrebir los libros de la Ciu
num facere tanta religione, etc. Todo dad de Dios'\ etc. Lo mismo afirmó en
esto dice Josefo mostrando las causas su prólogo Paulo Orosio a llí: Praece
que a escrebir le movieron. peras mihi uti adversus vaniloquam
Descendiendo también a los autores pravitatem eoruiii, qui alieni a Civitate
cristianos, así se movieron por necesi Dei ex locorum agrestium compitis et
dad de la defensa de la honra y gloria pagis pagani vocantur sive gentiles,
divina y por la grande utilidad de su quia terrena sapiunt, qui cum futuro
iglesia: Ensebio, a escrebir el libro De non quaerant, praeterita autem obli
temporibus; y él mismo y Rufino, la viscantur aut nesciant, praesentia tan
Historia eclesiástica, el uno a escrebilla tum tempora veluti malis extra solitum
y el otro a interpretalla, y la Tripartita infestatissima ob hoc solum, quod cre
Casiodoro, como allí parece por ellos. ditur Christus et colitur Deus, idola au
Por éstas, lo mismo Paulo Orosio sie tem minus coluntur, infajnant, etc.
te libros de historia compuso por ex “Manclásteme que escribiese contra la
hortación de San Agustín, para tapar vana maldad de los ajenos de la Ciudad
las bocas blasfemas de los gentiles ro de Dios, que por vivir en los rincones
manos, que se quejaban diciendo que y alearías o campos rxisticos de la gen
después que el imperio había la fe cris tilidad, paganos o gentiles se llaman,
tiana rescebido y desechado los ídolos los cuales, porque no saben otra cosa
había el imperio grandes infortunios que las cosas terrenas y las futuras del
padecido; en la cual historia, explican cielo no buscan, de lo pasado se olvi
do cuasi todas las miserias y calamida dan o no lo saben; tan solamente los
des en el mundo acaecidas, muestra evi tiempos presentes infaman, diciendo que
dentemente haber sido en ios tiempos porque se cree en Jesucristo y se ado
de su idolatría todos más infelices, y ra como Dios y los ídolos se hayan
haber gozado de más paz y menos an desechado, son más que nunca trabajo
gustias sostenido después de haber res sos, tristes y aflictivos” , etc., que escri
cebido y adorado a Cristo; por la mis be allí a la larga.
ma razón escribió los veinte y dos li Sed quorsum precor haec? Alguno
bros de la Ciudad de Dios San Augustin, dirá: ¿Dónde va a parar tanto y tan
como se ve por él en él 2.° libro, cap. 43, luengo discurso de prólogo, trayendo
de las Retractaciones, donde así dice: tantas cosas de originales antiguos? Digo
Interea cum Roma Gothorum irruptio que a poner los fundamentos y asignar
ne agentium sub Rege Alarico atque im las causas de todo lo que en esta Co-
petu magnae cladis eversa est, cuius rónica destas Indias propongo decir,
eversionem deorum falsorum multo va todo lo susodicho dirigido. La pri
rumque cultores quos usitato nomine mera es la final, y ésta que no haya
paganos vocamus, in christianam reli sido la causa primera de las cuatro su
gionem referre conantes, solito acerbius sodichas que al principio referimos, no
et amarius Deum verum blasphemare hay necesidad de persuadillo, pues la
coeperunt, unde ego exardescens zelo penuria de los vocablos, la humildad
domus Dei, adversum eorum blasphe del estilo, la falta de la elocuencia, se
mias vel errpres, libros de Civitate Dei rán dello buenos testigos. Que ni tam
scribere institui, ete. Haec ille. EI ro poco por la segunda, desto asigno algu-'
mance e s; “ Como en tiempo dei rey ñas conjeturas; una sea que soy cris
Alarico, rey de los godos, Roma dellos tiano, y con esto religioso, y viejo de
con gran estrago y matanza fuese des algunos más que de sesenta años, y tam
truida, los cultores de los ídolos falsos bién, aunque no por los proprios mé
dioses que llamamos paganos, echaban ritos, puesto en el número de los obis
^ culpa a la cristiana religión, blasfe pos. Las cuales calidades, twnsiderádas
10 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
por él, a quien la bondad divina con <los y ocupa la noticia, y que cuanto
servó hasta agora en su libre, natural, más breves fuesen tanto menor daño al
entero juicio, expender su tiempo y la espíritu de los leyentes haría. Y por
breve vida que le^resta, por agradar a que sin arar el campo de la materia
los hombres, que como sean mortales peligrosa que a tratar se ponían con
y pobres, aunque se llamen poderosos reja de cristiana discreción y pruden-
y ricos, no puedan a sí ni a los que <via, sembraron la simiente árida, silvá
placer les hicieren librar del rigor del tica e infructuosa de su humano y lem-
juicio divino, por la recta razón, y ma ]>oral sentimiento, por ende ha brota
yormente por la filosofía cristiana, oo do, producido y mucho crecido cizaña
les es permitido. Otro argumento o. con mortífera, en muchos y muy muchos,
jetura sea la misma obra, que dará de escandalosa y errónea ciencia y per
testimonio a los venirleros de que, para versa consciencia, en tanto grado, que
lisonjear a alguno, cuán poco cuidado por su causa la misma fe católica y las
yo haya tenido. Servirá el tercero para cristianas costumbres antiguas de la iini-
los presentes, conviene a saber, todos versal Iglesia y la mayor parle del li
aquellos que hubieren tenido noticia de naje humano hayan padecido irrepara
cómo los negocios destas Indias en sus ble detrimento. Y aclarando, la causa
dificultades y cuán sin lisonja de al destos inconvenientes fue : la ignoran
guno he proseguido. Resta, pues, afir cia del principal fin que en el descu
mar con verdad solamente moverme a brimiento destas gentes y tierras preten
dictar este libro la grandísima y últi de la divina Providencia; éste no es otro
ma necesidad que por muchos años a sino el que vestir le hizo nuestra carne
toda España, de verdadera noticia y de mortal, conviene a saber, la conversión
lumbre de verdad en todos los estadps y salud destas ánimas, al cual todo lo
della cerca deste Indiano Orbe, pade temporal necesariamente debe ser pos
cer he visto; por cuya falta o penuria puesto, ordenado y dirigido; ignorar
¡cuántos daños, cuántas calamidades, también la dignidad de la racional crea-
cuántas jacturas, cuántas despoblaciones tura, y que nunca del divino cuidado
de reinos, cuántos cuentos de ánimas fue tan desmamparada y destituida, que
cuanto a esta vida y a la otra hayan pe más singularmente no la proveyese que
recido y con cuánta injusticia en aques a toda la universidad de las otras iníe-
tas Indias, cuántos y cuán inexpiables riores criaturas. Por ende que no era
pecados se han cometido, cuánta cegue posible taí;i numerosa o innumerable
dad y tupimiento en las consciencias, y parte, como cupo a estas tan dilatadas
cuánto y cuán lamentable principio regiones de la naturaleza, de los hom
haya resultado y cada día resulte, de bres, hobiese de consentir que saliese
todo lo que agora he dicho, a los reinos naturalmente en toda su especie mom
de Castilla! Soy certísimo que nunca truosa, conviene a saber, falta de
se podrán numerar, nunca ponderar ni tendimiento y no hábil para el regí
estimar, nunca lamentar, según se de miento de la vida humana, pues en to
bria, hasta en el final y tremebundo das las otras especies de las cosas cria
día del justísimo y riguroso y divino das inferiores obra la naturaleza síem
juicio. pre o cuasi siempre y por la mayor
Veo algunos haber en cosas destas In parte, lo más y lo mejor y perfecto,
dias escripto, ya que no las que vieron, de lo cual apenas y rarísimas veces fa
sino las que no bien oyeron (aunque llece; cuanto más que como por toda
no se jactan ellos así dello), y que con la historia parecerá, ser de muy me
harto perjuicio de lá \erdad escriben, jores juicios y sustentar muy mejor po
ocupados en la sequedad estéril e in licía y regimiento, cuanto se puede ha
fructuosa de la superficie, sin penetrar llar entre infieles, que muchas otras na
lo que a la razón del hombre, a la cual ciones presuntuosas de sí mesmas y
todo se ha de ordenar, nutriría y edi menosprecian a éstas, será evidente-
ficaría; los cuales gastan su tiempo en Item, han ignorado otro necesario y ca
relatar lo crue sólo ceba de aire los ci- tólico principio, conviene a saber,
HISTORIA DE LAS INDIAS ]]
no hay, ni nunca kobo ¿generación ni ílos, con nuestras mismas obras procu
linaje, ni pueblo, ni lengua en todas las remos ser partícipes del efecto de su
gentes criadas (según de la misma Santa predestinación. Así lo dice San Augus-
Kscriptura se colige y del Santo Dio tín, 24 q., 3 cap. Corripiantur: Nes
nisio, 9.*^ cap., De caeleste hicrarchia, cientes enim quis pertineat ad praedes
Y de San Agustín, en la Epístola 99 a tinatorum numerum^ quis non perti
ÍEvodio) de donde, mayormente des neat, sic offici debemus charitatis affec
pués de la Encarnación y Pasión del tu, ut omnes velimus salvos fieri, etc.
Redentor, no se haya de coger y com Haec ille.
poner aquella multitud grande que uin- Hase llegado a ios susodiclios de
guno puede numerar, que San Juan fectos; carecer también de noticia de
vido, cap. 7.“ del Apocalipsi, que es las antiguas historias, no sólo las di
el número de los predestinados, que vinas y eclesiásticas, pero también mu
por otro nombre lo llama San Pablo chas profanas, que, si las leyeran, ho-
nierpo místico de Jesucristo e Iglesia bieran cognoscido, lo uno como no
o varón f>erfecto, y por consiguiente, liobo generación o gente de las pasadas
que también a estas gentes había de ni antes del diluvio ni después, por po
disponer la divinal Providencia en lo lítica y discreta que fuese, que a sus
natural, haciéndolas capaces de doctri principios no tuviese muclias faltas te
na y gracia, y en lo gratuito apareján rinas e irracionabilidades, viviendo sin
doles el tiempo de su vocación y con policía, y después de la primera edad
versión, como hizo y creemos que hará exclusive, abundase de gravísimos y ne
a todas las otras que son ajenas de su fandos delitos que a la idolatría se si
j^anta Iglesia, mientras durare el curso guen, y otras muchas, que hoy son bien
(le su primero advenimiento. De lo cual políticas y cristianas, que antes que la
San Ambrosio hace difusa disputa por fe se les predicase, sin casas y sin ciu
dos libros, a que intituló De vocatione dades y como animales brutos vivían.
omnium gentium, cuya sentencia en Y porque así como la tierra inculta no
suma, en el cap. 1 .® del primer libro, da por fruto sino cardos y espinas, pero
abajo tocaremos. Confírmalo San Au- contiene virtud en sí para que cultiván
gustín en muchos lugares de sus obras, dola produzca de sí fruto doméstico,
pero baste al presente referir lo que útil y conveniente, por la misma for
de la religión cristiana en este propó ma y manera todos los hombres del
sito dice, libro 10, capítulo último, De mimdo, por bárbaros y brutales que
civitate Dei: Haec est igitur animae li sean, como de necesidad (si hombres
berandae universalis via, id est, uni son) consigan uso de razón, y de las
versis gentibus divina miseratione con cosas pertenecientes a hombres capaci
cessa, cuius profecto notitia ad quos- dad tengan y así de instrucción y doc
rumque iam venit, et ad quoscumque trina, consiguiente y necesaria cosa es
ventura est; nec debuit nec debebit ei oue ninguna gente pueda ser en el mun
dici quare modo et quare sero, quo do, por bárbara e inhumana que sea,
niam mittentis consilium non est hu ni hallarse nación que, enseñándola y
mano ingenio penetrabile. Haec Augus doctrinándola por la manera que re
tinus. Cuyo romance, abajo, donde di je, quiere la natural condición de los hom
se declarará. Pues como debamos creer bres, mayormente con la doctrina de la
haber Dios predestinado algunos en fe, no produzca fructos razonables de
todas las gentes y en cada una dellas, y hombres, ubérrimos. Esto demuestra
tenerles guardado el tiempo de su voca bien Tulio en el proemio de la Retó
ción, salvación y glorificación, y no se rica vieja, diciendo a sí: Fuit quoddam
pamos cuáles son los escogidos, de tal tempus cum in agris homines passim
tnanera hemos a todos los hombres de bestiarum more vagabantur et sibi vic
estimar y sentir, juzgar, tractar y ayu- tu ferino vitam propagabant, nec ratio
oarles, que deseemos que sean salvos, ne animi quicquam, sed pleraque viri
y en cuanto en nosotros fuere, como si bus corporis administrabant. Nondum
uesemos ciertos todos ser predestina- divinae religionis non humani officii
t
12 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ratio, colebatur, non certos qiiisquam lugar, en el cual, lo segundo, con eila
inspexerat liberos, non ius aequabile misma y con dulces palabras, a las co-
quid utilitatis haberet acceperat. Ita sas útiles y honestas que saber Ies con
propter errorem atque inscitiam cacea venía, los indució; pero ellos lue
ac temeraria dominatrix animi cupidi- go, con su indolencia o soltura bestial
tas ad se explendam viribus corporis acostumbrada, comenzaron a resistir e
abutebatur perniciosissimis satellitibus. a reclamar. Mas después él, con su?
Quo tempore quidam magnus videlicet razones y gracioso decir, haciéndolos
vir et sapiens cognovit <[uae materia más atentos, y así, entendiendo y con
esset et quanta ad maximas res oppor siderando ellos mejor lo que les propo
tunas animis inesset hominum, si quis nía, consintieron en seguille, con ia
eam posset elicere et praecipiendo me cual industria, de fieros y crueles, los
liorem reddere; qui dispersos homines oonvertió en mansos, domésticos y hu.
in agris et in tectis silvestribus abditos mildes.”
ratione quadam compulit in unum lo Y añide más Tulio, que después de
cum el congregavit, el eos in unam persuadidos los hombres por manse
quamque reni inducens utilem atque dumbre y por dulces y eficaces pala
honestam primo propter insolentiam bras, mostrándoles las utilidades que
reclamantes, deinde propter rationem de vivir en uno ayuntados, edifican
atque orationem studiosius audientes do casas y constituyendo ciudades se
ex fibris et immanibus mites reddidit et les seguían, y los inconvenientes y da
niansiietos, etc. “ Fué cierto tiempo en ños que vitaban, fácilmente se ordena
el cual (dice Tullo) los hombres a cada ron en las costumbres y vida, y de su
paso vivían en los montes vida de bes voluntad se sujetaron a las leyes y a
tias, vagando de una parte a otra, y la observancia de la justicia; y así pa
con manjar de fieras se mantenían y no rece que aunque los hombres al prin
por razón se regían, sino de solas las cipio fueron todos incultos, y, como tie
fuerzas corporales se ayudaban; ni de rra no labrada, feroces y bestiales, pero
culto de religión ni de obras de huma por la natural discreción y habilidad
nidad tenían noticia ni cuidado; ni que en sus ánimos tienen innata, como
entre ellos había quien cognosciese sus los haya criado Dios racionales, siendo
proprios hijos, ni la utilidad que conte reducidos y persuadidos por razón y
nía en sí el dar a cada uno lo suyo; amor y buena industria, que es el pro
y así, por este error y poco saber o ma prio modo por el cual se han de mover
nera de bestialidad, señoreándose dellos y atraer al ejercicio de la virtud las
la ciega y temeraria cudicia, para hin- racionales criaturas, no hay nación al
chir y contentar su sensualidad, usa guna, ni la puede haber, por bárbara,
ban mal de las fuerzas corporales, co fiera y depravada en costumbres que
mo si fueran soldados dañosísimos, ha sea, que no pueda ser atraída y redu
ciendo agravio los unos que más podían cida a toda virtud política y a toda hu
a los otros tiue menos fuerzas alcanza manidad de domésticos, políticos y ra
ban. Pero en aquel tan defectuoso tiem zonables hombres, y señaladamente a
po bobo cierto varón, grande, sabio en la fe católica y cristiana religión, como
filosofía, que cognosciendo la fuerza y sea cierto que tenga mucha mayor efi
habilidad que iiaturalmente contienen cacia la evangélica doctrina para con
en sí los ánimos de los hombres, como vertir las ánimas, siendo como es don
sean racionales y dispuestos por natura concedido de arriba, que cualquiera ni*
para grandes cosas, consideró que te dustria y diligencia humana.
niéndose buena industria podrían ser Para ejemplo de lo dicho, muchas
atraídos a vivir según la razón de hom naciones podíamos señalar, pero baste
bres; el cual, lo primero que hizo íué traer sólo la de España: notorio es
atraer los que vivían desparcidos en los a los que son expertos en nuestras J
montes y en lugares escondidos, com ajenas historias, la barbárica simplie^'
peliéndolos con la misma razón a que dad y ferocidad no menos de la gente
se ayuntasen y conviniesen en un cierto española, mayormente la del Andalu-
HISTORIA DE LAS INDIAS 13
cer dellos todo lo que quisieron y quie oro , constituyó ia Sede Apostólica v
ren, tractando de una manera y por pudo lícitamente, por auctoridad de
un igual a todos, sin hacer diferencia Cristo, constituir a los reyes de Cas'i-
de sexo ni de edad, ni de estado o dig 11 a y I.eón por príncipes soberanos y
nidad, como por la historia será mani universales de todo este vastísimo in'.
fiesto. diano mundo, quedándose los naturales
De aquí también ha nascido no haber reyes y señores con sus mismos e in.
tenido escrúpulo ni temor de despojar mediatos señoríos, cada uno en su rei
y derribar los naturales reyes y señores no y tierra y con sus súbditos que de
de sus señoríos, estados y dignidades, antes tenía, recognosciendo por supe
que Dios y la naturaleza y el derecho co riores reyes y príncipes universales a
mún de las gentes hizo señores y reyes, los dichos señores serenísimos reyes ile
y que confirmó y autorizó la misma ley Castilla y León, porque así convino v
divina. Ignorando también el derecho fue menester por razón de la planta
natural, divino y humano, según las ción, dilatación y conservación de la íe
reglas y disposición de los cuales, se ha y cristiana religión por todas aquestas
de considerar la diferencia que hay de Indias, y no con otro ni por otro título.
infieles a infieles ser de tres diferentes Y cerca deste universal señorío han caí
maneras: ia una, que algunos hay o do muchos en otro pernicioso y dañable
puede haber, que nos tienen usurpados error, no menos que inexplicablemente
nuestros reinos y tierras injustamente; nocivo, opinando y creyendo insensi
otros que nos infestan, fatigan, impug blemente no se poder compadecer el
nan, no sólo inquietándose y preten dicho señorío universal con los inme
diendo turbar y deshacer el estado tem diatos de los naturales señores de los
poral de nuestra república, pero el es indios; lo cual hemos claro demostra
piritual evertiendo y derrocando, en do en tratado especial que cerca dello
cuanto pueden de principal intento, compusimos mediante la gracia divina.
nuestra sant.i fe, cristiana religión y a Pensando, pues, y considerando yo
toda la católica Iglesia; otros, que iii muchas veces morosamente los defectos
algo jamás nos usurparon, ni algo ja y errores que arriba quedan dichos y
más nos debieron, nunca nos turbaron los no dísimulables dañosos inconve
ni ofendieron, nuestra cristiana religión nientes que dellos se han seguido y cada
nunca supieron oue fuese, ni si ella o día se siguen, porque de la relación
nosotros fuésemos en el mundo jamás verídica del hecho nasce y tiene origen,
tuvieron noticia, viviendo en sus pro según dicen los juristas, el derecho, qui
prias y naturales tierras, reinos, distin se ponerme a escrebir de las cosas máí
tísimos de los nuestros, suyos. De aquí principales, algunas que en espacio de
es que con estos tales, donde quiera y sesenta y más años por mis ojos be
cuando auiera que se supieren y halla visto hacer y acaecer en estas Indias,
ren en todo el Universo Orbe (y con estando presente en muchas y diversas
cuantos v cuan graves y gravísimos pe partes, reinos, provincias y tierras dcllas,
cados de idolatría y de otra cualquiera y también las que son públicas y noto
nefanda ennecie que tengan), ninguna rias, no sólo en acto pasadas, pero muy
cosa tenemos míe hacer, sino sólo en muchas en acto siempre permanentes-
cuanto los debemos amoro-^a v pacifica Por manera, que así como [no] sp pue
V cristiana, que es caritativamente, co de negar ser el sol claro cuando no tie
mo quisiéramos nosotros ser atraídos, nen nubes los cielos a mediodía, pot
traer o atraer a la santa fe por la dul la misma semejanza no puede algu®^
zura, suave y humilde y evangélica pre rehusar con razón de conceder hacerse
dicación, según la forma eme para nre- hoy, que es el año de 1552, las misui^®
dicar el Evangelio, Cristo, nuestro Maes calamitosas obras que en los tiempua
tro v Señor, deió en su Iglesia estable pasados se cometían, y si algunas re^^
cida V mandadai v dest^ *“ST>ecie ter riere. por los ojos no vide, o q
cera son todos los indios destas nuestras las vide y no bien delias me acuerdoí
océanas Indias. Para este fin, v no por O q u e la s o í, p ero a d iv e r so s, y ^
HISTORIA DE LAS INDIAS 15
versas maneras me las dijeron, siempre tos. Lo sexto, por librar mi nación es
t-onjeturaré por la experiencia larguí pañola del error y engaño gravísimo y
sima que de todas las más dellas tengo, perniciosísimo en que vive y siempre
lo que con mayor verisimilitud ilegar- hasta hoy ha vivido, estimando desLas
-e a la verdad me pareciere. Quise to océanas gentes faltalles el ser de hom
mar este cuidado y acometer entre mis bres, haciéndolas brutales bestias inca
otras muclias ocupaciones este trabajo, paces de virtud y doctrina, depravando
no poco grande, lo primero y principal, lo bueno que tienen y acrecentándolos
por ia honra y gloria de Dios y inanifes- lo malo que hay en ellas, como incul
tanión de sus profundos y no escruta- tas y olvidadas por tantos siglos, y a
bies juicios y ejecución de su rectísima ellas, en alguna manera, dalles la ma
p infalible divina justicia y bien de su no, porque no siempre, cuanto a la
universal Iglesia. Lo segundo, por la opinión falsísima que dellas se tiene,
utilidad común, espiritual y temporal, aterradas como lo están y hasta los abis
que podrá resultar para todas estas in mos, permanezcan abatidas. Lo séptimo,
finitas gentes, si quizá no son acabadas por templar la jactancia y gloria vaní
primero y antes que esta historia del sima de muchos y descubrir la injus
todo se escriba. Lo tercero, no por dar ticia de no pocos, que de obras vicio
sabor ni agradar o adular a los reyes, sas y execrables maldades se gioríaní,
sino por defender la honra y fama real como se pudieran arrear varones heroi
de los ínclitos reyes de Castilla, porque cos de hazañas ilustrísimas, porque se
los que supieren los irreparables daños cognozcan y distingan para utilidad de
y quiebras que en estas vastas regiones, los venideros los males de los bienes y
provincias y reinos han acaecido, y del de las virtudes los grandes pecados y
cómo y por qué y las causas otras que vicios nefandísimos. Y que yo repren
en ellos lian intervenido, no tuvieren da y abomine las cosas muy erradas de
noticia de los que los Reyes Católicos los españoles, nadie se debe maravillar
pasados y presentes siempre mandaron ni atribuillo a asperezas o a vicio, por
proveer y proveyeron y el fin que pre que, según dice Polibio en su Historia
tendieron, creerán o sospecharán o juz de los romanos^ primero libro : “ El que
garán que por falta de providencia real toma oficio de historiador, algunas ve
o de justicia en los reyes debieron de ces a los enemigos debe con sumas ala
haber sucedido. Lo cuarto, por el bien banzas sublimar, si la excelencia de las
y utilidad de toda España, para que obras que hicieron lo merece, y otras
eognoscido en qué consiste el bien o el veces a los amigos ásperamente impro
Mal destas Indias, entiendo que cug- perar o reprender, cuando sus errores
noscerá la consistencia del bien o del son dignos de ser vituperados y repren
mal de toda ella. Lo quinto, por dar didos.” At eum qui scribendae kisto-
claridad y certidumbre a los leyentes riaCy rnunus susceperit^ omnia huiusce-
de muchas cosas antiguas de los prin modi moderari decet, et nonnumquam
cipios que esta máquina mundial fue summis laudibus extollere inimicos cum
descubierta, cuya noticia, dará gusto sa rei gestae eorum ita exigere videntur;
broso a los que Jas leyeren; y con certi interdum amicos necessariosque repre
ficación esto afirmo, que no hay hoy hendere, cum errores eorum digni sunt
vivo hombre, sino sólo yo, que pueda qui reprehendatur. Haec ille. Lo octavo
como ellas pasaron y tan por menudo y último, para manifestar, por diverso
referillas, y de otras también muchas camino que otros tuvieron, la grandeza
que pocos las han escripto, o no con >■ numerosidad de las admirables y pro
aquella sincera fidelidad que debían, digiosas obras que nunca en los siglos
qmza porque no las alcanzaron, o por ya olvidados haberse obrado creemos.
que no las vieron, o con demasiada te Todo, empero, enderezado a fin que
meridad de las que debieran, o infor ])or el cognoscimiento de las virtuosas,
mados de los que las corrompieron, si algunas bobo, los que vivieren, si el
fueron Causa que hoy en sus escriptos mundo mucho durare, se animen a las
se hallen muchos e intolerables defec imitar, y también por la noticia de las
]6 FRAY BARTOLOMK DE i,-\S CASAS
culpables y de los castigos divinos y fin ellas dijo tocante a io^ principios fué
desastra<lo que los que las perpetraron con diligem-ia del ini>mo Almirante,
hobieron, teman los hombres de mal descubridor primerí>. a quien hahl<i
obrar, pues como dijo arriba Diodoro, muchas \eces. v de los que fueron en
cosa hermosa es de lo que los pasarlos su compañía, inquirido y de los demás
erraron a])reiider corno debemos orde que aquello.^ a los principios hi
nar la vida, según miiclios la suya or cieron; en las otrae cosas que pertene
denaron. cen al discurso y j)rogrceo dcstas Indias
y asi en el primero y s(?giindo moti hartas falsedades sus Décftrlas contienen.
vos sigo a Egisipo, Eutropio y Ensebio, Arnér¡<<> <la tc-^linionin de lo que vido
a Paulo Orosio, a Justino y a los <lc- en lu', i!n>> ^iilic- (juc a nuestras In
más fieles historiadores, con San Aii- dio- hizo, aunque circuii>tiUicius parece
gustín. En el tercero, pretendo eí fin haber callado, o a sabíemlits. o porque
contrario de los griegos y de algunos no miró en ellas, por las cuales algu
de nuestros tiempos, que han escrijiio nos Ip a]di<an lo que a otros se debe,
cosas vanas y falsas destas Indias, no y dcfrainlallos tlclh» no se de.bría; esto
menos corruf>tas que fingidas. En el en -US jugares niostrarcmos. De todos
cuarto y séptimo imito a Marcos Catón los demás que han cscr¡(>tc» en latín no
y a Josefo, los cuales por el bien de sus es de ha<'cr caso alguno, porque, cuan
naciones a las trabajosas velas de es- to ilístanles en lugares y lengua y na
crebir se ofrecieron. En el quinto, a ción han sido, tantos errores y dispa
Beroso y a Metástenes, que por cognos- rates varios pn .sus relaciones dijeron.
cer la incertidiimbre que habían tenido Y aunque l)a muchos años que comen
los otros escriptores a eausa de haber cé a cscrcbir esta historia, pero porque
escriplo lo que no vieron y mal digerir por mis grandes peregrinaciones y ocu
lo que habían oído, quisieron referir paciones no la lie podido acabar, y ett
a lo que se hallaron presentes, y lo que este tiempo han parecido algunos ha
con exacta y suma diligencia de lo que ber escripto, iior tanto, anteponiendo
antes de su tiempo había pasado su la piihlica utilidad a sus historias, per
pieron, como fue dicho. donarán .si íjescubríese sus defectos,
Y así, en referir las cosas acaecidas pues se pusieron a escrebir afirmando
en estas Tndias, mayormente aquellas lo que no supieron.
que tocan a los primeros descubrimien E"n lo sexto, quiero asemejarme a
tos dellas, y lo que acaeció en esta Es Dionisio Halicarnaseo, y eo el octavo,
pañola y en las otras sus comarcanas a, Diodoro y al mismo Dionisio, a Jos
islas, ninguno de los que han escripto cuales, al menos en esto, soy cierto ex-
en lengua <‘astellana y latina, hasta el cedellos, que sí el uno veinte y dos
año de 1527, que yo comencé a escre- años, y el otro treinta, vieron y estu
birlas, vido cosa de las que escribió, ni diaron lo que escribieron, yo, muy po
cuasi bobo entonces hombre de los que cos menos días, según dije, .de sesenta
en ellas se hallaron que pudiese deci y tres años (a Dios sean dadas inmensas
llas, sino que todo lo que dijeron fué gracias, que me ha concedido tan larga
cogido y sabido, como lo que el refrán vida), porque desde cerca del año de
dice, “de luengas vías”, puesto que de 500 veo y ando por aquestas Indias y
haber vivido muchos días (no tantos cognozco lo que escribiere; a lo cual
como dicen viviendo), en estas tierras, pertenecerá, no sólo contar las obras
hacen algunos dellos mucho estruendo, profanas y seglares acaecidas en tais
y así no supieron más dellas, ni más tiempos, pero también lo que tocare a
crédito debe dárseles que si las oyeran las eclesiásticas, entreponiendo a veces
estando absentes en Valladolid o en Se algunos morales apuntamientos y ha
villa; de los cuales, cerca destas pri ciendo alguna mixtura de la cualidad,
meras cosas, a ninguno se debe dar más naturaleza y propriedades destas regio
fe que a Pedro Mártir, que escribió en nes, reinos y tierras y lo que en eí con
latín sus Décadas, estando aquellos tienen, con las costumbres, religión, ri
tiempos en Castilla, porque lo que en tos, cerimonias y condición de las gen-
HISTORIA DE LAS INDIAS
les naturales tlella», colejaiulo las de nistros.—Cóm o tim e sus tiem pos y sazón d e
otras muchas naciones con ellas, tocan- terminados pora el llam am iento y salud de
sus predestinados.— Cómo Jiadie debe m ur
jo las veces que pareciere lo a la mate murar por qué antes o p o r qué después lla
ria de la cosmografía y geografía con mó a linas y d ejó a otras naciones, y cómo
cerniente; cuya noticia a muchos, y siem pre acostumbró enviar el remedio de
mayormente a los príncipes, se cognos las ánim as, cuando más corruptas y más in
ficionadas en pecados y m ás olvidadas p a
ce ser prov'echosa, según de los sabios recía que estaban del divino javin-, puesto
antiguos fue conforme sentencia; y así que nunca d ejó, por diversas vías, con sus
esta corónica podrá engendrar menos influencias generales, de socorrer en todos
fastidio y mayor apetito de ser prose los tiempos y estados a todos los hombres
del mundo.
guida por los oyentes. Ponerse han al
gunas palabras o sentencias en latín,
precediendo o j)osponiendo en suma su En el principio, antes que otra cosa
sentido, por ganar tiempo y excusar hiciese Dios, sumo y poderoso Señor,
prolijidad, en nuestra lengua. crió de nada el cielo y la tierra, según
Todo lo que hasta aquí se ha dicho que la Escriptura divina da teslimoiiio \
pertenece a las causas final y material cuya aiicloridad sohie])iija toda la soti-
desle libro; la formal dél comprende leza y altura dcl ingenio de los hom
rá seis partes o seis libros, las cuales bres el cielo, conviene a saber, el Em
contengan historia cuasi de sesenta píreo, cuerpo purísimo, sutilísimo, res
años, en cada uno refiriendo los acaeci plandeciente de admirable claridad, el
mientos de cada diez, si no fuere el fundamento del mundo, de todas las co
primero, que contará los de ocho, por sas visibles contentivo o comprensivo
que la noticia destas Indias no la tuvi Corte y Palacio Real, morada suavísima
mos sino en el año de 1492; si tuviere y habitación amenísima, sobre todas de
por bien la divina Providencia d.e alar leitable, de sus ciudadanos los espíritus
gar más la vida, referirse ha lo que de angélicos, a los cuales clara manifiesta
nuevo acaeciere, si digno fuere que en su gloria, porque aunque en todo lugar
historia se refiera. El auctor o causa esté por esencia, presencia y potencia,
eficiente della, después de Dios, es don empero, más familiarmente en el cíelo
Fray Bartolomé de las Casas o Casaus, se dice tener su silla imperial porque
fraile de Santo Domingo y obispo de allí muy más principalmente relucen los
la Ciudad Real, que se dice de los lla rayos de su divino resplandor, las obras
nos de Chiapa, en lengua de indios Za- de su omnipotencia, virtud y bondad, la
catlán, y es provincia o reino uno de refulgencia gloriosa de su jocundísima y
los que contiene la que hoy se nombra beatífica hermosura, pulquérrima y co-
la Nueva España; el cual, por la divi piosísimamente manifestando. De la cual
na misericordia, soy el más viejo de David, en espíritu y divina contempla
edad que más ha vivido quizá y de más ción colocado, admirándose clamaba;
“ jCuán amables, Señor, de las virtudes
tiempo gastado por experiencia que hoy
vive, si por ventura no hay uno o dos son tus palacios; deséalos mi ánima y
en todas estas occidentales Indias. Deo deseando desfallece considerándolos!”
gratias. Comienza la historia. por cierto, harto mayor felicidad sería
y será la morada en ellos de un día
que la de mil en las posadas, por ricas
que fuesen, de los pecadores.
CAPITULO PRIMERO Empero, de la tierra, de la cual nos
otros, de tierra terrenos, más noticia
Sn este cxcpítulo se toca le creación del cielo
y de la tierra.—Cómo Dios la concedió, con que de los cielos, por vista corporal al
todas las creaturas inferiores, al señorío del canzamos, queriendo escrebir, porque
hombre.—Cómo este señorío se amenguó por
el pecado.—El discurso que tuvieron los
hombres para se derramar por las tierras.— ^ Génesis, 1.'*
Cuán singular cuidado tiene de los hombres 2 A ugustinus , ibi.
la Providencia divina,—Cómo Dios mueve y 3 R ábanos, Basilius in Exameron.
inclina los hombres a las cosas que determi * IsAi, 66; M athet, f>.
na hacer aquello para que los toma por mi 5 Ps. 83.
18 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
della, la razón de las causas ya en el yendo peligros así como en las con
prólogo recontadas, induce a tratar, mutaciones o trueques y tractos que rei
sabemos por la misma autoridad sagra nos con reinos, provincias con provin-
da y porque así la experiencia lo ense cias, ciudades con ciudades, por mar
ña, haberla concedido el larguísimo y por tierra, llevando de lo que abun
Criador en posesión a los hijos de los dan y trayendo de lo que carecen, sue
hombres con el señorío e imperio de len tener, se colige, o también, usan
toda la universidad de las criaturas do del natural refugio, la fuerza con
que no jEuesen a su imagen y semejan fuerza resistiendo a los agraviantes y
za constituidas aunque después la buscando largura para se extender y
inobediencia y caída de nuestros padres distancia para estar seguros, fué nece
primeros, en pena y castigo de tan ne sario abrirse las puertas que la oscu
faria culpa, porque al precepto divino ridad del olvido y neblina de la anii-
fueron inobedientes, contra el tal se güedad cerradas tenía, descubriendo lo
ñorío, que según la orden de natura ignoto y buscando noticia de lo que no
leza les era debido, todas le sean rebel se sabía.
des, como la ferocidad y rebelión y Y puesto que aqueste discurso parece
molestias que a veces della padecemos haber sido el camino de los hombres,
nos io testifican por el cual gentes a gentes se han mani
La cual, primero (la tierra digo), en festado, por que éstas pueden, suelen
la primera edad del mundo, del primer ser y son las causas que por natura
hombre, y después del diluvio en la mueven los apetitos a, dejadas sus pro
segunda, de los ocho que el arca libró, prias patrias, en las ajenas ser pere*
multiplicado y extendido o derramado grinos, pero más con verdad creer y
el linaje humano cumpliendo el se afirmar converná que Aquél que crió
gundo natural divino mandado, £ué lle y formó el Universo, que con suavidad
na y ocupada de sus moradores, y tan todas las cosas criadas gobierna y dis
to sucesivamente en sus remotas partes pone, y todo para utilidad y salud del
de los hombres más frecuentadas, cuan fin por quien todas las hizo, que es el
to según su crecimiento y propagación hombre, con el cuidado que con su uní-
ella menos capaz por la multitud de versal providencia de su perfección, no
la gente y de los ganados se Ies hacía ®; solamente en lo que toca al espíritu,
y por este camino la longura y diutur- pero aun a lo que concierne lo humano
nidad de los tiempos desparciendo y y temporal, siempre tiene, levanta e
alejando por las regiones distantes los inclina y despierta los corazones a que
linajes y parentelas, no solamente fue pongan en obra lo que él para la nobi
causa de grandes y muchas y diversas lísima y suma perfección y total hermo
naciones, más aún también con el cog- sura de la universidad de las creaturas
noscimiento de tal manera negó la me (que en la diferencia y variedad y com-
moria, de los que, de pocos, en número pustura y orden de sus repartidas bon
infinito habían procedido, ya fuesen he dades consiste) tiene, desde antes
chos del todo tan extraños que ni ellos que hobiese siglos, en su mente divina
ni sus habitaciones se creyesen ser. en proveído; y porque los hombres, como
el mundo Pero creciendo cada día no sean la más vil parte del Universo,
más y más la humana industria, curio antes nobilísimas creaturas y
sidad y también la malicia y ocu quien toda (como se ha tocado) la otra
rriendo eso mismo a la vida frecuencia máquina mundial ordenó, por una es
de necesidades o de evitar males, o bus pecial y más excelente manera de la di
cando el reposo de adquirir bienes, bu- vinal Providencia y, si se puede su
frir decirse, de principal intento sean
Génes., l.o, S. Jho., 1, 9, 96; 2.“
A ccü sti , libro De Civitate Dei, 12 B oetius , lib, 3, prosa 11.«, De Consola
Genes,, tio n e ,
Genes, 15 A u gusti , lib. 11, cap. 4, ubi s».
A ugusti, lib . 16, c. 6, et 7 ubi s*. 14 B oetius , lib. 1, metro 5.®, et Abiosw
“ A ristotel, 1.^ Metkaphisica, lib . De Pomo.
HISTORIA DE LAS INDIAS V)
sen y patria dellas. Fue, pues, este va- mina cometer, según asaz parece por
róa escogido de nación ginovés, de al- muchas partes de la Sagrada Escriptura,
aún lugar de la provincia de Genova; \ el Filósofo, en el 4.° de la Metajísica,
cuál fuese donde nasció o qué nombre dice que los nombres deben convenir
tuvo el tal lugar, no consta la verdad con las propriedades y oficios de las
(lello, más de que [se] solía llamar, an cosas. Llamóse, pues, por nombre, Cris
tes que llegase ai estado que llegó, tóbal, conviene a saber, Christum /e-
Cristóbal Columbo de Terra-rubia, y lo rans, que quiere decir traedor o lleva
mismo su hermano Bartolomé Colón, dor de Cristo, y así se firmaba él algu-
(le quien después se liará no poca men ñas veces; corno en la verdad él haya
ción, Una historia portoguesa que es sido el primero que abrió las puertas
cribió un Juan de Barros, portogués, deste mar Océano, por donde entró y
que llamó Asia, en el lib. cap. II él metió a estás tierras tan remotas y
de la primera década, haciendo men reinos hasta entonces tan incógnitos a
ción deste descubrimiento, no dice sino Nuestro Salvador Jesucrlsio y a su ben
que, según todos afirman, este Cristó dito nombre; el cual fué qnc an
bal era ginovés de nasción. tes que otro diese noticia de C risto v
Sus padres fueron personas notables, hiciese adorar a estas innúmeras v tan
en algún tiempo ricos, cuyo tracto o ma tos siglos olvidadas naciones. Tuvo por
nera de vivir debió ser por mercaderías sobrenombre Colón, que quiere decir
por la mar, según él mismo da a en poblador de nuevo, el cual sobrenom
tender en una carta suya. Otro tiempo bre le convino en cuanto por su indus
debieron ser pobres por las guerras y tria y trabajos fué causa que descu
parcialidades que siempre bobo y nun briendo estas gentes, infinitas ánimas
ca faltan, por la mayor parte, en Lom- dellas, mediante la predicación del
bardía. El linaje suyo dicen que fué Evangelio y administración de los ecle
generoso y muy antiguo, procedido de siásticos sacramentos, hayan ido y va
aquel Colón de quien Cornelio Tácito yan cada día a poblar de nuevo aque
tracta en el lib. 1 2 , al principio, dicien lla triunfante ciudad del cielo. Tam
do que trujo a Roma preso a Mitrída- bién le convino, porque de España tru
tes, por lo cual le fueron dadas insig jo el primero gente (si ella fuera cual
nias consulares y otros privilegios por debía ser) para hacer colonias, que son
el pueblo romano en agradecimiento de nuevas poblaciones traídas de fuera,
sus servicios. Y es de saber, que anti que puestas y asentadas entre los natu
guamente el primer sobrenombre de su rales habitadores destas vastísimas tie
linaje dicen que fué Colón; después, rras, constituyeran una nueva, fortísl-
el tiempo andando, se llamaron Colom- ma, amplísima e ilustrísima cristiana
bo3 los sucesores del susodicho Colón Iglesia y felice república.
romano o capitán de los romanos; y Lo que pertenecía a su exterior per
destos Colombos hace mención Antonio sona y corporal disposición, fué de alto
Sabélico, en el lib. 8 de la década 1 0 , cuerpo, más que mediano; el rostro
folio 168, donde tracta de dos ilustres luengo y autorizado; la nariz aguileña;
varones ginoveses que se llamaban Co los ojos garzos; la color blanca, que
lombos, como abajo se dirá. tiraba a rojo encendido; la barba y ca
Pero este ilustre hombre, dejado el bellos, cuando era mozo, rubios, pues
apellido introducido por la costumbre, to que muy presto con los trabajos se
quiso llamarse Colón, restituyéndose al le tornaron canos. Era gracioso y ale
vocablo antiguo, no tanto acaso, según gre, bien hablado, y, según dice la su
es de creer, c lanto por voluntad divi sodicha historia portoguesa, elocuente
na, que, para obrar lo que su nombre y y glorioso, dice ella, en sus negocios.
^breuombre significaba, lo elegía. Sue Era grave con moderación, con los ex
le la divinal Providencia ordenar que traños afable, con los de su casa suave
Se pongan nombres y sobrenombres a y placentero, con moderada gravedad
las personas que señala para se servir y discreta conversación, y así podía
conformes a los oficios que Ies deter- provocar los que le viesen fácilmente
14
22 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
acaeció que el rey Reytieí, que Dios de ciertos árboles. En otra parle, dice
tiene, me envió a Túnez para prender haber andado veinte y cinco años'en ia
la galeaza Fernandinai y estando ya so mar, sin salir della tiempo que §e deba
bre la isla de San Pedro, en Cerdena, de contar, y que vido lodo el Levante
me dijo una saltía que estaban con la y Poniente. En otra parte, dice; ‘’Yo
dicha galeaza dos naos y una carraca; me he hallado traer dos naos y dejar
por lo cual se alteró la gente que iba la una en el Puerto Sánelo a hacer un
conmigo, y determinaron de no seguir poco (sic) % en que se detuvo un día,
el viaje, salvo de se volver a Marsella e yo llegué a Lisboa ocho días antes
por otra nao y más gente. Yo, visto que que ella, porque yo llevé tormenta de
no podía sin algún arte forzar su vo viento de Sudeste, y ella no siniió sino
luntad, otorgué su demanda, y mudan poco viento Nornordeste, que es con.
do el cebo del aguja, di la vela al tiem trario, etc.”
po que anoehecía, y, otro día, al salir De todas estas cosas ya dichas parece
del sol, estábamos dentro del cabo de la gran pericia, práctica y experiencia,
Carthagine, tenido todos ellos por cier estudio y solicitud que tuvo Lrislóbal
to que íbamos a Marsella, etc.’' Colón de las cosas de la mar, y ios fuii-
En unas anotaciones qne hizo de cómo damentos y principios y teórica que se
todas las cinco zonas son habitables, requiría para ser doctísimo en las al-
probándolo por experiencia de sus na turas y en todo lo que concierne al arte
vegaciones, dice así: “ Yo navegué el de navegar, de los cuales, quien care
año de cuatrocientos y setenta y siete, ce, muchas veces en las navegaciones
en el mes de hebrero, ultra Tile, isla, podrá errar y errará, como vemos
cien leguas, cuya parle austral dista del cuántos yerros hacen y daños que cau
equinoccial setenta y tres grados y no san los pilotos en la navegación destas
sesenta y tres, como algunos dicen, y Indias, porque cuasi no aciertan sino
no está dentro de la línea que incluye acaso; y así creemos que Cristóbal Co
el Occidente, como dice Ptolomeo, sino lón en el arte de navegar excedió .sia
mucho más occidental. Y a esta isla, alguna duda a todos cuantos en su
que es tan grande como Inglaterra, van tiempo en el mundo había, porpe
los ingleses con mercadería, especial Dios le concedió complidamenle más
mente los de Bri*tol, y al tiempo que yo que a otro estos dones, pues más que
a ella fui no estaba congelado el mar, a otro del mundo eligió para ia obra
aunque había grandísimas mareas, tan más soberana que la Divina Providen
to que en algunas partes dos veces al cia en el mundo entonces tenía.
día subía veinte y cinco brazas y des Bien parece por lo dicho cuán ocu
cendía otras tantas en altura.” Es bien pado siempre anduvo Cristóbal Colón
verdad que Tile, la de Ptolomeo, está antes que tratase deste- descubrimiento,
donde él dice, y que a ésta la llaman y aun más abajo mejor parecerá, y có
los modernos Frislanda', y más ade mo hobo bien menester todo aquel
lante, probando que la equinoccial fue tiempo que vivió para ello. De donde
se también habitada, dice así el Almi asaz bien se sigue no haber bien dicho
rante t “Yo estuve en el castillo de la Agustín Justiniano, el cual, en una co
Mina del Rey de Portogal, que está lección que hizo del Psalterio en cua
debajo de la equinoccial, y así soy buen tro lenguas, sobre aquel verso: fn om
testigo que no es inhabitable como di nem Terram exivit sonus eorutn, etc., y
cen.” Haec ille. En otras partes de sus despues en su Crónica^ dice que Cris
escriptos afirma haber muchas veces tóbal Colón tuvo oficio mecánico, lo
navegado de Lisbona a Guinea, y que cual parece difícil e cuasi im p o s ib le
notó con diligencia que el grado res haber sido, si no fuese como acaece a
ponde en la tierra a cincuenta y seis muchos buenos y hijos de buenos huir
millas y dos tercios. En otra parte, hace se de sus padres cuando muchachos y
mención haber navegado a las islas del
Archipiélago, donde en una dellas, que 2 A sí en e l o r ig in a l; q u iz á jaltah a
llama Erixión, vido sacar almáciga *de agua” .
HISTORIA DE LAS IN D IA S 25
asentar en otras tierras por algún día, y momento y a la sazón que tiene dis
hasta ífne son hallados con algún ofi puesto, y no antes ni después, para lo
cial. Pero aun para esto parece no !ia- cual dispone y rodea y ofrece las oca
ber tenido tiempo, cuanto más, que aún siones, y porque para derramar el ro
el mismo Agustín Justiniano se contra cío de sus misericordias sobre aquestas
dice en la dicha colección del Psalterio, naciones, al menos las que determinó
diciendo estas palabras : “ Este Cristó desde antes de los siglos salvar, se iba
bal Colombo, habiendo en sus tiernos ya apropincuando, y una dellas era
años aprendido los principios de doc traer a Cristóbal Colón a España, por
trina, cuando ya fue mancebo se dio ende, para que se sepa, ponernos de
al arte de la mar y pasó a Lisboa, en su venida en el presente capítulo la
Portugal, donde aprendió las cosas de razón.
cosmografía, etc.” Por las cuales pala Como fuese, según es dicho, Cristó
bras y por otras que allí añide, parece bal Colón, tan dedicado a las cosas y
que aun el mismo Justiniano lo ocupa ejercicio de la mar, y en aquel tiempo
de tai manera que no le deja tiempo anduviese por ella un famoso varón,
alguno para en que se pudiese ocupar el mayor de los corsarios que en aque
en arte alguna mecánica; cuanto más, llos tiempos había, de su nombre y li
que como abajo quizá se tocará, el di naje, que se llamaba Colombo Junior,
cho Justiniano dice otras y no pocas a diferencia de otro que había sido
cosas, por las cuales parece haber es- nombrado y señalado antes, y aqueste
cripto como escriptor que a tiento escri Junior trújese gran armada por la mar
be o mal informado, muy contrarias de contra infieles y venecianos y otros ene
la verdad. Y porque la señoría de Geno migos de su nación, Cristóbal Colón de
va tiene comprobada la verdad cuanto terminó ir e andar con él, en cuya com
ha sido posible, y halló que el Justiniano pañía estuvo y anduvo mucho tiempo.
había excedido en su historia, así por de Este Columbo Junior, teniendo nuevas
cir cosas que no son verdad, como en que cuatro galeazas de venecianos eran
alguna manera abatiendo el oficio y, pasadas a Flandes, esperólas a la vuel
por consiguiente, perjudicando a una ta entre Lisboa y el Cabo de San Vi-
persona tan digna y a quien tanto debe ceinte para asirse con ellas a las ma
toda la cristiandad, por público decre nos. Ellos juntados, el Columbo Junior
to (según tengo entendido) ha prohibi a acometerlos y las galeazas defendién
do que ninguno sea osado de tener ni dose y ofendiendo a su ofensor, fue tan
leer la dicha Crónica de Justiniano, terrible la pelea entre ellos, asidos unos
mandando recoger todos los libros y con otros con sus garfios y cadenas de
traslados que della hobiere, porque a hierro, con fuego y con las otras ar
manos de nadie pueda llegar. mas, según la infernal costumbre de las
guerras navales, que desde la mañana
hasta la tarde fueron tantos los muer
tos, quemados y heridos de ambas par
CAPITULO IV tes, que apenas quedaban (sic) quien de
todos ellos pudiese ambas armadas, del
el cual se^ tracta d e la o c a s ió n q u e se o/re- lugar donde se toparon, una legua mu
cío a Crí.síá5al C o ló n p a r a v e n ir a E sp a ñ a y dar.
como se casó en P o r to g a l, y d e l p r im e r p r in
cipio d e l d e scu b rim ie n to d e s ta s I n d ia s ; e in Acaeció que la nao donde Cristóbal
cidentemente d e cóm o y c u á n d o fu e ro n d es- Colón iba o lleva[ba] quizá a cargo y la
cubiertas la I s la d e la M a d e ra y la d e l P u er-
io Sancto, q u e está c a b e e lla , y có m o la s d es-
galeaza con que estaba aferrada se en
t ? «ywdó a d e sc u b r ir e l su e g r o d e l d i cendiesen con fuego espantable ambas,
cho Crtsíohíií C olón . sin poderse la una de la otra desviar; los
que en ella quedaban aún vivos, nin
Y porque, como arriba se ha toca- gún remedio tuvieron sino arrojarse a
0, las cosas que Dios determina efec la mar; los que nadar sabían, pudie
tuar se han en fin de comenzar y me- ron vivir sobre el agua algo; los que
y concluir ai tiempo y al punto no, escogieron antes padecer la muerte
26 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
del agua que la del fuego, como más infante D. Juan de Portogal, hijo del
aflictiva y menos sufrible para la espe rey Don Juan I de Portogal (como pare-
rar. F1 Cristóbal Cotón era muy gran ce en la primera década, lib, cap
nadador y pudo haber un remo que a en la historia de Asia, que escribió Juan
ratos le sostenía mientras descansaba, de Barros en lengua portoguesa), y por-
y así anduvo Itasla llegar a tierra, que que era )^a muerto, pasóse a la casy
e'^taría poco más de dos leguas de don de su suegra.
de y adonde habían ido a parar las naos Andando días y viniendo días, coc-
con su ciega y desatinada batalla. Des- nosció la suegra ser Cristóbal Colón in.
ta pelea naválica y del dicho Columbo diñado a cosas de la mar y de cosmo
junior hace mención el Sabéíioo en su grafía, porque a lo que los hombres
Corónica, fi'’ libro de la 10^ década, se intdinan, noches y días querrían de-
hoja 168, donde tracta qne en ei tiem 11o tratar, y Vehementes deben ser lo-
po de la elección de Maximiliano, hijo cuidados y urgentes las ocupaciones
de Federico emperador, por rey de Ro que del ejercido y obra o habla de
manos. fné enviado por embajador de aquello los puedan del todo estorbar:
la Señoría de Venecia Jerónimo Dona así que, entendido por la suegra su in-
to a Portogal, para que en nombre de dinadón, contóle cómo su marido Pe-
la Señoría hiciese gracias al rey porque restrdlo bahía sido también persona que
a los galeotes y remadores de las suso tuvo inclinación a las cosas de la mar.
dichas cuatro galeazas desbaratadas los V que había ido por mandado del in
había vestido y dado ayuda de costa fante D. Enrique de Portogal, en coin-
para que se volviesen a sus tierras, etc. pauía de otros dos caballeros, a poblar
Así que llegado Cristóbal Colón a tie la la de Puerto Sancto, que pocos días
rra, a algún lugar cercano de allí, y liabia que era descubierta, y al cabo
cobrando algunas fuerzas del tullimien a él solo cupo la total población della,
to de las piernas de la mucha humidad y en ella le hizo mercedes el dicho in
del agua y de los trabajos que había fante. Y como entonces andaba muy
pasado, y curado también por ventura hirviendo la práctica y ejercido de los
de algunas heridas que en la batalla descubrimientos de la costa de Guinea
había reseebido, fuese a Lisboa, que no V de las islas que había por el mar
estaba lejos, donde sabía que había de Océano, y esperaba el dicho Bartolomé
hallar personas de su nación; y así Pere'trelio desde aquélla descubrir
tué, que siendo cognoscido por de la na otras, como se descubrieron, según aba
ción gínovesa y también quizá su lina jo en los capítulos 17 y los siguientes
je y sus padres, mayormente viendo su se dirá, debía tener instrumentos y es*
autorizada persona, le ayudaron a que cripturas y pinturas convinientes a la
pusiese casa, y hecha con él compañía, navegación, las cuales dio la suepa al
comenzó a acreditarse y restaurarse. dicho Cristóbal Colón, con la vista v
Pasando algunos días, como él fuese leyenda de las cuales mucho se alegró.
de buena disposición y no menos tu Con éstas se cree haber sido induoida
viese gentil presencia, y con esto no y avivada su natural inclinación a ma
le faltase la costumbre de buen cristia yor frecuenda del estudio y ejercicio
no, iba por la mayor parte a oír los di y leyenda de la cosmografía y astrolo
vinos oficios a un monasterio que se gia, y a inquirir también Ja práctica
decía de Sanctos, donde había ciertas y experiencia de las navegaciones y ca*
comendadoras (de qué Orden fuese no minos que por la mar hacían los por-
pude haber noticia), donde acaeció te togueses a la Mina del Oro y costa e
ner plática y conversación con una co Guinea, donde los portogueses, como
mendadora dellas, que se llamaba doña está tocado, empleaban su tiempo y
Felipa Moñiz, a quien no faltaba no sus ocupadones. Y como cada día mas
bleza de linaje, la cual bobo finalmen y con mayor vehemencia de imagina
te con él de casarse. Esta era bija de ción pensase, y, tomando su parte e
un iu'dfllgo cpie se llamaba Bartolomé entendimiento, considerase muchas co
Müñiz Perestrello, caballero criado del sas cerca de las tierras descubiertas )
HISTORIA DE LAS INDIAS 27
las que podían descubrir, traídas a ía dido, que cuando determinó buscar nn
memona las partes del mundo y lo que príncipe cristiano que le ayudase y hi
decían los antiguos habitable y lo que ciese espaldas, ya el tenía certidumbre
üo se podía, según ellos, morar, acor que había de descubrir tierras y gentes
dó de ver por experiencia lo que enton en ellas, como si en ellas personalmen
ces del mundo por la parte de Etiopía te hobiera estado (de lo cual cierto yo
se andaba y practicaba por la mar, y no dudo), quiero en los siguientes ca
así navegó algunas veces aquel camino pítulos referir algunas razones natura
en compañía de los portogueses, como les, y también testimonios y autoridades
persona ya vecino y cuasi natural de de sabios antiguos y modernos varones,
Portogal, y porque algún tiempo vivió por las cuales pudo muy razonablemen
en la dicha isla de Puerto Sancto, don te moverse a creer y aun tener por cier
de dejó alguna hacienda y heredades to que en el mar Océano, al Poniente
su suegro Perestrello, según que me y Mediodía, podía hallarlas.
quiero acordar que me dijo su hijo Es, pues, la primera razón natural,
don Diego Colón, primer sucesor que y no cualquiera, sino muy eficaz, co-
tuvo y segundo Almirante, el año de rrobarada con algunas filosóficas auto
1519 en la ciudad de Barcelona, estila ridades, y es ésta: como toda el agua
do allí el rey de España D. Carlos, y la tierra del mundo constituyen una
cuando la primera vez vino de Fíandes esfera y, por consiguiente, sea redon
a reinar y donde le vino el decreto de do, consideró Cristóbal Colón ser po
su imperial elección. sible rodearse de Oriente a Occidente
Así que fuése a vivir Cristóbal Colón andando por ella los liombres hasta
a la dicha isla de Puerto Sancto, donde estar pies con pies los unos con los
engendró al dicho su primogénito he otros, en cualquiera parte que en opó
redero D. Diego Colón, por ventura, sito se hallasen.
por sola esta causa de querer navegar, La segunda razón es, porque sabía,
dejar allí su mujer, y porque allí en dello por experiencia de lo que había
aquella isla y en la de la Madera, que andado por la mar, dello por lo que
está junto, y que también se había des había oído a muchos navegantes, dello
cubierto entonces, comenzaba a haber por lo que leído había, que mucha y
í?ran concurso de navios sobre su po muy gran parte desta esfera había sido
blación y vecindad y frecuentes nuevas ya calado, paseado y por muchos na
se tenían cada día de los descubrimien vegado, e que no quedaba por ser toda
tos que de nuevo se hacían. Y éste pa descubierta, sino aquel espacio que ha
rece haber sido el modo y ocasión de bía desde el fin oriental de la India,
la venida de Cristóbal Colón a España de que Ptolomeo y Marino tuvieron no
y el primer principio que tuvo el des ticia, hasta que prosiguiendo la vía del
cubrimiento deste gran orbe. Oriente tornasen por nuestro Occiden
te a las islas de Cabo Verde y de los
Azores, que era la más occidental tie
CAPITULO V rra que entonces descubierta estaba.
La tercera, entendía que aqueh dicho
En el cu al se pon en c in c o r a z o n e s g u e m o v ie espacio que había entre el fin oriental,
ron a C ristó b a l C o ló n p a r a in ten ta r su d e s sabido por Marino, y las dichas islas
cubrim iento d esta s I n d ia s , la s c u a le s a sig n ó
dore H ern a n d o , C o ló n , h ijo d e l m ism o d o n de Cabo Verde, no podía ser más de
(--rístóbal C o ló n . la tercera parte del círculo mayor de la
esfera, pues que ya el dicho Marino
Dicho queda en el capítulo prece- había escripto por el Oriente quince
ente,^ poniendo el modo de la venida horas o partes, de veinte cuatro que hay
de Cristóbal Colón a España, cuál fue en la redondez del mundo, y hasta lle
a ocasión primera o primer principio gar a las dichas islas de Cabo Verde
que parece haber tenido Cristóbal Co- no faltaba cuasi ocho, porque aun el
para el descubrimiento deslas Jn- dicho Marino no comenzó su descrip
Pero, porque según tengo enten ción tan al Poniente.
I
28 FRAY BARTOLOME DE LAS GASAS
jniiy bien animarse a lo mismo por las dello por experiencia, y dello asignan
opiniones de muchos y notables anti do algunas razones; por experiencia,
guos filósofos que hobo de tres partidas porque decían que ellos vían muchos
dol mundo ser habitables, conviene a hombres con sus mismos ojos, que mo
saber: la que llamaban los antiguos tó raron entre el trópico estivo y la mis
rrida zona, y la cuarta de la tierra que ma equinoccial, y que los libros que
va de la equinoccial hacia el polo aus los filósofos que allí vivieron escribie
tral, y el hemisferio inferior o que está ron de los planetas y cuerpos celestia
debajo de nosotros; y como destas par les, vinieron a sus manos, y que parte
tidas de la tierra no hobiese clara no de la India y de Etiopía cae por aque
ticia V viese probables opiniones que llos lugares, y por consiguiente dicen
eran habitables, y las razones que para ser necesario allí haber habitación. Di
serlo los dichos filósofos daban cuadra cen más, que muchas ciudades de la
sen al Cristóbal Colón y a cualquie gente de Acbim y de los indios y de
ra hombre discreto, racionabilísima- los de Etiopía están en aquel primer
mente pudo tener por cierto su descu clima. Asimismo, en toda la latitud que
brimiento. hay en el segundo clima entre la equi
Esta tórrida zona es el espacio que noccial y el trópico estivo, que consta
hay del trópico de Cáncer al de Capri de veinte y cuatro grados, cuanta es la
cornio, que son cuarenta y siete grados declinación del sol del círculo equinoc
de latitud, y ésta es una de cinco en cial, hay muchas ciudades, según Pto
que la tierra toda los antiguos dividie lomeo, cuyos moradores vinieron a las
ron, como fué Pitágoras y Homero y partes de Europa. Algunas razones pone
todos los que en Egipto filosofaron, y allí Alberto Magno; la primera es por
entre los latinos, Ovidio y otros mu que según la doctrina de los filósofos,
chos; las tres decían inhabitables, las como el sol en el oblicuo círculo sea
dos por excesivo frío y la de en medio causa de la generación por el acceso y
por demasiado calor, y ésta llamaban de la corrupción por su receso, es ne
tostada o quemada, que en latín suena cesario allí haber generación adonde
perusta o tórrida, que agora llamamos igualmente se allega y se desvía, esto
equinoccial, y Ptolomeo aequator o es, en la equinoccial; luego, en la re
igualdad, porque igualaba el día con gión della, potísimamente habrá gene
noche. Del número dellos fué Pitágo ración y habitación de lo engendrado;
ras y Homero y Platón, y daban para la segunda razón e s: el acceso o nega
ello cinco razones, las cuales vea quien miento del sol, próximo o cercano, cau
quisiere por Alberto Magno, en el li sa calor, y el receso o desvíamiento
bro De natura locorum^ cap. 6 ; pero dél causa frío; pues el medio de en
Ptolomeo y Avicena y otros a quien tre frío y calor es templado, luego,
sigue y aprueba el mismo Alberto, a los lugares que estuvieren en medio
quien Dios singularísimamente perfi- del acceso y receso serán templados, y,
cionó en los secretos ^naturales y en por consiguiente, aptos para habita
toda natural filosofía, tuvieron y pro ción; la tercera; el efecto de las es
baron el contrario, conviene a saber, trellas es fortísimo en aquel lugar, donde
que la dicha zona del medio de las cin mayormente se multiplican los rayos
co no sólo era habitable, pero era su suyos, y esto es en las vías de los pla
Habitación delectabilísima según su netas, pues las vías de los planetas son
misma natura, puesto que en algunas entre los dos trópicos; luego, allí será
partidas y provincias della de per accU más fuerte la fuerza e influencia de las
dens, y por los accidentes y disposición estrellas, pues según la fuerza e influen
de las tierras o lagunas o mares o ríos, cia de las estrellas se hace la genera
podía ser su habitación no tan sabrosa ción; luego, en los tales lugares poií-
o deleitable. Todo lo cual está el día simaraente habrá generación, pues ge
de hoy en estas nuestras Indias bien neración no puede haber sino en los
probado, y parte dello yo que escribo lugares donde puedan habitar las co-
esto b.v experimentado. Ésto probaban, say engendradas; luego, de necesidad
30 FRAY BAH'IOLOME DK Í.AS CASA-S
jorque entonces esles a aquellos ¡nvier- I dó hacer Octaviano Augurio, se lee que
00 que tienipla el ardor del sol, pero I envió mensajeros a los reyes de Egipto
?erá trabajosa y no continua la habita y Etiopía que mandasen aparejar las
ción, V que en algún tiempo del año naos y expensas necesarias para los que
converná o vivir en cuevas o salirse a enviaba a llamar las gentes, y que lle
otra parle, por las causas que algunos gando a la equinoccial, hallaron lugares
filósofos dijeron que causan el calor de muchas lagunas y de piedras, que ni
grande; pero el espacio y región que por tierra ni por el agua pudieron pa
está después del dicho trópico de Ca sar, y así se tornaron sin poder hacer
pricornio hasta la latitud o el anchu lo que llevaban mandado.
ra del séptimo clima, midiendo en el Dice también Alberto haber leído en
Mediodía, conviene a saber, hasta la cierto filósofo que la causa de no poder
latitud de 48 o 50 grados, habitable pasar de la cuarta aquilonar para la
dice que es con delectación y continua austral, por la tórrida, fné porque lia
mente, así como nuestro espacio o re d a el Mediodía estaban ciertos inonles
gión. y quizá mucho más que la nues de cierta espede de piedra imán, que
tra; da la razón, porque diz que allí, era de tal natura, que atraía las carnes
como esté más alta la vecindad del cíe humanas así, de la manera que nuestra
lo y del sol, más tiempla el frío de las piedra imán trae a sí el acero, y que
regiones que distan de la equinoccial por esto no se podía pasar de una parle
por cincuenta grados al Mediodía que a otra, porque algunos se morían pa
en Aquilón, porque su au x está en sando; y en otras partes había virtud
Aquilón y el op p ó sito d e l auge en el mineral que convertía los hombres que
Mediodía pasaban en piedra o en metal y se ha
A lo que decían algunos que por no llaban después así hechos tales, y para
haber rumores ni nuevas que aquella prueba que habían sido hombres y no
parte fuese habitable, era señal que no estatuas hechas por artificio de hom
io era; ítem alegaban, porque bobo bres, averiguábase por este indicio, que
muchos reyes potentísimos y muchos fi no sólo en la superficie y tez de enci
lósofos peritísimos, y ni los reyes lo des ma, pero labrando o cavando en las
cubrieron, ni los filósofos ni historiado mismas piedras o metal, hallaban de
res lo escribieron, lo cual todo era in dentro las figuras de las tripas y asa
dicio de que aquella parte no era ha duras y lo demás que los cuerpos hu
bitable. A lo primero responde Alber manos dentro de sí tienen, todo con
to Magno que aquello no es verdad, vertido en la piedra o metal por la vir
porque rumores hartos había, pues Ho tud y fuerza mineral, lo cual no pu
mero habló de los que en aquellas par diera hacer oñeial alguno, sino sólo en
tes habitaban, y Lucano, hablando de la tez o superficie. Esto postrero trae
los árabes que en la tórrida moraban, el Tostado, sobre el GénesiSf cap. 13,
diciendo que en su tierra, vueltas las cuestión 94, y alega a Alberto Magno
caras al Oriente en su mediodía, tenían en el dicho libro De n atu ra loci^ aun
la sombra a la mano deíecha, y vinien que yo allí no lo hallo, sino en el lib. 1 ^,
do a la cuarta aquilonar, las tenían a cap. 8, D e m ineralibus. Por este impe
la mano izquierda; por lo cual dice dimento y por montes inaccesibles y por
dellos ignotum vobis avahes venistis in desiertos grandes fué dificultosa y rara
orhem. A lo segundo responde Alberto la pasada de aquellas partes a éstas, pero
Magno que, en la descripción que man- no imposible; y así se entiende lo de
los filósofos que no habían visto quien
' Aua; del sol quiere decir el lugar adonde bebiese escripto de aquella habitación
¿t aol está más apartado de la tierra, y esto
es en el signo de Cáncer; el oppósito del auge cosa alguna, según dice Alberto en
quiere decir cierto punto en el cielo en el aauel susodicho libro; finalmente, bas
cual el sol está más cerca de la tierra, y esto ta para que Cristóbal Colón se moviese a
es cuando el sol viene al signo de Capri buscar por aquellos mares las dichas tie
cornio, y así parece que estos dos puntos son
contrarios. (Nota marginal, de letra de Las rras, tener por sí tan probables y dig
^osasj nos testigos.
32 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
gura terrae y cap. De mari, y así tiene rras pobladas en el mar Océano hacia
por manifiesto ser verdad de haber an el Poniente, acostándose a la parte del
típodas. Mediodía, o, al menos, que podía creer
Concuerda y confirma todo lo suso el Almirante que eran pobladas por ser
dicho la opinión tenida por común de de sí habitables, a las cuales razones
otros muchos filósofos e historiadores añidiremos algunas autoridades.
de cuasi irrefragable auctoridad, los Lo primero, porque supuesto que ho-
cuales tuvieron por cierto haber antí- biese antípodas, como entonces era pro
podaSi, que son los que andan con nos bable, y por consiguiente, periecos, an
otros pies con pies, como arriba hemos tees, perisceos y anfiscios, que todos
tocado; de los cuales fue uno Plinio, son los que viven y habitan o en derre
lib. 2,®, cap. 67, y Macrobrio, lib. 1.®, dor de nosotros o ai lado nuestro o más
cap. 22 De Somno Scipionis^ y Solino bajos otros y otros más altos, según la
en su Polyhistor, cap, 56, donde dice región en que moran, como el mundo
que la isla de la Taprobana otros tiem esférico o redondo o cuasi redondo sea,
pos fue creída por el otro orbe en que necesaria cosa es que la bondad y cua
habitaban los antípodas : Taprohanam lidades favorables a la habitación que
insulam, inquit, antequam temeritas hu alcanzamos en nuestro hemisferio, al
mana exquisito penitus mari fidem pan canzan al menos los de nuestros alre-
deret, diu orben alterum putaverunt et dcílorcs, que debajo de un meridiano
quidem cum quem habitare Antichtho- y por un paralelo ellos y nosotros vivi
nes crederentur. Haec ille. Pomponio mos; y lo mismo es de la tierra o re
Mela también, en el ])rimer capitulo de gión de los antípodas que tienen los
su primer libro, y Polibio, lib. 3.®, y pies contra los nuestros, como ha pare
otros auctores gravísimos. cido en el capítulo precedente, corno
Parece muy claro cuánta razón pudo esté situada entre el trópico de Cancro
tener Cristóbal Colón a tener por pro y el círculo Artico, y por consiguiente,
bable, y muy probable por los testimo goce de las mismas favorables influen
nios de tan aprobados auctores, haber cias de los cielos y estrellas; lo mismo
tierras y gentes donde las fue a buscar es (le las regiones que están en la zona
y a moverse para ir a buscallas. Esto o so ella, de la otra parte del círculo
aun muy mejor constará por los capítu del trópico de Capricornio, de la cual
los siguientes. ninguno dudó ser habitable, como ni
de la del trópico de Cancro por ser
igual templanza; de lo que se dud(>
CAPITULO VI f 2)or algunos antiguos fue la línea equi
noccial, que llamaban tórrida, como ha
En el cual se ponen otras dos razones naiu' parecido en el capítulo antes déste. El
rcíes y auctorklades de Avicena y Aristóie^ engaño y error de aquéllos es ya hoy
¿es y San Anselmo y de Plinio y Man tono
y de Pedro de Aliaco, Cardcnnl doctísimo, bien averiguado, pues somos ya mu
que prueban haber tierra, y poblada, en el chos los que hemos estado debajo della
mar Océano y en las tierras que están de y visto en partes amenísima y suavísi
bajo de los polos, y en ellas diz que vive ma habitación, y en otras tanta nieve
gente beatísima, que no muere sino harta de
vivir, y ellos se despeñan para matarse por que apenas se i>uede habitar, y otras
no vivir. con mucho calor, pero no tanto que las
constituya del todo inhabitables; y así
Hemos asignado en los dos capítulos se ha de entender lo que dijeron los an
antes déste las razones sacadas de los tiguos de haber algunos lugares o re
antiguos filósofos y otras naturales que giones en el mundo, como son las zonas
D. Hernando Colón, hijo del mismo propinquísimas a los polos, que, por
Almirante, asignó, que pudieron mover frío, y la tórrida o equinoccial, que,
le al descubrimnento destas Indias. En por calor, no se podían morar, convie
este capítulo quiero yo poner algunas ne a saber, con dificultad y trabajo de
que no sólo prueban, a mi parecer, pe masiado de los moradores, pero no que
ro qpie hacen evidencia que bebiese tie del todo no se j>udiesen habitar.
FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
34
Verdad es que algunos afirman las sa de algún calor; lo otro, por la na-
regiones snbjetas a los polos no sola tiiral frialdad del agua, en Ja cual la
mente no poder ser habitables por el dicha virtud del sol hiriendo, muitipU-
inmenso frío, pero ni poder en ellas ca algo el calor, y esto hasta para que
haber cosa viva; pruébanlo por razón en aquellas regiones pueda haber algu
y por experiencia: la razón es, segiin nas cosas vivas, mayormente si los ani
ellos, porque según el Filósofo, en el males que allí hobiese fueren gruesos
2.^' de los Físicos, el sol concurre al y carnudos, para que no los pueda tan
engendramiento y vida de las cosas que fácilmente penetrar el frío : por mane
vida tienen, con las otras particulares ra que no de todo punto las dichas re
y próximas causas, de manera, que así giones son inhabitables, puesto que uo
como no habiendo sol, ninguna cosa puedan morarse continuamente, y lo
se engendraría ni viviría, tampoco, se que se morare será trabajoso y pena
gún ellos, si no influyese; pues influir ble L
el sol no puede en las tales regiones, Lo que se dice de los hombres deci-
por estar distantísimo de la línea equi nios de los animales y hierbas: puede
noccial y de toda la anchura del zodía haber allí algunas especies de aves de
co, que es el círculo que en sí contiene rapiña y osos y leones y cebada y avena,
los doce signos, y llaman los filósofos pero trigo no, y si se sembrase, degene
el círculo oblicuo donde anda el sol e rará, naciendo centeno o otra cosa de
influyen sus rayos; luego, ninguna cosa menos quilates y virtud; esto dice Al
en las tales regiones puede tener vida berto Magno en el libro De natura
y así no son habitables. Por la experien corum^ cap. 8 ,
cia también lo pretenden probar, por Mucho más favorece que lo dicho,
que si desa parte de las islas Oreadas, Pedro de Aliaco, aquellas extremas po
que son treinta, según Ptolomeo, y muy lares partes, alegando a Plinio y a Mar
occidentales, y de la isla Thile, están ciano, el cual, en el libro De imagine
helados los ríos y la mar hasta el pro mundi, cap. IL ", dice que aquellas par
fundo, como dice el mismo Ptolomeo y tes extremas del mundo donde hay seis
los demás, las cuales están situadas en meses de día y otros tantos de noche
sesenta grados, ¿qué hará la tierra que es habitable, lo cual dice que prueba
estuviere en noventa, que ’cs la zona Plinio por experiencia y por autores en
junto al polo? Será cierto frígidísima, el libro 4.®, cap. 12, y que Marciano
y por consiguiente inhabitable; desta afirma, concordando con Plinio, que
manera arguyen los que dicen ser las debajo de los polos vive gente beatísi
tierras debajo de los polos inhabita- ma o bienaventurada, que no muere si
blcvS. Estas razones parecen contener no harta de vivir, y cuando de vivir es-
alguna apariencia de verdad, pero pué
dese decir que no embargante la distan 1 Esto se prueba por la experiencia tam
cia del camino que lleva el sol en el bién, según cuenta Quinto Curcio en la His
zodíaco de los polos, todavía, como en toria de Alexamlre, lib. 7, donde refiere Ah-
xandre haber entrado con su ejército en la re
las tierras subjectas a ellos haya día, gión debajo del polo, frígidísima, donde h
porque aun los seis meses del año sue que tiene de día es por la continua niebla y
le allí durar el día y así no sea todo nieve y frialdad tan escura cuasi como la no
noche, alguna virtud del sol y sus in che, qxie apenas unos a otros de cerca se vean;
la gente se llamaba Parapamisadas, barbarísima
fluencias alcanzan allá, puesto que los nación; vivían en tugurios hechos de adobes,
rayos solares sean flacos y debilitados; todos cerrados como una nuez; sólo encima
ítem la virtud de los rayos del sol y un agujero por donde Ies entraba alguna cla
de las estrellas, puesto que allí sea dé ridad; en lo más áspero del invierno en cue
vas moraban; sí algunos árboles y vídee p®‘
bil y flaca, multiplícase, empero, en dían de tama frialdad escapar, los enterraban,
alguna manera, por la reverberación aves ni anímales no los había. Finalmene|
que hace en el agua; lo uno, porque nmriósele allí a Alexandre mucha part®
el agua es lisa o lucia o polida, y re ejército, y así parece que aquella región o®
del todo punto inhabitable, puesto
toma lo que a ella llega de la virtud gran trabajo y dificultad se pueda fia ‘
del sol y de las estrellas, y esto es cau (Nota marginal de letra de Las Casas.)
HISTORIA DE LAS INDIAS 35
tán hartos, se suben en una peña alta se que pudo muy bien Cristóbal Colón
V Se allí se arrojan en la mar, y llá- persuadirse haber tierras y poblaciones
maiise Hyperborei de Europa j Arum- de gentes en el mar Océano, hacia el
per en Asia; Quantum vero habitetur Poniente, acostándose a la parte del
versus aquilonem Plinius ostendit, lib. Mediodía.
¡y^ per experientiam et auctores varios, Esta segunda razón, que es bien ra
nüffi usque ad illunx locum habitatur zonable y natural, pone Avicena, lib.
ubi extremi cardines mundi sunt, et l.°, sent. 1.® De complexionibus, cap.
ubi est dies per sex menses et nox per 1.®; y si añidiéremos lo que Aristóte
tantum. Et Marcianus in hoc concor les dice en el libro De mundo, hablan
dat; unde volunt quod ibi sit gens bea do del mar Océano, ser cosa verosímile
tissima, quae non moritur nisi sacicta- y creedera en él haber muchas islas
te vitae, ad quam cum venerit, praeci grandes y chicas y algunas mayores que
pitat se alto sa.t;o in mare; et vocantur la misma que llamamos tierra firme,
JiYperborei, etc.; io mismo dice Alia- en que allá comúnmente se vive : Veri
co en otro tratado De Mapa mundi, simile autem est multas quoque alias
cap. De figura terrae. sedere insulas quae longe contrariis ob
La segunda causa o razón natural por versae fretis sitae sint. Aliae quidem
la cual se pudo estimar que había tie illa ipsa, scilicet Continente, maiores,
rra habitable y poblada hacia el Po sed aliae minores, quae certe omnes, ea
niente, acostándose a la parle austral, una excepta, nobis minime visae sunt;
es, porque regla es general y natural quod enim nostri maris insulis, si curti
que como la vida de los hombres y su is maribus comparetur, evenit; idem
sanidad consista en húmido y cálido quoque orbi terrae quem colimus, si ad
templado, según los médicos, y final mare Atlanticum respicias, evenire affir
mente en igualdad, cuando el lugar o mamus. Multae enim aliae prae universo
parte del mundo fuere más templada mari enumerantur insulae; quaedam
y cuanto a la templanza más los luga enim magnae sunt, quae vastis circun-
res se allegaren o se desviaren, tanto fundantiir maribus, etc. Item, si añidié
mejor y más favorable o menos buena remos también Io que San Anselmo trae
será la habitación, y por consiguiente, en el lib. 1.®, cap¿ 20 De imagine mundi,
podráse creer aquellas tales partes o que en el mar Océano había una isla de
regiones ser habitables y estar más o frescura, fertilidad y suavidad, mucho
menos pobladas, porque según Aristo más que otras excelentísima, que se lla
telis, en el libro De causis proprieta maba la Perdida, que algunas veces aca
tum elementorum: radix habitationis so la hallaron y hallaban, y otras, cuan
est aequalitas et temperamentum. Pues do de propósito la iban a buscar y a
como el mar Océano, hacia el Ponien escudriñar, no la vían; Est, inquit, eí
te, a la parte del Mediodía, no estu quaedam Oceani insula dicta Perdita,
viese descubierto, y por razón infalible amaenitate omnium rerum prae caete-
natural se cognosciese que cuanto más ris longe praestantissima, hominibus
se allegase a la línea eqtiinoccial tanto
incognita, quae aliquando casu inven
mayor templanza e igualdad se había ta, quaesita postea non est reperta et
de hallar, pues siendo iguales los días
con las noches, lo que escallenta el ca ideo dicitur Perdita. Haec ille.
lor de sol de día tiempla y refresca la Así que añididas estas autoridades a
liumidad y frescura de la noche, y así las razones arriba dichas, bien claro
respectivamente las regiones que comu- aparecerá que un hombre tan leído y
mcan algo de las cualidades de las que prudente y mucho experimenla<lo en
ostán debajo de la línea equinoccial, las cosas de la mar y escogido por Dios
como son las del primer clima todo, para efectuar hazaña tan egregia, como
hasta su fin, que se extiende más de Cristóbal Colón, pudo razonable y dis
ciento y quince leguas, veniendo del cretamente moverse y persuadirse a
polo austral hacia el Setentrión o Nor- procurar favor y ayuda, afirmando la
íc, con parte del clima segundo, sígue certidumbre de su descubrimiento; lo
36 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
cual, aun más evidente por lo que más muchos siglos, en tanto que el culto di-
trujeremos abajo, parecerá. vino y a la guarda de las justas leyes
y al ejercicio de la virtud las gentes
della se dieron; pero después que aque.
Uos ejercicios y solicitud virtuosa, con
CAPITULO VIII sus corruptas afecciones y costumbres
culpables, dejaron y olvidaron, con tm
En el cual se hace mención de una isla gran diluvio y terrible terremoto de un día
dísima, que pone Platón, mayor que Asia
y Europa, riquísima y felicisimn, y de cuya y una noche, la isla tan próspera y fe-
felicidad y prosperidad dice Pintón cosas in lice y de tan inmensa grandeza, con to
creíbles, pero verdaderas, y apruébattlo otros dos sus reinos, ciudades y gentes, sin
auctores y San Anselmo entre ellos; la cual quedar rastro de todos ellos ni vesti
estaba cerca de la boca del estrecho de Gi-
braltar, y de un terremotu do una noche y gio, sino todo el mar ciego y atollado,
un día fué toda hundida.—De cómo muchas que no se pudo por muchos tiempos
tierras .se han partido y hecho islas de tierra navegar, se hundieron.
firme, y otras haber parecido que antes no No osará referir por historia sino por
eran, y de cómo muchos reyes, los tiempos
antiguos, enviaron flotas a descubrir, etc. fábula las maravillas que Platón de
aquella isla dice, si no hallara confir
Para corroboración de lo susodícbo y marlo Marsilio Ficino en su compeu-
aun de lo que para este ¡iiopósito está dio sobre el Timeo de Platón, cap. 6.^
por decir, para mostrar que los anti- y en el argumento que hace sobre otro
guo.s tuvieron sospecha y probabilidad siguiente diálogo al Tinieo que Platón
de haber tierras habitables y habituclas hizo, a quien puso nombre Crida o
en el mar Océano, o a la parle de Atlántico, donde tracta de la antigüe-
Oriente o del Occidente y Austral, quie tlad del mundo; el cual, conviene
ro aquí traer una cosa dignísima de ad a saber, Marsilio, afirma no ser fábu
miración y nunca otra tal oída, que la, sino historia verdadera, y pruébalo
cuenta Platón de una isla que estaba por sentencia de muchos estudiosos de
cerca de la boca del estrecho de Gi- las obras de Platón, y todos ellos fun
braltar, la cual llama Isla del Atlánfi’ dándose en palabras platónicas, que
co, que fué el primero rey della, y de antes de hablar de la dicha isla co
quien lodo o cuasi todo el mar Océano menzase, dijo : Sermo futurus valde mi
se nombró Atlántico; y dice que era rabilis, sed omnino verus; la cual histo
mayor que Asia y Africa, el sitio de la ria dice Platón haberla recebido de sus
cual se extendía la vía del Austro, mayores, y Cricia de su abuelo Cricia,
En esta isla eran muchos reyes y y aquél de Solón, su tío; y Solón délos
príncipes, y por ella diz que se podía sacerdotes de Egipto, a quien, como
ir y navegar para otras islas comarcanas, dej irnos en el prólogo desta historia, en
y de aquéllas para la tierra firme, que las crónicas se les debe todo crédito.
de la otra parte estar se creía. Refiere También hallo a Plinio haber hecho
Platón de la fertilidad, felicidad y mención desta isla hundida, puesto que
abundancia desta isla, de los ríos, de brevísimamente, lib. 2.°, caj). 92, don
las fuentes, de la llaneza, campiñas, de dice ; In totum abstulit terras prt-
montes, sierras, florestas, veríreles,*fruc- mum omnium ubi Atlanticum mare cA}
tos, ciudades, edificios, fortalezas, tem si Platoni credimus, in medio espaiio,
plos, casas reales, política, orden y go etcétera.
bernación, ganados, caballos, elefantes, Della también se acordó Seneca, c*’
metales riquísimos, excepto oro, del po el lib. 6 .'’ de sus Morales, diciendo qüí'
der y fuerzas y facultad potentísima por Tucídides dijo : que en los tiempos c
mar y por tierra, victorias y dilatación la guerra peloponesiaca que fué
de su imperio sobre otras muchas diver 4 3 1 y 404 a. c.] ' se hundió aquella
sas naciones, cosas extrañísimas y en isla que se llamaba Atlántica.
gran manera admirables y a muchos no
creíbles. En el cual estado prosperísimo 1 Hay un espa<'io como Óe dos líneas en
y felicísimo creció y permaneció por manuscrito.
HISTORIA DE LAS INDIAS 37
do y otras en parte anegado y en parte dicen que después del Diluvio fué agua
quedado, y en otras lo que era tierra todo, porque es una hoya más baja
ser agora mar, y en otras lo que era mar ninguna de las tierras vecinas (desto
es agora tierra, y así, donde no las ha hace mención Sebastián Mustero en el
bía hacerse y aparecer, o súbito o poco lib. b."* de su Cosmographia); y
a poco, por diuturnidad de tiempo, al dalquivir, que hacía dos brazos, per!
gunas islas. dió uno, que iba a salir cerca del Puer
Destas mudanzas que ha habido en la to de Santa María o hacia la villa de
mar y en la tierra tracta bien Plinio Rota, y así quedó aquella isla que ha
en el lib. 2.® de su Natural historia^ por cia el río toda junta con la tierra firme.
muchos capítulos, desde el cap. 87 has Ser la dicha isla Atlántica mayor que
ta el 97; y así se hizo isla Sicilia, que Asia y Africa parece no ser cosa difícil
era tierra firme junta con Italia, y la is de creer, por lo que dice Aristóteles ea
la de Chipie, que era toda una con la tie el tractado De mundo, que escribió a
rra de Siria, y la isla de Emboca (s¿c), Alexandre, cap. 1 .^ donde dice que la
que agora se llama Negroponte, se cor frecuente plática de los hombres es ha
tó de la provincia de Boecia (sic), y ber muchas islas mayores que la tierra
otras que allí pone Plinio en el cap. 90, firme en que moramos: Frequem la-
y lib. 4.”, cap. 12. En nuestra España men, inquit, hominum sermo esí, mul
bobo también lo mismo, cjue ciertas is tas insulas esse maiores continente in
las cerca de Cáliz, que se llamaban las quo habitamus* Haec ille.
islas Ophrodisias^ donde había ciuda Deste frecueul'e hablar y opinión de
des populosas y grandes edificios, se todos debían de moverse algunos prínci
gún cuentan nuestras historias, y Pli pes o reyes en los siglos pasados a en-
nio, lib. 4.®, cap. 32, habla deÚas, y viar naos y gentes a descubrir a diver
de una dice que tenía doscientos mil sas partes, mayormente al Océano. Ñe
pasos, que son más de cincuenta leguas cos, rey de Egipto, envió ciertos mari
de luengo, y doce o quince de ancho, neros de Fenicia, región de Asia, en
pero no hay hoy memoria dellas. Pero navios para que penetrasen la mar
lo que más admirable cosa es, que se Océana, los cuales, salidos por el mar
gún dice Pedro de Aliaco en el tractado Bermejo, que por otro nombre llama
De Mappa mundi ser opinión antigua ban Pérsico fueron hacia el Austro
que España y Africa por la parte y.Mediodía, y acostados a la Etiopía,
de Mauritania o por allí cerca era todo saltaron en tierra y sembraron trigo,
tierra y se contaba hasta allí España, y después de cogido tornaron a navegár
por manera que no había estrecho de hasta las columnas de Hércules o estre
Gibraltar que llamamos, y que el mar cho de Gibraltar, y de aquel camino
Océano comió por debajo la tierra, y descubrieron a Africa, la que nunca
así se juntó con el mar Mediterráneo; basta entonces de las gentes orientales
y desta manera tenemos sospecha que la había sido cognoscida; los cuales tar
isla de Cuba se apartó desta Española, daron tres años en aquella navegación,
cuya punta, que se llama cabo de San hasta que tornaron a Egipto. Lo mismo
Nicolás, está frontero, Leste Güeste. de hicieron los cartagineses, mandando
la punta de Maisí de la isla de Cuba, Xerxes, rey dellos, que fuese a descu
y en medio delias están diez y ocho le brir uno que se llamaba Sathaspes. Así
guas de mar; lo mismo se presume del también lo hizo el rey Darío, deseoso
postrero cabo y occidental de Cuba, que de saber dónde salía el río Indo a h
se llama de San Antón, y del cabo de mar y qué tierras y gentes había en Asia
Cotoche de la tierra de Yucatán, como y en la India, en el cual viaje gastaron
abajo se tocará. Haberse también hecho treinta meses- Todo esto cuenta Hero-
de mar o de agua tierra, quiero decir,
quedar en seco lo que era todo agua,
cuéntalo Plinio en el cap. 87 del lib. 2.^ * Otros lo llaman Arábico, otros ’
por una isla que tiene donde está el sepu c
y los siguientes y allí toca que la ma del rey Erítreo. (Nota marginal de íe/ra
yor parte de Egipto era agua, y otros Las Casas.)
HISTORIA DE LAS INDIAS 39
doto en su lib. 4.^ Refiere también So- ! das, y que, per consiguiente, Cristóbal
lino en su Polistor, capítulo 56, que ' Colón habiéndolas oído o leído, o que
Alexandre Magno envió un capitán que él como era sabio, entre sí las imagina
se Damó Onesicritus con una Rota para ba, confería y disputaba, pudo con ra
descubrir la isla de la Trapobana, adon zón a este descubrimiento moverse; ago
de navegando perdieron el norte y ra en los siguientes será bien traer, para
nunca vieron las CabriOas, por mane corroboración de lo arriba concluido,
ra que muchos de aquellos tiempos algunas y muchas de doctísimos e irre
sospecha tenían que hobiese tierras y fragables varones, auctoridades y testi
poblaciones de hombres en el mar monios.
Océano o a la parte de Oriente o del La primera sea de Ptolomeo, el cual
Occidente o Austral; y la misma ra en el l.° libro, cap. 5, de su Geogra
zón que se creyese no sólo Asia y Afri phia» expresamente dice que por la in
ca y Europa antes que Africa fuese sa mensa grandeza de nuestra tierra firme
bida, pero también, otras nuestras tie muchas partes della no habían venido
rras y naciones el Océano en su capa a nuestra noticia, y también otras m a
cidad y grande amplitud contuviese. chas que no están hoy en el mundo, o
Tornando al propósito cómo el Cris por sus corrupciones o mutaciones, como
tóbal Colón pudiese haber leído por el estar solían, en lo cual alude y concuer
Platón que de la dicha isla Atlántica da con lo que en el capítulo antes deste
parecía puerta y camino para otras islas de Platón y Plinio trajim os: Unas nos
comarcanas y para tierra firme, y que tri continentis partes (inquit Ptolo-
desde el mar Bermejo o Pérsico hobie- inaeus), ob excesum suae magnitudinis
sen salido navios a descubrir hacia el nondum ad nostram pervenisse noti
Occidente, y los cartagineses por esta tiam; alias autem esse quae nunc aliter
otra parte pasado el estrecho, y el rey quam hactenus sese habent sive ob cor
Darío hacia Oriente y la India, y todos ruptiones sive ob mutationes» etc. De
hubiesen hallado el Océano desemba aquí pudo colegir Cristóbal Colón, que
razado y navegable y no hallasen fin a pues no había venido a nuestra noticia
la tierra, razonablemente pudo Cristó el cabo y fin de nuestra tierra firme,
bal Colón creer y esperar que aunque y ella sabíamos ser muy grande, se po
aquella grande isla fuese perdida y hun día extender muy adelante hacia el mar
dida, quedarían otras, o al menos la Océano o por la parte de Europa o por
tierra firme, y que buscando las podría la de Asia y de la India, y así dar vuel
hallar. ta, y por consiguiente, hallar della al
gunas partes, buscándolas, o al Ponien
te o al Mediodía.
CAPITULO IX Esto parece más clarificarse por lo
que dice Estrabo en el primero libro de
En el cual se ponen algunas auctoridades de su Cosmographia» conviene a saber:
Ptolomeo y de Strabo y de Plinio y de So- que el Océano cerca toda la tierra y que
Uno y señaladamente de Aristóteles, que re
fiere haber los cartagineses cierta ¿ierra, al Oriente baña toda la India y al Occi
que no parece poder ser otra sino parte de dente la España y la Mauritaña, que es
la tierra firme que hoy tenemos hacia el donde agora llamamos Marruecos, tie
cabo de San Áugustin, y de otros navios rra de los moros alárabes; y que si la
de Cáliz que hallaron las hierbas que en
la mar, cuando venimos a estas Indias» ha
grandeza del Atlántico no lo estorbase,
llamos. se podría navegar de uno a otro por un
mesmo paralelo; lo mismo repite en
Puesto habernos en los capítulos pre el 2.® libro Strabo. Atlántico llama
cedentes muchas razones naturales y cierto monte altísimo que está abajo de
otras que parecen a algunos hacer evi Mauritania, del cual se denomina todo
dencia de que se podía tener por cierto o mucha parte del mar Océano.
en el mar Océano, al Poniente y Plinio también en su lib. 2.®, capítu
Mediodía, debía de haber tierras ha- lo 111, dice que el Océano cerca toda
Rables, y de hecho estarían pobla la tierra y que su longitud de Oriente
40 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
a Poniente se cuenta desde la India has tores sorte accessissent, captique «m.
ta Cáliz, y en lib. ó.'', cap, 31, dice con fertilitate ac acris clementia ibi sedem
Soiino en su Polistorf cap. 68. Stacio fixissent, commotos oh id 'Cariham^j^
Seboso afirma que de las islas Gorgo- ses ferunt statim comilio publico tkere-
nes, que algunos creen ser las de Cabo visse morte indita, ne quis posthac Uluc
Verde, aunque yo dudo mucho dello, navigare auderet, et qui iam ierant tus
como abajo parecerá, hay navegación sisse statim interfici; ne ipsius insuit^
de cuarenta días por el mar Atlántico fama pert-entrei ad alias nationes sub-
hasta las islas Hesperides, que Cristóbal mittereturque alicui fortiori imperio,
Colón tuvo por cierto que fueron estas ac si fieret quasi oppugnaculum quod
Indias. dam adversus eorum libertatem. Haec
Aristóteles no calló, asimismo, en im ille.
tractado que hizo De admirandis in na- Lo mismo afirma Diodoro, aunque
tura auditis, un hecho de los cartaginen más expresa y elegantemente, lib. 6.'*
ses, por el cual queda manifiesta la pro cap. 7.% puesto que dice los lenices de
bable opinión susopuesta. Dice a sí; que Cáliz haberla descubierto, pero al cabo
unos mercaderes de Cartago acaso des parece que hace un cuerpo solo de fe-
cubrieron en el mar Atlántico u Océa nices y cartaginenses, como en la verdad
no una isla de increíble fertilidad y lodos hobieseu traído su origen de h
abundancia de todas las cosas que nacen famosa ciudad de Tiro, principal y me
de la tierra, copiosa de muchos ríos por trópoli en la provincia de Fenicia. En
los cuales podía navegarse, remota de tre otras calidades felices que Diodoro
la tierra firme camino de muchos días pone desta isla, dice. Est et aer ibi salu
de navegación, no habitada de hom berrimus, qui maiori ex parte anni fruc
bres, sino de bestias fieras; los cuales, tus ferat: aliaque specie ac decore prees*
aficionados a su fertilidad, suavidad y tans, ut haec insula non hominum, sed
clemencia de aires,' se quisieran que deorum diversorum ob eius felicitatem
dar en ella. Movidos los cartaginenses existimetur, etc. Haec ille.
con temor que volando la fama de Destas palabras, verdaderamente pa
aquella felice tierra a otras naciones, la rece ser esta, que dice Aristóteles y
poblaría otro mayor imperio que el su Diodoro, isla, y que pareció isla a los
yo, y así se corroborarían en perjuicio de cartaginenses que la descubrieron, nues
su libertad, todo el Senado de Cartago tra tierra firme por aquella parte que
hicieron edicto y ley pública, que na llamamos el Cabo de San Augustín y del
die fuese osado de navegar a ella dende Brasil, que no está más lejos de la isla
adelante, so pena de muerte; y para del Cabo Verde sino obra de quinien
que nadie della supiese, mandaron ma tas y cincuenta leguas hacia el Medio
tar todos los que la habían hallado. día, en la cual está el río del MarañóA,
Todo esto está escrito en aquel trac de los más poderosos que se cree ha
tado en el cual el Filósofo, entre otras ber en el mundo, porque se dice tener
ríiaravillas, cuenta ésta, diciendo así: cincuenta leguas y más de boca, y trein*
Trans Herculis columnas et in eo marif ta leguas se bebe su agua dulce en h
quod quidem Atlanticum dicitur, in mar, dentro del cual se contiene isla de
ventam quandam insulam a Carthagi- cincuenta leguas en luengo, y se ha des
nensium mercatoribus otim fuisse, in cendido y navegado por él abajo mil y
quiunt, a nullis ante id tempus prorsus ochocientas leguas, como cuando, «
habitatam, praeterquam a feris et prop~ pluguiere a Dios, hablaremos del PerUj
terea silvestrem; admodum multis con- parecerá. Otros muchos ríos poderosísi
Jertam arboribus, alioquin fluminibus mos, como el río de la Plata y el río Dul
plurimis ad navigandum aptissimis ple ce y el río de Yuyapari, que salen el
nam, ac incredibili quadam omnium cerca de Paria y el otro a la boca o
rerum nascentium ubertate profluen Drago, y el río Grande, que dicen, cer
tem, sed remotam a continenti pluri ca de Santa Marta, y el del
mum dierum navigatione. Ad quam, otros grandísimos, por los cuales ee* ®
aum nonnulli Carthaginensium merca navegado con navios y bergantines n
HISTORIA DE LAS INDIAS 41
chicos r se navega hoy muchas veces, al mar Océano, forzados con viento sub
como diremos después, por toda aque solano, que es oriental, fueron a parar
lla costa o playa de mar hay. Y así, di a ciertas regiones de la mar donde ha
vidiendo suficientemente las partes que llaron la mar cuajada de ovas y hier
entonces había del mundo descubiertas bas que parecían islas anegadas, y que
y las que hoy vemos que hay, saliendo hallaron infinito número de atunes, los
aquellos mercaderes de Cartago por el cuales, o fueron atunes o toninas o del
mar Océano, parece ser imposible ha fines, que por aqueste mar Océano hay
ber sido la isla que dice Aristóteles muchas. Estas son las hierbas y ovas
otra, sino la que es hoy nuestra Tierra que halló Cristóbal Colón el primer
Firme, mayormente confirmando la co viaje y hallamos cuando venimos a es
pia de las arboledas, la fertilidad y fe tas Indias; de lo cual parece claro que
licidad de la tierra, la templanza y aquéllos llegaron por estas mares, aun
clemencia de los aires y suavidad; pa que no llegasen a estas tierras.
recióles isla, siendo tierra firme, por Así que leyendo el Colón el dicho
que la tierra firme que por firme en tratado de Aristóteles, si a sus manos
tonces era estimada, era por una parte vino, fácil cosa fué persuadir a tener
Africa y por otra la Europa, y sobre por cierto haber tierras pobladas en
ambas la Asia, y, topando a deshora con este mar, y, por consiguiente, ser mo
aquella tierra a la parte del Austro, to vido a procurar el dicho descubri
dos los que la vieran por isla la pu miento.
dieran estimar. De hallarla sin gente,
pudo ser, o porque aun entonces no
fuese por aquella parte poblada, y qui
zá de alguna gente que de los descubri CAPITULO X
dores della con sus mujeres (porque así
solían por la mar los navegantes andar)
en ella oviese quedado, comenzó a po En el cual se tracta de cómo la Providencia
blarse; como este descubrimiento haya divina nunca consiente venir cosas señaladas
ádo antiquísimo, por ventura ocho para bien del mundo, ni permite para casti
go dél, sin que primero, o por sus siervos los
cientos años antes y más del nacimiento Sanctos, o por otras personas, aunque sean
de Nuestro Señor Jesucristo, según lo infieles y malas, y algunas veces por los de
que podemos colegir de las antiguas monios, las pronuncien y antedigan que ellas
historias (lo que no es de maravillar, acaezcan.—Pénense una auctoridad de Séne
porque aun en tiempo de César Augus ca, que parece verdadera y expresa profecía,
to, 80 cuyo imperio Nuestro Salvador y otra de San Ambrosio del descubrimiento
destas Indias.—Quién fué Tiphis, el que in
nació, cuando mandó hacer la descrip ventó la primera nao.
ción de todas las gentes, que se hizo en
treinta y años, según dice Alberto Magno
en el lib. 2,®, distinción 3.% cap, 1.®, Allende las susodichas autoridades,
De natura locorum^ no estaba mucha tie hay otra de Séneca, no poco admirable,
rra poblada, la cual, creciendo la gente para declaración de la cual es de notar,
después, según él, se pobló); o tam primero, que si bien las Escripluras di
bién, ya que la dicha tierra o isla, po vinas y humanas, que hablan de las co
blada estuviese dentro deUa, podía ha sas señaladas en el mundo acaecidas,
ber sido que ellos llegasen a parte don consideramos, nunca hallaremos que se
de no fuese tan buen asiento para vi hicieron cosas grandes, o para Men del
vir cómodamente la gente por algunos mundo, o para castigo suyo, que mu
inconvenientes, y así no viesen a los cho antes o por boca de sus siervos y
moradores della ni los moradores a los amigos los santos profetas, o de sus ene
cartaginenses. migos, como los había entre los genti
Pone Aristóteles también en el mis les, no ordenase que o escura o clara
mo tratado una cosa, por maravillosa, mente lo que había de acaecer se anun
que no es de no notar, conviene a sa ciase o predijese.
ber : que ciertos navios de Cáliz salidos Desto están llenas las divinas histo
42 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
rías, como parece en el universal Dilu compuso cierto sobrino suyo del mismo
vio por Noé, y en la sumersión y hundi nombre), dice a sí:
miento de las cinco ciudades de Sodo
ma por Abraham; y en los libros de Venient anm’s saecuía serís.
los Reyes, por los profetas; las adver quibus Oceanus vincula rerum
sidades y también las prosperidades laxet, et ingens pateat tellus.
que al pueblo de los judíos por la divinal Tiphisque novos detegat orbes,
ordinación habían de venir, y la reden nec sit terrarum ultima Thile,
ción misericordiosa del linaje humano
con la venida del Hijo de Dios, no sólo Para que entiendan ^stos versos ios
por los profetas, pero también por las que no han leído mucho de historia,
Sibilas, que eran gentiles y infieles, que dos cosas deben presuponer: la pri-
hablaron del nacimiento, predicación, mera, que antiguamente la isla de TKi-
pasión, resurrección y vuelta al univer le, que está en el Océano de Ja parte
sal juicio del Redentor, ordenó que mu de Noruega, entre el Septentrión y e)
cho antes fuese antedicha, denunciada Poniente, como arriba en el cap. [III]
y manifestada: lo mismo podríamos algo apuntamos, fue tenida por la úl*
traer en ejemplo, si quisiésemos dete lima de todas las tierras que en aque
nernos en muchos casos tocantes a luga llos tiempos se sabían, como parece por
res y gentes y ciudades menos univer Ptoíomeo, lib. 2, cap. 3, y por Strabo,
sales. Esta orden muchas veces quiso líb. 3 después del principio, y por Pli
asimismo la Providencia diyina permi nio, Hb, 2, cap. 77, y Solino, cap. 25,
tir, que unas veces para castigo y pena y Pomponio Mela, lib. 3, cap. 6, y
de los infieles entre ellos hobiese, y San Isidro, lib. 14, cap. 6, de las Eíímo*
otras veces para utilidad y convenien logíaSf y Boecio, De consolatione, lib.
cia y gobernación de los reinos y así 3, metro 5.
del mundo, permitiendo que los teólo
gos y hechiceros y adevinos, y los mis Tellus tua iura tremiscat,
mos demonios, respondiendo en sus et serviat ultima Thile.
oráculos a los idólatras, donde las co
sas por venir adversas o prósperas,
ciertos responsos. Desto trata largamen La segunda, que Tiphis fue el pri
te San Augustín, en los libros De civi mero que hizo navio o nao para nave
tate Dei, y Eusebio, en los libros De gar, o el primero que inventó sos apa
evangélica praeparatione. rejos para navegar, mayormente el go
bernarlo o el arte de gobernar, toman
Así, por esta manera parece haber do diz que ejemplo de las colas de
querido nuestro Señor, que como el los milanos, por las cuales parece que
descubrimiento de nuevo indiano mun a sí mismo guían o gobiernan, como
do fuese una de las grandes y miseri podrá ver quien quisiere mirar en ello;
cordiosas y no menos justas obras que, enseñando la naturaleza, por las aves
para bien de sus predestinados, aunque en el aire [lo] que los hombres por el
también para juicio y ofendículo de los agua debían hacer para se guiar, ási
prescitos, y que habían de ser conde lo dice Plinio, lib. 10.% cap. 10.^ ha
nados determinaba hacer, Séneca, hom blando dello. Videntur artem gubernan'
bre gentil e infiel (puesto que hay bue di cauda flexibus in caelo monstrante
nos indicios de su conversión, por ha natura, quod opus esset in projunao.
llarse cartas escriptas dél a San Pablo De Tiphi, dice Seneca en la misma
y de San Pablo a él, y haber habido
tragedia:
entre sí secreta conversación), profeti
zase y dijese harto claramente, cuasi
mil y cuatrocientos v veinte años an Quaeque domitorem freti Tiphin,
novam formare docuisti navem.
tes, haber de descubrirse aqueste orbe.
El cual, en la tragedia 7, que se dice
Medea coro 2°, cerca del fin (si él las hi Enseñaste (dice a la
zo, porque algunos quieren decir que las hacer las naos a Thipi, domador
HISTORIA DE LAS INDIAS 43
agua. Y Virgilio hace también memoria tas, que son las postreras de todo el
¿él en la égloga 4, y Ovidio : mar Océano.
De lo dicho parece bien claro que
TiphU in Aemonia puppae magister erat.
Cristóbal Colón pudo tener del descu
brimiento destos orbes no sólo proba
ble, pero muy cierta e indubitable con
Esto así supuesto, dicen los versos de fianza;
Séneca: ‘‘En los años futuros y tardíos
vernán siglos o tiempos en los cuales CAPITULO XI
el mar Océano aflojará sus ataduras de
tal manera, que parecerá gran tierra; En el cu(\í se trae auctoridad de Pedro de
y el marinero, inventor de novedad, Aliaco, cardenal, gran teólogo, filósofo, ma
mundos tan nuevos descubrirá, que temático, astrólogo, cosmógrafo, la cual mu
desde adelante no será tenida por ul cho movió con eficacia a Cristóbal Colón y
lo confirmó en todo lo pasado.—Donde in
tima de todas las tierras las isla de Thi- cidentalmente se toca que España .se exten
le.” ¿Qué más claro pudo decir el des día hasta lo que agora se dice África y lle
cubrimiento Séneca, destas Indias?, y gaba al monte Atlántico, porque antigua
diciendo: “ Tiphis descubrirá nuevos mente era todo tierra continua y no había
estrecho de agua donde ahora es el de Gi-
mundos” , da a entender antonomatice, braltar.
o por excelencia, la dignidad y espe
cialidad de la sabiduría y gracia que Traídas auctoridades de los antiguos
Dios había de infundir para ello en filósofos y cosmógrafos e historiadores,
Cristóbal Colón, como si dijera, el ex que por su auctoridad y razones que
celente y señalado marinero y no otro traían, Cristóbal Colón les pudo dar
tal, como el inventor de señalada y crédito, con justa razón, para ofrecer
admirable novedad en cosas pertene se a tomar cargo de aquesta su nueva
cientes al navegar como lo fué aquél y arduísima empresa, o a proseguir la
Tiphis, descubrirá nuevos mundos, etc. vieja que otros en querer descubrir an
Bien fué cierto excelente marinero, in tiguamente tuvieron, resta por traer las
ventor nuevo de nuevas y grandes co auctoridades de modernos autores, y
sas, pues fué sólo cuanto a esto en nues que ultimadamente le perficionaron su
tros tiempos, y a él sólo eligió Dios, propósito, y se determinó como si ya
y no a otro, para que estos orbes nue hubiera venido y visto estas tierras con
vos descubriese y de tán profunda cla tal certidumbre a venir a buscallas.
ridad de noticia al mundo, que enton Lo primero es lo que Pedro de Alía-
ces teníamos los mostrase. co, cardenal, que. en los modernos tiem
Paréceme que debo aquí mezclar otra pos fué, en filosofía, astrologia y cos
profecía cristiana de San Ambrosio, que mografía doctísimo, cancelario de Pa
parece hablar lo mismo que Séneca, rís, maestro de Juan Gerson y hallóse
puesto que más explicada destas partes, en el Concilio de Constancia por el año
y dice así en el lib. 2.'*, Tap. 6.°, De la de 1416 (según Juan Tritthemio, en el
vocación de todas las gentes: Quod si libro De scriptoribus ecclesiasticis), dice
lorie quem admodum quasdam gentes en sus libros de astrologia y cosmogra
fquod non volunt) in consortium filio fía, y este doctor creo cierto que a
rum Dei novimus adoptatas^ ita, etiam Cristóbal Colón más entre los pasados
nunc in extremis mundi partibus sunt movió a su negocio; el libro del cual
aliquae nationes quibus nondum gratia fué tan familiar al Cristóbal Colón, que
Salvatoris illuxit, etc. Haber, dice, al todo lo tenía por las margines de su
gunas naciones en las postreras, partes mano y en latín notado y rubricado,
del mundo, cerca de las cuales dice no poniendo allí muchas cosas que de
dudar tenerles Dios, por su oculto di- otros leía y cogía. Este libro muy viejo
viuo juicio, el tiempo de su conversión tuve yo muchas veces en mis manos,
por la predicación del Evangelio apa de donde saqué algunas cosas escriptas
rejado. Las extremas y últimas partea en latín por el dicho Almirante Cris
el mundo, parece no ser otras sino és tóbal Colón, que después fué, para ave-
44 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
pre tuvo por favorable, y a que del todo deseo para haber de pasar adonde nace
tuviese indubitable noticia de lo que la especería, y por respuesta de tu car
quería encomendar le ayudaba, quiso ta le envió el treslado de otra carta que
deparalle otras ocasiones y adminícu- ha días yo escribí a un amigo y fami
ios para que más se certificase. Diremos liar del serenísimo rey de Portugal, an
en los siguientes capítulos lo que segiin tes de las guerras de Castilla, a respues
ia ordenación divina para lo dicho le ta de otra que por comisión de S. A.
me escribió sobre el dicho caso, y te
envío otra tal carta de maear, como
CAPITULO X II es la que yo le envié, por la cual serás
satisfecho de tus demandas; cuyo tres-
El cual contiene dos cartas muy notables que lado es el que se sigue: A Fernán Mar
escribió un maestre Paulo, florentín, a Cris- tínez, canónigo de Lisboa, Paulo, fí
tóbal Colón, informándole de las tierras y
cosas admirables que había en Oriente, y sico, salud. Mucho placer hobe de sa
cómo por el Occidente podía llegarse allá ber la privanza y familiaridad que tie
y descubrir los reinos felicísimos del Gran nes con vuestro generosísimo y magní-
Khan, que quiere decir Rey de los Reyes, ficentísimo Rey, y bien que otras mu
y de una carta de marear que le envió de
la provincia de Cipango, etc. chas veces tenga dicho del muy breve-
camino que hay de aquí a las Indias,
El segundo testimonio que Dios qui adonde nasce la especería, por el cami
so deparar a Cristóbal Colón, para más no de la mar más corto que aquel que
apriesa esforzalle y aficionalle a su ne vosotros hacéis para Guinea, dícesme
gocio, fue que un maestre Paulo, fí que quiere agora su alteza de mí algu
sico florentín, siendo muy amigo de na declaración y a ojo demostración,
un canónigo de Lisboa, que se 11a- porque se entienda y se pueda tomar
ma[ba] Hernán Martínez, y carteándo el dicho camino,* y aunque cognozco
se ambos en cosas de la mar y de cos de mí que se lo puedo mostrar en for
mografía, mayormente sobre la nave ma de esfera como está el mundo, de
gación que a la sazón, en tiempo del- terminé por más fácil obra y mayor in
rey D. Alonso de Portugal, para Gui teligencia mostrar el dicho camino por
nea se hacía, y la que más o por mejor una carta semejante a aquellas que se
vía se deseaba hacer a las regiones ma hacen para navegar; y ansí la envió a
rinas o terrenas occidentales, vino a su majestad hecha y debujada de mi
noticia del Cristóbal Colón algo de sus mano, en la cual está pintado todo el
cartas y materia de que trataban. El fin del Poniente, tomando desde Irlan
cual, como estaba muy encendido con da al Austro fasta el fin de Guinea, con
sus pensamientos en aquella especula todas las islas que en este camino son,
ción y anda[ba] por ponella en prác enfrente de las cuales, derecho por Po
tica, acordó de escrebir al dicho Marco niente, está pintado el comienzo de las
Paulo, físico, y envióle una esfera, to Indias con las islas y los lugares adon
mando por medio a un Lorenzo Birar- de podéis desviar para la línea equinoc
do, asimismo florentino, que a la sa cial, y por cuánto espacio, es a saber,
zón o vivía o residía en Lisboa, des en cuántas leguas podéis llegar a aque
cubriendo al dicho maestro Paulo por llos lugares fértilísimos y de toda ma
su carta la intención que tenía y de nera de especería y de joyas y piedras
seaba poder complir, preciosas: y no tengáis a maravilla si
Rescebida la carta de Cristóbal Co yo llamo Poniente adonde nasce la es
lon, el dicho maestre Paulo respondió pecería, porque en común se dice que
le una carta en latín, encorporando la nace en Levante; mas quien navegare
que había escripto al Hernán Martí al Poniente siempre hallará las dichas
nez, canónigo, la cual yo vide y tuve partidas en Poniente, e quien fuere por
®n mi mano, vuelta de latín en roman- tierra en Levante siempre hallará las
decía en esta manera: dichas partidas en Levante. Las rayas
A Cristóbal Columbo, Paulo, físico, derechas que están en luengo en la di
8a ud : Yo veo el magnífico y grande tu cha carta muestran la distancia que
I
46 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
vez cuatrocientas y cincuenta leguas al de los vientos y mar las echó donde» no
Poniente deí Cabo de San Viceinte, vi- pudiendo tornar los que las traían, pe*
do y cogió en el navio, en la mar, un recieron, y ellas, como nunca jam ás ae
pedazo de madero labrado por artifi hunden, vinieron a parar por tiempo a
cio, y, a lo que juzgaba^ no con hierro; los Azores.
de lo cual y por haber muchos días Asimismo, un Antonio Leme, casado
ventado vientos ponientes, imaginaba en la isla de la Madera, le certificó que
que aquel palo venía de alguna isla o habiendo una vez corrido con una su ca*
islas que hacia el Poniente hobiese. rabela buen trecho al Poniente, había
También otro que se nombró Pero Co visto tres islas cerca de donde andaba;
rrea, concuño del mismo Cristóbal Co que fuese verdad o no, al menos diz
lón, casado con la hermana de su mu que mucho se sonaba por el vulgo co«
jer, le certificó que en la isla del Puer mdn, mayormente en las islas de la Go
to Sancto había visto otro madero ve mera y del Hierro, y de los Azores mu
nido con los mismos vientos y labrado chos afirmaban y lo juraban, ver cada
de la misma forma, cpie también [había] año algunas islas hacia la parte del Po
visto cañas muy gruesas, que en un ca niente. A esto decía Cristóbal Colón,
ñuto dellas pudieran caber tres azum que podían ser aquellas islas de las que
bres de agua o de vino; y esto mismo tracta Plinio, líb. 2.% cap. 97 de su
dice Cristóbal Colón que oyó afirmar Natural Historia, que hacia la parte del
al Rey de Portogal, hablando con él Septentrión socava Ta mar algunas ar
en estas materias, y que Rey se los boledas de la tierra, que tienen tan
mandó mostrar. El cual tuvo por cierto grandes raíces, que las lleva como bal
(digo el Cristóbal Colón) ser las di sas sobre el agua, que desde lejos pare
chas cañas de algunas islas o isla que cen islas. Ayuda esto lo que dice. Séne
no estaba muy lejos, o traídas de la ca en el lib. 3.® de los Naturales, que
India con el ímpetu del viento y de hay natura de piedras tan esponjosas
la mar, pues en todas nuestras partes y livianas, que hacen dellas en la lu
de la Europa no las había, o no se sa dia unas como islas que van nadando
bía que las hobiese semejantes. Ayu por el agua, y desta manera debían de
dábale a esta creencia que Ptolomeo, ser las que dicen de San Brandán, en
en el lib. l.% cap. 27 de su Cosmogra- cuya historia diz que se lee que jfaeron
phia, dice que en la India se hallaban vistas muchas islas por la mar de las
de aquellas cañas. Item, por algunos islas de Cabo Verde o de los Azores,
de los vecinos de las islas de los Azores que siempre ardían y debían de ser co
era certificado Cristóbal Colón, que ven mo las que arriba se han dicho : de lo
tando vientos recios ponientes y nor mismo se hace mención en el libro lla
uestes, traía la mar algunos pinos y los mado Inventio fortunata. Más dice Cris
echaba en aquellas islas en la costa, en tóbal Colón que el año de 1484 vido en
especial en la isla Graciosa y en la del Portogal que un vecino de la isla de
Fayal, no habiendo por parte alguna la Madera fue a pedir al rey una cara
de aquellas islas donde se hallase pino. bela para ir a descubrir cierta tierra,
Otros le dijeron que en la isla de las que juraba que vía cada año y siempre
Flores, que es una de los Azores, había de una manera, concordando con loa de
echado la mar dos cuerpos ,de hombres las islas de los Azores.
muertos, que parecían tener las caras De aquí sucedió, que en las cartas
muy anchas y de otro gesto que tienen de marear que los tiempos pasados se
los cristianos; otra vez, diz que en el hacían, se pintaban algunas islas por
Cabo de la Verga, que es en... \ y por
aquella comarca, se vieron almadías o
aquellas marea y comarcas, especial
mente la isla que decían de Antilla, y
canoas con casa movediza, las cuales poníanla poco más de docientas legnas
por ventura, pasando de una isla a al Poniente de las islas de Canaria y de
otra o de un lugar a otro, la fuerza los Azores. Esta estimaban los porto-
gueses, y hoy no dejan de tener opinión
í Está en blanco en el manuscrito. que sea la isla de las Siete Ciudades,
HISTORIA DE LAS INDIAS 49
cuya fama y apetito aúu ha llegado que debían de ir a dormir a alguna tie
hasta nos, y a muchos ha hecho por rra. Despues diz que fueron por el
su cudicia desvariar y gastar muchos Nordeste tanto camino, que se les que
dineros sin provecho y con grandes da daba el Cabo de Clara, que es en Iber-
ños, como placiendo a Dios, en el dis nia, hacia el Leste, donde hallaron ven
curso desta historia parecerá. Esta isla tar muy recio los vientos ponientes y
de las Siete Ciudades, dicen, según se la mar era muy llana, por lo cual creían
suena, los portogueses, que fué poblada que debía ser por causa de tierra que
dellos al tiempo que se perdió España por allí debía de haber, que los abri
reinando el rey D. Rodrigo; y dicen gaba de la parte del Occidente; lo
qpie por huir de aquella persecución se cual no prosiguieron yendo para des-
embarcaron sietetobispos y mucha gen cubrilla, porque era ya por agosto y te
te, y con sus navios fueron [a] aportar mieron el invierno. Esto diz que fué
B la dicha isla, donde cada uno hizo cuarenta anos antes que el Cristóbal
fiu pueblo y porque la gente no pen Colón descubriese nuestras Indias. Con
sase tornar, pusieron fuego a los na cuerda con esto lo que un marinero
vios; y dícese que en tiempo del infan tuerto dijo al dicho CrivStóbal Colón,
te D, Enrique de Portogal, con tormen estando en el puerto de Santa María,
ta corrió un navio que había salido del que, en un viaje que había hecho a
puerto de Portogal y no paró hasta dar Irlanda, vido aquella tierra que los otros
en ella, y saltando eii tierra, los de la haber j)or allí creían e imaginaban que
isla los llevaron a la iglesia por ver si era Tartaria, que daba vuelta por ei
eran cristianos y hacían las cerimonias Occidente; Ja cual creo yo cierto que
romanas, y visto que lo eran, rogáron era la que ahora llamamos la de los
les que estuviesen allí hasta que viniese Bacallaos, a la cual no pudieron llegar
sa señor, que estaba de allí apartado; por los terribles vientos. Item, un ma
pero los marineros, temiendo no les rinero que se llamó Pedto de Velasco,
quemasen el navio y los detuviesen allí, gallego, dijo al Cristóbal Colón en
sospechando que no querían ser sabidos Murcia, que, yendo aquel viaje de Ir
dfe nadie, volviéronse a Portogal muy landa, fueron navegando y metiéndose
alegres, esperando rescebir mercedes tanto al Norueste, que vieron tierra ha
del infante; a los cuales diz que mal cia el Poniente de Ibernia, y ésta cre
trató y mandó que volviesen, pero el yeron los que allí iban que debía de ser
maestre y ellos no lo osaron hacer, por la que quiso descubrir un Hernán de
cuya causa, del reino salidos, nunca Olmos, como luego se dirá. Un piloto
más a él volvieron; dicen más, que los portogués, llamado Viceinte Díaz, ve
grumetes cogieron cierta tierra o arena cino de Tavira, viniendo de Guinea pa
para su fogón, y que hallaron que mu ra la isla Tercera, de los Azores, ha
cha parte della era oro. biendo pasado el paraje de la isla de
Algunos salieron de Portogal a bus la Madera y dejando ,al Levante, vido
car esta misma, que, por común voca o le pareció ver una isla que tuvo por
blo, la llamaban Antilla, entre los cua muy cierto que era verdadera tierra;
les salió uno que se decía Diego de Tie el cual, llegando a la dicha isla Ter
ne, cuyo piloto que se llamó Pedro de cera, descubrió el secreto a un merca
Velasco, vecino de Palos, afirmó al der muy rico, ginovés, amigo suyo, que
mismo Cristóbal Colón, en el monaste tenía por nombre Lucas de Cazana, al
rio de Santa María de la Rábida, que cual persuadió mucho que armase para
habían partido de la isla del Fayal, y el descubrimiento della, tanto que lo
anduvieron ciento y cincuenta leguas bobo de hacer; el cual, después de ha
por el viento lebechio, que es el viento bida licencia del rey de Portogal para
Norueste, y a la vuelta descubrieron la lo hacer, envió recaudo para que un su
isla de las Flores, guiándose por mu- hermano, Francisco de Cazana, que
chae aves que vían volar hacia aRá, residía en Sevilla, proveyese de armar
porque cognoscieron que eran aves de una nao con pre^^teza y la entregase al
tierra y no de la mar, y así juzgaron dicho piloto Viceinte Díaz, pero el di-
50 FRAY BARTOLOiME DE LAS CASAS
cho Francisco de Cazana burló de la tales razones y ejemplos que para ello
empresa y no quiso hacerlo; tomó el Dios le ofreció, como ha parecido, que
piloto a la Tercera y armó luego el di pocas dellas, cuanto más todas juntas
cho Lucas de Cazana, y salió el piloto le pudieron bastar y sobrar para con
tres y cuatro veces a buscar la dicha tie eficacia a ello inducillo; con todo eso
rra hasta ciento y tantas leguas, y nun quiero escribir aquí lo que comúnmen
ca pudo hallar nada, por manera que te en aquellos tiempos se decía y creía
el piloto y su armador perdieron espe y lo que yo entonces alcancé, como es
ranza de jamás hallarla. Y todo esto tuviese presente en estas tierras, de
dice Cristóbal Colón en sus libros de aquellos principios harto propincuo.
memorias que le dijo el mismo herma Era muy común a todos los que en
no Francisco de Cazana, y añidió más, tonces en esta isla Española vivíamos,
que había visto dos hijos del capitán no solamente los que el primer viaje
que descubrió la dicha isla Tercera, con el Almirante mismo ya don Cris
que se llamaban Miguel y Gaspar Cor tóbal Colón a poblar en ella vinieron,
te-Real, ir en diversos tiempos a buscar entre los cuales hobo algunos de los
aquella tierra, y que se perdieron en que se la ayudaron a descubrir, pero
la demanda el uno en pos del otro, sin también a los que desde a pocos días
que se supiese cosa dellos. a ella venimos, platicarse y decirse que
Cosas eran todas éstas ciertamente la causa por la cual el dicho Almirante
para el que tan solícito ya vivía desta se movió a querer venir a descubrir es
negociación, se abrazase ya con ella, tas Indias se le originó por esta vía.
y señales con las cuales parece que Dios Dijese que una carabela o uavío que
lo movía con empellones, porque la había salido de un puerto de España
Providencia divinal, cuando determina (no me acuerdo haber oído señalar el
hacer alguna cosa, sabe bien aparejar que fuese, aunque creo que del reino
los tiempos, así como elige las perso de Portogal se decía), y que iba cargada
nas, da las inclinaciones, acude con los de mercaderías para Flandes o Inda-
adminículos, ofrece las ocasiones, qui terra, o para los tratos que por aquellos
ta eso mismo los impedimentos para tiempos se tenían, la cual, corriendo
que los efectos que pretende finalmente terrible tormenta y arrebatada de la
se hayan por sus causas segundas de violencia e ímpetu della, vino diz que
producir. a parar a estas islas y que aquella fué
la primera que las descubrió. Que esto
acaeciese así, algunos argumentos para
CAPITULO XIV mostrallo h ay ; el uno es, que a los que
de aquellos tiempos somos venidos a
El cual contiene una opinión que a los prin los principios era común, como dije,
cipios en esta isla Española teníamos, que
Cristóbal Colón fué avisado de un piloto que tratallo y platicallo como por cosa
con gran tormenta vino a parar forzado a cierta, lo cual creo que se derivaría de
esta isli, para prueba de lo cual se ponen alguno o de algunos que lo supiese, o
dos argumentos que hacen la dicha opinión por ventura quien de la boca del mismo
aparente, aunque se concluye como cosa du
dosa. — Pénense también ejemplos antiguos Almirante o en todo o en parte por al*
de haberse descubierto tierras acaso, por la guna palabra se lo oyese. El segundo
fuerza de las tormentas. es, que en otras cosas anticuas, de que
tuvimos relación los míe fuimos al pri
Resta concluir esta materia de los mer descubrimiento de la tierra y po
motivos que Cristóbal Colón tuvo para blación de la isla de Cuba (como cuan
ofrecerse a descubrir estas Indias, con do deJla, si Dios quisiere, bahlaremos,
referir una vulgar opinión que bobo en se dirá) fué una ésta, que los indios
los tiempos pasados, que tenía o sona vecinos de aquella isla tenían -eciente
ba ser la causa más eficaz de su final memoria de haber llegado a esta ida
determinación la que se d¡rá en el pre Española otros hombres blancos y bar
sente capítulo, la cual yo no afirmo, bados como nosotros, antes que nos
porque en la verdad fueron tantas y otros no muchos años: esto pudieron
HISTORIA DE LAS INDIAS 51
saber los indios vecinos de Cuba, por por nombre Platea, que estaba junto,
que como no diste más de diez y ocho cabe ella: Is, inquit, aiebat se ventis
]e<ruas la una de la otra, de punta a arreptum in Africam applicuisse, etc.
punta, cada día se comunicaban con sus Haec Herodotus. Cornelio Nepos cuen
barquillos o canoas, mayormente que ta, que en el tiempo que Quinto Mete
Cuba sabemos, sin duda, que se pobló llo era procónsul en Francia, que cier
y poblaba desta Española. tos mercaderes que salieron de la In
Que el dicho navio pudiese con tor dia, con grandes tempestades, fueron a
menta deshecha (como la llaman los parar a Germania; lo mismo significa
marineros y las suele hacer por estas Aristóteles de los que hallaron la isla
mares) llegar a esta isla sin tardar mu que arriba dejimos ser, a lo que cree
cho tiempo y sin faltalles las viandas mos, la tierra firme hacia el Cabo de
y sin otra dificultad, fuera del peligro San Augustín, arriba, en el cap. IX; y
que llevaban de poderse finalmente los otros navios que salieron de Cáliz
perder, nadie se maraville, porque un y arrebatados de la tormenta anduvie
navio con grande tormenta corre cien ron tanto forzados por el mar Océano
leguas, por pocas y bajas velas que lle hasta que vieron las hierbas de que
ve, entre día y noche, y a árbol seco, abajo se hará, placiendo a Dios, larga
romo dicen los marineros, que es sin mención : desta misma manera se des
velas, con sólo el viento que cogen las cubrió la isla de Puerto Santo, como
jarcias y masteles y el cuerpo de la nao, abajo diremos.
acaece andar en veinte y cuatro horas Así que, habiendo aquéllos descu
treinta y cuarenta y cincuenta leguas, bierto por esta vía estas tierras, si así
mayormente habiendo grandes corrien fué, tornándose para España vinieron a
tes, como las hay por estas partes; y parar destrozados; sacados los que, por
el mismo Almirante dice que en el via los grandes trabajos y hambres y en
je que descubrió a la tierra firme ha fermedades, murieron en el camino, los
cia Paria, anduvo con poco viento, des que restaron, que fueron pocos y en
de horas de misa hasta completas, se fermos, diz que [vinieron] a la isla de
senta y cinco leguas, por las grandes la Madera, donde también fenecieron
corrientes que lo llevaban: así que no todos. El piloto del dicho navio, o
íué maravilla que, en diez o quince [por] amistad que antes tuviese con
días y quizá en más, aquéllos corriesen Cristóbal Colón, o porque como andaba
mil leguas, mayormente si el ímpeto solícito y curioso sobre este negocio,
del viento boreal o norte les tomó cer quiso inquirir dél la causa y el lugar
ca o en paraje de Bretaña o de Ingla de donde venía, porque algo se le debía
terra o de Flandes. Tampoco es de ma de traslucir por secreto que quisiesen
ravillar que así arrebatasen los vientos los que venían tenello, mayormente vi
impetuosos aquel navio y lo llevasen niendo todos tan maltratados, o porque
por fuerza tantas leguas, por lo que por piedad de vello tan necesitado el
cuenta Herodoto en su lib. 4.”, que co Colón recoger y abrigarlo quisiese, bo
mo Crino, rey de la isla de Thera, una bo, finalmente, de venir a ser curado
de las Cíclades y del Arcipiélago, res- y abrigado en su casa, donde al cabo
cibiese un oráculo que fuese a poblar diz que murió; el cual, en recognosci-
una ciudad de Africa, y Africa enton miento de la amistad vieja o de aque
ces no era cognoscida ni sabían dónde llas buenas y caritativas obras, viendo
se era los asíanos y gentes de Levante que se quería morir, descubrió a Cris
orientales, enviando a la isla de Creta, tóbal Colón todo lo que les había
qne agora se nombra Candía, mensaje acontecido y dióle los rumbos y cami
ros que buscasen algunas personas que nos que habían llevado y traído, por
supiesen decir dónde caía la tierra de la carta del marear y por las alturas,
Africa, hallaron un hombre que había y el paraje donde esta isla dejaba o ha
por nombre Corobio, el cual dijo que bía hallado, lo cual todo traía por es-
^on fuerza de viento había sido arre cripto.
batado y llevado a Africa y a una isla Esto es lo que se dijo y tuvo por opi-
52 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
contra su hermano Atlante, como arri que reinase diez anos en España Hes
ba dejimos, no parece ser posible que pero, y della fuese por fuerza echado
tuviese tiempo para descubrir y seño por su hermano Atlante, y de España
rear V que se llamasen de su nombre fuese a reinar y reinase por cierta parte
Citas'Indias Hesperides, habiendo de de Italia, y en la Italia muriese, según
Iiaber ocurrido hasta llegar a este fin dice Beroso, en el lib. 5 de las Anti
tan inmensas dificultades. Y confírma güedades^ e Higinío, en su Astronomía
le aquesta razón, porque no se com- poética, y que antes pasasen ambos her
padecen justamente estar las cosas di manos en Africa y Mauritania (que es
versas que las historias de Atlante y la provincia que hoy llamamos Marrue
Hespero cuentan o relatan, de los cua- cos), y allí reinase Atlante, del cual
les se afirma haber sido hermanos; por piensan que se llamó Allante aquel
lo cual es necesario decir, que así como famoso monte Atlante, al cabo de Mau
íueron, no uno, sino muchos Hércules, ritania, del cual se denomina cuasi
según San Augustín, lib. 18, cap. 12, todo el mar Océano (aunque yo más
De civimte Dei, Pausanias, autor de creo llamarse del primer Atlante, Ja-
historias, griego, lib. 9, Macrobio, In fet, hijo de Noé, y parece ser más ra
saturnalibusj lib. 1, cap. 24, Cornelio zonable creencia), y Hespero fuese a
Tácito L . y otros, y los poetas las co reinar a las islas de Canarias o de Cabo
sas señaladas que muchos hicieron dis- Verde y en la tierra firme de Etiopía,
tinctamente y en diversos tiempos y la más occidental, por cuya causa él
partes, atribuían a uno, en lo cual en se llamó Hespero, que quiere decir oc
gendraron gran confusión, así también cidental, porque antes no se llamaba
fueron muchos Atlantes, los cuales fue desde su nascimiento sino Filothetes,
ron iguales, no sólo en los nombres, como dice el Tostado en el lib. 3.*^, ca
pero también en las mujeres y nombres pítulo 83, sobre el Ensebio, y alega a
dellas y en los hermanos; por lo cual Teodoncio? Y es de creer como fuese
muchas veces se equivoca y se aplica, tan leído y docto en todas facultades,
equivocando, lo que hizo uno a otro y sobremanera en historias, que mira
de aquel nombre, y lo que todos a uno, ría bien lo que dijo, y mejor que Gon
como dice Servio y los otros comenta zalo Hernández de Oviedo, el Tostado.
dores del Virgilio, en 7.® y 8.® de las Lo dicho se prueba por Juan Boca-
Eneida$, y Jenofonte, De aequivocis; ció, lib. 4.®, cap. 29, De genealogía Deo
mayormente las historias griegas, que rum, donde afirma Hespero haberse
muchas cosas no dijqron con verdad y llamado Hespero por haber ido a po
fueron deste defecto muy notadas. Cuan blar o a reinar en Etiopía, la postrera
to más que Atlante, como fuese Jafet, hacia el Occidente, y no ella dél: Ve
hijo de Noé, según afirma Masseo, en rum, inquit, cum iuvenis una cum At
el 2.^ de su Coronictty y que estuvo mu lante fratre in extremos Mauros seces
chos años en Africa, todos los otros At sisset atque Aethiopibus, qui ultra Am-
lantes puede ser que hayan sido fabu pelusiam promontorium litus Oceani
losos, fingidos por los poetas. De don incolunt, ut insulis et litore adiacenti-
de se sigue haber sido posible, y aun bus imperasset, a Graecis Hesperus ap
parece necesario, por lo que luego Se pellatus est; eoque ex nomine occiden
dirá, que hobiese habido más Héspe tis Hesperi omnem occiduam regionem
ros de uno, que tuviesen por herma vocent Hesperiam. Et sic ab ea regione
nos y aun por padres a Atlante, fingi ad quam transmigrai^erant a suis per
dos por los poetas, o que fuesen ver petuo denominatus est. Haec Boccac-
daderos, y así, lo que diversos hicie- cius. Dice más el Tostado, que deste
ton, equivocando se atribuya a uno. Hespero no se halla más escripto de
>to se persuade por la incomposibili- que tuvo tres hijas, las cuales los auto
ad de las obras cpie se aplican a un res y poetas llaman Hesperides, y así,
ospero. ¿Cómo se puede compadecer del nombre suyo parece que fueron bi
jas de Hespero (aunque algunos qui
Sigue un espacio en blanco. sieron decir que fuesen hijas de At-
56 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
el capítulo precedente trujimos de Juan las Hesperias todas del rey de España
Bocacio, haberse llamado el hermano Hespero, pruébase, lo segundo, por la
de Atlante, de quien hablamos, Hes misma España; porque aunque algu
pero, conviene a saber, Occidental, por nos digan que se nombró Hesperia del
la Etiopía occidental, en que reinó, y dicho rey Hespero, otros de mayor
della haber tomado el nombre él, y no autoridad y más en número afirman ha
dé! ella. Item, el cabo postrero de Etio berse nombrado España, Hesperia, de
pía, de que se tuvo alguna noticia, que la estrella Hespero, como ha parecido
hoy llamamos de Buena Esperanza, le y parece por los siguientes: déstos es
llamaron los antiguos el promontorio San Isidro, lib. 14, cap. 4 de las Etimo
Hesperionceras, por ser el más occi logías, al fin, do dice : Hispania prius
dental que entonces de la tierra de ab Ibero anne nuncupata, postea ab
Africa se cognoscía. Así lo nombra Pli Híspalo Hispania cognominata est. His
nio en el lib. 6, cap. 31 : Ad Aethio- pania est et vera ftesperia ab ilespe-
pías Hésperos, et promontorium quod ro stella occidentali dicta. Haec ille. Eo
vocamus Ilesperioncaeras. Haec ille, mismo afirma el arzobispo D. Rodrigo,
ítem, Pomponio Mela, lib. 3.®, cap. 10; lib. r.®, cap. 3.®; ítem el obispo de
Ipse terrae promontorio, cui nomen est Burgos D. Alonso de Cartagena, en el
Hesperi cornu. Haec ille. Y San Isi libro único de los reyes de España,
dro, lib. 14, cap, 6, de las Etimolo cap. 3.®; ítem, dello da también testi
gías: Qorgades insidae Oecani obversae monio el obispo de Girona, en su Pa-
promontorio quod vocatur Hesperion- ralipomenon, lib. 6, cap....; Quot na
eneras. Haec ille. Que aqueste cuerno tiones et populi usque ad nostra tem
o cabo de la tierra sea el que los pa pora Hispaniam obtinuerunt. Lo mismo
sados decían el promontorio o cuerno afirma Pedro de Aliaco, cardenal, en
o punta o cabo Hesperionceras, que el De imagine mundi, cap. 31, hablan
suena occidental, pruébase, lo primero, do de España; el Tostado también, li
por el discurso que Solino trae descri bro 3.®, cap. 83.®, sobre Ensebio; aprue
biendo la tierra y los cabos, promonto ban lo dicho todos los diccionarios, o
rios e islas del mar Azanio, que es don por la mayor parte, como el Cornuco
de entra en el Océano el mar Arábico pia, colmnna 502 y columna 345, y el
o Bermejo, hasta las Fortunadas o Ca Catholicon y Calepino, y otros que no
narias, en el capítulo último y cap. 37 queremos aquí referir.
de su Polistor, juntamente con lo que La segunda manera de responder al
Pomponio afirma del mismo monte o principal motivo de los que afirman el
promontorio en el capítulo alegado 10.® contrario desto es, que aunque hobiesen
y 11.® del lib. 3.®, los cuales autores, habido el nombre las islas Hespéridas,
describiendo aquella costa, topan pri cualesquiera que sean hacia el Occiden
mero con aquel cabo Hesperionceras, te, de algún notable hombre, al menos,
y dél primero que de otro hablan; lo más probable y más semejante de ver
segando, porque así lo declara y expo dad tiene haberlo habido de Hespero,
ne la glosa o escolio del mismo Solino, el que señoreó en Africa y Etiopía, que
en el dicho capítulo último, sobre la no del que tuvo diez años el señorío
palabra Hesperionceras, donde dice de España.
asi: Sonat haec vox occidentale cornu A lo que añiden los que opinan el
et extremum Africae continentis pro contrario desto, trayendo lo que dice
natorium, uhi scilicet veluti in fron Solino de las islas Hespérides, que se
te Circumaguntur nares in occasum ac gún Seboso e Higinio, había de las is
n r e Atlanticum, quod hodie, vocant las Gorgonas a las Hespérides cuaren
capus Bonae Spei. Haec illa. Lo mismo ta días de navegación, e interpretan los
expone y declara sobre el cap. 10 deJ dichos que las Gorgonas fueron las is
^ ■ 3. de Pomponio Mela, en el fin, las de Cabo Verde, y las Hespérides
5 1 1 '^ dicho de Plinio en el cap. 31 aquestas nuestras islas y tierra firme,
e lib. 6.°, que arriba fue recitado. Y decimos que en lo que afirman se enga
no haya sido regla general llamarse ñan : lo uno, en que hacen las islas de
fray BARTOLOME DE LAS CASAS
60
Cabo Verde ser las Gorgonas, y no son derechamente, imaginando tener las es
sino otras; esto parece, porque las is paldas al Oriente o rumbo o viento
las de Cabo Verde están frontero y con Leste; como quiera que Solino venga
tra el mismo Verde Cabo cien leguas describiendo la costa de Africa y Etic’
la vuelta del Poniente, como parece por pía, comenzando desde la mar o pié.
todas las cartas de navegar y abajo se lago Azanio, que es, como se dijo, don-
dirá, y por esto reciben dél el nombre, de entra en el Océano el mar Bermejo,
pero las Gorgonas están contra y fron y el mismo camino llevó en descreiiir
tero del promontorio o cabo Hesperíon- la tierra de Africa Pomponio, lib, 3.®,
ceras, que es el de Buena Esperanza, cap. 9, 10 y 11.®; por manera que pa
como dice el mismo Solino : Gorgones sado el dicho promontorio Hesperion-
insulae^ ut accepimus, obversae, sunt ceras o cabo de Buena Esperanza, don
promontorio quod vocamus Hesperion- de están o estaban las Gorgonas, vuelve
caeras; esto dice Solino, capitulo ul la costa del mar hacia el Septentrión
timo, esto también se averigua por la o Norte, por lo cual da a eniemler que
tabla y figura que viene pintada en el las Hesperides habían de estar hacia
Solino, al cabo dél, donde asienta las el Norte o Septentrión y no al Ponien
islas Gorgonas frontero y cerca del di te. No contradice a esto lo que añide
cho cabo o promontorio de Buena Es allí Solino. In intimos maris sirws,
peranza, y esto no menos aprueba la porque de las Canarias, refiriendo a
glosa o escolio de Solino, arriba traída, Juba, dice que son cercanas a donde
y sobre [todo], Pomponio, lib. ca se pone el sol, proximas, inquit, occa
pítulo último, en el principio. Y decir sui, o al Occidente, las cuales, como
que según Ptolomeo y todos ios verda sabemos, en España tenemos cabe casa.
deros cosmógrafos, como Gonzalo Her De lo dicho se ha de seguir necesaria
nández de Oviedo dice, las Gorgonas mente, conviene a saber, que las Hes
son las de Cabo Verde, no debiera mi perides o fueron las islas de Cabo Ver
rar ni entender bien lo que dijo, por de, o las que llamamos de los Azores,
que ni Ptolomeo lo dice, ni él lo vio que hallaron y tienen pobladas los por-
en algún verdadero cosmógrafo, porque togueses, de que abajo algo diremos.
no se hallará en Ptolomeo que hiciese Esto se puede persuadir desta manera:
mención de las islas Gorgonas o Gorga- lo primero, porque según Pomponio,
des, si yo mal no lo he mirado, ni dará lib. 3.®, cap. 11.°, las Hesperides es
cosmógrafo de los antiguos ni de los taban situadas en derecho o frontero de
modernos, si no es lo que tenemos di la punta o tierra calidísima de Etiopía;
cho, que Jo diga, a quien se deba dar así lo dice, hablando della: Exmtis
crédito; y una cosa es hablar los poe scilicet terrae partibus insulae opposi
tas de las Gorgonas mujeres, y otra de tae sunt, quas Hesperides tenuisse me
las Gorgonas islas. Muchas y en mu morantur. Haec ille, Y esta tierra ca
chas cosas Oviedo alega libros y auto lidísima y quemada del terrible calor
ridades que él nunca vio ni entendió, del sol es el cabo que llaman Verde,
como él no sepa ni entienda latín, y donde no hay más verdura que en el
así parece que hizo en ésta. Lo segun mismo verde, por la manera que lla
do, creemos que se engañó el dicho mamos al negro Juan blanco, por la
Gonzalo Hernández de Oviedo en la figura que llaman los gramáticos anfi-
inteligencia de las palabras de Solino pkrasim, como decimos mundo al mun
o de Seboso e Higinio, que dicen: Ul do, que quiere decir limpio, siendo el
tra Gorgonas Hesperidum insulae die mundo sucio y Ueno de todas las mmda-
rum quadraginta navigatione in inti des y suciedades; este fuego sienten bi^
mos maris sinus recesserunt. Aquella pa todos los navios que por aquel
labra ultra, que quiere decir állende, Verde y islas navegan. Las siete islas,
piensa quizá, si entendió lo que quería pues, que son las de Mayo y las de bue
decir, que Solino o Seboso entendió por na Vista y la del Fuego, etc., que a®
allende hacia la parte de Poniente o llaman de Cabo Verde, están fronter®
rumbo que llaman los marineros gueste. del dicho Cabo Verde, y porque sn
HISTORIA DE LAS INDIAS 61
las odoríferas manzanas; luego las Hes- diz que muerto ya Hespero, poseyendo
pérides de que traclan los antiguos y las hijas Hesperides las ovejas, de
Solíno, que estaban de la otra parte de aquí comenzaron a decir las gentes-
las Gorgades o Gorgonas, no son ni fue visto hemos las manzanas de oro que
ron ni pudieron ser estas Indias, sino Hércules hurtó a las Hesperides, matán-
las islas de Cabo Verde o de los Azo doles el dragón que las guardaba. Todo
res, que fuesen llamadas Hesperides o esto dice Palephato, harto diferente
por Hespero, rey de Etiopía, o por sus mente de los otros, y así queda más du-
hijas o por otra cualquiera persona, o dosa y aun más vana la opinión de los
por la estrella Venus, o por la ciudad que presumen decir que las Hesperi
que se dijo que bobo en el fin de Mau des, de quien hablaron los antiguos,
ritania; cuanto más, que como todo lo sean estas Indias nuestras. Esta fábula
que destas Hesperides se blasona es fa tracta Higinio en el libro que hizo de
buloso, poco crédito y ninguno, a los las Fábulas^, que arriba se recitó, en dos
que sobre ello se fundaren, se debe dar. o en tres lugares, y en el lib. 2.° De Poe
Cuya interpretación, según Plinio y So tica Astronomia^ cap. De Serpente, y
lino y Servio y San Anselmo y San Isi cuéntala muy 'diferente de los otros,
dro y Juan Bocacio y otros, esta es, pero no dice que de las Gorgonas a las
conviene a saber, que aquel huerto de Hespérides había cuarenta días de na
las ninfas Hesperides era una isla da vegación, antes contando la fábula de
llas, y, según Pausanias, historiador Perseo, en el dicho libro De Poetica As>
griego, eran dos, donde se criaban cier tronomia, no trata de islas, sino de las
tas ovejas que producían la lana o ve mismas mujeres Gorgonas. Así que Soli*
llocino de color de oro, muy rica. El no es el que lo dice o lo sacó de Slacio
dragón que las guardaba eran los arra- Seboso y pénelo en el cap. 37, y Plinío
cifes y peñascos y tormenta grandísi hace mención de las Hespérides, li
ma de la mar que las cercaba, y como bro 6.®, cap. 31. Diodoro, lib. 5.®, capí
la mar no duerme, no cesaba de día ni tulo 2.®, y Boecio, lib. 4.®, metro últi
de noche. El cual dragón se dice ha mo, De consolatione, puesto que unos
ber muerto Hércules, porque aguardó (le una y otros de otra manera lo cuen
tan congruo y blando tiempo que cesa tan y equivocan este nombre Hércules,
se la braveza de la mar y así pasó en como hayan sido muchos, según arri
salvo a las islas, de donde llevó hur ba se dijo.
tadas para Euristeo, rey, las ricas ove Puédese persuadir lo tercero lo que
jas. Muy por el contrario, reduce la está dicho, conviene a saber, que las
fábula a historia Palephato Parius o Hespérides fueron, o las islas de Cabo
Prienensis, antiquísimo, dei tiempo de Verde o las de los Azores, por lo que di
Artajerses (sic), filósofo griego, en el ce San Anselmo en el lib. 1.®, cap. 20,
libro que compuso de Fabulosis narra- De imagine mundi, que las Hespérides
tioníbus non credendis^ lib. 1.®, cap. De estaban cerca de las Gorgonas, dicien
Hesperidibus, donde dice que la verdad do así : luxta has scilicet Gorgonas
e s : Hespero fue un hombre milesio, peridum ortus, etc. De donde parece
que moraba en Caria, región de Asia que, si creyera San Anselmo estar tan
la menor; tenía dos hijas que se lla distantes como cuarenta días de nave
maban Hesperides; éste tenía unas ove gación, no dijera que estaban cerca, y
jas hermosas y parideras como las ha si tuvieron por cerca cuarenta días de
bía en Mileto, según él dice, por lo cual navegación, o sí se puede salvar el di
las llamaba ovejas doradas, como el oro cho de San Anselmo, que las Hespen*
sea la cosa más hermosa de los metales, des estuvieron cerca de las Gorgonas,
y decíanse manzanas, porque manzana, podemos decir que como las e
en griego, quiere decir oveja; éstas los Azores disten del cabo de
pascían cerca de la mar, y pasando por Esperanza, que es el promontorio ss
allí Hércules en un navio, metiólas en perionceras, donde situamos por las ra
él y a! pastor que las guardaba, cuyo zoues arriba traídas las Gorgonas, cerca
nombre era Dragón, con ellas, y esto de tres mil leguas, y aun quizá mas, s)
lUSTOlUA DE LAS ÍA'DÍAS 63
de una manera y otros de otra. Item, que sería mucho agradable referir aquí
algo dello, antes que tratemos del de
Pausanias, lib. 5.®, col. 199, [habla] de
dos Hesperides, y que ellas eran las nuestras océanas Indias, porque se vea
guardas de las pomas o manzanas de cuán moderno el cognoscimiento que
oro; por manera que todo lo que do de los secretos que en el mar Océano
había tenemos, y cuántos siglos y diu-
lías dicen más es poético y fabuloso que
histórico y verdadero, y por consiguien
turnidad de tiempos la divina Provi
te, todo es lleno de vanidad y nada, dencia t,uvo por bien de los tener encu
cuanto a las cosas de veras, creíble, ybiertos.
según dice el Papa Pío en el prólogo Por demás trabajan y son solícitos los
del libro que llamó Del mundo univer hombres de querer o desear ver o des
so: Nugas in fabuliSi in historia verumcubrir cosas ocultas, o hacer otra obra,
quaerimus et serium. Haec ille. por chica aunque buena que sea, si la
Resta luego, pues, por las muchas ra
voluntad de Dios cumplida no fuere;
zones y autoridades en estos dos capítu
la cual tiene sus puntos y horas puestas
los traídas, no sólo deberse tener por en todas las cosas, y ni un momento
dudoso que estas Indias en algún tiem de tiempo antes ni después de lo que
po de los antiguos hobiesen sido del se
El tiene ordinado, como al principio
ñorío de España, pero, las cosas del deste libro se dijo, han de sortir o hfl-
mundo supuestas como han ido, deber ber sus efectos.. Y, por ende, grande
se juzgar y tener por imposible, y que acertar en los hombres sería, sí en el
ninguna que se arree de afirmar ver juicio humano muy de veras cayese nin
dad deba osar decillo. Concedemos con guna cosa querer, ni desear, ni pensar
todo esto que puede haber sido ios an poner por obra, sin que primero, con
tiguos tener alguna sospecha o muy levesincero y simple corazón e importuna
nueva de España o fuera della, de habersuplicación, consultasen su divina y rec
tierras por este mar Océano de Po tísima voluntad, remitiéndoselo todo a
niente, por las muchas razones y auclo-su final e inflexible determinación y jui
cio justísimo. Cuánta diligencia y solici
ridades que arriba en los capítulos 5, 6,
tud se puso por los antiguos por la ansia
7, 8, 9 y 10.® dejamos referidas, y así
nombrallas Hesperides, no por el rey y codicia que tuvieron de saber lo que
Hespero de España ni del de Etiopía, en este Océano y vastísimo mar había,
ni por la ciudad de Mauritania, sino y después de muchos que les sucedie
por estar occidentales, porque Hesperi
ron y los cercanos a nuestros tiempos;
des o Hesperionceras o Hespero en leny finalmente no lo alcanzaron hasta el
gua griega, como ya mostramos arriba, punto y hora que Dios puso los me
dios y quitó los impedimentos. Mara
tierra o estrella o cosa occidental suena.
villosa cosa, cierto, es que las islas de
CAPITULO XVII ^ Canaria, siendo tan vieja la nueva o
fama que dellas en los tiempos anti
Y porque muchas veces arriba, y más guos se tuvo, pues Ptolomeo y otros mu
en este capítulo pasado, hemos tocado chos hicieron mención dellas, y estan
del promontorio Hesperionceras o de do tan cerca de España, que no se fio*
Buena Esperanza y de las islas de Ca biese visto ni sabido (o al menos no lo
naria y Cabo Verde y de los Azores, y hallamos escripto) lo que había en
dellas muchas veces hemos de tocar en ellas, hasta agora poco antes de nues
la historia siguiente, con el ayuda de tros tiempos.
Dios, y muchos y aun quizá todos los En el año, pues, de Nuestro Señor Je
que hoy son, y menos los que vinieren, sucristo de^,.. una nao inglesa o fraii’
no saben ni por ventura podrán saber cesa, viniendo de Francia o Inglaterra
cuándo ni cómo ni por quién fué cele a España, fué arrebatada, como cada ra
brado su descubrimiento, parecióme acaece, por los vientos contrarios ^
que traía, y díó con ella en las dicn^
1 A este y a los siguientes capítulos, hasta
el XXVII, les falta el Sumario en el manus
crito. r Está en blanco en el manuscrito.
HISTORIA DE LAS INDIAS 65
islas de Canaria: esta nao dió nuevas, la gente que le pidió y todo favor y
a la vuelta de su viaje, en Francia. Eí despacho. Ido a las dichas islas con su
Petrarca, en el lib. 2.% cap. 3 /, De vita armada, sojuzgó por fuerza de armas
solitaria, dice que los giuoveses lucie las tres dellas que fueron Lanzarote,
ron una armada que llegó a las dichas Fuerte Ventura y la isla que llaman del
islas, Y qtte el Papa Clemente VI, que Hierro, haciendo guerra cruel a los ve
fue por el año de TSuestro Salvador cinos naturales dellas, sin otra razón ni
Jesucristo de mil y trecientos y cua causa más de por su voluntad o, por me
renta y dos subido ai pontificado, cons jor decir, ambición y querer ser señor
tituyó por rey y príncipe de aquellas de quien no le debía nada, sojuzgándo
islas a un notable capitán que se había los. Esto hizo el dicho mosior Juan Be
señalado en las guerras de entre Espa tancor con grandes trabajos y gastos, se
ña y Francia (no dice su nombre), y gún dice un coronista portogués llama
que el día que el Papa lo quiso coronar do Juan de Barros en sus Décadas de
o coronó, llevándole por Roma con Asia, década 1.*, cap. 12, el cual, entre
grande fiesta y solemnidad, fué tanta el otras cosas dice deste Betancor, que vino
agua que llovió súbitamente, que tornó a Castilla y que de allí se proveyó de
a casa en agua todo empapado; lo cual gente y de otras cosas que le fallaban.
se tuvo por señal o agüero que se le daba También es de creer que aquellas islas
principado de patria que debía ser abun tomó con muerte de hartos de los que
dante de pluvias y grandes aguas, como consigo llevaba, y no menos sería, sino
si fuese otro mundo, y que no sabe, se muchos más, de los canarios naturales,
gún lo mucho que de aquellas islas se como gente de pocas armas y que esta
escribe y dice, cómo les convenga el ban en sus casas seguros, sin hacer mal
nombre de Fortunadas : dice también a nadie.
no saber cómo le sucedió al rey nuevo Esta es cosa cierto de maravillar que
que dellas hizo el Papa. Esto es todo haya caído tanta ceguedad en los cris
del Petrarca. De creer parece que es tianos, que habiendo profesado guardar
ser esto después de que las descubrió la ley natural y el Evangelio en su bap
la dicha nao, porque no se hubiera así tismo, y en todo lo que toca y concier
tan presto la memoria dellas cerrado ne la cristiana conversación y edificación
si esto acaeciera antes. de los otros hombres, seguir las pisa
Después, en el año de mil y cuatrocien das y obras de su Maestro y guiador Je
tos, en tiempo del rey D. Enrique III sucristo, entre las cuales es y debe ser
de Castilla, hijo del rey D. Juan, el pri una, convidar y atraer y ganar por paz
mero deste nombre, y padre del rey y amor y mansedumbre y ejemplos de
D. Juan el segundo, digo el rey D. En virtud a la fe y cultura y oberliencia y
rique III, padre del rey D. Juan el se devoción del verdadero Dios y Redentor
gundo, agüelo de la serenísima y cató del mundo, a los infieles, sin alguna
lica reina doña Isabel, mujer del ca diferencia de cualquiera secta o religión
tólico rey D. Hernando, habiendo oído que seauy y pecados y costumbres co
en Francia estar en aquella mar las di rruptas que tengan; y esto no de Ja
chas islas pobladas de gente pagana, manera que cualquiera quisiera pin
un caballero francés que se llamaba tar, sino por la forma y ejemplo que
mosior Juan de Betancor, propuso de Cristo nos dió y estableció en su Iglesia
venir a conq[uistarlas y señorearlas, para y como nosotros fuimos y quisiéramos
lo cual armó ciertos navios con alguna ser, si no lo hobíéramos sido, traídos,
gente de franceses, aunque poca, cpn la dejándonos mandado por regla gene
■cual se vino a Castilla y allí tracto con ral, que todo aquello que querríamos
el rey D. Enrique el tercero, que enton que los otros hombres hiciesen con nos
ces en Castilla reinaba; y porque le fa otros hagamos con ellos y donde quie
voreciese con gente y favor, se hizo su ra que entrásemos la primera muestra
vasallo, haciéndole pleito y homenaje de que de nosotros diésemos, por palabras
e reconocer por señor, y serville como y obras, fuese la paz; y que no hay dis
vasallo por las dichas islas. El Rey le dió tinción en esto para con los indios, ni
66 FRAY BAR'ÍOLOME DE LAS CASAS
gentiles, griegos o bárbaros, pues tui nieme y no por ambages, lo tiene conde
solo Señor es de todos, que por todos nado por su Evangelio,
sin diferencia murió, y que vivamos de Tornando a nuestra historia, este
tal manera y nuestras obras sean tales Juan de Betancor, viéndose gastado, y
para con todos, que loen y alaben al cognosciendo que el negocio había de
Señor que creemos y adoramos por ellas, ir muy adelante, acordó de se volver a
y no demos causa de ofensión o escán Francia, o a rehacerse de dineros, o a
dalo alguno ni a judíos, ni a gentiles, quedarse del todo, como al caho se
ni a la Iglesia de Dios, como promulga quedó, dejando en su lugar a un sobró
San Pablo, y que sin hacer distinción no suyo que se llamaba Maciot Betaa-
alguna entre infieles, no por más de que cor. Antes que se fuese, estando en sus
no son cristianos algunos liombres, ocupaciones guerreando y sojuzgando
sino por ser infieles, en cualesquiera las gentes de aquellas islas, murió el
tierras suyas proprias que vivan y es rey D. Enrique Til de Castilla, el año
tén, creamos y tengamos por verdad de 1407, y sucedió el rey D. Juan el se
que nos es lícito invadir sus reinos y gundo, su hijo, a quien el dicho Juan
tierras e irlos a desasosegar y conquis de Betancor hizo el mismo pleito
tar (porque use del término que muchos homenaje, reconociéndose por' vasallo
tiranos usan, que no es otra cosa sino del reino de Castilla, y al Rey por se
ir a matar, robar, captivar y subjetar ñor, como lo había hecho y sido del
y quitar sus bienes y tierras y señoríos rey D. Enrique, su padre. Esto testiü-
a quienes están en sus casas quietos y no ca el mismo rey D. Juan, en cierta car
hicieron mal, ni daño, ni injuria a los ta que escribió al rey D. Alonso de Por-
de quien las resciben), no consideran togal, de que se hará abajo mención.
do que son hombres y tienen ánimas ra Maciot Betancor, que su cedió a su tío
Juan de Betancor, prosiguiendo el pro
cionales y que los cielos y la tierra y
pósito del tío, dice la historia portogue-
todo lo que de los cielos desciende, co sa, que sojuzgó la isla de la Gomera, con
mo las influencias y lo que en la tierra ayuda de los castellanos que consigo te
y elementos hay, son beneficios comu nía, y los que después le fueron a ayu
nes que Dios a todos los hombres sin dar, con licencia, o quizá por manda
diferencia concedió, y los hizo señores do, del rey D. Juan de Castilla, o por
naturales de todo ello no más a unos mejor decir, de la reina Doña Catalina,
que a otros, como dice por San Mateo: su madre, que gobernaba los reino-5,
Solem isuum oriri facit super bonos et porque el rey era niño y estaba en tu
malos, et pluit super ¿ustos et iniustos; toría de la dicha reina y del infante
y que la ley divina y preceptos negativos D. Hernando, su tío, que después fue
della que probihen liarer injuria o in rey de Aragón; pero viendo que no po
justicia a los prójimos, y burtalles cual día más sostener la guerra, ni los gas
quiera cosa suya, y mucho menos to tos que se le recrecían para conservar
rnársela por violencia, no bienes mue las islas que había ganado o sojuzgado,
bles, ni raíces, no sus mujeres ni sus concertóse con el infante D. Enrique
hijos, no su libertad, no sus jumentos, de Portugal, hijo fiel rey D. Juan- ^1
ni sus gatos, ni sus perros, ni otra alha- primero deste nombre en aquel reino-
j¿i alguna, se entiende también y se ex traspasándolo todo lo q-ue en aquellas
tienden para con todos los hombres del islas tenía, y él pasóse a vivir a la isla
mundo, chicos y graneles, hombres y de la Madera, que en aquel tiempo se
mujeres, fieles o inüeles: esto todo comenzaba a poblar y tenía fama de
(‘onliene la ley de Jesucristo, Quien in que los vecinos della se aprovechaban
ventó este camino de ganar para Cris bien, donde al cabo se hizo nmy rico,
to los infieles y Iraellos a su cognosci- y fue señor <le mucha hacienda y muy
miento y encorporallos en el aprisco de estimado en Portogal, por el favor y
su universal Iglesia, creo y aun sé por mercedes que el infante le hizo, y des-
cifírto, que no Cristo; antes muy clara- pues dél toda su sucesión.
HISTORIA db : l a s i n d i a s
eii ellas había; lo otro, quebrantando las dichas islas y en Castilla y Portogal
por ello la amistad y paz establecida por esta ocasión.
V jurada de ios reínOvS de Castilla y Cuenta la dicha historia portoguesa,
Porlogal; lo otro, infamando la ley (jue aquel D. Hernando de Castro pudo
sin mácula, pacífica y justa y suave de ¡ estar poco en las dichas islas; lo uno,
Jesucristo, y echando infinitas ánimas ]>or haber llevado mucho y demasiado
a( infierno, haciendo guerras crueles número de gente, y lo otro, por la poca
y matanzas, sin í^ausa ni razón alguna comida o mantenimiento que en ellas
que fuese justa, en las gentes pacífi había, y por los grandes gastos que el
cas, que no le habían ofendido, de infante con aquella armada hizo, por
aquellas islas. ¿Qué modo era éste para que sólo el pasaje de la gente dice
salvar los infieles dándoles por esta vía que le costó 89;00() doblas. Así que no
el santo baptismo? Admirable y tupida pudo sufrir el infante tanto gasto, y
ceguedad fué sin alguna duda esta. fOrnóse a Portogal el capitán general
Sabido por el rey I). Juan de Casti con'la mayor parte del armada, y dice
lla que el infante D. Enrique hacía flo (jue grande número de los canarios res-
ta y armada para ir s(»bre las dichas cibieron el baptismo entretanto que allí
islas y apoderarse dellas, envió a re e-iluvo, y que después envió más gente
querir al rey U. Alonso, que entonces el infante con un capitán, Antón Gon
reinaba en Portoga l, que, como deji- zález, su guardarropa, para favorecer
mos arriba, era sobrino del dicho in a los cristianos contra aquellos que no
fante, avisándole amigablemente, refi querían venir a la fe; y en esto pasa
riéndole Jos agravios e injusticias que ron algunos años. De creer es, por la ex*
ios portogueses hacían a los castellanos, [líriemda que desta materia grande tene
así en las islas de Canaria como por mos, como abajo parecerá por el discur
la mar, y dándole razonCvS por las cua so dé toda esta historia, que los que reci
les era obligailo a h»s prohibir y man bieron el baptismo sería sin doctrina
dar satisfacer a los agraviados y remi precedente, sin saber lo que recebían y
tirle los delineuenJes, para que, en Cas por miedo de los que los guerreaban,
tilla a quien ofendían y conforme a los porque todo era robos, violencias y ma
capítulos de (as paces, se castigasen, tanzas, en aquel poco tiempo que aque
y que mandase al dicho infante que se lla armada por allí estuvo, y los que
dejase de proseguir lo que pretendía no querían venir a la fe, tenían justa
cerca de querer señorear en las diclias ocasión, pues tales obras de los predi
islas, j)ues eran del señorío soberano cadores rescebían; y con esto pensa
de los reyes de Castilla; requiriendo ba el infante y los portogueses que
muchas veces todo esto, y protestándo Dios no temía por pecado el sacrificio
le de no hacer más comediniieiito con
él dende adelante. Aquí parece cuán que le ofrecían tan bañado en humana
mal guardó el pleito homenaje que sangre.
hizo Maeiot Betancor al rey de Casti Parece también que muchos años
lla, siendo su vasallo, vendiendo el de <luró la tiranía de los portogueses so
recho que tenía en las dichas islas al bre aquellas islas, contra voluntad y
dicho infante, porque si vendió la ju requerimientos y amonestaciones dd
risdicción y señorío que él allí del rey rey de Castilla; y porque se vea algo
de Castilla tenía, cometió crimen lae- de cuánta fué y de lo que aquí pare
sae maiestatisy y caso de traición si sola ciere se conjecture lo mucho que eo
la hacienda, muebles y raíces, sin ju ello el infante ofendió y los mismos su8
risdicción, no tratando dei señorío; portogueses, parecióme poner aquí a
también lo hizo muy mal vendiendo y la letra algunas cartas del serenísimo
traspasando la hacienda en perjuicio rey D. Juan el 2.^ de Castilla, que escri
común a persona poderosa y de reino bió al rey D. Alonso quinto deste nom
extraño, sin licencia de su rey y señor; bre, rey de Portogal, que vinieron a
y así reo de todos los robos, muer mis manos, sobre las guerras y violen
tes, daños y males que sucedieron en cias injustas que el dicho infante D. En-
HISTORIA DE LAS INDIAS 69
rique hacía en las dichas islas de Ca hre esto no fué por vos proveído, vos
naria, por usurpar el señorío dellas. fué mostrada y presentada de nuestra
parte por los sobredichos una nuestra
carta requisitoria patente, firmada de
Cartas deX rey D. Juan segundo deste nuestro nombre y sellada con nuestro
nombre rey de Castilla, para el Rey sello, BU tenor de la cual es este que
de Portogal D. Alonso, quinto deste se sigue :
nombre, sobre las islas de Canaria, “Rey muy caro y muy amado sobri
que el infante D. Enrique de Porto- no, hermano y amigo : Nos, el rey de
gal, su tío, quería usurpar, siendo del Castilla y de León, vos enviamos mu
señorío soberano de Castilla. cho saludar que aquel que mucho ama
mos e preciamos, y para quien que
El rey D. Juan. = Rey muy caro y rríamos que Dios diese tanta vida, sa
muy amado sobrino, hermano y ami lud y honra cuanto vos mismo deseáis.
go : Nos, el Rey de Castilla y de León, Ya sabéis que por otras nuestras letras
vos enviamos mucho saludar como aquel vos enviamos notificar que el infante
que mucho amamos e preciamos y D. Enrique de Portogal, vuestro tío y
para quien querríamos que Dios die nuestro muy caro y muy amado primo,
se tanta vida y salud y honra cuanto vos en gran perjuicio nuestro e de la Co
mesmo deseáis. rona real de nuestros reinos, no ha
Bien sabedes lo que antes de agora biendo para ello licencia ni permisión
vos habernos escripto y enviado rogar nuestra, mas antes, como quier que él
y requerir cerca de las cosas tocantes nos hovo enviado suplicar que le qui
a las nuestras islas de Canaria, de las siésemos dar las dichas nuestras islas
cuales, el infante D. Enrique, vuestro de Canaria, e aun que él nos faría al
lío, nuestro muy caro y muy amado gún recognoscimiento de señorío en
primo, se quería entremeter; y por cierta manera por ellas^ y, aun a ins
que sobre ello no fué proveído, vos en tancia suya, vos nos hobistes escripto
viamos postrimeramente con el licen e enviado a rogar cerca deilo, e el in
ciado Diego González de Ciudad Real, fante D. Pedro, su hermano, que a la
oidor de la nuestra Audiencia, y Juan sazón era, por Nos le fué respondido
Rodríguez, nuestro escribano de cáma que a tal cosa como aquélla que era en-
ra, una nuestra letra de creencia, ro- corporada en Ja Corona de nuestros
gándovos y requiriéndovos por ellos reinos, y en la sucesión dellos vinie
que, guardando los grandes dehdos y ron a Nos, no le podíamos responder
buena amistad e paz y concordia entre sin haber nuestro consejo e acuerdo
nosotros firmada y jurada, mandásedes sobre ello con los tres estados de nues
e defendiésedes al dicho infante y a los tros reinos; todavía el dicho infante
suyos y a todos los otros vuestros vasa se quería entremeter de nos ocupar las
llos, subditos y naturales, que se no en dichas nuestras islas de Canaria, y aun
tremetiesen en cosa alguna tocante a las mesmas que están pobladas de nues
las dichas islas, pues aquéllas eran y tros vasallos, que son Laiizarote y la
son nuestras y de nuestra conquista. Gomera.
Y asimismo ficiésedes que fuesen en £ nos es dicho, que el dicho infante
mendados y satisfechos al dicho Juan quiere facer armada para ir contra las
Iñiguez y a los otros nuestros súbditos dichas nuestras islas, con intinción de
y naturales los robos y tomas y males las sojuzgar e tomar captivos a nues
y daños que les eran fechos por los so tros vasallos que en ellas viven e mo
bredichos, y nos remitiésedes los que ran, e vos enviamos rogar que guar
habían delinquido en las dichas nues dando los capítulos de la paz firmada
tras islas y en nuestras mares y puertos y jurada entre Nos e nuestros reinos e
dellas, porque Nos mandásemos cum tierras e señoríos e súbditos naturales
plir y ejecutar en ellos la justicia, se dellos, y asimismo los grandes debdos
gún el tenor y forma de los tratos de que, por la gracia de Dios, entre nos
la dicha paz e concordia. E porque so- otros son, le fuese por vos mandado y
17
70 FRAY BARTOLOME DE LAS GASAS
„10 i\e buena guerra, M'gini que <lc to- I Por ende, rey muy caro e muy ama*
esíiis cosas más largamente liabe- ; do sobrino, hermano e amigo, iiiuclu)
(]ei sido e sode» informado por cier vos rogamos e otrosí requerimos, que
ta s escrituras que con la presente vos guardando el tenor e forma de los di
Inviamos, e por otras que vos han si chos cajiítulos, así firmados e jurados
do presentadas con alguno de los di I entre nosotros e nuestros reinos e
chos damnificados nuestros ^asallos e señoríos e fieras, mandetles proceder
súbditos e naturale», los cuales, según e procedades contra los transgresores
nos es fecha relación, aunque sobre ello e quebraiitadores de los cajiítulos de
lian parecido ante vos e pedido cum la dicha paz perpetua, que ficieron e
plimiento de justicia de los dichos ro cometieron las cosas susodichas e cada
bos. no la han conseguido ni alcanza una dellas, e dieron a ellas favor e
do ni habido enmienda ni satisfacción ayuda y conseyo, e contra sus bienes,
de los dichos sus damnificamientos. cuanto e coino los capítulos de la dicha
En las cuales dichas cosas así fechas paz quieren e mandan. Por manera que
e cometidas por el dicho infante e por a ellos sea castigo e a otros ejemplo,
su mandado, en tanta injuria e agravio que se no atrevan a facer lo tal nin
e perjuicio nuestro e de la Corona Real semejante, mandándoles prender los
de nuestros reinos y en tan grande da cuerj)os e nos los remitir y entregar,
ño y dispendio de nuestros súbditos e según lo quieren los capítulos, porque
naturales, los que así mandaron e fi- allí donde delinquieron sean traídos e
ripron las cosas susodichas e fueron a fecha justicia dellos. E otrosí mande-
ello [con] favor e ayuda e <*onseyo, des satisfacer de sus bienes al dicho
quebrantaron e han quebrantado los Juan Iiügiiez y a los otros damnifica
capítulos de la paz, c según el tenor e dos, nuestros súbditos e naturales, de
forma de aquéllos vos deberles e sodes los dichos robos e males e daños e in
lenudo e obligado, so las penas, así jurias, con todas las costas e daños e
de juramento como pecuniarias, con menoscabos e intereses que por causa
tenida en los dichos capítulos, de man- de lo susodicho se les ha seguido y si
dár proceder contra sus personas e bie guiere. E asimismo mandedes y defen-
nes a las penas criminales e civiles, que dades estrechamente al dicho infante,
sftgún derecho e fueros e ordenamien so las penas contenidas en los dichos
tos e leyes de vuestros reinos e tierras capítulos e so las otras penas en que
c señoríos merecen los que tales cosas caen los que quebrantan la paz perpe
lacen, e de los bienes de los tales nial- tua firmada e jurada entre los reyes e
liechores e delincuenfes debede» man sus reinos, e a todos los otro.s vuestros
dar satisfacer a Nos e a lo» dichos nues vasallos e súbditos e naturales de cual
tros súbditos e naturales, que fueron quier estado e condición, preeminen
damnificados por los vuestros, de todo cia e dignidad que sean, que de aquí
lo así robado e tomado, puniendo e adelante se non entremetan de ir nin
castigando todavía a los tales delin inviar a las dichas nuestras islas nin n
cuentes, faciendo justicia dellos; e non alguna dellas, nin de facer ni fagan las
podedes nin debede» vos dar nín con cosas sobredichas nin otras algunas, nin
sentir dar favor nin ayuda a los ta le sea por vos consentido nin <lado íu-
les malfechores para se defender, an i gar en perjuicio nuestro e de la Coro-
tes Si a vuestros reinos se acogieron e j na Real de nuestros reinos ni de los
acogieren, sodes tenudo, a boa fe, sin nuestros vasallos e súbditos e natura
nial engaño, de tractar e facer vuestro les de las dichas nuestras islas, nin asi
poder para los prender e nos los entre- mismo contra los otros nuestros vasa
gar o remitir, porque allí donde ficie- llos, súbditos e naturales, y otras cuales-
ron e cometieron los maleficios man- quier personas que van a las dichas is
ocinos facer justicia dellos, como di las y vienen dellas con sus mercaderías
cho es; sobre lo cual, guardada la for- e cosas; dando sobre ello vuestras cartas
•na He los dichos capítulos, acordamos e mandándolo pregonar por las ciuda
**'■ 'OS escribir e inviar requerir. des, villas e lugares de vuestros reinos.
72 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
las dichas islas que eraií suyas, porque vieron con el diclio rey D. Alonso de
él había comprado de otro caballero, Portogal, que pretendió reinar en Cas
vecino de la ciudad de Sevilla, que ha tilla y fué desbaratado en la batalla de
bía nombre Guillén de las Casas, el Toro el año de mil y cuatrocientos y
cual las había comprado de D. Enrique setenta y seis años, primero día de
de Guzmán, conde de Niebla, en quien marzo, entre los capítulos de la paz,
Maciot Betancor las había traspasado quedaron del todo declaradas las di
por vía de donación, con poder de su chas islas de Canaria ser del señorío
lío Juan de Betancor; de lo cual pre supremo de Castilla, y la conquista del
sentó suficientes y auténticas escriptu- reino de Granada, que pretendía tam
ras V provisiones de los reyes de Cas bién Portogal, y con los reyes de Por
tilla, en confirmación de los dichos tras togal, la del reino de Fez y de Gui
pasos V compras, e por estas escriptu- nea; la cual Guinea parece que tenían
ras y por otras razones, el rey y el in los reyes de Castilla, según afirma el
fante cognoscieron que el dicho Her rey D. Juan en la susodicha carta; y,
nán Peraza tenía justicia, y así abrie según he sido certificaflo, en las paces
ron mano dellas. dichas no quedó el comercio de Gui
Después de la muerte dei dicho Her nea con Portogal, sino por ^ida del
nán Peraza, heredólas una hija suya, dicho rey D. Alonso y del rey D. Juan,
Doña Inés Peraza, que casó con un ca su hijo.
ballero llamado García de Herrera; Y así parece cuántas veces anduvie
éste hobo, entre otros hij OS della, fué ron de mano en mano las cuatro islas
una Doña María de Ayala, que casó dichas, puesto que el señorío supremo
con Diego de Silva, siendo gobernador siempre fué de Castilla, el cual mu
Y conquistador en ellas por el infante. cho trabajaban de usurpar los de Por
Y porque la isla de la Gomera y la togal.
del Hierro fueron estatuidas por ma Mucho discrepa de la historia de Juan
yorazgo, en el cual sucedió Guillén Pe- de Barros, portoguesa, lo que parece
raza, hijo de dicha señora doña Inés claro ser verdad por la carta susodi
Peraza, el cual después fué conde de cha del rey D. Juan, y también por
llas, y yo fui el primero que le di las lo que cuenta la historia deste rey, la
nuevas de su título y le llamé señoría, cual, dice el dicho coronista portogués,
quedaron las islas de Lanzarote y la que lleva otro camino en el descubri
fie Fuerte Ventura con D. Juan de Sil miento de las dichas islas, por atri
va, segundo conde de Portalegre, por buir, segtín él finge, a la Corona de
parte de su madre da condesa, hija Castilla, o porque quizá, dice él, no
fie la dicha doña Inés Peraza. Aquí tuvo noticia de las cosas; pero cierto,
parece que pone aquesta historia de más debía tener el coronista que escri
Juan de Barros, portogués, dos cosas bió la dicha Corónica del rey D. Juan,
contrarías que parece no poderse com pues se halló presente aquel tiempo,
padecer. La una es, que dijo arriba que no Juan de Barros, que escribió
que el Maciot Betancor traspasó o ven atinando, cien años o cerca dellos des
dió las dichas islas o la hacienda que pués; y por la misma relación que él
allí tenía al infante D. Enrique, y aquí, hace en su historia, paréceme, si bien
was abajo, en el mismo capítulo, re se mira, muchas cosas que averiguan
fiere que el Maciot Betancor mismo las lo que el rey D. Juan dice en su car
traspasó con poder de su tío Juan de ta, y no contradicen a las de la dicha
Betancor en el conde D. Juan, conde Historia del rey D. Juan, antes con-
de Niebla; y no hace mención desta cuerdan con ellas, aunque Juan de Ba
contradicción, o porque no advirtió en rros hermosea y dora lo que parece
ftlla, o porque no curó de pouella. ser en alguna y aun en mucha nota del
Después, finalmente, en las paces infante D. Enrique y en derogación de
que se celebraron entre los Reyes Ca su generosidad.
tólicos de Castilla D. Hernando y Do- Lo que dice la Historia del rey
iia Isabel, sobre las guerras que tu D. Juan cerca destas islas, es lo si-
76 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tancores en el año de 1417. que el rey tra la fe y contra toda ley razonable
era de oiire o doce año?, no debía ser y natural, contra justicia y contra ca
la primera, sino en proseguimiento de ridad, donde se cometían grandes y
la primera, y por dar más calor a lo gravísimos pecados mortales y iiaseía
comenzado, debía venir el iiioséii Ru obligación de restitución, que lo hicie
bín de Bracamonte con su sobrino mo- sen franceses o portogueses o castella
sén Juan de Betancor a suplicar a la nos, y la buena íntinción que tuviesen
Reina le favoreciese de nuevo, y j)or de decir que lo hacían por los traer a
ventura, corno ya debía de traer dine la fe no los excusaba; cuanto más que
ros para se rehacer, y creía ser en el Dios, que vía sus iiitiiiciones, sabía que
negocio prosperado, le pidió la digni iban todas llenas de ciidicia y diabóli
dad o título de rey: pero esto no en ca ambición por señorear tierras y gen
tiendo yo con qué auctoridad la Reina tes libres, seiloras de sí mismas. Gran
ni el Rey lo pinliesen hacer. La pri des fueron los daños y violencias y ro
mera venida, y muchas cosas que en bos o salteamientos de ]>ersonas que los
ella V por ella en los ])rincipíos debie portogueses hicieron y Iiíu'íaii a los ca
ron de acaecer, se, <lebieron escrebir narios en aquellas islas, allende las que
en la Historia del rey D. Enrique el 3.'\ apunta el rey D. Juan en su carta;
padre del dicho rey I). Juan, y désta mayormente, desque comenzaron a des
no parecen sino ciertos cuadernos, los cubrir la costa de Africa y de Guinea,
cuales yo tengo, y en ellos, porque es porque cuanto mal les iba con aque
poca escriptura, no pudo estar el ne llos trabajos y gastos, tomaban por re
gocio destas islas en ellos. medio y recompensa de sus pérdidas
Lo tercero, es bien pasar por la con venirse por las dichas islüvS y hacer sal
sideración : ¿qué causa legítima o qué tos en ellas, captivando los que más
justicia tuvieron estos Betaneores de ir podían de los canarios y llevábanlos a
a inquietar, guerrear, matar y hacer vender por esclavos a Portogal, y al
esclavos a aquellos canarios, estando en gunas veces se hacían amigos de los de
8U8 tierras seguros y pacíficos, sin ir a unas islas para que les ayudasen a sal
Francia ni venir a Castilla ni a otra tear los de las otras. Quiero contar al
parte a molestar ni hacer injuria, vio gunos sacados de la historia susodicha,
lencia ni daño alguno a viviente per cap. 11 : Una vez, viniendo de destruir
sona del mundo? ¿Qué ley natural o la isla de Arguin, en la costa de Afri
divina o humana hobo entonces ni hay ca, un capitán Lanzarote, con el arma
hoy en el mundo, por cuya auctoridad da, trujo propósito de saltear la isla
pudiesen aquéllos hacer tantos males de la Palma, donde esperaban hacer,
a aquellas inocentes ¿entes? Y puesto según dice la Historia, alguna presa de
que alegaba el Obispo de Canarias, que provecho, y vinieron al puerto de la
después de cristianos los hacían escla Gomera. Como los vieron venir, salié
vos y así era malo, harto poca lum ronlos a reeebir dos señores o goberna
bre tenía el Obispo ai no sentía y en dores de la misma isla de la Gomera,
tendía y sabia ser inicuo, perverso y ti ofreciéndoles todo lo que hobiesen me
ránico y detestable por toda ley y ra nester, diciendo que ellos habían esta
zón, y aun quizá, y sin quizá, mayor do en Portogal y habían recebido del
y más inexplicable pecado, bacellos es infante D. Enrique mucha merced y
clavos antes que se convertiesen, por muy buen tractamiento, y que por ser-
que infamaban el nombre de Cristo y ville harían todo cuanto pudiesen. Oí
hacían heder y aborrecer la religión das estas ofertas, acordaron de descu-
cristiana y necesariamente les ponían brilles su propósito, diciendo que ellos
obstáculo para se convertir; de ma determinaban de saltear los canarios de
nera que no tenían otra razón, ni cau la Palma, eme les rogaban que fuesen
sa ni justicia para invadilles con vio con ellos, llevando alguna gente a los
lencia sus tierras y con guerras crue ayudar y favorecellos. Los gobernaelo-
les matallos, sojuzgallos y captivallos, res o señores canarios de ía Gomera res
«no sólo por ser infieles, y esto era con pondieron que les placía, por servir al
78 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
infante, y éstos se llamaban Piste y con ellas a Portogal. Sabido por el in
Bruco, y juntan buen golpe de su gen fante su maldad, íué muy indignado
te, y éntranse en ios navios con los contra los capitanes, y mandó que a
portugueses, y los navios doce o guiñ costa dellos lodos los canarios que tra*
ee. Llegados los navios al puerto de la jeron captivos, los vistiesen y los tor
isla de la Palma, cuando amanecía, por nasen a las tierras y islas de donde los
consejo de los capitanes canarios de la habían tan fea e injustamente toma
Gomera, dieron sobre unos pastores do; porque como el infante, según dice
que guardaban unos grandes hatos de Juan de Barros, había hecho por cau
ovejas, antes que fuesen sentidos, los sa destas gentes de los canarios tantoa
cuales buyeron luego hacia un valle, gastos, sentía mucho cualquiera ofensa
donde había gente dellos; van los ca que se les hacía; mejor dijera Juan
narios de la Gomera tras ellos, por unas de Barros que por parecelle mal tan
breñas o peñas ásperas, y siguiendo los nefanda injusticia. Pero desto poco sen
portogueses, despeñáronse algunos, que tía el infante y los portogueses en aque
se hicieron pedazos, de los portogue líos tiempos, pues creían, y así lo co
ses, y algunos de los canarios de la Go metían, que por traellos a la fe, gue
mera; allegada mucha gente, como sin rreallos y escandalizallos y afligillos \
tieron las armas de los portogueses, sojuzgallos podían.
no osaban llegar a ellos, sino desde le
jos peleaban con piedras y varas; los
portogueses les tiraban, pero tan li CAPITULO XX
geros eran en hurtar el cuerpo, que no
podían herir a ninguno. Finalmente, Habiendo tractado en los capítulos
prendieron diez y siete personas, y en precedentes del descubrimiento de las
tre ellas una mujer de espantosa gran islas de Canaria y de sus principios,
deza, la cual se creyó que era la reina en estos dos siguientes será bien decir
de la isla o señora de alguna parte algo brevemente del cielo y suelo y
della. Con esta buena presa, habida bondad de la tierra y de las condicio*
con tanto riesgo y escándalo de aque nes, manera de vivir e religión alguna
lla gente y infamia de'la cristiandad, de la gente natural dellas.
se tornaron a la Gomera, y dejados los Cuanto a lo primero, estas islas son
capitanes canarios y su gente donde los siete, aunque la historia portoguesa su
habían tomado, un capitán de los por sodicha dice que eran doce. Son; Lan-
togueses, que se llamaba Juan de Cas zarote, Fuerte Ventura, Gran Canaria,
tilla, porque venía descontento de la Tenerife, que llamaban los portogue
pequeña presa que en la Palma toma ses la isla del Infierno, porque salía
ron, y también para rehacer o recom y sale hoy algunas veces, por el pico
pensar en algo los gastos que aquel de una sierra altísima que tiene, algún
viaje de la Guinea, donde iba, que se fuego; esta sierra se cree ser de las
tomó del camino, había hecho, acor más altas que se hayan visto en el
dó de hacer en la misma Gomera otra mundo. La otra es la isla de la Gomera,
mejor presa; y puesto, dice Juan de la sexta isla de la Palma y la séptima
Barros, que a todos los de la armada y más occidental es la isla del Hierro;
pareció maldad que hiciese tanto mal ésta no tiene agua de río, ni de fuoo'
a aquellos de quien había recebido be te, ni pozos, ni llovediza, de que
neficio, pero venciendo la codicia ni gente ni ganados se sustenten, sino por
agradecimiento, en esto le pareció no un admirable secreto de naturaleza,-y
perjudicar tanto a lo que debía y te aun por mejor decir es un milagro pa*
ner menos fealdad su tiranía, que no tente, porque causa natural no parece
quiso hacer en aquel puerto su plagia que se pueda asignar desto, esta siem*
rio salto, si no fuese a la otra parte pre todo el año proveída divinalroen-
de la misma isla Gomera, y estando te de agua muy buena, que sust^ta
seguros ios vecinos della, salteó veinte en abundancia los hombres y las
y un ánimas, y alza sus velas v vínose tias. Está una nubecita siempre encima
I
HISTORIA DE LAS INDIAS 79
qui a terra perflant venti Boreasque et tales, refrescando las islas causaban y
Aquilo propter longinquitatem, vasta traían consigo aguas y lluvias templa,
et inania incidentes spatia, fatigantur das, y por la liumidad de estos aires
et deficiunt priusquam ad eas insulas con suma facilidad criaban muchas co-
pervenerint^ qui vero a mari perflant sas. De oír tanta fertilidad y felicidad
argeste et zephiri refrigerantes raros destas islas, los bárbaros concibieron y
quidem et temperatos imbres ex pela- tuvieron por probable opinión, que
go afferunt. Plurima vero per humidi- aquellas islas de Canaria eran los Cam-
tatem aeris cum summa facilitate, nu pos Elisios, en que el poeta Homero
triunt, ut etiam apud barbaros incre afirmaba estar constituidas las moradas
buerit fides: ibi Elysios esse Campos y Paraíso, que después desta vida se
et beatorum domicilia ab Homero de daban a los bienaventurados. Por esta
cantata. Haec igitur cum audisset Ser razón se solían llamar por los antiguos
torius mirabilis eum cupido cepit insu las dichas islas de Canaria, Bienaven-
las eas adire incolereque et illic quiete turadas, o, según San Isidro y Ptolo-
vivere, sine magistratibus et bellorum meo y otros muchos antiguos filósofos
curis. Cuius animum cum intuerentur y cosmógrafos e históricos, las Fortu
Cilices, homines nequaquam pacis aut nadas, cuasi llenas de todos los bienes,
quietis, sed rapinarum avidi, statim in dichosas, felices y bienaventuradas por
Libyam navigarunt, etc. Quiere decir, la multitud de los fructos y abundan
hablando de las dos destas islas, que cia de las cosas para sustentación, con
debían ser Lanzarote y Fuerte Ventura, suelo y recreación de la vida humana.
porque, como dije, son las más pro Es aquí de saber que fué una opinión
pincuas a Libia, que es la tierra firme muy celebrada entre los antiguos filó
de Africa, que están quince o veinte sofos que creían la inmortalidad del
leguas, que hacen los diez mil estadios ánima, que, después desta vida, las áni
que dice Plutarco, poco más o menos, mas de los que virtuosamente habían
porque cada estadio tiene ciento y vivido en este mundo, tenían sus mora
veinte y cinco pasos; por manera que no das aparejadas en unos campos fértilí
supieron ni tuvieron noticia de las otras simos y amenísimos, donde todas las ri
cinco, que son, las más dellas, mejo quezas y bienes poseían en abundancia,
res. Las lluvias, dice Plutarco, en ellas carecientes de toda otra cosa que fuese
raras y moderadas; los vientos muy sua a su voluntad contraria; y según Gre
ves, y que causaban en las noches ro gorio Nacianceno, en la S.'* oración fú
cío; el suelo grueso y de su natura nebre sobre la muerte de San Basilio,
fértil y aparejado para no sólo ser ara esta opinión tomaron los filósofos grie
do y cultivado, plantado y sembrado, gos de los libros de Moisés, como nos
pero que producía de sí mismo sin al otros el Paraíso, puesto que con diver
guna humana industria fructos dulces sos nombres errando lo mostrasen; es
y para mantener multitud de hombres tos llamó aquel ilustre y celebratísi-
ociosos que no quieran trabajar, bas mo poeta Homero, en el libro que in
tantes. El aire purísimo y templado y tituló Odissea, donde tracta de Ulise,
que en todo el año cuasi era de una lib. 4.° de aquella obra, los Campos Eli
manera sin haber diferencia, con poca sios, que quiere decir moradas de los
mudanza, porque los vientos que ve justos y píos, y éstos decían que eran
nían de sobre la tierra de hacia Fran los prados donde se criaba la hierba
cia o Flandes, que son el Norte y sus asphodelo, por sus grandes virtudes y
colaterales, por la distancia de donde efectos medicinales de los antiguos es-
nacían y pasaban por, al mar, vacua de timatísima, que también nombraban
tierras, cuando llegaban en las Cana heroyon, cuasi divina, consagrada, se
rias, ya venían cansados y apurados, y gún los griegos, a los dioses inferna es
así eran templados y sanos; los que de y a la diosa Proserpina; y a ésta, con
hacía el mar Océano ventaban, como la diosa Diana, en la isla de Rodas»
eran los que llaman argeste y céfi coronaban por gran excelencia,
ro y sus colaterales, que son occiden refiere Rodigino en el libro 7, cap. 8- ®
I
HISTORIA DE LAS INDIAS 81
las Lecciones antiguas, Desla preciada I tos occidentales, blandos y suaves, que
hierba asphodelo, quien quisiere ver produce de sí el mar Océano y hace los
las propiedades, lea, en el lib. 22 , ca cuerpos florecer y sanos, etc. Más lar
pítulo 22, de la Natural Historia, a Pli go recita las calidades de los Campos
nio. A estos Campos Elisios introduce Elisios Xenocrates, discípulo de Pla
Homero, en el libro arriba dicho, ha tón, refiriendo a Gobrías, persiano,
ber vaticinado Proteo, dios de la mar, suegro de Darío, antes que fuese Darío
hijo de Océano y Thetis, que era ade- rey, el conjuro con Darío, según cuen
vino, que había de ir a gozar Menelao, ta Herodoto al principio de a lib. 1,“^
rev de Esparta, ciudad de la provincia Este Gobrías, siendo gobernauor o guar
de Laconia, de la región de Acaya, ma da de la isla Delos, en tiempo de Jer-
rido de Elena, por la cual se destruyó jes, halló escripias imas tablas de me
Troya. Destos campos y prados de de tal, el cual conviene a saber, Xenocra
leites, fingían los poetas, o lo creían, tes, dice a sí: IJhi ver quidein assiduum
ser dignos Minos, rey de Creta, y Rlia- variis omnis gonerisque fructibus viget,
damantus, rey de Licia, por el celo in ibidemque laeti fontes praemittentibus
signe V grande que tuvieron con efecto undis blanditer obmurmurant, et pra
de la ejecución de la justicia; por la ta virentibus herbis, i}ariis depicta co
misma causa los fingieron también ha loribus. Neque dessunt philosophan-
ber sido constituidos jueces de los in tiuni coctus, poetarumque et musarum
fiernos y que viesen la punición de los cori, suavissime concinentes, iocunda
dañados. Estos Campos Elisios asigna et grata convivia, tum potantium venus
ba Homero estar en Espazla, por las ri ti ac hilares coetus, laetitia vero invio
quezas de los metales, fertilidad, gro labilis et vitae, suavitas maxima. Nec
sedad y opulencia de la tierra, de la non frigoris illic aut aestus nimium,
cual, admirándose Posidonio, histórico, sed caeli perfectio, salubritate aeris et
que escribió después de Polibio, en tiem calore solis omnia aeque amena atque
po de Estrabón, decía, que en ios sote- temperata. Et haec est beatorum sedes,
rraños de España moraba, no el infier ubi expiatis animis senipér misteria ce
no, sino el Plutón mismo, conviene a lebrantur, etc. Quiere decir, que en los
saber, el dios de la opulencia y rique Campos Elisios siempre es verano; hay
zas. Así lo refiere Rodigino Celio, en todo género de fructas, las fuentes ale
el Jíb. 18, cap. 22 de las Lecciones gres que manan bullendo con suave y
antiguas. Los versos de Homero son blando sonido; los prados de verdes
éstos: hierbas pintados con varios colores;
allí hay ayuntamientos de filósofos, co
i\on Menelae (sic) tibi concessum numine ros de poetas y ciencias que cantan sua
\divum, vísimos cantos; allí alegres y agradables
drgos apud vitae supremam claudere lucem, convites, hermoso regocijo con gracia
sed te caelestes ubi conspicitur Rhadaman-
[th u s de los que beben, inviolable y perpetua
Elysium in campum ducem ad ultima te- alegría, suavidad de la vida muy gran
de; no hay frío ni estío demasiado,
tiic homini facilem victum fert optima te-
[ I h is , sino perfección y templanza del cielo,
non nivis aut hiemis, tempestas ulla nec porque la igualdad del aire y del calor
[imbres, del sol todas las cosas templa y ame
sed zephiri semper spirantes leniter auras.
Oceanus mittens florentia corpora reddit..., nas hace. Estas son las moradas y sillas
[etc. de los justos y bienaventurados, don
de, con los ánimos limpios los divinos
Lo último de la tierra dice por Es- misterios siempre son celebrados. Vir
pana, porque en aquellos tiempos así gilio también toca destos Campos en
^ tenía, excepto la isla de Thile. Allí,
Homero dice, provee a los hombres fá el 6 de las Eneidas:
cilmente de comida la muy buena tie H ic lo c u s est p a rte u b i s e v ia fin d it in a m
rra; no hay nieve, ni invierno, ni tem ib a s:
pestad, ni lluvias demasiadas, sino vien- d e x te ra q u a e V itis m a g n i su b m o en ia te n d it.
\-[{\\ BARTOÍXj-UK V E LAS C A SA S
donde había este uso, que las vírgenes i hermanas. Todo su tiempo expendían
o doncellas que se habían de casar, se en cantar y bailar y en uso de las mu
presentaban al rey para que la que le jeres, y esto tenían por su bienaventu
pluguiese, primero que el esposo que la ranza.
había de haber, la hiciese dueña; y Los de la isla de Tenerife tenían de
desto puede haberse argumento, por mantenimiento de trigo y cebada y de
que, no de otra parte sino de la de muchas otras legumbres, de ganados
Africa que se poblasen estas islas, pues grandes hatos, de cuyas pieles se ves
están tan cerca, es de creer. Andaban tían, asaz abundancia. Estas gentes se
en cueros vivos, pero tapaban las par distinguían en ocho o nueve linajes o
tes vengonzosas con unas hojas de pal bandos; cada uno tenía su proprio rey
ma teñidas de diversas colores; rapá e, muerto aquél, elegían otro. Al tiem
banse las barbas con unas piedras agu po que querían enterrar al rey muer
das; hierro no tenían, y si algún clavo to, habíalo de llevar a cuestas el más
o otra cosa de hierro podían haber, honrado del pueblo y enterrallo, y,
teníanlo en mucho y hacían anzuelos puesto en la sepultura, todos a una de
dél; oro, ni plata, ni otro metal no cían a voces: “ ¡vete a la salvación!”
lo querían, y si algo habían, luego lo Tenían mujeres proprias; todo su ejer
hacían instrumento para obrar algún cicio era en bandos, y por esta causa
artificio de lo que les era menester. eran muy guerreros, más que los de
Trigo y cebada tenían en gran abun las otras islas, y asimismo vivían por
dancia, pero faltábales industria para más razón en todas las cosas.
amasar pan, y por esto la harina co Los de la isla de la Palma serían
mían cocida con carne o con manteca hasta quinientos hombres, menos po
de los ganados. Tenían batos de gana líticos y razonables que los de las otras,
dos, especialmente cabras y ovejas en puesto que conformaban con algunos en
abundante copia. Estimaban por cosa las costumbres; su comida era hierbas
fea e injuriosa desollar los ganado?, por y leche y miel. Hicieron muchos sal
io cual, para este oficio de carnicero, tos, como arriba se dijo, en esta isla,
ponían los esclavos que prendían en y prendieron muchos captivos que ven
las guerras, y, cuando éstos faltaban, dieron por esclavos, los portogueses.
escogían y forzaban los hombres más El Petrarca, que como se dijo en
viles del pueblo que lo hiciesen; los [el] cap. 17.°, hace mención destas Ca
cuales vivían apartados, que no comu narias, en el lib. 2.°, cap. 3.° De vita
nicaban con la otra gente del pueblo. solitaria^ dijo que la gente deUas era
Las madres no criaban los hijos de bue poco menos que bestias y que vivían
na gana, sino hacían que mamasen las más por instinto de natura que por ra
tetas de las cabras y cuasi todos eran zón, y vivían en soledad por los mon
así criados. Peleaban con piedras y con tes con sus ganados; bien parece que
unos palos cortos y usaban de mucha algunos autores, aunque tienen auto
industria en el pelear y esfuerzo. ridad y crédito en lo principal que es
Los que vivían en la isla de la Go criben, si hablan en lo que han oído
mera, en algunos ritos y costumbres por relación, yerran en la substancia
con los dichos se conformaban, pero de la verdad : no parece que los cana
diferían en otros; su comer era común rios era gente tan bestial como había
mente leche, hierbas y raíces de jun oído Petrarca, y lo que acerca dellos
cos y culebras, ratones y lagartos. Las y de sus costumbres dicen los historia
mujeres les eran cuasi comunes, y dores portogueses parece deberse creer,
cuando unos a otros se visitaban, por pues los portogueses al principio los co
nacer fiesta a los visitantes, ofrecían municaron, Alonso de Falencia, co to -
les sus mujeres de buena gana los visi- nista, en el fin de su Universal Voca
^do8. De aquesta comunicación, tan bulario en latín y en romance, hace
franca y voluntaria, procedió ley y cos mención que escribió las costumbres y
tumbre entre ellos, que no heredaban falsas religiones maravillosas de los ca
08 hijos sino los sobrinos, hijos de las narios, pero no parece que han salido
: . 7
84 FRAY BARTOLOME DE LA S CASAS
por esclavos, les daban ocasión de que cuales luego se le ofrecieron de ir elloi
íes hiciesen guerra o los salteasen con en persona con más gente y las cosa¡
más cuidado, sin justa causa, para se necesarias para poblalla.
los vender por esclavos; y éste es un Visto esto, el infante mandó apare
peligroso negocio y granjeria en que jar tres navios con cuantas cosas pare
debe ser muy advertido y temeroso, ció convenir para poblar de nuevo tie-
cuando contratare y tuviere comercio rra despoblada, y dio el un navio a
con algún infiel, cualquier cristiano. un caballero muy principal de casa del
Tornando, |mes, a nuestro propósito, infante Don Juan, su hermano, que se
en el año de 1417 ó 18, dos caballeros ofreció a ir también a poblar en la di.
portogueses, que se llamaban Juan Gon cha isla, llamado Bartolomé Perestie-
zález Y Tristán Váz[quez], ofreciéron 11o, de que arriba en el cap. 4.° heci.
se, por servir al infante, de ir a descu mos mención, y a cada uno de los
brir y pasar adelante del cabo del Bo- caballeros que la habían descubierto,
jador. Salidos de Portogal en un na dio el suyo, todos tres muy coinplida-
vio, navegando la vía de Africa, antes mente aderezados. Entre otras co.,;o
que llegasen a la costa della, dióles un que llevó el Bartolomé Perestrello. pa
tan terrible temporal y tan deshecha ra comenzar su población, fué una co
tormenta, con la cual se vieron total neja hembra preñada, en una jaula, k
mente sin alguna esperanza de vida, y cual parió por la mar, de cuyo parto
andando desatinados sin saber dónde todos los portogueses fueron muy re
estaban, perdido el tino y la vía o ca gocijados teniéndolo por buen prenó^-
mino que llevaban, corriendo a árbol tico, que todas las cosas que llevab;m
seco, sin velas, donde las mares o las habían bien de multiplicar, pues aun
olas querían echarlos, cuando no se ca en el camino comenzaban ver fnuío
taron, halláronse cabe una isla que nun dellas. Este fructo fué después tanto y
ca jamás se había descubierto, la cual tan importuno, que se les formó en gran
nombraron la isla del Puerto Santo enojo y en cuasi desesperacnón de quí*
Viendo el sitio della y la bondad y cle no sucedería cosa buena de su mieva
mencia de la tierra y aires, y estar des población, porque fueron tantos los co- \
poblada, porque, según dice Juan de nejos que de la negra, una y sola co
Barros, historiador portogués, aborre neja, se multiplicaron, que ninguna
cían ser poblada de tan fiera gente co cosa sembraban o plantaban que todo
mo la de las Canarias (quisieran ellos no lo comían y destruían. Esta multi
que fueran gatos que no rascuñaran, plicación fué tanta y en tan exoedvn
por tener más lugar de roballos y cap- numerosa cantidad, por espacio de do.'
livallos), fue tanta el alegría que resei- años, que teniéndola (como lo era), por
bieron estimando haber hecho una gran pestilencial e irremediable plaga, co
hazaña, como en la verdad entonces menzaron todos a aborrecer la vida que
fue por tal tenida, que dejaron de pro allí tenían; viendo que ningún fructo
seguir su viaje y volviéronse muy ale- podían sacar de sus muchos trabajos
gres a dar las nuevas al infante; el casi todos estuvieron por se tornar a
cual, como era, según se dice, buen Portogal: lo que al fin hizo el dicho
cristiano, viendo que por medio suyo Bartolomé Perestrello, quedándose h-
Dios daba tierras nuevas a Portugal para otros para má.s probar, por míe la di
que se extendiese el divino culto y que vina providencia tenía determinado poi
se iba cumpliendo lo que mucho desea medio dellos descubrir otra isla, don
ba, fueron inestimables las gracias y de su santo nombre invocar y ser ala
loores que a Dios daba. Augmentaban bado.
más su grande gozo las nuevas que de Partido Bartolomé Perestrello, acor
la dicha isla aquellos dos caballeros le daron los dos caballeros, Juan Gonzá
referían, ser dignísima de poblarse, los lez V Tristán Vázquez, de ir a ver uno«
nublados que habían muchos días con
í Descubrióse la isla de Puerto Sanio. (Nota siderado, que parecían cerca de a F
al marfíen de letra de Las Casas.) .sospechando que debía ser alguna tic
HISTORIA DE LAS INDIAS 87
atrevieron a emprender, donde había cedes si pasase el dicho cabo del Bo
de hacer muchas viudas y huérfanos jador, haciéndole el negocio fácil, y
con esta su porfía. Tomaban por argu que las dificultades que los marineros
mento, que Dios no había criado aque que en el capítulo [XXII] ^ dejimos
llas tierras sino para bestias, pues en que ponían, debían ser burla, porque
tan poco tiempo en aquella isla tantos no sabían otra navegación ni derrota
conejos había multiplicado que no de sino la de Flandes, que estaba cabe
jaban cosa que para sustentación de casa, fuera de la cual ni sabían enten-
los hombres fuese menester. der aguja ni regir carta de marear. Este
El infante, sabiendo estas detraccio Gilianes tomó el negocio de buena vo
nes y escándalo que por el reino anda luntad, determinado de ponerse a cual
ban, sufríalo con paciencia y grande di quier trabajo y peligro por pasar el
simulación, volviéndose a Dios, según dicho cabo, por servir y dar placer al
dice Juan de Barros, atribuyéndolo a infante, y no parecer ante él hasta que
que no era digno de que por su indus le trújese dello alguna buena nueva.
tria se descubriese lo que tantos tiem El cual se partió de Portogal con este
pos había que estaba escondido a los propósito, y llegando hasta el dicho
reyes de España; pero con todo eso cabo ayudóle Dios con que le hizo
sentía en sí cada día más encendida su buen tiempo, y, aunque con trabajo,
voluntad para proseguir la comenzada finalmente pasó el cabo dicho del Bo
navegación, y firme esperanza que Dios jador, y vido que la tierra volvía sobre
había de complir sus deseos. Con esta la mano izquierda y parecía buena, por
esperanza tornó a enviar navios con lo cual saltó en su batel y fué a ella,
gente a descubrir, rogando a los capi y vídola que era muy verde, apacible
tanes que trabajasen de pasar el cabo y graciosa; no halló gente ni rastro de
del Bojador, que tan temeroso y difi alguna población. De aquí cognoscieron
cultoso a todos se les hacía de pasar. ser falsa la opinión que los marineros
Algunos iban y no pasaban, y hacían habían sembrado de peñas y arracifes
presa en los moros que podían saltear en la mar, o no haber más tierra ade
y en otros en las islas de Canaria; otros lante del cabo del Bojador, o ser tierra
venían y pasaban el Estrecho de Gi- estéril o no digna de moralia ni vella
brallar y trabajaban de hacer saltos en hombres; cogió ciertas hierbas muy
la costa del reino de Granada, y con hermosas y trújolas en un barril, con
esto se volvían a Portogal; y como tierra, que se parecían a otras que ha
arriba se dijo, en estas ocupaciones, bía en Portogal que llamaron o llama
sin sacar el fructo que el infante y los ban la hierba de Santa María. Venido
porlogueses deseaban, se gastaron los el dicho Gilianes al reino, y dado cuen
doce años y más, desde el año de 1‘8 ta de su viaje, y cómo había pasado el
hasta el de 32. oabo, y que había tierra adelante, y
En el año de 1433 mandó el infan tierra fértilísima y digna de poblar, no
te armar un navio, que llaman barca, arenales como decían, mostrando la tie
en que envió por capitán un escudero rra del barril, fué inestimable el gozo
suyo, que se llamaba Gilianes, y éste fue que el infante rescibió y el rey Don
a las islas de Canaria y salteó los que Duarte, su hermano, el cual de placer
pudo, y trujólos a Portogal captivos (y hizo donación a la Orden de Cristo,
destos tales saltos se quejaba el rey cuyo maestre y gobernador era el in
D. Juan de Castilla, como parece por fante, de todas las rentas espirituales
sus cartas, y desto dicen qne desplugo de las dos islas de la Madera y ®
mucho al infante). El año de 1434 tor Puerto-Santo, lo cual confirmó el Pap3i
nó a mandar el infante aparejar y ar y al infante hizo el rey merced por
mar la dicha horca (según cuenta el los días de su vida de las
historiador portogués Gómez Eanes y con mero mixto imperio, jurisdiccio
el mismo Juan de Barros, lib. 1, capí civil y criminal. Hizo el infante gr
tulo 4.^^), y encargó mucho al diíúio
Gilianes, prometiéndole muchas mer t Está en blanco en el manuscrito.
HISTORIA DE LAS INDIAS 89
fiesta con las hierbas o rosas que trujo novedad, pelearon defendiéndose va
Gilianes, al cual hizo mercedes, por lientemente, de los cuales quedaron
que se tuvo este pasar ei dicho cabo, muchos heridos por los mozos cristia
aunque fue muy poco lo que pasó, por nos, y uno dellos salió herido por los
cosa muy señalada. moros de un azagaya. Este fué el pri
Informado el infante por el Gilea- mer escándalo e injusticia y mal ejem
ces de aquella navegación no ser tan plo de cristiandad que hicieron en
imposible como la hacían los que la aquella costa, nuevamente descubierta,
temían, y que había tierra adelante, y a gente que nunca les había ofendido,
buena tierra, y que los arracifes que los portogueses, para que con justa ra
por aquella costa estaban se desecha zón toda la tierra se pusiese en abo
ban, y finalmente que la mar era na rrecimiento de los cristianos, y desde
vegable, determinó de tornar a enviar en adelante por su defensa con justicia
al dicho Gileanes en compañía de un matasen a cuantos cristianos haber pu
caballero, copero suyo, que se llama diesen; y así pusieron un inmortal e
ba Alonso González, que puso por ca irremediable impedimento para que
pitán de una barca o navio bueno. Los aquéllos recibiesen en algún tiempo la
cuales partidos llegaron con buen tiem fe, de lo que, si dieran ejemplos de
po al dicho cabo del Bojador, y pa cristianos y, como lo dejó mandado
saron obra de treinta leguas delante, en su Evangelio Cristo, comenzaran a
que fué para entonces gran hazaña. tractar con ellos pacíficamente aunque
Salieron en tierra y hallaron rastro de aquéllos fuesen moros, pudiérase tener
hombres y de camellos, como que iban alguna esperanza. Desde el año de
de camino de una parte a otra, los 1435 y 6 hasta el de 40, porque por la
cuales, vista bien la disposición de la muerte del rey D. Duarte de Portugal
tierra, o porque así les fué mandado bobo en aquel reino grandes revueltas
por el infante, o porque tuvieron ne y discordias, no pudo el infante ocu
cesidad, sin hacer otra cosa se volvie parse más en este descubrimiento.
ron a Portogal. En el año siguiente de El año de 41 envió un navio y en él
435 los tornó a enviar, encargándoles por capitán un Antón González, guar
mucho que trabajasen de ir adelante darropa suyo, para que fuese por la
basta que topasen con tierra poblada costa adelante, y si pudiese prendiese
y de haber alguna lengua della; pasa alguna persona de la tierra para tomar
ron adelante doce leguas más de las lengua, y si no que cargase el navio de
treinta que el viaje antes déste habían cueros de lobos marinos y de a^'^ite,
pasado, adonde hallaron tierra descu porque había por allí admirable nu
bierta o rasa sin montes, y allí acorda merosidad dellos, y valían entonces en
ron echar dos caballos, en los cuales el Portogal mucho. Fueron éstos y salta
capitán mandó cabalgar dos mancebos, ron en cierta parte; hallaron un moro
que eran de quince a diez y siete años, que llevaba un camello delante de sí
y porque fuesen más ligeros no quiso y luego una mora; vieron luego cier
que llevasen armas defensivas; sola to número de moros, y los moros a
mente llevaron lanzas y espadas, man ellos; ni los unos ni los otros no qui
dándoles que solamente descubriesen sieron o osaron acometer, llevándose
tierra, y que si viesen alguna persona, los dos captivos al navio. Sobrevino
que sin su peligro la pudiesen pren otro navio enviado por el infante al
der, la trujesen; los cuales poco des mismo fin; saltaron en tierra de noche
pués de salidos toparon diez y nueve diciendo con gran grita: ¡Portogal!
nombres, cada uno con su dardo en la ¡Portogal! ¡Santiago!, dan de súbito
mano a manera de azagayas, y como en cierta cantidad de moros, mataron
dieron de súbito sobre ellos no tuvie tres y captivaron diez, y volviéronse
ron lugar de se esconder, y parecién- a los navios muy gloriosos y triunfan
doles que era cobardía volver las es tes, dando gracias a Dios por haberles
paldas arremetieron con ellos, y los predicado el Evangelio a lanzadas, Y
^oros, aunque espantados de tan gran es cosa de ver, los historiadores por-
90 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
togueses cuánto encarecen por ilustres también que con los saltos que hacían
estas tan nefandas hazañas, ofrecién en el camino por la costa donde llega-
dolas todas por grandes sacrificios a ban, se hacían ricos, y más que con
Dios. Era, según cuentan, maravilla, ver esto agradaban en grande manera al in
cuando llegaron a los brazos los porto- fante, comenzaron a armar navios a su
gueses con los moros, cómo se defen costa e ir a descubrir. Idos y venidos
dían los moros con los dientes y con otros y otros, que mandaba ir el in.
las uñas con grandísimo coraje. El un fante, entre otros fuá enviado un An
navio destos prosiguió el descubrimien tón González, porque entre los captivos
to y descubrió hasta un cabo, que lla que habían traído trajeron tres que
man hoy Cabo Blanco, que distará del prometieron dar muchos esclavos ne-
Bojador ciento y diez leguas. Vueltos gros por su resgate. Llegados a la tie
todos a Portogal, rescibíalos el infante rra por dos moros de los tres, que eran
con gran alegría y hacíales mercedes, hijos de los más principales della, tra
no curando de los escándalos y daños jeron por su resgate más de den per
que hechos dejaban. sonas negras, y cada diez de diversas
tierras, una buena cantidad de oro en
polvo, el cuál fué el primer oro que en
CAPITULO XXIV toda aquella costa se bobo; por lo cual
llamaron desde entonces aquel lugar el
En el año de 1442, viendo el infante Río del Oro, aunque no es río, sino un
que se había pasado el cabo del Boja- estero o brazo de mar que entra por
flor y que la tierra iba muy adelante, la tierra, obra de seis leguas, y dista
y que todos los navios que enviaba este lugar del Cabo del Bojador cin
traían muchos esclavos moros, con que cuenta leguas. Con este retorno y nue
pagaba los gastos que hacía, y que cada vas que trujo, mayormente del oro, fué
día crecía más el provecho y se pros señalada el alegría que el infante bobo;
peraba su amada negociación, deter el cual despachó luego a un Ñuño
minó de enviar a suplicar al Papa Mar- Tristán, que había descubierto el Cabo
tino V, que había sido elegido en el Blanco, según arriba dejimos, en fin
Concilio de Constancia, donde cesó la del capítulo precedente, y éste llegó
cisma que había durado treinta y ocho al Cabo Blanco, y pasó obra de ocho
años, con tres Papas, sin saberse cuál o diez leguas y vido una isleta, junto
dellos fuese verdadero Vicario de Cris a la tierra fírme, de cuatro o cinco
to, que hiciese gracia a la Corona Reai que por allí estaban, que en lengua de
de Portogal de los reinos y señoríos la tierra se llamaba Adeget, que agora
que había y que hobiese desde el Cabo llaman Arguim; y yendo a ella vido
del Bojador adelante, hacia el Orien pasar veinte y cinco almadías o barcas
te y la India inclusive; y así se los con de un madero, llenas de gente, que en
cedió, según dicen las historias porto- lugar de remos remaban con las pier
guesas, con todas las tierras, puertos, nas, de que todos se maravillaron. Es
islas, tractos, resgates, pesquerías y tas, luego, pensaron que eran aves ma
cosas a esto pertenecientes, poniendo rinas, pero después de visto lo que
censuras y penas a todos los reyes cris eran, saltan en el batel siete personas
tianos, príncipes y señores y comunida y van tras ellos, tomaron las catorce
des que a esto le perturbasen; después con que hinchieron el batel, neváron
dicen que los Sumos Pontífices, suceso los al navio y van tras las otras, alcan
res de Martino, como Eugenio IV y Ni záronlas también en una isleta, que es
colás V y Calixto IV (sic)^ lo confir taba cerca desta otra, de manera que
maron. dejaron despoblada toda la isla, y
Después desto, viendo algunos del días que por allí estuvieron, fu^
reino de Portogal que se había pasado otra isla cerca déstas, que llamaron
el Cabo del Bojador, y que aquella mar isla de las Garzas, despoblada, don e
se navegaba sin los temores y dificul mataron infinitas dellas, porque no
tades que se sospechaban de antes, v huían dellos, antes estaban
HISTORIA DE LAS INDIAS 91
da remuneración, quiso que por el tra (le lo demás que ((abemos en esta jor-
bajo que tenían tomado por su servicio, nada ganado y en aquella tierra, don
aquel día alcanzasen victoria de sus de, por servicio de Dios y vuestro,
enemigos y paga y galardón de sus tra enviastes, y agora porque vienen, por
bajos y despensas, capthundo y pren el luengo viaje y tiempo que andamos
diendo ciento y cincuenta y cinco áni por la mar vienen fatigados y más por
mas y otras muchas que mataron de el enojo y angustia, que por verse así
fendiéndose y otros que huyendo se fuera de su tierra y traer captivos y por
ahogaron.” ¿Qué mayor insensibilidad no saber cuál será su fin, según pO(léis
puede ser que aquesta? Por servir a Dios considerar, en sus corazones traen, ma
dice que mataron y echaron a los infier yormente que vienen muchos enfennoí^
nos tantos de aquellos infieles, y de y asaz maltratados, por todo esto me
jaron toda aquella tierra puesta en es parece que será bien que iiiauana lo>
cándalo y odio del nombre cristiano mandéis sacar de las carabelas v llevar
y llena de toda tristeza y amargura. en aquel campo, fuera de la villa, don-
Ellos eran solamente treinta hombres, de se harán dellos cinco partes, y vuo>-
que no se podían dar a manos a maniatar tra merced se llegará allí e escogeréi-
de aquellas gentes pacíficas, por lo cual la que mejor os pareciere y contenía-
dejaron allí algunos con parte de los de” . A lo cual el infante respondió qur
presos y los otros llevaron a los navios, le placía; y otro día de mañana, el di
donde hicieron grandes alegrías, y tor cho capitán Lanzarote mandó a los
naron las barcas a llevar los que resta maestres de las carabelas que todos los
ban. En esto se verá ser pacíficos y sin | sacasen y llevasen al dicho campo; y
armas, que treinta hombres portogue- primero que hiciesen las partes, saca
ses venidos de fuera captivasen ciento ron un moro, el me jor dellos, en ofren
y cincuenta personas que estaban des da a la iglesia del lugar, que era la villa
cuidados en sus casas. De aquí fueron de Lagos, donde aquestos salteadores
a otra isla cerca, llamada Tider, a ha todos vivían, y donde vinieron a des*
cer otra tal presa, pero fueron primero cargar, donde debía estar a la sazón el
sentidos y halláronla toda vacía, que infante; y otro moro de los captivos
habían huido a la tierra firme, que enviaron a San Viceinle del Cabo, don
estaría obra de ocho leguas. Dieron de, según dicen, siempre vivió muy re
tormento a alguno de aquellos moros, ligiosamente; por manera que de la
o lo que eran, que descubriesen dónde sangre derramada y captiverio injusto
hallarían más gente, y andando por y nefando de aquellos inocentes quisie
allí de isla en isla, dos días, y con sal ron dar a Dios su parte como si Dios
tos que hicieron en la tierra firme, fuese un violento e inicuo tirano, y le
prendieron y captivaron otras cuaren agradasen y aprobase por la parte que
ta y cinco personas, y, tornándose para dellas le ofrecen, las tiranías, no sa
Portogal^ tomaron en el camino quince biendo los miserables lo que está es-
pescadores y una mujer; por manera cripto: Inmolantis ex iniguo oblatio
que trujeron robados y salteados, cap est maculata, et non sunt beneplacitae
tivos, sin habellos ofendido ni debelles subsanationes iniustorum. Dona iniquo
cosa del mundo, sino estando aquellas rum non probat Altissimus, nec respicit
gentes sin armas y en sus casas pací in oblationes iniquorum, nec in mul
ficas y seguras, doscientas y diez y seis titudine sacrificiorum eorum propicui-
personas. Llegados a Portogal, el Lan- bitur peccatis. Qui offert sacrificium e x
zarote fue rescebido del infante con substantia pauperum quasi qm v is u m a t
tanta honra, que por su misma persona filium in conspectu patris sui, etc.
lo armó caballero y lo acrecentó en dice el Eclesiástico, en el cap. 34.®: ^
mucha honra. aprueba Dios los dones de lo s que,
Otro día, el capitán Lanzarote dijo con pecados y daños de sus
al infante : “ Señor, bien sabe vuestra ofrecen a Dios sacrificio de lo ro a
merced cómo habéis de haber la quin y mal ganado, antes es ante su
ta parte destos captivos que traemos y miento el tal sacrificio como si u p
HISTORIA DE LAS INDIAS 93
dre, por hacelle honra y servicio, le parecer pardos, y otros tan negros como
hiciesen pedazos al hijo delante.” Y etiopios, tan disformes en las caras y
porque aquel moro que dieron a San cuerpos, que así parecían a los hom
Viceinte del Cabo y otros muchos dellos bres que los miraban que veían las
V todos fueran después sanctos, no ex imágenes del otro hemisferio más bajo.
cusaban a los que los habían salteado Mas, ¿cuál sería el corazón, por duro
ni alcanzarían por ello remisión de sus que pudiese ser, que no fuese tocado
pecados, porque aquella obra no era de piadoso sentimiento, viendo así
suya, sino puramente de la bondad infi aquella compañía?, que unos tenían las
nita de Dios que quiso sacar tan ines caras bajas, llenas de lágrimas, mi
timable bien de tan inexpiables males. rando unos contra los otros, gimiendo
Esta es la regla católica y de evangélica dolorosamente, mirando a los altos cie
verdad; que no se ha de cometer el los, firmando en ellos sus ojos, bra
más chico pecado venial que se pueda mando muy alto, como pidiendo soco
hacer, para que de él salga el mayor rro al Padre de la Naturaleza; otros he
bien que sea posible imaginar, cuanto rían su rostro con las palmas, echándo
menos tan grandes pecados mortales. se tendidos en medio del suelo; otros
Tornando al propósito, quiero poner hacían sus lamentaciones en manera de
aquí a la letra, sin poner ni quitar pa canto, según costumbre de su tierra; y
labra, lo que cuenta en su corónica, puesto que las palabras de su lenguaje,
donde arriba lo alegué, el susonombra- de los nuestros no pediesen ser enten
do Gómez Eanes desta presa y gente didas, bien se cognoscía su tristeza, la
que trujo captiva el dicho Lanzarote, cual, para más se acrecentar, sobrevi
que según creo, estuvo a ello presente nieron los que tenían cargo de los partir,
y lo vido por sus o jo s: el cual excla y comenzaron a apartar unos de otros
mando, dice así: “ j Oh celestial padre!, para hacer partes iguales; para lo cual,
[que] sin movimiento de tu divinal de necesidad convenía apartar los hijos
excelencia gobiernas toda la infinidad de los padres, las mujeres de los mari
de la compañía de tu sancta ciudad y dos y los hermanos unos de otros: a
que traes aperlados los quicios de los los amigos ni parientes no se guardaba
orbes superiores, extendidos en nueve alguna ley; solamente cada uno se po
esferas, moviendo los tiempos de las nía adonde la suerte lo echaba. ¡Oh,
edades breves y luengas como te place. poderosa fortuna, que andas y desandas
Yo te suplico que mis lágrimas no sean con tu rueda compasando las cosas del
en daño de mi consciencia; que no por mundo como te place; siquiera pon
la ley de aquéstos, mas su humanidad ante los ojos de aquesta gente miserable
constriñe la mía que llore con lástima algún cognoscimiento de las cosas que
lo que padecen, y si las brutas alima han de venir en los siglos postrimeros,
ñas, con su bestial sentimiento, por para que puedan rescebir alguna con
instinto natural cognoscen los daños de solación en medio de su gran tristeza!
sus semejantes, ¿qué queréis que haga Y vosotros, que trabajáis en esta parti-
mi humana naturaleza, viendo así ante ja, tener respecto y lástima sobre tan
mis ojos aquesta miserable compañía, ta miseria, y mirad cómo se aprietan
acordándome que son todos de la ge unos con otros, que apenas los po
neración de los hijos de Adán?” Al déis desasir. ¿Quién podría acabar aque
otro día, que era 8 de agosto, muy de lla partición sin muy gran trabajo? Que
mañana, por razón del calor, comen tanto que los tenían puestos a una par
zaron los marineros a concertar sus ba te, los hijos que veían los padres de la
teles y sacar aquellos captivos y llevar otra, levantábanse reciamente e íbanse
los según Ies había sido mandado; para ellos, las madres apretaban los
los cuales, puestos juntamente en aquel otros hijos en los brazos y echábanse
campo, era una cosa maravillosa de con ellos en tierra, rescibiendo heridas
ver. Entre ellos había algunos razona sin sentirse de sus propias carnes, por
blemente blancos, hermosos y apues que no Ies fuesen quitados los hijos; y
tos, otros menos blancos, que querían ansí, trabajosamente, se acabaron de
94 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
partir, porque demás del trabajo que violencia, las muertes y damnación de
tenían de los captivos, el campo era lle los que muertos sin fe y sin sacramen
no de gente, tanto del lugar como de las tos perecían, y el captiverio de aque
aldeas y comarcas alrededor, los cuales llos presentes, ni justificaban tan gran
dejaban aquel día descansar sus manos, de injusticia. ¿Qué amor y afición,
en que estaba la fuerza de su ganancia, estima y reverencia temían o podían
solamente por ver alguna novedad, e tener a la fe y cristiana religión, para
con estas cosas que veían, unos llorando convertirse a ella, los que así lloraban
y otros razonando, hacían tan gran al y se dolían y alzaban las manos y ojos
boroto, que turbaban los gobernadores al cielo, viéndose así, contra ley natu
de aquella partija. El infante era allí ral y toda razón de hombres, privados
encima de un poderoso caballo, acom de su libertad y mujeres y hijos, pa-
pañado de sus gentes, repartiendo sus tria y reposo? Y de su dolor y calami
mercedes como hombre que de su parte dad, el mismo historiador y la gente
no quería hacer tesoro; que de cuaren circunstante lloraban de compasión,
ta y seis almas que cayeron a su quinto, mayormente viendo el apartamiento de
en muy breve hizo dellas su partija, hijos a padres, y de mujeres y padres
porque toda principal riqueza tenía en a hijos. Maniñesto es el error y enga
su contentamiento, considerando con ño que aquéllos en aquel tiempo te
muy gran placer a la salvación de aque nían, y plega a Dios que no haya du
llas almas, que antes eran perdidas. rado y dure hasta nuestros días; y,
Ciertamente que su pensamiento no era según ha aparecido, el mismo historia
vano, que, como ya dejimos, tanto que dor en su exclamación muestra serle
éstos tenían cognoscimiento del lengua aquella obra horrible, sino que después
je, con poco movimiento se tornaban parece que la enjabona o alcohola con
cristianos. Yo, que esta historia he la misericordia y bondad de Dios; la
juntado en este volumen, he visto en cual, si algún bien después sucedió, lo
la villa de Lagos mozos y mozas, hijos producía y éste todo era de Dios, y del
y nietos de aquéstos, nascidos en esta infante y de los salteadores que enviaba,
tierra, tan buenos y verdaderos cristia todos los insultos, latrocinios y tiranías.
nos como si descendieran desde el prin Cuenta este mismo coronista, que hi
cipio de la ley de Cristo, de generación cieron los portogueses otros muchos
de aquéllos, que primero han sido bap viajes a aquella costa, y que desde el
tizados. Aunque el Uoro de aquéstos dicho Cabo Blanco hasta el Cabo de
por el presente fuese muy grande, en Santa Ana, que serán obra de treinta
especial después que la partija fué aca leguas, y después hasta cerca de ochen
bada, que llevaba cada uno su parte, ta, los confines de Guinea, hicieron tan
y algunos de aquéllos vendían los suyos, tos saltos, entradas, robos y escándalos,
los cuales eran llevados para otras tie que toda aquella tierra despoblaron,
rras, y acontecía que el padre quedaba dellos por los que mataban y captivao
en Lagos y la madre traían a Lisboa, y llevan a Portogal, dellos por meterse
y los hijos para otras partes, en el cual la tierra adentro, alejándose cuanto po
apartamiento su dolor acrecentaba ‘ en dían de la costa de la mar. Buenas nue
el primero daño, con todo esto, por la vas llevarían y se derramarían por to
fe de Cristo que rescebían, y porque dos aquellos reinos y provincias de
engendraban hijos cristianos, todo se los cultores^ de Jesucristo y de su cris
volvía en alegría, y que muchos dellos tiandad.
alcanzaron después libertad.
Todo esto pone a la letra y en forma CAPITULO XXV
el susodicho Gómez Eanez, portogués
historiador, el cual parece tener poca El año siguiente de 445, envió el in
menos insensibilidad que el infante, no fante un navio, el cual llegó a la isla
advirtiendo que la buena intinción del dicha de Arguim, y metióse el ca
infante, ni los bienes que después su pitán con doce hombres en un batel
cedían, no excusaban los pecados de para ir a la tierra firme, que está dos le-
HISTORIA DE LAS JADÍAS 93
guas de la isla, y llegado, metióse en : cía, y esto hicieron con mucha razón
un estero, y cuando menguó la mar : y justicia.
quedó el batel en seco; viéronlo la gen I y para que esto, cualquiera que seso
te de la tierra, vinieron contra él dos tuviere, lo eogiiozca y apruebe, débese
cientos hombres y matáronlo a él y a , aquí de notar <[ue a ningún infiel, sea
siete de los doce y los demás se salva moro, alárabe, lurco, tártaro o indio o
ron por saber nadar; y éstos fueron los de otra cualquiera especie, ley o secta
primeros que mataron justamente de que fuere, no se le ]iiiede ni os lícito al
los porloguescs, por cnuntos los porlo- ])Ueblo cristiano Iiacelle guerra, ni mo-
gueses hab/an muerto y cajUivado con lestalle,, ni agravialle con daño alguuo
la injusticia que arriba parece por lo en su persona iii cosa suya, sin come-
dicbo. IVínguno que tenga razón de j ter graiidísiiiios pecados moríales, y ser
hombre, y mucho menos de los letra I obligados el crístiauo o cristianos que
dos, dudará de tener aquellas gentes j lo hicieren, a restitución de lo que les
todas contra los portogueses guerra jus- I robaren y' danos que les hicieren, si no
lisima. I es por tres cansas juntas o por cualqiiie-
El año siguientí*. de 46. envió el in j ra dellas, y regularmente no íiay otras;
fante tres carabelas y su hermano el j y las que algunos fingen, fuera déstas,
infante D. Pedro, que era tutor del rey I o son niñerías o gran malicia, por tener
ocasiones o darlas para robar lo ajeno
P. Alonso, su sobrino, y regente del rei V adquirir estados no suyos y riquezas
no, mandó a los que iban que entrasen iiiiquísimas.
en el río del Oro y trabajasen por con La primera es si nos ini{Mignan e
vertir a la fe de Cristo aquella bárbara guerrean e inquietan la cristiandad, ac
gente, y cuando no rescebiesen el bap tualmente o en hábito, y esto es que
tismo, asentasen con ellos paz y tracto. siempre están aparejados ])ura nos
Aquí es de notar otra mayor ceguedad ofender, aunque actualmente no lo ha
de Portogal que las pasadas y aun es gan, porque o no pueden o esperan
carnio de la íe de Jesucristo; y ésta pa tiempo y sazón para lo hacer, y éstos
rece, lo uno, porque mandaban los in son los turcos y moros de Berbería y
fantes a los que solían enviar a saltear y del Oriente, como cada día vemos y pa
robar los que vivían en sus casas pací decemos; contra éstos no hay duda nin
ficos y seguros, como idóneos apósto guna sino que tenemos guerra justa, no
les, que trabajasen de traer a la fe los sólo cuando actualmente nos la mue
infieles o moros, que nunca habían oído ven, pero aun cuando cesan de bacella,
della, o si tenían della noticia, antes porque nos consta ya por larguísima ex
desto, que habían fácilmente [de] de periencia su inunción de nos dañar,
jar la suya y la nuestra rescebír; lo se y esta guerra nuestra contra ellos no
gundo, que les mandaba traellos a la se puede guerra llamar, sino legítima
fe, como si fuera vendelles tal y tal defensión y natural.
mercadería y no hobiera más que ha La segunda causa, es o puede ser
cer; lo tercero, que habiéndoles he justa nuestra guerra contra ellos, si per
cho las obras susodichas, tan inicuas, signen o estorban o impiden malicio
tan de sí malas y tan horribles, no samente nuestra fe y religión cristiana,
considerasen los infantes cuáles volun o matando los cultores y predicadores
tades, para rescebir los sus predicado della, sin causa legítima, o haciendo
res, que tan buenos ejemplos de cris fuerza por fin de que la renegasen, o
tiandad les habían dado, podían tener. dando premio para que la dejasen y
Cosa es ésta mucho de considerar, y por recibiesen la ley suya; todo esto per
cierto, harto digna de lamentar. Así tenece al impedimento y persecución
que, ni quisieron los de la tierra recebir de nuestra santa fe; por esta causa nin
la fe, ni aun quizá entendieron en su gún cristiano duda que no tengamos
lengua lo que se les decía, ni hacer paz insta guerra contra cualesquiera infie
ni tener tracto con gente que tantos y les, porque muy mayor obligación te
tan irreparables males y daños les ha- nemos a defender y conservar nuestra
96 FRAY BARTOLOME DE LA S CASAS
con qué razón o justicia podrán justi refresco y ayuda para su vuelta. Y se
ficar ni excusar tantos males y agravios, gún parece querer decir Juan de Ba
tantas muertes y captíverios, tantos es rros, en el cap. 9 de su primer libro
cándalos y perdición de tantas ánimas, y primera Década, este trujo más ne
como en aquellas pobres gentes, aun gros de cuatro salteados, porque dice
que fuesen moros, hicieron los porto- que aqueste capitán se tornó a Portogal
gueses? ¿No más de porque eran infie con nuevas de la novedad de la tierra
les? Gran ignorancia y dañable cegue que había descubierto, y con la gente
dad ciertamente £ué ésta. que llevaba de negros, no resgatados de
Tornando al propósito de la historia, los moros como otros que habían traí
para complir con este capítulo, aque do al reino, sino tomados en sus pro
llos tres navios se tornaron a Portogal prias tierras; por manera, que debía
con un negro, que fué el primero que de traer más de los cuatro, y así pa
resgataron allí de los moros, y otro rece que no hacían diferencia de los
navio salteó por allí un lugar, de donde negros a los moros, ni la hicieran en
llevó a Portogal veinte personas. cualquiera nación que hallaran; todos
En este mismo año de 46, un Dinís los robaban y captivaban, porque no
Fernández, movido por las mercedes llevaban otro fin sino su interese pro
que el infante hacía a ios que descu prio y hacerse ricos a costa de las an
brían, determinó con un navio ir e pa gustias ajenas y sangre humana. Res-
sar adelante de todos los otros que ha cibió grande alegría el infante con las
bían descubierto, el cual pasó el río nuevas y presa que Dinís Fernández
de Saiaga, donde otros habían llegado, trujo, y hízole mercedes; y dicen que
que está junto al cabo Verde, noventa nunca pensaba dar mucho, sino poco,
leguas adelante del cabo Blanco, y este por mucho que diese, a los que le traían
río divide la tiera de los moros aze- destas nuevas; y por estas mercedes se
negues de los primeros negros de Gui animaban mucho muchos del reino a ir
nea, llamados jolofos; vido ciertas al e ponerse a grandes trabajos y peligros
madías o barcos de un madero, en que en estos descubrimientos, por servirle.
andaban ciertos negros a pescar, de los Dicen que siempre mandaba y amo
cuales, con el batel que llevaba, por nestaba que a las gentes de las tierras
popa alcanzó una en que estaban cua que descubriesen no les hiciesen algún
tro negros y éstos fueron los primeros agravio, sino que con paz y amor tra
que, tomados o salteados por los por- tasen con ellos, pero vemos que linda
togueses, a Portogal vinieron; y puesto mente se holgaba de los saltos y vio
que el dicho Dinís Fernández halló lencias que hacían y de los muchos es
mucho rastro y señales de espesas po clavos que traían robados y salteados
blaciones, y pudiera, si quisiera, sal y llevaba dellos su quinta parte y ha
tear gente y hacer esclavos, pero por cía mercedes a los salteadores y tira
agradar más al infante, no quiso gastar nos, y así todos aquellos pecados apro
su tiempo sino en descubrir tierra más baba, y por eso su intinción buena, que
adelante; y navegando vido un seña dicen que tenía, para excusa de lo que
lado cabo que hacía la tierra y salía ha él ofendía poco la aprovechaba.
cia el Poniente, al eual llamó cabo
Verde, porque le pareció mostrar no
se qué apariencia de verduras. Este es CAPITULO XXVI
tmo de los nombrados cabos y tierras
que hay en aquella costa de Africa y En el mismo año de 446 envió el in
Guinea. Y porque a la vuelta del dicho fante otro navio y descubrió adelante
«abo hallaron contrarios tiempos de los del cabo Verde sesenta leguas, y des
q^e traían, que los impidieron pasar pués envió otro que pasó ciento, todos
adelante, acordó el capitán tornarse a los cuales hicieron grandes estragos, es
Portogal; y llegáronse a una isleta, cándalos, robos y captiverios [y] des
junta con el dicho cabo Verde, donde trucciones de pueblos, también en los
mataron muchas cabras que fué harto negros, porque no había moros del
98 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
rabo Verde adelante; tantas y más y cuasi están frontero, un grado o dos de
muy graves ofensas que siempre en sus diferencia. En ellas dice vivía una gente
descubrimientos liarían rontra Dios y lora o baza de color, vestida de túnicas
en daños gravísimos de sus prójimos. hasta ios pies; la cintura tenían a los
Perseveró el infante D. Enrique su pechos; andaban con bordones o bácu
sodicho en estos descubrimientos, tan los en las manos, comían comida de pas
nocivos a aquellas gentes, por cuarenta tores, abundaban de estaño y de plomo,
años cumplidos y más; romenzólos etcétera; esto dice Estrabón. Dice tam
siendo de edad de diez y oi'ho o veinte bién que eran diez, pero agora no pare
años y vivió sesenta y tres. Dejó des cen sino siete; puédense haber hundi
cubierto, sin las islas de Puerto Santo dos las tres, como ha acaecido en el
y la de la Madera, por la costa de Aíri- mundo muchas veces.
ea y Etiopía, desde el cabo del Boja- En este tiempo también se descubrie
dor, que está en treinta y siete [grados! ron las islas de Cabo Verde por un
de altura desta parte de la equinoccial, Antoño (le Nolle, ginovés, noble hom
liasta la Sierra Liona, que esta de la otra bre, que había venido a Portogal con
parte de la equinoccial en siete gra dos naos, y trujo un hermano suyo que
dos y dos tercios, que hacen trecien se llamaba Bartolomé de Nolle y un
tas setenta leguas. Dentro destas leguas Rafael de Nolle, su sobrino, los cuales,
dejó descubierta la malagueta, la cual, desde el día que salieron de Lisboa, en
antes que se descubriese, la llevaban diez y seis días, llegaron a la isla que
los moros de allí viniendo por ella y nombraron de Mayo, jiorque la descu
atravesando la región de Mandinga y brieron primer día de mayo, y el día
los desiertos de IJbia, grandes y luen de San Felipe y Santiago hallaron la
gas tierras, y la llevaban a vender a otra, y por esto la nombraron la isla
Berbería, y de allí se proveía Italia, de Santiago; y porque ciertos criados
y por ser tan preciosa especia, la lla del infante D. Pedro, hermano del su
maban los italianos granos del paraíso. sodicho infante D. Enrique, habían
En este tiempo y por estos años de también ido a descubrir por aquella vía,
1440 hasta 46 fueron descubiertas las descubrieron las otras islas comarcanas
siete islas de los Azores; no he halla déstas, que todas las principales son
do cómo ni por quién, más de que el siete, y otras chequitas, basta diez. Llá-
rey D. Alonso V de Portogal, sobrino manse las islas de Cabo Verde, porque
del dicho infante, que ya había sali están frontero del dicho cabo al Ponien
do de la tutoría y reinaba ya, de edad te; las (los dichas de Mayo y Santia
de diez y siete años, por el año de 1448, go están Leste Giieste en quince grados
segiin dice Gomes Kanes, dio licencia desta parte de la línea equinoccial: las
al dicho infante en el año de 1449 para demás en diez y seis y diez y siete, co
que las pudiese mandar poblar, donde ma son Buena Vista, San Nicolás, San
ya el infante líabía mandado echar ga ta Lucía, San Vicente y San Antón; la
nador para que multiplicasen. Y sin du isla del Fuego e isla Fuerte están en
da son estas las islas Cassiterides o Cat
ti Icrid es, de que hace mencicSn Estra- catorce : dista la más cercana cerca de
bón en el fin del lib. 3.° de su Gcogra- cien leguas del Cabo, y algunas ciento
fía, que los fenicios o cartagineses, que y sesenta, al menos la postrera.
vivían en la isleia de Cáliz, las descubrie Dice Juan de Barros, portogués, en
ron y las tuvieron algiíii tíejiipo encu el libro 2.'’, cap. l.° de su primera Oé-
biertas por el estaño y plomo que do cada^ que éstas son las islas que los an
lías resgataban, las cuales después los tiguos geógrafos llamaban las Fortuna
romanos oyeron y enviaron a ellas; y das, pero cierto asaz claro parece, por
parece que lleva razón ser éstas, porque lo que en el cap. 20 queda dicho, él
dice Estrabón que caían estas islas fron está bien engañado, porque las Fortu
tero del cabo o punta de Galicia, que nadas eran predicadas y loadas por la
llamamos hoy cabo de Finísterre, sobre clemencia de los aires y de la misma
el puerto de La Coruña, y así es, que tierra gran templanza; estas del Cabo
HISTORIA DE LAS INDIAS 99
Verde son, por el excesivo calor, en y a él le daban, era cierta simien
fermísimas y cuasi inhabitables; luego te o grano, semejante a panizo, que
no son las islas que los antiguos nom el campo tiene y hallan sin sembra-
braban Fortunadas. Descubrióse tam 11a, por él, y ciertas raíces y tallos de
bién la isla de Santo Tomé, que está algunas hierbas, y ésta no en abundan
debajo de la línea equinoccial, en tiem cia, con muchas cosas inmundas, como
po deste rey D. Alonso V, y, según la lagartijas y gusanos tostados al sol, que
cuenta susopuesta, viviente también el por aquella región arde mucho; y por
infante D. Enrique, su tío. que algunos meses del año aun esto les
En los descubrimientos arriba dichos, falta, comúnmente se mantienen de le
pasado el cabo Blanco, ofrecióse un che y queso de los ganados que guar
moro viejo a ir al reino de Portogal por dan, y la leche les sirve de bebida tam
ver las cosas de allá, y lo mismo quiso bién, porque tienen gran falta de agua,
hacer un portogués, llamado Juan Fer por no tener río alguno, y los pozos
nández, quedarse por curiosidad con los que en algunas partes tienen son muy
moros, por ver la tierra y las cosas de- salobres; carne, si alguna comen, es de
11a; de ambas a dos cosas se holgó en algunos animales monteses y aves que
gran manera el infante, porque de am matan, pero en los ganados no tocan,
bas a dos partes, del moro por rela y éstos son los que viven en la tierra
ción y de Juan Fernández por expi- dentro, porque ios que viven en la cos
rlencia, esperaba saber los secretos de ta de la mar o cerca tienen abundancia
la tierra que él mucho deseaba. Al mo de pescado crudo y seco al sol, sin sal,
ro rescibió muy bien y lo hizo vestir y y el fresco muchas veces por ser más
dalle mucho contentamiento el tiempo húmido para que no les dé tanta sed.
que en Portogal estuvo. A cabo de ocho Aquella tierra es toda arenales, muy es
o diez meses, envió el infante a saber del téril; arboledas cuasi ninguna si no son
dicho Juan Fernández, el cual ya desea algunas palmas, y unos árboles que pa
ba que viniesen por él, y él acudía mu recen a las higueras que en Castilla lla
chas veces a la costa de la mar por ver man del infierno; por esta causa la tie
si parecía algún navio; llegado el rra es mala de cognoscer, por lo cual pa
navio a la tierra donde estaba, y dicho ra andar por ella y no perderse se
a los moros que se quería volver a su guían por los aires que corren y por las
tierra mostraron los moros sentimiento estrellas y también por las aves que vue
de se querer ir de su compañía, por el lan, principalmente cuervos y buitres
amor que ya cobrado le tenían. Vinie y otras de rapiña, que siguen las inmun
ron cierta gente con él para lo acom dicias que se echan de los lugares po
pañar y defender de los pescadores de blados, y éstas muestran dónde están
la costa que le podían hacer mal, y los las poblaciones o por mejor decir aque
que vinieron con él resgataron a los llas cabañas de los pastores y ganados,
portogueses nueve negros y cierta can porque, por ser la tierra tan estéril, a
tidad de oro en polvo. Contaba este cada paso mudan los pastos. Las casas
Juan Fernández, que los moros, en cu suyas son unos tendejones; su comiin
ya compañía estuvo, eran todos pasto vestido es de los cueros de los ganados;
res, parientes de aquel moro viejo que los más honrados tienen sus alquiceles,
<Iu¡so ir a Portogal; lo que primero y los que más principales son, paños
con él hicieron fué quitalle todo cuan de mejor suerte, y así los caballos co
to tenía y llevó consigo, así de vestidos mo las guarniciones dellos. El oficio
como del bizcocho y legumbres, y lo común de todos es seguir la vida pasto
que más llevaba, y, para que se cubrie ral y curar y guardar su proprio gana
se, dléronle un alquicer viejo y roto do, porque en ello consiste toda su ha
con que se cubriese, al revés de lo que el cienda y la sustentación de su vida, por
infante había hecho al moro viejo. El, que deben de venderlo a otras gentes
con que no le tocasen en la vida, mos de la tierra adentro. La lengua y la es-
trábales haber placer y hacerse con criptura difiere algo de la de los alá
ellos cuanto podía; lo que comían ellos, rabes de Berbería, como la de castella-
100 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
nos y portogueses. No tienen rey o prín pués de haberse proveído de las cosas
cipe alguno, sino siguen el mayor de que les faltaban, tornaron a salir, y e]
las parentelas y aquél los gobierna, y Baltasar también con ellos, diciendo que
así andan apartados los parientes. En I aes ya podía contar la tormenta de la
tre sí estas parentelas o linajes tienen mar, que también determinaba ver las
contiendas y guerra contra otras sobre cosas que en la tierra había; y así tor
los pastos de la hierba y los abrevaderos nó en el mismo viaje.
de los pozos. Esta vida y policía conta
ba Juan Fernández que vido en aquella
tierra; después, andando mirando más CAPITULO XXVII
secretos de la tierra, topó con una cua
drilla o parentela de gente, cuya cabe Muchas veces envió el rey D. Alonso
za era un moro muy honrado y prin a descubrir la dicha costa de Guinea
cipal de aquellos azenegues, persona y los capitanes y descubridores que en
de autoridad y que se trataba mejor que viaba presumían y porfiaban de ir cuan
otros, el cual guardó mucha verdad y to más adelante pudiesen, por las mer
hizo muy buen tratamiento al dicho cedes que el rey hacía a todos, y mayo
Juan Fernández, y le dejó ir a buscar res a los que más en esto se aventaja
los navios de los portogueses, y le dio han, y también por dejar loa y fama
ciertos hombres que lo acompañasen y de sí mismos; y no menos debía ser
guardasen, como dejimos, el cual dice por los resgates y por los robos y sal
el historiador que vino a ellos muy gor teamientos y captiverios que de cami
do y fresco, habiendo comido siempre no hacían y provechos temporales que
aquellos flacos manjares con leche. adquirían, esperando cada día descubrir
Quiero concluir este capítulo con re tierras más ricas, mayormente que la
ferir una graciosa curiosidad que im ex esperanza principal, que el rey y el in
tranjero tuvo en uno deslos viajes. En fante y todos los demás tenían, era d es
aquellos tiempos, como sonase la fama cubrir las Indias, y esto era lo que más
por los otros reinos, fuera de Portogal, todos pretendían. En muchos viajes
ios descubrimientos de tierra y gentes que en tiempos deste rey D. Alonso
nuevas que el infante hacía y cada día para este descubrimiento se hicieron, se
crecían más, algimos extranjeros se de descubrieron muchas leguas pasando la
terminaban salir de sus reinos y nación línea equinoccial, como se tocó en e!
y venirse a Portogal e ir algún viaje 25 capítulo, y en el año de 1471 descu
de aquéllos, para después tener en sus brieron el resgate de la mina del Oro,
tierras qué contar. Entre los otros fue y en este tiempo acordó el rey D. Alon
lui caballero que se llamaba Baltasar, so que ya no salteasen por la tierra, sino
de la casa del emperador Frederico III. que por vía de comercio y resgate se
Movido por la razón dicha, pidió cartas tratase con aquellas gentes; pues que
de favor del emperador para el rey de nunca cesaron violencias y robos y en
Portogal, el cual suplicó al rey de Por gaños y fraudes, que siempre los porto
togal que lo enviase en un viaje de gueses en aquellas tierras y gentes han
aquellos, porque en gran manera desea hecho. Después sucedió el rey D. Juan,
ba verse en una gran tormenta en la segundo deste nombre, hijo del susodi
mar para tener qué contar en su tierra; cho rey D. Alonso, el cual salió más in
el cual deseo el caballero Baltasar vido clinado y aficionado a proseguir este des
complido, porque, salidos del puerto, cubrimiento, hasta llegar a la India y
dende a algunos días, tomóles tan terri saber del preste Juan, por muchos in
ble y deshecho temporal que totalmen dicios que tuvo, o le parecía que tema?
te tuvieron perdida esperanza de las estar su señorío en las regiones sobre
vidas; y así dijo el dicho Baltasar que la tierra de Guinea.
había visto ya su deseo complido, pero El año, pues, de 1481 despachó una
que no sabía si a contallo en su tierra buena armada para h a c e r un castillo y
tornaría, y por esta gran tormenta se fortaleza en el río que llaman de San
tornaron necesitados a Portogal. Des Jorge, que es la mina de Oro, para co
HTSTOKÍA DK LAS INDIAS '101
inenzar a tomar posesión del señorío derlo ia, o de ser de noble condición,
(le Guinea, por virtud de las donacio y, lo que más veresímile es, de muclio
nes que los Sumos Pontífices a los Reyes miedo y temor, porque tenía el capitán
de Portogal habían hecho. consigo quinientos y seiscientos hombres
Esta fortaleza hizo en el reino de un bien aparejados y armados, más que de
rey negro, que se llamaba Caramansa, providencia discreta real, porque a
con cierta cautela que llevó, mandada gente tan diferente y extraña y ar
hacer por el rey de Portogal, el capitán mada y de quien habría oído los saltos,
del armada. Este fue diciendo que el males y daños que habían a sus vecinos
rey, su señor, era muy poderoso, y que hecho, moros o negros, discreción y
le amaba mucho por las nuevas que dél prudencia de rey fuera nunca les admi
había oído, por las personas de los na tir hacer casa en sn tierra, hasta más
vios que allí habían llegado a contratar probar qué era lo que pretendían y qué
y resgatar oro, y deseaba mucho haber danos y de su morada en su reino po
su amistad y comunicalle los bienes que dían resultar. Y cuando dijo que era
el en su reino tenía; <le los cuales, el contento que hiciesen la casa, dicen
prieipal era dalle cognoscimiento de su que añadió que fuese con condición que
Dios V Criador verdadero de todos, et guardasen la paz y verdad que le pro
cétera, y que para esto le enviaba en metían, porque, si la quebrantaban,
aquellos navios muchos bienes tempo más engañaban y dañaban a sí mismos
rales, y para guardallos habían menes que no a él, porque la tierra era grande
ter hacer allí en su tierra una casa, la y no le faltarían irnos pocos de palos
cual sería para él y su reino, como ade y ramas para hacer una casa en que vi
lante vería, muy provechosa, y para viese; y esto dicho, se despidió, del
conservación mayor de la paz y amistad capitán y volvió el rey a su pueblo, por
que asentarían, v por tanto, que le ro que esto era la costa de la mar, don
gaba de parte de su señor, el rey de de había venido a verse con el capitán
Portogal, le diese licencia para edifi- y cristianos, muy acompañado y con
calla. muchas cerimonias que los suyos hacían
Fué grande eí agradecimiento que el y traían en el camino y él con un paso
rey Caramansa mostró al rey de Porto- muy maduro y auctortzado, con el cual,
gal, y con muy graciosas palabras, aun y por la misma orden que vino se
que dichas con mucha gravedad, pero volvió.
con más prudentes razones, respondien El cual vuelto, luego los oficiales y
do a lo de la casa, se comenzó a excusar canteros portogueses comenzaron a cor
diciendo que del amistad y paz del rey tar piedras y abrir cimientos y disponer
de Portogal holgaba mucho, y que para materiales para edificar su fortaleza;
ella bastaba la comunicación de los na viéndolo ciertos negros que allí estaban,
vios yentes y venientes para el resgate vasallos del dicho rey Caramansa, con
y'contractación, y que, haciendo casa grandísimo ímpetu arremetieron como
donde y como decía, con tan continua perros rabiosos, sin temor alguno, a
conversación entre sus vasallos y los del los oficiales, a estorbarles y debían de
rey de Portogal, muchas veces se ofrece andar a las puñaladas, puesto que dice
ría materia de reñif y disensión, y se la historia portoguesa que plugo a Dios
daría y tomaría causa de quebrantarse que no hobo sangre, pero ésta debía ser
la paz y se perdiese el amistad, y añi que no salió de los portogueses, porque
dió otras palabras y razones de perso [no] tenían los negros armas para de
na prudente y de mucha sagacidad; presto sacalla, mas teniendo ellos sus es
replicó el capitán muchas palabras y padas y lanzas tan en la mano, maravi
alegó razones harto superficiales y poco llarme ia yo si los portogueses de los ne
concluyentes cuanto a buena razón, gros no la derramasen. Después al cabo
puesto que el rey Caramansa, según destruyeron los portogueses aquel lugar,
dice Juan de Barros en su historia, lo porque al fin en esto había el amistad de
concedió. Mas, según yo creo, si es ver parar. Fundó allí una ciudad de porto
dad lo que dice Juan de Barros, conce- gueses; resgatóse mucha cantidad de
19
102 FRA Y BARTOLOME DE LAS CASAS
oro entonces, y después lia habido por que sucedió al rey D. Manuel, querien
ftlK mucho resgate, y, cuanto los porto- do excusar tantos y tan grandes peca
gueses podían, según dice la historia, dos, porque las ánimas que él es obli-
trataban con los negros pacíñcamente, gado a convertir, en cuanto en él fuere
por vía de comercio y contratación. y darles camino de se salvar, la entrega
Murieron muchos portogueses de enfer ban a los moros, donde sobre sus ritos
medad, por ser la tierra malsana; des y errores de idolatría les habían de
pués, el tiempo andando, no hobo tan añidir la pestífera ley de Mahoma, co
mal; dícese ^iempre allí una misa por mo rey cristiano, posponiendo los pro
el infante D. Enrique, por haber sido vechos temporales que le venían, quito
el primer autor destos descubrimientos. del todo, según dice la historia, y pro
Hecho el castillo de San Jorge, de la hibió el dicho comercio y trato infer
manera dicha, pareció al rey de Porto- nal; pero a lo que vemos y hemos vis
gal que había tomado posesión de aque to, quitó el tracto que no se vendan a
llos reinos, por lo cual añidió este títu los moros, mas no quitó el resgate v
lo a los demás de su corona, y venido rail pecados mortales que se cometen
aquel capitán, que a hacer la fortaleza en ello, hinchindo el mundo de negros
envió, que fué desde a tres años, rey esclavos, al menos España, y hacer re
o señor de Guinea se intituló. bosar nuestras Indias dellos; y que de
Torno a enviar otros descubridores cien mil no se cree ser diez legítima
el año 1484, que descubrieron el reino mente hechos esclavos como abajo, bí
de Congo, y más adelante hasta veinte Dios quisiere, más largo se dirá. Porque
y cuatro grados, desa parte de la línea como ven los negros que los portogue
equinoccial hacia el Sur, donde ha ha ses tanta ansia tienen por esclavos, por
bido grandes contrataciones y se han cudicia de lo que por ellos les dan,
tornado muchos negros cristianos y sa como también carezcan de fe y temor
lido mucho fruto, según dice la histo de Dios, cuantos pueden robar y capti
ria portoguesa, pero cada día creemos var, como quiera que sea, y sus mismos
que hacen grandes daños en el captivar debdos no perdonan, y así no es otra
esclavos, y dan motivo los portogueses cosa sino aprobarles sus tiranías y mal
a que ellos a si mismos se captiveu por dades y guerras injustas, que por esto
cudicia y se vendan, y este daño y ofen unos a otros hacen.
sas que se hacen a Dios no fácilmente En el año 486, por ciertas nuevas
serán recompensables. que el rey D. Juan de Portogal supo
En estos viajes y descubrimientos, o de un gran rey que señoreaba en las
en alguno dellos^ se halló el Almirante entrañas de aquella tierra de Etiopía so
D. Cristóbal Colón y su hermano bre muchos reyes, de quien se decían
D. Bartolomé Colón, según lo que yo maravillas, y, según estima del rey don
puedo colegir de cartas y cosas, escrip- Juan, era el Preste Juan de las Indias,
tas que tengo de sus manos. determinó de enviar navios para que,
En tiempo deste rey D. Juan el 2.® y por la mar, y echando de los negros que
del rey D. Manuel que le sucedió, hobo ya tenían en Portogal, por la tierra aden
grandísimas corrupciones en los porto tro, especialmente mujeres negras, co
gueses con el resgate que tuvieron de mo más libres y aparejadas para no
los esclavos negros, resgatándolos en el rescibir mal, le diesen alguna nueva de
reino de Benii y en otras partes de aquel gran rey o Preste Juan. Para efec
aquella costa, llevándolos a trocar por to desto, mandó aparejar dos navios
oro a la mina donde se hizo el castillo de cada cincuenta toneles, y una nave-
de San Jorge; porque la gente de allí, cita llena de bastimentos sobresaliente,
aunque negros también, todos holga para socorro si a los dos navios falta
ban de comprar esclavos negros de sen; en los cuales puso por capitán un
otra partes por oro, para sus comercios caballero de su casa que se llamaba Bar
que tenían con otros negros, sus vecinos tolomé Díaz, que había navegado por
y ellos o los otros con los moros. Sabida aquella costa, descubriendo, en otros
esta corrupción por el rey D. Juan el 3,®, viajes. Partido de Lisboa en un c
HISTORIA DE LAS INDIAS 103
agosto, anduvo muchas leguas con muy lo descubrió antiguamente), el cual ago
grandes tormentas y trabajos hasta lle ra llamamos de Buena Esperanza. Des
gar de la parte de la equinoccial trein que lo vieron, fué grande la alegría que
ta Vtres grados y tres cuartos; llegados todos bobieron y creyeron que, aquél
a cierto isleo o isla pequeña, que esta descubierto, se había de descubrir otro
ba junto con la tierra firme, como la mundo; cuando dieron la vuelta, ha
gente venía cansada y asombrada de las bían pasado del cabo adelante ciento y
terribles mares que habían padecido, cuarenta leguas, según dice Hernando
comenzaron todos a se quejar y a re- López de Castañeda, coronista de Por
quirir al capitán Bartolomé Díaz que togal, lib. 1.'’, cap. l .“ de su Historia,
no pasase adelante, porque los basti A este cabo puso nombre el capitán
mentos se acaban y la nao que habían Bartolomé Díaz y su gente Cabo Tor
traído llena de bastimentos sobresalien mentoso, por razón de los grandes pe
tes se había quedado atrás y no sabían ligros y horribles tormentas que habían
della, y podía ser que antes que la ha padecido en doblallo. Pero llegados a
llasen pereciesen todos, cuanto más pe Portogal, el rey D. Juan le puso por
ligro y daño padecían si adelante pasa- nombre cabo de Buena Esperanza, por la
gen. Añidían que bastaba lo mucho que esperanza que daba de que se descobriría
de costa de mar en aquel viaje habían la India, que tan deseada y buscada era.
descubierto, por lo cual llevaban la me Halláronse entonces en treinta y tres
jor nueva que alguno de todos los des grados poco menos de altura dese cabo
cubridores hasta entonces habían lleva de la equinoccial, pero como entonces
do, pues vían que la costa volvía el no tenían tanta experiencia de las al
camino que hacia el Leste o Levante y turas, debían de errar, porque agora
que era manifiesta señal quedar atrás hallamos el dicho cabo de Buena Es
algún gran cabo, que ellos, por haberse peranza en treinta y cinco grados, aun
metido algo a la mar, no habían visto, que D. Bartolomé Colón, hermano del
y que sería mejor consejo tornar hacia Almirante, que se halló en este descu
tras a lo descubrir. brimiento, dijo que en cuarenta y cin
Y es aquí de notar que tornar la costa co, y así quizá lo debían de hallar en
hacia el Levante les fué muy gran espe tonces, sino que o el molde o el historia
ranza del descubrimiento de la India, dor se engañó, porque agora no se pla
que [era] lo que los reyes de Portogal tica estar sino en treinta y cinco grados.
principalmente pretendían, porque co Después deste rey D. Juan mandó po
mo cuasi toda la costa de Africa, y tan ner mucha diligencia sobre que se hi
grande como era, se había corrido y ciese arte de navegar, y encomendólo a
navegado, poco más poco menos, Norte dos médicos, uno cristiano, lib a d o
Sur, bien podían argüir e conjeturar y maestre Rodrigo, y el otro judío, maes
esperar, por las nuevas y noticia que tre Josefe, y a un bohemio, Martín de
de la doctrina de Ptolomeo y los demás Bohemia, que decía haber sido discípu
se tenía, que por allí podían llegar o lo de Juan de Monte Regio, grande as
descubrir la India, y así fué. Finalmen trónomo, los cuales hallaron esta cier
te, Bartolomé Díaz, con harto dolor de ta manera de navegación, de que agora
su corazón, por el ansia que tenía de usamos, por el altura del S o l: así lo
pasar adelante, por asosegar las mur dice el dicho Juan de Barros, en el 4.® li
muraciones y clamores de la gente, de bro, cap. 3.® de su primera Década de
terminó de dar la vuelta, y, haciéndose Asia, Por manera, que cierto es haber
hacia la tierra, vieron luego asomar sido los portogueses los primeros que
aquel grande y monstruoso y celebra- esta manera de navegar hallaron y usa
tisimo cabo Hesperionceras, que tantas ron; Y dellos los españoles la tomamos;
^ntenas de años había que estaba encu no se les quite su merecimiento, antes
bierto (puesto que, como dejimos en les demos las gracias, y porque Cristó
el cap. [XV] Hanón, cartaginense, bal Colón y su hermano Bartolomé Co
lón en aquellos tiempos vivían en Por
' En blanco en el mannscrito. togal, allende de lo que ellos se sabían
104 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
excesivo, así como de mucho pesar, sas, por qué el rey de Portogal dejaría de
suelen morir los hombres, por el gran aceptar esta negociación.
exceso de alteración que sobre su cora Fenecida ésta susointerpuesta larga
zón los tales resciben. Valerio Máxi digresión, que pareció convenir, lo uno
mo, Hh. 9, cap. 12.% dice que como a por dar noticia de cosas antiguas que
una mujer le fuese denunciado que era pocos sabían, lo otro para declaración
muerto un hijo suyo que mucho ama de algunos errores, que cerca del des
ba de lo cual estuviese tristísima y llo cubrimiento y negocio destas nuestra
rosa, y súbitamente el hijo entrase vivo, Indias presumieron con temeridad al
y ella fuese con excesiva alegría a abra- gunos escrebir, porque no vayan en las
zallo, juntamente cayó en el suelo historias dellas fundados sobre vanísi
muerta. ma falsedad los leyentes, será bien tor
Eso mismo cuenta Plutarco, en la vida nar a proseguir nuestro propósito, co
de Aníbal, que habiendo hecho Aníbal menzando del principio de donde Cris
gran estrago y matanza en el ejército tóbal Colón comenzó a proponer su ne
de los romanos, y como las mujeres de gocio en las cortes de los reyes cris
la ciudad de Roma hiciesen grandes tianos.
llantos y fuesen solícitas por sus mari Fué, pues, así, que concebida en su
dos e hijos, viniendo a dehoras los hi corazón certísima confianza de hallar
jos de dos mujeres romanas, fué tanta lo que pretendía, como si este orbe tu
el alegría que rescibieron, que súbita viera metido en su arca, por las razo
mente expiraron; Plinio, iib. 7.'®, capí nes y autoridades y por los ejemplos
tulo 53. Por esta causa, según se lee de y experiencias suyas y de otros y oca
Aristóteles, yendo una vez a visitar a siones que Dios le ofreció (y no fué
9U madre, sospechando que la grande chica saber que en sus días se habían
alegría le podía hacer el daño semejante, descubierto las islas de Cabo Verde y
envióle delante un criado que le dijese de los Azores, y tan gran parte de Afri
que no rescibiese pena, porque Aris ca y Etiopía, y que él había sido en
tóteles venía un poco mal dispuesto algunos viajes dellos), supuesta la espe
a verla; porque cuando lo viese hóbxe- ranza de ayuda y divino favor, que
se rescebido un poco de pesar, para que siempre tuvo, y enderezada su intin
se templase o mezclase lo triste con lo ción a que todo lo que hiciese y descu
alegre y así no pudiese haber exceso. briese resultase a gloria y honra de
La causa natural que se asigna desta Dios, y a ensoalzamiento de su santa
manera de muerte, es, porque el cora fe católica, con determinado ánimo de
zón del hombre se dilata con exceso de ponerse a cuantos peligros y trabajos se
masiado, y el calor sálese afuera des le pudiesen ofrecer (los cuales fueron
mamparando el corazón, y así queda tantos y tan continuos y tales, que ni
frío y sin vigor, a lo cual se sigue luego se podrán encarecer, ni del todo ser
la muerte. creídos), por descerrajar las cerraduras
que el Océano, desde el diluvio hasta
entonces, clavadas tenía, y por su per
CAPITULO XXVIII sona descobrír otro mundo, que tan en
cubierto en sí el mundo escondía, y
Pn fií cml se torna a la historia. — De cómo por consiguiente abrir amplísimas puer
Cristóbal Colón deliberó de ojrecerse a des-
cohrir otro mundo, cuasi como certificado tas para entrar y dilatarse la divina
lo había de hallar.—Ofreció al rey de doctrina y Evangelio de Cristo; final
Portugal primero la empresa.—Las cosas que mente, deliberó de buscar un príncipe
proponía hacer e riquezas descubrir; las cristiano que le armase los navios que
mercedes que pedía por ello. — Mofaron el
r^y y sus consejeros dél, teniendo por burla sintió haber menester, y proveyese de
lo que prometía; estuvo catorce años en esto las cosas necesarias para tal viaje, con
con el rey de Portogal.—Por la información siderando que tal empresa como aqué
que el rey le oía, envió una carabela secre lla, ni coroenzalla ni proseguilla, y me
tamente; tornó medio perdida; sabida la
ourla, determinó dejar a Portógal y venir a nos conservalla, por su poca facultad,
los reyes de Casíilla.~A sígnanse algunas cau él no podía, sin que persona real y po-
106 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
derosa para ella le diese la mano y tas e inmunidades que tenían los al
pusiese en camino. Pues como por ra mirantes de Castilla. Lo tercero, que
zón del domicilio y vecindad que en el fuese su visorrey y gobernador perpe»
reino de Portogal había contraído (ya tuo de todas las islas y tierras firmes
fuese súbdito del rey de allí, lo uno; que él descubriese por su persona, y
lo otro, porque el rey D. Juan de Por por su industria fuesen descubiertas. Lo
togal vacaba y actualmente del todo se cuarto, que le diesen la décima parte
ocupaba en los descubrimientos de la de las rentas que el rey bebiese de to
costa de Guinea y tenía ansia de des das las cosas que fuesen oro, plata,
cubrir la India; lo tercero, por hallar perlas, piedras preciosas, metales, es
el remedio de su aviamiento cerca), pecería y de otras cualesquiera cosas
propuso su negocio ante el rey de Por provechosas, y mercaderías de cualquie
togal, y lo que se ofrecía a hacer es lo ra especie, nombre y manera que fue
siguiente: Que por la vía del Ponien sen, que se comprasen, trocasen, ha
te, hacia el Austrio o Mediodía, descu llasen, ganasen, dentro de los limites
briría grandes tierras, islas y tierra fir de su Almirantazgo. Lo quinto, que en
me, felicísimas, riquísimas de oro y todos los navios que se armasen para
plata y perlas y piedras preciosas y el dicho tracto y negociación, cada y
gentes infinitas; y que por aquel ca cuando y cuantas veces se armasen, que
mino entendía topar con tierra de la pudiese Cristóbal Colón, si quisiese,
India, y con la gran isla de Cipango contribuir y pagar la ochava parte, y
y los reinos del Gran Khan, que quie que el provecho que dello saliese lle
re decir en nuestro romance Rey de los vase también Ja ochava parte y otras
Reyes grande... cosas que abajo parecerán.
Lo que pedía para su viaje fue lo que Así que, propuesto este arduo y
se sigue: Lo primero, que el rey le grande negocio ante el rey de Porto-
armase tres carabelas bastecidas de gal, y hecho su razonamiento, dadas
gente y de vituallas para un año, con las razones y autoridades que le po
las cosas demás necesarias para nave dían, para persuadir al rey, ayudar,
gar, y ciertas arcas de resgates, con dice la dicha historia portoguesa, que
viene a saber, mercería de Flandes, porque el Cristóbal Colón era hombre
como son los cascabeles, bacinetas de la más hablador y glorioso en mostrar sus
tón, hoja del mismo latón, sartas de habilidades, y más fantástico de sus
cuentas de vidrio de diversas colores, imaginaciones con su isla de Cipango,
espejuelos, tiseras, cuchillos, agujas, al que cierto en lo que decía, dábale poco
fileres, camisas de lienzo, paño basto crédito, y cerca desto, dice Cristóbal
de colores, bonetejos colorados y otras Colón en una carta al rey D. Hernan
cosas semejantes, que todas son de poco do, que yo vide escripta de su mano:
precio y valor, aunque para entre gen “Dios nuestro Señor me envió acá, por
te dellas ignorante de mucha estima. que yo sirviese a Vuestra Alteza; dije
Las mercedes que pidió para en re milagrosamente, porque yo fui al rey de
muneración de sus peligros, trabajos y Portogal, que entendía en el descobrir
servicios, éstas son que aquí ponemos, más que otro, y le tapó la vista y oído
en la petición de los cuales mostró Cris y todos los sentidos, que en cuatorce
tóbal Colón su gran prudencia y ser años no me entendió, etc.” Estas son sns
de ánimo generoso, y no menos la cua palabras. Es aquí mucho de notar que
si certidumbre que llevaba de hallar lo este coronista trabaja de anihilar en
que prometía. Primeramente, que lo cuanto puede a Cristóbal Colón y a nego
honrasen armándolo caballero de es cio tan grande y señalado que ofrecía y
puelas doradas, y que se pudiese lla prometía, diciendo que era sueño y que
mar don Cristóbal Colón, él y sus su no se fundaba por razón sino por ima
cesores. Lo segundo, que le diesen ti ginaciones; y en el mismo lugar, que es
tulo de Almirante mayor del mar Océa el cap. 11.® del lib. 3.® de la 1.* década
no, con todas las preeminencias o pre de su Asia, dice, contando cómo el Al
rrogativas, privilegios, derechos, ren mirante Cristóbal Colón acertó, que «1
HISTORIA DE lA S INDIAS 107
por nombre Diego Colón, que fué el y a los castellanos, destas gentes de e&te
primero que después en el estado de orbe constituir por ministros median
Almirante le sucedió. te la luz Evangélica, traerlos y guiar-
Algunas razones aparentes al menos los en el camino de ia verdad. Y pleoa
hobo para que el rey de Portogal no a la bondad divina que ios unos y Jos
aceptase la empresa que ofrecía Cris otros cognozcamos el misterio y minis-
tóbal Colón; una pudo ser, estar muy ferio tan soberano para que nos esco'
gastado el rey de Portogal en susten gió, y la merced incomparable que eu
tar la conquista de la Berbería y las ciu escogernos para ello nos hizo, para que
dades que los reyes, sus antecesores, respondiendo con usura la que El qrie-
habían tomado en Africa, y por los des re del talento y don rescebido, salga
cubrimientos que hacía y entendía ha mos seguros de la estrecha cuenta que
cer en la costa de Guinea y para el des dello le habernos de dar, oyendo lo
cubrimiento de la India; otra, parecer- que a aquel buen siervo fué dicho:
le que hallaría de mala gana gente de “ Allégate acá, siervo fiel, que pues en
la mar que quisiese osar ir a descubrir lo poco fiel estuviste, razón será que
por el mar Océano sin ver cada día te remunere con mucho; entra en los
tierra, como hasta entonces no se osa goces de tu señor.”
ba hombre apartar della, y desta ma
nera se habían descubierto tres mil le
guas de costa hasta el cabo de Buena CAPITULO XXIX
Esperanza, como se ha visto, lo cual
era horrible y espantoso a todos en Cómo determinó Cristóbal Colón que su her
aquel tiempo (digo navegar o engol mano Bartolomé Colón fuese a ofrecer la
farse sin ver cada día tierra); otra, pa empresa al rey de Inglaterra,—De las condi
recer al rey de Portogal ser grave cosa ciones deste Bartolomé Colón.—Cómo hizo
pedir Cristóbal Colón tan grandes mer ciertos versos en latín al rey de Inglaterra y
una figura, — Salió Cristóbal Colón secreta
cedes, tanta dignidad y preeminencias, mente de Portogal, vino a la villa de Palos.
y si por esta causa lo dejara, gentil Dejó su hijo chequito. Diego Colón, en el
consideración fuera rehusar de dar las monasterio de la Rábida.—Fuese a la corte.
albricias, por grandes que se pidieran, Comenzó a informar a personas grandes.—
Fué oido de los reyes; cometieron el negocio
siendo dellas mismas y de un millón y al prior de Prado y a otros.—Pusieron mu
millones de oro, dar una blanca vieja chos argumentos, según entonces podían po
sin ser cosa suya, ni le deber nada el ner, harto débiles .—/Vo fué creído, antes juz
que se lo prometía; o pudo ser la cuar gadas sus promesas por vanas e imposibles.—
Asígnanse algunas razones desto. — Padeció
ta, porque como vía el rey de Portogal grandes trabajos por cinco años, y en fin fue
sucederlé cada día mejor su descubri despedido sin nada.
miento de Guinea, y esperaba dar en la
India, y creía en esto ser aventajado Visto se ha en el capítulo precedente
rey en toda la cristiandad, y que nin cómo Cristóbal Colón tuvo legítima y
guno se osara poner en ocupación de justa causa y buena razón para dejar ^
descubrimiento, y por consiguiente que rey de Portogal, por las manera y disi
él y su reino estaban cerca de señorear mulación que con él tuvo (lo que en
toda esta mar grande, y que si algo más loa reyes no arguye mucha y real sim
en ella había cuasi guardado se lo te plicidad, de que conviene ser adorna
nían, tuvo en poco, o mostró al menos dos). '
tener, todo lo que Cristóbal Colón le Considerando que, si los reyes (ic
ofrecía que descubriría. Castilla no aceptasen su negociación,
Pero más con verdad podemos decir no le fuese necesario gastar mijicha par*
lo que ya dejimos, conviene a saber : te de su vida en buscar señores que ie
tener ordenado la Providencia divina diesen el favor y ayuda que había m®’
de elegir los portogueses para que fue nester, juntamente con pasarse a
sen medio para la salvación de los que, tilla, determinó que fuese al rey de 1“’
de la que llaman India, habían por glaterra, con la misma demanda y ®
la predestinación divina de ser salvos. propusiese la misma empresa un ner
HISTORIA DE LAS INDIAS 109
años antes que lo viese yo escripto de nido noticia destas Indias, si fuera ver
{a letra del almirante Colón, había oído dad que las hobiera en el mundo, ha
decir que el dicho arzobispo de Sevilla, biendo habido un Ptolomeo y otros mu
por sí, y lo mismo el camarero, Juan chos astrólogos, cosmógrafos y sabios
Cabrero, se gloriaban que habían sido que alcanzaran poco o mucho dellas y
la causa de que los Reyes aceptasen la lo dejaran por escripto, como escribie
dicha empresa y descubrimiento de las ron de otras muchas, y que añrmar
Indias; debían cierto de ayudar en ello aquello era querer saber o adevinar
mucho, aunque no bastaron, porque más que todos.
otro, a lo que parecerá, hizo más, y Otros argüían desta manera: que el
éste íué un Luis de Santángel, escri mundo era de infinita grandeza, y por
bano de raciones, caballero aragonés, tanto no sería posible en muchos anos
persona muy honrada y prudente, que navegando se pudiese llegar al fín de
rido de los Reyes, por quien finalmen Oriente, como Cristóbal Colón se pro
te la Reina se determinó : con éste tuvo fería, a navegar por el Occidente.
mucha plática y conversación, porque Traían éstos un autoridad de Séneca,
debiera de hallar en él buen acogi en el lib. I.'* De las suasorias, donde
miento. dice que muchos sabios antiguamente
Estos todos o algunos dellos negocia «ludaban si el mar Océano podía ser
ron que Cristóbal Colón fuese oído de navegado, supuesto que era infinito, y
los Reyes y Ies diese noticia de lo que ya que se pudiese navegar, era muy
deseaba hacer y venía a ofrecer, y en dudoso si de la otra parte hobiese tie
qué quería servir a Sixs Altezas; las rras, e ya que tierras hobiese, s¡ eran
cuales, oída y entendida su demanda habitables, y ya que fuesen habitables,
superficialmente, por las ocupaciones si sería posible irlas a buscar y hallar
grandes que tenían con la dicha guerra las, no advertiendo que las palabras de
(porque esto es regla general, que cuan Séneca las dice por vía de disputa, y
do los reyes tienen guerra poco entien puesto que los sabios que alega Séne
den ni quieren entender en otras co ca tratasen dudando del fin de la In
sas), puesto que, con benignidad y ale dia hacia el Oriente, inferían estos sa
gre rostro, acordaron de lo cometer a bios de nuestros tiempos que la misma
letrados, para que oyesen a Cristóbal razón era de la navegación que Cris
Colón más particularmente, y viesen la tóbal Colón hacer ofrecía del fin de
calidad del negocio y la prueba que España hacia el Occidente.
daba para que fuese posible, confirie Otros, que mostraban ser más subi
sen y tractasen dello y después hicie dos en matemática doctrina, tocando
sen a Sus Altezas plenaria relación. Co en astrologia y cosmografía, decían que
metiéronlo principalmeiHe al dicho desta esfera inferior de agua y tierra
prior de Prado, y que él llamase las no quedó más de una muy pequeña
personas que le pareciese más entender parte descubierta, porque todo lo de
de aquella materia de cosmografía, de más estaba de agua cubierto, y por
los cuales no sobraban muchos en aquel tanto, que no se podía navegar si no
tiemno en Castilla; y es cosa de ma era por las riberas o costas, como
ravillar cuánta era la penuria e igno hacían los portogueses por la Guinea;
rancia que cerca desto había entonces y éstos que afirmaban esto, harto pocos
por toda Castilla. libros habían leído y menos tractado
Ellos juntos muchas veces, propuesto de navegaciones. Añidían más, que
Cristóbal Colón su empresa, dando ra quien navegase por vía derecha la vuel
zones y autoridades para que lo tuvie ta del Poniente, como el Cristóbal Co
sen por posible, aunque callando las lón profería, no podría después vol
mas urgentes, porque no le acaeciese ver, suponiendo que el mundo era re
lo que con el rey de Portogal, unos de dondo, y yendo hacia el Occidente iban
cían que cómo era posible que a cabo cuesta abajo y saliendo del hemisferio
de tantos millares de años como habían qu^e Ptolomeo escribió, a la vuelta éra
pasado en el mundo, no se hobiese te les necesario subir cuesta arriba, lo que
112 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
los navios era imposible hacer; ésta e imposible a cualquiera persona le-
era gentil y profunda razón y señal de trado o indocto que fuese, podía pare"
haber bien el negocio entendido. cer, porque perderían los dineros que
Otros alegaban a San Augustín, el en ello gastasen y derogarían su auto-
cual, como tocamos arriba, negaba que ridad real, sin algún fruto. Finalmente,
hobiese antípodas, que son los que de los Reyes mandaron dar respuesta a
cimos que andan contrarios de nuestros Cristóbal Colón despidiéndole por aque
pies, y así traían por refrán, “ duda San lla sazón, aunque no del todo quiián-
Augustín” . No faltaba quien traía lo dolé la esperanza de tomar a la mate
de las cinco zonas, de las cuales las tres ria, cuando más desocupados Sus Alte*
son, según muchos, del todo inhabita zas se viesen, lo que entonces no es
bles, y las dos, sí, la cual fué común taban, con los grandes negocios de Ja
opinión de los antiguos, que al cabo guerra de Granada, los cuales no les
supieron poco. Otros traían otras ra daban lugar a entremeter negocios nue
zones, no dignas de traer aquí; otros vos; que el tiempo andando, se podría
quizá, que naturalmente alcanzan te ofrecer más oportima ocasión.
ner espíritu de contradicción, por el Hasta conseguir esta respuesta, gastó
cual a todas las cosas, por buenas y Cristóbal Colón en la corte muchos
claras que sean, hallan inconvenientes tiempos; lo uno, porque los Reyes ha
y no les faltan razones con que contra cían poco asiento en un lugar con la
decir. priesa y poco reposo que traían, pro
Finalmente, aquesta materia fué por veyendo la dicha guerra; lo otro, por
entonces una muy grande algarabía, y la ordinaria prolijidad que en la expe
puesto que Cristóbal Colón les respon dición de los negocios las cortes de ios
día y daba soluciones a sus argumen reyes siempre tienen, como nunca ca
tos y razones cotí ellas, con que se de rezcan de importunas ocupaciones, y
bieran satisfacer, pero, como para que también muchas veces por la desidia y
las comprendiesen bebiera menester descuido o también más gravedad de
Cristóbal Colón quitalles los erróneos lo que mostrar o tener convernía, que
principios primero sobre que fundaban sobra en muchos de los oficiales pala
su parecer, lo que siempre es más di tinos, por no considerar que una hora
ficultoso que enseñar la principal doc que por su culpa se detienen los nego
trina; como se dice de aquel Timoteo, ciantes, han de dar estrecha cuenta ante
famoso tañedor de flautas, el cual, a el divinal juicio. Toda esta dilación no
quien venía a él a que lo enseñase, si se pasaba sin grandes trabajos y angus
traía principios enseñados por otro tias y amarguras de Cristóbal Colón por
lado, llevaba precio doblado que a los algunas causas; la una, porque vía que
que había de enseñar de principio, por se le pasaba la vida en balde, según
que decía él haber de tener con aquél los días que serle necesarios para tan
dos trabajos, el uno desenseñar lo que soberana y diutuma obra esperaba ha
traían sabido (y éste decía ser el ma cer; la segunda, temiendo si quizá por
yor), y el otro enseñalle su música y sus deméritos no quisiese Dios privalle
manera de tañer. Así que por esta cau de ser medio de tantos bienes como en
sa pudo poco Cristóbal Colón satisfa tendía de sus trabajos salir, lo que siem
cer a aquellos señores que habían man pre en cualquiera obra buena debe todo
dado juntar los Reyes, y así fueron de- cristiano temer; la tercera, por la lab
llos juzgadas sus promesas y ofertas por ta de las cosas necesarias que en seme*
imposibles y vanas y de toda repulsa jantes lugares, como es la corte, suele
dignas, y con esta opinión, por ellos, ser más intolerable o poco menos que
así concebida, ftleron a los Reyes y el morir; la cuarta, y sobre todas, ver
hiciéronles relación de lo que sentían, cuánto de su verdad y persona se du-
persuadiéndoles que no era cosa que a daba, lo cual a los de ánimo generoso
la autoridad de sus personas reales con es cierto ser, tanto como la muerte, pe*
venía ponerse a favorecer negocio tan noso y detestable.
flacamente fundado y que tan incierto Parece, sin duda alguna, que donde
HISTORIA DE LAS INDIAS 113
tanto bien se ofrecía y tan poco se aven des ocupaciones que ios Reyes, como
turaba, porque para todos los gastos ya se dijo, en aquellos días y aun
que al presente se habían de hacer. Jo años con el cerco de la gran ciudad de
pedía no llegaba o no pasaba de Granada tuvieron, porque cuando los
dos cuentos de maravedís, debieran los príncipes tienen cuidados de guerra, ni
Reyes de aceptar demanda tan subida, el rey ni el reino quietud ni sosiego
pues ni pedía los dineros para sacallos tienen, y apenas se da lugar de enten
en moneda del reino, ni para él comer der aun en lo a la vida muy necesa
o gozar dellos, sino para empleallos en rio, ni otra cosa suena por los oídos de
comprar y aparejar tres navios y las todos en las cortes, sino consejos, con
cosas para el viaje necesarias; ni que sultas y ayuntamientos de guerra, y
ría hacer el viaje con otra gente que este solo negocio a todos los otros sus
con la de Castilla; y las mercedes tan pende y pone silencio.
grandes, que en remuneración de sus La tercera y más eficaz y verdadera y
servicios pedía, no eran absolutas sino de todas principalísima causa es, y así
condicionales, ni luego de contado, sino en la verdad debió de ser, la ley, con
que pendían del evento futuro, como viene a saber, que Dios tiene en todo
las albricias penden de sí cuando se pi su mundo puesta, que ningún bien en
den y prometen dellas mismas; debie esta vida, por chico que sea, se pueda
ran de mover a tener en poco lo que conseguir de alguna persona sino con
luego se gastaba, puesto que al cabo grande trabajo y dificultad, para d¿ir;
todo se perdiera, mayormente siendo el nos a entender la Providencia divina,
ofreciente persona tan veneranda en su que si los bienes temporales por mara
aspecto, tan bien hablada, cuerda y villa, sin sudores y trabajos se adquie
prudente. ren, no nos maravillemos si los eternos
Las razones de esta inadvertencia rae y que no tienen defecto alguno ni ler-
parece que podríamos asignar brevemen nán fin, sin angustias ni penalidades al
te ; la una, la falta de las ciencias canzar no los pudiéremos, porque, cier
matemáticas, de noticia de las histo to, las cosas muy preciosas no por vil
rias antiguas, que los que tuvieron el precio se pueden comprar, mayormen
negocio cometido tenían; la segunda, te siempre tuvo y tiene y terna la suso
la estrechura de aquellos tiempos, que nombrada ley e divina regla su fuerza
porque como todos los Estados, por la y vigor firmísimo, en las cosas que con
penuria del dinero que por aquel tiem ciernen a nuestra santa fe, como pare
po España padecía, tan tasados y me- ce en la dificultad incomparable que a
fHdos tuviesen sus proventos y, por con los principios tuvo la predicación evan
siguiente, o por los casos que ocurrían gélica, dilatación y fundación de la
de nuevo o por los que siempre la su Iglesia; lo uno, porque nadie se glorie
blime potencia cuanto más alta, tanto ni pueda presumir que sus obras, in
más teme que le han de sobrevenir dustria y trabajos serían para ello bas
reglasen y tasasen con ellos los gastos; tantes, si la divina gracia y sumo po
por tanto parecía a los que debían a der no asistiese, y como principal y
ello las personas reales inducir que se universal o primaria causa no fuese el
perdía gran suma en aventurar cosa movedor y final efectuador de la mis
tan poquita por esperanza tan grandí ma obra santa que conseguir el mismo
sima, puesto que por entonces, por la Dios pretende, por lo cual deja los ne
falta primero dicha, no creída. gocios, que más quiere que hayan efec
Fué la segunda causa, que negocio to, llegar cuasi hasta el cabo, que pa
tan cualificado y de tan inestimable pre rece ya no tener remedio ni quedar es
cio impidió que por aquel tiempo no peranza de verlos concluidos con prós
se concediese, conviene a saber, las gran- pero fin; empero, cuando no se catan
los hombres, socorriendo con su favor,
los concluye y perfecciona, porque
J Boecio, lib. 3, prosa 5. De Consolatione, cognozcan que dél solo viene todo buen
y^ota al margen de letra de Las Casas.) electo y toda perfección; lo otro, por-
114 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
reina que podía el negocio suceder en tenía el duque dicho, que creo se lia
alguna egregia y hazañosa obra (orde maba Romero, el cual diz que babíá
nándolo Dios así, que quería que estos sido el que primero dio relación al du,
reinos de tan inmensa grandeza no los que de lo que Colón pretendía, y fué
hobiesen sino reyes), por persuasión, causa mucha que le oyese largamen.
según se dijo, del generoso cardenal te y se persuadiese a aceptar lo que
D. Pero González de Mendoza, y tam- ofrecía. ^
bien diz que ayudó mucho el susodi
cho doctísimo maestro fray Diego de CAPITULO XXXI
Deza, maestro del príncipe, fraile de
Santo Domingo, y después arzobispo de En el cual se contiene otra vía diversa de k
Sevilla, mandó la Reina escrebir al di del precedente capítulo, que algunos tuvieron
cho duque tenerle su propósito y deli para que el Cristóbal Colón fuese de los reyes
de Castilla admitido y favorecido, conviene
beración en gran servicio, y que se go a saber: que visto que el duque de Medina
zaba mucho tener en sus reinos perso Sidonia no le favorecía, que se fué a La Rá
na de ánimo tan generoso y de tanta bida de Palos, donde había dejado su hijo,
facultad, que se dispusiere a empren con determinación de irse al rey de Fronda
y que un guardián del dicho monasterio de
der obras tan heroicas (como quizá que La Rábida, que se llamaba fray Juan Pérez
la grandeza y magnanimidad de los va le rogó que no se fuese hasta que él escribie
sallos suela resultar en gloria y autori se a la Reina; envió la Reina a llamar el
dad de los príncipes y señores); pero guardián, y después a Cristóbal Colón y en
vióle dineros.—Llegado, hobo muchas dispu
que le rogaba él se holgase que ella tas.—Tórnase a tener por locura.—Despiden
misma fuese la que guiase aquella de totalmente a Cristóbal Colón.— ISótase la
manda, porque su voluntad era man gran constancia y fortaleza de ánimo de Cris
dar con eficacia entender en ella, y de tóbal Colón, etc.—Da el autor antes desto al
su Cámara real se proveyese para la guna conformidad de tres vías que parecen
diversas cómo e.sto al cabo se concluyó.
expedición semejante las necesarias ex
pensas, porque tal empresa como aque Dicho habernos en el capítulo antes
lla no era sino para reyes. Por otra par déste la manera que se tuvo para que
te, mandó despachar sus letras graciosas los Reyes se determinasen a aceptar la
para Cristóbal Colón, mandándole que empresa de Cristóbal Colón, según su
luego, sin dilación, para su corte se par pimos de personas de las antiguas en
tiese, Mandó asimismo y proveyó que esta isla y a quien yo no dudé ni otro
de su Cámara real se pagase al duque dudará darle crédito.
lo que hasta entonces en los navios y en En éste quiero contar otra vía, se
lo demás hobiese gastado, y mandó que gún otros afirmaron, por la cual vino
aquellos mismos se acabasen, y en ellos el negocio a tornarse a tractar y los
diz que Cristóbal Colón hizo su descu Reyes sufriesen otra vez a oírle, puesto
brimiento y camino. que también por allí se desbarató y
No se puede creer el pesar que hobo con más desconsuelo y mayor amargu
desto el duque, porque cuanto en ello ra del mismo Colón. Puédese colegir
más entendía, tanto más le crecía la vo parte desta vía de algunas palabras que
luntad de lo proseguir e mucho más de de cartas de dicho Cristóbal Colón para
verlo acabado. Pero, como sabio, des los Reyes he visto, mayormente de las
que más hacer no pudo, conformóse probanzas que se hicieron por par^^
con la voluntad de la Reina, creyendo del fiscal del rey, después que el al
también, como cristiano, que aquella mirante D. Diego Colón, primer suce
era la voluntad de Dios; y así, acordó sor del primero, movió pleito sobre su
haber en ello paciencia. estado y privilegios al rey; y pues*®
Esto así, en sustancia, me contó mu que en algunas cosas parezca con Ja pn*
chos años ha, en esta isla Española, mera ser ésta incompatible, no por eso
un Diego de Morales, honrada y cuer será bien condenar del todo aquella que
da persona, que vino a ella primero no hobiese acaecido, porque aunque no
que yo, cuasi de los primeros, y era llevase todo el discurso como se ha re
sobrino de un mayordomo mayor que ferido, puede haber sido que el duque
HISTORIA DE LAS INDIAS 217
se tornaría a tractar dello, sino absolu considerando muchas veces el ánimo tan
tamente, acompañado de harta tristeza generoso y tan constante de que Dios
e disfavor, como cada uno podrá consi adornó a Vuestras Altezas para empren
derar, salióse de la ciudad de Granada, der cosas grandes y obras excelentísi
donde los Reyes habían ya con gran mas, heme maravillado mucho no ha
triunfo y gloria de Dios y alegría del ber aceptado una empresa como este
pueblo cristiano, entrado a dos días del Colón ha ofrecido, en que tan poco se
mes de enero, según dice el mismo Cris perdía puesto que vana saliese, y tan
tóbal Colón en el principio del libro to bien se aventuraba conseguir para
de su navegación primera; en el mismo servicio de Dios y utilidad de su Igle
mes de enero, digo que salió para pro- sia, con grande crecimiento del estado
sfiiT^iiir su ida de Francia, real de Vuestras Altezas y prosperidad
Entre otras personas de los que le de todos estos vuestros reinos, porque
ayudaban en la corte y deseaban que en la verdad, señora serenísima, este
su obra se concluyese y pasase adelan negocio es de cualidad, que si lo que
te, fue aquel Luis de Santángel, que tiene Vuestra Alteza por dificultoso o
arriba dejimos, escribano de raciones. por imposible a otro rey se ofrece, y lo
Este rescibió tan grande y excesiva pena acepta y sale próspero, como este hom
V tristeza desta segunda y final repul bre dice, y, a quien bien lo quiere en
sa, sin alguna esperanza, como si a él tender da muy buenas razones para
fuera en ello alguna gran cosa y poco ello, manifiestos son los inconvinien-
menos que la vida; viendo así a Cris tes que la autoridad de Vuestras Al
tóbal Colón despedido, y no pudiendo tezas y daños a vuestros reinos vernían.
sufrir el daño y menoscabo que juzga Y esto así sucediendo, lo que Dios no
ba a los Reyes seguirse, así en perder permita, Vuestras Altezas toda su vida
los grandes bienes y riquezas que Cris de sí mesmas temían queja terrible,
tóbal Colón prometía, si acaecía salir de vuestros amigos y servidores con ra
verdad, y habellos otro rey cristiano, zón culpados seriados y a los enemigos
oomo en la derogación de su real' au no les faltaría materia de insultar y es
toridad que tan estimada en el mundo carnecer, y todos, los unos y los otros,
era, no queriendo aventurar tan poco afirmar osarían que Vuestras Altezas
gasto por cosa tan infinita, confiando tenían su merecido; pues lo que ios
en Dios y en la privanza o estima que reyes sucesores de Vuestras Altezas po
los Reyes de su fidelidad y deseo de drán sentir e quizá padecer, no es muy
servilles sabían que tenían, confiada escuro a los que profundamente lo con
mente se fué a la Reina y díjole desta sideran.”
manera: “Y pues este Colón^ siendo hombre
“Señora, el deseo que siempre he te sabio y prudente y de tan buena razón
nido de servir al Rey mi señor y a como es, y que parece dar muy buenos
Vuestra Alteza, que si fuese menester fundamentos, de los cuales algunos los
morir[é] por su real servicio, me ha letrados a quien Vuestras Altezas lo han
constreñido a parecer ante Vuestra Al cometido le admiten, puesto que otros
teza y hablarle en cosa que ni conve le resisten, pero vemos que a muchas
nía a mi persona, ni dejo de cognos- cosas no le saben responder y él a to
cer que excede las reglas o límites de das las que le oponen da sus salidas
raí oficio; pero con la confianza que y respuestas, y él aventura su persona,
siempre tuve de la clemencia de Vues y lo que pide para luego es muy poco,
tra Alteza y de su real generosidad, y y las mercedes y «remuneración no las
que mirará las entrañas con que lo digo, quiere sino de lo que él mismo descu
he tomado ánimo de notificarle lo que briere, suplico a Vuestra Alteza no es
en mi corazón siento, y que otros qui time este negocio por tan imposible
zas muy mejor lo sentirán que yo, que que no pueda, con mucha gloria y ho
también aman fielmente a Vuestras Al nor de vuestro real nombre y multi
tezas y desean su prosperidad como yo plicación de vuestro estado y prosperi
su siervo mínimo; digo, señora, que dad de vuestros súbditos y vasallos, su-
i20 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
nada esto con lo que después en toda por los reyes de Castilla, otros seme
su vida, cuanto a mayor estado y pros jantes a los cuales ni ojos los vieron,
peridad llegare le está aparejado que ni oídos los oyeron, ni corazón jamás
ha de padecer y sufrir; porque, como los pensó, ni hombre tampoco los pudo
en el discurso deste libro primero, pla haber soñado.
ciendo a Dios, parecerá, todos los días Aquí también ocurre más que notar,
que vivió fueron llenos de peligros, so que, según parece, por algunas cartas
bresaltos, trabajos, nunca otros tales de Cristóbal Colón escripias de su mis
oídos, amarguras, persecuciones, dolo ma mano, para los Reyes, desde esta
res y un continuo martirio, porque na isla Española, que yo he tenido en mis
die en subimientos de astados, ni en manos, un religioso que había nombre
hazañas y servicios que haya hecho a fray Antoño de Marchena, no dice de
los reyes, ni en mercedes que dellos qué orden, ni en qué, ni cuándo, fué
haya rescebido, ni en riquezas, o teso el que mucho le ayudó a que la Reina
ros que hallare, confíe. se persuadiese y aceptase la petición.
Es también de considerar, cómo los El cual dice así: “Ya saben Vuestras
reyes son hombres como los otros, y Altezas, que anduve siete años en su
que están en manos todos del sumo y corte importunándoles por esto; nunca
verdadero Rey Dios todopoderoso, por en todo este tiempo se halló piloto, ni
quien reinan en la tierra, cuyo corazón marinero, ni filósofo, ni de otra cien
cuando y como y adonde y por quien cia que todos no dijesen que mi em
le place, a lo que quiere les vuelve, presa era falsa, que nunca yo hallé ayu
porque no obstante tantos letrados y da de nadie, salvo de fray Antoño de
personas de tanta y grande autoridad Marchena, después de aquella de Dios
cerca de los Reyes, a estorbarles y di eterno” , etc.; y abajo dice otra vez
suadirles que tal empresa no admitie que no se halló persona que no lo tu
sen, viniéronla a conceder y proveer, viese a burla, salvo aquel padre fray
por persuasión de un hombre sin le Antoño de Marchena, como arriba dije,
tras, sólo con buena voluntad, y que etcétera. Nunca pude hallar de qué
cristiana y prudentemente supo a la orden fuese, aunque creo que fuese
Reina persuadir y con efecto inclinar. de San Francisco, por cognoscer que
La historia de Juan de Barros, por- Cristóbal Colón, después de Almirante,
togués, dice hablando desto, que el siempre fué devoto de aquella orden.
cardenal D. Pero González de Mendo Tampoco pude saber cuándo ni en qué
za fué la mayor parte para que la Rei ni cómo le favoreciese o qué entrada
na lo admitiese. Bien pudo ser, que tuviese en los Reves el ya dicho padre
antes y algunas veces mucho, como yo fray Antoño de Marchena.
creo, favoreciese, y al fin el susodicho
Samángel, del todo, como está dicho,
lo concluyese.
CAPITULO x x x r i i
Lo tercero, también no dejemos pa
sar sm que consideremos, cuánta era En el cual se tracia cómo se hicieron los
la penuria que en aquel tiempo Cas pachos de Cristóbal Colón, sesíún él supo y
tilla de oro y plata y dinero tenia, que quiso pedir, con la capitulación de las nter~
no tuviesen los Reyes un cuento de ma cedes que los Reyes le hacían, de lo cual
luego en Granada se le dió privilegio real .—
ravedís para expedir tan sumo negó- Esta se pone a la letra porque se vea la foV’
CIO, sin que se bebiesen de empeñar las ma y estilo de aquellos tiempos.—Cómo des
joyas que la ínclita Reina para su ador pachado, se fué a la villa de Palos a se des
namiento real tenía, y que al cabo esta pachar, etc.
hazañosa y monstruosa obra, por su en
tidad y grandeza, se hobiese de comen Vuelto, como dejimos, Cristóbal Co
zar con un cuento, y prestado por un lón a la ciudad de Granada por man
criado, no muy rico, de los Reyes, y dado de la Reina, y sometidos los des
los tesoros que hasta hoy han entrado pachos al secretario Juan de Coloma,
on Castilla, de las Indias, y gastádose y porque debieran de volver los Reyes
122 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
17 de abril del año del nascimiento de había de topar con los reinos del Gran
Nuestro Salvador Jesucristo de 1492 Khan y las tierras riquísimas del Ca
años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por tay, por los avisos de Paulo, físico, de
mandado del Rey e de la Reina, Juan que arriba hecimos, en el cap. 12, lar
de Coloma.—Registrada, Calcena. ga mención, lo cual quizá hiciera, si
no bailara nuestra tierra firme que des
Hecho este asiento y capitulación, y cubrió atravesada en medio, pidió car
concedidas estas mercedes por los Re tas reales para el Gran Khan, de reco
yes Católicos en la villa de Sancta Fe, mendación, y para todos los reyes y se
de la manera dicha, entráronse Sus Al ñores de la India y de otra cualquiera
tezas en la ciudad de Granada de he parte que hallase en las tierras que des
cho, donde suplicó a los Reyes Cristó cubriese. También se le dieron para los
bal Colón, que Sus Altezas le manda príncipes cristianos a cuyas tierras y
sen dar privilegio real de las dichas puertos le acaeciese llegar, haciéndoles
mercedes que le prometían y hacían, saber cómo Sus Altezas lo enyiaban y
el cual mandáron darle muy complido, llevaba su autoridad, rogándoles que lo
haciéndole noble y constituyéndolo su tuviesen por encomendado, como su
Almirante mayor de aquestas mares embajador y criado, y mandasen ha
Océanas y visorrey e gobernador per cerle tan buen tratamiento como Sus
petuo, él y sus sucesores, de las Indias, Altezas entendían hacer a los que a
islas y tierras firmes, aquellas que de ellos enviasen y tnijesen sus cartas.
aquel viaje descubriese y de las que Y es aquí de saber, que, porque los
después por sí o por su industria se que contrariaban esta expedición decían
hobiesen de descubrir; y diéronle fa a los Reyes que Cristóbal Colón toda
cultad que él y sus sucesores se llama vía en esto no aventuraba nada, y que
sen Don, y de los susodichos títulos por verse capitán del armada o navios
usase luego que hobiese hecho el dicho que pedía, cualquiera cosa podía de fu
descubrimiento, sobre lo cual manda turo prometer y llevarse aquel viento
ron poner la cláusula siguiente de capitán acertase o no acertase, y si
“Por cuanto vos, Cristóbal Colón, va acaeciese acertar en algo, no arriesga
des por nuestro mandado a descubrir ba cosa, al menos en aquel primer via
e ganar, con ciertas fustas nuestras, je, por esta razón puso en la suplica
ciertas islas e tierra firme en el mar ción aquel postrero capítulo: “que si
Océano, etc.; es nuestra merced e vo quisiese pudiese poner o contribuir la
luntad que desque las hayáis descu ochava parte en los gastos que se hi
bierto e ganado, etc., vos intituléis e ciesen en ios descobrimientos y arma
llaméis Almirante, visorrey e goberna das, y que llevase de los provechos que
dor deUas, etcétera.” dellos resultasen también la ochava
De todo lo cual se le dio un muy com parte” .
plido privilegio real, escrípto en par-
gamino, firmado del Rey e de la Rei CAPITULO XXXIV
na, con su sello de plomo pendiente de
cuerdas de seda de colores, con todas las Vínose despachado Cristóbal Colón a la villa
de entendió con gran presteza en su
fuerzas y firmezas y favores que por despacho; puso medio cuento de maravedís
aquellos tiempos se usaban; al cual pri que fueron necesarios.—Un Martin Alonso y
vilegio antepusieron un muy notable y sus hermanos Pinzones ayudaron mucho a
cristiano prólogo, como de reyes justos se despachar, y fueron con él a descubrir.
Tócase el pleito que hobo entre el fiscal y
y católicos que eran: la fecha del cual el Almirante.—Detráese de cosas no dignas
filé en la dicha ciudad de Granada, a qUe el fiscal movió en favor del Martín
treinta días del mes de abril año suso Alonso, deshaciendo los grandes servicios del
dicho de 1492 años. Diéronle todas las Almirante, porque los hermano.s del Martín
Alonso decían que ellos habían sido musa
provisiones y cédulas necesarias para su principal del descubrimiento destas Indias.—
despacho. Pénense razones por las cuales se convencen
Y porque siempre créyó que aUende de falsedad.—Armó tres navios, dos peque-
hallar tierras firmes e islas, por ellas ños y otro mayor.—Juntó noventa personas.
124 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Hizo capitanes a M artin Alonso y a su her que aqueste Martín Alonso, principal
mano Víceínte Añez, y al tercero maestre del mente, y sus hermanos ayudaron v
uno; él tomó la nao o navio grande, etc. aviaron mucho a Cristóbal Colón para
su despacho, por ser ricos y acredita
Después que Cristóbal Colón fué dos, mayormente el Martín Alonso, que
despachado en la corte, muy a su con era muy animoso y en las cosas de la
tento, de todas las provisiones, cédu mar bien experimentado. Y porque
las y cartas y favores reales que supo Cristóbal Colón quiso contribuir la
pedir, besadas las manos a los Católi ochava parte en este viaje, porque con
cos Reyes, y Sus Altezas despidiéndolo sólo el cuento de maravedís que por
con muy alegre rostro y graciosas y fa los Reyes prestó Luis de Santángel no
vorables palabras, se partió de Grana podía despacharse, y también por ha
da en nombre de la Santísima Trinidad ber de la ganancia su ochavo, y Cris
(del cual principio él mucho usaba en tóbal Colón quedó de la corte muy al
sus cosas todas), sábado, que se conta canzado, y puso medio cuento de mara
ron doce días del mes de mayo del su vedís por el dicho ochavo, que fué todo
sodicho año de 1492. para se despachar necesario, como pa
Fuese derecho a la villa de Palos, reció por las cuentas de los gastos que
para donde pidió a Sus Altezas que se se hicieron por ante escribano público
le diese recaudo para su viaje; lo uno, en la dicha villa y puerto de Palos,
porque allí hay buenos y cursados hom que el dicho Martín Alonso, cosa es
bres de la mar; lo otro, porque ya te verisimile y cercana de la verdad, se
nía dellos algunos cognoscidos y ami gún lo que yo tengo entendido, prestó
gos; lo otro, por el cognoscimiento y solo a Cristóbal Colón el medio cuen
devoción que tenía y conversación y to, o él y sus hermanos.
ayuda con el dicho padre fray Juan De aquí sucedió después, que cuando
Pérez, guardián de la dicha casa o mo el Almirante D. Diego Colón, primer
nasterio de La Rábida; lo otro, por sucesor del Almirante D. Cristóbal Co
que, a lo que tengo entendido, los Re lón, de quien vamos hablando, puso
yes tenían obligada la villa de Palos, pleito al rey sobre el complimiento de
no supe si por delicto o por subsidio, sus privilegios y estado, el fiscal, que
para que sirviesen a Sus Altezas con riendo defender la causa del Rey, quiso
dos carabelas, tres meses, en lo que les probar que no había descubierto el Al
mandasen. mirante D. Cristóbal Colón la tierra fir
Comenzó Cristóbal Colón a tractar me, o poco deRa, e incidentemente po
en aquel puerto de su negocio y des nía en duda que el dicho Cristóbal Co
pacho, y entre los vecinos de aquella lón hobiese sido principal en el descu
villa había unos tres hermanos que se brimiento destas Indias, y para esto
llamaban los Pinzones, marineros ri presentaba testigos harto émulos del di
cos y personas principales. El uno se cho Almirante, primero inventor y des
llamaba Martín Alonso Pinzón, y éste cubridor y a quien Dios había elegido
era el principal y más rico y honrado; para ello como infinitas cosas lo habían
el segundo, Viceinte Yáñez Pinzón; el mostrado; en la cual probanza se pu
tercero, Francisco Martínez Pinzón, su sieron preguntas harto impertinentes y
hermano; a éstos cuasi todos los de la fuera de justicia y razón, para ofuscar
villa se acostaban, por ser más ricos y v añublar la más egregia obra que hom
más emparentados. Con el principal, bre jamás, en millares de años atras
Martín Alonso Pinzón, comenzó Cris ni tan universal, como de sí es mani
tóbal Colón su plática, rogándole que festísima, hizo. A vueltas de la cual
fuese con él aquel viaje y llevase sus probanza se entremetieron cláusulas,
hermanos y parientes y amigos, y sin crue para ser cosa tan de veras, dignas
duda es de creer que le debía prometer de no ser admitidas, sino, porque cau
algo, porque nadie se mueve sino por sasen risa, desechadas. Así que, como
su interese y utilidad, puesto que no, dije, sucedió que el fiscal, por infor
como algunos dijeron, tanto, creemos mación de algún marinero, pusiese ai-
HISTORIA DE LAS INDIAS 125
gimas preguntas para probar que el di dosa, e con la grandeza sojuzgará a Afri
cho Martín Alonso había dado dine ca y Europa.”
ros al dicho Cristóbal Colón para ir a A estas dos preguntas, testigo tomado
la corte la primera vez, y, después de Arias Pérez, uno y solo hijo del mismo
alcanzado de los Reyes la dicha nego Martín Alonso, responde que las sabe
ciación y capitulación, que le había como en ellas se contiene, y así quedan
prometido de partir con él la mitad de probadas, sin hallarse otra persona al
las mercedes y privilegios que le habían guna que algo diga dellas, y por sí mis
concedido los Reyes y otras cosíis, que, mas las preguntas parece la fe que se
como por la misma probanza parece, les debe de dar, antes dignas, como se
la cual yo he visto y tenido en mi po (lijo, de reillas.
der y leído muchas veces, se conven Otra pregunta dice si, dada Ja dicha
cen de falsedad. Cierto, si le bobiera escriptura de Salomón, saben que se es
prometido Cristóbal Colón la mitad de forzó Cristóbal Colón, y que el dicho
las mercedes, no era tan simple Martín Martín Alonso Pinzón le liizo ir a la
Alonso, siendo él y sus licnnanos sabios corte y le dio dineros para el camino.
y estimados por tales, que bobiera pe- A ésta responde el mismo hijo de
dídole alguna escriptura dello, aunque Martín Alonso, Arias Pérez, que la sa
no fuera sino un simple cognosscímiento be, y que se concertaron Cristóbal (.’o-
con su firma, o al menos, pusiéranle íón y su pudre que le diese la mitad de
algún pleito sus herederos, y Viceinte las mercedes que el Rey le hacía, y que
Añez, que vivió después muchos años, el le dió dineros para ir a la corte. Mas
cual yo cognosci, bobiera alguna queja García Hernández, físico, testigo, res
o fama dello, pero nunca bobo dello me pondiendo a esta pregunta, dice todo
moria ni tal se boqueó (lo cual creo lo contrario, como parece arriba en el
cierto que a mí no se me encubriera, capítulo 20, donde referimos cómo el
como yo sea muy de aquellos tiempos) guardián de La Rábida, fray Juan Pé
hasta que el dicho pleito se comenzó, rez, escribió a la Reina y la Reina le en
que creo que fué el año de 1508, vuelto vió los veinte rail maravedises con que
el Rey Católico de Ñapóles. tornó a la corte Cristóbal Colon; todo
Y para que algo parezca no haber lo cual es dicho que depuso el dicho
sido la dicha probanza, en lo que toca Garci Fernández, físico., siendo presen*
a estos artículos, jurídica ni aun razo tado por parte del fiscal por testigo.
nablemente hecha, parece por las pre Otra pregunta dice, si saben que Cris
guntas siguientes: decía una, que si tóbal Colón prometió al dicho Martín
sabían que cuando Cristóbal Colón fué Alonso la mitad de las mercedes que el
a descubrir estas Indias, Martín Alonso Rey le prometía, y todos los testigos
Pinzón estaba determinado de hacer el deponen que no lo saben, sino cjue vie
mismo descubrimiento dellas, con dos ron que Martín Alonso ayudó mucho
navios suyos a su costa, porque tenía a su despacho, en especial Garci Her
ciertas escripturas que había habido en nández, físico, el cual sabía más dello
Roma en la librería del Papa Inocen que ninguno otro; sólo el hijo del Mar
cio VIH, que hacían mención destas tín Alonso, Arias Pérez, dijo que sí.
Indias. Añidió más, que estuvo más de dos me
Otra pregunta dice, que si saben que ses Cristóbal Colón, venido ya de la
había dado aviso a Cristóbal Colón el corte despachado, que no halló en la
Martín Alonso destas Indias, por la di villa de Palos navios ni gente (pie fuese
cha escriptura que dijo ser del tiempo con él, hasta que Martín Alonso, su pa
de Salomón, que contenía i “ Navega dre, le dió dos navios suyos y persua
rás por el mar Mediterráneo hasta el dió la gente que fuese con él. Manifies
fin de España, y allí al Poniente del tamente se convence éste de falsedad,
sol entre el Norte y el Mediodía por en decir que estuvo más de dos meses
vía temporada hasta noventa e cinco sin hallar remedio, j>or esta razón:
grados de camino, e fallarás una tierra Cristóbal Colón salló de Granada des
de Cipanso, la cual es tan fértil e abun pachado, sábado, a doce del mes de
126 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tóbal Colón fuese hombre muy pru dice aquí Cristóbal Colón, que antes
dente, y una de las partes de la pruden que partiesen, había tomado en ciertas
cia sea proveer en las cosas por venir grisquetas o reveses a los dichos Gó
e inconvenientes que a los negocios mez Rascón y Cristóbal Quintero. Vído-
pueden suceder, y presumiese que ha se aquí en gran turbación, por no po
ciendo un viaje como aquél, tan nuevo der socorrer a la dicha carabela Pinta
y tan dudoso, y de muchos tenido por sin su proprio peligro, pero que perdía
imposible, y que si se alongase mucho alguna de la mucha pena que tenía, por
había de tener zozobras y angustias con cognoscer que Martín Alonso era per
la gente, acordó, por obviar estos y otros sona esforzada y de buen ingenio. Re
inconvenientes, hacer dos cuentas de las mediaron como pudieron el gobernario,
leguas que andaba cada noche y cada y después le tornó a faltar; llegaron en
día, que los marineros llaman singla obra de siete días a vista de Gran Ca
duras, una de lo cierto, que, según su naria, en la costa de la cual mandó que
buen juicio, en la verdad tasaba, por dar la carabela Pínía, porque hacía mu
que andarlas estimaba contando las jor cha agua, y por esto tuvo gran necesi
nadas por leguas o por millas, y esta dad de poneíia a monte en Canaria.
cuenta era secreta, sólo para sí, y la El Cristóbal Colón con la otra cara
otra era pública, para mostrar a la bela fué a la Gomera, y después de mu
gente y coníerilla con los pilotos de to chos rodeos y trabajos, tornó a Canaria
dos tres navios, en la cual ponía siem al puerto de Gando, que es bueno, para
pre ocho o diez leguas menos de lo que adobarla, donde de día y de noche, con.
entendía que andaba, porque no pare gran solicitud e inestimables trabajos,
ciese tan luengo el camino y que se apar la remedió y tornóse con ella a la Go
taban tan lejos de España, y así no tu mera en 2 de septiembre. Dice aquí
viesen tanto temor como en fin mostra Cristóbal Colón, que una noche de
ron tener, y esto les causase no perder aquellas que andaba cerca de Tenerife,
del todo de hallar tierra la esperanza: salió tanto fuego del pico de la sierra
porque en la verdad, hasta entonces que, como antes se dijo, es una de las
nunca se halló ni se leyó en todo el altas que se saben en el mundo, que fué
mundo haber alguna gente navegado ni cosa de gran maravilla. No dejaba la
engolládose tan lejos de tierra, sin la gente con todos estos trabajos e incom-
ver, por el mar Océano, y así parece venientes que se les ofreciese de mur
que el primero fué Cristóbal Colón que murar y desganarse del viaje y comen
a esto se atreviese, con los que en este zar a temer mayores dificultades.
viaje le ayudaron.
Estas singladuras o jornadas entien
do poner aquí de cada día y noche, bre CAPITULO XXXVI
vemente, como las saqué dei libro suso
dicho de Cristóbal Colón en aquella su Fué avisado Cristóbal Colón que andaban cier
primera navegación, el cual mostró a tos navios del rey de Portogal por prendelle.
Dióse priesa para salir del puerto de la Go
los Reyes desque vino, estas Indias ha mera; salió jueves, a seis días de septiem
lladas; porné también lo que cada día bre del dicho año.—Va contando las leguas
le acaecía, y las señales que vían y lo que cada día con su noche, conforme a las
que sufría y pasaba, y su constancia, dos cuentas dichas, andaba, etc.
porque creo que no será desagradable.
Prosiguiendo, pues, su viaje a las Ca Es estos días fué avisado Cristóbal
narias, lunes, a 6 de agosto, desencasó Colón cómo andaban por aquellas islas
se o saltó de sus hembrillas el goberna tres carabelas armadas del rey de Porto-
rlo a la carabela Pinta, donde iba Mar gal para lo prender, porque como supo
tín Alonso Pinzón, y según se sospechó, el rey que había concertado con los
por industria de unos marineros, Gó- reyes de CastiUa, pesóle mucho en el
tíiez Rascón y Cristóbal Quintero, cuya ánima y comenzó a ver y a temer la suer
era la carabela, porque le pesaba ir te que le había quitado Dios de las ma
aquel viaje y iba contra su voluntad: y nos, por lo cual debió mandar en la isla
J
HISTORIA DE LAS INDIAS 129
los cielos y amenidad de olores que sa rar entre dientes, sin declarallo del
len de las arboledas y florestas dellas, todo a Cristóbal Colón, viendo cosa tan
mucho más, cierto, que por abril en nueva y que nunca hobieran visto ni
el Andalucía. jamás experimentado, y por ende te
Aquí comenzaron a ver muchas mana mían si estaban en otro mundo; pero
das o balsas extendidas de hierba ver cognosciéndolo Cristóbal Colón, man
de, atmque más tiran, a color amarilla, dó que tornasen a marcar el Norte en
y, porque ya se Ies iba haciendo el ca amaneciendo, y hallaron que estaban
mino luengo y lejos la guarida, y ha buenas las agujas. La causa que Cris
bían comenzado a murmurar del via tóbal Colón asignó desta diferencia, fué
je y de quien en él los había puesto, que la estrella que acá nos parece que
viendo estas balsas de hierba desde le es el Norte, hace movimiento, pero
jos y que eran muy grandes, comenza no lo hacen las agujas.
ron a temer no fuesen peñas o tierras En amaneciendo aquel lunes, vieron
anegadas, por lo cual se movieron a muchas hierbas de ríos, las cuales
mayor impaciencia y a más recia mur hallaron un cangrejo vivo, el cual guar
muración contra Cristóbal Colón, que dó Cristóbal Colón, y dijo que aqué
los guiaba; pero visto que pasaban los llas eran ciertas señales de haber por
navios por ellas, perdieron por enton allí tierra, porque no se suelen hallar
ces, aunque no del lodo, el temor. Juz ochenta leguas de tierra. El agua de la
garon por esto todos que debía estar mar hallaban menos salada después que
cerca de allí alguna isla; Cristóbal Co dejaron atrás las islas de Canaria, cada
lón afirmaba que isla podía ser, pero día, según decían, más hermosa; decía
no tierra firme, porque la tierra fir que esto era gran señal de ser los aires
mé hacía é! muy adelante, y no estaba más puros y dulces. Vieron también
engañado. Por aquí parece que los na muchas toninas, y éstas son las que vie
vios de Cáliz, que arriba en el capítu ron los navios de Cáliz, de que habló
lo IX, dijimos, de que hace Aristóles Aristóteles, que mataron muchos y lla
(sic) mención en el libro De admÍTon- mólos atunes.
dis in natura auditis, antiguamente arre Iban toda la gente muy alegres, y los
batados con tormenta, haber llegado a navios el que más podía correr más co
ciertas regiones en la mar, donde ha rría, por ver primero tierra. Lo uno,
llaron grandes balsas de ovas y hier porque es natural los hombres querer
bas, son éstas, y que llegaron hasta ser cada uno el primero y llevar al otro
aquí. ventaja, aunque sea a su padre, aun
Lunes, 17 de setiembre, navegó su en las cosas chicas y de poca importan
camino al Cueste, y andarían, día y no cia, como parece en el juego del aje
che, cincuenta leguas y más; asentó drez y en los otros, cuanto más en las
menos algunas dellas; ayudábales la señaladas y grandes. Lo otro, porque la
corriente, vieron mucha hierba y muy Reina, por suplicación de Cristóbal Co
a menudo, y era hierba que juzgaban lón, había mandado y hecho merced de
ser de peñas, la cual venía de hacia diez mil maravedíes de juro, de por vi
el Poniente; estimaban todos que de da, al primero que viese la primera tie
bía estar cerca tierra, por lo cual co rra. Dijo aquí Cristóbal Colón, que por
braban algún esfuerzo y aflojaban en que armellas señales eran del Poniente,
el murmurar. Habían andado hasta allí esperaba que aquel alto Dios, en cuyas
trescientas v setenta leguas, las cuales manos estaban todas las victorias, que
estaban de la isla del Hierro, eme es muy presto le daría tierra. Vido aquella
la más occidental de las islas de Ca mañana un ave blanca con la cola luen
naria. ga, que se llama rabo de junco, que no
En este lunes marcaron los pilotos el suele diz que dormir en la mar.
Norte, y hallaron que las agujas norues- Martes, 18 de setiembre, navegó
tCaban una gran cuarta: temieron to aqueste día con su noche más de cin
dos los marineros mucho, y paráronse cuenta V cinco leguas; puso en la cuen
todos muy tristes, y tornaron a murmu ta pública cuarenta y ocho; llevaba
HISTORIA DE LAS INDIAS 131
todos estos días el mar bonanza, como iban por otro nuevo mundo de donde
en el río Sevilla. Martín Alonso, que jamás no volverían.
iba por capitán de la Pinta, que era El jueves, 20 de septiembre, se mu
muy gran velera, dijo al capitán Cris daron algo los vientos, y anduvo algo
tóbal Colón desde ella, que había visto fuera de su camino una cuarta y aun
gran multitud de aves ir hacia el Ponien media partida, que son dos vientos, y
te, y que aquella noche se quería ade andarían hasta siete u ocho leguas por
lantar, porque esperaba que descubri ser calmerías. Vinieron este día dos
ría tierra, y certifícósele más por una alcatraces a la nao capitana, y después
gran, cerrazón y escuridad de nublado otro; tornaron un pájaro con la mano
espeso a la parte del Norte, la cual sue que era como garjao, que es ave de río
le muchas veces estar sobre la tierra, y y no de la mar; tenía los pies como
parece della diez y quince y veinte le gaviota. Vinieron también, en aniane-
guas. Desto no curó Cristóbal Colón, cieiido, dos o tres pajaritos cantando,
porque le parecía que aún no era tiem y antes que el sol saliese dcvsaparecie-
po, o no estaba en el paraje donde él ron; después vino otro alcatraz,, y ve
esperaba ver la tierra. nía del Güeste; iba al Sueste; ota. señal
El miércoles, 19 de setiembre, tuvo certísima que dejaban al Giiesiiorueste
alguna calma, y con todo, entre día y la tierra, porque e^las aves ducrnu'ii
noche, anduvo veinte y cinco leguas; en tierra, y por la mañana vanse a ia
mar a buscar su vida, y no se alejan
puso en la cuenta pública veinte y dos, veinte leguas. Estas aves pusieron algún
y a las diez horas deste día, vino a la consuelo en los navios.
nao capitana un alcatraz, y a la tarde Viernes, 21 de setiembre^ fue lo más
vieron otro, que no suele apartarse de calma; navegaría, dello a la vía, dello
tierra veinte leguas; vinieron unos llu- fuera della, trece leguas. Dallaron gran
veznitos de agua sin viento, que es cier dísima cantidad de hierba, que parecía
ta señal de tierra. No quiso detenerse que la mar era llena della. Esta hierba,
barloventeando, para recognoscer si ha veces los alegraba, creyendo que verían
bía tierra, de lo cual no dudaba, sino presto tierra, veces los hacía (íuasi
que iba entre y en medio de algunas desesperar, temiendo dar por ella en
islas, como en la verdad hay muchas, alguna peña, y algunas volvían los qut*
porque su intinción llevaba enderezada gobernaban el navio, por no entrar por
de navegar más al Poniente, diciendo ella, con temor de lo qiuí agora dije,
que allí había de hallar las Indias, y por porque tan espesa era qiuí parecía re
que le ayudaba el tiempo que era bue tardar algo los navios. Vieron una balle
no, y decía porque placiendo a Dios, a na, que también no es chica señal de
la vuelta todo se vería. Aquí descubrie no estar lejos de tierra; la mar (ira muy
ron los pilotos sus puntos de sus cartas; llana como en un río, y los aires suaví
el (le la carabela Niña se hallaba de Ca simos.
narias 440 leguas, el de la Pinta 420, el
de la nao capitana, donde iba Cristóbal CAPITULO XXXVII
Colón, justas cuatrocientas. El pasaba y
compila con todos, tratando siempre d^l En la cual se Iratu cómo es ley universal que
Dios tiene en su mundo, que las cosas gran
menor número, porque no desmayasen, des, mayormente las de la fe, tengan muchos
lo cual cuanto más vían que estaban contrarios y dificultades, y de. la razón des
lejos de España, mayor angustia y tur to. — Cómo la gente desmayaba de ver tan
bación los comprendía, y cada hora largo viaje sin ver tierra, murtmirabiin y
echaban maldiciones a Cristóbal Cotón, di-
crecían en murmurar, y más miraban ciéndole en la cara injurias porque se tor
en cada cosa de las señales (jue vían, nase, amenazándolo que le habían de echar
y aunque las que habían visto de aque a la mar, y tomaban nní.? recias ocasiones
llas aves luego les daban esperanza, cuanto mejor tiempo llevaban. -Cómo Cris
tóbal Colón los consolaba y compita con
pero como nunca la tierra parecía, no ellos con buenas palabras y gran modestia
creían ya cosa (jue vían, estimando que y paciencia. — Cómo Dios le favorecía, vie
aquellas señales, pues faltaban, que ron algunas aves en señal de estar cerca de
132 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tierra.—De los corrillos y pláticas que entre dos y cuanto más dificultados y cuan-
si tenían contra él ,—Cómo él lo disimulaba, to con mayores aflicciones habidos
y de las razones que les decía para que per-
áeverasen y de la esperanza que les daba. sean (como digno es), de todos a cuya
noticia vinieren, mucho más estima
Las cosas grandes y de que Dios tiene dos y tenidos. Por estas razones apa
mucha estima, como son las que han de rejó Dios a Cristóbal Colón incoinpa-
resultar en honra y gloria suya y en rabies angustias y tentaciones con que
provecho universal de su Iglesia, y fi le quiso probar, no de la mar ni de
nalmente para bien y conclusión del los vientos (aunque para después esto
número de sus predestinados, apenas también le reservó), sino de hombres
se alcanzan, como en algún capítulo de compañeros que le debieran de ayu
los de arriba dejimos, sino con innu dar, las cuales suelen ser más que
merables dificultades, contradicciones, otras intolerables.
trabajos y peligros, ordenándolo así el Así que viendo la gente de los na
divino saber y poder, porque ésta es vios, no experta de tan prolija na
una de las leyes inviolables que tiene vegación, antes acostumbrada de ver
puestas en su mundo en todas las co- cada día, o cuasi cada día, tierra, por
aas que de su jaez y naturaleza son que, como arriba también se tocó, el
buenas, puesto que sean temporales, y mayor golfo de mar que en aquellos
mucho más en las que dirigen los hom tiempos por nuestra gente se navega
bres a la verdadera vida y bondad eter- ba era, o el de las Canarias, o el de las
nal, queriendo que a la grande fiesta islas de los Azores, o el de la isla de
preceda grande vigilia. Esto parece, por la Madera, o las de Cabo Verde, de
lo que el Hijo de Dios por su boca di los cuales el mayor no sube de docien-
vinal manifestó por San Lucas, capitu tas leguas o pocas más sin ver tierra;
lo postrero; “Necesario fué Cristo pa sobre las muchas cosas de que toma
decer, y así, por pasión, entrar en su ban ocasión de desmayar, y por consi
guiente de murmurar por ser el viaje
propria gloria” ; pues, ¿qué habremos tan largo y el remedio y consuelo tan
de padecer nosotros para entrar en la incierto, fué la prosperidad que Dios
ajena? Y los Apóstoles dijeron, Ac- les daba en dalles tan buenos y favo-
tuum, 14: “Por muchas tribulaciones rableí vientos, que siempre iban con
nos es necesario entrar en el reino de ellos allá, y la mar tan llana, que más
Djos.” Por consiguiente, permite al parecía laguna de agua muerta que
enemigo de la humana naturaleza, que mar, a lo cual no poco ayudaba no
haciendo su oficio, las contradiga, o la hallar tan salobre como la que de
para que más resplandezcan y se ala jaban atrás. Por manera, que inferían
ben sus maravillas, en que tan maravi que, pues siempre llevaban un viento
llosamente suele, cuando más parecen (poroue por la mayor parte de todo
los negocios perdidos, favorecer a que el año corren brisas, que son vientos
se efectúen, por más que el adversario boreales como Nordeste y sus colate
trabaje impediDos, o para que la fla rales por aquesta mar), y la mar tan
queza y presumpción humana se cog- mansa, que debían de estar en otro
nozca y en sí, consigo misma, cognos- mundo y regiones diversas de las del
ciéndose, sea reprimida teniendo ex mundo de allá, y que no temían viento
periencia muy clara, no una sino mu con que se tomar. Y así, todo lo uno
chas veces, de sí, por sí no poder y lo otro juntando, y todo cuanto vían
nada, si por la válida mano del Om V les acaecía, echándolo siempre a la
nipotente no es socorrida, y también peor parte y a mal, por lo cual las
porque por la paciencia en los des murmuraciones y maldiciones que an
consuelos y aflicciones y dilación de tes consigo mesmo decían y echaban a
conseguir lo deseado, crezca el mere su general capitán y a quien lo bahía
cimiento de sus escogidos, y no me enviado, comenzáronlas a manifestar,
nos porque los dones señalados de y desvergonzadamente decille en la
tan sumo dador, cuanto más desea cara que los había engañado y los Heva-
-j
HISTORIA DE LAS INDIAS 133
ba perdidos a matar, y que juraban a con tanto viento contrario y con la bra
tai y a cual, que si no se tornaba, que veza de la mar. Dice aquí el Almiran
lo habían primero a él de ecíiar en la te que le fue muy necesaria esta con
mar. Cuando se llegaban los otros na trariedad de vientos y que la mar se al
vios a hablar con éi, oía hartas pala terase mucho, porque la gente perdiese
bras que no menos le traspasaban el su errada opinión de que les había de
ánima que las de los que junto a sus faltar mar y vientos para tornarse, y
oídos se le desmandaban. así iué causa esto de algo asosegarse o
Cristóbal Colón, viéndose cercado no tanto desesperar, puesto que aún
de tantas amarguras, que le angustia no les faltaba que oponer cuanto ai
ban el corazón más, por ventura, que viento, diciendo que aquel viento no
si se viera dentro de las olas de la era durable, hasta que el domingo si
mar, extranjero y entre gente mal do guiente, que ya dije, no tuvieron qué
mada, suelta de palabra, y de obras responder cuando vieron la mar tan al
más que otra insolentísima, como es terada. Por lo cual, dice aquí también
por la mayor parte la que profesa el Cristóbal Colón, que hacía Dios con
arte de marear, con muy dulces y amo él y con ellos como hizo con Moisés y
rosas palabras, gracioso y alegre ros los judíos cuando los sacó de Egipto,
tro, como él lo tenía, y de autoridad, mostrando señales para confusión de
disimulando con gran paciencia y pru llos y para el favor y ayuda dél. Vie
dencia sus temerarios desacatos, los es ron aqueste domingo una tórtola sobre
forzaba y animaba y rogaba que mira la nao, y a la tarde un alcatraz y un
sen lo que hasta allí habían trabajado, pajarito de río y otras aves blancas, y
que era lo más, y que por lo menos en las hierbas, que eran muchas, ha
que les restaba no quisiesen perder lo llaban algunos cangrejitos chequitos
pasado, y que las cosas grandes no se vivos. Andarían hoy hasta veinte y dos
habían de alcanzar sino con grandes leguas, aunque no camino derecho.
trabajos y dificultad; cuánto ganaron El lunes siguiente, 24 de setiembre,
los que sufrieron, cuánto vituperio se andarían al derecho camino catorce
ría de la animosidad de los españoles leguas y medía. Vino a la nao un alca
volverse, sin haber visto lo que desea traz, y vieron muchas pardelas, que
ban, vacíos, y que él esperaba en Dios son ciertas aves de tierra que venían
que más presto de lo que estimaban de hacia Poniente, y peces parecieron
los había a todos de alegrar y consolar,
y cognoscerían cómo a los Reyes que lo cabe los navios, y mataron dellos algu
enviaban y a ellos que con él venían nos con las fisgas, que son unos ins
había dicho verdad. trumentos de hierro como los dedos
Con estas y otras palabras compila de la mano extendidos, sino que son
lo que de su parte podía, puesto que grandes.
a ellos poco los aplacase, antes se en Cuanto Dios más les mostraba ma
cendían, como gente desordenada y nifiestas señales de que era impo
cuasi desesperada; y porque Dios que sible estar lejos la tierra, tanto más
ría confundir la inconstancia dellos y crecía su impaciencia e inconstancia,
favorecer la humildad de Cristóbal Co y más se indignaban contra Cristóbal
lón, V andaba cerca de manifestar su Colón. En todo el día y la noche, los
verdad, el sábado, 22 de setiembre, tu que estaban despiertos, nunca cesaban
vieron vientos contrarios, vendavales, de estar hechos corrillos, los que se
anduvieron de una parte y a otra fuera podían unos con otros juntar, murmu
del camino derecho treinta leguas, y rando y tratando de cómo se podrían
el domingo, 23 de setiembre, se levan tornar. Para esto decían que era gran
tó mucho la mar, tanto que los qué locura y ser homicidas de sí mismos
temían por hacer siempre brisas y aventurar sus vidas por seguir la locu
vientos hacia estas partes, y, por ser ra de un hombre extranjero, que por
llana y mansa la mar, no pensaban hacerse gran señor, se había puesto a
poder volver a España, temblaban ya morir, y verse en tan grande aprieto
21
:;n FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
algunas islas destas mares; decía Mar siempre trujeron, todas las islas que el
tín Alonso que se maravillaba cómo Almirante descubrió después, al segun
no parecían porque se hallaba él con do viaje, le quedaban entonces por
ellas; respondía Cristóbal Colón, que aquella banda o parte, hacia el Sudues-
así le parecía también a él te. Mandó, pues, dejar el camino de]
Díjole también que le echase o tor Güeste, adonde parecía la que decían
nase la carta, la cual tornada, paróse tierra. Andarían entre día y noche vein
Cristóbal Colón con el piloto de su nao te y una leguas y media; puso en la
y marineros a ver y hablar dello; esto cuenta menor trece leguas. Con este re
era ya el sol puesto. gocijo se alegraron harto todos los ma
Subióse Martín Alonso en la popa de rineros que tanto desmayo traían, y fue
gu carabela, y con mucha alegría da vo la mar tan llana, que se echaron mu
ces llamando a Cristóbal Colón, y pi chos a la mar y nadaron con nuiciio pla
diéndole albricias porque vía tierra; cer; vinieron muchos dorados a los na
y tanto lo afirmó, y con tanto regocijo vios, que es un pescado muy bueno, cua
estaban todos los de la Pinta afirman si como salmón, aunque no es colo
do que era tierra, que Cristóbal Colón rado, sino blanco, y también vinieron
da consigo en tierra, y de rodillas co otros muchos pescados.
mienza a dar gracias a Nuestro Señor, El miércoles, 26 de setiembre, fueron
y el Martín Alonso, con toda su gente, hacia el Sudueste a ver aquello que ha
cantaban Gloria in excelsis Deo; lo bía parecido tierra, y hallaron que ha
mismo hicieron la gente de la nao ca bían sido celajes que muchas veces en
pitana y los de la carabela Niña. Su gañan haciendo muestra de tierra; tor
bíanse todos sobre el mástel por la jar nóse a su vía, que era el Güeste, y anda
cia, y todos afirmaron que era tierra, y rían entre día y noche treinta y una le
a Cristóbal Colón así le pareció; habría guas; puso en la cuenta pública veinte
dallos a ella veinticinco leguas; parecía y cuatro; era la marea como en im
al Sudeste, que era a la mano derecha río; hallaron los aires dulces y suaví
de su camino, que llevaba el Güeste. simos. Aquí tornaron a su desmayo e
Estuvieron hasta la noche afirmando incredulidad la gente; vieron un alca
todos ser tierra, e yo cierto así lo creo traz y dos rabos de juncos.
que lo era, porque según el camino que
El jueves siguiente, 27 de setiembre,
fueron a su vía del Güeste; anduvieron
1 Esta carta es la que le envió Paulo, fí veinte y cuatro leguas entre día y no
sico, el florentín, la cual yo tengo en mi poder
con otras cosas del Almirante mismo que des che; contó a la gente veinte leguas; te
cubrió estas Indias, y escripturas de su misma nían siempre cuidado de mirar las se
mano, que vinieron a mi poder; en ella le ñales que ocurrían; vinieron muchos
pintó muchas islas y tierra fírme que eran el dorados, mataron uno, vieron un rabo
principio de la India, y por allí los reinos del
Oran Khan, diciéndole las riquezas y felicidad de junco y nn alcatraz; de la hier
de ero y perlas y piedras de aquellos reinos, ba, poca.
como pareció arriba en el cap. 12, y según el Viernes, anduvieron cuatorce leguas
paraje que en la dicha figura e islas que le
pintó, sin duda parece que ya estaban en ellas, mataron dos pescados dorados en la ca
y así están todas estas islas cuasi en aquella pitana, y en las otras dos carabelas más.
distancia, y por el crédito que Cristóbal Colón Sábado, 29 de setiembre, anduvieron
dio al dicho Paulo, físico, ofreció a los reyes
descubrir los reinos del Gran Khan, y las ri veinte y cuatro leguas, porque tuvieron
quezas, oro y piedras y especerías, que en ellos calmas; entre día y noche contó veinte
había. Pero Paulo, físico, se engañó, no sa- y una; parecieron por tres veces tres
bleudo que había otras tierras antes, y también alcatraces y un rabihorcado, que así lla
que dijo que yendo derechos al Poniente ha
bían de topar con los dichos reinos, los cuales man aquella ave que tiene la cola jíarú-
deben de estar, o pasadas todas estas nuestras da en dos partes, y esta persigue a los
Indias, al Poniente, o quedan a la mano izquier alcatraces hasta que eslereolizan. y <oino
da, bada ei Austro; aunque dijo verdad que aquel estiércol v dello se mantiene.
habían de topar con el principio de la ludía,
como creemos que son estas tierras; pero esto Dijo el Almirante aquí que todo esto
acaeció acertar acaso, como ab.ajo parecerá. era gran señal de tierra; los aires diz
136 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
namienlo y desmayo los que siempre bién tenían la mar, como en el río de
desconfiaban, y viese Cristóbal Colón Sevilla, muy llana; los aires muy dul
que pasaban gran multitud de aves de ces, como por abril en Sevilla, odorífe
la parte del Norte hacia el Sudueste, lo ros y muy agradables, y la hierba que
cual era evidente argumento y cierta salía muy fresca, por todo lo cual Cris
señal que iban a dormir a tierra o tóbal Colón daba a nuestro Señor mu
huían quizá del invierno que, en las tie chas gracias. Anduvieron, entre día y
rras de donde venían, debía de querer noche, obra de doce leguas, no más por
venir, acordándose Cristóbal Colón que que había poco viento.
las más de las islas que los portogueses Martes, 9 de octubre, navegando al Su
hoy tienen, las habían descubierto por dueste, porque se Je mudaba el viento,
tomar y tener por cierto el dicho argu anduvo cinco leguas; después corrió al
mento de seguir tras las aves que vían Güeste cuarta; al Norueste anduvo cua
volar como de corrida, mayormente so tro; después, con todas, once de día, y
bre tarde, por esto acordó de dejar el a la noche veinte leguas y media; contó
camino que llevaba del Güeste, y poner a la gente diez y siete; sintieron toda la
la proa hacia el Güesueste, que eran noche pasar pájaros.
dos vientos más, con determinación de Otro día, miércoles, 10 de octubre,
andar dos días por aquel camino, por arreciando el viento y navegando al
que consideraba que no se apartaba Güesudeste, anduvieron diez millas por
mucho del Güeste, que era su principal hora, que son dos leguas y media, y
intento, por el cual, si siempre siguie algún rato a siete, y así, entre día y
ra, y la impaciencia castellana no lo noche, corrieron cincuenta y nueve le
impidiera, ninguna duda fuera que no guas; puso en la cuenta pública cua
iba a dar con iá tierra firme Florida, y renta y cuatro. Pues como vido la gen
de allí a la Nueva España, aunque fue te tanto andar, y que las señales de los
ran incomparables los inconvinientes y pajaritos y muchas aves salían vanas
daños intolerables que se les ofrecie todas, porque del bien que sucediese
ran, y fuera divino milagro si a Casti y alegría que muy en breve se les apa
lla jamás volviera. Pero hízolo y rodeó rejaba, nadie con razón pudiese presu
lo Dios, que lo gobernaba, regía y sa mir aplicar a sí, antes toda la gloria
bía todo, muy mejor que él ni otro pu se atribuyese al Señor muy alto y muy
diera deseallo ni pedillo, como consta bueno que los regía, cuya voluntad ne
rá por lo que más referiremos. Andu cesariamente de aquel camino se había
vo este día, antes que diese la vuelta, de complir, tornaron todos a reiterar
veinte y tres leguas, y dióla por el su- sus importunas y desconfiadas quere
sudueste una hora antes que el sol se llas, y a insistir en sus temerarias peti
pusiese, y navegó esta noche obra de ciones, clamando a la vergonzosa tor
cinco leguas. nada, despidiéndose del todo punto del
Lunes, 8 de otubre, navegó al Giisue- placer y regocijo que en espacio de
dueste, y luego les quiso Dios suplir o no treinta horas Dios Ies tenía apare
reformar el desmayo que de nuevo ha jado.
bían el día pasado recobrado, porque Pero no concediendo a tan vitupe
parecieron mucho número de diversas rable cobardía el ministro que para
aves, que fueron grajaos y ánades y un este negocio allí Dios llevaba, antes con
alcatraz, y, sobre todas, muchos pajari más renovado ánimo, con mayor liber
tos del campo, de los cuales tomaron tad de espíritu, con más viva esperan
en la nao uno, con que todos, como si za, con más graciosas y dulces palabras,
vieran una gran cosa, se regocijaron. exhortaciones y ofrecimientos mayores,
V porque iban todas estas aves al Su- los esforzó y animó a ir delante y a la
ilueste, y no parecía que podían ir a perseverancia, añidiendo también que
parar muy lejos, siguieron con más vo por demás era quejarse, pues su hn
luntad y alegría aquel camino, que era dél y de los Reyes había sido y era ve
el que las aves llevaban. nir a descubrir por aquella mar occi
Crecíales su consuelo con que tam dental las Indias, y ellos para ello le
HISTORIA DE LAS INDIAS 139
habían querido aconipafiar. y que así esperaba en la misericordia de Dios que
lo entendía prosej^^uir con el ayuda de antes de iiiuLTias horas les había de dar
nuestro Señor hasta hallarlas, y que tii- tierra, que les rogaba eiuareeidainente
vTesen por cierto estar más cerca deilas que aquella noche hiciesen muy buena
de lo que pensaban. guardia en el castillo de proa, velando
Aquí creo yo que puso Dio» su ma y estando muy sobre aviso para mirar
no, para que no hiciesen algún desati por tierra mejor que hasta entonces ha
no de los que muchas veces habían bían hecho, pues habiendo puesto en
imaginado. el primer capítulo de la instrucción que
Jueves, 11 días de octubre, cuando ya dio a cada capitáu de cada navio, par
la misericordia divina quiso hacer a tiendo de las Canarias, conviene a saber,
todos ciertos de no haber sido en balde que habiendo navegado seteí'ienías le
su viaje, vieron nuevas, y más que to guas hacia el Poniente, siu haber des
das las otras, ciertas y averiguadas se cubierto tierra, no navegasen más de has
ñales, con que torios res]>iraron, Nave ta inedia noche, lo cual no habían has
garon al Güesuduesle, llevando más alta ta entonces guardado y él lo había di
y brava mar de la que habían traído simulado por no dalles más pena, por
todo el viaje; vieron pardelas, y, lo el ansia que llevaban de ver tierra, por
que más que todo fue, junto a la nao que él tcíiía gran confianza en Nuestro
un junco verde, como si entonces de Señor que aquella noche habían de es
8U8 raíces lo hobieran cortado; los de tar muy cerea ele tierra, o quizíl vella;
la carabela Pinta vieron un palo y una y que cada uno pusiese diligencia eu
caña, tomaron otro palillo, a lo que velar por vella primero, porque, allen
parecía, con hierro labrado, y un pe de la merced de los diez mil maravedís
dazo de caña y una tabilla y otra hier qyie la Reina había concedido al pri
ba que en tierra nace; los de la cara mero que la viese, él prometía de dar
bela T^iña también vieron otras seña le luego un jubón de seda.
les, Y un palillo cargado de escaramo- Ksta noche, después del sol puesto,
jos, con que todas las carabelas en gran navegó al Güeste, la vía que siempre
manera se regocijaron; anduvieron en ílesde las Canarias trujo, y anduvo doce
este día, hasta que el sol se puso, 27 millas por hora, y, hasta las dos, des
leguas. pués de inedia noche, andarían noven
Cognosciéudose Cristóbal Colón estar ta millas, que fueron 22 leguas y medía.
ya muy cerca de tierra, lo uno, por tan Estando Cristóbal Colón en el casti
manifiestas señales, lo otro, por lo que llo de popa, con los ojos má.s vivos ha
sabía haber andado de las Canarias cía delante que otro, como aquel que
hacia estas partes, porque siempre tu más cuidado dello tenía, porque más
vo en su corazón, por cualquiera oca le incumbía que a todos, vido una lum
sión o conjetura que le hobiese su opi bre, aunque tan cerrada o añublada,
nión venido, que habiendo navegado que no quiso fiarmar que fuese tierra;
de la isla del Hierro por este mar Océa pero llamó de secreto a Pero Gutié
no setecientas y cincuenta leguas, po rrez, repostero de estrados del Rey, y
cas más o menos, había de hallar tie díjole que parecía lumbre, que mirase
rra; después de anochecido, al tiempo él lo que le parecía, el cual la vido y
que dijeron la Salve, como es la cos dijo que lo mismo le parecía ser lum
tumbre de marineros, hizo una habla- bre; llamó también a Rodrigo Sámdiez
muy alegre y graciosa a toda la gente de Segovia, que los Reyes habían dado
y marineros, reduciéndoles a la consi cargo de ser veedor de toda el arma
deración las mercedes que a él y a da, pero éste no la pudo ver. Después
todos Dios en aquel viaje había hecho, se vido una vez o dos, y diz que era
dándoles tan llana mar, tan suaves y como una candelilla que se alzaba y
buenos vientos, tanta tranquilidad de bajaba. Cristóbal Colón no dudó ser
tiempos sin tormentas y zozobras, co verdadera lumbre, y por consiguiente,
mo comúnmente a los que navegan por estar junto a la tierra, y así fue. Y lo
la mar suelen acaecer; y que porque él que yo siento dello es : que los indios
140 FRAY BARTOLOME DE LA S CASAS
ñeros, de la vela mayor, sacadas to de que bebían; estaba poblada de nju-
das las bonetas, y anduvieron bario- cha gente que no cabía, porque, como-
ventando hasta que fue de día. abajo se dirá, todas estas tierras deste
orbe son sanísimas, y mayormente to
das estas islas de los Lacayos, porque
CAPITULO XL así se llamaban las gentes destas islas
pequeñas, que quiere decir, cuasi mo
£n el c u a l «e tro la d e la c u a lid a d d e la isla radores de cayos, porque cayos en esta
qu e ten ían d e la n te , y d e la g en te d e lla .— lengua son islas.
C óm o sa lió en tie rra e l A lm ir a n te y su s c a Así que, cudicioso el Almirante y
pitan es d e lo s o tro s d o s n a v io s, co n la b a n
d e ra r e a l y o tra s b an d e ra s d e l a cru z v erd e.
toda su gente de saltar a tierra y ver
C óm o d ie ro n tod os g r a c ia s a D io s con gozo aquella gente, y no menos ella de ver
in e stim ab le .— C óm o to m aro n p o se sió n so le m los salir, admirados de ver aquellos na
ne y ju r íd ic a d e a q u e lla tie rra p o r lo s R e vios, que debían pensar que fuesen al
yes d e C a s tilla .— Cóm o p e d ía n p e rd ó n a l A l
m iran te lo s c ristia n o s d e lo s d e sa c a to s qu e
gunos animales que viniesen por la
le h a b ía n h ec h o .—D e la b o n d a d , h u m ild ad , mar, o saliesen della, viernes, de ma
m a n sed u m b re, sim p lic id a d y h o sp ita lid a d , ñana, que se contaron 12 de otiibre,
d isp o sic ió n , c o lo r , h erm o su ra d e lo s in d io s. salió en su batel armado y con sus ar
C óm o se a d m ir a b a n d e v e r lo s c ristia n o s .— mas, y la más de la gente que en él
C óm o s e lle g a b a n tan co n fia d am en te a
e llo s. — C ó m o le s d ió el A lm ir a n te d e la s
cupo; mandó también que lo mismo
co sa s d e C a s t illa y e llo s d ie ro n d e lo q u e hiciesen y saliesen los capitanes Mar
tenían. tín Alonso y Viceinte Añez. Sacó el
Almirante la bandera real, y los dos
De aquí adelante será razón de ha capitanes sendas banderas de la cruz
blar de Cristóbal Colón de otra mane verde, que el Almirante llevaba en to
ra que hasta aquí, añidiendo a su nom dos los navios por seña y divisa, coir
bre el antenombre honorífico, y a su una F, que significa el Rey D. Fer
dignísima persona la prerrogativa y nando, y una Y, por la Reina doña
dignidad ilustre, que los Reyes tan con Isabel, y encima de cada letra su co
dignamente le concedieron, de Almi rona, una de un cabo de la cruz, y
rante, pues con tan justo título y otra del otro.
tantos sudores, peligros y trabajos, pre Saltando en tierra el Almirante y lo
téritos y presentes, y los que le queda dos, hincan las rodillas, dan gracias
ban por padecer, lo había ganado, cum inmensas al Todopoderoso Dios y Se
pliendo con los Reyes, mucho más, sin ñor, muchos derramando lágrimas, que
comparación, de lo que les había pro los había traído a salvamento, y que
metido. ya les mostraba alguno del fruto que,
Venido el día, que no poco deseado tanto y en tan insólita y prolija pere
fue de todos, lléganse los tres navios grinación con tanto sudor y trabajo y
a la tierra, y surgen sus anclas, y ven temores, habían deseado y suspirado,
la playa toda llena de gente desnuda, en especial D. Cristóbal Colón, que no
que toda' el arena y tierra cobrían. sin profunda consideración dejaba pa
Esta tierra era y es una isla de quince sar las cosas que le acaecían, como
leguas de luengo, poco más o menos, quiera que más y mucho más, la an
toda baja, sin montaña alguna, como chura y longaminidad de su esperanza
una huerta llena de arboleda verde y se le certifica viéndose salir con su
fresquísima, como son todas las de los verdad, y que de costumbre tenía de
Lacayos que hay por allí, cerca desta magnificar los beneficios que rescebía
Española, y se extienden por luengo de Dios, y convidar a todos los circuns
de Cuba muchas, la ^cual se llamaba tantes al hacimiento de gracias. ¿Quién
en lengua desta isla Española y dellas, podrá expresar y encarecer el regoci
porque cuasi toda es una lengua y ma jo que todos tuvieron y jubilación, He
nera de hablar, Guanahaní, la última nos de incomparable gozo e inestima
sílaba luenga y aguda. En medio della ble alegría, entre la confusión de los
estaba una laguna de buen agua dulce que se vían cercados por no le haber
142 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
della, aunque todavía digo que a to deseada y con tantos trabajos y angus
das Hacía ventaja esta de los iucayos, tias hallada, no quisiese vella entrando
no hallo gentes ni nación a quien me en ella. Este Hernán Pérez no debió
jor la pueda comparar, que a la que de hallarse en este descubrimiento, sino
Jos antiguos y hoy llaman y llainanios venir otro viaje, j>ues una cosa tan ma
los Seres, pueblos orientales de la In nifiesta y razonable de creer niega, sino
dia, de quien por los autores antiguos que debía de fingir haber venido con
se dice ser entre sí quietísimos y man el Almirante aquel viaje, y cuando eii
sísimos; huyen de la conversación de esto afirmó lo que nu era, siendo tan
otras gentes inquietas, y por este miedo claro el contrario, podráse colegir de
no quieren los comercios de otros, mas aquí arguiiicuto para creer no todo lo
de que ponen sus cosas en las riberas que Oviedo dijere de las cosas de aque
de un río sin tratar con los que las llos tiempos, pues todo lo que dice lo
vienen a comprar del precio, sino se tomó del dicho Hernán Pérez, que mu
gún que les parece que deben de dar chas veces alega, al cual, en esto que
les, señalan, y así venden sus cosas, dice de no haber saltado el Almirante
pero no compran de las ajenas. Entre en tierra, no cree el mismo Oviedo.
eUos no hay mujer mala ni adúltera, Tornando, pues, a nuestro propósi
ni ladrón se lleva a juicio, ni jamás se to <le la historia, trujeron luego a los
halló que imo matase a otro; viven cristianos las cosas de comer, de su
castísimamente, no padecen malos tiem pan y pescado y de su agua, y algodón
pos, no pestilencia; a la mujer preñada hilado y papagayos verdes muy gracio
nunca hombre la toca ni cuando está sos, y otras cosas de las que tenían
en el tiempo de su purgación; no co (porque no tienen más de lo que para
men carnes inmundas, sacrificios nin sustentar la naturaleza humana, que ha
gunos tienen; según las reglas de la poco menester, es necesario).
justicia, cada imo es juez de sí mis El Almirante, viéndolos tan buenos
mo; viven mucho y sin enfermedad y simples, y que en cuanto podían eran
pasan desta vida, y por esto los histo tan liberalmente hospitales, y con esto
riadores los llaman santísimos y feli en gran manera pacíficos, dióles a mu
císimos. De lo dicho son auctores Pli chos cuentas de vidro y cascabeles, y
nio, lib. 6, cap. 17, y Solino en su Po- a algunos bonetes colorados y otras co
listor, cap. 63; Pomponio Mella, li sas, con que ellos quedaban muy con
bro 3, cap. 6, in fine; Strabón, lib. 15; tentos y ricos. El cual, en el libro des
Virgilio, in secundo Georgicorum; y ta su primera navegación, que escribió
Boecio 2.®, De consolatione^ metro 5.®, para los Reyes Católicos, dice de aques
hacen mención dellos, y San Isidoro, ta manera :
en el Kb. 19, cap. 27, y Amiano Mar *‘Yo, porque nos tuviesen mucha
celino, lib. 23, de su Historia, más lar amistad, porque cognosci que era gen
go que todos. De todas estas calidades te que mejor se libraría y convertiría
de los Seres, yo creo por cierto que, a nuestra santa fe con amor que por
pocas o ningunas, carecían las gentes fuerza, les di a algunos dellos unos bo
que habitaban naturales de los Luca- netes colorados y unas cuentas de vi
yos; y si miráramos en aquellos tiem dro, que se ponían al pescuezo, y otras
pos en ello, quizá halláramos que en cosas muchas de poco valor con que
otras excedían a los Seres. hobieron mucho placer, y quedaron
De lo dicho parece ser falso lo que tanto nuestros, que era maravilla; los
dijo Hernán Pérez, marinero, vecino cuales después venían a las barcas de
que fué desta ciudad de Sancto Domin los navios, adonde nos estábamos, na
go, desta isla Española, que no había dando, y nos traían papagayos y hilo
saltado en tierra el Almirante en aque de algodón en ovillos y azagayas y otras
lla isla de Huanahaní. ni en otra hasta cosas muchas, y nos las trocaban por
Cuba, según refiere Oviedo en su His otras cosas que nos lea dábamos, como
toria^ como aún de sí parecerá cosa no cuenlecillas de vidro y cascabeles. En
creíble, que una tierra tan nueva y tan fin, todo tomaban y daban de aquello
I
144 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
que tenían, de buena voluntad; mas así, que todos los vecinos y naturales
me pareció que era gente muy po dellas, por la mayor parte, y de mil
bre de todo; ellos andan todos desnu no se sacará uno de hombres y muje
dos como 8U madre los parió, y también res que no fuesen muy hermosos de
las mujeres, aunque no vide más de gestos y de cuerpos. Así lo torna el Al
una, farto moza, y todos los que yo mirante a certificar en otro capítulo,
vide eran mancebos, que ninguno vide diciendo: “Todos de buena estatura,
que pasase de edad de más de treinta gente muy hermosa, los cabellos no
años, muy bien hechos, de muy íer- crespos, salvo correntios y gruesos, y
mosos y lindos cuerpos y muy buenas todos de la frente y cabeza muy ancha,
caras, los cabellos gruesos cuasi como y los ojos muy hermosos y no peque
sedas de cola de caballos y cortos; los ños, y ninguno negro, salvo de la color
cabellos traen por encima de las ce de los canarios, ni se debe esperar otra
jas, salvo unos pocos detrás, que traen cosa, pues están Leste Güeste con la
largos, que jamás cortan. Dellos se pin isla del Hierro, en Canaria, so una
tan de prieto, y ellos son de la color línea; las piernas muy derechas, todos
de los canarios, ni negros ni blancos, a una mano, y no barriga, salvo muy
y dellos se pintan de blanco, y dellos bien hecha, etc.” Estas son sus pa
de colorado, y dellos de lo que ha labras.
llan; dellos se pintan las caras, y de Pareció ^ también esta gente, por su
llos los cuerpos, y dellos solos los ojos, simplicidad y mansedumbre, a la de
y dellos sola la nariz. Ellos no traen una isla que cuenta Diodoro en el li
armas, ni las cognoscen, porque les bro 3.®, capítulo 13.®, de su Historiat
amostré espadas y las tomaban por el de la cual diré maravillas. Esta isla fue
filo y se cortaban con ignorancia. No descubierta por ciertos griegos captivos
tienen algún fierro; sus azagayas son en Etiopía, y enviados en ima barca
unas varas sin hierro, y algunas da o navecilla pequeña, por cierto oráculo
llas tienen al cabo un diente de pece, que los etíopos habían tenido, los cua
y otras de otras cosas. Ellos todos a les, navegando cuatro meses de Etiopía
una mano son de buena estatura de por el mar Océano hacia el Mediodía,
grandeza, y buenos gestos, bien hechos. después de muchas tormentas y peli
Ellos deben ser buenos servidores y gros, llegaron a una isla redonda, de
de buen ingenio, que veo que muy cinco mil estadios, que hacen docíen-
presto dicen todo lo que les decía, y tas y diez leguas, fértilísima y beatísi
creo que ligeramente se harían cristia ma, la gente de la cual, en barcas, se
nos, que pareció que ninguna secta te vino luego a recebillos; recibiéronlos
nían, etc.” Todas éstas son palabras y tractáronlos benignísimamente y con
del Almirante. mutaron con ellos de lo que traían,
Cerca de lo que dice que no vído dándoles recompensa de las que ellos
viejos, debííT de ser que no querían pa tenían; aquella irente tenía cuatro co
recer, auniíic después dice que vido dos de cuerpo, . m hermosos en todos
algunos. Es de saber que todas aque sus miembros, carecían de pelos, si no
llas islas de los Lucayos eran y son sa era en la cabeza, y cejas y párpados
nísimas, y había en ellas hombres y y la barba; tenían horadadas las orejas
mujeres viejísimos que cuasi no po y la lengua cortada por medio a la
dían morir por la gran suavidad, ame lengua, que parecía tener dos lenguas,
nidad y sanidad de la tierra, e yo vide y así hablaban, no sólo como hombres,
algunos dellos; y es tan sana aquella pero como aves cantaban, y lo que ma
tierra, que algunos españoles, siendo ravillosa cosa era, que con dos hom
hidrópigos en esta isla, que no podían bres hablaban disputando o respondien
sanar, se iban a alguna de aquellas do diversas cosas sin errar, jtmtamen-
islas, y desde a poco tiempo, como yo te, al uno con la una parte de la len-
los vide, volvían sanos. Cerca de lo que
dice más el Almirante, que eran de ' Desde aquí hasta el final del capítulo está
hermosos gestos y cuerpos, es cierto escrito al margen, de letra de Las Casas.
HISTORIA DE LAS INDIAS 145
gua, y al otro con la otra. Tienen de cavado madero de buena forma, tan
costumbre vivir hasta cierta edad, y grandes y luengas, que iban en algu
llegados allí, ellos mismos se dan la nas cuarenta y cuarenta y cinco hom
muerte; hay cierta hierba, sobre la bres, dos codos y más de ancho, y otras
cual, si alguno se echa, viene luego un más pequeñas, hasta ser algunas don
muy suave sueño y con él muere; las de cabía un solo hombre, y los remos
mujeres tienen comunes, y así todos eran como una pala de horno, aunque
tienen por proprios todos los hijos; qui al cabo es muy angosta, para que me
tan muchas veces los niños de las que jor entre y corte el agua, muy bien ar
los crían porque cognozcan a las ma tificiada. Nunca estas canoas se hun
dres, y como ninguna entre ellos tiene den en ei agua aunque estén llenas, y,
ambición o señalada afección a persona cuando se anegan con tormentá, saltan
alguna, viven concordes sin revueltas, los indios dellas en la mar, y, con unas
pacífícamente. Otras cosas refiere Dio calabazas que traen, vacían ei agua y
doro, de la tierra y de la gente, dignas témanse a subir en ellas.
de ser leídas. Otros muchos venían nadando, y to
dos llevaban, dellos papagallos, dellos
ovillos de algodón hilado, dellos aza
gayas, y otros otras cosas, según que
CAPITULO XLI tenían y podían, lo cual todo daban
por cualquiera cosa que pudiesen ha
E n el c u a l se c o n tien e có m o v in iero n m u ch os ber de los cristianos, hasta pedazos de
in d io s a lo s n av io s, en s u s b a r q u illo s, q u e
lla m a n c a n o a s, y o tro s n a d a n d o .— L a e stim a escodillas quebradas y cascos de tazas
ció n q u e te n ía n d e lo s c r istia n o s, crey en d o de vidrio, y, así como lo rescebían, sal
p o r c ie r to q u e h ab ían d e sc e n d id o d e l c ielo , taban en el agua, temiendo que los cris
y p o r e sto c u a lq u ie r a c o s a q u e p o d ía n h a b e r tianos de habérselos dado se arrepenti
d e lla s , a u n q u e ju e se u n p e d a z o d e u n e sc u
d illa o p la to , la ten ían p o r r e liq u ia s y d a b a n rían; y dice aquí el Almirante que vio
p o r e llo c u a n to ten ían ,— H in c á b a n se d e r o d i dar diez y seis ovillos de algodón hi
l l a s y a lz a b a n la s m an o s a l c ie lo , d an d o g r a lado, que pesarían más de un arroba,
c ia s a D io s , y c o n v id á b a n se u n o s a o tro s por tres ceptís de Portugal, que es una
q u e v in ie se n a v e r lo s h o m b re s d e l c ie lo .—
A p ú n ta n se alg u n a s c o sa s n o ta b le s, p a ra a d
blanca de Castilla.
v e rtir a lo s le c to re s d e la sim ie n te y p o n z o Traían en las narices unos pedaci-
ñ a d e d o n d e p ro c e d ió la d e stru ic ió n d e sta s tos de oro; preguntóles el Almirante
I n d ia s .—Y c ó m o d etu vo e l A lm iran te sie te
h o m b re s d e a q u e lla isla .
por señas dónde había de aquello;
respondían, no con la boca, sino con
Vuelto el Almirante y su gente a sus las manos, porque las manos servían
navios, aquel viernes, ya tarde, con su aquí de lengua, según lo que se podía
inestimable alegría dando gracias a entender, que yendo al Sur o volvien
Nuestro Señor, quedaron los indios tan do la isla por el Sur, que estaba diz
contentos de los cristianos y tan deseo que allí un rey que tenía muchos va
sos de tornar a vellos y haber de sus sos de oro. Entendido por las senas que
cosas, no tanto por lo que ellas valían había tierra al Sur y al Sudueste y al No
ni eran, cuanto por tener muy creído rueste, acordó el Almirante ir allá en
que los cristianos habían venido del busca de oro y piedras preciosas, y dice
cielo, y por tener en su poder cosa más aquí, que defendiera que los cristia
suya traída del cielo, ya que no podían nos de su compañía no resgataran el al
tener consigo siempre a ellos, y así creo godón que dicho es, sino que lo man
que se les hizo aquella noche mayor dara tomar para Sus Altezas, si lo
que si fuera im año. hobiera en cantidad.
Sábado, pues, muy de mañana, que Es aquí de considerar, para adelan
se contaron trece días de otubre, pa te, que como el Almirante hobiese pa
rece la playa llena de gente, y dellos decido en la corte tan grandes y tan
venían a los navios en sus barcos y bar vehementes contradicciones, y aí cabo
quillos, que llamaban canoas (en latín la Reina, contra opinión v parecer de
se llaman monoxylla) hechas de un solo los de su consejo y de toda la corte.
146 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
se determinase a gastar eso poco que produjo de sí tan profundas raíces, que
gastó aunque por entonces pareció ha sido bastante a destruir y asolar
mucho, como arriba se ha visto, los todas estas Indias, sin que poder hu
cuales siempre tuvo por adversarios mano haya bastado a tan sumos e irre
muy duros y eficaces después ade parables daños impedir o atajar.
lante, abatiendo y anihilando su nego Yo no dudo que si el Almirante cre
cio, no creyendo que estas tierras te yera que había de suceder tan perni-
nían oro ni otra cosa de provecho, ciosa jactura como sucedió, y supiera
mayormente viendo después que los tanto de las conclusiones primeras y
Reyes gastaban en los otros viajes mu segundas del derecho natural y divino
cha suma de dineros y no les venía pro como supo de cosmografía y de otras
vecho alguno, persuadían a Sus Alte doctrinas humanas, que nunca él osara
zas que dejasen de proseguir aquesta introducir ni principiar cosa que había
empresa, porque, según vían, en ella de acarrear tan calamitosos daños, por
se habían de destruir e gastar. Por que nadie podrá negar él ser hombre
manera que muchas más angustias y bueno y cristiano; pero los juicios de
tribulaciones y más recias impugnacio Dios son profundísimos, y ninguno de
nes, sin comparación, pasó después, los hombres los puede ni debe querer
en la prosecución del negocio, que an penetrar. Todo esto aquí se ha traído
tes que los Reyes se determinasen a le por ocasión de las palabras susodichas
favorecer y ayudar, según que parecerá del Almirante, para que los que esta
adelante. Así que, por esta causa, el historia leyeren, adviertan y cognozcan
Almirante nunca pensaba ni se desve el origen, medios y fin que las cosas
laba y trabajaba más en otra cosa que destas Indias tuvieron, y alaben al Todo
en procurar cómo saliese provecho y poderoso Dios, no sólo por lo que hace,
rentas para los Reyes, temiendo siem pero también por lo que permite, y
pre que tan grande negociación se le teman mucho los hombres de que se
había al mejor tiempo de estorbar, por les ofrezcan ocasiones con colores de
que vía que si los Reyes se hartaban o bondad, o por excusar daño alguno,
enojaban de gastar, no la habían de con que puedan ofender, mayormente
llevar al cabo; por lo cual, el dicho dando asa donde la humana malicia
Almirante se dió más priesa de la que halle principio y camino para ir ade
debiera en procurar que los Reyes tu lante y con que se excusar; y para no
viesen antes de tiempo y de sazón ren incurrir en tales inconvenientes, nece
tas y provechos reales, como hombre sario es nunca cesar de suplicar por la
desfavorecido y extranjero (según él, preservación deilos a Dios.
muchas veces a los mismos Católicos Tornando al propósito de la histo
Reyes por sus cartas se quejó), y que ria, domingo, de mañana, 14 días de
tenía terribles adversarios junto a los otubre, mandó el Almirante aderezar
oídos de las reales personas, que siem el batel de la nao en que él venía y
pre lo desayudaban; pero no teniendo las dos barcas de las carabelas, y co
tanta perspicacidad y providencia de menzó a caminar por el luengo de la
los males que podían suceder, como costa de la isla, por el Nornordeste,
sucedieron, por excusación de los cua para ver la otra parte della, que esta
les se debiera de arresgar toda la prose ba hacia el Leste, y especular qué por
cución y conservación del negocio, y allí había. Y luego comenzó a ver dos
andar poco a poco, temiendo más de o tres poblaciones y gran número de
lo que se debiera temer la pérdida gente, hombres v mujeres, que venían
temporal, ignorando también lo que no hacía ía playa llamando los cristianos
debiera ignorar concerniente al dere a voces y dando gracias a Dios; los
cho divino y natural y recto juicio de unos les traían agua fresca; otros, co
razón, introdujo y comenzó a asentar sas de comer; otros, cuando vían
tales principios y sembró tales simien no curaban de ir a tierra, se lanzaban
tes, que se originó y creció dellaá tan en la mar, y, nadando, venían a 1®^
mortífera y pestilencial hierba, y que barcas, y entendían que les pregunia-
HISTORIA DE LAS INDIAS .147
ban por señas si eran venidos del cie- lo que quisieren. Estas son palabras del
]o I; y un viejo dellos quiso entrarse Almirante, formales.
y entró en el batel e irse con ellos; Dos cosas será bien aquí apimtar:
otros, con voces grandes, llamaban a la una, cuán manifiesta parece la dis
otros hombres y mujeres, convidándo posición y prontitud natural que aque
los y diciéndoles: “ Venid y veréis los llas gentes tenían para rescehir nues
hombres que vinieron del cielo; traed tra santa fe y dotallos e imbuiilos en
les de comer y de beber Vinieron la cristiana religión y en todas virtuo
muchos hombres y muchas mujeres, sas costumbres, si por amor y caridad
cada uno trayendo de lo que tenía, y mansedumbre fueran tratadas, y
dando gracias a Dios, echándose en el cuánto fuera el fruto que dellas Dios
suelo, y levantaban las manos al cielo, hobiera sacado; la segunda, cuán le
y después, dando voces, llamándolos jos estaba el Almirante de acertar en
que fuesen a tierra. Todas éstas son pa el hilo y punto del derecho divino y
labras formales del Almirante, refirien natural, y de lo que, según esto, los
do lo que aquí_refiero. Reyes y él eran con estas gentes a hacer
Pero el Almirante, por ir a ver un obligados, pues tan ligeramente se de
grande arrecife de peñas que cerca toda terminó a decir que los Reyes podían
la isla en redondo, no curó de ir a tie llevar todos los indios, que eran veci
rra como los indios pedían. Dentro des nos moradores naturales de aquellas
te arracife dice el Almirante haber puer tierras, a Castilla, o tenellos en la mis
to segurísimo, en que cabrían todas las ma tierra captivos, etc. Cierto, distan
naos de la cristiandad y estarían como tísimo estaba del fin que Dios y su Igle
en un pozo; miró dónde se podía ha sia pretendía en su viaje, al cual, el
cer fortaleza, y vido un. pedazo de tie descubrimiento de todo este orbe y todo
rra que salía a la mar, ancha en lo que cuanto en él y cerca de él se hobiese
salía y angosto el hilo por el cual sa de disponer, se había de ordenar y en
lía, que se pudiera en dos días atajar derezar.
y quedara del todo hecha isla. Esta ma Vido por allí tantas y tan lindas ar
nera de tierra llaman los cosmógrafos boledas verdes, que decía ser huertas,
península, que quiere decir cuasi isla, con mucha agua, más graciosas y her
esto es, cuando de la tierra firme sale mosas que las de Castilla por el mes
algún pedazo de tierra angosto, y lo de mayo. Destos que con tanta con
postrero della se ensancha en la mar; fianza en las barcas, como a ver y ado
en este pedazo de tierra diz que había rar gente del cielo, se entraron, detuvo
seis casas. el Almirante siete, y con ellos se vino
Dice aquí el Almirante que no vía a la nao. Por lo que despuées pareció,
ser necesario pensar en hacer por allí que cuando podían huir se huían, pa
fortaleza, por ser aquella gente muy rece bien que los detuvo contra su vo
simple y sin armas, como Vuestras Al luntad, y si éstos eran casados y te
tezas, dice él, verán por siete que yo nían mujeres y hijos para mantener,
hice tomar para los Uevar y deprender y otras necesidades, ¿cómo esta violen
nuestra habla y volvellos, salvo que cia se podía excusar? Parece que, con
Vuestras Altezas, cuando mandaren, tra su voluntad, en nineuna manera.
puédenlos todos Hevar a Castilla o tene- Dor bien alguno que dello se hobiera
Uo3 en la misma isla captivos, porque de sacar, no se debiera hacer. Pregun
con cincuenta hombres los teman to tados éstos Cfue así detuvo, si había
dos sojuzgados y les batán hacer todo otras islas por allí, respondieron por
señas que había muy muchas, y conta
ron por sus nombres más de ciento.
*, l^rcíuntaban por señas a los cHstianos si
reman del cielo.—/Vota a2 margetit de letra, al Alzó las velas el Almirante con to
de Las Casas. dos sus tres navios, y comenzó a ver
f®**ridábanse unos a otros: “Venid y ve- muchas islas que no sabía a cuál pri
®« los hombres que ban venido del cielo” .—
01 margen, de letra, al parecer, de Las
mero ir- todas muv fértiles y inuv her
mosas, llanas como vergeles; miró por
14a FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
la mayor que estaba de aquesta siete I tento a predicar la bondad de los cris-
leguas, adonde llegó lunes, 15 de otu- líanos.
bre, al poner del sol, a la cual puso
por nombre la isla de Santa María de
CAPITULO XLII
la Concebición.
Saltó en tierra, martes, 16 de otu- F n p I c u al fifí tra ta d e u n a isla q u e parecía,
bre, en amaneciendo, y tomó posesión g ra n d e , a la curd p u so n o m b re la F e r n a n d i-
en nombre de los Reyes de Castilla de- n a , y vin ien d o a e lla to p aro n u n in d io en
lia, de la misma manera y con la so u n a can oa, to m á ro n lo en l a n a o y , c o n te n '
to , en v iáro n lo d e la n te y d ió la s n u e v a s e n la
lemnidad que había hecho en la de San F ern a n d in n , y c ó m o su rg iero n lo s n a v io s y a
Salvador, puesto que, como dice el d e noche.- iS'unca ce saro n en t o d a la n o ch e
mismo, no había necesidad de tomar la d e ven ir c a n o a s y gen tes a v e r l o s c r is tia n o s
posesión más de en una, porque es vis y traelles d e lo q u e t e n í a n . — S a lt a r o n en
tie r ra los m a rin e ro s con b a r r ile s p o r a g u a ;
to tomalla de todas. co n gran a le g r ía se la m o stra b a n lo s in d io s
Los indios que llevaba de San Sal y lo s a y u d a b a n ,— L a gen te era c o m o la pa-
vador, dice que le habían dicho que .sada, pero d iz q u e m ás d o m é s tic a y m á s
<iguda y m á s d isp u e sta . — ISo le co g n o sc íe-
en esta isla había mucho oro, y que la ro n secta a lg u n a .— T e n ía n p a ñ o s d e a lg o d ó n ;
gente della traía manillas, en los brazos las m u jeres casada.s co b rian s u s v e r g ü e n z a s;
y piernas, de oro, aunque él no lo creía, la s d o n c e llas, n o .—La manera d e s u s c£ifna5.
sino que lo decían por huirse, como D e un á r b o l q u e co n tien e d i v e r s i d a d d e á r
algunos dellos lo hicieron. Por manera, b o le s en s í ; d a se la ra z ó n d é l , m a r a v illo
s a .— D e las c u le b ra s y p e rro s d e a q u e l l a isla .
que como vieron los indios que tanto V ieron m ás gen te. — L a m a n e ra d e su s c a
se les preguntaba por oro, entendieron sa s , etc.
que los cristianos hacían dello mucha
estima, y por esto respondían con su Viniendo a la isla de Santa María,
deseo, porque parasen cerca, para que vido el Almirante otra isla muy gran
de allí más fácilmente se pudiesen es de, obra de ocho leguas o nueve hacia
capar para su isla. el Güeste, en la cual le dijeron los in
Salían infinitos indios a vellos; dios que traía de San Salvador, que
traíanles de todo cuanto tenían; eran había mucho oro, y que traían en ella
así desnudos y de la misma manera que las manillas y ajorcas que le habían
los de la otra isla, y desque vido que dicho de la de Santa María, y creyó
no había oro, y que era lo mismo que que allí hallaría la mina donde se cria
lo pasado, tornóse a los navios. ba y cogía el oro; por lo cual, partió
Estaba una canoa al bordo de la ca para ella, martes, cerca de mediodía,
rabela Niña, y uno de los indios que y llegó a ella otro día por la mañana,
habían detenido en la isla de San Salva miércoles, 17 de otubre; porque tuvo
dor, que el Almirante parea que había calma, no pudo llegar con día.
puesto allí en aquella carabela, saltó a En este camino, entre la isla de San
la mar, y métese en la canoa y váse en ta María y ésta, a quien puso nombre
eUa, y la barca tras él, que, por cuanto de isla Fernandina, toparon un solo in
pudieron remar, no pudieron alcanzallo, dio en una canoa chequita. que lleva
y, llegado cerca de tierra, deja la ca el pan de aquellas tierras, que es caza-
noa y vase a tierra; salieron tras él y bí, como el desta isla Española, de que
no pudieron habello. Otro diz que se después se hará mención, y una cala
había huido la noche antes, y así pa baza de agua y otras cosas de las suyas,
rece que eran detenidos contra toda y en una cestilla traían unas contezue-
su voluntad. las verdes y dos blancas, moneda de
Volviendo, vieron otra canoa con un Castilla, de lo cual cognoscieron que
indio que venía a resgatar algodón; aquél venía de San Salvador y había
dióle el Almirante un bonete colorado pasado por la de Santa María e iba a
y cuentas verdes, y cascabeles, hacién la Fernandina a dar nuevas de los cris
doselos poner en las orejas y las cuen tianos; el cual, como había andado
tas al pescuezo, y no le quiso tomar su mucho remando solo en su canoíta, y
ovillo de algodón, y así fué muy con- debía de venir fatigado, vínose a la nao
HISTORIA DE LAS INDIAS 119
en muchas cosas, es muy diferente de tres navios para rodear esta isla Fer-
todos los otros; éste produce cierta fru nandina, y saltó en tierra con todas las
ta que comen los pájaros, la cual tiene barcas en otra parte della y halló ocho
ciertas pepitas; estas pepitas echan los y diez hombres en tierra, los cuales
pájaros de sí cuando estercolizan, es luego vinieron a los cristianos y mos
tando sentados en otros árboles, y las traron la población, que estaba cerca
pepitas que se detienen en los árboles, y envió gente armada della, y deUa
que DO caen abajo al suelo, sin tierra con los barriles que habían hecho sacar
alguna prenden en los mismos árboles, para provisión de agua. Mientras ellos
y así como prenden, sale de cada una iban, el Almirante andaba mirando
una raíz muy derecha cara abajo, y va admirando de ver tanta hermosura de
a buscar la tierra creciendo y descendien florestas y de tan graciosos y verdes ár
do hasta hallalla, aunque sea el árbol boles, diferentes irnos de otros y que al
de donde comenzó de cien estados; y gunos parecían a algunos de Castilla,
esta raíz es sin algún ñudo, muy lisa y y con tanta frescura como en el Anda
derecha, como una muy derecha lanza, lucía por mayo, que le parecía que no
de la cual se han hecho muy buenas podía ser cosa más deleitable y agrada
lanzas. Llegada a la tierra, métese por ble en el mundo. De la gente dice que
ella y hace raíces retuertas como los toda era una con la que en las otras
otros árboles, y después torna a subir islas había visto, así desnudos y de las
hacia arriba a buscar su-árbol, donde mismas condiciones y estatura; daban
cayó la pepita y del cual procedió, y de lo que tenían fácilmente por cual
allí críase un árbol de su misma natu quiera cosa que se les diese. Los que
raleza, y él criado y llegado a la edad fueron de los navios a traer el agua di
que le constituyó la naturaleza, produ jeron al Almirante que habían estado
ce su fruto; y así parecen ambos un en sus casas, y que las tenían de dentro
árbol que tiene diversas especies o na muy barridas y limpias y que sus camas
turalezas. y paramentos de casa eran como redes
También dijo que había en aquella de algodón.
mar disformes maneras de peces, algu Estas llamaban en esta Española ha
nos de figura de gallos, de finas colores, macas, que son de hechura de hondas,
azules, amaravillo, colorados y de todas no tejidas como redes, los hilos atrave
colores, y otros pintados de mil mane sados, sino los hilos a la luenga sueltos,
ras; las colores diz que tan finas, que que pueden meter los dedos y las ma
no habrá hombre que no se maraville y nos, y de palmo a palmo, poco más o
resciba gran descanso de verlos. Tam menos, atajados con otros hilos tupidos,
bién había ballenas, bestias en tierra como randas muy bien artificiadas, de
no vido ningunas de ninguna manera, la hechura de los harneros que en Se
salvo papagayos y lagartos. Así es ver villa se hacen de esparto. Estas hama
dad, que no había en todas aquellas is cas tienen un buen estado de complido
las bestias, si no era una manera de co o de largo, y a los cabos deste largo de
nejos de hechura de ratones, aunque jan, de los mismos hilos della, muchas
más grandes mucho, de las que se dirá asas, y en cada asa ponen unos hilos
cuando hablaremos desta Española y delgados de cierta otra cosa, más recia
de la isla de Cuba. Culebras había mu que algodón, como de cáñamo, y éstos
chas y muy desproporcionadas de gran son tan luengos como una braza de ca
des y gordas, pero muy mansas y cobar da parte, y al cabo de todos ellos jim-
des, y déstas diz que un mozo de la tanse como en un puño, y deste puno, de
nao vido una. Ovejas ni cabras ni otra los postes de las asas los atan de ambas
especie de animales diz que no vido, partes, y así quedan las hamacas en el
puesto que diz que no estuvo allí sino aire y allí se echan; y como ellas sean
medio día,; aunque estuviera más no las buenas de tres y de cuatro varas J
las viera, porque ninguna otra hay más de ancho, ábrenlas cuando se f^han
más de las dichas. como abriríamos una honda que hiese
Fue después el Almirante con todos muy grande, pónense atravesados coma
HISTORIA DE LAS INDIAS 151
ea sosquín, y así sobra de la hamaca gañéronse creyendo que eran letras al
coa qué cobijarse, y, porque no hace gunas rayas que debiera tener, come
frío alguno^ bástales. Para quien usa ellos solían, a su manera, lahrallo, por
dormir en ellas cosa es descansada, que nunca jamás en todas estas Indias
puesto que no debe ser sana por la hu- se halló señal de que hobiese moneda
midad del suelo*, que aunque esté alta, de oro, ni de plata, ni de otro metal.
del que no puede estar más de medio Concluye aquí el Almirante, y dice a
estado porque se pueda subir en ella, los Reyes: “ Crean Vuestras Altezas
penetra el cuerpo humano, y aunque se que ea esta tierra la mejor, y más fér
pusiese alto en un soberano, todavía til, y temperada y llana y buena que
por la humidad de la noche haría da haya en el mundo.”
ño. Al menos son muy limpias, y, para
por los caminos, aun en Castilla, los
veranos, serían harto estimadas. CAPITULO XLIII
Las casas son de madera y paja,
En el cual se trata cómo el Almirante dio
muy luenga y delgada, hechas del mo vuelta al Leste o Levante^ porque le infor
do de una campana, por lo alto angos maron los indios que la isla de Someto era
tas y a lo bajo anchas, y para mucha más grande que la Fernandina, y quedaba
gente bien capaces; dejan por lo alto atrás, y esto parece que Dios le tornaba por
respiradero por donde salga el humo y que viese a Cuba y a la Española.—Llega-
dos a Samoeto, sintieron suavísimos olores^
encima unos caballetes o coronas muy y vieron la isla ser graciosísima.—Mataron
bien labradas y proporcionados, o son, dos sierpes, que son las iguanas, y qué casa
como dice el Almirante, de hechura es.—Huyeron los indios, sentidos los cristia
de alfaneques o pabellones, y ambas son nos.—Tornaron a venir sin miedo.—Estima
ban que habían descendido del cielo.—Tuvo
buenas semejanzas. Finalmente, para relación, según él creía que lo entendía, que
de madera y paja no pueden ser más había allí minas de oro, y estuvo esperando
graciosas ni más bien hechas, más se que el rey de la isla viniese allí.—Halló lig-
guras, limpias ni más sanas, y es pla náloe y mandó cortar dello, — Aquí supo
nuevas de las islas de Cuba y de la Espa
cer verlas y habitarlas, y hacían algu ñola; creyó que era la isla de Cipango, don
nas para los señores; y después, en de pensó que hallaría gran suma de oro y
esta isla Española, hicieron los indios perlas y especería.—Las razones por donde
para los cristianos tan grandes y tales, con razón se movió a lo creer y que allí ve
nían naos grandes del Gran Khan. — Puso
que pudiera muy bien y muy a su pla por nombre a esta isla la Isabela. — Fuese
cer el Emperador en ellas aposentarse. della en demanda de Cuba, etc.
Allí hallaron que las mujeres casadas
traían aquellas medías faldetas de algo Porque los indios que había tomado
dón, que arriba dejimos; las mocha- en la primera isla de Guanahaní o San
chas o doncellas no tenían cobierto na Salvador, le decían y afirmaban por se
da. Había perros (dice el Almirante), ñas que la isla de Samoete, que atrás
mastines y blanchetes, pero porque lo quedaba, era más grande que la Fer
supo por relación de los marineros que nandina, y que debían de volver a ella
fueron por agua, por eso los llamó (y ellos debíanlo de hacer por acercar
mastines; si los viera no Ies llamara, se más a su tierra, de donde los había
sino que parecían como podencos; és sacado), acordó el Almirante dar la
tos y los chicos nunca ladran, sino que vuelta hacia el Leste, y así alzó las ve
tienen un gruñido como entre el gaz las, y vuelve al Levante, y parece que
nate; finalmente, son como los perros Dios le guiaba porque topase con la
de España; solamente difieren en que isla de Cuba, y de allí viniese a descu
no ladran. Vieron un indio que tenía brir esta isla Española, que es la más
eu la nariz un pedazo de oro, como la felice, o de las más felices y grandes,
nutad de un castellano, y parecióles graciosas, ricas, abundosas, deleitables
que tenía luias letras, y dudó el Almi del mundo. Así que el viernes, 19 de
rante si era moneda, y riñó con ellos otubre, vieron una isla a la parte del
porque no se lo resgataron; ellos se Leste, sobre la cual fueron, y pareció
excusaron que fué por temor; pero en- ; un cabo della redondo y hondo, al cual
FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
I
152
ronla con alegría y muy buena volun- más grande y más felice, aunque no
tad* mandóles dar el Almirante a cada tan luenga, como diremos placiendo
uno su sarta de cuentas y dijeron que a Dios, cuando dellas en particular ha
volverían en la mañana. blaremos. El llamarla Bohío no debía
Tenia voluntad el Almirante de ro de entender a los intérpretes, porque
dear esta isla de Someto, Isabela, para por todas estas islas, como sea toda o
ver si podía tener habla con el rey que cuasi toda una lengua, llaman bohío a
creía haber en ella, para probar si po las casas en que moraban, y a esta gran
día dél haber el oro que oía que traía isla Española nombraban Haití, y de
o tenía. Y según lo que había entendido bían ellos de decir que en Haití había
de los indios que traía consigo de la isla grandes bohíos, conviene a saber, que
de San Salvador, la primera que des en esta isla Española eran grandes ca
cubrió, estaba por allí otra isla muy sas, como sin duda las había a mara
grande, que llamaban Cuba, la cual villa.
creía que era Cipango, según las señas Estuvo esta noche, lunes, 22 de olu-
que diz que le daban y según también bre, aguardando si el rey de aquella
él entendía; diz que había naos gran isla Saometo o otras personas diz que
des y mareantes muchos. De otra tam traerían oro o otra cosa de substancia;
bién le decían que era grande, que y vinieron muchos indios semejantes
nombraban Bohío, a las cuales quería a los pasados, desnudos y pintados de
ir a ver, y según hallase recaudo de diversas colores como los otros; traían
oro y especería, determinaría lo que ovillos de algodón y trocábanlos con
había de hacer, aunque diz que todavía los cristianos por pedazos de tazas de
tenía determinado de ir a la tierra fir vidro y de escudillas de barro; algu
me y a la ciudad de Quisay y dar las nos dellos tenían algunos pedazos de
cartas de Sus Altezas al Gran Khan y oro puestos en las narices, el cual da
pedir respuesta y volver con ella. ban de buena voluntad por un casca
Por aquí parece que se le hizo el ca bel de los de pie de gavilán; cualquiera
mino más cercano de lo que él pensa cosa que ellos podían haber de las de
ba, y el mundo más largo, y no estar los cristianos tenían por preciosa, por
la tierra del Gran Khan derechamen tener a gran maravilla su venida como
te al Güeste o Poniente, como el floren los otros de las otras islas, teniendo
tino le había escripto y en la figura que por cierto que habían descendido del
le envió pintada le había certificado, cielo
porque, aunque pasada toda esta nues Halló en esta isla lináloe, y mandó
tra Tierra Firme, se pueda o pudiera ir cortar dello cuanto se halló, y yendo
por tierra a los reinos del Gran Khan, a tomar agua de una laguna, que allí
cesando los impedimentos que podrían estaba cerca, Martín Alonso mató una
ofrecerse por el camino, como son de sierpe de otros siete palmos como la
siertos, ni los hobiese, o grandes lagu otra, que según dejimos, es, según la
nas, ciénagas, montañas o minerales, de estiman todos, manjar precioso, y se
los que se dijeron en el cap. [6,®] o llama iguana.
machos animales bravos y cosas seme Determinó martes, 23 de otubre, de
jantes; pero más parece que los reinos se partir de aquella isla, que llamó la
del Gran Khan están más a la parte del Isabela, porque le pareció que allí no
Austro que del Poniente, por lo que debía de haber mina de oro, puesto
ya sabemos de la tierra que los portu que creía que debía de tener especería,
gueses y nosotros por el Poniente y por la multitud de los árboles tan her
Austro hemos descubierto. mosos y llenos de fruta de diversas ma
La isla de Cuba bien entendía ser neras, y por lo nos cognoscer llevaba
pandísima, porque tiene más de tre- muy gran pena; sólo cognoscía el li-
cintas leguas en luengo, y esta Espa
ñola, que aquí llama Bohío, también
2 Esiimahan que los cristianos descendían
del ciclo. Nota al margen^ de letra, al parecer,
^ En blanco en el Tnanuscrito. de Las Casas.
K4 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ñáloe, del cual mandó también allí los dichos indios que no entendía se le
cortar lo que se pudo para llevar a los figuraba que decían, haber allí naos
Reyes. Así que por ir a la isla de Cuba, grandes de mercaderes y lugares de
de quien grandes cosas le perecía que muchos tractos.
le decían los indios que llevaba, y por Con esta esperanza, martes, a la me
hallar tierra de grande trato y muy dia noche, alzó las velas y comenzó
provechosa como la buscaba (y creía a navegar al Güesudueste, y anduvo
que Cuba era la isla de Cipango, según el miércoles poco, porque llovió, y lo
las señas que entendía darles los di mismo el jueves, 25 de otubre, y hasta
chos indios de su grandeza y riqueza, las nueve del día navegaría diez le
por la relación y pintura, que dejimos guas, pocas más. Después de las nueve
en el cap. 12.®, que le envió Paulo, adelante, mudó el camino al Güeste, y
físico florentín), quiso alzar las velas, andarían, hasta las tres deste día, once
sino que no tuvo viento y llovió mu leguas, y entonces vieron tierra cinco
cho aqueste día, y dice que no hacía leguas della, y eran siete u ocho islas
frío de noche cuando llovía, ante ha en luengo, todas de Norte a Sur, a las
cía calor de día. cuales llamó, por el poco fondo que
Y es aquí de saber, que, como arriba tenían, las islas de Arena; dijéronle
se dijo en el dicho capítulo 12.®, el los indios que habría de allí a Cuba
Almirante D. Cristóbal Colón, a la andadura de día y medio de sus bar
caria mensajera y a la figura o carta quillos o canoas; surgió en ellas el
de marear pintada, que le envió e! di viernes.
cho Paulo, físico, dio tanto crédito, que Sábado, 27 de otubre, salido el sol,
DO dudó de hallar las tierras que le mandó levantar las velas para ir su ca
enviaba pintadas, por las premisas y mino de Cuba desde aquellas islas de
principios tantos y tales, como arriba Arena, y hasta el poner del sol andu
pareció, que él de antes tenía, y se vieron diez y siete leguas al Sursudues-
gún la distancia o leguas que había te, y, antes de la noche, vieron tierra
basta aquí navegado, corcordaba cuasi de Cuba, pero no quiso el Almirante
al justo con el sitio y comarca en que llegarse más a tierra, por el peligro que
el Paulo, físico, había puesto y asentado hay siempre de tomar la tierra, que
la riquísima y grande isla de Cipango, no se sabe, de noche, tiiayormente que
en el circuito de la cual también plan llovía mucho y hacía gran escuridad
tó y asentó innumerables islas y des o cerrazón, y por esto anduvieron toda
pués la tierra firme. Y [como] viese la noche al reparo.
tales islas primero y le dijesen y nom
brasen los indios otras más de ciento,
ciertamente tuvo razón eficacísima el CAPITULO XLIV
Almirante de creer que aquella isla de
Cuba, que tanto los indios encarecían En el cual se trata cómo se llegó el Almirari’
te a la tierra de la isla de Cu6a y le puso
y señalaban por tan grande (y después por nombre Juana.—De 2a orden que tuvo
que topó con esta Española, tuvo ma hasta allí en poner los nombres a las tierras
yor y más urgente razón), que fuese que descubría. — Cómo entró en un río y
cualquiera dellas la de Cipango, y por puerto muy hermoso.—SaZfó en tierra.—Hu
consiguiente, creyó hallar en eRa gran yeron 2os indios de dos casas que por allí
hallaron.—Loa la hermosura de aquella isla.
dísima suma de oro y plata y perlas y Decíanle los indios que llevaba consigo que
especerías, las cuales en dicha figura había minas de oro.—Juzgó que estaba de
tenía pintado; y por tanto, muchas ve allí cerca tierra firme.—L2amó aquel río
ces hace mención en el libro de su San Salvador. — Salió de allí e descubrió
otro río que llamó de Luna; después otro
primera navegación el Almirante del que nombró de Mares» maravilloso puerto.—
oro y de especerías que creía bailar, y Vido poblaciones, y huyeron dellas todos los
cuantos árboles vía, todos ser de espe indios, vistos los navios.—Saltó en tierra y
cería juzgaba, y por los no cognoscer, de las cosas que vido en las casas, las cuáles
cosas [eran] muy más hermosas que las que
dice que iba muy penado. Esperaba había visto.—De la hermosura de los árboles
también hallar, y, de las palabras de y templanza de los aires y frescura. Cómo
HISTORIA DE LAS INDIAS 155
Martin Alonso entendía, de los indios que que fué Cuba, puso por nombre la
llevaba., que estaban en tierra del Gran
Khan,—Cómo se engañaban en no entender Juana, por el príncipe D. Juan, que
los indios.—De la provincia de Cubanacán, entonces vivía, príncipe heredero de
que está en medio de la Ula de Cu6a, donde los reinos de Castilla.
había minas de oro.—Cómo tuvo el Almi Así que, llegado a la isla de Cuba,
rante a Cuba por tierra firme y por tierra
del Gran Khan. — Cómo salió del río de Juana, entró en un río muy hermoso
Mares en busca de otros ríos y pueblos del y muy sin peligro de bajos ni otros in
Gran Khan.—Y al cobo, cómo se tornó al convenientes, y toda aquella costa era
TÍO y puerto de Mares. muy hondo y limpio, hasta dar en la
tierra, y en la boca del río había doce
Domingo, 28 de otubre, acercóse a brazas, y bien ancha para voltear; te
la isla de Cuba y tomó la tierra más nía dos montañas hermosas y altas, y
cercana; “púsola por nombre Juana, aseméjalas el Almirante a la peña de
porijue tuvo esta orden y respecto el los Enamorados, que está cerca de Gra
Almirante en el poner de los nombres nada, y una de ellas tiene encima otro
a las tierras o islas que descubría : que montecillo, a manera de una hermosa
a la primera, considerando como cris mezquita; donde, algo adentro, aun
tiano que las primicias y principios se que a tiro de lombarda, surgió. Cuan
deben al frontal y primer principio, del do iban a entrar en el puerto, vieron
cual todas las cosas visibles e invisi dos canoas, y saltando los marineros
bles manaron, que es Dios, llamó San en las barcas para ver qué fondo había
Salvador, que los indios llamaban Cua- para surgir, huyeron las canoas cre
nahay, ofreciendo gracias de las mer yendo que los querían seguir. Aquí
cedes rescebidas a quien tanto bien le dice el Almirante que nunca cosa tan
había concedido y librado de tantos pe hermosa vió; todo el río cercado de
ligros hasta allí, y de quien más y ma árboles verdes y graciosísimos, diver
yores esperaba rescebir; a la segtmda. sos de los nuestros, cubiertos de flores
porque después de Dios a nadie se debe y otros de frutos, aves muchas y paja
tanto como a la Madre de Dios, y él ritos que cantaban con gran dulzura,
tenía devoción con su fiesta de la Con la hierba grande como en el Andalu
cepción, nombróla Sancta María de la cía por abril y mayo; vido verdolagas
Concepción; y porque después de a y muchos bledos de los mismos de Cas
Dios y de su bendita Madre debía mu tilla, palmas de otra especie que las
chas mercedes y muy buena voluntad nuestras, de cuyas hojas cubren en
rescebidas y las que más entendía res- aquella isla las casas.
rebir, a los Católicos Reyes, puso nom Saltó el Almirante en su barca y sa
bre a la tercera isla, la Femandina, lió a tierra; hallaron dos casas que cre
en memoria y honor del Católico Rey yó ser de pescadores; hallólas vacías
D. Fernando; a la cuarta, intituló la de gente, puesto que llenas de alhajas
Isabela, por la serenísima reina doña de los indios, redes y anzuelos de hueso
Isabel, a quien potisimamente más que y fisgas dello mismo y otros aparejos
al Rey y a todos debía, porque ella de pescar, y un perro que no ladraba,
fue la que, contra opinión de toda y muchos fuegos dentro, y tanta capa
la corte, lo quiso admitir y favorecer, cidad en las casas, donde podían caber
y siempre, hasta que murió, lo favo muchas personas, las cuales parez que,
reció y defendió; y si la Reina no mu como sintieron los cristianos, de miedo
riera, sin duda no le sucedieran des se huyeron.
pués tantos disfavores y adversidad a Subió en la barca por el río arriba;
él y a su casa, como le sucedió, y esto decía que nunca ojos de hombres tan
tenía muy bien cognoscido el Almiran deleitable ni tan hermosa cosa vieron.
te, por lo cual era singularmente al Tierra llena de puertos maravillosos
«ervicio de la Reina devotísima y no y grandes ríos; la mar sin algún te
usaba de otro vocablo cuando de la Rei mor de tormenta, la señal de lo cual
na era la plática, sino diciendo: “ la es estar la hierba hasta el agua salada
Reina, mi señora” ; así que a la quinta, crecida, la que no suele haber donde
I
156 KRAV BAR'njf.OME DE LAS CASAS
la mar es brava, y hasta entonces nunca Üas para tomar lengua de la gente y de
vido señal que en todas aquellas islas la tierra, y en una dellas, un indio de
la mar fuese alta o impetuosa. Decía los que traía consigo de la isla de los Lu-
ser la isla llena de montañas muy her cayos, Guanahaní, la primera que des
mosas, aunque no muy altas, y toda la cubrió. Hallaron las casas muy más
otra tierra le parecía como la isla de hermosas, de la forma que se dijo d.e
Cecilia, alta; tierra de muchas aguas, alfaneques muy grandes, que parecían
y, según los indios que consigo lleva tiendas en real o ejército, sin concierto
ba le decían, bahía en ella diez ríos de calles, cubiertas de hojas grandes de
grandes. Dábanle a entender también palmas muy hermosas, de la manera,
que en ella había minas de oro y per salvo que son muy más anchas y recias,
las, y parecíale que había dispusición que las que en España llevan palm itos;
para haber perlas, porque vido cier de dentro muy barridas y limpias y sus
tas almejas, puesto que en la verdad aderezos muy compuestos, maravillo
nunca en la isla de Cuba bobo perlas. sos aparejos de redes y anzuelos, y
Entendió eso mismo el Almirante que para pescar muy aptos instrumentos.
allí venían naos grandes del Gran Creía el Almirante que aquella gente
Khan, y que de allí a tierra firme ha debía ser toda pescadores, que lleva
bría navegación de diez días, por la ban el pescado la tierra dentro, y tam
imaginación que tenía concebida de la bién decía que, por ser las casas m ejo
carta o pintura quel florentín le en res que las que había visto, que tenía
vió (para imaginar lo cual, tuvo, cier pensamiento que cuanto se llegase más
to, suficientes razones), como en el a la tierra firme se habían de mejorar.
precedente capítulo dejimos; la tie Había más en las casas muchas aveci
rra firme no estaba de allí jornada de llas silvestres amansadas, perros que
cinco días, mas no la que él pensaba, nunca ladraban; hallaron diz que m u
sino la que hoy llamamos la tierra chas estatuas en figura de mujeres
Florida. Puso nombre a aquel río, con y muchas cabezas muy bien labradas
viene a saber, San Salvador, por tor de palo; no supo si lo tenían por arreo
nar a dar a Nuestro Señor el recognos- y hermosura de casa o lo adoraban. De
cimiento de gracias por sus beneficios ninguna cosa de todas aquellas consin
en lo que primero vía de aquella isla. tió que nadie tomase, porque regla
Y por ver más la calidad della y to y mando general era suyo que, en p ar
mar lengua de la gente que en ella vi te que llegasen, ninguna tomasen ni
vía, lunes, 29 de otubre, alzó las ve resgatasen cosa contra su voluntad ni con
las y navegó hacia el Poniente para su voluntad de los indios, sino cuan
ir diz que a la ciudad donde le pare do daba él para resgatar licencia ex
cía que los indios que consigo llevaba, presa, porque a los indios algún escán
que estuviese el rey de aquella tierra, dalo o desabrimiento no se Ies causase.
le señalaban. Fué por la costa abajo y De la isla y tierra dice el Almirante
vido una legua de allí un río, no tan que era tan hermosa, que no se h ar
grande la entrada como el de arriba, taba de vella y que halló allí árboles
el cual llamó el río de la Luna. y fruta de maravilloso sabor. Creía
Anduvo hasta hora de vísperas, y que debía de haber vacas y otros ganados
vido otro río muy más grande que los en ella, porque vido cabezas en hueso
que había visto, según que los indios que parecieron de vaca; éstas debie
por señas le dieron a entender, cerca ron de ser de manatí, un pescado muy
del cual vieron buenas poblaciones de grande, como grandes terneras, que
casas, y a éste puso nombre río de tienen el cuero sin escama como el de
Mares; vistos los navios asomar, de ballena y la cabeza cuasi como de
jan toda la gente sus casas y pueblo, vaca; este pescado es muy más sabroso
con todo lo que tenían, y vanse a los que ternera, mayormente cuando son
montes. pequeños como terneras pequeñas y en
Mandó ir dos barcas y gente con adobo, y nadie que no lo cognozca lo
ellas, que llegasen a una población de- juzgara por pescado, sino por carne..
mSTORIA DE LAS INDIAS 157
Con el cantar de los pajaritos y muchas carta o pintura que había enviado al
aves de día y el de ios grillos de noche, Almirante aquel Paulo, físico florentín,
diz que todos los cristianos se alegraban como se dijo arriba en el capítulo
y holgaban. Los aires sabrosos y dulces [XII] ^ y vía el paraje donde halla
por toda la noche; frío ni calor ningu ban estas islas y otras razones, que
no, como en Castilla por mayo. Por las también habernos ya dicho haber mo
otras islas y por el camino de entre ellas, vido razonablemente a que lo creycxse
sentían calor; atribuíalo el Almirante a y esperase el Almirante, habíase va
que eran llanas todas y al viento í.e- persuadido a lo mismo, y así todo lo
vante que venteaba y traía. que por señas los indios le decían,
En este río de Mares podían los na siendo tan distante como lo es el cielo
vios muy bien voltear para entrar a de Ja tierra, lo enderezaba y atribuía
surgir, el cual tiene buenas señas y a lo que deseaba: que aquella tierra
marcas para que atinen los navios; era, o los reinos del Gran Khan o tie
tiene siete y ocho brazas de fondo a la rras que confinaban con ellos, como
boca y dentro cinco. Tenía este río, lo entendía y deseaba el Almirante.
de la parte del Sueste, dos montañas Como el Almirante oyó lo que decía
redondas y de la parte del Güesnorues- Martín Alonso, que conformaba con lo
te un muy hermoso cabo llano que sale que él sentía o entendía de los que lle
de fuera. Este puerto creo yo que fue vaba también en .su nao, de la su dicha
el de Baracoa, que puso por nombre primera isla, confirmóse más en su opi
Diego Velázquez, el primero que filé nión, y así determinó de llegarse al
con gente española a poblar a la dicha río que los indios decían estar de la
isla de Cuba al puerto de la Asunción, otra parte del Cabo de Palmas y de
como se dirá, placiendo a Dios, cuan enviar diz que un presente al rey de
do della hablaremos. aquella tierra y con él la carta de re
El martes, 30 de otubre, salió deste comendación de los Reyes de Castilla;
puerto y río de Mares y costeando la para lo cual tenía diz que un marinero
costa de la mar abajo, después de que había estado y andado por Guinea
haber andado quince leguas, vido un en semejante mensajería, y ciertos de
cabo de tierra lleno de palmas, y pú los de la dicha isla de Guanahaní, que
sole nombre Cabo de Palmas; los in a ir con él y acompañalle se ofrecían,
dios que iban en la carabela Finía, con que después diz que los tornasen
que eran de los que tomó en la prime a su isla. Y dice aquí el Almirante que
ra isla que descubrió, Guanahaní, que tenía determinación de trabajar cuan
nombró San Salvador, dijeron que de to le fuese posible por ir a ver al Gran
trás de aquel cabo estaba un río y del Khan, el cual pensaba que residía por
río a Cuba, diz que había cuatro jor allí, o la ciudad de Cathay, que es la
nadas. Decía Martín Alonso, capitán principal de las suyas, que era grandí
de la Pinta, que creía que aquella Cuba sima y de grandes riquezas, la cual traía
debía ser ciudad y que toda aquella pintada o situada en la carta que le
tierra era tierra firme; pues iba tanto envió el dicho florentín.
al Norte y era tan grande, y que el De aquí estimó el Almirante que toda
rey de aquella tierra tenía guerra con aquella tierra no era isla, sino fír
el Gran Khan, el cual ellos llamaban me, y en la verdad fué la isla de Cuba;
Camí, e a su tierra o ciudad Faba y y lo que dijo Martín Alonso que los
otros nombres muchos; todo esto con indios decían que del susodicho río a
cebía Martín Alonso de los dichos in Cuba había cuatro jornadas y que de
dios que llevaba en su carabela, que no bía ser alguna ciudad, manifiesto pa
entendía; y es cosa maravillosa cómo rece cuánto al revés entendían de lo que
lo que el hombre mucho desea y los indios por señas les hablaban, por
asienta una vez con firmeza en su ima que aquella Cuba no era la isla toda,
que así se llamaba, ni era ciudad,
ginación, todo lo que oye y ve, ser en
su favor a cada paso se le antoja; por
que este Martín Alonso había visto la t En blanco en el manuscrito.
158 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
como Martín Alonso creía, sino una que era huída.—Envió Un indio de los «,
provincia que se llamaba Cubanacán, traia.-D ió voces diciendo que h gente ^
cuasi el medio de Cuba, porque nacún venm era buena gente, que no hacui mTn
nadie. — Asegúranse todos.—Vienen segura
quiere decir en la lengua destas islas, mente a los navios.—Nótase la manse^tn.
medio o en. medio, y así componían bre de los indios, y cómo con facilidad fue.
este nombre Cubanacán, de Cuba y na- ron traídos a la fe y a buenas costumbres
cán, tierra o provincia que está en me si por amor y mansedumbre fueran tratados
y traídos. ~ Vido el Almirante tener a un
dio o cuasi en medio de toda la isla de indio un poco de plata.—Da testimonio el
Cuba. Esta provincia, Cubanacán, era Almirante muchas veces de la mansa condi
muy rica de minas de oro, como dire ción de los indios.—Tiene a Cuba por tierra
mos (placiendo a Dios), y como vían los firme y por los reinos del Gran Khan.~En-
vió dos cristianos y dos indios la tierra dem
indios que tanto y tantas veces los cris tro, a saber nuevas.—Dijo hallarse mil cien
tianos nombraban el oro y piaban por to cuarenta y dos leguas de la isla del Hie
oro, señalábanles la provincia de Cu rro.—Alaba mucfeo el puerto y la tierra.—
banacán, donde hallarían las minas de Puso los navios a monte.-—Entendió de al
gunos indios que el mucho oro estaba en
oro que deseaban. Ellos entendíanlo la isla Española.—Halló almáciga, algodón,
muy al revés y aplicábanlo que habla ajes y batatas y frísoles, etc.
ban del Gran Khan, de quien harto per
dido el cuidado [tenían]; y que fuese Vuelto al río y puerto de Mares con
aquella que señalaban la dicha provin los navios, el miércoles, 30 de otubre,
cia de Cubanacán, parece por esto, luego, jueves siguiente, primero de no
conviene a saber, porque considerada viembre, salido el sol, envió el Almi
la comarca donde comenzaron a andar rante las barcas en tierra a las casas
por la isla de Cuba y lo que habían que por allí estaban, y hallaron que
andado por la costa della hacia bajo, toda la gente había huido, y desde a
sin duda había dellos al paraje de un buen rato pareció un hombre;
la dicha provincia cuarenta o cincuen mandó el Almirante que lo dejasen
ta leguas, que serían de las canoas de asegurar y que se volviesen las barcas.
los indios cuatro o cinco jomadas. Después de comer tomó a enviar las
Hallábanse, a su parecer de la línea barcas, y en ellas que fuese uno de ios
equinoccial el Almirante, cuarenta y indios que traía consigo de Guanahaní,
dos grados; pero creo que está falsa el cual, desde lejos, dió voces a los que
la letra, porque no está la isla de por allí había de Cuba, diciendo que
Cuba sino [veinte] grados. no hobiesen miedo, porque aquella
Este martes en toda la noche anduvo gente que venía era buena y que no
con los navios barloventeando y, sien hacía mal a nadie, antes daba de lo
do de día, vido un río, y no pudieron suyo en muchas islas que había estado,
entrar en él por ser baja la entrada; y que no era del Gran Khan (aquí pa*
y navegando adelante, vieron un cabo rece también cuán poco y nada enten
que salía muy fuera en la mar, cercado dían de los indios, ni los indios de los
de bajos, donde había una bahía para cristianos), y desde las barcas se echó
estar navios pequeños, y no pudiendo a nadar el indio y fué a tierra, pr^*
doblar o encabalgar el dicho promonto guiendo en sus voces; el cual, salido
rio o cabo, por ser el viento Norte o en tierra, dos hombres que por allí pa
cuasi Norte, y toda la costa se corría recieron lo tomaron de los brazos y lle
al Nomorueste y Sueste y adelante sa varon a una de las casas, y largamente
líales otro cabo mucho más; por esta se informaron dél. Como fueron cier
dificultad, y porque el cielo mostraba tos que no se les había de hacer mal
querer ventar recio, acordó de dar la alguno, se aseguraron, y luego salió in
vuelta y tornarse al susodicho río y finita gente de los montes, y entraron
puerto de Mares.
a más andar en sus canoas, que el Al
mirante llama almadías, y vimeron a
CAPITULO XLV los navios quince o diez y seis, llenas
Tracta cómo, surto en el puerto de Mares, en de gente mansísima, con muchos ow-
vió las barcas en tierra; no hallaron gente, líos de algodón hilado y otras cosiUa*
HISTORIA DE LAS INDIAS 159
de las que tenían, de las cuales mandó menos, aunque en todas estas islas
el Almirante que no se les recibiese ni hohiese minas de plata, se halló alguna
tomase alguna, porque supiesen diz que en poder de loe naturales dellas, y en
no buscar el Almirante sino oro, a muchos muchas señales de oro; y ésta
quien ellos llaman nucay; aünque yo que dice aquí el Almirante que vido
creo que los cristianos no entendían, traer a un hombre, podía ser haberla
porque como todas estas islas hablasen hallado acaso. Entendieron de las señas
una lengua, la desta isla Española don que aquellos indios daban, que antes
de Daman al oro caona, no debían de de tres días vemían muchos mercade
decir los indios por el oro nücay. res de la tierra adentro a comprar de
Así que todo aquel día se gastó en las cosas que traían los cristianos, y que
venir muchos indios a los navios, y de darían nnevas del rey de aquella tierra,
los navios los cristianos salir a tierra, el cual colegían de sus señas y meneos
como si machos años hubieran conver que estaría de allí cuatro jomadas, y
sado los unos con los otros, muy segu que ellos habían enviado mensajeros
ramente. que le hiciesen saber de la venida del
Aquí será mucha razón notar cómo Almirante y de los cristianos.
estas gentes pudieran ser ganadas y traí Dice aquí el Almirante asi: ‘^Esta
das para Jesucristo, si por amor y man gente es de la misma calidad y costum
sedumbre fueran en los principios trata bres de los otros bailados, sin ninguna
das e inducidas, pues, por sola infor secta que yo cognozca, que hasta hoy
mación, cuasi súpita, de un otro indio [a] aquestos que traigo, no he visto ha
y de otras islas, que la gente que venía cer ninguna oración, antes dicen la Sal
era pacífica y no dañosa o nociva, con ve y el Ave María con las manos al
tanta confianza y seguridad se pusie cielo como les amuestran, y hacen la
ron en las manos de gente, al parecer, señal de la cruz. Toda la lengua tam
feroz, y tan extraña y diferente dellos, bién es una, y todos amigos, y creo que
nunca cognoscida ni oída. Bien claro sean todas estas islas, y que tengan gue
y manifiesto está el argumento, y evi rra con el Gran Khan, a quien ellos Ua-
dente indicio es de la mansedumbre, man Cavila, y a la provincia Bafan,
simplicidad, bondad y docibilidad na y así andan también como los otros
tural destas gentes, y cuán aparejadas desnudos.” Estas son sus palabras.
estaban por Dios para poderse tras Dice también que por cierto tiene ser
plantar y transformar, de ramos de aquella tierra firrue? y que estaba ante
acebuche y silvestres amargos de la sil Zaiton y Quisay, ciertas ciudades o
va de BU gentilidad, en olivas o vides provincias de la tierra firme que tenía
dulcísimas de su carísima y preciosísi pintada en la carta del Paulo, físico,
ma viña. que arriba se dijo, cien leguas poco
Tomando a lo que referíamos, esta más o menos lejos de lo uno y de lo
ba el Almirante atentísimo si vía en otro; y dice que bien se mostraba ser
alguno de aquellos hombres algún oro, así, por la mar, que venía de otra
y no lo vi do; pero dice que vido traer suerte que hasta entonces había veni
a uno dellos tm pedazo de plata labra do, y ayer que iba al Norueste, halló
da, colgada de la nariz, de donde co que hacía diz que frío.
ligió haber plata en aquella tierra o Con esta opinión que tenía de que
isla. Esta nunca jamás en muchos años aquella era tierra firme y reinos del
allí la sentimos, y podría ser que la ho- Gran Khan o confines dellos, para te
bíese, porque como los naturales veci- ner alguna noticia y haber lengua dello,
U08 e indios della no curasen de los me acordó enviar dos hombres españoles,
tales generalmente, y si algún oro tenían el uno se llamaba Rodrigo de Jerez,
cfa poco, y el que acaso hallaban en que vivía en Ayamonte, y el otro era
los ríos, porquel oro es más fácil de un Luis de Torres, que había vivido con
hallar y sacar, por estar comúnmente el adelantado de Murcia, y había sido
somero y menos hondas las minas judío y sabía hebraico y caldeo, y aun
del que las de la plata, por eso mucho diz que arábigo. Con éstos invíó dos
I
160 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
indios, uno de los que traía consigo de ira; no pudo ver cosa por la muche
Guanahaní, el otro de aquellas casas dumbre de las arboledas, que eran fres*
que estaban en aquel río pobladas. quísimas y odoríferas. Decía no tener
Dióles de los resgates sartas de cuentas duda que no bebiese por allí muebaa
y otras cosas para comprar de comer, sí hierbas y árboles aromáticos; no se le
les faltase, y seis días de término para cansaban los ojos de ver tanta hermo
que volviesen. Dióles muestra de es sura y lindeza, ni los oídos se le harta
pecería para cognoscerla, si alguna por ban de oír los cantos dulcísimos de las
el camino topasen. Dióles instrucción aves. Vinieron aquel día muchas canoas
cómo habían de preguntar por el rey o almadías a resgatar cosas de algodón
de aquella tierra, y lo que le habían hilado y hamacas (que son las camas,
de hablar de partes de los Reyes de que arriba en el cap. [42] ^ dejimos) a
Castilla, cómo enviaban al Almirante los navios.
para presentalles sus cartas y un pre Domingo, de mañana, tomó a salir
sente que le enviaban, y para tener no en tierra el Almirante a cazar, y vino
ticias de su estado y tener amistad con a él Martín Alonso Pinzón con dos pe
él y ofrecerle su favor y buenas obras dazos de canela, y diz que un porto-
para cada y cuando dellas se quisiese gués que en su carabela traía vido a
aprovechar, y para tener certidumbre un indio que traía manojos della; mos
de ciertas provincias y puertos y ríos tró el Almirante a los indios de allí
de que el Almirante tenía noticia, y canela y granos de pimienta de Casti
cuánto distaban de allí. lla, preguntándoles por senas si en
Aquí tomó el Almirante el altura aquella tierra la había; respondiéron
con un cuadrante, este viernes, en la le que sí, señalando hacia la parte del
noche, y halló que estaba de la línea Sueste; la pimienta, porque parece a
equinoccial 42 grados; pero esto, como la pimienta montes de aquestas tierras
arriba se dijo, es imposible, porque no que llaman ají, bien pudieron enga
está Cuba sino [20] ^ grados, y debía ñarse diciendo que la había, pero la
ser falso el cuadrante, o está errada la canela nunca se halló en todas estas
letra por vicio del escribano, como islas. Mostróles también oro y perlas,
suele muchas veces en cosas de gran im V respondieron ciertos viejos que en un
portancia acaecer. lugar que llamaron Bohío había infini
Dijo también que, por su cuenta, to, y que lo traían al cuello y a las ore
hallaba que había navegado desde 1a jas y en los brazos y piernas, y tam
isla del Hierro hasta allí mil y ciento bién perlas.
y cuarenta y dos leguas. Afirmaba to Este bohío quiere decir en su lengua
davía ser aquella isla de Cuba tierra casa, y por eso es de creer <rae no en
firme, consideradas las islas y tierra fir tendían los indios decir sino Haití, que
me que traía pintadas en la carta de es esta isla Española donde ellos seña
Paulo, físico, de que muchas veces ha laban que había oro, y así no los en
bernos hecho mención. tendían; como lo que creían entender
Sábado, 3 días de noviembre, por que diz que había naos grandes y mer
la mañana, entró el Almirante en la caderías, y que lejos de allí habían
barca por ver aquel río, el cual hace a hombres de un ojo, y otros con hoci
la boca un gran lago, y déste se cons cos de perros que comían los hombres,
tituye un singularísimo puerto muy y que en tomando alguno, lo degolla
hondo y limpio de piedras, con la.pla ban y cortábanle sus instrumentos viri
ya mucho buena y dispuesta para po les, nunca tales monstruos se vieron en
ner navios a monte, cercado de abun estas tierras, y así parece que no los
dancia de leña. Entró por el río arri entendían, puesto que podían querer
ba hasta llegar al agua dulce que sería signifícar los que comían carne humana
cerca de dos leguas y subió en un mon- de algunas islas, que llamaban caribes.
tecillo para descubrir algo de la tíe- Dice más aquí el Almirante : ‘‘Esta
líanos tanta autoridad como de su bon común así a los infieles como a los fie
dad y rectitud y mansedumbre los in les? Item, ¿quién había de dar a D ios
dios habían concebido, y tanto crédito; cuenta de los pecados de adulterio que
y no lo excusa el buen íin que tuvo el cometieron los indios que llevó consi
Almirante, cuanto bueno y provechoso go, a quien dio por mujeres aquellas
para después quiera que fuese, porque mujeres, y si quizá se añidió alguno
nunca hemos de hacer cosa mala, por de incesto, que es mayor que el a d u l
chica y míniina que sea, para que por terio, si por caso eran muy propincuos
ella o della haya de salir o hayamos de parientes? ¿Y los que cometieran ta m
sacar inestimables Bienes. Así lo afirma bién de adulterio los maridos de aqué
San Pablo, Ad Romanosy 2 : ISon sunt llas, casándose no pudiendo, prohibién
facienda mala ut bona eveniant. Y por dolo la ley natural, con otras m u je
que nunca suelen los hombres caer en res? Ciertamente, inconsideradamente
un solo yerro, ni un pecado se suele se hobo aquí el Almirante, aunque en
solo cometer, antes suele ser mayor el otras cosas era prudente. Muchos son
que después sobreviene, así acaeció al prudentes, y fueron en el mundo en
Almirante S que, queriendo perhcio- lo que toca a las cosas humanas y tem
nar su propósito, envió una barca con porales, pero faltan muchas veces y en
ciertos marineros a una casa que estaba muchos actos, cuanto a la rectitud de
de la parte del río, al Poniente, y lo la razonable y cristiana prudencia. Por
maron y trujeron siete mujeres, en sola esta injusticia, y no razonable, an
tre chicas y grarnles, con tres ñiños- tes muy culpable obra, sin que otra
Esto dice él que lo hizo porque mejor ninguna el Almirante hiciera, podía
se comportan los hombres en España bien cognoscer ser merecedor ante Dios
habiendo mujeres de su tierra que sin de las tribulaciones y angustias en que
ellas; porque ya otras veces muchas se después toda su vida padeció, y que
acaeció traer hombres de Guinea en muchas más le diera; porque m uy di
Portogal, y después que volvían y pen ferentes son los juicios de los hom bres
saban <le se aprovechar dellos en su y la estimación y tasación que hacem os
tierra, por la buena compañía que les de los grados y quilates de los pecados,
habían hecho, y dádivas que se les ha a los que juzga y tasa Dios, que lo
bían dado, en llegando en tierra jamás lleva y determina por muy delgado.
parecían. Así que teniendo sus muje Un pecado nos parece acá que no
res, ternán gana de negociar lo que se es nada o que no perjudica tanto, por
les encargare, y también estas muje nuestra ceguedad o costumbre o faci
res mucho enseñarán a las nuestras su lidad de pecarlo, o también por el bien
lengua, la cual es toda una en todas es que procede algunas veces dél; pero,
tas islas de Indias, y todos se en delante de Dios, es juzgado por muy
tienden, y todas las andan con sus al grave y muy pesado, cuya considera
madías, lo que no hacen en Guinea, ción, si la alcanzásemos, nos h aría tem
adonde es mil maneras de lenguas, que blar las carnes. Y no se debe lison jear
la una no entiende a la otra” . Todas ni engañar nadie confíando, qu e, por
éstas son palabras formales del Al los bienes que salen algunas veces de
mirante. los pecados, sean excusados, porque
Gentil excusa ha dado para colocar aquellos bienes no salen de la m aldad
o justificar obra tan nefaria. Pudiéra- humana, que de sí no es apta p ara que
sele preguntar, ¿que si £ué pecado y della salga bien alguno, sino sola y
que tan grave, quitar o hurtar o robar precisamente del abismo y profundidad
con violencia las mujeres que tenían de la bondad y provindencia divina, la
sus proprios maridos, pues el matrimo cual no permitiría que algún m al ni pe-
nio es de derecho natural, y es rato, cado se perpetrase, si antes quel peca
y cuanto al oficio de la naturaleza es dor lo cometa, ni piense, no tuviese
ordenado el bien, o de su justicia o de
^ Nota otro cano más feo.—IVo/a al margen^ su misericordia, que ha de sacar dél;
de letra de Las Casas. y así no quedará sin su debida pena el
HISTORIA DE LAS INDIAS 165
que lo comete, puesto que sean muchos <ie almáciga, y mayor diz que la ha
y grandes ios bienes ejue dél procedan bría, sí mayor se quisiese hacer, por
o puedan proceder. que los mismos árboles, plantándolos,
Después, la noche que se partió des prenden de ligero, y hay muchos y muy
de puerto de Mares, vino una canoa grandes y tienen la hoja como lentisco,
al bordo de la nao del Almirante con y el fruto, salvo que es mayor el árbol
un hombre de hasta cuarenta y cinco y fruto, como dice Plinio, y él había
años en ella, marido de una de las mu visto en la isla de Xio, en el Archipié
jeres que allí habían tomado y padre lago, en el tiempo que allí estuvo, don
de los tres niños, im macho y dos hem de sacaban de provecho della cincuenta
bras, y rogó que, pues, le llevaban su mil ducados, si bien se acordaba. Esto
mujer y sus hijos, le llevasen también que dice que los inisnios árboles plan
a éí con ellos. í]l Almirante dice que tándolos prenden de ligero, dice cier
le plugo dello, y yo así lo creo, y tam to verdad, porque todos, cualesquiera
bién tengo por cierto que quisiera más árboles y ramas prenden hincándolas
el indio que le dieran su mujer y hi en la tierra, y mucho más los de la al
jos y quedarse con ellos en su tierra, máciga; pero no sé yo cómo lo pudo
que no desterrarse y ir a morir a la él experimentar en cuatro o cinco días
ajena. o diez que anduvo por allí e no todos
Torna el Almirante aquí a repetir estuvo en un lugar. Dice, asiinísiiio, po
de la bondad natural de los indios de derse haber gran suma de algodón eo
aquella isla diciendo a sí: “Yo vi e aquella isla o tierra de Cuba, y que
cognozco que esta gente no tiene secta cree que se vendería muy bien por acá,
ninguna, ni son idólatras, salvo inxiy en las grandes ciudades del Gran Khan
mansos, y sin saber qué sea mal, ni que se descubrirían sin duda, y otras
matar a otros, ni prender, y sin armas muchas de otros señores que habrían
y tan temerosos, que a una persona de en dicha servir a los Reyes de Castilla,
los nuestros fuyen ciento dellos, aun sin llevallo a España.
que burlen con ellos, y crédulos y cog-
noscedores que hay Dios en el cielo, e
firmes que nosotros habernos venido C A P IT U L O X L V l í
del cielo, y muy prestos a cualquiera
oración que nos les digamos que digan, De cómo tuvo el Almirante relación de cierta
tierra riquísima de. oro, hacia el Levante,—
y hacer el señal de la cruz. Por esto y por otras causas dió la vuelta ha
”Así que deben Vuestras Altezas de cia el Levante.—Descubrió maravillosos ríos
terminarse a los hacer cristianos, que y puertos con muchas poblaciones. — Halló
creo que si comienzan, en poco tiem una mar de islas dignas de admiración.—
Vido las sierras de la isla Española.—llallí
po acabarán de los haber convertido almáciga y lignáloe.—l'ido cañas.-~yido pes
a nuestra sancta fe multidumbre de pue cados y animales diversos. — liaUó piedras
blos, y cobrado grandes señoríos y ri con nuinchas doradas, otras que parecían de
quezas, y todos sus pueblos de España, minas de plata, otras de hierro.—Apartóse,
de su compañía y obediencia con su carabe
porque sin duda es en estas tierras gran la Martín Alonso Pinzón, etc.
dísima suma de oro, que no sin causa
dicen estos indios que yo traigo que Estando en este río de Mares, tuvo
ha en estas islas lugares adonde cavan el Almirante relación (según al menos
el oro, y lo traen al pescuezo, a las él creía que entendía), que había una
orejas y a los brazos e a las piernas, isla o tierra hacia la parte del Levante,
y son manillas muy gruesas, y también que llamaban Babeque, y otra que de
piedras, y ha perlas preciosas, y infi cían Bohío, y ésta creo que era esta
nita especería, etc.” Estas todas son isla Española, donde la gente della diz
palabras formales del Almirante. que cogía el oro de noche con cande
Dijo también que había en aquel las en la playa, y después con martillo
puerto de Mares grandísima cantidad hacían vergas ríello. Y bien parece
t N ou de la bondad natural de loa indios.—
cuánta diligencia y afección ponían en
JVoía al margen» de le tra de Las Casas. preguntar por el oro, pues los indios.
23
1
166 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
que son dos leguas, y así anduvo desde ma tienen como una mesa y al pie de
las diez del día, que comenzó aquella llas grandísimo fondo, que podrá lle
derrota, hasta el poner del sol, 56 mi gar a ellas una muy grande carraca,
llas, que son cuatorce leguas desde el llenas todas de arboledas como unas
Cabo de Cuba (no el postrero de la isla, | graciosísimas florestas y sin peñas.
sino el qpie puso el Cabo de Cuba, que j Acordó de andallas con las barcas de
dije agora nombrarse la punta de Mai- | los navios; dice maravillas dellas. Ha
cí)- Parecióle que descubría con la vista í lló almáciga e iiifiniU) liguáloe. Algu
las sierras de Bohío, que le quedaban nas dellas estaban labradas y con las
de solaviento, y que habría del cabo de heredades de las que los indios hacen
dicho golfo ochenta millas, que son su pan y las otras raíces que comen.
veinte leguas. Barloventeó esta noche Halló en algunas encendido fuego, y
y por inconvinientes que vía, por no no gente, por lo cual parece que huyó
tornar atrás, determinó de se llegar a la gente viendo los navios, estimando
la tierra, y vido muchos ríos y puertos, quizá que eran grandes animales que
pero no con muy claras entradas, y al salían de la mar; en otras vieron gente
cabo de haber andado así sesenta y cua y cómo se iban a esconder a los mon
tro millas, que son diez y seis leguas, tes. El hondo que hallaba en todas las
halló una entrada honda, y ancha un que anduvo era quince y diez y seis
cuarto de milla, donde entró y vido brazas, y todo abajo era basa, que
tantas islas que no las pudo contar, to quiere decir que el suelo es todo arena
das de buena grandeza y altísimas, lle limpia de peñas, que es lo que mucho
nas de diversidad de árboles de mil desean los marineros, porque las pe
maneras y de palmas infinitas. ñas cortan los cables con que se ama
Maravillóse sobremanera en ver tan rran las anclas.
tas islas y tan altas, y certifica a los Y porque dondequiera que entraba
Reyes que las montañas que desde an de nuevo, como arriba se dijo, ponía
tier lia visto por esta costa de Cuba y una grande cruz, saliendo viernes, 16
las destas islas, le parece que no las de noviembre, con la barca en tierra,
hay más altas en el mundo, ni tan fué a una boca de aquellos puertojí, y
hermosas y claras, sin niebla ni nieve, en una punta de la tierra halló dos
V al pie dellavS grandísimo fondo, y dice maderos muy grandes, uno más largo
que cree que estas islas son aquellas que el otro, y el uno sobre el otro he
innumerables que en los mapamuiidos chos cruz, los cuales, según dice, no
en fin de Oriente se ponen. los pudiera poner mejor proporciona
Dice más a los Reyes, que creía que dos un carpintero; y, adorada aquella
había grandísimas riquezas y piedras cruz, mandó hacer de los mismos ma
preciosas y especería en ellas, y que du deros una muy grande y alta cruz, la
ran muy mucho al Sur, y se ensanchan cual hizo poner en un lugar muy emi
a toda parte. Púsoles nombre la Mar nente, no aquel día, sino el domin
de Nuestra Señora, y al puerto que está go. Vido cañas por aquella playa; cre
cerca de la boca de la entrada dellas yó que salían de algún río, y tenía ra
puso nombre Puerto del Príncipe, en el zón. Entró con la Larca en una caía
cual no entró, mas de velle desde fuera, (que es un rincón angosto que hace den
hasta otra vuelta que dió el sábado de tro de la tierra el agua de la mar), donde
la semana venidera, como allí parecerá. hacía un alto de piedra y peña como
Dice tantas y tales cosas de la hemosura, cabo, y al pie dél había tanto fondo,
fertilidad y altura destas islas, que halló que la mayor carraca del mundo diz
en este puerto, que afirma a los Reyes que pudiera poner el bordo en tierra,
que no se maravillen porque las encarez y había un lugar donde podían estar
ca tanto, porque les certifica que cree seis navios sin anclas como en una
no encarecer la centésima parte. Algu sala. Parecióle que se podía hacer allí
nas dellas, que parecía llegar al cielo una fortaleza a poca costa, si en al
V hechas como puntas de diamantes; gún tiempo en aquella mar de islas re
otras que, sobre su gran altura, enci sultase algún resgate famoso. Hizo bus-
168 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
car por allí si había nácares, que son y la marea era al revés de las de Casti
las ostias en que nacen las perlas, y ha< lla. Esto cognoscía porque allí era ba
liaron diz que muchas, sin perlas, y jamar estando la luna al Sudueste cuar
echábalo a que no debía ser tiempo ta del Sur.
dellas, el cual creía ser mayo y junio. Partió de aquel puerto el lunes, 19
Pescando los marineros con redes. To de noviembre, antes del sol salido, con
maron un pece, entre otros muchos, calma; después hízole viento contra
que parecía proprio puerco, no como rio Leste, porque al Leste había él de
tonina, y era todo concha muy tiesta y ir y fué ai Nornordeste; apartóse del
que no tenía cosa blanda sino la cola Puerto del Príncipe, donde había sali
y ios ojos, y un agujero debajo delia do, siete leguas; vido diz que de allí
para expeler sus superfluidades; man la isla del Baneque, y estaría della 60
dólo sacar para llevarlo a los Reyes. millas, que son quince leguas. Yo creo
Hallaron los marineros diz que un ani que esta isla o tierra del Baneque de
mal que parecía taso o taxo, no dice bía ser, o esta isla Española, o algu
si en la mar o en la tierra. na provincia o parte della, y que la
Sábado, de mañana, 17 de noviem debían nombrar ios indios por aquel
bre, saltó en la barca y fue a ver las nombre, porque nunca ésta después pa
islas que no había visto de la banda reció, pues nunca hace más el Almi
o parte del Sudueste, las cuales vido ser rante mención della, hallada esta Es
muy graciosas y muy fértiles, y entre pañola. Con vientos contrarios no pndo
medio dellas halló gran fondo. Divi ir su camino, por lo cual determinó
dían algunas dellas arroyos de agua de se volver al dicho Puerto del Prín
dulce, y que creía que salían de algunas cipe, de donde había salido, que esta
fuentes que había en las cumbres de ba ya dél XXV leguas, y aunque esta
las sierras. Pasando adelante halló una ba de la isla Isabela doce leguas, dijo
ribera de agua muy dulce y muy fría, que no quiso ir allá, porque no se le
y por lo enjuto della había un prado fuesen los indios que había tomado en
muy lindo y palmas altísimas. Vido San Salvador, que estaba della ocho le
nueces grandes y ratones grandes como guas, los cuales diz que tenían entendi
de la India; éstos eran los grami- do que en hallando oro el Aimirante
niquinajes, que arriba en el capítulo los había de dejar ir a su tierra. Final
fXLVI] ^ dejimos, que eran unos ani mente, anduvo con mucho trabajo por
males como perrillos, muy buenos de la variedad de los vientos, y no pudo
comer, que había muchos sola en aque tornar al dicho Puerto del Príncipe
lla isla de Cuba. Aves vido muchas, y hasta el sábado, después de hora de
olor vehemente de almizque, y creo tercia.
que lo debía de haber allí. El miércoles se haUó el Almirante
En este día, de los seis mancebos que cuarenta y dos grados desviado de la
tomó en el río de Mares y mandó que línea equinoccial, como en el río de
fuesen en la carabela T^iña, se huyeron Mares; pero esto es imposible, como
los dos mayores de edad. allí se dijo, y al mismo Almirante pa
Domingo, 18 de noviembre, salió en recía que no debía estar tanto, porque
tierra con las barcas y mucha gente, y dice aquí que tiene suspenso el cua
fue con gran alegría a poner la cruz drante hasta llegar a tierra que lo ado
muy grande, que mandó hacer de los be. Dice que hacía calor por allí, del
dos grandes maderos, a la boca del di cual argüía que debía de haber por
cho Puerto del Príncipe, en un lugar aquellas tierras mucho oro.
descubierto y vistoso, puesta muy alta Miércoles, en la noche, 2 1 de no
y muy hermosa vista. La mar diz que viembre, antes que tomase la tierra y
crece y descrece allí mucho más que el Puerto del Príncipe otra vez, como
en otro puerto de los que por allí ha pretendía, se le fué Martín Alonso Pin
bía visto; echábalo a las muchas islas; zón con la carabela Pinta, de la que
venía por capitán, sin su licencia y con
* E n blanco ct ntnnuscrito. tra su obediencia, ciego de cudicia y
HISTORIA DE LAS INDIAS 169
quizá lleno primero de soberbia, por puerto puso de Santa Catalina, por ser
que un indio de los que había el Almi aquel sábado su víspera. Este puerto
rante mandado poner en aquella cara diz que estaba junto a la boca de la
bela diz que le había certificado o pro entrada de las muchas islas, que llamó
metido de llevalle a cierta isla o tierra Mar de Nuestra Señora; la barra o en
donde hobiese mucho oro; y aquí dice trada dél tenía seis brazas y hasta vein
el Almirante: “Otras muchas me ha te, y limpio; vieron en él un río pode
hecho y tdicho” . Llevó el camino del roso y de más agua que los que hasta
Leste, hacia donde creían estar la tie allí habían visto; el agua dulce dél
rra de Baneque, el cual iba a vista del se bebía junto a la mar; a la entrada
Almirante, hasta que el jueves en la tenía un banco, pero dentro era miiv
noche, como fuese en la carabela que hondo, de ocho y nueve brazas; esta
era más velera que todas, del todo des ba lleno de palmas y de grandes arbo
apareció, puesto que el Almirante hizo ledas.
tomar algunas de sus velas y tener fa Domingo, antes del sol salido, fiié
rol o lumbre-toda la noche y señales con la barca y anduvo por cerca de un
para que arribase sobre él, pero él no cabo que hacía la tierra; vido un río
curó sino irse. y en él unas piedras relucientes con
El viernes, antes que tomase la tie unas manchas de color de oro, y man
rra, vido un cabo de tierra hacia el dó co;ier dellas para llevar a los Re
Leste o Levante, a la cual señalaban yes. Estas debían ser piedras de mar-
los indios llamarse Bohío, y creemos gasita, que parecen de oro dentro de
que era esta isla Española, y que ba ios ríos, y hay mucha por los ríos
hía diz que en ella gente que tenía en destas islas. De allí dieron voces los
la frente un ojo, y otros que llamaban marineros aue vían pinos de maravillosa
caníbales, a quienes mostraban tener grandeza, derechos como Inisos, donde
gran miedo; y desque vieron que lle cognosció poderse hacer navios e infi
vaba camino de acá, diz que no podían nita tablazón por los muchos robles
hablar, porque los comían; y signifi que también bahía, y donde se pudie
caban que era gente muy armada. sen hacer sierras de agua. Entró en
De donde parece que ninguna o cua una cala o rincón que hacía la mar y
si ninguna cosa les entendían, porque vido un puerto que cabrían cien naos
en esta isla, ni nunca bobo gente de un sin amarras v anclas, v dice que el
ojo, ni caníbales que comiesen los puerto era tal, qrue los ojos parece míe
hombres, y tampoco tuvieron más ni otro tal nunca vieran; las sierras altísi
mejores armas que las que hasta en mas todas de pinales, de las cuales des
tonces el Almirante había visto. Y así cendían muchas aguas lindísimas, v flo
dice aquí él que creía que había algo restas graciosas y muchos árboles de
dello, pero no todo, y que si eran madroños: la tierra v los aires diz que
armados sería gente de razón, y que el más teranlados que hasta allí, por la
temor que tenían debía ser porque ha altura v hermosura de las sierras. Ha
brían captivado algunos, y porque no llaron por la playa piedras que parecían
volvían en sus tierras, estimaban que de hierro y otras que algunos juzgaban
los habían comido, y lo mismo creían ser de minas de plata.
(según dice aquí el Almirante) de los Encarece todo aquesto en grande ma
cristianos y dél al principio que los nera, protestando que no dice la cen
vieron, que comían los hombres, hasta tésima parte, y dando gracias a Dios,
que juzgaron, pues no les hacían mal, porque le plugo de le mostrar siempre
haber descendido de los cielos. una cosa mejor que otra en todo lo
Así que sábado, 24 de noviembre, que, descubría cada día, yendo de bien
bobo de tomar tierra, y entró en un en mejor, así en las tierras y arbole
puerto junto a par del del Príncipe, en das y hierbas y frutas y flores, como
que cabrían todas las naos de España en las gentes, puertos y aguas, y final
y podían estar seguras de todos los mente, dice que si a los que lo vían era
vientos, sin amarras ni anclas. A este causa de tan gran admiración, I qué
170 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
podrá causar a los que estas maravillas fué dicho. Al poner del sol Uegó cer
oyeren!, y afirma que nadie, si no lo ca del Cabo de Campana; no quiso
ve, lo podrá creer. tomar tierra, diz que porque era tan
ta la deletación que de ver aquellas
tan frescas y hermosas tierras resce-
CAPITULO XLVIII bía, que lo hacía retardar en el camino
y estorbábase de lo que pretendía.
£ n el cual se contiene cómo el Almirante sa Martes, vido una grande bahía y al
lió del puerto de Santa Catalina y fué des pie del Cabo de Campana halló un
cubriendo por la costa arriba. — Vida mu admirable puerto y un gran río, y de
chos y maravillosos ríos y puertos, unos me
jores que otros, y tierras fértilísimas y tem-
a un cuarto de legua otro río, y de allí
peratísimas.—Da testimonio de la bondad y a media legua otro río, y dende a otra
docilidad de los indios.—Confiesa quel fin media legua otro río, y dende a otra
de su descubrimiento es la gloria y amplia legua otro río, y dende a otro cuarto
ción de la religión cristiana.—Hallaron po
blaciones y un pan de cera; dicese que aque otro río, y dende a otra legua otro río
lla cera vino de Yucatán.—Cuenta el autor grande, desde el cual hasta el Cabo
que hilló él otro pan de cera en aquella isla de Campana habría veinte millas, que
el año de 1514.—Hallaron también unas ca son cinco leguas, y quedábanle al Su
bezas de hombres antiguas, guardadas en este; los más de todos estos ríos tenían
un cestillo, y lo que dice el Almirante cerca
desto. grandes entradas, y anchas y limpias,
con sus puertos maravillosos para naos
Lunes, 26 de noviembre, mandó al grandísimas, sin bancos de arena ni de
zar las anclas y dar las velas y salió piedras ni restringas.
de aquel puerto de Santa Catalina y Viniendo así por la costa, a la par
navegó de luengo de costa y cerca de te del Sueste del postrero río, halló
tierra, por ver mejor lo que había, la una grande población, la mayor que
vía del Sueste, y vido algunos cabos de hasta entonces había hallado, y vido
tierra, y a uno puso nombre Cabo del venir a la ribera de la mar infinita
Pico, y a otro Cabo de Campana; y gente, dando grandes voces, todos des
andaría este día ocho leguas, dentro nudos, con sus azagayas en las manos.
de las cuales notó y marcó nueve seña Con propósito de hablar con eUos,
lados puertos, de los cuales todos los mandó amainar las velas y surgir; en
marineros hacían maravillas, y cinco vió las barcas a tierra, ordenados de
ríos grandes. Detrás del Cabo del Pico manera que ni hiciesen mal a los in
están dos isletas, que terná cada una dios ni lo recibiesen dellos, mandán
obra de dos leguas en cerco, y dentro doles que les diesen de los resgates.
dellas tres maravillosos puertos y dos Los indios hicieron ademanes de no
grandes ríos. Toda la tierra es mon los dejar saltar en tierra, pero viendo
tañas altísimas, muy hermosas, no se que las barcas se allegaban y que no
cas ni de peñas, sino todas andables, les habían miedo, se apartaron de la
verdes pinales y valles hermosísimos playa. Creyendo que saliendo dos c
de árboles altos y frescos, que era glo tres cristianos no temieran, fueron tres
ria mirarlos, según el Amirante dice, diciéndoles en su lengua que no hobie-
y así yo lo creo más que él encare sen miedo (porque diz que ya sabían
cerlo puede; todo esto es por la costa algunos vocablos della,, por la conver
del Sur de la isla de Cuba. sación de los que consigo de las otras
No vido población alguna, puesto islas traían), pero no aprovechó nada,
que creía que dentro de la tierra las porque todos dieron a huir. Fueron
había, porque dondequiera que salta los tres cristianos a las casas y no ha
ban en tierra hallaban fuegos y seña llaron persona ni cosa suya en ellas;
les de haber gente. Así le pareció que volviéronse a los navios, alzaron luego
había visto hacia el Sueste la tierra velas, y era medio día, martes, 27 de
que llamaban los indios Bohío, que noviembre.
es esta isla Española, puesto que en el Guiaron hacia un cabo hermoso que
nombre no creo que los entendía, como les quedaba al Leste, que distaría ooho
HISTORIA DE LAS INDIAS 171
leguas, Y habiendo andado media le cribo; es cierto, señores principes, que
gua de donde salieron, vido el Almi donde hay tales tierras, que debe haber
rante, a la parte del Sur, un puerto sin infinitas cosas de provecho. Mas yo no
gularísimo, y de la parte del Sueste rae detengo en ningún puerto, porque
unas tierras hermosas a maravilla, así querría ver todas las más tierras que
como una vega montuosa dentro de yo pudiese para hacer relación dellas
aquellas montañas. Parecían grandes a Vuestras Altezas; y también no sé
humos y grandes poblaciones, y las tie la lengua, y la gente destas tierras no
rras muy labradas, por lo cual deter me entienden, ni yo, ni otro que yo
minó de se bajar a este puerto y pro tenga a ellos, y estos indios que yo
bar si podía haber lengua con aquella traigo muchas veces les entiendo una
gente; deste puerto dice maravillas, cosa por otra, al contrario, ni fío mu
porque era tal, que si mucho había en cho dellos, porque muchas veces han
carecido los de atrás, deste afirma ser probado a fingir. Mas agora, placiendo
muy mejor, y por la lindeza y templan a Nuestro Señor, veré lo más que yo
za de la tierra y comarca della y arbo pudiere, y poco a poco andaré enten
ledas, pinales y palmares y por una diendo y cognosciendo, y faré enseñar
grande vega, la cual puesto que no fue esta lengua a personas de mi casa, por
se llana de llano pero era llana de que veo que es toda la lengua una,
montes llanos y bajos, y por ella salían fasta aquí.
muchas riberas de aguas dulcísimas, ”Y después se sabrán los beneficios
que procedían de aquellas sierras, que y se trabajará de hacer todos estos pue
todo dice que era la más hermosa cosa blos cristianos, porque de ligero se
del mundo. hará, porque ellos no tienen secta nin
Después de surta la nao, saltó el Al guna, ni son idólatras y Vuestras
mirante en la barca para ver y soldar Altezas mandarán hacer en estas par
(sic) el puerto, el cual era como una tes ciudad y fortaleza, y se convertirán
escudilla, y cuando estuvo frontero de estas tierras. Y certifico a Vuestras Al
la boca al Sur, halló una entrada de tezas que debajo del sol no me parece
un río que tenía de anchura tanto que las puede haber mejores en ferti
que podía entrar por ella una galera, lidad, en temperancia de frío y calor,
por tal manera que no se vía hasta en abundancia de aguas buenas y sa
llegar a ellá; entrando por ella cuanto nas, y no como los ríos de Guinea, que
longura de la barca, tenía de fondo son todas pestilencia; porque, loado
cinco y ocho brazas, y era cosa mara Nuestro Señor, hasta hoy, de toda mi
villosa de ver las arboledas y frescura gente, no ha habido persona que le
y el agua clarísima y el chirriar de haya mal la cabeza, ni estado en cama
las aves y la templanza y amenidad por dolencia, salvo un viejo, de dolor
de la tierra, que sentían andando por de piedra de que él estaba toda su vida
ella, que dice aquí el Almirante que apasionado, y luego sanó a cabo de dos
le parecía que nunca quisiera salir de días. Esto que digo es en todos tres
allí. E iba diciendo a la gente que lle los navios. Así que placerá a Dios que
vaba en su compañía, que para de Vuestras Altezas enviarán acá o vernán
todo aquello que vían hacer relación hombres doctos y verán después la ver
a los Reyes, no bastaran mil lenguas dad de todo. Y porque atrás tengo ha
a referillo ni sus manos a lo escrehir, blado del sitio de villa y fortaleza en
y que no le parecía sino que estaba el río de Mares, por el buen puerto y
encantado. Deseaba que vieran las cosas por la comarca, es cierto que todo es
que él vía muchas personas prudentes verdad lo que yo dije, mas no hay nin
y a quien los Reyes dieran crédito, y guna comparación de allá aquí, ni
afirmaba tener por cierto que no las de la Mar de Nuestra Señora, porque
encarecerían menos que él.
Dice más el Almirante aquí estas pa ^ Nota el testimonio que da e! Almirante
labras : “ Cuánto será el beneficio que otra vez de la docilidad de los indios.—Nota
de aquí se puede haber, yo no lo es al margen, de letra de Las Casas.
172 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
aquí debe haber infra la tierra gran aguas, buenas tierras, bueñas comar
des poblaciones y gente innumerable cas y mucha leña.
y cosas de grande provecho, porque Porque no se pudo partir miérco
aquí y en todo lo otro descubierto y les, 28 de noviembre, fue la gente a tie
tengo esperanza de descubrir antes que rra y entraron un poco por ella; ha
yo vaya a Castilla, digo que tema toda llaron grandes poblaciones y las casas
la cristiandad negociación en ellas, vacías, porque eran todos, de miedo
cuanto más la España, a quien debe de los cristianos desque vieron los na
estar subjeto todo. Y digo que Vues vios, huidos.
tras Altezas no deben consentir que Llegaron, jueves, algunos de los cris
aquí trate ni faga pie ningún extran tianos a otra población, y hallaron las
jero, salvo católicos cristianos, pues casas de la misma manera, vacías. To
esto fue el fin y el comienzo del pro paron en el camino con un viejo que
pósito, que fuese por acrecentamiento no les pudo huir; dijéronle por se
y gloria de la religión cristiana S ni ñas que no le habían ni querían hacer
venir a estas partes ninguno que no mal; diéronle cositas de resgates. Qui
sea buen cristiano.” siera el Almirante que lo trajeran, por
Todas éstas son palabras formales, vestillo y tomar lengua dél, por con
aunque algunas dellas no de perfecto tentarle mucho la felicidad de aquella
romance castellano, como no fuese su tierra y la disposición della para po
lengua materna, del Almirante; y pues blar en ella, y juzgaba que debía de
to que hay aquí en ellas qué notar más, haber por allí grandes poblaciones.
dos cosas al presente me parece que Hallaron en una casa un pan de cera,
debo dellas de tocar: la primera es el cual trujo a los Reyes, y dijo gue
cómo en todas las partes y diversas que donde cera hay, también debe haber
hasta aquí había descubierto destas is otras muchas cosas buenas. Muchas
las, hallaba y experimentaba las gentes ocasiones se le ofrecían, cierto, al Al
dellas mansísimas y dóciles, y juzgaba mirante, para creer haber en estas is
ser aptas para rescebir nuestra santa las cosas de mucha calidad (como ha
fe, y así de todas lo testificaba; la parecido arriba y parecerá más abajo),
segunda es cómo el Almirante cognos- para no parar más de lo que paraba
cía ser el fin de sus trabajos y del en cada parte que descubría, y así con
descubrimiento de aquestas tierras y venía no parar, pues aqueste su pri
gentes la conversión dellas y el aumen mer viaje no se ordenaba para otra
to y gloria de la religión cristiana. cosa más que para descubrir, puesto
Subió, pues, por aquel río arriba, que en ellas no las hobiese o no fuese
y halló unos brazos del río, rodean la tierra del Gran Khan que él esti
do el puerto llegando a la boca del maba.
río donde vieron unas arboledas muy Esta cera nunca la hobo en la isla
graciosas como una deleitable huerta, de Cuba, y aqueste pan que dice que
y allí hallaron una canoa de un ma halló era del reino y provincias de
dero, tan grande como una fusta de Yucatán, donde había inmensa canti
doce bancos, muy hermosa, varada dad de cera y muy buena, amarilla,
debajo de una ramada o atarazana he el cual pudo venir allí, o porque al
cha de madera y cubierta de grandes gunos indios de aquella isla fuesen a
hojas de palma, tan bien guardada, Yucatán en sus canoas, porque no está
que ni el agua ni el sol la podían ha la punta o cabo suyo de la punta o
cer daño; y dice que allí era proprio cabo postrero de Cuba sino cincuenta
lugar para hacer una villa o ciudad o leguas o sesenta, y desto no tenemos
fortaleza, por el buen puerto, buenas indicio ni conjetura elicaz, antes hay
muchas para el contrario, o que los
indios mercaderes de las mismas pro
1 Confíes» el fin del descubrimiento de
a<|uesta6 tierras y gentes dellas ser traellas a vincias de Yucatán, que trataban por
la religión cristiana.—Nota al margen, de le- muchas partes de la costa de aquella
tra de Las Casas. tierra fúme, con tormenta se les tras-
HISTORIA DE LAS INDIAS 173
\
174 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Almirante que esta gente es de la misma de los que traía, diciendo que no ho-
creencia que la otra.—Vida una casa de /na* biesen miedo porque aquella gente era
ravillosa hechura. buena, que no hacía mal a nadie. R i
zóles dar el Almirante cascabeles y
El sábado, 1.® de diciembre, ni el
domingo, ni el lunes, por tener los sortijas de latón y contezuelas verdes
y amarillas, con que se apaciguaron y
vientos contrarios, no se pudo partir estuvieron contentos. Visto que no te
de aquel puerto, al cual pienso que
puso, nombre Puerto Sancto, donde nían oro ni otra cosa preciosa, y que
puso una cruz grande sobre unas penas bastaba dejallos pacíficos, y que toda
vivas. Dice deste puerto que no puede la comarca era poblada, y los demás,
hacer daño alguno cualquiera tormen de miedo, huidos, acordó volverse.
ta ni viento a las naos que en él estu Certifica el Almirante aquí a los Re
vieren, y es muy hondo y limpio, y yes que diez hombres hagan huir a diez
ouien hobiere de entrar en él diz que rail, según le parecieron cobardes y
débese llegar más sobre la parte del medrosos, y sin armas, que no tienen
Norueste, a una punta, que a la par sino unas varas con un palillo tosta
te del Sueste, porque hacia el Sueste do al cabo dellas. Dice que les quitó
hay una baxa que sobreagua, y a la las varas todas, con buena industria y
entrada se ha de poner la proa al Sud- manera, resgatándoselas, y las dieron
ueste. En im río, que arriba dijo, ha de buena voluntad.
llaron unos marineros unas piedras Tornóse con su gente a las barcas el
que parecían tener oro; debían ser de Almirante; ayuntáronse muchos indios
margasita; llevólas para mostrar a los viniendo hacia las barcas, y adelantóse
Reyes. uno de ellos al río, junto a la popa de
El limes, 3 de diciembre, acordó de una barca, y hizo una grande platica, la
ir a ver un cabo muy hermoso, un cual, ni el Almirante ni otro la enten
cuarto de legua del puerto, de la parte dieron, mas de que los otros indios, de
del Sueste; al pie del cabo había una cuando en cuando, alzaban las manos
boca de un buen río, y tenía cien pa al cielo y daban una grande voz. Pen
sos de anchura y una braza de fondo saba el Almirante que lo aseguraban,
en la entrada o boca, y dentro había porque les placía de su venida, puesto
doce brazas y cinco y cuatro y dos, que vido que el indio que consigo traía
donde pudieran caber cuantas naos hay que se demudaba, pareciendo la cara
en España. Halló una caleta, que es como amarilla, y temblaba, induciendo
una entrada angosta que hace el agua, por señas al Almirante que se saliese
donde vido cinco grandes almadías o fuera del río. que lo querían matar. Lle
canoas como fustas, muy hermosas y góse a un cristiano, que tenía una ba
labradas que era placer vellas, y al llesta armada y mostróla a los indios, y
pareció al Almirante que les decía que
E ie del monte vido que estaba todo la-
rado. los mataría a todos, porque aquella ba
Fué con ciertos hombres armados, llesta hería de lejos y mataba. También
y hallaron una grande atarazana, bien tomó una espada, sacándola de la vai
ordenada v cubierta, ave ni sol ni agua na, mostrándosela y haciendo lo mismo,
podía hacer daño, donde hallaron otra lo cual diz que oído por ellos, dieron
canoa como las dichas, como una fusta todos a huir, quedando todavía tem
de diez y siete bancos que era placer blando el dicho indio de cobardía; y
ver su hermosura. Subió una montaña, era diz que hombre recio y de buena
la cual halló encima toda llana, sem estatura. No quiso el Almirante salir
brada de calabazas y muchas cosas de del río, antes hizo remar, acercándose
la tierra, que era gloria vella; en medio a la tierra donde los indios estaban, que
della estaba una gran población. Dió eran muy muchos, todos tintos de colo
de súbito sobre la gente del pueblo, rado y desnudos como su madre los pa
y como vieron a los cristianos, hombres rió, y algunos dellos con penachos en
y mujeres dieron todos a huir. A.se- la cabeza v otras plumas, todos con sus
gurólos el indio que llevaba consigo. manojos de azagayas. Llegóse hacía
HISTORIA DE LAS INDIAS 175
ellos y dióles algunos bocados de pan, decir principio y fin. — También convenia
y demandóles las azagayas dándoles por este nombre al cabo de Cuba, por respecto
ellas a unos un cascabelito, a otros una del cabo de la Española, que se miran el
uno al otro.—Dicen que los de Cuba tenían
Bortijuela de latón, a otros unas conte- mucho miedo a los indios de la Española.—
znelas, por manera que todos se apaci Los indios de la Española nunca comieron
guaron y vinieron a las barcas, dando carne humana.
todo cuanto tenían por que quiera que
se les daba Martes, 4 de diciembre, salió de
Mataron los marineros una tortuga, aquel puerto que llamó Sancto hacia el
la cáscara de la cual estaba en la bar Lesueste y Güesnorueste, porque así se
ca; dábanles los grumetes della como corría toda la costa, y halló a las dos le
una uña y los indios les ofrecían un guas un buen río, y vido un cabo que
manojo de azagayas. llamó Lindo. Después topó otro gran
Dice aquí el Almirante que esta gen río, y desde a tres o cuatro leguas, des
te toda era como los otros que habían cubrió otro río gritodísimo que debía
hallado y de la misma creencia, y es venir de muy lejos, el cual tenía en la
timaban que los cristianos descendían boca cien pasos y en ella ningún banco,
del cielo, y que cnanto tenían daban y ocho brazas de fondo y buena en
por poca recompensa que les diesen, trada y el agua dulce entraba hasta
sin decir que era poco; y creía el Al dentro en la mar, y era de los más
mirante que así hicieran de la especería caudalosos que había visto; y debía
y del oro si lo tuviesen. de haber, según dice el Almirante, cer
Dice más, que vido una casa her ca dél grandes poblaciones.
mosa, muy grande y de dos puertas, Anduvo toda esta noche a la corda,
porque así son todas, en la cual entró que es andar poco, sobre el Cabo Lin
do, por ver la tierra que iba hacia el
el Almirante, y vido una obra maravi
Leste, y al salir del sol, miércoles, 5 de
llosa, como unas cámaras, hechas por diciembre, vido otro cabo al Leste, obra
una cierta manera, que no lo sabría de dos leguas y media; pasado aquél,
{diz que) referir. Estaban colgados al vido que la costa volvía al Sur y toma
cielo della caracoles y otras cosas: él ba del Sueste, hacia donde vido un
pensó que era templo, llamólos y dijo- cabo muy hermoso y alto y distaba de
lea por señas si hacían en ella oración; otro siete leguas. A éste quisiera Uegar,
respondieron que no. Subió uno de- sino que [por] el deseo que tenía de
llos arriba y daba liberalmente al Almi ir a la isla de Baneque, que le quedaba
rante cuanto había en ella, de lo cual (según le decían los indios que lleva
rescibió algo de lo que mejor le pa ba) al Nordeste, lo dejó. Esta isla de
reció. Baneque no sabemos qué fuese, sino
que, o los indios le hacían entender ha
CAPITULO L ber allí (hacia el Nordeste digo) algu
na tierra y en ella oro, porque fuese
Salió del Puerto Sancto y fue descubriendo hacia las islas de los Lucayos, de donde
t ío s grandes, y vido desde lejos la felice eran los que había tomado, por huirse
isla Española, miércoles, a 5 de diciembre.— para sus tierras, o que quizá el Almi
Creyó el Almirante que era Cipango, de que
Traía relación, isla riquísima. — Creyó tam- rante no los entendía, teniendo siempre
hién que la punta o cabo de Cuba era tierra los pensamientos y deseos en hallar tie
y cabo de la tierra del Gran Khan, y tuvo rras ricas de oro, por dar placer a los
razones para ello en aquellos dios, y créese Reyes y complir a lo que se había ofre
? 'ue si no hallara atravesadas en la mar estas
ndias. que por el camino que llevaba des-
cido. Este cabo que dejimos, alto y
hermoso, adonde quisiera ir, creo que
cu6rie[ral los reinos del Gran Khan.—Puso
al cabo de Cuba, Alfa, y al de San Viceinte, era la nunta de Maicí, que es la pos
que está en Portogal, OlmegaJ, que quiere trera de Cuba que mira hacia el
Oriente.
Yendo pues así, mirando las tierras,
* Nota.—La mansedumbre y placabilidad de puso los ojos hacia el Sueste, y vido
los indios .—IVota al margen, de letra de Las
Cesas. tierra muy grande y ésta es la grande
176 FRAY BARTOLOME DE LAS C A SA S
sodicha de Paulo, físico, hasta después por de fuera bueno; la boca diz que
muchos días. Creyó que la Española era era corno la bahía de Cáliz.
la isla de Cipango y tuvo razón, cierto, La carabela se llegó al puerto; el Al
a los principios. Yo bien creo por cier mirante anduvo toda la noche barloven
to, hasta que viese el contrario, que los teando y amaneció, jueves 6 de diciem
reinos del Gran Khan hallara el Almi bre, cuatro leguas del puerto. Desde
rante por el camino que llevaba, si no allí vido de lejos muchos cabos y mu
se lo hobieran atravesado en medio es chas abras o aberturas en la isla Espa
tas nuestras Indias, las cuales no pensó ñola y las sierras altísimas dellas. A
Paulo, físico, que hobiera. sino que un cabo muy hermoso que se le hacía
fuera toda la dicha distancia mar y por la parte del Sur, cuarta del Sudues-
que la distancia no fuera tan grande. te, puso nombre Cabo del Estrella y pa
recíale ser la postrera tierra de aquella
isla y estaría dél veinte y ocho millas.
CAPITULO LI Parecíales otra tierra como isla no gran
de al Leste, y estaría della cuarenta
OeteTmiiió d e ja r a la isla d e C u b a y ir a la millas; ésta fué la isla que después
E spañola.— F a s o n o m b res a c ierto s cab o s d e
la E sp a ñ o la q u e le p a re c ía n le jo s.— V ido la
que llegó a ella la llamó la Tortuga,
isla de la T ortuga.- - D e s c u b r ió cierto s c ab o s y así hasta hoy se llama, que será tan
de iejaSf a qu e p m o n o m b re s.— P a re c ía la grande como la isla de Canaria. Esta
isla E sp a ñ o la d e altísim a s s ie r r a s, d e gran era poblatísinia y había un gran señor
des c a m p iñ a s, y se m b ra d a s co m o de trig o en ella, como adelante parecerá, a Dios
en la c a m p iñ a de C ó r d o b a .— C ie ro n m uch os
juegos d e n o ch e y d e d ía m u ch o s h u m o s .— placiendo. A otro cabo también muy
Vido itn p u e r to , entró en é l, ju e v e s, a 6 d e hermoso y bien hecho que le quedaba
diciem bre; p ú so le p u erto d e S a n N ic o lá s p o r al Leste, cuarta del Sueste, puso nom
honra d e l sa n to que e ra a q u e l d ía .— D ice d é l bre Cabo del Bilefante y distaría dél
m aravillas, d e su b o n d ad y d e la tie rra .—
Pido g ra n d e s a lm a d ía s o c a n o a s con m uch a cincuenta y cinco millas. Otro se le ha
gente. — H u ía n to d o s, v ie n d o lo s n av io s .— cía al Lesueste, al cual nombró Cabo
Creía, p o r e sto , h a b e r p o r a llí g ran d es p o de Cinquin; estaría dél veinte y ocho
blaciones.— C re ía qu e las fr u t a s d e los á r b o millas.
les d e b e ría n se r e sp e c e ría s, etc.
La isla grande parecía altísima, no
Determinado, pues, de dejar del cerrada con montes, sino rasa como
todo la isla de Cuba, por haber descu hermosas campiñas, y parecíales toda la
bierto la gran isla Española, siguió el brada o grande parte della y las semen
camino del Sueste, cuarta del Leste, para teras como trigo en la campiña de Cór
el cabo que della parecía, miércoles, doba por el mes de mayo, Viéronse
a 5 de diciembre, puesto que le había muchos fuegos aquella noche y de día
parecido estar al Sueste, pero dábale, muchos humos, como atalayas, que pa
según él dijo, Leste resguardo, porque recía estar sobre aviso de alguna gente
siempre el viento rodea del Norte para con quien tuviesen guerra. Va toda la
el Nordeste, y de allí al Leste y Sueste. costa desta tierra y derecha al Leste.
Cargó mucho el viento y llevaba todas Finalmente, jueves, 6 de diciembre,
sus velas, la mar era llana y la corrien a hora de vísperas, entró en el puerto
te que la ayudaba; por manera que ya dicho, al cual llamó de San Nicolás
hasta la una, después de mediodía, des por honra del felice sancto, por ser
de la mañana, que serían seis horas, aquel día que en él entró día de San
hizo de camino a ocho millas por hora, Nicolás. A la entrada dél se maravilló
ochenta y ocho millas, que fueron vein de su hermosura y bondad, y aunque
te y dos leguas, todo al Sueste. Dice tiene muy alabados los puertos de Cu
aquí que la noche tenía cerca de quin ba, pero sin duda (dice el Almirante)
ce horas y porque se hacía noche y su que no es menos digno éste, antes los
nao era grande, mandó a la carabela sobrepuja y ninguno le es semejante.
Niña, que le había quedado, porque En la boca y entrada tiene legua y me
era velera, que se adelantase para que dia de ancho y se pone la proa al Sur-
viese con día el puerto que les parecía sueste, puesto que por su grande an-
1
78 J'KAY BARTOLOME DE Í.AS CASA:
una carraca, todo sin banco ni bajos este puerto mil pasos, que es un cuarto
algunos y por debajo limpio; limpio de legua, ni tiene banco ni baja, antes
llaman los marineros cuando en el sue no se llalla cuasi fondo hasta la orilla
lo de la mar o de cualquier agua no hay de la mar. En luengo, bacía dentro, va
peñas o piedras pizarreñas que gastan o tres mil pasos, todo limpio y basa, que
cortan los cables o amarras de las an quiere decir arena, que cualquiera nao
clas que tienen las naos. Pasadas diez y puede surgir sin miedo y entrar sin re
seis millas, que son cuatro leguas, ha guardo. Al cabo dél tiene dos bocas de
lló un puerto muy ancho y muy hondo, ríos que traen poca agua; enfrente dél
hasta no lo hallar suelo en la entrada, hay unas vegas, las más hermosas del
ni a los bordos a tres pasos de tierra, mundo, y cuasi semejables a las de Cas
sino a quice brazas, y va un cuarto de tilla, antes éstas tienen ventajas en mu
legua la tierra dentro. Y aunque era chas cosas. Frontero desde puerto está
temprano, como la una después de me la isla de la Tortuga, que es grande,
diodía, y el viento era a popa, pero como fue dicho, como la isla de Gran
porque el cielo mostraba querer llover Canaria; estará de la Española diez le
mucho y había gran cerrazón, cosa pe guas, conviene a saber, desde el cabo
ligrosa para en la tierra que se sabe, de Cinquin a la cabeza de la Tortuga,
cuanto más para en la que no se sabe, y está al Norte de la Española. Va la
acordó de entrar en este puerto, al cual costa della cuasi como la de la Espa
puso puerto de la Concepción. Salió a ñola.
tierra en un río no muy grande que está Estuvo en este puerto de la Concep
al cabo del puerto, que viene por unas ción hasta el jueves, que se contaron
vegas y campiñas que era maravilla ver trece días de diciembre, porque llovió
su hermosura. mucho aquellos días y hizo vientos con
Hizo sacar redes para pescar, y, an trarios, y hacía tiempo (según el Almi
tes que llegase a tierra, saltó una li rante dice), como invierno de Castilla,
za de las de España en la barca, de por octubre. No había visto en esta isla
que mucho se holgó porque hasta enton población alguna, sino una sola casa
ces no bahía visto pece semejante a los en el puerto de San Nicolás, muy her
de Castilla. Los marineros pescaron y mosa y mejor hecha que en otras par
mataron muchas lizas, y algunos len tes de las que había visto. Parecíale
guados y otros pescados como los de esta isla muy grande, y dice “no será
Castilla. Oyeron cantar al ruiseñor y mucho que boje docientas leguas” . Bien
otros pajaritos de los [de] Castilla \ parece que se le iba representando la
que lo tuvo a maravilla por diciembre grandeza y excelencia, como parecerá.
cantar ruiseñor. Dice que la vía toda muy labrada, y
Anduvo un poco por aquella tierra, creía que las poblaciones della debían
y vídola toda labrada; vieron cinco estar lejos de la mar, de donde ven
hombres, los cuales les huyeron sin los cuando llegaba con sus navios, y por
querer aguardar. Halló arrayán y otros esto huían todos, llevando consigo todo
árboles que parecían a los de Castilla, lo que tenían, y haciendo ahumadas
y así diz que es la tierra y las monta como gente de guerra.
ñas. Este puerto es seguro de todos los Vista la grandeza y hermosura desta
vientos, excepto del Norte, puesto que isla, y parecer a la tierra de España *
no le puede hacer daño alguno, porque puesto que mucho aventajada, y que
la resaca es grande, que no da Jugar habían tomado pescado en ella seme
a que la nao labore sobre las amarras, jante a los pescados o de los mismos de
ni el agua del río. La resaca llaman los Castilla, y por otras razones y semejan
marineros las olas de la mar que quie zas que le movían, determinó un do
bran o revientan en tierra o antes que mingo, a 9 de diciembre, estando en
lleguen a tierra. Tiene en la boca este puerto de la Concepción, de dar
O
'O
I
180 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
que siembran de que hacen pan (de las por abril en Castilla. Cantaba el rui.
cuales se dirá adelante), pescado y otras señor y otros pajaritos, como en el di.
cosas cuantas de comer tenían. Y, por cho mes en España; las noches canta
que el indio que iba con los cristianos ban algunos pajaritos suavemente, que
dijo a los indios que se holgaría el Al diz que era la mayor dulzura del mun
mirante haber algún papagayo, luego do. Los grillos y ranas se oían muchos
le trajeron papagayos y cuanto los cris de noche; los pescados, como en Es
tianos Ies pedían, sin querer nada por paña. Vieron muchos almácigos, lig-
ello. Todo esto cuenta el Almirante. nánoe (sic) y algodonales; otro no ha-
Rogaban a los cristianos ahincadamente Daron y no es maravilla que en tan
que no se viniesen aquella noche y que poco tiempo no se halle. Todo esto
Ies darían otras muchas cosas que te dice el Almirante.
nían en la sierra. Debe aquí el lector considerar la dis
Al tiempo que toda aquella gente posición natural y buenas calidades de
junta estaba con los cristianos, vieron que Dios dotó a estas gentes, cuán
venir una gran multitud de gente, con aparejadas estaban por natura p ara <-er
el marido de la mujer que había el doctrinadas e imbuidas en las cosas
Almirante honrado y enviado, la cual de la fe y religión cristiana y en todas
traían sobre hombros, que venían a virtuosas costumbres, si hobieran sido
dar gracias a los cristianos por la hon tractadas y atraídas virtuosa y cris
ra que el Almirante le había hecho y tianamente, y qué tierras éstas tan fe
dádivas que le había dado. Dijeron lices que nos puso la Divina Providen
los cristianos al Almirante que aque cia en las manos para pagarnos aun
lla gente toda era más hermosa y de en esta vida, sin lo que habíamos de
mejor condición que ninguna otra de esperar en la otra, los trabajos y cui
las que habían hasta entonces visto; dados que en atraellas a Cristo tuvié
pero aquí dice el Almirante que no ramos. Temo que no merecimos n i fui
sabe cómo puede ser de mejor condición mos dignos, por lo que Dios cognosció
que las otras, dando a entender que que habíamos de ofendelle, [d e ] tan
las otras todas de las otras islas que sublimes y no comparables a otros nin
habían hallado eran de humanísima gunos bienes.
condición. Cuanto a la hermosura, de Tomó aquí el Almirante expiriencia
cían los cristianos que no había com de qué horas era el día y la noche, y
paración, así en los hombres como en halló que de sol a sol habían pasado
las mujeres, y que eran blancos más veinte ampolletas de a media hora cada
que los que habían visto, y, señalada una, que son los relojes de arena
mente decían que habían visto dos mu que sabemos, y así parece que de sol a
jeres mozas tan blancas como podían sol había en el día diez horas, puesto
ser en España. De la hermosura de oue dice poder allí haber .algún de
las tierras que vieran, referían que ex fecto porque los marineros, o se olvi
cedían a todas las tierras de Castilla dan de volvellas cuando han pasado, o
en fertilidad, hermosura y bondad. El ellas se azolvan y no pasan por algún
Almirante así lo concedía, por las rato. Y bien creo yo que, por aquel
tenía presentes y las que dejaba atrás. tiempo, hay en el día en esta isla once
Señaladamente encarecían las de aquel horas y algo más, que .viene a la cuen
valle, las cuales a la campiña de Cór ta que el Almirante, dice.
doba les parecía exceder cuanto el día
excede a la noche en claridad. Estaban
diz que todas labradas, y por medio CAPITULO LIV
de aquel vaRe pasaba un río muy gran
de y ancho; con él todas se podían re S a li ó d o s veces d e l p u e rto de la C o n c e p c ió n y
gar. Estaban todos los árboles verdes to rn ó se a é l p o r e l vien to c o n tr a r io t vista
y llenos de fruta; las hierbas, todas ju n to con e lla la is la d e la T o rtu g a ... _Fuá
c o n la s bctrcas a v e r u n r ío y s u b ió p o r «I
floridas y muy altas; los caminos, muy h a c ia las p o b la c io n e s.— V ido e l v a l l e mora’
anchos y buenos; los aires eran como v illo s o ; lla m ó le v a lle d el Paraíso, y a l ño.
HISTORIA DE LAS INDIAS las
G u a d a lq u iv ir .— V ino m u ch a ge n te y u n rey Domingo, 16 de diciembre, a media
a ver a l o s c ristia n o s.— E n tró en la nao el
rey.—P a s a r o n c o sas.—E n c a re c e el A lm iran te
noche, dio las velas, y por aquel golle
en g ran m a n e r a le b o n d a d y m an sed u m b re te y entremedio que se hace entre la
y h e r m o su r a d e lo s in d io s, h o m b re s y mujO’ isla Española y la Tortuga, y a medio
res, l a f e r t ilid a d y h erm o su ra d e las tie rra s. golfo, topó una canoa con un indio
No p o d ía n cre e r qu e lo s c r istia n o s fu esen
terrestres, s in o d e l c ie lo .— D ic e el A lm iraU '
solo en ella, de que se maravilló el Al
te co sas d e n o ta r.— A p u n ta e l a u to r la c au sa mirante cómo se podía tener sobre el
de la d e s tr u ic ió n y p e r d ic ió n d e sta s gen tes, agua, siendo el viento grande. Hízolo
conviene a sa b e r, su m u ch a sim p lic id a d , h u ‘ meter con canoa y todo en la nao y,
ntUdad y b u e n a n atu ra leza.
halagándolo, dióle cuenta? de vidrio,
cascabeles y sortijas de latón y llevólo
Viernes, 14 días de diciembre, salió asi hasta tierra, donde estaba una po
de aquel puerto de la Concepción con blación, diez y seis millas de allí, que
viento terral; calmóse luego y vino son cuatro leguas, junto a la mar, don
viento Levante, que le era contrario, de surgió el Almirante en la playa, jun-
pero navegó con él al Nornordeste y to a la población, que parecía ser de
llegó a la isla de la Tortuga, de la nuevo hecha porque todas las casas
cual vido una punta que estaría dél eran nuevas. Fuese luego a tierra el
doce millas, la cual nombró la pun indio en su canoa y dado nuevas del
ta de la Pierna. De allí descubrió otra, Almirante y de los cristianos ser buena
que llamó la punta Lanzada, en la gente (puesto que ya las tenían de lo
misma derrota del Nornordeste, de la pasado cuando fueron los seis cristia
cual distaba diez y seis millas. La isla nos), vinieron luego más de qui [ni jen-
de la Tortuga vido que era tierra muy tos hombres, y desde a poco vino el rey
alta, pero no montañosa, y es muy her dellos; todos en la playa juntos, y uno
mosa y muy poblada de gente, como la a uno, y muchos a muchos, venían a
de la isla Española, y la tierra así toda los navios porque estaban junto con
labrada que le parecía ver la cam tierra, y no traían cosa alguna consigo,
piña de Córdoba. Visto que le hacía salvo que algunos traían algunos gra
el viento contrario y que no podía ir nos óe oro finísimo a las orejas y en
a la isla Baneque, tomóse al puerto las narices, lo cual todo daban liberal
de la Concepción aquel viernes. mente.
Sábado, 15 de diciembre, tornó a dar Mandó el Almirante hacer a todos
la vela del dicho puerto, pero el viento honra, porque dice él “son la mejor
le hizo volver otra vez al puerto mismo gente del mundo y más mansa’* L Y
déla Concepción, aunque no lo pudo to dice más: “ Tengo mucha esperanza en
mar, pero surgió cerca dél en una playa, Nuestro Señor, que Vuestras Altezas los
y, amarrados sus navios bien, fue con harán todos cristianos y serán todos
las barcas a ver otro río que parecía y suyos, que por suyos los tengo” . Vido
subió por él para ir a las poblaciones que estaba el dicho rey en la playa y
que los cristianos de antier habían vis que todos le hacían reverencia y acata
to, y por la corriente grande dél subió miento. Envióle un presente el Almiran
poco; vido algunas casas y el valle te, el qual diz que rescibió con mucha
grande, donde estaban las poblaciones, gravedad y estado y que sería mozo de
de que quedó admirado, diciendo que hasta veinte y un años, y que tenía un
no había visto cosa más hermosa en su ayo viejo y otros consejeros, que le
vida, por lo cual le puso el valle del hablaban y respondían, y él hablaba
Paraíso, y al río Guadalquivir, por muy pocas palabras. Uno de los indios
que parecía a Guadalquivir cuando va que traía el Almirante habló con él,
por Córdoba y tenía a las riberas mu diciéndole cómo venían los cristianos
chas piedras muy hermosas. Vido al del cielo y que andaban en busca de
guna gente y toda dio a huir, y dice
aquí el Almirante que debía de ser ca 1 Nota.—La raansedambre de la gente de
zada esta gente de la Española y de la Española.— N o ta a l m argen , d e letra d é L a s
la Tortuga, pues tanto temor tienen. C a sa s.
t
184 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
como los consumieron ^ Y cierto, aquí complir con lo que había prometido,
el Almirante más se extendió a hablar y por lo que a él también le convenía.
de lo que debiera, y desto que aquí Dice aquí el Almirante que por las
concibió y produjo por su boca, debía cosas que obrar dellos vía y la manera
de tomar origen el mal tractamiento dellos y de sus costumbres y manse
que después en ellos hizo. dumbre y consejo, mostraban ser gen
te más despierta y entendida que loe
que hasta allí había visto.
CAPITULO LV En la tarde, vino allí una canoa de
la Tortuga con cuarenta hombres, y,
E n el c u a l s e íracía có m o tr u je r o n o ro lo s in
d io s . — V in o u n a can oa c o n c u aren ta h o m
en llegando a la playa, toda la gente
b re s, d e la T o rtu g a , a v e r lo s c ristia n o s .— del pueblo, en señal de paz, se asenta
L o q u e a l l í p a só cerca d e lla .— N o c re ía e l ron y cuasi todos los de la canoa des
A lm ir a n te q u e el o ro fu e se n atu ra l d e sta cendieron en tierra. El rey dicho, que
isla , a u n q u e d e sp u é s lu e g o su p o el c o n tra
r io .— D ía d e S a n cta M a ría h iz o a ta v ia r lo s
estaba en la playa, pareció que no le
n a v io s d e b a n d e ra s y tir a r tir o s y h acer g ra n plugo de su venida, y levantóse solo, y,
f ie s t a .— E sta n d o com ien d o e l A lm ira n te, lle con palabras que parecían de amena
g ó a la n a o u n rey con m u ch a gen te. —Pasa zas, los hizo volver a embarcar, echán
ron a l l í c o sa s d e oír.---J5íó jo y a s d e o ro a l
A lm ir a n t e : n o p o d ía cre e r sin o q u e eran v e
doles agua con la mano y tirando al
n id o s d e l c ie lo ,—D esp u é s v in o a la n ao un gunas piedras en el agua, y ésta era toda
h erm arto d e l re y .— D ié r o n le n u evas q u e en su ira. Después que con mucha obe
o tra s m u c h a s is la s o tie r r a s h a b ía m uch a c o diencia y humildad se embarcaron lo
p ia d e o r o .— D ic e a l c a b o e l A lm iran te q u e
e sp e ra e n D io s q u e to d a s la s gen tes d esta s
dos en su canoa, él tomó una piedra y
is la s h a n d e s e r c ristia n o s. la puso en la mano al alguacil del Al
mirante, que estaba cabe él, para que
Lunes, 17 de diciembre, porque hizo se la tirase, pero el alguacil rióse y no
viento contrario recio, aunque no se quiso tiralla. Mostraba el rey allí favo
alteró la mar por el mamparo y abri recerse con el Almirante y los cristia
go que la isla de la Tortuga hace a esta nos. Los de la canoa se volvieron a su
costa donde estaba, envió a pescar los isla de la Tortuga, sin ruido alguno.
marineros con redes, donde se holga Después de ida la canoa, dijo el rey
ron muy mucho, con los cristianos, los al Almirante que en la Tortuga había
indios. más oro que en esta isla Española,
Tornó el Almirante a enviar ciertos pero esto no pudo ser verdad, según la
cristianos a la población, y, a trueque grandeza desta isla y las muchas partes
de contezuelas de vidro, resgataron pe e infinitos ríos en que se ha hallado,
dazos de oro labrado en hoja delga y la pequenez de la isla de la Tortuga,
da Vieron a un indio, que juzgó el en comparación désta, porque, como se
Almirante ser gobernador de aquella ha dicho, la Tortuga será como Gran
provincia, un pedazo, tan grande como Canaria, que tema obra de doce leguas
la mano, de aquella hoja de oro, y pa en hoja. Ya podría ser que hobiese oro
recía que lo quería resgatar. El cual en ella, lo cual no creo yo que jamás
se fué a su casa, y hizo muchos peda se buscó, porque era tanto lo que en esta
zos pequeños de aquella pieza y cada Española se cogía después por los es
pedazuelo resgataba (síc). Sin duda se pañoles, que no se ocupaban en más
puede aquí creer la gran alegría que el de sacar los indios que había en la Tor
Almirante a ^ í rescibió viendo oue ha tuga y traellos a las minas de acá, don
llaba oro para dar placer a los Reyes y de al cabo se consumieron, como ade
lante pe dirá. Pero el Almirante, en
1 Nota.—La causa por la cual tuvieron los estos días que andaba por aquí descu
españoles atrevimiento de supeditar y asolar briendo, no creía oue en esta isla Es
estas gentes, y ésta fue la bondad y mansedum pañola, ni en U Tortuga, hobiese mi
bre dellos .— N o ta a l m a rgen , d e le tra d e L a s nas de oro, sino que lo traían de Bane-
C a sa s.
2 Rescataron oro .— N o ta a l m a rg e n , d e letra que aquello poco que por allí vía, y
d e L a s C a sa s. que no le traían los de Baneque más.
186 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
porque no tenían qué dar por ello, levantase de la mesa, salvo que yo co
aunque bien pensaba que estaba cerca miese. Y cuando entró debajo del cas
de la fuente, conviene a saber, de don tillo, hizo señas con la mano que todos
de nascía el oro, que eran las minas, y los suyos quedasen fuera, y así lo hi
que esperaba en Dios que le había de cieron con la mayor priesa y acatamien
mostrar las dichas minas, las cuales to del mundo, y se asentaron todos en
tenía que eran en Baneque. Y cierto la cubierta, salvo dos hombres de una
este Baneque debía ser tierra firme, edad madura, que yo estimé por sus
sino que los indios, como no navegaban consejeros y ayo, que se asentaron a
lejos de sus casas, sino por las riberas sus pies. Yo pensé que él temía a bien
de su mar, o a las islas que tenían a de comer de nuestras viandas; mandé
vista de sus casas, unos imaginaban al luego traerle cosas que comiese. De las
Baneque lejos y otros cerca. viandas que le pusieron delante, toma
Estuvo en aquella playa surto, lo ba de cada una tanto como se toma para
uno, porque no había viento, y lo otro, hacer la salva, y lo demás enviábalo
porque le había dicho aquel rey que a los suyos, y todos comían della, y
había de traer oro, no porque tuviese así hizo en el beber, que solamente lle
en mucho el Almirante lo que podía vaba a la boca y después lo daba a los
traer, como creyese no haber en esta otros; todo con un estado maravilloso
isla minas, sino por saber mejor de y muy pocas palabras, y aquellas que
dónde traían, puesto que en esta opi él decía, según yo podía entender, eran
nión, estuviese, cierto, engañado. muy asentadas y de seso; y aquellos
Así que, martes, 18 de diciembre, dos le miraban, y hablaban por él y
luego de mañana, día de Sancta María con él y con mucho acatamiento. Des
de la 0 , que es la fiesta de la conme pués de haber comido, un escudero
moración de la Anunciación, mandó ata suyo traía un cinto, que es propio como
viar la nao y la carabela de armas y los de Castilla en la hechura, salvo
banderas por honra de la fiesta, y ti que es de otra obra, y me lo dio, y
ráronse muchos tiros de lombardas, y dos pedazos de oro labrado q[ue eran
el rey de aquella tierra diz que había muy delgados; que creo que aquí al
madrugado de su casa, que debía de canzan poco dél, puesto que tengo que
distar cinco leguas de allí, según pudo están muy vecinos de donde nasce y
juzgar el Almirante, y llegó a hora de hay mucho. Yo vide que le agraciaba
tercia a aquella población, que cerca un arambel que yo tenía sobre mi cama;
de allí est^a, en la cual habían llega yo se lo di, e unas cuentas muy
do ya ciertos cristianos, que el Almi buenas de ámbar que yo traía al pes
rante había enviado para ver si venían cuezo, y unos zapatos colorados y una
con oro, los cuales dijeron que venían almarraxa de agua de azahar, de que
con el rey más de docientos hombres, quedó tan contento, que fué maravi
y cuatro le traían en unas andas ^ lla. Y él y su ayo y consejeros llevan
Estando comiendo el Almirante de- gran pena porque no me entendían, ni
baio del castillo, en la nao, llegó el rey yo a ellos; con todo, le cognosci que
a la nao con mucha gente. Dice el Al me dijo que si me complía algo de
mirante a los reyes: “Sin duda pare aquí, que toda la isla estaba a mi man
ciera bien a Vuestras Altezas su estado dar.” Todas estas palabras son del Al
y acatamiento que todos le tienen, mirante.
puesto que todos andan desnudos. El,
así como entró en la nao, halló que es Mostróle el Almirante una moneda
taba comiendo a la mesa debajo del de oro fino, que solía en aquellos tiem
castillo de popa, y él a buen andar se pos haber en Castilla, que se llamaba
vino asentar a par de mí, y no quiso “ excelente” , que valía dos castellanos
dar lugar que yo me saliese a él ni me (que yo que escribo esto vi e alcancé),
en la cual iban esculpidos los rostros
del Rey e la Reina, de que se admira
> Vino a la nao el r ty .— lSo ta a l m argen , d e ba mucho. Mostróle también las ban
l e tr a de L os C a sa s. deras de la cruz y las de las armas rea-
HISTORIA DE LAS INDIAS 187
les, diciéndole el Almirante la grande indios dél ayudaban, y, después de im-
za de los Reyes por señas, de que se pinada, la adoraron de la manera que
admiraba y platicaba con sus conseje lo vieron hacer a los cristianos. Dice
ros, diciendo, a lo que el Almirante y aquí el Almirante que esperaba en Dios
los demás creían entender, que cómo que todas aquestas islas habían de ser
los Reyes lo habían enviado desde el cristianos, por las muestran que daban.
cielo, y él y los cristianos venir tan sin
miedo. Desque fue ^rde quísose ir, y
el Almirante lo envió en las barcas muy
CAPITULO LVI
honradamente, y le hizo hacer gran
fiesta con los tiros del artillería, con
H íxose a la vela. — D escu b rió m uch as tierras
que fue mucho regocijado. Puesto en g rac io sísim as, valles y cam p iñ a s la b ra d a s .—
tierra, subió en sus andas y se fue, con E ntró en u n puerto qu e d ic e ser el m ejor
sus más de docientos hombres; lleva d el m u n d o .— V ido m ás p u e rto s y p o h lacio '
ban un hijo suyo atrás sobre los hom n es.— D ic e h ab er andado vein te años p o r la
m ar. — V in iero n in d ios sin n ú m ero ; con
bros, con tanta compañía de gente como g ran d ísim a a le g ría traían d e com er a los
él. A todos los marineros y cristia cristia n o s y cuanto tenían. — D a testim onio
nos que topaba les mandaba dar de ad m ira b le , y repítelo el A lm iran te m uchas
comer y hacer mucha honra. Llevaba [veces] y co n gran en carecim ien to, d e la
b on d ad y m ansed u m bre, h u m ild a d y lib e r a
cada una cosa de las que el Almirante lid a d d e lo s in d io s. — E n v ió se is cristian os
le había dado delante dél un hombre, a u n p u eb lo donde le s h ic ie ra n m il servi-
a lo que parecía, de los más honrados, d o s . — V iniero n canoas d e u n rey a ro g ar a l
según dijo un marinero que lo topó. A lm iran te q u e fu ese a c ierta pu n ta de tierra
donde lo esp era b a .— F u é a llá e l A lm ira n te;
|Oh! y qué fruto en las ánimas des d ió le con m uch a riegrúi d e la s co sas que te
tas gentes se pudiera hacer, si llevára n ía. — C u a n d o se ib an , d a b a n voces lo s in-
mos el camino que llevar debiéramos, d io s, ch icos y gran d es, ro g án d o les que n o se
bien claro, cierto, parece fu esen .— V in iero n m uch os m á s in dios a lo s
n avios.— L o a la h erm osura y tem planza d e la
Después vino a la nao un hermano tierra. — L la m ó aq u el p u erto ad m irab le, d e
del rey, a quien el Almirante hizo mu Sant^o T o m ás.
cha honra y dio de las cosas de los res-
gates, y déste supo el Almirante o en Hízose a la vela este martes, en la
tendió que al rey llamaban en la len noche, por pasar aquel entremedio y
gua desta isla cacique. golfo de estas dos islas, pero ventó Le
Aqpaeste día diz que se rescató poco vante y todo el miércoles, 19 de diciem
oro, pero supo el Almirante, de un bre, no pudo salir dél, y a la noche no
hombre viejo, que había muchas islas pudo tomar un puerto que por allí pa
comarcanas en las cuales nascía mucho recía. Vido cuatro cabos que hacía la
oro, y que lo fundían y hacían dello tierra y una grande bahía y rio y una
joyas, según por las señas y meneos se angla o abertura muy grande, y en ella
podía entender; señalaba el viejo la una población, y a las espaldas, un
derrota y paraje donde afirmaba estar valle entre muchas montañas altísimas
aquellas tierras. Determinó el Almi llenas de árboles que le pareció ser pi
rante ir allá, y quisiera llevar el viejo nos. Vido una isla pequeña, que nom
consigo, si no fuera tan principal de bró de Sancto Tomás. Juzgaba él des
aquel rey, e porque tenía diz que ya de la mar que todo el cerco desta isla
aquestas gentes por de los reyes de Española tenía cabos y puertos mara
Castilla, y no era razón de les hacer villosos, y no se engañaba, porque los
agrgvio alguno, aunque creía que si tiene, por esta parte del Norte donde
supiera la lengua para se lo rogar, que andaba, los más, puesto que por la par
el viejo aceptara irse con él. te del Sur tiene algunos y no tan bue
Puso una gran cruz en medio de la nos. Parecíale la templanza de los aires
plaza del pueblo, a lo cual todos los y de la tierra como por marzo en Cas
tilla y las hierbas y árboles como por
1 Nota. N o ta a l m a rg e n , de. letra d e L a s
mayo; las noches diz que eran de ca
C <M Í75. torce horas.
188 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
razón de dar” . Todas estas son palabras a la playa tanta gente, hombres y mu
del Almirante. Dice más : “ Esta gente jeres y niños, que dice el Almirante
no tiene varas ni azagayas, ni otras que era espanto; daban voces todos,
ningunas armas, ni Jos otros de toda rogándoles que no se fuesen, sino que
esta isla, y tengo que es grandísima” . se quedasen con ellos. Los mensajeros
Dice más, que todos eran desnudos, de aquel señor que le había enviado
hombres y mujeres, desde arriba basta a convidar, esperaban con cuidado por
abajo, y que, en los otros lugares, los que no se fuesen sin ir a verlo.
hombres escondían sus mujeres de ce Llegado el Almirante donde le es
los, pero aquí no, antes ellas eran las peraba el señor, junto a la orilla de
primeras que venían a dar gracias ai la mar, con sUvS barcas, mandó el señor
cielo viendo los cristianos, y les traían que llevasen a las barcas muchas cosas
cuanto tenían, y frutas de cinco o seis de comer que le tenían aparejadas, y
maneras. Tenían diz que muy lindos como vido que había recebido el Almi
cuerpos, y el Almirante mandaba, en rante lo que le había enviado, todos, o
toda parte, que ninguno les diese lo más de ios indios, dieron a correr al
pena ni les tomase cosa alguna contra pueblo, que debía estar cerca, para
su voluntad, antes les pagasen cuanto traerles más comida y papagayos y otras
les daban. cosas de lo que tenían,, con tan franco
Finalmente, dice el Almirante que corazón que era maravilla. Dióles el
no puede creer que hombre haya visto Almirante cuentas de vidro, sortijas de
gente de tan buenos corazones y francos latón y cascabeles, no porque ellos pi
para dar, y tan temerosos, porque ellos diesen algo, sino porque diz que le pa
se deshacían todos por dar a los cris recía que era razón; y sobre todo, dice
tianos cuanto tenían, y llegando los el Almirante, porque los tiene ya por
cristianos, luego corrían a trarles todo cristianos y por de los reyes de Castilla
lo que en su poder había ^ más que las mismas gentes de Castilla.
Después envió el Almirante seis cris Dice más, que otra cosa no falta, salvo
tianos a la población para que viesen saber la lengua y mandarles, porque
qpié era, a los cuales hicieron cuanta todo lo que se les mandare harán sin
honra podían y sabían, dándoles cuan contradicción alguna L
to tenían, porque ninguna duda les Partióse dellos el Almirante para los
quedaba sino que el Almirante y toda navios, y daban los indios voces, hom
su gente habían venido del cielo. Lo bres y mujeres y niños, que no se fue
mismo creían los indios que traían con sen y se quedasen los cristianos con
sigo de las otras islas, puesto que ya ellos. Partidos con los navios, venían
se les había dicho (diz que) lo que tras ellos a la nao en canoas llenas de
habían de tener, conviene a saber, que llos, a los cuales hizo hacer buen tra
no eran sino como los otros hombres tamiento dándoles de comer y otras
y que vivían en otros reinos que se lla cosas de resgates que llevaron. Otro
man Castilla. señor había venido antes a ver los
Idos los seis cristianos que envió al cristianos, y mucha gente venía nadan
pueblo, vinieron ciertas canoas con do a la nao, estando grande media le
gente a rogar al Almirante, de partes gua de tierra. Envió a un señor dés-
de un señor, que fuese a su pueblo tos, que se había tornado, ciertos
cuando de allí partiese; y porque era cristianos para saber nuevas destas is
en el camino, determinó de ir allá en las, los cuales recibió muy graciosa
las barcas, porque le estaba esperan mente, y llevólos consigo a su pueblo
do con mucha gente sobre una punta para dalles ciertos pedazos grandes de
de tierra. Antes que se partiese, vino oro, y llegaron a un gran río, el cual
1 Nota. — De la bondad natural de los in 1 Nota. Nota al margen, de letra de Las
dios .—Nota ni margen, de letra de Las Casas. Casas.
)
190 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
oía cuatro dedos en ancho, de la ma< dro daban un pedazo de oro, había
ñera que se solían usar en Castilla por mandado que ninguna cosa rescibiesen
los reyes y grandes señores los cintos dellos, que por ella no le[s] diesen
labrados en bastidor o tejidos de oro, alguna en pago.
e yo alcancé a ver alguno dellos. Así que. Regados a la población los
Así que, viniendo la canoa y aquel seis cristianos, el señor deUa tomó lue
mensajero a la nao, topó con la barca, go por la mano al escribano y lle
y luego, como para captar la benevo vólo a su casa, yendo el pueblo todo,
lencia de los cristianos (como ser gente que era muy grande, acompañándolos.
de muy franco corazón, que cuanto le Mandóles luego dar de comer, y todos
piden dan con la mejor voluntad del los indios les traían muchas cosas de
mundo, que parece que en pedirles algodón labradas y en oviRos hilado.
algo les hacen gran merced; esto dice Después que fué tarde, dióles tres án
aquí el Almirante), dio luego el dicho sares muy gordas el señor, y unos pe-
cinto a un marinero para que lo trúje dacitos de oro, y vinieron con eRos gran
se al Almirante, y viniéronse juntas la número de gente, y les traían todas las
barca y la canoa a la nao. Rescibióles cosas que en el pueblo habían resgata-
el Almirante con mucha alegría, y pri do, y a eRos mismos porfiaban de trae-
mero que los entendiesen pasó alguna Ros a cuestas, y de hecho lo hicieron
parte del día; finalmente, acabó de en por algunos ríos y lugares que toparon
tender por señas sn embajada. lodosos. El Almirante mandó dar para
Determinó partirse otro día, domin el señor algunas cosas, y así los dejó
go, 23 de diciembre para allá, puesto a todos con muy gran contentamiento *,
que de costumbre tenía de nunca salir creyendo verdaderamente que habían
de puerto en domingo (por su devoción, venido del cielo, y, en ver los cris
y no por superstición, dice él); pero tianos, se tenían por bienaventurados.
por condescender a los ruegos de aquel Vinieron este día más de ciento y
gran señor, agradeciéndole tan buena veinte canoas, todas cargadas de gente,
voluntad, y por la esperanza que tenía, a los navios, y todas traían qué dar y
dice él, que aquellos pueblos habían ofrecer a los cristianos, comida de pan
de ser cristianos por la voluntad que y pescado y agua en cantariUos de
muestran, y ser de los reves de Casti- barro, muy bien hechos y por fuera
Ua, y porque los tenía ya por suyos, pintados como de almagra, y algunas
porque le sirvan con amor, les quería simientes, como especias (éstas debían
agradar y hacer todo placer. ser la pimienta que Ramaban a jí: la
Antes que hoy partiese, envió el Al última aguda), y echaban diz que un
mirante seis cristianos a una población grano en una escudiRa de agua y be
muy grande, tres leguas de allí, porque bían, mostrando que era muy sana.
el señor della vino el día pasado a ver
al Almirante, y díjole que tenía ciertos
pedazos de oro y que se los quería dar.
Con estos cristianos dice el Almirante CAPITULO LVIII
que envió su escribano por principal,
para que no consintiese hacer a los in Estaban esperando la ida del Almirante allí
tres embajadores del rey Guacanagarí. — No
dios cosa indebida, porque como fue pudiendo partir, el Almirante envióle las
sen tan francos y los españoles tan barcas con ciertos cristianos para que le
cudiciosos y desmedidos, que no les disculpasen. — Fué extraño el rescibimiento
bastaba que por un cabo de agujeta y que Guacanagarí e toda su gente les hizo.—
Dióles dádivas de cosas de oro y otras.—Tor
por un pedazo de vidro y de escudilla nadas las barcas, levantó las velas para ir
y por otras cosas de no nada, les daban allá. — Supo nuevas, antes que partiese, de
los indios cuanto querían, pero que aun las minas de Cibao. — Repite maravillas de
sin dalles se lo querían todo tomar, y
el Almirante, mirando al franco y gra
cioso corazón con que daban lo que ^ Nota. — Nota al margen, de letra de Las
tenían, que por seis contezuelas de vi Casas.
192 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
por casi nada, tenían, y que por una comer y en la honestidad, gravedad y
agujeta y por un cabo della Ies daban limpieza, dice el Almirante que mos
pedazos que pesaban más de dos cas traba bien ser de linaje.
tellanos, y que creían que no era nada Después de haber comido, en lo cual
con lo que esperaban que desde a un tardó buen rato, trujáronle ciertas hier
mes habrían. Toda cosa de latón esti bas con que se refregó mucho las ma
maban en más que otra ninguna, y por nos (creyó el Almirante que lo hacia
eso, por un cabo de agujeta, daban sin por las ablandar), y después le dieron
dificultad cuanto en las manos tenían. agua a manos. Acabado de comer, llevó
Llamábanle turey, como a cosa del cie al Almirante a la playa, y el Almirante
lo, porque al cielo llamaban turey; envió por un arco turquesco y un ma
olíanlo luego y como si en olerlo sin nojo de flechas que llevaba de Castilla,
tieran que venía del cielo; y finalmen y hizo tirar a un hombre de su com-
te, hallaban en él tal olor, que lo es pailía, que lo sabía bien hacer, y el
timaban por de mucho precio, y así rey, como no supiese qué fuesen armas,
hacían a una especie de oro bajo que porque no las tenían ni las usaban, le
tenía la color que tiraba al color algo pareció gran cosa. Todo dice el Almi
morada y que ellos llamaban guanín; rante. Vino diz que la plática sobre
por el olor cognoscían ser fino y de los caribes que los infestaban allí, a lo
mayor estima. cual el Almirante le dió a entender por
Como el rey Guacanagarí vido que señas que los reyes de Castilla eran muy
el Almirante se comenzaba a alegrar de poderosos y los mandarían destruir e
su tristeza con las muestras y nuevas traérselos las manos atadas.
que del oro traían, holgábase mucho Mandó el Almirante tirar una lom
y dijo al Almirante, por sus palabras barda y un escopeta o espingarda, que
y señas, que él sabía donde cerca de entonces así se llamaba, y viendo el
aUí había mucho oro, que tuviese buen efecto que hacían y lo que penetraban,
corazón y que le haría traer cuanto oro quedó el rey maravillado, y la gente,
quisiese. Para lo cual diz que le daban oyendo el tronido de los tiros, cayeron
razón y especialmente había mucho en todos en tierra espantados.
Cibao, mostrando que ellos no lo tenían Trajeron al Almirante una gran ca
en nada y que por allí en su tierra lo rátula, que tenía unos grandes pedazos
había. Oyendo el Almirante a Cibao, de oro en las orejas y en los ojos y en
siempre se le alegraba el corazón, esti otras partes, la cual le dió con otras
mando ser Cibango (sic), la isla que él joyas de oro, y el mismo rey se la puso
traía en su carta, y la que, según Paulo, a] Almirante en la cabeza y al pescue
físico, imaginaba; y así no entendía zo, y a otros cristianos que con él esta
que aquel cerco fuese provincia desta ban dió también muchas cosas de oro.
isla, sino que fuese isla por sí. Era inestimable el placer, gozo, con
Comió el rey con el Almirante en suelo y alegría destas cosas que vía,
la carabela, y después rogó al Almiran dando gracias a Dios muy intensas por
te que fuese con él a tierra, a ver su todo, e iba desechando el angustia res-
casa, gente y tierra. Salidos, hízole ha cebida de la pérdida de la nao, y cog-
cer gran rescibimiento y honra y lle nosció que Nuestro Señor le había he
vólo a su casa y mandóle dar cx)lación cho merced en que allí encallase la
de dos o tres maneras de frutas y pes nao, porque allí hiciese asiento; para
cado y caza y otras viandas que ellos lo cual dice que vinieron tantas cosas
tenían, y de su pan, que llamaban ca- a la mano y que a ello le inducían, que
zabí. Llevólo a ver unas verduras y ar verdaderamente no fué aquello desas
boledas muy graciosas junto a las casas, tre, sino grande ventura, “ porque es
y andaban con él bien mil personas, cierto (dice él) que si yo no encallara,
todos desnudos. El rey ya traía camisa que me fuera de largo sin surgir en este
y gantes, que el Almirante le había lugar, porque él está metido acá dentro
daoo, y por lo que más alegría bobo en una grande bahía, y en ella dos o
y fiesta hizo fue por los guantes. En su tres restringas de bajos, ni este.viaje
25
198 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
dejara aquí gente, ni aunque yo quisie yes antes de tres años emprendiesen y
ra dejarla no les pudiera dar tan buen aderezasen para ir a conquistar la Casa
aviamiento, ni temtos pertrechos ni tan Sancta, “que así (dice él) lo protesté
tos niant[en]imient08 ni aderezo para a Vuestras Altezas, que toda la ganan
fortaleza. Y bien es verdad que mucha cia desta mi empresa se gastase en la
gente desta que va aquí me habían ro conquista de Hierusalén, y Vuestras
gado que les quisiese dar licencia para Altezas se rieron y dijeron que les pla
quedarse. Agora tengo ordenado de ha cía, y que sin esto tenían aquella ga
cer una torre y fortaleza, todo muy na.” Estas son sus palabras. Dice que
bien, y una gran cava, no porque crea allí vido algún cobre, pero poco.
que haya esto menester por esta gente ^
(porque tengo por dicho que con esta
gente que yo traigo sojuzgaría toda esta
isla, la cual creo que es mayor que CAPITULO LXI
Portugal y más gente, ai doblo, mas
son desnudos y sin armas y muy cobar Tornó el rey otro día a la carabela a visitar
al Almirante; comió allí con él.—Pónemt
des, fuera de remedio), mas es razón argumentos claros de la bondad natural des
que se haga esta torre y se esté como tas gentes.—Asignanse razones por qué quiso
ha de estar, estando tan lejos de Vues el Almirante dejar en esta isla cristianos al
tras Altezas, y porque cognozcan el in gunos.—Tuvo nuevas de la carabela de Mar
genio de la gente de Vuestras Altezas, tín Alonso. — Envía el rey una canoa y d
Almirante un crittiano a buscalla. — Torna
y lo que pueden hacer, porque con te sin hallarla.--Dió priesa en hacer la /oríale-
mor y amor le obedezcan.” za, y acabóla en diez días, por la mucha
Y para este fin parece que lo enca gente que le ayudó; pmole nombre La iVa-
minó así la voluntad de Dios, permi vidad.—Vido el marinero un rey que iraía
unas plastas de oro en la cabeza, etc.
tiendo que el maestre y los marineros
hiciesen aquella traición de dejalle en
aquel peligro y no echar el ancla por Jueves, luego de mañana, saliendo
popa como había mandado, porque el sol, vino el rey Guacanagarí a la
si hicieran lo que les mandaba, salie carabela a visitar al Almirante; de
ra la nao y se salvara, y así no se su donde parece claro la gran bondad de
piera la tierra, dice él, como se supo la gente desta tierra, porque, cierto,
aquellos días que allí estuvo, porque cosa de notar y de admirar es, que m
no entendía parar en lugar ninguno, rey, bárbaro por respeto nuestro, aun
sino darse priesa en descubrir. Para lo que poderoso en su tierra, sin cognosci-
cual diz que la nao no era, por ser muy miento de Dios y en tierras apartadas
pesada, y dello fueron causa los de de conversación y de noticia, ni expe*
Palos, que no cumplieron con los Re rienda, ni historias de la policía y so*
yes Ip que habían prometido, que fué tileza e humanidad de otras gentes, de
dar navios convinientes para aquella que por aquel mundo de allá nosotros
jornada y no lo hicieron. Concluye el tuvimos, tuviese tanto cuidado y diU*
Almirante diciendo que de todo lo que gencia en consolar y hacer todo género
en la nao había no se perdió un agu y especie de clemencia y humanidad
jeta, ni tabla, ni clavo, porque quedó a gente tan poca, porque no pasaban de
sana como cuando partió. sesenta personas, nunca vista ni oída,
Dice más, que espera en Dios que a y de su natura y apariencia feroz y ho
la vuelta, que entendía hacer de Cas rrible, y puestos en tanto disfavor, aflic
tilla, había de hallar un tonel de oro ción, necesidad y tristeza, los cuales pu
que habrían resgatado los que allí en dieran ser hechos dellos pedazos o te
tendía dejar, y que habrían descubier nellos por esclavos, sin que jamás se
to ia mina del oro y la especería; y supiera ni hobiera imaginación ni sos
aquello en tanta cantidad, que los Re* pecha dello. Argumento y señal cierta
es y bien averiguada ser estas gentes,
de su innata y natural condición, hu
* Nota. Nota ct margen, de letra de Lns manas, benignas, hospitales, cotnpasi*
COMOM." vas, mansas, pacíficas y dignas de
HISTORIA DE LAS INDIAS 19’>
ner en muelia estima y de ayudallas a El rey se tornó a su casa después de
salvar, y como con ovejas mansas, con j haber comido, dejando al Almirante
versar y tractar con ellas. muy alegre y consolado.
Cierto, no fue menor indicio de Im- En este tiempo se deteriiiim) el Al
manídad y de virtud innata por natura, mirante de dejar allí alguna gente por
de no violar los derechos de la hospi algunas razones : la primera y princi
talidad esta obra, que lo que cuenta pal, por ver la felicidad y frescura y
Julio César en el libro 6 de sus Comen amenidad de la tierra y la riqueza de-
tarios hablando de las costumbres de 11a, en haber hallado muestra tan gran
los alemanes, que a los huéspedes que de y tan rica de haber en ella mucha
venían a sus casas estimaban por san cantidad de oro, y por consiguiente,
tos, y tenían por gran pecado no co- poder en ella con tanta ventaja v pros
municalles todo cuanto poseían y ayu- peridad hacer grandCvS poblaciones de
dalles y defendelJos de toda injuria, españoles y cristianos. La segunda, por
daño y mal. Hospitem violare jas non que en tanto que él iba y tornaba de
piitant, qui quacumque de causa ad eos Castilla, ellos supiesen la lengua y hu
venerint, iniuriam prohibent, sanctos- biesen preguntado, inquirido y sabido
que habent; Usque omnium domus pa los secretos de la tiíU'ra, los señores y
tent, victusque communicantur. Haec reyes della y las minas de oro y meta
ille. les otros, y si en ella había otras, más
Así que venido el rey a la carabela, de las que él había ya visto, riquezas, y
comenzó a, con su blandura benigna, lo que él nniclio estimaba también y
consolar y alegrar al Almirante, dicién- creía liaberlo, que era especería. La
dolé que había enviado por oro, y que tercera, por dejar en alguna manera
lo quería cobrir todo de oro antes que prenda, porque los que oyesen en Cas
se fuese, rogándole también afectuosa tilla que habían quedado ciertos cris
mente que no se fuese, sino que hol tianos de su voluntad en esta isla, no
gase de vivir e morar allí con él y con temiesen la luenga distancia, ni los tra
sus gentes. bajos y peligros de la mar, aunque esto
Comió con el Almirante el rey e no era mucho necesario, porque con
un hermano suyo y otro que parecía decir que había oro y tanto oro, aun al
pariente y privado suyo, y estos dos cabo del mundo, no tcniieran los de
le decían que querían irse a Castilla España irlo a buscar. La cuarta, por
ron él. que como se le había perdido la nao,
Estando en esto, vinieron ciertos no pudieron tornar todos en la carabe
indios con nuevas, diciendo que la ca la, sino con gran <lif¡<‘u1lad. La quinta,
rabela Pinta, que tenía Martín Alonso por la voluntad que todos mostraban de
Pinzón y con que se había absentado quererse quedar, y los ruegos que sobre
o alzado, estaba en un río al cabo des- ello al Almirante hacían, diciendo que
ta isla o lejos de allí. Proveyó luego se querían allí los primeros avecindar.
el rey Guacanagarí con gran diligencia, Favoreció y animó inu<ího su deter
mandando que una canoa esquifada de minación ver la bondad, humildad,
remos, como dicen los marineros, [fue mansedumbre y simplicidad de todas
se] luego a buscar la carabela y cris estas gentes, y sobre todo, la gran cari
tianos, y hiciesen con solicitud lo que dad, humanidad y virtud del rey Gua
el Almirante mandaba, porque le ama canagarí, y el tan señalado acogimien
ba tanto que era maravilla; y así lo to, que no pudo ser en el mundo en
dice el Almirante. Envió en ella el Al casa de padre y madre más, como les
mirante un marinero con sus cartas de había hasta entonces hecho, y el amor
amor a Martín Alonso, disimulando que les mostraba y lo que cada hora
el apartamiento y pena que por él le se les ofrecía a hacer más.
había causado, persuadiéndole que se Así que resuelto en esta determina
viniese donde él estaba, pues Nuestro ción, porque con algún abrigo, el que
Señor les había hecho a todos tanta al presente le era posible, quedasen.,
merced. acordó que se hiciese una fortaleza de
h
ellos usaban, que son muy lindas y ] que había reñido con él; lo mismo
broñidas y relucientes, como si fuesen había diz que entendido algunas veces,
de azabaja, que ellos llamaban duhos. que el rey trabajaba que no sintiese
Sentado el Almirante, luego el herma dónde se cogía el oro, porque no lo
no del rey envía un escudero al rey su fuese a resgatar allá. Esto pudo ser
hermano, haciéndole saber cómo era así, e pudo engañarse el Almirante,
venido el Almirante, como si el rey no pues no los entendía, como en otras
supiera ser venido. Como el escudero cosas. Dice aquí el Almirante que se
se lo dijo que el Almirante había veni le notificaba en tan muchos lugares
do, c<ín mucha celeridad, mayor que haber el oro, que era diz que gran ma
a su autoridad real parece que convenía, ravilla. Siendo ya de noche, le envió el
porque cuasi corriendo y con grande rey una gran carátula de oro, rogando
alegría, llégase a él, y pénele al pes que le enviase un bacín de aguam'anos
cuezo una gran plasta de oro que en la y un jarro, que debía ser o de latón
mano traía. Estuvo allí con él hasta la o de estaño, el cual luego se lo envió,
tarde, hasta que el Almirante se tornó y creyó que lo pedía para man
a dormir a la carabela. dar hacer otro, a semejanza de aquél,
Otro día, sábado, 29 de diciembre, de oro.
luego de mañana, vino a la carabela El domingo, 30 de diciembre, salió
un sobrino del rey, muy mozo, y según el Almirante a comer a tierra y llegó a
dice el Almirante, de buen entendi tiempo que habían entonces llegado
miento y buenos hígados. Y como siem cinco reyes, sujetos a este gran señor
pre fuese solícito de saber dónde se Guaoaiiagarí, todos con sus coronas de
cogía el oro, preguntaba a cada uno
oro en las cabezas, representado gran
por señas y tan bien que ya entendía
algunos vocablos; así que preguntó al de autoridad, en tanto grado, que dice
mancebo por las minas y entendió de el Almirante a los Reyes: “ Vuestras
la respuesta que a cuatro jornadas Altezas hobieran mucho placer de ver
había una isla hacia el Leste, que se la manera dellos. De creer es que el
llamaba Guarionex, y otras Macoris y rey Guacanagarí los debía mandar venir
Mayonix y Fuma y Cíbao y Coraay, en para mostrar mejor su grandeza.” En
las cuales había infinito oro; y estos llegando en tierra el Almirante, le vino
nombres puso luego por escripto el Al el rey a recebir e lo llevó del brazo a
mirante. la casa de ayer, donde estaba puesto el
En esto parece cómo el Almirante no estrado y sillas, en una de las cuales
entendía nada de los indios, porque asentó al Almirante con grande come
los lugares que le nombraban no eran dimiento y veneración, y luego se quitó
islas por sí, sino provincias desta isla su corona de la cabeza y púsola al Al
y tierras de señores, y esto significaban mirante en la suya. El Almirante se
por los nombres: Guarionex era el rey quitó del pescuezo un collar de buenos
grande de aquella Vega Real, una de alaqueques y cuentas muy hermosas, de
las cosas maravillosas en natura; que muy lindos colores, que parecieran en
rían decirle los indios o decíanle que toda parte muy bien, y se lo puso a él,
en la tierra y reino de Guarionex esta y se desnudó un capuz de fina lana, que
ba la provincia de Cibao, abundantí aquel día se había vestido, y so lo vis
sima de oro. Macorix era otra provin tió, y envió por unos borceguíes de
cia, como abajo parecerá, puesto que color, que le hizo calzar. Púsole, más,
ésta tuvo algún oro, pero poco, y los una sortija o anillo de plata grande en
otros nombres eran provincias, puesto el dedo, porque había sabido el Almi
que les faltan o sobran sílabas o letras, rante que habían visto a un marinero
que no las debiera escrebir bien el Al una sortija de plata, y que habían
mirante como no los entendiese bien. hecho mucho por ella. Y es verdad que
Pareció al Almirante que sabido el toda cosa de metal blanco, fuese plata
hermano del rey que el sobrino le había o frese estaño, eslim-aban en mucho.
dicho aquellos nombres, que le pesó y Con estas joyas se halló el rey riquísi-
i
2U2 (•KAY BARTOLOME DE LA5 CA5A5
más voluntarios y alegres, y [de] mejor y los bienes que les había deparado,
disposición y fuerzas para sufrir los por lo cual le debían dar siempre iu-
trabajos que hallar, entre los que allí mensas gracias, y se encomendasen luu-
consigo tenía, hallar pudo. Dejóles por rlio a su bondad y misericordia, guar
capitán a Diego de Arana, natural de dándose de le ofender y poniendo
Córdoba, y escribano y alguacil con en El toda su esperanza, suplicándole
todo su poder complido, como él lo te también por su tornada, la cual, con
nía de los Católicos Reyes. su ayuda, él Ies prometía de trabajar
Y por si acaeciese aquél morir, nom que fuese la más breve que pudiese ser,
bró para que en el cargo le sucediese con la cual confiaba en Dios que todos
a un Pero Gutiérrez, repostero de es seríaii muy alegres.
trados del Rey, criado del despensero Lo segundo, que les rogaba y encar
mayor, y si aquél también acaeciese gaba y les mandaba, de parte de Sus
morir, tomase y ejercitase su oficio Altezas, que obedecievsen a su capitán
Rodrigo de Escobedo, natural de Sego- como a su persona misma, según tle su
via, sobrino dei fray Rodrigo Pérez : bondad y fidelidad confiaba.
debía ser fray Juan Pérez, el que arri » Lo tercero, que acatasen y reveren
ba, en el cap, 20, dejirnos que había ciasen muy mucho al señor y rey Gua-
sido, o era, confesor de la Reina, que canagarí y a sus caciques y principales
fue mucha parte para [que] este nego o nitainos y otros señores inferiores,
cio aceptasen los Reyes, sino que debe y huyesen como de la muerte de no
estar la letra mentirosa, que por decir enojallos ni desabrillos, pues habían
fray Juan dice fray Rodrigo, o donde visto cuánto a él y a ellos les debían,
dice fray Rodrigo dice fray Juan. Dejó y la necesidad que les quedaba de
entre aquella gente un zurgiano, que traellos contentos, que<lando como
se llamaba maestre Juan, para curalles quedaban en su tierra y debajo de su
las llagas y otras necesidades a que su señorío; antes trabajasen y se desvela
arte se extendiese. Dejó asimismo un sen, con su dulce y honesta conversa
carpintero de ribera, que es de los que ción, ganalle la voluntad, conservándo
saben hacer naos, y un calafate, y un se en su amor y amistad, de manera que
tonelero, y un artillero o lombardero él lo hallase tan amigo y tan favorable,
bueno y que sabía hacer en aquel y más, que lo dejaba, (ujando volviese.
oficio buenos ingenios. También les Lo cuarto, les mandó y rogó encare
quedó un sastre; todos los demás eran cidamente, que a ningún indio ni india
buenos marineros. Proveyóles de biz hiciesen agravio ni fuerza alguna, ni le
cocho y vino y de los bastimentos que tomasen cosa contra su voluntad; ma
tenía, para se sustentar un año. Dejó yormente, se guardasen y huyesen de
les semillas para sembrar y todas las hacer injuria o violencia a las mujeres,
mercaderías y resgates, que eran mu por donde causasen materia de escán
chos, que los Reyes mandaron com dalo y mal ejemplo para los indios e
prar, para que las trocasen y resgata- infamia de los cristianos, de los ciiales
sen por oro, y mucha artillería y ar tenían por cierta opinión que éramos
mas con todo lo gue traía la nao. De enviados de las celestiales virtudes y
jóles también la barca de la nao para todos venidos del eielo. Por cierto, en
con que pescasen y para lo que más esto mucho más confió el Almirante de
les conviniese. los españoles de lo que debiera, antes
Todo puesto a punto- que ya no se dejó engañar de su confianza, si
restaba sino partirse juntó a todos y creía oiie estas reglas habían de guar
hace a los que se habían de quedar dar; debiera ser que aún no los cog-
la siguiente plática, que contuvo es noscía, como después los cognosció. Y
tas razones como prudente y cristiano no digo de los españoles solos, pero de
que era: cualquiera otra nación de las que hoy
Lo primero, que con*iderasen las cognoscemus (según el mundo está),
grandes mercedes que Dios a él y a no debiera de confiar que habían de
todos hasta entonces les había hecho, guardarlas, pue.slo que sola la cordura
204 i ’KAY b a r t o l o ^íf : d e l a s c a s a s
sen de loa caribes cuando acaeciese ve tenía con sus armas, y hizo tirar mu
nir, porque diz que algunas veces Ha chos tiros de artiüería con mucho re
blaban en ellos; por tanto, que se los gocijo.
encomendaba mucho mirase por ellos, Antes que la nao se deshiciese, había
especialmente por Diego de Arana y hecho asestar una lombarda al costado
pero Gutiérrez y Rodrigo Escobedo, de la nao, la cual pasó todo el costado
dejaba por sus tenientes, y que él de ella, y de la otra parte, muchos
vernía presto y le traería de los Reyes pasos, fue la piedra por la mar, de
de CastiDa muchas joyas de las que que todos los indios quedaron mara
dado le había y de otras más ricas, como villados y espantados.
vería. El cacique le respondió mostrán Todo esto hecho, abrazó el Almirante
dole mucho amor y dándole a entender al rey y algunos señores, abrazó a los
que perdiese cuidado, que él les man que dejaba por sus tenientes, abrazó
daría dar de comer y haría servir como a todos los treinta y nueve y los que
hasta allí había hecho, mostrando con consigo llevaba a los que quedaban, y
esto gran tristeza y sentimiento de así se despidieron con mucha lágrimas
partida. los unos y los otros, indios y cristianos,
Dijo allí un privado del rey al Al con demasiada tristeza. Y así el Almi
mirante que el rey había enviado cier rante con los suyos se fue a embarcar,
tas canoas a traer mucho oro para celebrada desta manera la despedida.
dalle, y que había mandado hacer iin No pudo partir el jueves, porque a
estatua de oro puro tan grande como el noche vinieron tres indios, de los que
Almirante mismo, y que desde a diez traía de las otras islas, y dijeron que
días la habíam de traer. Todo esto no los otros y sus mujeres vemían al salir
era desabrido al Almirante ni a los cris del sol; no supe cuántos llevó desta
tianos que lo oían. Todo esto, a vueltas isla, pero creo que llevó algunos, y por
del alegría, le daba dolor por no tener todos llevó a Castilla diez o. doce indios,
consigo la otra carabela Pznta^ con qua según refiere la historia portoguesOf e
se fué Martín Alonso Pinzón, y dijo yo los vide en Sevilla, puesto que no
que tuviera por cierto de llevar un to miré ni me acuerdo haberlos contado.
nel de oro, porque osara seguir las Viernes, 4 de enero de 1493 años,
costas o riberas destas islas, lo que no saliendo el sol, con la gracia de Dios,
se atrevía-por ser solo y, como arriba mandó levantar las anclas con poco
dijo, no le acaeciese algún peligro por viento, con barca por proa el ca
donde se impidiese la noticia que tamo mino del Norueste, por salir de la res
deseaba dar a los Reyes de Castilla. Y tringa y bajos que por allí había. Y
añide más, que sí estuviera cierto que dice que toda aquella costa se corre
la dicha carabela Pinta llegara a Espa Norueste Sueste, y es toda playa y la
ña en salvamento para que diera la tierra llana hasta bien cuatro leguas la
dicha noticia, que se atreviera a lo tierra dentro. Después hay montañas
hacer, puesto que aun llegando allá muy altas y toda muy poblada de po
creía que habían de fingir mentiras por blaciones muy grandes y buena gente,
excusarse de la pena en que había en- según se mostraban con los cristianos
currído, que, por haber hecho lo que Esto dice el Almirante y dice verdad,
hizo e impedir los bienes que desta vez que la tierra es de la manera que dice,
se pudieron descubrir y saberse, me aupque la vía desde la mar.
recía. Navegó así al Leste, camino de un
monte muy alto que le quería parecer
Y porque se había hablado de los ca isla, pero no lo es, porque (diz que)
ribes, 80 color de que los cristianos los tiene participación con tierra muy baja,
habían de hacer huir, quiso el Almi el cual diz que tiene forma de un alfa-
rante aqueste día mostrar la fuerza de neque o tienda de campo muy hermosa.
los cristianos, porque los estimase el
rey en más y su gente y les tuviesen te
mor. Para esto hizo hacer una escara ^ Nota. — JVoía al margen, de letra de Loe
muza a la gente de los navios que allí Casas.
’2 i) ñ FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y a este monte puso nombre Monte- chas piedras pintadas de colores o can
Christi en honor y gloria del Hijo de tera de piedra tales, de labores muy
Dios, Jesucristo, de quien tantos bienes hermosas, (diz que) para edificios de
había rescebido, y está justamente al iglesias o de otras obras reales, como
Leste, obra de, diez y ocho leguas del las que halló en la isleta de San Salva
cabo que llamó Sancto, que quedaba dor, que fué Guanahaní, la primera
atrás, de la parte del puerto de la Na que descubrió. Halló también en esta
vidad, creo que cuatro leguas. isleta muchos pies de almácigos, y ma
Este Monte-Chrhti, como la parte del ravillóme que no dice haber hallado
mar donde está situado, que bate al sal, porque hay en esta isleta muy bue
pie dél el agua, sea toda llana, y de la nas salinas; pudo ser que las hobiese
parte de la tierra también sea llano to apartadas de donde él estaba. Toma
do por allí, porque es parte de la gran repetiendo a decir la hermosura del
vega, por cualquiera parte, pues, que Monte-Christi e de su altura, puesto
pasemos, se ve muy eminente, y es de que no es muy alto, y de muy linda
ver cosa cierto hermosísima, y paréce- hechura y and able, dice él, y toda la
me a mí, yo que lo he visto muchas ve tierra cerca dél es baja y muy linda
ces, que es í'omo un montón de trigo. campiña, y él quedá así, alto, que vién
Y porque en Esj)aña llamamos montes dolo desde lejos, parece isla que no
a las silvas o lugares que tienen árbo comunique con alguna tierra. Dice que
les y madera, y fuera de España, como ^ d a la tierra de por allí le parecía muy
en latín, se llaman montes los que nos baja y muy hermosa, y lo otro todo
otros llamamos sierras, aunque no ten tierra muy alta y grandes montañas la
gan arboledas, por eso no se ha de 'en bradas y hermosas, v dentro de la tie
tender que este Monte-Christi tiene ár rra una sierra del Nordeste al Sueste,
boles, antes es todo lleno de hierba, si (a más hermosa cfue había visto, que
quizá no tiene algunos arbolíllos pe le parecía propria como la sierra de
queños o chequitos entre la hierba, que Córdoba, Vía también muy lejos otras
no se me acuerdan. montañas muy altas hacia el Sur y del
Navegó hoy el Almirante con poco Sueste, y muy grandes valles y muy ver
viento, y surgió seis leguas del Monte- des y muy hermosos, y muy muchos
Christi en diez y nueve brazas, donde ríos de agua, todo esto en tanta canti
estuvo aquella noche, y da aviso que dad apacible, que no creía encareceilo
el que hobiere de ir a la villa de la la milésima parte de lo que en verdad
Navidad, donde dejaba la fortaleza y era. Juzgaba que vía de tierras exce
39 cristianos, y recognosciere al Monte- lentísimas cien millas.
Christi, se debe meter a la mar dos Quien le diera nuevas dónde estaba,
leguas. bien es cierto que le diera buenas al
Cuando el sol quería salir, sábado, bricias. Estaba frontero de las minas
5 de enero, alzó la vela con terral, y de Cibao, en el medio de la grande y
aunque con viento después Leste, que Real Vega y en la tierra de las más fe
le era contrario, anduvo aquellas seis lices que creo que hay en el mundo.
leguas, V vido que estaba una isleta Todas las sierras que por allí con au
cerca del Monte-Christi, por la cual vista ver alcanzaba eran todas las de
de la parte del monte al Susueste pa Cibao, donde había y hay hoy las ri
recía hacer buen puerto. Halló por la quezas de oro del mundo. Parece que
costa que iba y cerca del monte diez y adevinando el día antes, no sé por qué
siete brazas de fondo y muy limpio ocasión, dijo determinadamente que Ct-
todo. Entró entre el dicho monte y la bango (sic) estaba en aquesta isla, pues
isleta, donde halló tres brazas y media to que él imaginaba el Cibango (sie)
con baja mar, y así vido ser muy sin que traía en su carta o mapa que le
gular puerto y allí surgió. había enviado Paulo, físico, de que
Fue con la barca a la isleta, donde muchas veces hemos hecho relación;
halló fuego y rastro de haber estado pero basta que era Cibao el que él tam
poco había pescadores, Vido allí mu bién ver deseaba.
HISTORIA DE LAS INDIAS 207
B veces como la mano, de todo lo cual sas en favor de su padre, Martín Alon
diz que llevaba la mitad Martín Alon so, en las cuales es singular, sin que
gó, y la otra mitad se repartía por otro testigo comprobé ni diga palabra
toda la gente. que concuerde con su dicho, y en algu
Es aquí de notar que este Martín nas pregimtas sólo él fué tomado, y no
Alonso (según arriba en el cap. 28 algo otro alguno. Vide también las deposi-
desto dijimos), como era rico y sus her clones de los otros testigos, en todo lo
manos y principales de la Villa de Pa cual o en muchas partes del dicho pro
los, y muy emparentado, y había ayu ceso parece haber contradicción de lo
dado al despacho del Almirante y los que los unos testigos dicen a lo de los
había hecho el Almirante capitanes y otros, y se averigua ser muchas ajenas
dado autoridad y honra, y ellos por sí de la verdad.
debían ser hombres de presunción y va Articuláronse también muchas pre
lerosos, porque las riquezas levantan guntas que se quedaron desiertas, so
los corazones, y aun también ciegan de las y puras, sin que algún testigo depu
soberbia* y ambición los ánimos de los siese dellas, y no eran de las menos
hombres, y el Almirante era extranje importantes y claras, que si tuvieran
ro y sin favor, y le hicieron muchas verdad, era imposible no saberlas los
befas e injurias en aquel camino, y la que de las otras deponían, por ser co
grisquela quel Martín Alonso hizo de rrelativas o anejas y dependientes unas
dejar al Almirante, después de venidos de otras, como es aquella diez y nueve
a Castilla, publicaron muchas cosas, a pregunta en el pleito y probanza del
lo que parece y yo cierto creo, por lo fiscal sobre lo del Darién, que se ha
que sé y he visto en las escripturas bía apartado del Almirante, vista la
que luego diié, muy contrarias de la primera isla que descubrieron, que de-
verdad. jimos llamarse Guanahaní, y que fué
Dijeron que el Almirante se quería a descubrir la Española y la descubrió
volver del camino arrepentido y deses siete semanas antes que el Almirante,
perado, si no fuera por ellos que lo y estuvo el dicho tiempo en el río de
animaron, como arriba fue dicho. Di Martín Alonso, el cual (diz que) no
jeron que el Martín Alonso había des volviera a la isla Española si no fuera
cubierto el oro, y que había enviado por industria del dicho Martín Alonso,
canoas con indios a lo buscar, y que que lo envió a llamar con canoas o cai
si no fuera por esto, que nunca el Al tas, porque el dicho Almirante diz que
mirante viniera ni tocara en la isla Es se iba a las islas de los Lucayos, etc.
pañola. Esta contiene dos o t,rp«: grandes y
cual, por todo lo dicho por la averiguadas mentir*>:, porque, como pa
probanza o proceso que hizo el fiscal rece en el cap. 41 de arriba, el Martín
del Rey en el pleito que trató ron e! Alonso no se apartó del Almirante vís
Almirante D. Diego Colón, primer su ta la primera isla, sino mucho después
cesor del Almirante viejo, de quien de haber descubierto muchas islas de
tractamos que descubrió estas Indias, los Lucayos y muchos puertos de la isla
en el año de mil y quinientos y diez, de Cuba, y ya volviendo el Almirante
tj once, o dore, cuando se comenzó o hacia el Leste, camino de la Española,
andaba el pleito de que abajo se hará y el mismo día, antes que se apartase
más larga mención, parece grandísima Martín Alonso, había visto el Almiran
falsedad. Porque vo he visto el proceso te las sierras de la isla Española, como
y las preguntas del interrogatorio que el allí dejimos. Y cierto, quien notare el
fiscal hizo en favor del fisco, las cuales discurso de todos los- capítulos de arri
debieron de ser articuladas por aviso ba, bien verá la falsedad desta pregun
de Viceinle Anes, hermano del mis ta, y así quedó desierta sin alguna pro
mo Martín Alonso, y del hijo del mis banza ni deposición de algún testigo.
mo Martín Alonso, que se llamaba La siguiente pregunta, que es en or
Arias Pérez, crue también fué presen den la vigésima o veintena, dice estae
tado por testigo y depuso muchas co palabras: “ Si saben, etc., que el dicho
HISTORIA DE LAS INDIAS 209
Martín Alonso, en las dichas siete se descubrió siete islas, lo que tampoco
manas, entró por la dicha Española ade es creíble, si no eran las isletas y bajos
lante a los caciques principales de la de Babueca, que están allí junto del
tierra, y llegó fasta do dicen la Magua- dicho río, donde dice que paró y que
na, a casa de Behechio e de Caona* llamó de Martín Alonso.
bo, por donde anduvo, y halló grandes Cierto, si esta probanza se hiciera en
muestras de oro y lo resgat<> antes que las Indias en aquellos tiempos, muchos
el dicho Almirante D. Cristóbal Colón hobiera que la contradijeran, pero como
llegarse a la dicha isla.” Esto dice Ja se hizo en ia villa de Palos, donde
pregunta. todos eran marineros, parientes v ami
Depone García Hernández; dice que gos de Martín Alonso Pinzón, no podía
la sabe como en ella se contiene, por otra cosa de allí salir. Ciertamente, es
que este testigo iba con el dicho Mar tas preguntas harto exceso contra la
tín Alonso e lo vido como lo dice en verdad contienen, y cuasi todas, que
esta pregunta. son muchas, son de la misma manera.
Otro testigo dijo que la sabe como He querido declarar estos defectos aquí,
en ella se contiene, porque lo oyó al di porque se sepa la verdad y no se usurpe
cho Martín Alonso. Otro testigo dijo la honra y gloria que se le debe a
que fa sabía porque los marineros ia quien Dios había elegido y eligió para
platicaban públicanienle. que con tan grandes trabajos descu
Otro testigo, que se llamaba Fran briese, haciendo nuevo inventor deslo
cisco Vallejo, dijo que sabe que el orbe, y porque siempre me desplugiiie-
dicho Martín Alonso estuvo tres días ron las persecuciones que víde y sen
la tierra dentro, después que surgió en tí que injustamente se movían rontrá
el río que puso Martín Alonso e des este hombre, a quien tanto le debía el
cubrió el dicho oro e que se afirma en mundo.
lo dicho. Por manera que pudieran dar
cien azotes al primer testigo por per CAPITULO LXVI
juro, porque afirma las siete semanas
andar por la tierra; lo uno, »porqne De un poderoso rio que snle. ni Monte-Cliri»ti.
estotro dice que tres días; lo segun Entró en él con lu haren; halló mucho oro
en el arena, a su ¡mrccer.—Partió de Mon’c-
do, es manifiesto serle imposible ir a Christi. — Vido tres serenas. — Llegó al río
las provincias y reinos que dice de Be- donde Martín Alonso había estado y resgu-
hechio y Caonabo, reyes, porque esta tado oro y había tomado por fuerza rurilro
indios y dos mozas.—Mandólas restituir io
ban al cabo de la isla, a la otra mar dos el Almirante, etc.
del Sur, de donde él estaba más de
ochenta leguas y de grandísimas sie Sale a este puerto de Monte-Christi
rras, que no las anduvieran, ida y ve un poderoso río que se llama Yaquí,
nida, en cien días, mayormente habien que viene por las minas de Cibao, el
do entre medias infinitos señores v cuál rescibe en sí otros muchos y pode
reyes y gentes y pueblos y indios, donde rosos ríos, todos de mucho oro de Ci
a?az se hobieran muchos días de dete bao, como abajo se dirá, placiendo a
ner, y no fácilmente de entre tantos se Dios. Salló^ el Almirante en la barca
ñores V gentes se habían de descabullir, de la carabela, y fue al río que estaba
para lo cual no les bastaran siete me una legua buena; halló a ia boca del
ses; cuanto más, que no fueron siete río toda la arena llena de oro, a lo que
semanas, sino cuarenta y cinco días, le parecía, puesto que era muy menu
porque a 21 de noviembre lo dejó, y do, y era tanto, que dice ser cosa de
a 6 de enero se juntaron, como parece maravilla. Yo bien creo que no era oro,
por lo que arriba en el cap. 41 y en sino margasita que parece oro, porque
este presente se ha visto. Y bien había hay mucha en todos los ríos de Cibao
menester todo este tiempo para llegar y más en éste, puesto que también po
casi basta allí, como siempre tuviesen día ser oro, porque estaban entonces
heste, que era y es viento, por allí, todos los ríos desta isla virgines. Y así
contrario; cuanto más que dijo que dice que halló allí en poco espacio
1
210 l'RAV BARTOj.OME DE LAS CASAS
muchos granos de oro coUio lentejas- | día ser que fuese en esta isla Española,
pero de lo muy menudo dice que había puesto que también debían ser la isla
mu(^ha cantidad. | fie San Juan y la <le Jamaica y otras
Hizo subir el río arriba por coger i según señalaban hacia el Leste o el
el agua dulce, porque era llena la mar i Oriente, que debían tener nueva de la
y subía la salada, y volviendo a la cara- - tierra firme.
bela hallaban metidos por los aros de | Miércoles, 9 de enero, levantó las
las pipas y barriles granitos de oro, | velas con viento Sueste, navegó al Les-
por lo cual puso nombre al río el Río nordeste, llegó a una punta que llamó
del Oro. Punta Roja, que está al Leste de Monte-
Tiene la boca muy ancha, pero baja; Chrhti sesenta millas, donde surgió.
pasada la entrada es muy hondo; dice Todas las tierras que por allí vía eran
que es tan grande como Guadalquivir tierras altas y llanas, muy lindas cam
por Córdoba; yo digo que mayor que piñas y muchas riberas de agua, y a
Guadalquivir por Cantillana y aun por las espaldas dcllas hermosos montes,
Alcalá del Río, porque lo sé yo muy todo-s verdes y labrados, que de su her
bien. Habrá dél adonrle alejaba la mosura se maravillaba. Tiene razón,
fortaleza y villa que decía de la Navi porque aquella tierra que vía era parte
dad, diez y siete leguas; dice haber de la vega maravillosa, de la cual se
entremedias muchos ríos, y es venlad, dirán después maravillas, y parte de
es esjjecial tres grandes, donde creía otra vega muy graciosa que está hacia
que había mucho más oro. De aquí a la costa de la mar. Tomaron tortugas
las minas del oro estimaba que habría grandes, como grandes rodelas, que ve
veinte leguas, pero diera albricias a nían a desovar en tierra.
quien le certificara que no había cua Vido el Almirante el día pasado tres
tro; estaba frontero, y no cuatro le serenas, según dice, que salieron bien
guas, de las minas de Cibao alio de la mar, pero no era tan hermo
Dice más, que no quiso lomar y sas como las pintan, las cuales en al
llevar de aquella arena que tenía tan guna manera tenían forma de hombre
to oro, pues Sus Altezas lo tenían todo en la cara; dijo que otras veces las
en casa y a la puerta de su villa de la había visto en la costa de Guinea, don
Navidad, porque ya no convenía dete de se coge la m anegúela.
nerse, sino ir a más andar para llevar Partióse jueves, 10 días de enero, de
las nuevas y por quitarse de mala com don<le había surgido, y al sol puesto,
pañía, porque aquella gente era muy llegó al río donde había estado diez y
desmandada, en especial Martín Alonso seivS días Martín Alonso regatando
y sus hermanos, y muchos que los se muí'ho oro que allí hobo, al cual puso
guían con soberbia y cudicia, estiman nombre Río de Gracia, puesto que no
do que todo era suyo, desobedeciéndo quedó con este nombre, antes se llamó
lo V diciendo y haciendo muchos cosas siempre y se llama boy el Río de Mar
indebidas contra él, no mirando la tín Alonso.
honra en que los había puesto a todos Surgió a la boca, porque la entrada
tres hermanos. no tiene sino dos brazas; dentro es
Tenía por milagro y buena suerte hondo y buen puerto, salvo que tiene
habérsele perdido allí la nao, porque mucha bruma, de la cual fué muy mal
creía ser aquel el mejor lugar de la isla tratada la carabela Pinta de Martín
para hacer asiento, por ser más cercano Alonso y por esto hacía mucha agua.
a las minas del oro; otros muy mejo Dice aquí el Almirante que desque
res halló él después para propósito de supo Martín Alonso de los indios que
las minas, como parecerá, puesto que el'Almirante ya estaba en la costa desta
para poblaciones maravillosas toda la isla Española, y que ya no lo podía
tierra de por allí era y es felicísima. errar, se vino para él. Supo el Almiran
Tiivo nuevas de haber mucho oro en te de la gente de la carabela que Martín
muchas partes que le señalabati los in Alonso quisiera que toda la gente ju
dios; él entendía que eran islas, y po rara que no había estado en el dicho
HISTORIA DE LAS INDIAS 211
río sino seis días, mas que era cosa y envió una corona de oro.—Tomó el Almi
tan pública su rnaltlaci, que no podía rante. cuatro mancebos para llevar a Castilla;
lúzalo muy mal.
encubrirse. El cual dice, que tenía
hecha lev, que todo el oro que la gente
resiíatase o liobiese, le acudiesen con Viernes, 11 de enero, a media noche,
ía mitad a él, como queda dicho. Y salió del Río de Gracia, que agora se
cuando se partió de allí Martín Alonso, llama de Martín Alonso, y navegó al
tomó cuatro indios hombres y dos Leste, hasta un cabo, cuatro leguas,
mozas por fuerza, pero llegado allí el que llamó Beíprado, de donde vido una
Almirante, mandóles dar de vestir e sierra, que porque siempre está llena
poitellos en tierra para que se fuesen a de nubes en lo alto, (omo plateada,
sus casas. Bien creo yo que aquí habrían púsole nombre el Monte de Plata, al
hartas palabras y desvergüenzas contra pie del cual está un buen puerto que
el Almirante, aunque agora sobre este se llama hoy, desde entonces, el Puer
caso lio lo dice, pero dícelo cada paso, to de Plata; tiene cuatro brazas en la
(iiciendo que. sufre a Martín Alonso v entrada, y es de la hechura de una
a los demás, pues había hallado lo que herradura de caballo. Loa mucho este
buscaba, y hasta llevar las nuevas a los monte o sierra de Plata y el puerto
Reyes sufría, dice, los hechos de las que está debajo dél; encarece la her
malas personas y de poca virtud, las mosura de las campiñas que van la
cuales, contra quien les había dado tierra dentro, y así es tierra muy her
lionra, presumen hacer su voluntad mosa, y una sierra que va de Leste a
con poco acatamiento. Estas son sus Güeste, que es Levante a Poniente, y
palabras. dice ser tierra muy ]>oblada.
Cierto es que como Martín Alonso Andando por la costa delante halló
tuviese la presunción que parece, que muchos cabos; a uno llamó del Angel,
le había de pesar que el Almirante a otro llamó la Punta del Hierro, a
mandase restituir los indios a su tierra, otra el Redondo y a otro el Francés,
í{ue él había por fuerza tomado, y so a otro el Cabo del Buen Tiempo, a
bre ello que había de haber palabras otro Tajado. De todos estos nombres de
y aun barajas. Dice también aquí a cabos no queda hoy alguno. Anduvo
los Reyes el Almirante sobre los indios más de veinte cinco o treinta leguas
que aquí mandó restituir, que hacello hoy, porque le ayudaba el viento y las
era servicio de Sus Altezas, porque corrientes que iban con él.
hombres y mujeres eran ya lodos suyos Estuvo a la corda, que es, según
los desta isla y los de las otras, en es lenguaje ile los marineros,'aunque tie
pecial los désta, por tener ya el asiento nen las velas tendidas, no andar nada,
que dejaba hecho en la villa de la Na porque vuelven la proa al viento, y,
vidad, y por tanto era razón de hon locando en él, a veces vuelven nn poco
rar y tractar bien aquellos pueblos, atrás y otras un poco adelante, y así no
mayormente habiendo en esta isla tan hacen camino.
to oro.
Sábado, 12 de enero, al cuarto del
alba, navegó al T.esle y Oriente ron
CAPn ÜT.O LXVJI viento fresco; anduvo bien y vido mu
chos cabos, a uno llamó Cabo de Padre
Descubrió el monte y puerto i¡ue llamó de y ITijo, porque tenía dos farallones,
Plata.—Vida muchas campiñas y cubos muy uno mayor que el otro. Vido una gran
hermosos. — Pánese argumento aquí de ser de abra entre dos grandes montañas,
el Almirante astrólogo. — Llegó a una gran V hacían un grandísimo puerto y bueno
buhíti; surgió en el/a.—Fueron a tierra con
la barra, hallaron indios, vino uno a la cá
V <le buena entrada, que llamó Puerto
mbela.—Tracta de las gentes que llamaron Sancto; no quiso surgir en él por no
Ciguaym.—Tuvo nueva.s de isla poblada de ])erder camino, pues era de maiiana.
salas mujeres. — Qué cosa es macana.—Pe Andando más adelante, vido un cabo
learon con los indios y fue la primera pe muy alto y muy hermoso, de todas
lea dv las Indias: nótase esto. V'iiiieron
muchos de paz y un rey: prometió enviar partes de pena tajada; llamólo el Ca-
i
212 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
bo del Enamorado; llegado a él, deá- mo, cuando hablaremos della, placieu-
cubrió otro muy más hermoso y más do a Dios, se dirá.
alto y redondo, de peña, como el cabo Preguntóle por los caribes y señalóle
de San Viceinte, que está en Portogal- que estaban al Leste o al Oriente; pre
Déspués se emparejó con el Cabo del guntóle por oro y señalóle también al
Enamorado, vido hacerse una grandí Oriente, hacía la isla de San Juan, la
sima bahía, que tiene de ancho tres cual vido ayer el Almirante antes que
leguas, y en medio della una isleta pe- entrase en esta bahía; díjole que en
queñuela, muy honda la entrada; sur ella había mucho oro, y dijo verdad,
gió allí en doce brazas, para ver si toda que isla fué de donde se sacó gran can
.era una tierra continuada, porque se tidad de oro por algún tiempo; agora
maravillaba ser tan grande esta isla no se halla tanto. Aqiií no llamaban
Española. Andaría en este día, con (o eaona al oro como en la primera parte
que anduvo a la corda la noche, pasa desta isla, ni nozay como en la isleta de
das más de treinta leguas. Guanahaní o San Salvador, sino tuob.
Esperó allí el domingo también, por Pis aquí de saber que un gran pe
ver en qué paraba la conjunción de la dazo desta costa, bien más de veinte y
luna con el sol, que había de ser a 17 ciño o treinta leguas, y quince buenas
de enero, y la oposición della con Jú y aun veinte de ancho, hasta las sierras
piter y conjunción con Mercurio, y el que hacen desta parle del Norte la
sol en opósito con Júpiter, . que es gran vega inclusive, era poblada de
causa de grandes vientos. Aunque creo unas gentes que se llamaban macori-
que la letra está eq. esto corrupta, por ges, y otras ciguayos, y tenían diversas
el vicio del que aquesto trasladó del lenguas de la universal de toda la isla.
libro de la navegación del Almirante, No me acuerdo si diferían éstos en la
al menos colígese de aquí tener el Al lengua, como ha tantos años, y no hay
mirante alguna pericia de Astrologia, hoy uno ni ninguno a quien lo pregun
qeu es ciencia que de los movimientos tar, puesto que conversé l\artas veces
y cursos de los cielos, estrellas y pla con ambas generaciones, y son pasados
netas tracta. ya más de ciimuenta años. Esto, al
Envió la barca en tierra por agua, menos, sé de cierto, que los ciguayOs*
y para coger algunos ajes de las labran- por donde andaba agora el Almirante,
,zas que por allí parecían, y salieron a se llamaban ciguayos porque traían to
una muy hermosa playa; también de dos ios cabellos muy luengos, como en
seaba el Almirante haber lengua de nuestra Castilla las mujeres.
aquella tierra. Salidos, hallaron ciertos Díjole de una isla que se llamaba
hombres con sus arcos y flechas, con Matinino, que tenía mucho oro, y que
los cuales se pararon a platicar; com estaba habitada de solas mujeres, a
práronles dos arcos y muchas flechas, las cuales venían los hombres en cierto
y rogaron a uno dellos que fuese a (a tiempo del ano, y, si parían hembra,
carabela a hablar al Almirante; acep [la] tenían consigo, y niño, enviábanlo
tólo de buena gana. El cual dice que a la isla de los hombres.
era muy disforme cuanto al gesto; tenia Esto nunca después se averiguó, c o d -
el gesto todo tiznado de carbón (pero viene a saber, que bebiese mujeres solas
esto no es carbón, sino cierta tinta que en alguna tierra destas Indias, y por
hacen de cierta fructa), puesto, dice, eso pienso que el ‘Almirante no los en
que en todas partes acostumbran a se tendía o ellos referían fábulas, como
teñir con diversas colores. Traía éste lo que aquí dice que entendía haber
todos los cabellos muy largos, cogidos isla que se llamaba Guanín, donde
y atados atrás y puestos en una redeci había mucho oro, y no era sino que
lla de plumas de papagayos, y desnudo había en alguna parte guanín mucho,
en cueros, como los otros. Sospechó el y esto era cierta especie de oro bajo
Almirante si era caribe de los que co que llamaban guanín, que es algo mo
men hombres, pero no era, porque rado, el cual cognoscen por el olor y'
nunca en esta isla jamág los hobo, co estímanlo en mucho.
iííSTORIA DK LAS INDIAS 213
Mandó dar de comer al iudio y dióle \ ellos cincuenta y tantos, dieron a huir
unos pedazos <ie p¿iño verde y colorado todos, que no quedó alguno, dejando
y contezuelas de vidrio; mandó que lo uno aquí las flechas y otro acullá el
llevasen en ia barca a tierra. Salidos arco; mataran los españoles muchos
en tierra, estaban entre unos árboles dellos, como sean tan piadosos, si uo
obra de cincuenta y cinco indios, des lo estorbara el piloto que iba por capi
nulos, con sus cabellos muy largos, se tán dellos.
gún está dicho, como mujeres eu nues Y ésta fué la primera pelea que bo
tra Castilla; traían sus penachos de bo en todas las indias, y ílonde bobo
plumas de papagayos, y cada uno con derramada sangre de indios, y es de
su arco. Salido el indio que fue a la creer que murió el de la saetada, y aun
nao en tierra, hizo que los otros deja el de las nalgas desgarradas no quedaría
sen los arcos y flechas y un espada de muy sano entre indios y cristianos. Bue
tabla de palma, que es durísima y muy nas, aunque chicas, primicias fueron es
pesada, hecha desla forma : ^ no aguda, tas de la sangre que dellos por los cris
sino chata, de cerca do dos dedos en tianos fue tiespués derramada.
gordo de todas partes, <on la cual, co Volviéronse los marineros a la cara
mo es dura y pesada ( onu> hierro, aun bela <íon su barea, muy ufanos, y, sabi
que tenga el hombre un capacete en la do por el Almirante, dijo qiu5 por una
cabeza, de un golpe le humlirán las jiarte le pesaba y por otra le placía,
cascos hasta ios se-^os. porque tuviesen miedo a ios cristianos,
Aquellos indios se llegaron a la bar sosjiechaiido que debían ser caribes que
ca, y la gente della cristiana salió en comiesen los hombres, y porque vinien
tierra; comenzáronles a comprar los do [íor allí la barca y algunos de los
arcos y flechas y las otras armas, por treinta y nueve cristianos que en la for
que el Almirante así lo había ordena taleza de la Navidad dejaba, tuviesen
do, Vendidos dos arcos, no quisieron miedo de hacerles mal.
dar más, antes se aparejaron para arre Estos indios, ni alguno de todos los
meter a los cristianos y prendellos, vsos- desta isla, nunca fueron ni fue comedo
pechando, por ventura, que de indus res de carne humana, como después pa
tria loa cristianos les compraban las recerá. Dice aquí el Almirante que si
armas para después dar en ellos. Y pa no eran caribes, al menos debían ser
rece bien, porque arremetieron luego, fronteros y de las mismas costumbres y
cuasi arrepisos y proveyendo al instan gente sin miedo, no como los otros de
te peligro, a tomar sus arcos y flechas las otras islas, que eran cobardes y sin
donde los tenían apartados y tomaron armas fuera de razón. Llamábales fue
ciertas cuerdas o sogas como para alar ra de razón por ser tan domésticos y pa
los cristianos. Viéndolos venir deno- cíficos; y aquestos, que acordaron de
nados, los españoles, que pocos desean resgatarse y defenderse de gente tan fe
ser mártires, que no dormían, dan con roz y nunca vista, sospechando que con
ímpetu en ellos, y alcanzó uno dellos industria y cautela les querían coger
a un indio una gran cuchillada en las las armas, no quisiera el Almirante que
nalgas, y a otro, por los pechos, una tuvieran tanta razón, y por esto los juz
saetada Visto por expiriencia loa ga por caribes y de las mismas costum
indios que las armas de los cristianos bres; de los cuales dice que quisiera
eran otras que las suyas, y que en tan tomar algunos.
poco tiempo tanto efecto hacían, y así Hacíanse por allí muchas ahumadas,
que podían en la burla ganar poco, como acostrumbraban, según él dice, en
aunque los cristianos no eran sino siete aquesta isla Española.
Quiso enviar esta noche a buscar las
' Aquí porte el autor el dibujo correspon‘ casas de aquellos indios por tomar algu
diente antes de la descripción. nos dellos, creyendo que eran caribes,
* La primera pelea que bobo entre cristia y por el mucho viento Leste y mucha
nos c indios, en que hobíe heridos en todas ola o mar que hacía, no lo hizo; y cier
las Indias.—Nota al margen, de letra de Las
Casas. to si lo hiciera, no fuera muy bien he-
26
214 KKAY BAKTOLO.ME DE LAS CASAS
cho, porque mo\i<io solamente por sos* las grandes dificultades que tuvo en la
pechar que eran caribes, y que lo su corte antes que se aceptase su negocio,
piera que de cierto lo eran, no conve y que todas las cosas les fueron contra
nía dejar escandalizada toda aquella rias, contra razón, si no fué sólo Dios,
tierra, mayormente que ya sentía que y después de Dios, Sus Altezas; las
aquella tierra, con la que dejaba atrás, cuales dificultades y dilación fueron
donde tan buenas obras había siempre causa para que no tuviesen los Reyes
rescebido, era toda una isla; ítem, no ya cien cuentos de renta más de ios que
era éste el camino para atraer a los ca tenían y más lo que se acrecentara. E s
ribes y cualesquiera otras frentes, por tas son sus palabras. ¿Qué dijera si vie
gravísimos pecados que tuviesen, a que ra los cuentos y millones que de sus
dejasen aquellos vicios, sino la paz y trabajos han los Reyes, después déJ
ftmor y buenos ejemplos, y sembralles muerto, habido? “Después (dice él) que
buena opinión y estima, los cristianos, viene a servir a Vuestras Altezas, que
de sí mismos, según las reglas que nos hace agora siete años a veinte deste
dejó para ganar los iníieles Jesucristo, mes de enero’’ ; de manera que entró en
y San Pablo también al propósito de sí la corte año de 1485. Añide más: “ aquel
mismo dijo, que, indiíerenlemenle, de poderoso Dios lo remediará todo” . Es
todos era deudor, de bárbaros y grie to dice.
gos, sabios y no sabios, fieles y no fieles Martes, 15 de enero, envió la barca
Lunes, de mañana, 14 de enero, vie a tierra, y el rey de allí no era venido,
ron mucha gente de in<lios en la playa; porque decían que estaba lejos la po
mandó el Almirante saltar en la barca blación, pero envió su .corona de oro,
gente bien aderezada de armas e ir a como había prometido. Y vinieron otros
tierra. Llegada la barca, viniéronse to muchos hombres con algodón y con pan
dos, como si no hobiera pasado nada, y ajes y cosas de comer, todos, empero,
hasta la popa de la barca, en especial armados con sus arcos y flechas.
el indio que el día antes había venido Después que todos habían resgatado
a la carabela. Con este indio, dice que lo que traían, llegaron cuatro mance
venía el rey de aquella tierra, el cual bos a la carabela (en sus canoas debie
le dio ciertas ctientas de cierta especie ran de venir), v pareció al Almirante
de piedra que ellos preciaban mucho, dar de todo lo que le[s] preguntaba tan
para que las diese a los cristianos de la buena cuenta, y de las islas que estaban
barca, en señal y seguro de paz. Vino hacia el Oriente o Leste, camino qne
este rey con tres de los suyos a la cara él había de llevar (y desde allí se pare
bela en la barca; mandóles dar el Al- cía la isla que después él llamó de San
mirahte de comer bizcocho y miel, y Juan), que determinó de los llevar con
dio al rey un bonete colorado y cuentas sigo a Castilla, cosa indignísima, cierto,
y un pedazo de paño colorado y a los de hacer, porque llevar por fuerza y
otros también. Dijo al Almirante que contra su voluntad los que hahían veni
mañana traería una carátula de oro, do y fiándose de los cristianos, so título
afirmando qne allí había mucho, y en de paz y seguridad, no se pudo, sin gran
otras islas, como Carib y Matinino; en pecado, tal violación del derecho na
viólos el Almirante a tierra bien con tural cometer.
tentos. IToy, y en otros días pasados, Dice que los arcos de esta gente eran
había sabido que en estas islas había mayores que los que habían visto en los
mucho alambre; yo creo quiere decir de atrás, grandes como los de Inglate
cobre. rra. Había mucho algodón y muy fino
Quéjase aquí el Almirante, que por y luengo, muchas almácigas, mucho ají
culpa de los calafates hacían mucha o pemíenta, y que la gente de las cara
agua las carabelas, el cual defecto ad belas comía mucho dello, que se halla
virtió en Palos, y cuando quiso constre- ba muy sana, del cual se cargarían ca
ñillos a que tomasen a hacer la obra, da año cincuenta carabelas.
huyeron. Aquí había de entrar la historia y
Acuér|’da]se aquí el Almirante de relación de las calidades y felicidad
HISTORIA DE LAS IíNDIAS 215
gó veinte y una leguas; vido infinitos dice aquí el Almirante, que sí Martín
atunes pequeños y algunas aves de tie Alonso tuviera tanto cuidado de pro
rra, como alcatraces y otras. veerse de un buen mástel en estas In
Domingo, 20 de enero, con la noche dias, donde tantos y tales había, como
antes, anduvo con poco viento cuatorce fue cudicioso para se apartar dél pen
leguas; dice que los aires eran dulces sando de hinchir el navio de oro, él lo
y muy suaves, como en Sevilla por abril pusiera bueno. Algunas veces que hacía
o mayo, y la mar, gracias sean dadas calma y la mar estaba muy llana y so
a Dios, dice él, muy llana, Vido mu segada, saltaban los indios en el agua
chos atunes y aves pardelas y otras mu y nadaban y se holgaban.
chas parecieron. Viernes, 1.® día de hebrero, con la
Domingo, en la noche, y el lunes, noche pasada del jueves, anduvo cua
hasta el sol puesto, navegaría cuarenta renta y cinco leguas y un cuarto, y dice
y siete leguas, dos leguas por hora, al la mar muy llana, a Dios gracias.
Norte, cuarta del Nordeste, y al Nor- La noche del viernes, con el día del
nordesle a una parte y a otra, porque sábado, navegó al Lesnordeste veinte y
el viento era Leste y mudábase algunas nueve leguas y cuarta, la mar muy lla
veces. Hallaba los aíres más fríos, y na y los aíres muy dulces, gracias a
creía hallallos cada día más, por meter Dios, dice cl. Esta noche, yendo a popa,
se así debajo del Norte, y también por con la mar muy llana, a Dios gra
ser las noches más grandes por la es- cias, dice él, andaría 29 leguas. Pare
trecliura del esfera. Parecieron muchas cióle la estrella del Norte m uy alta,
aves y mucha hierba, pero no tantos como en el Cabo de San Viceinte; no
peces por ser el agua más fría; habló pudo tomar el altura con el astrolabio
aquí a la carabela Pinta. ni cuadrante, porque la ola no le dió
Desde el lunes en la noche, y martes, lugar.
que se contaron 22 de enero, hasta 31 El día del domingo, 3 de hebrero,
del dicho mes, que fue jueves, navegó navegó al Lesnordeste, que era su cami
al Nordeste, y Lessueste, poco más al no, y andarían diez millas por hora, y
Leste, y poco menos del Nornordeste, en once horas pasó adelante 27 leguas.
aunque algunas veces más al Leste, y Domingo, en la noche, £ué al Leste,
una al Sursudueste por la mudanza de cuarta del Nordeste, doce m illas por
los tiempos; navegó, digo, mil y cin hora y parte diez, y así corrió en
cuenta millas, que montan docientas y aquella noche 32 leguas y m edia. Tuvo
sesenta y dos leguas; traía la mar siem el cielo muy turbado y llovioso y hizo
pre muy llana y los aíres muy dulces, algún frío, de donde cognosció no ha
de ío cual daba el Almirante siempre ber llegado a las islas de los Azores.
muchas gracias a Dios. Después del sol levantado, lunes,
Vían muchas aves, como rabos de mudó el camino yendo al Leste; anduvo
juncos y pardelas, que duermen en la en todo el día 77 miUas, que fueron 19
mar; Iiallaron a veces tanta hierba y leguas y cuarta.
tan espesa, que si no la hobieran visto Martes, con la noche precedente, an
antes, temieran ser bajos o islas anega duvo cuarenta y dos leguas; vido par
das. Mataron una tonina y un gran ti delas y unos palillos, señal que no esta
burón, que les hizo gran provecho, por ban lejos de tierra.
que ya no traían de comer sino pan Martes en la noche, yendo al Leste,
y vino y ajes que habían llevado des- anduvo once millas por hora, y el día
ta isla. de miércoles anduvo cuatorce millas
La carabela Pinta, donde venía Mar por hora, y así entre noche y día, na
tín Alonso, no andaba bien a la boli vegó 74 leguas, poco más o menos.
na, porque se ayudaba poco de la vela Viceinte Yanes halló que le quedaba
trasera, que se llama mesana, por no la isla de Flores, que es xma de los Azo
ser bueno el mástel, y por esta causa es res, al Norte; el piloto Roldan decía
perábala muchas veces el Almirante, y que a él le quedaban la isla del Fayal
así no hacían tanto camino; por lo cual o la de San Gregorio al Nordeste y el
Jíi.^TORIA DK LAS INDÍAS 2¡7
Puerto Sancto al Leste. Pareció mucha cinco leguas apañados della, y a parar
hierba. en la comarca de la isla de la Madera o
Esta noche, con el día del jueve;>, an de la del Puerto Sancto. Pero el Almi
duvo cincuenta y cuatro leguas y me rante se liallaba nui(‘ho más atrás de-
dia. Hallábase el Almirante al Sur de líos, desvimlo de su camino, como quien
ia isla de Flores, 75 leguas. Vieron los mejor sabía tasar las leguas que anda
marineros hierba de otra manera de la ban, por su gran juicio y memoria y ex-
pasada, de ia que hay mucha en las piriencia de navegac iones. Así que iban
islas de los Azores,- después se vido de delanteros ciento y cincuenta leguas.
ia pasada de las Indias. Dice que, mediante la gracia de Dios,
Esta noche y el día del viernes an desque vean la tierra se sabrá quién an
duvo 25 leguas, y el sábado, con la no daba más cierto. Dice aquí más, que
che antes, diez y seis leguas al Sur- primero anduvo, cuando vino a descu
sueste y algo al Leste, porque andaban brir, 263 leguas, pasada la isla del Hie
variando y blandeando los vientos. rro, que viese la primera hierba.
Anduvo esta noche 39 leguas, y en
todo el día, lunes, 1 de hebrero, diez
CAPITULO LXIX y seis leguas y media, que fueron cin
H allábanse los pilotos 150 leguas más delanteros cuenta y cinco híguas y inedia, entre
ffue el Almirante, pero el Almirante andaba día y iioelie. Vido muchas aves, de
más cierto.—Comenzó a tener malos tiempos <londe creyó estar cerca de tierra.
X tormentas terribles, donde muchas veces
pensó perecer.—Desapareció la Pinta, donde Anduvo esta nodie 18 legua.s, y el
iba Pinzón.—Vido señales de mayor tormenta. martes, que se contaron 12 de hebrero,
comenzó a levantarse la mar muy bra
Después del sol puesto, navegó al va, y así a padecer grande tomienla
Leste toda la noche 130 millas, que y de tal manera, que si la carabela no
son 32 leguas y media, y el sol salido, fuera, en que iba, muy buena y bien
domingo 10 de hebrero, hatsa la no aderezada, temiera perderse.
che, anduvo 9 millas por hora, y así Aquí comenzó Dios Nuestro Señor,
anduvo en once horas 99 millas, que por sus ocultOvS juicios, a mezclar agua
^on 24 leguas y media y una cuarta. de grandes temores, angustias, tristezas
En la carabela dei Almirante cartea y grandes adversidades, poniendo cada
b an o echaban punto (que es mirar por hora muchas veces, al Almirante, en
la carta del marear los rumbos y cami el vino de su grande placer y alegría,
nos del mar y tener cuenta de las le con que lo había mucho e inestimable
guas que se andaban). Viceinte Anes y mente y frecuentes veces alegrado y
Sancho Ruiz y Peralonso Niño, pilotos, consolado con el descubrimiento, en es
y Holdán, que después vivió muchos pecial, tiesta gran isla. Esto parecerá
años en la ciudad de Sancto Domingo harto claro en este y en los siguientes
desta isla Española, siendo vecino della capítulos.
y rico, que llamábamos el piloto Rol- Corrió hoy, martes, doce leguas con
dán, el cual tuvo muchos pares de casas indecible trabajo y peligro. Toda esta
en las cuatro calles de la dicha ciudad, noche, hasta miércoles, de día, corrió
que edificó él o hizo edificar a los prin mucha tormenta de viento y mar muy
cipios que la ciudad se pasó de la otra alta; relampagueó tres veces hacia el
banda del Oriente, donde solía estar, a Nornordesle; dijo ser señal de gran
la del Poniente, donde agora está, tempestad, que había de venir de aque
como, placiendo a Dios, se dirá. lla parte o de su contraria. Anduvo a
Todos estos pilotos, y que echaban árbol seco lo más de la noche; después
punto, se hallaban mucho adelante de dió una poca de vela y andaría trece
las islas de los Azores, al Leste, por sus leguas. Blandeó un poco el viento, pero
cartas, porque echaban más leguas de tornó desde a poco a arreciar y poner
las que las carabelas andaban, por ma se la mar espantosa y terrible; cruza-
nera que, navegando al Norte, ninguno
tomara la isla de Sancta María, que es 1 Comenzó a correr pran tormenta. Nota
la postrera de los Azores, antes fueran al margert, de letra de Tm s Casas.
I
218 FRAY BAR'i'Ol.U.Ml:: DF LAS CASAS
ban las olas que atormentaban los na muerte, de pecados se arrepienten
vios, y esto es venir una ola de una y proponen la eninicrnia de la vida. Así
parte y otra lic otra, donde loman las que mandó el Almirante traer tantos
naos enmedio, y es cosa peligrosísima. garbanzos cuantas personas en el navio
Anduvo otras trece leguas y media. venían, y señalar uno con un cochillo,
Miércoles, en la noche, creció el haciendo una cruz, y metellos en un
vieiilo y las olas eran espantables, con bonete bien revuelto.s. El primero q[ue
trarias una de otra que cruzaban, como ; melló ia mano íué el Almirante, y saco
está dicho, que embarazaban el navio, | el garbanzo señalado con la cruz y
que no podía salir de entremedias de- | a.sí eay<> lu suerte sobre él, y desde lu e
Has. l^levaha el papahígo (que es la [ go se tuvo por obligado a complir su ro
vela de enmedio, sin afiididura de bone- | meraje.
ta) muy bajo, para que solamente saca Acordó que otra vez se tomase a
se el navio de entre las grandes ondas: echar la suerte para enviar romero a
correría así tres horas: dejaría atrás Sanrta María de Loreto, que está en la
veinte millas, que son cinco leguas. marca de Ancona, que es casa devotísi
Crer ía mucho más la mar y el viento, ma de .Nuestra Señora Sancta María, y
y viendo el peligro grande que tenía, donde hace, s<;giin se cuenta, muchos y
conuíiizó a correr a popa donde el vien grandes milagros. Esta vez cupo la
to le quidese llevar, porque no había suerte a un marinero del Puerto de
otro remedio. Entonces comenzó a co Sancta María, tres leguas de SanJúcar
rrer también la carabela Finta de Mar de Barraineda, y aquél se llamaba P e
tín Alonso, y desapareció, temiendo el dro de Villa, al cual el Almirante pro
Almirante si se había perdido, puesto metió de daOe dineros para las costas.
que toda la no<íhe hacía el Almirante Y porque la tormenta más ios afligía y
hacer farol, que es mostrar lumbre amenazaba, ordenó que se echase otro
como una hacha, y la Pinta con otro fa romero, que velase una noche en Sanc
rol respondía, hasta que no debía de ta Clara de Moguer y hiciese decir una
poder má? por la fuerza de la tormen misa, porque también aquélla es casa
ta. Corrió el Almirante esta noche, donde los marineros, del Condado espe
al Nordeste, cuarta del Leste, trece cialmente, tienen devoción. Echados los
leguas. garbanzos y uno señalado con una cruz,
Salido el sol, jueves, 14 de hebrero, el cual sacó el Almirante y así quedó
íué mayor el viento y la mar cruzante; por dos veces obligado a ir a complir
cada hora temían hundirse, y no era las dichas romerías.
chico desconsuelo haberse desaparecido Después desto, fatigándolos más el
la Pintay porque cuando van en compa miedo y angustia de la mar, el Alm i
ñía algunos navios llevan algún más rante y toda la gente hicieron voto de
remedio; si se pierde o abre alguno, que si los llegase a tierra, en la prim e
en el otro suele salvarse la gente. Andu ra salir todos en camisa y procesión a
vo desta manera siete leguas y media. hacer oración y dalle gracias en una
Viéndose en tan grande peligro, or iglesia que fuese de la invocación o
denó que se echase un romero que fue nombre de Nuestra Señora la Virgen
se en romería a Nuestra Señora de Gua María.
dalupe 2, y llevase un cirio de cinco li Y porque la tormenta crecía y nin
bras de cera, y que hiciesen todos voto guno pensaba escapar, allende los votos
que al que cayese la suerte cumpliese comunes, cada uno hacía en especial su
la romería. Esta es una obra y diligen voto, según la devoción que Dios le in
cia que los marineros hacen cada día, fundía.
viéndose en necesidad de tormenta, por Ayudaba al aumento del peligro y
la cual Nuestro Señor los libra de !a temor, que venía el navio con falta de
muerte muchas veces; pero más lo hace
porque se humillan, y, temiendo la
3 Cayó la suerte al Almirante. Nota ol
margen, de letra de Las Casas.
2 Echan romeros y hace voto.—Nota al mar- * Cayó la suerte otra vez en el Alm irante.
gen, de letra de Las Casas. Nota al margen, de letra de Las Casas.
HISTORIA DE LAS INDIAS 219
lastre, que es la piedra y peso que po él, haciéndole mil protestaciones, y el
nen abajo porque no se trastorne y eterno Dios le dio esfuerzo y valor
ande, como calabaza, liviano, y ésta es contra todos, y otras cosas de mucha
una cosa para los que navej;an muy pe maravilla que Dios había mostrado en
ligrosa; causó esta liviandad, en par él y por él en aquel viaje, allende
te, haberse alivianado la carga, por aquellas que Sus Altezas sabían de las
ser ya comidos los bastimentos y bebi personas de su casa. Todas éstas son
da el agua v el vino; lo cual, por cudi- sus palabras del Almirante, aunque al
cia de gozar del próspero viento que gunas con su estilo simple y humilde,
entre las islas tuvieron, no proveyó el que dan testimonio de su bondad. Así
Almirante de mandar lastrar o echar qu(^ acrisaso a sí mismo d<^ teriu^r la
peso de pie<lra en las carabelas, como tormenta, pues tantas razones t(mía para
tenía propósito mando estaba cerca o confiar; ”*])ero lu flaqueza y (congoja
en paraje de las islas <le las innj<*res, (dme í‘l) no me clejaban as(ígurar el
donde quería ir, conm arriba se hizo áiiliua” .
mención. Dice íiíás, (|ue lamhién le daba gran
En este paso escribe c! Almirante co ]K*na dos hijos que tenía en Córdoba al
sas, cierto, de com[)as¡<'>n. jKjr las an estudio, que quedaban huérfanos de
gustias en que estaba y refiere Jas (‘an padre y madre en tierra extraña, y los
sas que ponían lemor de que allí Heves no sabían hts servicios que les
Nuestro Señor no quisiese (jue perecie había hecho en aquel viaje y las nue
se, y otras que le daban esperanza de vas tan pn'»speras que les Ihívaba, para
que Dios lo había de llevar y j>oner en que se moviesen a los remediar.
salvo, para que tales niKívas y tan dig Por esto y ])orque supiesen Sus Alte
nas de admiración como llevaba a los zas cómo Nuestro Señor le había dado
Reyes no pereciesen en aquella mar, victoria de todo lo que deseaba descu
brir de las Indias, y supiesen que nin
Parecíale que el deseo grande que guna tormenta había en aquestas partes
tenía de llevar nuevas tan nuevas y tan (lo cual dice que se puede cognoscer
grandes, y mostrar que había salido por (a hierba y árboles que están naci
verdadero en lo que había dicho y pro- dos y ereseidos hasta dentro en la mar),
ferídose a descubrir, le ponía miedo y porque si se perdiese con aquella tor
grandísimo de lo no conseguir, y que menta los Reyes hobiesen noticia de su
cada mosquito decía que le podía per viaje, usó de la siguiente industria ®:
turbar e impedir, atribuyéndolo esto a tomó un pergamino y escribió en él
su poca fe y desfallecimiento de con todo cuanto pudo de lo que había ha
fianza de la Providencia divinal. Con llado y descubierto, rogando mucho a
fortábanle, por otra parte, las merce quien lo hallase que lo llevase a los
des que Dios le había hecho en dalle Reyes de Castilla. Este pergamino en
tanta victoria, descubriendo lo que des volvió en un paño encerado, atado muy
cubierto había y cumpliéndole todos bien y mandó traer un gran barril de
sus deseos, habiendo pasado en Casti madera y [lo] puso en él, sin que al
lla por sus despachos muchas y grandes guna persona supiese lo que era, sino
adversidades; y que como antes hobie- que pensaron todos que era alguna de
se puesto su fin y enderezada su intin- voción, y así lo mandó echar en la mar.
ci(>n y se negocio en Dios, y Dios le ha Después, con los aguaceros v turbio-
bía oído, y al cabo concedido todo lo nadas, se mudó el viento al Cueste, y
que le había suplicado, debía creer que andaría a popa, sólo con el trinquete,
por su bondad le perficionara los bie cinco horas con la mar muy brava.
nes y mercedes que le había comenza Andaría este jueves en la noche trece
do; mayormente que, pues le había li leguas.
brado a la ida, cuando tenía mayor
razón de temer, de los trabajos que con
5 Una industria gue tuvo el Almirante, para
los marineros y gente que llevaba, los que loa Reyes supiesen su viaje, si se perdiese
cuales todos a una voz estaban deter con aquella tormenta.—Nota al margen, de le
minados de se volver v alzarse contra tra de Las Casas.
I
220 FRAY BARTOLOME DE LA S CASAS
Cosa ea de notar la diferencia del via* ; de Sancta Muría, que es una de las
je que a la venida destas ludias hizo | de los Azores. Andaba la mar siempre
ser tan suave, que pensaron todos que ' altísima, y el Almirante y todos con
nunca podía haber tormenta en aques- ^ su angustia, dundo muchos bordos, que
ta mar, y nIp;unos temían que no habían son vueltas de una parte a otra, que
de tener vientos para tornar en Casti no se buce sin grandes trabajos y
lla; no lo dijo ni experimentó asi el ligros cuando la mar es tormentosa, y
Almirante cuando en su cuarto viaje esto hacía por alcanz.ar alguna parte
descubrió a Veragua, como, si Dios die de la tierra, que ya se recognoscis
re vida, se dirá, porque de las más te ser isla.
rribles tormentas que se cree Itaber en Salido el sol, sábado, tomó la vuel
todas las mares del mundo, son las que ta del Sur por llegarse a ella, porque,
por estas mares destas islas y tierra fir por la gran niebla y cerrazón, ya no
me suele hacer, como parecerá y expe la vían; luego se les descubrió por
rimentan cada día los que las navegan. popa otra isla, de la cual estarían ocho
Maravillosas, finalmente, son las cosas leguas.
de Dios y la orden y providencia que Anduvo todo este día trabajando de
tiene en sus obras; cierto, si las tor la misma manera, no podiendo tomar
mentas que suele hacer por acá, aquel tierra por el demasiado viento que les
primer viaje hobiera y experimentaran hacía; al decir de la Salve, que acos
aquellos tan impacientes marineros que tumbran los marineros cada noche de
consigo traía, menos sufrieran la dila cilla por su devoción luego después de
ción de aquel tan nuevo y luengo viaje anochecido, vieron algunos lumbre en
como se les hizo, y, a la primera que la tierra, pero toda esta noche andu
66 les asomara, no hobiera duda, sino vieron barloventeando sobre la isla.
que luego volvieran las espaldas, y en Kn esta noche reposó algo el Almi
tonces tuviera mayor peligro el Almi rante, porque desde el miércoles ni
rante en BU vida si porfiara a detene- había dormido ni podido dormir, y
Uos; pero proveyólo Dios como suele éste es el mayor de los trabajos que
las cosas que hacer determina y trujó tienen los buenos pilotos y que lle
los hasta descubrir y ver estas tierras, van a su cargo regir los navios. Que
como si vinieran por un río. daba muy tollido de las piernas por
estar siempre desabrigado al agua y al
CAPITULO LXX í frío; ayudaba a esto por el poco cpmer,
la poca substancia que en los miem
Vibmes, salido el sol, 15 de hebrero, bros tenía.
vieron tierra por delante, a la parte Anduvo todo el domingo, y a la no
del Lesnordeste, y, como suele cada día che Uegó a la isla, puesto que, por U
acaecer entre los marineros, que. por gran escuridad, no pudo rescognoscer
maravilla en la cuenta de las leguas y qué isla fuese; andúvola rodeando para
en el recognoscar las tierras concuer- ver dónde , para tomar agua y leña,
dan, unos decían que era la isla de la surgiría, y al fin surgió con una ancla,
Madera, otros, que era la roca de Sin- que luego' perdió, por la mar grande
tra, en Portugal, junto a Lisboa; pero y las peñas que había, que le fue muy
el Almirante, a quien Dios había pues penoso sobre las muchas penas que ee
to en este viaje por guía, se hallaba es tenía.
tar con las islas de los Azores, y creía Tornó a dar la vela y barloventear
ser aquella tierra una dellas, como fue toda la noche, y después del sol sali
verdad, puesto que los pilotos ya na do, lunes, 18 de hebrero, surgió otra
vegaban por la tierra de Castilla. Es ves! de la parte del Norte de la isla, J
tarían cinco leguas dé la tierra que envió la barca a tierra y hobieron ha
vían; esta, en ia verdad, era la isla
b la con la gente de la tierra, y
1 A éste y sijituientes capítulos, hasta el
supieron ser la isla de Sancta María,
LXXXVÍII, les Yulta el sumario, aunque hay y enseñáronles el puerto donde habían
eRpaeio en blan< ' 0 para escribirlo. de poner la carabela. Dijo la gente de
HISTORIA DE LAS INDIAS 221
despoblar aquella isla. Y con esto es gente de tierra. Está toda aquella
volvió el Almirante a surgir, en el noche a la corda, que es las velas ten
puerto donde estaba primero, porque didas, pero vuelven de tal manera el
el tiempo y viento era muy áspero y navio, como de esquina, al viento,
contrario para hacer otra cosa. que no puede andar; y en esto tra
baja mucho el navio, y la gente pa
CAPITULO LXXII dece mucho trabajo, en especial la
gente de tierra no acostumbrada a an
Mandó aderezar el navio y liinchir dar por la mar. Padeció esta noche
las pipas vacías de agua de la mar, gran tormenta y peligro, por las dichas
en lugar de piedra, que apesgasen el causas de mar y viento y andar a la
navio, que los marineros llaman las corda; dice que en esto le hizo Nues
tre, porque es muy peligrosa cosa no tro Señor mucha merced, que ia mar
estar la nao apesgada de lastre, por o las olas della venían de sola una par
que a cada paso se puede y está en te, porque si cruzaran de una parte
peligro de se trastornar; y desayu[da]- y otra, como las pasadas, muy mayor
bale mucho estar en muy mal puer peligro y daño padeciera.
to, donde temió mucho que se le cor
lasen las amarras o cables, que son las Después del sol salido, otro día,
maromas con que están atadas las an jueves, visto que no parecía la isla de
clas. Y, en fin, así se le cortaron, y, San Miguel, acordó tornarse a la de
constreñido desta necesidad, dio la Sancta María, por ver si podía cobrar
veía, miércoles, a 20 de hebrero, la su gente y la barca y las anclas y ama
vuelta de la isla de San Miguel, para rras que allí había dejado y se le ha
buscar algún puerto donde se pudiese bían rompido. Y cierto, él andaba a
algo mejor reparar del grande viento muy gran riesgo, faltándole la barca
y mar que hacía, puesto que en todas y las anclas, porque faltar la barca es
aquellas islas de los Azores no lo hay gran peligro para tomar agua y otras
bueno, y el mayor remedio que hay es cosas de tierra, y no pueden hacer, aun
huir de la tierra a la mar, malo o en la mar, algunas cosas sin ella, y
bueno que sea el navio, si no es tan para escaparse en ella cuando el navio
se pierde; y sin las anclas no pueden
malo que hayan por fuerza de sabor- llegarse a tierra ni tomar puerto, por
dar en tierra, que es dar con el navio
ocasión de lo cual se les ofrecen mul
en tierra para salvarse el que pudiere.
titud y diversidad de peligros, muy pro
Y esto es muy peligroso para donde
hay peñas, y, ya que no las haya, no pincuos a perecer.
suele escapar el que no sabe nadar, Maravíllase el Almirante de ver tan
porque si el navio es grande, no pue grandes y tan frecuentes tormentas y
de llegarse a tierra menos de un es malos tiempos por aquellas islas y par
tado, y dos y tres, o poco menos, co tes de los Azores, mayormente habien
múnmente. do gozado todo aquel invierno en las
Así que anduvo todo aquel miérco Indias de tan suaves aires y tiempos,
les, todo el día hasta la noche, con y siempre sin surgir o echar anclas,
gran viento y gran mar, y ni pudo sino de cuando en cuando, y una sola
ver la tierra de donde había salido hora no vido la mar que no pudiesen
ni la otra de San Miguel que iba a andar por ella en un artesa; lo mis
buscar, oue está de la isla de Sancta mo le acaeció cuando iba a descubrir,
María obra de doce leguas, por la gran hasta las islas de Canaria, que tuvo
niebla v cerrazón que había, que cau gran trabajo de mar y vientos, pero,
saba la espesura del terrible viento. después de pasadas, siempre tuvo la
Iba el Almirante, según él aouí dice, mar y los vientos de maravillosa sua
con harto poco placer, porque no te- vidad y templanza. Miró que, como
ttia smo tres marineros eme suniesen arriba se dijo en el cap. [37], lo que
de la mar, como quedaban todos los temían los marineros era que no ha
nemas en la dicha isla de Sancta Ma- bían de hallar vientos para volver, se
y los que allí demás traía eran gún la suavidad y blandura y continua-
224 {•RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ción, siempre para el Poniente, de las rodear la isla para buscar algún abrigo
brisas; y al cabo concluye aquí el Ai- y surgidero para tomar leña y piedra
mirante, que bien dijeron los sacros para lastrar y apesgar la carabela, y
teólogos y los sabios filósofos que el no pudo lomar surgidero hasta hora
Paraíso terrenal está en el íin de de completas, sábado, y surgido, p o r
Oriente, porque es lugar leinperatísi- que la mar era muy alterada y brava,
mo; así que aquestas tierras que éJ no {judo llegar la barca a tierra.
había descubierto, dice él, es el íin
de Oriente. CAPITULO LXXIII
Surgió, pues, en la isla de Sancta Ma Domingo, 24 de hebrero, al rendir
ría, en el puerto de antes, el mismo de la primera vela o guardia, que es
jueves, y vino luego a la costa de la cerca de la inedia noche, comenzó a
mar un hombre y comenzó a capear ventar Giieste y Sudoeste, vecinos y
desde unas penas, diciendo que no se mensajeros del Sur, el cual es mucho
fuesen de allí; y desde a poco vino peligroso en aquellas islas, si le espe
la barca con cinco marineros y dos ran los navios las anclas echadas; por
clérigos y un escribano, los cuales pi ello mandó levantallas y tender las ve
dieron seguro. Dado por el Almirante, las, y cognosciendo que le hacía tiem
subieron a la carabela, y porque era po, acordó de poner la proa en el c a
noche durmieron allí, a los cuales el mino de Castilla, dejando de se pro
Almirante hizo la honra y buen aco veer de leña y de piedra por ahorrar
gimiento que pudo. A la mañana le tiempo; y así mandó gobernar a la
requirieron que les mostrase poder de vía del Leste. Anduvo esta noche h as
los reyes de Castilla para que a ellos ta salido el sol, lunes, que serían seis
constase cómo con poder real habían horas y media, siete millas por hora,
hecho aquel viaje. Sintió el Almirante que fueron cuarenta y cinco m illas y
hacer aquello para dar color y excu media, y hasta la noche veinte y ocho
sarse de la vileza que le habían he leguas.
cho, como que tuvieron causa y razón Lunes, con la noche pasada, navegó
para bacello, puesto que ellos no pre treinta y dos leguas, con la m ar llana,
tendían sino haber al Almirante a las por lo cual daba gracias a Dios. V í
manos, porque así se lo debía de haber noles a la carabela una ave muy gran
mandado su rey de Portogal, pues vi de que juzgó el Almirante parecer
nieron con la barca armada, sino que águila.
cognoscieron <jue no les fuera bien dello El martes, con la noche pasada, qae
porque el Almirante estuvo bien so comenzó después del sol puesto, na
bre aviso. Finalmente, por cobrar su vegó a su camino al Leste, la mar
gente y la barca, bobo de disimular llana, de que daba gracias a D ios; an
y sufrir amostralles la carta general duvo treinta y tres leguas con algunos
del Rey y de la Reina, que llevaba aguaceros, algo volviendo al Lesnor-
para todos los príncipes y señores, de deste, dos vientos menos, que se llama
recomendación dondequiera que llegase la media partida por los marineroa.
y otras provisiones reales, y dióles de El miércoles y jueves, 27 y 28 de he
lo que tenían y fuéronse a tierra ^con brero, anduvo fuera de camino a una
tentos. parte y a otra por los vientos que le
Luego libertaron toda la gente y la ocurrieron contrarios; comenzó a te
enviaron con la barca a la carabela, ner gran mar y mucho trabajo y acre-
de los ctiaíes supo el Almirante que centábasele más cuan[to] más se apro-
dieran mucho por prendelle, y si lo pincuaba a Castilla. Hallábase del Cabo
prendieran, nunca por ventura se vie de San Vicíente ciento y veinte y cinco
ra en libertad; y esto dijo el capitán leguas y ochenta de la vista de la Ma
de aquella isla, que así se lo había dera y ciento y seis de la de Sancta
mandado el rey de Portogal, su señor. María, de donde había partido.
Comenzó a abonanzar la tormenta Viernes, 1 de marzo, con la noche
del tiempo, alzó las anclas y fue a pasada, anduvo al Leste, cuarta del
HISTORIA DE LAS INDIAS 225
Nordeste, que cuasi era su vía, treinta y que levantaban la carabela sobre los
cinco leguas. aires. Afligían también la mucha agua
Ei sábado, con la noche pasada, que del cielo caía y los temerosísimos
corrió cuarenta y ocho leguas, porque truenos y relámpagos; pero, como dice,
se comenzaba la mar y el viento a plugo a Nuestro Señor de lo sostener.
arreciar. Anduvo con estos peligros y temores
Sábado, eo la noche, vino una gran de cada hora se perder, a árbol seco
de y súbita turbiada o golpe de tem sin velas, donde la mar y el viento los
pestad que le rompió todas las velas, echaba, hasta la media noche, que Dios
por lo cual se vido él y todos en gran los consoló con ver los marineros, que
de peligro de perderse, mas Dios los aunque de noche y escura grande, vie
quiso librar, como dice en [su] nave ron tierra; entonces, por huir della,
gación. que es gran peligro de noche estar
Echó suertes para enviar un romero cerca de tierra, mandó dar el paralii-
a Sancta María de la Cinta, que es una go, que es un poco de vela, por des
casa devota con quien los marineros viarse y andar algo, aunque con gran
tíene[n] devoción, que está en la villa de peligro y espanto, hasta que ama
de Huelva, y cayó la suerte sobre el neciese y recognosciesen la tierra y en
Almirante, como solía. trasen en algún puerto donde salvarse
No parecía sino que andaba Dios pudiesen.
tras él, dándole a entender que por r.unes, de mañana, en amaneciendo,
él hacía todas aquellas tormentas, para que se contaron cuatro días de marzo,
humillallo y que no tuviese presunción recognoscieron la tierra, qtie era la roca
de sí mismo, ni atribuyese algo de todo de Sintra, que es junto con la boca del
lo que había descubierto y gran haza río y puerto de Lisbona, donde, for
ña, que mediante Dios hecho había, zado por huir de tanto peligro y tor
sino que todo lo refiriese a aquel menta como siempre hacía, determinó
grande y poderoso Dios, que lo había de entrar en el puerto, porque aún no
escogido por ministro e instrumento, pudo parar en la villa de Casca [es],
para obra tan nunca otra tan grande que está en la entrada y boca del río
y señalada, ni vista ni oída, que hom Tejo. Entrados un poco dentro, echó
bre temporalmente hiciese, mostran las anclas, dando todos infinitas gra
do ai mundo otro mundo, para que cias a Dios que los había escapado de
el mundo también, estimando ser solo, tan grande y tan cierto peligro. Ve
no se desvaneciese. Y es cierto que nían los de aquel pueblo a congratu
cada vez que estas cosas me paro a larse con ellos y daban loores al Señor
pensar, que es con mucha frecuencia, que los había librado, teniendo por
yo no me acabo ni harto de admirar, maravilla haberse escapado; y dijeron-
así como ni de a su egregia y singula les que, desque le vieron en el peligro
rísima obra atribuir encarecimiento, que venían, toda aquella mañana hi
tampoco de considerar los inmensos e cieron plegarias y suplicaciones a Dios
Intolerables trabajos y diversa multi por ellos.
tud frecuentísima de angustias y aflic A la hora de tercia vino a pasar a
ciones que, desde que comenzó a in Rastelo dentro del río de Lisboa, don
tentar este descubrimiento, a este va de supo de la gente de la mar que ja
rón se ofrecieron y siempre padeció más habían visto invierno de tan re
hasta que las dejó con la vida. cias y desaforadas tormentas, y que se
Tornando al cuento de su camino, habían perdido en Flandes veinte y
esta noche, domingo, crescióle tanto la cinco naos, y otras estaban allí, que
deshecha y espantosa tormenta de mar salir no habían podido. Luego escri
y de viento, que tuvo por casi cierto bió al rey de Portogal que estaba en
que ni él ni hombre de los que con el valle del Paraíso, nueve leguas de
él iban, escapara para llevar las nue Lisboa, cómo los reyes de Castilla, sus
vas. Veníanles las mares altísimas de señores, le habían mandado que no
dos partes, y los vientos con tan terri dejase de entrar en los puertos de Su
ble ímpetu y vehemencia, que parecía Alteza a pedir lo que hobiese menes-
226 i'KAV BARTO]/)ME DE LAS CASAS
íer por sus dineros, y que ie supli lo» indios, que filé cosa de admiración,
caba le mandane dar licencia para ir y las maravillas que todos hacían, dan
con la carabela a la.ciudad de Lisboa? do gracias a Nuestro Señor, diciendo
poríjue ai¿5unos liombres de mai vivir, que, por la gran fe que los Reyes de
pensamlo que traía mucho oro, estan Castilla tenían y deseo de servirle, la
do en puerto despoblado, [no] se atre Divina Majestad Jes concedía tan seña
viesen a Jiacerle alguna fuerza y agra ladas mercedes.
vio, y tíUiihicn porque supiese que no Miércoles y jueves siguientes creció
venía de (itiinea, que el rey celaba mu mas la gente que vino de la ciudad, y
cho, sino de las Indias. entreJla uiuclios caballeros y los hace
Kstaba a la sazón allí en el Rastelo dores del rey. Todos se admiraban y
surta tma nao muy grande del rey de no sabían con qué palabras engrande
Portugal, admirablemente artillada y cer las obras de Dios, porque cognos-
poderosa; el patrón della, que se lla cían ser gran bien y honra y acrecen
maba Hartolomé Díaz, de Lisboa, vino tamiento de la cristiandad; los cuales
con .su batel, muy armado, a la cara todos atribuían tomar Dios por medio
bela dej Almirante, el cual le dijo que destos biene.s a los Reyes de Castilla,
entrase en aquel batel para ir a dar porque Sus Altezas ocupaban y ejerci
cuenta a los hacedores del rey y al taban sus personas con grandes traba
eapilán de la dicha nao. El Almiran jos para dilatar y sublimar la cristiana
te re.spondió que él era Almirante de religión.
los reyes de Castilla y que no tenía El viernes i’e.scibió el Almirante vma
que dar cuenta a persona alguna otra, carta del rey de Portugal, con im ca
ni saldría de las naos o navios donde ballero que se llamaba D. Martín de
estuviese, si no fuese por fuerza que le Noroña por la cual le rogaba que se
hiciesen, no pudiendo resistirla. El pa llega.se a donde él estaba, pues el tiem
trón res{>ondió que enviase al maestre po no hacía para irse con la carabela;
de la carabela; dijo el Almirante que lo cual el Almirante no quisiera hacer,
ni ai maestre enviaría ni a otra perso pero, por mostrar confianza y evitar
na, si no le quisiesen hacer fuerza, a so.specha, hóbolo de admitir. Aquella
la cual él por entonces no podía re noche fue a dormir a Sacanben, donde
sistir, porque en tanto estimaba el dar le hicieron grande honra y acogimiento
persona como ir él, y que ésta era la y le recrearon muy bien por mandado
costumbre de los almirante.s de los re del rey, que tenía proveído que a él
yes de Castilla, de antes morir que se y a su gente y a la carabela proveye
dar a sí ni a gente suya. El patrón se sen sus hacedores y oficiales de todo lo
moderó y díjole que pues estaba en que hobiesen menester, graciosamente,
aquella determinación, que hiciese lo sin llevarle dineros algunos, y que se
que le jduguiese, pero que le rogaba hiciese todo lo que el Almirante qui-
que tuviese por bien de mostrarles las •siese, copiosamente.
cartas de los Reyes de Castilla, si lafe te Partió el sábado de Sacanben, y lie-
nía. Al Almirante plugo de se las mos gó, aunque con agua del cielo, ya de
trar, y luego se volvió a su nao y hizo noche, a donde estaba el rey. Mandó el
relación al capitán, que se llamaba Al rey salir a recebirle los principales ca
varo Damán. el cual, con mucha or balleros de su casa, y recibiéronlo y
den, con atabales y trompetas y añafi- acompañáronlo muy honradamente, bas
les. haciendo gran fiesta y regocijo, vino ta el Palacio real. Llegado al rey, reci
a la carabela del Almirante y habló bióle con señalado honor y favor, v
con él y ofrecióle hacer todo lo que mandóle luego asentar, dándole gran
mandase. des muestras de alegría y congratula
ción, para que sintiese que se gozaba
CAPITULO LXXIV mucho de le haber dado Dios tan buen
suceso y fin en su viaje, y ofreciendo-
Publicado en Lisboa que el Almi
rante había descubierto y venía de las 1 En el texto original de la “fíísío ria” , pone!
Indias, vino tanta gente a verlo y a ver Morona.
HISTORIA DE LAS INDIAS 227
le que mandaría que en su reino se hi desta primera su navegación, que lleva
ciese con él lodo aquello que a él con se consigo algunos indios para que los
viniese y al servicio ele los reyes de Cas viese el rey; lo cual cierto ]»arece cosa
tilla. seinejaiite de verdad, que consigo lle
Entre las ofertas que hacía el rey vase algunos indios, pues el rey estaba
e alegría que mostraba por haber sali tan cerca y la cosa era tan nueva y ad
do con tan buen fin el viaje, díjole que mirable y que a lodo el mundo admi
le parecía, según las capitulaciones que ró, y venían los de toda la comarca
había entre los reyes de Castilla y él, por ver los indios, gente desnuda, nun
que aquella conquista pertenecía antes ca otra semejante imaginada poder ser
a Portogal que no a Castilla. Res{>on» en todo ei orbe.
dio ei Almirante que iio había visto Tampoco cuenta el Almirante pala
las capitulaciones tractadas entre los bras que el rey dijo, y cosa que hizo
Reyes, sus señores, y Su Alteza, ni sa ante él harto señalada; pero como en
bía otra cosa sino que los Reyes le ha ei tiein})0 cuando era reciente aquesta
bían mandado que no fuese a la Mina, historia deste descubrimiento y vuel
ni en toda Guinea, y que así se había ta de Portogal y vista del Almirante
mandado apregonar en todos los puer con el rey de aquel reino, se platicaba
tos del Andalucía, antes que para ir el entre los que entonces vacábamos en
viaje partiese. El rey graciosamente esta isla Española a curiosi<lad haber
respondió que tenía él por cierto que no acaecido, esto que agora diré teníamos
habría en esto menester terceros; pero, por cierto el rey de Portogal haber di
cierto, sí fueran menester, como des cho y hecho : Mandó, pues, el rey, es
pués parecerá, y el rey hablaba con tando hablando con el Almirante, di
cautela y cumplimientos, y debíale es simuladamente traer un escodilJa de
tar dentro del corazón rabiando por liabas y ponerla en una mesa que te
haber perdido tal empresa, como es nía cabesí, e por señas mandó a un
tuvo en su mano, y entonces debía ima indio de aquéllos que con aquellas ha
ginar de estorbar cuanto pudiese, que bas píntase o señalase aquellas tantas
se cegase el camino por el Almirante islas de la mar de su tierra que el Al
descubierto, para que Castilla no que mirante decía haber descubierto. El in
dase con las Indias, y no sé si le ho- dio, muy desenvueltamente y presto,
biera sido a Castilla mejor, como por el señaló esta isla Española y la isla de
discurso desta historia se verá. Cuba y las islas de los Lucayos y otras
Dióle por huésped al prior de Grato cuya noticia tenía. Notando el rey con
que era la principal persona que allí morosa consideración lo que el indio
estaba, del cual el Almirante rescibió había señalado, cuasi como con des
muy señalado tratamiento y muchas cuido deshace con las manos lo que el
honras y favores. indio había significado. Desde a un rato,
Otro día, domingo, después de misa, mandó a otro indio que señalase y fi
tornóle a decir el rey si había menes gurase con aquellas habas él las tie
ter algo, que luego se compliría, y rras que sabía que había por aquella
mandóle sentar y habló mucho con el mar, de donde Cristóbal Colón los
Almirante, preguntándole y oyéndole traía. El indio, con diligencia y como
muchas particularidades de las tierras, quien en pronto lo tenía, figuró con las
de las gentes, del oro y de perlas, pie habas lo que el otro había figurado, y
dras y de otras cosas preciosas, de los por ventura añidió muchas más islas y
nimbos y caminos que había llevado, tierras, dando como razón de todo en
y de los que a la vuelta había traído, su lengua (puesto que nadie lo enten
y lo demás de su viaje; siempre con día) lo que había pintado y signifi
rostro alegre, disimulando la pena que cado. Entonces el rey, cognosciendo
tenía en su corazón, y dándole en sus claramente la grandeza de las tierras
palabras mucho favor. descubiertas, y las riquezas que en ellas
No dice aquí el Almirante, en su libro haber ya imaginaba, no pudiendo en-
cobrir el dolor grande que dentro de
En el texto original pone: Ciato. sí tenía y fuera disimulaba por la per-
228 FKAY B A R T O L O M E D E LA.S CASA.S
dida de cosas tan estimables, que fiestas tierras mucho mayor de lo que
por s« culpa se le habían salido de era, lo que no creían los portogueses,
las manos, con gran voz e ímpetu de V porque en la relación que hacía acu-
ira contra sí, dase una puñada en los pe Baba al rey de Portogal haber perdi-
chos, diciendo: ‘‘ ¡Oh, hombre de mal do tan grande empresa por no le ha
cognoscimiento!, y ¿por <[ué dejaste de ber creído, por lo cual el rey recebia
la mano empresa de tan gran impor rnai^or dolor y pena, atribuyéndolo a
tancia?” ,* estas o otras semejantes pa atrevimiento y arrogancia, los que es
labras. taban presentes, dice el historiador
Esto que aquí digo, así lo cogí en que requirieron y pidieron licencia al
aquellos primeros o segundos tiempos rey para que, sin que nadie lo sintie
de lo que se platicaba; si es verdad, se, se asirían con el Almirante en
de notar es qué fue la causa por que palabras, y, según era soberbio y atre
cl Almirante lo <*alla, pero podráse res- vido, y, según dice, descortés, lo ma
pon<ler que no lo puso en su itinera tarían, y así cesaría la noticia deste
rio o primera navegación, porque era descubrimiento para Castilla. Pero que
cosa notable más para referirla a so como el rey era muy temeroso de Dios,
las a los Reyes de Castilla, por tocar no solamente lo defendió, mas aún le
al rey de Portogal, que publicalla sin hizo honra y mercedes y con ellas ío
diferencia a todas personas particula despidió. Estas son palabras del histo
res. riador porlogués susodicho, en la His
Y así parece harto claro que Nues toria del Rey D. Juan el II de Porto-
tro Señor quiso punir al rey de Por gal, en el cap. 164, y harto mejor lo
togal al desabrimiento y burla que ba miró el rey que no los que le aconse
hía hecho al Almirante, que arriba en el jaban o pedían licencia para matar al
cap. [27] filé contada, llevándole a Almirante, porque si no mataban a
la cara el próspero suceso de lo que cuantos venían con él en el navio, no
quizá había menospreciado, y al dicho pudieran encubrir el descubrimiento y
Almirante quiso dar este favor y con viaje, allende que el navio de Martín
suelo, entre otros, en pago del afrenta Alonso traía toda la cuenta dél. Dice
y fatiga que del dicho señor rey ha también el historiador que luego man
bía rcscftbido, volviéndole a sus mis dó el rey hacer una escuadra grande
mos ojos con testigos tan ciertos y pa para enviar a estas partes, de la cual
tentes de la grande prosperidad de su abajo se dirá.
primer viaje, que el rey había, por Lunes, finalmente, 11 de marzo, se
venturo, con menosprecio desechado. despidió del rey e díjole ciertas cosas
Lo que la historia portoguesa que es que el Almirante dijese a los Reyes de
cribió García de Resende de la vida y su parte, mostrándole siempre mucho
hechos de este rey D. Juan II de Por amor, forzándose a disimular su tra
togal, el cual historiador estaba allí en bajo. Partióse después de comer y en
aquel tiempo, dice que el Almirante vió con él el rev al dicho D. Martín de
llegó o entró en el Restello, que es jun Noroña y todos aquellos caballeros
to, creo que a la ciudad, a 6 de marzo, salieron con él del palacio y le acompa
y parece conformar, porque a 4 dice el ñaron un buen rato. El rey le mandó
Almirante que llegó a la boca del río. dar una muía, y otra a su piloto, que
Y que así como lo ^upo el rey que venía llevaba consigo, y más ai piloto man
el Almirante de acmeste descubrimien dó hacer merced de veinte espadines,
to y las muestras de las gentes y oro y que eran obra de veinte ducados. De
otras cosas que de acá llevaba, hizo allí vino a un monasterio de San An
llamar al Almirante, de lo cual mostró tonio, que está sobre un lugar que sé
el rey mucho enojo y sentimiento, por llama Villafranea, donde estaba la rei
creer que aquellas tierras eran dentro na, y fuéle a hacer reverencia y besarle
de las mares y términos de sus seño las manos, porque le había enviado a
ríos de Guinea. Y que cuando el Almi decir que no se fuese hasta que la viese;
rante le contaba engrandeciendo su des
cubrimiento y riquezas de oro y plata 3 En el texto original pone aquí: VoroSa-
HISTORIA DE LAS INDIAS 22y
besóle las manos, y rescibióio con gran así como se puede comprender por esta
Jiuraanidad, iiacíéndole mucha honra escriptura, por muchos milagros seña
V favor. Dada alguna relación de su lados que ha mostrado en el viaje, y de
viaje y de las tierras y gentes que de mí, que ha tanto tiempo que estoy en
jaba descubiertas, se partió della de la corte de Vuestras Altezas con opósito
Qoche y fue a dormir a Llandra. y contra sentencia de tantas personas
Estando para partir de Allandra principales de vuestra casa, los cuales
para la carabela, martes, 12 de mar todOvS eran contra mí, poniendo este
zo, llegó un escudero, criado del rey, hecho que era burla. El cual espero
que le ofreció de su parte, que si que en Nuestro Señor que será la mayor
ría ir por tierra a Castilla, que aquél honra de la cristiandad, que así ligera
fuese con él para lo aposentar y pro mente haya jamás aparecido” . Estas ^on
veer de bestias y todo lo que hobiese finales y formales palabras de Cristó
menester. Todos estos comedimientos bal Colón, varón dignísimo y egregio,
dice el Almirante que se decía que lo de su primer viaje, que hallé escriptas
bacía el rey porque ios reyes de Casti en el libro que hizo para los Beyes de
lla lo supiesen. Llegó a la carabela de su primera navegación de las Indias y
noche. descubrimiento deUas. Tuvo, cierto, ra
zón y habló como prudentísimo y cuasi
CAPITULO LXXV profeta, puesto que los animales hom
bres no han sentido los bienes que Dios
Luego otro día, miércoles, 13 de mar a España ofrecía, espirituales y tempo
zo, a las ocho horas, hizo levantar las rales, pero no fueron dignos, por su
anclas y con la marea dio la vela ca ambición y cudicia, de los unos ni de
mino de Sevilla. los otros.
El jueves siguiente, antes del sol sali Fué rescebido en Palos con grande
do, se halló sobre el cabo de San Vi- procesión y regocijo de toda la villa,
ceinle. dando todos inmensas gracias a Dios,
Otro día, viernes, que se contaron 15 porque hazaña tan señalada y obra tan
de marzo, al salir del sol, se halló sobre egregia había concluido con la gente de
Saltes, y a hora de mediodía, con la ma aquella villa. Martín Alonso Pinzón fué
rea, entró por la barra de Saltes hasta a parar con la otra su carabela a Bayona
dentro del puerto, de donde había par de Galicia; bien es de creer que pade
tido, viernes también, a 3 de agosto del ció ios terribles golpes de las tormentas
año pasado de 1492; por manera que que el Almirante padecido había, y
tardó en el viaje y descubrimiento de las que escaparse como él filé prodigiosa
Indias seis meses y medio, que por días dicha. Y porque en breves días murió,
contados fueron doscientos y veinte y no me ocurrió más que dél pudiese
cinco días, no uno más ni uno menos; decir.
y así dice y concluye el Almirante, que
acababa agora la escriplura de su nave
gación e naval itinerario, salvo, dice él. CAPITULO LXXVI
que estaba de propósito de ir a Barce
lona, por la mar, donde tenía nuevas Para encarecer y declarar dos cosas,
que Sus Altezas estaban, para les ha he deseado muchas veces, meditando en
cer relación de todo su viaje, que Nues esta materia, tener nueva gracia y ayu
tro Señor le había dejado hacer y le da de Dios y la pluma de Tulío Ci
quiso alumbrar en él. Porque, cier cerón con su elocuencia :
tamente, allende que él sabía y tenía, La una, es el servicio inefable que
firme v fuerte “ sin escrúpulo, que Su hizo a Dios y bienes tan universales
Alta Majestad hace todas las cosas a todo el mundo, señaladamente a la
buenas y que todo es bueno, salvo el cristiandad, y entre todos, más singu
pecado, y que no se puede hablar ni larmente a los castellanos, si cognos-
pensar cosa que no sea con su consenti ciéramos los dones de Dios, con sus
miento, esto deste viaje, cognozco (dice peligros V trabajos, industria y peri
él) (pje milagrosamente lo ha mostrado, cia y animosidad de que abundó en
27
230 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y cuán innumerables racionales creatu citos que jerjes nunca juntó, y otros
ras será adorada y reverenciada la ban algunos de los antiguos que las histo
dera e instrumento principal con que rias reñeren por grandes haber jun
fuimos redemidos, digo la Sancta Vera tado, sola España, la gracia de Dios
Cruz 1 mediante, con los niervos de las gue
Pues las ánimas de los predestinados rras, que son los dineros que saliesen
que el divino beneplácito por estas tie de nuestras Indias, los pueda vencer y
rras y entre estas gentes tenía y tiene prostar. Aprovecha muy mucho, según
hoy, desde antes que el mundo cria todos los que escribieron de república
se, señaladas y cognoscidas (de lo cual y de la compostura, orden y conserva
ningún católico osará dudar), que has ción de los reinos y de los reyes, que el
ta agora ha cogido y siempre las coge rey sea rico y tenga guardados muchos
y cogerá como granos de trigo celestial tesoros, porque, con tener lama dellos,
para poner en sus alholios divinales, o los reinos enemigos no osan atreverse
como piedras vivas muy más que pre contra el tal reino mover fácilmente bu
ciosas para el edificio de aquella su llicio de guerra, ni en alguna manera
real y divinal casa y ciudad, de las cua inquietarlo, antes procuran tener per
les no bastará todo el infernal ejér petuamente su amistad.
cito, con Jos instrumentos que por IVo es razón dejar de hacer mención
acá ha desparcido, a sacalle de la mano del más sublimado beneficio con que
una ni ninguna, ¿a qué bienes o a Dios dotó y engrandeció, sobre los otros
qué riquezas (porque ni al cielo ni a reinos cristianos, a toda España, de
toda la redondez de la tierra ni a cosa que Cristóbal Colón fue segunda cau
de las criadas) las podrá hombre del sa, conviene a saber, que le eligió, en
mundo asemejar? tre todos los que confiesan su nombre,
De los temporales y corruptibles te para ofrecelle tan cierta y sancta oca
soros en oro y plata y perlas y piedras sión y tan copiosa materia, en la cual
preciosas, ¿qué se podrá decir por mu no solamente letrados, ni grandes letra
cho que se diga de la abundancia que dos en Teología, ni elocuentes y gra
por todo aqueste orbe hay? Esto pare ciosos predicadores y que tienen oficia
ce algo en que cuasi no parece ni se y estado de predicar, puedan ser me
trata otro oro, ni más subido en ley dianeros y coadjutores de Jesucristo en
(aunque también se lleva oro de otras la conversión de tan numerosos cuentos
leyes), sino oro destas nuestras Indias, de infieles, pero los idiotas plebeyos
por todas las partes del mundo (no tra y que poco saben, con que tengan firme
tando aquí de cómo se ha habido, por fe y algima noticia de los artículos de
que es desorden y abusión accidental), la Fe y diez mandamientos de la ley
y, porque de las otras partes calle, de de Dios, con buen ejemplo de vida cris
¡as de toda la cristiandad es a todos tiana, pueden alcanzar suerte y lugar
manifiesto que cuasi todas abundan y de sanctos apóstoles, si merecieren re
están, o al menos estuvieran, riqm'si- cibir del Muy Alto tan buena voluntad,
mas de la moneda que les ha ido del que de ayudar a coger estas espirituales
oro y plata y perlas de nuestras Indias, riquezas en estas tierras, pricipalinen-
si no fuera por las ocasiones que al di te se contentasen, según la simplici
vino juicio, para castigar el mundo, ha dad, mansedumbre y libertad o caren
placido tomar. Por estas riquezas y te cia de impedimentos que podían obviar
soros temporales se corrob[orJaría y al rescebimiento de la fe de todas estas
haría más fuerte toda la cristiandad, es universas naciones. Por esta razón de-
tando los reyes della en paz y conformi brían mirar y temer profundamente to
dad, para que los enemigos de nuestra dos los españoles que CvSte don tan pre
sancta fe católica no como de antes se claro, negado a todas las otras cristianas
osasen atrever a cada paso a la impug gentes y concedido a solos ellos, es muy
nar, sino que aunque para la acometer poderoso talento, del cual y de la usu
e invadir junten los más gruesos ejér- ra que con él eran obligados al Dador
del retornar, el día del juicio y aun de
1 P o n e a q u í el sig n o d e la C ru z . su muerte, se les pedirá estrecha y muy
1
232 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
delgada cuenta; y cuán rigurosa será, Dios se continúe y lleve adelante, y de.
por lo que abajo se refiere, bien claro seamos que vuestra venida fuese luego,
parecerá. De todos estos tan egregios por ende, por servicio nuestro, que de
e incomparables bienes, y de otros in des la mayor prisa que pudierdes en
numerables que cada día se ven salir vuestra venida, porque con tiempo se
e más adelante muchos más se cognos- provea todo lo que es menester. Y por
cerán, fue causa segunda, después de que, como vedes, el verano es entrado,
Dios, y primera por respecto de todos y no se pase el tiempo para la ida allá,
los hombres del mundo, este dignísimo ved si algo se puede aderezar en Sevilla
varón, primer descubridor deste tan di o en otras partes para vuestra tornada
latado ya nombrado Nuevo Mundo, a la tierra que habéis hallado. Y escre-
del cual él solo ser primero Almirante bídnos luego con ese correo que ha de
dignamente mereció. volver presto, porque luego se provea
cómo se baga, en tanto que acá vos ve
nís y tornáis; de manera que cuando
CAPITULO LXXVII volvierdes de acá, esté todo aparejado.
De Barcelona, a treinta días de marzo
Tornando a tomar donde dejamos de noventa y tres años.—Yo el R ey .—
nuestra historia, el Almirante se despa Yo la Reina.—Por mandado del Rey y
chó cuan presto pudo para Sevilla, y de la Reina, Fernand Alvarez.” En el
de allí despachó un correo al Rey y a sobrescrito decía : “ Por el Rey e la Rei
ia Reina, que estaban a la sazón en la ra, a don Cristóbal Colón, su Almiran
ciudad de Barcelona, haciendo saber a te del mar Océano e visorrey e gober
Sus Altezas la gran ventura y felice nador de las islas que se han descubier
conclusión que Dios le había dado a to en las Indias.”
su deseado y prometido descubrimien Donde parece que los Católicos Re
to, y las nuevas tan nuevas y nunca yes comenzaron a confirmar los privi
otras tales ni tan felices por algún legios y mercedes que habían prometi
príncipe en los siglos pasados oídas ni do a Cristóbal Colón, como a quien
creídas. había bien largamente complido lo que
Rescibida la carta por los Católicos de su parte había puesto complir, re-
Reyes, querer notificar y encarecer el cognosciendo los Reyes ser digno de
gozo y alegría y contentamiento que mucho mayores gracias que las conce
recibieron, parece, cierto, poder ser didas, y protestándole tener intinción
imposible; podráse colegir de la pri de se las hacer. Y así, desde esta carta,
mera carta y de otras muchas que todos le llamaron y tuvieron por Almi
a Sevilla le escribieron. La primera rante del mar Océano y visorrey e go
dice así: bernador de las Indias.
“ El Rey e la Reina.—^D. Cristóbal Rescebida la carta de los Reyes, tor
Colón, nuestro Almirante de la mar nó a escrebir, en complimiento de lo
Ocenna e visorrey y gobernador de las cpie le mandaron, enviándoles un me
islas que se han descubierto en las In morial de lo que le parecía que conve
dias; vimos vueslra.s letras y hobimos nía que se aparejase para su tornada
mucho placer en saber lo que por ellas y población de cristianos en la isla Es
nos cscrebistes, y de haberos dado Dios pañola, felicísima de todas las islas y
tan buen fin en vuestro trabajo y enca tan grande como toda España, según
minado bien en lo que comenzastes, en se dirá: tantas carabelas, tantos bas
que El será mucho servido y nosotros timentos, tanta gente, y así de las otras
asimismo y nuestros reinos recebir cosas necesarias.
tanto provecho. Placerá a Dios que,
demás de lo que en esto le servís, por
ello recibáis de Nos muchas merce CAPITULO LX X V in
des, las cuales creed que se vos ha
rán como vuestros servicios e trabajos Despachado el correo, D. Cristóbal
lo merecen. Y porque queremos que lo Colón, ya Almirante, con el m ejor ade
que habéis comenzado con el ayuda de rezo que pudo, se partió de Sevilla lie-
HISTORIA DE LAS INDIAS 233
vando consigo los indios, que fueron que de obispos, por lo cual siempre los
siete los que le habían quedado de Jos Reyes le encomendaron las armadas que
trabajos pasados, porque los demás se por la mar hicieron mientras vivieron.
le habían muerto; los cuales yo vide A éste mandaron que tuviese cargo de
entonces en Sevilla y posaban junto al aparejar tantos navios y tanta gente y
arco que se dice de las Imágenes, a San tales bastimentos y las otras cosas, con
Nicolás. Llevó papagayos verdes, muy forme a lo que el Almirante había en
hermosos y colorados, y guaizas, que sus memoriales señalado.
eran unas carátulas hechas de pedre Dióse la priesa que más pudo para
ría de huesos de pescado, a manera llegar a Barcelona, a donde llegó me
puesto.de aljófar y oro, y unos cintos diado abril, y los Reyes estaban harto
de lo mismo, fabricado por artificio solícitos de ver su persona; y sabido
admirable, con mucha cantidad y que llegaba, mandáronle hacer un so
muestras de oro finísimo y otras mu lemne y muy honroso recibimiento,
chas cosas, nunca otras antes vistas en para el cual salió toda la corte y toda
España ni oídas. Despachóse de Sevilla la ciudad, que no cabían por las ca
con los indios y con lo demás; como lles, admirados todos de ver aquella
comenzó la fama a volar por Castilla veneranda persona ser de la que se de
que se habían descubierto tierras que cía haber descubierto otro mundo, de
se llamaban las Indas, y gentes tantas ver los indios y los papagayos y mu
y tan diversas y cosas novísimas, y que chas piezas y joyas y cosas que llevaba,
por tal camino venía el que las descu descubiertas, de oro, y que jamás no
brió y traía consigo de aquella gente, se habían visto ni oído.
no solamente los pueblos por donde pa Para le recebir los Reyes con más
saba salía el mundo a lo ver, pero mu solemnidad y pompa, mandaron poner
chos de los pueblos, del camino por do en público su estrado y solio real, don
venía remotos, se vaciaban y se hin- de estaban sentados, y junto con ellos
chían los caminos para irlo a ver y ade el príncipe don Juan, en grande ma
lantarse a los pueblos a recebir. nera alegres, acompañados de muchos
Los Reyes, por los memoriales que grandes señores, castellanos, catalanes,
desde Sevilla recibieron suyos, prove valencianos y aragoneses, todos aspi
yeron que comenzase [a] aparejar lo rando y deseosos que ya llegase aquel
que para el viaje segundo convenía, y que tan grande y nueva hazaña, y que
escribieron a D. Juan Rodríguez de a toda la cristiandad era causa de ale
Fonseca, arcídiano de Sevilla, herma gría, había hecho.
no del mayorazgo de Coca ^ y Alaejos, Entró, pues, en la cuadra donde los
don Alonso de Fonseca y de Antono Reyes estaban, acompañado de multi
de Fonseca, contador mayor de Casti tud de caballeros y gente nobilísima,
lla, sobrinos de don Alonso de Fon- entre todos los cuales, como tenía gran
seca, arzobispo de Sevilla, personas de y autorizada persona, que parecía
mliy generosas y que, por su generosi un senador del pueblo romano, se se
dad y prudencia y servicios que siem ñalaba; su cara veneranda, llena de ca
pre trabajaron hacer a la corona real, nas y de modesta risa, mostrando bien
fueron siempre queridos y privados de el gozo y gloria con que venía. Hecho
los Reyes. grande acatamiento primero, según a
Este don Juan de Fonseca, aunque tan grandes príncipes convenía, levan
ecJesiásticp y arcidiano, y después des táronse a él como a uno de los señores
te cargo que le dieron los Reyes, de las grandes, y después, acercándose más,
Indias, fue Obispo de Badajoz y Fa hincadas las rodillas, suplícales que le
lencia y al cabo de Burgos, en el cual den las manos; rogáronse a se la dar, y
murió, era muy capaz para mundanos besadas, con rostros letísimos, mandá
negocios, señaladamente para congre ronle levantar, y lo que fué suma de
gar gente de guerra para armadas por honor y mercedes de las que Sus. Al
la mar, que era más oficio de vizcaínos tezas solían a pocos grandes hacer,
mandáronle traer una silla y asentar
^ En el texto original pone: Quoca, ante sus reales presencias.
1
2M FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Keferi^ias con gran sosiego y pm- | sancta reina doña Isabel, que por pa
delicia las mercedes que Dios, en ven- : labras y las muestras de sus heroicas
tura de tan católicos reyes, en su via- j obras, daban a todos a cognoscer que
je le liabía hecho; dada cuenta particu- ¡ su principal gozo y regocijo de sus
lar, la que el tiempo y sazón pade- | ánimas procedía de ver que habían sido
cía, de todo su camino y descubrirnien' : iiailados dignos ante el divino acata
lo, denunciadas las grandezas y feli- ¡ miento 1de | que con su favor y con los
cidad de las tierras que había descu- ; ga.stos (aunque harto pocos) de su real
bierto y afirmándoles las muchas más | cámara se hobiesen descubierto tantas
que había de descubrir, en especial infieles naciones y tan dispuestas, que
que por entonces la isla de Cuba esti en sus tiempos pudiesen cognoscer a
mó ser tierra firme (según que abajo su Criador y ser reducidas al gremio
se dirá), mostradas las cosas que traía, de su sancta y universal Iglesia y dila
que no habían sido vistas, sacada la gran tarse tan inmensamente su católica fe y
muestra de oro en piezas labradas, aun cristiana religión.
que no muy polidus, y muchos granos Grandes alegrías vinieron mientra[s]
gruesos y menudo por fundir, como se reinaron estos bienaventurados reyes y
sacaba de la tierra, que traía, y certifi su.s reale.s corazones, aunque, para el
cando la infinidad que se mostraba en colmo de sus merecimientos, se las mez
aquellas tierras haber, y confianza que claba Dios siempre con hartas y grandes
tenía que en sus tesoros reales se ha tristezas y amarguras, para mostrar que
bía de reponer, como si ya debajo de tenía singular cuidado de su espiritual
sus llaves lo dejara, cogido, y asimismo, aprovechamiento, así como el nacimien
lo que más de ¡londerar y precioso te to del príncipe D. Juan, ver la cruz
soro era, la nuillitud y simplicidad, de Jesticrislo puesta en el Alhambra de
mansedumbre y desnudez y algunas cos Granada, cuando tomaron, después de
tumbres destas gentes y la disposición tan inmensos trabajos, aquella gran ciu
aptísima y habilidad que dellas cognos- dad y todo aquel reino, los casamien
ció para ser reducidas a nuestra sanc tos de las serenísimas infantas, sus hi
ta y católica fe, de las cuales estaban jas, mayormente de la reina princesa,
presentes los indios que consigo llevó; y el nacimiento del príncipe D. Miguel,
todo lo cual oído y ponderado profun que nasció della, la venida del rey don
damente, levántanse los católicos y de Felipe, siendo príncipe, el nascimiento
votísimos príncipes, y hincan las rodi del emperador D. Carlos, que al pre
llas en el suelo, juntas y alzadas las ma sente en el mundo triunfa, hijo del di
nos, comienzan a dar de lo íntimo de cho señor rey D. Felipe y de la reina
sus corazones, los ojos rasados de lá nuestra señora doña Juana, segunda de
grimas, grandes gracias al Criador. Y los dichos Católicos Reyes, y otros go
porque estaban los cantores de su ca zos que Dios en esta vida les quiso dar.
pilla real proveídos y aparejados, can Pero, cierto, a lo que yo he siempre sen
tan Te Deum laudamus; responden tido, el que rescibieron deste miraculo-
los ministriles altos, por manera que so descubrmiento no fue mucho que
parecía que en aquella hora se abrían aquéllos inferior, antes creo que a mu
y manifestaban y comunicaban con los chos dellos en cualidad y cantidad ex
celestiales deleites. ¿Quién podrá refe cedió, porque iba muy fundado y ce
rir las lágrimas que de los reales ojos mentado en la espiritualidad de la honra
salieron, de muchos grandes de aque y gloria del divino nombre y del mucho
llos reinos que allí estaban y de toda aprovechamiento y dilatación que se es
la casa real? ¿Qué júbilo, qué gozo, peraba de la sancta fe católica y de la
qué alegría bañó los corazones de to conversión de infinito número de áni
dos? ¿Cómo se comenzaron unos a mas, mucho más, cierto, que en el rei
otros a animar y a proponer en sus no de Granada, cuanto más grande y
corazones de venir a poblar estas tie extendido en este Nuevo Mundo, que h
rras y ayudar a convertir estas gen poca cantidad y límite tan estrechos
tes? Porque oían y vían que los sere que contiene aquel reino y chico rin
nísimos príncipes v singularmente la cón. Y siempre los gozos que son cau-
HISTORIA DE LAS INDIAS 235
tan extraño y nuevo y dificilísimo nego pachar 8U plúmbea bula, en la cual loa
cio, de Dios escogido, el cual descu y engrandece el celo e intenso cuidado
brió tantas y tan felices tierras, llenas que al ensoalzamiento de la sancta fe
de naciones infinitas, con todo el suce católica tener mostraban nuestros cató
so del viaje y cosas mirables en él acae licos príncipes, mucho antes por la Sede
cidas. Apostólica cognoscido, aun con derra
El Romano Pontífice, con todo su mamiento de su propria y real sangre,
sancto y sublime Colegio dejos Carde como en la recuperación del reino de
nales, oídas nuevas tan nuevas, que Granada de la tiranía de los mahometa
consigo traían la causa de profunda nos se había visto. Congratúlase también
leticia, ¿quién podrá dudar que no res- el Sancto Pontífice del felice desea-
cibiese indecible y espiritual alegría, brimiento destas tierras y gentes en
viendo que se habían abierto tan amplí los días de su pontificado y en venta
simas puertas del Océano y parecido el ra y con favor y proprias expensas
mundo encubierto, rebosante de nació- de los Católicos Reyes y por indus
nes tantos siglos atrás escondidas, infi tria y trabajos de Cristóbal Colón, de
nitas, por las cuales se esperaba ser am toda loa y alabanza muy digno, haber
pliado y dilatado gloriosamente el im acaecido. Señaladamente que aques
perio de Cristo? Cosa creíble, cierto, es tas infieles naciones descubiertas fue
que diese a Dios, dador de los bienes, sen tan aptas y dispuestas por ser tan
loores y gracias inmensas, porque en sus pacíficas y domésticas y tener algún
días babía visto abierto el camino para cognosciraiento del Señor de los cielos,
eP principio de la última predicación que todas las cosas proveía, para ser
del Evangelio y el llamamiento o con al verdadero Dios, por la doctrina de
ducción a la viña de la Sancta Iglesia su fe, traídas y convertidas, según que
de los obreros que estaban ociosos en los Reyes le escrebían. Exhorta, eso
lo último ya del mundo, que es, según mismo, en el Señor a los dichos cató
la parábola de Cristo, la hora undécima. licos príncipes muy encarecidamente y
Báñase toda la corte romana en espi conjúralos por el sagrado baptismo que
ritual regocijo, y de allí sale, y este ha habían rescebido, por la recepción del
zañoso caso por todos los reinos cris cual eran y son obligados, como otro
tianos volando se divulga, en todos los cualquiera cristiano, a obedecer y com-
cuales no es contra razón creer haber plir los mandados apostólicos, así como
se hecho jocundísimo sentimiento, re a los de Jesucristo, y por las entrañas
cibiendo parte de causa de jubilación del mismo Redentor del mundo, en el
tan inaudita. cual conjuro y exhortación se contiene
Luego el Vicario de Cristo socorrió e incluye un muy estrecho y obligato
con la largueza y mano apostólica, con rio precepto, que no menos, por el que
la plenitud de su poderío, confiando en brantamiento dél, que a pecado mor
Aquel que todos los reinos en sus ma tal obliga. Por este precepto Ies man
nos tiene, cuyas veces ejercita en la da y requiere atentamente que nego
tierra, de lo que a su apostólico oficio cio tan piadoso y obra tan acepta al’
y lugar del samo pontificado incumbía, beneplácito divino, con suma diligen
para que obra tan necesaria y digna, cia prosigan, y prosiguiéndola, lo prin
como era la conversión de tan numero cipal eme siempre tengan ante sus ojos,
sa multitud de tan aparejados infie como fin ultimado que Dios pretende
les y la edificación de la Sancta Iglesia y su Vicario y cualquiera cristiano
por estas difusísimas indianas partes, príncipe obligado es a pretender, sea
comenzada ya en alguna manera por trae a los reinos y pueblos y gentes
nuestros gloriosos príncipes, con debida deUos, que en estas islas y tierras fir
orden y convenibles medios, su próspe mes viven y vivieren, naturales delloa,
ro suceso, según se esperaba con la induzgan y provoquen a rescebir b
autoridad y bendición apostólica, con cristiana religión y fe católica, pospues
afecto de cristiandad y conato diligen tos todos cualesauiera peligros y tra
tísimo, se prosiguiese. bajos, cuantos más los particulares tem
Para efecto de lo cual mandó des porales intereses 9 que por alcanzar o
HISTORIA DE LAS INDIAS 237
conseguir este fin se pudieren ofrecer; chos, jurisdicciones, con todas sus per
teniendo Sus Altezas esperanza firme, tenencias, cnanto fuese y sea necesario
que Dios, que les mostró y eligió más para la predicación e introducción, am
que a otro príncipe del mundo tantas pliación y conservación de la fe y re
infieles naciones, para que a su cono ligión cristiana y conversión de los ve
cimiento y culto se los trujasen, to cinos y moradores naturales de todas
dos sus pensamientos y obras y todo lo aquestas tierras, que son loa indios. Fi
que en este felice negocio hacer propu nalmente, todo aquello les concedió,
sieren, favorecerá y dará Ja conclusión donó y asignó, que el Sumo Pontífice
próspera que se desea. Y porque más tenía, y dar, conceder y asignar podía.
libremente y con más autoridad este Después de la dicha concesión y asig
cuidado y carga tomasen a sus cuestas nación hecha, impúsoles un terrible y
y mejor pudiesen efectuar, y como en espantoso formal precepto, mandándo
cosa en alguna manara propria trabaja les, en virtud de sancta obediencia, que
sen con esperanza de haber algún tem no importa menos de necesidad y pe
poral interese (que es lo que sueJe dar ligro de su 2>ropria condenación, que
ánimo y aviva la voluntad, especial provean y envíen a estas islas y tierras
mente donde se han de ofrecer traba firmes (así como Sus Altezas lo prome
jos, dificultades y gastos de gran can tían, cuando hicieron la dicha rela
tidad, y también porque ninguno mili ción, por su propria y espontánea po
ta a su costa y estipendio, como dice licitación, y no dudaba la Sede Apos
San Pablo), de su proprio motu y mera tólica, por su grande devoción y real
liberalidad apostólica, constituyó y crió magnanimidad, que así lo cumplirían)
a los dichos Católicos Reyes y a sus personas, varones buenos y temerosos de
sucesores de Castilla y León, príncipes Dios, doctos, peritos y bien entendi
supremos, como emperadores sobera dos en lo que se requiere para la dicha
nos, sobre todos los reyes y príncipes conversión, experimentados asimismo
y reinos de todas estas Indias, islas y para instruir y doctrinar los vecinos
tierras firmes, descubiertas y por des y moradores naturales destas tierras en
cubrir, desde cien leguas de las islas de la fe católica, y los enseñar y dotar de
los Azores y las de Cabo Verde, hacia buenas costumbres, poniendo en ello
el Poniente, por el cabo de aquellas toda la debida diligencia, Y allende
cien leguas imaginada una linea o raya, esto, concluye el Sumo Pontífice sus
que comience del Norte y vaya hacia letras apostólicas con mandar, so pena
el Sur, por todo aqueste orbe. Añidió de excomunión latae sententiae, ipso
cierta condición: que se entienda con facto incurrenda (que quiere decir que
tanto que hasta el día del nascimien- para ser descomulgado no es menes
to de Nuestro Redentor de 1492 años ter otra sentencia ni declaración algu
inclusive, cuando fueron las dichas tie na más de hacer al contrario), contra
rras descubiertas por el susodicho des cualquier príncipe cristiano, que sea
cubridor Cristóbal Colón, por mandado rey, que sea emperador o otra cualquie
y favor y expensas de los dichos Cató ra persona de cualquiera estado y con
licos Reyes de Castilla y León, D. Her dición que sea, que [a] estas dichas
nando y doña Isabel, no bobiesen sido Indias, descubiertas y por descubrir,
por algún otro cristiano rey o prínci vinieren por mercaderías o negociacio
pe actualmente poseídas, porque en tal nes o por cualquiera otra causa que ser
caso, no fue intincíón del Vicario de pueda, sin especial licencia de los di
Cristo, como ni debe ser, quitar ni per
judicar el tal derecho adquirido y ac chos señores reyes de Castilla o de sus
ción a quien, de los cristianos prínci herederos.
pes, antes pertenecía. Y así la Sede Todas estas cláusulas, y lo más desle
Apostólica concedió y donó y asignó capítulo, contiene la dicha bula y
a los dichos señores reyes y a sus he apostólicas letras de la dicha concesión
rederos y sucesores la jurisdicción y y donación, según parece por la copia
autoridad suprema sobre todas las ciu della. La cual bula fue dada en pala
dades, villas y castillos, lugares, dere cio sacro, cerca de San Pedro, a 4 días
238 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
de mayo del dicho año de 1493 años, cho mar Océano a la dicha parte de
en. el año primero de su pontifícado. las Indias, nos suplicastes e pedistes por
merced que vos confirmásemos la di-
cha nuestra carta, que de suso va en-
CAPITULO LXXX corporada, e la merced en ella con-
tenida, para que vos e vuestros hijos e
Entre tanto que de la Sede Apostó descendientes. Et infra: “ E Nos, aca
lica venía respuesta de aprobación del tando el riesgo e peligro en que por
dicho descubrimiento y concesión de la nuestro servicio vos pusistes, en ir a
autoridad y supremo principado sobre estar e descubrir las dichas islas e tie
aqueste orbe a los reyes de Castilla y rra firme, de que habernos sido e es
León, para procurar la predicación del peramos ser de vos muy servidos, e por
Evangelio por todo él y la conversión vos hacer bien e merced, por la pre
de las gentes que en él vivían, como sente vos confirmamos a vos e a loa di
está dicho, los Reyes entendían con chos vuestros hijos e descendientes e
Cristóbal Colón en su despacho para sucesores, uno en pos de otro, para
su tornada a las Indias. agora y para siempre jamás, loa di
Y porque quisieron ser y parecer, chos oficios de Almirante ' del dicho
de tan gran servicio como Ies había mar Océano e de visorrey e gobernador
hecho, agradecidos, y para complir con de las dichas islas e tierra firme que
lo que con él habían puesto y asentado habéis hallado e descubierto e de ias
y prometido, mandáronle confirmar otras islas e tierra firme que por vos
todo el dicho asiento y privilegios y e por vuestra industria se fallaren' e
mercedes que le habían concedido en la descubrieren de aquí adelante en la
capitulación que sobre eUo se hizo en dicha parte de las Indias. E es nuestra
la ciudad de Sancta Fe, teniendo cerca merced e voluntad que hayades e ten-
da los Reyes la ciudad de Granada, gades vos, e después de vuestros días
antes que el Almirante fuese a descu vuestros hijos y descendientes e suceso
brir; porque no füé otra cosa, sino un res, uno en pos de otro, el dicho ofi
contrato que los Reyes hicieron con él, cio de Almirante del dicho mar Océa
prometiendo él de descubrir las dichas no, que es nuestro, que comienza por
tierras, y los Reyes dándole cierta suma una raya e línea que Nos habernos he
de maravedís para lo que para el via cho marcar, que pasa desde las islas
je había menester, y prometiéndole ta de los Azores e las islas de Cabo Ver
les y tales mercedes, si él compílese de, de Setentrión en Austro, de polo
lo que prometía. Cumplió lo que pro a polo. Por manera que todo lo que es
metió, y los Reyes confirmáronle las allende de la dicha línea, al Occiden
mercedes que le habían prometido. te, es nuestro e nos pertenece, e ansí
El contrato y las mercedes prome vos facemos e creamos nuestro Almi
tidas parecen arriba, en el cap. 27, don rante e a vuestros hijos e sucesores,
de se dice que a 17 días de abril pasó uno en pos de otro, de todo ello, para
el contrato en la villa de Sancta Fe, y siempre jamás. E asimismo vos face
a 30 días del mismo mes le confirmaron mos nuestro visorrey e gobernador, e
las dichas mercedes y asiento y manda después de vuestros días a vuestros hi-
ron dar carta de privilegio real, fir jóse e descendientes e sucesores, uno
mada y sellada en Granada, como se en pos de otro, de las dichas islas e
dijo. Agora en Barcelona, venido de^ tierra firme descubiertas e por descu
descubrir, los Reyes, referido el dicho brir en el dicho mar Océano, a la par
asiento que habían mandado hacer y te de las Indias, como dicho es. E vos
concedieron en la villa de Sancta Fe y damos la posesión, e cuasi posesión de
confirmaron en Granada, dicen así: todos los dichos oficios de Almirante
“ E agora, porcme plugo a Nuestro e visorrey e gobernador, para siempre
Señor que vos hallastes muchas de las jamás, e poder e facultad para que en
dichas islas y esperamos que, con la
avuda suya, que fallaréis e descubri ^ E n e l m a n u sc r ito o r ig in a l p o n e :
réis otras islas y tierra firme en el di rante.
HISTORIA DE LAS INDIAS 239
las dichas mares podades usar y ejer toda España, dello por apetito de querer
cer e usedes del dicho oficio de nues saber particuJarizadamente Jas grandes
tro Almirante, etc.” ; otras muchas y mirables tierras y gentes y riquezas
preemencias, facultades y mercedes, que había descubierto y las maravillas
que al propósito Sus Altezas le conce que le acaecieron, yendo y viniendo en
den muy copiosamente, como prínci su viaje.
pes verídicos y agradecidos a tan gran Triunfaba entonces en aquellos rei
des y señalados servicios como el Al nos de Castilla, y florecía en la corte el
mirante les hizo. ilustrísimo cardenal y arzobispo de To
Fné hecha y despachada la dicha ledo, D. Pero González de Mendoza,
carta de privilegio en la ciudad de hermano del duque del Infantazgo, per
Barcelona, a 28 días del mes de mayo sona muy insigne y grande, no sólo en
de 1493 años. cuanto a la sangre generosa de donde
Diéronle asimismo muy hermosas in venía, como es manifiesto ser los seño
signias o armas, de las mismas armas res de aquella casa, pero mayor y más
reales, castillos y leones, y déstas, ron señalado en sus hechos generosos y no
las que tenía de su linaje antiguo, con tables, tanto, que él parecía sólo tener
otras que significaron el dicho laborio a toda España en paz y amor y gracia
so y mirable descubrimiento, mandaron y obediencia de los Católicos Reyes,
formar im escudo, que no hay muchos y especialmente a los grandes del reino,
más hermosos que él en España, como ííomo los Reyes había poco que comen
parece con la presente figura zaban a reinar, y había habido guerras
Constituyeron los Católicos Reyes a terribles con Portogal, en tiempo que
dos hermanos, que el Almirante tuvo, hobo lugar de concebir alguno del reino
nobles y caballeros, y dióles facultad diversas opiniones, muerto el rey D.
y privilegio que les llamasen dones. Enrique IV, en las cuales, el nobilísimo
El uno fué D. Bartolomé Colón, que cardenal servio muy mucho a los Reyes
después criaron Adelantado de todas las y con gran fidelidad, por lo cual fué
Indias, como abajo se dirá, y el otro muy amado y privado de las personas
se llamó D, Diego Colón, asaz bien reales, con justísima razón. Era tanta
cognoscidos míos. su sabiduría, su industria, su gracia y
En todo el tiempo que estuvo el Al afabilidad, también su autorizada y
mirante en Barcelona, lo aumentaban graciosa presencia, porque era de los
cada día los Reyes en más honra y fa hermosos y abultados varones que ha
vores; díjose que cuando el Rey ca bía en toda España, y con esto la bono-
balgaba por la ciudad, mandaba que roso estima y reputación y reverencia
fuese el Almirante a un lado de Su Al que todos le tenían, que nunca dejaba
teza y del otro el infante Fortuna, que grande ni caballero estar resabiado ni
era de su sangre real, lo que no se per descontento de los príncipes que luego
mitía a otro grande ninguno- Cognos- no lo aplacaba, Jo soldaba, lo atraía a
ciendo estas mercedes, honras y favo dejar la pena que le penaba y reducía
res, que los Reyes hacían al Almiran a la gracia y servicio de Sus Altezas;
te, como a quien tan bien los había ga y aunque a los Reyes fuese grave el di
nado y merecido, todos los grandes lo simular o perdonar o el no negar las
honraban y veneraban y no vían pla mercedes que se les pedía, todo lo traía
cer que le hacer; convidábanlo a co a debida y consona y felice conclusión.
mer consigo cada uno cuando lo po Todo lo soldaba, todo lo convenía, lodo
día haber, dello por servir a los Re lo apaciguaba, todo lo ponía en orden
yes, quien vían que tanto le honraban muy ordenada, por lo cual todo el rei
y amaban, dello poroue vían que todos no le nombraba meritísimamente el án
alcanzaban parte del servicio que ha gel de la paz. Por estas causas y por
bía hecho a los Reyes y beneficio a sus muchos merecimientos, de los Ca
tólicos Reyes era muy amado y el más
privado y favorecido sin estímulo de
envidia de alguno, pequeño ni grande,
> En el manuscrito original hay un dibujo
dél escudo.
que de su prosperidad le pesase, lo que
J
240 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
pocas veces suele acaecer en los que de y desde aquí adelante se sirvió con la
¡08 Reyes son singularmente privados, solemnidad y fausto que requiría su
porque lodos le amaban y querían, y digno título de Almirante.
8e gozaban de su privanza y eminencia
sobre los grandes, porque ellos y todos
cognoscían ser sus bienes bien de todos. CAPITULO LXXXI
Era munificentísimo en los gastos y
aparato de su casa; hacía continuamen Vino a buen tiempo la bula y letras
te plato muy suntuoso a todos los gran apostólicas de Ja donación y autoridad
des y generosos y que eran dignos de susodicha de Roma, cuando estaba dea
su mesa nobilísima y amplísima, y po pachado y proveído de todo lo nece
díalo bien hacer, porque los Reyes le sario que pidió para su viaje, por Sus
habían más de cuarenta cuentos de Altezas, el Almirante.
renta dado, los cuales para en aquellos Y, pocos dían antes que de Barcelona
tiempos eran más y se complían más se partiese, los Reyes mandaron que se
con ellos, que en este de agora con mu baptizasen los indios que había traído,
chos más que con ciento. No había que ya estaban bien instructos en las
grande ni señor en la corte, por grande cosas de la fe y cristiana doctrina, en la
que fuese, que no se tenía por favore cual los Reyes mandaron, luego como
cido y alegre el día que dejaba su pro llegaron, fuesen enseñados, y en ello
pria mesa y casa de su estado, o que se pusiese mucha diligencia, loe cuales
el Cardenal le convidase, o él de su de su propria voluntad pidieron el b a p
voluntad se ofreciese, se quedaba a tismo. Quisieron los católicos prín ci
comer con él, por gozar de su presen pes ofrecer a Nuestro Señor lae prim i
cia, participando de sus manjares. A cias de aquesta gentilidad con mucha
todos honraba, a todos, cada uno se fiesta, solemnidad y aparato, favore
gún su estado e dignidad, y puso ciéndolas y honrándolas con su real
Dios en él entre las otras esta gracia, presencia; para efecto de lo cual, q u i
que todos quedaban contentos y les pa sieron ser padrinos el Rey Católico y el
recía que no se les debía más de aque serenísimo príncipe D. Juan, h ijo de
llo que en las palabras y en loa asien Sus Altezas, legítimo heredero de los
tos y en los otros puntos de honra el reinos de Castilla. Uno de los cuales
Cardenal les daba. Dícese y créese así, quiso el príncipe que quedase en su ca
que Jamás hizo agravio a hombre, ni sa en su servicio, el cual, desde a pocos
bobo alguno que dél murmurase ni dél días, se lo llevó Dios para sí, porque
se quejase. Por todas estas virtudes cua tomase posesión el primero, según p ia
si se traía por todos en proverbio que dosamente se debe creer, de la bien
el Cardenal traía la corte consigo, y aventuranza que muchos destas nacio
que estando él en la corte, había corte, nes habían después, por la divina m i
y salido de la corte, no había corte. sericordia, de alcanzar y para siem pre
Este munificentísimo señor y gran poseer.
pontífice, viendo los merecimientos y Proveyeron los Reyes cómo las gen
trabajos y el fructo que dellos comen tes destas tierras fuesen instruidas en
zaba a salir del dicho primer Almiran las cosas de nuestra fe, para lo cual en
te destas Indias, y cómo los gratísimos viaron con el Almirante un fraile de
Reyes le habían honrado y sublimado, San Benito, que debía ser notable p er
honraban y sublimaban y mandado sona, y, según se dijo, llevó com plido
honrar y venerar tanto, él, primero que poder del Papa en las cosas espiritua
otro grande, lo llevó un día, saliendo les y eclesiásticas; y mandaron al Al
de palacio, a comer consigo, y sentólo mirante que llevase consigo religiosos.
a la mesa en el lugar más preeminente Mandaron también estrechamente que
y más propinco a sí, e mandó que le los indios fuesen muy bien tractados y,
sirviesen el manjar cubierto y le hicie con dádivas y buenas obras, a nuestra
sen salva. Y aouella fue la primera vez religión cristiana provocados, y qu e si
que al dicho Almirante se le hizo salva los españoles los tratasen mal, j^esen
y le sirvieron cubierto como a señor: bien castigados. Esto parece por la ius-
HISTORU DE LAS INDIAS 241
trucción que le dieron, que fué de para el resgate, y los honre mucho. Y
crísíianísimos principes, principalmen si caso fuere que alguna o algunas per
te ordenada al bien y utilidad de los sonas trataren mal a los dichos indios,
vecinos y moradores naturales de aques en cualquier manera que sea, el dicho
tas tierras, cuyo primer capítulo es este Almirante, como visorrey e goberna
que se sigue: dor de Sus Altezas, lo castigue mucho,
“Primeramente, pues a Dios Nuestro por virtud de los poderes de Sus Alte
Señor plugo, por su santa misericordia, zas, que para ello lleva.”
descobrir Jas dichas islas e tierra firme F^ste fué, como dijimos, de (a ins
al Rey e a la Reina, nuestros señores, trucción que los Reyes dieron al Almi
por industria del dicho D, Cristóbal rante, el primer capítulo.
Colón, su Almirante, visorrey y gober Este fray Biiil era monje de San Be
nador dellas, ol cual ha hecho relación nito, catalán de nación; debía ser abad
a Sus Altezas que las gentes que en y persona religiosa y principal, de la
ellas halló pobladas, cognosció dellas cual, como entonces los Reyes estaban
ser gentes muy aparejadas para se con en Barcelona, debían tener buena no
vertir a nuestra sancta fe católica, por ticia. Este no le pude yo alcanzar, por
que no tienen níguna ley ni secta, de que poco estuvo acá, como se verá aba
lo cual ha placido y place mucho a Sus jo, pero alcancé a cogiioscer dos reli
Altezas, porque en todo es razón que giosos de la orden de San Francisco
se tenga principalmente respecto al ser que fueron con él, frailes legos, pero
vicio de Dios Nuestro Señor y ensalza personas notables, naturales de Picar
miento de nuestra sancta fe católica. día o borgofiones, y que se movieron a
Por ende Sus Altezas, deseando que venir acá por solo celo de la conver
nuestra sancta fe católica sea augmenta
da e acrecentada, mandan y encargan al sión destas ánimas, y aunque frailes le
dicho Almirante, visorrey e gobernador, gos, eran muy bien sabidos y letrados,
que por todas las vías e maneras que por lo cual se cognoscía que por hu
pudiere, procure y trabaje atraer a los mildad no quisieron ser sacerdotes;
moradores de las dichas islas e tierra uno de los cuales se llamó fray Juan de
fírme a que se conviertan a nuestra la Duela o fray Juan el Bermejo, por
sancta fe católica, y, para ayuda dello, que lo era, y el otro fray Juan de T¡-
Sus Altezas envían allá al devoto padre sin. Fueron bien cognoscidos míos y en
fray Buil, juntamente con otros reli amistad y conversación, al menos el
giosos que el dicho Almirante consigo uno, muy conjuntos. Este padre fray
ha de llevar. Los cuales, por mano e in Buil llevó, según dije, poder del Papa
dustria de los indios que acá vinieron, muy complido en las cosas espirituales
procuren que sean bien informados de y eclesiásticas. Pudo esto ser y parece
las cosas de nuestra sancta fe, pues ellos verosímile, pero como estuvo tan poco
sabrán y entenderán ya mucho de nues en la isla y se volvió luego, ni ejercitó
tra lengua, e procurando de los instruir su oficio, ni pareció si lo tenía.
en ella lo mejor que ser pueda. Y por Mandaron proveer de ornamentos
que esto mejor se pueda poner en obra, para las iglesias, de carmesí, muy ricos,
después que en buena hora sea llegada mayormente la Reina doña Isabel, que
allá el armada, procure y faga el dicho dio uno de su capilla, el cual yo vi y
Almirante que todos los que en ella duró muchos años, muy viejo, que no
van, e los que más fueren de aquí ade se mudaba o renovaba, por tenello casi
lante, traten muy bien e amorosamen ñor reliquias, por ser el primero y ha-
te a los dichos indios, sin que les fagan bello dado la Reina, hasta que de vie
enojo alguno, procurando que tengan jo no se pudo más sostener.
los tinos coa los otros mucha conversa Mandaron eso mismo v encargaron
ción e familiaridad, haciéndose las me mucho al Almirante los Reyes, por es-
jores obras que ser puedan. Y, asi cripto y por palabra encarecidamente,
mismo el dicho Almirante les dé algu que, lo más presto que pudiese, traba
nas dádivas graciosamente de las cosas jase proseguir el descubrimiento de
de mercadería de Sus Altezas que lleva Cuba, para ver si era isla o tierra fir-
I
242 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
me, como él creia y afirmaba, porque bajada, expresando sus quejas. Los R e
siempre ios Reyes prudentemente sin yes les daban su disculpa, y razón có
tieron, y el Almirante lo decía, que la mo a Castilla y no a Portogal, el descu
tierra firme debía contener mayores brimiento y cuidado de la conv'ersión
bienes, riquezas y más secretos que nin de aquestas gentes, mayormente des
guna de ius islas. pués de la concesión apostólica, perte
Cogidos, pues, ios <jcspachos muy necía. F^stuvieron muchos días en la
complidos, y besadas las manos a los corte tratando sobre esta porfía; des
Reyes y al príncipe J). Juan, con muy pués se dirá lo que más sucedió cerca
grande alegría de Sus Altezas y favores deste artículo.
señalados, y muy acompañado hasta su
posada de caballeros cortesanos, final
mente se partió por el mes de junio CAPITULO LXXXII
para la ciudad de Sevilla. Fueron con
él ciertos criados de la casa real por Llegado a Sevilla el Almirante, puso
oficiales en ciertos oficios, y muchos mucha diligencia en su despacho, por
quisieran ir, según lo que cada uno que no vía la hora de llegar [a] aques
esperaba de ver y gozarse con sola la tas tierras, que descubiertas dejaba, en
vísta" en tierras tan nuevas y tan loadas, especial a esta isla Española. Lo uno,
y también que no pensaban venir a por ver los treinta y nueve hombres
ellas en balde, sino que su camino y que dejó en la fortaleza en la tierra
trabajos les habían bien de pagar, por del rey Guacanagarí e consolallos; lo
la muestra del oro que el Almirante otro, por complir los deseos de los R e
bebía llevado, creyendo que era mu yes y bácelles más servicios y envialles
cho más; y, según mi estimación, la todas las riquezas que haber pudiese,
cudicia de entonces de aquellos tiem para mostrar el gran agradecimiento y
pos no llegaba, segtin la que después obligación en que sentía que les era
en los venideros sucedió, a muchos qui por las muchas honras y favores y mer
lates. cedes que de Sus Altezas había recebi-
Sabido por el Rey e la Reina que el do. Y, cierto, mmea dél otra cosa yo
rey de Portogal hacía arma para en sentí ni creí, ni de alguna persona que
viar a estas Indias, y que estaba presta, estuviese fuera de pasión entendí que
dice la historia del rey don Juan de el contrario sintiese, y a todo lo que
Portogal que le enviaron los Reyes un yo conjeturar pude, antes, si algún de
mensajero con sus cartas de creencia, fecto en él bobo, fue querer más de lo
que le requiriese de su parte que no la que convenía contentar a los Reyes p o r
despachase, porque ellos querían que escudarse de los contrarios, muchos y
se viese por derecho en cuyos mares duros, que después tuvo.
y conquista se había hecho el dicho Así que, juntado con el arcidiano
descubrimiento. Para lo cual le roga don Juan de Fonseca, a quien los R e
ban que enviase sus embajadores y las yes cometieron la solicitud y despacho
razones y catisas que hiciesen para su de aquella flota, reseibieron allí ambos
titulo, y que ellos estaban aparejados provisión de los Reves D, Hernando y
para se justificar en todo lo que fuese doña Isabel, dándoles poder y facul
razón y justicia. tad para tomar todos los navios que fue
Con este requerimiento y justifica sen menester para el viaje, aunque es
ción cesó el rey de Portogal de enviar tuviesen fletados para otras partes, ven
su armada, y enviados sus embajadores didos o fletados, pagándolos, con oue
a Barcelona, dice la dicha historia por- lo hiciesen con el menor daño de los
toguesa, que no tomaron conclusión dueños que se pudiese hacer, y tam
con ellos por haber diz que sucedido bién para que constriñese a cualesquie
a los Católicos Reves sus negocios con ra oficiales de cualesquiera oficios, p a
el rey Carlos de Francia en lo de Per- ra que fuesen en el armada, pagándo
piñén prósperamente; los cuales lle les su sueldo y salario razonable.
garon a la corte salido el Almirante Desta manera, en breves días se apa
della para Sevilla y propusieron su em rejaron en la bahía y puerto de C áli*
HISTORIA DE LAS INDIAS 243
ñá, y moriría el dicho mi tío trancis- bres que están abajo, por grandes que
co de Peñalosa ei ano de 1499 o en sean, parecen enanos, se subió en el
trante el de 5ÜÜ. madero que sale veinte pies fuera de
Vinieron en aíjuel viaje, también de la torre, lo midió por sus pies aprie
Sevilla, Alonso Pérez Martel y Francis sa, como si fuera por un ladrillado, y
co de /úrd^a, Iicrmano del tesorero después, al cabo del madero, sacó el
Medina, que se metió fraile de San un ¡)ie en vago dando la vuelta, y con
Francisco; Alonso Orüz, Francisco de la misma priesa se tornó a la torre, que
ViHalobí)s, Perafáii <!e Kibera, herma parece ser imposible no caer y hacerse
no de Marino; jMelchior Maldonado, mil pedazos. Esta fué una de las más
el cual los Reyes habían enviado, pocos señaladas osadías que un hombre pudo
años había, por embajador al Papa; hacer, porque quien la torre ha visto
y otro que se nombraba Alonso Mala- y el madero que sale, y considera el
ver, y otro cuyo nombre fué Pero Her acto, no puede sino temblarle las car
nández Coronel, que, o vino por algua nes.
cil mavor, o el Almirante lo constituyó Díjose también dcl, que puesto el
en el tal oficio ilcsta isla, y otros, de j)ie izquierdo en el pie de la torre o
aquella ciudad, caballeros principales, ])rincipio della, que está junto al sue
<‘uyos nombres no me acuerdo. De la lo, tir<) una naranja que llegó hasta lo
casa real vinieron más Juan de Lujan, lná^ alto; no es chico argumento este
criado del R<;y, de los caballeros de <le la fuerza grande que tenía en sus
Madrid, el comendador Gallego y Se brazos.
bastián de Campo, gallegos, y el comen Era muy devoto de Nuestra Señora,
dador Arroyo y Rodrigo Abarca y mi y su juramento era “ devodo de la Vir
cer Girao y Pedro Navarro y un caba gen María” . Excedió a todos cuantos
llero muy principal aragonés que se de hombres en España entonces había en
cía mosén Pedro Margarite y Alonso esto: que siendo de los más esforzados,
Sánchez de Carvajal, regidos de Baeza. y que así en Castilla, antes que a estas
Vinieron asimismo un Alonso de Ho- tierras viniese, viéndose en muchos rui
jeda, mancebo cuyo esfuerzo y ligere dos y desafíos, como después de acá ve
za se creía entonces exceder a muchos nido, en guerras contra indios, millares
hombres, por muy esforzados y ligeros de veces, donde ganó ante Dios poco,
que fuesen, de aquellos tiempos. Fra y que él siempre era el primero que
criado del dmiue de Medinaceli, e des había de hacer sangre dondequiera que
pués, por sus hazañas, fué muy queri hobiese guerra o rencilla, nunca jamás
do del obispo D. Juan de Fonseca suso- en su vida fué herido ni le sacó hom
dich'o y le favorecía mucho. Era peque bre sangre, hasta obra de dos años an
ño de cuerpo, pero muy bien propor tes que muriese, que le aguardaron
cionado y muy bien dispuesto, hermo cuatro indios de los que él injustamen
so de gesto, la cara hermosa y los ojos te infestaba en Sancta Marta, y con gran
muy grandes, de los más sueltos hom industria le hirieron, como abajo se
bres en correr y liacer vueltas y en to contará, porque fué un señalado caso.
das las otras cosas de fuerzas que ve Otra hazaña memorable hizo yendo a
nían en la flota y que quedaban en Es Castilla en una nao, que también se
paña. Todas las perñciones que un contará, placiendo a Dios, abajo. Fi
hombre podía tener corporales, pare nalmente, murió en la ciudad de Sancto
cía que se habían juntado en él, sino Domingo, paupérrimo y en su cama,
ser pequeño. créese que por la devoción que tenía
Déste se dijo y lo tuvimos por cierto con Nuestra Señora, que no fué chico
y pudiérame yo certificar dél, por la milagro. Mandóse enterrar en San
conversación que con él tuve, si adver Francisco, a la entrada de la iglesia,
tiera y entonces pensara escribirlo, pero donde todos los que entrasen fuesen sus
pasábalo como cosa pública y muy cier huesos los primeros que pisasen.
ta, que cuando la reina doña Isabel Vino también en aquel viaje un Gor-
subió a la torre de la iglesia mayor valán, mancebo muy esforzado, y un
de Sevilla, de donde mirando los hom Luis de Arriaga, natural de Berlanga»
HISTORIA DE LAS INDIAS 245
cer» es acaba<Ja, me enviad luego, y, todas estas Indias, que han sido y sou
por servicio mío deis gran priesa en infinitos. Metieron gallinas también, y
vuestra partida para que aquélla, con la ésta íué la simiente de donde todo lo
gracia de Nuestro Señor, se ponga en que hoy hay acá de las cosas de Casti
obra sin dilación alguna, pues vedes lla ha salido. Lo mismo de las pepi
cuánto comple al bien del negocio. Y tas y simientes de naranjos, limones y
de todo de allá nos escrebíd e faced cidras, melones y de toda hortaliza.
siempre saber, que de acá de todo lo Proveyéronse de agua y leña, refrescos
que hobicre vos avisaremos e vos lo fa- toda el armada.
remos saber. En el negocio de Porto- Allí dio a cada piloto su instrucción
gal no se ha tomado con éstos que aquí cerrada y sellada, donde se contenía la
están determinación, aunque yo creo derrota y camino que habían de hacer
que el rey se allegará a razón en ello; para hasta llegar a la tierra del rey
querría que pensásedes lo contrario, Guacanagarí, donde dejó hecha la for
porque por ello no vos descuidedes ni taleza y los treinta y ocho cristianos.
dejéis de ir sobre aviso a recaudo que Mandó a los pilotos que en ningún
cumple para que en manera alguna no caso abriesen la dicha instrucción, sino
podáis rescebir engaño. De Barcelona, en caso que el tiempo les forzase a
a cinco días del mes de setiembre de apartarse de su compañía; entonces la
noventa y tres años.—Yo la Reina.— abriesen, por que supiesen dónde ha
Por mandado de la Reina, Juan de la bían de ir; en otra manera no, por
Parra.” que no quería que nadie supiese aque
Esta parece haber sido la postrera llos caminos, porque no acaeciese por
carta que el Almirante rescibió de los ventura ser avisado delios el rey de
Reyes ppr aquel tiempo antes que se Portogal.
partiese, la cual rescebida, como anda
ba ya al cabo de aprestarse, allegado
e1 número de la gente, ordenados los CAPITULO LXXXIV
capitanes, hecha su alarde, mandólos
todos embarcar. Dada a cada uno de Lunes, a 7 de octubre, mandó alzar
los pilotos su derrota y 'camino que ha velas a toda su flota y armada. Pasó
bía de hacer con su instrucción, miér la isla del Hierro, que está cerca de la
coles, a 25 días de setiembre del mis Gomera y es la postrera de las Cana
mo año de 1493, antes que saliese el rias. De allí tomó su vía y camino más
sol, hizo soltar las velas y salieron to a la parte austral que el primer viaje,
dos 'diez y siete navios y carabelas de cuando vino a descubrir. Anduvo has
la bahía de Cáliz. ta 24 del mismo mes, que sentía que
Mandó gobernar loa navios al Sudu- habría andado cuatrocientas y cincuen
este, camino de las Canarias islas^ y el ta leguas. Vieron una golondrina venir
miércoles siguiente, aue se contaron a los navios, y más adelante comenza»
dos días de octubre, llegó a surgir en ron a venir algunos ñublados y agua
la isla de la Gran Canaria, que es la ceros o turbiones de agua del cielo;
principal de las siete, pero no quiso sospechó que aquella mudanza no de*
parar allí, e por eso, a media noche, bía ser sino haber por allí cerca algu
torna a alzar las velas, y el sábado si na tierra, por lo cual mandó quitar
guiente, a 5 de octubre, tomó la isla de algunas de las velas y estar sobre aviso
la Gomera, donde estuvo dos días, en en la guarda del velar de nocbe.
los cuales se proveyó a mucha priesa Domingo, 3 días de noviembre, v®
de algunos ganados, que él y los que que amanecía, vieron tierra toda 1®
acá venían compraban y metían, como flota, con harto regocijo y alegría
becerras y cabras y ovejas. Y entre todos, como si se les abrieran los cíe*
otros, ciertos de los que venían allí los. Esta tierra era una isla, a la cual
compraron ocho puercas, a setenta ma puso nombre la Dominica, porque I®
ravedís la pieza. Destas ocho puercas descubrió día de domingo. Luego vidu
se han multiplicado lodos los puercos otra isla a la mano derecha de la Domi
que hasta hoy ha habido y hay hoy en nica. Luego vieron otra, y asi comeu-
HISTORIA DE LAS INDIAS 24;
zaron a parecer muchas. Dan todos in j diesen nueva qué tan lejos estaban de
finitas gracias a Dios, cantan la Salve la isla Española. Tnijeron dos manee-
regina luego, como la suelen cantar en cebos, y por señas liicieron entender al
loa navios cuando navegan, a prima no Almirante que no eran de aquella isla,
che. Comienzan a salir olores de las sino de Boriqueu, y ésta es la que ago
flores de las islas, de que se maravilla- ra llamamos la isla de San Juan. Afir
han todos. Ven infinitos papagayos ver maban, cuanto ellos podían con manos
des, que andan juntos como en su y ojos y meneos mostrar y con gestos
tiempo los zorzales, con mucha grita de amargos ánimos, que los de aquella
que siempre van dando. Juzgaban que isla eran caribes, y que los habían pre
desde la Gomera, en veinte y un días so y traído de Boriquen para los co
que ía Dominica vieron, hasta setecien mer, como Jo solían acostumbrar. Tor
tas y cincuenta [leguas], o pocas más naron las barcas por ciertos cristianos
habrían andado. que se habían quedado, y hallaron con
No pareció haber puesto (sic) en la ellos seis mujeres que venían huidas
Dominica por la parte del Levante, y de los caribes a ellos, por se escapar.
por esto atravesó el Almirante a otra El Almirante, no creyéndolo y por no
isla, que £ué la segunda a que puso alterar la gente de la isla, dio a las
nombre, y fue Marigalante, porque ía indias cuentas y cascabeles y espejos y
nao en que iba el Almirante así se lla otras cosas de resgate y tornólas a en
maba. Salió allí en tierra con gente de viar a tierra, las cuales los caribes des
su nao y tomó posesión jurídica por los pojaron de las cosas que les había
Reyes de Castilla y l^eón ante todos, y dado el Almirante, a vista de los de las
autorizarla con fe de escribano. barcas. Tornando las barcas por agua,
Partió de allí otro día, lunes, y vido tornaron lavS mujeres a huirse con otros
otra gran isla, y a ésta puso nombre dos muchachos y un mozo, y rogaron
Guadalupe, a la cual se llegaron, y ha a los cristianos que las llevasen a las
llando puerto, surgieron o echaron an naos. Deilas se coligió haber por allí
clas, y mandó que fuesen ciertas bar otras muchas islas y tierra grande, que
cas a tierra, y ver un poblezuelo que parecían significar a tierra firme, y
parecía en la costa junto a la mar, don nombraban a cada una por bu nombre.
de no hallaron a nadie, porque como Preguntóseles también por señas por la
vieron los navios, huyeron todos los isla Española, que en lengua della y de
vecinos dél a los montes. Allí halla las comarcanas se llamaba Haití, la úl
ron los primeros papagayos que llaman tima sílaba aguda; señalaron a fa par
guacamayas, tan grandes como gallos, te donde caía, y aunque el Almirante,
de muchas colores, y lo más es colora por su carta de su descubrimiento pri
dos, poco azul y blanco. Estos nunca mero, entendía \ podía ir derecho allí,
chirrían ni hablan, sino de cuando en pero holgóse de oír deilas el paraje
cuando dan unos gritos desgraciados, donde le demoraba.
y solamente se hallan en tierra firme Quisiera luego alzar las velas, sino
en la costa de Paria y por allí adelan que le dijeron que Diego Márque[z],
te. Hallaron en las casas un madero el veedor, que iba por capitán de un
de navio, que llaman, los marineros navio, había saltado en tierra con ocho
cuodaste, de que todos se maravillaron, hombres, sin su licencia y aun con har
y no supieron imaginar cómo hobiese ta indiscreción, antes que amaneciese,
allí venido, sino que los vientos y los y no era vuelto a los navios. El Almi
mares lo bebiesen allí traído, o de las rante bobo mucho enojo y con justa
islas de Canaria o de la Española, de razón; envió luego cuadrillas de gen
la nao que allí perdió el Almirante el te para lo buscar; fueron aquel día y
primer viaje. no lo hallaron por la espesura de los
Martes, 5 días del mea de noviembre, muchos montes; acordó esperallos todo
mandó el Almirante salir dos barcas a aquel día, porque no se perdiesen, y
tierra para ver si pudiesen tomar al porque si dejaba el navio, después no
guna persona, para saber los secretos acertase a ir a la Española. Toma en
de la gente y de la tierra y para si le viar cuadrillas, cada una con su trom-
24« PRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
dolía, respondieron que algunos eran Andando por allí buscando escripiu.
muertos de enfermedad, y otros se ha ras o otras cosas de que pudiesen ha-
bían ido la tierra dentro con sus muje ber lengua de lo que había pasado,
res y aun con muchas mujeres. Bien vino un hermano del rey Guacanagarí
sintió el Almirante que debían ser to con algunos indios que ya sabían ha-
dos muertos, pero disimuló por enton blar y entender nuestra lengua algo, y
ces y tornólos a enviar, dándoles un nombraban por su nombre a todos ios
presente de bacinetas de latón, que cristianos que en la fortaleza quedaron,
siempre tuvieron en mucho, y otras me y también por lengua de los indios que
nudencias que habían de agradar al se traía de Castilla el Almirante, en es
ñor Guacanagarí, e también a ellos dió pecial uno, a quien puso por nombre
cosas con que se fueron alegres, luego Diego Colón, que yo cognosci harto,
aquella noche. diéronle nuevas y relación de todo el
desastre. Dijeron que luego qu% ei Al
mirante se partió dellos, comenzaron
entre sí a reñir e tener pendencias y
CAPITULO LXXXVI acuchillarse y tomar cada uno las mu
jeres que quería y el oro que podía ha
Entróse luego, el jueves, 28 de no ber y apartarse unos de otros; y que
viembre, a la tarde, con toda su flota, Pedro Gutiérrez y Escobedo mataron
dentro del puerto de la Navidad, a cer a un Jácome, y aquéllos con otros nue
ca de donde había dejado hecha la for ve se habían ido con las mujeres que
taleza, lo cual vido toda quemada, de habían tomado y sus hatos, a la tie
donde rescibió grandísimo pesar y tris rra de un señor que se llamaba Cana-
teza, viendo cierto argumento de la bo, que señoreaba las minas (y creo
muerte de todos los treinta y ocho cris que está corrupta la letra, que había
tianos que en ella había dejado, y por de decir Caonabo, señor y rey muy es
aquel día no pareció persona alguna forzado de la Maguana, de quien bay
por todo aquello. bien que decir abajo), el cual los mató
Otro día, salió en tierra el Almiran a todos diez o once. Dijeron más, que
te por la mañana, con grande tristeza y después de muchos días vino el dicho
angustia de ver quemada la fortaleza rey Caonabo con mucha gente a la for
y ninguno de los que con tanto placer taleza, donde no había más de Diego
y contentamiento de todos había deja de Arana, el capitán, y otros cinco que
do. Había algunas cosas de los cristia quisieron permanecer con él para guar
nos, como arcas quebradas y bernias y da de la fortaleza, porque todos los de*
unos que llaman arambeles, que ponen más se habían desparcido por la isla, y
sobre las mesas los labradores. No vien de noche puso fuego a la fortaleza y a
do persona ninguna a quien pregun las casas donde aquéllos estaban, por
tar, el Almirante, con ciertas barcas, que no estaban por ventura en la for
entró por un río arriba, que cerca de taleza, los cuales, huyendo hacia la
allí estaba, y dejó mandado que limpia mar, se ahogaron. El rey Guacanagarí
sen un pozo que dejó hecho en la for salió a pelear con él por defender los
taleza, para ver si los cristianos habían cristianos; salió malherido, de lo qne
escondido allí algún oro, pero no se ha no estaba sano.
lló nada. El Almirante tampoco halló Esto concordó todo con la relación
a ouien presuntar, porque los indios cnie trajeron otros cristianos, que el
todos huían de sus casas; hallaron em Almirante había enviado por otra par*
pero en ellas vestidos algunos de los te a saber nuevas de los treinta y wb®
cristianos, r dió la vuelta. Hallaron cristianos, y llegaron al pueblo princi
por cerca de la fortaleza siete o ocho pal de Guacanagarí, el cual vieron^®
personas enterradas, r cerca de allí, estaba malo de las heridas susodichas,
por el campo, otros tres, v cognoscie- por lo cual se excusó que no pudo
ron ser cristianos por estar vestidos, y nir a ver al Almirante y dalle cuenta
parecía haber sido muertos de un mes de lo sucedido después que se
atrás o poco más, para Castilla; y que la muerte de os
HISTORIA DE LAS INDIAS 251
había sido porque, luego que el Almi Señora, de plata, que antes no había
rante se íué, comenzaron a rifar y a te querido rescebír.
ner discordias entre sí, tomaban las Dice más aquí el Almirante, que aquel
mujeres a sus maridos y hijas a sus pa padre fray Buü y todos los demás qui
dres, ihaii a resgatar oro cada uno por sieran que Jo prendiera, mas ni lo
sí. Juntáronse ciertos vizcaínos contra quiso hacer, aunque dice que bien pu
los otros, y así se dividieron por la diera, considerando que, pues los cris
tierra, donde los mataron por sus cul tianos eran muerlos, que la prisión del
pas y malas obras; y esto es cierto, que rey Guacanagarí ni los podía resuci
si ellos estuvieran juntos estando en la tar ni enviar al Paraíso, si allá no esta
tierra de Guacanagarí e so su protec ban. Y dice que le pareció que aquel
ción y no exacerbaran los vecinos to rey debía ser acá como los otros reyes
mándoles sus mujeres y hijas, que es entre los cristianos, que tienen otros re
con lo que más se injurian y agravian, yes parientes a quien con su prisión
como dondequiera, nunca ellos pere injuriara, y que los Reyes le enviaban
cieran. a poblar, en lo que tanto habían gasta
Envió a rogar Guacanagarí al Almi do, y que sería impediineiilo ]>ara la
rante con aquellos cristianos, que le población, porque le saldrían de gue
fuese a ver, porque éí no salía de su rra y no dejcille aseníar pueblo, y ma
casa por aquella indispusición. El Al yormente sería gran estorbo para la
mirante fué allá, el cual, con rostro predicación y conversión a nueslra sanc
muy triste, contó al Almirante todo lo ta fe, que era a lo que principalmen
que dicho es, mostrando sus heridas y te los Reyes le enviaban. j*or manera
de mucha de su gente, que en aquella que, si ara verdad lo que Guacanagarí
defensa habían sido heridos, y bien pa decía, hiciérale gran injusticia, y toda
recían las heridas ser de las armas que la tierra lo tuviera en odio y rencor
los indios usaban, que eran las tirade- con todos los cristianos, teniendo al
das, como dardos, con un hueso de Almirante por ingrato del gran bien que
pescado por punta. Pasada la plática, había rescebido de aquel rey en el pri
hizo un presente al Almirante de ocho mer viaje, y más en defenderle los
cientas cuentas menudas de piedra, que cristianos con riesgo suyo, como sus
ellos preciaban mucho y las llamaban heridas lo testificaban. Y finalmente,
cibas, y ciento de oro, y una corona de quería [)rímero poblar, y que después
oro y tres calabacillas, que llamaban de poblado y hecho en la tierra fuerte,
hibueras, llenas de granos de oro, que sabida la verdad, podría castigarlo,
todo pesaría hasta cuatro marcos, que si lo hallase culpado, etc. Estas son las
eran docientos castellanos o pesos de razones que, para no seguir el pare
oro. El Almirante dió a Guacanagarí cer de los que le aconsejaban prender
muchas cosas de las nuestras de Cas le, díó el Almirante, y fué harta pru
tilla, como cuentas de vidro y cuchi dencia la suya, más que la del parecer
llos y tiseras, cascabeles, alfileres, agu contrario.
jas, espejuelos, que valdría todo hasta
cuatro o cinco reales, y con ello pen
saba Guacanagarí que quedaba muy CAPITULO LXXXVTI
rico. Quiso acompañar al Almirante a
donde tenía su real; hiciéronle muy Antes que pasemos más adelante,
gran fiesta, donde se regocijó mucho, porque por ventura no habrá otro lu
admirándose de los caballos y de lo que gar donde tan bien convenga ponerse,
los hombres hacían con ellos. Dice aquí mientras el Almirante hacía esta su se
el Almirante que entendió allí que uno gunda navegación, concertóse entre los
de los treinta y ocho que dejó había reyes de Castilla y Portugal que hobie-
dicho a los indios y al mismo Guacana se junta de la una parte c de la otra
garí algunas cosas en injuria y deroga para tractar de concierto y dar asiento
ción de nuestra sancta fe, y que le fué en lo míe destas mares y tierra había
necesario rectificarle en ella, y le hizo de quedar por de cada uno de los rei
traer al cuello una imagen de Nuestra nos y de la conquista de ellos, según
252 FHAV BARTOLOME DE LAS CASAS
impropria y corrupta y no menos in- : dentro ele diez meses enviasen cuatro
justamente se ha acostumbrado a nom- , carabelas, una o dos de cada parte, o
brar lo <|ue en la verdad, si habernos | más o menos, según se acordase, las
de hablar y obrar como cristianos, no ! cuales se juntasen en la isla de Gran Ca
se ha de llamar conquista, sino comi naria y en cada una enviasen cada
sión y precepto de la Iglesia y del Vi una de las partes pilotos y astrólogos
cario de Cristo, que a cada uno destos y marineros, con tanto que sean tantos
señores se les manda y encarga que de una parte como de otra; y que al
tengan cargo de convertir las gentes gunas personas de las dichas vayan, de
destos mundos de por acá; otra cosa las de Castilla, en los navios de los
diferente es la conquista de los in portogueses, y otras de los portogue*
fieles <jue nos impugnan y angustian ses vayan en los navios de Castilla,
cada día. tantos de una parte como de otra.
Así que cd rey de Portogal envió Los cuales juntamente puedan ver y
sus solemnes embaja<lores, con mucha cognoscer la mar y los vientos y ios
compañía y autoridad a los Católicos rumbos y los grados del sol y del Nor
Reyes, que ya eran venidos de Barce te, y señalar las trecientas y setenta le
lona y estaban en Medina del Campo, guas y límites, según pudiese[n] ha
y presentada su embajada, finalmente, cer, A lo cual concurran todos juntos
dando y tomando, yendo postas y vi y lleven los poderes de los reyes; y to
niendo postas de Portogal a Castilla, bo dos* los navios concurran juntamente
bo de haber fin y concluirse la siguien y vayan a las islas de Cabo Verde, y
te determinación y concierto entre los desde allí tomen su derrota derecha al
reyes de Castilla D. Fernando y doña Poniente hasta las dichas trecientas y
Isabel y el rey D. juan II de Portogal. setenta leguas, medidas como las dichas
R1 lugar que se eligió para tratarse des personas acordaren que se deben me
te negocio fue la villa de Simancas, dir, e allí donde se acabaren, ae haga
dos leguas y media de Valladolid; allí el punto e señal que convenga por gra
mandaron ir los reyes de Castilla a mu dos del sol o del Norte o por singladu
chas personas que sabían de cosmogra ras de leguas o como mejor se pudie
fía y astrologia, puesto que había har ren concordar; la cual dicha raya se
to pocas entonces en aquellos reinos, y ñalen de polo a polo. Y si caso fuere
las personas de la mar que se pudieron que la dicha raya o límite de polo a
haber (no pude saber los nombres de- polo topare en algunas islas o tierra
llas ni quién fueron), y allí envió el firme, que al comienzo dellas o della
rey de Portogal las suyas, que debían se haga alguna señal o torre donde to
tener, a lo que yo juzgué, más pericia care la dicha raya, e que en derecho
y más experiencia de aquellas artes, de la tal señal o torre se continúen den-
al menos de las cosas de la mar, que de adelante otras señales por la tal
las nuestras. Ayuntáronse todos en la isla o tierra fírme en derecho de la
dicha villa de Simancas, y determina dicha raya, las cuales partan lo que a
ron y asentaron, en conformidad, lo si cada una de las partes perteneciere
guiente, en 20 días de junio, año del
Señor de 1494 años. della, etc. Este fué el concierto y asien
Filé el concierto y asiento : Que si to que, en Simancas, por aquel tiempo,
hasta los dichos veinte días de junio se hizo.
hobiesen descubierto tierras algunas la Y es aquí de considerar la bondad de
gente o navios de los reyes de Casti los Reyes de Castilla y amor de la pa^
lla, dentro de docientas y cincuenta le que tuvieron, que como el P apa les
guas, de trecientas y setenta que se ha concediese que todo lo que se contu
bían señalado, que fuesen y quedasen viese del Occidente y Austro» después
para el rey de Portogal, y si las des de pasadas cien leguas de las islas de
cubriesen dentro de las ciento y veinte Cabo Verde, por bien de paz cedieron
que restaban de las trescientas y seten su derecho a contentarse con lo que se
ta, quedasen para los reyes de Casti contuviese pasadas las trecientas y se
lla. Itera fue concierto y asiento que tenta leguas, con las demás condicío'
mSTORlA DE LAS INDIAS 253
neí a <iue quisieron subjectarse por su del (Consejo, que allí tenía el rey de Por
propria voluntad. togal bien salariados, avisándole luego
El tresiado de los capítulos de este de todo lo que pasaba. Escrebía luego
asiento enviaron los Reyes al Almi el rey a sus embajadores; “ Mañana o
rante en los primeros navios que envia tal día os han de decir o responder el
ron después que él partió con los diez Rey y Reina tal y tal cosa; responderéis
y siete navios, y quisieran que se halla de mi parte tal y tal cosa y diréis tales
ra él o su hermano en tractar de aque palabras.” Los embajadores, como vían
llo y en asentar los dichos límites o que salía así todo, sin faltar palabra, es
torre que se había de hace'-, hecha la taban espantados, y no menos el Rey y
línea que habían de imaginar, como la Reina miraban en ello viendo que
abajo parecerá. los embajadores daban tan deteriniiian-
Después muchos años, el tiempo lemente respuesta en cosa que reque
andando, en tiempo del Emperador rían que con su rey las consultasen.
D. Carlos y Rey nuestro señor, se trac Y tenía esta industria el rey de Por
to de otra junta que se hizo en la ciu togal, que enviaba al duque del Infan
dad de Badajoz, sobre los límites des tazgo y a otros grandes que sabía que
tas Indias de castellanos y portugueses, no le ayudaban ni habían de ayudar,
decirse ha abajo, con el favor de Dios, muchas joyas y pre|se|ules pública
lo que en ello supiéremos que decir. mente por haoellos sospechosos a los
Tratando deste asien[to] la historia Reyes, y [a los] que tenía por sí en el
portoguefsa] que escribió la vida del di Consejo de los Reyes, enviaba muchos
cho [re]y D. Juan y que refiere el su- dones y dádivas muy secretas y paga
sonombrado autor García de Rensende, ba sus salarios, y así no había cosa que
en el cap. 166, dice que deste asiento y los Reyes hiciesen que no se lo reve
conclusión se hicieron por los reyes con laban. De donde parece cuánta es la
tratos jurados y con gran [sejguridad maldad de los infieles consejeros, y
corroborados, [de] que mostraron am cómo los reyes viven y gobiernan en
bas partes gran contentamientó, por ex mucho trabajo
cusar las diferencias y discordias que ya
se comenzaban a revolver, contrarias de
la paz que tenían asentada, y que cuan
do volvieron sus embajadores por ju CAPITULO LXXXVm
lio, el rey de Portogal los recibió con
mucha alegría y como él dice, grande Visto por el Almirante que aquella
provincia del Marien era tierra muy
Este historiador dice en el siguiente baja y que no le parecía que había
capítulo, 167, una cosa que quiero refe piedra y materiales para hacer edifi
rir aquí para aviso de los reyes, porque cios, puesto que tenía muy buenos puer
es muy notable; y es que tenía el rey tos y buenas aguas, deliberó de tornar
de Portogal tanta parte en el Consejo hacia atrás, la costa arriba, al Leste, a
de los Reyes Católicos de Castilla, Rey buscar un buen asiento donde prove
y Reina, que ninguna cosa se tractaba chosamente poblase.
en él, por secreta e importante que fue Y con este acuerdo, sábado, 7 días
se, que no la supiese luego el rey de de diciembre, salió con toda su flota
Portogal. Y por esto, andando en estos del puerto de la Navidad, y fué a sur
tractos y conciertos, tenía el rey de Por gir aquella tarde cerca de unas ¡sle-
togal muchas postas y gran industria tas que están cerca del Monte-Christi,
desta manera : trataban el Rey y la Rei y otro día, domingo, sobre el monte,
na en su Consejo lo que convenía tra yendo mirando por la tierra donde Dios
tar y determinarse; algunos traidores le deparase la dispusición que busca
ba para poblar. Pero su intinción prin
cipalmente iba enderezada al Monte de
1 Todo lo comprendida entre corchetes en
el párrafo anterior está ilegible en el original, 2 Lo comprendido entre corchetes en este
por estar deteriorado el borde del folio en el párrafo falta en el original por una pequeña
que está escrito. rotura.
254 FRAY BARTOLOME D E LAS GASAS
fuese, que de calenturas terribles en debriamos más que de otras maravi
fermo no cayese; porque a todos era llar y cognoscer la infalible providen
igual casi el trabajo, como podrán bien cia de Dios : haber tenido singular modo
adevinar todos aquellos que saben qué de proveer aquesta negociación, con
cosa sea, en especial en estas tierras, viene a saber, que no solamente hobie-
poblar de nuevo, io cual en aquel tiem se hecho tan fácil y breve, así en lo
po, sin ninguna comparación, más que de la mar sin tempestades, como en la
en otro ni en otra parte fue laborioso. clemencia y suavidad y favor de los
Sobreveníales a sus males la gran an vientos, en el primer descubrimiento
gustia y tristeza que concebían de verse y viaje, siendo por la mayor parle
tan alongados de sus tierras y tan sin todos o cuasi todos los que después
esperanza de haber presto remedio, y se han hecho y hacen tan peligrosos,
verse defraudados también del oro y impetuosos y llenos de tantos traba
riquezas que se prometió a sí mismo, jos, como habernos muchas veces en
al tiempo que acá determinó pasar, cada nos y en otros experimentado, pero
uno. que nunca el Almirante, por todo él,
No se escapó el Almirante de caer a ida ni a venida, ni en la estada de
como los otros en la cama, porque como hispana, ni agora en esta tornada des
por la mar solían ser sus trabajos in te segundo viaje, hasta que hobo en
comparables, mayormente de no dor señado a todos los demás a navegar
mir, que es lo que más en aquella arte estas mares y puso en estas tierras la
se requiere que tengan los que llevan gente que trajo, cuasi como por arras
oficios de pilotos, y el Almirante no de los que después habían de venir a
sólo llevaba sobre sí cargo de piloto, efectuar lo que Dios tenía determina
como quiera y como los pilotos suelen do, nunca, digo, el Almirante, cau
llevar en las navegaciones a donde mu dillo y guiador de aquesta divina ha
chas veces han ido, pero en tal como zaña, en todos los peligros v dificul
ésta, en aquel tiempo tan nueva y tan tades pasadas, enfermase. Y así, creo
nunca otra tal vista ni oída y que nin que es particular cosa ésta, de las mu
guno la sabía sino él, y por consiguien chas qiie podemos hallar en el descu
te, sobre sus hombros iba ei cuidado brimiento destas Indias, no la menos
de toda la flota y que todos los otros que otra digna de profunda conside
pilotos habían de llevar, y sin esto lo ración.
mucho que ya más le iba que a todos,
teniendo suspenso a todo el mundo, que CAPITULO LXXXIX
esperaban cómo había de responder la
cosa comenzada; que cierto no era me En el cual se tracta cómo el Almirante envió
a un Alonso de fiojeda con guiñee hombres
nos, sino antes más y mayor, la obliga a descubrir la tierra y saber de las minas
ción que de satisfacer a los Reyes de de Cihao.—Cómo rescehian los indios a los
Castilla 7 a toda la cristiandad tenía, cristianos con mucha alegría.—Volvió fíoje-
como mayores prendas se hobiesen ya da con buenas nuevas de oro.—Alegróse el
Almirante y toda la gente.—Cómo despachó
metido, así de gastos como de gente, el Almirante, de los diez y siete las doce
que la del primer viaje. Así que to navios para Castilla, con la relación larga
das estas consideraciones que pasaban para los Reyes: y a quién envió por capitán
cada hora por su pensamiento le com dellos, etc.
pelían a que fuese mártir por la mar;
y sin duda sus cuidados, vigilias, soli Mientra él ordenaba y entendía en
la edificación de la villa de la Isabe
citud, temores, trabajos y angustias no la, porque no se perdiese tiempo ni
creo que se podrían comparar; de don se gastasen los mantenimientos en bal
de necesariamente se había de seguir de y se supiese alguna nueva de lo
caer en grandes enfermedades, como que en la tierra había, especialmente
abajo parecerá. de su Cibango, informado de los in
Y de una cosa me parece qué todos dios que allí en un pueblo junto vi
los que deste negocio tuvimos y tene vían, que afirmaban estar cerca de
mos noticia, entre todas las demás, nos allí Cibao, determinó de enviar des-
256 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ciibridores que supiesen lo que todos veinte leguas, porque se detenía por los
tanto deseaban, conviene a saber, las pueblos por ser tan bien hospedado. Lle
minas de oro; y para este ministerio gado a la provincia, que luego comien
eligió a Alonso de Hojeda, de quien za pasado el río grande que se llama
arriba en el cap. [84] ^ se hizo men Yaquí, al cual puso el Almirante jRío
ción, con 15 hombres, luego, por el del Oro, cuando vido la boca dél en
mes de enero siguiente, mandó el Al el puerto de Monte-Christi, el primer
mirante que fuese anbuscar y saber viaje, andando por los ríos y arroyos
dónde eran las minas de Cibao, y ver della, los vecinos que en los pueblos
la dispusición de la tierra, poblacio cercanos estaban y los que consigo por
nes y gentes della. Entre, tanto que guías llevaba, en presencia del Hoje
Hojeda iba, entendió también el Al da y de los cristianos, cogían y cogie
mirante en despachar con brevedad los ron muchas muestras de oro, que bas
navios que habían de ir a Castilla, y taron para creer y afirmar que era
éstos fueron doce, dejando cinco, dos tierra de mucho oro, como en verdad
naos grandes y tres carabelas, que dejó lo fué después, de donde se sacó in
consigo de los diez y siete, para las numerable y lie lo más fino que bobo
necesidades que se ofreciesen y para ir en el mundo, como, si Dios quisiere,
a descubrir, como abajo se dirá. abajo se contará más largo.
Volvió Alonso de Hojeda, desde a po Con esta nueva todos, como dije,
cos días, con buenas nuevas que a todos rescibieron un mezclado alegrón; pera
en alguna manera, entre sus trabajos y el Almirante fué el que mas della guí-
enfermedades, alegraron, puesto que tó, y determinó, despachados los na
más quisieran muchos y lo más y qui vios para Castilla, ir a ver la dicha pro
zá todos hallarse en el estado que es vincia de Cibao por los ojos y dar a
taban cuando se embarcaron en Casti- todos motivo de creer lo que viesen y
Ua, como ya viesen que el poder ser palpasen, como Sancto Tomás.
ricos de oro iba a la larga, porque no Hecha relación larga de la tierra, y
pensaban sino que a la costa de la mar del estado en que quedaba, y dónde
habían de hallar el oro, para henchir había poblado, para los Reyes Católi
sus costales, arrollado. cos, y enviándoles la muestra del oro
Dio relación Hojeda, que hasta los cfue Guacanagarí le había presentado y
dos días que había hecho de camino, la que Hojeda había traído e informán
salido de la Isabela, había tenido algún doles ^e todo lo que vido ser necesa
trabajo por ser despoblado, pero que, rio, despachó a los doce navios dichos,
descendido un puerto, había hallado poniendo por capitán de todos ellos al
muchas poblaciones a cada legua, y susodicho Antonio de Torres, hermano
que los señores dellas y toda la gente los del ama del príncipe D. Juan, a quien
rescebían como a ángeles, saliéndolos a entregó el oro y todos sus despachos.
recebir y aposentándoles y dándolos de Hiriéronse a la vela a 2 días de febrero
comer de sus manjares, como si fueran del año de 1494. Alguno dijo que envió
todos sus hermanos. Este puerto es la con estos navios a un capitán que se
sierra que arriba dejimos, fértilísima, decía Gorbalán, pero no es así, lo cual
que hace la vega por la parte del Norte, vi, como está dicho, en una carta del
la cual toda era poblada, sino que, por mismo Almirante para los Reyes, cuyo
aquella parte por donde fueron, debía treslado tuve yo en mi poder escrip-
ser el camino despoblado, como quiera to de su propria mano.
que era todo poca distancia, porque
no podía ser obra de ocho o diez leguas
hasta descendir la vega abajo, la cual CAPITULO XC
era en admirable manera poblada. Con
tinuó Hojeda su camino y llegó a la En el cual tracta cómo el Almirante salió por
provincia de Cibao en cinco o seis días, la tierra con cierta gente española.—D ejó lo
que está de la Isabela obra de quince o gobernación de la Isabela a su hermano
D. Diego.—Cómo salió en forma de guerra,
y así entraba y salía de los pueblos pnro
^ En blanco en el original. mostrar su potencia y poner m iedo en lo
HISTORIA DE LAS INDIAS 257
gente indiana.—Cómo se quiso amotinar un vios hecho en tan pocos días, que no
contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos
navios. — Los recibimientos que hacían los había dos meses que en la tierra es
indios al Almirante y a los cristianos.—De taba. Asimismo de los castigos, que
au bondad y simplicidad en la manera que quizá por esto liizo en los que por
tenían.—De la hermosura de la vega a que esta conjuración halló culpados, co
puso nombre la Vega Real. — Los ríos tan
grandes y hermosos que vía, y el oro que en menzó la primera vez a ser tenido por
ellos se hallaba, etc. riguroso juez y delante de los Reyes y
cuasi en todo el reino por insufrible y
Partidos los navios para España, y cruel infamado, de lo cual yo bien me
el Almirante de su indispusición y en acuerdo, aun antes que pasase a estas
fermedad mejorado, acordando de sa partes ni cognosciese al Almirante, por
lir a ver la tierra, en especial la pro tal en Castilla publicarse. Y dado que
vincia de Cibao, porqrie estando en no he visto los castigos que entonces
fermos algunos de los descontentos y hizo para certificallos, pero he leítlo
írabajados, quisieron hurtar o tomar cartas suyas escripias a los Reyes, excu
por fuerza los cinco navios que queda sándose del rigor de la justicia que le
ban o algunos dellos, para se volver a imponían, de donde colijo que algún
España, cuyo movedor diz que había castigo debiera en aquéllos de haber
sido un Bernal de Pisa, alguacil de secutado; y en la verdad, digno era
corte, a quien los Reyes habían hecho de gran castigo aquel ilelicto, siendo el
merced del oficio de contador de primero y de tan mala y peligrosa es
aquesta isla, puesto quel Almirante, pecie y así muy grave. Pero como los
no pudiéndosele la rebelión encobrir, delincuentes, por gravemente que ofen
echó preso al Bernal de Pisa y mandó dan, querrían del lodo de las penas que
lo poner en una nao para enviarlo a merecen escaparse, cuando se las se
Castilla con el proceso de lo que había cutan escuéceles, y siempre sus causas
ordenado y a los demás mandó casti justifican y repúlanse por agraviados.
garlos; por esta causa mandó poner Volviendo al propósito, puesto recau
toda la monición y artilliría y cosas más do de los cinco navios y dejado car
necesarias de la mar, de loa cuatro na go de la gobernación a D. Diego, su
vios, en la nao capitana, y puso en ella hermano, con personas que en ella le
personas de buen recaudo de quien se aconsejasen y ayudasen, escogió toda la
fiaba, porque no pudiesen atreverse a más gente y mas sana que le pareció que
alzarse con ellas hallándolas a mal re había de pie y de caballo, y trabajado
caudo. res, albañiles y carpinteros y otros ofi
Y ésta fue la primera rebelión que ciales, con las herramientas e instru
en estas Indias fué intentada, aunque mentos necesarios, así para probar a
luego, antes que se perficionase, fué sacar oro, como para hacer alguna ca
apagada. También parece haber sido sa fuerte donde los cristianos se pu
el origen de la contradicción que el diesen defender sí los indios intentasen
Almirante y sus sucesores siempre tu algo.
vieron de lo que los Reyes proveían Salió de la Isabela con toda su gente
en estas tierras por sus oficiales, los cristiana y con algunos indios del pue
cuales le hicieron, como se verá, gran blo que había junto a la Isabela, miér
dísimos daños. Hallóse a este Bernal coles, a 12 de marzo de 1494 años, y
de Pisa una pesquisa escondida dentro por poner temor en la tierra y mostrar
de una boya (que es un palo muy que si algo intentasen eran poderosos
grueso que se echa con una cuerda, para para ofendelles y dañalles los cristia
que se sepa dónde está el ancla, por nos, a la salida de la Isabela mandó sa
que si se rompiere el cable) hecha con lir la gente en forma de guerra, con Jas
tra el Almirante, [y no sé yo] ’ qué po banderas tendidas y con sus trompetas,
día el Almirante haber cometido o agra- y quizá disparando espingardas, con las
cuales quedarían los indios harto ahom
brados; y así hacía en cada pueblo al
I Lo encerrado entre corchetes falta en el
original por estar deteriorado el margen inte entrar y salir, de los que en el camino
rior del folio en qne está. hallaba.
258 FR A Y BA RTOLOM E D E LA S C A SA S
Fue aquel í3ía tres le^^uas He allí, a ^ ron al río grande y gracioí^ísimo que los
dormir al pie de un puerto algo áspe ; indios llamaban Yaquí, de tanta agua
ro, todas de tierra llana, y porque los y tan poderoso como Ebro por Tortosa
caminos que los indios andaban eran o como por Cantillaaa Guadalquivir,
no más anchos que los que llamamos al cual llamó el Alniiranle el río de las
sendas, como ellos tengan poco embara Cañas, no se acordando que en el p ri
zo de ropa ni de recuas o carretas para mer viaje lo nombró el Río del Oro,
tenellos anchos, porque no lo son más cuando estuvo a su boca, que sale a
de cuanto les caben los pies, mandó el Monte-Christi.
Almirante ir a ciertos hidalgos con gen A la ribera deste río dormieron aque
te de trabajo delante, la sierra arriba, lla noche lodos, muy alegres y placen
que dura obra de dos tiros buenos de teros, lavándose y holgándose en él y
ballesta, que con sus azadas y azadones gozando de la vista y amenidad de tan
lo ensanchasen y donde había árboles graciosa y felice tierra y deleitosos ai
los cortase [n] y escombrasen^ y por es res, mayormente por aquel tiempo, que
ta causa puso nombre a aquel puerto el era marzo, porque aunque hay poca
Puerto de los Hidalgos. diferencia de un tiempo a otro en todo
Otro día, jueves, 1.^ de marzo, subido el año en esta isla, como en otros m u
el Puerto de los Hidalgos, vieron la chos lugares y por la mayor parte des
gran vega, cosa que creo yo y que creo tas Indias, pero aquellos meses, desde
no engañarme, ser una de las má.s ad setiembre hasta mayo, es su vivienda
mirables cosas del mundo y más digna, como de Paraíso, según que, placiendo
de las cosas mundanas y temporales, de a Dios, más largo abajo será dicho.
ser encarecida con todas alabanzas y por Cuando llegaban y pasaban por los
ella ir a prorrompir en bendiciones in pueblos, los indios de la Isabela que
finitas de aquel Criador della y de to consigo el Almirante llevaba entraban
das las cosas, que tantas perfición, gra en las casas y tomaban todo lo que bien
cias y hermosura en ella puso. Ella es les parecía, con mucho placer de los
de ochenta leguas, y las veinte o trien- dueños como si todo fuera de todos, y
ta Helias, de una parte y de otra, desde los de los pueblos adonde entraban se
lo alto de aquella sierra, donde el Al iban a los cristianos y las tomaban lo
mirante y la gente estaban, se descu que les agradaba, creyendo que tam
bre; la vista della es tal, tan fresca, tan bién se debía de usar entre nosotros en
verde, tan descombrada, tan pintada, Castilla De donde parece bien m ani
toda tan llena de hermosura, que así fiesto aunque después se cognosció y
coiqq la vieron, Ies pareció que habían experimentó más claro en diez m il par
llegado a alguna región del Paraíso, ba tes destas Indias, cuánta era la paz y
ñados y regalados todos en entrañable amor y liberalidad y comimicación be
y no comparable alegría, y el Almiran nigna y fraternidad natural que entre
te, que todas las cosas más profunda estas gentes, viviendo sin cognoscimien-
mente consideraba, dio muchas gracias to del verdadero Dios, había, y cuánto
a Dios y púsole nombre la Vega aparejo y disposición en ellos Dios ha
Real. Cuánto bien merezca este nombre bía puesto para imbuillos en todas las
y otro más digno si en la tierra lo ho- virtudes, mayormente con la católica y
biese y que pudiese provocar las cria cristiana doctrina, si los cristianos poi
turas a nunca cesar de bendecir al fin principal lo tomáramos, según de
Criador, después parecerá, cuando ha bíamos.
blaremos della en la descripción desta Así que, otro día, jueves, 14 de m ar
isla. zo, pasados el río Yaquí, con canoas y
Descendieron luego la sierra abajo, balsas, gente y fardaje, y los caballos
que dura mucho más que la subida, con por su vado hondo, aunque no nadan
grande regocijo y alegría, y atravesaron do, sino fuera que viniera avenido, le-
la felicísima vega, cinco leguas que tie
ne de ancho por allí, pasando por mu
chas poblaciones, que como a venidos 2 Nota de la bondad de los indios.—-Nota u:-
del cielo los recibían, hasta que llega- margen, de letra de Las Casas,
HlSTOHl/V DE LAS INDIAS 259
gua y media de allí llegaron a otro gran el temor y salían po(X) a poro a ver los
río, que llamó Río del Oro, porque diz cristianos. Y porque pasando el río Va
que hallaron ciertos granos de oro en quí primero, grande, luego están sie
él, a la pasada; este río parece sser, o rras, debían guiar los indios que lleva
el que llamaban los indios Nicayagua, ba por el río abajo, porque es todo lla
que está del río Yaquí, el grande de no, entre el río y la sierra, obra de una
atrás, y entre en él, obra de legua y legua, y a veces media, j)or llevar los
media, pero éste no es grande, salvo cristianos por las poblaciones princi
que debía de venir a la sazón por ven pales y grandes.
tura avenido. Con este río jNicayagua, Partió de aquella población y llegó
que por sí es pequeño arroyo, se juntan a otro hermoso río, de tanta frescura,
tres otros arroyos; el uno Buenicún, que le puso nombre Río Verde; y te
que los cristianos, el tiempo andando, nía el suelo y ribera de unas [Medras
llamaron Río Seco, el otro Coatenicuz, lisas, guijeñas, todas redomlas o cuasi
el tercero Cibú, las últimas sílabas agu redondas, que lucían, y desta manera
das; los cuales fueron riquísimos y son cuasi los ríos de Ciha(). Mu éste des
del oro más fino, y éstos fueron la prin cansó toda la gente aquella noche.
cipal riqueza de Cibao. O por ventura Otro día, sábado, 15 de marzo fen
era otro muy grande, que en lengua de tró) por algunas poblaciones grantles,
indios se nombraba Mao, que también y la gente toda dellas, sin la que ab
mete su agua en el grande Yaquí. Este sentaba, ponían también [>alos atrave-
río es muy gracioso y deleitable y tuvo sados a las ptxertas porque no entrase
también muchas y ricas minas de oro. nadie, como en los pueblos pasados.
Y más creo que fue Mao que no Nica- Llegaron aquella noche al pie de un
yagua, considerado el camino del Puer gran puerto que llamó Puerto de (íí-
ta de los Hidalgos, por donde pudo & bao, porque desde encima dél comien
la Vega Real descendir. za la provincia ele Cibao por aquella
Pasado, pues, este río, según cuenta parte, que es cuasi lo postrero della,
el Almirante, con mucha dificultad, porque atrás, sobre la mano izquierda,
porque, cierto, debía de venir por las hacia el Mediodía, queda la mayor par
avenidas muy crecido, como algunas ve te, Kilos iban la parte del río Yaquí
ces, yo lo víde, allende ser por sí gran abajo, que tiraba el camino hacia el
de, filé a dar a una gran población de la Norte o polo ártico; hicieron allí no
cual gran parte de la gente dio a huir, che, porque ya la gente de pie iba fati
metiéndose a los más cercanos montes, gada. Estarían once leguas de la des
como sintió los cristianos; otra parte cendida del puerto pasado, que nombró
de la gente quedó en el pueblo y se por la parte de la subida en él. cuando
metían en sus casas de paja y atravesa salió de la Isabela, de los Hidalgos.
ban con toda simplicidad unas cañuelas
a las puertas, como sí pusieran algunos
carretones con culebrinas por las tro
neras de la muralla, haciendo cuenta CAPITULO XCT
que visto aquel impedimento de aque
llas cañuelas travesadas, habían de En fil cual se tracta cómo ol Almirante, .subió
a la provincia de Cibao, y de la etimología
cognoscer los cristianos que no era vo della, según la lengua de los indios.—De su
luntad de los dueños que en sus casas hermosura, puesto que es n.spérrima; los nd'
entrasen y que luego se habían de co mirahles y graciosísimos ríos que tiene' los
medir a no querer entrar. ¿Qué mayor pinos infinitos de que está adornada.—De su
argumento de su inocencia y buena sim sanidad, salubérrimas agua,s y aires y alegría.
Del grandor della.- De. los recibimientos y
plicidad? ¿Qué más pudiera usarse en servicios que tos indios en los pueblos le ha
aquella edad dorada de que tantas ma cían.—Cómo en un gracioso río y tierra halló
ravillas y felicidades cantan los anti minas de oro y de. azul y de cobre y de ám
guos auctores, mayormente poetas? Pe bar y especería.—Edificó una fortaleza,—De
unos nidos de aves que hallaron en las ca
ro el Almirante, mandando que nadie vas que hicieron, de que. el Almirante se ad
entrase en las casas y asegurando en miró, de lo cual tomó ocasión el auctor de
cuanto podía los indios, iban perdiendo decir cómo pudieron estar sin podrirse, y
260 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
asiento de esta fortaleza está un llano agua, que no pudieron volar, y des
gracioso, que los indios ilaiiiaban saba pués, por virtud del lugar en que caye
na, en la cual, algunos años después de ron, fue todo convertido en piedra.
despoblada, hice y tuve yo, viviendo Cuenta más, de una fuente que hay
en otro estado, una heredad o labran en Gotia, de la cual por verdad se cer
za; y de uu pequeño arroyo que esta tifica que todo lo que eu ella cae lo
ba de cara de la fortaleza, y que entra convierte en piedra, en tanto grado,
ba en el dicho río Janique, liice coger que el emperador Federico envió un
algún oro. Este arroyuelo hace a la en guante suyo, sellado con su sello, para
trada del río una isleta de muy fértil saber la verdad, del cual, como estu-
V gruesa tierra, en la cual ^e hicieron ^iese la mitad en el agua y la mitad
f'ntonces, de la semilla que aquellos del sello algunos días, fue convertida
primeros cristianos sembraron, traída aquella mitad, quedando la otra mitad
de Castilla, las primeras cebollas de to cuero, como de antes se era. Y las gotas
da esta isla Española. Eu»o nombre a que caen a la orilla de aquella fuente
Obla fortaleza el Almirante la fortaleza se hacen piedras del tamaño de gota,
de Sancto Tomás, dando a entender que y ella no deja <le correr. Vemos tam
la gente que no creía que eu e:^la isla bién manifiestamente, dice Alberto, que
bübiese oro, después que. lo vido con en las altas sierras que perpeluainciite
los ojos y palpó con sus iiiismas manos, tienen nieve, lo cual no podría ser, sino
había creído, como arriba se tocó. por virtud del mineral que abumla en
De una cosa bobo admiración el Al- aquellos lugares o sierras.
iniraiite y los que con él estaban, con Y" Aristóteles, en libro De minerali’
viene a saber, que, abriendo los cimien bus, dice que algunas hierbas y plantas
tos para esta fortaleza, y haciendo la y algunos animales también se convier
cava, cavando hondo bien un estado, y ten en piedras por la virtud mineral,
aun rompiendo a partes alguna peña, que tiene tal fuerza y virtud Inpidifi-
hallaron unos nidos de paja, como si caliva, conviene a saber, de (onverlir
hubiera pocos años que allí hobieraii aquellas cosas en jnedras, y esto dice
>ido puestos, y, cómo por huevos, en- | ({ue acaece en los lugares pedregosos.
ire ellos, había tres o cuatro piedras Y como aquella pro^ ¡ncia de Cibao fue
redondas, cuasi como unas naranjas, se tan pedregosa y tuviese y tenga tan
de la manera que las pudieran haber ta virtud mineral, fácil cosa era, según
hecho para pelotas de lombardas. Bien natura, convertir los huevos de aque
podía ser que la virtud mineral hobie- llos nidos en aquellas piedras, y des
-e convertido los huevos en aquellas pués, como dije, hacerse más grandes,
piedras, y ellas después haber crecido si fuese verdad que viviesen o que las
V los huevos estuviesen dentro dellas, piedras los abrazasen y concluyesen
por la misma virtud mineral, <!onfor- dentro de sí, y esto parece lo más cier
me a lo que arriba, en el capítulo 6, to, por lo que luego se dirá.
trujimos de Alberto Magno, puesto La razón de engendrarse las piedras
que, según se puede colegir de Alberto es ésta: que como las concavidades que
Magno, las }>iedras no crecen, porque las sierras o montes tienen, sean natu
no viven, pero según otros, sí. ralmente receptivas o dispuestas para
Alberto Magno, en el libro capí- recebir en sí las aguas, corno parece
lulo 7.*, De mineralibus, dice también que de las sierras o montes altos ve
que en su tiempo, en la mar de Dacia, rnos salir fuentes y expremír o pro
cerca de la ciudad lubicense, se halló ducir arroyos o caños de agua, y el
un ramo grande de árbol, en el cual agua cause o haga lodo de la tierra,
estaba un nido de picazas, y en él, pi mayormente cuando la tierra es grue
cazas convertidas en piedras, que decli sa en sí e pegajosa como es el barro,
naban algo a color bermejo, lo que no por tanto, deste lodo jugoso, grueso
pudo ser, según dice, sino que, con al y pegajoso y del calor o vapor del lu
guna tormenta, las olas derrocaron el gar callente que de su naturaleza es
árbol en tiempo que tenía el nido, y congregativo y conservativo del calor,
«cayeron las avecillas chequitas en el o que aquel calor se engendre por el
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262 FRAY BARTOLOME DE LAS GASAS
dieron conservarse y no corromperse, y los que del todo estaban sanos, al me
aunque de paja eran, por la frialdad y nos estaban de la poca comida flacos,
sequedad de las piedras o de la tierra. y cada hora temían venir al estado de
Dejó por capitán y alcaide a un ca los otros; y que no vinieran, sólo el
ballero aragonés y comendador, que se dolor y compasión que habían de ver
llamaba D, Pedro Margarite, persona la mayor parte de todos en tan extre
de mucha estima, y con él cincuenta y ma necesidad y angustia era cosa tris
seis hombres; después envió más, y es- te, llorosa e insufrible.
tuneron hasta trecientos, entre oficia Tantos más caían enfermos y morían,
les, para que la fortaleza se acabase y cuanto los manti[ni]mientos eran me
otros que la defendiesen. nos y las raciones dellos más delgadas;
Y dejada su instrucción y lo demás éstas se adelgazaban más de día en día,
ordenado, tomó a tomar el camino para porque, cuando los desembarcaron, se
la Isabela, con intincíón de se des hallaron muchos dañados y podridos;
pachar lo más presto que pudiese para la culpa desto cargaba el Almirante, o
ir a descubrir, como se dirá. Por lo mucha parte della, a la negligencia o
cual, viernes, 21 de marzo, se partió, descuido de los capitanes ile los navios.
y en el camino halló la recua que volv ía También los que restaron, con la mu
con los bastimentos por que había en cha humidael y calor de la tierra, me
viado, la cual envió a la fortaleza; y nos que en Castilla sin corrupción se
porque los ríos venían muy grandes detenían.
con las avenidas, porque llovía mucho Y porque ya se acababa el bizcocho
en las sierras, hobo de andar por los y no tenían harina sino trigo, acordó
pueblos más despacio de lo que qui hacer una presa en el río grande de la
siera, y comenzó a comer, y la gente, Isabela para una aceña y algunos molh
del cazabí o pan y ajes y de los otros nos, y dentro de una buena legua no se
mantinimientos de los indios, que los hallaba lugar conviniente para ellos; y
indios les daban de muy buena volun porque de la gente de trabajo y los ofi
tad, y mandábales dar por ellos de las ciales mecánicos los más estaban enfer
contezuelas y otras cosillas de poco va mos y flacos y hambrientos y podían
lor que llevaba. poco, por fallarles las fuerzas, era ne
cesario que también ayudasen los hi
dalgos y gente del Palacio o de capa
prieta, que también hambre y miseria
CAPITULO XCIT padecía, y a los unos y a los otros se
les hacía a par de muerte ir a trabajar
En ci cual se tracfd cómo halló el Almirante
la fíenle cristiana muy enferma y muerta con sus nianos, en especial no comien
mucha della. — Cómo por hacer molinos y do; íuéle necesario al Almirante aña
aceña compelió a trnha\_ja^r la gente, y por dir al mando violencia, y a poder de
la tasa de los mantenimientos, que ya muy graves penas, constreñir a los unos y a
pocos había, comenzó a ser aborrecido, y fué
principio de ir siempre su estado descrecien
los otros para que las seinejunles obras
do aun no habiendo crecido.—De los que públicas ¿e liiciesen.
mucho daño le hicieron fué fray Iluil, el le De aquí no podía proceder sino que
gado que arriba se dijo.—Persuádese no te
ner hasta entonces al Almirante culpas por de todos, chicos y grandes, fuese abo
que lo mereciese.—Dícense muchas angustias rrecido, de donde bobo primópio y ori
que allí los cristianos de hambre padecieron, gen ser infamado ante los Keyes y en
y cómo morían casi desesperados,—De cier toda España de cruel y de odioso a
ta visión que se publicó que (dgunos vieron.
Cójno vino mensajero de. la fortaleza que un los españoles, y de toda gobernación
gran señor venia a cercarla.—De lo que el indigno, y que siemi)re fuese descre
Almirante por remedio hizo. ciendo, ni tuviese un día de consuelo
en toda la vida, y finalmente, desta se
Sábado, 29 días de marzo, llegó el milla se le originó su caída. Por esta
Almirante a la Isabela, donde halló causa debió de indignarse contra él
toda la gente muy fatigada, porque de aquel padre, que diz que venía por le
muertos o enfermos pocos se escapaban, gado, fray Buil, de la orden de San Be-
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264 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y afirmaba, que una vez, yendo de día fuerzas y poder de los cristianos para
UQ hombre o dos por entre aquellos que los indios temiesen y comenzasen a
edificios de la Isabela, en una calle, enseñarse a obedecerlos, mayormente
aparecieron dos rengleras, a manera de por la Vega Real, donde dice el Almi
dos coros de hombres, que parecían to rante que había innumerables gentes y
dos como gente noble y del Palacio, muchos reyes y señores, y así era gran
bien vestidos, ceñidas sus espadas y re verdad, como se dijo en el cap. [90]. Y
bozados con tocas de camino, de las así también andando, se hiciesen los
que entonces en España se usaban. Y cristianos a comer de los mantenimien
estando admirados aquel o aquellos a tos de la tierra, pues ya todos los de
quien esta visión parecía cómo habían Castilla se iban acabando, pero el Ho-
venido allí [a] aportar g e n te tan nue jeda quedase por alcaide de la dicha
va y ataviada, sin haberse sabido en fortaleza.
esta isla dellos nada, saludándolos y
preguntándolos cuándo y de dónde ve
nían, respondieron callando, solamen C A P m íU ) XCJIT
te echando mano a los sombreros para
los resaludar, quitaron juntamente con En el cual se /rocín cómo Alonso de Hojedn
los sombreros las cabezas de sus cuer salió de lo Isabela con cuo/roc¿e/^/fJ.s hom
pos, quedando descabezados, y luego bres para pom-r miedo a la genle de la tie
rra y sojuzftalla.—Cómo en llegando a un
desaparecieron. De la cual visión y tui- pueblo, pasado el Rio del Oro, prendió n rm
bación quedaron los que los vieron cacique y señor y a su hermano y sobrino
cuasi muertos y por muchos días pe por una cosa que hizo un indio.—Cómo cor
nados y asombrados. tó las orejas a un vasallo dcl mismo cacique
en su presencia.—Cómo condenó a muerte a
Tornando a tomar donde la historia los dichos cacique, hermano y sobrino.—
dejamos, estando en estos principios Danse razones cómo ya tenian los indios jus
de sus tribulaciones y angustias el Al ta guerra contra los cristianos.—Cuán culpa
mirante, vínole un mensajero de la for ble fué este hecho del Almirante, y cuán al
revés entró y comenzó en estas tierras del
taleza de Sancto Tomás, enviado por camino de la ley evangélica, etc.
el capitán mosén Pedro Margarite,
avisándole cómo todos los indios de Miércoles, 9 de abril del mismo año
la tierra se huían y desmamparaban de 1494, salió de la Isabela Alonso de
sus pueblos, y que un señor de cier Hojeda con la gente, que pasarían de
ta provincia, que se llamaba Cao- cuatrocientos hombres, y en llegando
nabo, se apercebía para venir sobre que llegó al río, y pasado de la otra
la fortaleza y matar los cristianos. parte, que el Almirante había puesto
Oídas estas nuevas por el Almirante, nombre Río del Oro, que arriba deji-
acordó enviar setenta hombres de los mos ser Mao, a lo que conjeturamos,
más sanos y la recua cargada de basti porque sabemos muy bien aquella tie
mentos y armas y otras cosas necesa rra y cuántos y cuáles ríos tiene, y
rias; los veinte y cinco, para guarda cómo se llamaban en lengua de indios,
de la recua, y los restantes, para en como, placiendo a Dios, abajo se nom
grosar los que la fortaleza guardaban, brarán, prendió Hojeda al cacique y
y, de camino, hiciesen camino por otra señor del pueblo, que allí estaba, y a un
parle, porque por el que habían co hermano y sobrino suyo, y presos, en
menzado a ir era muy áspero. Junto cadenas, los envió a la Isabela, al Al
con esto deliberó enviar toda la gente mirante. Hizo mas, que a un indio, va
que no estaba enferma y la que podía sallo del dicho cacique y señor, mandó
andar, aunque no del todo muy sana, cortar las orejas en medio de la plaza
dejando solamente Jos oficiales mecá de su pueblo. La causa de hacer esta
nicos, y dióles por capitán a Alonso de obra diz que fué porque viniendo tres
^ojcda para que los llevase hasta la cristianos de la dicha fortaleza para la
fortaleza de Sancto Tomás y los entre Isabela, el dicho cacique les dió cinco
gase ai dicho mosén Pedro Margarite, indios que les pasasen la ropa por el
para que con ella anduviesen por la vado, y al medio del río los dejaron y
tierra y la allanasen, mostrando las volviéronse con ella a su pueblo, y diz
266 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
bía vuelto, y no hacerse juez supremo y necesaria para conseguir sus intentos,
en tierra y jurisdicción ajena, y, lo fué arraigar y entrañar en los corazo
peor y gravísimo que es, prender al nes de todas estas gentes su temor y
mismo señor y rey, y, estando seguro miedo, de tal manera, que en oyendo
y pacífico y en su señorío, jurisdicción, cristianos, las carnes les estremeciesen.
casa y tierra, que fué hacer más atroz Para lo cual efectuar hicieron cosas ha
y feo el crimen, echarle en cadenas? zañosas, nunca otras tales ni tantas vis
La razón clara lo muestra, que no se tas ni oídas ni aun pensadas ni soña
hahfa de entrar tan de tendón ni como das, como. Dios queriendo, se verá.
en su casa en estas tierras, ni en forma Obra muy manifiesta ser contraria y
de guerra, y que no había de salir el enemiga de la por donde han de co
Almirante tan presto de la Isabela, sin menzar su camino y su entrada y su
primero enviar sus mensajeros por toda negociación para inducir los infieles a
la tierra dando cuenta de su veni que vengan a la fe, los que profesan
da a todos los reyes y señores della, no la verdad y benignidad, la suavidad y
tificándoles venir por su bien, convi mansedumbre cristiana.
dándolos a que viniesen a vello, o que
para los ir a ver le diesen licencia, en
viándoles dádivas, como aún trujo en CAPITULO XCIV
la instrucción mandada que le dieron
los Reyes, y hacer todos cuantos come En el cual se tracta cómo el Almira/ife deter
dimientos y tomar cuantos medios de minó de ir a descobrir, como los Reyes le
paz y amor y dulzura y para [ejvitar habían mucho encargado, cuando volvió el
segundo viaje^—Cómo constituyó un consejo
escándalo y turbación de los púsilos y presidente para el regimiento desta isla.—
inocentes nos enseña y manda la sua Cómo partió de In Isabela y llegó a Cuba
ve ley evangélica, cuyo ministro y men por la parte del Sur.—Llegó a surgir a un
sajero él era. Para luego entrar ponien puerto. — Vinieron a los navios muchos in
dios a traer a los cristianos de lo que tratan
do temores y mostrar potencia, y en estimando que habían venido del cielo.—
forma de guerra, y violar la jurisdic Cómo desde allí descubrió la isla de Jatnai
ción y preeminencia que de ley natu ma; púsole nombre Santiago.—Salieron mu
ral no era suya, sino ajena, paréceine chas canoas de indios, con alegría, para los
navios, — En un puerto salieron de guerra
a mí que no fué entrar por la puerta. queriendo impedir a los cristianos la entra
No parece, cierto, esta primera entra ^ . —Cómo lo hacían con razón y justicia.—
da que fué otra sino como si no de Cómo los cristianos asaetaron a ciertos in
hombres, salvo de bestias fieras, estu dios, y cuál mal hecho fué, y cómo no se
habían de ganar por esta vía,—Cómo no se
vieran pobladas estas tierras; y verda han de hacer males por algún fin bueno,
deramente, yo no osaría culpar la in- aunque salgan dellos bienes.
tinción del Almirante, por lo mucho
que dél cognosci, porque, cierto, siem Porque como el rey de Portogal
pre la juzgué por buena, pero, como vido descubiertas estas Indias, y hallar
dejimos en el cap. [41], el camino que se burlado de no haber aceptado la
llevó y muchas cosas que hizo, dellas empresa que la fortuna le había ofre
creyendo que acertaba, de su voluntad, cido y puesto en sus manos, alegaba
dellas constreñido por las angustias que que este orbe caía debajo de su demar
le sucedieron, como placiendo a Dios, cación y división que la Iglesia, los
diremos, fué por error grandísimo que tiempos pasados, hecho había entre los
tuvo cerca del derecho. reyes de Castilla y Portogal (no sé cuál
Es aquí mucho de considerar, para ella entonces pudo ser, no teniendo de
que se vea mejor el principio que siem cosa que por este mar Océano hobiese
pre llevó este negocio de las Indias, que, noticia, más de Guinea), por lo cual
como ha aparecido en los capítulos pre pretendía mover pleito, y «un tenía
cedentes, el Almirante y sus cristianos, un armada aparejada para venir acá,
y después todos cuantos en todas estas como arriba se dijo; por esta causa,
tierras y reinos entraron y anduvie el Rey y la Reina, al tiempo que
ron, lo primero que trabajaron siempre, este segundo viaje de los diez y sie
como cosa estimada dellos por principal te navios para poblar despacharon al
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268 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
cada hora maravillosos puertos, cuales de gente armada para les defender la
los tiene, cierto, aquella isla. Vían tierra y que en ella no saltasen, como
montañas muy altas y algunos ríos que gente prudente, que de ley natural pue
salían a la mar. Y porque iba muy cer den defender su tierra de cualquiera
ca de tierra, eran sin número los in gente no cognoscida, hasta ver quién
dios de la isla que venían con sus ca es o qué es lo que pretende, porque
noas a los navios creyendo que ha cada una república o persona particu
bían descendido del cielo, trayéndoles lar puede temer y proveer en el daño
del pan cazabí suyo y agua y pescado que le puede venir de gente nueva o
Y de l o que tenían, ofreciéndoselo a los personas que no cognosce, como Josef,
cristianos con tanta alegría y regocijo, con razón pudo decir a sus hermanos,
sin pedir cosa por ello, como si por como a gente de otro reino, extraña,
cada cosa bebieran de salvar las áni y fingiendo que no los cognoscía, “vos
mas, puesto que el Almirante manda otros espías debéis de ser deste reino
ba que todo se lo pagasen dándoles de Egipto para ver lo más flaco dél,
cuentas de vidrio y cascabeles y otras etc.” , como parece en el Génesis, capí
cosas de poco valor, de lo cual iban tulo 42. Por esta razón se hicieron le
contentísimos, pensando que llevaban yes por los emperadores, que los roma
cosas del cielo. nos no fuesen osados, aunque fuese con
Y porque los indios que llevaba el títulos de llevar mercaderías, a tierra
Almirante consigo (que era, a lo que de persas, con quien no tenían paz ni
yo creo, un Diego Colón, de los que el que hacer, y la razón de la ley asígna
viaje primero había tomado en la isla se en ella: “ porque no parezca o se diga
de Guanahaní y lo había llevado a Cas que los romanos son espías o especu
tilla y vuelto, el cual después vivió en ladores de los reinos extraños,” Así lo
esta isla muchos años conversando con dice la ley Mercatores, C[odex'\ de mer-
nosotros), hacían mucho caso señalando caloribus et comercii. Así que, visto por
hacia la parte donde estaba la isla de los que iban en las barcas que los in
Jamaica, afirmando que había mucho dios venían denodados para los impedir
oro * (y creo, cierto, que es la que lla que no saltasen en tierra, y con armas,
maban el viaje primero Baneque, que tornáronse a los navios en su paz.
tantas veces la nombraban, pues que De allí fue a otro puerto, al cual nom
no veo que aquí el Almirante haga bró Puerto Bueno, y como saliesen asi
mención de Baneque), así que acordó mismo los indios con sus armas a resis
el Almirante dar una vuelta hacia el tir la entrada a los de las barcas, diz
Sueste, tomando parte del Sur, sábado, que porque, mostrando temor los cris
13 de mayo, y el domingo luego la vido, tianos, sería causa que tuviesen mayor
y el lunes llegó a ella y surgió, aunque atrevimiento, acordaron de dalles tal
no en puerto. Desque la vido, dice el refriega de saetadas con las ballestas,
Almirante que le pareció la más her que habiéndoles herido seis o siete (y
mosa y graciosa de cuantas hasta en Dios sabe cuántos más serían los heri
tonces había descubierto; eran sin nú dos y muertos), que tuvieron por bien
mero las canoas grandes y chicas que de cesar de la resistencia, y vinieron de
venían a los navios las comarcas gran número de canoas
El lunes procuró de buscar puerto, llenas de indios a los navios, pacíficos
yendo la costa abajo, y, como enviase y humildes.
las barcas para que sondasen (esto es Este fue otro yerro no chico cier
echar la plomada para ver cuántas bra to, mejor fuera por otras vías dalles a
zas tiene el fondo), las entradas de los entender cómo no iban a hacelles mal
puertos, salieron muchas canoas llenas ni daño, o por señas o enviándoles de
los indios que en loS navios llevaban,
^ De la mansedumbre y simplicidad de los como muchas veces se aseguraron en
indios.—Nota a l margen, de letra de L as Casas.
3 Descubrid la isla de Jamaica. — Nota al
margen, de letra de Las Casas. 5 Otro yerro que se hizo de partes de los
♦ La gente de Jamaica sale a los navios con cristianos.—Nota al margen, de letra de Las
alegría.—Nota al margen, de letra de Las Casas. Casas.
270 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
muchos lugares de Cuba y desta isla isla; por eso acordó de dar la vuelta
Española y de las de los Lucayos, en el sobre la de Cuba, y así tornóse, martes,
primer viaje, como en diversos capítu 18 de mayo, con intinción de andar por
los arriba ha parecido, que no matar ni ella quinientas o seiscientas leguas, has
herir, ni quebrar por ninguna manera ta experimentar si era isla o tierra
con ellos; y cuando no pudieran por firme.
todas vías, eran obligados a irse a otra El día que dio la vuelta, vino uu in
parte y dejallos, porque ios indios te dio mancebo a los navios hablando por
nían justo título y justicia para defen señas que se quería ir con ellos, tras
der su tierra de toda gente, y nunca se él vinieron muchos parientes suyos y
ha de hacer mal alguno, por chico que sus hermanos para rogalle que no fue
sea, por fin que dél hayan de salir cuan se con los cristianos, pero no lo pudie
grandes bienes los hombres pretendie- ron acabar con él, puesto que con mu
ren. Cuanto más, que ya se tenía lar chas lágrimas se lo persuadían, antes se
ga experiencia de la bondad y pacabi- metía en los lugares secretos del navio,
lidad de ios indios, cuán fáciles eran de donde no los viese llorar, y finalmente
aplacar y contentar, dándoles razón o se quedó y ellos se fueron desconso
señales de que no venían a hacerles al lados y tristes. Cierto es de considerar
gún perjuicio, aunque al principio se que no sin misterio esta inclinación le
ponían, de puro miedo, en resistir la quiso dar Dios para salvallo p o r esta
entrada. Traían aquí de sus bastimen vía, porque es de creer que el A lm iran
tos y de lo que tenían, y lo daban a los te le haría enseñar en las cosas de la fe
cristianos por cualquiera cosa que les y baptizalle, lo que no alcanzara si en
daban. su tierra quedara.
En este puerto se adobó el navio del
Almirante de un agua que hacía por la Partido, pues, de Jamaica el Almi
quilla. Era este puerto de la forma de rante con sus navios, llegó a un cabo dé
una herradura; puso nombre a esta isla la isla de Cuba, que nombró C ab o de
de Jamaica, el Almirante, Santiago. Cruz, miércoles, 18 de mayo. Y endo la
Viernes, 9 de mayo, tornó a salir des costa abajo tuvo grandes y continuos
te puerto, yendo la costa de Jamaica aguaceros, con truenos y relámpagos, y
abajo, la vía del Poniente, yendo tan con ésta topaba muchos bajos, donde a
junto con la costa, que muchas canoas cada paso temía encallar. Estas dos co
iban con los navios dando de sus cosas sas, concurriendo juntas, le pusieron en
y rescibiendo de las nuestras, con toda grandísimos peligros y trabajo, porque
paz y alegría. los remedios de ambas son contrarios,
y habiéndose de poner juntos, es impo
CAPn ur.o x c v sible, si por casi milagro, salvarse; la
razón es, porque el remedio de lo s agua
Bn el cual se cuenfo cómo el Almirante dejó ceros, tan impetuosos como los hay en
a Jamaira. y tornó sobre la isla de Cuba,— estas tierras y de gran peligro si en
De un indio, que dejados sus parientes, lla
mando. se quiso ir ron los cristianos.—Cómo
muy presto no se pone, es am ainar las
yendo por la casta de Cuba abaja tuvo gran velas muy luego, y para no encallar, o
des nf^uaceros y bajos para encallar los na nara después de encallados salir de los
vios. donde padecieron grandes trabajos y bajos, es añidir a las veces velas. Por
peligros.—ílnllnron infinitn.s islas pequeñas;
púsoles nombre el Jardín do la Reina.—Vie manera que, si ambos a dos peligros
ron unas aves coloradas de la tnanera y he concurren en un tiempo, es necesario
chura de grullas. — Vieron grullas, muchas en uno de ellos, v aun en ambos, perder
tortugas, y de cierta pesquería dellas.—De. la se, sino por milagro.
mansedumbre de. los indios.—Toparon otros
indios nninsísimos; detuvo uno.—Informóle Cuanto más andaba la costa abajo,
ser isla la de Cuba, y nuevas que le dio de tanto más espesas parecían infinitas is
un cacique que hablaba por señas a su gen las bajas, unas todas de arena, otras de
te, sin ser mudo.—De otros peligros que por
allí padecieron. arboleda, y muchas que no sobreagua
ban nada. Cuanto más estaban m ás cer
Y porque tenía los vientos muy con ca de la isla de Cuba, más altas y más
trarios, no le dejó más costear aquella verdes y graciosas parecían; eran de
HISTORIA DE LAS INDIAS 271
Esta isla del Evangelista creo que es la por la vía de Norueste, por ver unas
isla que después llamamos y hoy se lla isletas, que parecían de allí obra de
ma la isla de Pinos, que está cuasi cinco leguas, y un poco más adelante
irontero Norte-Sur del principio de la dieron en una mar manchada de ver
Habana, y terná de luengo veinte le de y blanco, que parecía todo bajos,
guas, porque por toda la costa de la aimque había de hondo dos brazas.
mar, del Sur de Cuba, no hay isla si Desde a siete leguas, dan consigo en
no aquella que sea tan grande, por ma otra mar muy blanca, que aína les pa
nera que poco le quedaba de descubrir reciera ser toda cuajada; de allí a sie
del cabo de Cuba al Almirante; que te leguas, topan otra prieta como tinta,
darle hía obra de treinta y cinco o trein en que había cinco brazas de fondo;
ta y seis leguas por navegar basta el por ésta anduvo hasta que se allegó a
cabo de Cuba. Esto también parece, Cuba. Todas estas diferencias de mar
porque dice el Almirante en la relación eran a los marineros grande espanto,
que deete descubrimiento de Cuba en como cosas que nunca habían visto ni
vió a los Reyes, que navegó y descu experimentado, y por tanto, en cada
brió della trecientas y treinta y tres una temían ser perdidos y anegados.
leguas. Y midiendo su viaje por las Salió de Cuba la vía del Leste con
reglas de la Astronomía, dice que des vientos escasos, por canales, y todas lle
de el cabo de Cuba que se ve con la nas de bajos, y estando escribiendo, co
Española, que llamó Fin de Oriente, mo solía, todo lo que acaecía en su
y por otro nombre Alfa e 0[mega], viaje, a 30 de junio, encalló su nao, la
navegó hacia el Poniente, de la parte cual, no pudiéndola sacar con anclas
del Austro, hasta haber pasado el tér y cables por popa, sacáronla por proa,
mino de diez horas en la esfera, en ma y por los golpes que dio en el arena,
nera que estando él allí, cuando se le con harto daño. De allí, no llevando
ponía el sol a él, se levantaba a los vía ordenada, sino según los bajos y
que vivían en Cáliz, en España, desde canales y también el viento le daban
a dos horas (sic), y dice que no pudo lugar, navegaba todavía por la mar
haber yerro alguno, porque bobo en muy blanca. Y, sobre todos aquellos re
tonces eclipsi de la luna, a 14 de se veses e inconvenientes, cada día eran
tiembre^ y que él estaba bien aperce- visitados al poner el sol de aguaceros
bido de instrumentos y fué muy claro terribles que los fatigaban. Con todo
el cielo aquella noche. Todas éstas son esto el Almirante andaba muy penado
sus palabras. y angustiado.
Tornando al propósito, viernes, 13 Llegóse a la tierra de Cuba, por don
de junio, dio la vuelta por la vía del de aquel camino hacia el Oriente ha
Sur o del Austro, por salir de aquella bía comenzado, donde sintieron unos
espesura de islas, y saliendo por una suavísimos olores como los habían sen
canal que le pareció más honda y des tido de antes, y, cierto, estos olores
embarazada, navegando por ella un po mucho más se sienten y gozan en aque
co del día, hallaron la canal cerrada y lla isla que en ninguna destas otras, y
los navios, de islas y tierra, como en un creíamos que debía de haber por ella,
corral, todos cercados; la gente toda como sea muy montañosa, árboles de es
quedó muy turbada y desmayada, vién toraque, porque así nos parecía ole-
dose en tanto peligro y con falta de bas llos, cuando en el descubrimiento de
timentos; bien es de creer que su mie lla andábamos, cuasi todas las maña
do y angustia era muy grande y la del nas, y era de los palos o leña que los
Almirante mucho más que doblada. indios quemaban.
Confórtólos a todos con las mejores En 7 de julio, salió el Almirante a
palabras que pudo, y con harto tra tierra por oír misa, y estándola oyen
bajo .tornaron a salir por donde entra do, llegó un cacique o señor viejo, que
ron y fueron a parar a la isla del Evan parecía ser señor de toda aquella tie
gelista, donde había reparádose de rra o provincia, el cual, mirando to
agua. dos aquellos actos y cerimonias que
Miércoles, 25 de junio, partió della el sacerdote hacía y las señales de ado-
274 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
jos <}ue el Almirante padeció en es tas penas e peligros, que no hay día que
tos descubrimientos, y después, cuando no vea que llegamos todos a dar por tra
pensaba que había servido y que podía gada nuestra muerte”.
descansar en la tierra o en alguna par Con estos peligros y aflicciones con
te o rincón, de los reinos que había des tinos, llegó al cabo que llamó al princi
cubierto, muy mayores angustias y tor pio Cabo de Cruz, a 18 de julio a
mentos de espíritu, como se verá, se le donde los indios le hicieron muy buen
ofrecieron; de tal manera que toda su rescibimiento y luego le trujeron de
vida fue como un luengo martirio. De su pan cazabí y pescado y frutas de la
donde ios hombres, si quisieren, cog- tierra y de todo lo que tenía[n], con
noscerán cuán poco fructo y cuán poco grande alegría y placer, donde holga
descanso se halla, y puesto que alguno ron y descansaron dos o tres días.
parezca hallarse, cuán poco dura el Y martes, 22 de julio, aunque siem
placer dél en estos bienes terrenos, pre con vientos contrarios, que no le
mándanos y temporales, si dentro del dejaron volver su camino derecho para
espíritu no se " negocia y conversa el la Española, dio la vuelta sobre la isla
ániraa con Dios. Y porque aún resta de Jamaica. Siguió la costa della por el
ban al Almirante otros pocos de más Occidente abajo, yendo mirando y ala
amargos y peligrosos trabajos, antes bando a Dios todos de ver tanta frescu
que llegase a la Española, donde pen ra y tan hermosa y felice tierra. Vían
saba tm poquillo descansar, contare toda la costa y tierra llena de pueblos
mos agora lo que, más que lo pasado, y los puertos bonísimos de legua a le
duro y angustioso le sucedió. gua. Seguían los navios infinitos indios
Salido de aquel lugar donde aquel en sus canoas, trayéndoles y * sirvién
viejo indio le habló, parecía que todos doles con muchas cosas de comer,
los vientos y aguas se habían concor como si fueran todos sus padres y ellos
dado para le fatigar y añidir angustias hijos. Dice el Almirante que juzgaba
sobre angustias, penas sobre penas y la gente ser muy mejores aquellos man
sobresaltos a sobresaltos, porque no tu tenimientos que cuantos hasta allí ha
viese tiempo ni sazón para poder reso bían visto. Pero cada tarde Ies sucedían
llar. Entre muchos que padeció, vino los sobresaltos y penas de los aguaceros.
8obíe él un tan súbito y tan horrible y Echábalo el Almirante a las muchas ar
peligroso aguacero, que le hizo poner boledas y no hay duda dello; y dice
el bordo debajo del agua, y con gran que a los principios así acaecía en las
dificultad y que pareció sólo socorro de islas de Canaria y de la Madera y de
Dios, poder amainar las velas, y, jun los Azores, pero después que fueron
tamente, con las más pesadas anclas sur desmontadas y las humidades enjutas y
gir. Entrábales mucha agua por el plan, consumidas, cesaron en mucha parte los
que es lo más bajo de la nao, que acre aguaceros, y desto en esta isla Española
centaba sus peligros, y apenas los ma tenemos larga experiencia. Encarecida
rineros podían vencerla con la bomba, mente loaba el Almirante la hermosura
porque allende que andaban todos muy y fertilidad y frutas y lo demás que
cansados de los continuos trabajos, fal traían los indios para comer y la mu
tábales la comida, que no comían sino chedumbre de pueblos de la isla de Ja
una libra de podrido bizcocho y on maica, diciendo que ninguna otra se le
cuartillo de vino o de su brebaje, si no igualaba de las que hasta entonces ha
era cuando algún pescado acaso toma bía visto. Vido una bahía muv hermo
ban; esta era necesidad grande que pa sa con siete isletas a la ribera de la
decían, y muy mayor la del Almirante, mar, y que tenía la isla tierra altísima,
sobre quien la de los otros y la suya que le parecía que excedía la media
cargaba. Désta dice él mismo en lo que región del aire, donde se congelan las
egcribió a los Reves desta navegación, impresiones. Toda la tierra muy pobla-
estas palabras: “Yo estoy también a la
wesma razón, plega a Nuestro Señor indios 2 De 1« roansefJumbr© y liberalíjad de lo*
.—N o ta a l m areen , d e tetra d e t a s C a sa s.
que sea para sns servicio, porque, por lo 5 De la bondad y humanidad de loa indios.
que a mí toca, no me pornía más a tan N o ta a l m argen , d e tetra d e t a s C a sa s.
276 f'RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
da por todas partes. Juzgaba que bo- rra; y es tierra hermosísima. Vinieron
jaba ochocientas millas, pero después los indios de por allí en sus canoas y
que la vido bien a otro viaje, declaró dijeron que habían venido allí de log
que terna de largo cincuenta leguas y cristianos de la Isabela y que todos es
de ancho veinte. Mucho quisiera des taban buenos, de lo cual el Almirante
cubrirla y verla más, según le parecía rescíbió gran gozo y consolación. Pasa-
tan bien, sino por la falta de ios basti do del paraje del río de Haina, que
mentos y la mucha agua que ios navios está tres leguas de Sancto Domingo, y
hacían. por ventura fué allí cerca, mandó echar
Hízole buen tiempo y volvió hacia el nueve hombres en tierra que alrevasen
Leste, camino desta isla Española, mar (isc) a la Isabela, que está derechamen
tes, 19 de agosto, y la postrera tierra te de aquella costa Norte-Sur, para que
della, que fue un cabo que se mira con diesen nuevas de cómo venía bueno v
esta isla, le puso nombre el Cabo del de su compañía. De allí pasó adelante,
Farol. todavía por el camino del Leste o
Y miércoles, 20 de agosto, vido el Oriente, y parecía por allí una gran
cabo o punta occidental desta isla h.s- población, hacia la cual envió las barcas
panola, al cual puso nombre Cabo de por agua, y salieron los indios contra
San Miguel, que agora se llama el Cabo los cristianos con sus armas de arcos v
o Punta del Tiburón; dista de la pun flechas herboladas con hierba ponzo
ta oriental de Jamaica 30 ó 25 leguas. ñosa; traían también unas cuerdas, ha
Sábado, 23 de agosto, vino a los na ciendo ademanes que los habían de alar
vios un señor o cacique de aquella tie con ellas. Y por esto creo, cierto, que
rra, nombrado “ Almirante, Almiran esta tierra era la provincia de Higuev,
te” , y otras palabras, de donde coligió porque la gente della era más belicosa
el Almirante que auuella tierra que lla y tenía de la dicha hierba, y lambifhi
mó Cabo de San Miguel debía ser toda por la distancia que había andado y el
una con esta isla, porque basta enton paraje donde estaba. Pero llegadas (as
ces no sabía que fuese esta isla Es barcas a tierra, dejaron los indios todas
pañola. las armas, y vinieron muy pacíficos a
En fin deste mes de agosto fué a sur traer agua y pan y de todo lo que te
gir a una isleta que está junto a esta nían, preguntando que si venía allí el
isla, que parece desde la mar como vela, Almirante. Es de creer que salieron con
porque es alta, y llamóla el Almirante armas creyendo que fuese otra gente
Alto Velo, y dista de la isleta Beata, extraña y no cristianos; pero, después
que así se llama, doce leguas. Mandó de cognoscido que era el Almirante y
subir eu lo alto de aquella isleta para gente suya, tornaron a obras de paz y
descubrir los otros dos navios que se amistad.
le habían perdido de vista, v volvién
dose los marineros a embarcar, mataron
odio lobos marinos que dormían en el
arena descuidados, y muchas aves, por CAPITULO XCVIII
que no huían de la gente por no estar
poblada, y así esperaban qxie las toma De allí pasamos adelante la costa del
sen o matasen. Leste arriba, y ocurrióles, según dice
Esperó allí a los otros dos navios, los el Almirante, un pece admirable, tan
cuales, a cabo de seis días, vinieron, y grande como una ballena mediana; te
lodos juntos los navios, fueron a la Bea nía en el pescuezo una concha grande
ta isleta, y de allí, costeando, pasaron como una tortuga, que es poco me
hasta llegar [a] una ribera que tenía nos, como arriba se dijo, que un adara-
una muy hermosa vega toda llena de ga; la cabeza dél, y que tenía de fuera,
pueblos V tan espesos, que parecían to era tan disforme, que poco menos gran
dos ser uno, y esta tierra debía ser la de era que una pipa o bota; la co a
que agora llaman de Catalina, por una como de atún y muy crecida; y con dos
cacica o señora, que después cognoscie- alas muv grandes a los costados. Cognos
ron los cristianos, señora de aquella tie ció el Almirante, por aparecer este pece
HISTORIA DE LAS INDIAS 277
por otras señales del cielo, que el melones de España tan grandes como
tiempo quería hacer mudanza, por lo botijas de las de media arroba de
cual trabajó de buscar algún puerto aceite y finísimos; cierto, son cosa de
para surgir y estar seguro si tormenta ver y mejores de gustar. De donde pa
¡e recreciese. Y plugo a Dios que alcan rece que es grande la humidad que cau
zó a tomar una isleta que los indios lla san aquellas peñas que tienen cerca
maban Adamaney, que agora llamamos da aquella tierra colorada, y, por con
la Saona, el cual nombre creo que le siguiente, que la hacen ser tan fértil.
puso el mismo Almirante o su hermano Desto dejimos arriba, cap. [98], ha
el Adelantado. Esta isleta hace un es blando de la provincia de Higuey.
trecho de obra de una legua o poco más,
entre ella y esta isla Española, y paré-
ceine, si no me he olvidado, que dura CAPITULO XCIX
rá en luengo este estrecho dos leguas,
porque he estado yo en él, aunque ha Dice el Almirante en una carta que
muchos años. Allí entró, ya con recia escribió a los Reyes, que traía propó
tormenta, él solo, y surgió a 15 de se sito deste viaje ir a las islas de los ca
tiembre; los otros dos navios no pudie níbales para las destruir; pero como
ron entrar, y por eso pasaron harto pe habían sido tan grandes y tan continos
ligro y trabajo. Aquella noche vido el los trabajos y vigilias, de noche y de
Almirante eclipsi de la luna, y afirma día, sin una hora de descanso, que ha
que bobo diferencia de allí hasta Cáliz bía padecido en este descubrimiento de
cinco horas y veinte y tres minutos, por Cuba y Jamaica, y rodear esta Españo
lo cual decía que duró tanto el tempo la hasta llegar a esta isleta de la Mona,
ral recio o la tormenta dicha. en especial cuando andaba entre las
Estuvo en aquel puerto, por la tor muchas isletas y bajos cercanas a Cuba,
menta, siete o ocho días, dentro de los que nombró el Jardín de la Reina,
cuales entraron los otros dos navios, y dondo anduvo treinta y dos días sin
a 24 de setiembre partieron juntos y dormir sueño, que salido de la Mona, y
llegaron al cabo desta isla Española que ya que llegaba cerca de la isla de San
agora se llama el Cabo del Engaño, y Juan, súbitamente le dió una modorra
el Almirante en su primer viaje le puso pestilencial, que totalmente le quitó el
nombre el Cabo de San Rafael, como uso de los sentidos y todas las fuerzas,
arriba se dijo. De allí llegaron a una y quedó como muerto, y no pensaron
ideta que está cerca desta isla diez le que un día durara. Por esta causa los
guas, y ocho de la isla de San Juan, que marineros, con cuanta diligencia pudie
llamaban los indios, a lo que creo, la ron, dejaron el camino que llevaba o
Mona, y así se llama hoy la isla de la quería llevar el Almirante, y con todos
Mona ^ Será de hasta seis leguas en tres navios lo llevaron a la Isabela, don
circuito; es toda peñas, y en las peñas de llegó a 29 días de setiembre del mis
tiene unos hoyos con tierra bermeja, mo año 1494.
y en estos hoyos se hacen las raíces de Lo que aquí dice el Almirante que
yuca y ajes, de que se hace el pan ca- iba por destruir las islas de los caníba
cazabí, tan gruesa, que cuan grande y les, que eran de los que había fama que
capaz es el hoyo, tan grande es el aje comían carne humana, por ventura no
o la yuca, por manera que, partido por aplacía a Dios que los había criado y
medio, acaece ser la mitad o poco más, con su sangre redemido, porque ir a
®atga de un indio. Rácense también los destruillos no era el remedio que Dios
pretendía para salvallos, los que con el
tiempo, por medio de la predicación de
K u puso el Almirante aquel nom- la fe y con industrias humanas, como
r* Wona, por una isla que está cerca de In-
tiene el mismo nombre, de la se tienen y saben tener muchas para
fual nace mención Plinio, libro 4.°, cap. 16, alcanzar las cosas temporales, pudie
n César, en sus C o m e n ta rio s, libro 5.®, ran ser reducidos a tal vida, que pu
e beüo G a llico , y Cornelio Tácito, libro 14, dieran algunos dellos ser salvos. ¿Quién
PaRina 320, et in V ita A g r ic o le , pág. 693.—
ota al m argen , d e le tra d e L a s C a sa s. duda que dellos no tenga Dios algunos
30
278 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y quizá muchos predestinados? Así que feroz, extraña y tan pesada y de quien
por ventura por esta razón quiso Dios, tan malos principios comenzaban a ver
con esta enfermedad, estorballo, y por y agravios a recebir, lo cual era señal
ventura está errada la letra, que por harto evidente dei perjuicio que a sus
descubrir dijo el que la escribió des reinos y libertad y vidas se les podía
truir, Lo cual parece tener semejanza recrecer.
de verdad, porque no venía la gente ni Que fuesen gentes sabias y prudentes
el en disposición de destruir a nadie, los indios vecinos y moradores désta
por flaco que fuese, sino para des isla, parece por lo que el mismo Almi
cansar. rante dellos testifica en una carta que
escribió a los Reyes, donde dice así:
CAPITULO C “Porque era de creer (dice él) que esta
gente trabajaría de se volver a su liber
Llegado a la Isabela de la manera di tad primera, y que bien que ellos sean
cha, estuvo cinco meses muy malo, y al desnudos de ropa, que en saber, sin le
cabo dellos dióle Nuestro Señor salud, tras, ninguna otra generación no les al
porque aún le quedaba mucho que ha canza.” Estas son palabras del Almi
cer por medio dél, y también porque rante.
aun con muchas más angustias y tribu Así que, como dejase proveídas Jas
laciones había de ser ejercitado y personas de Consejo el Almirante, al
golpeado, cuando creyó que de sus tiempo que para el dicho descubrimien
tantos y tales trabajos con descanso ha to iba hacer, de suso en el cap. [94]
bía de gozar y reposar. dichas, y a mosén Pedro Margarite
Dos cosas halló, de que llegó, nuevas, por capitán generé de los cuatrocientos
que le causaron diversas afecciones en hombres, para que anduviese por la
su ánimo: la una, que era venido su tierra y sojuzgase las gentes de la isla,
hermano, D. Bartolomé Colón, con el Almirante partido, fuése a la Vega
quien recibió grande alegría, y la otra, Real con ella, que está de la Isabela
que la tierra estaba toda alborotada, dos jomadas pequeñas, que son obra
espantada y puesta en horror y odio y de diez leguas; como estuviese plenísi
en armas contra los cristianos, por las ma de innumerables gentes, pueblos y
violencias y vejaciones y robos que ha grandes señores en ella, y la tierra,
bían dellos rescebido, después de ha como en el [90] cap. se dijo, fuese fe
berse partido el Almirante para este licísima y delectabilisima y la gente sin
descubrimiento de Cuba y Jamaica. armas y de su naturaleza mansísima y
Por manera que se le aguó bien el ale humilde, diéronse muy de rondón a la
gría que había rescebido con la venida vida que suelen tener los hombres ocio
de D. Bartolomé, su hermano. sos y que hallan materia copiosa y sin
La causa del alborotamiento y espan resistencia de sensuales deleites, no te
to de todas las gentes de la ida, bien niendo freno de razón ni de ley viva o
pudiera bastar la justicia e injusticia muerta, que a tanta libertad absoluta
que había hecho Hojeda el año pasado, como gozaban, orden ni límites les pu
como se contó arriba en el cap. 93, siese. Y, porque los indios comúnmen
como quiera que por aquel agravio y pri te no trabajaban ni querían tener más
sión de los caciques que allí se prendie comida de la que habían para sí e para
ron y trajeron a la Isabela y que el Al sus casas menester (como la tierra para
mirante quería justiciar y que al cabo, sus mantenimientos fuese fértilísima,
con dificultad, por ruego del otro caci que con poco trabajo donde quiera te
que, bobo de soltar, pudieran todos los nían cnanto al pan complido, y cuanto
demás cognoscer o adevinar lo que a a la carne cabe casa, como en corral
lodos, el tiempo andando, les podía y habían las hutías o conejos, y del pes
había de venir; por lo cual, cuanto más cado llenos los ríos), y uno de los es-
prudentes gentes fueran, tanto mayor nañoles comía más en un día que toda
diligencia y solicitud y con mayor tí la casa de un vecino en un mes (¿qué
tulo de justicia pudieran y debieran po harían cuatrocientos?); pormie no sólo
ner en no sufrir en sus tierras gente tan se contentaban ni se contentan [con]
HISTORIA DE LAS INDIAS 279
tener lo necesario, pero mucho sobra caballos, que era lo principal que los
do, Y mucho que echan sin por qué ni hacía temblar, no se atrevían ni cura
para qué a perder, y sobre que los in ban de resistirles ni ponerse en armas
dios cumpliesen con ellos a su voluntad para se vengar.
jo que les pedían, sobraban amenazas Y porque a los que no andan en el
y no faltaban bofetadas y palos, no sólo camino de Dios no les han de fallar
a la gente común, pero también a los ocasiones, por el mismo juicio divino,
hombres nobles y principales que lla que son ofendículos en que cayan, o
maban nitainos, hasta llegar también de pecados, porque un peca<lo permite
a poner amenazas y hacer grandes des Dios que se incurra en pena de otro pe
acatos a los señores y reyes, parecióles cado, o de penas corporales o tempora
que aquella gente no había nascido sino les, lo cual todo es pena por las ofen
para comer, y que en su tierra no de sas que se hacen a Dios, y así paguen
bían tener mantenimientos, y por sal aun en esta vida, o para purgar en ella
var las vidas se vinieron a estas islas a los crimines o para comenzar a penar
se socorrer. Allende sentirlos por into lo que se ha de penar para siempre, en
lerables, terribles, feroces, crueles y de este tiempo comenzó a tener mosén Pe
toda razón ajenos. dro Margarite sus pundonores y a se
Esto fue lo primero por que comen desgraciar con los del Consejo, que el
zaron a sentir los indios la conversación Almirante para gobernar dejó, o por
de los cristianos serles horrible, convie que no quería ser mandado dellos o
ne a saber, maltra[ta]llos y angustiallos porque los quería mandar o porque le
por comelles y deslruilles los basti reprendían lo que hacía y consentía ha
mentos. cer contra los indios o porque se estaba
Y porque no para ni sosiega el vicio quedo, no andando por la isla seño
y pecado en sola la comida, porque reándola como el Almirante le había
con ella, faltando templanza y temor y dejado mandado por su instrucción.
amor de Dios, se derrueca y va a parar Esta discordia fue causa de otros mayo
a los otros sensuales vicios y más inju res daños, y de gran parte, o de la ma
riosos, por ende, lo segundo con que yor, de la sedición y despoblación des-
mostraron los cristianos quién eran a ta isla que después se siguió.
los indios fue tomarles las mujeres y Y porque se había desmesurado en
las hijas por fuerza, sin haber respeto cartas contra los que gobernaban y mos
ni consideración a persona, ni a digni trado quizá otras insolencias y cometi
dad, ni a estado, ni a vínculo de matri do defectos dignos de reprensión, veni
monio, ni a especie diversa con que la dos ciertos navios de Castilla, que creo
honestidad se podía violar, sino sola que fueron los tres que trujo el dicho
mente a quien mejor le pareciese y más Adelantado, por no esperar al Almiran
parte tuviese de hermosura; tomában te, dejó la gente que tenía consigo, que
les también los hijos para se servir, y eran los cuatrocientos hombres, y vié-
todas las personas que sentían haber nese a la Isabela para se embarcar, y
menester, teniéndolas siempre consigo. con él también se determinó de ir el
Viendo los indios tantos males, inju padre fray Buil, que era uno de los del
rias y vejaciones sobre sí, no sufribles, Consejo, y otros muchos, y ciertos re
haciendo tanto buen acogimiento y ser ligiosos con ellos; no sé si fueron los
vicios a los cristianos y recibiendo de- que arriba dije que eran borgoñones,
llos obras de tan mal agradecimiento y y pudíéralo yo bien saber dellos mis
galardón y, sobre todo, los señores y mos, pero no miré entonces en ello.
caciques verse afrentados y menospre Los cuales, llegados a la corte, pusieron
ciados y con doblado dolor y angustia en mucho abatimiento e infamia las co
de ver padecer sus súbditos y vasallos sas destas Indias, publicando que oo
tan desaforados agravios e injusticias y había oro ni cosa de que se pudiese
no los poder remediar, dellos se iban sacar provecho alguno, y que todo era
y absentaban, escondiéndose por no ver burla cuanto el Almirante decía.
lo que pasaba, dellos disimulaban, por Viéndose la gente sin el capitán mo
que por la mucha gente cristiana y los sén Pedro, desparciéronse todos entre
280 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
los indios, entrándose la tierra dentro naturales desta isla en cualquiera parte
de dos en dos y de tres en tres, y no que estaban o por dondequiera que an-
porque fuesen pocos dejaban de come daban, derramáronse por todos loe reJ
ter las fuerzas e insultos [y] agravios en nos, provincias, lugares y rincones des^
los indios que cuando estaban juntos ta isla tan horribles y espantosas nue-
cometían. vas de la severidad y aspereza, inqnie.
Viendo los indios crecer sus agravios, tud e injusticia de aquella gente recién
daños y sinjusticias, y que no tenían re venida, que se llamaban cristianos, que
medio para los atajar, comenzaron a toda la multitud de la gente común
tomar por sí la venganza y hacer justi temblaba, y sin vellos los aborrecía y
cia los reyes y caciques, cada uno en deseaba nunca vellos ni oillos, mayor,
su tierra y destritó, como les competie mente los cuatro reyes, Guariones
se de derecho natural y derecho de las Caonabo, Behechio y Higuanamá, con
gentes, confirmado, cierto, por el divi todos los otros infínitos reyes o señores
no, la jurisdicción; y así mandaban ma menores que a aquéllos seguían y obe
tar a cuantos cristianos pudiesen, como decían, deseaban echallos desta tierra
a malhechores nocivos a sus vasallos y y por la muerte sacallos del mundo.
turbadores de sus repúblicas. Conside Sólo Guacanagarí, el rey del Marien,
re aquí el prudente lector si aquellos donde vino a perder la nao el Almiran
reyes y señores, siendo señores y te te el primer viaje y dejó la fortaleza y
niendo verdadera jurisdicción, como lugar que llamó la Navidad, nunca hizo
sin duda, como dije, de derecho natu cosa penosa a los cristianos, antes en
ral y de las gentes y confirmada por el todo este tiempo tuvo cien cristianos
divino les competía, hacían lo que de manteniéndolos en su tierra, como sí
bían a buenos y rectos jueces y señores, cada uno fuera su hijo o su padre, su
mandando hacer justicia de gente que friéndoles sus injusticias y fealdades, o
tantos daños'y afrentas y fuerzas y tur porque su bondad y virtud era incom
baciones Ies causaba, y de su paz y so parable (como parece por el acogimien
siego y libertad eran usurpadores. ¿Qué to y obras que hizo el dicho primer via
gente, por bárbara o por mansa y pa je al Almirante y a los cristianos), o
ciente, o por mejor decir, bestial, en el porque quizá era de ánimo flaco y co
mundo fuera que lo mismo no hiciera? barde, que no se atrevía a resistir ia
Así que, por esta razón, un cacique ferocidad de los cristianos; pero, cierto,
que se llamaba Guatiguaná, cuyo pue de creer es que vivía harto amargo y
blo era grande, puesto a la ribera del que de contino sus aflicciones y de sus
río poderoso Yaquí, e por ser graciosísi vallaso gemía y las lloraba.
mo asiento, hizo el Almirante hacer
cerca o junto dél una fortaleza que lla
mó la Magdalena, y estaba diez o doce CAPITULO CI
leguas de donde fue y es agora asenta
da la villa de Santiago, mandó matar Tornando a la venida de don Barto
diez cristianos que pudo haber y envió lomé Colón, hermano del Almirante, va
secretamente a poner fuego a una casa dijimos mucho arriba, en el cap. [29],
de paja donde había ciertos enfermos. cómo cuando el Almirante determinó de
En otras partes de la isla mandaron ma buscar un rey cristiano que le favore
tar otros caciques hasta seis o ciete cris ciese y ayudase para el descubritmen-
tianos que se habían derramado, por to que entendía hacer, envió a su her
los robos y fuerzas que les hacían. Por mano Bartolomé Colón, que fuese por
estas obras excesivas y tan contra razón su parte a proponer su demanda al rey
natural y derecho de las gentes (que Enrico, que entonces reinaba en la ida
naturalmeiite dicta a todos que vivan de Inglaterra, el cual, por los naufra
en paz, y a poseer sin daño ni turba gios e infortunios y tribulaciones
ción sus tierras y casas, y haciendas su le ocurrieron, no pudo llegar allá sino
yas, nocas o muchas, y que nadie les después de muchos años, dentro de os
haga fuerza, injuria, ni otro algún mal), cuales el Almirante (aunque lampi^
que hacían los cristianos a los vecinos gastó años muchos estando siete en *
1
HISTOKIA D E LAS INDIAS 281
<iorte) fué acogido, favorecido y despa sigo a dos hijos que tenía el Almirante:
chado de los Reyes Católicos, y des D. Diego Colón, el mayor, y que le su
cubrió estas ladias, y después tornó con cedió en el estado y fué el segundo Al
lo9 diecisiete navios a poblar, que es mirante de las Indias, y a D. Hernan
del negocio que agora tractamos. do Colón, hijo menor, para que fuesen
Propuesta, pues, su empresa, Barto a servir al príncipe D. Juan, de pajes,
lomé Colón, ante el rey de Inglaterra, porque asi le había hecho merced la
no sabemos qué repulsas o contrarios Reina al Almirante.
tuvo o cuánto tiempo tardó en su des Llegado a hesar las Uianos a los Reyes
pacho después que lo comenzó (puesto Bartolomé Colón con los sobrinos, y
que nos vimos en tiempo con don Bar ofrecidos todos a su servicio, rescibié-
tolomé Colón, que si nos ocurriera ronlo los Católicos Reyes con mucha
pensar escrebir esta Historia lo pudié alegría y benignidad; llamáronle luego
ramos bien saber), mas de que al ün D. Bartolomé y mandaron que fuese a
el rey se lo admitió y capituló con éU servilles ayudando al Almirante, su her
según de ambas partes se concertaron. mano; para lo cual le mandaron apa
Viniendo, pues, para Castilla en busca rejar tres navios con bastimentos y re
de su hermano D. Cristóbal Colón, caudo para engrosar las provisiones que
que ya era Almirante y él no lo sabia habían dado al Almirante, su hermano.
(porque, cierto, debía el Almirante de A los niños mandaron los Reyes que sir
tenello por muerto, pues en los siete viese al príncipe D. Juan, de pajes.
años no había sabido dél, o por sus en Llegó a esta isla Española en 14 días
fermedades o porque por sus infortu- de abril del año de 1494.
nioa no había todo aquel tiempo podi Así que, convalecido ya el Almirante
do ir a Inglaterra), viniendo por París, de su gravísima enfermedad, y consola
como ya estuviese tendida la fama de do mucho con la venida de su hermano
haberse descubierto este Nuevo Mundo, D .. Bartolomé Colón, acordó como vi-
el mismo rey de Francia Charles o Car sorrey, pareciéndole tener autoridad
los, el que decían el Cabezudo, le dijo para ello, de criallo e investillo de la
cómo su hermano había descubierto dignidad u oficio real de Adelantado
unas grandes tierras que se decían las de las Indias, como él lo era Almirante.
Indias.' Y porque los reyes saben pri Pero los Reyes, sabido, no lo aproba
mero las nuevas que otros, pudo haber ron, dando a entender al Almirante no
sido que el mismo rey de Inglaterra lo pertenecer al oficio de visorrey criar
debía también saber y no lo quiso decir tal dignidad, sino a solos los Reyes; pero
si dicho Bartolomé Colón, o por lo por hacer a ambos merced, Sus Altezas,
atraer a sí, y él atrajese al Almirante, por sus cartas reales, lo intitularon, de
su hermano, para su servicio, o por dar las Indias, Adelantado, y hasta que mu
a entender que para aceptar tan sumo rió por .tal fué tenido y nombrado. La
e tan incierto negocio no le faltaba provisión real de la ' institución desta
magnanimidad. Besando las manos Bar dignidad de Adelantado, concedida por
tolomé Colón al rey de Francia por las los Reyes al dicho Bartolomé Colón,
buenas nuevas que le plugo dar, el rey se hizo en Medina del Campo, a 22 días
le mandó dar cien escudos para ayuda del mes de julio de 1497 años, en tenor
a su camino. de la cual quizá pornemos abajo.
Oído que su hermano había descu Era persona de muy buena disposi
bierto las tierras que buscaban, dióse ción, alto de cuerpo, aunque no tanto
priesa crevendo de lo alcanzar, pero no como el Almirante, de buen gesto, pues
pudo, porque el Almirante ya era par to que algo severo, de buenas fuerzas
tido con sus diez y siete navios; halló y muy esforzado, muy sabio y pruden
emnero una instrucción que le dejaba te y regatado y de mucha experiencia
Almirante para si en algim tiempo y general en todo negocio; gran mari
partoloTué Colón pareciera. Vista esta nero, y creo, por los libros y cartas de
itiBtrucQÍón, partióse de Sevilla para la marear glosados y notados de su letra,
corte, estaba en Valladolid, por el que debían ser suyos o del Almirante,
pnncipio del año de 1494, y llevó con que era en aquella facultad tan docto.
282 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
ran de mil los que, por uno, desbarri sobre los cristianos, y que le traían un
gaban y mataban, y sin que alguno presente de su parte, que llamaban tu
matasen, como después, inhumanamen rey de Vizcaya. Oído que le traían
te, yo vide muchas veces. turey, alegróse mucho, mayormente que
Por ventura, poco antes de lo dicho, como tenía nueva de una campana que
fué Alonso de Hojeda, de quien arriba estaba en la iglesia de la Isabela, y le de
en el cap. 88 hecimos mención, y si a cían los indios que la habían visto que
Dios pluguiere, haremos adelante más un turey que tenían los cristianos ha
larga, enviado por el Almirante disimu blaba, estimando que cuando tañían a
ladamente con nueve cristianos, él solo misa y se allegaban todos los cristianos
a caballo, para visitar de su parte al a la iglesia por el sonido della, que por
rey Caonabo, de quien arriba dejimos que ia entendían hablaba; y por esto
ser muy gran señor y muy más esfor deseábala mucho ver, y porque se la
zado que otro alguno desta isla, y a ro- trujesen a su casa la había algunas ve
galle que lo fuese a ver a la Isabela, y ces, según se dijo, enviado al Almiran
si pudiese, prendello con un ardid que te a pedir. Así que holgó que Hojeda
había pensado. Porque a este rey o ca entrase adonde él estaba; y díjose que
cique temía más que a otro de la isla Hojeda se hincó de rodillas y le besó
el Almirante y los cristianos, porque Jas manos, y dijo » los compañeros:
tenía nuevas que trabajaba de mostrar “ Haced todos como yo.” Hízole enten
su valor y estado, en guerras y fuera der que le traía turey de Vizcaya y mos
dellas, preciándose de que se viese y tróle los grillos y esposas muy lucias y
estimase su majestad y autoridad real como plateadas, y, por señas y algunas
en obras y palabras y gravedad,* y ayu palabras que ya el Hojeda entendía,
dábale a esto tener dos o tres hermanos, hízole entender que aquel turey había
muy valientes hombres, y mucha gente venido del cielo y tenía gran virtud se
que lo corroboraba, por manera que, creta y que los guamiquinas o reyes
por guerra, no se pensaba poderlo tan de Castilla se ponían aquello por gran
aína sojuzgar. El ardid fué aqueste: joya cuando hacían areitos, que eran
que como los indios llamasen al latón bailes, y festejaban. Y suplicóle que
nuestro, turey, e a los otros metales fuese al río a holgarse y a lavarse, que
que habíamos traído de Castilla, por la era cosa que mucho usaban (y estaría
gran estima que dello tenían como cosa del pueblo media legua o más por ven
venida del cielo, porque llamaban tu tura, y era muy grande y gracioso, lla
rey al rielo, y así hacían joyas dellos, mado Yaquí, porque nasce de una sie
en especial del latón, llevo el dicho rra con el otro que dejimos arriba, que
Alonso de Hojeda unos grillos y unas sale a Monte Christi, e el Almirante le
esposas muy bien hechos, sotiles y del puso el Río del Oro), y que allí se los
gados y muy bruñidos y acicalados, en pondría donde los había de traer, y que
lu p r de presente que le enviaba el Al después vernía caballero en el caballo
mirante, dicxéndole que era turey de y parecería ante sus vasallos como los
Vizcaya, como si dijera cosa muy pre reyes o guamiquinas de Castilla. Deter
ciosa venida del cielo, que se llama minó de lo hacer un día, y fuese con
turey de Vizcaya. algunos criados de su casa y poca gente
Llegado Hojeda a la tierra y pueblo al río, harto descuidado y sin temor
del rey Caonabo, que se decía la Ma- que nueve cristianos o diez le podían
guana, y estaría de la Isabela obra de hacer mal, estando en su tierra, donde
sesenta leguas o setenta, apeado de su tenía tanto poder y vasallos. Después
caballo y espantados todos los indios de de se haber lavado y refrescado, quiso,
lo ver, porque al principio pensaban muy cudicioso, de ver su presente de
que era hombre y caballo todo un ani turey de Vizcaya y probar su virtud, y
mal, diieron a Caonabo cómo eran ve así Hojeda hace que se aparten los que
nidos allí cristianos que enviaba el Al con él habían venido un poco, y sube
mirante, guamiqqxina de los cristianos, sobre su caballo, y al rey pónenle
que quería decir el señor o el que es sobre las ancas, y allí échanle los
l
HISTORIA DE LAS INDUS 28S
grillos y las esposas los cristianos con De otra manera cuenta esto Pedro
gran placer y alegría, y da una o dos Mártir en la primera de sus Décadas:
vueltas cerca de donde estaban por disi que el Almirante envió a Hojeda sola
mular, y da la vuelta, los nueve cristia mente a rogalle que lo fuese a ver, y
nos juntos con él, al camino de la Isa que determinó de irlo a ver con mu
bela, como [que] se paseaban para vol cha gente armada, para si pudiera ma
ver, y poco a poco, alejándose, hasta tarlo con todos los cristianos, y que le
que los indios que lo miraban de le amenaza Hojeda para provocarlo a que
jos, porque siempre huían de estar cer lo fuese a ver, con decirle que si no te
ca del caballo, lo perdieron de vista; y nía amistad con el Almirante, que por
así Ies dió cantonada y la burla pasó a guerra él y los suyos serían muertos y
las veras. Sacan los cristianos las espa destruidos. Estas no son palabras que
das, acometen a le matar, si no calla y sufriera Caonabo, según era gran señor
está quedo a que lo aten bien al Hoje- y esforzado, y no había experimentado
da con buenas cuerdas que llevaban y las fuerzas y lanzas y espadas de los es
con toda la priesa que se podrá bien | pañoles. Y al cabo dice Pedro Mártir
creer, dello por camino, dello por las que, yendo con su gente armado, en el
montañas, fuera dél, hasta que después camino Hojeda le prendió y llevó al
de muchos trabajos, peligros y ham Almirante. Pero todo esto no tiene ima
bre, llegaron y lo pusieron en la Isabe gen de verdad, por muchas razones que
la, entregándolo al Almirante. de lo susodicho pueden sacarse. Lo que
Desta manera y con esta industria y platicábamos, el tiempo que digo, era
por este ardid del negro turey de Viz que Caonabo respondió a Hojeda:
caya, prendió al gran rey Caonabo, uno “ venga él acá y tráigame la campana o
de los cinco principales reyes y señores turey que habla, que yo no tengo de ir
desta isla, Alonso de Hojeda, según era allá” ; esto concuerda más con la gra
público y notorio, y así se platicaba y vedad y autoridad de Caonabo.
muchas veces como por cosa muy cierta Confírmase lo que yo digo por una
la hablábamos de que yo llegué a esta cosa notable, que por tan cierta como
isla, que sería seis o siete años después la primera se contaba dél, y es ésta:
desto acaecido. Pudieron pasar otras que estando el rey Caonabo preso con
más o menos particularidades, sin las hierros y cadenas en la casa del Almi
que yo aquí cuento, o en otra manera, rante, donde a la entrada della todos
que en el río lo prendiesen y echasen lo vían, porque no era de muchos apo
los grillos y esposas, pero al menos esto sentos, que, cuando entraba el Almiran
escribo como lo sé, y que por cosa cier te, a quien todos acompañaban y reve
ta teníamos en aquel tiempo, que el renciaban, y tenía persona muy autori
Hojeda lo había preso y traído a la Isa zada (como al principio desta Historia
bela con la dicha industria de los gri se di jo), no se movía ni hacía cuenta dél
llos, turey de Vizcaya. Caonabo, pero cuando entraba Hojeda,
Don Hernando dice que cuando salió que tenía chica persona, se levantaba
el Almirante a hacer guerra a la gente a él y lloraba, haciéndole gran reveren
qué estaba junta en la Vega (de que cia, y como algunos españoles le dije
luego se dirá), lo prendió con otros mu sen que por qué hacía aquello siendo el
chos señores caciques, pero yo, por lo Almirante guamiquina y el señor, y Ho
dicho y por otras razones que hay, no jeda súbdito suyo como los otros, res
lo tengo por cierto; y una es que no pondía que el Almirante no había osa
había de venir Caonabo tan lejos de su do ir a su casa a lo prender, sino Ho
tierra, setenta v ochenta leguas, en tie jeda, y por esta causa a sólo Hojeda
rra aiena, de Guarionex, y con grandes debía él esta reverencia y no al Almi
dificultades, a dar guerra a los españo rante. Determinó el Almirante llevarlo
les, no teniendo bestias para traer los a Castilla y con él otros muchos para
bastimentos, cosa muy contraria de la esclavos que hinchiesen los navios, por
costumbre y posibilidad de los indios, lo cual envió ochenta cristianos hacia
al menos los destas islas. Cibao y otras provincias, que tomasen
4^
286 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
por fueza los que pudiesen, y hallo por la gente que él había enviado con
én mis memoriales que trujeron seis Hojeda para vellas o descubrilias, y por
cientos indios, y la noche que llegó a la vista de ojos experimentar que lo ho
Isabela esta cabalgada, teniendo ya em biese en la misma tierra y sacado por
barcado al rey Caonabo en un navio manos dellos. Y porque ya los Reyes
de los que estaban para partir en la por ventura habían mandado aparejar
Isabela, para mostrar Dios la justicia tres navios para que fuesen tras el Al
de 8U prisión y de todos aquellos ino mirante y su flota, por el deseo que
centes, hizo una tan deshecha tormen tenían de saber dél, por temer quizá
ta, que todos los navios que allí esta que el armada que se decía tener el
ban con toda la gente que había en rey de Portogal no hobiese topado con
ellos (salvo los españoles que pudieron él, los cuales tres navios, llegado An
escaparse), y el rey Caonabo cargado toño de Torres, mandaron con muchas
de hierros, se ahogaron y hobieron de cosas de las que el Almirante pidió por
perecer; no supe si habían embarcado sus cartas despacharlos. Y en aques
aquella noche los seiscientos indios. tos creo que vino Bartolomé Colón, por
Vista por los hermanos de Caonabo su que por entonces no habían venido acá
prisión y consideradas las obras que los otros, y eran todos bien contados y de
cristianos en todas las partes donde en seados cada vez que acá venían, como
traban o estaban hacían, y que las se verá. En ellos escribieron los Reyes
mismas, cuando no se catasen, habían al Almirante la presente carta o epís
de padecer, juntaron cuanta gente pu
dieron y determinaron de hacer a los tola ;
íTÍslianos guerra, cuan cruel pudiesen, “ El Rey e la Reina.—Don Cristóbal
para librar su hermano y señor, que ya Colón, nuestro Almirante del m ar Océa
era ahogado, y echallos de la tierra y no y nuestro visorrey e gobernador de
del mundo, si pudiesen hacerlo. las islas nuevamente falladas en las par
Perdidos los navios, que £ué gran an tes de las Indias; Vimos las cartas que
gustia y dolor para el Almirante, dis nos enviastes con Antoño de Torres, con
puso luego de que se hiciesen dos cara las cuales hobímos mucho placer y da
belas, la una de las cuales yo vide, y mos muchas gracias a Nuestro Señor
llamóse la India^ y él, porque era muy Dios, que tan bien lo ha hecho y en
devoto de San Francisco, vistióse de haberos en todo tan bien guiado. Ea
pardo, y yo le vide en Sevilla, al tiem mucho cargo y servicio vos tenemos lo
po que llegó de acá, vestido cuasi como que allá habéis fecho, que no puede ser
fraile de San Francisco. mejor, y asimismo oímos al dicho Anto
ño de Torres y recebimos todo lo que
con él nos enviastes y nos esperábamos
de ver, según la mucha voluntad y afec
CAPITULO CIII ción que de vos se ha cognoscido y cog
nosce en las cosas de nuestro servicio.
En el cual se tracta de la llegada a Castilla, Sed cierto que nos tenemos de vos por
con los doce navios, de Antoño de Torres. mucho servidos y encargados en ello, pa
ra vos hacer mercedes y honra y acre
Llegó a Castilla con sus doce navios centamiento como vuestros grandes ser
Antoño de Torres, con muy buen viaje vicios lo requieren y adeudan. Y porque
y breve, porque salió del puerto de la el dicho Antoño de Torres tardó en ve
Isabela a 2 de hebrero y llegó a Cáliz nir aquí hasta agora y no habíamos vis
cuasi entrante o a los 8 ó 10 de abril. to vuestras cartas, las cuales no nos ha
Rescibieron los Reyes inestimable ale bía enviado por las traer él a m ejor re
gría con la venida de Antoño de Torres, caudo, y por la priesa de la partida
por saber que el Almirante con toda la destos navios que agora van, los cuales^
flota hobiese llegado a esta isla en sal a la hora que lo aquí supimos, lo s man
vamento, y más con las cartas y relación damos despachar con todo recaudo de
del Almirante y el oro que les enviaba, las cosas que de aUá enviastes por me
cogido de las mismas minas de Cibao morial, que cuanto más cumplidamen*
HISTORIA DE LAS INDIAS 287
escribid por nuestro servicio, y enviad por todos sea guardado, así como m
nos todos los más halcones que de allá los capítulos se contiene; y en lo de la
se pudieren enviar y de todas las aves raya o límite que se ha de hacer, por-
que allá hay y se pudieren haber, por que nos parece cosa muy dificultosa y
que querríamos las ver todas. Y cuanto de mucho saber y confianza, querría
a las cosas que nos enviastes por memo mos, si ser pudiese, que vos os halla-
rial que se proviesen y enviasen de acá, sedes en ello y la hiciésedes con los
todas las mandamos proveer, como del otros que por parte del Rey de Porto-
dicho Torres sabréis y veréis por lo gal en ello han de entender, y si hay
que él lleva. Querríamos, si os parece mucha diEcultad en vuestra ida a esto
que así para saber de vos y de toda o podría traer algún inconveniente eu
la gente que allá está, como para que lo que ende estáis, ved si vuestro her
cada día pudiésedes ser proveídos de mano o otro alguno tenéis ende que lo
lo que fuese menester, que cada mes sepan, e informadlos muy bien por es-
viniese una carabela de Sllá, y de acá cripto y por palabra y atm por pin
fuese otra, pues que las cosas de Por- tura y por todas las maneras que mejor
togal están asentadas, y los navios po pudieren ser informados, e enviádnos
drán ir y venir seguramente; veldo, y los acá luego con las primeras carabe
si 08 pareciere que se debe hacer, ha las que vinieren, porque con ellos en
cedlo vos, y escrebidnos la manera que viaremos otros de acá para el tiempo
08 pareciere que se debe enviar de acá, que está asentado; y quier hayáis vos
Y en lo que toca a la forma que allá de ir a esto o no, escrebidnos muy lar
debéis tener con la gente que allá te gamente todo lo que en esto supierdes y
néis, bien nos parece lo que hasta ago a vos pareciere que [se] debe hacer para
ra habéis principiado, y así lo debéis nuestra información y para que todo se
continuar, dándoles el más contenta provea como cumple a nuestro servicio.
miento que ser pueda, pero no dándo Y faced de manera que vuestras cartas
les lugar que excedan en cosa alguna y los que habéis de enviar vengan pres
en las que debieren de hacer e vos les to, porque puedan volver a donde se
mandardes de nuestra parte. Y cuanto ba de hacer la raya antes que se cum
a la población que hecistes, en aquello pla el tiempo que tenemos asentado con
no hay quien pueda dar regla cierta ni el Rey de Portogal, como veréis por la
enmendar cosa alguna desde acá, por capitulación. De Segovia, a 16 de agos
que allá estaríamos presentes y tomaría to de 94 años.—^Yo el Rey.—Yo la Rei
mos vuestro consejo y parecer en ello, na.—Por mandato del Rey e de la Rei
cuanto más en absencia; por eso vos na, Fernand Alvarez.”
lo remetimos. A todas las otras cosas Lo que en esto después se hizo no
contenidas en el memorial que trajo lo pude saber; sólo esto fué cierto, que
el dicho Torres, en las márgenes dél ni el Almirante ni su hermano pudie
va respondido lo que convino que vos ron ir a ello, o por el descubrimiealo
supiésedes la respuesta; aquéllos vos que hizo de Cuba y Jamaica y enferme
remetimos. Y cuanto a las cosas de Por- dad del Almirante y otras adversidades
togal, acá se tomó cierto asiento con sus que luego les vinieron, o porque el tiem
embajadores, que nos parecía que era po del asiento era pasado, y aun creo
más sin inconvenientes, y porque dello que principalmente por lo que se dirá
seáis bien informado largamente, vos en los capítulos siguientes.
enviamos el treslado de los capítulos
que sobre ello se hicieron, y por eso
aquí no conviene alargar en ello, sino CAPITULO CIV ^
que mandamos y encargamos une aque
llo guardéis enteramente e fagáis que El Almirante,, como cada día sentía
toda la tierra ponerse en armas, puesto
que armas de burla en la verdad, y cre-
1 Nota.—Al margm, de letra de Las Casas,
gue subrayó las palabras ‘‘si os parece” en el 1 A este capítulo y a los giguienteaj hasta
texto. el CXXIV, les falta cl Sumario.
HISTORIA DE LAS INDIAS 289
Y es fie saber que los inrlios siempre las mujeres y hacían muchos desagui-
«e engañan, señaladamente los que aún safios y otros mil excesos a los indios,
no tienen experiencia de las fuerzas y y no vían juez que los remediase otro,
esfuerzo y armas de los cristianos, por de ley natural y derecho de las gentes,
que como por sus espías que envían^ sino a sí mismos (cuanto más que ésta
traen por cuenta cuántos son en núme era defensión natural que aun a las bes
ro los cristianos, que es lo primero que tias y a las piedras insensibles es con
hacen, y les traen por granos de maíz, cedida, como prueba Boecio en el li
que son como garbanzos, contados los bro [I] De consolatione^ prosa [4 .*], y
cristianos, y por muchos que sean no lo pudieran hacer, aunque recognoscie-
suben o subían entonces de docientos o ran por superior al Almirante o a otro,
trecientos o cuatrocientos, cuando más, pues él no Jo remediaba), ¿cómo el Al
y caben en el puño estos granos, como mirante pudo en ellos hacer castigo?
ven tan poco número dellos y de sí mis Item, si aun entonces llegaba el Almi
mos son siempre tan innumerables, pa- rante y no lo habían visto en la isla
réceles que no es posible que tan pocos sino solos los diez o doce o quince pue
puedan prevalecer contra tantos; pero blos que estaban en diez y ocho leguas
después, cuando vienen a las manos, del camino que anduvo cuando fue a
cognoscen cuán con riesgo y estrago ver las minas, ni había probado a algu
suyo se engañaron. no por razón natural, ni por escriptura
Aquí es de advertir lo que en su auténtica, ni le podía probar que le
Historia dice don Hernando Colón en eran obligados a obedecer por superior,
este paso, afeando primero la ida de mo- porque ni podía ni la tenía nti tam po
sén Pedro Margante y después las fuer co los entendía ni ellos a él, ¿cómo iba
zas e insultos que hacían en los indios y fue y pudo ir por alguna razón divi
los cristianos por estas palabras : “De la na o humana a castigar la rebelión que
ida de mosén Pedro Margante provino don Hernando dice? Los que no son súb
que cada uno se fuese entre los indios ditos, ¿cómo pueden ser rebeldes? ¿Po
por do quiso, robándoles la hacienda y drá decir por razón el rey de Francia
tomándoles las mujeres y haciéndoles ta a los naturales de Castilla, si haciendo
les desaguisados, que se atrevieron Jos fuerzas y robos, insultos y excesos, usur
indios a tomar venganza en los que to pándoles sus haciendas y tomándoles
maban solos o desmandados; por ma sus mujeres y hijos en sus mismas tie
nera que el cacique de la Magdalena, rras y casas Jos franceses, si volviendo-
llamado Gnatiguana, mató diez cristia por sí e por escaparse de quien tantos
nos”, etc. “Aunque después, vuelto el males vienen a hacerles, podrá, digo,
Almirante se hizo gran castigo, y bien el rey de Francia, con razón decir que
que óí no se pudo haber, fueron presos los españoles le son rebeldes? Creo que
y enviados a Castilla con los cuatro na no confesara esta rebelión Castilla, Lue
vios que llevó Antoño de Torres más go manifiesto es que el Almirante ig
de quinientos esclavos y son sus vasa noró en aquel tiempo y aun mucho des
llos. Asimismo se hizo castigo por otros pués, como parecerá, lo que hacer de
seis o siete, que por otras partes de la bía y a cuánto su poder se extendía,
isla otros caciques habían muerto” . Y y don Hernando Colón estuvo bien re
más aba jo dice don Hernando a sí: “ Los moto del Un, ignorando muy profun
más cristianos cometían mil excesos, damente el derecJio humano y divino,
por lo cual los indios les tenían entra al cual fin el descubrimiento que su
ñable odio y rehusaban de venir a su padre destas tierras lúzo y el estado y
obediencia” , etc. Estas son sus formales oficio (aunque bien trabajado y bien
palabras, y dice más, que después de merecido) que por ello alcanzó y la co
vuelto el Almirante, bizo gran castigo misión y poderes que los Reyes le die
por la muerte de los cristianos y por la ron y todo lo demás, se ordenaba y ha
rebelión que habían hecho. bía de ordenar y enderezar, como me
Sí confiesa don Hernando que los cris dios convinientes, según arriba en el
tianos robaban las haciendas y tomaban capítulo [93] dejimos. Si este fin don
HISTORIA DE LAS INDIAS 291
<ies ni ii cuidados tan importunos, >' tan muchas veces al Almirante que si que
libre Y a quien no debía nada y que se ría que le hiciese un conuco, que era
había de traer y ¡xanar por amor y inan- labranza de pan, para el rey de Cas
Mídumbre y dulzura y blanda conver tilla tan grande que durase o llegase
sación a ia fe y religión cristiana, pero desde la Isabela hasta Sancto Domin
ni aun para crueles turcos y moros y go , que es de mar a mar y hay de ca
que fueran los hunos o los vándalos ^ mino buenas cincuenta y cinco leguas
que nos bobieran despojado de nuestros (y esto era tanto, que se mantuviera,
reinos y tierras y destruido nuestras vi cuanto al pan, diez años toda Castilla),
das, las fuera onerosísimo e imposible que él la haría con su gente, con que no
y en sí ello irracionable y abominable. le pidiese oro, porque sus vasallos eo-
Ordenóse después de hacer una cier gcllo no sabían. Pero el Almirante, con
ta moneda de cobre o de latón en la cual el gran deseo que tenía de dar prove
se hiciese una señal, y ésta se mudase cho a los Reyes para recompensar los
a cada tributo, para que cada indio de grandes gastos que hasta entonces ha
ios tributarios la trújese al cuello, por bían hecho y hacían y eran menester
que se cognosciese quién lo había paga cafla día hacerse en este negocio de las
do y quién no; por manera que el que Indias, y por refrenar los murmurado
no la trújese había de ser castigado, res y personas que estaban cercanos a
aunque <l¡z que moderadamente, por no los Reyes y que siempre desfavorecie
haber pagado el tributo. Pero esta in ron este negocio, que disuadían a Sus
vención, que parece asemejarse a la Altezas que no gastasen, porque era
que hizo, en tiempo de nuestro Reden todo mal empleado y perdido y que no
tor, Octaviano Augusto, no pasó ade habían de sacar fruto dello, y finalmen
lante, por las novedades y turbaciones te daban al negocio cuantos díslavores
que luego sucedieron, con que, para y desvíos podían (no creo sino que con
mostrar Dios haber sido deservido de buena intinción, aunque a lo que sien
tan intempestivas imposiciones, todo lo to con harto poco celo y sin considera
barajó y así las deshizo. ción de lo que los Reyes, aimque no sa
Y es aquí de saber que los indios des- caran provecho alguno, a la conversión
ta isla no tenían industria ni artificio y salud de aquellas ánimas, como cató
alguno para coger el oro en los ríos y licos debían); querer complir el Almi
tierra que lo había, porque no cogían rante con esto temporal, y como hom
ni tenían en su poder más de Jo que en bre extranjero y solo (como él decía,
las veras o riberas de los arroyos o ríos, desfavorecido), y que no parecía de
echando agua con las manos juntas y pender todo su favor sino de las rique
abiertas, de entre la tierra y cascajo, zas que, a los Reyes, deatas tierras les
como acaso se descubría, y esto era muy proviniesen, juntamente con su gran
poquito, como unas hojitas o granitos ceguedad e ignorancia del derecho que
menudos, y granos más grandes que to tuvo, creyendo que por sólo haberlas
paban cuando acaecía. Por lo cual, obJi- descubierto y los Reyes de Castilla en
gallos a dar cada tres meses un casca viarlo a los traer a la fe y religión cris
bel de oro lleno, que cabría por lo me tiana, eran privados de su libertad to
nos tres y cuatro pesos de oro, que va dos, y los reyes y señores de sus digni
lía y vale hoy cada peso cuatrocientos dades y señoríos, y pudiera hacer de-
y cincuenta maravedís, érales del todo líos como si fueran venados o novillos
punto imposible, porque ni en seis ni en dehesas baldías, como, y muy peor,
en ocho meses y hartas veces en un lo hizo, le causó darse más priesa y ex
año, por faltalles la industria, no lo ceder en la desorden que tuvo, que qui
cogían ni por manera alguna cogerlo ni zá tuviera; porque ciertamente él era
allegarlo podían. Por esta razón, el rey cristiano y virtuoso y de muy buenos
Guariones, señor de la gran vega, dijo deseos, según dél los que amaban la
verdad y no tenían pasión o afición a sus
proprios juicios cognoscían. Así que no
* Vuttldalos, en eJ original. curaba de lo que Guariones le impor*
HISTORIA DE LAS INDIAS 293
tunaba y de las labranzas que ofrecía, sufrir y para sufrir. El aviso fue aques
sino del cascabel de oro que impuesto te (aunque les salió al revés de lo que
había. Después, cognosciendo el Almi pensaron), conviene a saber: no sem
rante que los más de los indios en la brar ni hacer labranzas de sus conucos,
verdad no lo podían complir, acordó de para que no se cogiese fruto alguno on
partir por medio el cascabel y que aque la tierra, y ellos recogerse a los montes
lla mitad llena diesen de tributo; algu donde hay ciertas y muchas y buenas
nos lo compilan y otros no les era posi raíces, que se llaman guayaros, buenas
ble, y así, cayendo en más triste vida, de comer, y nascen sin sembrabas, y con
unos se iban a los montes, otros, no la caza de las hutías o conejos, de que
cesando las violencias y agravios e in estaban los montes y los llanos llenos,
jurias en ellos de los cristianos, mata pasar comoquiera su desventurada vi
ban algún cristiano por especiales da da. Aprovechóles poco su ardid, por
ños y tormentos que rescebían, contra que aunque los cristianos, de hambre
los cuales luego se procedía a la ven terrible y de andar a montear y perse
ganza que los cristianos llamaban cas guir los tristes indios, padecieron gran
tigo, con el cual, no solos los matado dísimos trabajos y peligros, pero ni se
res, pero cuantos podían haber en aquel fueron ni se murieron, aunque algunos
pueblo o provincia, con muertes y con morían por las dos dichas causas; un
tormentos se punían, no considerando tes toda la miseria y calamidad bobo
la justicia y razón natural, humana y de caer sobre los mismos indios, por
divina, con cuya autoridad lo hacían. que como anduviesen tan corridos y
perseguidos con sus mujeres y hijos a
cuestas, cansados, molidos, hambrien
tos, no se les dando lugar para cazar o
pescar o buscar su pobre comida, y por
CAPITULO CVI las humidades de los montes y de los
ríos, donde siempre andaban huidos y
Viendo los indios cada día crecer sus se escondían, vino sobre ellos tanta de
no pensadas otras tales calamidades, y enfermedad, muerte y miseria, de que
que hacían fortalezas o casas de tapias murieron infeliremente de padres y ma
y ediñcios y no algunos navios en el dres y hijos, infinitos. Por manera que
puerto de la Isabela, sino ya comidos con las matanzas de las guerras y por
y perdidos, cayó en ellos profundísima las hambres y enfermedades que pro
tristeza, y nunca hacían sino preguntar cedieron por causa de aquéllas, y de
que si pensaban en algún tiempo tor las fatigas y opresiones que después su
narse a su tierra. Consideraban que nin cedieron y miserias y sobre todo mu
guna esperanza de libertad, ni blandu cho dolor intrísico, angustia y tristeza,
ra, ni remisión, ni remedio de sus an no quedaron de las multitudes que en
gustias, ni quien se doliese dellos tenían. esta isla de gentes había desde el año
Y como ya habían experimentado que de 94 hasta el de 6, según se creía, la
ios cristianos eran tan grandes comedo tercera parte de todas ellas. ¡Buena ven
res y que sólo habían venido de sus tie dimia y hecha harto bien apriesa!
rras a comer, y que ninguno era para ca Ayudó mucho a esta despoblación y
var y trabajar por sus manos en la tie perdición querrer pagar los sueldos de
rra y que muchos estaban enfermos y la gente que aquí los ganaba y pagar
que les faltaban los bastimentos de Cas los mantenimientos y otras mercaderías
tilla, determinaron muchos pueblos de traídas de Castilla, con dar de los indios
llos de avudalles con un ardid o aviso, por esclavos, por no pedir las costas
o para que muriesen o se fuesen toóos, y gastos y tantos gastos y costas a los
como sabían que muchos se habían Reyes, lo cual el Almirante mucho pro
muerto y muchos ido, no cognosciendo curaba por la razón susodicha, convie
la propriedad de los españoles, los cua ne a saber: por verse desfavorecido y
les, cuanto más hambrientos, tanto ma porque no tuviesen tanto lugar los que
yor tesón tienen y más duros son de desfavorecían este negocio de las Indias
31
294 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
yo vide con muchos testifíos probado. nos marineros y otras personas, vecinos
Quiso ir luego el dicho Juan Aguado de Sevilla, licencia a los Reyes para
en busca del Almirante y tomó cierta poder venir a descobrir a estas Indias,
gente de pie y de caballo. Díjose que islas y tierra firme que no estuviesen
por los caminos y pueblos de los indios, descubiertas. La cual concedieron los
él o los que con él iban, echaban fama Reyes con ciertas condiciones. L a pri
que era venido otro nuevo almirante mera, que todos los navios que hobie-
que había de matar al viejo que acá es- ser de ir a descubrir se presentasen
taha. Y como Jos señores y gente desta ante los oficiales del rey, que para ello
isla, en especial las de Ja comarca de la estaban puestos en la dudad y puerto
Isabela y de la Vega Real y todos loa de Cáliz, para que de allí vayan una
vecinos y gentes de las minas, estaban o dos personas por veedores. L.a se
agraviados y atribulados con las matan gunda, que habían de llevar la déci
zas que en ellos había hecho el Almi ma parte de las toneladas can carga
rante, y los tributos del oro que les zón de los Reyes, sin que se les pagase
había puesto, que como no tenían in por ello cosa alguna. La tercera, que
dustria de cogello y ello se coge, don aquello lo descargasen en la isla Es
dequiera que está, con grandes trabajos, pañola. La cuarta, que de todo lo que
Ies era intolerable, bien creo que de la iiallasen diesen a los Reyes la décima
venida del nuevo Almirante se goza parte cuando volviesen a Cáliz. La
ban, porque apetito es común de todos quinta, que habían de dar fianzas que
los que son pobres y de los que pade- así lo complirían todo. La sexta, qae
con adversidades y servidumbre injus con cada siete navios pudiese el Almi
ta, y más de los que están muy opresos rante cargar uno para sí para resgatar,
y tiranizados, querer ver cada día no como los otros que a ello fuesen, por
vedades. La razón es porque les pare la contratación y merced hecha al Al
ce, por el apetito natural y ansia que mirante que en cada navio pudiese car
tienen de salir de sus trabajos, que es gar la ochava parte. En esta provisión
más cierta la esperanza de que han de también se contenía que quien quisie
ser, poco que mucho, relevados, que se llevar mantenimientos a vender a los
el temor de que vernán con la novedad cristianos que estaban en esta isla Es
a mas trabajoso estado. Por esta causa pañola y en otras partes que estuviesen,
sfí hicieron algunos ayuntamientos de los vendiesen francos de todo derecho,
gentes de unos caciques y señores con etcétera. Fué hecha en Madrid, a diez
otros, en especial en casa de un gran días de abril de mil y cuatrocientos y
señor que se llamó Manicaotex, que noventa y cinco años.
yo bien cognoscí, e por muchos años,
qiie señoreaba la tierra cerca del gran
río de Yaquí, tres leguas o poco más CAPÍTULO cviri
de donde se fundó la fortaleza y ciu
dad. que después diremos, de la Conce- Sabido por el Almirante la venida
bición, donde trataban del Almirante de .luán Aguado, determinó de volverse
viejo, que los había con tantos danos a la Isabela, y creo que no anduvo mu
subiectado y atributado, y del nuevo, cho camino, para ir donde estaba el
de quien esperaban ser aliviados. Pero Almirante, Juan Aguado. Después de
engañados estaban, porque cualquiera llegado, dióle las cartas que le traía de
que fuera y todos los que después fue los Reyes, y para que presentase la
ron, según la ceguedad que Dios, por creencia y otras cartas de los Reyes que
nuestros pecados y los suyos, en esta traía, mandó el Almirante juntar toda
materia permitió, no librallos ni dalles la gente española que en la villa había
lugar para resollar, sino añadilles tor y tocar las trompetas, porque con toda
mentos a sus males y a su trabajosa y solemnidad, cuanta fué por entonces po
calamitosa vida, vida infernal siempre, sible, la cédula real de su creencia de
Jia.sta consumillos a lodos, procuraron. lante de lodos y a todos se notificase.
En este año de 1495 pidieron algu Muchas cosas pasaron en estos días y
HISTORIA DE LAS INDIAS 297
tiempo que Juan Aguado estuvo en esta por las hambres y enfermedades que
isla, en la Isabela, y todas de enojo y padecían, y no se juraba otro jura
pena para el Almirante, porque el Juan mento sino “ así Dios me lleve a Cas
Aguado se entrometía en cosas, con tilla . No tenían otra cosa que comer
fiucia y color de su creencia, que el Al sino la ración que les daban del albón
mirante sentía por grandes agravios. De diga del rey- que era una escudilla de
cía y hacía cosas en desacato del Almi trigo, que lo habían de moler en nn
rante y de su auctoridad, oficio y privi atahona de mano (y muchos lo co
legios. El Almirante, con toda modestia mían cocido), y una tajada de tocino
y paciencia, lo sufría y respondía y tra rancioso o de queso podrido, y no sé
taba al Juan Aguado siempre muy bien, cuántas habas o garbanzos; vino, como
como si fuera un conde, según vide de si no lo hobiera en el mundo, Y con
todo esto, liecha con muchos testigus, esto, co!uo habían venido a sueldo de
probanza. Decía Juan Aguado que el los Reyes, e tenía en ello parte el Al
Almirante no había obedecido ni reci mirante, mandábalos trabajar, ham
bido las cédulas y creencia de los Reyes brientos y flacos y algunos enfermos, en
con el acatamiento y reverencia debi hacer la fortaleza y la casa del Almi
da, sino que al tiempo que se presenta rante y otros edificios. Por manera que
ban había callado, y después de pre estaban todos angustiados y atribula*
sentadas, cinco meses había, pedía a los dos y desesperados, por lo cual se que
escribanos la fe de la presentación y de jaban al Juan Aguado, y de allí toma
la poca cuenta que el Almirante había ba él ocasión de tener qué decir del
hecho dellas, y quería llevar los escri Almirante y amenezallo con los Reyes.
banos a su posada porque le diesen la La gente sana era la mejor librada
íe en su presencia. Ellos no quisieron, cuanto a la comida, puesto que a lo
sino que les enviase las cédulas a su po que tocaba el ánima, era la más mal
sada y que allí se la darían. El decía aventurada. porque andaban por la is
que no había de fiar de nadie las cartas la haciendo guerra y fuerzas y robando
del rey, y así de día en día lo desimula y todos los que tomaban a vida hacían
ba; al cabo de cinco meses que se las esclavos.
envió y dieron fe y testimonio de có En este tiempo se perdieron en el
mo el Almirante las había obedecido y puerto losS cuatro navios que trujo Juan
reverenciado como a carta de sus Reyes Aguado, con gran tempestad, que ea
y señores, fuélos a deshonrar con pala lo que llamaban los indios en su len
bras injuriosas, diciendo que habían gua huracán y agora todo«r las llama
mentido y hecho y cometido falsedad mos huracanes, como quien por la mar
y que ellos serían castigados. Los escri y por la tierra cuasi todos las habernos
banos dieron la fe, y después con jura experimentado. Y porque estoy dudo
mento confirmaron de nuevo el dicho so si entre los seis navios que arriba,
testimonio y fe que habían dado haber en fin del cap. 103, dejímos se perdie
sido verdadero, y probáronse las inju ron en el puerto de la Isabela, fueron
rias que Juan Aguado les había dicho. los cuatro de Juan Aguado, porque se
Destas y otras muchas cosas y de la pre me ha pasado de la memoria, como ha
sunción y autoridad que mostraba el ya cincuenta y nue^ ' años, no quiero
Juan Aguado, y de atraverse al Almi afirmar que fuesen otros o ellos, mas
rante más de lo que debiera, y de las de que, a lo que me parece, que en los
palabras y amenazas que le hacía con tiempos que yo allá estaba, que fué
los Reyes, toda la gente se remontaba pocos años después de perdidos, plati
y alteraba, por manera que ya no era cábamos que dos veces se perdieron na
el Almirante ni sus justicias tan acata vios en el dicho puerto, y si así es,
do ni obedecido como de antes. como me parece que es así, los postre
Toda la gente que en toda esta isla ros que se perdieron fueron los de
entonces estaba, increíblemente estaba Juan Aguado. Pero que sea lo uno, que
descontenta, en especial la que estaba sea lo otro, para tornar a Castilla nin
en la Isabela, y toda la más por fuerza, gún navio había, sino solas las dos ca-
298 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
rabelas que mandó hacer allí, en el los Reyes le escribieron, en las cartas
puerto de la Isabela, el Almirante. que el dicho Juan Aguado le trujo, que
así lo hiciere, porque se querían infor
mar dcl en todo lo susodicho. Pero que
CAPITULO CJX ‘ los Reyes le escribiesen que fuese a
Castilla, nunca hombre lo supo ni tal
No dudando el Almirante que Juan he podido descubrir, antes por cosas
Aguado había de llevar muchas quejas que pasaron entre el Almirante y Ju an
de los españoles que allí por fuerza Aguado públicas, que yo he visto <?n
estaban, y tan necesitados, a los Reyes, probanzas con autoridad de escribanos,
contra el Almirante, y que no dejaría parece el contrario, porque el Alm i
de anidir o encarecer mucho sus de rante decía públicamente: “yo quiero
fectos, y que de secreto llevaría infor ir a Castilla a informar al Rey y a la
maciones hechas contra él, y que so Reina, nuestros señores, contra las men
bre las relaciones ásperas y demasia tiras que los que allá han ido lea han
das, y por entonces, cierto, según yo dicho” , y no tuve yo a Juan Aguado
creo, no muy verdaderas que pudieron por tal, que si él trujera tal carta y él
decir, si las dijeron (lo cual se presu tuviera noticia della, que no le dijera
ma por haberse ido tan sin tiempo y cuando reñían o él se desmesuraba con
sin licencia del Almirante y desconten tra el Almirante, que iba a Castilla a
tos, y también porque no parece que su pesar, porque los Reyes así lo que
los Reyes enviaran a Juan Aguado tan rían. Al menos parece por esta razón
presto, sino por la relación que harían claro un error que dice en su Historia^
en infamia desta isla y destas tierras, entre otros muchos, Gonzalo Hernán
y en desh acimiento y disfavor del ser dez de Oviedo, en el cap. 13 del segun
vicio que el Almirante había hecho a do libro, donde dice que desde a p o
los Reyes en su descubrimiento, el su cos días que llegó Juan Aguado, apre
sodicho padre fray Buíl y moscn Pedro gonaba la creencia de los Reyes y ofre
Margante y los demás que antes que cidos ios españoles a le favorecer en lo
el Almirante volviese de descubrir las que de parte de los Reyes le dijese,
islas Cuba y Jamaica y las demás, se dijo al Almirante que se aparejase p a
habían desta isla ido a Castilla, move ra ir a España, lo cual dice que el A l
rían y exasperarían los ánimos de los mirante sintió por cosa muy grave, e
Reyes y diminuírseles hía la voluntad vistióse de pardo como fraile y dejóse
de hacer los gastos que eran necesarios crecer la barba, y que fue en manera
para proseguir esta empresa), determi de preso, puesto que no fuá mandado
nó el Almirante de ir a Castilla para prender; y que mandaron los Reyes
informar a los Reyes del estado desta también llamar al dicho padre fray
isla y del descubrimiento de Ctiba y Buil y a mosén Pedro Margarite y a
Jamaica y de las cosas sucedidas, y res otros que allí cuenta, que fuese[n j a
ponder a los obiectos que se habían Castilla entonces cuando el Almirante
puesto contra la bondad y felicidad y fué. Dice más, que venido el Almiran
riquezas destas tierras, porque no ha te de descubrir a Cuba y Jam aica, y
llaron tan a mano loa montes de oro
pasados dos meses y medio, mandó lla
como en España, al menos los seglares mar a mosén Pedro Margarite, que era
(salvando al dicho padre fray Buil) se
alcaide de la fortaleza de Sancto To
habían prometido, y finalmente, para
satisfacer a los Reyes y darles cuenta más, y a otros que estaban con él, y
de sí, e tractar eso mismo sobre ir a venidos a esta ciudad de Sancto Do
descubrir, lo que mucho deseaba por mingo, donde por la fertilidad y abun
topar con tierra firme. dancia de la tierra se repararon y co
Por ventura, también pudo ser que braron salud, y después que todos fue
ron juntos, comenzaron a tener discor
dias entre sí el Almirante y el padre
1 “ Déjese aquí blaneo para el eumario” ._ fray Buil, y que hobieron estas discor
Nota al margen, de letra de Las Casas, dias principio porque el Almirante
HISTORIA DE LAS INDIAS 299
mañana. Por manera que tuvo ei Al buen acogimiento, dándoles de comer
mirante, antes que tornase a Castilla, y haciéndoles todo el servicio, aunque
hechas siete fortalezas en esta isla. Des- los tenían por hombres infernales. Del
ta postrera, que fué la quinta, no es Bonao las guías los llevaron hasta otras
toy cierto que la mandase hacer antes doce leguas, las tres o cuatro por tie
o después de venido de Castilla el Al rra harto lodosa y áspera de cuestas y
mirante, y antes creo que después de muchos ríos y arroyos, que después lla
partido él la hizo don Bartolomé, su mamos las lomas del Bonao. Llegaron
hermano. a un río caudal que se llamaba y hoy le
Como Guarionex y los otros señores nombramos Haina, gracioso y fértilísi
se viese[n] tan fatigados por la carga mo río, en el cual les dijeron que había
de los tributos del cascabel de oro, que mucho oro o por aquella comarca, y
el Almirante a contribuir les forzaba, así fué, porque cavando en muchos lu
tenían todas las maneras que pudían gares de los arroyos que entraban en
para excusarse, afirmando que sus gen el río grande Haina, hallaron muy gran
tes no tenían industria de cogello, sino muestra de oro, de manera que juzga
lo que hallaban acaso o buscándolo en ron que un hombre trabajador podía
Jas riberas de los arroyos o ríos, como coger tres pesos de oro y más adelante*
arriba se dijo, sobre la arena, y final Estas minas llamó el Almirante las mi
mente, lo que podían haber con poco nas de San Cristóbal, por una fortaleza
trabajo. que allí mandó hacer a su hermano,
Avisaron al Almirante que hacia la cuando se partió para Castilla, so este
parte del Mediodía o del Sur había mi nombre; después se llamaron las mi
nas de mucho oro; que enviase allá nas viejas, y hoy se llaman así, por
de sus cristianos para buscallo. Delibe respecto de otras que después se des
ró el Almirante de hacerlo así, e dije cubrieron de la otra parte del río Hai
se que había enviado a Francisco de na, frontero déstas, que se nombraron
Garay e a Miguel Díaz, con cierto nú las minas nuevas; las viejas estaban al
mero de gente, para lo cual les dieron poniente del río, y las nuevas a la par
guías que los llevasen. Partieron de la te oriental. Estaba de allí la costa de
Isabela y vinieron a la fortaleza de la la mar, y el río en cuya boca después
Ma^alena, y de allí a la de la Conce- se edificó la ciudad, que hoy permane
bición, todo por la Vega Real, llano ce, de Sancto Domingo, no más de
como la palma de la mano; de allí lle ocho leguas.
garon al puerto grande, de sierra muy Anduvieron en este camino, desde la
hermosa, por la misma vega, .que está Isabela hasta las dichas minas viejas
tres leguas buenas de la dicha fortale y primeras, como se dijo, cuarenta y
za de la Concepción, la vega abajo por cinco leguas. Finalmente, trujeron gran
el pie de la sierra, y subidos arriba el muestra de oro y granos algunos gran
puerto, vieron de allí gran pedazo, y des, de los cuales después muchos, y
más se parecen de treinta leguas della, grandes por la mayor parte, en estas
cosa dignísima para della sacar materia y en las minas nuevas (como abajo pa
de dar muchas gracias a Dios, como recerá) se hallaron, lo que no acaeció
arriba se dijo, hablando della. Dura el en las de Cibao, donde todo el oro que
puerto hasta tomallo a bajar a la par allí se halló, por la mayor parte, no
te de la provincia del Bonao, dos le fué sino como sal menudo, puesto que
guas no grandes. Asomaron luego a
otra vega, bien de diez o doce leguas bobo también algunos buenos granos.
de largo y ancho, que como arriba en Algunos granos grandes se hallaron, los
U descripción desta isla dejimos, que tiempos andando, adelante de la tierra
se llamaba en lengua de indios el señor que propriamente se llamó Cibao. al
della Bonao, y de aquí llamamos los cabo de las sierras mismas y coruaxora
españolea el pueblo que allí se hizo la que es continua de Cibao, que va parar
villa del Bonao. En todos los pueblos a la parte de la isla del Norte o sep
que topaban de indios les hacían muy tentrional, mayormente en la provin-
302 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
donde estaban sus maridos en sus la vecinos, llevándoles sus enemigos a su
branzas, r hallarían recaudo. señora. Finalmente, hizo vela el Almi
Yendo los navios junto con la playa, rante de aquella isla, miércoles, 20 días
galieron infinitos indios dando alaridos de abril, e comienza a seguir su cami
y echando millares de flechas a los na no, según le daban lugar los vientos
vios, aunque no alcanzaban; fueron las contrarios. Fué mucho camino por vein
barcas a tierra, los indios res[is]tieron te y dos grados, más y menos, según el
con sus armas; tiráronles de los navios viento lugar le daba, no cognosciendo
ciertas lombardas, que derrocaron al aún la cualidad del aquel viaje, porque
gunos; huyen todos a los montes vien como cuasi siempre todo el año corran
do el daño, desmamparadas sus casas. por estas mares vientos brisas y borea
Entran los cristianos destruyendo y aso les y levantes, para huir dellos conviene
lando cuanto hallaban, si no era lo que meterse los navios en treinta grados y
a ellos les había de aprovechar; halla más, donde se hallan los tiempos fres
ron papagayos de los grandes, colora cos y fríos, y así navegan por su proprio
dos, que arriba dejimos llamarse gua camino hasta dar en las islas de los
camayas, que son como gallos, aunque Azores las naos. Esta navegación no pu
no tienen las piernas grandes, y dice do fácilmente y luego en aquellos tiem
el Almirante que hallaron miel y cera. pos alcanzarse, la cual solamente la ex
Esta no creo que fuese de la misma isla, periencia ha mostrado. Así que, por es
porque nunca, que yo sepa, se halló ta falta, hízoseie más largo al Almiran
miel ni cera que en isla, sino en tierra te su viaje, y, como iban mucha gente,
firme, se criase; hallaron aparejo para padecieron última necesidad de ham
hacer cazabí y cerca las labranzas. Dan- bre, de manera que pensaron perecer.
se todos priesa, los indios que llevaban Vieron la isla de Santiago, una de los
desta isla y los cristianos, a hacer pan. Azores; no la debían de poder tomar,
Entre tanto envió el Almirante cuaren según creo; finalmente, plugo a Dios
ta hombres que entrasen en la tierra a de dalles tierra, habiendo h ^ido dife
especularla, y tornaron otro día con rentes pareceres de los pilotos, dónde
diez mujeres y tres muchachos; la una estaban, el Almirante afirmando que
era la señora del pueblo, y, por venta se hallaba cerca del cabo de San Vi-
ra; de toda la isla, que cuando la tomó ceinte, y así fué como él lo certificaba.
un canario que el Almirante allí lleva Llegó, surgió en la bahía de Cáliz a 11
ba, corría tanto, que no parecía sino un de junio, por manera que tardó en el
gamo. La cual, viendo que la alcanza viaje tres meses menos un día. Halló en
ba, vuelve a él como un perro rabian Cáliz tres navios o dos carabelas y una
do y abrázalo y da con él en el suelo, nao para partir, cargados de bastimen
y si no acudieran cristianos, lo ahoga tos, trigo, vino, tocinos y carne salada,
ra. Creyó el Almirante que estas muje habas y garbanzos, y otras cosas que
res debían tener las costumbres que se los Reyes habían mandado cargar y en
cuentan de las Amazonas, por cosas que viar para mantenimiento de la gente
dice que allí vido y supo, las indias que en esta isla estaba. Vistas las cartas
preguntadas. y despachos que los Reyes enviaban al
Estuvo en esta isla de Guadalupe Almirante, proveyó y escribió largo to
nueve días, en los cuales hicieron mu do lo que convenía hacer allá [áj don
cho pan cazabí e proveyéronse de agua Bartolomé Colón, su hermano, con un
Peralonso Niño, maestre y capitán de
y leña, y por dejar no tan agraviados
las dos carabelas y nao, y, dados los des
ios vecinos de la isla, porque diz que
pachos, partiéronse cuatro días después
aquella isla estaba en el paso, envió las que el Almirante a Cáliz había llegado.
n*ujeres a tierra con algunas cosillas de
Castilla de dádivas, sino sola la señora
y una hija suya, que dijo el Almirante CAPITULO CXIl
había quedado de su voluntad. Esta vo-
nntad sabe Dios qué tal sería, y qué El Almirante, con la mayor presteza
consolados y satisfechos quedarían Jo s que pudo, se partió de Cáliz para Sevi-
304 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
-j - ••• I
306 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
temía que los Reyes $e hartasen o estre po que les pareciese. Estas dos provi
chasen en loB gastos que con los suel siones fueron despachadas en Medina
dos hacían, pensó esta industria para del Campo, a 22 de junio de 1497.
traer alguna parte de gente sin sueldo Concedieron también los Reyes a los
y que tuviesen por bien, por trabajos que se avecindasen en esta isla, de los
que se les recreciesen, de vivir en esta que en ella estaban y los que viniesen
isla. Suplicó, pues, a los Reyes que a ella de Castilla para se avecindar, que
tuviesen por bien de que los malhe el Almirante les repartiese tierras y
chores que en estos reinos hobiese, les montes y aguas, para hacer casas, here
perdonasen sus delictos, con tal condi dades, huertas, viñas, algodonales, oli
ción que viniesen a servir algunos años vares, cañaverales para hacer azúcar y
en esta isla en lo que el Almirante de otros árboles, molinos e ingenios para
su parte les mandase. Proveyeron Sus el dicho azúcar y otros edificios nece
Altezas dos provisiones sobre esto: la sarios para sí proprios y que dellos en
primera, que porque de la población cualquiera manera, por venta o dona
de cristianos en estas tierras esperaban ción o trueque o cambio se aprovecha
en Dios que saldría mucho fructo en sen, con que estuviesen y morasen en
la conversión destas gentes y dilatación esta isla con su casa poblada, cuatro
y ensoalzamiento de nuestra sancta fe y años; con tanto que en las tales tie
sus reinos ensanchados, y para esto era rras y montes y aguas, no tengan ju
más gente menester, sin la que daban risdicción alguna civil ni criminal ni
sueldo, que acá viniese, y por usar tam cosa acotada ni término redondo, más
bién de clemencia, que todas y cuales de aquello que tuvieren -*ercado ¿ e una
quiera personas, hombres y mujeres, tapia en alto, y que todo lo otro de
delincuentes, que hobiesen cometido cercado, cogidos los frutos e esquilmos
hasta el día de la publicación de sus dello, sea para pasto común e baldío
cartas cualquiera crimen de muerte o a todos. Reservaron para sí el oro y
heridas, y otros cualesquiera delictos plata y brasil e otro cualquiera metal
de cualquiera natura o calidad que fue que en las tierras se haUasen, ni que no
sen, salvo de herejía o lesae maistatU hiciesen en ellas cargo ni descargo de
o perduelionis o traición o aleve, o oro y plata ni de brasil ni de otras
muerte segura o hecha con luego o con cosas que a los Reyes perteneciesen.
saeta, o de falsa moneda, o de sodomía, Esta provisión fué hecha en Medina del
o de sacar moneda o oro o plata o otras Campo, mes y año susodichos. Para
cosas vedades fuera del reino, viniesen estos despachos mandaron lib rar los
a servir acá en lo que al Almirante, Reyes al Almirante seis cuentos, los
de partes de los Reyes, les mandase, y cuatro para los bastimentos susodi
sirviesen a su costa en esta isla, los que chos, y los dos para pagar la gente.
mereciesen muerte, dos anos, y los que Estos seis cuentos, con grandísima difi
no, un año; les perdonaban cuales cultad y con grandes trabajos suyos y
quiera delictos, y pasado el dicho tiem angustias, por las grandes necesidades
po, se pudiesen ir a Castilla libres. de los Reyes, de guerras y los casamien
Déstos cognosci yo en esta isla algunos tos de sus hijas las señoras infantas,
y aun alguno desorejado, y siempre Je se le libraron. Pero porque después
cognosci liarlo hombre de bien. La otra para cobrallos tuvo «inayores trabajos
provisión fué que mandaron los Reyes y dificultades, cómo se dirá adelante,
a todas las justicias del reino, que to dejemos aquí su despacho y contemos
dos los delincuentes que por sus delic lo que se hizo en esta isla después que
tos mereciesen ser desterrados a algu los tres navios que halló en Cáliz el
na isla o a cavar metales, segúnJas le Almirante para partir, a la Isabela lle
yes, los lesterrasen para esta isla de garon.
la misma manera, y, lo mismo que los CAPITULO CXIII
que no mereciesen pena de muerte pe
ro que mereciesen ser desterrados pa Tomando a lo que en esta isla suce
ra esta isla, los desterrasen por el tiem dió ido el Almirante y llegados los tres
l
HISTORIA DE LAS INDUS 307
navios que halló de partida, decimos centes indios. Porque dijeron que el
que llegaron al puerto de la Isabela por Almirante había a los Reyes escrito
principio de julio, con los cuales y con que ciertos reyes o caciques destá isla
lo que dentro traían, que todo era bas habían muerto ciertos cristianos, y no
timentos, y con saber que había lle dijo cuántos él y los cristianos habían
gado el Almirante con salud a Castilla, hecho pedazos, y los Reyes le respon
la gente y don Bartolomé Colón y su dieron que todos los que hallase cul
hermano don Diego recibieron regoci pados los enviase a Castilla, creo yo
jo inestimable e incomparable alegría., que por esclavos como en buena gue
No había cosa en aquellos tiempos que rra captivos, no considerando los Re
a la gente que acá estaba en tanto gra yes ni su Consejo con qué justicia las
do alegrase, aunque fuese abundancia guerras y males el Almirante había
de oro, como saber que venían navios hecho contra estas gentes pacíficas,
y bastimentos en ellos de Castilla; por que vivían en sus tierras sin ofensa de
que todos sus principales males eran de nadie, y de quien a Sus Altezas el mis
hambre, mayormente, como arriba de- mo Almirante pocos días había, en su
jimos, los que no andaban por la tie primer viaje, tantas calidades de bon
rra guerreando, sino que estaban de dad, paz, simplicidad y mansedumbre
contino en la Isabela en los trabajos en había predicado. Al menos parece que
que allí los ocupaban, que comúnmen se debiera de aquella jus/Vúa o injusti
te eran trabajadores y oficiales. Estas cia dudar, pero creyeron' solamente al
hambres y desventuras causaron los Almirante, y como no bobo quien ha
malos tractamientos y angustias, que blase por los indios ni su derecho y
desde luego que los cristinnos entraron justicia propusiese, defendiese y alega
en esta ida, comenzaron y prosiguie se, como abajo parecerá más largo y
ron, siempre a hacer a los indios, y claro, quedaron juzgados y olvidados
querer el Almirante darse tanta prisa por delincuentes, desde el principio
a subjetar reyes y súbditos, y a todos de su destruición hasta que todos se
hacer tributarios de quien nunca cog- acabaron, sin que nadie sintiese su
nocieron ni ’ftyeron ni supieron causa ni muerte y perdición ni la tuviese por
razón por qup se los debían. Porque si agravio.
se entrara en esta isla como Cristo qui Debiera también haber escripto el
so y entrar se debía, los indios vinieran Almirante a los Reyes cómo había ba-
a mantener y ayudar y servir en todas Uado muy buenas minas de oro a la
sus enfermedades y trabajos a los cris parte desta isla austral, y que entendía
tianos, con sus mujeres y hijos. Bien se de buscar por aquella costa de la mar
pmeba esto por el humanísimo y admi algún puerto donde pudiesen las naos
rable, y más que de hombres comunes, estar y poblar en él un pueblo, y que
hospedaje y obras paternales que hizo si se hallaba traería grandes comodi
en el primer viaje al Almirante aquel dades, porqne viniendo por aquella
tan virtuoso rey Guacanagarí, en quien costa del Sur, del descubrimiento de
tanto abrigo, ayuda, favor, mamparo las islas Cuba y Jamaica, le había pare
y consuelo halló, pudiéndolo matar, y cido muy hermosa tierra, como lo es,
que nunca bobiera memoria en el mun y algunas entradas de la mar en la tie
do dél ni de todos los cristianos que rra, donde creía que había muchos
con él iban. puertos, especialmente que no podían
Así que, volviendo a tejer nuestra estar lejos de allí las minas que última
historia, rescebidas las cartas del Al mente habían descubierto, a las cuales,
mirante y con ellas las que convino en como arriba se dijo, puso su nombre
viar de los Reyes su hermano don Bar de San Cristóbal. Los Reyes le respon
tolomé, con los dichos tres navios de dieron que hiciese lo que en ello me
terminó de despachallos con brevedad jor le pareciese, y aquello temían
y hincbillos de indios, hechos esclavos Sus Altezas por bueno y se lo recibi
con la justicia y razón que arriba se rían en servicio. Vista esta respuesta en
ha dicho, y éstos fueron trecientos ino Cáliz, el Almirante escribió a su her-
308 FPAY BARTOLOME DE LAS CASAS
mano don Hartolom^ Colón que luego demás toma guías de los indios por
pusiese por la obra y caminase a la par allí vecinos, para ir a la tierra y reino
te del Sur, y con toda diligencia bus del rey Behechio, cuyo reino se lla
case algún puerto por allí para poblar maba Xaragua, la última sílaba luen
en él, y, ai tal fuese, pasase todo io de ga, de quien y de su estado y policía,
la Isabela en él y la despoblase. y de una su hermana, notable mu
jer, llamada Anacaona, maravillas ha-
El cual, visto el mando del Almiran
te, determinó luego de se partir para bía oído.
la parte del Sur, y dejado concierto y
orden en la Isabela y en su lugar dejó CAPITULO CXIV
a 8U hemiano don Diego, como el Al
mirante bobo ordenado, y con la gente Partido dei dio de la Hozama y por
más sana tpie había y el número que le otro nombre ya nuestro Saneto Domin
pareció, se partió derecho a las minas go, don Bartolomé Colón con su com
de San Cristóbal. De allí, preguntando pañía, y andadas treinta leguas, llegó
por lo más cercano de la mar, fue [a] a un río muy poderoso, que se llama
aportar al río de la Hozama, que así ba y hoy Bamamos, como los indios,
lo llamaban los indios, río muy gracio- Neiba, donde halló tm ejército de in
Ro y que estaba todo poblado de la una finitos indios con sus arefos y flechas
y de la otra parte; y éste es el río don armados, en son de guerra, puesto que
de agora está el puerto y la ciudad de desnudos en cueros (y notad qué gue
Saneto Domingo. Fmtró en canoas, que rra pueden hacer con las barrigas des
son los barquillos de las indios, soldó nudas por bronqueles). Parece que como
(sir), que es decir experimentó ^con el rey Behechio tuvo nueva que los
algún plomo o piedra y cordel la hon cristianos venían, y había oído las nue
dura que el río tenía; vido que podían vas de sus obras contra el rey Caonabo
entrar en él no sólo navios pequeños, y su reino hechas, envió aquella gente
pero naos de trecientos toneles y más o vino él también en persona con sus
grandes, y finalmente, cognoscíó ser juegos de niños a resístíües, que todas
muy buen puerto; fue grande el gozo sus guerras, comúnmente, son tales,
que él bobo y los que con él iban. De mayormente las desta isla. Los cristia
terminó de comenzar allí una fortale nos, viendo el ejército, hizo clon Barto
za de tapias sobre la barranca del río lomé señales de que no les venía a ha
y a la boca del puerto, a la parte del cer mal, sino a vellos y holgarse con
Oriente, no donde agora está la ciu ellos, y que deseaba ver a su rey Behe
dad, porque está de la del Occidente. chio y su tierra; luego los indios se
Provee luego a la Isabela que se vengan aseguraron como si ya tuvieran dellos
los que señaló, para que se comience grandes prendas y fuera imposible fal-
una población, la cual quiso que se talles la palabra. Van luego volando
llamase Saneto Domingo, porque el día mensajeros al rey Behechio, o él, si allí
que llegó allí fué domingo y, por ven iba, envía a mandar que salgan toda
tura, día de Saneto Domingo. Aunque su corte y gente con su hermana Ana
el Almirante, según creo, quiso que se caona, señalada y comedida señora, a
llamado la Isabela Nueva, porque así rescebir a los cristianos, y que les ha
la nombró hasta que el tercero viaje gan todas las fiestas y alegrías que
que hizo a estas Indias, cuando des suelen a sus reyes hacer, con compH-
cubrió a tierra firme, vino a desembar miento de sus acostumbrados regoci
car en ella, como abajo parecerá. Que jos. Andadas otras treinta leguas, lle
daron en la Isabela los enfermos y ofi gan a la ciudad y población de Xara
ciales de ribera que hacían dos cara gua, porque sesenta leguas dista de
belas. Dejó allí veinte hombres comen Saneto Domingo, como arriba queda
zando a cortar madera y aparejando dicho; salen infinitas gentes y muchos
lo demás para hacer la fortaleza, y ve señores y nobleza, que se ayuntaron
nida la gente de la Isabela que mandó de toda la provincia con el rey Behe
venir, la prosiguiesen, y él con los chio y la reina, su hermana, Anacaona,
HISTORIA DE LAS INDIAS 309
cautando sus cantares y haciendo sus ron, que cayeron en breve espacio cua
halles, que llamaban areitos, cosa mu tro dellos muertos y muchos bien he
cho alegre y agradable para ver, cuan ridos, Todo con todo el regocijo y pla
do se ayuntaban muchos en número, cer y alegría del mundo, no haciendo
especialmente. Salieron delante treinta más caso de los heridos y muertos como
mujeres, las que tenía por mujeres el si les dieran un papirote en la cara; du
rey Behechio, todas desnudas en cue rara más la burla y cayeran hartos más
ros, solamente cubiertas sus vergüenzas sin vida, sino que, a ruego de don Bar
con unas medias faldillas de algodón, tolomé Colón y de los cristianos, man
blancas y muy labradas en la tejedura dó cesar el juego el rey Behechio. Esta
deilas, que llamaban naguas, que les manera de juegos escaraniuzales se
cobrían desde la cintura hasta media uasaban antiguamente en Castilla, la que
pierna; traían ramos verdes en las ma decimos Vieja, puesto que intervenían
nos, cantaban y bailaban y saltaban en Castilla caballos, que Estrabo llama
con moderación, como a mujeres con gymnica certamina, y debía ser más
venía, mostrando grandísimo placer, que juegos de cañas; y dice así en ei
regocijo, fiesta y alegría. Llegáronse libro III, pág 104 de su Geographia:
todas ante don Bartolomé Colón, y Gymnica etiam conficiunt certaminaf
las rodillas hincadas en tierra, con gran armis exercent ludos, et equis et ces
reverencia, daule los ramos y palmas tibus et cursibus et tumultuaria pugna
que traían en las manos. Toda la gen et instructo per cohortes proelio.
te demás, que era innumerable, ha Esta su hermana Anacaona fue una
cen todos grandes bailes y alegrías, y notable mujer, muy prudente, muy
con toda esta fiesta y solemnidad, que graciosa y palanciana en sus hablas y
parece no poder ser encarecida, lleva artes y meneos y amicísíina de los cris
ron a don Bartolomé Colón a la casa tianos. Fue también reina de la Ma-
real o palacio del rey Behechio, donde guana, porque [fué] mujer del rey Cao-
ya estaba la cena bien larga aparejada, nabo susodicho, como arriba todo esto
según los manjares de la tierra, que fué a la larga dicho, cap. [86].
eran el pan cazabí e hutías, los cone Después de todas estas fiestas y re
jos de la isla, asadas y cocidas, e infinito gocijos, habló don Bartolomé Colón al
pescado de la mar y del río que por allí rey Behechio y a esta señora, su her
pasa. Después de cenar, vause los espa mana Anacaona, cómo su hermano el
ñoles cada tres o cuatro a las posa Almirante había sido enviado por los
das que les habían dado, donde tenían reyes de Castilla, que eran muy gran
ya sus camas puestas, que eran las ha des reyes y señores y tenían muchos
macas de algodón, muy hermosas, y reinos y gentes debajo de su imperio,
para lo de que eran, ricas; déstas, ya y que había tornado a Castilla a vellos
en ios caps. [42] queda, cómo son he y notificalles que muchos señores y gen
chas dicho. El don Bartolomé, con me tes desta isla le eran ya tributarios, y los
dia docena de cristianos, quedóse apo tributos los pagaban, y por tanto, ól ve
sentado en la casa del rey Behechio. nía a él y a su reino, para que lo misr
Otro día tuvieron concertado en la mo hiciese y los rescibiese por supe
plaza del pueblo hacelle otras muchas riores, en señal de lo cual en cosas
maneras de fiestas, y así llevaron al convenientes Ies tributasen.
don Bartolomé Colón y cristianos a Pero de oír es y notar la respuesta
vellas. Estando en ellas, salen súbita que le dio; que como habían oído que
mente dos escuadrones de gente arma el rey Guarionex y Guacanagarí y los
da con sus arcos y ñechas, desnudos reyes de Cibao e sus gentes tributaban
empero, y comienzan a escaramuzar y oro, como si ya le hobiera mostrado y
jugar entre sí, al principio, como en demostrado por naturales razones, que
España cuando se juega a las cañas; él no pudiera negar, sino que, conven
poco a poco comienzan a encenderse, y cido del todo quedara ser obligado a
como se pelearan contra sus muy capi reyes o gentes que nunca oyó ni creyó
tales enemigos, de tal manera se hicie- que eran en el mundo, tributar, res-
32
310 FRA Y BARTOLOME DE LAS CASAS
pondió : “ ¿Cómo puedo yo dar tribu en otras partes, parece que no, pues pu.
to, que en todo mi reino ni en alguna diera sin duda matallos o, al menos'
parte ni lugar dél nace ni se coge oro, acometellos y hacelles harto daño lo
ni saben mis gentes qué se es?” Creía, cual nunca intentaron. Y si porfiares
y no sin razón, que no buscaban ni ve que sí, por ende fueron más injustos
nían por otro fin los cristianos, sino y más contra ley natural los tributos
por llevar oro a sus reyes y señores. que don Bartolomé Colón le impuso,
Respondió don Bartolomé Colón: “No haciendo rey libre tributario por mie
queremos ni es nuestra intinción impo do, contra su voluntad, no siendo súb
ner tributo a nadie, que no sea de aque dito ni debiéndole algo, lo que es pro
llas cosas que tengan en sus tierras y prio de tiranos.
puedan bien pagar; de lo- que en vues La otra cosa que aquí se debe notar
tra provincia y reinos sabemos que es cuán al revés y prepósteramente hizo
abimdáis, que es mucho algodón y pan su entrada don Bartolomé Colón en
cazabí, queremos que tributéis e de lo este reino de Xaragua, dando primero
que más en esta tierra hobiere, poro no noticia a los infieles simplicísimos de
de lo que no hay” . ' Oídas estas pala los reyes de Castilla y de su grandeza y
bras, alegróse mucho y respondió que merecimientos que del verdadero Dios,
de aquello cuanto él quisiese le daría y echalles antes carga de tributos qoe
hasta que no quisiese más. Mandó lue dándoles algo que en su provecho v
go, enviando mensajeros a todos los utilidad resultase; no habiendo otra
otros señores y pueblos, sus subjectos, causa legítima para entrar cristianos en
que todos hiciesen sembrar y sembra estos reinos y tierras, sino sólo para
sen en sus tierras y heredades mucho dalles noticia y cognoscimiento de nn
algodón, para que hobiese gran abun solo y verdadero Dios y de Jesucristo,
dancia dello, porque se había de dar su Hijo, universal Redentor. Manifies
tributo a lo reyes de Castilla, cuyo to es que aquestas gentes, o habían de
criado y enviado era el Almirante y tener a los reyes de CastiUa por dioses,
su hermano, que agora venido había y pues se les predicaba primero que otra
estaba en su casa. cosa su merecimiento y valor, y que se
Dos cosas podemos aquí considerar les debían de otros reyes, tan grandes
y notar: la una, la innata bondad y señores en tierras, gentes como ellos,
simplicidad del rey Bebechío, la cual recognoscimíento de superioridad y tri
manifiesta dos cosas muy claras: la butos, o habían de creer que el fin
una, que pudiera matar a don Bartolo que acá los cristianos, y no otro, traían,
mé y a todos los cristianos, los cuales como cosa dellos amada sobre todo,
no creo que podían llegar a número de era su proprio interese y llevar a sus
ciento y él tenía millones de gentes, tierras, de los bienes ajenos, tributos
porque de gente y términos de tierra y oro. Muy por el contrario del cami
larga y corte y en muchas ventajas, era no que Cristo llevó y sus Apóstoles para
en esta isla el rey más principal; la traer a sí al mundo, que antes de todas
otra, en conceder tan fácilmente recog- cosas predicaban a Dios, y no sólo no
noscer por superior y tributar a otro rey pedían tributo ni tomaban de hombre
extraño, que no sabía quién era ni cosa, mas hacíanles grandes bienes, y
quién no. ¿Quién de los reyes libres del daban sus vidas y dieron, por atraer y
mundo a la primer demanda o palabra salvar a los que predicaban, y el Hijo
se querrá a otro rey, que nunca' vido ni de Dios la suya por todos. Pero otíto
oyó, subjectar y servirle como súbdito por la misma puerta y llevó el mismo
y vasallo, repugnando el apetito natu camino don Bartolomé Colón que su
ral? Y si dejeres que fue por miedo y hermano el Almirante al principio en
temor que hobo de don Bartolomé y de tró y anduvo. Cierto, engañado no 85
los cristianos que consigo llevaba, por con qué; mas creo que sí sé: de una
haber oído las guerras crueles y estra culpabilísima, que a ninguno excusa?
gos y muertes que el Almirante había del derecho natural y divino, iguo
hecho en el rey o gente de Caonabo y rancia.
I HISTORIA D E LAS INDIAS 311
varse a sí e a las cartas que llevaba. ni de sus, cierto, futuras mayores ca
Las cuales, si le tomaran y a él pren lamidades.
dieran o mataran por ventura, no que
dara de los cristianos derramados por CAPITULO CXVI
la Vega, y aun ios de Ja fortaleza de la
Concepción, hombre vivo y sano. Pasados algunos días, poco después
Llegó, pues, don Bartolomé con su que aqueste alboroto fué sosegado,
gente a la fortaleza del Bonao, y allí aunque las gentes de aquellas comarcas
fué, de lo que había, avisado; de allí de la Vega, con las cargas y trabajos
trasnocha y va a entrar en la fortaleza que los cristianos continuamente les
de la Concepción, que diez leguas bue daban por tenellos en menos por ha
nas distaba. Sale con toda la gente, sa berlos guerreado y hostigado, como
nos y enfermos, a dar en quince mil in siempre lo han acostumbrado a hacer,
dios que estaban con el rey Guarionex no muy alegres ni descansadas, vinie
y otros muchos señores ayuntados. Y ron mensajeros del rey Behechio y de
como estas tristes gentes vivían pací Anacaona, su hermana, a don Bartolo
ficas, sin pendencias, rencillas, ni trá mé Colón, haciéndole saber cómo los
fagos, no tenían necesidad de con mu tributos del algodón y cazabí, que ha
ros ni barbacanas ni fosas de agua te bía impuesto o pedido a su reino, esta
ner sus pueblos cercados. Dieron en ban aparejados, que viese lo que cerca
ellos de súbito, a media noche, por dello mandaba; si no me be olvidado,
que los indios nunca de noche ni aco oreo que dentro de seis o ocho meses,
meten ni para guerra están muy apare sembradas las pepitas del algodón, dan
jados, puesto que no dejan de tener fnicto los arbolillos que dellas nacen;
sus velas y espías, y, en fin, para con llegan a ser tan altos, los mayores, co
tra españoles harto poco recauda. Hi mo un buen estado, puesto que desde
cieron en ellos, como suelen, grandes más chicos comienzan a dallo. Acordó
estragos; prenden al rey Guarionex y luego don Bartolomé ir a Xaragua, lo
a otros muchos; mataron a muchos se uno, por ver lo que Behechio, rey de
ñores de los presos, de los que les ]>a- aquel reino, le avisaba, y cómo había
reció que habían sido los primeros mo- compiído su palabra; lo otro, por ira
vedores, no con otra pena, según yo comer a aquella tierra que no estaba
no dudo, sino con, vivos, quemallos, trabajada como tenían los cristianos la
porque ésta es la que comúnmente, y Vega y sus comarcas, puesto que les
siempre y delante de mis ojos, yo vide daba Dios siempre el pago en los des
muy 'usada. Traídos presos a la forta contentos que siempre tenían por la
leza de la Concebición, vinieron sobre falta de vestidos y de las cosas de Cas
cinco mil hombres, todos desarmados, tilla, por las cuales siempre suspiraban
dando alaridos y haciendo dolorosos y vivían todos, o todos los más, como
y amargos llantos, suplicando que les desesperados.
diesen a su rey Guarionex y a los otros Llegado al pueblo o ciudad del rey
sus señores, temiendo no los matasen Behechio don Bartolomé, sálenle a re
o quemasen. Don Bartolomé Colón, cebir el rey y Anacaona, su hermana
habiendo compasión dellos, y viendo la y treinta y dos señores muy principa
piedad suya para sus señores naturales, les que para cuando viniese habían si
cognosciendo la bondad innata de Gua do convocados; cada uno de los cua
rionex, cuán más inclinado era a sufrir les había mandado traer muchas car
y padecer con tolerancia inefable los gas de algodón en pelo y hilado, con
agravios, fuerzas e injurias que le ha su presente de muchas hutías, que eran
cían los cristianos, que a pensar en los conejos desta isla, y mucho pesca
hacer venganza, dióles su rey e los do, todo asado; lo cual todo cada uno
otros sus señores, con que quedaron de le presentó, de que se hínchió, del al
sus angustias y miserias algo consola godón digo, una grande casa. Dióles a
dos, no curando del captiverio y opre todos los señores muchas gracias, y al
sión y vida infelice en que quedaban, rey Behechio y a la señora su herma-
HISTORIA DE LAS INDIAS 313
na muchas más y más grandes, mos gún todos los indios desta isla eran de
trando señales de grande agradeci su innata condición dadivosos y libe
miento, como era razón dárselas. Ofre rales. Vanse a la playa o ribera de la
ciéronse a traelle tanto pan cazábí que mar; manda don Bartolomé venir la
hinchiese otra casa y casas. Envía lue barca de la carabela a tierra; tenían
go mensajeros a la Isabela, que aca al rey e la reina, su hermana, sendas
bada la una de las dos carabelas, vi canoas, muy grandes y muy pintadas,
niese luego a aquel puerto de Xaragua, aparejadas; pero la señora, como era
que es una gran ensenada o entrada tan palaciana, no quiso ir en la canoa,
que hace la mar, partiendo esta isla sino con don Bartolomé en la barca.
en dos partes: la una (como arriba se Llegando cerca de la carabela, sueltan
dijo, cap. [50]), hace el Cabo de San ciertas lombardas; turbáronse los re
Nicolás, que tiene más de treinta le yes y sus muchos criados y privados en
guas, y la otra dura más de sesenta, tanto grado, que les pareció que el cie
que hace el cabo que agora se llama lo se venía abajo, y aína se echaran
del Tiburón, y que llama de San Ra todos al agua; pero como vieron a don
fael, cuando vino del descubrimiento Bartolomé reirse, algo se asosegaron.
de Cuba, el Almirante, El rincón de Llegados, como dicen los marineros, a
esta partición o abertura que la mar bordo, que es junto a la carabela, co
por allí hace distaba de la población y mienzan a tañer un tamborino y la
casa real de Behechio dos leguas no flauta y otros instrumentos que allí lle
más largo. Allí mandó venir la carabe vaban [y] era maravilla cómo se ale
la y que la tornarían llena de cazabf. graban. Miran la popa, miran la proa,
Deato rescibieron los españoles que en suben arriba, descienden abajo, están
la Isabela estaban alegría grande, por como atónitos, espantados. Manda don
el socorro que para su hambre espera Bartolomé alzar las anclas, desplicar
ban. Diéronse priesa, vinieron al puer las velas, dar la vuelta por la mar;
to de Xaragua, donde los deseaban. Sa aquí creo yo que no les quedó nada de
bido por la señora reina Anacaona, per sangre temiendo no se los llevasen; pe
suade al rey, su hermano, que vayan ro desque dieron la vuelta hacia casa,
a ver la canoa de los cristianos, de que quedaron sin temor y demasiadamente
tantas cosas se les contaban. Tenía un admirados que sin remos la carabela,
lugarejo en medio del camino Anacao tan grande, parecía que volase, y so
na, donde quisieron dormir aquella bre todo, que con un viento sólo fuese
noche; allí tenía esta señora una casa a un[a] parte y a otra contraria tor
llena de mil cosas de algodón, de si nase. Tornáronse a Xaragua; vinieron
llas y muchas vasijas y cosas de servi infinitos indios de todo el reino, del
cio de la casa, hechas de madera, mara pan cazabí cargados; hinchen la cara
villosamente labradas, y era este lu bela del pan y de algodón y de las
gar y casa como su recámara, Treseu- otras cosas que el rey y la reina y los
tó esta señora a don Bartolomé muchas otros señores habían dado; partióse la
sillas, las más hermosas, qué eran to- carabela para hacer a la Isabela su
daa tan negras y bruñidas como si fue viaje. Don Bartolomé con su gente
ran de azabaja. De todas las otras co también acordó irse para allá con su
compañía por tierra; dejó alegres al
sas para servicio de mesa, y naguas de rey e a la reina y a todos los señores y
algodón, que eran unas como faldillas gentes suyas muy contentos.
que traían las mujeres desde la cinta
hasta media pierna, tejidas y con la
bores del mismo algodón blanco a ma
ravilla, cuantas ouiso llevar y oue más CAPITULO CXVII
le asradaban. Dióle cuatro ovillos de
algodón hilado oue apenas un hombre Entre tanto que don Bartolomé Co
podía uno levantar. Cierto, si oro tu lón está en el reino de Xaragua con el
vieran y perlas, bien se creía entonces Behechio, [y] hacía lo que en el prece
que lo diera con tanta liberalidad, se dente capítulo se dijo, Francisco Rol-
314 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Tnaldad, fuese profeta en la obra, co< que en estas gentes después hizo él y
mo Cailás lo fue en la palabra, y a su compañía, que no con celo de pie
ambos movió la voluntad y providen dad, sino con título para se levantar
cia de Dios; Caifás, diciendo que con y señorear, haberse movido, bien ma
venía que Cristo muriese por todo el nifiestamente mostró.
pueblo, porque toda la gente no pere
ciese, más por el odio que a Cristo te
nía que por la salud común, empero, CAPITULO CXVIII
sin saber lo que decía, profetizó; Rol
dan, por su propria malicia, permitida De la Isabela vino Francisco Roldán
de lo alto, y por se hacer rico y señor, y su compañía a la Vega, al pueblo de
tomó y se arreó del oficio y título, sin un señor cacique, que se llamaba Mar
saber lo que hacía, de los pueblos que (que había tomado el nombre de
y gentes desta isla opresas llamándo Diego Marque, el que dejimos arriba,
se defensor y liberador. Manifiesto capítulo 82, que había venido a esta
es que la lumbre natural sola que tu isla por veedor), el cual pueblo estaba
viésemos, cuanto más añidida la ley dos leguas de la fortaleza de la Con-
divina de justicia y de caridad, que cebición, para buscar tiempo y sazón
aqueste Roldan y otro cualquiera cris para tomalla, la cual tomada, pensaba
tiano, y aun gentil que fuera o moro, mejor señorearse de toda esta isla y
si por el bien sólo y liberación destas haber al Bartolomé Colón a las manos,
gentes, por la piedad natural se movie al cual temía él más que a otro, porque
ra, para las librar de las injurias y da era hombre esforzado y de mucho va
ños y tiranía que padecían con los in- lor y por esto era público que lo an
[sojportables e, sin justicia, impues daba por matar. Vino Francisco Rol
tos tributos, • tenía justísima guerra dan con sesenta o setenta hombres,
contra el Almirante y contra don Bar muy armados, en forma de guerra, al
tolomé y don Diego Colón; y muy pueblo del gran señor y rey Guarioiiex
mayor justicia y mérito le favoreciera (cuya mujer y reina se dijo, y el Al
si con la piedad natural juntara hacer mirante lo escribió a los Reyes, este
lo por la honra de Dios, porque ('onio Roldán tomó y usó mal della), el cual
para entrar y tener que hacer en estos pxieblo estaba de la fortaleza de 1«
reinos y gentes los cristianos, no haya Concepción obra de dos tiros de balles
habido otro titulo ni dereclio chico ni ta, donde estaba un capitán. García
grande, sino sólo la predicación de la de Barrantes, que yo bien cognosci,
fe y conversión dellos y traellos a Cris e tenía treinta hombres a cargo (por
to, en lo cual nunca se dió puntada, que había el Almirante y después su
grande ni chica, sino imponelles y car- hermano don Bartolomé Colón, como
galles y pedilles oro y lo que se creía arriba se ha tocado, repartido la gente
que valía oro, ¿quien de los quei fue por los pueblos de los indios para co
ren cristianos osará dudar que junta mer, y también porque sintiesen los in-
mente con las injurias y agravios tan diovS que velaban sobre ellos), y dijo
graves que se hacían a los prójimos, no allí a algunos que se pasasen a él. KI
se ofendiese gravísimamente Dios? Lue capitán Barrantes metió dentro en una
go, mucho mereciera Roldán delante casa, por importunidad o por fuerza o
de Dios, allende ser obligado de ley por grado, a los treinta hombres, requi
natural, moviendo guerra contra los riendo al Francisco Roldán que se fue
que a estas gentes, con tantos y tan gra se con Dios, que ellos estaban en set-
ves tributos y puestos tan sin justicia, vicio del rey y él andaba como le ph'
oprimían y amargaban, por su reden cía; y respondióle Roldán que juraba
ción; luego en tomar el oficio y ape a Dios que lo había de quemar a él y
llido de redentor, aunque por robar él a todos los treinta que allí tenía den
y ser señor, como Caifás diciendo y él tro de la casa, y tomóle todas las cosas
haciendo, profetizó. Pero fueron tan que tenía de comer por fuerza. Fué a
tas las tiranías y maldades opresivas la fortaleza de la Concepción y quisio'
llíSTOHiA DE LAS INDIAS J17
ra entrar en ella; el alcaide, que era maba p1 asiento donde se puso prime
Migu.l Uallester, le cerró las ])uertas ro y estaba entonces la villa de los cris
y no le quiso admitir, viéndole venir tianos, que llamaron especialmente la
con tanta gente y tan armada. V'^ega, puesto que todo esto era en la
En estos días llegó Bartolomé Colón Vega y era pueblo aquello del rey Gua-
a la fortaleza de la Magdalena, y allí rionex; distaba de la Concepción o for
supo la alteración de Francisco Rol taleza media legua de muy llana tie
dan, y a un Diego de Escobar que allí rra, que es alegría verlo y parecíase lo
estaba, y creo que era alcaide entonce^s uno de lo otro.
della, el cual se había desmesurado en Sabido por el don Bartolomé, envió
palabras contra él (sospecho que por a un caballero «jiic se llamaba Malaa-
que sintió excusar al Francisco Roldan ver, qiuí yo cognosci muy bien, al Fran
o algo semejante a eso, porque este cisco Roldan, «pie le hablase y de, au
Diego de Escobar fué de los principa parte le dijese que p«»r «pié causaba
les alzados con Francisco Roldan), tan gramlc daño v escámlalo y confu
mandóle prender y después díóle la sum en toda la isla; qu«'; mirase cuán
fortaleza por cárcel a([uel <lía, y man to deservicio se bacía a l«»s Riíyes ha-
dóle que otro día fuese tras él a la «dendo cesar los tribuios, y cuán mal
Isabela, el cual no curó <ic su mando, ( ontado le sería «le todos los que lo su
sino envió uii hombre de caballo, y de piesen y «^1 daño «puí hacía a todos los
bía ser a llamar a un Pedro «le Valde- cristianos, porque los imltos se <íiis«)-
vieso, el cual topó en el camino, y ani- berbecerían y cobrarían ánimos mayo
h«)s se fueron al pueblo del cacique res para les hacer guerra, y otras cosas
Marque a juntar con el Francisco Rol a este jiropósito, que le podían mover
dan. Y desde pocos «lías vino un hi a cesar de su se<liciosn prop«'>silo. Fi
dalgo que se llamaba Adrián de Moji- nalmente, le persuadió a qu«í fuefse]
ca con cierta gente a la Magdalena, y a hablar a la fortaleza con don Barto
loma al Diego de Escobar y vaiise a lomé, y dióle para ello seguro, de lo
juntar en el dicho pueblo con el dicho cual llevaba el dicho Ma!aav«ír comi
Francisco Roldan. De «loiide parectí sión. Vino a la fortaleza con su gente
que había concierto entre todos ellos, bien armada, y habló con don Barto
días había, ya tratado de alzarse. Este lomé; debía ser por las ventanas, don
Pedro de Valdevieso y el Adriano y Bartolomé parado. Dijo por qué jun
Diego Escobar eran de los principa taba con tanto escándalo aquella gen
les hombres desta isla, los cuales yo te y inquietaba la isla; respondió Rol
cognosci bien cognoscidos, y después dan que no la juntaba para deserviido
diré cosas dellos. de los Reyes sino para se defender dcl.
Ido don Bartolomé a la Isabela, co que le habían dicho que Ies quería cor
mo halló robada el albóndiga del rey tar las cabezas; responde que no les
e a su hermano desobedecido y maltra habían dicho verdad. Añirió Francis
tado, y supo los que seguían a Roldan co Roldán que él y su compañía esta
y que cada día sentía que crecían en ban en servicio del Rey; por eso, que
número, no osaba salir de la Isabela, le dijese dónde mandaba que fuesen a
temiendo que todos debían ser en la servir al Rey; dice don Bartolomé que
rebelión. Escribió a don Bartolomé el se vayan y estén en los pueblos del ca
alcaide Ballester, de la Concebición, cique que tenía por nombre Diego Co
que se guardase, porque cierto creía lón. Responde Roldán que no quería ir
que lo habían de trabajar de matar, y allí, porque no había qué comer. Man
que si pudiese, lo más presto se viniese dóle y prohibióle que no fuese más
a su fortaleza de la Concepción. Hízo- alcalde ni se llamase alcalde, y que lo
lo así, e a mucha priesa vínose y me privaba de tal oficio, pues andaba con
tióse en la fortaleza, que distaba de la tra el servicio del Rey. De aquí se fué
Isabela (como dije arriba) quince o mofando y más soberbio que vino, por
pocas más leguas. Desque lo supo Rol que no pretendía sino proseguir su re
dan vínose al Guaricano, que así se lla belión con los demás y ser libres para
i
aia FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
que 8US vicios y ambición alcanzasen la cual yo tuve muchos días conmigo,
impunidad e colocar su alzamiento con y della saqué todo o lo más que desta
alegar y sembrar mentirosamente que rebelión y alzamiento de Francisco
<lon Barloloiüé los quería matar, estan Roldan y sus secuaces aquí digo. Visto
do setenta y ochenta leguas de allí, en don Bartolomé en cuánto peligro esta
Xaragua, como ba aparecido, cuando ba, por aficionar más a sí a los espa*
ellos se alzaron; tomando también por lióles mandóles que daría a cada uao
título y causa de su traición, que por un esclavo o tantos esclavos; de aquí
que no se echaba la carabela al agua tomaron los que seguían a Francisco
y que a los indios no se quitaban los Roldán atrevimiento a más robar y
tributos de que estaban muy cargados, oprimir a los tristes indios. Lo mismo
como si se compadecieran más dellos Jiacían los que seguían al don Bartolo
que quien se los había impuesto, pues mé y no osaba irles a la mano por que
ellos los robaban y después mucho más no lo dejasen y se alzasen con Francis
los robaron y hicieron incomparables co Roldán.
danos y agravios, cuando el rey Mani-
caotex (de quien arriba hemos habla
do) que daba una calabaza llena o me CAPlTliLO CXIX
dia de oro por tributo cada tres meses,
que pesaba tres marcos, le daba otra Cada día se le allegaba más gente
tal medida y mayor que aquélla al di a Francisco Roldán y más se engrosa
cho Francisco Roldan, porque como ba su partido, como su vida y la de Jos
era alcalde v con vara y todos tembla que con él andaban era tan ancha, go
ban dél, no osaba hacer otra cosa. zando de todos los vicios que querían,
Desto bobo muchos testigos de oídas, y sobre todo libertad y señorío, porque
que lo habían sabido de indios, y vié- temblaban dellos los indios, por lo cual
ronse muchas conjeturas y argumentos los adoraban y servían. Y con esto,
dello. Y una era que tenía un hijo y él más soberbio y obstinado se ba
un sobrino consigo del dicho rey Mani- cía; y con esta pujanza, según dijeron
caotex, como en rehenes de su tributo. muchas veces muchos de su compañía,
Y otra, que buscaba todas las joyuelas determinaba de poner cerco a don Bar
y cositas que podía haber de Castilla tolomé Colón, que estaba en la fortale
el Francisco Roldan, para dalle al di za de la Concepción susodicha; y hom
cho cacique, y llamábalo su hermano. bre de los suyos, que se llamaba Gon
Cosa pareció muy pensada y platica zalo Gómez Collado, tomó juramento
da de propósito, de muchos días antes a otro que había nombre Gonzalo de
y de algunas personas principales con la Rambla, y éste fué de los que no
el Francisco Roldan, este motín e alza quisieron seguir a Roldán, que dijese
miento, creyendo que el Almirante a don Bartolomé, y si no pudiese a
nunca a esta isla volvería, según ]o que don Bartolomé lo dijese a Diego de
Juan Agnado había dicho. Y para mí Salamanca, que le avisase que mirase
tengo creído que dio el Juan Aguado por sí e que por ninguna manera salie
harta ocasión para ello, de donde pro se de la fortaleza, y en ella de quién se
cedió a toda esta tierra y gente della fiaba, por que supiese de cierto que
tan grande daño y peligro. Luego que de cualquiera manera que hacerlo pu
el Almirante de la Isabela partió, pro diesen lo habían de matar. Estando en
curó Francisco Roldan hacer gran can este estado estas cosas y don Bartolo
tidad de herraje para los caballos, cla mé en medio destos peligros y de sus
vos y herraduras, lo que nunca antes angustias, cada día esperando cuándo
había hecho ni era entonces tan nece había de llegar Francisco Roldán a
sario como de antes lo fue, según pa cercallo, como Dios en esta vida no da
recía. Y así lo juraron los testigos en todos los trabajos juntos, sino siemprf-
cierta probanza que sobre esto de mu 'cognosciendo nuestra flaqueza, con al
chas y muy honradas personas que yo guna interpolación, quiso dar algún re-
cognosci, que fueron testigos, se hizo; súello a don Bartolomé y a loe que
HISTORIA DE LAS INDIAS 319
ei perseveraban, y así ordenó que lle que hablase a Francisco Roldan y a los
garon dos carabelas con bastimentos demás que le seguían, sobre que se re
Uenas, y con noventa hombres de tra dujesen a la obediencia y so la gober
bajo, de Castilla, que el Almirante, nación del dicho don BaiToloiiié, que
con el ansia que tenía de enviar provi ya le podemos llamar el Adelantado, y
sión a los que acá estaban, creyendo para ello les diese seguro y prometiese
que al menos entre sí vivían en perdón de la desobediencia y escánda
[enviaba]; el capitán de las cuales fue los y daños pasados y los que sustenta
un caballero que se llamó Pero Her ban de presente. Llegado a ellos, que
nández Coronel, alguacil mayor desla riéndoles hablar, dijeron los principa
isla, que había llevado consigo el Al les, Icniieiido que la gente común no
mirante, del cual en el cap. 82 se hizo se |)crsuadiese oyéndolo, que se apar
mención. tase y no hablase sino con quien
Así como el don Bartolomé supo la había de hablar (y se probó que ha
venida de las carabelas, fue grande el bían dicho “ apartaos allá, IraidorCvs”),
oonaiielo que rescibió él y los que con si no, que les tirarían con las ballestas
él estaban, y determinó de partirse para y <pie si se tardaran las (carabelas ocho
Sancto Domingo a poner recaudo en días, bobieran preso o muerto al Ade
ellas y en lo que en ellas venía y para lantado y que todos fueran ya unos. El
saber nuevas del Aimiranie y recebir (Coronel habló con el Francisco Roldán
las cartas del rey e lo que más conve y con los principales, encareciéndoles
nía. Súpolo también Francisco Roldan la desobediencia y escándalo, peligro
y juntó la gente toda de sus alzados y y detrimento en que ponían toda la
rebeldes que le seguían, y acuerda de isla y lo que Dios se ofendía y eran
ir también a Sancto Domingo para sa deservidos los Reyes y otras cosas que
ber qué nuevas venían del Almirante y les pudieron mover, pero, al cabo, con
de Castilla, y qué gente, de nuevo, y solas respuestas no honestas y aun más
así proveer lo que le cumplía. Detúvo que deshonestas y de soberbios y obsti
se cinco o seis leguas de la villa, por- nados, Pero Hernández Coronel y los
qne no osó llegar allá, temiendo que que fueron con él, se volvieron, Fran
contra don Bartolomé no prevalecería, cisco Roldán y sus alzados tomaron el
por la gente que allí había y la que en camino del reino y provincia de Xara-
las carabelas venía. Rescebidas las car gua, donde, para complimienlo de to
tas del Almirante y visto el favor que dos los vicios, hallaron el apatejo y pa
los Reyes le habían dado v mercedes raíso, libertad e impunidad que busca
ele nuevo a él hechas, que abajo dire ban. Desque don Bartolomé vido que
mos, y entre ellas fué una, que insti por bien no podía reducillos, hizo pro
tuían al dicho don Bartolomé por Ade ceso contra él y los que con él se alza
lantado (le todas estas Indias, y cómo ron, y llamados por sus pregones y al
a mucha priesa el Almirante entendía cabo sentenciólos en rebeldía, dándolos
m se despachar con otros seis navios, por traidores.
rescibió el don Bartolomé, ya consti Estos noventa hombres de trabajo,
tuido Adelantado, grandísimo favor y que en estos dos navios envió el Al
alegría, y los que le seguían, como si mirante, vinieron con pacto y conve
resucitaran de muerte a vida, Y porque niencia de trabajar en todos los traba
el Almirante hallase la tierra sin los jos de las minas y en cortar brasil, lo
alborotos, confusión y daños en que es que entonces se creía que había mu
taba, como ya le esperase cada día, y cho, .y así escribió el Almirante al Ade
venido pudiese descansar de sus tan lantado, su hermano, y yo vi la carta,
prolijos trabajos algo con alegría, en^ que si hallase alguna persona de los
vio al dicho capitán de las dichas cara que estabanfn] acá y sabían de las mi
belas y alguacil mayor desta isla, Pero nas, que le diese una cuadrilla de aque
Hernández Coronel, porque era hom llos trabajadores, que sacasen oro, y
bre prudente v de autoridad, y con él que diesen cada día cierta cantidad
algunos otros aue lo acompañasen^ a de oro, y lo demás que sacasen fuese
320 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
para ellos. Cualorce dallos venían se lla destas inocentes gentes, los mata
ñalados para cultivar y labrar la tierra, ban y destruían por exquisitas y düc-
y sembrar trigo y lo demás. De donde vas maneras de crueldad, y acaecía no
parece que nunca pensó el Almirante muy raras veces, sino muchas y cada
echar indios a las minas, como después día, que por su pasatiempo asaeteaba
la maldad y cudicia inventó, sino que el indio para probar si lo pasaba con
diesen tributo de oro o de lo que te su ballesta; y hacían pasar un indio,
nían^ como arriba pareció. Parece tam para con su espada cortallo por me
bién que en aquel tiempo no había la dio; pasaba el cordero y dábale un re
soberbia en los hombres de trabajo y vés, y porque no lo cortaba de un gol
labradores que a estas tierras venían, pe, tornaba a hacer que pasase otro y
como después bobo, que, en pasando otros, y así despedazaban cuantos seles
acá, luego presumieron y hoy presu antojaban, riendo. Si con las cargas de
men, por gañanes y rústicos que sean, cuatro arrobas que llevaban se cansa
de no trabajar, sino holgazanear y co ban, dejarretábanlos y echaban las car
mer de ajenos sudores, Pero la causa gas por sobrecargas a otros; y también
desta desorden, soberbia y ambición y a las mujeres, las cuales, por no poder
haraganía desproporcionada de sus es llevar la carga, dalle de estocadas y
tados y de toda razón, fué la tupida y echar la carga de aquélla sobre las
cudiciosa y no excusable ceguedad del otras, y caer otra con la que llevaba,
infelice inventor de aquella pestilencia y luego también matalla. Y otras exe
vastativa de tanta parte y tan grande crables crueldades, que nunca fueron
del linaje humaqo, que fué repartir los por hombres imaginadas.
indios desta isla a los cristianos, como Con estas vejaciones y malos trata
si fueran vacas o cabras, como en el li mientos que sobrevinieron a las cargas
bro 2,®, placiendo a Dios, se contará. de los tributos pasadas y presentes y
Esta levantó los corazones de las viles a otras muchas que se les habían he
y serviles personas a pensar y presu cho (aunque Roldán publicaba santi
mir de sí mismos que habiendo naci dad que no tributasen, y que por
do para servir e trabajar corporalmen- aquesta causa se apartaban del Adelan
te y ser mandados, en poniendo el pie tado él y aquella su gente), los indios
en esta tierra no asentaban con nadie, de toda la comarca de la Vega y del se
ya que querían asentar, no para aba ñorío del rey Guarionex, viendo tam
jar el lomo en servicio alguno corporal, bién que por parte del Adelantado Ies
sino para estar y andar enhiestos, y pedían y amonestaban que pagasen el
con una varilla en la mano, ser verdu tributo al rey, queriendo, de aborci-
gos de los mansos y humildes indios y dos, dar en el suelo con la carga, no
mandar. quisieron hacer guerra a los cristianos,
o porque tenían ya experimentado (fne
CAPITULO CXX les caía al cabo el daño sobre la cabe
za, o porque, en la verdad, Guarionex
Todos estos levantamientos y disen era hombre muy pacífico y manso; fi
siones de entre estos alzados y no alza nalmente, acordó el Guarionex y mu
dos resultaban en grandes aflicciones, cha de su gente de se ir huyendo a gua
angustias, trabajos y daños de los in recer al reino de otro rey, señor de las
dios, porque dondequiera que llegaban sierras y tierra, aguas vertientes basís
los unos o los otros les comían los bas la mar del Norte, pasando el anchor áe
timentos, los llevaban con cargas de tres la Vega, porque aguas vertientes al Me
y cuatro arrobas a cuestas, les hacían diodía, que es el Sur, era el reino
mil fuerzas y violencias en las perso Guarionex. Aque rey e señor de la®
nas y hijos y mujeres, mayormente los dichas sierras y tierras hasta la dicha
de Francisco Roldan, que más perdida mar, tenía por nombre Mayomanex»
y desenfrenada, en esto y en todo, te por otro nombre le llamaban los espa*
nían la vergüenza. En fin, los unos y ñoles el Cabrón, no sé otra causa, sino
los otros, sin temor de Dios ni manci por escarnio, como solían poner nom-
HISTORIA DE LAS INDIAS 321
y ju s t ic i a , p o r lo q u e h a b ía d e se r l o a p e d ir a lg o , v a c ía s la s m a n o s . L le g a d o s ,
do d e m o r o s y ju d ío s y g e n tile s y d e r u e g a n , s u p lic a n , im p o r tu n a n q u e su
b á r b a r o s y m u c h o m á s d e ío s c r istia n o s, se ñ o r M a y o b a n e x se a d e la s p risio n e s
e r a t a n m a l t r a c ta d o , d e s u r e in o y s e lib r a d o y q u e s ie m p r e s e r á n o b e d ie n te s
ñ o r ío y l ib e r t a d co n i m p ie d a d c r u e l y se rv irá n a l A d e la n ta d o y a lo s c r istia
d e s p o ja d o . n o s. S o ltó e l A d e la n ta d o a l a r e in a y
A n d a b a e n e sto s c o r r im ie n to s , t r a a to d o s lo s p r e so s de su c a s a , h ijo s y
b a jo s y p e r s e c u c ió n c o n M a y o b a n e x y d e u d o s y c r ia d o s , p e ro e n q u e se s o lt a
c o n su m u je r y h i jo s u n a s u p r im a o se su re y e s e ñ o r d e la s p r is io n e s , n in
h e r m a n a , q u e la h a b ía d a d o p o r m u g u n a c o sa lo s ru e g o s y lá g r im a s a p r o v e
j e r a o t r o s e ñ o r , su v e c in o , d e c ie r ta c h a ro n .
p a r te d e a q u e l la p r o v in c ia d e lo s ci- D e sd e a p o c o s d ía s, c o m o el re y G u a-
g u a y o s ; d i jó s e q u e e r a la m á s h e rm o sa rio n e x , q u e e n tre las p e ñ a s y c av e r
m u je r d e c u a n t a s e n e s ta is l a se h a b ía n n a s d e la tier*-a h a b it a b a , no p u d ie se
v isto , a u n q u e en e lla b o b o m u c h a s d e s u fr ir m á s la triste v id a q u e v iv ía n i
h e r m o s u r a s e ñ a la d a ; é s t a fu é p r e s a
d isim u la r , m a y o rm e n te l a h a m b r e , s a
cu an d o M ay o b an ex y su casa. Su m a
lió a b u s c a r d e c o m er, d o n d e iio p u d o
r i d o d e lla v iv ía p o r lo s m o n te s, llo r a n
sin o m o str a r se a a lg u ien . C o m o ven ían
d o y g im ie n d o n o ch e s v d ía s , q u e n in
gún r e m e d io d e su a n g u s t ia n i c o n su e c a d a d ía g e n te s de lo s c ig u a y o s a v isi
lo e n c o sa n in g u n a h a l l a b a . D e te r m in a t a r al re y s u s e ñ o r M a y o b a n e x a la f o r
d e ir s e a l a V e g a y p o n e r s e e n la s m a ta le z a d e la V e g a o d e la C o n ce b ició n
n o s d e l A d e la n t a d o , r o g á n d o le y s u p li y t r a e lle d e c o m e r , no f a lt ó q u ie n d ie
c á n d o le c o n lá g r im a s y tr is t ís im o s e m se a v iso a l A d e la n ta d o q u e G u a rio n e x
b la n te , q u e le d ie se su m u je r y q u e él e sta b a en t a l p a r te . E n v ía c ie r ta c u a
y to d a su g e n t e y c a s a le s e r v ir ía n co m o d r illa d e e s p a ñ o le s y in d io s a lg u n o s a
e sc la v o . D i ó l e lib r e m e n te su m u je r y b u s c a lle ; n o c o n m u c h a d ific u lta d lo
a lg u n o s p r in c ip a le s , q u e s e tr iije r o n h a lla n y p r e s o y a b u e n r e c a u d o Ío
p r e s o s , el A d e la n t a d o . C o m e n z ó lu e g o tra e n .
a s e r a g r a d e c id o , y d e s u p r o p ia v o lu n
M ó ten lo e n l a fo rta le z a d e l a C o n ce
ta d t r a e c u a t r o o c in c o m il h o m b r e s,
b ic ió n , a p a r t a d o d e M a y o b a n e x , y tié-
sin a r m a s , sin o so la m e n te c o n su s c o a s ,
n e n io a llí d e h ie r r o s , c a d e n a s y g rillo s
q u e so n u n o s p a lo s to s t a d o s q u e u sa n
y d e gran eles a n g u stia s c a r g a d o , el q u e
p o r a z a d a s , y p id e a l A d e la n ta d o q u e
la m a y o r y m e jo r p a r te d e to d a e sta
d ó n d e q u ie r e q u e le h a g a u n a g ra n l a
g r a n is l a s e ñ o r e a b a , sin c u lp a y sin r a
b r a n z a d e p a n ; s e ñ á la le e l lu g a r , h i n
z ó n y ju s t ic i a , en los lu g a r e s y tie rra s
che d e l a b r a n z a u n g r a n c a m p o , q u e
d e su ju r is d ic c ió n , s o b r e o tr a s m il y
e n q u in c e o v e in te d ía s q u e p u d o e sta r ,
d ie z m il v e ja c io n e s , a g r a v io s y d añ o s
l e p u d ie r o n h a c e r t a n t a la b r a n z a d e q u e d e sq u e lo s c r istia n o s e n e sta is la
p a n , q u e v a li e s e e n to n c e s tr e in ta m il e n tra ro n h a b ía su frid o y p a s a d o . Y
c a s te lla n o s . a sí, en a q u e l e rg a stu lo y c á r c e l e stre
S a b i d o p o r l a p r o v in c ia d e lo s c ig u a - c h ísim a y a m a r g a v id a lo tu v ie ro n tre s
y o s q u e se h a b í a r e s t it u id o l a se ñ o ra , a ñ o s, h a s ta q u e el a ñ o d e 502 lo e n
m u je r d e a q u e l se ñ o r , q u e e n t o d a la v ia ro n a C a s t illa en h ie r r o s , y fu e ro n
t i e r r a e r a t a n n o m b r a d a y ta n e s tim a c a u sa q u e e n l a m a r p e r e c ie se , m u r ie n
d a , p a r e c ió a to d o s lo s se ñ o r e s y p r in d o a h o g a d o , se g ú n q u e , p la c ie n d o a
c ip a l e s d e t o d a l a t i e r r a q u e ta m b ié n N u e str o S e ñ o r , en el lib r o sig u ie n te
a lc a n z a r ía n l ib e r t a d a s u r e y e se ñ o r se r á r e la ta d o . D e l otro b u e n re y e p i a
M a y o b a n e x . A c u e r d a n d e v e n ir g ra n d o so M a y o b a n e x n o a d v e r tí en p r e g u n
n ú m e r o d a l lo s , y tr a e n s u s p r e s e n tillo s t a r , c u a n d o p u d ie r a y tr a c t á b a m o s d e
d e p a n y h u t í a s y p e s c a d o , t o d o a sa d o , a m b o s, en q u é h a b ía p a r a d o ; c re o q u e
p o r q u e n o t e n ía n o tr a s r iq u e z a s , y p o r m u rió en l a c á r c e l. H a b r ía d o s añ o s
q u e n u n c a l o s in d io s j a m á s v ie n e n a lo s q u e h a b ía s u p r isió n y m is e r ia a c a e c i
c r is t ia n o s , m a y o r m e n t e c u a n d o h a n d e d o , c u a n d o y o a e sta is l a lle g u é .
33
326 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tornernos a coser lo que se hizo en que oro vale. Hizo dos grandes fal.
despacho, con lo que arriba en el fin tas y liviandades indiscretamente, como
deJ cap. 112 dejamos. marinero y no como hombre criado eo
1 ¡irnos allí cómo para el despacho la corte o en palacio. £1 uno, que ge
de Almirante le mandaron librar los fue luego a la villa de Moguer a holgar '
Rcyjis seis cuentos para ocho navios a su casa, guardando siempre consigo
que había pedido que pudiese traer las cartas que traía del Adelantado, y
llenos de bastimentos, y con trecientos no llegó a la corte hasta-fin de diciem.
hombres y treinta mujeres, que acorda bre, que estaban los Reyes ya enfada
ron los Reyes que siempre habitasen dos de esperallas, y el Almirante como
en esta isla y ganasen sueldo de los re de un escarpia colgado, porque no sa
yes, a seiscientos maravedís cada mes, bían cosa de lo que acá había o pasa
y doce maravedís cada día para su co ba. El otro fué hacer grandes asonadas
mida, y cada mes también una hane que traía cantidad de oro y después ha-
ga de trigo, como arriba se dijo; pues Róse que no traía cuasi nada. No gir.
to que no trujo deste viaje todos tre vió su escrebir pidiendo albricias, sino
cientos, considerando que algunos de de que, como el rey de Francia tomó
ios que acá estaban querrían por en aquellos días una villa, creo de Salces,
tonces quedar. Para todos los más de del Condado, pienso, de Rusellón, tu
trecientos traía mandado que los de vieron los Reyes necesidad de proveer
jase ir a Castilla, si irse quisiesen, pa gente de nuevo para fortalecer a Per-
gándoles los sueldos del tiempo que piñán, y no tenían dineros para ello,
acá habían estadp; y si quisiesen que dijeron los Reyes al Almirante que
dar más de los trecientos, se queda pues el piloto Peralonso trae oro en
sen, pero que sueldo no ganasen, sino cantidad, dello se suplirá lo que os
que trabajasen en la tierra de granjear estaba librado y más. Témanse los seis
y ayudarse de su industria y trabajo, cuentos y gástanse para Ferpiñán; lle
pues la isla era tan fértil e de granje ga el piloto, da las cartas; parece su
rias y muchos bienes y riquezas de oro liviandad. Hobieron harto enojo los
y naturales capaz. Los cuatro cuentos, Reyes, no tanto por no traer oro, cuan
destos seis, eran para empleallos en to por haber detenido tantos días las
bastimentos, y los dos para pagar la cartas, según escribió al Adelantado
gente, porque a los que venían y a los en los dos navios que arriba, capítu
navios pagaron los seis meses; lo que lo [119] ^ se dijeron, el Almirante; y
destos sobrase, para pagar a los que a lo que yo conjecturé, hobieron
acá estaban que se bebiesen de ir a no alegría, sino aumento de su enojo,
Castilla. Librados estos cuentos, aun por saber que traían tantos indios por
que [no] cobrados, llegaron los tres esclavos, como en el 2.® libro, placien
navios que en el cap. [111] ^ dejímos do a Dios, por buenos argumentos se
que halló el Almirante en la bahía de coguoscerá. Pero, cierto, el enojo y
Cáliz, para acá, donde vino por piloto pena que el Almirante rescebió de la
y capitán Pero Alonso Niño, y en el burla y vanidad del piloto, por no sa
cap. [11.1] ^ que el Adelantado los ha lir lo que había escripto de traer canti
bía henchido de indios por esclavos; dad de oro verdad, bien creo que fué
estos navios llegaron de vuelta eu Cáliz mayor, que aguó y enturbió el placer
a 29 de otubre de aquel año de 1496 que pensó recehir o recibió de ha
años. Escribió luego apriesa el dicho ber enviado el Adelantado, su hermano,
Pero Alonso Niño a loa Reyes y al los navios llenos de esclavos. Aquí dié
Almirante, pidiendo albricias porque otro vaivén la negociación indiana y
traía cantidad de oro, y debía llamar sobrevinieron no chicos disfavores (de
oro a los muchos indios que traía por ser burla las cosas destas partes, como
esclavos, como quien dijera oro es lo los émulos y no émulos estimaban o
murmuraban) al Almirante; y así lo
í Ea el o r ig in a l pone 112, co n fo rm e a n u
m era ció n primitiva.
2 114, en e l o rig in a l. a 120, en e l o r ig in a l.
I
HISTORIA DE LAS INDIAS 329
del Almirante rescebido, y vistos y con tra carta de privilegio o por el dicho
siderados sus grandes trabajos y el su treslado signado como dicho es, de
poco provecho que había hasta entonces nuestro proprio motivo e cierta scieu-
habido, hiciéronle nuevas mercedes en cía e poderío real absoluto, de que en
todo aquello que él les suplicó, y aun esta parte queremos usar e usamos e
otras que él no había pedido, allende confirmamos e aprobamos para agora
que le confirmaron de nuevo las viejas e para siempre jamás a vos el dicho
que le habían hecho y todos sus pri don Cristóbal Colón e a los dichos
vilegios al principio concedidos. Y lo vuestros fijos e nietos e descendientes
primero, confirmáronle todos los capí de vos e de los vuestros herederos, la
tulos y mercedes del contrato que hizo sobredicha carta nuestra carta suso en-
con los Reyes antes que viniese a des- corporada e la merced en ella conteni
cobrir y todos los títulos y preeminen da. E queremos e mandamos e es nues
cias que en Sancta Fe le concedieron, tra merced e voluntad, que vos vala e
y después, des[d]e a pocos días, se las sea guardada a vos e a los dichos vues
ratificaron, entrados en la ciudad de tros fijos e descendientes, agora e de
Granada, y confirmaron en la ciudad aquí adelante, inviolablemente, para
de Barcelona, según que en los capítu agora e para siempre Jamás, en todo e
los 33 y [80] ^ largamente posimos. por todo bien e complidamente, según
Todo* lo cual, agora de nuevo, en una e por la forma e manera que en ella se
patente real referido y supuesto los contiene. Y si necesario es, agora de
Reyes dicen así: nuevo vos hacemos la dicha merced e
“ E agora, por cuanto vos el dicho don defendemos firmemente que ninguna
Cristóbal Colón, nuestro Almirante del ni algunas personas no sean osadas de
mar Océano e nuestro visorrey e go vos ir ni venir contra ella ni contra
bernador de la tierra firme e islas, parte della por vos la quebrantar nin
nos suplicastes e pedistes por merced menguar, en tiempo alguno ni por al
que porque mejor e más complidamente guna manera; sobre lo cual manda
vos fuese guarda[da] la dicha carta de mos al príncipe don Juan, nuestro muy
merced a vos e a vuestros hijos e des caro y muy amado hijo, e a los infan
cendientes, que vos la confirmásemos tes, duques, perlados, marqueses, con
e probásemos e vos mandásemos dar des, ricoshomes, maestres de los órde
nuestra carta de privilegio della o nes, priores, comendadores e socomcn-
como la nuestra merced fuese; e nos, dadores e a los de nuestro Consejo,
acatando lo susodicho e los-muchos e oidores de la nuestra Audiencia, algua
buenos e leales e grandes e continos ser ciles e a otras justicias cualesquiera de
vicios que vos el dicho don Cristóbal la nuestra casa e corte e chancillería e
Colón, nuestro Almirante e visorrey e alcaides de los castillos de casas fuer
gobernador de las islas e tierra firme tes e llanas e a todos los concejos c
descubiertas e por descubrir en el mar asistentes e corregidores, alcaldes, al
Océano, en la parte de las Indias, nos guaciles, merinos, prebostes e otras
habedes hecho e esperamos que nos justicias de todas las ciudades, villas e ,
iaréh especialmente en descubrir e lugares de los nuestros reinos e seño
traer a nuestro poder e so nuestro ser ríos e a cada uno dellos, que vos guar
vicio las dichas islas e tierra firme, ma den e fagan guardar esta dicha nues
yormente porque esperamos que con tra carta de privilegio e confimiación
ayuda de Dios, Nuestro Señor, redun
dará en mucho servicio suyo e honra e la carta de merced en ella contenida,
nuestra e pro e utilidad de nuestros e contra el tenor e forma de ella non
reinos, porcrue esperamos que los po vos vayan ni pasen ni consientan ir ni
bladores indios de las dichas Indias se pasar en tiempo alguno ni por alguna
convertirán a nuestra sancta £e católi manera, so las penas, etc. Dada en la
ca, tovímoslo por bien, e por esta nues- ciudad de Burgos a veinte y tres días de)
mes de abril, año de mil y cuatrocieP'
* E n e l o r ig in a l p o n e 81 p o r n u m eración tos e noventa y siete anos.—^Yo el Rey-
p r im itiv a . Yo la Reina.—^Yo Fernandálvarez
I
HISTORIA DE l A S IN D U S 331
cuenta a los Reyes, y a darse priesa en por poco que en ellas se poblase, siem
suplir los gastos que hacían y dalles pre dirían las malas lenguas que yo po
provechos, que fué causa, como arriba blaba el mío y dejaba el suyo, y asi
es dicho, de usar mal della, imponién mismo que había tomado del mejor,
doles los tributos injustos e intempes por lo cual nacerían enojos que redun
tivos, él la curara mejor y temiera que darían a mí daño, que pues Sus Alte
los indios, sus naturales vecinos y po zas me tienen fecho merced del diez
bladores, haciéndoles guerra y capli- mo y ochavo del mueble de todas las
vándolos por esclavos, perecieran y me Indias, que no quería yo más.” Estas
noscabaran. Dije “tuvieran dueño” , son sus palabras, y no muy polidas en
porque nunca las Indias jamás lo tu nuestro romance, pero, cierto, no por
vieron, como parecerá adelante. Dije eso dignas de desechar.
“ suya propria” , entendiendo con esta
condición si los Reyes la pudieran dar
al Almirante por suya propria; pero CAPITULO CXXV
no podían, porque era ajena, conviene
a saber, de los indios vecinos y mora E s te cap itu lo p ro sig u e la s m erced es
dores naturales dellas y de los reyes q u e los R eyes le h iciero n en e ste año
naturales suyos que en ellas reinaban, d e 1497
las cuales ni los Reyes ni el Papa que
Íes dio poder para entrar en ellas (lo Hiciéronle los Reyes otra merced,
cual con toda reverencia quiero que que porque habiéndose ocupado el Al
sea dicho), no los pudieron despojar de mirante hasta aquí en descubrir tierra
sus señoríos públicos y particulares, es por tierra y por mar, como el descu
tados y libertad, porque no eran mo brimiento de Cuba y Jamaica, y en esta
ros o turcos que tuviesen nuestras tie isla Española por tierra, las provin
rras usurpadas o trabajasen de destruir cias della y otras ocupaciones que tuvo
la religión cristiana o con guerras in en ella (puesto que las más fueron de
justas nos fatigasen e infestasen. Y la injustas guerras que hizo a estas gen
ceguedad de aqueste error hizo al Al tes, como arriba está dicho, lo cual los
mirante mucho mal y a muchos otros Reyes o no sabían cuántas y cuán ma
que después dél se han querido cegar, las eran o no lo entendían), y así no ha
pero mucho mayor e estas naciones bía habido el Almirante sino poco pro
desventuradas, que por el susodicho vecho e interese y deseaban ayudalle
error las han venido a extirpar. y prosperalle, tuvieron por bien de le
Suplicó el Almirante a Sus Altezas hacer merced que, puesto que era obli
que aquesta merced que le hacían de gado a contribuir en los gastos que los
las cincuenta leguas no se la manda Reyes hacían, por la capitulación pri
sen aceptar; no porque hobiese sali mera, la ochava parte, pues había de
do del dicho error y temiese tomar lo gozar la ochava parte de los provechos,
ajeno, sino por evitar pendencias con que no pagase cosa alguna de los gas
los oficiales del rey, las cuales sentía tos hasta allí hechos, sino que solamen
bien que no le habían de faltar, levan te bastase lo que puso en el primer
tándole que poblaba mejor su tierra viaje, cuando vino a descubrir estas In
y cincuenta' leguas que no la del rey, o dias, que puso, sobre un cuento que
que había escogido la mejor. Y en esto los Reyes pusieron, como se dijo arri
tenía ciertamente razón, porque prin ba en el capítulo [33] lo que más
cipalmente oficiales del rey le persi fué menester, que pasó' de medio cuen
guieron siempre con harta falta de jus to, para aparejar y despacharse con la
ticia y le quitaron su estado y a su pri nao y dos carabelas con que descubrió
mer heredero después dél, como yo sé esta isla y las demás, con que de lo
harta parte. Y así dice é l: “Supliqué que hasta entonces había venido a los
a Sus Altezas que no me las mandasen Reyes, no pidiese diezmo ni ochavo.
tomar, por evitar escándalos de malde 1 En o r ig in a l p o n e 34¡ s ig u ie n d o num en’
cir y por no perder el resto, porque c ió n p rim itiv a.
I
HISTORIA DE LAS INDIAS 333
mismos privilegios concedidos al mis hicieron ésta: que ninguna cosa se hi
mo Almirante don Cristóbal Colón le ciese ni proveyese en los reinos de Cas
perteneciera muy mejor la ochava par tilla, tocante a la negociación destas In
te de las dichas dehesas, tierras y raíces dias, sin que asistiesen a ella con los
y ganados y otras cosas que sin dueños oficiales de los Reyes la persona o per
se hallaran por su persona en la mar. sonas que el Almirante para ello nom
Pero tener que le perteneciesen por brase y deputase y su poder para ello
cualquiera de los privilegios o al Al tuviesen, con que se hiciese saber a Sus
mirante de Castilla o del de las Indias Altezas cómo tal o tales personas eran
la tercia, ni ochava, ni décima parte deputadas y nombradas por el Almi
destas tierras y gentes dellas, es error rante para ello. Y esto pidió y suplicó
intolerable. La razón es clara; porque el Almirante, por que hobiese mejor
son ajenas y tienen dueños y señores recaudo en la hacienda que a él perte
proprios naturales, y cuanto al señorío necía y había de haber. Despachóse esta
particular de las cosas que cada perso merced en Medina del Campo, a 30 de
na privada tiene, y cuanto a los bienes mayo el mismo año de 1497.
y cosas públicas y jurisdicciones de los Hicieron otra merced sin éstas, que
pueblos y de los reyes, que les compe le dieron licencia y facultad que pudie
ten de derecho natural y de todas las se hacer e instituir uno y muchos ma
gentes. yorazgos, cada y cuando quisiese; asi
Y conviniera que se le pidiera al Al en vida, por simple contrato e manda,
mirante que dónde halló tal derecho y como por donación entre vivos como
quién se lo pudo haber concedido, por por su testamento e postrimera vo
el cual solamente por descubrir estos luntad o condición, por una o dos
reinos y tierras, llenas de pacíficas y o tres escripturas, etcétera, de sos
mansas gentes, que tienen sus reyes y bienes, vasallos, heredamientos, oficios
«eñores libres, que a ningtmo jamás perpetuos, para que quedase memoria
fnera de sí por rey ni señor superior dél y de su casa y linaje, y poxqne los
recongnoscieron, se le trespasen luego que dél viniesen fuesen honrados, aca
todo el señorío particular y público y tando los muchos y buenos y leales e
el ser y vidas en él de todos ellos. To grandes y continnos servicios que del
dos las causas que algunos asignar de habían rescebido y rescebian cada día,
lo contrario desto quisieron son frívo especialmente en descobrir e atraer a
las, vanas y de hombres sin razón y aun su poder e señorío las islas e tierra fír
sin Dios, como ya por la misericordia me que había descubierto en el mar
de Dios se va entendiendo. Asi que, ni Océano, mayormente porque espera
por la capitulación que los Reyes con ban que redundaría en mucho servicio
el dicho Almirante don Cristóbal Co de Dios e a honra de los Reyes e pro e
lón hicieron, ni por la que pertenece utilidad de sus reinos, e porque se espe
de los reyes pasados al Almirante de raba que los pobladores destas Indias
Castilla, ni por los unos ni por los se convertirían a nuestra sancta fe ca
otros privilegios, no compete al Alnii- tólica. Y porque consideraban que de
ranté de las Indias, ni se le pudo dar los reyes e príncipes, que no recognos-
por nadie destas tierras y reinos ni rei cen superior, es propria cosa honrar e
nos, ni de las gentes dellos, ni de cosa sublimar sus súbditos y naturales, es
que sea raíz y se halle en ellos, un solo pecialmente a aquellos que bien y leal
pelo ni valor deUo. Lo que a él mente los sirven; y porque también en
pertenece y se le debe por descubrillas se hacer los tales mayorazgos es honra
es tanto ante Dios y ante el mundo y de la Corona real, etc. Y entre otras
señaladamente ante los reyes de Casti- cláusulas muchas necesarias y favora
Da, que salvo el premio que Dios le bles, dicen que los bienes que incluyese
dará en el cielo, como yo espero, ja en el mayorazgo o mayorazgos fne-
más en este mundo se le dará ni podrá sen imprescriptibles e impartibles para
dar digna o igual recompensa. siempre jamás, y que la persona o per
Fué otra merced que Sus Altezas le sonas en quien los hiciere o instituyere
HISTORIA DE LAS IN D IA S 33$
no los puedan vender, ni dar, ni donar, recebido al dicho oficio e al uso e ejer
ni amenguar, ni dividir, ni apartar, ni cicio dél, e mandamos que en ello ni
los puedan perder, ni pierdan por nin en parte dello embargo ni impedimen
guna deuda que deban, ni por otrá ra to alguno vos non pongan, etc.” Fué
zón ni causa, ni por ningún delito ni fecha en Medina del Campo, a 22 de
crimen, ni exceso que cometan, salvo julio deí dicho año de 1497.
crimen ¿esae maiestatis o perditUonU o
traición o crimen de herejía, etc, Fué
hecha en la ciudad de Burgos, a 23 de CAPITULO [CXXVI] í
abril del mismo año de 1497.
Y es aquí de notar que en esta provi Estando el Almirante para se despa
sión y otras muchas, como de alguna char de la corte, y los Reyes que lo de
parece arriba, hacen mención los Re seaban verlo partido, acaeció que mu
yes que les había descubierto y dado rió el rey don Juan de Portugal y su
a tierra firme, y no era así, porque no cedió en aquel reino el rey don Ma
había descubierto sino solas islas, cua nuel, que era duque de Reja. Trata
si teniendo por cierto que se la había ron los reyes de casar la princesa doña
de descubrir, como agora en este viaje Isabel, que fué reina de Portogal j
lo hizo. princesa de Castilla, con el dicho rey
Finalmente, le hicieron los Reyes don Manuel; y concluido, la Reina Ca
otra merced, que instituyeron a su her tólica, su madre, la Uevó en fin de se
mano, don Bartolomé Colón, Adelan tiembre de este año de 97 a Valencia
tado de todas estas Indias, islas y tie de Alcántara, donde vino el rey de Por
rra fírme, y la provisión comienza: togal y la rescibíó sin fiestas ningunas.
“Don Hernando y doña Isabel, etc. La razón fué, porque yendo el Rey e
Per nos vistos y considerados los mu la Reina juntos a llevar la dicha señora
chos y buenos e leales servicios que vos reina princesa a Avila, por ver el mo
don Bartolomé Colón, hermano de don nasterio de Sancto Tomás de Avila, de
Cristóbal Colón, nuestro Almirante del la orden de Sancto Domingo, que ha
mar Océano, e visorrey e gobernador bía hecho el prior de Sancta Cruz,
de las islas nuevamente halladas en fraile de la misma orden, inquisidor
las Indias, nos habedes hecho e face- mayor, y el primero que hobo en Es
des de cada día e esperamos que nos paña, como obra insigne y señalada y
haréis de aquí adelante, tenemos por hecha de los bienes que se habían con
bien e es nuestra merced e voluntad fiscado a los herejes que se habían que^
que de aquí adelante vos llaméis e inti mado, supieron los Reyes que el prín
tuléis Adelantado de las dichas islas cipe don Juan, que de Medina del Cam
nuevamente falladas en las didhas In po, de <londe salió la corte, se había
dias, e podades usar e ejercer e facer ido con la princesa, madama Margari
en las dichas islas e en cada una dellas ta, su mujer, a Salamanca, se había
todas las cosas que los otros adelanta sentido enfermo; volvióse luego el Rey,
dos de los dichos nuestros reinos pue e sola la Reina prosiguió el camino con
den facer, e que hayades e gocedes e la princesa, como dije, para Valencia
vos sean guardadas todas las honras e de Alcántara. Desde a pocos días antes
gracias y mercedes e preeminencias e que la Reina volviese, plugo a Nuestro
prerrogativas que son debidas e se de Señor de atribular y poner en luto y
ben facer e guardar, según las leyes por en llora a toda España con la muerte
nos fechas en las cortes de Toledo o del príncipe don Juan; y desde algu
las otras leyes de nuestros reinos, a los nos días, por el mes de diciembre, per-
otros nuevos adelantados dellos, etc,
Kt nos, por esta nuestra carta, os cria
mos e facemos Adelantado de dichas 2 E n e l o rig iJia l este c a p itu lo lle v a e l n ú
m ero 127. A lte ra ció n se m e ja n te en loa q u e le
islas e tierra firme, que así nuevamente sig u en , h a sta e l fin d e l lib r o 1.
se han hallado e descubierto en las In T a m b ién carecen de su m a rio inicial, sa lv >
dias; e vos recibimos e habernos por el C I V L
336 FRAY BARTOLOME D E LA S CASAS
íraru'csas; traían ísUR naturas y ver- la, salvo dos frailes que siempre tuerou
venzas metidas en unas vainas de jja- constantes. Yo, bien que llevase fati
los, muy labradas; las armas que te ga. estaba bie,n seguro que esto no ver-
nían eran varas tostadas, con unos nía a menos, y estoy de contino, porque
cuernos tostados por hierros; su man es verdad que toda pasará, y no ia
tenimiento era de unas raíces de hier palabra de Dios, y se complirá todo lo
bas V de lobos marinos, etc. que dijo. El cual tan claro habló destas
tierras por la boca de Isaías en tantos
lugares de su Escriptura, afirmando
que de España les sería divulgado su
C A P IT U L O C X X V II
sancto nombre. E partí en nom bre de
la Sancta Trinidad, y volví muy presto
F,mbareado el Alnnrante y toda la con la experiencia de todo cuanto yo
gente, que serían cerca de docientos había dicho en ia mano. Tornáronme
hombres, sin los marineros, en seis na a enviar Vuestras Altezas, y en poco
vios, hízose a la vela en el puerto de espacio digno no de... ' le descubrí, por
Sanlúcar, el día que abajo ee dirá, y virtud divina, trecientas y treinta y tres
comenzó, como solía, a escrebir este
8u tercero viaje, hablando con los Re leguas de la tierra firme, fin de Orien
te, y setecientas islas de nom bre, allen
yes desta manera:
“Serenísimos e muy altos e muy po de de lo descubierto en el prim er viaje,
derosos príncipes, Rey e Reina, nues y le allané la isla Española, que boja
tros señores.—La Sancta Trinidad mo más que España, en que la gente della
vió a Vuestras Altezas a esta empresa e.s sin cuento, y que todos le pagasen
de las Indias, y por su infinita bondad tributo. Nació allí maldecir y menos
hizo a mí mensajero dello, al cual vine precio de la empresa comenzada en
con el embajada a su real conspectu ello, porque no había yo enviado luego
movido, como a los más altos prínci los navios cargados de oro, sin consi
pes de cristianos y que tanto se ejer derar la brevedad del tiempo y lo otro
citaban en la fe y acrecentamiento de- que yo dije de tantos inconvenientes;
11a. Las personas que entendieron en y en esto, por mis pecados o por mi sal
ello lo tuvieron por imposible y el cau vación creo que será, fué puesto ert
dal liarían sobre bienes de fortuna y aborrecimiento y dado impedimento a
allí echaron el clavo. Puse en esto seis cuanto yo decía y demandaba. Por lo
o siete años de grave pena, amostran cual acordé de venir a Vuestras Altezas
do lo mejor que yo sabía cuánto ser- y maravillarme de todo y mostrarles
vieío fie podía hacer a Nuestro Señor la razón que en todo había. Y les dije
en esto, en divulgar su sancto nombre de los pueblos que yo había visto, en
y fe a tantos pueblos. Lo cual todo que o de que se podrían salvar muchas
era cosa de tanta excelencia y buena ánimas; y les truje las obligaciones^
fama y gran memoria para grandes de la gente de la isla Española, de cómo
príncipes. Fue también necesario de se obligaban a pagar tributo y les te
hablar del temporal, adonde se les nían por sus reyes y señores; y les tru
amostró e! escrebir de tantos sabios dig je abastante muestra de oro y que hay
nos de fe, los cuales escribieron histo mineros y granos muy grandes y asi
rias; los cuales contaban que en estas mismo de cobre; y Ies truje de muchas
partes había muchas riquezas. Y asimis maneras de especería, de que sería lar-
mo fué necesario traer a esto el decir e
opinión de aquellos que escribieron e 1 E bib palabra no pude sacor en lim pio del
situaron este mundo. En fin. Vuestras original del mismo Almirante .— N o t a a l m a r
Altezas determinaron que esto se pusie g e n , d e le tr a d e L a s C a s a s .
se en obra; aquí mostraron el grande 2 Estas obligaciones fueron violentas y tirá
nicas, y nunca de su voluntad hicieron n i su
corazón que siempre ficieron en toda pieron obligarse ni a qué ae ob ligaban , ni
cosa grande, porque todos los que ha podían de derecho natura] y de laa gentes obli
bían entendido en ello y oído esta pláti garse los^ súbditos sin sus reyes, ni loa reyes
ca, todos a una mano, lo tenían por bur sin los súbditos, y esto nunca lo h o h o .— TfoUt
a l m a rg e n , d e le tra d e L a s C a s a s ,
HISTORIA DE LAS INDIAS 339
cido. Del brasil creyó ser mucho el Al trajesen solos los dientes dellos, pare
mirante y alguno se llevó a Castilla, pe ce concordar con lo susodicho, que
do después no vide que se hiciese cuen aquella isla o provincia de donde se
ta dello, como ni del almáciga se hizo. traía el oro fuese la isla Taprobana, por
lo que San Isidro dice (lib. 14, cap. 3.®
de las Etimologías\ que la isla Tapro
CAPITULO CXXVIII bana hierve de perlas y elefantes; tam
bién lo dice Plinio, lib. 6, cap. 22, y
Dice también que para provocar e que los elefantes de allí son mayores
inducir a las personas que este su ne que los de las Indias, y el oro más fino
gocio desfavorecían, creyesen haber de y las margaritas y perlas más preciosas;
salir dél muchos y grandes prove también lo afirma Solino en el cap, 66
chos, así de las ánimas que podían ga de su Polistor. En comarca de la Ta
narse destas gentes, como también uti probana o al menos por el sitio de las
lidad temporal para los Reyes y para Indias, están dos islas: la una se lla
CastiUa, persuadíalo eso mismo con maba Chrisa, que abundaba en oro, y la
traer a la memoria hechos hazañosos, otra Argira, en abundancia de plata.
que hicieron con costas y trabajos gran Destas dos islas hacen mención Pom
des y poderosos príncipes; donde toca ponio Mela, lib. 3, cap. 7.®, y Plinio,
algunas historias que será bien aquí en lib. 6, cap. 21, y Solino, cap. 65, y tam
particular referirlas. La primera es de bién San Isidro, donde arriba se alegó,
Salomón, que enviaba su flota de naos y todos los autores las ponen o hablan
al monte Sopora, en fin de Oriente, de eUas junto, antes o después de la
desde Hierusalén, donde tardaban tres Taprobana, y es argumento que deben
años. Deste monte Sopora no he podi estar juntas. En estas islas, como al
do hallar donde sea, ni auctor cristia gunos dicen, y dellos es San Anselmo,
no ni gentil que dél haga mención. Lo donde abajo se alegará, o en la Tapro
que desta ida de la flota de Salomón bana, por lo que dice Solino, que parte
y traída de oro en gran cantidad se della de bestias y de elefantes es llena,
puede decir, que, conforme a lo que la y parte de hombres poblada, o en cier
Escriptura Sagrada della refiere o a ella ta parte de la misma tierra firme de las
no contradiga, lo siguiente podemos Indias ya dichas, como refiere Pompo
tener: nio, donde arriba, y concuerda la glo
La Escriptura no dice que las naos sa última sobre el libro 3.®, cap. 9 de
de Salomón fuesen al monte Sopora, los Reyes, y San Isidro, libro 14, ca
sino en Ophir; este Ophir, según (a pitulo 3.® de las Etimologías, y San
glosa, era una provincia de las Indias Anselmo, libro I, cap. 10 De imagine
nombrada de Ophir, uno del linaje de mundi, que aquella tierra se llama de
Heber, de quien bobo principio el li oro o dorada, porque tiene los montes
naje de los judíos. Otros dicen que es de oro por abundar tanto dél, que co
isla, y J acobo de Valencia dice, sobre mo sea habitada de unas hormigas mu
aquel verso Reges Tarsis et insulae^ del cho mayores que perros muy grandes,
salmo 71, [y] afírma ser la isla nomi- como dice Pomponio (Herodoto, li
natísima y riquisísima de la Taproba- bro 3 de su Historia, dice que son ma
na, de la cual Ptolomeo, Solino, Pom yores que zorras; dellas hace mención
ponio, Plinio y Strabo maravillas dicen. Estrahón, libro 2.® y libro 15), y de
Que sea isla, que sea provincia, Salo grifos terribles y otras bestias veneno
món enviaba su flota, que cargaban bis sísimas, sacan con las uñas inmenso oro
naoj de oro y plata y piedras preciosas debajo la tierra, y puesto encima de
y pavones y dientes de elefantes, que la superficie, parécese desde la mar ser
es marfil. Josefo, en el libro 8, cap. 7, los montes todos de oro. Llegaban las
De Antiquitatibus, dice que también naos de la flota de Salomón, y aguar
traían elefantes y simias, que lla[ma]- daban cuando las bestias salían a bus
mos gatos paúlos o monas. Y porque car de comer, y con ímpetu, a gran
dice Josefo que traían elefantes, y que priesa, cogían el oro y tierra que esta-
34
342 FRAY BARTOLOME DK LAS CASAS
dar en su curso y agua ordinaria. I.a lor hace. Todo lo susodicho es sacado
segunda creciente hace cuando entra el de Plinio, libro 5, cap. 9, y de So[i.
bol en ei jjriiner grado del signo Vir ; no, cap. 45 de su Polistor, y de Esira-
go, que es cuasi mediado agosto, y dura , bón, libro 17, y de Diodoro, libro 1.*^
jior un mes, hasta que el soÍ entra en • capítulo 3 A
Libra; de allí se torna después a su 1 En lo que toca al nascimiento deste
acostumbrado estado. Strabo dice que ¡ río Nilo, concluyó Séneca, después de
dura el agua más <le cuarenta días, y haber mucho disputado, en el lugar eo
pasados símenla, queda la tierra enjuta el precedente capítulo dicho, que como
y dispuesta }>ura labraría. Son estas cre la tierra que está debajo de la super
cientes tan necesarias para la tierra de ficie sea limosa y llena de húmida-
Egipto, que si no las bobiese tan abun des, cuando concurren juntamente en
dantes, según ei calor grande que allí un lugar son causa que se hagan las
Jiay por ser la tierra muy austral y grandes lagunas de mar, y donde los
romo nunca jamás llueva, la tierra sería ríos después con impetuoso curso ma
toda j»oIvo y estéril arena, como es al nan, y desta menara siente Séneca
guna parte <lel mismo Egipto. l>a justa que todos los ríos tienen su princi-
creciente es cuando sube el agua de su pió. Pero corno sea esta posición con
curso ordinario 16 codos en alto; si tra la Divina Escríptura, que suena
son menores aguas, no lo riegan todo; otra cosa, mayormente cerca deste río
si mayores, no se enjuga con tiempo Nilo, falso es lo que dice Séneca; pero
la tierra y deliénese el fruclo. Cuando no es de maravillar, pues no se abalan,
sube no más de doce, padecen ham zaba a más de lo que le parecía, según
bre, y cuando trece, lo mismo; qua- su natural juicio. Así que, como aquel
torce codos causan alegría; quince, se río Nilo sea uno de los cuatro que sa
guridad; diez y seis traen deleites con len del terrenal Paraíso y se llama
el abundancia. La mayor creciente fue Geon (como parece Génesis, 2.® capítu
cuando llegó a diez y ocho codos, en lo), que comúnmente se llam a Nilo
tiempo que imperaba Claudio, empe deste vocablo nilón griego, que quiere
rador; y la más chica, de cinco, cuan decir limoso, porque su agua es muy li
do andaba la guerra Farsálica, convie mosa, por lo cual hace por donde pasa
ne a saber, la de entre César y Pompe- fértilísima la tierra, por ende las la
yo, según dice Plinio. Los egipcios hon gunas o lagos que los centuriones vie
ran y adoran como dios al río Nilo, ron no era el nascimiento de Nilo, sino
atribuyéndole algo de deidad, lo cual que salían allí sus aguas, que, más arri
prueban porque por sus crecientes y ba, debajo de tierra se habían sumido,
menguantes prenostica los males o bie y desta manera se sume en muchas par
nes futuros o por mucha cantidad de tes el mismo Nilo, Y este discurso lle
agua con la falta della. van Pomponio Mela, libro 1.®, cap. 9,
Con el limo mucho que siempre trae y Plinio, libro 5, cap. 9, y Solino, ca
el Nilo, queda la tierra engrosada, pin pítulo 45, puesto que no atinen de dón- |
güísima y fértilísima, de manera que de traiga su origen. Y acá vemos en j
con poco trabajo y costa ninguna, se Castilla en el río de Guadiana, que ñas-
resciben ubérrimos fructos de pan y ce bien lejos de Extremadura, donde a
vino y frurtas y todas las otras cosas. ratos se sume y va por debajo de tierra
Por la virtud y abundancia de la hierba mucho camino, y, cuando sale deseo*
paren dos veces las ovejas y otras dos bierto, parece allí tener su principio-
dan de sí lana. Entre tanto que dura Cuanto a la razón de por qué en ve
la creciente y menguante, los reyes y rano crece, mayormente en el princi
los que gobiernan navegan por el río; pio de los meses y en sus fines, pegón
es cosa no decente; la otra gente co dice el Filósofo en el fin del libro 2 *
mún toda, emplean en bailes, placeres de Metheoros, fueron las opiniones
y deleites. Cuan presto la tierra se en de los antiguos, como dejim os; según
juga, luego se ara y se siembra, y más cuenta el Filósofo en el tratado espe*
presto en aquella parte donde más ca cial que hizo del crecimiento del Nú®»
I
HISTORIA DE LAS INDIAS Í45
y Solino en su Polistor, cap. 45, Hero que esté al Nilo, crece, sino jla de
doto en el segundo libro de su Histo- del Nilo.
ria y Diodoro en el primero libro, y Pomponio dice que los vien -s ete
Séneca en las dichas Questiones Natu sios, o ventando recio detienen las
rales, j Estrabón en el libro 17 de su aguas del Nilo que no salgan a la mar,
Geo^aphia, y entonces suben en alto las aguas del
Tales Milesius, uno de los siete sa Nilo, o que los mismos vientos sean
bios de Atenas, [dice] que los vientos causa que cieguen las bocas del Nilo,
que cada año corren por aquel tiempo por donde sale a la mar, con mucha
allegaban las aguas de una parte a otra, arena, y así lo hagan subir el alto; esta
y así parecían las aguas en mayor can razón refiere Herodoto.
tidad, puesto que en la verdad no fue Lo mismo afirma el historiador Am
sen mayores como en una olla que miano en el lib. 22 de su Historia, Esta
hierve. sentencia siguió Beda en el libro de
De natura rerum, capítulo 43 : mense
Anaxágoras y otros dijeron que la enim maio, dum ostia eius quibus in
causa es por las muchas nieves que es mare influit zephiro flante, undis erec
tán en los montes de Etiopía, que con tis arenarum cumulo praestruuntur,
el calor del sol en verano se derriten, paulatim intumescens ac retro propul
y aquéllas hacen crecer tanto el Nilo; sus plana irrigat Aegypti: vento autem
y esta opinión fácilmente se derrueca, cessante ruptisque arenarum cumulis
porque no podían [ser] tantas nieves, suo redditur alveo. Haec Beda. Pero a
que tan gran cantidad de agua en elNilo esto se puede responder, con la razón
causase[n]; y esta opinión dice He de arriba, que lo mismo acaecería en
rodoto ser falsísima, puesto que, según los otros ríos, pero pues no se hace, no
él dice, según las otras, sea modes debe ser aquesta la causa en el Nilo. Y
tísima. esta respuesta es de Herodoto, diciendo
La sentencia de Thalero, filósofo, fué que muchos ríos están en Siria y mu.-
que cuando vientan los vientos etesios, chos en Africa, que aquestos impedi
que son los que corren en los días ca mentos padezcan. La misma respuesta
niculares, los cuales, por su frialdad, da Diodoro, lib. 1.®, cap. 4.®
espesan las nubes que están sobre la San Hierónimo, sobre el profeta
fuente, que imaginan en Etiopía en el Amos, cap. [8] cuasi parece declinar
monte que dice de la Luna, aquéllas en esta sentencia; dice allí que el no
con el aire se convierten en agua, y que Nilo, una vez en el año, viene mucho
de allí proviene a en aquel tiempo cre avenido, tanto que riega todo Egipto,
cer Nilo, y en el invierno que los dichos pero que esto se hace por divino mila
vientos no corren, menguar. A esto se gro, sin algún augmento de agua, sino
dice que no parece posible por'viento que se bacefn] grandes montones de
alguno que tanto aire se pueda conver arena en las bocas del Nilo, por donde
tir en agua, porque como de un puño entra en la mar, y así el agua de arri
de agua, cuando se convierte agua en ba vuelve atrás, y por acequias gran
aire, salgan diez de aire, manifiesto es des que están hechas en la tierra de
Qfue si tal conversión se hiciese, habría Egipto, va el agua a la bañar.
de hacerse gran cantidad de aíre agua, Solino da otra razón, y es que el ca
lo que parece ser falso. Otra razón me lor derivado del sol y de los otros pla
jor: si aquellos vientos tanta cantidad netas levantan el agua del Nilo, ha
de aire y de nubes convirtiesen en agua ciéndola más sotíl, de la manera que
que hiciesen crecer al Nilo, como aque se levanta en la olla que hierve y hace
llos vientos no corran indivisiblemente, parecer más de la que es, pero no lo
uecesario se seguiría que las fuentes, es. A esto se dice que no es suficiente
arroyos y los ríos que estuviesen cerca razón, porque sí por el calor que levan
un tiro de ballesta y de piedra del ta el agua en alto en tiempo de verano
NHo, también crecerían; pues esto es el Nilo cresce, luego en todas las partes
falso, porque ninguna agua, por cercana donde hobiere calor crescerán los ríos;
’M 6 FKAV BAin'üLOME DE LAS LASAS
esto es falso, porque antes vemos con (leste (jresciiiiiento del Nilo ninguna ra
oi <ralor JiicJi¿,"uar los ríos. zón otra sufi(!Íenle se puede dar, aino
Ephorus decía que la causa era csla: que Dios (juiso proveer al reino de
que como la tierra de l'lj^ipto fuese Egipto del agua necesaria por vía ma*
toda de su natura seca y árida y tenj^a ruvUlosu, pues allí no quiso que llovie
miielias lioiideduras y resquebrajadu se, sin la cual no podía pasar. Y esta
ras, rescibe y atrae los inviernos la liu- no es muy indigna razón, y no discre
luíilad y frío del cielo, la cual, como en pa niuclio de la de San Ilierónimo.
el verano, por manera <3e sudor, la pro Aristóteles, en el dicho tractado de
duzca, y este sudor y humidad liace la inundación o creciente y menguan
crecer al Nilo en el verano. Pero desto te del Nilo, recitadas muchas opinio
burla Diodoro diciendo que no sola nes, dice la suya, y es que en la ma
mente Eforo ignoró la región y la natu dre del río Nilo hay muchas secretas
raleza de Egipto, pero ni aun oyó a los fuentes (fue en el invierno están cerra
que la sabían, donde también prueba das, sin manar, y en el verano se abren
contra él baber mal dicho. y manan, dando de sí tanta agua, que
Agathargines Guidius, allegándose hacen al Nilo avenir con gran pujanza
mas cerca de lu verdad, según opinión que toda la tierra de Egipto pueda ba
de Diodoro, que lo recita, dice que ñar. Pero ni Aristóteles, ni Soiino, ni
porque en los montes de Etiopía llue Herodoto, ni Séneca, ni los demás dan
ve grandes aguas desde el solsticio es suficientes razones, por ignorar el prin
tival, que es a 14 de junio o a 14 dél cipio, que es el origen del Nilo, el cual
hasta el equinoccio del otoño, que es estimaban estar en alguno de los lu
a 14 de setiembre, por esto no ser ma gares desta nuestra tierra habitable,
ravilla que en el invierno traiga el como naz(;a del Paraíso terrenal, el que
Nílo sola el agua ordinaria natural que todos ignoraron. Po (jue mus verdad
mana de sus fuentes, y en el verano parece y ser causa de.sta creciente y
venga muy pujante. Y en esta senten menguante eii ciertos tiempos, es al
cia parece Diodoro declinar. guna virtud secreta natural, la cual se
Herodoto, en el segundo libro de consigue inmediatamente allí, en au
su Historia^ desta duda esta sentencia misma fuente, en el Paraíso, de donde
puso : quel sol en el verano, cuando está nasce. Otro río hay en el mundo que
en medio del cielo, conviene a saber, sólo a semejanza del río Nilo crece y
en la equinoccial, vientos fríos causa mengua solamente una vez en el año,
y trae a sí mucho humor, el cual hu conviene a saber, cuando el sol está en
mor derrama sobre la tierra hacia las el vigésimo grado del signo de Cancrio,
fuentes del Ntlú, que están puestas so el y dura esta cresíóiente por todo el Can-
círculo de ('apricornio, cuando viene al crio y el signo de León, hasta tanto que
solsticio estival, que es, como se dijo, el sol quiere pasar al signo de Virgen.
a 14 de junio, cuando vientan los La causa desto, di(»e Solíno en el capí
vieiiios Austro y áfricos, que natural tulo 50 de sn PoUstor, hablando del
mente son pluviosos, y de aquí el Nilo río Éufrates, [es] porque Éuirates y
cobra su (“.reciente en los veranos. De el Nilo están constituidos debajo de
aquí, cuando el sol torna al equinoccio semejantes jiaralelos del mundo, aun
afu]nimnale, qiic es a 14 de setiembre, que en diversos lugares, y de aquí es
trae a sí las lluvias y las aguas de la que la misma virtud, en ambos a dos
tierra y de los ríos, pero no las derra ríos, el sol y todo el cielo influyen.
ma sobre las fuentes dí(dias, porque Alguno (jontradice (jue estén debajo de
hacia allá va el sol y hace seca, secan [paralelos] seme jantes, y a Solino res
do los aires y las tierras, y en este ponden que habla por opinión de
tiempo, que es invierno, es necesario otros, y así parece: Quod gnomonici
menguar el Nilo en su agua. Desta sen- siin ilih iis parallelis accidttre conten^
Iencía también rniirimira Diodoro, pero (luní, r¡uos fmnts o.i caeli et terrarum
no responde a ella. po'iirioiio aoifunlitas normalis efjicit li
íaicano, en el libro 10.®, estima que neae, uiule apparet ista duo flumina,
mSTOIUA DE LAS INDIAS 347
scilicet Nilus et Euphrates, ad tnodo- aguas y con las mismas señales de hier
luni eiusdem perpendiculi constituta, bas y peces y otras bestias. De allí se
licet e diversis manent plagis easdem torna encubrir y no sale hasta llegar a
incrementi causas habere. Pero como, Etiopía, y de allí saliendo, aparece todo
en verdad, ambos a dos estos ríos inás el río negro como la pez. Allí es el ter
conjujitos sean entre sí que los otros mino y fin de Africa, y los vecinos de
ríos del Paraíso, parece que a la salida aquella región lo llaman Astapun, que
del Paraíso la misma virtud se les co> quiere decir agua de las tinieblas sali
munique* da. De allí, corriendo por muchos y
Por manera, que según nos, el prin> diversos lugares, hace muchas y diver
cipio y origen del Niio cierto es ser sas islas, la principal y más nombrada
en el Paraíso, pero según los gentiles de las cuales la isla Meroe, donde se
autores, que ignoraron la Divina Es- ailua el clima primero, según la divi
criptura, diversas y dudosas opiniones sión de los climas que hicieron los an
tuvieron de su origen, y así dice Soli tiguos, que se dice Diameroes. Después
no : Ignari siderum et locorum varias entra en la tierra de Egipto y hace las
de excessibus eius (excessus vocat Nili maravillas dichas, y al fin entra en la
incrimentumj, causas dederunt. Y Dio mar por siete bocas o puertas, de las
doro también lo mismo afirma : Itaque cuales se verá por Plinio, en el ca
locorum inscitia errandi, materiam pris^ pítulo décimo del libro quinto. Y esto
cis scriptoribus praebuit. Nili fontes lo- baste cuanto a la historia que toca al
caque ex quibus fluit nullus ad. hoc río Nilo.
tempus scriptor neque vidisse se dicit,
neque audisse ah aliis qui se assererent
aspexisse, ex quo res ad opiniones et CAPITULO CXXX
coniecturas pervenit. La razón' de la di
versidad de opiniones es la que se ha Dejada la digresión donde referimos
tocado, que aunque aquellos cuatro algunas historias que tocó en sus pala
ríos su primaria origen sea en el Paraí bras el Almirante, para dar noticia a
so, pero como después de salidos dél quien no las sabía y acordarlas a los
por algún espacio se oculten debajo de que las leyeren, mayormente los se
la tierra y otra vez parezcan, por esta cretos del Nilo, el fin que pretende
causa los gentiles creían que en aque mos dicta que tornemos a tomar nues
llas bocas por donde salía[n] estaban tro hilo.
sus fuentes. Así que, según la opinión Partió, pues, nuestro primer Almi
de los gentiles, certísima y famosísima, rante en nombre de la Santísima Tri
según declara Solino, en el cap. 45 de nidad (como él dice y así siempre solía
Egipto, cuanto a lo que ellos pudieron decir), del puerto de San Lúcar de Ba-
saber, ignorando la Divina Escriptura, rrameda miércoles, 30 días de mayo,
el río Nilo tiene su origen en el monte año de 1498, con intento de descubrir
de Mauritania la inferior, más cercana tierra nueva, sin la descubierta, con
del mar Océano, que se llama el monte sus seis navios. ^^Bien fatigado, (dice
de la Lima, y hace allí un profundo lago él), de mi viaje, que adonde esperaba
que Nilides se nombra; y así lo dice descanso cuando yo partí destas Indias,
se me dobló la pena” . Esto dice por los
Plinio, lib. 5, cap. 9 : Nilus incertis or-
fontibus; et infra: Lagu pronitus trabajos y nuevas resistencias y dificul
tades con que había habido los dineros
stagnante, quem vocant Nitidem. Y esto para despacharse y los enojos rescebi-
prueban, porque las mismas hierbas y
dos sobre ello con los oficiales del rey,
los mismos peces y bestias que cría y y los disfavores y mal hablar que las
produce el Nilo se hallan en el lago di personas que le podían con los Reyes
cho, do sale y corre por algunos días; dañar a estos negocios de las Indias da
después se toma encubrir, yendo por ban; para remedio de lo cual le pare-
debajo de la tierra, y tórnase a descu
brir en una gran cueva de Mauritania í Partió de San Lúcar el 3.° viaje.—/Voía
cesariense, con mucho más ímpetu de al margen, de letra de Las Casas.
34a FKAY BARTOf.OME DE LAS CASAS
cía quo no le bastaba lo mucho traba- ¡ hombre muy honrado y bien cuerdo,
jado, .sino que de nuevo le convenía, | el cual yo muy bien cognosci, herm a
para robrar nuevo crédito, trabajar. no de la madre de don Hernando Colón,
Y porque entonces estaba rota la hijo segundo del Almirante y prim o de
guerx’a Con Francia, túvose nueva de [Diego] ^ de Arana, el que quedó en
una armada de Francia, que aguarda la fortaleza con los treinta y ocho hom
ba sobre el Fabo de San Viceínte al bres que halló a la vuelta muertos el
Almirante para tomallo. Por esta cau Almirante. El otro capitán del otro na
sa deliberó de hurtalles el cuerpo, como vio se llamó Alonso Sánchez de C arva
dicen, y hace un rodeo enderezan jal, regidor de la ciudad de Baeza., hon
do su camino derecho a la isla de la rado caballero. El tercero, para el otro
Madera. IJegó a ía isla del Puerto navio, fué Juan Aiitoño Colum bo, gi-
Sancto, jueves^ de junio, donde paró novés, deudo del Almirante, hombre
a tomar leña y agua y refresco. Y oyó muy capaz y prudente y de autoridad
misa; y bailóla toda alborotada y al y con quien yo tuve frecuente conver
zadas todas las haciendas, muebles y sación.
gana<los, temiendo no fuesen franceses. Dióles sus instrucciones según conve
Y luego aqueUa noche se partió para nía y en ellas les mandó que u n a se
la isla de la Madera, que, como arriba mana uno y otra semana otro, fuese
en el capítulo [36] se dijo, está de cada uno de ellos capitán general de
allí 12 ó 15 leguas, y llegó a ella el todos tres navios, cuanto a la navega
domingo siguiente, a 10 de junio. En ción y a poner farol de noche, que es
la villa le fue hecho muy buen recebi- una lenterna con lumbre que ponen en
miento y mucha fiesta por ser allí muy la popa del navio, para que los otros
eognoscido, (jue fue vecino de ella en navios sepan y sigan por donde va y
algún tiempo. Estuvo allí, proveyéndo guía la capitana.
se complidamente de agua y leña y lo Mandóles que fuesen al Ueste, cuar
demás necesario para su viaje, seis días. to del Sudeste, ochocientas y cincuenta
El sábado, a 16 de junio, partió con leguas, y que entonces serían con la
sus seis navios de la isla de la Madera, isla Dominica. De la Dominica, que na
y llegó martes siguiente a la isla de la vegasen Uest-norueste, y tom arían la
Gomera. En ella halló un cosario frau- isla de San Juan, y que fuesen por la
céfi con una nao francesa y dos navios parte del Sur della, porque aqu el era
que había tomado de castellanos, y como el camino derecho para ir a la Isabela
vido los seis navios del Almirante, Nueva, que agora es Sancto Domingo.
dejó las anclas y el un navio, y dio de La isla de San Juan pasada, que deja
huir con el otro el francés. Envía tras sen la isla Mona al Norte, y de a llí to
él al un navio, y como vieron seis es parían luego la punta desta Española,
pañoles, que iban en el navio que lleva que llamó de San Rafael, el cual agora
ba tomado, ir un navio en su favor, es el cabo del Engaño. De allí, a la Sao-
arremeten con otros seis franceses que na, la cual dice que hace buen puerto
los iban guardando, y por hieza máten entre ella y esta Española. Siete leguas
los debajo de cubierta y así los tru- hay otra isla adelante, que a^ora se
jeron. llama Sancta Catherina y de a llí a la
Aquí en la isla de la Gomera deter Isabela Nueva, que es el puerto de
minó el Almirante de enviar los tres Sancto Domingo, como dicho es, hay
navios derechos a esta isla Española, veinte y cinco leguas. M andóles que
porque si él se detuviese, diesen nueva donde quiéra que llegasen y descendie
de sí, e alegrar y consolar los cristianos sen a se refrescar, por resgate compra
con la provisión de los bastimentos, sen lo que hobiesen menester, y que por
mayormente dar alegría a sus herma poco que diesen a los indios, aunque
nos el Adelantado y don Diego, que es fuesen a los caníbales, que decían comer
taban por saber dél harto deseosos. carne humana, habrían lo que quisie-
Puso por capitán de un navio a iin
Pedro de Araná, natural de Córdoba, 2 En blanco en el original^
HISTORIA DE LAS INDIAS 349
sen y les darían los indios todo lo que se trató el año de 93 y 4, habría entre
tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo tanto de ambas partes impedimentos
esconderían y quedarían en enemistad. hasta el año de [9] 7 que murió el rey
Dice más en la instrucción, que él don Juan de Portogal, como arriba se
iba por las islas de Cabo Verde (las vido, cap. [126], y por esto dice aquí
cuales dice que antiguamente se llama el Almirante que por la muerte del
ban Gorgodes, o según otros, Hesperi rey don Juan no se pudo poner en obra.
des), y que iba en nombre de la Sancta Siguiendo, pues, su camino el Almi
Trinidad, con propósito de navegar al rante, llegó a las islas de Cabo Verde,
Austro dellas hasta llegar debajo de las cuales, según él dice, tienen falso
]a línea equinoccial y seguir el camino
del Poniente hasta que esta isla Espa nombre, porque nunca vido cosa algu
ñola le quedase al Norueste, para ver na verde, sino todas secas y estériles.
si hay islas o tierras. “ Nuestro Señor La primera que vido íué la isla de la
(dice él) me guíe y me depare cosa que Sal, miércoles, 27 de junio, y es una
sea su servicio y del Rey y de la Rei isla pequeña; de allí fue a otra que
na, nuestros señores, y honra de los tiene por nombre Buena Vista, y es
cristianos, que creo que este camino estérilísima, donde surgió en una ba
jamás lo haya hecho nadie y sea esta hía, y cabe ella está una isleta chequi-
mar muy incógnita.” Y aquí acaba el ta; a esta isla se vienen a curar todos
Almirante su Instrucción. los leprosos de Portogal, y no hay en
Tomada, pues, agua y leña y otras ella más de seis o siete casas. Mandó
provisiones, quesos en especial, los cua el Almirante salir las barcas a tierra
les hay allí muchos y buenos, hízose para se proveer de sal y carne, porque
a la vela el Almirante con sus seis na hay en ella gran número de cabras.
vios, jueves 21 días de junio, la vía de Vino un mayordomo, de cuya era aque
la isla del Hierro, que dista de la Go lla isla, llamado Rodrigo Alonso, es
mera obra de quince leguas, y es de las cribano de la hacienda del rey en Por
siete de las Canarias, hacia el Ponien togal, a los navio» a ofrecer al Almi
te, la postrera. Pasando della, tomó el rante lo que en ella hobiese, que él be
Almirante su derrota con una nao y dos biese menester; agradecióselo e hízole
carabelas para las islas de Cabo Verde, dar del refresco de Castilla, con que se
y despidió los otros tres navios en nom gozó mucho. Aquel le hizo relación de
bre de la Sancta Trinidad, y dice que cómo venían allí los leprosos a se cu
le suplicó tuviese cargo dél y de todos rar de su lepra, por la abimdancia
ellos. Y al poner del sol se apartaron, grande que hay de tortugas en aquella
y los tres navios tomaron su vía para isla, que comúnmente son tab grandes
esta isla. Aquí el Almirante hace men como adaragas; comiendo del pescado
ción a los Reyes del asiento que ha dellas y lavándose con la sangre dellas
bían tomado con el rey de Portogal, muchas veces, sanan de la lepra. Vienen
qpie no pasasen los portogueses al Ues allí tres meses del año, junio, julio y
te de las islas de los Azores y Cabo Ver agosto, infinitas tortugas de hacia la
de, y hace también mención cómo los tierra fírme, que es Etiopía, a desovar
Reyes lo enviaron a llamar para que en el arena. Las cuales, con las mane
se bailase en los conciertos con los que cillas y pies, escarban en el arena y
a la partición habían de concurrir, y desovan sobre cfuinientos huevos y más,
que no pudo ir por la grave enferme tan grandes como de gallina, salvo que
dad que incurrió en el descubrimiento no tienen cáscara dura, sino un holle
de la tierra firme de las Indias, con jo tierno que cubre la yema, como el
viene a saber, de Cuba, que tuvo siem hollejo que tienen los huevos de las
pre, como no la pudo rodear, aun has gallinas quitada la cáscara dura. Cu
ta agora, por tierra firme. Añide más, bren los huevos con el arena como si
qpie luego sucedió la muerte del rey don lo hiciese una persona, y allí el sol los
Juan, antes que pudiese aquello poner empolla, y formados y vivos los tortu-
en obra. Debía ser, que como aquello güitos, luego se van corriendo a buscar
350 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
la mar, como si vivos y por sus pies quiere ver cuál era la intincióa del rey
hobíeran salido della. dou Juan de Portogal, que decía que al
Tomaban allí las tortugas desta ma Austro había tierra firme y por esto di
nera : que con lumbres de noche, que ce que tuvo diferencia con los Reyes de
son hachos de leña seca, van buscando Castilla, y en fin, dice que se concluyó
el rastro de la tortuga, que no lo hace que el rey de Portogal hobiese tre
chico, y háilanla durmiendo de cansa cientas y setenta leguas de las islas de
da; llegan de presto y trastornanla los Azores y Cabo Verde, al Ueste, de
volviendo la concha de la barriga arri Norte a Sur, de polo a polo, Y dice
ba, y la del lomo abajo, y déjanla, por* más, que tenía el dicho rey don Juan
que segma queda que ella se pueda por cierto que dentro de sus límites
volver, y luego van a buscar otra. Y lo había de hallar cosas y tierras famosas.
mismo hacen los indios en la mar, que Viniéronlo a ver ciertos principales
si llegan estando durmiendo y la vuel de aquella isla de Sanctiago, y dijeron-
ven, queda segura para tomalla cuan* le que al Sudueste de la isla del Fuego,
do quisieren. Puesto que otra mejor que es una de las mismas de Cabo Ver
arte tienen los indios en tomallas en de, que está desta doce leguas, se veía
la mar, como se dirá, si Dios quisiere, una isla, y que el rey don Juan tenía
cuando habláremos de la descripción gran inclinación de enviar a descubrir
de Cuba. al Sudueste, y que se habían hallado
Los sanos que vivían en aquella isla canoas que salían de la costa de Gui
de Buena Vista y trabajosa vida, como nea, que navegaban al Ueste con mer
ni aun agua no tienen, sino salobre de cadurías.
luios pozos, eran seis o siete vecinos, Aquí torna el Almirante a decir,
cuyo ejercicio era matar cabrones y como que hablara con los R eyes:
salar los cueros para enviar a Portogal “Aquel que es trino y uno me guíe,
en las carabelas que allí por ellos vienen, por su piedad y misericordia, en que
de los cuales les acaecía en un año matar yo le sirva y a Vuestras Altezas dé al
tantos y enviar tantos cueros, que valían gún placer grande y a toda la Cristian
dos mil ducados al escribano, cuya era dad, así como fue de la fallada de las
la isla. Habíanse criado tanta multitud Indias, que sonó en todo el mundo,’^
de cabras y machos de solas ocho cabe
zas. Acaecíales a aquellos que allí vi
vían, estar cuatro y cinco meses que ni CAPITULO C X X X II
comían pan ni bebían vino ni otra cosa,
sino aquella carne cabruna p pescado o Miércoles, 4 días de julio, mandó al
las tortugas. Todo esto dijeron aque zar y dar las velas de aquella isla de
llos al Almirante. Partióse de allí, sá Santiago (en la cual dice que después
bado, de noche, 30 de junio, j^ara la que a ella llegó, nunca vido el sol ni
isla de Santiago, y domingo, a hora de las estrellas, sino los cíelos cubiertos
vísperas, llegó a eUa, porque dista de tan espesa neblina, que parecía que
28, y ésta es la principal de las de Cabo la podían cortar con cuchillo, y calor
Verde. Quiso en ésta tomar ganado va intensísimo que los angustiaba) y man
cuno para traer a esta Española, por gó gobernar por la vía del Sudueste,
que los Reyes se lo habían man[da]do, que es camino que lleva desde aquellas
y para ello estuvo allí ocho días y no islas al Austro y Mediodía, en nombre,
pudo haberlo. Y porque la isla es en dice él, de la Sancta e Individua Tri
fermísima, porque se asan en ella ios nidad, porcrue entonces estaría Leste-
hombres, y le comenzaba su gente a en Ueste con las tierras de la Sierra de
fermar, acordó de partirse. Torna el Loa y Cabo de Sancta Ana, en Guinea,
Almirante a decir que quiere ir al Aus
tro, porque entiende, con ayuda de la t En el original este capitulo está numera
Sancta Trinidad, hallar islas y tierras do como J33. ha misma diferencia presentan
con que Dios sea servido y sus Altezas los siguientes, hasta el 155, debido, como an
tes se ha dicho, a no estar numerado el origi
y la cristiandad hayan placer, y que nal correlativa y definitivamente.
inSTüKIA DE LAS INDIAS 351
que es <lebajo de Ja línea equinoccial, tes llovió y hizo nublado, pero con lo
donde dice que debajo de aquel pa do esto iiu hallaban remedio para que
ralelo del inundo se halla más oro y es])eraseii que no liabían de perecer
cosas de valor; y que después nave de (|uemados. Y si, como el primer día
garía, placiendo a Nuestro Seíior, ai hizo sol y claro, los siete lo hiciera,
Poniente, y de allí pasaría a esta Espa dice aquí el Almirante que fuera impo
ñola, en el cual camino vería la opi sible escapar con vida hombre dellos.
nión del rey D. Juan, susodicha. Y Y así fueron divinalmente socorridos
que pensaba experimentar lo que de con llovelles algunos aguaceros y hacer
cían los indios desta Española, que ha aquellos días nublados. Determinó de
bía venido a ella de la parte del Aus que si Dios le diese viento para salir
tro y del Sueste gente negra, y que de aquella angustia, correr al Ponien
trae los hierros de las azagayas de un te algunos días, y después que se viese
metal a que llaman giianin, de lo cual en alguna templanza, tornar a su Aus
había enviado u los Reyes hecho el tro, que era el cuiiiino que proseguir
ensaye, donde se halló que de treinta deseaba. “ Nuestro Señor, dice él, me
y dos partes, las die/ y ocho eran de guié y dé gracias, que yo le sirva, y a
oro y las seis de plata y las ocho de Vuestras Altezas traiga lluevas de pla
cobre. cer.” Dice que se acordó, estando en
Prosiguiendo por este sii camino del estas ardientes brasas, que cuando ve
Sudueste, comenzó a hallar hierbas de nía a e.stas indias en los viajes pasados,
las que se topan camino derecho des siempre que llegaba hacia el Poniente
tas Indias. Dice aquí el Almirante, cíen leguas, en paraje d<í las islas de
[qiiej después que amhivo cuatrocien los Azores, hallaba rmiduinicnto en la
tas y ochenta millas, que hacen ciento templanza de Septentrión al Austro, y
y veinte leguas, en anocheciendo, tomó por esto se quería ir al Poniente a po
el altura y liulh) ({ue el estrella del ner en el dicho paraje. En el mismo
Norte estaba en cinco grados. Pero a paralelo debía de ir el Almirante, o
mí me parece que debía de haber anda por mejor decir, meridiano, que llevó
do más de do(‘ientas leguas, y que está Hanón, capitán de los curtugíneiises,
errada, la letra, porque más camino con su flota, que saliendo de Cáliz y
[hay] por aquel rumbo de decientas, pasando al Océano, a la siniestra de Li
desde las islas de Cabo Verde y de la bia o Fitiopía, después de treinta días,
de Santiago, de donde partió, hasta po yendo hacia el Mediodía, entre otras
nerse un navio en cinco grados de la angustias que pasó, fué tanto el calor y
equinoccial, como verá cualquiera ma fuego que padeció, que parecía que se
rinero que lo mirare por la carta y por asaban; oyeron tantos truenos y re
el altura lo mismo. Y dice que allí, lámpagos, que los oídos les atormenta
viernes, 13 días de julio, le desmam ban y los ojos les cegaban, y no pare
paró el viento, y entró en tanto calor cía sino que llamas de fuego caían del
y ardor y tan vehemente, que temió cielo- Esto dice Arriano, entre los his
que los navios se le encendieran y la tóricos griegos seguidor de verdad muy
gente pereciera. Fué todo tan de golpe nombrado, en la Historia dfc la Iridia^
y súbito cesar el viento y sobrevenir hacia el cabo. Refiérelo T.udovieo Ce
el calor excesivo y desordenado, que no llo, en el lib. I, cap. 22 de las Lectio^
había persona que osase asorinar a en nes antiguas.
trar abajo de cubierta, para remediar la Así que, tornando a los días trabajo
vasija del vino y del agua, que se le sos, el sábado, que se contaron 14 de
reventaba rompiéndose los aros de las julio, estando las Guardas en el brazo
pipas; el trigo ardía como fuego; los izquierdo, dice que tenía el Norte en
tocinos y carne salada se asaban y po siete grados. Vido grajaos negros y
drecían. Duróle aqueste ardor y fuego blancos, que son aves que no se alejan
ocho días; el primero fué claro, con muy mucho de tierra, y por esto tiénen-
so!, que los asaba; proveyóle Dios con se por .señal de tierra. Enfermó en este
menor daño, porque los siete siguien camino de gota y de no dormir, pero
352 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
no por eso dejaba de velar y trabajar Norte, cuarta <Iei Nordeste, y anduvo
con gran cuidado y diligencia. D o m i n por aquel camino hasta mediodía.
go y lunes vieron las mismas aves y ""Pero como Su Alta Majestad ^ (dice él)
más golondrinas, y parecieron unos pe haya siempre usado de misericordia
ces que se llaman botos, que son poco conmigo, por acercamiento y acaso, su
menos que grandes terneras, que tienen bió un marinero de Hueva, criado mío,
la cabeza muy roma o bota. que se llamaba Alonso Pérez, a la ga
Dice aquí el Almirante incidentalmen via, y vido tierra al Güeste, y estaba
te que las islas de los Azores, que an quince leguas della. Y lo que pareció
tiguamente se llamaban Caselérides, es della fueron tres mogotes o tres mon
tán situadas en fin del quinto clima. tañas” . Estas son sus palabras.
Jueves, 19 de julio, hizo tan intenso Puso nombre a esta tierra la isla de
y ardiente calor, que pensaron arderse la Trinidad, porque así lo llevaba de
los hombres con las naos. Pero porque terminado, que la primera tierra que
Nuestro Señor, a vueltas de las afliccio descubriese así se nombrase. plugo,
nes que da, suele con interpolación del dice él, a Nuestro Señor, por su Alta
contrario alivianallas, socorrióle con su Majestad, que la vista primera fueron
misericordia a cabo de aquellos siete u todos juntos tres mogotes, digo, tres
ocho días, dándole muy buen tiempo montañas, todas a un tiempo y en una
para desviarse de aquel fuego, con el vista. Su alta potencia por su piedad
cual buen viento navegó hacia Poniente me guíe (dice él) y en tal manera, que
diez y siete dias,^ siempre con intinción haya El mucho servicio, y Vuestras A l
de tomar al Austro y ponerse (como tezas mucho placer; que es cierto que
arriba dijo) en tal región, que le que la, fallada desta tierra, en esta parte,
dase aquesta Española al Norte o Sep fué gran milagro, atanto como la falla
tentrión, donde pensaba que había de da del primer viaje.” Estas son sus p a
hallar tierra, antes o después del dicho labras.
paraje. Y así entendía remediar los na Dió infinitas gracias a Dios, como te
vios que ya iban abiertos del calor pa nía de costumbre, y todos alabaron a
sado, y los bastimentos que en mucho la bondad divina, y con gran regocijo
tenía, por la necesidad que dellos tenía y alegría dijeron cantada la Salve. Re-
para traellos a esta isla, y por los mu gina^ con otras coplas y prosas devotas
chos trabajos que a sacar de Castilla le que contienen alabanzas de Dios y de
costaron, e iban perdidos cuasi e daña Nuestra Señora, según la costumbre de
dos. los marineros, al menos los nuestros de
El domingo, 22 de jnlio, a la tarde, España, que con tribulaciones y ale
ya que iba con el buen tiempo, vieron grías suelen decilla.
pasar inumerables aves del Üesudueste Aquí hace nna digresión y epílogo de
hada el Nordeste; dice que era ,gran los servicios que ha hecho a los Reyes,
señal de tierra. Lo mismo vieron el lu y de la voluntad que siempre tuvo en
nes siguiente y los días después, uno de cendida de les servir, como malas
los cuales vino a la nao del Almirante lenguas (dice él) y falsos testigos por
un alcatraz y otros muchos parecieron envidia dijeron” . Y cierto yo creo que
otro día, y las otras aves que se llaman estos tales tomó Dios por instrumentos
rabihorcados. Al décimo séptimo día para le afligir, porque le qniao bien,
del buen tiempo que llevaba, esperaba porque muchos, sin por qué ni para
el Almirante ver tierra, por las di qué, le infamaron y estorbaron estos
chas señales de las aves vistas. Y cómo negocios y hicieron que los Reyes se
no la vido el lunes, otro día, martes, atibiasen y cansasen de gastar y de te
SI días de julio, como le faltase ya el ner afición y estima de que estas Indias
agua, deliberó de mudar derrota, y ésta habían de dar provecho, al menos que
era el Ueste, y se acostar a la mano de fuese más que los gastos, y con augmen
recha e ir a tomar a la isla Dominica o to los venciese.
alguna de los cañíbales, que hoy llaman 2 Vieron tierra: la isla de la Trinidad,-
los Caribes; y así candó gobernar al Nota al margén, de letra de Las Casas,
HISTORIA DE LAS INDIAS 353
Repite el calor que padeció, y cómo halló puerto. En toda la costa halló que
aún iba boy por el mismo paralelo, sino las arboledas llegaban hasta el mar, la
que por se llegar a la tierra por la vía cosa más hermosa que ojos vieron. Dice
que tomó cuando mandó gobernar al que esta isla debe ser grande. Gente pa
Poniente, porque la tierra echa de sí reció y una canoa cargada dellos de le
frescores que salen de las fuentes y ríosjos, que debían estar pescando; fué-
y de sus aguas causan templanza y sua ronse huyendo a tierra a unas casas que
vidad. Y por esta causa dice que pue allí parecían. La tierra era muy labra
den navegar los portogueses que van a da y alta y hermosa.
la Guinea, que está debajo de la línea Miércoles, 1 ° de agosto, corrió la
equinoccial, porque van de luengo de costa abajo hacia el Poniente cinco le
tierra o de costa, como es común ha guas, y llegó a una punta, donde surgió
blar. Dice más, que agora estaba en el con todos tres navios, y tomaron agua
mismo paralelo de donde llevan el oro de fuentes y de arroyos. Hallaron rastro
al rey de Portogal, por lo cual cree que de gente, instrumento de pescar y rastro
quien buscase aquellas mares hallaría de cabras, pero no eran sino de vena
cosas (le valor. dos, que hay muchos por aquellas tie
Conufiesa aquí que no hay hombre en rras. Dice que hallaron lignalóeles y
e! mundo a quien Dios haya hecho tan palmares grandes y tierras muy hermo
ta merced, y le suplica que le depare sas, de que sean dadas infinitas gracias
cosa con que Sus Altezas reciban mu a la Sancta Trinidad. Estas son sus pa
cho placer v toda la cristiandad. Y dice labras.
que aunque otra cosa de provecho no se Vido muchas labranzas por luengo
hobiese, sino estas tierras tan fermosas,de costa y muchas poblaciones. Vido
que son tan verdes y llenas de arboledas desde allí, hacia la parte del Sur o
y palmas, que llevan ventaja a las huer Austro, otra isla \ que el luengo della
tas de Valencia por mayo, se debrían iba más de veinte leguas; y bien pu
mucho de estimar. Y dice en esto ver diera decir quinientas, porque ésta es
dad y adelante lo encarecerá, con mu la tierra firme, de la cual, como vido
cha razón, más. Dice que cosa es de un pedazo, parecióle que sería isla; a
milagro que tan cerca de la equinoccial, ésta puso nombre la isla Sancta. Dice
como a seis grados, tengan los reyes de aquí que no quiso tomar algunos indios
Castilla tierras, estando la Isabela de por no escandalizar la tierra. Del Cabo
la dicha isla distante veinte y cuatro de la Galera a la punta donde tomó el
grados. agua, que creo que la nombró la Punta
de la Playa, dice que habiendo sido
gran camino y corríase Leste Ueste
CAPITULO CXXXII (quiere decir que de Levante a Ponien
te se andaba), no había puerto en todo
aquel camino, pero era tierra muy bien
Vista, pues, la tierra, con gran con poblada y labrada y de muchas aguas
suelo de todos, deja el camino que que y arboledas muy espesas, la cosa más
ría llevar en busca de alguna de las is hermosa del mundo, y los árboles hasta
las de los caníbales para proveerse de la mar. Es aquí de saber, que cuando
agua, de que tenía gran necesidad, y los árboles de la tierra llegan hasta la
da la vuelta sobre la tierra que habían mar, es señal que aquella costa de mar
visto, hacia un cabo que parecía estar no es brava, porque cuando es brava
al Poniente, al cual llamcS Cabo de la no hay árbol por allí alguno, sino es
Galera, por una peña grande que te combrado arenal. La corriente su [r]
nía, que desde lejos parecía galera que gente, que es la que viene de arriba, y
iba a la vela. Llegaron allí a hora de la montante, que es la que para arri-
completas; vieron buen puerto, sino
que no era hondo, y pesóle al Almiran
1 “Eata es tierra firme, y así descorrió la
te, por no poder en él entrar. Siguió su tierra firme, miérroles, primero de agosto de
camino a la punta que había visto, que 1498 años”.—Nota al margen, de letra de Las
era hacia el Austro siete leguas; no Casas,
354 FRA Y BA RTO LO M E D E LA S C A SA S
ba sube de abajo, dice (jue parece ser Punta del Arenal. No es de maravillar
grande. La isla que le queda ai Sur dice que el Almirante no tasase puntualmen
ser grandísima, porque iba ya descu te las leguas de la isla, porque iba bo-
briendo la tierra firme, aunque no esti jándola pedazo a pedazo.
maba sino que isla era. Dice que vino a Mandó salir en esta Punta del Are
buscar puerto de luengo de la isla de nal y fin desta isla hacia el Poniente la
la Trinidad, jueves, dos días de agosto, gente en tierra, para que se holgasen
y llegó hasta el cabo de la isla de y recreasen, porque venían cansados y
la Trinidad, que es una punta, a la cual fatigados. Los cuales hallaron la tierra
puso nombre la Punta dei Arenal, que muy hollada de venados, aunque ellos
está al Poniente. Por manera que ya era creían que eran cabras.
entrado en el golfo que llamó de la Este jueves, 2 de agosto, vino de ha
Ballena, donde padeció gran peligro de cia el Oriente una gran canoa, en que
perder todos los navios, y él aún no sa venían veinte y cinco hombres, y lle
bía que estaba cercado de tierra, como gados a tiro de lombarda, dejaron de
se verá. Este golfo es cosa maravillosa y remar y a voces dijeron muchas pala
peligrosa por el río grandísimo que en bras; creía el Almirante, y yo así lo
tra en él, que se llama Yuyaparí, la úl creo, que preguntarían qué gente eran,
tima sílaba luenga. Este viene de mas así como suelen los otros de las Indias.
de trecientas y creo que de cuatrocien A lo cual respondieron, no con pala
tas leguas, y las trecientas se han ido bras, sino mostrándoles ciertas bacine
por él arriba, dello con nao y dello con tas de latón y otras cosas lucias para
bergantines y del,lo con grandes canoas. que se llegasen a la nao, con meneos
Y como sea grandísimo el golpe del y señas halagándolos. Acercáronse algo
agua que trae siempre, mayormente en y después venían arredrados del navio;
este tiempo de julio y agosto, en que y como no se quisiesen llegar, mandó el
por allí el Almirante andaba, que es Almirante subir en el castillo de popa
tiempo de muchas aguas, como en Cas un tamborino, y a los mancebos de la
tilla por otubre y noviembre, y así que nao que bailasen, creyendo agradalles.
ría naturalmente salir a la mar, la mar Pero no lo sintieron así, antes como
con su ímpetu grande, de su misma na vieron tañer y bailar, tomáronlo por se
turaleza querría quebrar en la tierra, y ñal da guerra y como si fuera desafía
como aquel golfo esté cercado de tie nos; dejaran todos los remos y echa
rra fírme por una parte, y de otra la ron mano a los arcos y flechas, y em
isla de la Trinidad, y así sea estrechí brazó cada uno su tablachina, y comen
simo para tan im2)etuoso poder de zaron a tiralles una buena nubada de
aguas contrarias, es necesario que cuan flechas. Visto esto, mandó cesar el Al
do se junten haya entre ellas terrible mirante la fiesta de tañer y bailar, y
pelea y peligrosísimo, para los que allí sacar sobre cubierta algunas ballestas
se hallaren, combate. Dice aquí que la y tiralles con dos ballestas, no más de
isla de la Trinidad es grande, porque para asombrallos. Los cuales luego, ti
desde el Cabo de la Galera hasta la radas las flechas, se fueron a una de
Punta del Arenal, donde al presente las dos carabelas, y de golpe, sin te
estaba, dice que había treinta y cinco mor, se pusieron debajo de la popa y
leguas. Digo yo que hay más de cua el piloto de la carabela, sin temor tam
renta y cinco, como verá el que lo qui bién alguno, se descolgó por la popa
siere ver por las cartas del marear, abajo y entróse con ellos en la canoa
puesto que no tiene agora aquellos con algunas cosas que les dio; y entre
nombres escriptos en las cartas, porque ellas dió un sayo y un bonete a uno de
ya se han olvidado, y verlo han, con ellos que parecía hombre principal.
siderado el camino que el Almirante Ellos le tomaron en ella, y como en re*
tnijo hasta llegar allí e por qué parte agradecimiento de lo que les había
vido la primera tierra della, y de allí dado, por señas la dijeron que se fue
dónde fué a parar, y así colegirá cuál se a tierra y que allí le traerían de Jo
llamó el Cabo de la Galera y cuál la que ellos tenían. El aceptó que iría;
HISTORIA DE LAS INDIAS 355
ellos se fueron a tierra; el piloto entró agudo con espina, como un anzuelo,
en la barca y fue a pedir licencia al Al y traen tablachinas, lo que hasta aquí
mirante a la nao, y desque vieron que no había visto. Y según las señas y me
no iba derecho a ellos, no lo esperaron neos que hacían, dice que lo pudo com
más, y así se fueron y nunca más el Al prender, eUos creían que venía el Almi
mirante ni otro les vido. rante de la parte del Sur, por lo cual
Por haberse así alterado y enojado juzgaba que a la parte del Sur debía de
del tamborino y de los bailes, parece haber tierras grandes, y decía bien,
que aquello debían de tener entre sí pues tan grande es la tierra firme que
por señal de guerra. Díjome un criado tan gran parte ocupa del Sur.
del Almirante, que se llamó Bernaido La templanza de esta tierra dice que
de Ibarra, que vino este viaje allí con es muy grande y muéstralo, según él,
éi y me lo dio por escripto y hoy lo ten la color de la gente y los cabellos, que
go de su letra en mi poder, que vino son todos correntios, y el arboleda muy
al navio del Almirante un señor y ca espesa, que en toda parte hay. Dice
cique desta isla de la Trinidad, que que es de creer, que pasada la comar
traía una diadema de oro en la cabeza, ca de cien leguas al Ueste de los Azo
y vase el Almirante, que tenía una go res, que muchas veces ha dicho que
rra de carmesí, e hácele acatamiento y hace mudamiento el cielo y la mar y la
besa su diadema, y con la otra mano templanza. Y esto, dice, es manifiesto,
quita la gorra al Almirante y ponele la porque aquí donde estaba, tan llegado
diadema y él puso en su cabeza la go a la equinoccial, cada mañana dice que
rra de carmesí, quedando muy rico y había frío, y era el sol en León. Dice
muy contento gran verdad, porque yo que escribo
Dice aquí el Almirante que éstos to esto, he estado allí o cerca de allí, e
dos eran mancebos y muy bien dis había menester ropa las noches y las
puestos y ataviados, aunque no creo mañanas, en especial por Navidad.
que traían mucha seda ni brocado, de Las aguas corrían al Poniente más
lo cual también creo que los españo
les y el Almirante más se gozaran, pero que el río de Sevilla; crescía y men
venían ataviados de arcos y flechas y guaba el agua del mar sesenta y cinco
pasos y más que en Barrameda, que
tablachinas; no eran tan bazos como podían poner a monte carracas. Dice
otros, antes más blancos que otros que
que aquella corriente va tan recia por
hobiese visto en estas Indias, y de muy ir entre aquellas dos islas, la Trinidad
buenos gestos y hermosos cuerpos. Los y la que llamó Sancta y después adelan
cabellos largos y llanos, cortados a la te llamó isla de Gracia. Y dice isla a
guisa de Castilla. Traían la cabeza ata tierra firme, porque ya entraba por en
da con un pañezuelo de algodón tejido tre ambas, que están apartadas dos le
de labores y colores, el cual creía el guas, que es como un río, como parece
Almirante que era almáizar. Otros des por la carta. Hallaron fructas de las
tos pañezuelos dice que tenían ceñido y desta Española, y los árboles y las tie
se cobijaban con él en lugar de pañe rras y la templanza del cielo; en esta
tes, Dice que no son negros, puesto que Española pocas fructas se hallaron de
estén cerca de la equinoccial, sino de las naturales de la tierra. La templan
color india, como todos los otros que za mucha más es la de aquella tierra
ha hallado. Son de muy linda estatura, que no la desta Española, si no es en
andan desnudos, son belicosos, traen las minas de Cibao y en algunas pro
los cabellos muy largos, como las mu vincias otras della, como arriba se dijo.
jeres en Castilla, traen arcos y flechas Hallaron ostias u ostras muy grandes,
con plumas y al cabo dellas un hueso pescado infinito, papagayos grandes
como pollas, dice. En esta tierra y en
2 Desde “Díjome** hasta “contento** está es toda la tierra firme son los papagayos
crito al margen, y encima de este fragmento, mayores que ninguno de los destas is
de letra de Las Gasas, ignalmmte se lees “Este las, y son verdes, la color muy claros
remiendo ha de comenzar al cuarto renglón
abajo, donde dice guerra.** como blancaza, pero los de las islas son
356 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
más verdes y color algo más escura. otra la tierra firme, salía el agua dulce
Tienen todos los de la tierra firme los muy corriente, vino de hacía la del
pescuezos de color amarillo como man Arenal de la isla de la Trinidad una
chas, y las puntas de arriba de las alas tan grande corriente por la parte del
con manchas coloradas y algunas plu Sur, como pujante avenida, j era del
mas amarillas por las mismas alas. Los poder grande del río Yuyaparí, que al
destas islas ninguna cosa tienen ama Sur está, y él aún no lo vía, con tan
rilla; los pescuezos tienen colorados a gran estruendo y ruido que a todos los
manchas; los desta Española tienen un espantó, del cual no pensaron escapar,
poco blanco encima del pico; los de y el agua de la mar que resistió, vi
Cufia tienen aquello colorado y son niendo por el contrario, que se levantó
más lindos; los de la isla de San Juan la mar,^haciendo una gran loma y muy
creo que tiran a los desta isla, y no he alta, la cual levantó la nao y púsola
mirado si también los de Jamaica; fi encima de la loma, cosa que nunca ja
nalmente, parece que son en algo di más ni oyó ni vido. Y al otro navio alzó
ferentes los de cada isla. las anclas, que aún debía de tener al
En esta tierra firme, donde agora zadas, y echólo más a la mar, y con las
está el Almirante, hay una especie de velas anduvo hasta que salió de la dicha
papagayos que creo que no hay en otra loma. Plugo a Dios que no Ies hizo
parte, muy grandes, poco menos que daño, dice aquí el Almirante, y cuando
gallos, todos colorados con algunas plu escribió este caso a los Reyes, d i jo :
mas en las alas azules y algunas prie “ Aun hoy en día tengo el miedo en el
tas. Estos jamás hablan, no tienen otra cuerpo, que no me trabucó la nao cuan
cosa de que se goce dellos, sino de la do llegó debajo della”. Por este gran
vista; en lo demás son desgraciados. peligro puso a esta boca nombre la
Llámanse por los indios guacamayas. Boca de la Sierpe.
Todos los demás es cosa maravillosa lo Llegado a la tierra fírme que vía por
que parlan, si no son los muy chequi- aquella parte y creía que era isla, vido
tos, que se llaman xaxaves, como arri cabe aquel cabo dos isletas en medio
ba, en el capítulo [47], dejimos. de otra boca, que hacen aquel cabo de
la tierra firme, el cual llamó Cabo Bolo
por ser grueso y romo, y otro cabo de
CAPITULO CXXXIII la Trinidad que nombró Cabo B oto; la
una islela nombró el Caracol y la otra
Estando en esta Punta del Arenal, el Delfín.
qué es fin de la isla de la Trinidad, Esta estrechura de la punta o cabo
vido hacia el Norte, cuarta del Nordes de Lapa, de Paria, y el cabo Boto de
te, a distancia de quince leguas, un la Trinidad, no tiene sino cinco leguas
cabo o punta de la misma tierra firme, y están en medio las dichas isletas; por
y ésta fué la que se llama Paria; el la cual estrechura y el ímpetu del gran
Almirante, creyendo que era otra isla río Yuyaparí e las olas procelosas de
distincta, púsole nombre la isla de Gra la mar, hacen esta entrada y salida en
cia. La cual dice que va al Ueste, que grande manera peligrosa, y porque el
es el Poniente, y que es altísima tierra, Almirante, con trabajo y peligro suyo
y dijo verdad, porque por toda aquella también lo experimentó, llamó aquella
tierra firme van grandes cordilleras de angostura o entrada la Boca del Dra
sierras muy altas. go, y así se llama comúnmente hoy.
Sábado, 4 días de agosto, determina Fué de luengo de costa de la tierra
ir a ver la isla de Gracia, y levantó las firme de Paria, que él creía ser isla, y
anclas y dio las velas de la dicha Punta la nombró isla de Gracia, hacia la par
del Arena], donde surgido estaba. Y te del Oeste, a buscar puerto.
porque como aquella angostura, por Desde la Punta del Arenal, que es
donde entró en el Golfo de la BaUena, el un cabo de la Trinidad, como se
no era más de dos leguas, porque [es dijo, y está la vuelta del Sur, hasta cl
taba] de una parte la Trinidad y de otro Cabo Boto, que es de la misma isla
H IST O R IA D E L A S IiNDIAS 357
«le la Trinidad* que está a la mar, dice liaron infinitos gatos paulos; las aguas,
el Almirante haber veinte y seis gran dice, las mejores que se vieron. Esta
des leguas, y por aquesta parte parece isla, dice, es toda llena de puertos;
ser el ancho de la dicha isla, y están los essta mar es dulce, puesto que no del
dichos cabos Norte-Sur, todo, sino salobre como la de Cartage
Había grandes hileros de corrientes, na; más abajo dice que es dulce como
el uno al contrario del otro; sobreve la del río de. Sevilla, y esto causa
nían muchos aguaceros, como era el ba cuando topaba con alguna hilera
tiempo de las aguas, como arriba deji- del agua de la mar, que salobraba la
mos. La isla de Gracia, que es, como del río.
está dicho, tierra firme, dice el Almi Navegó a un ancón, lunes, 6 días de
rante que es tierra altísima y toda llena agosto, cinco leguas, donde salió y vido
de árboles, que llegan hasta la mar: gente, y vino luego una canoa con cua
esto es porque como aquel golfo está tro hombres a la carabela que estaba
cercado de tierra, no hay resaca ni olas más cercana a tierra, y el piloto della
que quiebren en la tierra como donde llamó los indios como que quería ir
están descubiertas las playas. Dice que a tierra con ellos, y en allegando y en
estando a la punta o cabo de Lapa vido trando, anególes la canoa, y ellos an
una isla de tierra altísima al Nordeste, dando nadando cogiólos y triíjolos al
que estaría dél veitne y seis leguas; Almirante. Dice que son de la color
púsole nombre Belaforma, porque de de todos los otros de las Indias; traen,
bía tener de lejos buen parecer, pero dellos, los cabellos muy largos; otros,
tocio esto es la tierra firme, que como así como nosotros; ninguno hay tres-
se mudaba con los navios de una parte qnilado como en la Española y en las
a otra dentro del golfo, cercado de tie otras tierras. Son de muy linda estatu
rra, hacíanse algunas abras que pare ra y todos sobrecrecidos; traen el
cían hacer distinción de tierras que es núembro genital atado y cubierto, y
tuviesen apartadas, y éstas llamaba el las mujeres van todas desnudas, como
Almirante islas, porque así lo juzgaba. sus madres las parieron. Esto dice el
Navegó, domingo, 5 de agosto, cinco Almirante, pero yo he estado, como
leguas de la punta de! cabo de Lapa, arriba dije, cerca de aquella tierra
que es el cabo oriental de la isla de treinta leguas, pero nunca vide que las
Gracia; vido muy buenos puertos, jun mujeres no tuviesen sus vergüenzas, al
tos tino de otro, y cuasi toda esta mar menos, cubiertas; debe querer decir el
dice que es "puerto, porque está cerca Almirante que andan como sus ma
da de islas y no hace ola alguna. Lla dres las parieron cuanto a lo demás del
maba islas a las partes que se le abrían
de tierra fime, porque no hay más de cuerpo.
sola la isla de la Trinidad y la tierra “Estos indios, luego que aquí fue
fírme, que cerque a este golfo que él ron (dice el Almirante), diles cascabe
dice agora mar. Envió a tierra las bar les y cuentas y azúcar, y los envié a tie
cas, y hallaron pescado y fuego y ras rra, adonde estaba dellos- una gran ba
tro de gente, y una casa grande descu talla, y después que supieron el buen
bierta. De allí anduvo ocho leguas, tratamiento, todos querían venir a los
donde halló puertos buenos. Esta par navios. Venían los que tenían canoas,
le desta isla de Gracia dice ser tierra y fueron muchos, y a todos se hizo buen
altísima y hace muchos valles, y todo acogimiento y se les mostró amorosa
debe ser poblado, dice él, porque lo conversación, dándoles de las cosas que
vido todo labrado. Los ríos son muchos, les agradaba.” Preguntábales el Almi
porque cada valle tiene el suyo, de le rante y ellos respondían, pero no se en
gua a legua. Hallaron muchas frutas y tendían. Trujáronles pan y agua y unos
unas como uvas y de buen sabor, y mi- brebajes como vino verde. Olían los
rabolanos muy buenos, y otras como hombres, y primero llegábanse a oler
manzanas, y otras, dice, como naran las barcas y los navios. Andan muy ata
jas, y lo de dentro es como higos. Ha- viados de arcos, flechas y tablachinas.
35
358 FR A Y BA RTO LO M E D E L A S C A SA S
y las flechas traen cuasi todos con I y dellos cogió seis y los otros seis en-
hierba. í vio a tierra. Esto parece que hacía el
Martes, 7 de aposto, vinieron infini j Almirante sin escrúpulo, como otras
tos indios por mar y por tierra, y lodos i muchas veces en el primer viaje lo
traían de su pan y maíz y cosas de co i hizo, no le pareciendo que era injusticia
mer, y cántaros de brebaje, dello blan I y ofensa de Dios y del prójimo llevar
co como leche, de sabor de vino, deílo í los hombres libres contra su voluntad,
verde y dello de color cargado; cree I quitando los padres a los hijos, y las
que todo sea de frutas. Los más o todo muje;res a sus maridos, y que según ley
hacen de maíz, sino que el maíz es natural estaban casados, y que ellas
blanco y morado y colorado; de aquí otros, ni [otras ellos] ^ podían, tomar
viene a ser el vino de diversos colores; sin pecar y quizá mortaimente, de lo
el verde, no eé de qué se haga. Traían cual era el Almirante causa eficaz. Y
todos sus arcos y flechas con hierba, otra circunstancia, que venían a los na
muy a punto. INío se daban nada por vios aquellos so tácita seguridad y con
cuentas; dieran cuanto tuvieran por fianza prometida, la cual les debían
cascabeles, y otra cosa no demanda guardar, allende el escándalo y aborre
ban, liacían mucho por el latón y cimiento de los cristianos que se podía
no dejaban cabos de agujetas que no seguir, no sólo.en los de allí, pero de
pedían. Esto es lo cierto que lo estima toda la tierra y gentes que lo supiesen.
ban mucho, y daban en esta Española Dió luego la vela hacia una punta
por un poco de latón cuanto les pidie que dice del Aguja, el cual nombre no
ran de oro que tuvieran, y así creo que dice cuándo lo puso, y de allí dice que
fue siempre en todas estas Indias a descubrió Jas más hermosas tierras que
los principios; llamábando turey, cua hayan visto y las más pobladas. Y en
si venido del cielo, porque al cielo lla llegando a un lugar, al cual por su her
maban tureyro; hallan en él no sé qué mosura llamó Jardines, donde había
olor que a ellos mucho les agrada. infinitas casas y gentes, y los que había
Aquí dice ahora el Almirante que tomado dijéronle que había gente ves
todo cuanto les daban de Castilla, lo tida, por lo cual acordó de surgir, y
olían luego que se lo daban. Trujaron vinieron a los navios infinitas canoas
papagayos de dos o tres maneras, en Estas son sus palabras. Cada tmo dice
especial de los muy grandes que hay que traía su pañezuelo tan labrado a
en la isla de Guadalupe, dice él, con colores, que parecía un almaizar, con
la cola larga. Trujeron pañezuelos de uno atada la cabeza, y con otro cobrían
algodón muy labrados y tejidos de co- lo demás, como ya se ha tocado. Des
lores^y labores como los llevan de Gui tas gentes que hoy vinieron a los na
nea, de los ríos a la Sierra de Lioa, üín vios, algunos dice que traían algunas
diferencia, y dice que no deben co hojas de oro al pescuezo, y uno de
municar con aquéllos, porque hay de aquellos indios que traía tomados le
aquí donde él agora está a aillá fsic), dijo que por allí había mucho oro, y
más de ochocientas leguas; abajo dice que hacían dello espejos grandes, 7
que ¡larecen almaizares. mostraba como lo cogían; dice esp^’
jos, porque debía de dar el Almirante
algunos espejos, y por señas debía el
CAPITULO CXXXIV indio decir que del oro hacían de aqué
llos, no porque les entendiese palabra-
Deseaba, dice, tomar media docena Dice que porque andaba por allí de
de indios para llevar consigo, y dice corrida, porque se le perdían los basti
que no pudo tomallos, porque se fue mentos que tanto trabajo a alcanzar
ron todos de los navios antes que ano le habían costado, y esta isla Española
checiese. Pero martes, luego, 8 de estaba más de trecientas leguas de allí;
agosto, vino una canoa con doce hom
bres a la carabela, y tomáronlos todos í Ert el original pone: “otros ellas” .
2 Vinieron mucha gente pacífica.—IVota ffl
y trujéronlos a la nao del Almirante, margen, de letra de Las Cosas.
HISTORIA DE LAS ÍNDTAS 359
da, como tienda de campo, de la ma ; parecía que iba de Norte a Sur; pare
nera que son las de las islas, donde los cía muy grande. Todo esto era tierra
recibieron muy bien y les hicieíron fiesta firme. Decíanle los indios que había te
y les dieron colación, pan y frutas de mado, a lo que él entendía, que ia gente
muchas maneras, y el beber íiié un bre de allí eran caníbales, y que allí había
baje blanco que tienen en gran precio, ; o nascía el oro, y las perlas de la parle
de que todos estos días trajeron allí, y ! del Norte de Parta, la vía del Poniente,
hay dello linio y mejor uno que otro, : se pescaban y habían habido las que al
como entre nosotros el vino. Los hom Almirante dieron. El agua de aquella
bres todos estaban juntos a un cabo de mar dice que era tan dulce como la del
la casa, y las mujeres juntas a otro. Re- río de Sevilla, y así turbia. Quisiera ir a
cebí<la la colación en aquella casa del xíqufílJas islas, sino por no volver atrás,
más viejo, llevólos el más mozo a otra por la priesa que tenía que se le per
casa e hizo otro tanto; pareció que el diesen los bastimentos que llevaba para
uno debía ser el cacique y señor, y el los cristianos de la Española, que con
otro debía ser su hijo. Después se vol tanto trabajo, dificultad y grau fatiga
vieron los marineros a las barcas, y con los había alcanzado; y, como coaa en
ellas a los navios muy contentos desta que padeció grandes aflicciones, repite
gente”. Estas todas son palabras del Al esto desios bastimentos muchas veces.
mirante. Dice m ás: “Ellos son de muy Dice que cree que en aquellas islas qne
linda estatura, y todos grandes a una había visto debe haber cosas de valor,
mano, y más blanca gente que otra que “ porque todas son grandes y tierras al
hobiese visto en estas Indias” , y que tas, valles y llanos y de muchas aguas
ayer vido muchos “ tan blancos como y muy labradas y pobladas y la gente
nosotros y mejores cabellos y bien corta de muy buena conversación, así como
dos y de muy buena conversación. Las lo muestran sus gestos” . Estas son pa
tierras en el mundo no pueden ser más labras del Almirante.
verdes y hermosas y pobladas. La tem Dice aquí también, que si las perlas
planza, otra tal, que desque estoy en nacen, como dice Plinio, del rocío que
esta isla (dice él), he cada mañana frío, cae en las ostias que están abiertas, allí
digo, para ropón enforrado, bien que hay mucha razón para las haber, por
esté tan cerca de la línea equinoccial. que allí cae mucha rociada y hay infi
La mar todavía dulce. A la isla llaman nitísimas ostias y muy grandes, y por
Paria” . Todas son palabras del Almi que allí no hace tormenta, sino la mar
rante. Llama isla a tierra firme toda está siempre sosegada, señal de lo cual
vía, porque así lo cree. es haber los árboles hasta entrar en la
mar, que muestran nunca entrar allí
tormenta, y cada rama de los árboles
CAPITULO CXXXV que entran (y están también ciertas
raíces de árboles en la mar, que segán
Viernes, 10 de agosto, mandó dar las la lengua desta Española se llaman
velas y fue al Poniente de la que pen mangles), estaban llenos de infinitas
saba -ser isla, y anduvo cinco leguas y ostias, y tirando de una rama sale Mo
surgió, por temor de no hallar fondo. na de ostias a ella pegadas. Son blan
Andaba a buscar boca por donde salie cas de dentro y el pescado dellas, y
se de aquel golfo, dentro del cual an muy sabrosas, no saladas, sino dulces»
daba cercado de tierra firme y de isla, y que han menester alguna sa!, y dice j
aunque él no creía ser tierra fírme. Y que no saben si nacen en nácaras; j
dice que es cierto que aquélla era isla dondequiera que nazcan, son, dice, 6* i
porque así lo decían los indios y así nísimas, y las horadan como dentro en j
parece que no los entendía. De allí Venecia. |
vido otra isla frontera al Sur, a la cual A esto que dice el Almirante '
llamó Isabela, que va del Sueste a Nor- están llenas las ramas de ostias
iieste, después otra que Damó la Tra allí, decimos que no son aquellas ostiafl
montana, tierra alta y muy hermosa, y que él vido y están por aquellas ram®®
HISTORIA DE LAS INDIAS 361
mismo es de los otros elementos. Por dice Alberto allí, en [e!J cap. 7, ha
esta misma manera acaece de la virtud berse experimentado en los montes Pi
lapidificativa cuando se infunde en al rineos, que dividen a España de Fran
gún lugar, sea agua o sea tierra. Por cia, ser algunos lugares en ios cuales
que la materia, agua o tierra, que la el agua lluvia que cae se convierte en
dicha virtud toca, primeramente la al piedras, y si la misma lluvia cae o echan
tera, y lo segundo señoréala y tiénela, en otro lugar fuera de aquéllos, qtié-
y después que la tiene y vence, seño dase en agua como lo era. Por la mis
reándola conviértela en piedra. ma razón hay algunas plantas y palos
por esta manera se pueden engen- que están dentro de algunas aguas o
dar y criar las margaritas, uniones y mares que convierten en piedras, que
perlas sin ser del rocío, como los auto dándoles la figura de palos o de plan
res nombrados dicen: que dentro de tas. Y algunas veces las plantas y ar-
las ostias o en las mismas peñas o en holillos nascidas dentro de la mar son
el arena o en aquellos lugares donde tan vecinas de la naturaleza de las ]>ie-
las conchas se apascientan, infundan dras, que un poco secas al aire, se con
virtud, que comúnmente se llama mi vierten en piedras: y la señal desto es
neral, las estrellas, que la misma agua bien manifiesta en el coral, el cual, sin
de la mar o alguna cosa que las mismas duda ninguna, se engendra de palillos
ostias coman para su mantenimiento al y plantas que están dentro de la mar.
tere y entre en la substancia de aquélla Plinio, en el libro 31, cap. 2, pone
y detenga y venza y señoreee, y al cabo haber una fuente en Asia Menor, que
la convierta en margarita o perla. Por regando la tierra con su agua la torna
que como Platón dice, y Alberto, don piedra, y un río, que los árboles con
de arriba en el cap. 5, lo alega, que, sus ramas ha< ía lo mismo. Esto no pue
según los méritos y dispusición de cada de por alguna manera ser sino por la
materia, se influyen las virtudes celes virtud mineral en aquella tierra o pie
tiales que obran las cosas de naturale dras o peñas que están dentro del agua
za í Secundum medita (inquit) materiae o en la misma mar, como también ve
infunduntur virtutes caelestes quae res mos en sierras muy altas, que siempre
naturae operantur, 0 también la misma hay perpetuas nieves, y en ella se en
agua de la mar puede tener tal virtud, gendra el cristal, lo cual no sería posi
en sólo aquel lugar y comarca, que den ble, si no fuese por la virud mineral
tro de las ostias, de sus mismas gotas o que allí las e.strellas influyen y derra
de otras cosas que en ellas haya, engen man. Desto, algo dejimos arriba, ne el
dre las perlas. Y la señal desto Alberto capítulo 91.
Magno allí refiere, que hay algunas Así que no es cosa imposible criarse
aguas, por la virtud mineral que aquel las perlas allí, en aquella mar, sin ro
lugar por donde corren contiene, tan cío, de la manera que es dicha de suso.
fuertes, que corriendo por tales mate T.as perlas que el Almirante aquí
rias se embeben en las cosas minerales o bobo se criaban y crían en la mar de
que tienen vecindad con ellas, por lo una isleta, y alrededor della, que se
cual el agua misma y las cosas que llama Cubagua, que no tiene agua dul
están en ella se convierten en piedras ce, sino mu\' estéril y seca, y en toda
más presto o más tarde, según que ella habrá obra de dos leguas de tierra
es más fuerte o más débil la virtud que inhabitable, puesto que las perlas la
forma las piedras, o lapidificativa. Pero hicieron habitada, con más de, cincuen
si aquella agua misma la sacan de aquel ta vecinos españoles, mientras duraron:
lugar y la echan en otro, no se conver iban por el agua siete leguas de allí en
tirá en piedras. La causa es, porque la tierra fírme. Dista esta isla de donde
como está fuera del lugar donde hay el Almirante agora andaba, cincuenta
virtud mineral, evapórase y corrómpe leguas abajo, al Poniente. Podía ser
se, así como otra cualquiera cosa se co que allí en aauel Golfo de la Ballena,
rrompe estando fuera del lugar de su por donde andaba, o en la mar allega
propia generación. Por esta manera. da a la Trinidad o a la tierra firme, que
364- FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
llamaba isla de Gracia, hobiese también niente, parecía ima isla muy alta y her
quizá algunas perlas, pero parece que mosa; volvió la carabela y dijo que
no, pues los indios señalaban que las halló un golfo grande y en él cuatro
cogían al Poniente. Yo estuve en la di grandes aberturas que parecían golfos
cha Lsleta y vide las conchas y en ellas jietjuenos, y a cabo de cada uno, un
las perlas y tenían debajo de la car río. A este golfo puso nombre Golfo de
ne; no eran uniones sino margaritas, las Perlas, aaunque no hay, creo yo, niii.
porque tenían cuatro y cinco juntas, guna. Esto parece que era el rincón de
unas grandes y otras chicas. Las ostias todo este golfo grande, donde andaba
son del tamaño que las de Castilla, y el Almirante, cercado de la tierra firme
la carne o pescado dellas la misma, bien y de la isla de la Trinidad. Aquellas
sabrosa; yo comí hartas dellas. Adelan cuatro abras o aberturas creía el Almi
te, placiendo a Dios, en el libro IV, rante que eran cuatro islas, y que no
se dirá más desta isleta de (Aibagua y parecía que bebiese señal de río que
de las perlas y lo que en ella en los hiriese todo aquel golfo de cuarenta
tiempos pasados se ha hecho y acaecido. leguas de mar todo dulce; pero los ma-
: rineros afirmaban que aquellas abertu
ras eran bocas de ríos, y decían ver
CAPITULO CXXXVI dad, al menos en las dos, porque por
la una salía el gran río Yuyaparí, e por
Tornando adonde quedó el hilo de la la otra sale otro grande, que hoy se
historia, en este paso hace mención el llama el río de Camarí.
Almirante de muchas puntas de tierra Quisiera en gran manera el Almjrmj*
e islas y nombres que les había puesto, te ver la verdad desle secreto, cuál era
pero no parece cuándo, y en esto y en la causa de haber cuarenta leguas en
otras cosas que hay en sus itinerarios, luengo y veinte y seis de ancho, como
parece ser natural de otra lengua, por tiene el dicho golfo, de agua dulce, lo
que no penetra del todo la significación cual era cosa, dice él, de admiración, v
de ios vocablos de la lengua castellana, razón, cierto, tenía; y también por pe
ni del modo de hablar della. Hace men netrar los secretos de aquellas tierras,
ción aquí de la Punta Seca, de la isla que no creía ser posible que no tuvie
Isabela, de la isla Tramontana, de la sen cosas de valor o que no las había en
Punta Llana, de la Punta Sara, supo las Indias, mayormente habiendo halla
niéndolas; empero ninguna cosa ha di do allí muestra de oro y de perlas y las
cho dellas o de alguna dellas. Dice (pie nuevas dellas, y descubierto tales tierras
toda aquella mar es dulce, y que no y tantas y tales gentes en ellas, por ]o
sabe de dónde proceda, porque no pa cual fácilmente las cosas dellas y rique
recía haber disposición de grandes ríos, zas que había se supieran. Pero porque
y que los hobiese (dice) que no dejaría los mantenimientos que Uevaba para la
ser maravilla, pero engañábase en pen gente que estaba en esta Española y la
sar que no había ríos, porque aquel río que traía para que comiesen en las mi*
Yuyaparí era tan caudal y poderoso, ñas cogieVido oro, se le perdían, los cua
como está dicho, y otros que salen les había alcanzado con gran dificul
por allí. tad y fatiga, no lo dejaban detener
Deseando ya salir deste Golfo de la se, y dice que si tuviera esperanza
Ballena, donde andaba cercado de tie de haber otros tan presto, todos los pos
rra firme y de la Trinidad, como di pusiera por descubrir más tierras y ver
cho queda, navegando al Poniente por los secretos dellas. Y al fin acuerda de
aquella costa de la tierra firme, que lla seguir lo más cierto y venir a esta isla
maba de Gracia, hacia la Punta Seca, y enviar della dineros a Castilla para
que no dice dónde era, halló dos bra traer bastimentos y gente a sueldo, y
zas de agua no más. Envió la carabela lo más presto que pudiese enviar tam
pequeña para ver si había salida al Nor bién a su hermano el Adelantado a pro
te, porque frontero de la tierra firme seguir su descubrimiento y hallar gran
y de la otra que llamó Isabeta, al Po des cosas, como esperaba que se halla-
HISTORIA DE LAS INDIAS 365
rían, por servir a .Nuestro Señor y a los digo señores de todo él, y sea lodo
Reyes. Pero al mejor tiempo se le cortó con mucho servicio y coiilenlainiento
el hilo, romo parecerá, destos sus bue de la Sancta Trinidad, porque en fin
nos deseos. Y dice así: de sus días hallan la gloria del Paraíso,
‘^Nuestro Señor me guíe por su pie y no por lo que a mí proprio toca, que
dad y me depare cosa con que El sea espero en 8u Alta Majestad, que Vues
servido y Vuestras Altezas hayan mu tras Altezas presto verán la verdad
cho placer, Y cierto dcbenlo de haber, dello, y cuál es mi cudicia.”
porque acá tienen cosa tan noble y real Todas estas son palabras formales del
para grandes príncipes, y es gran yerro Almirante, sobre las cuales habría mu
creer a quien les dice mal desta em cho que hablar, pero en breve quiero
presa, salvo aborrecelles, porque no se anotar algunas cosas. Lo ])rimero, es
falla que príncipe haya habido tanta manifiesto la buena intiiicióii que siem
gracia de Nuestro Señor, ni tanta vic pre tuvo el Almirante, para con Dios y
toria de cosa tan señalada y de tanta con los Reyes, y oon cuánta simplici
honra a su alto estado y reinos y para dad de ánimo hablaba. E yo creo para
donde pueda recebir Dios eterno más mí que algo y mucho excedió en la in
servicios y la gente de España más re tinción de agradar a los Reyes, y por
frigerio y ganancias, <¡ue visto está que ésta ser nimia o demasiada no se agra
hay infinitas cosas de valor. Y bien que dó mucho a Dios; y él mismo lo confiesa
agora no se cognozca esto que yo digo, en una carta que escribió a los Reyes
verná tiempo que se contará por grande y otras personas, y dice así: “Torno a
excelencia y a grande vituperio de las decir con juramento, que yo he puesto
personas que a Vuestras Altezas son más diligencia a servir a Vuestras Alte
contra esto, que bien que hayan gastado zas, que no a ganar el Paraíso.” Estas
algo en ello, ha sido en cosa más noble son sus palabras.
y de mayor estado que haya sido cosa Lo segundo, se debe notar cerca de
de otro príncipe fasta agora, ni era de se lo que dice aquí el Almirante ser cosa
quitar della secamente, salvo proceder noble y real estas tierras y riquezas de-
y darme ayuda y favor, porque los reyes llas que había descubierto. Ciertamen
de Portogal gastaron y tuvieron corazón te, para encarecer la grandeza y digni-
para gastar en Guinea, fasta cuatro o dal destas cosas de las Indias, que Dios
cinco años, dineros y gente, primero puso en sus manos a los reyes de Casti
que recibiesen provecho, y después les lla, necesario fuera tener la elocuencia
deparó Dios ganancias y oro. Que, cier y eficacia de Deraóstenes, y para escre-
to, si se encuentra la gente del reino de billo la mano de Cicerón : un orbe tan
Portogal y las personas de los que son tos siglos escondido, amplísimo y loa-
muertos en esta empresa de Guinea, se gísimo, tan Heno y rebosante de inmen
fallaría que son más de la mitad del rei sas y qmetas gentes, todo él a una mano
no. Y, cierto, fuera grandísima gran felicísimas, fértilísimas, sanísimas y
deza atajar una renta en España, que riquísimas tierras, ¿quién lo podrá ex
se gastase en esta empresa, que ningu plicar, loar ni dar a entender?
na cosa dejarán Vuestras Altezas de Lo tercero, que haya sido especial
mayor memoria, y miren ello; y que gracia y don señalado de Dios y no com
ningún príncipe de Castilla se halla, y parable a cualquiera concedido a los
yo no he hallado por escripto ni por reyes de Castilla para grande honra
palabra, que haya jamás ganado tierra suya y favor y engrandecimiento de su
alguna fuera de España, y Vuestras alto estado y reinos, como el Almirante
Altezas ganaron estas tierras tantas, dice, mayor suficiencia que la dicha se
que son otro mundo, y adonde habrá requiere para lo saber engrandecer, y
la cristiandad tanto placer y nuestra fe, esto, porque por dispusición divina fue
por tiempo tanto acrecentamiento. ron elegidos más que otros ningunos re
Todo esto digo con muy sana intinción yes para ser ministros medianeros de los
y porque deseo que Vuestras Altezas mayores servicios que reyes cristianos
sean los mayores señores del mundo, a Dios eterno jamás hicieron.
366 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Desto se sigue lo cuartok que notarse 1 tes que se cumpliese, al que, para lo
flebe: la razón que linieron de se ale I principiar y mostrar, con el dedo ha-
grar y haber mucho placer, como el Al bía elegido.
mirante dice, y yo añido que tienen El ejemplo que trae de los reyes de
estrechísima obligación de referir por Porlogal, que gastaron muchos dineros
ello inmensos loores y gracias a Dios. y gente en el descubrimiento y trato
í.o quinto es, que se note cuán indis de Guinea, antes que della hobiesen
cretamente se habían con los Reyes y provecho, verdad es; pero de las ga
cuánto les deservían los que a Sus Al nancias que de allí han habido y hoy
tezas disuadían, por unos pocos de gas hay, ruego yo a Dios que no tenga yo
tos que hacían, que se dejasen desta parle ni quien bien o mal me quiera.
empresa, pues habiendo parecido tie En aquello que dice que fuera gran-
rras tan grandes y tan felices, y que ha I dísima grandeza atajar (pone atajar
bían dado muestra de oro no chica y de i j>or señalar o reservar), alguna renta en
temporales riquezas, mayormente no Flspaña para que se gastase en esta em
habiendo experimentado más de lo des- presa, dice la mayor y más substancia]
ta isla, debieran creer y aun tener por y prudente razón de cuantas ha dicho
cierto que en tantos reinos grandes y el fundamento de todo el bien y cau
bienes haber podría. Y ciertamente, no sa de evitar el mal, mayormente a los
menos insensibles parece que eran y principios, de todas estas Indias. Por
que no les rebosaba mucho el cuidado que si los Católicos Reyes (aunque
dé la dilatación^ de la fe por estas tie siempre vivían con necesidad) situaran
rras y gentes dellas, ni su celo, pues no o señalaran cierta renta (que no era
tenían el o jo a otro hito sino a que gas menester muy mucha, para que se gas
taban los Reyes y no recebían prove tara en lá comunicación y contratación
cho, faltándoles consideración de que cristiana, humana, pacífica y razona
aquestas tierras y gentes, no para es ble de Castilla con estas gentes, y no
quilmar el oro y riquezas temporales hobiera tanta priesa en los que les
dellas, sino para divulgar el divino aconsejaban en desear que fueran ri
nombre y convertir todas estas raciona quezas a aquellos reinos o en estimar
les ánimas de que están llenas, las ha que debían ir limpias de polvo y de
bía puesto Dios y su Iglesia en las ma paja, como si estos reinos, no por otra
nos de los Católicos Reyes. Y esto bien razón ni título, sino solamente porque
lo sentía y lloraba el Almirante. Y con acaeció ser descubiertos, lo debieran a
razón, de los tales émulos tenía grande aquéllos, sin alguna duda todos los gas
queja. Y como aquel que tantos sudo tos que los Reyes hicieran, les fueran-
res y trabajos le había costado y costa cuando menos provecho en estas tierras
ba de presente aqueste mundo nuevo bobo, recompensados, y sobrepujara la
que descobría y había descubierto, y recompensa, y poco a poco se fueran
juntamente la buena intinción que en descubriendo las grandes riquezas qüfi
todo ello tenía, por lo cual todo, Je en estas tierras había, y se ganaran le
daba Dios claro cognoscimiento para das para CastiUa, ganadas primero las
que acertase en lo que estaba por ve voluntades de los dueños delJas que con
nir, como hombre de gran prudencia, antiguo derecho y justicia las poseían,
pues decía bien, “ que agora no se cog- y entrando por esta puerta, que era la
nozca lo que yo digo, verná tiempo que justa, verdadera y legítima, en esta»
se contará por gran excelencia” . ¿Qué tierras, estos reinos y aquéllos fueran
se podrá contar de todo lo poblado del felicísimos. Pero harto hicieron los Ca
mundo en este género, que se iguale tólicos Reyes teniendo consejeros; y los
con lo sucedido y procedido en las In que en estos negocios entendían, laé
dias y de las Indias en nuestros tiem ciegos, en no desamparar del todo la
pos? Lo cual todo, antes y después de prosecución desta demanda, como ellos-
su descubrimiento, era estimado por precipitándose inconsiderablemente,
vanísimo e increíble, pero, como dije, persuadían. Callo la ignorancia o inad
dábalo Dios a cognoscer y a decir an- vertencia no muy saludable que tuvie*
HISTORIA DE LAS INDIAS
ron en no entender que a estas nacio ' bocas abiertas para recebir el rocío que
nes, solamente por ser hombres y gen ’ cae de Jas hojas, hasta que cae la gotera
tiles, carecientes de lumbre de nuestra I de que se engendran las piedras, según
ratólíca fe, de precepto divino de la j dice Plinio y alega al Vocabulario que
raridad, el celo y obra de dalles doc se llama Catholicon : pero ya queda di-
trina y convertillos por la forma que cho arriba, en el capítulo 135 que
Cristo estableció, se les debía. i aquellas ostias no parece que son de la
Con tal parecer y consejo fueran cau : es¡»ecie que las que crían las perlas.
sa que con ninguna otra hazaña (pues Lunes, J3 de agosto, eu saliendo Ja
to que fueron muchas y dignísimas las ! luna, levantó las anclas de donde surgi-
suyas), dejaran los Reyes mayor ine- ; do estaba, y vino hacia el Cabo de
íjjoria, ni la cristiandad tanto placer, i Lapa, que es el de Paria, para salir al
V nuestra fe, por tiempo, tanto acre- ¡ Norte por la boca (|uc llamó del Drago.
rentainieiito, y la Sancta Trinidad reci ; por la siguiente causa y peligro en que
biera tanto servicio y coiitentainienío, I allí se vido. La líoca del Drago dice que
romo el Almirante con sus sim eras pa j es un estrecl\(> que está entre la Punta
labras dice. de í.apa. que es el fin de la isla de Gra
cia, que, como muchas veces eslá dicho,
es la punta de la lierra firme y d(‘ Paria
CAPITTTO CXXXVIl a! Oriente, v entre el Cabo Boto, <|ue es
el fin de la isla de la Trinidad, al Po
As que, para salir deste golfo, den niente. Dice que habrá entremedias de
tro del cual estaba de tierra por todas los dos cabos legua y medía; esto debe
partes cercado, con el propósito ya ser pasadas cuatro isletas que dice ha
dicho de salvar los bastimentos que ber allí en medio atravesadas, aunque
traía, que se le perdían, viniéndose a agora no vemos más de dos, por las
tííta isla Española, sábado a 11 días de cuales no debe haber salida, y fiólo
agosto, al salir de la luna, levantó las debe quedar la angostura de la legua
anclas y tendió las velas y navegó ha y media para poder salir los navios
cia el Leste, que es hacia donde sale el por ella, porque de la Punta de Lapa
sol, porque estaba en el rincón del río, al Cabo Boto cinco leguas hay, como
Yuyaparí, de (como arriba se dijo), en el cap. 133 ^ dejimos. Llegando
para ir a salir por entre la Punta de a la dicha boca a la hora de tercia, halló
Paria y tierra firme, que llamó la Punta una gran pelea entre el agua dulce por
o cabo de Lapa, y a la tierra nombró salir a la mar, y el agua salada de la
isla de Gracia, y entre el cabo a que mar por entrar dentro en el golfo, y era
(lijo Cabo Boto de la isla de la Trini tan recia y temerosa, que levantaba
dad, como parece arriba en el capítu una gran loma, como un cerro muy alto,
lo 133 ^ Llegó hasta un puerto muy y con esto traían un roído y estruen
bueno, que llamó Puerto de Gatos, que do ambas aguas de í^evante a Ponien
está junto con la boca donde están las te, muy largo y espantoso, con hilero
dos isletas del Caracol y Delfín, entre de aguas, y tras uno venían cuatro hi
los cabos de Lapa y Cabo Boto; y esto leros uno tras otro, que hacían corrien
domingo, 12 de agosto. Surgió cerca tes que peleaban; donde pensaron pe
del dicho puerto, para por la mañana recer, no menos que en la otra boca
salir por la dicha boca. Halló otro puer de la Sierpe del Cabo del Arenal, cuan
to cerca de allí, donde envió a vello Ja do entraban en el golfo. Fue doblado
barca; era muy bueno; hallaron ciertas este peligro más que el otro, porque
casas de pescadores, y agua mucha y les calmó el viento con que esperaban
imiy dulce; púsole por nombre el Puer salir, y quisieran surgir, que les fuera
to de las Cabañas. Hallaron, dice, mi- algún remedio, aunque no sin peligro,
rabolanos en la tierra; junto a la mar, por los combates de las aguas; pero
infinitas ostias pegadas a las ramas de no hallaron fondo, porque era muy
los árboles que entran en la mar, las
- En el original pone 137.
1 En el o r ig in a l p on e 135. 3 En el original pone 135.
368 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
honda allí la mar. Temieron, calmado I habían dicho bien, de la cual procedía
el viento, no loa echase el agua dulce itanto golpe de agua por los ríos Yuya*
o salada a dar en las penas con sus co i parí y el otro que sale cerca del que
rrientes, donde no tuviesen algún re I llamamos hoy Cainarí, e otros que por
medio. Dicen que dijo aquí el Almi ¡ allí deben salir.
rante, aunque no lo hallé escripto de Así que, yendo en busca de aquel
8U mano, como hallé lo susodicho, que Golfo de las Perlas, donde salen les
8Í de allí se escapaban podrían hacer dichos iíoñ, creyendo de hallarlo ro
cuenta que se escapaban de la boca del deando la tierra, por estimar ser isla y
drago, y por esto se le quedó este nom ver si había entrada por aUí o salida
bre, y con razón. Plugo a la bondad para el Sur, y si no la hallase, dice
de Dios, que del mismo peligro les sa que afirmaría entonces que era río, v
lió la salud y liberación porque la que lo uno y lo otro era gran m aravi,
misma agua dulce, venciendo la salada, lia, fue la costa abajo aquel lunes has*
echó sin sintillo loa navios fuera, y así ta el sol puesto. Vido que la costa era
fueron puestos en salvo; porque cuan llena de buenos puertos y tierra altísi
do Dios quiere que uno o muchos sean ma. Por aquella costa abajo vido mu
de vida, el agua les es medicina. Así chas islas hacia el Norte y muchos
que salió, lunes, 13 de agosto, del di cabos en la tierra firme, a los cuales to
cho golfo y de la Boca del Drago peli dos puso nombres; y a uno, Cabo de
grosa. Dice que hay desde la primera Conchas; a otro, Cabo Luengo; a otro,
tierra de la Trinidad hasta el golfo que Cabo de Sabor; a otro, Cabo Rico,
descubrieron lo^ marineros que envió tierra alta y muy hermosa. Dice que
en la carabela, donde vieron los ríos en aquel camino hay muchos puertos
y él no los creía, al cual golfo llamó el y golfos muy grandes que deben ser
de las Perlas, y esto es al rincón de poblados, y cuanto más iba al Ponien
todo el golfo grande, que nombró de te, vía la tierra más llana y más her
la 'Ballena, donde tantos días anduvo mosa. Al salir de la boca, vido una isla
de tierra cercado, cuarenta y ocho le al Norte, que estaría de la boca 26
guas; yo le añido que son buenas cin leguas, púsole la isla de la Asunción;
cuenta, como aparece en la carta del vido otra isla, y púsole la Concepción;
marear. a otras tres isletas juntas llamó los
Salido del golfo y de la Boca del tlgos, y éstas se llaman hoy así; otra
Drago y su peligro, acuerda de ir al Po
niente por la costa abajo de la tierra cabe ellas, llamó el Romero; a otras
isletas pequeñas nombró las Guardiaa.
fírme, creyendo todavía que era isla Después llegó cerca de la isla Margari
de Gracia, para emparejar en el dere ta y llamóla Margarita, y a otra cerca
cho del dicho Golfo de las Perlas, Nor
te Sur, y rodealla y ver aquella tan della puso nombre el Martinet. Esta
grande abundancia de agua de dónde Margarita es una isla que tiene de luen
venía; si procedía de ríos, como los go quince leguas y de ancho cinco n
marineros afirmaban, lo que él dice seis, y es muy verde y graciosa por de
que no creía, porque ni Ganges, ni fuera, y por de dentro es harto buena,
Eufrates, ni el Nilo, no ha oído que por lo cual está poblada. Tiene cabe
tanta agua dulce trujesen. La razón que sí, a la luenga, Leste Güeste, tres isle
le movía era, porque no vía tierras tan tas y dos detrás dellas, Norte-Sur; el
grandes de donde pudiesen nacer tan Almirante no vido más de las tres,
grandes ríos, “salvo (dice él) si ésta no como iba de la parte del Sur de la Mar
es tierra firme” . Estas son palabras garita. Está seis o siete leguas de U
suyas. Por manera, que ya va sospe tierra firme, y por esto hace un golfe-
chando que es tierra firme la tierra de te entre ella y la tierra firme, y en me
Gracia que creía ser isla, pero era y dio del golfete están dos isletas. Leste
es, cierto, tierra firme, y los marineros Güeste, que es de Levante a Poniente,
junto la una a la otra; la una se llama
* Salieron de la boca en salvo. — Nota al Coche, que quiere.decir venado, y la
margen, de leira de Las Casas, otra Cubagua, que es la que arriba, en
HISTORIA DE LAS INDIAS m
de admiración y será entre todos los sexta parte del iiiiindi» era habitable,
sabios, pues tan grande río sale que y ias otras cinco partes estaban cubier
baga una mar dulce de <“uarenta y odio tas de agua, como parece en el libro
leguas.” Estas son sus palabras. de Ploionieo, De la disposición de Iq
Por manera, que la primera razón esfera, y en el Almagesto, libro 2.'^; y
que le persuadía ser tierra firme la que dellos es Pedro de Alíaco, doctísimo
llamó Sancta cuando entró en el golfo varón en todas ciencias, el cual, en el
por la boca de la Sierpe, cuando vido libro De imagine mundi, cap. 8.®, ale
la Trinidad, y la que después llamó ga la dicha autoridad de Esdras, di
isla de Gracia, fué salir tanta agua dul ciendo que aquel libro de Sanctos tu
ce que endulzaba tan grande golfo. Y vieron en reverencia, y por él las ver
argüía muy bien, porque gran golpe dades sagradas confirmaron. Estas .son
de agua o río muy grande no se puede sus palabras. Desto dijimos en el ca
congregar, si no es de muchas fuentes; pítulo 6.®
las muchas fuentes causan muchas que Lo mismo de Esdras alega J acobo de
bradas, son causa de muchos arroyos, Valencia, no poco docto en cosmogra-
los muchos arroyos hacen muchos ríos fía, en el salmo 103, sobre el verso Hoc
chicos y después se ayuntan grandes; mare magnum et spatiosum, etc., pro
todo lo cual presupone necesariamente bando que la tierra es seis veces ma
grandísimo discurso y longura de tie yor que la mar.
rra. Esta parece que no puede ser isla Puede alguno decir a la autoridad de
por grande que sea, luego parece que Esdras, que aquel cuarto libro es apó
deba ser tierra* fírme; y era bonísima crifo y de ninguna autoridad, y a lo
la conjetura por este argumento. La se que dice Pedro de Alíaco, que lo» Sane-
gunda razón tomaba de la autoridad tos lo tuvieron en reverencia, no lo pro
de Esdras, que dice que las seis partes bará con San Hierónimo, el cual, en
de la tierra quedaron enjutas, mandan la Epístola contra Vigilando, dice íjiie
do Dios que todas las aguas se encerra nunca aquel libro leyó, porque no con
sen en un lugar, que es la mar, y aquel viene tornar en las manos lo que I»
texto dice a sí: Et tertia die imperasti
iglesia no recibe. Estas son sus pala
aequis congregari in septima parte te- bras. San Agustín, en el libro 18, ca
rme, sca; vero partes siccasti et conser-
vasti, etc. Arguye, pues, así: la autori pítulo .'ló, De Civitate, no aprueba aquel
dad de Esdras afirma ser las seis partes 4.® libro de Esdras, sino el tercero, ca
pítulo .3, diciendo que, por aventura,
del mundo tierra, y la una de agua;
toda la tierra que sabemos parece ser Esdras fue jirofeta en aquello que dijo
í|ue la verdad es más fuerte y poderosa
poca, según la mar vemos tan grande;
luego esta tierra debe ser grande, más que el rey e las mujeres y el vino, jiro-
que isla, que llamamos firme para que fetizando de Cristo, nuestro Redentor,
coiicuerde con la autoridad de Esdras, que es la verdadera Verdad. Esto es
que tenga seis parles la tierra, respec lo que dice San Augustín; que escri
tivamente comparadas a una que ha biendo sobre aquellas palabras ^^morie’
de lener el agua, y por eso no es mu tur filius me.us Christus'*^, tratase de Es
cho, ni difícil creer (jue esta sea tierra dras y lo aprobase, no sé dónde Fran
firme. cisco de Mairones lo halló. Y aquel li
No solamente el Almirante por la bro tercero también se tiene por apó
autoridad de Esdras se movía y argüía crifo, aunque no tanto como el cuarto,
ser la tierra seis veces más grande que por no tenerse por cierto que Esdras bí*
la [mar] \ pero también doctísimos va escribió, San Ambrosio, no en el fíexO'
rones en todas ciencias. Itacían lo mis meron, como el Almirante dice, sino
mo, y della argüían ser la mayor parle en el libro De bono mortis, cap. 1*1’
dei mundo tierra y habitable, contra conlni los gentiles que creían morir
Ptolomco, que tuvo que solamente la las ánimas juntainente con los ciier|io8-
parece aprobar también el cuarto, aun
* En el m-xiOj por eqiiivoviicióny repite aquí: que da a entender que con alguna con
tiervH. dición, sobre aquel ar! íciilo de nucsítá
HISTORIA DE LAS INDIAS 371
fe, ^ue en ei tiempo del universal jui cubrir aquesta grande nuestra tierra
cio, los muertos hau, en sus cuerpos firme, así como lo lomó por instrumento
proprios, de resucitar, el cual toca allí y eligió por medio de que al mundo se
ea el cap. 7, Esdras, hablando del jui mostrasen todas estas tantos siglos en
cio, y que la tierra los ha de restituir cubiertas océanas Indias.
alas ánimas; Terra reddet quae in ea Vídola, miércoles, primero día de
dormiunt et pulvis quae in eo silentio agosto, un día después que descubrió
habitant et ,promptuaria reddent quae la isla de la Trinidad, año del naci*
in eis commendatae sunt animae. Et miento de nuestra salud Jesucristo de
revelabitur. Altissimus super sedem iu~ 1498 años, a la cual llamó la isla Santa,
didi, etc. Donde dice así San Ambro creyendo que era isla, desque comenzó
sio : ^rtímarum autem superiora esse a llegarse para entrar por la boca que
habitacula Scripturae testimoniis valde llamó de la Sierpe, en el Golfo de la
probatur^ siquidem in Esdrae libris le~ Ballena, que nombró, que halló todo
giwus, quia cum venerit iudicii dies dulce, la cual boca hace la isla de la
reddet terra defunctorum corpora; et Trinidad por aquella parte, y Ja misma
pulvis reddet eas quae in tumulis re- tierra firme que llamó Sancta; y el vier
quiescunt relicuas luortiiorum. Et in nes siguiente, que se contaron 3 días
fra : Sed Esdrae usus sum scriptis ut de dicho mes de agosto, descubrió la
cognoscant gentiles ea quae in philoso Punta de Paria, que llamó la Punta de
phiae libris mirantur translata de nos Lapa, a la cual, estimando que también
tris, etc. En esto que San Ambrosio era isla, puso por nombre la isla de Gra
dice a la postre, “usado he de ios es- cia, como todo fuese tierra firme, como
criptos de Esdras, porque cognozcan los por sus días y horas arriba ha pareci
gentiles que de lo que se admiran” de do, y hoy más claramente, por la ex-
nuestras escripturas salió, parece algo, perencia y vista de ojos, ser toda in
que, si no fuera por ccnfundillos a ellos, mensa tierra firme, parece.
lo de aquel cuarto libro [no] alegrara;
pero puédese decir que ni contra los Y es bien aquí de considerar la in
gentiles lícito era traer testimonio de justicia y agravio que aquel Américo
Vespucio parece haber hecho al Almi
lo que no tenía autoridad. Finalmente, rante, o los que impriniieron sus cuatro
aunque aqud libro sea apócrifo, que
es tanto decir como sospechoso de con navegaciones, atribuyendo a sí o no
nombrando si no a sí solo, el descubri
tener algunos errores, no se sigue que
no tenga algunas y muchas verdades, miento desta tierra firme. Y por esto
como es aquella del final juicio y aque todos los extranjeros que destas Indias
lla morietiír filius meus Christus. Y en latín o en su lenguaje materno escri
ben y pintan o hacen cartas o mapas,
así puede haber sido de la dicha auto llámanla América, como descubierta v
ridad que la tierra sea seis veces mayor primero hallada por Américo. Porque
que la mar, e por esta razón se puede como Américo era latino y elocuente,
muy bien en esto allegar. supo encarecer el primer viaje que hizo
Tuvo el Almirante otra razón más y aplicallo a sí mismo, como si fuera
de se persuadir que ésta era tierra fír el principal capitán déí, habiendo ido
me: las nuevas que dice que le dieron por uno de los que fueron con el ca
los vecinos de la isla de Guadalupe y pitán Alonso de Hojeda, del que arriba
desta Española y de la de San Juan. dejimos, capítulo 139, o por marinero
o porque puso como mercader alguna
parte de dineros en el armada, mayor
CAPITULO CXXXIX mente cobró autoridad y nombre por
haber dirigido las navegaciones que hi
Por todo lo susodicho en los capítu zo al rey Renato, de Ñapóles. Cierto
los precedentes, asaz parece manifiesto usurpan injustamente al Almirante !a
haber sido el primero el Almirante honra y honor y privilegio, que por
don Cristóbal Colón, por quien la di ser el primero que con sus trabajos,
vina providencia tuvo por bien de des sudores y industria dió a España y al
372 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y colijo del prólogo que hace al rey cubrir y halló que era verdad lo que
Renato de Ñápeles en el libro de sus dicho tiene, que el dicho Almirante
Cuatro navegaciones el dicho Américo, descubrió.
él era mercader, y así lo confiesa; de A la quinta pregunta, que contiene fo
bía, por aventura, de poner algunos que el mismo Hojeda había descubier
dineros en la armada de los cuatro na- to desde Paria abajo, dice así Hojeda,
síos y tener parte en los provechos que que la verdad desta pregunta es que
de allí se hobiesen, y aunque Américo él vino a descubrir el primero después
encarama mucho que el rey de Casti que el Almirante descubrió, y que él
lla hizo el armada y por su mandato fué hacia el Mediodía de la tierra fir
iban a descubrir, no es así, sino que se me, cuasi docíeiitas leguas, y descen
juntaban tres o cuatro o diez que tenían dió después hasta Paria y salió por la
algunos dineros y pedían y aun impor Boca dei Drago, y allí cognosció que
tunaban por licencia a los Reyes, para el Almirante había estado en la isla de
ir a descubrir e granjear, procurando la Trinidad, junto con la Boca del Dra
sus provechos e intereses. Así que Ho- go, etc.; y abajo dice: que este viaje
jeda, por traer la ñgura que el Almi que este testigo hizo trajo consigo a
rante había enviado de la tierra fir Juan de Cosa, piloto, y a Américo Ves-
me que había descubierto a los Reyes, pucio e otros pilotos, etc. Esto dice
y por pilotos a los marineros que ha Alonso de Hojeda entre otras cosas en
bían venido con el Almirante, vino a su dicho y deposición.
descubrir e descubrió la parte que aba
jo, cap. 166, se dirá, de tierra firme. Por manera que quedan averiguadas
por el mismo Hojeda dos cosas : la una,
Que haya ido Américo con Alonso que trujo a Américo consigo, y la otra,
de Hojeda, y Hojeda después de ha que vino a descubrir por la tierra firme
ber descubierto la tierra firme el Almi después de la haber descubierto el Al
rante, es cosa muy averiguada y pro mirante. Y esta postrera está muy pro
bada con muchos testigos y por el mis bada, conviene a saber, que el Almi
mo Alonso de Hojeda, el cual fué pre rante haya sido el primero que descu
sentado por el fiscal por testigo en fa brió a Paria, y que en ella estuvo antes
vor del fisco, cuandff el Almirante don que cristiano alguno llegase a ella ni
Diego Colón, legítimo y primero suce a parte alguna de toda la tierra firme,
sor del dicho Almirante D. Cristóbal ni tuviese noticia de cosa della, y esto
Colón, movió pleito al rey por todo su tiene probado el Almirante D. Diego,
estado de que había su padre sido su hijo, con sesenta testigos de oídas y
desposeído, y él lo estaba por esta con veinte y cinco de vistas, como pare
causa. ce por el proceso deste negocio y pleito,
El cual Alonso de Hojeda dice así en el cual yo he visto y bien visto. Probó,
su dicho a la segunda pregunta, por la asimismo, que por haber el dicho Al
cual era preguntado, si sabía que el mirante D. Cristóbal Colón descubier
Almirante D. Cristóbal Colón no había to estas Indias e islas, y después a Pa
descubierto en lo qu,e agora Uaman tie ria, que es la tierre firme, primero que
rra firme, sino una vez que tocó en la otro alguno, se atrevieron a ir a descu
parte de la tierra que Uaman Paria, etc. brir los otros que después dél fueron
Responde Hojeda que el Almirante descubridores, y que creen y tienen por
U. Cristóbal Colón tocó en la isla de cierto que nunca hombre se moviera ir
la Trinidad y pasó ppr entre la isla di a descubrir, ni las Indias ni parte de
cha y Boca del Dragón, que es Paria, ellas se descubrieran, si el Almirante
€ que vió la isla de la Margarita. Pre descubierto no las hobiera. Esto prue
guntado cómo lo sabe, dijo que lo sabe ba con diez y seis testigos de oídas y
porque vió este testigo la figura que el con cuarenta y uno que lo creen y con
dicho Almirante el dicho tiempo en veinte que lo saben y con trece que afir
vió a Castilla al Rey e Reina, nuestros man que descubrió primero que otro
señores, de lo que había descubierto, alguno, y que por aquello lo creen.
y porque este testigo luego vino a des- Testifícalo también Pedro Mártir en
36
374 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
o Austro, por poco que andemos, des por ventura, se movía también por
cubrimos algunas estrellas que están zón de que no total y propria y perfec.
en aquella parte, y que perpetuamente lamente ia tierra es esférica, de tal ma.
no vemos y nunca vimos, y si tornamos ñera como lo es la propria y perfecta
de Austro al Septentrión, por poco que figura esférica, de cuyo punto medio
a él nos acerquemos, se nos descubren todas las líneas rectas que proceden y
estrellas que nunca vimos, y esto pa van a la superficie son iguales, como
rece, porque en Egipto y en la isla de una bola que sea perfectamente redon.
Chipre y en Persia, que están hacía el da, pero la figura redonda es, que va o
Mediodía o Austro, vense muchas es se quiere asemejar a lo esférico, puesto
trellas meridionales, las cuales no ven que no sea esférico perfectamente como
los que están en el séptimo clima, y es una manzana, que aunque se puede
por el contrario, muchas ven aquéstos decir redonda, pero no se dirá propria-
que los habitadores de Austro no ven mente esférica. Y esta es la diferencia
ni verán jamás, estando en sus tierras. entre Jo esférico y lo redondo, y agí
Así parece arriba, cap. 128, donde ha la tierra se dice redonda y no propria*
blando de la isla de la Taprobana, de mente esférica. Esto parece que siente
bimos, por sentencia de los antiguos, Plinio, en el capítulo 66 del libro 2.’ :
que no se vían los Septentriones, que Orbem certe dicimus terrae globum,
son las Osas Mayor y Menor, ni las Ca quem verticibus includi fatemur. Neque
brillas. Esto en ninguna manera podría absoluti orbis est forma in tanta mon
ser si no fuese la tierra redonda, por tium excelsitate tanta camporum plani
que la misma redondez o cuesta y lomo cie. Las mismas palabras dice Beda en
que hace se interpone entre las vistas el libro De natura rerum, cap. 46. En
nuestra y de los que están en aquellas aquello que dice no de forma absoluta,
partes. Porque, sin duda, si la tierra da a entender que absolutamente no es
fuese llana, de igual superficie, como la tierra esférica, sino con condición,
algunos tuvieron, grandes filósofos, y conviene a saber, si todas las partes de
de ios cristianos fué Lactancio en el la tierra juntamente se ayuntasen con
libro De falsa sapientia^ cap, 24, donde el anchura de las líneas, de tal mane
quiera que el hombre estuviese, y en ra, que las líneas vayan sobre toda la
cualquiera parte de la tierra, vería am tierra en circuito, no descendiendo a
bos a dos polos y todas las estrellas que los llanos ni campos y montes, resul
están cerca dellos. Esta razón es del taría entonces un ayuntamiento goe
Filsósofo, en el 2.® libro De caelo, capí sería de esférica figura. Y porque el
tulo 14, y Santo Tomás, allí, en la lec Almirante no ignoraba las razones gne
ción última, y de Alberto Magno, don los antiguos daban de la redondez de
de arriba, cap. 11, y del autor de la la tierra, según él dice aquí: ”Yo siem
Esfera. Ponen otras razones de los pre leí que el mundo, tierra y agua, era
eclipses, porque si la tierra fuera Uána, esférico, y las autoridades y experien
en la misma hora que apareciera el cias que Ptolomeo y todos los otros que
eclipse a los de Oriente lo vieran los escribieron deste sitio daban y amos
habitantes del Occidente, pero porque traban para ello, así por eclipses de
unos a una y otros a otra lo ven, los la luna y otras demostraciones que ha
de Occidente lo ven antea y los de cen de Oriente fasta Occidente, como
Oriente después, y por el contrario, de la elevación del polo de Septentrión
porque primero les anochece a éstos en Austro; agora vi tanta disfonnidadí
que a arruélloa, lo cual no sería sino como ya dije, y por eso me puse a te
por el lomo o altor o embarazo que ner esto del mundo, y fallé que no era
hace la tierra por ser redonda. redondo de la forma que escriben» síd'
y así parece que el Almirante no vo que es de forma de una pera gu®
argüía bien, por aquellas razones, que sea toda muy redonda, salvo allí don*
la tierra no fuese redonda, pero no es de tiene el pezón, que allí tiene mas
de maravillar, como dije, como viese alto, etc.” Estas son sus palabras. Donde
tantas novedades y tan admirables. Y, muestra no ignorar en este caso lo
HISTORIA DE LAS INDIAS 377
donde está situado el Paraíso terrenal, los rayos del sol, y por esta causa hay
cuatro cosas cerca dello quiero aquí, alguna templanza, pero es poca, y ea
declarando algimas que toca el Almi con acción de contrariedad, por esta
rante, decir. La una, lo que por los razón ni pudo ponerse el Paraíso terre
autores de altura del Paraíso terrenal nal que llegase al cielo de la luna, por
se dice. La otra, en qué sitio, región que el elemento fuego que llega al cón
o parte de la tierra está, o sí en isla o cavo de la luna quemara todas las co
en tierra firme. La tercera, de la gran sas y a todo el Paraíso terrenal, ni
deza o tamaño y capacidad déL La tampoco ponerse entre el aíre turbio y
cuarta, de las calidades (algunas, em caliginoso, por la mucha frialdad que
pero) que al propósito hacen, tenía y todo también lo mortificara. En la tie
hoy tiene. rra estuviera con menos daño, porque
Cerca de lo primero, ésta es senten hay en ella un poco de templanza, pero
cia común de todos los doctores, que todavía, por la mucha acción de con
es el más alto lugar de la tierra, y trariedad, muy presto en ella las cosas
así lo dice Damasceno, libro 2.®, ca se corrompen, porque este lugar de
pítulo 11, Pe ortodoxa fide: In Oriente nuestra habitación tiene el aire turbu
quidem omni terra celsior, etc. Strabo, lento por los vapores y exhalaciones
que fué hermano de Reda, sobre el Gé- que salen de la tierra y del agua, por
nesis, e pénese en la Glosa ordinaria, lo cual no puede haber mucha sanidad
dice, que tan alto, que llega al cielo en él. Fué, luego, necesario, dar tal
de la luna: Locus remotissimus, per- sitio y lugar al Paraíso, donde hobie
tinges usque ad circulum Lunae, etc.; se alguna acción de contrariedad, pero
y el Maestro de las Historias, en el menor y mayor temperancia y sereni
capítulo 13, sobre el Génesis, afirma lo dad; este lugar no es otro sino la ter
mismo; el Maestro de las Sentencias, cera región del aire, que está luego
en el 2.®, distinción 17, lo refiere. Mu sobre la del aire caliginoso y turbio,
chas sentencias y diversas nacieron de la porque allí hay poca acción de contra
altura del Paraíso; pero la verdadera riedad, la que hasta para alguna gene-
es que, pues la Sagrada Escriptura no racción y corrupción.
explica cuánta sea, ninguno puede pun Que este lugar se pueda, como es di
tualmente difinilla, y por eso lo que cho, persuadir dónde esté situado el
se ha de tener es que tanta es su altura, Paraíso, conviene a saber, la tercera re
cuanta convenía a la buena y salubre gión del aire, parece así, porque otros
vivienda de los hombres en el Paraíso. montes hay en la tierra que llegan has
Esta era la templanza del lugar de tal ta allí. Uno es aquel tan nombrado y
manera que delectablemente allí se vi celebratísimo, y así admirable en altu
viese, esto es, que ni hobiese calor ni ra, Olimpo, el cual es tan alto que
afligiese el frío, sino que estas cali^da- parece llegar al cielo, y por esta cama
des fuesen reducidas al medio, de don entre los griegos el nombre del cielo
de procediese la sanidad, y las cosas y el del monte Olimpo uno no más es,
allí hobiese no se corrompiesen o no y así la cumbre dél llaman las gentes
fácilmente fueren corrompidas. La co de aquella tierra cielo; dice Olimpo,
rrupción se hace por la acción de la cuasi olo lampus, que quiere decir cie
contrariedad, y para impedir esta con lo. Déste dice San Isidro, libro 14.®, ca
trariedad necesario era no estar el Pa pítulo 8, de las Etimologías, que Olim
raíso en lugar de acción vehemente po es monte de Macedonia demasiada
para causar contrariedad. Y porque en mente alto, que las nubes se vean de
el fuego hay extremo de contrariedad, bajo dél. Del cual canta V irgilio: Et
que es el gran calor, y en el aire, tam nubes excesit Olympus, y así parece
bién caliginoso, hay extremo de con que aquel monte suba sobre las nubes
trariedad, que es gran frío, y en la tie que están en la segunda región del aíre
rra, puesto que no hay extremo de o en el aire caliginoso.
contrariedad, sino una mezcla de frío y Y más, se dice qne todas las pasio*
calor por la incidencia y reflexión de nes y turbulencias del aire sobrepuje»
HíS'í'ORIA DE LAS INDIAS 379
por lo cual los filósofos que allí subían aggere manet. Y tiene otra cosa que se
a contemplar los sitios y cursos de las tiene por una de las inaiaviDas deJ
estrellas no podían vivir en aquel mon mundo, que llega con su sombra hasta
te si no llevaban consigo espongias con la isla Lemno, una de las del Archi
agua bien iinbmMas y empapadas, de piélago, que está dél ochenta y seis mi
las cuales chupando y atrayendo en sí llas, que son más de veinte y ocho
el agua, dicen que espesaban el aire leguas : Quod non frustra inter miracu
para lo atraer y poder respirar y vivir, la notaverunt cum Athos Lemno sex et
porque por su sotileza de aquel aire su octoginta millibus pasimm separetur.
perior y puro no se podía atraer para Lo mismo dice San Isidro, libro 14, ca
respirar o resollar, y así no podían pítulo 8, de las Etinwiogíns.
Jos hombres vivir ni las aves pudieran Y cierto, la isla de Tenerife, en las
allí volar, por no poder sostener el Canarias, y la isla del Pico en las de
peso del cuerpo dellas. Así lo dice San los Azores, no creo que son mucho me
Augustín sobre el Genesi, ad litteram, nos altas que las dichas, como quiera
cap. 14, en la obra imperftícta. í]sto se que Jas veamos, ai menos Ja del Pico,
trata también en el libro De proprie- cuarenta leguas en la mar, y mucho
talibus rerum, libro 14, cap. 29, ha más alta la cumbre dellas que las nu
blando del monte Olimpo, y alega el bes, que parecen por debajo dél.
Maestro de las Historias, y no señala Pues si estas sierras o montes ya di
en qué lugar. Y que este monte Olim chos llegan a la tercera región del aire,
po trascienda el aire caliginoso, parece que es toda serena y suave, no es difí
por un cierto argumento, porque allí cil cosa de creer y conceder que el
ni hay jamás viento ni lluvias, y esta Paraíso terrenal suba encima de los
ba en él un templo dedicado a Júpiter, vientos y de las lluvias en la región
donde cuando se ojfrecían los sacrifi tercera del aire, ai cual, con más ra
cios, escrebían ciertas letras en la ceni zón podemos dar mayor altura que a
zo o en el polvo, y cuando volvían otro los 'montes comunes de que ya tenemos
año, al tiempo de hacer las cerimonias cierta noticia.
de los sacrificios, se hallaban las mis Finalmente, es de concluir que el lu
mas letras en la ceniza sin haberse des gar del Paraíso terrenal está en lo más
hecho, lo que no pudiera ser si viento alto de toda la tierra y sobrepuja todos
o lluvia allí cayera; así lo toca San Jos otros altos montes por altos que
Augustín, donde dije arriba, y más lar sean, donde las aguas del Diluvio no
go lo dice Solino en su Polyhistor, ca pudieron llegar, o por su altura, o por
pítulo 13, y así parece que el monte que no convino que llegasen, las cuales
Olimpo sobrepuja todas las impresio sobrepujaron quince codos a todos los
nes del aire caliginoso y escuro, y por más altos, como parece Génesis, 7.
consiguiente llega a la tercera región P u e s tr a y e n d o lo d ic h o a l p r o p ó sito ,
del aíre, que es toda serena, y con todo co m o el A lm ir a n te c o n s id e r a s e la tie r r a
esto no es tanta su altura que no pu n o se r e s fé r ic a d e l to d o , co m o se y a
diesen subir a él los ñlósofos a es p ro b ó , y l a n e c e sid a d d e l lu g a r o a lt u
pecular y los sacerdotes a ofrecer sacri r a d e l P a r a í s o , p u d o im a g in a r el d ic h o
ficios. m o n te o l u g a r se r co m o e l p e z ó n d e l a
p e r a , co m o lo m á s a lto d e to d a la t ie
Y no solamente Olimpo monte so r r a , p u e sto q u e la s e m e ja n z a d e la s c o
brepuja la s nubes, pero también el sa s en t o d a s la s p a r tic u la r id a d e s n o se
monte Athos en Macedonia, o en Tra- p u e d a n i d e b a g u a rd a r, p o rq u e de o tra
cia, del cual dice el mismo Solino en m a n e r a u n a c o sa n o s e r ía se m e ja n te a
el cap, 21, y Pomponio Mela, libro 2.°, o tra , sin o e l l a m ism a.
capítulo 2.®, que es más alto que el
lugar de donde descienden las lluvias, CAPITULO CXLII
Y este lugar es la media región del aire,
de tal manera que c a p it o p in io fid e m C n a n to a lo se g u n d o q u e p r o p u s e
quia d e a ris, q u as in v e rtic e su stin et, d e c ir, e n q u é s itio o r e g ió n o p a t t e d e
non a b lu itu r cin is, se d q u o re lin q u itu r l a t ie r r a , o si en is la o t ie r r a fír m e ,
380 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
mente sus arcos, tan grandes como cada diez uno dellos mismos se co
éste, entonces con mayores ejércitos miesen. Oído por Cambises, acuerda de
mueva guerra contra los macrobios tomarse, habiendo muchos del ejérci
etíopes, y entre tanto haga gracias a ios to perecido. Vuelto a Tebas y de allí a
dioses que no inspiran ni mueven a Memfim, [sic] ciudad.de Egipto, en
los hijos de los etíopes, que, fuera de vió por la mar otro grande ejército con
la suya, cudicien adquirir otra región.” tra los etíopes, que nunca le habían,
Y dicho esto, dióles el arco. Y esto de como dicho es, ofendido, adonde hizo
cía, porqpie eran todos aquellos macro desatinos, y al cabo, allí, con rabia de
bios hombres de gran estatura, y los no haber con su locura salido, del todo
arcos usaban muy gruesos y grandes, perdió el seso. Todo esto cuenta Hero
y el rey siempre era elegido el que era doto en su libro tercero. Esto hemos
mayor de cperpo. Tomó la vestidura referido por ocasión de la Mesa del Sol
de púrpura y, sabido que con sangre que dejimos.
de ciertas conchas se teñía, d ijo : “Los De otra manera, y por otros efectos
hombres dolosos, engañadores, de do hablan los astrólogos y astrónomos de
losos y engañosos vestimentos se vis la Mesa del Sol, y es ésta : que partien
ten.” Preguntados para qué eran aque do y dividiendo la tierra toda en tres
llas ajorcas y collar de oro, y respon partes, la una es la parte austral, la
dido que para atavío de los reyes, rióse segunda la aquilonar, la tercera la
creyendo que eran prisiones, y d ijo : Mesa del Sol. Todo lo que hay de tierra
“Más fuertes son las prisiones de mis desa parte del trópico de Capricornio
cárceles.” Preguntado por el ungüento, hiemal, nombran austral; toda la parte
y le dijese que de ciertas confecturas que hay desta de trópico de Cancro es
se hacía, dijo lo mismo que de la púr tival, aquilonar; y todo lo que se con
pura. Cuando vinieron al vino, gustólo tiene entre ambos a dos trópicos, lla
y maravillosamente se deleitó. Pregun maron la Mesa del Sol. La razón es,
tó qué cosas tenía por manjares su rey, porque el sol no sale de entre los dos
y qué tanto vivían en su tierra los hom trópicos, y entre ambos, cada día na
bres; respondiéronle que comían pan tural de veinte y cuatro horas de Orien
de trigo, dándole a entender qué era te a Poniente, por el movimiento del
y cómo se hacía, y que a lo más que primer móvile, parece que se apacienta
llegaba la vida eran ochenta años. Res y recrea como en una mesa; y en seis
pondió ; “No es maravilla, pues comen meses del año, con el movimiento pro
estiércol, que vivan tan poco.” Pregun prio, ándase del trópico hiemal al es
tado el rey por los embajadores qué tival, y los otros seis meses del estival
años vivían los hombres en aquel su al hiemal. Y así, por una manera de
reino, respondió que ciento y veinte metáfora, llaman todo aquel espacio
años y más, porque no comían otra cosa de tierra de entre ambos trópicos la
sino carne cocida y bebían leche. Final Mesa del Sol, como dicho es.
mente, tornados los embajadores al rey La tercera razón, que los que afir
Carabises, y sabida la respuesta, hecho maban estar el Paraíso en la línea equi
ftiribundo y sin considerar lo que de noccial daban, colegían de los naci
hiera hacer, junta gran ejército para ir mientos del río Nilo, arguyendo así:
contra el rey de Etiopía, que mal nun cierto es que el río Nilo es Gión, uno
ca le había hecho; y no proveyendo de los cuatro que salen del Paraíso,
los mantenimientos necesarios, antes pues vemos que este río aparece y ma
que la quinta parte del camino andu na teniendo sus principios y fuentes de
viese, pasando por dificultosísimos lu la Etiopía, cerca de la línea equinoc
gares, acabáronseles las talegas; comen cial, el cual cerca toda la tierra de
zó el ejército a comer hierbas, y él no Etiopía, conv> dice la Escriptura, Gé
por eso dejó el camino hasta que lle nesis, 2.®, y después de allí riega la tie
garon a ciertos arenales, donde fallán- rra de Egipto; luego, señal es que debe
dole del todo la comida, acuerda el allí, o cerca de allí (conviene a saber,
ejercito de echar a suertes sobre que de de la línea equinoccial), estar el Paraí-
384 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
so terrenal, y parece venir derecho ea^ fuente Aretusa, muy nombrada, que
mino (le hacia allá. Destas tres razones está en la isla de Cecilia, cerca de la
aquí dichas, que alegan los que afir ciudad siracusaiia, y de allí entra en la
man estar el Paraíso en ía línea equi mar, lo cual es cosa admirable. Esto
noccial, las dos, pri.nera y tercera, re se experimenta echando pajas o otra
fiere traer aquéllos San(‘to Tomás en cosa liviana en el principio y fuente
el segundo escripto sobre las Senten- del río Alfeo, que es en Grecia, vie
ciaSf distinción 17, cuestirin 8, art. 2.® ne [n] a salir por la dicha fuente Are-
in corpore. tusa, en Sicilia. Así lo cuenta Virgilio
Y aunque la razón postrera parece en el III de la Eneidas: Alpheum fama
que arguye con alguna sospecha que est [huc] Elidis amnem / occultas egis
por allí estará el Paraíso, por aparecer se vias subter mare, qui nunc / ore,
el Nilo cerca de la equinoccial, pero no Arethusa, tuo Siculis confunditur un
es muy eficaz. T.a razón es porque mu« dis; y en el 7 de las Bucólicas, en la
chos ríos hay e fuentes que nacen en égloga última; y Ovidio, en el 5.** Me-
unas tierras y islas, y vienen a tomar tamorp/ioseos, al fin, y Strabo en el li
a nacer a otras, aunque aquéllas estén bro 8.®, y Séneca también en el libro 5.®
muy apartadas, y entre ellas haya mu de las Questiones naturales.
cha distancia de tierra o de mar. Por Lo mismo y más eficazmente se prue
que si la distancia es de tierra, puede ba por los ríos Tigris y Eufrates que
venir e de hecho viene el agua por ve salen del Paraíso terrenal, los cuales no
nas y soterraños ocultos de la tierra, se nos manifiestan luego como salen,
y en unas tierras aparecen y en otras antea, por debajo de tierra y por mar,
se sumen y corren sin verse ni sentirse, con luengo discurso, y no salen hasta
y en otras parece (pie de nuevo nacen, la región de Armenia, donde ambos
como si allí fuese su primer origen. Y juntos se muestran por una fuente,
si la distancia también es de mar, io como si allí ,fuese su primer principio,
mismo acaece, porque viene, o por loe y de allí luego se dividen, y el Tigris
caminos soterraños de la tierra que está va más al Oriente, hacia los asirios, y
debajo de la mar, o por encima de la Eufrates, a los caldeos. Desto hace
misma agua salada, porque el agua dul [mención] Salustio y Boecio, libro 5,
ce anda siempre por encima de la sala metro L®, De consolatione: Tigris et
da, por ser más liviana, y va su cami Eufrates uno se fonte resolvunt / et
no, y si algo toma de lo salobre, des mox' abiunctis dissociantur aquis; / si
pués, pasando por las venas de la tie coeant cursumque iterum revocentur in
rra, ^se toma a endulzorar. Desto un unum, [ cotvfluát, alterni quod trahit
asaz patente ejemplo tenemos del río unda vadi, etc. Y San Agustín, libro
Alfeo, que su fuente y nascimiento es [IX ], cap. [6.®], Swper Cenesim, ad lit
en la Peloponense provincia de Grecia, teram.
que se solía llamar Acaya, donde pre
dicó San Andrés; agora se llama la Mo Lo mismo parece del mismo río Nilo,
rca, y está entre dos mares, ,Ionio y que en muchas partes se encierra y en
Egeo, cuasi como isla. De allí corre muchas aparece, y nunca se ha podido
aquel río Alfeo y va por la ciudad de tener certidumbre dónde sea su nasci
Elide y por la de Pisa, ciudades de Ar miento, después de que sale del Paraí
cadia. De allí se sume y va mucho ca so, según arriba se ha visto.
mino por debajo de la tierra, después De todo lo dicho se sigue que podrá
por debajo de la mar por grandes hon estar el Paraíso en alguna isla-cercada
duras, como son las de[l] Archipiélago, de mar, porque ninguna razón repug
y va a salir en la isla Oritigia, que na, antes parece apuntarse por el dicho
también se llama Délos, la principal de Strabo, y que dicen que interiecto
del Archipiélago, en manera de fuente, Oceano et montibus appositis, etc., es
como si allí tuviese su primer nasci tar cercado de mar, y así ser isla; pero
miento. Después deja a la Grecia, y va que sea en isla, o esté situado en tierra
por debajo de la mar y sale por la firme, ni se ha sabido ni se puede sa*
l
HISTORIA DE LAS INDIAS 385
ber, si Dios, <jue lo asentó en su lugar, I Paraíso terrenal está situado y consti
no Io revela. tuido en la parte del mundo austral.
También hace a la prueba de lo arri Que se le deba la más noble parte del
ba dicho, lo que refiere San Anselmo en cíelo a la más noble parte de la tierra,
el libro 1.®, cap, 22, De imagine mundi; pruébase, lo primero, por el Filósofo
concuerda San Agustín, sobre Genesim, en el 4,® de los Físicos, que el lugar y lo
al litteram, libro 5, cap. 10, el cual que se ha de poner en él deben ser am
dice que el agua de todas las fuentes bas a dos cosas proporcionadas: Locus
y ríos del mundo, dulce, de la fuente et locatum debent proportionari. Lo se
y cuatro ríos del Paraíso procede, y que gundo, se prueba porque la nobleza,
al abismo, que es la madre de donde la bondad, fertilidad y felicidad de la tie
dicha fuente nasce, otra vez se torna. rra, no le viene principalmente a la
La cual, puesto que por todas las ma tierra, ni procede sino de las nobles y
res ande, no, empero, con el agua de la felices influencias de las estrellas y as
mar se mezcla, sino que como el agua pecto favorable y benívolo del cielo
dulce sea liviana, corre por encima de como de la causa universal, según pa
la salada, que es pesada, y por el dis rece por lo que en los capítulos 84 y
curso secreto suyo se torna. De aquí otros se ha tractado; luego a la noble
es lo que se dice Ecclesiastes I: Ád y felice tierra, noble y felice parte se
locum un.de exeunt flumina revertun le deben del cielo, y a la más noble más
tur, ut iterum fluant: omnia flumina noble, y a la nobilísima nobilísima;
intrant in mare et mare non redundat. pues el Paraíso y su tierra es la nobilí
Y así parece que la postrera de las tres sima parte del mundo, luego nobilísi
razones que traen para probar que el mo asiento se le debe por respecto del
Paraíso está en la línea equinoccial, por cielo.
nacer por allí cerca el río Nilo, no urge Que la más noble parte y más felice
mucho, puesto que podía estar so ella. y felicísima del cielo sea la parte aus
Desta opinión hace mención Santo To tral, de la otra parte de los trópicos y
más, 1 / parte, cuestión 102, art. 2.®, in Mesa del Sol, como la llamaban loa poe
fine, donde dice: Quidquid autem de tas y astrólogos, esto será menester pro-
hoc sit credendum est: Paradisum in ballo. Para la prueba de lo cual, de
loco temperatissimo constitutum esse, bemos presuponer: primero, que se
vel suh aequinoctiali ver alibi. gún el Aristótel y Alberto Magno, en
el 2.® De caelo et mundo, y según Pto-
CAPITULO CXLIV lomeo y todos los filósofos y astrólogos
comúnmente, todo el orbe juntamente
con la tierra es dividido en dos partes
No faltaron algunos otros que sintie iguales, principales, según que la línea
ron estar el terrenal Paraíso a la parte equinoccial lo divide en dos hemisfe
austral del Mediodía, pasando ambos rios, austral y aquilonar; y dicen que
trópicos, y para persuadillo trujeron al el austral es la cabeza y eminencia del
gunas razones no fuera de razón. mundo, y el aquilonar son los pies y lo
Y principalmente hacen esta razón, y bajo Y cuasi sentina del mundo. La ma
es la misma eme arriba, cap. 14f[2] no derecha es el Oriente o parte orien
trnjimos de Sancto Tomás: a la más tal, donde comienza el movimiento del
noble parte de la tierra, como es el primer móvile, como ya se ha tocado; y
Paraíso terrenal, débesele, según toda la izouierda es el Occidente o Poniente,
orden y razón natural, la cual guarda donde va el movimiento. Esto supuesto,
siempre la divina Providencia, la más manifiesto es que la cabeza de todas
noble parte del cielo. Pues la más no las cosas naturales y artificiales, y aun
ble parte de toda la redondez de la tie civiles, siempre vemos ser más ador
rra es el Paraíso terrenal, como arriba nadas y de mejor hechura y más dig
se ba visto, y abajo, de anuí a poco, nas, y de donde procede la virtud e in
en el cuarto artículo, se verá, luego el fluencia a los otros miembros del cuer
^ En el original pone 144. po, en las cosas, al menos, que viven.
386 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
excesivo, lo <ual imaginaban ser entre ferio era necesario, segtin algunos qui
los trópicos, pero el aura es lo mismo sieron decir, ocupar el Paraíso terrenal,
fme aire suavísimo y vital y templada sino que alguna gran parte, y aquella
mente lúcido y cálido, como es el de que ocupa debe criar el dicho fuego o
aauel hemisferio, por el favor e favora calor, y no lo más, pues no hay nece
bles influencias de las estrellas y cuer sidad, y porque, según algunos escrip-
pos celestiales. Y así parece que por tores, en la región del Paraíso, fuera
[a aura, después del Mediodía, donde dél, muchos pueblos se cree morar.
aquestos afirman estar el Paraíso terre
nal, se entiende la parte austral que
es situada desa parte del Mediodía, que CAPITULO CXLV
está pasado el trópico de Capricornio,
en el cual se engendra fuego, mayor Cuanto a lo tercero que dije en el
mente cuando el sol está en los signos capítulo 141 que entendía tractar,
australes y se apropincua al opósito del conviene a saber, de la grandeza o ta
auge. Y aquel trópico piensan algunos maño y capacidad del Paraíso, esto pa
que es el gladio y cuchillo ígneo versá rece que es lo más probable : que aquel
til que puso Dios entre nosotros y el lugar del Paraíso es muy grande y muy
Paraíso, para que Adán y Eva, ni algu capaz porque están en él inmensidad
no de sus hijos pueda entrar allá. Pero de árboles de todos los géneros y de
el contrario es verdad, que vemos por todas especies, con toda amenidad y
expiriencia, que debajo del mismo tró frescura. Es también el río que riega
pico hay tierra excelentísima y muy po todo el Paraíso muy grande, y dél se
blada, en las provincias del Perú. Por reparten los cuatro ríos poderosos que
todo lo que dicho es, parece quedar arriba se han nombrado, y esto por
harto probable la opinión que tienen fuerza es que requiera lugar de capaci
los que ponen el Paraíso de los deleites, dad grande. Item, si Adán no pecara,
de donde fueron echados nuestros pri había de vivir y habitar en él todo el
meros padres en este valle de lágrimas linaje de los hombres, porque ninguno
y amarguras, en la parte y hemisferio había de vivir en el mundo, adonde
austral. Y pues hobo varones doctos que agora moramos, por[que] esto se de
con tan probables razones quisiesen jaba para habitación de las bestias;
persuadirnos estar el Paraíso en aque pues para vivir y morar todos los hom
lla parte del mundo austral, y el Almi bres juntos, gran capacidad de lugar
rante viese que la tierra firme, o, según era menester.
estimaba entonces, isla de Gracia, pa Por esta razón tuvieron algunos que el
recía en la parte austral, y la tierra tan Paraíso terrenal era de tanta capacidad
felice y aires tan suaves y aguas tan dul como cuanta tiene una gran provincia,
ces, y juntas tantas, no absurda sino o como una parte de las principales
razonablemente, pudo pensar y juzgar, de la tierra como es Africa o Europa;
o al menos sospechar, estar por aque otros, que todo aquel austral hemisfe
lla parte el Paraíso terrenal. rio era dado por Paraíso terrenal, por
A lo que estos opinadores dicen que la razón en el precedente capítulo di
el trópico de Capricornio engendra cha, por la cual sentían ser toda aque
foego y que éste debe ser o es la espada lla parte amenísima y felice. Pero a
c cuchillo ígneo que defiende la entra éstos se puede, según parece, respon
ba de! Paraíso terrenal, el contrario der, que si tan grande y tan capaz fue
podemos afirmar los que habernos pa- ra el Paraíso, no se pudiera de algunas
*ado el dicho trópico, por estas Indias gentes y aun de la mayor parte de los
andando hacia la parte austral, donde hombres encubrir.
vemos el exceso de fuego o de calor, Item, lo de la multiplicación de los
sntes hallamos tierra y mar bien tem- hombres, no fuerza a tener que por ello
P ada. Puédese por esta vía la contrarie- bebiese de ser tan capaz como una pro-
, concordar: que, como luego se
no parece que todo aquel hemis 1 En el original pone J43.
m l'RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
vincia grande; la razón es, porque los ¡ no le fuese divinalmente revelado, por-
hombres, aunque muilipíícaraii como I que según Beda, sobre el Génesis, de
agora niulliplican y quizá más, no ha* ! creer es que aquel lugar es remotísimo
bían siempre de permanecer juntos I de la noticia de los hombres, puesto
hasta complido el número que Dios te que hay quien diga que cerca dél haya
nía determinado de salvar, y fenecer el pueblos y población de hombres; sen
mundo, sino que, de generación en ge tencia es que no contradice a la Escrip-
neración, los bahía Dios de traspasar en tura, pues presupone poder algunos ve
la vida eterna y estado celestial, por nir a él, pero no entrar, por el muro de
dos o de dos maneras, según dice San fuego, que llama espada en mano del
Agustín en el libro 9.% cap. 6, Super Querubín. Parece que si cerca de aüí
Oenesim, ad litteram, y tráelas el Maes 1 no hobiera pueblos algunos, que no era
tro en el 2/' de las Sentencias, distinción I necesario sino superfluo poner guarda
vigésima. La una es, o que nasci dos los para que [no] osara entrar ninguno.
hijos e instruidos y llegando a la edad Parece también esto, porque, según el
de los padres, los padres sin muerte fue texto hebreo. Génesis 2.*^, plantó Dios el
sen transferidos; la otra, que a cabo t!e Paraíso en Edén, que signiEca la tierra
cierto tiempo y número, unos fuesen y o el lugar o provincia donde lo plantó,
otros quedasen. Y desta manera no fue la cual estaba poblada y habitada de
ra tanta mulUtud de hombres en el Pa gentes, como parece Génesis, cap. 4.®:
raíso como es agora en el mundo. Pué Egresas Cain habitavit profugus ad
dese también decir que aunque hobiese orientalem plagam Edem: Salió Caín
entonces gran número de hombres huyendo y fué a morar a la provincia
habitando en el Paraíso, no era necesa Edén, que está al Oriente. Y en Eze-
rio tener gran lugar como agora ocupa quiel, cap. 27, donde se cuentan mu
mos, porque agora tenemos necesidad chos pueblos y naciones que traían mer
de tener con nosotros muchos animales cadurías a Hierusalén, entre ellas se
para poder vivir, e para los animales nombran los pueblos de Edén y Cho
tierra larga para en que quepan y hallen ran. De donde se averigua ser provin
su pasto, y tierra también para labralla cia y región poblada por entonces. Di-
y haber los fructos della, y ésta suele cese así en Ezequiel: Charam et Edén
ser, por tiempo, estéril, y es menester negotiatores tui, etc. Edén, cuasi pro
por algunos días mudar las labores y re- vincia o región donde está el Paraíso.
servalla, y así, para pocos hombres, Así dice San Juan Damasceno : Hic lo
grande tierra y espaciosa es necesaria; cus divinus est Paradisus Dei manibus
todo lo cual en el Paraíso cesaba, como in Eden, id est, delicis et voluptate plan
los hombres se hobiesen de mantener tatus, etc., y San Agustín, en el 8.®li
de los fructos de los árboles, y así poca bro, cap. 3, Super Genesim, al litte
tierra les bastaba, puesto que necesario ram: Plantavit ergo Dominus Deus Pa-
es decir que el Paraíso tiene lugar bien rcuiisum in deliciis, hoc est enim in
capaz y grande, para que se pudiesen Eden, ad Orientem, Donde se da a en
los hombres, con alegría, gozo, delecta tender que toda aquella provincia o re
ción y consuelo, por muchas partes es gión era delectable y felice, donde mo
paciar. Algunos sienten que terná es raban los hombres, pero sobre todas las
pacio de cien leguas en todo su ámbi- partes della, era felicísimo [y ] delecta-
tu, por manera que si así es, su longu- bilísimo-el Paraíso que plantó el Señor,
ra será treinta leguas o pocas más, donde puso al hombre, el cual común
porque en el círculo o ñgura redonda, mente se nombra por los que escriben,
desta manera se ha la longura, que es monte altísimo, como ha parecido arri
el diámetro, a la línea circunferencial. ba. Toman también otro argumento
Finalmente, ninguna cosa de las di para decir que cerca del Paraíso estuvo,
chas tiene certidumbre, como quiera y por ventura está hoy, gente poblada,
que la divina Escriptiira deslo no haga porque según dicen que refieren San
mención alguna, ni haya hombre que Basilio en su Hexameron, y San Ambro
lo haya visto ni pueda ver ni saber, si sio en el suyo, que como el Paraíso este
1
HíSTülUA DE LAS INDIAS 389
do el Paraíso terrenal, y que aquel do de Sus Altezas las personas que les
lago tan dulce era donde caía el no y han dicho mal de tan noble empresa,
fuente del Paraíso y de donde se origi ni el gasto era tanto que no se pudiese
naban los cuatro ríos Eufrates, Ganges, gastar, puesto que tan presto no ho-
Tigris e Nilo? Y quien todas estas ra biese provecho para se recompensar,
zones considerara, v hobiera lo que el pues era grandísimo el servicio que gg
Almirante había experimentado, leído hacía a Nuestro Señor en divulgar su
y entendido, y entre sí, lo mismo no sancto nombre en tierras incógnitas. Y,
determinara o al menos sospechara, allende desto, fuera para más gran me
de ser juzgado por mentecato fuera moria que príncipe hobo dejado, espi-
digno. ritual y temporal” . Y dice más el Al
mirante ; “Y para esto fuera bien gas-
tada la renta de un buen obispado o
CAPITULO CXLVI arzobispado, y digo (dice él) ia mejor
Tornemos, pues,, acabada esta di de España, donde hay tantas rentas, y
no ningún perlado que aunque han
gresión, a nuestra h'istoria y a lo que el oído que acá hay pueblos infinitos, que
Almirante hacer, del lugar donde es se haya determinado de enviar acá per
taba, determina. Y es que, a más an
dar, quiere venirse a esta Española por sonas doctas Y de ingenio y amigos de
algunas razones que mucho le impe Cristo a tentar de los tornar cristianos
lían. La una, porque andaba con gran o dar comienzo a eUo. El cual gasto,
dísima pena y sospecha, como no había tro bien soy cierto que placiendo a Nues
tenido nueva del estado desta isla tan Señor, presto saldrá de acá y para
tos días había, y parece que le daba llevar allá” . Estas son sus palabras.
el ánima la desorden y los daños y tra Cuánta verdad diga y cuán claro ar
bajos, que con el alzamiento de' Fran gumento haya sido de la inadvertencia
cisco Koldán toda esta tierra y sus her y remisión y atibiado hervor de cari
manos padecían.- La otra, por despa dad de los hombres de aquel tiempo,
char luego a su hermano el Adelantado espirituales o eclesiásticos y tempora
con tres navios, para proseguir el des les que tenían poder y facultad, no
cubrimiento que él dejaba comenzado proveer al remedio y conversión destas
de tierra firme. Y es cierto que si Fran tan dispuestas y aparejadas gentes para
cisco Roldán con su rebelión y desver rescebir la fe, el día del universal jui
güenza no lo impidiera, el Almirante, cio parecerá.
o su hermano por él, toda la tierra Fue la cuarta causa de venirse a esta
firme hasta la Nueva España descu isla y no detenerse en descobrir más,
briera; pero no era llegada la hora de lo que él mucho quisiera, como dice
su, descubrimiento, ni se había de re él, porque no venían para descobrir
vocar la permisión, por la cual muchos proveídos la gente de la mar, porque
habían de señalarse en obras injustas, dice que no les osó decir en Castilla
con color de descobrir, por la Provi que venían con propósito de descu
dencia divina establecida. brir, porque no le pusiesen algún es
La tercera causa de darse priesa el torbo y porque no le pidiesen más di
Almirante a venir a esta isla, era ver neros que él no tenía, y dice que anda
que se le dañaban y perdían los basti ba la gente muy cansada. L a quinta
mentos, de que tanta necesidad para el causa, porque los navios que traía eran
socorro de los aquí estaban tenía, los grandes para descubrir, que el uno era
cuales torna a llorar, encareciendo que de más de cien toneles y el otro de más
los hobo con grandes angustias y fati de setenta y no se requiere para descu
gas, y dice que si se le. pierden, que brir sino de menos; y por ser grande
no tiene .esperanza de haber otros, por la nao que trajo el primer viaje, se le
la gran contradicción que siempre pa perdió en el Puerto de la Navidad, rei
decía de los que aconsejaban a los Re no del rey Gua[ca]nagarí, como pare*
yes, los cuales, dice él aquí, “no son ció arriba, en el cap. [59],
amigos ni desean la honra del alto esta Fué también la sexta, que mucho 1«
1
HISTORIA DE LAS INDUS 391
constriñó a dejar el descubrir e venir rra firme. Y anduvo aquel día, desde
se a esta isla, tener los ojos cuasi del el sol salido hasta el sol puesto, sesen
todo perdidos de no dorimr, por las ta y tres leguas, por las grandes co
laengas y continas velas o vigilias que rrientes que ayudaban al viento. Dejé
había tenido; y en este paso dice así; mosle agora venir hacia acá, donde
“Plega a Nuestro Señor de me librar pensaba tener algún poco de descanso
dellos (de los ojos dice), que bien sabe y placer de su tan laborioso camino
que yo no llevo estas fatigas para ate e indispusición corporal, holgándose
sorar ni fallar tesoros para mí, que, con sus hermanos y amigos, lo que no
cierto, yo cognozco que todo es vano hallará sino materia con que se le do
cuanto acá en este siglo se hace, salvo blen y aun le comiencen nuevas y ma
aquello que es honra y servicio de Dios, yores angustias y amarguras. De donde
lo cual no es de ayuntar riquezas ni so se cognoscerá lo que arriba alguna o
berbias, ni otras cosas muchas que usa algunas veces habernos dicho, convie
mos en este mundo, en las cuales más ne a saber, que toda su vida fué m
estamos inclinados que a las cosas que trabajoso martirio.
nos puedan salvar” . Estas son sus pa
labras.
Verdaderamente, este hombre tenía CAPITULO CXLVII
buena y cristiana intinción, y estaba
harto contento con el estado que tenía, Ya dejamos salido el Almirante de
y quisiera con mediana pasadía en él la tierra firme y de sus comarcanas is
sustentarse y de tantos trabajos repo las; conviene a la orden de nuestra
sar, al cual había subido tan mérita- historia, que contemos el viaje que hi
mente. Pero lo que sudaba y trabaja cieron los tres navios que el Almirante
ba, era por echar mayor cargo a los despachó de las islas de Canaria, vi
Reyes; y no sé qué mayor era necesa niéndose él a las de Cabo Verde, para
rio del que había echado y con él los hacer el descubrimiento de la tierra
había obligado, sino que vía hacer tan firme, que agora hizo.
poco caso de los tan señalados servi Ya dijimos en el cap. 120, arriba,
cios que había hecho y que^ de golpe cómo Francisco Roldan con los de su
iba cayendo y aniquilan [do]se la esti rebelión se fueron a la provincia de
mación que destas Indias se había co Xaraguá, reino del rey Behechio, es
menzado, por los que a los oídos de tando allí haciendo vida nefanda y es-
los Reyes estaban, que temía cada día purcísima y tiránica, teniendo cada
mayores disfavores, y que del todo des uno las mujeres que quería, tomadas
mamparasen el negocio los Reyes, y por fuerza o por grado a sus maridos
así viese sus sudores y trabajos perdi y a los padres sus hijas para camare
dos, y él, al cabo, muriese en pobreza. ras, lavanderas, cocineras, y cuantos in
Determinado, pues de venirse cuan dios les parecía para servirse y traer
presto pudiese a esta isla, miércoles consigo, que le acompañasen, como si
a 15 de agosto, que fué de la Asump- hohieran nascido de ilustres padres,
ción de Nuestra Señora, después del haciendo fuerzas e importunas violen
sol salido, mandó alzar las anclas de cias dondequiera que estaban y anda
donde había surgido, que debía ser ban, matando y acuchillando fácilmente
dentro del golfete que hace la Marga a cualesquiera tristes indios por cual
rita y otras isletas con la tierra firme quiera desabrimiento que dellos tuvie
(y debía estar cerca de la Margarita, sen. Así que, obrando estas heroicas
como dejimos arriba, cap. 137 *), y obras y tales ejemplos de bien vivir a
dio la vela camino desta isla. Y vinien los infieles, que por las obras de los
do su camino, vido bien vista la Mar cristianos debieran bendecir al Padre
garita y las isletas que por allí había, celestial, dando por permisión de Dios,
y también, cuanto más se iba alejan que suele, según los desmerecimientos
do, más tierra alta descubría de la tie- de los que están en pecados, desampa-
^ E n t i o r ig in a l p o n e 139. rallos de su mano, y ponelles ocasiones
Í-RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
caarenta, pocos menos, que allí se ha equinoccial, en todo este viaje, des
bían recrecido; tenía ya ciento y más, pués de haber hallado la tierra; ma
por manera que Juan Antoño acordó yormente estando el sol en Leo, donde,
de volverse a los navios, y él y Pedro como arriba ha dicho, por las maña
de Arana pusieron recaudo en la otra nas se vestía un ropón, y la gente de
gente que quedaba en ellos, no se le allí de Gracia ser más blancos que
saliese; y acordaron partir para este otros que haya visto en las Indias. Ha
puerto de Sancto Domingo, quedándo lló también allí, donde agora venía, que
se el capitán Alonso Sánchez de Car la estrella del Norte tenía en cuatorce
vajal para venirse por tierra y traba grados, cuando las Guardas habían pa
jar con el Roldan, d pudiera a la obe sado de la cabeza e! término de dos
diencia reducillo. horas y media. Aquí torna a exhortar
En este tiempo alcanzó el Adelanta a los Reyes que tengan este negocio en
do a saber, por nuevas y relación de mucho, pues les ha mostrado haber en
indios, cómo andaban tres navios ha estas tierras oro, y mineros ha visto sin
cia el Poniente; luego sospechó que número dél, y que se quiere sacar con
debían venir de Castilla y haber errado ingenio, industria y trabajo, porque
el camino; despachó luego una cara aun el hierro, habiendo tanto como
bela para buscallos y traellos. hay, no se saca sin él; y les ha llevado
Antes que estos tres navios llegasen, grano de veinte onzas y otros muchos,
había escripto Francisco Roldan y los y que donde hay esto, algo se debe
que con él estaban a algunos amigos creer que hay. Y que llevó a Sus Alte
suyos de los que estaban con el Ade zas “grano de cobre de nascimíeiito, de
lantado, que tuviesen manera con el seis arrobas, azul, lácar, ámbar, algo
Almirante, si viniese, de lo aplacar y dón, pimienta, canela, bra.sil infinito,
reconciliar con él, y que él quería a la estoraque, sándalos blancos y cetrinos,
obediencia prístina reducirse; aunque lino, áloes, jengibre, incienso, mirabo-
mes tuvo mil mudanzas y engaños. lanos de toda especie, perlas fíiiíssínias
y perlas bermejas, de que dice Marco
Paulo que valen más que las blancas.
CAPITULO CXLVIII Y esto bien puede ser allá en algunas
partidas, así como de las conchas que
Volvamos a la navegación del Almi se pescan en Canaria y se venden en
rante que dejamos partido del paraje tanto precio en la Mina de Porlogal.
de la isla Margarita, y anduvo aquel Otras infinitas cosas he visto y hay de
día miércoles, sesenta y tres leguas, de especería, que no curo agora de decir
sol a sol, como dicen. Otro día, jueves, por la prolijidad” . Todas éstas son sus
16 de agosto, navegó al Norueste, cuarta palabras. Cerca de lo que dice de la
del Norte, 26 leguas, con la mar llana, canela y áloes y jingibre, incienso, mi-
gracias a Dios, como él siempre decía. raboianos, sándalos, nunca los vi en
Dice aquí una cosa maravillosa: qpe ^sta isla, al menos no los cognosci; lo
cuando partía de Canaria para esta que dice del lino, debe querer decir ía
Española, pasando trecientas leguas al cabuya, que son unas pencas como las
Oeste, luego noruesteaban las agujas cavila, de que se hace hilo y se puede
una cuarta, y la estrella del Norte no hacer tela o lienzo dello, pero más se
se alzaba sino cinco grados, y agora en asemeja al cáñamo que a lino; hay
este viaje minea le ha noruesteado has dos maneras dello, cabuya y nequén;
ta anoche, que noruesteaba más de la cabuya es más gruesa y áspera, y el
ona cuarta y media, y algunas agujas nequén más suave y delgado; ambos
noruesteaban medio viento, que son dos son vocablos desta isla Española. Esto
cuartas; y esto fue, todo de golpe, ano raque nunca lo olí sino en la isla de
che. Y dice que cada noche estaba Cuba, pero no lo vide; y esto es cier
sobre el aviso, maravillándose de tan-^ to, que en Ctiba debe haber árboles
to mudamiento del cielo y de la tem dello o de resina que huela como ello,
perancia dé], allí tan cerca de la línea porque nunca lo olíamos sino en los
394 FHAY BARTOLOME DE LAS CASAS
fuegos que hacen los indios, de la leña i las barcas a tierra a llamar indios, q[ue
que queman en sus casas, el cual es I por allí estaban poblaciones, para es-
olor perfectísimo, cierto. Incienso, nun ! <;rebir al Adelantado su venida; veni-
ca yo supe que en estas islas se hallase. 1 dos a mediodía, los despachó.
Volviendo al camino, el viernes, 17 Vinieron a la nao seis indios, en dos
de agosto, anduvo 37 leguas, la mar lla veces, y uno dellos trujo una ballesla
na ; Dios, iNuestro Señor (dice él), con su cuerda y nuez y armatostes, que
sean .dadas infinitas gracias” . Dice íjue no le causó chico sobresalto, y d ijo :
con no hallar ya islas le certifica que “Plega a Dios que no sea de algún
aquella tierra de donde viene sea gran muerto.” Y porque debían de ver des
tierra firme, o adonde está el Paraíso de Sancto Domingo pasar los tres na
terrenal, “porque todos dicen, dice él, vios hacia abajo, teniendo por cierto
que está en fin de Oriente, y es éste*’, que era el Almirante, como cada día
dice él. lo esperaban, saltó el Adelantado lue
Sábado, entre día y noche, andaría go en una carabela y alcanzó aquí al
39 leguas. Domingo, 19 de agosto, an Almirante. Holgáronse muy mucho de
duvo en el día y la noche 33 leguas, y verse ambos. Preguntado por el estado
llegó a la tierra; y ésta era una isleta de la tierra, dióle cuenta el Adelanta
chequita que llamó Madama Beata, y do de cómo Francisco Roldan era con
hoy comunmente la nombran la Beata; ochenta hombres levantado, con todo
es isleta de obra de legua y media, lo demás que en esta isla, después que
junta con esta isla Española, y dista salió della, había pasado. Lo que con
deste puerto de Sancto Domingo cerca tales nuevas sentiría, poca necesidad se
de cincuenta leguas, y del puerto de ofrece de encarecello ni recitallo.
Yaquimo quince, que está más al Po Partióse de allí, miércoles, 22 de
niente. Está junto a ella otra más che* agosto, y finalmente, con alguna difi
quita que tiene una serrezuela altilia, cultad por las muchas corrientes y las
que desde lejos parece vela, y púsole brisas que por allí son continas y con
nombre Alto Velo. Creyó que la Beata trarias, llegó a este puerto de Sancto
era una isleta que llamó Sancta Cathe- Domingo, viernes, postrero día de agos
rína cuando vino por esta costa del Sur to del dicho año de 1498, habiendo
del descubrimiento de la isla de Cuba, partido de la Isabela para Castilla, jue
y dista deste puerto de Sancto Domin ves, 10 días del mes de marzo, ano
go veinte y cinco leguas y está junto de 1496 años. Por manera que tardó
a esta isla. Pesóle de haber tanto de en volver a esta isla dos años y medio
caído, y dice que no se debe alguien menos nueve días.
de maravillar, porque como en las no
ches estaba al reparo barloventeando,
por miedo de topar algunas islas o ba CAPITULO CXLIX
jos, como hasta entonces no estaban
estos alrededores descubiertos, si ha Llegado el Almirante a este dicho
bía en ellos en qué trompezar, y así, puerto de Sancto Domingo, todos sus
no andaba camino, las corrientes, que amigos y criados [salieron] ^ al des
por aquí son muy grandes, que van embarcadero a esperallo, con don Diego,
para abajo hacia tierra fírme y el Po su hermano. Con su venida hobieron
niente, hobleron de llevar los navios, grande alegría y placer, puesto que io
sin sentirse, tan abajo. Corren tanto do con gran tristeza, de partes dél y
por allí hacia la Beata, que ha acaeci también dellos mezclado, porque cre
do estar navio ocho meses en ella y yendo que venía a descansar de sus tau
por ella, que pudo venir a este puerto, grandes trabajos, vía por delante cuán
y esto de tardar mucho de allí a aquí to para su descanso le faltaba, porque
ha acaecido muy muchas veces. Así que la Providencia Divina tenía ordenado,
surgió agora entre la Beata y esta isla, que no sólo sus angustias y fatigas no
que hay dos leguas de mar entreme
dias, lunes, 20 de agosto. Envió luego En eí o r ig in a l p o n e : lo esperaron.
i
HISTORIA DE LAS INDIAS 395
se le acabasen, pero que de nuevo otras Como Francisco Roldán entendió que
más duras y aflictivas y de mayores des ya no puodía tardar en venir el Almiran
consuelos y menos sufribles se le apa te, o por ventura, luego que supo que
rejasen. Quiso ver la información y pro era venido, porque él tenía amigos en
ceso que el Adelantado contra ellos ha esta villa que le avisaban de todo lo
bía hecho, y las causas de su rebelde nuevo que sucedía, o porque tenía sus
porfía, y no contento con ella, deliberó espías de indios o de cristianos, y los
de hacer otro por sí mismo, la cual yo indios vuelan, dondequiera que están,
vide y cognosci muchos de los testi con nuevas, acordó de se acercar con
gos, y todos afirmaron que nunca ha buena parte de su gente a esta villa; y
bían visto ni oído que el Adelantado así se vino hacia la provincia del Bo-
le bebiese hecho injuria ni mal trata nao, donde hay una muy fértil y gra
miento, sino siempre honrallo y hacer ciosa vega, muy llena y poblada de gen
mucha cuenta dél, y lo mismo afirma te de indios, abundantísima de comida
ron de los que con él se alzaron, y cómo y pan cazabí, donde ya estaban algu
estando el Adelantado absente en la nos cristianos poblados y después se
provincia y reino de Xaraguá, se re pobló la villa del Bonao.
belaron e hicieron los desatinos y al Esta provincia dista de Sancto Do
borotos que arriba referimos, en los ca mingo veinte leguas, y de la Vega Gran
pítulos donde hablamos de su alza de, digo, de la fortaleza de la Concep
miento. ción, que está en la Vega, diez.
Desde a pocos días que el Almirante Y porque el Almirante deseaba por
llegó a este puerto y lugar, que enton todas las vías y maneras que le fuesen
ces era villa y agora es ciudad, llegaron posibles quitar tan gran escándalo y
los tres navios y la carabela que el turbación como halló en esta isla, re
Adelantado había enviado para husca- duciendo aquéllos a toda paz y obe
llos. El uno dió en irnos bajos y perdió diencia suya, porque siempre tembla
el gobernario, y vino muy maltratado; ba en la verdad de que los Reyes su
y, porque se detuvieron muchos días piesen cosa de esta isla de que hobiesen
por las corrientes y vientos contrarios, pesar, y vía cada día descrecer la esti
perdiéronse cuasi todos los bastimen ma desta su negociación destas Indias,
tos que traían. que tantos sudores y angustias le ha
Con la relación que los capitanes tra bían costado, y descreciendo la estima,
jeron de cómo Francisco Roldán les como tenía tantos adversarios juntos a
había tomado los cuarenta hombres y los oídos de los Reyes, de necesidad
se había más ensorbecido y maleado, habían de menguar los favores y soco
rescibió el Almirante doblado pesar y rros reales, los cuales menguando, todo
vídose muy atribulado; comenzó a pen su estado se había de deshacer, pensó
sar si pudiese traellos por bien, perdo en comenzaUo desta manera. Ya está
nándoles su maldad, mayormente que dicho arriba, que el mayor deseo que
le dijeron algunos de los que allí esta reinaba en todos los que en esta isla
ban, que sin alguna duda Francisco estaban de nuestra nación era que se les
Roldán, sabiendo que su señoría era diese licencia para se ir a Castilla, y que
venido, se vemía a poner en sus manos, el juramento que más se usaba fue :
porque había escripto algunas cartas a “Así Dios me lleve a Castilla” , por
8U8 amigos que fuesen intercesores, ve que estaban por fuerza contra su volun
nido el Almirante, para que lo perdo tad y no se Ies daba licencia, porque
nase, y que se quería meter por sus no quedase la isla sola y los indios no
puertas como criado y de quien había matasen los pocos que quedaran, si al
rescebido siempre muchas honras y guno quisiera de voluntad quedar con
mercedes. En esto llega de Xaraguá el el Almirante. Así que, para dar ale
capitán Alonso Sánchez Carvajal, y gría a todos los que en ella estaban y
retiíicó la pertinacia de Francisco Rol por consiguiente a los alzados con
dán, diciendo lo que con él había pa Francisco Roldán, mandó el Almiran
sado. te pregonar en 12 días de septiembre,
396 FRAY BAR'l'OLOME DE LAS CASAS
a Aragón e Italia e Cecilia e las islas I sen al infierno muchos otros matado-
<le Portogal y de Aragón y las Cana í res destas gentes, cayendo de ojos en
rias, donde dice que gastan muchos es tan lamentable ofendíc\ilo.
clavos; hinchir, digo, tantos reinos y He traído todo lo dicho en este capí
provincias de indios con la dicha jus tulo para que se suponga a lo que ago
ticia y sanctidad hechos esclavos, y no ra quiero decir, y lo que dijere a lo
tener escrúpulo de que se muriesen que se dirá en el siguiente capítulo, y
al presente algunos (y es cierto que es que porque cierto cacique y gente
de cada ciento, a cabo de un ano, no suya, no sé si el dedicado al servicio
escapaban diez), porque así morían, de la fortaleza de la Vega o a otra
dice él, al principio los negros y los ca parte donde había cristianos españoles,
narios, ¿qué mayor ni más supina in cesó de servir o de traer la com ida o
sensibilidad y ceguedad que ésta? Y tributos o las cosas que les eran im
lo bueno dello es, que dice que, con el puestas o se fué a los montes huyendo
nombre de la Sancta Trinidad se po o no quiso más venir; luego, como el
dían enviar todos los esclavos que se Almirante desembarcó, que lo supo,
pudiesen vender en todos los dichos envió gente aUá, y tráenle una buena
reinos. Y muchas veces creí que aques presa o cabalgada de inocentes, para
ta ceguedad y corrupción aprendió el echar en estos cinco navios, que agora
Almirante y se le pegó de la que tuvie cargar de esclavos y despachar para
ron y hoy tienen los portogueses en la CastiUa quería, y enviarlos a no dudo
negociación, o por verdad decir, execra sa, sino a certísima, carnecería.
bilísima tiranía en Guinea, como arri
ba, hablando della, se vido.
De este paso y de otros muchos en CAPITULO CLI
esta materia y granjeria de esclavos
que sé dél, tuve para mí por averigua Venido Francisco Roldán y Pedro de
do que deseaba que los tristes inocen Gámez y Adrián de Mojica y otros prin
tes indios dejasen de acudir con los cipales al Bonao, a la casa del Riquel*
tributos y servicios personales que les me, donde se habían concertado jun
ímpom'a, o se huyesen o alzasen, como tar, fué luego el alcaide Miguel Balles-
él y los demás decían, y hoy dicen los ter a hablarles, como el Almirante le
españoles, o resistiesen a él y a los había escripto. El cual les habió todo
demás cristianos (como justísimamen- lo que convenía, ofreciéndoles de par
te podían y debían hacerlo, como con te del Almirante todo perdón y buen
tra sus capitales hostes y manifiestos tratamiento y olvido de todos los ye
enemigos), por tener ocasión de hace- rros pasados, exhortándolos con todas
líos esclavos y cargar todos los navios las razones que pudo, poniéndoles los
dellos, y engrosar y prosperar su gran convenientes e inconvenientes y daños
jeria. Y porque los letrados que esta y escándalos delante, y cuánto de la re
ban a par de los Reyes, que eran obli ducción y obediencia dellos al Almi
gados a no ignorar tan gran tiranía y rante los Reyes serían servidos y de
abyección y perdición del linaje hu servidos de lo contrario. Pero el Fran
mano, habiéndose cometido a los Re cisco Roldán y los demás mostraron
yes, como a cristianísimos, aquesta par venir de otro propósito, diciéndole pa
te dél tan sin número para atraella y labras contra el Almirante desvariadas
convertilla a Cristo, no alumbraron a y de gran soberbia obstinada, entre las
Sus Altezas de la verdad y de la jus cuales fueron, que no venían a buscar
ticia; los Reyes no se lo reprendieron, paz ni concordia, sino guerra, y que él
pero proveyó, por otra vía y con otra tenía al Almirante y a todo su estado
color, quitárselo de las manos al Almi en el puño para sostenelle o desha-
rante la Divina Providencia el nego celle, y que en ninguna m anera le ha
cio, porque con tan vehemente vendi blasen nadie cosa que tocase a hacer
mia no asolase en breve toda esta isla, concierto y partido, hasta tanto qne el
sino que quedase algo para que se fue- Almirante le enviase la cabalgada qne
l
HISTORIA DE LAS INDIAS 399
Había hecho llevar de indios presos por nase, y creía que se acercaban para más
esclavos, porque él los tenía so su mam presto venir a su obediencia y besarle
paro y palabra asegurados, y a él per- las manos), acuerda Roldán y otros
tencía el librallos de quien tanto agra tres, los principales, que eran propria-
vio les hacía injustamente; por eso, inente criados del Almirante y ganaban
que luego se los enviasen; si no, que su sueldo, de se desistir y renunciar el
haría y acontecería. ser sus criados y el sueldo que ganaban,
Bien hay que notar aquí, como se alegando nuevos achaques, y éstos fue
dijo arriba en el 118 capítulo, que si ron Roldán y Adriano y Pedro Gámez
este Francisco Roldan y los que con él y Diego de Escobar, ios cuales le escri
andaban robando los indios y destru bieron la siguiente carta:
yendo por su parte toda esta isla se “Ilustre y muy magnífico señor:
movieran contra el Almirante bona Vuestra señoría sabrá que por las cosas
fide, solamente por celo de la justi pasadas entre el Adelantado e mí, Fran-
cia y de librar aquellos sus prójimos risco Roldán, e Pedro de Gámez e
de la servidumbre injusta en que el Adrián de Moxíca e Diego de Escobar,
Almirante los condenaba, y de la muer criados de vuestra señoría, e otros mu
te cierta que habían de padecer lleván chos que en esta compañía están, fué ne-
dolos a vender a Castilla, justísima fue (íesario de nos apartar de la ira del Ade
ra su guerra contra él, y merecieran lantado, e según los agravios habíamos
que en esta vida los Reyes se lo agrade recebido, la gente que acá está propo
cieran y hicieran mercedes, y en la nía de ir contra él paar le destruir; e
otra que Dios le[s] remunerara con mirando el servicio de vuestra señoría,
eterno galardón. Y así tuvieran mucha los dichos Pedro de Gámez e Adrián de
razón de no querer lomar partido ni Moxica e Diego de Escobar e Francisco
asiento de paz y amistad con el Almi Roldán hemos trabajado de sostener
rante, hasta que les enviara y restitu en concordia y en amor toda la gente
yera en su libertad todos los indios de que en esta compañía está, poniéndo
aíjuella cabalgada. les muchas razones e diciendo cuánto
Pero como Francisco Roldán y todos compila al servicio del Rey e de la Rei
los que con él andaban eran ciertos ti na, nuestros señores, no se entendiese
ranos y rebeldes a su verdadero y jurí en cosa ninguna, fasta que vuestra se
dico superior el Almirante, y no pre ñoría viniese, porque entendíamos, que
tendían sino libertad por andar triun venido que fuese, miraría la razón que
fando de los indios y de toda la isla, ellos e nosotros teníamos de nos apar
señores y súbditos, y gozar en sus vi tar; e con muchas razones que aquí
cios sin que hobiese quien les fuese a no se dicen, hemos estado a una parte
la mano, y buscar ocasiones y colores de la isla esperando su venida, e agora
para justificar y dorar su rebelión y ha ya más de un mes que vuestra seño
desobediencia y maldades, por eso ni ría está en la tierra e no nos ha escrip-
justificaba su guerra y desobediencia, to, mandándonos qué es lo que hobié-
ni excusaban sus grandes pecados que semos de hacer. Por lo cual creemos
contra los indios, robándolos y afligién está muy enojado de nosotros, e por
dolos por otras mil partes y vías, y muchas razones que se nos han dicho
contra el Almirante y sus mandamien que vuestra señoría dice de nosotros,
tos, que era su proprio juez y superior, deseándonos maltratar e castigar, no
cometían; ni podían dorar ni colorar mirando cuánto le hemos servido en
la causa que alegaban de no venir en evitar algún daño que pudiera hallar
concierto y partido, que se les diese la hecho, E pues que así es, hemos acor
cabalgada por alguna vía. dado, por remedio de nuestras honras
Tomada ocasión y color de su nueva e vidas, de no nos consentir maltra
pertinacia deste pedir la cabalgada (digo tar, lo cual no podemos hacer limpia
nueva pertinacia, porque los amigos mente si fuésemos suyos. Por ende, su
que tenían con el Almirante le habían plicamos a vuestra señoría nos mande
con instancia suplicado que les perdo dar licencia, que de hoy en adelante
400 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
no nos tenga por suyos, e así nos des i cristianos, y debía entonces q[uiz¿ desto
pedirnos de la vivienda que con vuestra algo tratarse. Y dondequiera que el Car
señoría teníamos asentada, aunque se vajal se hallaba dijeron que se jactaba,
nos hace muy grave, pero esnos (or publicando que avenía por acompaña
zado por complir con nuestras honras. do del Almirante. Lo cuarto, porque
Nuestro Señor guarde y prospere el es idos los dos capitanes con los tres na
tado de vuestra señoría como por él es vios y el Carvajal quedado p a ra se
deseado. Del Bonao, hoy miércoles, 17 venir por tierra a esta ciudad, envió
días del mes de otuhre de noventa y Francisco Roldan con él cierta gente,
ocho años.—Francisco Roldan.— por y con ella por capitán a Pedro de Gá
Adrián de Moxica, Francisco Roldan. — mez, que era de los principales con
Pedro de Gámez.—Diego de Escobar.” quien había mucho hablado y comtmi-
Esta es a la letra su carta, la cual cado cuando estuvo en los navios, para
originalmente tuve yo en mi poder que le acompañasen y guardasen hasta
firmada de sus proprias firmas y nom seis leguas desla ciudad, por los indios
bres. que había en el camino. Lo quinto,
porque se dijo que el mismo Carvajal
I indujo y provocó al Roldán y a los
CAPITÜT.O COI demávS a que se viniesen hacia el Bo
nao, para que si el Almirante se tar
Hablando que hobo el alcaide Balles- dase o nunca viniese, que el Carvajal,
ter a Roldan y a su gente alzada, víno como acompañado del Alm irante, y
se para esta ciudad de Sancto Domingo Francisco Roldán, como alcalde mayor,
a dar cuenta al Almirante de la res gobernasen esta isla, aunque pesase al
puesta que dieron, y por ventura, tru Adelantado. Lo sexto, porque venidos
jo él la dicha su carta. Desque el Almi al Bonao, se carteaba con el Roldán y
rante supo la respuesta y cognosció no los demás y les enviaba cosas de las
concordar con lo que los amigos de traídas de Castilla. Lo séptimo, porque
Roldan le habían rogado y suplicado, decían que no querían que otro inter
y certificado que querían venirse a él, viniese con ellos sino Carvajal, y aun
y también porque habían dicho al al que lo tomarían por capitán. Todos
caide Ballester, que uo querían que al estos indicios parecían ser eficaces para
guno viniese a ellos [ni] tratase con déí sospechar.
ellos, de partes del Almirante .sino Pero con todo esto el Almirante, cre
Alonso Sánchez de Carvajal, comenzó yendo que pues era caballero haría
eP Almirante a sospechar vehemente como bueno y también porque no podía
mente contra la fidelidad de Carva más, porque se lo pedían ellos, acordó
jal, y los que con el Almirante estaban enviallo juntamente con el alcaide Ba-
lo mismo, acumulando muchos indicios llester, para que les hablase de su par
y conjeturas que parecían concluir e te y redujese a la razón, proponiéndo
averiguar lo que sospechaban. Y uno les los bienes que dello se seguirían y
fué no haber hecho tanto como parece los daños del contrario delante. ‘Y antes
que debiera en no recobrar los cuarenta que supiese la respuesta de los dos es
hombres, que de loa que traía de Cas cribió la presente carta a Francisco
tilla se le habían pasado. Lo segundo, Roldán:
por muchas pláticas que ambos habían “ Caro amigo: Rescebí vuestra carta;
tenido en el navio, estando juntos, y luego que allí llegué, después de haber
refrescos que le había dado. El terce preguntado ñor el señor Adelantaíl<?
ro, porque había, según parece por una y don Diego, pregunté por vos com o por
carta que el Almirante escribió a los aquel en quien tenía yo harta confian
Reyes, procurado de traer poder para za e dejé con tanta certeza de haber
ser acompañado del Almirante, como bien de temperar y asentar todas cosas
Juan Aguado debía de haber referido que menester fuesen, y no m e supie
muchas quejas de los malos tratamien ron dar nuevas de vos, salvo que todos
tos que decían que había hecho a los a una voz me dijeron que d e algunas
1
HISTORIA DE LAS INDIAS 401
diferencias que acá habían pasado que go, a 20 de otubre.” Esto contenía
por ello deseábades mi venida, como la aquella carta, por la cual parece que
salvación del ánima. Y yo ciertamente otra debiera el Almirante haber rece-
así lo creí, porque aun lo viera con el bido de Roldán, la cual no vino a mis
ojo y no creyera que vos habíades de manos.
trabajar facta perder la vida, salvo en Llegados el alcaide Ballester y Alon
cosa que a mí cumpliese; y a esta causa so Sánchez de Carvajal al Bouao, ha
fablé largo con el alcaide, con mucha blóles Carvajal muy elocuentemente a
certeza que, según las palabras que yo todos y con tanta eficacia, que movió
le había dicho y os dijo, que luego a Francisco Roldán y a los más princi
verníades acá. Allende la cual venida, pales a que fuesen a hablar al Almi
creí antes desto que aunque acá se ho- rante, donde lodo se concluyera y aso
biesen pasado cosas más graves de las segara sin duda, según se creía. Pero
que éstas puedan ser, que aun. bien no como la gente que traía, toda por la
Uegaría, cuando vos seriadas conmigo mayor parte no lomaba placer de dejar
y me dar cuenta con placer de las cosas la vida haragana y libre que traía, por
de vuestro cargo, así como hicieron ser gente viciosa y baja, mayormente
todos los otros a quien cargo dejé, y los que había tomado en Xaraguú de
como es de costumbre y honra dellos. los condenados que el Almirante había
Veramente, si en ello había impedi enviado, ya que quería Roldán y los
mentos por palabras, que se farían por demás para venir aquí a Sancto Do
escripto; y que no era menester para mingo con Carvajal, al Almirante, sal
ello seguro ni carta; y que fuera así,
yo dije, luego que aquí llegué, que yo tan todos con voces altas diciendo que
aseguraba a todos que cada uno pudie juraban a tal que no había de ser así,
se venir a mí y decir lo que les placía e que no habían de consentir que fue
y de nuevo lo torno a decir y los ase se Roldán ni los demás, sino que si
guro. Y cuanto a la otro que decís de la concierto se había de hacer fuese aUí
ida a Castilla, yo a vuestra causa y de público a todos, pues a todos tocaba.
las personas que [están] con vos, cre Porfiando Carvajal y el alcaide por
yendo que algunos se querrían ir, he de metellos en razón por algunos días, al
tenido los navios diez y ocho días más cabo no aprovecharon nada. Finalmen
de la demora y detuviera más, salvo te, acordó Roldán escrebir al Almiran
que los indios que llevan les daban te, cómo quisiera venir con Carvajal
gran costa y se les morían. Paréceme a le hacer reverencia él y otros de su
que no es deber creer de ligero y debéis compañía y que los demás no le con
mirar a vuestras honras más de lo que sintieron que fuese, pero que porque
me dicen que facéis, porque no hay na él temía que el Adelantado o otro por
die a quien más toque, y no dar causa él le haría alguna afrenta o daño, no
que las personas que os quieren mal embargante el seguro que de palabra
acá o en vuestra tierra hayan en qué le enviaba, y porque las cosas después
decir, y evitar que el Rey e la Reina, de hechas, dijo él, no tienen remedio,
nuestros señores, no hayan enojo de por tanto, que le enviase un seguro
cosas en que esperaban placer. Por firmado de su nombre, la forma del
cierto, cuando me preguntaron por las cual él enviaba escripto, para él y para
personas de acá, en quien pudiese te algunos mancebos de los que él tenía
ner el señor Adelantado consejo y con consigo y había de traer; y alien desto,
fianza, yo os nombré primero que a Carvajal y otros de los principales cria
otro, y les puse vuestro servicio tan dos del Almirante tomasen la fe y pala
alto, que agora estoy con pena que con bra fuerte y firme al Adelantado, que
estos navios hayan de oír el contrario. él ni otra persona por él les hará mal
Agora ved qué es lo que se puede o ni daño ni enojo alguno durante el se
convenga al caso, y avisadme dello, pues guro, y lo firmasen de sus nombres, y
los navios partieron. Nuestro Señor os con esto así concedido, él vernía a be
baya en su guarda. De Sancto Domin sarle las manos y hacer todo lo que
402 niA Y BARTOLOME DE LAS CASAS
puestos, como arriba se dijo, por en de las Indias por el Rey e la Reina nues
viar dineros a los Reyes y suplir con tros señores e su capitán general de la
rentas que acá tuviesen ios gastos que mar y del su Consejo. Por cuanto en
en proveer las cosas desta isla hacían, tre el Adelantado, mi hermano, y el
todo cuanto razonablemente los alza alcalde Francisco Roldán e su compa
dos le pidiesen estaba para concederlo ñía ha habido ciertas diferencias en mi
aparejatísimo. ahsencia, estando yo en Castilla, e pa
Luego, pues, ordenó dos cosas: ía ra dar medio en ello de manera que
una, puesto que fué la postrera, y pó- Sus Altezas sean servidos, es necesario
nese aquí primera por ser más general, que el dicho alcalde venga ante mí ©
y es que hizo una carta de seguro gene me faga relación de todas las cosas se
ral que todas las personas que se hobie- gún que han pasado, caso que yo de
gen llegado y seguido a Francisco Rol algo dello esté informado por el dicho
dan en las diferencias pasadas, y el di Adelantado. E porque dicho alcalde se
cho Francisco Roldán, juntamente o rescela por ser el dicho Adelantado,
apartada, que quisiesen venir a servir como es, mi hermano, por la presente
a Sus Altezas como de antes, pudiesen doy seguro en nombre de Sus Altezas
venir juntamente o cada uno por sí, que al dicho alcalde e a los que con él vi
él, como vise, rey de Sus Altezas y en nieren aquí a Sancto Domingo, donde
8U nombre los aseguraba sus personas yo estoy por venida e estada e vuelta
e bienes, y les prometía de no entender al Bonao, donde él agora está, que no
en cosa alguna de los casos pasados fas será enojado ni molestado por cosa al
ta el día de la fecha; y en los casos guna en su persona ni de los que con
venideros, si acaeciesen, les prometía él vinieren durante el dicho tiempo.
que la justicia se habría humana y pia Lo cual prometo e doy mi fe e palabra
dosamente con ellos, y les daba licen como caballero, según uso de España,
cia que los que quisiesen irse a Castilla, de le complir e guardar este dicho se
[se fuesen] cada y cuando ellos quisie guro, como dicho es; en firmeza de lo
sen irse, y les daría sus libranzas de los cual firmé esta escriptura de mi nom
sueldos que se les debiesen, ios cuales bre. Fecha en Sancto Domingo, a 26
viniesen a gozar deste seguro dentro días del mes de otuBre. El Almirante.”
de diez y seis días, y los que estuvie Andando en estos tractos, porque los
sen primeros siguientes, y si estuvie cinco navios no traían de demora, por
sen alguno dellos distantes más de concierto que se suele hacer cuando
treinta leguas, fuesen obligados a ve les fletan, sino un mes, dentro del cual
nir dentro de treinta días. Donde no quedó el Almirante de despachallos, y
viniesen dentro de los dichos térmi por esperar cada día que se concluye
nos, juntos o cada uno por sí, que pro ra el concierto de que se trataba y el
cedería contra ellos por la guisa que Almirante tanto deseaba con venir
hallase que complía al servicio .de Sus Francisco Roldán y su compañía a la
Altezas y a su justicia, Y mandó que se obediencia y sosiego que debían, los
apregonase públicamente y estuviese había detenido diez y ocho días más
fijada la dicha carta de seguro en la por enviar a los Reyes buenas nuevas
puerta de la fortaleza. Fué hecha en de quedar la isla pacífica y dispuesta
esta ciudad de Sancto Domingo, que para tornar a enhilar los tributos en
estaba entonces de la otra parte del río, los indios della, que era lo que mucho
viernes, 9 días de noviembre de 1494. dolía y deseaba, como está dicho, el
Lo segundo que proveyó fué que en Almirante; y los navios también había
vió otra carta de seguro particular al cargado de esclavos, de los cuales se
dicho Roldán y a los que con él vinie morían muchos y los echaban a la mar
sen, del tenor que se la envió el dicho por este río abajo, lo uno, por la gran
Roldán, y decía a sí: de tristeza y angustia de verse sacar de
“Yo, don Cristóbal Colón, Almirante sus tierras y dejar sus padres y muje
del Mar Océano, visorrey e goberna res y hijos, perder su libertad y cobrar
dor perpetuo de las islas y tierra firme servidumbre, puestos en poder de gen-
m FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
te iníiuiTiana y cruel, como estima ; (le niños, y por título que se alzaban a
ban, y con justísima razón, los cristia quien no debían nada, él no les hiciera
nos, y que los lleva[bajii a<íoiiíIe y íle guerras en Jas cuales comenzaron y me
donde nunca jamás habían de volver. diaron y perficcionaron diversas mane
Lo otro, por falta de los mantenimien ras y muy nuevas de crueldades en estos
tos, que no les daban sino un poco de i corderos los cristianos, y para presumir
cazabí seco, que para solo, sin otra co ¡ más de sí, como se vían contra los ga-
sa, es intolerable, y aun agua no Ies i Hiñas gallos tan aventajados, crecíanles
daban cuanta liabían menester para re- con la cruel ferocidad los ánimos, ni
inojalío, porque para el viaje tan largo quizá cayera en él tanta ansia de en
a los marineros no faltase. Lo otro, por viar [de] indios hechos tan malamente
que como metían mucha gente y la po- esclavos los navios cargados; y así, los
nía|n] debajo de cubierta, cerradas las primero cesante, lo último con lo del
escotillas, que es como ‘si en una maz medio cesara, y todo cesando, quizá no
morra cerrasen todos los agujeros, jun permitiera Dios que Francisco Koldán
tamente con las ventanas, y la tierra ca ni los demás rebeldes y tiranos contra
liente y debajo de cubierta arden los él se levantaran ni cometieran en estas
navios como vivas llamas, del ardor y mansas y humildes gentes tantos y tan
fuego que dentro tenían, sin poder re grandes estragos, lo cual no obstante, él
sollar, de angustia y apretamiento de floreciera y gozara felicemente tlel esta
lOvS pechos se abogaban. Y desta mane do que misericordiosamente (como él
ra han sido infinito el número de las siempre recognoscía y confesaba, y por
gentes destas Indias que han perecido, ello a Dios alababa), lé había concedi
como en el libro III, si place a Dios, do, que al fin permitió (para su salva
será relatado. ción,, cierto, según yo creo) por las di
Así que, por las razones susodichas, chas causas fuese dél privado. Pero es
fué constreñido el Almirante a despa de haber gran lástima que no advirtie
char los dichos cinco navios de indios se cuál fuese de sus angustias y caimien
cargados, los cuales fueron en tal hora, to en la estima y nombre deste su nego
que de su llegada a Castilla y de la re cio de las Indias y de sus disfavores y
lación que a los Reyes hizo por sus adversidades la causa. Porque si la sin
mismas cartas el Almirante, luego se tiera, no hay duda sino que como era
originó y proveyó que perdiese su esta de buena intinción y desaba no errar y
do, y le sucedieron mayores amarguras todo lo enderezaba a honor de Dios, y
y disfavores y desconsuelos que hasta como él siempre decía, de la Sancta Tri
entonces había padecido trabajos. No, nidad, todo lo enmendara, y también
cierto, por lo que había ofendido a la bondad divina su sentencia y castigo
Francisco Roldán ni a los que con él o lo revocara o lo templara.
andaban alzados, sino por las injusti
cias grandísimas y no oídas otras tales
que contra estas inocentes gentes come CAPITULO CLIV
tía y había perpetrado, y por su ejem
plo Francisco Roldán y los demás qui Hiciéronse a la vela los cinco navios,
zá fué causa ocasional que perpetrasen. a 18 días del mes de otubre de aquel
Porque, por ventura y atm sin ventura, año de 498, en los cuales fué mi padre
si él no hobiera impuesto los tributos a Castilla desta isla y pasaron grandes
violentos e intempestivos, e para estas trabajos y peligros; fueron, como es
gentes más que in[so]portables, los re dicho, cargados de indios hechos escla
yes desta isla y súbditos suyos no des vos, y serían por todos seiscientos, y
amaran su venida ni estada de los cris por los fletes de los demás, dio a los
tianos en sus tierras, ni exasperados de maestres docientos esclavos. En ellos
las veiaciones y fatigas que padecían escribió el Almirante a los Reyes muy
por defenderse de quien los oprimía no largo, en dos cartas, haciéndoles rela
se pusieran en armas, si armas se po ción de la rebelión de Francisco Roldad
dían decir las suyas, y no más armillas y de los con él alzados, de los danos
HISTORIA DE LAS INDIAS 405
que habían hecho y hacían por la isla, acá algunos devotos religiosos, porque
haciendo robos y violencias, y que ma eran muy necesarios, más para refor
taban a los que se les antojaban por no mar la £e en cristianos, que para a los
nada, tomando las mujeres ajenas y hi indios dalla. Y dice a sí: ‘‘Acá son muy
jas y otros muchos males perpetrando necesarios devotos religiosos para refor
por donde andaban. Y escribióles que mar la fe en nos, más que por la dar
le habían dicho que cuasi toda la parte a los indios, que ya sus costumbres nos
del Poniente desta isla, que es la donde han conquistado y les liacemos venta
reinaba ei rey heliechio, que se llama ja. Y con esto im letrado, j>ersona ex
ba Xaraguá, tenían muy alborotada y perimentada para la justicia, porque
maltratada : y no dudo yo de ello y que sin la justicia real creo que aprovecha
era mucho más que podía ser la fatua. rán los religiosos poco"’. Estas son sus
En todas las cartas que escrebía, decía palabras. Y en otra carta dice a ios Re
que esta tierra era la más fértil e abun yes : “Presto habrá vecinos acá, por
dosa que había en ei mimdo, y para to que esta tierra es abundosa de todas
dos los vicios aparejada, y, por tan to, las cosas, en especial de pan y carne.
propria para hombres viciosos y hara Aquí hay tanto pan de lo de lOvS indios,
ganes. Y en todo decía gran verdad, que es maravilla, con el cual está nues
porque después que se hicieron a la tie tra gente, según dicen, más sanos que
rra los españoles, saliendo de las enfer con el de trigo, y la carne es que ya hay
medades que por fuerza los había de infinitísimos puercos y gallinas, y hay
probar (no por ser enfermos, como arri unas alimañas que son atanto como co
ba en el cap. [08] ^ dejimos, sino por nejos y mejor carne, y dellos hay tantos
ser los aires más* sotiles y las aguas más en toda la isla, que un mozo indio con
delgadas y los manjares de otras calida im perro trae cada día quince o veinte
des» y en fin, por estar de las nuestras a su amo. En manera que no falta sino
tan distantes) andando de pueblo en vino y vestuario. En lo demás es tierra
pueblo y de lugar en lugar, comían a de los mayores haraganes del mundo e
discreción, tomaban los indios para su nuestra gente en ella, no hay bueno ni
servicio que querían y las mujeres que malo que no tenga dos y tres indios que
bien les parecía, y hacíanse llevar a lo sirvan y perros que le cacen, y bien
cuestas en hombros de hombres en ha que no sea para decir, y mujeres atan
macas, de las cuales ya dije qué tales fermosas que es maravilla. De la cual
son; tenían sus cazadores que les caza- costumbre estoy muy descontento, por
zan y pescadores que les pescaban y que me parece que no sea servicio de
cuantos indios querían como recuas, Dios, ni lo puedo remediar, como del
para les llevar las cargas, y sobre todo comer de la carne en sábado y otras
de puro miedo, por las crueldades que malas costumbres que no son de bue
en los tristes indios hacían, eran re nos cristianos; para los cuales acá apro
verenciados y adorados, pero no ama vecharía mucho algunos devotos religio
dos, antes aborrecidos como si fueran sos, más para reformar la fe en los
demonios infernales. Y porque esta cristianos que para darla a los indios;
vida el Almirante sabía que aquí los ni yo jamás lo podré bien castigar, salvo
españoles vivían, y hallaban en la tie si de allá se me envía gente, en cada
rra para ello aparejo cuanto desear pasaje cincuenta o sesenta, e yo envíe
podían, con razón juzgaba que era la allá otros tantos de los haraganes y des
mejor del mundo para hombres vicio obedientes, como agora fago, y éste es
sos y haraganes. el mayor y mejor castigo, y con me
Entre otras viciosas desórdenes que nos cargo del anima, que yo vea, etc.”
en ellos abominaba, era comer los sá Esto todo repite en otras cartas, como
bados carne, a lo cual no podía illes a vía que cada día se iban corrompien
la mano, por cuya causa suplicaba a los do más la vida mala y nefanda de los
Reyes en muchas cartas que enviasen españoles. Y en la verdad, como fue
ron grandes quejas y debíalas de llevar
3 En blanco p.n el original. Juan Aguado, de quien en el capítulo
38
106 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
[i07] ^ hecimos larga mención, de que zas fuesen los jueces; y que cuanto a
había tratado mal los españoles, ahor la pesquisa e información sobre esto,
cando y azotando muchos, como en fin para enviar a sus Altezas, para que se
deste libro o al principio del segundo, hiciese con menos duda y sospecha, es
placiendo a Dios, se verá, y también tuviesen a hacella presentes Alonso
por estar levantado Francisco Roldan Sánchez de Carvajal, con quien tenía
y los demás, estaba acobardado y ni pláticas, y el alcaide Miguel Ballester,
osaba corregir las malas costumbres ni y esta pesquisa fuese a Castilla, y Rol*
castigar o impedir los delictos y obras dán y sus compañeros enviasen un men-
pésimas de robos y crueldades, que sajero a la corte, y en tanto que Vol-
también cometían en los indios los es viese respuesta de los Reyes, se vinie
pañoles que le seguían, como los de sen a servir como de antes solían, y si
Francisco Roldan. Y así llora mucho esto no querían, que se fuesen a la isla
esto en sus cartas, y en una dice; “Yo de San Juan, que estaba cerca de aquí,
he sido culpado en el poblar, en el tra porque no anduviesen destruyendo esta
tar de la gente, y en otras cosas muchas, isla, como robando de comino la tenían
como pobre extranjero envidiado, etc.” destruida.
Dice en el poblar, porque le impu Dice más, que si estos alzados no ve
taban por malo haber poblado el pri nían en concierto para que cesasen tan
mer pueblo en la Isabela, como si él tos males, que había de trabajar de
hubiera visto y andado toda esta isla, y poner diligencia para los destruir. Yo
de industria escoger aquél por el peor sospecho que esta cláusula o palabra
lugar; nunca él hobiera errado en otra dio más priesa a los Reyes para enviar
cosa sino en aquello, porque él vino a muy más presto a quitalle ol cargo,
dar allí con los ñavíos diez y siete, can creyendo que como le habían acusado
sados y molidos del viaje de Castilla, de riguroso y cruel en la ejecución de
y los caballos y bestias que traía, y toda la justicia, que si él pudiese había de
la gente afligida y medio enferma de hacer grandes estragos en aquellos re
tan luengo viaje no acostumbrado, y beldes.
tan nunca en la mar, sin ver tierra
tantos días, hasta entonces hombres se Dice asimismo en una de sus cartas a
haber hallado; y es muy excelente los Reyes a sí; ‘‘Siempre temí del ene
graciosa tierra y harto digna de ser po migo de nuestra sancta le en esto, por
blada, y más propincua y frontera de las que se ha puesto a desbaratar este tan
minas de Cibao, por lo cual, cierto, grande negocio con toda su fuerza. El
más merecía gracias que serle a mal fue tan contrario en todo, antes que se
poblar imputado, sino que, según le descubriese, que todos los que enten
desfavorecían, los que podían hacellc dían en eUo lo tenían por burla. Des
daño, de todo cuanto podían echaban pués, la gente que vino conmigo acá,
mano. que del negocio y de mí dijeron mil
Escribió también a los Reyes en la testimonios y agora se trabajó allá que
angustia en que quedaba con el Itevan- hobiese tanta dilación e impedimentos
tamiento y rebelión de Francisco Rol- a mi despacho y poner tanta cizaña a
dán, y en los tratos en que por atraello que Vuestras Altezas hobiesen de temer
a obediencia y servicio de Sus Altezas la costa, la cual podía ser ya tan poca
andaba. o nada, como se verá, si place a Aquel
Escribió más a los Reyes que por que lo dió y que es superior dél y del
que decía Francisco Roldán que no te mundo, y el cual le sacará al fin por
nía necesidad de perdón, porque no te qué hizo eí comienzo, y del cual se ve
nía culpa, y que el Almirante era her tan manifiesto que le sostiene y aug
mano del Adelantado, era juez sospe menta. Que es cierto, si se mirasen las
choso, que trabajaba de concertar con cosas que acá han pasado, se podría de
él que fuese a Castilla, y que Sus Alte- cir romo y tanto como del pueblo de
Israel” ; quiere decir, que, así como los
hijos y pueblo de Israel eran incredu
2 En blanco en el original. los contra Moisén y Aarón, así todos lo*
HISTORIA DE LAS INDIAS m
que dudaron y creyeron ser burla y de palabras, y en verdad dignas de mucha
poco fruto el descubrimiento destas In consideración, porque llenas [son] de
dias y desta negociación. Y añide m ás: prudencia y de verdad y testigos de pe
“Podría ya todo replicallo, mas creo cho harto virtuoso y de muy recta in
que no hace mengua, porque hartas tinción; y hiciera grandes cosas y fruto
veces lo he escripto bien largo, como inestimable en esta tierra, si no ignora
agora, de la tierra que nuevamente dio ra que estas gentes no le debían nada
Dios este viaje a Vuestras Altezas, la a él ni a otra persona del mundo sólo
cual se debe creer que es infinita, de porque las descubrió, aunque casi ati
la cual y désta deben tomar grande ale naba y confesaba el fin de haber podi
gría y darle infinitas gracias, y aborre do jurisdicamente (sic) volver acá, que
cer quien diz que no gasten en ello, no era otro sino el bien destas gentes,
porque no son amigos de la honra de salud y conversión. Y finalmente ayudó
su alto estado. Porque allende de las a que él errase los disfavores que tenía
tantas ánimas que se pueden esperar de muchos, por zaherir los gastos que
que se salvarán, de que son Vuestras los Reves hacían y por excusarlos o
Altezas causa, y que es el principal reoompensaríos.
del caudal desto (y quiero fablar a
la vanagloria del mundo, la cual se
debe tener en nada, pues que le CAPITULO CLV
aborrece Dios poderoso), y digo que
El cual tracta del jfrincipio o principios de
me respondan quien leyó las histo donde kobo su origen y procedió el repartí’
rias de griegos y de romanos, vsi con miento de los indios que llamaron después
tan poca costa ensancharon su señorío encomiendas^ que han destruido estas /n-
tan grandemente, como agora hizo días. Donde se prueba que nunca los indios
jamás se dieron para que los españoles los
Vuestra Alteza aquel de la España cun enseñasen, sino imra que se sirviesen dellos
las Indias. Esta sola isla, que boja más y aprovechasen.
de sietencias {sic) leguas; Jamaica, con
otras sietecientas islas, y tanta parte de Dice allende lo susodicho, que ha de
la tierra firme de los antiguos muy cog- trabajar de tornar a sentar la gente des
noscida y no ignota, como quieren de ta isla, en que tornen a la obediencia
cir los envidiosos o ignorantes, y des y que paguen los tributos que solían pa
pués desto, otras islas muchas y gran gar, y que Dios perdone a los que en
des de aquí hacia Castilla, y agora ésta, la corte y en Sevilla fueron causa de
que es de tanta excelencia, de la cual tardar él tanto en se despachar, porque
creo que se haya de fablar entre todos si él viniera con tiempo, como pudiera
los cristianos por maravilla, con ale venir dentro de un año y mucho an
gría. ¿Quién dirá, seyendo hombre de tes, ni se alzaran los indios, ni dejaran
seso, ^ue fue mal gastado y que mal de pagar sus tributos como los paga
se gasta lo que en ello se despende? ban. “Porque siempre yo dije (dice él),
¿Qué memoria mayor en el espiritual que era necesario de andar sobre ellos
y temporal dejó ni pueda más quedar tres o cuatro años, hasta que lo tuvie
de príncipes? Yo soy atónito y pierdo ran bien en uso, porque se debía de
el seso cuando oyo y veo que esto no se creer que se les haría fuerte.” Mira que
considera. Y que nadie diga que Vues duda, digo yo, y añido, que aunque acá
tras Altezas deban de hacer caudal de se hallara antes, no dejara de haber
plata o de oro o de otra cosa valiosa, los inconvinientes que bobo y quizá ma
salvo de proseguir tan alta y noble em yores, porque tenía Dios determinado
presa, de que habrá Nuestro Señor tan de lo afligir y quitalle el cargo, pues
to servicio, y los sucesores de Vuestras con tanta opresión y jactura destas gen
Altezas y sus pueblos tanto gozo. Mí tes, que no le debían nada, dél usaba.
renlo bien Vuestras Altezas, que, a mi Donde también añide, haciendo rela
juicio, más le relieva (relieva dice por ción de que esta isla se iba en los man
importa) que hacían las cosas de Fran tenimientos mejorando, porque los ga
cia ni de Italia.” Estas cosas son sus nados iban creciendo y los españoles
408 i-'RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
d o , q u e n u n c a se d ie r o n lo s in d io s a io s D io s ( e s t e e r a su c o m ú n h a b l a r ) , n o
e s p a ñ o le s p a r a q u e lo s e n se ñ a se n , sin o s e á is f a t o r d e la s I n d ia s y n o n v o s f a r á n
p a r a q u e se s ir v ie s e n d e llo s y d e su s s u o b i s p o . ” Y c o m o tu v o e l A l m i r a n t e a c á
d o r e s y a n g u st ia s y tr a b a jo s se a p r o v e ta n to s d e s a b r id o s , m a y o r m e n t e d e s p u é s
c h a s e n . P o r q u e m a n ifie s to es q u e , p u e s q u e v in o J u a n A g u a d o , d e b í a n s e l o d e
e l A lm ir a n te d e c ía a lo s R e y e s q u e e n d e c ir o e s c r e b ir a l o b is p o ( s i , e m p e r o ,
v ia se n d ev o to s r e lig io s o s , m á s p a r a r e lo u n o y lo o tr o e s v e r d a d , q u e p u e d e
f o r m a r l a fe en lo s c r is tia n o s , q u e p a r a se r q u e n o lo s e a ) , y d e a l l í h a b e r l e t o
a l o s in d io s d a r l a , q u e c o g n o sc ía e l A l m a d o , c o m o d ic e n , o je r i z a . Q u i e r o d e
m ir a n t e n o s e r lo s t a n p e c a d o r e s c r is t i a c ir q u e p u d o s e r n o s e r p o r a q u e l l a
n o s p a r a d o c tr in a r y d a r l a f e a lo s in c a u s a n i co n m a l e s p ír it u , p e r o d e q u e
d io s c a p a c e s ; lu e g o n o se lo s d a b a sin o j u s t a o in ju s t a m e n t e e l o b is p o l e d e s f a
p a r a q u e a d q u ir ie s e n co n e llo s l a s r i v o r e c ie s e , y o n o d u d o ; y t a m b i é n q u e
q u e z a s p o r q u e r a b ia b a n . L o m ism o e l o b is p o , c o m o e r a h o m b r e d e l i n a j e
h ic ie r o n lo s s ig u ie n te s g o b e r n a d o r e s , los y d e g e n e r o so á n im o y d e lo s R e y e s m u y
c u a le s n o ig n o r a b a n l a v id a q u e a c á p r iv a d o y c r e ía c a d a d ía e n m a y o r
s ie m p r e h ic ie ro n lo s e sp a ñ o le s y su s v i e sta d o , b a stá b a le to m a r o p in ió n s in ie s
c io s p ú b lic o s y m a lo s e je m p l o s , q u e t r a , s in o tr a c a u s a y c o n t í t u l o d e q u e
s ie m p r e fu e ro n d e h o m b re s b e s t i a l e s ; lo s R e y e s g a s t a b a n y n o s e a p r o v e c h a
y si c u a n d o se l o s d a b a n le s d e c ía n q u e b a n , p a r a m e n o s p r e c ia r o n o t e n e r en
c o n c a r g o q u e e n l a s c o sa s d e l a f e lo s l a e s t im a q u e d e b ie r a lo s t r a b a j o s de]
e n se n a se n , n o e r a o tr a c o sa sin o h a c e r A lm ir a n t e . P o r l o c u a l d ic e a l o s R e y e s
d e l a m ism a fe y ' r e lig ió n c r is t ia n a s a e l A lm ir a n t e a s í : “ S u p l i c o a V u e s t r a s
c r ile g o y in e x p ia b le e s c a r n io ; y m e r e A lt e z a s m a n d e n a l a s p e r s o n a s q u e e n
c ie r a n lo s m ism o s g o b e r n a d o r e s q u e lo s t ie n d e n en S e v i ll a e n e s t a n e g o c i a c i ó n ,
h ic ie r a n , n o c u a t r o sin o c u a to r c e c u a r q u e n o le se a n c o n t r a r io s y n o l a i m p i
t o s . T o d o e sto , p la c ie n d o a D i o s , se cog- d a n , p o r q u e e lla e s t u v ie r a m á s p r e c i o s a
n o s c e r á m u ch o m e jo r en e l l i b . I I y s i m i d ic h a a c e r t a r a a q u e a l l í b e b i e r a
m á s a b a jo . p e r s o n a en e l c a r g o d e s te n e g o c i o q u e
l e t u v ie r a a m o r , o a l m e n o s q u e n o f u e
r a c o n t r a e llo y n o se p u s i e r a a l o d e s
CAPITULO GLVI ^ t r u i r e lo d if a m a r y f a v o r e c e r a q u ie n
•tro t a n t o h a c ía , y s e r c o n t r a r í o a q u ie n
S u p lic a b a e n c a r e c id a m e n te a l o s R e d e c ía b ie n d e llo . Q u e , c o m o s e v e , la
y e s m u c h a s v e c e s y en to d a s s u s c a r t a s , b u e n a fa m a e s a q u e l la q u e d e s p u é s de
q u e m a n d a se a la s p e r so n a s q u e e n S e D io s h a c e l a s c o s a s . Y y o h e s i d o c u l
v i ll a te n ía n c a r g o d e la s c o s a s d e sta s p a d o e n e l p o b l a r , e n e l t r a t a r d e la
I n d ia s , q u e la s fa v o r e c ie se n , o a l m e g e n te y en o tra s c o sa s m u c h a s , c o m o
n o s , q u e no l a s e sto r b a se n n i in fa m a s e n . p o b r e e x t r a n je r o e n v id ia d o . D e l o c u a l
Y e sto cre o y o q u e d e c ía p r in c ip a lm e n to d o se v e ía e l c o n t r a r io y q u e e r a p o r
te p o r el d ic h o d o n J u a n R o d r íg u e z d e v o lu n t a d y c o n m a li c ia y a t r e v i m i e n t o ,
F o n s e c a , q u e y a e r a o b isp o d e B a d a jo z , com o y a p arece en m u ch as c o s a s .” E sta s
y d e lo s o tro s o f i c ia l e s ; y , c ie r t o , y o so n s u s p a l a b r a s .
s ie m p r e o í e c r e í e a lg o v i a l d ic h o E s c r i b ió t a m b ié n a S u s A l t e z a s c ó m o
o b is p o , h a b e r s id o y se r c o n t r a r io a la s t e n ía á p a r e ja d o s t r e s n a v io s p a r a e n v ia r
c o s a s d e l A lm ir a n t e , n o s é c o n q u é e s a l A d e la n t a d o a l a t i e r r a d e P a r i a q u e
p ír it u n i p o r q u é c a u s a , p u e s to q u e
d e j a b a d e s c u b ie r t a , y q u e e s t u v i e s e p o r
o í q u e ^ d ijo u n d ía el A lm ir a n te , c u a n
a l l á s e is m e s e s , d e n tr o d e l o s c u a l e s ,
d o su p o que e ra y a o b isp o : “ D óv os a
c ie r t o , c re y ó q u e h ic ie r a e l A d e l a n t a d o
e r a n d e s c u b r im ie n t o : y l l e g a r a a l c a b o
1 D eb id o a se r p ro v isio n a l la n u m eración l a v is t a h a s t a l a N u e v a E s p a ñ a , o al
d e l m anu scrito, este cap ítu lo e stá n um erado m e n o s b ie n c e r c a . Y p a r t i é r a s e j u n t a
co m o 157.
m e n te c o n lo s c in c o n a v io s e l m i s m o d ía ,
2 En el original pone aquí: había, perodeS’
pues está tachado: dicho, y quedó escrito entre s e g ú n d ic e , sin o p o r e s p e r a r l a r e s o l u
líneas: dixo. c ió n d e l c o n c ie r to e n q u e a n d a b a co n
HISTORIA DE LAS INDIAS 411
Roldan; porque el Adelantado era muy blicos, llenas de quejas del Adelantado,
esforzado, y hombre de guerra, y hasta que no hicieron al Almirante y a su es
que Roldan fuese reducido, no conve tado poco daño.
nía al Almirante ni al bien de toda esta
isla que él estuviese absente.
Finalmente, concluyó sus cartas, y CAPITULO CLVTl
con ellas envió a los Reyes un envolto
rio en que iban unos pañezuelos de Volviendo la pluma a contar el trato
aquellos pintados que traían los indios de Francisco Roldán y sus secuaces, re
de Paria, que dejaba descubierta, y cibida, pues, la carta del Almirante,
ciertas perlas; y creo, según entendí Roldán, según [se dijo] en el capítu-
de otras partes, no de carta ni relación lo 153 \ salió del Bonao con algunos
del Almirante, fueron las perlas que de los de su compañía, y vino aquí a
envió ciento y sesenta o ciento y seten Sancto Domingo con su poca vergüen
ta, y ciertas piezas de oro; y el envol za, debajo del seguro, a hablar con el
torio sellado. Y aquí dice que aunque Almirante, y según pareció (porque no
las perlas y oro que de allí envía sea concluyó nada), más para sacar gente
en cantidad poco, pero por la calidad que se le pasase, que para dar orden y
las envía, pues hasta entonces ninguno concierto en su vida desordenada. ISo
vido llevar perlas del Poniente; y así pude saber lo que con su venida, cuan
quiere dar a entender que se deben te do pareció ante su amo y señor el Al
ner en mucho. Envió también a los Re mirante, hizo y lo que dijo, ni cómo
yes la pintiura o figura de la tierra que el Almirante [le] rescibió, porque de
dejaba descubierta, con las islas distin creer es que pasarían cosas notables.
tas que cerca della estaban, y por escrito Finalmente, hablaron y trataron de
lodo su viaje. Por esta pintura o debujo concierto y de medios; y de creer es
que a los Reyes envió el Almirante, de quél dió las quejas que tenía o fingía
la dicha tierra de Paria, y por los rum tener del Adelantado, y que el Almi
bos y caminos que desde' las islas de rante le satisfaría a todas ellas y exhor
Cabo Verde había llevado, vino Alonso taría a la obediencia y reconciliación
de Hojeda y ordenó su viaje hasta dar del Adelantado, y ofrecería largamente
en la isla de la Trinidad y la tierra fir cuantos honestos partidos hallar pudie
me de Paria, y allí halló rastro y nuevas se, para vello a él reducido y a la isla
del Almirante, como ei mismo Hojeda asentada, como parece por muchas car
confiesa y depone en su dicho juramen tas que antes y después desta vista le
to, según arriba, en el cap. [140] ha escribía el Almirante, algunas de las
bernos declarado, y no según Américo cuales y las respuestas del mismo Fran
parece que quiso aplicarse a sí el descu cisco Roldán, de su nombre firmadas,
brimiento de la dicha tierra firme Pa he tenido y leído en mis manos.
ría, de donde provino poner nombre a Después de muy bien entre ambos y
la dicha tierra firme América los escrip- delante de muchos de los que aquí es
tores que escriben fuera de España, lo taban, personas principales, platicado,
cual, como allí se probó, es muy gran pidiendo Roldán cosas que graves eran
engaño. al Almirante, y respondídole lo que pa
Con las cartas y la figura o pintura recía razonable, quedó que lo platica
y relación de aquel viaje y del estado ría con su compañía, y, según lo que
en que todo lo de acá quedaba, se hi acordasen, su señoría lo sabría, y así se
cieron los dichos cinco navios a la vela, tomó al Bonao. Porque no se enfriase
a 18 de otubre de 1498, en los cuales lo que tanto el Almirante deseaba con
sospecho yo que irían cartas de Fran cluir, envió con él un mayordomo suyo
cisco Roldan y de otras personas mu que se llamaba Diego de Salamanca,
chas, que eran sus amigos ocultos o pú hombre cuerdo y bien honrado. Llega-
Carvajal comiese; después no quiso lle tarlo. Item, avisaba que llevaban m u
gar tanto lejos; apeáronse debajo de chas mujeres, hijas de señores caci
una sombra y, hablando mucho en ello, ques ; y que los que vinieron desterra
dice Roldan que quería tomar el conse dos para acá por sus delitos, que él
jo que muchas veces le había dado, y llama homicianos, eran los má? crueles
que le enviase el Almirante un seguro y desmandados, y decía que debían Sus
firme con provisión real y sellado con Altezas de mandar estar sobre aviso,
el real sello, y otro firmado de algunas para que lo más presto que pudiesen, ha
personas principales que con el Almi cerse, los prendiesen, y secrestasen lo
rante estaban, y que él iría a hablar ([ue llevaban (oro y esclavos y lo demás
con el Almirante y concluiría el medio que se les hallase), hasta que diesen
y concierto para que esto del todo se cuenta de lo que acá liabían cometido y
acabase, y que esto le decía en secre por qué causas; puesto que temía, según
to, que no lo supiese na4lie. Plugole dice, que no habían de osar ir al puer
dello mucho a Carvajal y quedó de en to de Cáliz, sino que forzarían a los ma
viárselo. rineros para que los llevasen a otra par
te, porque según los crímenes que ha
bían cometido, habían de rehusar que
CAPITULO CLVIIl no los tomasen.
Cuenta que ha padecido grandes an
Creyendo el Almirante que el con gustias, enojos y trabajos después que
cierto hecho de las dos carabelas o agora vino, por causa deste R oldán, y
navios que les envió se efectuara, acor que aun agora era por el mes de mayo
dó de escrebir ciertas cartas a los Re del año de mil y cuatrocientos y noventa
yes de todo lo que había pasado con y nueve y no lo vía comenzado.
Francisco Roldán y los demás, y avi Llegado, pues, Carvajal a esta villa
sando a Sus Altezas cómo lo que había donde estaba el Almirante, dióle cuenta
firmado había sido contra su voluntad, de todo lo que en Xaraguá con Roldán
y porque todas las personas principales y los demás había pasado, y la última
que deseaban el servicio de Sus Altezas resolución y secreto de Roldán. E l Al
se lo habían aconsejado, según vían en mirante, como no viese la hora de ver
peligro esta isla de perderse en indios el negocio acabado, luego mandó hacer
y en cristianos, si aquéllos no se iban la patente real por don Hernando y
de la tierra o no se reducían, y aquel doña Isabel (como se acostumbraba,
fuego desvergonzado, que cada día se para lo cual le habían concedido los
multiplicaba más, no se atajaba. Estas Reyes poder y facultad, y sellada con
cartas habían de ir en los dos navios, el sello real), en que le daba el seguro
escondidas por alguna persona fiel, que muy complidamente, como Roldán la
no lo sintiese Francisco Roldan ni al demandaba; y allende la provisión
guno de su compañía. Escribió que ha real, que no se pone aquí por ser gran
bía quitado a todos los indios el tribu de, ciertos caballeros de calidad de los
to, con título que los indios estaban que estaban con el Almirante, por sn
para levantarse, para después él haberlo mandado, le enviaron el presente segu-
por fuerza o por grado o por resgate; do, que yo vide de sus propriaa firmas
y que habían hecho y agora hacían más firmado: “Cognoscida cosa sea a to
grandes males en la tierra, porque ro dos los que la presente vieren, cómo
baban y mataban los indios, para los porque cumple a servicio del Rey e de
dejar todos alzados e indignados contra la Reina, nuestros señores, que venga
los cristianos, para que después de idos Francisco Roldán a Sancto Domingo a
ellos, a los que quedasen matasen. Y hablar e tomar asiento e concierto con
¿ívisaba que era fama que llevan mu el señor Almirante, el cual se teme del
cho oro, porque habían andado por toda dicho señor Almirante y de su justicia,
la isla resgatándolo, y no sólo ellos, e del señor Adelantado, y los que aquí
pero que tenían ya indios amaestrados firmamos nuestros nombres, decimos
que enviaban por otras partes a resga- que protestamos e damos nuestra f«.
HISTORIA DE LAS INDIAS 415
cada uno de nos como quien es, de no demandar, que sumariamente se pusie
hacer mal ni daño al dicho Francisco ron en el precedente capítulo. La pri
Roldán ni a ninguno de los de su com mera, que en aquellos navios quería en
pañía que con él vinieren, ni a sus viar y fuesen a Castilla algunas perso
hienes; ni consentiremos a toda nuestra nas, que no pasarían de 15. La 2.“, que
posibilidad que le sea hecho ningún a todos los que dellos quedaban el Al
daño a las dichas sus personas y bie mirante les diese sus vecindades y tie
nes, en todo el tiempo que él y ellos rras para labrar, y a cada uno su li
vinieren y estuvieren en el dicho Sancto branza, para que se les pagase el suel
Domingo, con condición que él ni do del rey que se averiguase debérse
ninguno dellos no hagan cosa que sea les, como si todo el tiempo que habían
de deservicio de Sus Altezas ni del di sido rebeldes y anduvieron robando ho-
cho señor Almirante. Fecha en la villa bieran servido. La 3.*^, que el Almiran
de Sancto Domingo, a tres de agosto de te mandase apregonar públicamente,
mili y cuatrocientos y noventa y nueve que si el dicho Francisco Roldán y loe
años.—Alonso Sánchez de Carvajal.— de su compañía habían hecho lo que
Pero Fernández Coronel.—Pedro de hicieron, fué por falsos testimonios
Terreros.—Alonso Malaver.—^Diego de que les levantaron personas que mal
Alvarado.—Rafael Cataño.” los querían y que no a'maban el servi
Estos seguros despachados a Francis cio de Sus Altezas. La 4.“, que el Almi
co Roldán, porque más presto Roldán rante constituye de nuevo al dicho
al concierto viniese y el negocio tan Francisco Roldán alcalde mayor pt)r
deseado y necesario para la paz y sosie provisión real.
go desta isla se concluyese, acordó el Esto, así concertado en la carabela,
Almirante de que lo hallasen más cer y el Almirante concedidas estas cosas
cano, como lo era en el cuidado de ver por la necesidad en que se vía, y asen
lo todo apaciguado. Y así metióse en tadas por escripto, salióse Roldán de La
nn navio a veinte y dos días de agosto; carabela a tierra, donde estaban apo
y llevó también otro navio coa él, en sentados él y su gente en el pueblo de
los cuales llevó consiga algunas perso los indios, donde dio parte a sus secua
nas principales, como fue Pero Her ces de lo que traía concedido del Almi
nández Coronel, Miguel Ballester, al rante. A cabo de dos días, usando de
caide; García de Barrantes, alcaide, las industrias y reveses acostumbrados,
Juan Malaver, Diego de Salamanca, que dél o quizá de los que con él an
Juan Domínguez, clérigo; Alonso Me- daban salían, los cuales no querían paz,
del, piloto, y Cristóbal Rodríguez, la sino andar como andaban, por desbara
lengua, y otros muchos, y vase la cos tar lo concertado y nunca venir de con
ta abajo hacia el Poniente, veinte o formidad, enviaron un tenor de una pro
veinte y cinco leguas desta villa, d\ visión real cual ellos ordenaron, llena
puerto que se llama Azúa, todas las de muchas cláusulas que añidieron,
cuales fué acercárseles. Donde vino Rol deshonestas y absurdas, creyendo que
dán y entró con algunos de los suyos en ninguna manera las otorgara el Al
en la carabela donde estaba el Almiran mirante, según él siempre creyó y afir
te, y allí platicaron en su reducción y so mó. Contenía todos los capítulos arriba
siego; y el Almirante, induciéndoles y en el capítulo precedente y estas otras
rogándoles a ellos y [que] viniesen a susodichas cuatro, y las que demás añi
servir a los Reyes como de antes, y que dieron intolerables; la postrera de las
él les haría toda honra y ayudaría cuales fué, que si el Almirante no cum
en todo lo que pudiese que fuese servi pliese lo concertado cumplidamente a
cio de los Reyes, como si ninguna cosa su voluntad, que les fuese lícito a él y
de las pasadas y presentes hobiera pa a ellos juntarse y poner todas sus fuer
sado. Respondieron que les placía, dan zas por cualquier forma e guisa que
do buena respuesta, con que su señoría mejor pudiesen, para constreñir al Al
les concediese cuatro cosas, allende las mirante para se las hacer por fuerza
otras que primero le habían enviado a complir e guardar. De donde parecía
416 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
colegirse argumento claro, que no te ceder todas las cosas que contra toda
nían gana de se reducir a la obediencia razón y honestidad y justicia le pedían
del Almirante, por no tener superior con esperanza que los Reyes temían inl
que a la vida que traían les estorbase, formación de todo y cognoscerían las
y así el Almirante con razón parece culpas dellos y la fuerza que a él se ha
que lo podía juzgar, pues tantas veces cía, y a la justicia real desacato, p¡.
los asientos que se hacían, con nuevos diéndole cosas, estando en tan extrema
motivos o colores, desbarataban. necesidad, que toda razón aborrecían,
Viéndose, pues, el Almirante, cerca y, al fin, por concedérselas no le cul
do de tantas angustias y de todas par parían. Todavía puso una cláusula el
tes, porque por una parte vía perderse Almirante, que todo aquello que otor
la isla con los daños que aquéllos ha gaba fuese con condición que cumplie
cían a los indios; por otra, cesar los sen los mandamientos de Sus Altezas y
tributos y provechos de los Reyes, que suyos y de sus justicias. Y a este propó
él tenía en el ánima por hacer los gastos sito dice el Almirante estas palabras:
que acá hacían con tanta dificultad y ‘‘Así que, por evitar este mal, con es
pesadamente; por otra, los disfavo peranza que Sus Altezas remediarían
res y émulos grandes que tenía; por todo, y que será bien visto y manifies
otra, que la gente común que estaba to a quien leyere la dicha provisión,
con él o que no seguía actualmente a que el tenor della ni lo que en ella está
Roldan andaba inquieta y en corrillos, no lleva razón, y es contra toda orden
y fué avisado que estaban dos cuadri de justicia y fuera della, y que forzosa
llas dellos para se alzar e ir robando mente se les firmó y otorgó, así como
por la tierra, diciendo con despecho la otra del oficio de alcaldía, sobre lo
que habiéndose alzado Francisco Rol- cual, después de asentado todo y firma
dán y los demás, cometiendo tan gran do esta primera provisión, porque él
des crímenes y habiendo destruido esta no quería que en ella fablase que había
isla, estaban ricos y se salían con todo de tener el dicho Roldán superior, se
ello, también ellos querían hacer lo alzó con toda la gente dando voces, y
mismo, y no andar en la obediencia del que ahorcaría a mi gente que estaba en
Almirante perdidos. Y vía que no tenía tierra, si luego no se embarcasen, por
gente de quien se fiase, si no era de lo cual hobe de firmar la dicha provi
muy pocos para les ir a la mano, pren- sión como quiso, por el tiempo y causas
dellos o resistilles; y queríanse ir a la susodichas.” Estas son sus palabras.
provincia de Higuey, que está esta costa Ciertamente, manifiesta parece la am
del Sur, al Levante, al cabo que llamó bición y malos respetos que aquel po
el Almirante de Sant Rafael, hacia la bre Roldán pretendía, y la necesidad
Saona, porque habían imaginado que extrema en que el Almirante se vía, y
allí serían ricos de oro. Item, porque cuán contra su voluntad lo que firma
debiera de haber venido algún navio de ba concedía.
Castilla, en el cual debía escribir el
obisoo de Badajoz, don Juan Fonseca,
al Almirante que estuviese la cosa sus CAPITULO CLIX
pensa, porque los Reyes presto lo reme
diarían. Y esto debía ser por las nuevas Firmadas a su voluntad las provisio
que llevaron los cinco navios, y esta nes en que se contenían los susodichos
ausnensión vía el Almirante que no capítulos y el Roldán alcaide mayor
podía sufrirse, pues tanto los daños y constituido, aunque ninguna jurisdic
escándalos crescían. ción tenía, y siempre fué persona pa
Así que, considerando el Almirante vada y no pública, y tirano en todo
todos estos inconvenientes, en medio cuanto hacía (porque determinación
de los cuales se hallaba como entre las es universal de todos los juristas qu®
ondas de la mar (que algunas veces para dar o transferir o prorrogar
había experimentado) cuasi zabullido dicción ha de haber en el que la con e-
acordó de escoger como menor mal con re, da o prorroga consentimiento puro
HISTORIA DE LAS INDIAS 417
mirante. La 3.^, porque sobre este alza tuviese valor y alcanzase efecto, reque
miento y rebelión estaban hechos dos ríase, según dice el Almirante, que
procesos y dada una sentencia contra mostrase por escriptura firm ada por
Roldán y los de su compañía, conde ellos y pasada entre ellos cómo se ayun.
nándolos por traidores, en lo cual no taban y por qué fin hacían su ayunta
pudo el Almirante dispensar ni quitar miento y en qué tiempo, y las condi-
les la infamia. La 4.*, porque en Ja cíones que todos pedían, los cuales se
provisión trata sobre cosas de la ha entenderían ser de la compañía de Rol.
cienda de Sus Altezas, lo cual no se dán y no otros. La 9.*, porque el dicho
pudo hacer sin los oficiales de los con Francisco Roldán, al tiempo que partió
tadores mayores, como estaba por los de Castilla él y los otros que entonces
Reyes ordenado y mandado. La 5.®» en el segundo viaje a estas Indias vinie
porque pidieron que se diese pasaje a ron, hicieron juramento sobre un cru
todos para Castilla, y no sonsacaron y cifijo y un misal, y dió la fe y hizo
exceptimron los delincuentes que ha pleito homenaje de ser leal a Sus Alte
bía enviado de Castilla y homicianos. zas y guardar el bien y pro de su ha
La 6.*, porque querían ser pagados del cienda, por ante el obispo de Badajoz
sueldo del rey todos y de todo el tiem e yo e otros muchos (dice aquí el Al
po que anduvieron alzados y en deser mirante) que allí estaban, como más
vicio de Sus Altezas, siendo como son largo parecerá por el dicho juramento,
obligados a pagar todos los daños y el cual está escripto en el libro de los
menoscabos que han hecho a los indios señores contadores mayores; de lo cual
y cristianos, y.a toda la isla y a la ha todo ha incurrido en el contrario, por
cienda real, y el cesar de los tributos que no han sido leal ni leales y ha
que habían de pagar los indios, y la echado a perder la hacienda y sido cau
pérdida de las dos carabelas que fueron sa que se haya perdido el tributo, y
por ellos, por el primer asiento que no solamente esto, mas el algodón de
ellos quebrantaron, a Xaraguá, y el Sus Altezas, que estaba en X araguá, le
sueldo y bastimento de los marineros, han tomado, y quemado el brasil que
lo cual todo por su causa se perdió, y estaba cogido y tomadas las velas y
en ello ni en parte dello el Almirante aparejos de los navios, y el ganado.
no pudo dispensar. La 7.“, porque son Estas son palabras del Almirante.
obligados a pagar, mayormente Rol Pone también a lo que Roldán. y los
dán, los gastos que se hicieron en Cas que se alzaron eran obligados a guar
tilla con pagar el sueldo de seis meses dar por virtud de la provisión que del
a los cuarenta hombres que tomó en asiento dicho les dió: lo primero, a
los tres navios y los que después se pagar todos los daños y menoscabos
pasaron a él venido el Almirante, los que se han recibido en la hacienda de
cuales venían cogidos y a sueldo de los Sus Altezas y las dos carabelas, por
Reyes para servir e trabajar en las mi una cláusula que está en ella, que dice
nas y en otras cosas que se les manda que sean obligados a pagar todo lo
sen para servicio de los Reyes, y más que por derecho se hallare que deben.
los bastimentos que comieron, y los fle Por otra cláusula son obligados a mm*
tes de los navios, trayéndolos acá, y ca jamás decir que fué bien hecho se
fue causa que se engrosase con ellos y alzar. Por otra cláusula son obligados
que no viniesen a obedecer muchos de a complir los mandamientos de Sus Al
los de su compañía, como habían es- tezas y del Almirante, y si no los cum
cripto sobre ellos cartas, y el mismo Rol pliesen, no era nada el asiento ni el
dán y los primeros por quien negocia seguro y podíase proceder contra ellos
y pide partido e inmunidad son aqué y por todos los delictos y alzamiento
llos, y con ellos los homicianos. La 8.% pasados, e incurrían en las penas que
porque el Roldán no mostró, ni señaló, contenía la provisión: y éstas eran per
ni nombró las personas de su compa dimiento de la vida, de los bienes y de
ñía, porque para que la provisión que los oficios. Por manera que por el pri
sobre este asiento el Almirante les dio. mer mandamiento que no obedeciesem
HISTORIA DE LAS INDIAS 419
ciento y «los personas, y díjole que to Almirante por sus cédulas, diciendo
llos querían vecindad y que la escogían que daba a fulano en el cacique fula
en Xaraguá, donde habían harto más no tantas mil matas o montones, que
reinado que el rey natural de aquella es lo mismo; y lo peor y miserando
provincia, Behechio. Y era la razón, que es y era, de donde comenzó la ih
porque allí, como algunas veces se ha rúnica pestilencia, o como arriba se
dicho, era cuasi la corte real de toda dijo, del repartimiento que después lia-
esta isla, donde en la policía y en la marón encomiendas, que decía en la
lengua y en la conversación y en la her cédula “ que mandaba que aquel caci
mosura de las gentes, hombres y muje que fulano y sus gentes le labrasen
res, y en los aires y amenidad y tem aquellas tierras” ; esto era, que acaba
planza de la tierra, a to«las las provin das aquellas matas y montones de co
cias desta isla (afinque todas son admi mer, le plantasen otras, sin señalar nú
rables y dignísimas) excedía. Y así, mero ni cuenta ni medida; y a los
en aquella más que en las otras (pues que señalaba o daba de las labranzas
to que también en todas), había gran de los indios ya plantadas, daba sólo
de aparejo para vivir desenfrenada tierras y los indios que se las hiciesen
mente los pecadores hombres, zabulli y plantasen en ellas. Y juntaba dos
dos en vicios. españoles o tres en compañía, y apli-
Por entonces no quiso el Almirante cabales tal cacique que les hiciese las
dalles licencia para se avecinar, por dichas labranzas de común, y después
que temió quizá que estando juntos el provecho dellas repartiesen. De aquí
no moviesen algún motín o rebelión, nacieron entre los españoles unas sane-
como después algo desto páreselo y de tas e inmaculadas compañías. Esta li
cirse ha. Avecindáronse algunos en el cencia dada por el Almirante, teníanse
Bonao, y de aquí se comenzó allí la ellos cargo de gastar aquellas labran
villa de! Bonao; otros en la Vega, en zas en las minas, forzando a los indios
medio della, donde vivía Guarionex, que fuesen a coger oro, aunque les pe
rey deba, que llamaban el Guaricano, sase; puesto que no iban sin otra li
media legua abajo de la fortaleza que cencia expresa del Almirante, dada por
se nombraba la Concehición, frontero escripto, que decía que se daba licen
cuasi hacia el Norte de la sierra, a la cia desde tal mes a tal mes; después
ribera del río que llamaron Verde. A pedían que se les acrecentase la dicha
otros dio vecindad en Santiago, seis licencia; en tal día o tantos de tal mes
leguas de allí, en la misma Vega, hacia se acrecentó la licencia para coger oro
el Norte derechamente, donde al pre a fulano hasta tal mes.
sente, está. Dada la licencia y señalado que tal
A estos que se avecindaban repartía cacique hiciese las labranzas de fulano,
el Almirante tierras en los mismos tér español, de tal manera del cacique y
minos y heredades de los indios, y de de su pueblo o pueblos y gente aquel
las mismas heredades o labranzas he hidalgo español se apoderaba, como si
chas y trabajadas por los indios, que los dieran todos por esclavos, o por
tenían para sustentación suya y de sus mejor decir, como si fueran bestias ca
mujeres y hijos, repartía entre ellos, zadas y habidas del campo, no hacieo-
a uno diez mil, a otro veinte mil, a cio más cuenta del cacique y señor
otro más a otro menos, montones o natural que de sus vasallos ; azotes y
matas, como si dijésemos, tantas mil palos, cortarles las orejas, y. a otros
cepas de vina. Sólo en esto se dife matarlos si en tantito dellos se enoja
rían : porque las cepas de las viñas son ban o no acudían tan presto a hacer lo
perpetuas o cuasi, pero las matas no que les mandaban. Si los caciques y
duran ni dan más de fruto de pan, y señores tenían hijas, luego con ellas
esto puede durar uno y dos, hasta tres eran abarraganados, y desta manera
años, que pueden comer dello, como estuvieron todos, yo presente, mueboí
arriba dijimos. Y este repartimiento años. Eran de todos los indios, por te*
destas labranzas y tierras, dábalas el mor violentísimo, adorados, y como de
HISTORIA DE LAS INDIAS 421
los demonios delante deílos tembla cas, todo de lo del rey, para comenzar
ban. Y guay de aquellos que se huían, a criar, porque se lo pedía, y aun creo
o, como los españoles decían en su len que fueron dos pavos de Jos de Casti
guaje, se alzaban, porque luego iban lla; y no le osaba negar nada. Pero lo
a buscallos y guerreallos y hacían en que más él pretendió por henchir me
ellos crueles matanzas, y los que a vida jor las manos, y le concedió el Almi
se tomaban vendían por esclavos, y rante, fué aquel gran rey Behechio
déstos iban a Castilla los navios car con sus gentes y vasallos, en la provin
gados. cia de Xaraguá, donde él, como dije,
Y porque Franciseo Roldán no era había más que Behechio reinado, por
el postrero en deseos de ser rico y que que aunque por allí no había oro, tenía
rer aprovecharse, pidió al Almirante infinitas gentes que pudiera enviar a
que le hiciese merced de las tierras las minas, donde todos los matara y
que estaban en cierta parte, cerca de la cogiera entonces mucho dello, si del
Isabela, que se llama el Ababruco, tie estado que como rey tenía, tan presto
rra de cierto cacique, y «le las labranzas el hilo no se le cortara.
que en ellas estaban, porque dijo que Partióse de aquí de Santo Domingo,
antes que se levantasen eran suyas. De para visitar la tierra dentro, con Ucen
ver fuera si las labriS él o los esclavos cia del Almirante, la cual Dios sabe
moros de su padre, y también qué po con qué corazón se la daba. Y llegan
der tenía el Almirante para darles las do al Bonao, instituyó por alcalde de
tierras y labranzas o haciendas ajenas aquella provincia en su lugar a Pedro
de los tristes indios Pero no embargan de Riquelme, uno de los más a él lle
te todo esto, el Almirante se las dió en gados de los con él alzados, reservando
veinte y nueve de otubre, como hacía para sí la jurisdicción en lo criminal,
a los otros, Dióles también otras labran y que, siendo necesario prender alguno
zas que estaban hechas por los indios en los criminales casos, lo prendiese
en una tierra o pago, en que había y enviase a la fortaleza de la Coneebi-
hecho una estancia que en Castilla lla cíón, donde hasta que él mandase lo
marán creo que casería o cortijo o he que se debía hacer, con prisiones le
redad, donde se hacían las labranzas y guardasen; cosa muy temeraria, y que
dellas el pan, y se criaban gallinas y él no podía hacer, aunque en la ver-
hacían güertas y todo lo demás que era <lad se le hobiera dado el oficio jurídi-
menester para tener hacienda o here y voluntariamente por el Almirante,
dad los españoles, y buena vida, ex cuanto más que ni en lo uno ni en lo
cepto los ganados que se tenían en otra otro tenía ni podía nada. Mucho sin
parte. Pienso que esta estancia era he tió esto el Almirante, porque le usur
cha en nombre del rey, y con este paba la superioridad de visorrey e go
título mandaban a los indios que la bernador, y en la capitulación y con
labrasen, y pusiéronle nombre Espe cierto hecho y la provisión a él dada
ranza. Concedióle más el Almirante al no se le había concedido sino que sólo
Roldán : que el cacique y señor que él fuese alcalde, y no que criase otros
había desorejado Alonso de Hojeda, alcaldes. El Riquelme trabajaba, des
como se dijo en el cap. [93] y su gente pués de ido Roldán, de hacer una for
se las labrasen. Veis aquí cómo se va taleza en un lugar fuerte en aquella
entablando a(juella tan justa goberna provincia tlel Bonao, lo que debía ser
ción que llamaron repartimiento, y des artificio de ambos para se hacer más
pués las honestas encomiendas. fuertes, cuando fuera menester, contra
Dice aquí el Almirante oue todo esto el Almirante. Contradíjole un Pedro de
hacía y daba para que hobiese tiempo Arana, hombre muy honrado, tío de
de saber de Sus Altezas, qué es lo gue don Hernando, segundo hijo del Almi
tnandaban hacer dél y de su compañía, rante, y escribiólo al Almirante y yo
pues, como prometieron, no se aparta vide la carta; luego el Almirante le
ban. Dióle animismo dos vacas y dos envió a mandar que no hiciese cosa en
becerros, y dos yeguas y veinte puer- ello hasta que se lo mandase.
39
422 FKAY BARTOl.OMK DE LA5 CASAS
ble la provisión universal de la Divina | también que debiera de es< rebir Frau-
Sapiencia, que, por una parte, permi- t cisco Roldan o sus amigos, llegaron
tiendo y disimulando- calle, y por otra | estos dos navios postreros, donde fue
parte, obrando, hable; por otra, ca- | ron los mensajeros, por cerca de Navi
liando, parece que aprueba; por otra, dad. Los del Almirante hacen relación
castigando, cuando menos los hombres a los Reyes del levantamiento y des
ofenden y más seguros están, sin duda obediencia de Francisco Roldáii, y de
reprueba; por otra, quitándonos las los que le siguiert)!! ser hombres faci
ocasiones de ofendelh\ a los que no norosos, viciosos, robadores, violentos,
sienten por qué el azote les viene, con ladrones, forzadores de inujeros casa
cede señalado bien para que lastar tan das, corruptores de \írgíne>, homici
to en esta o en la otra vida no tengan, das, falsos, perjuros, fementidos; de
y a los que por don de su su gracia los robos, muertes, daños grandes y es
lo entienden, misericordiosamente con cándalos que en toda esta isla liabíaii
suela I heclio, y de los trabajos y peligros que
Así creo que se bobo cu disponer el sobre esto el Adelantado y despues el
estado del Almirante la Divina Provi Almirante j)ade(*ieroii. Los de RoMán,
dencia, porque cuando le permitía y por el contrario, dieron del Almirante
disimulaba los males que a los indios V de sus hermanos terribles q\iejas,
hacía, parecía que, callando, se los llamándolos tiranos, injustos, crueles,
aprobara, y él así creo que lo creía; que por causas fáciles atormentaban los
pero cuando menos ofendía y en ma españülesS, los degollaban, ahorcaban,
yores angustias estaba, juntamente con azotaban, cortaban manos, sediendo la
envialle algún castigo, le quitó la oca sangre castellana como capitales ene
sión certísima y vehemente de su dam migos, deserviílores de los Reyes, y que
nación eterna, si mucho tiempo más se no procuraban sino alzarse con el im
lo disimulara. De aquí es de creer pia perio destas Indias, y daban esta conje
dosamente y dello hay hartas con jectu tura': que no dejaban coger el oro de
ras, que como Nuestro Señor le conce las minas por habello todo ellos, y otras
dió tener buena voluntad y que todo muchas abominaciones que afirmaban
lo que hacía y obraba parece que lo contra ellos para excusar su alzamiento
enderazaba finalmente al honor divino, y desvergüenza, diciendo que por estas
que después le diese cognoscimiento causas se absentaron y apartaron de-
para que sintiese que, por los grandes llos. Cerca de lo que yo sentí e entien
pecados que cometió contra estas gentes do de todo esto, abajo diré mi senten
y daños gravísimos que con su ignoran cia. Oídos los clamores y quejas de
cia no excusable les hizo, privación de ambas partes, los Reyes, de lo que ha
su estado (aunque no por sentencia bían proveído y aún estaban proveyen
pronunciada en contradictorio juicio, do, en ningún caso se arrepintieron,
sino por voluntad de los Reyes), y las antes se confirmaron en su propósito,
otras calamidades con todo lo demás, y muchas otras cosas para el remedio,
le vino. según juzgaron ser necesario, prove
Y éste es el primer principio, por el yeron.
cual, de los celestiales bienes y de nues
tra final salvación, supuesta la gracia CAPITULO CLXTI
divina, nos hacemos dignos.
Teniendo ya determinado los Reyes Por este tiempo, en aquestos navios
de quitarle la gobernación, no creo que dos o en otros que envió poco después,
perpetuamente, y firmado las provisio escribió el Almirante a los Reyes una
nes a veinte y uno de mayo de aquel año carta muy larga, en la cual hizo un epí
de 1499, como dije, solamente movidos logo y abreviatura de todas las cosas
por las nuevas que tuvieron, que él es que le habían acaecido después que
cribió en los cinco navios, de que lle vino y estuvo en la Corte y propuso su
gado a esta isla halló que Francisco empresa ante los Reyes de descobrir
Roldáa era levantado, puesto que creo estas Indias, hasta estos presentes días;
424 FKAY BARTOLOME DE LAS CASAS
de ia cual quiero aquí referir algunos tanto los tenía ciegos la cudicia. E no
pedazos, porque me parece convenir e pensaban, que bien que obiese oro, que
testificar, con él mismo, muchas cosas sería en minas, y los otros metales, y las
de las arriba dichas, y también porque especias en los árboles; y que el oro
se sepan las quejas que de su fortuna sería necesario de cavarlo, y las especias
y adversarios con razón tenía y las razo cogerlas y curarlas. Lo cual todo les
nes y disculpas que para ello traía. predicaba yo en Sevilla; porque eran
Hablando de su venida deste viaje tantos los que querían venir, e yo les
tercero que hizo, y de cómo llegó a cognoscía su fin, que hacía decirles esto,
esta isla Española y halló levantado a y todos los trabajos que suelen sufrir
Roldan, entre otras cosas dice: ‘‘Des los que van a poblar nuevamente tierras
pués que vine y con tanta gente y pode de muy lejos. A lo cual todos me res
res de Vuestras Altezas, él se mudase de pondían que a eso venían y por ganar
9 u primero propósito y dijese esto, yo honra en ello. Mas como fuese el con
quíí^íera salir a él, mas hallé que era la trario, como yo dije, ellos, en llegan
verdad, que la mayor parte de la gente do acá, que vieron que yo les hahía
que yo tenía eran de su bando; que dicho la verdad, e que su cudicia no
como fuese gente de trabajo y que yo había lugar de hartarse, quisiéranse
para trabajo los hobiese asoldado, este volver luego, sin ver que fuese im posi
Roldan y los que con él eran y los ble de conquistar y señorear esto; y
otros que ya estaban de su parte, tuvie [lorque yo no se lo consentí, me toma
ron forma de los emponer que se pa ron odio, y no tenían razón, pues que,
sasen con ellos, porque no trabajarían por importunidad los había traído y
e temían rienda suelta y mucho comer hablado claro que yo venia a conquis
y mujeres, y sobre todo, libertad a ha tar, y no por volver luego, como aquel
cer todo lo que quisiesen. E así fué ne que ya había visto otras semejantes e
cesario que yo disimulase, y en fin, que tenía cognoscida su intinción. Y asi
vine en concierto q[ue yo lea diese, de mismo me tomaron odio porque yo no
las tres carabelas que había de llevar el los consentía ir por la tierra adentro,
Adelantado a descubrir, las cuales es derramados de dos en dos o tres en tres
taban de partida, las dos, y cartas para y algunos solos, por lo cual los indios
Vuestras Altezas de bien servido, y su habían muerto muchos a esta causa, por
sueldo y otras muchas cosas deshones andar así derramados; y mataron más
tas. E así se las envié allá al cabo del si yo no lo remediara, como d ije ; y
Poniente desta isla, allí donde ya tenían llegara su osadía a tanto, que me echa
su asiento. E así he estado siempre en ran sin debate de la tierra, si Nuestro
fatiga, de que yo vine, y estoy hoy día, Señor no lo proveyera. Rescebi en esto
que es el mes de mayo de noventa y grande pena, así como en los bastimen
nueve, porque aún no se ha ido, y tie tos de que yo les había de proveer : que
ne alia los navios, e cada día me hacen algunos que no podían dar de comer
saltos y enojos. Nuestro Señor lo reme en Castilla a un mozo, quería tener acá
die como fuere su servicio. seis o siete hombres, e que yo se los go
Muy altos príncipes, cuando yo vine bernase y pagase sueldo; que no había
acá, truje mucha gente para la conquis razón ni justicia que los hiciese satis
ta destas tierras; los cuales rescebi to fechos.
dos por importunidad, diciendo ellos Otros habían venido sin sueldo, digo
que servirían en ello muy bien y mejor bien la cuarta parte, escondidos en las
que nadie r y era al revés, según des naos, a los cuales me fué necesario de
pués se ha visto; porque no venían contentar, así como a los otros; en ma
salvo con creencia que el oro que se nera que desde entonces, en mavor
decía que se hallaba y especerías, que pena con los cristianos que no con los
era a coger con pala, e las especias que indios, y hoy en día no acabo, antes
eran dellas los líos hechos liados, y por una parte se ha doblado y por otra
toda a la ribera de la mar, que no ha- se me alivia. Dóblaseme por este ingra
jbía más salvo echarlos en las naos; to desconocido, Roldan, que vivía cofi*
HISTORIA DE LAS INDIAS 425
migo, y los que con él son, a los cuales y dura esto hoy en día. Mas Dios Nues
yo tenía hecha tanta honra, y a este tro Señor, el cual sabe bien mi iníiii-
Roldan (que no se tenía nada), dado en ción ^ y la verdad de todo, nie salvará,
tan pocos días, que tenía ya más de «n ansí como hasta aquí Jiizo: porque has
cuento, y a estatros que agora nueva ta hoy no ha habido persona contra mí
mente se fueron con él allegando de con malicia, que no le haya Kí castijía-
Castilla, dado dineros e buena compa do, y por esto es bien de echar todo el
ñía; así que estos me tienen en pena cuidado en su servicio, que K1 le dará
De otra parte.estoy aliviado, porque la gobierno.
otra gente siembran e tienen ya mu Allá dijeron que yo había asentado
chos bastimentos e saben ya la costum el pueblo en el peor lugar de la isla, y
bre de la tierra e se comienza a gustar es el mejor della, y dicho de boca de
de la nobleza della e fertilidad, algún todos los indios de la isla. Y éstos que
contrario de lo que hasta aquí se decía: esto decían, muchos dellos no habían
que creo que no haya tierra en el mun- salitio fuera del cerco de la villa un tiro
do tan aparejada para haraganes como de lombarda : no sé qué fee podían dar
ésta, e muy mejor para quien quisiere dello. Decían que morían de sed, y pasa
ayuntar hacienda, como después diré, el río allí junto con la villa, aun no tan
por no salir del propósito. Así que, lejos como de Sancta María, en Sevilla,
nuestra gente que vino acá, visto que al río. Decían que este lugar era el más
no podían henchir su cudicia, la cual doliente, y es el más sano; bien que
era desordenada, y aun atanto que mu toda esta tierra es la más sana y de más
chas veces he pensado y creído que aguas y mejores aires que otra que sea
ella haya sido causa que Nuestro Señor debajo del cielo. Y se debe creer que
nos haya cubierto el oro y las otras co es así, pues que [está] en un paralelo
sas; porque luego que acá salí al cam-^ y en una distancia de la línea equinoc
po, hice experimentar a los indios cuán cial con las islas de Canaria; las cuales
to dello podían coger, y hallé que algu en esta distancia son conformes, maa
nos que sabían bien dello, cogían en no en las tierras, porque son todas sie
cuatro días una medida en que cabía rras secas y altísimas, sin aguas, y sin
una onza y media; y así tenía yo asen fructo ni cosa verde, las cuales fueron
tado con todos los desta provincia de alabadas de sabios por estar en tan bufo
Cibao, y los aplacía de dar de tributo na temperancia, debajo de tan buena
cada persona, hombre y mujer, de cua- parte del cielo, distantes de la equinoc
torce años abajo (sic) hasta setenta, cial, como ya dije; mas esta Española
una medida destas que yo dije, de tres es grandísima, que boja más que Espa
en tres lunas; e le cogí yo este tributo ña, y muy llena de vegas y campiñas
hasta que fui a Castilla. Así que esto y montes y sierras y ríos grandísimos y
tengo yo imaginado que la cudicia haya otras muchas aguas y puertos, como la
sido causa que se pierda. Mas estoy pintura della, que aquí irá, hará ma
muy cierto que Nuestro Señor, por su nifiesto; y toda populatísima de gente
piedad, no mirará a nuestros pecados, muy industriosa. Así que creo que de
e que en viendo tiempo para ello, que bajo del cielo no hay mejor tierra en
luego lo volverá con ventaja. La cual el mundo. Dijeron que no había bastí
gente nuestra, después que vi do que m mentos, y hay carne y pan y pescado y
parecer no les salía como lo tenían ima de otras muchas maneras, en tanta
ginado, siempre después estaban con abundancia, que después de llegar aca
congoja para se volver a España. E así peones que se traen de allá para traba-,
les daba yo lugar que fuesen en cada jar acá, que no quieren sueldo, y se
pasaje, y por mi desdicha bien que de mantienen a ellos e a indios que les sir
mí hobicsen rescebido mucha honra y ven, y como se puede tomar por este
buen tratamiento, ellos, en llegando Roldan, el cual va al campo, ya es más
allá, decían de mí peor que de un de un año, con ciento y veinte j)p.rsonas-
moro, sin dar a ello ninguna razón, y 1 En verdad yo creo qne ella era buena.—
me levantaron mil testimonios falsos, Nota al margen, de letra de Las Casas^
4-26 FKAY BARTOLOME D E LA S CASAS
Jas cuales traen iiiá- de quinieiítus in les tienen aquí los alcaldes los procesos.
dios que Ies sirven ^ e a todos los man Otros infinitos testimonios dijeron de
tienen con mucha ahinidancia Dije mí y de la tierra, la cual se ve que
ron que yo había tomado fd ganado a Nuestro Señor la dio milagrosamente, y
la gente que lo trujo acá. y no trajo la cual es la más hermosa y fértil que
nada nadie dello, salvo yo ocho puer haya debajo del cielo. En la cual hay
cas, que eran de muchos; y porque és OTO y cobre y de tantas maneras de es
tos eran personas que se querían volver pecias y tanta cantidad de brasil, del
luego a Castilla y las mataban, yo se cual, sólo con esclavos, me dicen estos
lo defendí porque multij>licasen, mas mercaderes que se puede haber cada
no que no fuesen suyas, de que se ve año cuarenta cuentos; y dan razón
agora que hay acá dellos sin cuento, dello, porque es la carga ahí por más
que todos salieron desta casta, y las cua de tres veces tanto cada año; y en la
les yo truje en los navios y les hice la eual puede vivir la gente con tanto des
costa, salvo el primer gasto, que íué se canso, como todo se verá muy presto,
tenta maravedís la pieza en la isla Go y creo que según las necesidades de
mera, Castilla y la abundancia de la Española,
Dijeron que la tierra de la Isabela, se haya de venir a ella muy presto de
adonde es el asiento, que era muy mala allá grande pueblo, y será el asiento en
y que no daba trigo; yo lo cogí y se la Isabela, adonde fue el comienzo,
comió pan dello, y es la más fermosa porque es el más idóneo lugar y mejor
tierra que se pueda cudiciar: una vega que otro ninguno de la tierra, como
de catorce leguas de largo y dos de an se debe de creer, pues que Nuestro Se
cho, y tres y cuatro, entre dos sierras, ñor me llevó allí milagrosamente, que
y un río muy caudaloso que pasa por fué que no pude ir atrás ni adelante con
medio, al luengo della, y otros dos no las naos, salvo descargar y hacer asien
grandes, así como muchos arroyos que to? Y la cual razón me movió a escre-
de la sierra vienen a ellos. Ni por pan bír esta escríptura, por la cual dirían
de trigo cura nadie, porque estotro es algunos que no era necesario de rela
mucho y mejor para acá y se hace con tar fechos pasados, y los ternán por
menos trabajo. prolijos y son tan breves; mas yo com
De todo esto me acusaban contra toda prendí que todo era necesario, así para
justicia, como yo dije; y todo esto era Vuestras Altezas, como para otras per
porque Vuestras Altezas me aborreciesen sonas que habían oído el maldecir con
a mí y al negocio; mas no fuera así si tanta malicia y engaño, lo cual se ha
el autor del ‘descubrir dello fuera con dicho sobre cada cosa de las escripias;
verso,^ porque conversos, enemigos son y no solamente de las personas que fue
de la prosperidad de Vuestras Altezas y ron acá, mas, con mucha crueldad, de
de los cristianos. Mas echaron esta algunos que no salieron de Castilla,
fama y tuvieron forma que llegase a se los cuales tenían facultad de probar
perder del todo. Y éstos que son con su malicia al oído de Vuestras Altezas;
este Roldán que agora me da guerra, y todo con arte, y todo por me hacer
dicen que los más son dellos. mala obra, por envidia, como a pobre
Acusáronme de la justicia, la cual extranjero. Mas en todo me ha. socorri
siempre hice con tanto temor de Dios y do y socorre Aquel que es eterno, el
de Vuestras Altezas, más que los delin cual siempre ha usado misericordia
cuentes sus feos y brutos delictos, por conmigo, pecador muy grande.” Todo
los cuales Nuestro Señor ha dado en el lo dicho es del Almirante. Y dice más
mundo tan fuerte castigo, y de los cua- abajo, describiendo ciertas sie rra s:
“ Estas sierras, ambas, son pobladas y
2 Los que toman de por fuerza a sus padres eran populatísimas cuando yo vine acá.
y a su libertad.—Nota al margen, de letra de y se han algo despoblado, porque la
Lax Casas.
Porque lo robaban a los indios que esta gente dellas probaron la guerra conmi
ban en sus casas sin ofensa de nadie.—/Vota go y Nuestro Señor me dió victoria
al margen, de letra de Las Casas. siempre; las cuales sierras, am bas, lo
HISTORIA DE LAS INDIAS 427
más dellas son labradas y de preciosas halló en todos los lugares destas islas
tierras fértilísimas, etc/’ donde llegó, mayormente cuando per
Muchas cosas había en esta carta que dió la nao en el puerto de la Navidad,
notar, pero porque algunas quedan di« reino del rey piadoso Guacaiiagarí (co
chas en otros capítulos, y por abreviar, mo parece en los capítulos 59 y 6Ü y
solamente aquesta postrera que dice el en los siguientes), y esta relación hicie
Almirante, se debe notar : que la tierra ron los Reyes al Papa, de la bondad y
halló populatísima cuando vino, pero mansedumbre destas naciones, que no
que estaba algo despoblada, porque le habían de mandar que las conquista
probaron guerra contra él los indios; se con guerra. Y si los Reyes le dieron
y quiere decir, que por la guerra que tal provisión, él no la había, como in
él les hizo, la había despoblado algo. Y justa, de complir, arbitrando que ha
no es maravilla que la despoblase, pues bían sido mal informados.
enviaba los navios cargados de escla
vos, y los tenia y entendía tener por
granjeria, ignorando tan malamente la CAPITULO CLXIII
justicia que los indios tenían de hace-
lie a él guerra y echallo de la tierra Necesario es, antes que pasemos ade
a él y a todos los cristianos, y también lante, tornar un poco atrás, para que la
del mundo, pues tantos agravios y ma historia no deje olvidada cosa de las
les él y ellos les hacían y la servidum que son señaladas. Volviendo, pues, al
bre durísima en que los ponían, es efecto que salió, sin lo dicho, de los
tragándoles y desordenándoles total cinco navios que despachó el Almirante
mente su mansedumbre, su concierto con las nuevas del descubrimiento de
pacífico, su ser todo y humilde y na la tierra de Paria y firme y perlas, y del
tural policía, y finalmente, con tanto acaecimiento que mezcló el alegría que
daño de sus vidas y de mujeres y hijos; los Reyes recibieran de las tales nue
y él ni los cristianos contra ellos no vas, si no supieran la rebelión de Fran
tenían alguna justicia, antes iniquísinia cisco Roldán; como Alonso de Hojc-
y contra toda razón natural, injusticia. da, que ya estaba en Castilla (el cual,
A lo otro que dijo arriba, que ha creo yo, que debiera de irse cuando mi
bía avisado en Sevilla a los que querían tío Francisco de Peñalosa), supo que
venir acá, que no venía a esta isla sino el Almirante había la dicha tierra des
a conquistar, etc., no mostrará el Al cubierto y las perlas, y vido la figura
mirante provisión ni mandado de los que el Almirante envió a los Reyes
Reyes, que le mandasen conquistar es deRa, y decía en sus cartas que era isla,
tas gentes por vía de hacelles guerra y y con duda, o alguna creencia, qué era
destruillas por guerras, porque no se tierra firme, como le favorecía y era
las encomendaba la Sede Apostólica aficionado el obispo de Badajoz, don
para eso, sino para convertillas y sal- Juan de Fonseca, que todo lo rodeaba
vallas, trayéndolas a Jesucristo muerto y proveía, suplicóle que le diese licen
y vivo por ellas. Esto claro parece por cia para venir a descubrir por estas par
el primer capítulo de la instrucción tes islas o tierra firme o lo que halla
que le dieron, que arriba en el 81 ca se. El obispo se la dio firmada de su
pítulo pusimos. Item, ¿cómo habían de nombre y no de los Reyes, o porque
mandar los Reyes Católicos y píos que los Reyes se lo cometieron que él die
conquistase por guerras a gente que el se las tales licencias o aquélla sola (lo
Almirante mismo había loado, predica cual es duro de creer), o porque de
do y encarecido por humilísimas, gra su propria autoridad se la quiso dar, no
ciosas, humanas, hospitales, liberales, dando parte a los Reyes; ]>orque como
dadivosas, caritativas, bonísimas y sim- el año de noventa y cinco el Almiran
plicísimas? Mam.'Hesto es que no se debe te se había quejado a los Reyes «er
creer que teniendo tal noticia, dada por contra sus privilegios dar licencia a al
el mismo Almirante y con verdad y guno para descubrir, porque muchos la
justa razón, pues tan buen acogimiento pedían, y le dieron sobrecarta para que
428 FRAY BARTOLOME DE L A S CASAS
pués de! Almirante, y Américo fué con laquimo, que se decía la tierra del
Hojeda y confiesa que llegaron a Pa brasil, que había llegado allí Hojeda.
lia. Pues el Almirante partió de Sant a cinco de septiembre, y así lo escribió
Ííúcar a treinta de mayo de noventa y el Almirante a los Heves en los navios
>cho años, luego Hojeda y Américo donde fueron los procuradores del Al
)artieron de Cáliz el año siguiente de mirante y de Roldan; v esto fué en el
iQventa y nueve años; porque si el Al- ano de noventa y nueve, al tiempo (pie
nirante partió a treinta de mayo de andaba a<*abáiuIose o era aldabada la
jaiit Lúcar, y Hojeda y Américo a reducción de Francisco Koldán y <le su
veinte de mayo de Cáliz, y el Almiran compañía a la obediemda del Almiran
te partió primero, no pudo ser la parti te, y éste era el primer viaje que Amé-
da de Hojeda y Américo en aquel año rico hizo con Hojeda; luego no pudo
de noventa y ocho, sino en el siguiente haber partido Hojeda ni Américo de
de noventa y nueve años. Ni se ]>iiede Cáliz el año de siete, sino de nueve.
decir en contra que pudo ser haber Que fuese aqueste el priimu* viaje que
partido Hojeda y Américo primera hizo Hojeda y Américo en busca de la
mente a veinte de meyo el año mesmo tiera firme, parece por las' dos <*osas
de noventa y ocho, que partió el Almi que arriba se pusieron, que el mismo
rante, puesto que fuese verdad que el Américo en su primera navegación di
Almirante llegase primero y descubrie ce : la una, que llegaron a la tierra que
se a Paria, porque ya temíamos confe llamaban los moradores della Paria;
sado el intento, conviene a saber, que la segunda, que les liirieroii los iinlios
el Almirante hobiese descubierto a Pa en cierta isla 22 hombresS y les mataron
ria, y quedaría el dicho de Américo uno; y esto dijeron a Francisco Roldan
falso también, por él confesado, que los de la compañía de Hojeda cuando
dice que partió el año de noventa y entró en los navios de Hojeda el mismo
siete años. Luego, sin duda, ni partie Francisco Roldan, el cual envió al Al
ron de Cáliz el año de siete, ni tampo mirante a ello luego que supo que había
co el de ocho, sino el de noventa y llegado Hojeda a la tierra de! brasil,
nueve años; y por consiguiente, queda desta isla, como se dirá en «d cap. 167.
manifiesto que no fué Américo el que Escribió Francisco Roldan al Almi
descubrió primero a la tierra firme de rante desde allá éstas, entre otras pala
Paria, ni otro ninguno, sino el Almi bras, las cuales yo vide, firmadas del
rante. Esto se confirma por lo que arri Francisco Roldán, y era su firma bien
ba en el capítulo 139 se vido que Hoje cognoscida de mí. Comienza así la car
da en su deposición, tomado por testigo ta : “Hago saber a vuestra señoría, có
en favor del fisco, dijo, conviene a mo yo llegué a donde estaba Hojeda, el
saber: q[ue después que vido la pintura domingo, que se contaron veinte y nue
de la tierra que el Almirante había des ve de setiembre, etc.” Y más abajo :
cubierto, en Castilla, vino a descubrir “ Así que, señor, yo hobe de ir a las ca
e halló ser así verdad la tierra, como en rabelas y fallé en ellas a Juan Velázquez
pintura la había visto; pues esta pintu y a Juan Vizcaíno, el cual me mostró
ra y relación envió el Almirante a los una capitulación que traían para des
Reyes el mismo año de noventa y ocho, cubrir, firmada del señor obispo, en
a diez y ocho de otubre que partieron que le daba licencia para descubrir en
los cinco navios y llegaron por Navi estas partes, tanto que no tocase en tie
dad, y en ellos fué mi padre, como rra del señor rey de Portogal, ni en la
parece en el cap. 154, arriba. Luego si tierra que vuestra señoría había descu
partió Hojeda y Américo por mayo, a bierto fasta el año de noventa y cinco.
veinte dél, como escribe Américo mis Descubrieron en la tierra que agora
mo, no pudo ser sino al año siguiente nuevamente vuestra señoría descubrió;
de noventa y nueve. dicen que pasaron por luengo de costa
Item, por otra razón se confirma: seiscientas leguas, en que hallaron gen
el Almirante fué avisado de los cristia te que peleaba, tantos con tantos, con
nos que estaban por la provincia de ellos, y hiciéronles veinte hombres y
430 FUAY BARTOLOME DE LAS CASAS
í :„
432 FRAY BARTOLOME ÜE LA S CASAS
ció infinita multitud de gentes que ve I y amigo, y el querelloso, que es el mas
nían a ver cosa tan nueva. I antiguo pariente, en las plazas llama y
Sallaron en tierra 40 hombres bien S convoca a los vecinos que le ayuden
aparejados; llamaron las gentes como j contra los que tienen por enemigos
con señuelos, mostrándoles cascabeles I A'o guardan hora ni regla en el comer
y espejuelos y otras cosas de Castilla; j sino todas las veces que lo han gana;
ellos, siempre temiendo no fuesen cebo I y esto es porque cada vez comen poco,
de anzuelo o carne de buitrera, no los y siéntanse en el suelo a comer; la co
creían, pero al cab(», algunos de los in- mida, carne o pescado, pénenla en cier
<lios (j[ue se atrevieron, llegáronse a los tas escudillas de barro que hacen, o en
cristianos y las cosillas que les daban medias calabazas. Duermen en hama
recibieron. Sobrevino la noche; vol cas hechas de algodón, de las que am‘.
viéronse a las naos y los indios a sus ba, hablando desta isla, dijimos. Son
pueblos; y en esclaresciendo, estaba la honestísimos en la conversación de las
playa llena de gente, hombres y mu mujeres, como dijimos de los desta
jeres con sus niños en los brazos, como isla, que ninguna persona del mundo
unas ovejas y coríleros, que era gran lo ha de sentir; y cuando en aquello
de alegría vellos. Saltan los cristianos son honestos, usan gran deshonestidad
en sus barcas para salir en tierra, en el orinar ellos y ellas, porque no se
éehanse los indios al agua nadando, apartan, sino en presencia de todos:
vienen a recibillos un gran tiro de ba y lo mismo no se curan de hacer el es
llesta. Llegados, a tierra, de tal mane truendo del vientre.
ra los recibieron y con tanta confianza No tenían orden ni ley en los matri
y seguridad o descuido se juntaban los monios; tomaban ellos cuantas querían
indios con ellos, como si fueran sus y ellas también, y dejábanse cuando
padres los unos de los otros y toda su les placía, sin que a ninguno se haga
vida hobieran vivido y conversado en injuria ni la reciba del otro. No eran
tre ellos. celosos ellos ni ellas, sino todos vivían
Era esta gente de mediana estatura, a su placer, sin recibir enojo del otro.
bien proporcionados, las caras no muy Multiplicaban mucho; y las mujeres
hermosas por tenellas anchas, la color preñadas no por eso dejaban de traba
de la carne que tira a rubia como los jar. Cuando paren tienen muy chicos y
pelos del león, de manera que a estar cuasi insensibles dolores; si hoy paren,
y andar vestidos, serían poco menos mañana se levantan tan sin pena, como
blancos que nosotros. Pelo alguno no si no parieran; en pariendo, vanse lue
lo consienten en todo su cuerpo, sí no go al TÍO a lavar y luego se hallan lim
son los cabellos, porque lo tienen por pias y sanas.
cosa bestial; ligerísimos hombres y mu Si se enojan de sus maridos, fácil
jeres, grandes nadadores, y más las mente, con ciertas hierbas o zumos
mujeres que los hombres, más que abortan, echando muertas las criaturas;
puede ser encarecido, porque nadan y aunque andan desnudas todo el cuer
dos leguas sin descansar. Entendieron po, lo que es vengonzoso, de tal mane
los nuestros ser muy guerreros; sus ra lo tienen cubierto con hojas, o con
armas son arcos y flechas muy agudas, tela o cierto trapillo de algodón, que
las puntas de güesos de peces, y tiran no se parece. Y los hombres ni las mu
muy al cierto. Llevaban a sus mujeres jeres no se mueven más porque todo
a la guerra, no para pelear, sino para lo secreto y vergonzoso se vea o ande
llevarles las comidas y lo que más sue descubierto, que nosotros nos movemos
len consigo llevar. No tienen reyes, ni viendo los rostros o manos de los hom
señores, ni capitanes en las guerras, bres. Son limpísimos en todos sus cuer
sino unos a otros se llaman y convocan pos ellos y ellas, por lavarse muchas
y exhortan cuando han de pelear con veces.
tra sus enemigos. La causa de sus gue- Religión alguna no les vieron que
rran entendieron ser contra los de otra tuviesen, ni templos o casas de ora
lengua, si les mataron algún pariente ción, Las casas en que moraban eran
HISTORIA DE LAS INDIAS 433
Jan guerras, y otras semejantes. Y por | voces, hacen tantos clamores, mesában*
esto, sólo aquello que por los ojos vían | se los cabellos, mostraban tanto dolor
o podían ver, como era lo que comían y angustia, que parecía que rasgaban
y bebían, y que andaban desnudos y los cielos. Viendo esto las doncellas,
eran de color tal y grandes nadadores súbito se dejan caer a la m ar, y los
y otros actos exteriores, lo podemos indios que estaban en las canoas co
creer; lo demás parece todo ficciones. menzaron a apartarse de ios navios y
a tirarles flechazos muy a menudo;
y los que venían nadando, diz que
traían sus lanzas con el agua encubier
CAPri'ULO CLXV tas. Debía ser tirar las flechas y traer
las lanzas por defensa de las mucha
Dejaron estas gentes y vanee la <íOsla chas, ya que se arrepentían de se Ihb
abajo, muchas veces saltando en tierra haber dado, porque no se las tornasen
y viendo y tratando diversas gentes, a tomar. Visto esto, los cristianos, que
hasta que llegaron a un puerto, en el no sufren a ios indios muchos jugue
cual, corno entraron, vieron un pue tes, saltan en las barcas y van tras
blo sobre el agua fundado, como Ve- ellos; embisten las canoas y anéganse-
necia; en el cual, dice Américo, que las, matan veinte dellos y acuchillan
había veinte casas muy grandes de la y alancéanles muchos, no del todo
hechura de las otras, en forma de cam muertos. Sálvanse a nado todos los que
pana, puestas sobre postes validísimos, pudieron. De los cristianos quedaron
a las puertas de las cuales tenían sus heridos cinco, pero no patlecieron pe
puentes levadizas, por las cuales, como ligro alguno. Cogieron de las mucha
por calles, pasaban y andaban de una chas dos, y tres de los hombres pren
casa a otra. Los vecinos dellas, así como dieron. Van luego a las casas; no
vieron los navios y la gente dellos, tu
vieron grande miedo, a lo que pareció, hallaron más de dos viejas y un hom
bre enfermo; no quisieron quem ar las
y alzaron luego todas sus puentes, y
todos en sus casas se recogieron. Estan casas porque les pareció tener escrú
pulo de consciencia, dice Américo.
do los cristianos mirando y admirándo Harto fuera mejor y no menos escrú
se desto, ven venir doce canoas o bar
quillos de los de un madero, llenas de pulo se hiciera, dejallos ir e mostralles
gente que se venían a ellos; y llega mansedumbre y dalles a entender que
dos, páranselos a mirar, rodeando ios no les querían hacer mal, por señas,
navios de una parte a otra, maravilla ni venían a eso, enviándoles de las co-
dos y como pasmados de vellos. Hicié- sillas de Castilla, y vencieran el mal con
ronles los cristianos señas de amistad y bien, e fuera cristiano ejemplo; pero no
que se viniesen a ellos; no quisieron. iban a esto, sino a buscar oro y perlas.
Vanse loa cristianos hacia ellos, pero Volviéronse a sus navios con sus cin
no quisieron esperar, sino dándose co captivos; echaron los tres hombres
priesa a huir; y con las manos hacien en hierros. Una noche, las dos mucha*
do señas como que los esperasen, que ches y uno de los presos, que se soltó
volverían, salen de sus canoas y vanse sotilmente, se echaron a la mar y dellos
a una sierra, y vuelven con diez y seis se descabulleron.
doncellas y viénense con ellas en sus Alzan las velas deste puerto, y vanse
canoas a los navios y poniendo en ochenta leguas la costa abajo (y ésta
cada navio cuatro, ofrécenselas; y así fué la tierra de Paria, que había des
de buena amistad, dentro de sus cubierto el Almirante, como pareció
canoas, y entrando y saliendo en los arriba), donde hallaron otra gente, de
navios, conversaron con ellos. En esto aquella, en lengua y conversación muy
salen de las casas que habían visto, diversa. Surgieron con sus an clas; sal
mucha gente, y échanse a la mar; na taron en las barcas para ir a tierra. Vie
dando veníanse hacia los navios, e ya ron sobre cuatro mil personas en la ri
que llegaban cerca, páranse ciertas bera. No esperaron loa indios de toíb-
mujeres viejas, y dan tantos gritos y do, antes a los montes, dejando cnanto
HISrOKIA DE LAS INDIAS 435
íínírar quisieran, linos primero que tefe. Ciervos o gamos, de lejos, bien pu
otros, que aína se anegaran las barcas. do ver muchos, porque haylos infinitos
Fueron tantos los que entraron en las en toda la tierra firme. Caballos, mulas,
barcas con los cristianos y los que iban asnos, vacas, ni ovejas, ni perros dice
naiiando, que pasaban <le mili, y que no hay, e dice verdad; puesto que
ban alguna molestia con su importu- perros de cierta especie, que no ladrar,
niilarl y frecuencia a los cristianos. Fu haylos en algunas partes. De otros mo
traren tollos en los navios y estuvieron chos animales de varios géneros, silves
en ellos, aunque desnudos y sin armas, tres, dice que liay gran abundancia;
dice Américo; de ver los navios y las pero si no eran conejos, pudo él dar
jarcias y todos los instrumentos y apa poct» verdadero testimonio de habellos
ratos de las naos y de su grandeza no visto. De aves de diversas colores y es
acababan de se admirar. pecies y hermosura dice que vieron
Estando así espantados, acuerdan los muchas, y así lo creo, porque las hay
de un navio, y debía ser del navio del infinitas.
capitán Hojeda, burlando o de veras, De la región de la tierra dice ser
espantallos más. Soltando ciertas lom amenísima y fructífera: de silvas y
bardas, pegando huego, y, con el terri florestas grandes llena, las cuales en to
ble tronido que dieron, la mayor par do el tiempo del año están verdes y
te de todos ellos dan consigo en la mar, con sus hojas que jamás se caen; fruc-
de la misma manera que las ranas que tos innumerables y diversos de los nues
están en seco a la ribera, oyendo algún tros tienen; y todo es verdad.
estruendo, súbitamente saltan luego a Torna a repetir (no sé si lo dice de
zabullirse en el agua. Y de tal mane aquella misma tierra, y parece que sí.
ra quedaron atónitos y sin habla, que o de otra, y parece que su decir confun
ya a los cristianos de la burla les co de la relación por lo que ha dicho arri
menzaba a pesar; comenzáronse a reír ba, que se habían de partir aquella
e halagarlos, y segurarlos hasta que noche) que vino mucho pueblo a los
vieron que aquello era burlando, ha contemplar y ver sus gestos, personas y
ciéndoles entender por señas, que aque blancura, y que les preguntaban que de
llas armas eran para las guerras que so dónde venían; ellos respondían que
lían tener con sus enemigos. habían descendido del cielo por ver las
Estuvieron todo aquel día en los na cosas de la tierra, lo cual sin duda los
vios con grandísimo contentamiento, y indios creyeron.
que no los podían despedir de sí, has Cometieron aquí los cristianos uD
ta que les dijeron por senas que se fue grande sacrilegio, estimando hacer a
sen, porque aquella noche se querían Dios agradable sacrificio: que como
partir. Fuéronse muy alegres y conten vieron aquellas gentes tan tratables,
tos y con gran amor y benevolencia de mansuetas y benignas, no las entendien
los cristianos. Dice Américo aquí que do, ni ellas a ellos, ni sola una palabra,
aquella tierra era de gente muy pobla por lo cual no pudieron darlas alguna
da y de muchos y diversos animales lle chica ni grande doctrina, baptizaron-
na : pocos que se parecían a los nues dice Américo, infínitos. De donde pare
tros de España, sacados los leones, osos, ce lo poco que Américo y los que allí
ciervos, puercos, cabras monteses y ga iban de la práctica de los Sacramentos
mos, que tenían cierta deformidad, di y la reverencia que se les debía tener y
ferentes de los nuestros; pero en la la disposición e idoneidad que para re
verdad yo no creo que él vido leones cibirlos se requería sabían. Poroue Ú
ni osos, porque leones son muy raros y el Sacramento del baptismo recibieron
no pudieron estar tanto que los viesen, y el carácter se les imprimió (com o pa
ni osos; cabras, nunca hombre alguna rece que sí), porque no tuvieron fición
en estas Indias las vido; ni sé cómo alguna, sino antes voluntad positiva,
pudo ver la diferencia que hay de cier expresa, de recibir lo que aquellos
vos a los gamos, si alguna es; ni puer hombres cristianos les daban, e implí
cos, porque no los hay en muchas par- cita de lo que la Iglesia les ofreciera
HISTORIA DE LAS INDIAS 437
(si £ueran los ministros discretos, y si das, digo, las destas Indias, y cómo res-
ellos supieran qué cosa era Iglesia y ciben los cristianos en sus tierras ai
baptismo, precediendo en ellos suficien principio, antes que los cognozcan por
te doctrina, sin duda tuvieran la volun sus obras no cristianas ni de cristianos,
tad e intinción expresa), es maníñesto sino de hombres, puros hombres, in
que cometieron aquellos cristianos, en ventadas y adquiridas por sus corruptas
baptizarlos, contra Dios gran ofensa. costumbres. Consideren también ios lec
La razón es clara, porque fueron causa tores la díspusición tan buena y tan
aquellos que fueron ministros del bap propinca que tenían para recibir nues
tismo, que aquellos indios ya cristianos, tra católica fe, y con cuán poco trabajo
que poco que mucho, eran idólatras, y y con ninguna resistencia se lucieran
que estarían en muchos pecados, qui todas las naciones iuíinitas deste orbe,
zá de diversas especies, como gente ca cristianas, y se convertieran a su Cria
reciente de lumbre de fe y de doctrina, dor y Redentor Jesucristo, si entrára
desde adelante fuesen a idolatrar con mos en ellas como verdaderos cristia
injuria del Sacramento, y así, con gran nos. Pero pasemos adelante, porque
sacrilegio, imputable a los que tan in antigua cuestión y iaineiitable materia
discretamente los baptizaron, no a los es ésta.
baptizados indios. Y si no rescibieron
el carácter y baptismo, también ofen
dieron a Dios, porque administraron CAPITULO CLXVI
en cuanto en sí era el Sacramento,
fuera del caso de necesidad, en balde
e indebidamente, por faltar la necesaria Acordaron de salir deste puerto, y
disposición en el subjecto, por lo cual debía ser el golfo 4lulce, de que arriba
se constituyeron, con culpable indis se ha hecho larga mención, que hace la
creción, inedóneos ministros. isla de la Trinidad con la tierra de Pa
ria, dentro de la Boca del Drago, y
Dice Américo que después de bapti sospecho que, como cosa que era seña
zados decían los indios charaibí^ que lada y notorio haberla descubierto el
suena en su lengua (llamando a sí mis Almirante, calló Américo de industria
mos) varones de gran sabiduría. Cosa el nombre de la Boca del Drago; por
es ésta de reír, porque aún no enten que esto es cierto que Hojeda y Améri
dían qué vocablo tenían por pan o por co estuvieron dentro deste puerto, como
agua, que es lo primero que de aquellas el mismo Hojeda en la susodicha su de
lenguas a los principios aprendemos, y posición con juramento lo confiesa, y
en dos días o diez que allí estuvieron, otros muchos testigos, asimismo con
que quizá no llegaron a seis, quiere juramento, en la probanza rpie hizo el
Américo hacer entender que entendía fiscal, lo afirman; y aquí dice Américo
que charaibí quería decir varones de que había ya trece meses que andaban
gran sabiduría. por allí, pero yo no lo creo. Y si dice
Aquí declara Américo que aquella verdad en los meses, fueron en el se
tierra llamaban los naturales della Pa gundo viaje, que después con el mismo
ria, y disimula lo que allí pasó de las Hojeda hizo, a lo que tengo entendido,
nuevas que supieron, cómo había es y no en este primero, como parece por
tado allí tantos días el Almirante, y vie muchas razones arriba traídas y por las
ron las cosas que les había dado de las que más se Irujeron.
de Castilla, y fuera razón que no lo ca- Finalmente salidos, desde Paria van-
Dara. se la costa abajo, y llegan a la Margari
Bien será que todos los que aqueste ta, que el Almirante había visto y nom
paso leveren y todo el discurso de brado Margarita, puesto que no llegó
aquesta historia, hagan aquí pie y no a ella. Y saltó en ella Hojeda y paseó
ten como verdaderos cristianos y pru parte della por sus pies, como él mismo
dentes, desembarazados y Ubres de dice; y otros muchos testigos, que con
afeción, la bondad y mansedumbre y él fueron, también dicen que llegó a
hospitalidad natural de estas gentes, to- ella, puesto que no niegan ni lo afirman
40
438 KKAV BAR'rOLOME DE LAS CASAIS
que sallase en ella; y desto no hay que i añido hasta el Cabo de la Vela, porque
íiuílar, sino que Ja paseana, porque es lo hallé así depuesto, en el susodicho
muy ^aaciosa isla y tenía espacio para proceso, por algunos testigos que supie
ello; y pono hace al caso esto. Allí es ron bien después toda aquella tierra y
íle creer que rescataron perlas, puesto trataban con los descubridores e iban en
que no lo dice, pues otros descubrido los descubrimientos, aunque no aquel
res que luego después de él vinieron, viaje con Hojeda, pero era todo esto
las rescataron en la dicha Margarita. entonces muy reciente y por esto muy
Extendió su viaje Hojeda hasta la manifiesto. No hizo mención Hojeda
provincia y golfo de Cuquibacoa, en del Cabo de la Vela, porque está cerca
lengua de indios, que agora se llama, del golfo de Venezuela y es toda una
en nuestro lenguaje, Venezuela, y de tierra, y del golfo y provincia, como cosa
allí ai Cabo de la Vela, donde agora señalada y notable, que, como se dijo,
se pescan las perlas; y él le puso aquel se llamaba por los indios Cuquibacoa,
nombre Cabo de la Vela, y hoy perma principalmente la hizo. De toda esta
nece, con una renglera de islas que van tierra o ribera de mar que anduvo Ho
de Oriente a Poniente, algunas de Jas jeda y Américo y su compañía, oro y
cuales llamó Hojeda de los Gigantes. perlas, por resgates y comutaciones,
Por manera que anduvo costeando por hobieron; la cantidad no la supe ni
la tierra firme cuatrocientas leguas, do- las obras que por la tierra hicieron.
eientas al Levante de Paria, donde re- Dejada, pues, la Margarita, vinieron
cognoseió la primera tierra, y ésta él a Cumaná y Maracapana, que está de
solo primero que otro alguno, con los Ja Margarita siete el primero y veinte
que con él iban y fueron, la descubrió el segundo, leguaá. Estos son pueblos
y descubrieron; y docientas que hay que están a la ribera de la m ar, y an
de Paria al Cabo de la Vela, Paria es tes del Cumaná entra un golfo, hacien
taba descubierta y la Margarita por el do un gran rincón el agua de la mar de
Almirante ocularmente, y grande par catorce leguas dentro de la tierra. Es
te de laa dichas docientas leguas de la taba cercado de pueblos de infinita gen
Margarita al Cabo de la Vela, porque te, y el primero, cuasi a la boca o en
el Almirante vido cómo iba la tierra y trada, estaba Cumaná, que dije ser el
la cordillera de las sierras hacia el Po primer pueblo. Sale un río junto al pue
niente, y así todo este descubrimiento blo, poderoso, y hay en él infinitos
a él se le debe. Porque no se sigue que llamamos lagartos, pero no [son]
que para que se dijese haber descubier sino naturalísimos cocodrilos de los del
to una tierra o isla era menester que la río Nilo. Y porque tenían necesidad de
paseara toda; como la isla de Cuba, adobar los navios, porque estaban de
claro está que la descubrió por su per fectuosos para navegar a España tanta
sona, pero no se requiría que anduvie camino, y de bastimentos para la ma
se todos Jos rincones della, y lo mismo yor parte de su viaje, llegaron a un
desta isla Española y de las demás, y puerto que el Américo dice que era el
así de toda la tierra firme, cuanto gran mejor del mundo, y no dice a qué parte
de sea y cuanto más se extienda, el Al o lugar, ni tampoco lo toca Hojeda, V
mirante la descubrió. según me quiero, de cuarenta y cin
De lo dicho parece manifiestamente co años atrás, acordar, cuando habíá-
que Américo se alargó en lo que en su bamos en el viaje de Hojeda (y aun
primera navegación afirma, que costea quizá son más de cincuenta, añoí),
ron ochocientas y sesenta leguas. Esto sospecho que debía ser en el golfo que
no es verdad, por confesión del mismo arriba dije de Cariaco, que entra cator
Hojeda, el cual no quiso perder algo ce leguas la tierra dentro, y está la boca
de su gloria y derecho; empero, dice de él siete leguas de la M argarita, eu
en su dicho, como pareció en el 139 la tierra firme, junto a Cumaná. Pur
capítulo, que arriba de Paria descu otra parte, me parece que oí en aquel
brió docientas leguas, y de Paría a Cu tiempo que había Hojeda entrado y
quibacoa, que hoy es Venezuela. Yo le adobado sus navios y hecho un bergan-
HISTORIA DE LAS INDIAS 439
tín en el puerto y pueblo que nombré gran manera, y dijeron que querían i*-
Maracapand; pero éste, aunque es con ellos, pero los eristiaims. por mu
puerto, no es el mejor del mundo. chas consideraciones, consentir no lo
Finalmente surgieron allí, donde quisieron, sino siete dellos, ron tal con
quiera que sea, dentro de aquellas de dición que no fuesen obligados a val-
cientas leguas de tierra firme, de Pa vellos a sus tierras, sino que ellos con
ria abajo; fueron recibidos y servidos sus canoas solos se volviesen; y asi,
de las gentes de aquella comarca, que dice que con la condición los unos y
dice Américo eran infinitas, como si los otros consintieron.
fueran ángeles del cielo, y ellos, como No sé yo quién era «Icslos contratos
Abrahán cognoscíó los tres, por ánge y de todas las demás palabras (pues
les los cognoscieran. Descargaron los en treinta y siete días no pudieron sa
navios y llegáronlos a tierra, todo con ber su lengua), el intérprete. ¿Y qué
ayuda y trabajos de los indios; lim sabían Hojeda y Américo y los de su
piáronlos y diéronles carena, y hacen compañía, si tenían los de aquella ísb
un bergantín de nueyo. Diéronles todo contra éstos, por alguna justa causa,
el tiempo que en esto estuvieron, que justa guerra? ¿Tan ciertos estuvieron
fueron treinta y siete días, de comer de de la justicia déstos, sólo porque se lofi
su pan y venados y pescado, y otras quejaron, que luego sin más tardar a
cosas de sus comidas, que gastar de vengallos se les ofrecieron? Plega a
sus mantenimientos de Castilla ninguna Dios que no les pluguiese tener achaques
necesidad tuvieron; por manera que, si para henchir los navios de gente, para
no se les proveyeran, dice Américo que vendellos por esclavos, como al cabo en
no tuvieran para tornar en España, sin Cáliz lo hicieron; obra que siempre en
gran necesidad de bastimentos que co estas desdichadas tierras y gentes por
mieran, En todo el tiempo que allí es los nuestros a cada pasó se usó.
tuvieron, se iban por la tierra dentro Salieron, pues, de allí en .siete días,
a los pueblos, en los cuales les hacían topando en el camino muchas islas, do
caritativos recibimientos; honras, ser lías pobladas y dellas despobladas, dice
vicios y fiestas. Y esto es cierto, como Américo, y en siete días llegaron a
abajo, en el discurso desta historia se la donde iban. Estas islas no pudie
verá, placiendo a Dios todopoderoso, ron ser otras sino las que topamos vi
que todas estas gentes de las Indias, niendo de Castilla, como son la Do-
como sean en común todas de su natu min¡<ía y Guadalupe v la.s otras que
raleza mitísimas y simplicísimas, aí?í están por aquella renglera. Vieron lue
saben servir e agradar a los que en sus go en ella (dice él) gran montón de
casas y tierras, cuando los tienen por gente, la cual, como vieron los navios y
amigos, resciben, que ninguna otra les las barcas que iban a tierra, puesto que
hace en esto ventaja, y quizá ni llega bien aparejadas con sus tiros de pólvora
en esto a serles vecina. y los cristianos bien armados, llegáron
Ya que determinaban, remediados sus se a la ribera obra de cautroeientos in
navios y hecho el bergantín, partirse dios desnudos y muchas mujeres con
para Castilla, dice aquí Américo que sus arcos y flechas y con sus rodelas y
aquellos sus buenos giiéspedes les die todos los diversos colores pintados, y
ron grandes quejas de otra cierta gente con unas alas y plumas de aves grandes,
feroz y cruel, habitadora de cierta isla, que parecían muy belicosos y fieros;
que de aUí cient leguas estaría, que ve y como se acercasen las barca.s a un tiro
nía en cierto tiempo del año por la de ballesta, entran en el agua y dispa
mar a hacelles guerra y los captivaba, ran infinitas flechas para resistirles la
y llevándolos consigo, los mataban y entrada. Los cristianos, que no los po
los comían. Con tanta instancia y afe- pan, disparan los tiros <le pólvora en
ción y dolor parece que lo representa ellos; derruecan muertos muchos de
ban, dice Américo, que los movió a llos. Vistos los muertos y el estruendo
compasión y se ofrecieron a vengallos del huego y de los tiros, todos dejan
dellos. Holgáronse, dice Américo, eu el agua y se meten luego en tierra. Sal-
4'JO I RAV BARTOLOME DE LAS CASAS
tan cuarenta y dos hombres de las bar : por dejar uno de su compañía muerto
ras y van tras flellos; ellos varonilmen I y traer veinte y dos heridos. Despidie
te no huyeron, sino, como leones, hacen ron a los siete que habían venido con
cara y resisten, pelean fuertemente, de ellos de la tierra firme; partieron (dice
fendiendo a sí y a su patria. Pelearon Américo), con ellos la presa, porqiie les
dos horas grandes, y ron las ballestas y dieron siete personas, tres hombres y
espindargas, y después con las espadas cuatro mujeres de ios captivos, y los en
y lanzas mataron muy muchos, y no pu viaron muy alegres, admirados de aque
diéndolos más sufrir, por no paracer to lla hazaña que los cristianas hicieron
dos, los que pudieron huyeron a los y de sus íiiezas. Todo esto cuenta Amé-
montes, y así quedaron los cristianos rico, añidiendo que de allí se volvieron
victoriosos. Tornáronse a los navios con a España y llegaron a Cáliz con do-
gran alegría de haber echado al infier cientos y veinte y dos indios captivoa,
no los que nunca les habían ofendido. donde fueron (según él dice), con mu
Otro día, de mañana, vieron venir cha alegría recibidos, y allí sus escla
copiosa multitud dellos, atronando los vos todos vendieron,
aires con cuernos y bocinas, pintados ¿Quién le preguntará agora que de
y aparejados para la segunda pelea, dónde hobieron o robaron y saltearon
puesto que las barrigas y pellejos de los docientos de aquellos? Porque esto,
fuera, porque iban desnudos y, como como en otras cosas, pásalo en silencio
Buelen andar, en cueros. Américo, Nótese, pues, aquí, por los
Determinaron salir a ellos cincuenta leyentes que saben algo de lo que coo-
y siete hombres, hechos cuatro cuadri tiene en sí la recta y natural justicia»
llas, cada una con su capitán, con in- aunque sean sin fe, gentiles, con qué
tinción (dice Américo), que, si los pu derecho y causa justa hicieron éstos,
diese hacer sus amigos, bien; pero si con quien Américo iba, guerra a los de
no, que como a hostes y enemigos los aquella isla, y hicieron y llevaron estos
tratarían, y cuantos dellos haber pudie esclavos, sin les haber injuria hecho,
sen, harían sus esclavos perpetuos. Esto ni en cosa chica ni grande ofendido,
dice así Américo, y es de notar aquí el ignorando también si justa o injusta
escarnio que quiere hacer Américo de mente los de la tierra firme acusaban
Ja verdad y justicia y de los leyentes; a los desta isla, y qué fama y amor
como si cuando se movieron a venir quedaría derramada y sembrada de los
clent leguas, habiendo prometido a los cristianos en las gentes, y por los mora-
otros de los vengar y hacer guerra, vi dores della y de las comarcanas, que
nieran a tratar amistad con ellos, o para dando tan asombrados, lastimados y
tener ocasión de cumplir con sus cudi- ofendidos. Pero vamos adelante^ por
cias, que era a lo que de Castilla ve que cerca desto grandis restat nobis via.
nían. Estas son las astucias y condena
das cautelas que siempre se han tenido CAPITULO CLXVII
para consumir estas gentes.
Salieron, pues, en tierra, pero los De aquí queda nuestro Américo asaz
indios, por los tiros de huego no se atre claramente de falsedad convencido,
vieron a impedilles la salida, sino espe porque de aquí desta isla, que escanda
ráronlos con gran denuedo. Pelearon lizó y en ella tan gran daño hizo, dice
los desnudos contra los vestidos fortí- que se volvieron a Castilla, no hacien
simamente por mucho tiempo; mata do mención de haber venido primero
ron y hirieron de los desnudos los ves a esta Española, como vino; la cual ve
tidos inmensos, porque las espadas em- nida a su segundo viaje aplica, pero
pléanse bien en los desnudos cuerpos; no es verdad, como en el cap. 163 pro
viéndose así hacer pedazos, huyeron bé arriba. Puesto que pudo decir ver
el resto. Van tras ellos hasta un pue dad, que de aquella isla que guerrea
blo; prenden ios que pudieron, que ron y maltractaron fuese au final par
fueron veinte y cinco; vuélvense con tida para Castilla, pero no por el dis
su victoria, puesto que aguada todavía, curso que hasta agora ha dicho.
HISTORIA DE LAS INDIAS 441
Lo cual pruebo y parece así, por los Item, si Ixabían en aquel jxuerto o
testigos que se tomaron por parte del tierra susodicha, adobado tan poco ha
fiscal del rey en el pleito que el Almi bía sus navios y tomado bastimentos,
rante don Diego Colón trujo con el ¿cómo traían necesidad de adoballos y
rey sobre la guarda y cumplimien de comida, como luego se dirá, a esta
to de sus privilegios, de que he he isla?
cho muchas veces mención arriba: Itera, ¿cómo los testigos, y especial
deposieron que Alonso de Hojeda, con el piloto Andrés de Morales, que pare
quien venía Américo en su primer via ce decir que iba con ellos, cómo no
je, corrió la costa de la mar hasta Cu- tocó, ni otro ninguno, en decir que Ho
quibacoa, que es Venezuela, y el Cabo jeda había en algún puerto de aquella
de la Vela, y que de allí se vino a esta tierra firme hecho el bergaiitíii y ado
isla, y así lo juró un testigo que se lla bado sus navios, siendo cosa señalada
mó Andrés de Morales, que yo bien y que daba más vigor a la verdad de
cognosci, principal piloto y viejo en sus dichos, que les pedían para que
estas Indias, vecino desta ciudad de constase haber él descubierto aquella
Sancto Domingo, el cual en su dicho tierra firme, que era e! fin que el fiscal
dice a s í : ‘‘Andrés de Morales, etc.”, a contra el Almirante pretendía? Luego,
la quinta pregunta dijo : “ Que la sabe cierto, América Iraslueca las cosas que
como en ella se contiene” ; preguntado les acaecieron y ellos obraron en el pri
cómo la sabe, dijo: “ Que lo sabe por mer viaje, al segundo, y las del segun
que se ha hallado muchas veces con do atribuye al primero, como arriba en
Jnan de la Cosa e con Alonso de Ho el cap. 163 mostramos evidentemente.,
jeda en las navegaciones de aquel via callando muchas y añidiendo otras que
je, etc., y que los sobredichos partie no convienen. De aquí parece que el
ron de la isla de Requemes, en las de hacer del bergantín y adobar los navios
Canaria, e fueron a dar en la tierra fir en aquella tierra firme (lo cual cierto
me encima de la provincia de Paria, íué y yo lo sé por ser en aquel tiempo
e descubrieron, por la costa abajo, a notoriamente manifiesto), esto hicieron
la dicha provincia de Paria, e pasaron en el segundo viaje y no en el primero.
más abajo a la dicha isla Margarita, y Y venir a esta isla Española, y donde
de ahí a Maracapana, descubriendo la acaecieron ciertos escándalos que causó
costa hasta el dicho cacique Ayarai- Hojeda en ella, que luego se dirán, fué
le, y desde allí, de puerto en puerto, en el primero y no en el segundo, como
hasta la isla de los gigantes, y desde quiso fingir Américo, y más digo: que
allí descubrieron a la provincia de Cu- nimca vino Hojeda a descubrir e resga-
quibacoa hasta el Cabo de la Vela, el tar e a poblar en tierra firme, que de
cual nombre le pusieron los dichos vuelta no viniese a parar a esta isla,
Juan de la Cosa e Hojeda, e que de allí como abajo parecerá, y la venida del
se vinieron a la isla Española.” Estas son viaje primero niega o disimula Américo
sus palabras. Luego no pudo de allí tan debajo de silencio.
abajo tomar a la isla que alborotaron, Item, después que Hojeda salió de
porque aquella no pudo ser sino algu España, hasta llegar a esta isla, no pa
na de las que están hacia el Oriente, saron más de cinco meses, como arriba
comenzando de donde ellos estaban, La parecido; luego, no tuvo tiempo pa
como es la de Guadalupe y sus comarca ra todo lo que dice que hicieron ea
nas, como arriba dejimos; y era difici aqpiel primer viaje.
lísimo tom ar de abajo arriba, por las Tornando, pues, a proseguir el pri
grandes corrientes y contrarios vientos mer viaje de Hojeda, con quien iba
que por allí son continos. Y esto se Américo, por recta vía, y no por el ca
confirma porque fueron a parar al bra mino torcido o interpolado y confuso,
sil desta isla, que es al puerto de Ya- como Américo lo escribe, decimos que
quimo, esta costa abajo de Sancto Do de la provincia de Cuquibacoa, que
mingo, y es la propia y buena navega ahora se nombra Venezuela, y del Ca
ción desde el Cabo de la Vela hasta allí. bo de la Vela, vino a tomar esta isla
442 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
Española, y £ué a surgir, a cinco del nerales, pregúntale Roldán que cómo
mes de seplierabre, como arriba ee dijo, venía a esta isla y mayormente por
en el capitulo 165, ai brasil, que es a aquella trasera parte, sin licencia del
la provincia de Yaquimo, y aun creo Almirante, y no ir primero a la parte
que más abajo, cerca de la que se lla donde el Almirante estaba. Respondió
ma abora la Zabana, tierra y reino de Hojeda que éí venía a descubrir e traía
un rey e señor que se llamaba Hani- gran necesidad de comida, y los navios
guayaba. para adobar y había de remediaDos, y
Supiéronlo luego los españoles que no pudo ir a otra más cercana parte.
estaban por aquella provincia de Ya- Tornó Roldán a pregiintalle que con
qutmo, por aviso de indios o porque qué licencia venía a descobrir; si traía
vieron venir los navios por la mar; y provisión real, que se la mostrase, p a
supieron que era Hojeda, y hacen lue ra poder proveerse en esta isla, sin de
go mandado al Almirante, que estaba mandar Ucencia al que la gobernaba.
aquí en Sancto Domingo, recién hecha Dijo que sí traía, pero que la tenía en
la paz con Francisco Roldan y su com las carabelas, ocho leguas de allí. D ijo
pañía. Roldán que se la mostrase, porque de
Luego el Almirante mandó aparejar otra manera no daría buena cuenta,
dos carabelas o tres, y envió a Francisco según debía, al Almirante, pues para
Roldán con gente para que le prohibie aquello había sido por él enviado.
se cortar brasil, sospechando que los Cumplió Hojeda con él cuanto pudo,
cargaría dello, y que no hiciese algún diciendo que, en despachándose de
otro daño, como Sabía que Hojeda era allí, había de ir a hacer reverencia al
más atrevido de lo que él quisiera, y di Almirante y a hablalle muchas cosas
cho y hecho, como dicen. Llegó Roldan que le tocaban, de* las cuales d ijo al
al puerto de Yaquimo, o por allí cerca gunas a Roldán; y éstas eran, según
más abajo, con sus carabelas o navios, yo no dudo, las que ya en la corle $e
y salló en tierra en veinte y nueve de trataban ; quitar la gobernación al Al
aquel mes de septiembre, y allí supo de mirante, porque según le escribió el
los indios cómo estaba cerca de allí Roldán, eran cosas que no se habían
Hojeda. Roldán, con veinte y seis hom de fiar de cartas.
bres de su gente, púsose dél legua y Roldan dejó allí a Hojeda y vase con
medía, y envió de noche por espías cin .sus carabelas a los navios dél y halló a
co hombres para ver qué gente estaba algunas personas de las que habían es
con él. Halláronlo alborotado y que ve tado en esta isla con el Almirante y ve*
nía ya camino a ver a Francisco Roldán, nido al descubrimiento de Paria,, y que
porque le habían dado aviso los indios se habían tornado en los cinco navios,
que eran venidas tres carabelas v en en especial a un Juan Velázquez y Juan
ell as Francisco Roldán con mucha gen Vizcaíno, los cuales le mostraron la
te, como Roldán era por toda aquella provisión o capitulación, firm ada del
tierra tan cogiioscido, que temblaban obispo don Juan de Fonseca, que arri
dél. Y dijeron al Hojeda que Rol ba en el cap. 166 dejimos, y allí le in
dán lo enviaba a llamar y que fue formaron de todo su viaje y lo que ha
se adonde él estaba, lo cual no fue así. bían por la tierra firme bojado y na
Hojeda, como no tenía consigo sino Í vegado y las señas del un hombre que
q;uince hombres (porque los demás ha- ! les habían muerto y los veinte y tan
bía dejado en sus cuatro navios, que es tos heridos, como pareció en el dicho
taban en un puerto ocho leguas de allí, 166 capítulo, en el cual se probó haber
porque había venido a hacer en aquel aportado a esta isla el H ojeda, y la
pueblo del cacique y señor Haniguaya- guerra, donde le mataron al h o i^ r e y
ba, pan, y lo estaba haciendo hacer), los demás heridos, en el prim er viaje
no osó hacer otra cosa, y temió harto de Hojeda todo haber acaecido.
no lo viniese Roldán a prender. Hojeda. Supo también Francisco Roldán de-
con cinco o seis hombres, venido adon líos, haber hallado oro y traello en gua-
de Roldán estaba y habladas cosas ge nines, que eran ciertas joyas muy bien
HISTORIA DF LAS INDIAS 443
iiechas y artificiadas, como se supieran raguá. Los cristianos que, por allí esta
labrar en Castilla, puesto que el oro era ban, por los pueblos de los caciques e
bajo de valor. Trujeron cuernos de ve indios, lo recibieron con alegría y le
nado y dijeron que los vieron, y cone dieron todo lo que bobo él y los suvos
jos, y un cuero de onza, que debía ser menester, aunque no de sus sudores
de tigre, y un collar hecho de uñas de proprios, sino del de los indios, por
animales; todo lo cual fué muy nuevo que déstos suelen ser los españoles acá
de oir para ellos y todos los que esta muy liberales. \ porque una de sus
ban en esta isla. carabelas traía muy perdida, que no se
Roldán, esto sabido, creyendo que podía tener sobre el agua, hicieron lia-
Hojeda cumpliera lo que le dijo, que cer pe/, a los indios, y ayudáronle mii-
en haciendo pan en aquel pueblo se ciio hasta que la restauró, con todo lo
había de partir a ver al Almirante a demás que menester bobo.
este puerto de Sancto Domingo, debió Entretanto que allí estaba, como de
se de tornar para el Almirante por tie bía de haber j)or allí la gente mal ve
rra, ordenando a las carabelas lo que ha zada de las reliquias, que aún eran
bían de hacer, y creo yo que sería que muy frevscas. de la vida suelta (jue tu
se cargasen de brasil. K1 vino de Va- vieron con Roldán, maldieiíMido de las
quimo a Xaraguá. (jiuí son <l¡ez y ocho cosas del Almirante, mayonnente que
leguas, y visitó Ja gente de Jos cristia siempre andaban desconlenlos, como
nos, que repartida estaba por ios pue no hincbían las manos de lo <pie desea
blos de los indios, y hizo lo que más ban, y una queja ordinaria suya era
le pareció, y vínose a dar ruenta al ({ue no se íes pagaba el sueiilo, comien
Almirante de las cosas que le había za Hojeda, o movido por el aparejo
rJicho Hojeda, <)ue no debían ser Us que en aquéllos halló, o ¡jorque él lo
mejores nuevas del mundo, jmes se tenía de su cosecha en voliiiilad, a de
traclaba entonces en la corte, después rramar mucha simiente dtí cizaña, di
fie llegados los cinco navios ron las ciendo que se juntasen con él, y, con
lluevas de la rebelión de Roldán. la de la gente que él traía, verriían al Aími-
posición del estado del Almirante: cosa ranle y le rcquiririan que les pagase,
que no fué Hojeda el postrero c[ue lo de parte de los Reyes, y le eonstrifii-
supiese, como fuese favorecido del obis rían a pagar aunque no quisiese. Para
po don Juan de B’unseca. y ambos no lo cual dijo que él traía poder de Sus
aficionados a las cosas del Almirante. Altezas para lo hacer, y que se lo ha
Del obispo, arriba queda dicho que bían dado a él y a Alfonso Sánchez de
así era cuasi notorio, y yo lo vide con Carvajal, cuando el Almirante tornó
mis ojos y sentí con mis sentidos y en el año de ocho, para que viniesen con él
tendí con mi entendimiento. Del Ho a constreñille que luego pagase; y
jeda, después pareció que debía de irse otras muchas razones añidió, y pala
desta isla del Almirante descontento. bras dijo demasiadas, segiíñ dijeron,
en mucho perjuicio del Almirante, y
para provocar la gente a lo que pre
CAPITULO CLXVIll tendía inclinarla; de la cual toda la
mayor parte trujo a sí, como a honi-
b»-es mal asentados, amigos de bulli
Despedido Roldán de Hojeda, cre cios e inquietud y sin temor de Dios
yendo que era todo oro lo que relucía, ni d los daños y escándalos que en esta
Hojeda, hecho su pan según vido que isla a indios y cristianos habían de su
le convenía, en lugar de tomar la vía
de Sancto Domingo a ver al Almiran ceder.
te y dalle cuenta de lo que había he Y porque algunos bobo que no qui
cho en su viaje, como mostró y quedó sieron seguir la locura y maldad de Ho
con Roldán, y a dalle relación de las jeda, y déstos estaba parte en cierta es
nuevas que había en Castilla, vase con tancia o lugar cerca de Xaraguá, como
sus cuatro carabelas hacia el Poniente todos, según dije, andaban y estaban
y da la vuelta al golfo y puerto de Xa manadas, repartidos por los pueblos
444 fray BARTOLOME DE LAS CASAS
jr lugares de los indios, por comer y ser diese manera para que se viesen am
servidos dellos, porque muchos juntos bos, porque los daños hechos se olvi
no los podían sufrir ni mantener, o dasen, pues no se podían restaurar, y
porque aquéllos le debían de haber al menos los por venir se excusasen.
contradicho cuando loa provocaba por No curó Hojeda de ponerse en aquel
cartas o por palabra, o porque tenía j peligro, porque debía cognoscer a Rol
entre eUoe a quien él bien no quería dán, que era hombre bien esforzado y
desde Jos tiempos pasados, acordó una astuto y no poco entendido. Envió
noche, con el favor de los que ya ha Francisco Roldán a Diego de Escobar
bía allegado a sí, dar en ellos y pren- a hablalle, y éste no era menos sabio
dellos o hacer alguna venganza o otro que ambos, el cual yo bien y por mu
semejante mal recaudo. Y así lo puso chos anos cognosci; el cual afeó a Ho
por obra; de manera, que mató y le jeda lo que había hecho, lo m ejor que
mataron, hirió y le hirieron ciertos él pudo, [y] persuadióle que se viese
hombrea de ambas partes. Causó gran con Roldán. Respondióle que él lo de
de escándalo en la tierra, en indios y seaba y quería. Volvióse Escobar sin
en cristianos, de donde se comenzó otra poder hacer concierto. Creyendo Rol
turbación muy peor que la pasada de dán que lo haría, envióle, para enten
Roldan, si no Dios, por medio del mis der en las vistas, a un Diego de Trujo
mo Roldán, no la obviara. lio, al cual, entrado en el navio, pren
Tornaba ya Roldán de Sancto Do dió y echó en unos grillos. Sale luego
mingo para Xaraguá, o porque el Al con veinte hombres armados, y viene a
mirante sospechó que Hojeda todavía Xaraguá, donde estaba un Toribio de
podía revolver algo y causar algunos Linares, que también yo bien cognosci,
daños a indios y a cristianos, como es al cual prendió, y llévalo consigo a los
tuviese cierto que era ido desta isla, o navios, donde le echó otro par de gri
porque dello fué avisado, porque en llos. Vanlo a decir los indios luego a
ocho días y a cada ocho días lo podía Roldán que estaba una legua de allí.
saber por mensajeros indios que envia
ban algunos cristianos de los que le Salió de presto Roldán con la gente
obedecían, envió finalmente al dicho que tenía, bien aparejado, tras él; pe
Roldán a Xaraguá; el cual en ei cami ro Hojeda ya estaba en su guarida.
no supo el insulto y daño y escándalo Tornó a enviar un Hernando de Es
que había intentado y causado Hojeda tepa, lo mismo muy cognoscido de mí,
y el fin que pretendía. Proveyó luego al cual respondió que si no le daban un
Roldán de avisar a un Diego de Esco Juan Pintor, que se le había salido de
bar, hombre principal de los que le ios navios (que no menos yo que los
habían siempre seguido, y que recogie de arriba cognosci, y aun no tenía sino
se la más gente que pudiese de los que una mano), juraba que había de ahor
creyese que no estaban inficionados de car a los dos que tenia, de la manera
Hojeda, y se viniese a Xaraguá; y él dicha, en grillos. Mirad qué culpa te
de camino recogió por los pueblos don nían los otros, que mereciesen que él
de estaban derramados los cristianos, los ahorcase, porque Juan Pintor se le
los que pudo, y así llegaron los dos, un hobiese salido. Hízose a la vela Hoje
día después del otro, a Xaraguá. Ho- da con sus navios, y vase la costa aba
feda ya se había recogido a sus navios. jo, hacia unos pueblos y provincias que
Escribióle una carta Francisco Roldán. se llamaba el Cahay, tierra y gente gra
exagerando aquellos escándalos, muer ciosísima, que estaría de Xaraguá diez
tes y daños que había hecho; que mi o doce leguas, donde salió en tierra
rase el deservicio que recibían los Re con cuarenta hombres y tomo por fuer
yes, la turbación y alborotos de la tie za todo el bastimento que quiso, en es
rra, la voluntad que tenía el Almiran pecial ajes y batatas (que son las raí-
te para con él, que era buena; no qui ces de que arriba hablamos en el capi
siese dar causa a que todos se perdie tulo [45] y allí son las más nobles y
sen, y, por tanto, que le rogaba que delicadas de toda la isla), dejando a
h is t o r ia d e l a s in d ia s
4^15
los indios vecinos de allí y cristianos lo8 presos a lodos, y a un iiitlio fledic-
que allí estaban muy desabridos. ro que traía de fas islas robado, esra-
Viendo que se hacía a la vela, envía pániloseles otro nadando; v llévanlos
Roldan tras él por la ribera de la mar a tierra; y así, queda sin la priiicipat
a Diego de Escobar con veinte y cinco barca o batel de q«e mayor necesidad
hombres, y, porque llegaron noche, ya tenía- y juntamcnle sin tanta soberbia
el Hojeda era en sus navios recogido. y presuinpción, llojiMla.
Otro día, luego, pártese Roldán tras Visto Hojeda (¡ur se le liahía d«vslie-
ellos con veinte hombres, y llegado al cho su artificio y salido en vano sus
Cahay, Roldán halló una carta que ha pensamientos, acordo do Ihn ar el nc<’'o
bía Hojeda escripto a Diego de Escobar, CIO por mas inaiisefhiml)re, v métese en
en la cual afirmaba que había de ahor nn barquillo que tenía, y Juan de la
car a los susodichos, si su Juan Pintor Cosa, su principal piloto, con él. y nn
no se le restituía. espingardero y otros cuatro con él quo
Rogó Roldán a Diego de Escobar que remaban, y viéiiese Inicia tierra. Fran
entrase en una canoa esquifada, como cisco Roldan, (‘orno le eognoscía ser
los marineros dicen, de remadores in travieso y valiente y atrevido, aun pen-
dios, y fuese hacia los navios ataiUo sanólo que los |>rcsninicra acometer,
cerca que le oyesen, y dijese a Hojeda, liacft aparejar el batel con siete reme
de parte de Roldán, que pues el no se ros y quince hombres para peb*ar. y
quería fiar de él y venir a hablar con una buena canoa en ipic podían ir otros
él, que él lo quería hacer e ir a los quince, todos a j)i(pjc. como es len
navios, confiándose de él misino, y guaje de marineros, o a])arejados, es
para esto le enviase un batel. Pareció tuvieron a la lengua del agua. Tenién
a Hojeda que tenía ya su juego hecho; dose afuera Hojeda en la mar, cuanto
pero otro piensa el que lo ensilla, y podía ser oído, dijo que quería hablar
éste era Francisco Roldán, que los ata a Francisco Roldán; llegiTse más, y
bales a cuestas, como dicen, traído Roldán le dijo que pc»r qué hacía aque
había. llas cosas tan escandalosas y culpables.
Envió, pues, Hojeda un muy buen Respondió que por(|ue le habían dicho
batel, que otra tal no tenía, con ocho que tenía mandamiento del Almirante
hombres muy valientes de la mar den para lo prender. Roldán le certificó ser
tro, con sus lanzas y espadas y tabla falsedad y que el Almirante no tenía
chinas, los cuales, llegando con su propósito de dañalle, antes de le ayu
batel a un tiro de piedra de la ribera, dar y honrar en lo que pudiera, y si
porque era baja la mar, dijeron que él viniera a Saneto Domingo, como le
entrase Roldán. Pregunt<S Roldán; había prometido, por experiencia lo
“ ¿Cuántos mandó el señor capitán que viera. Finalmente, vino a rogarle que
entrasen conmigo?” Respondieron : le restituyese su batel y sus hombres,
“Cinco o seis hombres” . Mandó luego que en él le había prendido, no cu
Roldán que entrasen primero Diego de rando ya del Juan Pintor, pues vía que
Escobar y Pero Bello y Montoya y Her sin el batel no le era posible volver o
nán Bravo y Bolaños, y no consentían Castilla.
que entrasen más. Entonces dijo Rol Francisco Roldán, viendo la necesi
dán a un Pedro de lUanes que le me dad que Hojeda tenía, y porque en es
tiese a cuestas en la barca, y como le tos días había hecho terrible tormenta
iba teniendo de un lado, llevaba otro y había barrado, que quiere decir arras
que se decía Salvador. Entrados en el trado el ancla de donde la primera vez
batel todos disimuladamente, dijo Rol la echaron el navio mayor que Hojeda
dán a los que remaban que remasen tenía, más de dos tiros de ballesta ha
hacia tierra; ellos no quisieron. Echan cía la tierra, donde y cuando se suelen
él y los suyos mano a las espadas y dan los navios perder y la gente con ellos,
tan de golpe en ellos, que acuchilla y porque, si daban al través, y Hojeda
dos y muertos, a lo que se dijó, algu con su gente se quedaban, era quedar
nos, hácenlos saltar al agua y tóman- la confusión en la isla, para que fuera
I RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
i
1k>
peor que la pasada del mismo Roldán, ¡ tumelias perpendimus, quas prolixus
acordó Roldan dalle el batel y sus hom ne nimium fiam, hic omitto: eandem
bres, y que él restituyese los dos que vero insulam vigesima secunda lu lii de
había malamente, al uno detenido y serentes, etc. Todo esto es falso, por
al otro salteado; y así se hizo, que des que dice que las injurias o afrentas que
trocaron. allí padecieron no las dice por no ser
Partióse luego a hacer una cabalga prolijo, dando a entender que in justa
da que decía que había de hacer, y se mente se le hicieron, y no dice por qué
gún dijo un clérigo que traía consigo y qué fueron los insultos que ellos co
y otros tres o cuatro hombres de bien metieron. Lo segundo, cuanto a poner
que se quedaron, la cabalgaila que traía estos escándalos en el segundo viaje,
fabricada era la que pensaba hacer en es muy falso, como arriba dem asiada
la persona y en las cosas del Aliniran' mente queda probado; lo tercero, asi
te. Y este atrevimiento creo yo que co mismo, en decir que partieron desta
bró éJ de saber que los Reyes trataban isla Española a veinte y dos de ju lio , es
de remover al Almirante de su estado, más que falso, porque no partieron sino
y con el favor que él tenía del obispo <*uasi en fin de hebrero, entrante el año
Fonseca, y, por el contrario, el dis de 500, y aun creo que en marzo, como
favor que el mismo obispo dio siem parece por las cartas que yo vide y tuve
pre a el Almirante, justa o injusta en mi poder y cognosco la firm a de
mente, cuanto a los hombres, digo. Francisco Roldán, que escribía cada
Dios Jo sabe. ocho o quince días, cuando andaba re
Y a lo que yo sospecho, salido de allí vuelto con Hojeda, hasta que se fué al
Hojeda, fue a cargar los navios de in Almirante. De manera que la fecha
dios en alguna parte desta isla o de la que debió ser en el segundo, puso en el
isla de San Juan o de otra de las co primero, y los alborotos y daños que
marcanas, pues llevó a Castilla y ven hicieron en el primero, puso por afren
dió en Cáliz docientos y veinte y dos tas y contumelias, recibidas sin culpa,
esclavos, como Américo arriba tiene y en el segundo viaje.
en su primera navegación confesado.
Y ésta fué, con los otros daños y es CAPITULO CLXIX
cándalos que a indios y cristianos dejó
hechos Hojeda, su cabalgada. Partido de allí del Cahay, donde le
Por lo que en este capítulo se ha vis tomaron la barca con sus navios, Ho
to, parece la falsedad industriosa de jeda, Francisco Roldán, como hombre
Américo, y su encubrir las tiranías que astuto, diligente y de guerra, estúvose
en aquel primer viaje hicieron, en las por allí algunos días hasta ver si vol
cuales él a Hojeda acompañaba, y su vía a hacer algún salto H ojeda en la
trastrocar de los hechos que hicieron tierra porque cognoscía dél que era
en sos dos viajes, como ya hemos ^di hombre para hacello, y desde a pocos
cho, más que el sol clara. días rescibió aviso que había saltado
Dice, de esta brega y escándalos que en cierta parte, la costa abajo, creo yo,
Hojeda causó, Américo, en el fin de donde procuró de hacer pan p ara su ca
su segunda navegación, y acaeció en la mino. Escribiólo Roldán al Almirante
primera, desta manera: Necnon gente y determina de ir a prendelle y apare
illa quam nobis plurimum amicam e//e- ja seis canoas, en las cuales d ijo que
ceramus relicta, hiñe ab ais excessimus podían caber ochenta hombres. Y por
ob plurimarum rerum nostrarum indU que envió dos mancebos hábiles y suel
gentiam; venimusque ad Antigliae in tos en una canoa por la m ar p ara lo
sulam, quam paucis nuper ab annis espiar y especular lo cierto dello, y vide
Christophorus Columbus discooperuit; otras cartas de Roldán para el Almiran
in qua reculas nostras ac navalia refi te, escriptas después, luego desto, y no
ciendo mensibus duobus et diebus fo‘ hacían mención de la estada de H oje
tiden permansimus: plures interdum da, estimo que debía de ser ya ido
Christicolarum inibi conversatium con cuando llegaron los mancebos.
HISTORIA DE LAS INDIAS 447
Con este favor de haber echado a más de los españoles que acá estaban,
Hojeda de la tierra, dijeron algunos a estaban corruptísimos y depravados y
los más que allí estaban a Francisco cudiciosísiinos de alborotos y guerras,
Roldan, que se querían allí avecindar. enemigos de toda concordia y paz; y
Roldan les dijo que se escrebiesen y esto no era sino porque Dios los había
que enviaría al Almirante la memoria, dejado de su mano por las guerras, y
V enviaría quien les repartiese las tie agravios, opresiones y muertes injustas
rras en que hobiesen de labrar, Y por y violencias que hacían sin cesar a los
que se les hacía grave esperar tanto, se indios. La razón es porque tiene Dios
ñalóles él a cada uno en qué labrase, esta regla en su universal e infalible
como si aquellas tierras no tuvieran providencia : que cada uno sea punido
dueños; y ¡ojalá aquí parara la ti por lo que y de la manera que peca y
ranía ! le ofende y en aquello que él damnifica
Pidiédonle m ás: porque ellos no en a su prójimo. El medio e instrumento
tendían de bajar el lomo, que les diese que aquéllos tenían para nunca dejar
quien les ayudase a labrar. El, viendo de tratar de revueltas y desasosiegos en
(dice él) que era bien contentallos, tre sí mismos, era la ociosidad y vida
díjoles que quería hacer con ellos una deliciosa y holgada que tenían, y el
liberalidad, conviene a saber: que el señorío que habían usurpado sobre los
Almirante le había hecho merced de indios humildes y niansisiinos, por lo
que el rey Behechio con toda su gente cual se hacían elatos y soberbios y pre-
para que le sirviesen de las cosas de sus sumidores de sí mismos y menospre-
labores, y no a otro ninguno, que los ciadores de los otros, de donde se ha
tomasen ellos y se sirviesen dellos en bía de seguir de necesidad las disensio
sus labores y los contentasen. FiStas son nes, reyertas y confusión entre sí, e no
palabras del mismo Roldan al Almi pensar en otra cosa sino en reñir y en
rante, que yo vide firmadas de su nom supeditar los unos a los otros, como
bre. El rontentamieiito era que los ha vemos cada día en la gente de guerra.
bían de servir aunque les pesase, y da Y ésta excedía todas las otras de aque
lles después un espejuelo o un cuchillo lla calidad y oficio en tanto grado,
o unas tiseras. Veis aquí el repartimien cuanto más ofendían a Dios en destruir
to claro cómo se va entablando. Y que estas inocentes gentes, sin causa ni ra
«e diga que a un tan gran rey como zón, y más, alongados como estaban
Uehechio que el Almirante diese para de su rey a quien temiesen, y con ma
que sirviese a Roldán, y Roldan lo die- yor licencia y libertad estaban atollados
a ios hombres viles, y quizá entre y aun zabullidos en las espurcicias y
ellos azotados, para les servir e que re fealdades de los vicios bestiales, en que
partiesen entre sí sus vasallos, ¿qué ma conversaban con grandísima injuria de
yor tiránica maldad? Pero pasemos ade .sus prójimos, tomándoles sus proprias
lante. mujeres y hija.s, con toda ignominiosa
Así que, tornando al propósito, to violencia.
davía mandó el Almirante a Roldan Por aquí considerará (malquiera que
í[ue estuviese por allí algunos días, por sea fiel y verdadero cristiano, qué doc
que se quería ir adonde el Almirante trina, qué ejemplo, qué fama, qué es
estaba, sospechando el Almirante que tima cobrarían estas gentes de la reli
tornaría Hojeda. gión cristiana y qué amor y afección
Muy bien lo hizo Francisco Roldán y codicia temían para recibilla, y cuán
Pit todo este negocio en aventar a Ho al revés y por el contrario de como se
jeda de la tierra; porque, cierto, si debía se entró en estas tierras y reinos
Hojeda prevaleciera, yo creo que fue ajenos, no siendo otra la causa legí
ran peores los escándalos y turbaciones, tima para poderse entrar en ellos, sino
daños y destruición más vehemente de la paz, sosiego, edificación, conversión
indios y cristianos que la que bobo y salvación dellos.
(aunque mucha fue), en tiempo del al Y porque no falte otro testigo de todo
zamiento de Roldán. Porque todos los esto, estaba entonces en esta isla un
448 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
caballero, <|ue lenía por nombre don la estancia que había escogido, y que
Hernando de Guevara, primo de Adrián mirase que había defendido aquella se
de Moxíea, que arriba nombramos y ñora siempre, que no le fuese hecha in
dbajo diremos, y este Adrián era uno juria y el daño que le hacía, y cuanto
de los alzados con Roldan; no me enojo dello recebiría el Almirante. Vino
acuerdo si el don Hernando, (jue yo don Hernando con poco sentimiento y
bien cognosci en esta isla y a sus her aun poca vergüenza de su pecado a con
manos en Castilla, si anduvo alzado tar a Francisco Roldán con mucho p la
con Roldan; finalmente, por no andar cer lo que le había acaecido y que le ro
muy quieto, el Almirante le mandó gaba que lo dejase estar allí. Roldán
que saliese de la tierra, y en compli- le dijo, como hombre prudente, que
miento de su mandado, sabiendo cómo aquello era en sí malo y, allende esto,
Hojeda estaba por la provincia de Xa- que el Almirante se indignaría contra- él
ragua, fuese allá, por irse con él; pero porque se lo había consentido, y mas,
cuando llegó, ya Hojeda era ido. Fran que como él estuviese en desgracia del
cisco Roldán le dijo que viese y esco Almirante, a él no le convenía que allí
giese la estancia donde le placía estar, estuviese con él, porque el Almirante
con los cristianos que estaban por los no sospechase que no andaba en su obe
pueblos de los indios, haciendo la vida diencia con simplicidad, y otras razo
que arriba dijimos, repartidos, y que nes con que se convenció don H ernan
allí se fuese, hasta que el Almirante do, y así se fué adonde le estaba señala
mandase otra cosa. El cual eligió el do. Pero, porque los que están fuera de
Cahay, que arriba nombramos (donde la gracia de Dios y en un pecado no pue
Hojeda perdió el batel y blandeó su den asosegar sin que cometan otros peo
entereza), porque Adrián, dijo don Her res y más graves, desde a tres días^ con'
nando, tiene allí ciertas aves y perros. cuatro o cinco hombres, tórnase a su
Estos perros, traídos de Castilla, eran querencia, como animal bruto, don
acá muy preciosos para cazar las hutías, Hernando.
que arriba dejimos ser los conejos des- Sabida por Roldán la tornada de don
ta isla. Acetpada por Roldán la elección Hernando, envióle con dos hom bres a
de su estada, díjole que se fuese en decir cuán mal lo hacía, y que le roga
hora buena a holgar allí, e con esto ee ba y mandaba, de partes de la justicia,
despidió don Hernando de Roldán. que se fuese de allí adonde le estaba
Don Hernando se fué por casa de la señalado. Don Hernando comenzó a ha
señora Anacaona, hermana del rey blar desmandado, y entre otras pala
Behechío, y tomóle una hija muy her bras, decía que Roldán lenía necesidad
mosa que tenia, que se llamaba Hí- de tener amigos, porque él sa b ía de
gueimota, puesto que dijo don Her cierto CTue el Almirante le andaba por
nando que su madre se la dio, y es de cortar la cabeza, y otras semejantes,
creer, porque creía que la daba por su indiscretas, escandalosas y desvariadas.
mujer y don Hernando era muy gentil Dícenlo a Roldán, envíale a mandar
hombre y de autoridad y parecía bien que se yaya luego de la provincia, y se
ser de generosa casta. Recibida o toma vaya a presentar al Almirante. Humí
da la señora Higueimota, detúvose allí llase a Roldán y ruégale que lo d e je por
con ella dos días, sin sabello Roldán, agora hasta que el Roldán fuese adon
y envió por un clérigo, para que la de el Almirante estaba; concédeselo
bautizase, porque desta manera se ad Roldán para más justificar su causa.
ministraban entonces los Sanctos Sa Era necesario, por la regla arriba di
cramentos, en especial el del bautismo. cha, que Dios dejase a don Hernando
Sabido por Roldán, bobo mucho enojo, derrumbarse a mayores pecados. Acuer
de quien también me dijeron que la te da de matar a Francisco Roldán o saca-
nía el Roldán por amiga, y porque es Ue los ojos, por vengarse de la injuris
taba enfermo de los ojos, envióle a de oue le hizo en no habelle castigado y
cir que se maravillaba dél y lo mal que desterrado, luego que supo que a la
lo hacía, y que le rogaba que se fuese a señora Higueimota había por m an ch a
HISTORIA DE LAS INDIAS 449
tomado. Y porque para hacer cosa tan noche y da sobre ellos y desbarátalos,
atrevida y salvarse, había menester no donde prendió al Adrián y a otros. Y
pocos que contra el Almirante y la jus traídos a la fortaleza, manda luego a!
ticia ie ayudasen, él, por su parte, y Adrián ahorcar; y diciendo él que le
otros que había por sí e a sí allegado, dejasen confesar, dijo el Almirante que
anduvieron persuadiendo y solevantan le confesase un clérigo que allí estaba,
do a muchos (que había poco que tra y cuando el clérigo se ponía a confesar
bajar para rebelión cualquiera levan- le, se detenía y no quería confesar, y
tallos), y así se comenzaba otra peor esto hizo algunas veces. Viendo el Al
que las pasadas. mirante que lo hacía por dilatar su
No quiso Dios permitirlo, puesto que muerte, mandó que lo echasen de una
los unos y los otros merecían que se almena abajo, y así lo hicieron; daba
consumieran y despedazaran, como ha voces que lo dejasen confesar, porque
bían hecho y hacían en los indios a por temor de la muerte no se acordaba
cada paso. Fue avisado Roldán, y como de sus pecados, y que dejaba condena
diligente y astutísimo y bien proveído, dos a muchos que no tenían culpa;
prevínolo, y con buena manera que pero no le aprovechó nada.
en. ello tuvo, prendió luego a don Her Esto era entre nosotros público y se
nando y siete de lovS más principalmen platicaba así por muchos como cosa
te culpados. Hácelo saber al Almiran cierta y fresca, porque no había obra
te para que le escriba lo que manda; de año y medio o dos que había acae
porque, como hombre muy bien sabi cido cuando yo vine a esta isla. Otros
do, no quiso hacer cosa por su autori mandó también ahorcar de los del con
dad; lo uno, por e! acatamiento y cierto, y prendió muchos el Adelanta
preeminencia del Almirante, la cual do, y fué tras otros que se huyeron,
mucho, después de reducido, guardaba; cuando prendió a Adrián, a Xaraguá.
lo otro, porque rehusaba ser juez en Después vide yo cierto proceso, donde
su causa propia y con razón lo consi hobo muchos testigos que dijeron lo
deraba. que aquí he dicho.
El Almirante le escribió mandándo Prendió en Xaraguá el Adelantado
le que se los enviase presos a la forta muchos, y creo que oí muchas veces
leza desta villa o ciudad de Sancto Do que habían sido diez y seis, los cuales
mingo. Entretanto, como supiese Adrián metió en un hoyo, como pozo, hecho
de Moxica que estaba preso su primo para aquel fin, e los tenía para ahor-
don Hernando, andaba por la Vega y <‘ar, sino que vino a la sazón quien se
por los lugares donde estaban los cris lo impidió, como se dirá, queriendo
tianos, por los pueblos de los indios Dios. Mandó prender el Almirante a
derramados, haciendo juntas y bulli Pedro de Riquelme, el muy amigo de
cios y provocándolos a levantamiento, Francisco Roldán, que tenía su casa en
o sólo para libertar a don Hernando o el Bonao, y a otros, y ponellos en la
con otros intentos que él hoy se sabe, fortaleza de Sancto Domingo, los cua
dondequiera que Dios le haya puesto, les también estaban muy propincuos
si es salvo o condenado; la fama pú para ahorcallos con don Hernando. To
blica fué que tenía propósito de soltar das estas cosas se hacían por el mes de
a don Hernando y matar a Francisco junio y julio y agosto del año de mili
Roldan y al Almirante. Juntó en pocos y quinientos. Y dejemos agora aquí el
días muchos de pie y de caballo. El Al estado desta isla en estas inquietudes,
mirante, que estaba en la fortaleza de y cómo andaba el Almirante y el Ade
la Concebición, fué avisado de uno de* lantado a caza de los que se huían, que
Uofl, que se llamó Villasancta, que yo debían de haber consentido, o al me
bien cognosci por muchos años; y no nos presumíase, en los alborotos nue ha
teniendo consigo en la fortaleza sino bía renovado Adrián, y a todos los que
seis o siete criados de su casa y tres tomaban se daban priesa en despacba-
escuderos de los que ganaban sueldo llos; y será bien tornar un poco atrás,
del rey, supo dónde estaban, y va una a lo que más sucedió en el año 1499,
450 l'RAY BARTOLOME DE LAS CASAS
y tratar de los otros descubridores o cu- menester, o quizá ningunos, tracto con
diciosos allegadores que se movían en el un Luis Guerra, vecino de Sevilla, que
tiempo que Hojeda se movió, por las tenía hacienda, que le armase un na
nuevas que fueron en los cinco navios vio; el Luis Guerra se ofreció a bace
de haber descubierto a tierra firme y llo, y entre otras condiciones, fue con
las perlas el Almirante. tanto que su hermano Cristóbal G ue
rra fuese por capitán dél. Partió, pues,
Peralonso Niño por piloto, y Cristóbal
CAPirULO CLXX Guerra por capitán, del Condado, que
debía de ser de Palos o de Moguer, poco
Publicado en Sevilla el descubri tiempo después que Hojeda y Ju a n de
miento de la tierra firme y de las perlas la Cosa y Américo partieron deJ puerto
hecho por el Almirante, las nuevas del de Sancta María o de Cáliz, y así lo
cual llevaron, como se ha dicho muchas testificaron los testigos que se tomaron
veces, los cinco navios, y visto que Hoje por parte del fiscal en el susodicho
da tenía licencia del obispo Fonseca, proceso.
y aparejaba navios nara venir por acá, Fueron éstos, como Hojeda, hacia el
hobo en Sevilla muchos que se halla rastro docientas o trecientas leguas, y
ban con algunas hacienda, más que allí vieron tierra; y por la costa abajo
otros, vecinos especialmente de Triana, descendiendo, llegaron obra de quince
que presumieron de se atrever a tomar (lías después que había llegado Hojeda
el hilo en la mano que el Almirante les a la provincia o tierra de Paria, y se
había mostrado, y venir por este Océa gún dice un testigo en su dicho, allí
no a descubrir adelante, más por alle saltaron en tierra, como los indios ha
gar oro y perlas, como creo que no bía dejado el Almirante pacíficos y
será pecado sospechar, que por dar después el mismo Hojeda, y cortaron
nuevas de las mercedes que de Dios brasil, contra lo que por la instrucción
habían recibido con traerlos primero a llevaban mandado. De allí van la cos
su sancta fe, que a estas naciones que ta de la mar abajo, entraron en el
tuvo por bien llamar tan a la tarde; y golfo que Uamó Hojeda de las Perlas,
ojalá, ya que no iban a hacelles bien, que hace la isla de la Margarita, y en
no les hicieran males y daños. ella resgataron muchas perlas. D e allí
Unos de los primeros que a par cua alléganse a Cumaná, pueblo y provin
si de Hojeda vinieron a descubrir, fue cia de la tierra fírme, siete u ocho
ron un Peralonso Niño y un Cristóbal leguas de la Margarita; ven la gente
Guerra, vecinos, el Guerra, de Sevi toda desnuda, excepto lo principal de
lla, y el Peralonso, creo que era del las vergüenzas, que lo traen m etido en
Condado. unas calabacitas, con un cordelejo del
Este Peralonso Niño vino, cierto, con gado, que lo tienen ceñido alrededor
el Almirante, al descubrimiento de Pa de los lomos, y así los vide yo después
ría y debíase de tornar a Castilla en algunos años que estuve por algún
los cinco navios, y esto está probado tiempo en aquella tierra. Vieron ellos
con testigos contestes, y yo he visto sus también, y yo después, que acostum
dichos en el susodicho proceso; y uno bran los hombres traer en la boca
que dijo que no había ido en aquel cierta hierba todo el día mascándola,
viaje Peralonso Niño con el Almiran que teniendo los dientes blanquísimos
te, yo sé que contra el Almirante, por comúnmente, se les pone una costra
derecho del juicio, podía ser repelido. en ellos más negra que la más negra
Así que Peralonso Niño, habida li azabaja que pueda ser. Traen esta hier
cencia del rey o del obispo para des ba en la boca por sanidad y fuerzas y
cubrir, con instrucción y mandado que mantenimiento, según yo entendido ten
no surgiese con su navio ni saltase en go, pero es muy sucia cosa y engendra
tierra, con 50 leguas de la tierra que grande asco verlos (a nosotros, digo).
había descubierto el Almirante. Como Cuando la echan, después de m uy hien
no tuviese tantos dineros como había mascada, lávanse la boca y tom an a
HISTORIA DE LAS TNDIAS 451
tomar otra, y teniéndola en la boca dijes de Castilla. De (pie vieron su sim-
hablan harto escuraineiite, como quien piicidad, su iiioceiieia y humanidad,
la lengua tiene tan ocupada. salieron los cristianos en tierra; há-
Veníanse sin temor alguno a los na cenles mili caricias, mili regalos, en
vios con collares hechos de perlas, y tanta manera, que no lo sabían enca
dallas en las narices y en las orejas. recer. Estuvieron veinte días con ellos
Comenzaron a ceballos los cristianos dentro de sus mismas i;asas, como si
con cascabelles y anillos y manillas de fueran padres y hijos. La abundancia
latón, agujas y alfileres, espejuelos, de la comida, de venados y conejos,
cuentas de vidrio de diversas colores^ ánsares, ánades, papagayos, pescado y
dábanlas por casi no nada; no curaban el pan de maíz no se podría íácümenle
de resgatar, ni de muchas contiendas, todo decir. Cllanto^ Minados y conejos
sino daban todas las que traían y to y otras cosas les pedían que trujesen.
maban por ellas lo que les daban. De tantos luego les traían. De ver ciervos
allí, de Cumaná y Maracapana, que o venados y conejos, (pie fuese tierra
está de Cuinaná 15 leguas, hobieron firme aqiudlu por cierto creían, como
mucha cantidad de perlas. Navegan la aquellos animales no se hahiesen vis
costa abajo, y llegaron hasta las pobla to hasta entonces en las isíus. Hallaron
ciones que llaman los indios Curiana, (]ue tenían éstos sus increados o fe
junto donde agora es Coro; finalmen rias, donde cada piicJílo y vecinos dél
te, hasta cerca de la provincia que ago a vender lo que leiiíaii traían, 'l’raían
ra llamamos Venezuela, obra de ciento tinajas, cántaros, ollas, platos y escu
y treinta leguas abajo de Paria y de dillas y otros vasos de diversas formas
la Boca del Drago. Aquí surgieron en para su servicio, a vender.
una bahía como la de Cáliz, donde en TCntre otras cosas, traían a vueltas de
las gentes desta tierra hallaron humaní las perlas hechas avecilas, ranas, y otraS
sima hospitalidad y gracioso recogimien figuras muy bien artificiadas, de oro;
to. Vieron en tierra pocas casas, que ver esto no pesó a quien por habello
serían ocho o diez, pero vieron de pasaba tantas mares y con tantos peli
una legua de allí, la costa abajo, has gros. Preguntaron a los indios que dón
ta cincuenta hombres desnudos, con de se cogía aquel estieircol; respondie
una persona principal que debía ser su ron que seis días de allí de andadura.
señor o enviado por el señor; el cual, Acordaron de ir allá con su navio; y
de parte de todos, le ruega con impor dijeron que Iiallaron la inisina provin
tunidad al capitán Cristóbal Guerra y cia; ésta no supe dónde sería, sino que
a los demás que vayan con el navio a creo que fuese la jirovincia de Vene
surgir a su pueblo. Saltaron en tierra, zuela, que habría de Curianú los seis
danles de sus cascabeles, cuentas y bu días de andadura de un indio de a sie
jerías; diéronles cuantas perlas en los te o ocho leguas cada día. Dijeron que
brazos y gargantas y en todo su cuerpo se llamaba Cauchieto.
traían; pesaron solas aquellas que en Como vieron venir el navio, sin sos
obra de una hora les dieron, quince pecha ni temer mal alguno, corno si
onzas; valdría lo que les dieron por fueran sus hermanos, así se descolga
ellas obra de docientos maravedís. Le ban con sus canoas llenos dellos, y se
vantaron las anclas otro día, y fueron entraban seguros en el navio por verlos.
a surgir junto con el pueblo. Concurre El día y la noche, nunca cesaban de
todo el pueblo, rogando a los cristianos venir unos e ir otros, entrar unos y
que salten en tierra; pero ellos, como salir otros, con grande alegría, seguri
no eran más de treinta y tres, viendo dad y regocijo.
gran multitud de gente, no osaron sa Parecían celosos: cuando alguno que
lir, ni fiarse dellos, sino por señas les no cognoscían les venía a visitar, siem
decían que viniesen al navio con sus pre las mujeres ponían detraá de sí.
canoas o barquillos. Vinieron muchos Trujáronles algún oro, que resgataron,
sin temor alguno, trayendo consigo y joyas hechas dcl, no tanto cuantos los
cuantas perlas tenían, por haber de los que lo buscaban quisieron. Traían con-
452 KKAY BARTOf,OME DE i.AS CASAS
sigo perlaH, pero estas no las querían y cada hora consintieran eu tal engaño,
vender, como ni los de Curiana comu- acuérdanse tornar a Castilla, y dan la
taban el oro. Díéronles aquí gatos paú vuelta hacia Paria y la Boca del Drago.
les, muy hermosos, y papagayos mu En el camino, subiendo la costa arri
chos, de diversas colores. ba, por donde habían bajado, está una
Dejada esta provincia, quisieron pa punta que se llama la Punta de Araya,
sar más adelante, y llegaron a cierta Norte Sur con la punta occidental de
parte, donde les salieron, según dije la isla de la Margarita, donde vieron
ron, sobre dos mil hombres desnudos, unas salinas (y las hay hoy, porque
con sus arcos y flechas, a defenderles son perpetuas) dignas de harta maravi
la saltada. Eüos, por señas y mostrán lla. Está en aquella punta una laguna,
doles las cosas de Castilla, trabajaron a diez o quince pasos de la ribera y
de halagarlos, pero nunca pudieron; agua de la mar toda salada, y siempre
y con esto dijeron que se tornaron a debajo del agua llena de sal y encima
Curianá, donde con harta alegría y pla íambién cuando ha días que no llueve.
cer y abundancia de comida estuvieron Algunos pensaron que el agua que está
otros veinte días. Quiero aquí decir una dentro la sacan los vientos de la mar,
cosa graciosa que se me olvidaba: que como está tan propincua, y la echa en
cuando daban los alfileres y agujas a la laguna; pero no parece que es así,
los desta provincia de Curianá, cognos- sino que tiene ojos, a cuanto yo puedo
cían los indios que aquellos eran ins entender, por los cuales sube el agua
trumentos para coser o tener una cosa V se ceba de la mar. Esta sal es muy
■ con otra; decían a los cristianos por se blanca y sala mucho, y cuando hace
ñas que aquello no sabían para qué lo tiempo de buenos soles, se puede car
habían menester, pues andaban desnu gar y cargan muchos navios, y yo, en
dos. Respondieron los cristianos, seña otro tiempo que estuve allí, los hice
lando que aquéllos eran buenos para cargar. Vienen a sus tiempos del año,
sacarse las espinas de los píes o de otra de hacia bajo, a parar a esta punta in
parte, porque por allí había muchas, finitas multitudes de lizas, que acá es
y es así verdad. De que cayeron en muy bueno y sabroso pescado, y otra
ello, comenzáronse a reír e a pedir más, infinidad de sardinas, como las que
y por este aviso fueron dellos los al- traen a Sevilla de Setúbar y del Con
íilese y agujas, no menos que las otras dado, salvo que son pequeñas, pero
cosas, estimadas. Toda esta tierra está muy sabrosas, mayormente las lizas y
en siete y odio grados; por noviembre ellas recién saladas. Y en los barcos
y por Navi<lad no hace frío, antes es que por allí suelen andar, saltan de la
temperatísima. mar las lizas muchas veces, que no es
Quedando ios indios muy contentos, menester pescallas; tantas hay.
pensando que iban los cristianos enga A cabo de dos meses que partieron
ñados, porque Ies habían dado gran nú de Curianá, que fue a seis de febrero
mero de perlas que, si no me engaño, de mili y quinientos, llegaron a Galicia,
pesaban más de ciento y cincuenta li donde Hernando Vega, varón en pru
bras o marcos (y entre ellas, muchas dencia y virtud en Castilla señalado»
eran tan grandes como avellanas, muy era gobernador, anta el cual fuá acusa
claras y hermosas, puesto que mal do Peralonso Niño, y no sé si también
horadadas, porque los indios no te Cristóbal Guerra, de los mismos que
nían convenientes instrumentos para las venían en su compañía, que había en
horadar como careciesen de hierro), cubierto cierto número de perlas de
y habíanles dado por ellas valor de has gran precio, y así defraudado el quin
ta diez o doce ducados; y los noventa to que pertenecía a los Reyes. Mandólo
y seis marcos o libras, se dijo que les prender Hernando de Vega, y estuvo
costaron en Curianá obra de cinco rea mucho tiempo preso. Al cabo lo solta
les, en aquellas coaillas de Castilla, y los ron y vino a Sevilla y no sé eu qué
cristianos, teniéndose por bien pagados, paró lo que le imponían.
HISTORIA DE LAS INDIAS 453
<ia que hasta ailí lo hinchiesen y que le dicen, que pues tan poco les queda
luego lo soltaría. ba por hinchir del cesto, que trujesen
Desque el ínoceuie y confiaHo cacique, lo demás y que luego le soltarían. Van
más de lo que debiera, se vido preso, llorando y gimiendo de nuevo, saiigus-
y que se había de resgatar con hinchir tiados, no sabiendo qué se hacer, por
de oro hasta el gollete el cesto, mandó que no tenían ni hallaban qué traer, y
a sus criados que allí tenía que fuesen decir que no tenían ni hallaban más,
luego y triijesen el oro que hallar pu era por demás creérselo. Buscan por las
diesen para el cesto. Van llorando y casas y por los rincones deilas; andan
angustiados y con gran diligencia, y por toda la tierra escudriñando el oro
apellidan toda la tierra que el rey su que pueden haber; traen lo que lialla-
señor habían los cristianos preso, y que roii, y entre ello algunas piezas inoliosas
si querían vello vivo y suelto, que ha y oscuras que toparon por los rincones,
bía de ser con resgatallo a oro, dando de muchos años ya olvidadas, afirmando
tanto que se liinchiese cierta gran me con lágrimas que no tenían ni poeliHii
dida. Traen sus criados de su casa todo liaber más; que les diesen su señor.
el oro que él tenía; vienen muchos de Desque vido Oistóbal (hierra que
SU9 vasallos, cada uno con su pedacillo traían aquellas piezas ahumadas y coiiin
de oro, según que cada cual poseía; cogidas del estiércol, acordó creer
ofrécenlo en el gazofilacio del cesto, les que no temían más y sueltan al ca
pero apenas el suelo del cesto se cubría. cique, y en una <‘anoa, solo, con un ha
Tornan a salir fuera del navio e ir apre cha de hierro que por satisfacción le
gonando por toda la tierra que truje- dieron, se fné solo a tierra; y por esto
sen todos el oro que tuviesen, si que creo habérseme dicho, cuando este caso
rían ver a su señor vivo. Andan to se rae contaba, que aun no quisie
dos dando gritos y gemidos de noche y ron darles a los que trujeron el oro
de día; tornan al navio con más oro, postrero, a su señor, sino que fuesen })or
hecho, muy lindas figuras y hermosas más, y desque tan aína no volvieron,
piezas; échanlas en el cesto y era poco dejáronlo, como es dicho, ir solo, ore
lo que crecía, según era barrigudo el yendo que no tenían más que dar. Y es
cesto. Témanse a tierra más tristes y cierto que creo que yo dejo rancho por
llorosos que venían; y entretanto bien decir de las falsedades y crueldad que
es de considerar su mujer, la reina, y con este cacique usaron, porque como
sus hijos, los infantes, qué sentirían. ha tanto tiempo que lo supe, se me ha
Para metelles mayor temor y por que mucho más olvidado. Y siempre tuve
se diesen más priesa a hinchir el cesto aqueste caso, aunque muchos he visto
o para llegarse quizá más cerca de al y se han hecho crueles en estas gentes
gunos pueblos de hacia donde venían e inhumanos, corno ahajo asaz parece
los indios de buscar oro para ofrecer rá, por uno de los más injustos, feos y
al cesto, alzan las velas. El triste señor en maldad más calificados. Pesaría el
comienza a llorar y a plantear, dicien oro del cesto seiscientos marcos, que
do que por qué lo llevan. Sus gentes, valen treinta mil pesos de oro o caste
qpje lo veían, daban gritos pidiendo llanos de a cuatrocientos y cincuenta
a Dios tácitamente, aunque no lo cog- maravedís.
noscían, que le hiciese justicia, pues tan Pero porque no dormía Dios cuando
injustamente tan gran injusticia les estas injusticias, aquellos pecadores,
hacían. Tornan a cargar los navios cier guerras cometían, mayormente Cristó
tas leguas de allí; vienen los indios con bal Guerra, que debía ser el más sin
su ofrenda para el cesto. Finalmente, piedad, o al menos, el que debía guiar
yendo unos y viniendo otros, llegan con la danza, por que no se fuesen mucho
sus piezas de oro al gollete del cesto, gozando de tanta impiedad, quiso la
donde estaba el palo atravesado por divina justicia, luego, por el castigo
medida. No por eso sueltan al rey de temporal, sin el eterno (si después no
la tierra ni cumplieron la palabra de les valió penitencia), obra tan perversa
soltallo habían prometido; antes y nefanda reprobar. Debía de estar en-
I
466 T R A Y B A R T O L O M E D E L A S C A SA S
fermo el Luis Guerra, hermano mayor refirió todo cuanto arriba he dicho des
y que había dado los dineros y puesto te caso y otras muchas cosas más.
de su hacienda para armar la primera
vez y la segunda ayudar; luego, alza
das las anclas y hechos a la vela, expi
ró, perdida la vida, y su sepultura iué CAPITULO CLXXII
en un serón (y fuera mejor ponello en
el cesto), en que lo echaron a la mar.
Después de Cristóbal Guerra o poco
Desde a pocos días, navegando am después que salió de Castilla para su
bos navios para España, por allí cerca primer viaje, por el mes de diciembre
de la tierra que habían robado, como y fin del año de mil y cuatrocientos y
andaban poco y forcejeando contra vien noventa y nueve, Viceinte Añez Pin
to y corrientes, como entonces no sa zón, hermano de Martín Alonso Pin
bían tanto como ahora navegar, ni ha zón, que vinieron con el Almirante ai
bía rodeos para la Habana, el un navio principio del descubrimiento destas In
trompieza, creo que de noche o de día, dias, según que arriba se ha largamente
en una peña o isleta que no vieron, ni contado, con cuatro navios o carabelas,
cognoscían en aquel tiempo los peli proveídas a su costa, porque era hom
gros de por allí, y ábrese por medio, bre de hacienda, salió del puerto de Pa*
y vuestro cesto, de oro lleno, y el cos los, para ir a descubrir, por principio
tal de perlas y mucha parte de la gen de diciembre, año de 1499. El cual, to
te, va todo a los abismos a parar. Di mado el camino de las Canarias y de
vino y manifestísizpo juicio de Dios to allí a las de Cabo Verde, y salido de la
dopoderoso, por el cual quiso que tan de Santiago, que es una dellas, a trece
poco se gozase lo que con tanta ignomi días de enero de mili y quinientos años,
nia de la cristiana religión y contra la tomaron la vía del Austro y después al
natural justicia se había usurpado, cci- Levante, y andadas, según dijeron, se
metiendo contra su simple y pacífico tecientas leguas, perdieron el Norte y
prójimo, y aun rey, tanta fealdad. pasaron la línea equinoccial. Pasados
¿Qué concepto cobrarían aquellas gen della, tuvieron una terribilísima tor
tes simplicísimas de nuestra cristian menta que pensaron perecer; anduvie
dad? ¿Qué nuevas volarían por la tie ron por aquella vía del Oriente o Levan
rra dentro de nuestra justicia y bondad? te otras docíentas y cuarenta leguas, y
Alguna gente de la del navio quedó a veinte y seis de enero vieron tierra
asida en la mitad dél, porque se abrió bien lejos; ésta fué el cabo que agora
por medio, y otros algunos asiéronse a se llama de Sant Agustín, y los portu
las tablas que cada uno cerca de si pudo gueses la tierra del B rasil: púsole Vi
hallar. Como el otro navio vido per ceinte Añez entonces por nombre cabo
dido ai otro, aunque estaba dél bien de Consolación.
apartado, tuvo este aviso e industria de Hallaron la mar turbia y blancaza
ponerse hacía el medio, por donde las como de río; echaron la solda, que es
corrientes venían de la mar, y andando una plomada con su cordel o volantín,
barloventeando, llega el medio navio, y halláronse en diez y seis brazas. Van
con la gente que encima traía, y có- a la tierra y saltaron en ella, y no pare
genía toda, y cuantos venían en tablas ció gente alguna, puesto que rastros de
desta manera se bebieron de salvar. hombres, que, como vieron los navios,
Déstos acaeció, que un padre y un huyeron. Allí Viceinte Añez tomó po
hijo, juntamente, tomaron una tabla, sesión de la tierra en nombre de los Re
y no era tan larga o capaz que por ella, yes de Castilla, cortando ramas y árbo
juntos ambos, pudiesen escapar; dijo les y paseándose por ella y haciendo se
el nadre al h ijo: “Hijo, sálvate tú con mej antes actos posesion^es jurídicos
la bendición de Dios, y déjame a mi, Aquella noche, hicieron cerca de allí
que sov viejo, ahogar” . Y así fué, que muchos huegos, como que se velaban.
el hijo tomó la tabla y se salvó, y el pa El sol salido, otro día, de los cristianos
dre se ahogo r y este mismo hijo me cuarenta hombres, bien armados, salle-
H IS T O R I A D E LAS IN D I A S i57
ron en tierra y van a los indios; de ios llegan con gran esfuei/-o hasla tomar
indios salen a ellos treinta y tantos con los remos deílas. Tomáronles una barca
sus arcos y flechas, con gran denuedo y asaetearon dentro al qiu* la guardaba
para pelear, y tras éstos otros muchos. y muere; pero los cristianos con su»
Los cristianos comenzaron a halagallos, lanzas y espadas desbarrigan y matan
por señas, v' mostrándoles cascabeles, los más dellos. como no tuviesen otras
espejos y cuentas y otras cosas de res- armas defensivas, sino los p<'ll<‘jos.
gates; pero ellos no curaban dello, an Bien pmlieran excusar los cristianos
tes se mostraban muy feroces y a cada estas muertes y revuelta, ¿(^hic necesi
momento se denodaban para pelear. dad tenían de poner a aquel cristiano
Eran, según dijeron, muy altos de cuer en aquel peligro, v por c^msiguientc, a
po, más que ninguno de los que allí todos ellos; sino que, si vían que
iban de los cristianos. Finalmente, sin no querían los imlios tracto ni conver
reñir, se apartaron los unos y los otros ; sación con ellos, fuéranse? Pero romo
los indios se volvieron la tierra dentro, no iban por fin de Dios algunos, sino
y los cristianos a sus navios. Venida la ¡u'etendiendo su temporal prov<‘elu>.
noche, los indios huyeron, que por to así curaban de lle>'ar los medios, y por
do aquel pedazo de tierra no pareiió tanto, [fueron] reos de la perdición
persona alguna. Afirmaba Viceinle »uya y de aquéllos. Viendo. j>iies. los
Añez que la pisada de los pies de aqué nuestros que tan mal les iba con lupié-
llos era tan grande (unno dos pies me líos, eon harta tristeza <le |)erder los
dianos de los de nosotros. compañeros, alzaron las velas, y [)or la
Alzaron las velas y fueron más ade costa abajo, cuarenta leguas al TNuúen-
lante, y hallaron un río bajo, donde te, descendieron. Allí hallaron tanta
no pudieron entrar los navios; surgie abundancia <leMlro en la mar de agua
ron en la boca o cerca della. Salieron dulce, que todas las va.sífíis «pie tenían
vacías hincheron. Llegaba este agua
en las barcas, con que entraron en el
río la gente que pudo caber, bien a re dulce, como Viceinte Añez de|»one en
caudo, para tomar lengua y saber los su dicho, en las muchas veces alegado
proceso, dentro en la mar, cuarenta le
secretos de la tierra; vieron luego en guas, y otros de los (jue, fueron eon el
una cuesta mucha gente desnuda, como dicen treinta; y aun niuehas más es
es por allí toda ella, hacia la cual casi común opinión de los que yo vía
enviaron un hombre bien aderezado de tratar deste río en aquellos tiempos.
las armas que pudo llevar, para que con Admirados de ver tan gran golpe de
los meneos y señas de amistad que pu agua dulce, y queriendo saber el secre
diese, los halagase y persuadiese a que to flella, llegáronse a tierra v hallan
se llegasen a conversación. El que en muchas islas oue están en ella, todas
viaron llegóse algo a ellos y echóles un graciosísimas, frescas y deleitables y lle
cascabel para que con él se cebasen y nas de gentes pintadas, según dicen los
se allegasen. Ellos echáronle una vara aue allí fueron; las cuales se venían a
de dos palmos dorada, y como él se ellos tan seguros como si toda su vida
abajase a tomalla, arremeten todos hobieran conversado amablemente con
ellos a lo prender, cercándolo todos en ellos.
derredor, pero con su espada y rodela
de tal manera se dio priesa a se defen Este río es aquel muy nombrado Ma-
der, que no les dejó llegar, hasta que raiTón; no sé por ouién ni por qué cau
los de las barcas, que estaban a vista sa se le puso aquel nombre. Tiene de
y cerca, vinieron a le socorrer. Pero los boca y anchura, a la entrada, según di
indios vuelven sobre las cristianos con cen, treinta leguas, y algunos dicen
tanta priesa y disparan sus flechas tan muchas más.
espesas, que antes que se pudiesen unos Estando en él surtos los navios, con
a otros guarecer, mataron dellos ocho el gran ímpetu y fuerza del agua dulce
o diez, y algunos dijeron que once, y y la de la mar que le resistía, hacían
otros muchos hirieron. Van luego a las un terrible ruido y levantaba los navios
barcas, y dentro en el agua, las cercan; cuatro estados en alto, donde no pade-
I
458 F R A Y B A R T O L O M E D E L A S C A SA S
cieron chico peligro. Parece aquí lo que ceinte Añez, y no osaban saltar en tie
acaeció al Almirante cuando entró por rra, no sé cómo lo pudieron lomar.
la Boca de la Sierpe y salió por la Boca De Paria navegaron a ciertas islas,
del Drago; y el mismo combate y pe de las que están por el camino de la
lea juntamente y peligro hay donde el Española, no supe con qué intinción,
agua dulce se junta con la de la mar, ni si en la costa de Paria o en alguna
cuando la dulce corre con ímpetu y es de las islas dichas le acaeció la tribula
mucha y la playa es descubierta, ma ción que le vino.
yormente si la mar es de tumbo. Por el mes de julio, estando surtos
Visto que por aquella tierra y río de todos cuatro navios en la parte o tie
Marañón y gente della no había oro rra donde era, súbitamente vino una
ni perlas, ni cosa de provecho, que era tan desaforada tormenta, que a los ojos
el fin que los traía, acuerda tomar cap de todos se hundieron los dos navios
tivos treinta y seis personas, que tomar con la gente. El otro arrebatólo el vien
pudieron de aquellos humildes y man to rompiendo las amarras de las an
sos inocentes, confesado por ellos, que clas y llévalo el viento con diez y ocho
a los navios seguramente se les venían, hombre? y desaparece. El cuarto, so
para que no quedase pedazo de tierra bre las anclas, que debían ser grandes
ni gente della que no pudiese bien y y buenos cables, tantos golpes dio en él
con verdad contar sus obras pésimas, y la mar, que pensando que se hiciera
los que hoy, sin ceguedad, las oímos pedazos, saltaron en la barca y vinié
podamos afirmar,• sin escrúpulo de con ronse a tierra, no les quedando de él
ciencia, haberse movido éstos a hacer alguna esperanza.
estos descubrimientos más por robar y Dijeron que comenzaron a tratar los
hacerse ricos, con daños y escándalos, pocos que allí estaban, que sería bien
captiverios y muertes destas gentes, que matar a todos los indios que por allí
por convertillos. Harto ciego, sin duda, moraban, porque no convocasen los co
de malicia será el que dudare des- marcanos y los viniesen todos a matar.
to ; aunque poco menos, les dio Dios el Ellos pensaban en aquella tierra buscar
pago que a Cristóbal Guerra. manera para vivir e remediarse* Gentil
De allí, del río Marañón, vinieron la remedio habían hallado matando laS
costa abajo, la vuelta de Paria, y en el gentes que no les habían ofendido en
camino hallaron otro río poderoso, aun nada, por ellos imaginar por aquella
que no tan grande como el Marañón. vía de salvarse, para que Dios les ayu
y porque se bebió el agua dulce otras dase. Pero la bondad del misericordio
veinte y cinco o treinta leguas en la so Dios no dio lugar a que cometiesen
mar, le pusieron el río Dulce. Creo que tanta maldad, porque el navio que se
es este río un brazo grande del río lyu- había desaparecido con los diez y ocho
parí, el cual dijimos en el cap. [134] hombres volvió, y el que estaba allí
que hace la mar o golfo Dulce que está presente, amansando la tormenta, no se
entre Paria y la isla de la Trinidad, hundió.
que estimaba el Almirante salir del Pa Con los dos navios vinieron a esta
raíso terrenal. Y aquel brazo y río dul isla Española, donde se rehicieron de
ce que de aqueste camino halló Vicein- lo que habían menester, y de aquí to
te Añez, también juzgo que es el río maron el camino y llegaron a España
donde habitan aquella gente buena que en fin de setiembre de 1500 años, tris
nombramos los aruacas. tes, angustiados, lesas las consciencias,
Pasaron adelante y entraron en Pa pobres, gastados los dineros que puso
ria, y creo que tomaron allí Brasil, aun de su hacienda Viceinte Añez en el ar
que, como hallaron la gente de Paria mada, muertos lo más de los compañe
escandalizada por haberles muerto mu ros, dejando alborotada y escandaliza
cha gente Cristóbal Guerra o otro sal da la tierra ñor donde habían andado,
teador de los que allí llegaron, según e infamada la gente cristiana y agravia
arriba dejimos y lo dijeron con jura dos los que habían hecho pedazos, y
mento los mismos que fueron con Vi- echándoles al infíemo las ánimas sin
H IS T O R Í A D E L A S IN D I A S 45^
causa, y los demás inocentes que capti- los indios mávS lastimados, debían ma
varon, sacados y traídos de sus tierras^ tar muchos dellos y prender los que
privándolos de su libertad y de sus mu más pudiesen por esclavos.
jeres y hijos, padres y madres, y de Del río Marañón viniéronse coslcan-
las vidas por esclavos; solamente de do la tierra firme por el camino <jue
que habían descubierto seiscientas le había hecho Viceinte Añez; de croer
guas de rosta de mar hasta Paria glo es que saltaría en algunos lugares, v lo
riándose. que allí saltearon y mal hicieron ellos
se lo saben, y aun hoy mejor íjue en
tonces, que ya son todos en la mar o en
CAPITULO CLXXIII la tierra sepultados.
Llegaron a Paria, y como hallaron
Tras Vieinte Añez salió otro descu las gentes della extrañadas y alborota
bridor, o quizás destruidor, por el mis das por los muchos que les habían muer
mo mes de diciembre y año de mili y to, en pocos días había de los pasados
cuatrocientos y noventa y nueve años. (según lo dice hombre de los misitiov
Este fue un Diego de Lepe, vecino del de Diego de Lepe, y cu el cap. 171 fue
Condado, no sé si de Lepe o de Palos tocado), debían de liacciles gticrra >
y Mogiier; pero toda la más gente que captivar los que jmdieron haber a las
fué con él, dicen haber sido de Palos. manos; y así lo confiesa otro de los
Llevó dos navios aderezados. De la isla que en ello se hallaron. Y d<bía el obis
del Huego, que es una de las de Cabo po de Badajoz de sabello (don Juan (h^
Verde, siguió hacia el Mediodía algo Fonseca digo), y tomárselos, y jior esto
y después al Levante, por el camino que dice aquél en su dicho tjuc en la Paria
hizo Viceinte Añez; llegaron al Cabo tomó Diego de Lepe ciertos indios, los
de Sant Augustín, y dicen que ol do cuales el dicho Diego de l.epc trajo en
blaron, pasando adelante algo. El Diego los navios y los entregó al señor obispo
de Lepe tomó posesión por los Reyes don Juan de Fonseca en esta ciudad
de Sevilla. Estas son sus palabras. Y
de Castilla, haciendo en todos Jos lu fuera justo que el obispo lo castigara,
gares que llegaba actos que se llaman y quizá lo hizo, si por ventura su cegue
posesionales, segiin derecho necesario. dad, que en este negocio de las Indias
Uno dellos fué que escribió su nom
bre en un árbol de grandeza extraña, siempre tuvo, no .se lo estorbaba,
supe déstos qué más hicieron ni en qué
del cual dijeron que diez y seis hom
bres asidos de las manos, extendidos pararon.
los brazos, no pudieron abarcarlo. Cosa Porque en estos días mismos, después
es ésta increíble, pero posible, porque de los dichos descubridores castellanos
los mayores los hay en estas islas y tie de aquella tierra firme, acaeció hacer
rra firme, que parece no haberlos en el rey de Portogal armarla para ir a
otras partes del mundo hallado, y todos la India, y acaso descubrir la misma
los que por ellas hemos andado y vis tierra que ya los nuestros habían des-
to las ceibas, que son muchos y gran (mblerto y bojado, como dicen los ma
des árboles, como los hay, no nos es- rineros, y parecióme no dejar de dar
pan tamos. aquí noticia dello, puesto (jue sea obra
Eniraron en el río Marañón y allí de los portugueses, porque al menos
robaron y saltearon la gente que pudie no pretendan, por sédo su descubrimien
ron, donde Viceinte Añez había también to. aquella tierra pertcnccerles, y en
tomado con injusticia las treinta y seis Castilla no lo ignoremos.
ánimas q... se venían pacíficos e con- Envió, pues, el rey de Portogal don
fíad-'s a los navios y traídolos por es- Manuel, primero de aquel nombre, una
c'' ,us. Parece que como quedaron del bien proveída armada de trece velas
Viceinte Añez agraviados y experimen grandes y menores, en las cuales irían
tados, llegando el Diego de Lepe pu hasta mili y docientos hombres, entre
siéronse en armas, matáronle once hom marineros y gente de armas, toda gente
bres, y porque siempre han de quedar muy lucida. Y a vueltas de las armas
I
460 FR A Y B A R T O L O M E D E L A S C A SA S
maleriales, dice su historia que inundó ra Década, Por manera que, a porradas
proveer de las espirituales, y éstas fue habían de recebir la fe, aunque les pe
ron o<*ho religiosos de la orden de Sant sase, como Mahoma introdujo en el
Francisco, cuyo guardián íuc fray An- mundo su secta. Y también que aunque
rique, el cual, después, fue obispo de no quisiesen, habían de usar el comer
Cepta e confesor del rey, varón de vida cio y trocar sus cosas por las ajenas, si
muy religiosa y gran prudencia. Fnvió no tenían necesidad dellas. Miedo ten
eso mismo ocho capellanes y un vicario go que los portogueses buscaban acha
para que administrasen los Santos Sa ques, con color de dilatar la religión-
cramentos en una fortaleza que el rey cristiana, para despojar la India del
de Portoga! mandaba hacer, todos va oro y plata y especería que tenía y otras
rones escogidos, cuales convenía para riquezas, y usurpar a los reyes natura
aquella obra evangélica. les sus señoríos y libertad, como nos
Y dice el historiador portoguéa Juan otros los castellanos habernos hallado
de Barros que el principal capítulo de para extirpar y asolar nuestras Indias.
la instrucción que llevaba el capitán Y todo procede de la grande y espesa
del armada, que se llamaba Pedro Al- ceguedad que, por nuestros pecados, en
varez Cabral, era que primero que aco Portogal y Castilla caer ha Dios permi
metiese a los moros y a los idólatras con tido. Y es manifiesto que primero co
el cuchillo material y seglar, haciéndo menzó en Portogal que en Castilla,
les guerra, dejase a Jos religiosos y como parece clarísimo en los principios
sacerdotes usar del suyo espiritual, que y medios fines que han tenido los por
era denunciarles el Evangelio con amo togueses en la tierra de Guinea, como
nestaciones y requirimientos de partes pareció arriba en los capítulos 19.®, 22.®,
de la Iglesia romana, pidiéndoles que 24.® y 25.®.
dejasen sus idolatrías y diabólicos ri Grande ceguedad es, y plega a Dios
tos y costumbres, y se convertiesen a la que no intervenga grande malicia, que
fe de Cristo, para que todos fuésemos rer que los infieles de cualquiera su
unidos y ayuntados en caridad de ley persticiosa religión que puedan ser,
e amor, pues todos éramos obra de un fuera de herejes, que la fe católica una
Criador y redimidos por un Redemp vez hayan voluntariamente recibido, la
tor, que era Cristo Jesu, prometido por resciban con requerimientos y protes
los profetas y esperado por los patriar taciones y amenazas que si no la resci-
cas tantos mili años antes que viniese; ben (aimque les sea persuadida por
para lo cual trujesen todas las razones cuantas razones naturales quisiéremos),
naturales y legales, usando de aquellas por el mismo caso pierdan las hacien
cerimonias y actos que el derecho canó das, los cuerpos y las ánimas, perdien
nico dispone. Y cuando fuesen tan con do miserandamente, por guerras crue
tumaces que no aceptasen esta ley de fe les, las vidas, ¿Qué otra cosa ésta se
e negasen la ley de paz que se debe puede nombrar, sino que la paz, man
tener entre los hombres para conserva sedumbre, humildad y benignidad de
ción de la especie humana y defendie Jesucristo, que señaladamente y en par
sen el comercio o conmutación, que es ticular nos mandó que de él aprendié
el medio por el cual se adquiere y tra semos y usásemos con todos los hom
ta y conserva la paz y amor entre todos bres indiferentemente, y la religión
los hombres, por ser esté comercio el cristiana, sin cesar, cada día nos lo
fundamento de toda humana policía, acuerda, amonesta y predica, las con
pero con oue los contractantes no di vertíamos en la furibunda y cruel fero
fieran en ley y en creencia de la ver cidad y costumbre espurcísima maho
dad que cada uno es obligado a tener mética?
y creer de Dios, que en tal caso les pu Gentiles milagros se hallaban los por
diesen hacer guerra cruel a huego y a togueses para confirmar la doctrina que
sangre. los religiosos habían predicado: roba-
Esto dice aquella historia de Juan de llos, captivallos, quemallos v bacellos
Barros, libro 5.“, cap. 1.® de su prime pedazos. Fuera bien preguntalles si fue-
H IST O R IA DK L A S IN D IA S ‘tól
ron por esta vía y con estas amenazas hacer. Queriendo echar más baldes fue
ellos a la fe llamados. Perniciosísima y ra y gente, vino un grande viento v al
muy palpable insensibilidad filé a los zaron las andas, y vanse por luengo de
principios y agora es ésta. Poco me costa la vuelta dd Sur, donde les ser
nos materia es decir o'creer que los co vía el viento, y surgieron en un buen
mercios y conmutaciones hayan de ha puerto. Envió un batel y tomó <Ío h in
cer las gentes <on otros no cognosciilos dios en una canoa; mandólos vesiiv de
hombres, no voluntarias, sino contra pies a la cabeza y enviallos a tierra.
toda su voluntad y libertad. Pero por Vinieron gran número de gente cantan
que desta materia y destos errores y de do, bailainlo y tañendo ciertos cuernos
la averiguación y claridad delios habe y bocinas, haciendo saltos y bailes de
rnos, con el favor divino, largamente gran alegría y regoci jo, (pie verlo era
grandes voliiniines escripto, no es cosa maravilla.
conveniente a la historia en ello más Salió en tierra el capitán con la más
alargar de lo dicho. de la gente, día de Pascua, y al pie de.
Patrió, pues, la flota portuguesa, cuyo iin gran árbol lucieron un altar y
capitán fué Pedro Alvarez Cabral, de dijo misa cantada d susodicho guardián.
Lisboa, lunes, a nueve días del mes de Llegáronse los indios muy pacíficos y
marzo, año de mili y quinientos, y tomó confiados, como si fueran los cristianos
su derrota para las islas de Cabo de antes sus muy grandes amigos; y
Verde, y de allí, por huir de la costa como vieron que los cristianos se hin
de Guinea, donde hay muchas y pro caban de rodillas y daban en los pe
lijas calmerías, metióse mucho a ia chos y todos los otros actos que les veían
mar, que quiere decir a la mano de hacer, todos ellos los hacían.
recha, hacia el Austro, y también por Al sermón que predicó el guardián
que como sale muy mucho en la mar estaban atentísimos, como si lo enten
el Cabo de Buena Esperanza, para po- dieran, y con tanta quietud y sosiego
dello mejor doblar. Y habiendo ya un y silencio, que dice el historiador que
mes que navegaba, siempre metiéndose movía a los portogueses a contempla
a la mar, en las ochavas de Pascua, ción y devoción, considerando cuán
que entonces fueron a veinticuatro de dispuesta y aparejada estaba acpiella
abril, fué a dar en la costa de tierra gente para recibir la doctrina y re
firme, la cual, según estimaban los pi- ligión cristiana.
lotos, podía distar de la costa de Gui Despachó luego de allí el capitán un
nea cuatrocientas y cincuenta leguas, navio, al rey de Portogal, el cual dice
y en altura del polo antártico, de la (pie rescibió grande alegría con las nue
parte del Sur, diez grados. vas de la tierra nuevamente descubier
No'podían creer los pilotos que aqué ta, y todo el reino.
lla era tierra firme, sino alguna gran Dió licencia el capitán a la gente de
isla, como esta isla Española, que lla los navios acpiel día después de comer,
maban los portogueses Antilla. Y para para que saliesen en tierra v se holga
experimentallo fueron por luengo de sen y resgatasen con los indios cada uno
la costa un día; echaron un batel fuera, lo que quisiese. A trueque de papel y
llegaron a la tierra y vieron infinita gen de pedazos de paño y de otras cosillas,
te desnuda, no prieta ni de cabellos les daban los indios papagallos y otras
torcidos como los de Guinea, sino luen aves muy pintadas y muy hermosas, de
go y correntio, y como el nuestro, cosa que habían muchas, de las plumas de
que les pareció muy nueva. Tornóse lue las cuales tenían sombreros y otras co
go el batel a dar nuevas dello y que pa sos muy lindas y hermosas hechas. Dá
recía buen puerto donde podían surgir. banles ajes o patatas (s/c), y otras fruc-
Llegóse la flota a tierra, y el capitán tas que habían muchas. Fueron algunos
mandó que tornase allá, y si pudiese, portogueses a las poblaciones; vieron
tomase alguna persona; pero ellos fué- infinitas arboledas, aguas y frescuras
ronse huyendo a un cerro, y juntos es y tierra viciosísima y deleitable, muy
peraban qué querían los portogueses abastada de maíz v otras cosas de co-
462 i RA Y B A R T O L O M E D E LA S C A SA S
mer y donde se hacía mucho algodón. desta verdad, por vista de ojos y ex
Vieron allí un pece más grueso que periencia, testigos. Y esto se verá bien
un tonel, de longura de dos toneles, claro en los siguientes capítulos.
la cabeza y ojos como de puerco, las
orejas como de elefante; no tenía ^
dientes; en la parte de debajo tenía dos CAPITULO CLXXIV
agujeros; ia cola de un codo y de an
cho otro tanto; el cuero era como de Si bien miramos en todas las cosas
puerco, de gordor de un dedo. que en este mundo visible acaecen, ha
En esta tierra mandó el capitán po llaremos por experiencia lo que la Es-
ner una cruz muy alta y muy bien he» criptura divina nos enseña cerca de la
cha, y por eso se llamó aquella tierra infalible providencia de Dios, conviene
de Santa Cruz por los portogueses, al a saber, que uno de los principales cui
gunos años; después, el tiempo andan dados que Dios tiene (si así se puede
do, como hallaron en ella brasil, llama decir, porque con un cuidado y un soto
ron y hoy se llama la tierra del Brasil. acto lo gobierna y rige todo), es cerca
Traía el capitán veinte hombres des de la prueba y de la guarda y conserva
terrados por malhechores; acordó de ción de la verdad; de aquí es lo que
jar allí dos delloK para que supiesen los se dice por el psalmista David : Qui
secretos <le la tierra y aprendiesen la custodit veritatem in saeculum, y por
lengua; los cuales los indios trataron Esdras: Veritas manet et invalescit In
muy bien, y después el uno dellos sirvió aeternum et vivit et obtinet in saecula
de lengua o intérprete mucho tiempo saeculorum.
en Portogal. Por manera que para que esta verdad
de ser estas gentes dóciles, pacíficas,
Todo lo que aquí desto he dicho, lo benignas de su natural y aparejadas
saqué de dos historiadores portogueses tan bien y muy más que otras para
que escribieron toda la historia, desde ser doctrinadas y acostumbradas en
su principio, de la India. El uno es toda virtud moral, y, por consiguien
Juan de Barros, en el libro 45.'’, cap. 2.° te, capaces y fácilmente atraíbles a la
de 8U primera Décaduy y el otro es Fer fe católica y religión cristiana, si les
nán López de Castañeda, en el libro 1, es propuesta y predicada como Cristo
cap. 29 de la Historia de la India. lo estableció, y a todas las otras na
Parece, pues, bien probada manifies ciones del mundo la Iglesia universal
tamente la bondad natural, simplici- la ha propuesto siempre y predicado,
dad,^ hospitalidad, paz y mansedumbre ha tenido por bien la divina Provi
de los indios y gentes de cuasi toda esta dencia, de que no sólo por expirien-
nuestra tierra firme, y cuán aparejados cia los religiosos y siervos de Dios cas
estaban, antes que liobiesen resc^bido tellanos y descubridores seglares y
agravios y daños de los cristianos y ex profanos, que sólo han venido a es
perimentado sus injusticias, para reci tas tierras por cudicia de amontonar
bir la doctrina de nuestra fe y ser im riquezas temporales, y no sólo también
buidos en la religión cristiana, y a Cris habiendo llegado a una parte destas
to. criador universal, todos atraídos, Indias y visto una gente, pero a mu
nu solamente por testimonio de infini chas y en muchas varias y diversas len
tos que los hemos experimentado y vis guas y naciones, pero que la gente por-
to, y abajo, en muchas parles desla his toguesa, seglares y religiosos y personas
toria, lavguísiinamenle se verá, y de de todo tracto y profesión, confiesen to
lodos los mismos castellanos descubri dos, ein lo poder negar, que aquestas
dores, de los cuales muchos eran dellos gentes no son otras sino aquellas que
escandn1izadore« y destruidores, que sucedieron de nuestro primer padre
para cpie lo confesasen de su proprio Adán. Y esto basta para que con ellas
motivo, fu misma razón y fuerza de la se deban guardar los preceptos divinos
verdad los constreñía, pero también or V naturales y las reglas de caridad que
denó Dios que los portogueses fuesen han sido guardadas y usadas con nos-
H IST O R IA D E L A S IN D IA S 463
junto de los huegos que en toda la no a quien esto no hace tiénenlo a mal;
che tienen encendidos, así por el frío, y después le ofrecen muchas cosas. Y
porque andan desnudos, como también en las enfermedades de los gentiles usan
por los demonios, que dicen huir del también estos hechiceros de muchos en
huego, por la cual causa traen tizones gaños y hechicerías. Estos son los ma
de noche cuando van fuera. yores contrarios que acá tenemos, y ha
"Esta gentilidad a ninguna cosa ado cen creer algunas veces a los dolientes
ra, ni cognosce a Dios; solamente a los que nosotros les metemos en el cuerpo
truenos llaman tupana, que es como cuchillos, tiseras y cosas semejantes, y
quien dice cosa divina. Y así, nos no que con esto los matamos. En sus gue
tenemos otro vocabulo más convenien rras aconséjanse con ellos, allende de
te, para los atraer al cognoscimiento de agüeros que tienen de ciertas aves.
Dios, que llamarle Padre Tupana. "Cuando captivan alguno, tráenle con
"Solamente entre ellos se hacen unas grande fiesta, con una soga a la gargan
ceremonias de la manera siguiente: De ta, y danle por mujer la hija del prin
ciertos en ciertos años, vienen unos he cipal o cualquiera otra que más le con
chiceros de luengas tierras, fingiendo tenta, y pénenlo a ceba como puerco
traer santidad, y al tiempo de su veni hasta que lo han de matar. Para lo cual
da, les mandan alimpiar los caminos y se ayuntan todos los de la comarca a
vanlos a recebir con danzas y fiestas, ver la fiesta; y, un día antes que le ma
según su costumbre; y, antes que lle ten, lávanlo todo, y el día siguiente lo
guen al lugar, andan las mujeres de sacan y pénenlo en un terrero, atado
dos en dos por las casas, diciendo pú por la cintura con una cuerda, y viene
blicamente las faltas que hicieron a sus uno dellos muy bien ataviado, y le ha
maridos, y unas a otras pidiendo per cen una plática de sus antepasados; y
dón dellas. En llegando el hechicero acabada, el que está para morir le res
con mucha fiesta al lugar, éntrase en ponde diciendo que de los valientes es
una casa oscura y pone una calabaza no temer la muerte, y que él también
que trae en figura humana, en parte matara muchos de los suyos, y que aeá
más conveniente para sus engaños, y quedaban sus parientes que lo vengarán
mudando su propria voz. como de niño, y otras cosas semejantes. Y muerto,
y junto de la calabaza, les dice que no córtanle luego el dedo pulgar, porque
curen de trabajar ni vayan a la roza, con aquél tiraba las flechas, y lo de»
que el mantenimiento por sí crescerá y más hacen en pedazos para lo comer
que nunca les faltará qué comer y que asado o cocido.
por sí vendrá a casa, y que las aguija "Cuando muere alguno de los suyos,
das se irán a cavar y las flechas se irán pénenle sobre la sepultura platos lle
al monte por caza para su señor, y que nos de viandas y ima red en que ellos
han de matar muchos de sus contrarios duermen, muy bien lavada; esto por
y captivarán muchos para sus comeres, que creen, dicen, que después que Itnue-
y promételes larga vida, y que las vie ren, tornan a comer y descansar sobre
jas se han de tornar mozas, y que las su sepultura. Echanlos en cuevas redon
hijas que las den a quien quisieren; y das, y si son principales, hácenles una
otras cosas semejantes les dice y prome choza de palma.
te, con que los engaña, de manera que "No tienen cognoscimiento de gloria
creen h{d>er dentro en la calabaza algu ni infiemo; solamente dicen que des
na cosa santa y divina que les dice pués de morir van a descansar a un buen
aquellas cosas. Y acabando de hablar lugar y en muchas cosas guardan la ley
el hechicero, comienzan a temblar, natural. Ninguna cosa propria tienen
principalmente las mujeres, con gran que no sea común, y lo que uno tiene
des temblores en su cuerpo, que pare ha de partir con los otros, principal
cen demoniadas, como de cierto lo son, mente si son cosas de comer, de las cua
echándose en tierra, espumando por las les ninguna cosa guardan para otro día.
bocas, y en aquesto Ies suade el hechi ni curan de atesorar riquezas. A sus
cero, que entonces les da santidad; y hijas ninguna cosa dan en casamiento.
H IS T O R IA . D E L A S IN D IA S 465
íintes los yernos quedan obligados a costumbres destas gentes, aunque otras
servir a sus suegros. bobo en el mundo más depravadas,
Cualquier cristiano que entra en sus como en nuestra Historia Apologética
casas, danle a comer de lo que tiene y mostramos bien largo. Agora digamos
una red lavada en que duerma. el fruclo que Dios sacó por medio ríe
Son castas las mujeres a sus maridos. sus ministros de aquellos que crió con
Tienen memoria del diluvio, empero, ánimas racionales, capaces de su bien
falsamente, porque dicen que cubrién aventuranza, y por consiguiente, del
dose la tierra de agua, una mujer con medio para alcanzalla, que es la fe y
gu marido subieron en un pino, y des doctrina cristiana, refiriendo otras car
pués de menguadas las aguas, descen tas o pedazos de cartas. Y dice así otra
dieron y de aquestos procedieron to carta:
dos los hombres y mujeres. Tienen ‘‘La gracia y amor de Nuestro Señor
muy pocos vocablos para les poder sea siempre en nuestro contino favor y
bien declarar nuestra fe, mas, con todo, ayuda, amén. Por algunas cartas que
dárnosla a entender lo mejor que po el año pasado os escrebimos, os dimos
demos, y algunas cosas les declaramos larga información destas partes del Bra
por rodeos. sil y de algunas cosas que Nuestro Se
Están muy apegados con las cosas sen ñor por sus siervos, que por la sancta
suales : muchas veces me preguntan si' obediencia, de esas partes han sido en
Dios tiene cabeza y cuerpo de mujer y viados, ha querido obrar. Los cuales al
si come y de qué se viste y otras cosas presente están repartidos por diversas
semejantes. capitanías desta costa; y de las cosas
”Dicen ellos que Sancto Tomás, a quel Señor por cada uno dellos obra se
quien llaman Zome, pasó por aquí. réis por sus cartas sabidores; solamen
Esto les quedó por dicho de sus ante te os quiero yo dar cuenta de lo que
pasados, y que sus pisadas están sefxa- én la Bahía se ha acontecido después
ladas cabe un río, las cuales yo fui a que los postreros navios se han partido,
ver por más certeza de la verdad, y vi y también desta capitanía de Peram-
con los proprios ojos cuatro pisada» buco (sic), adonde habrá pocos días
muy señaladas, con sus dedos, las cua quel padre Nóbrega y yo somos lle
les algunas veces cubre el río cuando gados.
hinche. Dicen también que cuando dejó ^Primeramente, sabréis quel padre
estas pisadas iba huyendo de los indios Nóbrega ha llegado a esta Bahía de vi
que le querían flechar, y llegando allí sitar y correr las capitanías, y luego
se le abrió el río v pasara por medio ordenó quel padre Navarro fuese al
dél, sin se mojar, a la otra parte, y Puerto Seguro a trasladar las oraciones
de allí fué para la India. Asimismo y sermones en la lengua desta tierra
cuentan que cuando le querían flechar con algunos buenos intérpretes, las cua
los indios, las flechas se volvían para les trasladó bien; y es mucho para dar
ellos y los montes le hacían camino por alabanzas al Señor, viéndole predicar,
do pasase. Otros cuentan esto como por en lo cual a todos nos lleva la ventaja.
escarnio. Dicen también que les prome Y en esto tenemos todos mucha falta
tió que había de tornar otra vez a ver en carecer de la lengua y no saber de
los, ; El los vea del cielo y sea inter clarar a los indios lo que queremos,
cesor por ellos a Dios, para que vengan por falta de intérpretes,
en cognoscimientos suyo y reciban la "Muchos de los gentiles piden el agua
sancta fe, como esperamos!” Todas és del baptismo, mas el padre Nóbrega ha
tas son palabras de la dicha carta de los ordenado que primero se les hagan los
predicadores portogueses. catecismos y exorcismos, hasta tanto
que conozcamos en ellos firmeza y que
CAPITULO CLXXV de todo corazón crean en Cristo; y
también que primero enmienden sus
Por esta carta, en el canítulo prece malas costumbres. Son tales los bapti
dente referida, parecen algunas malas zados que perseveran, que es mucho
4í)6 I-R A T B A R T O L O M E DE L A S G A SA S
nío del año si<miente de mili y qui había dado uno y lo había llcvadu en
nientos que vinieron el Rey y la Rei el susodicho viaje de los dos navios o
na a Sevilla, y de allí a la ciudad de carabelas, que yo en Castilla tuve y al
Granada, sobre el levantamiento de los gunos días anduvo conmigo, tornó a
moros o moriscos del Lanjaron o Sierra esta isla con el mismo comendador Bo-
Bermeja, donde acaesció que, yendo so badilla, y los trajo, y después yo le
bre ellos don Alonso de Aguilar, caba vide y traté acá.
llero muy señalado en prudencia y es Yo no sé por qué más estos trecien
fuerzo, de quien procede la casa de tos indios qiiel Almirante había dado
Aguilar y marqués de Pliego, lo mata por esclavos mandó la Reina tornar con
ron; desastre que mucho pesar dio a tanto enojo y rigor grande, y no otros
los Reyes y a todo el reino. Por mane I mmdios que el Almirante había envia-
ra que tardó su despacho todo tin año, I do y el Adelantado, como arriba pue
porque debían los Reyes, por ventura, de verse; no hallo otra razón, sino que
o de esperar algún navio que fuese de los que hasta entonces se habían lleva
acá con nueva de estar Roldan y su do, creía la Reina, por las informacio
compañía reducidos y esta isla sose nes erradas que el Almirante a los Re
gada, o que como enviasen a deponer yes enviaba, que eran en buena guerra
al Almirante de su estado, quitándole tomados.
la gobernación, cosa, cierto, muy gra Pero esta ceguedad del Almirante y
ve para quien tanto se le debía y los suponer la Reina que podía el Almi
había merecido y con tan inmensos tra rante hacelles guerra, procedía y siein-
bajos, querían muy bien mlrallo y ha- ]>re procedió de la del Consejo y letra-
cíaseles de mal efectuallo; pero como <los que en él los Reyes tenían, la cual
llegaron las dos carabelas donde venían en ellos era intolerable y más que cul
los procuradores de los alzados y del pable, porque no les era lícito ellos ig
Almirante, aunque ya quedaba Fran norar el derecho y justicia desias gen
cisco Roldan reducido y sosegado, vis tes, que consistía en ser pueblos libres
tas las quejas que dieron del Almi que tenían sus reinos y reyes, y seño
rante y los daños pasados, y supieron res, dominios y jurisdicciones, y que lea
cosas muchas que los unos y los otros pertenecían de derecho natural y de
relataban y que convenía remediallas, las gentes, y que no los perdían sola
determinaron que el comendador Bo- mente por carecer de fe y no ser cris
badilla prosiguiese su viaje. Diéron- tianos; ni los podían los reyes de Cas
le muy complidos despachos, y en tilla dellos privar solamente por iiabe-
tre ellos, muchas cartas y cédulas en Ilos descubierto el Almirante; ni tam
blanco. poco porque la Sede apostólica se los
Como por las cartas postreras del Al hobiese encomendado para convertillos,
mirante, que vinieron en los dos di y que vivían en su paz en sus tierras
chos navios, supiese la Reina, de glo y casas sin ofensa de nadie, y por con
riosa memoria, que el Almirante había siguiente, que no debían por guerra o
dado a cada uno de los que allí venían daño o injuria, que fuera de sí mismos
un indio por esclavo, y que, si no se hobiesen a otros hecho, algo a alguien.
me ha olvidado, eran trecientos hom Y si por trecientos indios que dio el
bres, hobo muy gran enojo, diciendo Almirante injustamente a los españoles
estas palabras: “ ¿Qué poder tiene mío que por entonces vinieron por esclavos,
el Almirante para dar a nadie mis va la Reina, de buena memoria, tanto eno
sallos?” , y otras semejantes. Mandó lue jo recibió y tan grave pena como la
go apregonar en Granada y en Sevilla, de muerte mandó poner, por que to-
donde ya estaba la corte, que todos los <los los tornasen, y aun quizá fue aques
que hobiesen llevado indios a Castilla, te enojo de indignarse más contra el
que Ies hobiese dado el Almirante, los Almirante harta causa, ¿cómo sintiera
volviesen luego acá, so pena de muer y cómo sufriera y qué indignación re
te, en los primeros navios, o los envia cibiera y qué penas pusiera cuando lle
sen. Y mi padre, a quien el Almirante gara a su noticia que se hacían y se
42
470 FRA Y B A R T O L O M E D E L A S C A SA S
hicieron iniquísimamente sobre más de por tan cierto, como tener diez mili
seis cuentos de ánimas esclavos? Pero pesos. Más pensaba hacer en este ano
pasemos adelante, porque la historia de quinientos; enviar a edificar una
lo referirá, si a Dios place. fortaleza en la tierra de Paria, por la
Tornando al ristre la lanza, enviaron pesquería de las perlas, de donde pu
los Reyes con el dicho comendador Bo- diese a Sus Altezas enviar cada un año
badilla cierta gente a sueldo, para que una gran cantidad dellas, porque no
viniese acompañado; no supe el nú se podía decir el número y peso y va
mero cuánto; y, como dije, hízose a la lor que tenían; y que cuando las des
vela con dos navios o carabelas, creo cubrió, si no fuera por los bastimen
que mediado o en fin de junio de mili tos que se le dañaban, tenía por cierto
y quinientos anos. que enviara una pipa dellas llena. Y
Entretanto, andaba el Almirante con entonces, a mi parecer, no fuera mu
toda solicitud haciendo prender los nue cho enviar grande número dellas. Todo
vamente alzados, como arriba dije, y lo susodicho y otras muchas cosas dice
el Adelantado por su parte, y los que el Almirante que había de hacer aques
podían prender, ahorcando; y para te año de quinientos, sino que cuando
ahorcallos dondequiera que los hallase, urdía, cortóle Dios la urdiente de la
traía un clérigo consigo para confesar tela que disponía tejer.
los. Todo a fin de, teniendo en obe
diencia los cristianos, sojuzgar los in
dios y constreñilles a que pagasen el CAPITULO CLXXVn
tributo a que los había obligado y el
Francisco Roldán les hobo por su re Estando el Almirante en estos pensa
belión quitado. Y el fin de los fines mientos, y en la Vega o la Concebicióu
del Almirante no era otro, sino dar y de la Vega, que era la fortaleza, o en
enviar a los Reyes dineros, por servillas el Guaricano, que estaba media legua
y contentallos y recompensarles los gas el llano abajo, donde había algunas ca
tos que hacían, para que también ce> sas hechas en que moraban algunos
rrasen las bocas sus adversarios. Y asi cristianos y donde fue primero el asien
dijo él a los Reyes que este año de to de la viDa que llamaron de la Con-
quinientos, que había traído toda la cebición, y el Adelantado en Xaraguá
gente desta isla Española, que era, dice con Francisco Roldán, prendiendo a
él, sin número, por virtud divinal, a los que podían haber de los que se con
que estuviese debajo de su real señorío juraron con don Hernando para ma
y obediencia, en tanto grado, que se tar a Francisco Roldán, y don Diego,
iba por toda ella, que es mayor, dice hermano del Almirante y Adelantado,
él, que toda España, sin temor alguno en esta ciudad o villa, que entonces
un «solo cristiano y mandaba al mayor era de Sancto Domingo, recogiendo los
cacique que en ella había, y era obe que prendían y enviaban acá, y ahor
decido. cando, domingo, que se contaron vein
Y dice más, que en este año mismo te y tres de agosto del mismo año de
de quinientos, tenía ordenado de jun quinientos, a la hora de las siete o de
tar los pueblos de los indios en pueblos las ocho de la mañana, asomaron los
gruesos, y que se tornasen todos cristia dos navios o carabelas, que se llamaban
nos y sirviesen a Sus Altezas como los la una la Gorda, y la otra el Antigua,
vasallos de Castilla; en manera que, sin donde venía el comendador Bobadilla-
agravio suyo y sin premia desordenada, Y andando barloventeando de una par
sino con muy mucha templanza, renta te a otra, porque no podían entrar en
rían cada un año sesenta cuentos; y el puerto a aquella hora, porque es el
que el año de quinientos y tres hobie- viento terral o de la tierra hasta las
sen los Reyes de renta en oro ciento y diez o las once, que torna de la mar,
veinte mili pesos, y que hace juramen mandó luego don Diego que fuese una
to (y ésta era su manera de jurar, canoa; y en ella tres cristianos: un
“ hago juramento” ), que lo tenía esto Cristóbal Rodríguez, que tenía por so-
HISTORIA DE LAS INDIAS 471
trujo, que se llamaba Gómez de Ri y así presos, procedades contra ellos y
vera, una patente firmada de los Re contra los absentes, a las mayores pe
yes y sellada con su real sello, del tenor nas civiles y criminales que halláredes
siguiente: por derecho. Y mandamos a las perso
nas, de quien cerca de lo susodicho en-
Carta de los reyes tendiéredes ser informado, que vengan
y parezcan ante vos a vuestros llama
mientos y emplazamientos, y digan sus
“Don Hernando y Doña Isabel, por dichos y deposiciones a los plazos y so
la gracia de Dios, rey y reina de Casti las penas que vos de nuestra parte les
lla y León, etc. : a vos, el comenda pusiéredes, las cuales nos por la pre
dor Francisco de Bobadilla, salud y
gracia : Sepades, que don Cristóbal Co sente les ponemos y habernos por pues
tas, Para lo cual todo que dicho es y
lón, nuestro Almirante del mar Océano, para cada una cosa y parte dello, vos
de las islas y tierra firme de las Indias,
nos envió a hacer relación, diciendo damos nuestro poder cumplido por esta
que estando él ausente de las dichas is nuestra carta, con todas sus inciden
las en nuestra corte, diz que algunas cias, etc. Y si para hacer y cumplir
personas de las que estaban en ellas, y ejecutar todo lo susodicho menester
y un alcalde con ellas, se levantaron hobiéredes favor y ayuda, por esta
en las dichas islas contra el dicho Al nuestra carta mandamos al dicho nues
mirante y las justicias que en nuestro tro Almirante y a los concejos, justi
nombre tiene puestas en ellas, y que no cias, regidores, caballeros, escuderos,
embargante que fueron requeridas las oficiales y homes buenos de las dichas
tales personas y el dicho alcalde, que islas y tierra firme, que vos lo den y
no hiciesen el dicho levantamiento y llagan dar, y que en ello, ni en parte
escándalo, diz que no lo quisieron de dello, embargo ni contrario alguno vos
jar de hacer, antes se estuvieron y no pongan, ni consientan poner, y vos
están en la dicha rebelión e andan por ni los otros no fagades ni fagan ende
las dichas islas robando y haciendo al por alguna manera, so pena de la
otros males y daños y fuerzas en de nuestra pena de la nuestra merced y
servicio de Dios, Nuestro Señor, y de diez mili maravedís para la nuestra
nuestro. Lo cual, por nos visto, por cámara, etc. Dada en la noble villa de
que fue y es cosa de mal ejemplo y Madrid, a veinte y un días del raes
digno de punición y castigo, y a nos de mayo, año del nascimiento de Nues
romo rey y reina y señores en ello tro Señor Jesucristo de mili e cuatro
pertenece proveer y remediar, manda cientos y noventa y nueve años.—Yo
mos dar esta nuestra carta para vos el Rey.—Yo la Reina.—Yo Miguel Pé
en la dicha razón, por la cual vos man rez de Almazán, secretario del Rey e
damos que luego vades a las dichas is de la Reina, nuestros señores, la hice
las y tierra fírme de las Indias y ha escrebir por su mandado.—Registrada.
gáis vuestra información, y por cuan Gómez Xuárez. chanciller.”
tas partes y maneras mejor y más
complidamente lo pudiéredes saber, vos
informéis y sepáis la verdad de todo CAPITULO CLXXVIir
lo susodicho, quién y cuáles personas
fueron las que se levantaron contra Notificada la dicha carta patente
el dicho Almirante y nuestras justi real, dijo luego el comendador Boba-
cias, y por qué causa y razón, y qué dilla como pesquesidor, que pues allí
robos y males y daños han hecho, y no estaba el Almirante, que requiría al
de todo lo otro que cerca desto vos dicho don Diego, su hermano, y al al
viéredes ser menester saber para Ser calde y alcaldes, en nombre de los Re
mejor informado; y la información yes, que por cuanto había sabido que
habida y la verdad sabida, a los que en la fortaleza de aquella villa de Sanc
por ella hallárades culpantes, prended to Domingo estaban presos para ahor
les los cuerpos y secretaldes los bienes, car don Hernando de Guevara e Pedro
fllSTORiA DE U S INDIAS 473
de Riquelme y otros tres, que se los todas las islas y tiera firme de las ín-
diesen y entregasen luego, con los pro «has, y a cada uno de vos, salud y gra
cesos que contra ellos estaban hechos, cia : Sepades que nos, entendiendo ser
y pareciesen las partes que los acusa así compUdero al servicio de Dios y
ban y por cuyo mandado estaban pre nuestro y a la ejecución de la nuestra
sos, porque Sus Altezas lo enviaban acá justicia y a la paz y sosiego y buena
a sólo esto para los redimir; porque gobernación desas dichas islas y tierra
vistos los dichos procesos y causas d» firme, nuestra merced y voluntad es
cada uno, él, como perquesídor, en que el comendador Francisco de Boba-
nombre de Sus Altezas, querían tomar dilla tenga por nos la gobernación y
el cognoscimiento de las causas, y esta oficio de judicado desas dichas islas y
ba presto de hacer todo complimienio tierra firme, por todo el tiempo que
de justicia. Respondieron don Diego y nuestra merced y voluntad fuere, con
Rodrigo Pérez quel Almirante tenía de los oficios de justicia y jurisdición civil
Sus Altezas otras cartas y poderes ma y criminal, alcaldías y alguacilazgos
yores y más fuertes que podían mos dellas; porque vos mandamos a todos
trar, y que allí no había alcalde alguno,y a cada uno de vos, que luego, vista
y que don Diego no tenía poder del Al esta nuesera carta, sin otra alega ni tar
mirante para hacer cosa alguna, y que danza ni fusión, rescíbades del dicho
pedían que les diese treslado de la car comendador el juramento y solenidad
ta de Sus Altezas para la enviar al Al que en tal caso se acostumbra hacer, el
mirante, a quien todo aquello compe cual por él hecho, le rescibáis por nues
tía. Respondió el comendador, que pues tro juez gobernador desas dichas islas
no tenían poder para ninguna cosa, que y tierra firme, y le deióis y consintáis
no era menester darles treslado y que libremente usar y ejercer el dicho ofi
se lo denegaba. cio de gobernación, y cumplir y eje
Y como vido el comendador que eJ cutar la nuestra justicia en esas dichas
nombre y uso de pesquesidor parecía islas y tierra firme y en cada una de
que no tenía mucha eficacia, quiso dar llas, por sí y por sus oficiales y luga
les a entender a todos el nombre y obra res tenientes, que es nuestra merced que
de gobernador, para que cognosciesen los dichos oficios de alcaldías y alguaci
que ya el Almirante allí no tenía nada lazgos y otros oficios a la dicha gober
en la jurisdición, y que sólo él había nación anejos, pueda poner, los cuales
de tener la gobernación y les podía en pueda quitar y remover, cada y cuando
lodo mandar y vedar, no solamente a viere que al nuestro servicio y a la eje
ellos, pero también al Almirante, como cución de la nuestra justicia cumpla, y
a su súbdito. poner y subroaar otros en su lugar, c
Para lo cual, otro día, martes, veinteoír y librar y determinar, y oigan y li
y cinco del mismo mes de agosto, aca bren y determinen todos los pleitos y
bada la misa, saliéndose a la puerta de causas, así civiles como criminales, que
la iglesia, estando presentes don Diego en las dichas islas y tierra firme están
y Rodrigo Pérez y todos los demás, pendientes, comenzados y movidos, y
porque en estos días era grande la de se movieren y comenzaren de aquí ade
voción que todos tenían de oír e ver lante, cuanto por nos el dicho oficio tu
novedades, y por eso de la misa ningu viere, y haber y llevar los salarios acos
no o pocos faltaban, sacó el comenda tumbrados e a los dichos oficios justa
dor otra patente o provisión real, y mente pertenecientes, y se hagan cual
mandóla leer y notificar en presencia quier pesquisas en los casos de derecho,
de todos, la cual decía así: permisos y todas las otras cosas al di
cho oficio pertenecientes, y que entien
Provisión real. da él o quien su poder hobiere que a
“Don Hernando y Dóña Isabel, por nuestro servicio y a la ejecución de
la gracia de Dios, etc.: A vos los con nuestra justicia cumpla; y para usjar
cejos, justicias, regidores, cabaUeros y y ejercer el dicho oficio y cumplir y
escuderos, oficiales y bornes buenos de ejecutar la nuestra justicia, todos vos
474 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
conformedes con él, y con vuestras per y para cada una cosa y parte dello, y
sonas y gentes le dedes y fagades dar para usar y ejercer el dicho oficio y
todo el favor y ayuda que vos pidiere cumplir y ejecutar la nuestra justicia
y menester hobiere; y que en ello, ni en esas dichas islas y tierra firme y en
en parte dello, embargo ni contrario cada una dellas, le damos por esta nues
alguno le non pongades ni consintades tra carta poder complido, con todas sus
poner, ca nos por la presente le rece- incidencias y dependencias, anexidades
bimos y habernos por recebido al dicho y conexidades, etc. Dada en la noble
oficio y al uso y ejercicio dél, y le da villa de Madrid, a veinte y un días del
mos poder complido para lo usar y mes de mayo^ año del nascimiento de
ejercer y cumplir y ejecutar la nuestra Nuestro Señor Jesucristo de mili y cua-
justicia en las dichas islas y tierra fir injcientos y noventa y nueve años.—
me y en cada una de ellas, caso que Yo el Rey.—Yo la Reina.—^Yo Miguel
por vosotros o por alguno de vos no sea Pérez de Aimazán, secretario, etc.”
resoebido. Y por esta nuestra carta Después de leída la su susopuesta
mandamos a cualesquier persona o per (‘arta, juró en forma de derecho y hizo
sonas que tienen las varas de la nues la solemnidad que se requería el comen
tra justicia y de los oficios de alcaldías dador, como los Reyes lo mandaban. Y
y alguacilazgos de todas las dichas is luego requirió al don Diego y a Rodri
las y tierra firme y de cada una dellas, go Pérez, teniente del Almirante, y a
que luego que por el dicho comenda la otra gente que allí estaba, que la
dor Francisco de Bobadílla fueren re obedeciesen y cumpliesen y que en
queridos, se las entreguen y no usen cumplimiento della el dicho don Diego
más dellas sin nuestra licencia y es y Rodrigo Pérez le diesen y entregasen
pecial mandado, so las penas en que los presos que tenían para ahorcar en
caen e incurren las personas privadas la fortaleza, con los procesos que con
que usan de oficios públicos para que tra ellos había, etc. Respondieron don
no tienen poder ni facultad, ca nos por Diego y Rodrigo Pérez que la obede
la presente los suspendemos y habernos cían como a carta de sus reyes y seño
por suspensos. Y otrosí es nuestra mer res, y cuanto a) cumplimiento, que de
ced, que si el dicho comendador Fran cían lo que dicho tenían a la primera:
cisco de Bobadilla entendiere ser com- que eRos no tenían poder del Almiran
plidero a nuestro servicio y a la eje te para cosa ninguna, y que otras cartas
cución de nuestra justicia que cuales y poderes tenía el Almirante más fir
quier caballeros y otras personas de los mes y fuertes que aquélla.
que agora están y de aquí adelante Y porque parecía que la gente ponía
en las dichas islas y tierra firme, sal duda en todas las provisiones y requi-
gan dellas y que no entren ni estén rimientos dichos, para provocalla y
en ellas, y que se vengan y presen atraeUa más así, y quitalle el temor
ten ante nos, que lo él pueda man que sospechaba que tenían del Almi
dar de nuestra parte y los haga de rante y de sus hermanos, y porque lo
llas salir; a los cuales y a quien lo él que más amaban por entonces era que
mandare, nos por la presente manda se les pagase lo que se Ies debía dol
mos que luego, sin sobre ello nos re- sueldo y pagárselo era para eUos ale-
quirir ni consultar, ni esperar otra grísima nueva y que les podía mover
nuestra carta ni mandamiento y sin in a negar al Almirante, aunque mucho
terponer dello apelación ni suplicación, lo quisiesen, mandó leer en presencia
lo pongan en obra, según que lo él di de todos las provisión y cédula que se
jere y mandare, so las penas que les siguen:
pusiese de nuestra parte; las cuales
nos por la presente les ponemos y habe Provisión real.
rnos por puestas, y le damos poder y “Don Fernando y Doña Isabel, por la
facultad para las ejecutar en los que gracia de Dios, etc.: A vos, don Cris
remisos e inobedientes fueren y en sus tóbal Colón, nuestro Almirante del mar
bienes. Para lo cual todo que dicho es Océano, de todas las islas y tierra fit-
HISTORIA DE LAS INDIAS 475
me de las Indias, e a Vos, los hermanos las otras penas y casos en que caen e
dicho Almirante, que estáis en incurren los que no entregan fortalezas
ellas, y a otra cualesquier personas en y otras casas, siéndoles demandadas por
cuyo poder están las fortalezas y casas su rey y reina y señores naturales; y los
y navios y armas y pertrechos y mante unos y los otros non fagades ni fagan
nimientos y cahaUos y ganados y otras ende al por alguna manera, so pena
cualesquier cosas nuestras, que nos te de la nuestra merced y de diez mili ma
nemos en las dichas islas y tierra firme, ravedís para la nuestra cámara, etc.
y a cada uno de vos, salud y gracia. Dada en la noble villa de Madrid, a
Sepades que nos enviamos por nuestro veinte y un días del mes de mayo, año
gobernador desas islas y tierra firme al del nascimiento de Nuestro Salvador
comendador Francisco de Bobadilla, y Jesucristo de mili y cuatrocientos y no
es nuestra merced y voluntad que el venta y nueve años.—^Yo el Rey.—Yo la
tiempo que él tuviere por nos el dicho Reina, etc.’*
oficio, tenga por nos y en nuestro nom
bre las dichas fortalezas y casas y na C é d u la re al.
vios y las otras cosas susodichas; por “Comendador Francisco de Bobadi-
que vos mandamos a todos y a cada ü a: Porque de la gente que ha estado
uno de vos, que luego que con esta y está en las islas y tierra firme de las
nuestra carta íuéredes requeridos, que Indias, adonde vais por nuestro man
sin otra excusa ni dilación alguna dedes dado, y ha estado y está alguna a nues
y ^entreguedes y fagades dar y entregar tro suelo, y la otra está a cargo de
las dichas fortalezas y casas y navios y pagar del Almirante, según lo que con
armas y pertrechos y mantenimientos y él se asentó por nuestro mandado, y
caballos y ganados y otras cualesquier nuestra merced es que la que fuere a
cosas nuestras que nos tenemos en las nuestro cargo hasta agora y la que ago
dichas islas y están en vuestro poder, ra lleváis a nuestro sueldo se pague
al dicho comendador o a las perso de lo que se ha cogido y cobrado y se
nas o persona que su poder tuvieren cogiere y cobrare en las dichas islas”
para las recehir, y lo apoderéis en lo de aquí adelante y pertenece y perte
alto y bajo y fuerte de las dichas for neciere a nos, vos mandamos que ave
talezas y casas y navios y en todo lo rigüéis la gente que ha estado a nuestro
otro susodicho, a toda su voluntad; lo sueldo hasta aquí, e lo que fuere debi
cual todo mandamos al dicho comen do de su sueldo, y así averiguado, lo
dador que tome y resciba por inventa paguéis, con la gente que agora Ueváis,
rio y ante escribano público, y no acu de lo que se ha cogido para nos en las
da con ello ni con cosa alguna ni parte dichas islas y cogiéredes y cobráredes
dello a persona alguna, sin nuestra li de aquí adelante; y la que halláredes
cencia especial. Lo cual todo- vos man que es a cargo de pagar del dicho Al
damos que hagades y cumplades, no mirante, la pague él, por manera que
embargante que en la dicha entrega de la dicha gente cobre lo que le fuese
las dichas fortalezas no intervenga por debido y no tenga razón de quejarse;
tero cognoscido de nuestra casa, ni las para lo cual, si necesario es, vos damos
otras solenidades ni cosas que en tal poder complido por esta nuestra cédu
caso se requieren. Y haciéndolo y cum la, y non fagades ende al. De Sevilla,
pliéndolo así, nos por la presente vos a treinta días de mayo, de quinientos
alzamos cualquier pleito homenaje y años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.”
seguridad y solenidad que a nos o a
otra cualquier persona tengáis fecho, y
vos damos por libres y quitos de todo CAPITULO CLXXIX
ello a vosotros y a vuestros descendien
tes y a vuestros bienes y a los suyos, Leídas estas cartas y cédulas reales,
para agora y para siempre jamás; lo mucho gozo rescibieron los que lleva
cual todo vos mandamos que asi íaga- ban sueldo del rey, porque esperaban
des so pena de caer en mal caso, y en ser pagados, y se ofrecieron a todo lo
m IHAY BARTOLOME DE LAS CASAS
({IK* el cínneinlador nianilase fie parte sen con él, con sus armas y le diesen
(le Sus Altezas, porijue no j)U(Uera por todo el ía^(>r y ayuda y guardasen su
entonces venirles otra mejor nueva. persona, para entrar la fortaleza sin
Tornó óe nuevo una y más veces el hacer daño en ella ni en persona algu
comerulador a refiuerir a don Diego y na, si no le fuese defendida la entrada.
a Rodrigo Pérez, teniente del Almiran Luego toda la gente dijeron que allí es
te, y a olr<(S alcaldes, si alguno más taban prestos y aparejados para hacer
había, que le diesen los presos y los todo lo que de partes de los Reyes les
procesos, y que él quería determinar mandase, con toda vuena voluntad. Y
su justicia corno los Reyes le manda así, aquel martes, a hora de vísperas,
ban; donde no, que protestaba de saca- fue con toda la gente a la fortaleza y
llos por fueza. A todo y todas las veces mandó y riquirió al alcaide que le
respondía don Diego y Rodrigo Pérez, abriese las puertas. Paróse entre las
(fue obedecían las provisiones y cédula almenas el alcaide,, y con él Diego de
de Sus Altezas, pero que cuanto al coni- Alvarado, con las espadas sacadas, y
plimiento, no tenían poder para los dijo el alcaide que respondía lo que
dar, por estar presos por el Almirante, tenía dicho y en ello se retificaba. Y
y que el Almirante tenía otras mejores como la fortaleza no tenía tanta costi
y más firmes cartas y poderes que él lla como Salsas, por ser hecha para
traía, ele. contra gente desnuda y sin armas, des
De aquí íué a la fortaleza y mandó venturada, llegó el comendador y la
que las provisiones se notificasen al gente, y con el gran ímpetu que dieron
alcaide, que era Miguel Díaz, el cual a la puerta principal, quebraron luego
se paró entre las almenas, y oída y re- el cerrojo y cerradura que tenía por de
cognoscidas las firmas y sello de los dentro; puestas escalas también por
Reyes desde arriba, y requirido que otras partes para entrar por las venta
diese los presos y la fortaleza, como los nas, pero no fueron necesarias, porque
Reyes lo mandaban, respondió que les la puerta dió libre luego la entrada.
diesen treslado dellas. Dijo el comen El alcaide y Diego de Alvarado, que
dador que no era tiempo ni sufría dila estaban dentro, y que se mostraron a
ción para dalle treslado, porque aque las almenas con las espadas sacadas,
llos presos estaban en peligro de ser ninguna resistencia hicieron. El comen
ahorcados, ]>orque según había sabido, dador, luego entrando, preguntó dón
el Almirante había mandado que los de los presos estaban, y hallólos en una
ahorcasen; por tanto, que luego los cámara con sus grillos a los pies; su
diese y entregase; si no, que él haría bióse a lo alto de la fortaleza e Kízolos
lo que debía hacer hasta sacallos, por subir allá, donde les hizo algunas pre
lo cual le protestaba que, si daños o guntas; después los entregó con los gri
muertes se siguiesen, fuese a su culpa, llos al alguacil, Juan de Espinosa, man
etcétera. Responde el alcaide que pe dándole que ios tuviese a buen recaudo.
día plazo y treslado para responder a Cuando el Almirante supo la venida
dicha carta, por cuanto él tenía la di de Bobadilla y lo que comenziS hacer
cha fortaleza por el rey, por mandado en Sancto Domingo y las provisiones
del Almirante, su señor, el cual había que mostraba y haber tomado la forta
ganado estas tierras e isla, y que vinien leza y lo demás, porque luego le avisa
do él, que él haría todo lo que le man ba de todo su hermano don Diego, no
dase. podía creer que los Reyes tales cosas
Después que vido que no tenía reme bebiesen proveído, por las cuales así
dio que le diesen los presos por los totalmente lo quisiesen deshacer, sin
requirimíentos y protestaciones y (iili- haber de nuevo en cosa ofendido, antes
gencias hechas, juntó toda la gente que obligádolos con nuevos trabajos y ser
de Castilla traía a sueldo del rey e los vicios con el descubrimiento de la tie
marineros de las carabelas, y requirió rra firme y perlas de Paria y otras
les y mandóles y a todas las otras per islas; y sospechó no fuese algún fingi
sonas que en la villa estaban, que fue miento del Bobadilla, como fue el de
i
HISTORIA DE LAS INDIAS 477
Hojeda, que para revolver la gente nes, la tierra adentro, ]»ara que las no
contra el Almirante, fingía que traía tificase al Almirante y a ios que por
poderes de los Reyes para gobernar con allá hallase; el cual lo tomó ya venido
él y constreñille a que pagase los suel al Bonao : no le escribió carta ninguna
dos a los que lo ganaban del rev, como notificándole su venida. El Almirante
arriba en el cap. [169] ^ pareció. ■ le escribió diciéndole que fuese bien
Y ciertamente, cosa fué aquesta de ! venido; y nunca bobo respuesta dél,
gran turbación y sobresalto y amargu lo cual fue grande descomedimiento y
ra para el Almirante y fuera para cual señal (le traer contra el Aljniraiite pro
quiera otra persona, por prudente que pósito muy malo; y io [>eor que es,
fuera, que habiendo servido de nuevo que escribió a Francisco Koldán, que
tanto, y no delinquido hasta entonces estaba en Xaraguá, y a otros quizá de
de nuevo más de lo que Juan Aguado los alzados, de lo que inudio el Almi
había a los Reyes notificado, el cual rante se quejaba, lotificadas las ]>rovi-
llevó cuanto llevar pudo de quejas y i sienes reales, dijeron que respondió el
de los agravios que hasta entonces de Almirante que él era visorrey v gober
cían que había hecho a los cristianos, nador general, y que las provisiones y
horribilísima y doiorosísima cosa era poderes que el comendador traía no
verse así, sin ser oído ni vencido, de eran sino para lo que tocaba a la admi
todo su estado absolutamente por los nistración de la justicia; y por tanto
Reyes tan católicos, a quien tanto te requirió al mismo alcalde que el co
nía obligados, desposeído y despojado; mendador enviaba, y a la otra gente
pero como arriba, en algunos capítulos del Bonao, que se juntasen con él y a
se ha dicho, hacello los Reyes no fué él obedeciesen en lo universal, y al co
en su mano, antes para bien del mismo mendador en lo que le perteneciese
Almirante divinal y misericordiosamen como a juez y administrador de justi
te ordenado. Y por la sospecha que cia, y que lodo lo que respondió fué
bobo de no fuese por ventura otra in por escripto.
vención como la de Hojeda, dijeron Desde a pocos días llegaron un reli
que había mandado apercibir a los gioso de Sant Francisco, que se llamaba
caciques y señores indios que tuviesen fray Juan de Trasierra, y Juan Veláz-
apercibida gente de guerra para cuan quez, tesorero de los Reyes, con quien
do él los llamase, porque de los cris el comendador le envió una carta de
tianos, cuanto a la mayor parte, poco los Reyes que decía lo siguiente:
confiaba, como anduviese tras muchos
a caza que andaban levantados, y cada Carta de los Reyes para el Almirante.
día temía que se le habían de levantar
más siendo también tan fresco el motín “Don Cristóbal Colón, nuestro Almi
de Francisco Holdán, que tanto había rante del mar Océano: nos habernos
durado. mandado al comendador Francisco de
Finalmente acordó de acercarse a Bobadilla, llevador de ésta, que vos
Sancto Domingo, para lo cual se vino hable de nuestra parte algunas cosas
al Bonao, 10 leguas más cerca de la que él dirá; rogamos os que le deis fe
Vega donde estaba, donde estaban al y creencia, y aquello pongáis en obra.
gunos cristianos como avecindados, que De Madrid, a 26 de mayo de noventa y
tenían por allí labranzas que tomaban nueve años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.
a los indios, y otras que les forzaban Y por su mandado, Miguel Pérez de
a hacérselas aunque les pesase, y co Almazán.”
menzaba ya a llamarse la villa del Rescebida esta carta y platicadas mu
Bonao. chas cosas entre él v el religioso y el
tesorero, que fueron los mensajeros,
El comendador Bobadilla, que ya era determinó de venirse con ellos a Sánelo
y lo llamaban a boca llena gobernador,
despachó un alcalde con vara, con sus Domingo.
Entretanto, el comendador hizo gran
poderes y los traslados de las provisio- pesquisa y examinación de testigos so
En blanco en el original. bre la hacienda que era del rey e quien
m FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
la tenía en cargo y lo que era del Al a todos voluntarios y bien aparejados.
mirante, al cual tomó las arcas y toda Y porque, como dice Boecio, lo pri
la hacienda que tenía de oro y plata mero que desmapara a los inielioes es
y joyas y aderezos de su casa, y aun se la buena estimación, y sucede el menos
aposentó en su misma casa y se apode precio y corrimiento y disfavores, (Co
ró en ella y en lodo lo que del Almi menzando a tomar testigos, las piedras
rante era. Tomóle ciertas piedras dora se levantaban contra sus hermanos y
das, que eran como madres de oro, que él. Quo fit ut existimatio bona prima
por tiempo se convirtieran en oro to omnium deserat infelices. Qui nunc
das, como hemos visto muchas dellas populi rumores, quam disonae multi'
que, partiéndose por medio, está el oro plicesque sententiae, piget reminisci.
entreverado, en unas partes más oro Hoc tantum dixerim, ultimam esse
que piedra, y en otras más piedra que adversae fortunae sarcinam, quod dum
oro, por manera que a la clara parece miseris aliquod crimen affigitur, quae
que toda tal piedra se va convirtien perferunt, meruisse creduntur. Haec
do en oro. Tomóle también las yeguas Boetius, 4.^ prosa dei libro primero.
y cahallos y todo lo que más halló ser La cual sentencia hace harto al propo
suyo, con todos los libros y escriptu- sito de la infelicidad y desdicha del AL
ras públicas y secretas (pie tenia en sus mirante, que desque se comenzó la pes
arcas; lo que más dolor le dió que quisa, no sólo secretamente, pero pú
todo, y nunca le quiso dar una ni nin blica, era acusado y vituperado y se
guna. Ksto dijo que tomaba para pagar decían y clamaban sus defectos, afir
el sueldo a los que se Ies debía, que mando que de todo mal y pena era
pagarlo era a cargo del Almirante, por dignísimo.
las cláusulas que venían en los poderes Acusáronle de malos y crueles trata
que arriba quedan recitados. mientos que había hecho a los cristia
En estos días, toda la gente españo nos en la Isabela, cuando allí pobló,
la que había en la Vega y en el Bonao haciendo por fuerza trabajar los hom
y en otras partes comarcanas, cuanto bres sin dalles de cpmer, enfermos y
más podía se descolgaba hacia Sancto flacos, en hacer la fortaleza y casa suya
Domingo a ver al gobernador nuevo y y molinos y aceña y otros edificios, y
gozar de las novedades. Para atraer a en la fortaleza de la Vega, (pie.fuó la
toda la gente a sí, mandó apregonar de la Concebición, y en otras partes,
franqueza del oro, conviene a saber, por lo cual murió mucha gente' de
que todos los que cpiisiesen ir a coger hambre y flaqueza y enfermedades, de
lo no pagasen al rey más de la undé no darles los bastipientos según las ne
cima parte por veinte años; pero caro cesidades que cada uno padecía; (pie
le costó, como en el siguiente libro mandaba azotar y afrentar machos
se verá. La misma franqueza concedió hombres por cosas livianísimas, como
de los diezmos que entonces se paga porcpie hurtaban un celemín de trigo,
ban al rey. Item, apregonó que venía muriendo de hambre, o poripíe iban a
u pagar los sueldos que se les debían buscar de comer.
por el rey, y a constreñir que pagase el Item, porcpie se iban algunos a bus
Almirante los que eran a su cargo; con car de comer adonde andaban algunas
estas nuevas negaran y renegaran de sus
padres. capitanías de cristianos, Habiéndole pe
d id o licencia para ello y él negádola,
Vido buen aparejo el comendador, V n o pudiendo sufrir la Hambre, que
como todos los más estuviesen descon los mandaba ahorcar. Que fneT cai mu
tentos y muy indignados del Almiran chos los que ahorcó por esto y. por
te y de sus hermanos, y lo viesen ya otras cansas injustamente.
caído de la gobernación y de su estado, Que no consentía que se baptizasen
y fuesen al gobernador con quejas y los indios que querían los clérigos y
acusaciones y representasen sus agra frailes baptizar, porcpie auería más es
vios; hizo de su oficio perquisa secre clavos que cristianos. Pero esto po
ta contra él y ellos, para la cual halló día impedir justamente, si los querían
i
HISTORfA DE LAS INDIAS 479
baptizar sin doctrina, porque era gran livianísimos, comparadas a las más chi
sacrilegio dar el baptismo a quien no cas que padecían los indios, Jas cuales,
sabía lo que recebía. como sustanciales, asolaban como han
Acusáronle que hacía guerra a los asolado todas estas Indias. Muchas dés-
indios, o que era causa della injusta tas y otras también acusaron a sus her
mente, y que hacía muchos esclavos manos; yo vide el proceso e pesquisa
para enviar a Castilla. y della muchos testigos, y los cognosci
Item, acusáronle que no quería dar muchos años, que dijeron las cosas suso
licencia para sacar oro, por encobrir dichas : Dios sabe las que eran verdad
las riquezas desta isla y de las Indias, y con qué razón e intinción se toma
por alzarse con ellas con favor de algún ban y deponían; puesto que yo no dudo
otro rey cristiano. La falsedad desta sino que el Almirante y sus hermanos
acusación está bien clara por muchas no usaron de la modestia y discreción
razones arriba dichas y algunas veces en el gobernar los españoles que debie
referidas, donde parece que antes mo ran, y que muchos defectos tuvieron y
ría y trabajaba por enviar a los Reyes rigores y escaseza en repartir los basti
nuevas de minas ricas y por envialles mentos a la gente, pues no los daban
oro para suplir los gastos que hacían; los Reyes sino para mantenimiento de
y esto tenía por principal interese y todos, y que se distribuyeran según el
provecho suyo, porque vía que todos menester y necesidad de cada uno, por
los que lo desfavorecían para con los lo cual todo cobraron contra ellos, la
Reyes no alegaban otra cosa, sino que gente española, tanta enemistad. Pero
gastaban y no rescibían utilidad ningu como el Almirante y ellos tan pernicio
na; y así estaba infamada y caída toda samente, cerca de la entrada en estas
la estimación deste negocio de las In tierras y tractamientos destas gentes cu
dias, de donde todo el mal y daño yas eran, y que ni pudieron, ni supie
suyo procedía. Y así, no parece tener ron, ni tuvieron a quien se quejar, erra
color de verdad este delito que le impu ron, no podía ser menos, por justo jui
taban. cio divino, sino que también cerca de
la gobernación y tractamiento de los
Acusáronle más: que había manda españoles errasen, para que, sabiendo
do juntar muchos indios armados para y pudiendo y teniendo a quien quejar
resistir al comendador y hacelle tomar se, bebiese ocasión para cortar el hilo
a Castilla, y otras muchas culpas e in que el Almirante llevaba de disminmr-
justicias y crueldades en los españoles las, y con quitárselas de las manos con
cometidas. Pero en la honestidad de tanta pérdida, desconsuelo y deshonor
su persona ninguno tocó, ni cosa con suyo, por las culpas ya cometidas, se
tra ella dijo, porque ninguna cosa dello castigase; y porque al fin otros las ha
<me decir había; y poca cuenta tenían bían de consumir, permitiéndolo así la
los que le acusaban de bacer mención divina justicia, por los secretos juicios
de las qrue habían ellos cometido y él que Dios se sabe, menos parece ser or
en mandallo en las guerras injustas y denado divinalmente para utilidad de-
malos y asperísimos tratamientos en loe llas, que del Almirante.
tristes indios. Y ésta fné insensibilidad
y bestialidad general de todos los jue
ces que han venido y tenido cargo de
tomar cuenta y residencia a otros jueces CAPITULO CLXXX
en estas Indias, que nunca ponían por
cargos (sino de muy pocos años atrás, El comendador, sabiendo que el Al-
hasta oue fueron personas religiosas, nürante venía para Sancto Domingo,
que clamaron en Castilla), muertes, ni mandó prender a su hermano don Die
opresiones, ni crueldades cometidas en go, y con unos grillos, échalo en una
los indios, sino los agravios de nonadas carabela de las que él había traído, sin
que unos emanóles á otros se hacían, decille por qué ni para qué, ni dalle
y otras cosas qn.e por-graves y gravísi cargo ni esperar ni oír descargo. Llegó
mas que fuesen, era!n;aure y accidentes el Almirante y vale a ver, y el rescibi-
480 'R.\V BARTOLOME DE LAS CASAS
mif'iiío <]ue 1« liizo fué mandalle poner ])íamente hacían, habían comido su pan
uno' grillos y nietelle en la fortaleza V llevado su sueldo y eran sus criados,
donde ni él lo vido ni le habló más, ni : V lo que no sin gran lástima y dolor ¿e
ronsinU<i «jne hombre jamás le hablase. puede ni conviene decir: cuando que
Ciosa pareció esta absurdísima, deseo- rían echar los grillos al Almirante, no
medida y detestable juntamente, y mi so hallaba presente quien por su reve
seranda V miserable, «[iie una persona rencia y de compasión se los echase,
en tanta dignidad subida, como era vi- sino fué un cocinero suyo desconosci-
^orrey e gobernador perpetuo de todo cío V desvergonzado, el cual, con tan
este orbe, y por muy remerecido renom <leslavada frente se los echó, como si le
bre, Almirante del mar Océano, y que sirviera con algunos platos de nuevos
ron tantos trabajos, peligros y sudores, y preciosos manjares. Este yo le cog
aquellos títulos, por singular privilegio nosci muy bien y llamábase Espinosa,
tle Dios escogido, había ganado, y con si no me he olvidado.
uua^lrar al mundo este mundo tantos Estos grillos guardó mucho el Almi
siglos encubierto al mundo (porque así rante y mandó que con sus güesos se
lo diga) y peeiiliarmente a los reyes y enterrasen, en testimonio de lo quel
reinos de (bastilla, con vínculo antido- mundo suele dar, a los que en él viven,
lal y por natural razón establecido, a por pago. Ciertamente, cosa es ésta dig
perpetuo agrailecímiento había obliga na de con morosidad ser considerada,
do, que tan inhumana y descomedida para que los hombres, ni confíen de sus
mente y con tanto deshonor haya sido servicios y hazañas, ni esperen estar se
tractado, cosa, por cierto, indigna de guros, porque muchos tengan los prin
razón recta fué y más que monstruosa. cipes o reyes por ellas obligados, por
Tenía el Adelantado ya en Xaragná que al cabo son hombres y mudables,
y Francisco Roldan presos, de los que y tanto más mudables cuanto su áni
de nuevo se alzaban, pienso que oí por mo real de muchos es golpeado, y po
aquellos tiempos decir que eran diez y cas veces complidamente a los verda
seis, metidos en un hoyo o pozo, para deros servicios con mercedes condignas
los ahorcar. Envió el comendador a de satisfacen, y muchas, con disfavores y
cir al Almirante que escribiese al Ade amortiguada y obliviosa gratitud, las
lantado que no tocase en ellos por ma que han hecho deshacen. Por esta cau
nera del mundo, y lo enviase a llamar; sa el profeta David clamaba: Nolite
y así lo hizo, mandándole que viniese confidere in principibus in filiis homi
con toda paz y obediencia a los manda num in quibus non est salus. Sólo Dios
mientos reales, y no curase de su pri es el que hace las mercedes y no las
sión, que a Castilla irían y los Reyes impropera ni las deshace, como dice
remediarían sus agravios. Llegado el San Pablo, cuando verdaderamente dél
Adelantado a Sancto Domingo, halló no nos desviamos, y el que no engaña
en el comendador el hospedaje que ha ni puede ser engañado, aunque tenga
bía dado al Almirante. muchos privados.
Preso el Almirante con sus dos her Y puesto que los Católicos Reyes fue
manos y en las carabelas aherrojados, sen mucho agradecidos a los servicios
los que más mal les querían tuvieron del Almirante, y les pesase, como aba
aparejo para complidamente dellos ven jo se declarará, de su prisión y el mal
garse; porque no les bastó gozarse de tratamiento que el comendador hizo a
vellos con tanto deshonor y abatimien él y a sus hermanos, empero, en la ver
to angustiados, pero aun por escripto dad, fueron tan largos y exorbitantes
y por palabras, con larga licencia, de los poderes que le dieron, y pusieron
día y de noche no cesaban, poniendo en él tanta confianza, que más de lo
libelos famosos por los cantones y le que hizo contra el Almirante y sus her
yéndolos públicamente, de maldecir y manos hiciera, y peor de lo que los
escarnecer dellos y blasfemallos; y lo tracto los tractara, para todo parece,
que más duro lea pudo ser: que algu por los mismos poderes, que tuvo po
nos de los que esto tan temeraria e im- der y mando. Y parece que los CatóU-
HISTORIA DE LAS INDIAS
eos Reyes debieran exceptuar que no to larguísimamente lo tracta, y otros mu
cara en la persona del Almirante, pero chos, después de éí, historiadores.
creo que, como cosa que de sí era ma Al Almirante, pues, no le mandaron
nifiesta, no incluirse en los dichos po sacar los ojos, ni creo que su prisión,
deres, según buen juicio y aun segiín pero ya que aquel comendador le pren
reglas del derecho, de hacer tal excep dió y con tanto deshonor en hierros le
ción no curaron. En fin, poco menos envió, privado de todo su estado y hon
calamitoso fué el fructo y galardón que ra y de toda su hacienda, hermanoa,
reportó el Almirante de sus tan grandes amigos y criados, como hiciera a Fran
trabajos y de haber mostrado este orbe cisco Roldan o a otro de los más bajos
nuevo al mundo, que hobo aquel for- hombres y delincuentes que con él ha
tísimo e industrioso Belisario, gran bían estado rebelados, nunca mientras
capitán del emperador Justiniano, el vivió, los Reyes sus pérdidas y deshon
cual, después de vencidos los persas en ra ni estado recompensaron, antes, ha
el Oriente y los vándalos en Africa y biendo añidido otros admirables acer
traídos en triunfo, y los godos en Ita bísimos y muchos trabajos y peligros,
lia, y otra vez los mismos vándalos pos en nuevos descubrimientos que después
trados y echados de Africa, y a Totila, hizo por servilles, al fin en gran nece
rey de los godos, dos veces resistido, y sidad, disfavor y pobreza, como en el
Roma, otra vez que estuvo cercada un siguiente libro se dirá, murió.
ano, de los mismos godos, la descercó Y lo que más amargo y más doloroso
y envió las llaves al emperador, y de que sacarle los ojos sintió y con razón,
jando de ser rey de los godos, porque fué el sobresalto y angustia, que cuan
lo elegían por rey e Je ofrecían todo do de la fortaleza le sacaron para lle
servicio y favor para que tomase el reino varle al navio, creyendo que le sacaban
de Italia, y hecho en servicio y defen a degollar, rescibió. Y así, llegando
sa y augmento del Imperio romano mu Alonso de Vallejo, un hidalgo, persona
chas otras hazañas, al cabo rescibió el honrada (de quien luego más se dirá),
galardón que suelen haber muchas ve a sacalle y JJcvalle al navio, preguntóle
ces los varones meritísimos que por el con rostro doloroso y profunda tristeza,
bien universal se aventuran y trabajan que mostraba bien la vehemencia de su
por las repúblicas. Este fué, que como temor: “ VaUejo, ¿dónde me lleváis?” ;
fuese de los que no le amaban envidia respondió Vallejo: “ Señor, al navio va
do, y levantándole que quería alzarse vuestra señoría a se embarcar” ; repi
con el ejército y quitar la obediencia tió, dudando el Almirante: “ Vallejo,
a Justiniano y señorearse de Italia, no ¿es verdad?” ; responde Vallejo: “ Por
bastando que por esta sospecha que el vida de vuestra señoría, que es verdad
emperador tuvo, le envió a llamar, y él que se va a embarcar” . Con la cual pa
fué luego con muchos despojos y con labra se confortó y cuasi de muerte a
Vittige, rey dellos, y otros muchos pre vida resucitó. ¿Qué mayor dolor pudo
sos de los godos principales, y quita nadie sentir? ¿Qué más vehemente tur
da la sospecha que tuvo el emperador bación le pudo cosa causar? Creo que
del todo, por entonces, finalmente, o tuviera entonces por pena liviana que
porque se le tornó a renovar, o por odio los ojos le sacaran como a Belisario, si
que le tuvo, no se recordando de sus de la muerte Vallejo le asegurara. Tan
generosos y digno? servicios, le mandó súpitamente derribado de la dignidad
sacar los ojos y privar de cuanto tenía, de visorrey, que a todos los goberna
de donde vino a tal estado, que hobo ba y mandaba, sin cometer, como arri
de mendigar por la extrema necesidad. ba algunas veces se ha dicho, nuevas
Esto postrero dice Volaterrano en los culpas (cuanto a los españoles digo,
comentarios de su Anthropologia, li que eran las que por culpas se estima
bro 23; lo demás, Procopio en los li ban y por que le maltrataban), antes éJ
bros de la Guerra de los godos, y en había recibido después que vino ofen
los de la Guerra de Persia y en los de sas y desobediencias y daños grandes,
la Guerra contra los vándalos de Africa, y sin ponelle cargos ni él descargase,
182 FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
De Castilla sería bien que fuesen, y aun de lo que oigo. Yo nunca oí que el
saber quién y cómo, y se poblase de pesquisidor allegase los rebeldes y los
gente honrada. tomase por testigos contra aquel que
Yo tenía asentado con estos vecinos gobierna a ellos y a otros sin fe ni dig
que pagarían el tercio del oro y los nos della.
diezmos, y esto a su ruego, y lo reci Si Sus Altezas mandasen hacer una
bieron en grande merced de Sus Alte pesquisa general, allí vos digo yo que
zas; e reprendíles cuando yo oí que se verían por gran maravilla cómo la isla
dejaban, dello, y esperaban (sic) que el no se funde.
comendador faría otro tanto, mas fué Yo creo que se acordará v. m. cuando
el contrario. la tormenta sin velas me eóhó en Lis-
Indignólos contra mí, diciendo que yo bona, que fui acusado falsamente que
les quería quitar lo que Sus Altezas había yo ido allí al rey para darle las
les daban, y trabajó de me los echar Indias; después supieron Sus Altezas el
a cuestas, y lo hizo, y que escribiesen contrario y que todo fué con malicia.
a Sus Altezas que no me enviasen más Bien que yo sepa poco, no sé quién
al cargo; y así se lo suplico por mí y me tenga por tan torpe que yo no cog-
por toda cosa mía, en cuanto no haya nozca que aunque las Indias fuesen
otro pueblo. Y me ordenó él con ellos mías, que yo no me pudiera sostener
pesquisas de maldades, que al infierno sin ayuda de príncipe. Si esto es así,
nunca se supo de las semejantes. Allí ¿adonde pudiera yo tener mejor arri
está Nuestro Señor que escapó a Daniel mo y seguridad que en el Rey e Reina,
y a los tres muchachos con tanto saber nuestros señores, que de nada me han
y fuerza como tenía, y con tanto apa puesto en tanta honra, y son los más al
rejo, si le pluguiere, como con su gana. tos príncipes, por la mar e por la tie-
Supiera yo remediar todo esto y lo rr, del mundo, y los cuales tienen que
otro de que está dicho y ha pasado des yo les haya servido y me guardan mis
pués que estoy en las Indias, si me privilegios y mercedes, y si alguien me
consintiera la voluntad a procurar por los quebrantan Sus Altezas me los acres-
mi bien proprio y me fuera honesto, cientan con aventaja, como se vido en
mas el sostener de la justicia y acrecen lo de Juan Aguado, y me mandan ha
tar el señorío de Sus Altezas fasta ago cer mucha honra? Y, como dije, ya Sus
ra me tiene al fondo. Hoy en día que Altezas rescibieron de mí servicios, y
se falla tanto oro, hay división en que tienen a mis hijos sus criados, lo que en
haya más ganancia : o ir robando, o ir a ninguna manera pudiera esto llegar con
las minas. Por una mujer también se otro príncipe, porque adonde no hay
fallan cient castellanos, como por una amor todo lo otro cesa.
labranza, y es mucho en uso, y ha ya Dije yo agora ansí contra un mal de
fartos mercaderes que andan buscando cir, con malicia y contra mi voluntad,
muchachas; de nueve a diez son agora porque es cosa que ni en sueños debiera
en precio; de todas edades ha de tener allegar a memoria, porque las formas y
un bueno. fechos del comendador Bobadílla, con
Digo que la fuerza del maldecir de malicia las quiere alumbrar en esto,
desconcertados me ha hecho más daño mas yo le faré ver con el brazo izquier
que mis servicios fecho provecho. Mal do, que su poco saber y gran cobardía
ejemplo es por lo presente y por lo fu con desordenada cudicia le han fecho
turo. Fago juramento que cantidad de caer en ello.
hombres han ido a las Indias, que no Ya dije cómo yo le escribí y .a los
merescían el agua para con Dios y con frailes, y luego partí, así como le dije,
el mundo, y agora vuelven allá. muy solo, porque toda la gente estaba
Enemistólos a ellos conmigo, y él pa con el Adelantado, y también por le
rece, según se hobo y según sus formas, quitar de sospecha. El, cundo lo supo,
que ya lo venía y bien entendido, o es echó a don Diego preso en una carabela,
que se dice que ha gastado mucho por cargado de fierros, y a mí, en llegando,
venir a este negocio; no sé dello más fizo otro tanto, y después al Adelantado
4.?
486 FRAY BARTOLOME DE LAS GASAS
cuando vino; ni le fable más a él, ni fué a Cecilia o ciudad o villa puesta en
consintió que hasta hoy nadie me haya regimiento, y adonde las leyes se pue
labiado. Y lago juramento que no pue den guardar por entero, sin temor que
do pensar por qué sea yo preso. se pierda todo, y rescibo grande agra
La primera diligencia que üzo fué vio. Yo debo ser juzgado como capi
a tomar el oro, el cual hobo sin medi tán que fué de España a conquistar,
da ni peso, e yo absente; dijo que que fasta las Indias, a gente belicosa * y
ría él pagar dello a la gente, y según mucha y de costumbres y secta muy con-^
oí, para sí fizo la primera parte; y en traria, donde, por voluntad divina he
vía por resgate resgaiadores nuevos. puesto 80 el señorío del Rey y de la
Deste oro tenía yo apartado ciertas Reina, nuestros señores, otro mimdo^
muestras, granos muy gruesos, como y por donde la España, que era dicha
güevos, como de ánsar o de gallina y pobre, es la más rica Yo debo de
de pollas y de otras muchas fecburas, ser juzgado como capitán que de tan
que algunas personas tenían cogido en to tiempo fasta hoy trae las armas a
breve espacio, con que se alegrasen Sus cuestas, sin las dejar una hora, y de
Altezas, y por ello comprehendiesen el caballeros de conquista y del uso y no
negocio, con una cantidad de piedras de letras, salvo si fuesen griegos, o
grandes, llenas de oro. Este fué el pri de romanos, o de otros modernos, de
mero a se dar con malicia, porque Sus que hay tanto y tan nobles en España,
Altezas no tuviesen este negocio en algo, o de otra guisa, rescibo grande agra
que él tuviese fecho el nido, de que se vio, porque en las Indias no hay pueblo
da buena priesa. El oro que está por ni asiento.
tundir, mengua al fuego; una cadena Del oro y perlas ya está abierta la
que pesaría hasta veinte marcos, nunca puerta, y cantidad de todo, piedras
se ha visto. preciosas y especería, y de otras mili
Ya he sido muy agraviado en esto del cosas se pueden esperar firmemente.
oro, más aún que de las perlas, porque Las nuevas del oro que yo dije que
no las he traído a Sus Altezas. daría, son que, día de Navidad, estan
El comendador, en todo que le pare do yo muy afligido, guerreado de los
ció que me dañaría, luego fué puesto en malos cristianos y de indios, en térmi
obra. Con seiscientos mili maravedís no de dejar todo y escapar, si pudiese,
pagara a todos, sin robar a nadie, y ha la vida, me consoló Nuestro Señor mi
bía más de cuatro cuentos de diezmos lagrosamente, y d ijo : “ Esfuerza, no te
y alguacilazgos, sin tocar en el oro. mas, yo proveeré en todos los siete años
Hizo unas larguezas que son de risa: del término del oro; no son pasados*
bien que creo que encomenzó en sí la y en ellos y en lo otro te dará remedio” .
primera parte: allá lo sabrán Sus Al Ese día supe que había ochenta leguas
tezas cuando le mandaren tomar cuenta, de tierra, y en todas cabo ellas, mi
en especial si yo estuviese a ella. El nas; el parecer agora, es que sea toda
no face sino decir que se debe gran una.
suma, y es la que yo dije, y no tanto. Algunos han cogido ciento y veinte
Yo he sido muy agraviado en que se castellanos en un día, y otros, noventa,
haya enviado pesquisidor sobre mí, que y se han cogido fasta doscientos cin
sepa que si la pesquisa que él enviare cuenta, y cincuenta fasta setenta, y otros
fuere muy grave, que él quedara en el muchos de veinte fasta cincuenta;
gobierno.
Fingiera a Nuestro Señor, que Sus * No decía el Almirante que era belicosa
Altezas le enviaran a él o a otro dos cuando Gnacanagarí le salvó la persona y ha
años ha, porque sé que yo fuera ya li cienda, perdida su nao; admirable fue la ig
norancia del Almirante en esta materia .—Nota
bre de escándalo e de infamia y no se al margen^ de letra de Las Casas,
me quitara mi honra ni la perdiera. 5 Voluntad permisiva, no agradable .—Nota
Dios es justo y ha de hacer que se sepa al margertf de letra de Las Casas,
por qué y cómo. ^ Por esa riqueza injusta y de lo m«1 ad-
qnirido, vemá a ser la más pobre del mimdo.
Allí me juzgan como gobernador que Nota al margen, de letra de Las Casas.
lUSTOillA DE LAS INDIAS m
es tenido por buen jornal, y mu mayor queja, que así me las baya to
chos lo continúan; el común es seis mado, que jamás se le pudo sacar una,
fasta doce, y quien de aquí baja no va y aquellas de más mi disculpa, esas le-
contento. Parece también que estas mi iiía más ocultas: ved qué justo y ho
nas son como las otras, que responden nesto pesquisador. Cosa de cuantas él
en los días no igualmente; las minas haya hecho, me dicen que haya seído
son nuevas y los <*ogedores; el pare con término de justicia, salvo absolu
cer de todos es que, aunque va [ya] allá tamente. Dios, Nuestro Señor, está con
toda Castilla, que, por torpe que sea sus fuerzas, como solía, y castiga en
la persona, que no abajará de un caste todo cabo, en especial la ingratitud de
llano o dos cada dia, y agora es esto injurias.” Esto, así todo, contenía la
así en fresco; es venlad que tienen al carta del Almirante para el ama del
gún indio ^5 mas el negocio consiste en Príncipe.
el cristiano Ved qué discreciíSn fue
de Bobaílilla dar todo por ninguno y
cuatro cuentos de dic/anos, sin causa ni C A PITU LO C L X X X II
ser requerido, sin primero lo notificar
a sus Altezas; y el daño no es éste solo.
Yo sé que mis yerros no han seído Ciertamente, graves angustias pade
con fin de hacer mal, y creo que Sus ció el Almirante, y agravios parece que
Altezas lo tienen así, como yo lo digo, Je hizo el (comendador muy grandes, y
si fu(ísc cierto que el fin de ios hom
y sé y veo que=! usan de misericordia bres, felice o desastrado, testifica es
con quien rnalicioHamente Ies sirve: yo tos o aquellos pecados, bi(m podríamos
creo y tengo por muy cierto, que muy decir <pie, porípie los Kcycis b; habían
mejor e más piedad habrán conmigo, enviado, no le habían de castigar por
que caí en ello con ino<.encia y íorzo estas cosas d<í que s<i (]ueja el Alinirau-
sámente, como sabrá después por ente te, sí ante los Keyc^s fueran culpables;
ro, y el cual soy su íecliiira, y mirarán por ellas (juiso Dios eoii su mano cas-
a mis servicios y cognoseeráii de cada ligallo, porque se abogó en la mar, sa
día que son muy aventajados. Todos lido de San<qo Domingo (<romo se dirá
pornán en una balanza, así como nos en el libro siguiente), porqu(í así lo
cuenta la Sancta Kseriplura que será diga, cuasi a (den pasos. Pero (;slo no
el bien con el mal el día del juicio. (ís cosa cierta, como el juicio divino
Si todavía mandan que otro me juzgue, s(ía profundo y considere ios méritos
lo cual no espero, y que sea por pes de los hombres muy dif(u«‘ntenHmte del
quisa de las Indias, humilrnenle les su humano; porque muchas veces da Dios,
plico (jiie envíen allá dos personas de j)or el abi.smo de su sabiduría y bondad,
consciencia y honrados, a mi costa, los fin a algunos, que parece malo, y no por
cuales fallarán de ligero agora que se los pecados que acá juzgamos, sino
halla el oro cinco marcos en cuatro ho por las virtudes que a(iucllos tuvie
ras; con esto y sin ello, es necesario ron, por las cuales merecieron (pie lo
que lo provean. que por otras culpas habían de penar
El comendador, en llegando a Sancto con mayor costa en la otra, en esta vida
Domingo, se aposentó en mi casa; así lo pagasen; a otros suele conceder,
como la falló, así dió todo por suyo. airado, fines o acabamientos, según el
Vaya en buena hora; quizá lo había juicio de los hombres, gloriosos, por
menester: cosario nunca tal usó con pagalles acá algunas buenas obras que
mercader. De mis escripturas tengo yo viviendo hicieron, porque no merecie
ron que en el siglo venidero se les re
^ No tenían uno, sino muchos indios que
munerasen, y éstos se cuentan con los
lo sudaban y morían en ello .—^ota al margen, malaventurados.
de letra de La$ Casas. Tornando al propó.sito, como los Re
® Consistir el negocio en el cristiano era te yes, que a la sazón (‘.slaban en Granada,
nellos por fuerza y dalles de palos y azotes,’ y supieron la llegada y prisión del Al
no haber misericordia dcllos. — f^ota al m«r-
gen, de letra de Las Casas. mirante V de sus hermanos, la (mal de-
m TRAY BARTOLOM E DE LAS CASAS
bían saber, lo primero, del ama del su cuarto viaje, de que abajo se dirá.
Prínci])e, por(|Uc a ella debía enviar el Entre otras cosas, dice así en un capí
Almirante su rriado, y también por tulo de la dicha carta :
carta del Alonsu de Vallejo o del corre “ Cuanto a lo otro contenido en vues
gidor ele hobieron mucho pesar tros memoriales y letras tocante a vos
de que viniest* preso y mal tractado, y y a vuestros hijos y hermanos, porque
proveyeron luego que lo soltasen; y, como vedes, a causa que nos estamos
según oí decir, mandáduiile proveer de en camino y vos de partida, no se pue
dineros con (jue viniese a la corle, y de entender en ello fasta que paremos
aun íjue fueron los dineros dos mili de asiento en alguna parte, e si esto ho-
ducados. Mandáronle eserebir que se bic.sedes de esperar, perdería el via
viniese, a la eorte, adonde llegó él y sus je a que agora vais: por esto es mejor
hermanos a diez v siete de diciembre, que, ])ues de todo lo necesario para
V ios r(*cibieron muy benignamente, vuestro viaje estáis despachado, vos par
mostrando compa.'>ión de su adversidad táis luego sin detenimiento alguno, y
y trabajos, dándoles todo el consuelo quede a vuestro hijo el cargo de solici
que al presentí^ pudieron dalles (en tar lo contenido en los dichos menio-
espcíáai ai Almirante), certificándole ríales. Y tened por cierto que de vues
<pjc su jjrisión no Iiabía procedido de tra prisión nos pesó mucho y bien lo
su voluntad, y con palabras muy amo vistes vos y lo cognoscieron todos cla
rosas y eficaces le ]>rometieron (jue man ramente, pues que luego que lo supi-
darían deshacer y remediar sus agra I mos, lo mandamos remediar; y sabéis
vios, y que en todo y por todo sus pri el favor con que os habernos mandado
vilegios y mercedes que le habían hecho tratar siempre, y agora estamos inuclio
le serían guardados. Y en esto, la se más en >os honrar y Iractar muy bien,
renísima Reina era la que se aventaja y la^ mercedes que vos tenemos fechas
ba en consolalle y cerlificalle su pesar, ^■os serán guardadas enteramente, según
porque, en la verdad, ella fue siempre forma y tenor de nuestros privilegios,
la que más que el Rey lo favoreció que dellas tenéis, sin ir en cosa contra
y defendió, y así el Almirante tenía en ellas. Y vos y vuestros hijos gozaréis de-
ella principalmente toda su esperanza. llas, como es razón, y sí necesario fuere
Kl, no pudiendo hablar por un rato- confirmarlas de nuevo, las confirmare
lleno de s<dlozos y lágrimas, hincado de mos, y a vuestro hijo mandaremos po
rodillas, iiiaiidár«)nle levantar. Comien ner en la posesión de todo ello, y en
za su plática, bario «lolorosa, mostran más de esto tenemos voluntad de vos
do y afirmando el entrañable amor y honrar y facer mercedes; y de vuestros
deseo que siempre tuvo de los servir fijos y hermanos nos tememos el cuida
con toda fidelidad, y que nunca, de do que es razón. Y todo esto se podrá
propóvito ni industria, hizo cosa en ({ue facer yendo vos en buena hora, y que
ofender su servicio }>ensase, y si por dando el cargo a vuestro fijo como está
yerros algunas obras suyas eran esti dicho; y asi vos rogamos que en vues
madas y juzgadas, no las había hecho tra partida no haya dilación. De Va
sino con no alcanzar más, y siempre lencia de la Torre, a cuatorce días de
creyendo que ha< ía lo que debía y que marzo de quinientos y dos años. Yo
en liaccrlo acertaba. el Rey.—Yo la Reina, etcétera.’ *
Que sea verdad lo su^odiebíí. cerca Asaz manifiesto parece por estas pa
de no babor sido la prisión del Almi labras reales no haber procedido de su
rante liccíia por voluntad ni mandado voluntad, ni líaberle dado poder ai co
íle los Reyes, sino ])or sólo querer v mendador })ara la prisií'm del Almiran
autoridad del eoinendador Robadilla, y te y de sus hermanos, y liaberles en
que bobic¿i' a .Su-^ Altezas della mucho gran manera della y de su nial trata
])esado. mostráronlo bien expresamente miento pesado, y parece que, para en
los Reyes Católicos en una su real carta cuenta y recompensa della y descargo
que le escribieron de Valencia de la suyo, los felices príncipes le escribían y
Torre, cuando estaba de ]iartida para hacían estas palabras como regalos. Por
HISTORIA DE LAS INDIAS 489
ES TUDIO P R E L I M I N A R
El sistem a de ideas CV
Págs. Págs.
Págs.
Págs. ; Págs.
h'íii, (lomle leiiia jiinliulus eslas Indias que habían descendido del cielo, y
o islas, mayormcnic esta Española que por esto cualquiera cosa que podían
llamó Cipango, y esta earla dice el haber dellos, aunque fuese un peda
auetor que la tiene, a lo que cree, en zo de una escudilla o plato, la tenían
sil poder. Cómo vieron liertos cela por reliquias y daban por ello cuanto
jes que todos afirmaron ser tierra y tenían. Hincábanse de rodillas y alza
lm!)¡eroii grande alegría y al cabo ban las manos al cielo, dando gracias
Idc. Cómo vieron muchas señales ade a Dios y convidándose unos a otros
lante de tierra. Cómo se le quisieron que viniesen a ver los hombres del
amotinar de no poder ya más sufrir cielo. Apúmanse algunas cosas nota
la dÍla<iÓTi. Cómo descubrió Colón bles para advertir a los lectores de la
ciertos secretos de las alturas. Cómo simiente y ponzoña de donde proce
confirieron los puntos de la navega- dió la destruición destas Indias. Y
c'ión. cómo detuvo el Almirante siete hom
Capítulo XXXIX ....................................... 13 : bres de aquella isla.
F'n el cual se irada de algunos alegro Capítulo XLII .............................. 148
nes que tuvieron diciendo algunos que En cí cual se tracta de una isla que
vían tierra, a los cuales se les torna- parecía grande, a la cual puso nom
lian luego en tristezas y en inurmu- bre la Fernandina, y viniendo a ella,
racione.s y desacatos de Cristóbal Co toparon un indio en una canoa, lo
lón, y u querérsele amotinar. Cómo máronlo en la nao y, contento, enviá
mudó el camino más al Austro por ronlo delante y dio las nuevas en la
las señales de las aves que vían. Cómo Fernandina, y cómo surgieron los na
vieron muchas y ciertas señales de vios ya de noche. Nunca cesaron
estar cerca de tierra. Cómo vieron un en toda la noche de venir canoas y
Junco verde y otras cosas de tierra. gentes a ver los cristianos y trae-
Cómo jueves, de octubre, cognos- lies de lo que tenían. Sallaron en
ciendu Cristóbal Colón que estaban tierra los marineros con barriles por
cerca de tierra, hizo una habla a to agua; con gran alegría se la mostra
dos aquella noche, a prima noche, que ban los indios y los ayudaban. La
velasen bien porque antes de muchas gente era como la pasada, pero diz
horas la verían. Cómo a las diez de que más doméstica y más aguda y
noche vido él mismo lumbre, y a las más dispuesta. No les cognoscieron
dos, después de media noche, se vído secta alguna. Tenían paños de algo
tierra. Y cómo por haber visto la lum dón; las mujeres casadas cubrían sus
bre primero le adjudicaron los Reyes vergüenzas; las doncellas, no. La m a
ios 10.000 maravedises, aunque otro nera de las camas. De un árbol que
vido la tierra. contiene diversidad de árboles en sí.
Capítulo XL ............................................... l4 l Dase la razón dél, maravillosa. De
En el cual se trata de la cualidad las culebras y perros de aquella isla.
le la isla que tenían delante, y de la Vieron más gente. La manera de sus
gente della. Cómo salió en tierra el casas, etc.
Almirante y sus capitanes de los otros Capítulo XLIII ................................. ........ 151
<\os navios, con la bandera real y En el cual se trata cómo el Almi
otras banderas de la cruz verde. Cómo rante dio vuelta al Leste o Levante,
dieron todos gracias a Dios con gozo porque le informaron los indios que
inestimable. Cómo tomaron posesión la isla de Someto era más grande que
solemne y jurídica de aquella tierra la Fernandina, y quedaba atrás, y
por los reyes de Castilla. Cómo pe esto parece que Dios les tornaba por
dían perdón al Almirante los cristia que viese a Cuba y a la Española.
nos de íoB desacatos que le habían he Llegados a Samoeto, sintieron suaví
cho. De la bondad, humildad, man simos olores, y vieron la isla ser gra
sedumbre, simplicidad y hospitalidad, ciosísima. Mataron dos sierpes, que
disposición, color, hermosura de loa son las iguanas, y qué cosa es. Huye
indios. Cómo se admiraban de ver ron los indios, sentidos los cristia
los cristianos. Cómo se llegaban tan nos. Tornaron a venir sin miedo. Es^
confiadamente a ellos. Cómo les dio timaban que habían descendido del
el Almirante de las cosas de Cas ciclo. Tuvo relación, según él creía
tilla y ellos dieron de lo que te que lo entendía, que había allí minas
nían. de oro, y estuvo esperando que el rey
Capítulo XLI ............................................. 145 de la isla viniese allí. Halló lignáloe y
En el cual se contiene cómo vinieron mandó cortar dello. Aquí supo nuevas
muchos indios a los navios, en sns de las islas de Cuba y de la Española;
barquillos, que ¡laman canoas, y otros creyó que era la isla de Cipango,
nadando. í.a estimación que tenían donde pensó que hallaría gran suma
de I08 cristianos, creyendo por cierto de oro y perlas y especiería. Las ra-
INDICE GENERAL 497
Pág6. I Págs.
1 ----- -
zones por donde con razón se movió I algunos indios que el mucho oro cs-
a lo creer y que allí venían naos gran I taba en la isla Española. Halló alma-
des del Gran Khan. Puso por nombre I ciga, algodón, ajes, batatas y friso-
a esla isla la Isabela. Fuese della en i les, etc.
demanda de Cuba, etc. Capítulo XLVl ..........................................
Capiudo XLIV ........................................... 154 En el cual se trata cómo tornaron los
En el cual se tracta cómo se llegó dos cristianos que habían ido lu tierra
el Almirante a la tierra de la isla de adentro. De los rescibimíentos y reve
Cuba y le puso por noml)re Juana. De rencia que los indios les hicieron
la orden que tuvo hasta allí en poner como a venidos del cielo. De la man
los nombres a las tierras que descu sedumbre y bondad natural y simpli
bría. Cómo entró en un río y puerto cidad de los indios. De los sahume
muy hermoso. Saltó en tierra. Hu rios que por las narices tomaban, que
yeron los indios de dos casas que por llamaban tabacos. De las palabras del
allí hallaron. Loa la hermosura de Almirante en loa de los indios, dicien
aquella isla. Decíanle los indios que do cuán fácilmente le parece que se
llevaba consigo que había minas de convertirán. Determinó de llevar de
oro. Juzgó que estaba de allí cerca allí para Castilla algunos indios, y
tierra firme. Llamó aquel río San Sal cómo los tomó. Cómo fue y hizo en
vador. Sidió de allí e descubrió otro ello muy culpable hecho. Aféase mu
río que JJanió de la Luna í después cho y danse razones de su fealdad, y
otro que nombró de Mares, maravillo de cómo por sola aquella obra mere
so puerto. Vitio poblaciones y huyeron ció que Dios le castigase y aparejase
dellas todos los indios, vistos los na muchas adversidades en lo por venir
vios. Saltó en tierra y de las cosas que aunque tuviese buena intención. Re
vido en las casas, las cuales casas pítense también muchas cosas de la
[eran] muy más hermosas que las que bondad y docilidad natural de los in
había visto. De la hermosura de los dios.
árboles y templanza de los aires y
frescura. Cómo Martín Alonso enten Capítulo X L V II.......................................... 16Ó
día de los indios que llevaba que es De cómo tuvo el Almirante rela
taban en tierra del Gran Khan. Cómo ción de cierta tierra riquísima de
se engañaban en no entender los in oro, hacia el Levante. Por esto y
dios. De la provincia de Cubanacán, por otras causas dió la vuelta hacia
que está en medio de la isla de Cuba, el Levante. Descubrió maravillosos
donde había minas de oro. Cómo tuvo ríos y puertos con muchas poblacio
el Almirante a Cuba por tierra firme nes. Halló una mar de islas dignas
y por tierra del Gran Khan. Cómo sa de admiración. Vido las sierras de
lió del río de Mares en busca de otros la isla Española. Halló almáciga y li
ríos y pueblos dcl Gran Khan. Y al náloe. Vido cañas. Vido pescados y
cabo, cómo se tornó al río y puerto animales diversos. Halló piedras con
de Mares. manchas doradas, otras que parecían
Capítulo XLV ............................................ 158 de minas de plata, otras de hierro.
Apartóse de su compañía y obedien
Tracta cómo, surto en el puerto de
cia, con su carabela, Martín Alonso
Mares, envió las barcas en tierra; no
hallaron gente, que era huida. Invió Pinzón.
un indio de los que traía. Dio voces Capítulo X LV m ....................................... 170
diciendo qne la gente que venía era En el cual se contiene cómo el Al
buena gente, que no hacia mal a na mirante salió del puerto de Sancta
die. Asegúranse todos. Vienen segura Catalina y fué descubriendo por la
mente en los navios. Nótase la manse costa arriba. Vido muchos y maravi
dumbre de los indios, y como con llosos ríos y puertos, unos mejores
facilidad fueran traídos a la fe y a que otros, y tierras fértilísimas y
buenas costumbres si por amor y man temperantísimas. Da testimonio de la
sedumbre fueran tratados y traídos. bondad y docilidad de los indios.
Vido el Almirante tener a un indio Confiesa que el fin de su descubri
un poco de plata. Da testimonio el miento es la gloria y ampliación de
Almirante muchas veces de la mansa la religión cristiana. Hallaron pobla
condición de los indios. Tiene a Cuba ciones y un pan de cera; dícese que
por tierra firme y por los reinos del aquella cera vino de Yucatán. Cuen
Gran Khan. Envió dos cristianos y dos ta el autor que halló él otro pan de
indios la tierra dentro, a saber nue cera en aquella isla el año de 1514.
vas. Dijo hallarse mil ciento cuarenta Hallaron también unas cabezas de
y dos leguas de la isla del Hierro. hombres antiguos, guardadas en su cea-
Alaba mucho el puerto y la tierra. tillo, y lo que dice al Almirante cerca
Puso los navios a monte. Entendió de desio.
49H IN D ICE G E N ER A L
Pág« P á g s.
Pág8. Págs.
de Martín Alonso. Envió el rey una que está cabe é l; halló fuego. Vído
canoa y el Almiranie un cristiano a por allí grandes y graciosas sierras,
buscarle. Torna sin hallarle. Dio prie* y descubría mucha tierra, la tierra
«a en hacer la fortaleza, y acabóla dentro. Está frontero de las minas de
en diez días por la mucha gente Cibao.
que le ayudó; púsole nombre La Na* Capítulo LXV ............................................ 201
vidad. Vido el marinero un rey que Salió del Moníe-Chrisci e vieron venir
traía unas plastas de oro en la ca la carabela de Martín Alonso. Tornó
beza. se al puerto. Vino en la barca Mar
Capítulo LXII ............................................ 200 tín Alonso a se disculpar. Disimuló
Salió en tierra el Almirante. Hizosc* el Almirante por la necesidad que te
le gran mesura y iiomedimientos por nía. Muéstrase la falsedad de los que
un hermano del rey que lo llevó al quisieron detraer de la gloria y me
aposento del Almiranle. Vino luego recimiento del Almirante por el des
el rey apriesa a ver al Almiranle, y cubrimiento destas islas y aplicallos a
con grande alegría pónele al pescuezo sólo Martín Alonso, por el mismo pro
una gran plasta de oro que traía en ceso que se hizo entre el fiscal del rey
la mano. Comió con él. Tornado a y el Almiranle, para lo cual se ponen
la carabela, invióle el rey una gran a la letra algunas preguntas y dichos
carátula de oro, rogándole que le en de los testigos.
viase una bacineta y un jarro de Capítulo LXVI ........ ................................ 209
latón. Otro día saltó en tierra el De un poderoso río que sale al Morí-
Almirante y halló cinco reyes va tB'Christi. Entró en él con la barca;
sallos de aquel Cuacanagari, cada halló mucho oro en el arena, a su pa
uno con su corona de oro en la ca recer. Partió de Monte-Christi. Vido
beza, mostrando ^ran autoridad. Lle tres serenas. Llegó al rio donde Mar
vó del brazo el rey al Almirante a su tín Alonso había estado y rescatado
aposento y quitóse su corona de oro oro y había tomado por fuerza cuatro
de la cabeza y púsola al Almirante en indios y dos mozas. Mandólas restituir
la suya. £1 Almirante se quitó del todas el Almirante.
pescuezo nn collar de cuentas de vi Capítulo L X V II........................................... 211
drio y púsoselo a él, y un capuz. Descubrió el monte y puerto que llamó
Tornándose a la carabela, dos de de Piala. Vido muchas campiñas y ca
aquellos reyes acompañaron al Al bos muy hermosos. Pónese argumen
mirante al embarcadero y cada uno to aquí de ser el Almirante astrólogo.
dio una gran plasta de oro al Almi Llegó a una gran bahía; surgió en
rante, etc. ella. Fueron a tierra con la barca, ha
Capítulo LXIIÍ .......................................... 202 llaron indios, vino uno a la carabela.
Dándose priesa para partirse a dar Tracta de las gentes que llamaron Ci*
nuevas a los reyes de su felice viaje, guayos. Tuvo nuevas de isla poblada
aunque quisiera descubrir más, deter de solas mujeres. Qué cosa es maca
minó dejar treinta y nueve hombres na. Pelearon con los indios y fué la
allí con su capitán, y señalados otros primera pelea de las Indias. Nótase
dos para si aquél muriese. Ráceles esto. Vinieron muchos de paz y un
una muy notable plática, que conte rey; prometió de enviar y envió una
nía muy necesarios avisos para lo que corona de oro. Tomó el Almirante
les convenía, prometiéndoles su vuel cuatro mancebos para llevar a Casti
ta hacerla presto y traelles mercedes lla ; hízolo muy mal.
de los Reyes. Dejóles mucho bizco Capítulo LXVIII ....................................... 215
cho y vino y todos los resgates y todo Llamó aquella bahía el Golfo de las
cuanto pudo. El rey le mandó proveer Flechas. Partió de allí para Castilla,
para su viaje de todo cuanto él qui y, de camino, descubrir islas. Estima
so y él pudo darle, etc. ba prudentemente haber gran renglero
Capítulo L X I V ........................................... 204 de islas y no estar lejos de las Cana
Salió, miércoles, en tierra para se rias. Porque hacían mucho agua las
despedir del rey. Comieron juntos. carabelas, determina lomar su camino
Encomendóle mucho loa cristianos que derecho para Castilla y no descubrir
allí dejaba. Prométeselo con señales más islas, etc.
de mucho amor, mostrando tristeza Capítulo LXIX ........................................... 211
porque se iba. Hizo hacer el AI- Hallábanse los pilotos 150 leguas de
mirante una escaramuza y tirar tiro.s lanteros quel Almiranle, pero el Al
de artillería. Abrazó al rey y a los mirante andaba más cierto. Comenzó
39 cristianos que dejaba, y todos llo a tener malos tiempos y tormentas te
rando se despartieron. Hizose a la rribles, donde muchas veces pensó p e
vela, viernes, a 4 de enero de 1493. recer. Desapareció la Pinta, donde iba
Descubrió el cerro que puso por nom Pinzón, Vido señales de mayor tor
bre Monte-Christi. Llegó a la isleta menta.
LNDÍCE GENERAL 501
rags. ! P ágs.
Capítulo L X X ............ ................................. 220 que hicieron, de que el Almirante se
” LXXI admiró, de lo cual tomó ocasión el
LXXII .. . ................... 223 auctor de decir cómo pudieron estar
LXXIH ....................... 224 sin podrirse, y descubre muchos se
LXXIV 226 cretos de naturaleza. (Colige argumen
LXXVI . 229 to de ser antiguas en estas tierras es
LXXV ........ 229 tas gentes.
Lxxvm 232 Capítulo XCII ........................................... 26$
LXXVIl . . ............................... 232 En el cuál se tracta cómo halló el
L xxrx ... 235 Almirante la gente cristiana muy en
LXXX .............................. 238 ferma y muerta mucha della. Cómo
LXXXi 240 por hacer molinos y aceñas compe
LXXXil. . ........ 242 lió a trabajar la gente, y por la tasa
Lxxxni ............................... 245 de los mantenimientos, que ya muy
” LXXXI V 246 pocos había, comenzó a ser aborreci
LXXXV 248 do, y fué principio de ir siempre su
LXXX VI ........................ 250 estado decreciendo aun no habiendo
” LXXXVlí , . 251 crecido. De Jos que iniK-lto daño le
LXXXVIIÍ 2.53 hicieron fué fray Buil, el legado que
Capítulo LXXXIX , . ............................. 255 arriba se dijo. Persuádese iio tener
En el cual se Iracta cómo el Almirante hasta entonces el Almirante culpas
envió a un Alonso <le Hojeda o,on por que lo mereciese. Dícense mu-
quince homines a descubrir la tierra i’has angustias que allí ios cristianos
y saber de las minas de Cibao. Cómo de hambre padecieron, y cómo mo
rescibíaii los indios a los cristianos rían cuasi desesperados. De cierta vi
con miuha alegría. Volvió Hojeda con sión que se publicó que algunos vie
buenas nuevas de oro. Alegróse el Al ron. Cómo vino mensajero de la for
mirante y toda la gente. Cómo despa taleza que un gran señor venía a cer
chó el Almirante, de los diez y siete carla. De lo que el Almirante por re
los doce navios para Castilla, con la medio hizo.
relación larga para los Reyes; y a Capítulo XCIll .......................................... 265
quién envió por capitán dellos, etc. En el cual se irac.ta cómo Alonso
Capítulo XC ................................................ 256 de Hojeda salió de la Isabela con cua
En el cual se iracta cómo el Almiran- trocientos hombres, para poner miedo
fe salió por la tierra con cierta gente a la gente de tierra y sojuzgalla.
española. Dejó la gobernación de la Cómo en llegando a un pueblo, pa
Isabela a su hermano D. Diego. Cómo sado el Río del Oro, prendió a un
salió en forma de guerra, y así en cacique y señor y a su liermano y so
traba y salía de los pueblos para mos brino por una cosa que hizo un indio.
trar su potencia y poner miedo en la Cómo cortó las orejas a un vasallo
gente indiana. Cómo se quiso amoti del mismo cacique en su presencia.
nar un contador, Bernal de Pisa, y Cómo condenó a muerte a los dichos,
hurtar ciertos navios. Los recibimien cacique, hermano y sobrino. Danse
tos que hacían los indios al Almiran razones cómo ya tenían los indios jus
te y a los cristianos. De su bondad ta guerra contra los cristianos. Cuán
y simplicidad en la manera que te culpable fué este hecho del Almiran
nían. De la hermosura de la vega a te, y cuán al reves entró y comenzó
que puso nombre la Vega Real, Los en estas tierras del camino de la ley
ríos tan grandes y hermosos que vía evangélica, etc.
y el oro que en ellos se hallaba, etc. Capítulo XCIV .......................................... 267
Capíiiilo XCI ............................................. 259 En el cual se tracta cómo el Almiran
En el cual se tracta cómo el Almi te deíenninó de ir a descobrir, como
rante subió a la provincia de Cibao, los Reyes le habían mucho encargado,
y de la etimología della, según la cuando volvió el segundo viaje. Cómo
lengua de los indios; de su hermo constituyó un Consejo y presidente
sura, puesto que es aspérrima; ios para el regimiento desta isla. Cómo
adniirai)Jes y graciosísimos ríos que partió de la Isabela y llegó a Cuba,
tiene: los pinos infinitos de que está por la parle, del Sur. Llegó a surgir
adornada. De su sanidad, salubérri a un puerlo. Vinieron a los navios
mas aguas y aires y alegría. Del gran muchos indios a traer a los cristianos
dor dolía. De los recibimientos y ser- de lo que traían, estimando que ha
vicio.s que los indios en los pueblos le bían venido dcl cielo. Cómo desde allí
hacían. Cómo en un gracioso río y descubrió la isla ile Jam aica; púsole
tierra halló minas de oro y de azul nombre Santiago. Salieron muchas ca
y de cobre y de ámbar y especería. noas de indios, con alegría, para los
Edificó una fortaleza. De unos nidos navios. En un puerto salieron de gue
de aves que hallaron en las cavas rra, queriendo impedir a los cristianos
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