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Françoise Bagot
DOI: 10.4000/books.cemca.1004
Editor: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos
Año de edición: 1999
Publicación en OpenEdition Books: 24 abril 2013
Colección: Arqueología
ISBN electrónico: 9782821828179
http://books.openedition.org
Edición impresa
ISBN: 9789686029598
Número de páginas: 158
Referencia electrónica
BAGOT, Françoise. El dibujo arqueológico: La cerámica : normas para la representación de las formas y
decoraciones de las vasijas. Nueva edición [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y
centroamericanos, 1999 (generado el 03 mai 2019). Disponible en Internet: <http://
books.openedition.org/cemca/1004>. ISBN: 9782821828179. DOI: 10.4000/books.cemca.1004.
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Con este libro, pone al alcance de los dibujantes, de los arqueólogos y del público en general un
valioso estudio técnico para la buena ilustración y publicación de las investigaciones
arqueológicas en lo referente a las vasijas cerámicas. Dice Claude E Baudez: "Nadie hubiese
podido escribir mejor este libro que Françoise Bagot. Pocos ilustradores poseen su talento y su
experiencia. Durante muchos años ella ha trabajado para los arqueólogos más exigentes; ha
intentado todas las técnicas y ha probado todas las artimañas del oficio "
2
ÍNDICE
Prefacio
Claude-François Baudez
Agradecimientos
Introducción
Índice de figuras
Índice de ilustradores
Bibliografía de referencia
3
Prefacio
Claude-François Baudez
1 Nunca se subrayará lo suficiente la deuda que tienen los arqueólogos con su material
predilecto: la cerámica. Desde su aparición hace aproximadamente 5 000 años en
Mesoamérica, hay vestigios de cerámica en todos los sitios. Se encuentran vasijas y
fragmentos de ellas lo mismo en Teotihuacán que en el más pequeño pueblo, tanto en los
entierros como en los depósitos de fundación, sobre el suelo de las chozas y en los
basureros, así como en los rellenos de las pirámides. Aunque resiste menos que la piedra
los daños por el paso del tiempo, la cerámica es infinitamente más abundante que ella y es
por lo tanto susceptible de ser objeto de análisis estadísticos. Es siempre un material
valioso, aun cuando, en ocasiones, una buena parte de los tepalcates recogidos, sobre todo
los encontrados en la superficie, no puede ser clasificada.
2 El primer uso del material cerámico es de índole cronológica. En efecto, el estudio de sus
cambios en el curso del tiempo permite establecer fases distintas en su evolución, a las
cuales se les asocian periodos. Una vez construida esta secuencia, es posible datar
edificios, depósitos, rellenos y viviendas por la presencia relativa de un cierto número de
“tipos”, de “variedades” o de “modos” diagnósticos.
3 Así mismo, la cerámica es sensible a los cambios espaciales. De una región a otra, en la
misma época, las formas y los motivos cambian; y sin embargo a menudo muchas regiones
comparten suficientes signos distintivos como para construir una unidad grande. ¿A qué
corresponde una determinada “esfera”? ¿A una unidad política o cultural o tan sólo a una
zona de intercambios? En general, la cerámica arroja luz sobre encuentros comerciales y
de otro tipo. Es ella la que nos permite descubrir la existencia de rutas de comercio,
terrestres o marítimas, y a veces incluso de movimientos migratorios.
4 Pero no sólo la cerámica nos ayuda a situar los fenómenos culturales del pasado en su
contexto cronológico y espacial. Las vasijas sirven para almacenar, cocer, presentar y
contener todo tipo de sólidos y líquidos, desde los alimentos más sencillos hasta los más
apreciados por los dioses. Es el accesorio más frecuente tanto de la vida cotidiana como de
los rituales más elaborados. En ocasiones, la función de los utensilios queda indicada por
su grado de ornamentación, más o menos refinada, más o menos compleja. La de las bellas
4
vasijas mayas nos muestra escenas cortesanas o nos narra mitos y los textos que
acompañan estas imágenes tendrían por misión informarnos sobre el propietario y el
destino del recipiente.
5 Por lo tanto, es de suma importancia, para el arqueólogo, la correcta presentación de los
análisis cerámicos: en ellos se funda buena parte de sus conclusiones.
6 Además, sus lectores y colegas tratarán de encontrar en la publicación elementos de
comparación con su propio material. Las mejores descripciones de cerámica nunca
reemplazarán a las imágenes, las que tienen, entre otras ventajas, la de dirigirse
directamente a la comunidad científica internacional sin preocuparse por las barreras
linguísticas. Sin minimizar la importancia de la fotografía en las publicaciones
arqueológicas, el dibujo es insuperable para dar cuenta de un volumen, describir un
perfil, ilustrar la profundidad de un trazo, reencontrar un motivo, suprimir una
perspectiva molesta y mostrar lo invisible. Todo dibujo, como se ha dicho mil veces, es
una interpretación en la medida en que se apoya en un conjunto de convenciones para
comunicar un cierto saber al lector-espectador. Aún hace falta, para que se logre la
comunicación, que el dibujante -o la dibujante- utilice un lenguaje gráfico coherente que
el lector pueda interpretar correctamente. Así mismo, la práctica del dibujo de la
cerámica (vasijas completas y tepalcates) debe regirse por un conjunto de reglas y
convenciones que los artistas profesionales, los arqueólogos “que saben dibujar” y los que
sólo saben observar, deberán seguir y comprender.
7 Nadie hubiese podido escribir este libro mejor que Françoise Bagot. Pocos ilustradores
poseen su talento y su experiencia. Durante muchos años ha trabajado para los
arqueólogos más exigentes; ha intentado todas las técnicas y ha probado todas las
artimañas del oficio. El resultado es que ella sabe perfectamente lo que debe hacerse y lo
que no. Nos comunica su rigor en lo que toca a los secretos de las formas y de los
ornamentos, pero también nos enseña cómo puede ser agradable observar una página de
bordes de vasijas si está bien compuesta. La ilustración de la obra es, como debe ser,
abundante. La autora muestra la modestia que le conocen sus amigos al tomar de sus
colegas varios de sus ejemplos, sin imponer su propio trabajo. También tiene la
honestidad de proponer soluciones alternativas, brindando al lector-usuario diferentes
elecciones.
8 En nombre de mis colegas arqueólogos, agradezco a Françoise Bagot el haber elaborado
este libro que, pronto, nos será indispensable.
5
Agradecimientos
1 Escribí este libro como un homenaje a tantos asiduos dibujantes técnicos quienes, en el
transcurso de los años, han ayudado a los arqueólogos en sus investigaciones, usando sus
ojos, sus manos y su talento al servicio de la noble profesión de dibujante de objetos.
2 Aunque en este manual aparecen tan sólo los trabajos de ocho de ellos, número limitado
por el hecho de que utilicé casi exclusivamente los dibujos reproducidos en las
publicaciones de mi centro de investigaciones, pensando en ellos me dedico a relatar, con
esmero y minucia, las tan variadas habilidades que se necesitan para ejercer este oficio.
Me parecía importante realizar un manual fácil de consultar, que serviría lo mismo para
los aprendices de dibujantes que para los arqueólogos deseosos de ilustrar ellos mismos
sus estudios, manual que nunca habia yo encontrado en el transcurso de mis largos años
de dedicación a esta profesión.
6
3 Estudié el dibujo desde niña. Mi padre fue mi maestro en esos primeros años de
aprendizaje y pronto tomé la determinación de ser artista-pintora, para lo cual seguí una
carrera clásica de arte en diferentes Academias de la ciudad de París y en la Escuela
Nacional Superior de Artes Decorativas. Sin embargo este largo recorrido por talleres y
academias no hizo de mí una dibujante científica, aunque mi especialización en la técnica
del grabado a buril a partir de 1978 me ayudó bastante.
4 Debo a la paciencia sin límites de Henri Humbert, director del Laboratorio de
Fanerógamas del Museo Nacional de Historia Natural de París, en los años 1962, haber
podido realizar cada vez mejor mis primeras láminas de dibujos de plantas, con regulares
trazos a tinta y buenas observaciones en el microscopio; a la exigencia de Robert
Hoffstetter, investigador del Laboratorio de Paleontología del mismo Museo, cuando
realizaba la supervisión de mis dibujos de huesos, el haber comprendido que esos dibujos
necesitan gran precisión, dominio en la mano y agudeza en los ojos. Enriquecía entonces
este saber dibujando piezas de lítica para Bernard Champault, gran maestro en el estudio
de las tallas, para el que realizaba trabajos en el Museo del Hombre. Por medio del señor
Champault conocí al profesor Guy Stresser-Péan quien buscaba en estas fechas (1965) un
dibujante profesional para la nueva Misión Arqueológica y Etnológica Francesa que
acababa de crear en México. Se perfilaba entonces mi futuro mexicano y mi oportunidad
de conocer las culturas mesoame-ricanas, al dibujar cerámica, figurillas, lítica, esculturas
y objetos etnológicos en esta nueva Misión. Agradezco los buenos consejos y las
enseñanzas que no dejaron nunca de proporcionarme Claude y Guy Stresser-Péan.
Agradezco también a todos los arqueólogos para quienes trabajé después la gentileza que
siempre me demostraron cuando les pedí alguna información: Alain Ichon, Pierre
Becquelin, Claude F Baudez quien escribió el acertado y bello prólogo de este libro,
Dominique Michelet, Eric Taladoire, Charlotte Arnauld, Patricia Carot, Brigitte Faugère-
Kalfon; doy gracias sobre todo a Marie-France Fauvet-Berthelot, pues sin su insistente
entusiasmo tal vez no hubiera podido llevar a cabo tan dedicada investigación, y además
fue ella quién releyó la primera versión de la obra con mucha dedicación.
5 Agradezco a Thomas Calvo, director del Centro Francés de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos, su apoyo para la publicación de este libro, el cual fue financiado, con
la mediación de este Centro, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia.
6 Así mismo doy las gracias a la arqueóloga mexicana Nelly Silva por la minuciosa lectura
técnica final; ella subrayó ciertos puntos esenciales que tenían que precisarse o
modificarse.
7 Juan Domingo Argüelles hizo la correción de estilo del español, gracias. Vaya mi
reconocimiento también a aquellos colaboradores del CEMCA que me ayudaron y
aconsejaron: Rodolfo Ávila, quien realizó parte de los dibujos que se reproducen en el
libro y quien hizo las impresiones de las fotografías, de las cuales Victor Lagarde había
hecho los negativos; Concepción Asuar por sus consejos sobre estilo y vocabulario; Joëlle
Gaillac, por su preparación editorial.
8 Por fin, mil gracias a Zalathiel Vargas, mi esposo, quien releyó el texto y observó las
ilustraciones con la atención de un público no especializado, pero con la agudez de un
artista-pintor, recalcando las incongruencias o esclareciendo varios puntos, dándome
siempre su apoyo y consejos de diseño.
7
8
Introducción
6 Esta efervescencia sirvió para poner en orden los resultados y los hallazgos de varios
siglos de investigaciones arqueológicas hasta entonces dispersas y esporádicas.
7 En México, en la segunda mitad del siglo XIX, el estudio de la cerámica arqueológica se
empezó a ilustrar a base de fotografías en lugar de las antiguas litografías. Sin embargo,
en 1888, en Berlín, el Dr. Eduardo Seler había dado el ejemplo de presentar dibujos de
vasijas cerámicas enteras y de detalles, y hasta de algunos tepalcates. Todavía en 1902,
Leopoldo Batres, el arqueólogo oficial de la época, publicó con fotos las bellas piezas del
Templo Mayor encontradas en la calle de las Escalerillas. En 1911-1912, el doctor Franz
Boas hizo en la ciudad de México y sus alrededores, el primer estudio cronológico de
tepalcates cuyos dibujos se publicaron solamente en 1922, los cuales incluían algunos
cortes. También en el valle de México trabajaba en estas fechas (1930-1935) y publicaba
sus resultados ilustrados con tepalcates dibujados, el arqueólogo George Vaillant.
8 El gran precursor de la arqueología moderna mexicana, el doctor Alfonso Caso, realizó
estudios arqueológicos en Oaxaca, pero sus primeras publicaciones de 1935 a 1952
muestran puras fotografías de piezas enteras en cerámica. Casi no utilizó el dibujo hasta
su libro La cerámica de Monte Alban, escrito con Bernal y Acosta y publicado en 1967. Para
entonces ya se habían editado tres estudios de cerámica con muchos dibujos de formas y
cortes: los de E. Noguera, sobre la cerámica de Cholula (1954) y sobre la cerámica
mesoamericana (1965), y uno de Laurette Séjourné sobre la cerámica de Teotihuacán
(1966).
9 Poco a poco, los documentos materiales encontrados en excavaciones, por mínimas que
fueran, comenzaron a considerarse como testigos válidos de las culturas del pasado,
utilizándose el método estratigráfico para determinar su antigüedad. El estudio de los
tepalcates completaría entonces esas investigaciones. De una aventura, la arqueología
pasó a convertirse en una ciencia.
10
descripción y la interpretación de los objetos. El dibujante debe, por tanto, dominar varias
técnicas de representación en artes visuales y en diseño, y debe conocer las herramientas
a su alcance, abandonando desde un principio la idea de un dibujo fácil de hacer y
estereotipado. Cada pieza representa un problema diferente y el dibujo debe al mismo
tiempo ilustrar, analizar y describir. Todo demuestra que el dibujo arqueológico necesita
una enseñanza, un entrenamiento y una práctica. Es útil redefinir el oficio al momento de
las aportaciones que se van a obtener con el uso de la computadora.
15 Aunque el presente libro se dirige a los dibujantes y a los arqueólogos, el público en
general podrá apreciar un trabajo científico que, por suerte, se acerca mucho al arte.
16 Nos hemos acostumbrado a ver excelentes libros de arqueología con fotografías
espléndidas de monumentos, esculturas y objetos bien seleccionados. No por eso debe
desdeñarse el trabajo más minucioso y apasionante del estudio de las múltiples
invenciones técnicas en formas y decoraciones realizado a partir de un material
arqueológico no siempre atractivo a primera vista, y presentado en publicaciones
científicas.
17 Este libro se divide en tres partes. La primera, “Las Formas”, describe minuciosamente lo
que concierne a la manera de tomar las medidas exactas de las vasijas, lo relativo a las
definiciones de las partes respectivas de aquéllas, la representación de las adjunciones y
las técnicas para medir y dibujar los tepalcates. En la segunda parte, “La Decoración”, se
describen los diferentes tipos de decoración de las piezas cerámicas, clasificadas en
decoración en plano, decoración en hueco y decoración en relieve; también enseña la
manera de calcular los desplegados y cómo reconstruir los motivos decorados de las
piezas incompletas. Nos pareció importante escribir una tercera parte: “La Difusión”. Leer
detalladamente un análisis de clasificación de piezas cerámicas se vuelve atractivo si, al
leer el texto, el lector puede referirse a los dibujos. En este sentido me di cuenta de la
importancia que tiene un buen diseño gráfico para la publicación de estos trabajos. Se
trataba, sin entrar en los numerosos problemas relacionados con la edición de libros, de
llamar la atención sobre errores que se podrían evitar al momento de planear una
publicación, conociendo un mínimo de reglas editoriales y de impresión. Un trabajo
anterior sobre la historia del grabado y la importancia que tuvieron los editores e
impresores para la difusión de este arte me había familiarizado con las invenciones de
normas y las creaciones tipográficas que se perfeccionaron en el transcurso de los siglos
desde la invención de la imprenta en 1450 hasta nuestros días.
18 A partir de un gran conjunto de dibujos impresos, específicamente de la zona
mesoamericana, he tratado de llegar a una norma gráfica representativa y coherente con
relación a las normas respetadas en otras partes del mundo. Como son numerosos los
libros de arqueología editados por el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos
(antiguamente Misión Arqueológica y Etnológica Francesa) en México, Guatemala y
Honduras, todos los dibujos utilizados se tomaron de esas publicaciones y de las de Alain
Ichon en Guatemala (RCP 500) del Centre National de la Recherche Scientifique Française.
Dada la gran cantidad de dibujos ya realizados, y a pesar de su diversidad, se consideró
inútil volver a hacerlos y precisamente, al ver tan diversificada manera de presentar los
resultados ilustrados, nos pusimos a reflexionar sobre la necesidad de uniformar criterios.
Fue una buena referencia también el libro de Yves Rigoir y Patrice Arcelin Normalisation
du dessin en céramologie publicado en Montpellier, Francia, en 1979, aunque tuve que
enfocar mi estudio a las piezas mesoamericanas y completar muchos aspectos. Me fue de
gran ayuda el libro de Hélène Balfet, Marie-France Fauvet-Berthe-lot et Susana Monzón
12
Normas para la descripción de las vasijas cerámicas publicado por el CEMCA en español en
1992, el cual lleva una buena clasificación de los tipos de decoración de la cerámica.
19 Si bien este manual no pretende ser exhaustivo en la descripción de las soluciones a los
problemas encontrados al momento de medir y dibujar las formas y las decoraciones de
las vasijas cerámicas, treinta años en el oficio me han permitido ver las dificultades y
anotar los errores.
13
5 Los dibujos de la figura 1 muestran las definiciones de los elementos constitutivos de una
forma.
6 Las vasijas cerámicas están fabricadas a partir de una materia-base puesta en rotación
alrededor de la mano o de un torno, o moldeadas sobre formas ya existentes. Eso permite
definir un eje, línea abstracta que simboliza el árbol del torno y que se representa en el
dibujo con el objetivo de separar los planos de representación simétricos de la vista
exterior de la vasija y de su vista interior. La vista exterior de la vasija se representa en la
parte derecha del eje, terminada por su línea de perfil; la vista interior en su parte
izquierda, delimitada por el dibujo del corte.
15
7 El eje siempre se representa con una línea fina que no rebasa los planos de borde y de
base. Esos planos de borde y de base se dibujan rectos, a excepción, como veremos más
adelante, de formas intencionalmente irregulares. No se dibuja una línea de plano
intermedia cuando el perfil de la vasija presenta una curva continua entre sus segmentos
convexos y cóncavos (Fig. 2a,6,c). Una línea de plano intermedia se traza solamente si la
vasija presenta una silueta compuesta, una curva de perfil quebrada (Fig. 2d), una moldura
ba-sal o carena (Fig. 2e) o un reborde (Fig. 2f). En el caso de una vasija compuesta con una
curva de perfil discontinua pero no quebrada, puede ser útil sombrear ligeramente los
cambios correspondientes a los puntos de inflexión de la curva (Fig. 2g,h,i).
16
8 Si las formas son complejas o muy irregulares, o con motivos decorativos intrincados,
como veremos en el capítulo II, se necesitarán añadir al dibujo-esquema general de la
forma otras vistas, otros cortes, algunos perpendiculares al eje (Fig. 3). Se indica a veces,
para que sea más explícito, los cortes escogidos con letras pequeñas aa',bb',cc etc. (Fig. 3
e,f). En la figura 3d se presentan los emplazamientos de cada vista.
17
una pieza de las cuales él puede estar seguro por los estudios comparativos que ha llevado
a cabo con otras formas conocidas (fondos, cuellos) (Fig. 6).
13 Pero ¿dónde situar el tepalcate en la forma general? Las ilustraciones que presentamos
aquí muestran las diferentes posibilidades. Si los tepalcates que sirvieron a la
restauración de la vasija no presentan ninguna decoración, por lo general no se localizan
22
con sus contornos en el dibujo de la forma, sobre todo si su tamaño abarca más de la
mitad del diámetro de la pieza (Fig. 8a,b). Los tepalcates con decoración se situarán de
preferencia en la parte frontal del dibujo. El problema vendrá si queremos al mismo
tiempo enseñar su perfil. En este caso, se traza el perfil restaurado y se delimitan bien las
medidas del tepalcate (Fig. 8c,d,e,fg).
14 Un cierto tipo de reconstitución de forma, muy útil para el estudio del arqueólogo, puede
ser (si con los tepalcates se tienen las medidas de los diámetros de las piezas y sus formas
de borde o de base) disponer, con los resultados obtenidos, perfil y corte simétricamente
al eje, obteniendo cuadros comparativos (Fig. 9).
23
Fig. 10- Disposición arbitraria de varios tepalcates dispersos de una misma forma
16 Ciertos arqueólogos y dibujantes han optado por representar las fracturas de una manera
esquemática con una línea quebrada artificial, pero el resultado visual es muy
desagradable y daña la visibilidad del conjunto (Fig. 11).
24
17 Preferimos, como lo hemos indicado, representar las fracturas de una manera realista,
indicando inclusive el espesor de la pieza (véase Cap. lll), Fig. 12.
18 Reflexionando sobre esas interrogantes, es bueno tener en cuenta que numerosos dibujos
previstos en primer momento para fichas servirán en el futuro para una publicación
definitiva, lo que significa que es necesario desde un principio dibujar bien las piezas y
entintarlas con cuidado.
19 El problema principal que se presenta desde el inicio del estudio es el de las reducciones y
ampliaciones que se harán de los dibujos. Puesto que es más fácil dibujar las vasijas a su
tamaño real -escala 1/1–, el dibujo a lápiz debe ser fino, nítido y contrastado para
soportar reducciones futuras.
20 Se requiere de un cuidado muy especial en la toma de medidas, una alta precisión y no
escatimar datos. Muchas veces habrá que devolver las piezas a los museos y ya no se
tendrá el original para verificar si hay errores.
23 Para trazar el dibujo de una vasija completa vamos a necesitar medir todos los elementos
que definen la forma tal como los hemos nombrado en el esquema de base al principio de
este capítulo (véase Fig. 1).
24 Como instrumentos de medición, se necesitan: un escalíme-tro de altura (Fig. 14a), un
conformador o peine (Fig. 14b), un calibrador (Fig. 14c), un tepalcatómetro (Fig. 14d), una
regla de 50 cm mínimo de largo, con los milímetros indicados (hay que mencionar aquí
que el papel milimétrico no puede ser un instrumento preciso de medición), un compás
de espesor (Fig. 14e). También se necesitarán 2 escuadras, de preferencia de plástico
transparente, con los centímetros y los milímetros marcados desde el principio del ángulo
(Fig. 14).
27
Medidas
Altura
25 Si la vasija tiene deformaciones ligeras, sobre todo en sus alturas máximas, no entra en la
descripción de deformaciones y se toma la medida promedio (AB) de sus diferentes
alturas (CDE). Depende de la apreciación del arqueólogo (Fig. 15).
28
26 Para medir la altura de una vasija es bueno tener un escalímetro de altura. Se dispone la
vasija en la base ya graduada en centímetros del escalímetro, el cuerpo de ésta recargado
en la parte vertical del mismo, también graduada (Fig. 16a). Si la vasija tiene un fondo
curvo convexo, necesita fijarse con plastilina o se dispone boca abajo (Fig. 16b). Bien
colocada la cerámica, se baja la escuadra perpendicular-mente hasta topar con el borde
superior de la pieza, lo que permite medir su altura (AB). Colocando otra escuadra contra
lo ancho del cuerpo de la pieza, nos da su diámetro ee' (Fig. 16c).
27 Si no se cuenta con un escalímetro, disponer la vasija en una superficie plana, aplicar una
regla horizontalmente sobre su plan de borde y con 2 escuadras recargadas en la base y
pegadas al cuerpo de la vasija, leer las medidas necesarias. Esos dos sistemas de medición
29
también dan el diámetro máximo ee' de la pieza y la altura donde se coloca éste eb así
como la medida de diámetro de la apertura de cuello dd' (Fig. 17).
Diámetros
30 Si los círculos de diámetros de borde, de máximo de cuerpo, de base etc. no son muy
redondos, se procede, como se hizo para tomar la altura, a calcular varias medidas y se
escoge el promedio (Fig. 20a). Para las piezas fracturadas o reconstruidas, hay que tomar
en cuenta las deformaciones posibles y las medidas pueden resultar aproxi-mativas (Fig
20b).
Perfil
31 Para completar con exactitud el trazo del perfil de la forma general, se utiliza el
conformador (Fig. 21).
32 Este instrumento se vende en un tamaño máximo de 15 cm (los hay más grandes pero su
costo es muy alto), razón por la cual no se alcanza a veces a abarcar la totalidad del perfil
en una sola medición. Hay que limpiar bien la superficie de la vasija. Para más comodidad,
habrá que colocarla en un recipiente lleno de arena con el fin de mantenerla fija.
Aflojando los tornillos de freno y aplicando las tiritas de metal del conformador en el
plano imaginario de corte que pasa por el eje de la pieza, se delimita una porción de curva
que se marca con un punto a cada extremo.
33 En un papel, después de cerrar los tornillos del conformador para fijar las tiritas de metal,
se dibuja el tramo medido. Se repite la operación, superponiendo las partes medidas, cada
vez marcando con dos puntos los tramos calculados y dibujándolos en un papel.
Finalmente, se procede a juntar los tramos imbricados para obtener el perfil completo
(Fig. 22).
32
Corte y espesor
35 Obtenido ya el trazo completo del perfil de la pieza estudiada, el cual se dibuja en la parte
derecha del eje, se calca este perfil simétricamente al eje del lado izquierdo y se procede a
medir el espesor de la vasija.
36 El corte es una sección imaginaria que parte a la vasija por un plano vertical,
atravesándola por el medio, y que la divide a la altura del eje de rotación. El corte se
define así como lo que es visible después de esta sección: el espesor de la forma y la parte
visible interior de la vasija que delimita (Fig. 24).
33
37 Para medir el espesor se utiliza el calibrador o el compás de espesor, y para los labios el
conformador (Fig. 25).
38 El trabajo que necesita la medición de los espesores es de alta precisión porque cualquier
adelgazamiento o cualquier abultamiento de la pared de la cerámica es importante.
Permite ver la técnica de fabricación de la pieza y define su hechura burda o fina. En el
34
39 De igual manera que se definió el trazado del perfil con el conformador para tener más
precisión en éste, se procede aquí a reconstruir por partes el diseño exacto de los labios o
de los relieves del per-fil (Fig.27).
Fig. 27- La precisión en el dibujo de los labios de las vasijas y de los relieves
35
40 Para medir el fondo, se dispone verticalmente la pieza bien parada en su base, se coloca
una regla en su plan de borde y se apoya el calibrador en ella, el cual se abre hasta que la
punta toque el fondo. Se mide entonces la altura ab en el calibrador (Fig. 28a). Si el fondo
es cóncavo, se mide el hondo de la parte exterior como lo acabamos de describir; de la
diferencia de las dos medidas sale el espesor del fondo de la pieza (Fig. 28b).
43 Es evidente que a veces el espesor total de la pieza no podrá medirse por su tipo de forma:
cuello demasiado estrecho, forma cerrada, forma compleja. El arqueólogo puede decidir
completarlo, conociendo bien la tipología o la técnica de fabricación de la pieza (Fig. 30).
45 Una técnica muy especializada de radiografía permite ahora obtener el espesor de las
piezas (como lo está realizando, por ejemplo, Sergio Purin, responsable de las colecciones
de los Museos Reales de Arte y de Historia de Bruselas) (Fig. 32).
Fig. 32- Radiografía para mostrar el espesor de una pieza: guerrero con mazo, asa-vertedera, cultura
Mochica, Fase IV, barro
38
46 Acabamos de ver el dibujo del perfil y del corte de una vasija sencilla, sin deformación
mayor. Ciertas vasijas, tal vez la mayoría de ellas, presentan una forma irregular o
disimétrica o decoraciones que necesitan una vista exterior completa. En este caso, sus
cortes se dibujan a un lado de la vista completa, por mitad (Fig. 33).
Fig. 33- Corte que se dibuja al lado de la forma general, por mitad, con indicación del eje
Fig. 34- Corte que se dibuja al lado de la forma general, sin indicación del eje
48 Otra solución puede ser rebasar con el dibujo de la forma exterior la parte izquierda
reservada al corte (Fig. 35).
49 Si la forma es muy compleja, se dibuja entera y se dispone su corte completo aparte (Fig.
36).
40
52 Otro caso particular viene de la fabricación de ciertas vasijas en las que, voluntariamente
o no, se deja un borde muy irregular. Puede hacerse una restauración ideal de la pieza
(Fig. 39a), respetar la irregularidad del borde en la parte izquierda del lado del corte (Fig.
39b) o trazar con una línea recta el plan de borde que une el corte al eje sin tener en
cuenta la irregularidad del borde (Fig. 39c).
Como vimos, un corte transversal se ubicará abajo del dibujo de la forma general. Si
hay dos cortes transversales, se dispondrán uno abajo del otro, indicando con letras
minúsculas aa' y bb' los lugares de corte. Si las formas son muy complejas , no sólo r
ecesitarán representaciones de los diferentes cortes sino también dibujos
suplementarios de perfiles, de vista superior e inferior. Se ubica la vista de la parte
superior de la vasija arriba del perfil general y los varios perfiles en desarrollo, parte
izquierda a la izquierda, parte derecha a la derecha de la forma (véase Fig. 3). Si la
pieza es incompleta pero posee todos los elementos para reconstruirla, desde el
dibujo a lápiz se indican las partes faltantes con líneas discontinuas y se completa el
corte si es posible.
UTILIZACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA
53 Aunque sirve más bien para ilustrar ciertos tipos de decoración (véase Cap. II), la
fotografía de vasijas es utilizada por numerosos arqueólogos para ilustrar el estudio de las
formas. Presenta problemas de deformación del volumen general. Puede ser útil para
comparar formas en cuadros generales o para mostrar vasijas con relieves complejos. Si el
arqueólogo decide utilizar fotografías para la ilustración de ciertas piezas, se dispondrá el
dibujo del corte de la pieza al lado de la foto o lo más cercano a ella (Fig. 40). Muchas
42
LAS ADJUNCIONES
54 Las adjunciones son partes de las cerámicas trabajadas por separado, sean modeladas,
torneadas o moldeadas, y añadidas a la forma principal. Sirven para asir la vasija
(agarraderas: asas o mangos), para su estabilidad (soportes sólidos o huecos) o para verter
el líquido que contiene (vertedera). El interés del estudio dibujado de las adjunciones es
poder definir a primera vista su número y el diseño de las mismas. Se necesita por
consiguiente un esquema. En el dibujo de la vista general de la forma de la vasija (perfil y
corte) tal como lo hemos descrito, se pueden figurar todas las adjunciones, cualquiera que
sea su número.
Un solo elemento
55 Por lo general se sitúa el elemento único del lado del corte, en corte también (parte
izquierda del dibujo). El escoger el lado del corte para representar la adjunción única
viene del hecho de que se tiene así calculado su corte (Fig. 41). En la figura 41c, está
invertido el procedimiento, lo que no permite ver si la adjunción es hueca.
43
56 Si la pieza es muy disimétrica, se puede escoger dibujarla íntegra con su corte completo al
lado (Fig. 42).
Fig. 42- Corte completo de una forma con una sola adjunción
58 En el caso de una adjunción (agarradera, vertedera o soporte) que tiene una depresión en
su parte central o relieves laterales, no aparecerá su verdadero espesor en el corte
transversal. Se completará entonces el dibujo con una línea exterior, un trazo fino que
indique su perfil real (Fig. 44).
Dos elementos
63 Si una vasija tiene dos agarraderas o una agarradera y una vertedera situados
simétricamente, un elemento se dibuja en corte del lado del corte y el otro elemento del
lado del perfil (Fig. 50).
64 Una vista desde arriba de la vasija puede ser útil para definir el emplazamiento de las
adjunciones si no son simétricas (Fig. 51).
65 Si está rota una de las dos agarraderas es preferible indicarlo en el texto y reconstituir la
parte rota en el dibujo (Fig. 52).
49
66 En varios libros, hemos visto algunos errores en los dibujos de cortes de asas (Fig. 53). El
dibujo de la figura 53a es correcto, el de la figura 53b incorrecto y tendría que ser repr
Fig. 53- Cómo representar el corte de una agarradera horizontal; a,c) buenos dibujos; b) mala
representación
Tres elementos
67 El dibujo de una vasija con tres adjunciones presenta: uno de los tres elementos en el plan
de corte, en corte, uno invisible y el tercero situado en la vista exterior de la forma
general en una posición de 120° en su proyección del lado del perfil (derecha). En el caso
de los soportes, se representa, para más comprensión, el tercer pie supuestamente
invisible un poco separado del de la vista frontal, con una relativa perspectiva (Fig. 54).
50
69 En los dibujos de vasijas cerámicas con tres adjunciones hemos encontrado varios errores
(Fig. 56). En la figura 56a, el corte de uno de los tres soportes pasando por su mitad del
lado del corte, está bien, pero no tiene que aparecer otro corte de soporte visto de frente;
en la figura 56b, el corte debería atravesar uno de los tres soportes y las líneas
discontinuas reconstruyéndolos no se justifican ya que los tres soportes existen
realmente. La figura 56c presenta su tercer soporte dividido en dos y mal situado; la
figura 56d está bien.
51
Cuatro elementos
70 De los cuatro elementos, uno está en el plan de corte, otro en el perfil, uno es invisible y el
cuarto está visto de frente, cortado a la mitad por el eje de simetría (Fig. 57).
52
71 Aquí también serán necesarios otros dibujos detallados, si las formas de las adjunciones
son muy complejas; o se escogerá desplazar el eje, como hemos visto en el caso de tres
elementos (véase Fig. 55), para poder presentar una de las adjunciones completa de frente
en la forma general (Fig. 58).
72 En esta representación de cuatro elementos hemos encontrado varios errores (Fig. 59). En
la figura 59a, el soporte visto frontalmente no tiene que completarse con una línea
discontinua, sencillamente no se dibuja esta otra mitad, lo mismo que en la figura 59b. En
la figura 59c, si el corte pasa por uno de los soportes, la disposición de los otros tres
elementos es incorrecta. En la figura 59d hay una mala disposición de los elementos.
73 A pesar de que en la tercera parte de este capítulo hablaremos del dibujo del fragmento o
tepalcate, se puede indicar aquí que el tepal-cate que muestra una adjunción se dibuja
como hemos indicado para las formas, su vista exterior de frente y su corte al lado (Fig.
60).
54
77 Para calcular el espesor de un soporte hueco, se utiliza una pequeña tira de cartulina o de
metal, tira que se pueda doblar fácilmente, y se procede como lo muestra el esquema (Fig.
64).
56
LOS TEPALCATES
79 Se ha mostrado ya que, con la aprobación del arqueólogo, podemos reconstruir la forma
completa de una vasija a partir de fragmentos significativos. Otros fragmentos, sin dar la
forma completa, permiten la restauración parcial de una forma. Son los que incluyen un
borde, con la posibilidad de calcular el diámetro de la pieza (Fig. 66a,b), los fragmentos de
cuello (Fig. 66c) o de base (Fig. 66d,e).
57
1. Inclinación de la curva del cuerpo de la vasija hacia adentro del círculo de borde (pared
convergente)
83 Se coloca una escuadra apoyándola en la extremidad rota de la curva del tepalcate (punto
b); se mide la altura de este punto y su proyección en el plano, sobre el tepalcatómetro
(punto c). En el papel, se trasladan estas medidas, trazando primero la línea de borde,
recta, la medida del diámetro, por mitad al lado izquierdo del eje (tramo ad), la altura bc
calculada con la escuadra y la distancia ac. Teniendo esos puntos, se procede a calcular la
curvatura del fragmento con el conformador, como se ha hecho con la forma completa. Se
traza entonces esta curva entre los puntos b y a, lo que da el perfil del tepalcate, y se
procede a calcular y dibujar su espesor (línea a'b') (Fig. 69).
59
Fig. 69- Medición de un tepalcate con inclinación de cuerpo hacia adentro del círculo de borde a partir del
punto b
84 Según la quebradura del tepalcate, puede ser más fácil medir el punto b a partir de la
línea interior de la pieza, o sea a partir de b'. Se procede entonces a trazar primero con el
conformador la línea de curva interior a'b' y se calcula el perfil y la línea exterior del corte
midiendo el espesor con el calibrador, como en el ejemplo anterior (Fig. 70).
Fig. 70- Medición de un tepalcate con inclinación de cuerpo hacia adentro del círculo de borde a partir del
punto b'
Fig. 71- Indicación de la medida del diámetro en el dibujo del tepalcate con su número
2. Inclinación de la curva del cuerpo de la vasija hacia afuera del círculo de borde (pared
convergente)
86 En este caso, colocado el tepalcate con su borde adherido al círculo que le corresponde
sobre el tepalcatómetro, la escuadra nos da la altura del punto b y su proyección sobre la
base (punto c), el cual se sitúa hacia afuera del círculo de borde. Se procede a dibujar el
fragmento en el papel como en el caso 1 y a medir su espesor (Fig. 74).
Fig. 74- Medición de un tepalcate con una inclinación de cuerpo hacia afuera del círculo de borde
87 Un caso más complejo de medir se presentará cuando una pieza tenga un máximo de
diámetro de cuerpo (radio de) superior a la medida tomada a la altura de la parte rota
62
Fig. 75- Tepalcate con un diámetro de cuerpc superior al medido a la altura de su fractura
88 Varios esquemas nos pueden enseñar las diferentes maneras de medir (Fig. 76).
89 El corte aparecerá siempre del lado izquierdo del eje imaginario, su abertura de borde
hacia la derecha, y la medida del diámetro se pondrá con un pequeño número arriba de la
línea fina que indica el plan de borde (Fig. 77).
63
90 Se puede también, si hay espacio suficiente, prolongar esta línea de plan de borde hasta
indicar la mitad del diámetro, como vimos en la figura 72, lo que sirve para comparar
tamaños a primera vista (Fig. 78)
91 Para la comparación de una gran cantidad de fragmentos de bordes, se traza una línea
(que se quitará después) en donde se colocan todos los planos de borde. Esto da más
uniformidad en la visibilidad de la imagen (Fig. 79).
64
92 Con la figura 80 vemos una reorganización del material hacia una más satisfactoria
composición.
Fig. 80- Cómo presentar series de cortes de tepalcates: reorganización de una página (b)
65
96 En caso de no poder obtener la orientación del tepalcate (tepalcate sin borde o con un
borde que no permite medir su diámetro), se dispondrá verticalmente su corte (Fig. 83).
97 Según el perfil del tepalcate, se podrá tal vez hacer una suposición de su orientación (Fig.
84).
67
99 Para más facilidad, el dibujante puede confeccionarse una placa de proyección, situando
perpendicularmente al lado del tepalcate colocado en un plano, un vidrio que, por
simetría invertida, le proyecta el tepalcate a su derecha en el papel (Fig. 86a) o disponer
su papel al-banene sobre un vidrio dispuesto encima del tepalcate colocado en un plano
(Fig. 86b).
Bases y fondos
100 En el caso de bases y fondos decorados, la parte interior de la vasija se dispone arriba del
corte (Fig. 87a,b) y la parte exterior abajo (Fig. 87c,d). Más adelante, en el segundo
capítulo, hablaremos de las decoraciones.
Casos particulares
101 Ciertos tepalcates muy complejos pueden necesitar varias vistas y varios cortes, en
particular los que presentan decoraciones diversas o los acanalados. En este caso, con el
conformador, se calcula la curvatura transversal del tepalcate y se dispone el corte arriba
del mismo, calcular do sus diferentes espesores con el calibrador (Fig. 88).
70
CONCLUSIÓN
102 Hemos definido el dibujo a lápiz de una vasija completa, con sus vistas necesarias según
su complejidad, y el de los tepalcates. Aunque veremos posterior mente el trabajo del
entintado de los dibujos (véase Cap. III), podemos adelantar aquí ciertas indicaciones. En
buen papel albanene o herculene, se procede a calcar los dibujos para entintarlos. Saber
escoger los buenos puntos de estilógrafos, de la marca que sea, es primordial.
103 Se trazan el perfil, los planos de borde y de base con una pluma más gruesa que la que se
utiliza para los trazos del eje y de los planos intermediarios. Se aconseja trazar más fina
todavía la línea de borde que une el corte al eje. Aunque el dibujo en ceramología no
representa la perspectiva, estamos a favor de indicar un sombreado de volumen en la
vista exterior de la pieza (lado del perfil), siempre y cuando el dibujante tenga el tiempo
suficiente para hacerlo, a sabiendas de que convencionalmente la luz viene de arriba y de
la izquierda. Veremos más adelante en qué forma se indican los volúmenes.
104 Después de indicar con precisión la escala y las medidas de diámetros requeridas, en el
transcurso del trabajo se escribe, siempre al lado de los dibujos, los números de
localización o de inventario de las piezas para poder manipular los resultados fácilmente.
Lo interesante del dibujo arqueológico es que al mismo tiempo es una representación
visual inmediata de los objetos y que sirve para una nomenclatura de trabajo. Hemos
podido subrayar la importancia de hacer las mediciones correctas y de observar
minuciosamente los detalles de cada pieza para que el dibujo de las formas sirva de
documento de estudio en sí y no para el puro decorado de la publicación.
71
Fig. 89- Utilización de las fotografías para mostrar las decoraciones de una vasija
5 Pero hay que tomar siempre en cuenta el resultado final en las láminas ilustrativas y, para
su buena lectura, son preferibles grupos de dibujos que faciliten la comparación visual
inmediata que unos dibujos mezclados con fotografías (Fig. 90).
6 Hablaremos más de este problema en el capítulo III: “La Difusión”.
Fig. 91- Motivo sencillo o complejo sobre una forma sencilla o compleja
12 Se han hecho trabajos de investigación en fotografía para poder realizar este tipo de
desplegado ( véase Justin Kerr, Lords of the Underworld: Masterpieces of Classic Maya Ceramics,
Michael D.Coe, Princeton University Press 1978), pero no todos los laboratorios disponen
de un buen fotógrafo ni del material apropiado (Fig. 95).
13 En muchos casos serán consideradas como cilindricas las vasijas con ligera curvatura de
cuerpo (Fig. 96a, b), de paredes recto-divergentes (Fig. 96c), de paredes recto-
convergentes (Fig. 96d) o con decorado en la parte más ancha del cuerpo (Fig. 96e).
76
14 Si no se quiere deformar ligeramente el motivo decorativo para situarlo entre dos líneas
paralelas, se escoge dibujarlo con su curvatura real, acercándose al tercer caso que
veremos más adelante, la proyección cónica (Fig. 97). En el ejemplo de la figura 97d no se
justifica la curvatura del desplegado.
Fig. 97- Decoración situada en las paredes divergentes o convergentes del cuerpo de una vasija
77
15 Varios autores han optado por desenrollar el motivo a partir de la misma forma, a la
derecha de su línea de perfil (Fig. 98).
16 Puede ser válido siempre y cuando se indique claramente la línea del perfil de la pieza
(Fig. 99).
17 Pero preferimos situar primero el dibujo sobre la forma general y aparte realizar el
desplegado, como se ve en los ejemplos anteriores (véanse Figs. 96 y 97). En el dibujo de la
figura 100, no se situó la decoración sobre la forma general; no es lo adecuado.
78
Fig. 100- El desplegado cilindrico: su dibujo al lado de la forma general sin indicación del motivo decorativo
en la forma general
19 Para no multiplicar las vistas conviene situar en un mismo dibujo la decoración exterior y
la decoración interior de una pieza (Fig. 102).
79
21 La decoración hecha sobre formas muy abiertas (Fig. 104a), sobre labios (Fig. 104b), sobre
fondos (Fig. 104c), sobre bases (Fig. 104d) y sobre las partes superiores del hombro (Fig. 10
4e,f), es poco legible en el dibujo general de la vista frontal de la vasija (Fig. 104).
80
Fig. 104- Decoración poco visible sobre formas muy abiertas, formas planas o fondos
Fig. 105- Representación de las decoraciones sobre formas muy abiertas, formas planas o fondos
81
24 Otra forma de ayuda puede ser prolongar los motivos en plano de la parte que no se logra
ver, lo que no respetará la medida del diámetro de la vasija si se trata de una decoración
en una escudilla por ejemplo (Fig. 107a,b) o desarrollar horizontalmente los motivos
pintados en varias partes de la vasija. (Fig. 107c).
Fig. 107- Representación en plano de decoraciones hechas sobre superficies curvas o complejas
27 Para la proyección cónica simple, se sitúan en el perfil de la vasija dos puntos B y C que
delimitan una porción de la decoración considerada como plana. Se traza una línea BC
que se prolonga hasta su intersección con el trazo del eje de la pieza (punto D). Se
prolonga una línea recta desde la parte superior de la franja del motivo hasta esta
diagonal (AA'). Con el compás se fija el punto D como centro y se trazan dos círculos
paralelos, uno de rayo DA y otro de rayo DC. Se obtiene así el emplazamiento del motivo
en la franja AC. Para precisar los límites de la proyección circular, se calcula AA' y A'D y,
para conocer el ángulo EDE', se aplica la fórmula siguiente:
84
28 Con la fórmula citada, no se evita totalmente una cierta deformación pero este trazo tiene
la ventaja de presentar el motivo decorativo completo de la vasija en un solo dibujo (Fig.
111).
29 Otra solución puede consistir en multiplicar las vistas: varios perfiles, dibujo de la parte
de abajo de la pieza, de la parte de arriba, según los casos, como hemos dicho
anteriormente.
85
31 Para trabajos comparativos, puede ser interesante aislar ciertos motivos y clasificarlos en
cuadros (Fig. 113).
Fig. 114- ¿Cómo situar la vista exterior, el corte, la vista interior de un tepalcate?
Fig. 115- Enderezar la sición del tepalcate para apreciar una decoración
89
DECORACIÓN EN PLANO
Pintura
Negativo
Pulido, alisado, lustrado, encobado, bruñido
Estucado
Pintura
39 Antes de empezar a estudiar una decoración pintada, hay que definir un código de colores
con tramas de rayas y puntos para reemplazar los variados colores de la cerámica. En
efecto, se podrían trabajar las decoraciones con colores, pero difícilmente se conseguirá la
oportunidad de publicar los resultados a color al momento de su impresión.
40 Un cuadro de tramas de substitución puede ser el que aparece en la figura 116, adoptado
por muchos arqueólogos. Sería importante unificar esos códigos para todas las
publicaciones.
Pintura monocroma
41 Los colores más comunes son el rojo, el naranja, el crema o el negro. Se ha optado casi
siempre, cuando se trata de un engobe que cubre por completo la pieza, por no
representarlo, indicando únicamente el color en el texto de la leyenda (Fig. 117). La de la
figura 117a dice: engobe pulido color café oscuro; para la figura 117b, indica: vasija
tripode negra en forma de barril; la 117c: cuenco rojo inciso; la figura 117d está descrita
como rojo pulido, la 117e como cuenco chico café, la 117f, negro pulido.
90
44 Para simplificar, si la pintura interior es uniforme, se indica el color con una banda-
esquema de l cm de ancho (Fig. 120).
47 Para indicar motivos blancos sobre un engobe de color, entonces hay que indicar este
último con una trama. Un ligero sombreado puede dibujarse abajo de esta trama de fondo
(Fig. 122).
93
Tricromía y policromía
51 Una dificultad mayor en la representación de los colores con tramas viene del hecho de
que ciertos motivos decorativos muy finos se presentan en el sentido de las rayas de la
trama, lo que imposibilita definir sus contornos con exactitud. Tendremos que ayudarnos
con fotografías o admitir cierto margen de indefinición en ellos (Fig. 125).
95
52 Cuando la pintura de los motivos se haya hecho en dos etapas, primero realizando un
trazo y después rellenándolo, o cuando hayan quedado gruesas pinceladas de pigmentos,
tal vez la utilización de fotografías resulte ser más apropiada. Se añadirá solamente el
corte en dibujo. Utilizar fotografías puede ser una buena solución para ilustrar ciercos
casos, sobre todo si se trata de tepalcates planos, recordando siempre la problemática de
la publicación futura y la necesidad de disponerlas sobre un fondo blanco (Fig. 126).
Negativo
55 En el dibujo del negativo, se van a presentar ciertas dificultades cuando, sobre este
mismo, se han pintado otros motivos de diferentes colores o los motivos se han realizado,
por ejemplo con rojo o café. En este caso, si no se tiene una fotografía nítida y si el
arqueólogo se interesa en los detalles iconográficos, será necesario a veces dibujar los
motivos diferentes por separado, con sus tramas respectivas (Fig. 128).
97
60 El alisado, definido por las autoras como “acción de emparejar total o parcialmente la
superficie de una pieza cerámica cuando está húmeda, la cual permite obtener una
superficie lisa y mate”, puede ameritar una interpretación gráfica para tratar de indicar
el sentido de los movimientos ejecutados para su realización y permitir a veces traducir
los efectos de los rastros dejados por los instrumentos empleados (como sería el alisado
de palillo). Pero es casi imposible su representación (Fig. 131).
99
61 El pulido o el alisado se utilizan a veces para trazar una decoración que se destaca por su
brillo sobre un fondo mate o para diferenciar dos franjas (Fig. 132).
tiempo para su ejecución, el dibujo del engobe se hará con puntos muy finos recubriendo
toda la superficie de la vasija, dando efectos de sombra para interpretar el volumen, pero
lo más común es no representar el engobe (Fig. 133).
Estucado
63 En general, se opta por imprimir en color las decoraciones estucadas, pues su análisis en
tramas es de lo más complejo. Si no se utiliza el color, se emplearán las tramas como las
utilizadas en las decoraciones policromadas. En el ejemplo escogido en la figura 134a, se
101
reproduce en blanco y negro una decoración estucada que ha sido ejecutada en acuarela a
color (Fig. 134).
DECORACIÓN EN HUECO
Acanalado
75 Si la incisión o el grabado son particularmente finos, se traza una sola línea, indicando a
veces solamente el ancho del grabado con puntos finos a la derecha de la línea (Fig. 139).
Las figuras 139a y 139b presentan trazos llamados rasguños.
76 Si son incisiones medianas o profundas, se refuerza con negro la línea izquierda y la línea
superior correspondientes al lado de la fuente de luz y a veces se puntea con negro la
sombra que deja en su hueco la incisión, dejando un blanco del lado opuesto, antes de la
línea paralela ya trazada (Fig. 140).
77 Si se optó por trabajar con puntos la superficie de la vasija o si hay tramas de color, no se
traza la línea de la derecha delimitando la incisión, se deja un blanco (Fig. 141).
85 En esos variados casos de decoración en hueco que acabamos de describir, el espesor del
corte será de gran importancia y su me dida requerirá de una gran atención. Se ayudará el
dibujante con pe-dacitos de cartón o tiritas de metal (Fig. 145a) para medir bien los
110
huecos porque el conformador a veces no penetra de manera justa en las huellas dejadas
por el instrumento utilizado (Fig. 145).
DECORACIÓN EN RELIEVE
Pastillaje
Modelado
Moldeado
Formas añadidas
Pastillaje
Modelado
Moldeado
94 Es la acción de decorar una vasija cerámica durante el proceso de fabricación, por presión
en un molde. El resultado puede ser una decoración en relieve o en hueco.
95 Los motivos aparecen en general bastante nítidos, sin rastros de dedos, y su sombreado
requiere de un buen trabajo de observación. El arqueólogo puede decidir interesarse
únicamente por la línea exterior del motivo si es que tiene como meta un estudio
iconográfico (Fig. 151).
116
Formas añadidas
100 En un caso más complejo como sería no saber el número de motivos, si no aparecen en su
totalidad en una forma rota, podemos calcular su número y su emplazamiento
conociendo el diámetro de la pieza cerámica. Trazando el círculo correspondiente a la
medida del diámetro máximo de la pieza o el desplegado de su altura si es una vasija
cilindrica, se sitúan en la forma así delimitada las partes decoradas y por medio de
cálculos se procede a trazar las partes faltan-tes. Para mayor facilidad, el dibujante puede
adoptar un trazo relleno de negro para la parte existente y una simple doble línea
paralela para la parte reconstituida (Fig. 154).
119
101 Un caso extremo viene siendo el de algunos tepalcates dispersos que no podemos juntar
ni pegar para definir una forma. Un tepalcate de borde puede dar la medida del diámetro
de la vasija y la inclinación de su pared, definiendo en cierta medida una forma. Es la
misma operación que se realizó para restaurar una forma. Se trata entonces de disponer
los tepalcates decorados en este esquema base y de reconstruir el motivo (Fig. 155). La
decoración de la escudilla a fue reconstruida con diez tepalcates de diversas piezas y con
el tiempo, el arqueólogo encontró un cuenco completo (6) que confirmó la buena
interpretación de la reconstitución.
120
CONCLUSIÓN
102 Como hemos visto en este capítulo, el dibujo de las decoraciones de las vasijas cerámicas
es un trabajo meticuloso de gran observación y de ingeniosidad en su ejecución.
103 El problema se complica cuando varios tipos de decoración se superponen y se
complementan en una misma pieza. Entonces la variedad de posibilidades se torna casi
infinita. Aquí solamente hemos abordado algunos ejemplos, basándonos en sus dibujos
respectivos. En realidad, la parte más dificultosa se presentará al entintar tales dibujos, lo
que veremos en el capítulo siguiente, aunque podemos adelantar varios ejemplos con sus
soluciones; figura 156a: vaso cilindrico con decoración aplicada e incisa, rojo sobre
natural; figura 156b: decoración roja sobre relieve y natural; figura 156c: rojo más
negativo sobre natural e impresiones; figura 156d: rojo más esgrafia-do sobre natural con
pastillaje; figura 156e: policromía roja, naranja y negra; figura 156f: olla con pintura
naranja, lustrada y esgrafiada; figura 156g: rojo y blanco sobre café claro; figura 156h:
cajete trípode, alisado con pintura roja e incisiones; figura 156i: inciso fino sobre
modelado; 156j: pintura roja y negativo.
121
CLASIFICACIÓN DE LA DOCUMENTACIÓN
1 La meta principal del trabajo de dibujo analítico que acabamos de ver es ayudar a la
difusión de los estudios realizados por el arqueólogo y a complementar el análisis del
material encontrado, reflejo de las culturas del pasado.
2 Se pueden escoger tres métodos de difusión, los que a su vez pueden combinarse:
• Juntar toda la información en un laboratorio, dándole la importancia de un banco de datos y
permitir su acceso a las personas interesadas. Se han reunido ya arqueólogos y dibujantes
especializados (dibujantes topógrafos, dibujantes de objetos, grafistas), no sólo para
considerar los problemas relacionados con el dibujo científico de arqueología, sino también
para analizar los métodos de registro, la constitución de archivos y la utilización de
programas de computación así como la creación de CD-ROM en arqueología. Se instituyen
entonces las ceramotecas donde se entregan los muestrarios de cerámica, las fichas, los
informes, las fotografías y los dibujos. En la ciudad de México, la ceramoteca se encuentra en
la calle de Moneda, en el Centro Histórico.
• Hacer informes breves en tarjetas de catálogo, que acompañan el almacenamiento de las
piezas originales en las bodegas de los museos y que pueden ser consultadas.
• Difundir, por medio de artículos y libros, los resultados obtenidos.
3 En el primer método de trabajo la confrontación de las informaciones en un
razonamiento científico y la organización de los múltiples datos acumulados se archivan,
por medios electrónicos, permitiendo una consulta inmediata a cualquier investigador
interesado: en el laboratorio o en la ceramoteca, en CD-ROM o por autopista digital-
Internet. Todavía el trabajo de almacenamiento sistemático de datos en cartuchos
removibles (Syquest o disco óptico), en lo que concierne a las ilustraciones, no se ha
llevado a cabo.
4 El segundo caso propuesto, el de las fichas, obliga al dibujante a pensar en la reducción
apropiada de sus dibujos, en vista de que el espacio reservado a las ilustraciones es
bastante pequeño. Hablaremos de los problemas del entintado en función de las
reducciones, en la tercera parte de este capítulo. Aquí tenemos un modelo de tarjeta de
catálogo propuesto por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México en el
123
Diccionario básico para describir las colecciones arqueológicas de Noemí Castillo Tejero y
Lorenza Flores García, México 1975.
5 La tercera proposición, la difusión de los resultados por medio de publicaciones, sean
éstas artículos o libros, implica más dedicación en el acabado final de los dibujos, más
tiempo, más planificación, si consideramos el número de personas que intervendrán en la
realización de la obra definitiva. Implica también una concepción gráfica editorial que
permita dar claridad y comprensión al lector. La publicación viene siendo hoy la
posibilidad de difusión más cercana al alcance de los arqueólogos, la solución más viable,
a pesar de sus inconvenientes de tardanza y costo.
6 Siempre se dice que nuestra época es la de la imagen, pero bien poco parece serlo cuando
se leen ciertos libros de arqueología. Donde la relación imagen-texto debería volverse un
hecho primordial, vemos todavía una gran confusión a nivel de presentación. La
composición gráfica del material escrito y dibujado o fotografiado necesita un enfoque
particular de voluntad de comunicación racional con una lectura ágil de texto-imagen
visualmente agradable. Intervienen: las proporciones de los elementos tipográficos con
relación a los dibujos, el tamaño de éstos con respecto a la página, la selección adecuada
de los títulos y de los subtítulos, el lugar apropiado para cada elemento en la página, las
tramas y muchos detalles más que analizaremos esquemáticamente. No por ser un libro
científico debe caer este tipo de obra en un aburrido y poco ameno manual sin estética
alguna, con una utilización de la imagen reducida a lo mínimo y sin relación con el texto
que la completa. No se trata tampoco de ilustrar un texto válido por sí solo, como antes se
“adornaba” una publicación únicamente con dibujos de bellas piezas, de preferencia
enteras y decoradas, sino de lograr una complementaridad básica entre texto e imagen
hasta llegar a veces a la preferencia visual sobre el texto si ésta es más explícita. Siempre
un texto será más largo y más complicado de captar en su forma misma de descripción. Se
trata de lograr una simbiosis dentro de una estética en movimiento, aplicando la
indicatividad de la escritura a la iconografía. La lectura escrita debe corresponder a la
lectura iconográfica.
7 En la actual “época electrónica”, ya la mente y la vista se han acostumbrado a la
simultaneidad de percepción. El ojo sintetiza los elementos y sabe jugar con varios a la
vez. Una simple ojeada a la página sirve para captar textos, imágenes, símbolos, gráficas,
letras, leyendas, fotografías, siempre y cuando este material tenga una buena y ágil
organización. Se nota en las nuevas presentaciones editoriales una acumulación de datos
escritos y de imágenes, que era imposible admitir en un pasado reciente. Un libro que se
dice serio no duda en acercarse a las técnicas de composición de las revistas ilustradas. Se
podría llamar a este tipo de comunicación un mosaico sintetizador.
124
8 En una publicación de arqueología, se podría llegar así a una simbiosis entre el autor y el
dibujante-grafista, diseñando juntos un texto-imágenes. A pesar de que estamos todavía
más acostumbrados a leer una explicación que a verla, la imagen arqueológica tiene una
presencia verídica en sí, de ahí la importancia de la exactitud de sus medidas y de la
situación de su escala en la hoja. Naturalmente esta exactitud es un código bastante
abstracto de la naturaleza misma del objeto, pero es la particularidad del dibujo
arqueológico ser al mismo tiempo un análisis y una imagen. Veremos así, en la
descripción de la publicación, la importancia de la composición gráfica de los elementos
visuales.
LA PUBLICACIÓN
9 No se trata, en los límites de este trabajo, de presentar las numerosas reglas de tipografía
y de diseño gráfico ni de comentar todas las problemáticas editoriales relacionadas con
las publicaciones. Los conceptos emitidos en estas páginas sobre la publicación vienen
dados por mi propia visión como dibujante; los he sintetizado en un esquema básico.
10 Por lo general, es conveniente que el dibujante proponga un boceto de libro al
investigador o que el propio autor conozca algunas reglas de composición. No es trabajo
del editor ni del impresor componer las láminas ilustrativas ni tampoco decidir el
emplazamiento de los dibujos en un texto. El puede proponer un diseño general
correspondiente a cada una de sus diversas colecciones o realizar el trabajo definitivo a
partir de una maqueta previa, pero nunca organizará el material de dibujo propuesto.
contrario mucho texto para una sola ilustración y cada dibujo es muy peculiar, tanto
en proporciones como en forma y en efecto visual.
14 Antes de empezar la impresión de una publicación, el centro editorial tiene que proceder
a una evaluación de presupuesto para saber el costo del libro. Sea que se decida incluir los
dibujos en el texto o proponer láminas ilustrativas por separado, necesita una maqueta
bastante elaborada, que incluya el número de páginas tipografiadas, el cual lo calcula la
persona encargada de la composición de los textos, la cantidad de ilustraciones dibujadas
y fotografiadas (para estas últimas se utilizará un tipo de negativos diferentes, más caros,
que se llaman medios tonos), las proporciones del libro y la calidad del papel. Se plantea
en este momento si el libro o la revista serán trabajos de divulgación a bajo costo, hechos
en papel corriente, con un alto tiraje para un vasto público, universitario u otro, si será
una publicación de lujo en excelente papel couché, con un tiraje limitado, o si se adoptará
una solución intermedia. También se considera si la obra se hará en coedición. Asimismo,
126
ya sea que el libro esté incluido en una colección previa o que los autores puedan escoger
el tipo de publicación deseado, todos los datos que lo componen son importantes.
15 En primer lugar, se calculan las proporciones de las páginas en relación a los tamaños de
las hojas de papel que se encuentran disponibles en el mercado, resultado del doblaje de
127
las mismas en pliegos, a sabiendas de que el impresor cortará las hojas de papel al final,
achicando los márgenes 3 mm (Fig. 157).
16 En segundo lugar, se miden las proporciones de la caja en la página, o sea las medidas de
los márgenes blancos que se van a respetar alrededor del texto impreso, las que se
calculan en picas, y que dejan encerrado el gris tipográfico (gris óptico) o “mancha” -
resultado de la combinación de las líneas y de los puntos del texto que da al ojo un efecto
de mancha uniforme-; la caja incluye la cornisa, arriba, y también el numero de folio que
se coloca lo más visible y lo menos estorboso posible (Fig. 158).
128
17 En tercer lugar, se calcula el número de páginas que se podrá utilizar para las
ilustraciones, se prevé el tipo de caracteres que será empleado (fino, grueso), el cuerpo de
las letras (grandes, chicas), lo que incluye el tamaño de los títulos, de los subtítulos, de las
leyendas y de los pies de ilustraciones, para adoptar una de las numerosas y variadas
familias tipográficas que existen; y se evalúa la calidad del papel en función de su costo.
Es aquí donde el editor puede ser de gran utilidad para dar consejos sobre las decisiones
adoptadas.
18 Proponía François Richaudeau, citado por Pierre Duplan y Ro-ger Jauneau en su libro
Maquette et mise en page, édition de l'Usine nouvelle, París 1982, un estudio a propósito de
los diferentes textos reunidos alrededor del texto principal o cuerpo del libro, que serían
como textos-puntos de referencias o señales: títulos, subtítulos, in-tertítulos, textos-
resúmenes que condensan ciertas partes del texto principal, textos-incidentes en los
márgenes, textos-lógicos que pueden ampliar una parte del texto principal con una
variante en tipografía. Este mismo esquema se podría utilizar para las ilustraciones:
imágenes-puntos de referencia que servirían de guía visual, repetitivas en su tamaño y en
su colocación; imágenes-resumen, cerámicas o tepalcates característicos de la
demostración que podrían dar el resumen del enunciado general; imágenes-comentario
que podrían complementar la idea clave del investigador; imágenes-incidentes que
recalcarían algunos argumentos; imágenes-lógicas que podrían aparecer en cuadros de
recopilación de datos visuales, etcétera.
19 Ya definidas las características de la publicación prevista, aparece el dilema de incluir
solamente los dibujos de algunas piezas representativas o la totalidad del material, aun
cuando sea muy abundante. El criterio se dará en función de los muchos elementos que
acabamos de ver y de la planificación de la investigación. Escoger cuáles dibujos del
conjunto realizado en el transcurso del estudio se van a imprimir es tarea del arqueólogo,
129
Esquemas de composición
20 Las divisiones proporcionadas, que se dibujan en el interior del espacio definido por la
caja, entre mancha de texto e ilustraciones, pueden ser muy variadas. Es un elemento
arquitectónico de referencia. Independientemente de que se disponga el texto en una,
dos, tres columnas o más, aquí también se decide desde un principio cómo ocupar los
espacios (retícula de la página maestra) (Fig. 160).
21 Como hemos visto, el material reunido para una publicación arqueológica es bastante
disparejo. Es preferible, si no hay el impedimento de una colección predeterminada,
inventar sus propias proporciones en el diseño de la maqueta.
130
Ilustraciones en el texto
22 Teniendo en mente esas primeras recomendaciones, si se decide incluir los dibujos en las
páginas de texto, tres casos diferentes pueden escogerse: variar la cantidad de texto por
página y tener un sólo tamaño de encuadre para los dibujos ilustrativos (Fig. 161a, 1 y 2);
tener una cantidad fija de texto por página y variar los tamaños de los encuadres de las
ilustraciones (Fig. 161b); variar en cada página las manchas de texto y las superficies
ocupadas por las ilustraciones (Fig. 161c).
131
Fig. 161b- Un solo tamaño de encuadre para los textos y varios tamaños para las ilustraciones
132
23 Este último caso es el más utilizado. En efecto, una norma del dibujo arqueológico es
tratar de no variar en una misma hoja las proporciones de reducciones de los dibujos, lo
que obliga al dibujante a ocupar espacios muy diversos para su colocación. De ahila
importancia de escoger bien la tipografía y de situar las figuras frente a la parte del texto
que le corresponde. En la representación de la figura 162, vemos cómo, a partir de un
diseño (a), se hubiera podido organizar mejor el material en la doble página para no
buscar la figura 29 anunciada en la página 45 y que aparece en la página siguiente (b). Este
es un ejemplo entre mil.
133
Láminas de ilustraciones
26 De la misma manera que se hará referencia a la figura en el texto, sería bueno indicar en
la ilustración una referencia a la página de texto que le corresponde. Es a veces muy
tardado y difícil, partiendo de una pieza ilustrada, encontrar su texto explicativo.
27 Si se trabaja con computadora, el reparto lógico y estético en cada lámina se podrá
mejorar en pantalla después de haber digitali-zado los elementos, siempre refiriéndose al
domi preestablecido.
28 Si se trabaja con los dibujos ya terminados en papel, es importante tenerlos cada uno por
separado y no dispuestos ya en láminas porque siempre habrá que cambiar su posición
hasta encontrarles su lugar definitivo. Es mejor preparar las láminas con fotocopias de los
dibujos para no estropearlos. Ya teniendo una primera configuración sobre una página
diseñada al tamaño del libro, con todas las indicaciones de márgenes, cornisas, mancha de
texto etc. en azul, color que no registra la impresión posterior, se fijan las fotocopias con
un pegamento ligero que permitirá despegarlas si no es conveniente esta primera
formación.
29 Con las ilustraciones reunidas en hojas, el dibujante va a necesitar a menudo reducir sus
dibujos originales para que una mayor cantidad de ellos puedan caber en el espacio
previamente determinado. Sería imposible multiplicar las páginas con muy pocos dibujos
colocados en cada una, a pesar de que a veces el arqueólogo haya tomado esta decisión
(Fig. 165). En la figura 165a, hay pocos dibujos y son muy reducidos; en la figura 165b, una
sola pieza está representada, y es demasiado grande.
139
30 Otro extremo se ha dado al colocar demasiados dibujos en una sola hoja (Fig. 166).
31 Si la proporción de la página y el número de dibujos que hay que incluir en ella obligan ai
diseñador gráfico a una reducción de los originales, se trabaja en una hoja de tamaño
superior a la definitiva, y se calcula la reducción que deberá efectuar el impresor (Fig.
167).
32 Pero con las excelentes fotocopiadoras que existen actualmente, es preferible lograr
desde un principio las buenas reducciones apropiadas y utilizarlas como dibujos
originales.
141
Fig. 171- Dar preferencia a la lectura vertical sobre la lectura horizontal de una lámina
37 En esta tercera parte del tercer capítulo dedicado a la publicación de los resultados de los
estudios arqueológicos, analizaremos los problemas del entintado de los dibujos
definitivos (problemas que ya hemos indicado en parte en los capítulos anteriores) y
146
mencionaremos varios detalles que podrían mejorar la comprensión de los mismos, como
pueden ser la representación de las fracturas y la buena elección de las tramas.
38 Teniendo todo el material cerámico en el laboratorio, ya limpio, reconstituido y
clasificado, hemos visto la importancia de realizar el primer trazado a lápiz lo más preciso
y exacto posible, con numerosas indicaciones para su entintado futuro. Esos dibujos a
lápiz, la mayoría de las veces hechos a tamaño natural (escala l/l), ya fijado el lápiz con un
fijador especial, se guardarán en archivos o en la computadora, después de digitalizarlos.
Son dibujos que ya no se manipularán con frecuencia. Puede el dibujante decidir
entintarlos para su mejor conservación, lo cual obliga a una reducción preliminar si son
demasiado grandes. Se entintarán con las mismas reglas que las que se aplican a los
dibujos escogidos para la publicación. No hablaremos aquí del color, el cual, en nuestros
días, es poco empleado en razón de su elevado costo de impresión.
39 Ya escogido el material gráfico que se va a publicar y efectuadas las reducciones en
función del tamaño de las páginas del libro o de la revista, nos enfrentamos, a causa
precisamente de estas reducciones, a dibujos que, reducidos más de lo previsto, presentan
líneas y puntos más finos que los demás, lo que significa una gran disparidad visual (Fig.
172). El dibujo de la figura 172a2 se entintó antes de su reducción a 50 %. Como necesitó
una segunda reducción del 50 % para igualar el tamaño de la olla de la figura 172a 1,
resultó demasiado débil el sombreado punteado; en la figura 172b los dos cuencos
trípodes fueron reducidos a la misma escala en detrimento de las tramas representativas
del color rojo que no presentan la misma concentración de líneas paralelas.
40 Si las diferencias son poco visibles al ojo, no vale la pena rehacer el dibujo a tinta, pero en
el caso contrario, la homogeneidad es primordial y es necesario emparejar el entintado.
Habrá entonces que rehacer esos dibujos al tamaño definitivo de la publicación. Podemos
147
anotar aquí que un buen manejo del entintado, regular y claro, permite siempre una
buena reducción (Fig. 173).
Los estilógrafos
41 Ya hemos visto que se escoge una pluma más fina para la indicación de la línea de borde
que une el corte al eje y para el trazo de este eje. Si hay que trazar una línea para definir
un cambio de curva de perfil o para indicar el grueso de un labio, también es más fina. En
todo caso, se escogen los números del grosor de los estilógrafos en relación con el tamaño
del dibujo de la vasija. La importancia del entintado de los dibujos aparece mejor en el
enfoque de la publicación. Unas líneas muy gruesas y burdas repercuten en el trabajo
definitivo, de ahí la sensatez de escoger bien los números de los puntos de los estilógrafos
para trazar las líneas de los perfiles, del eje, para los sombreados y para las decoraciones
(Fig. 174).
42 En la ilustración 175, podemos analizar errores en los espesores de las líneas a causa de
trazos hechos con puntos equivocados. En la figura 175a la línea de borde con rayitas
interrumpidas tendría que ser más delgada y continua en el tramo que corresponde al
tepalcate; en las figuras 175b y 175d, la línea del eje debería ser más delgada y faltó la
línea de borde del lado del corte en la figura 175b; al contrario, en la figura 175c la línea
de borde de la pieza, del lado del perfil, a la derecha del eje, debería ser más gruesa; la
figura 175e propone trazos demasiado espesos.
149
43 Para todas las líneas rectas es de buena ayuda una regla. Es importante, al momento de
entintar, volver a observar el objeto y volver a medir su espesor, indicándolo a lápiz en
cifras para ayudarse si es necesario. El trazo a tinta del corte tiene que delinearse un poco
en el interior de la línea del lápiz, sobre todo si no se ha tomado la precaución al principio
de utilizar un lápiz duro y bien afilado para su dibu-jo (Fig. 176).
44 Es preferible rellenar los cortes con negro, a pesar de su aspecto a veces menos estético,
que con una trama de rayas o de puntos, porque el relleno negro define mejor la forma
del corte y es mucho más sencillo de ejecutar (Fig. 177).
45 Al pasar del bosquejo de lápiz a la pluma, no sólo la mano y el ojo guían el trazo, sino
también el cerebro. Es un trabajo de mucha concentración. Si el autor no tiene seguridad
suficiente, puede ayudarse fijando la hoja de papel sobre una tableta móvil, la cual podrá
girar a su gusto para seguir las curvas con más facilidad.
El sombreado
46 Ya delineada la forma exterior de la pieza y su corte, situado éste a la izquierda del eje y,
en el caso de un tepalcate, a la derecha si es su vista exterior o a la izquierda si es su vista
interior, con la apertura de la vasija orientada hacia la derecha, se procede a realizar un
ligero sombreado. Algunos arqueólogos se han pronunciado en contra de la
representación del volumen en el dibujo de ceramología. Yo pienso lo contrario, que sin
llegar a imitar la realidad, como si la vasija estuviera incluida en una naturaleza muerta
artística, cierta indicación de volumen puede dar más presencia a la pieza, claridad al
dibujo y agrado a la vista. Así se capta más el interés del lector, al mismo tiempo que se
refuerza la imagen mental de la forma que se guarda con mayor facilidad en la memoria.
Naturalmente, la representación del sombreado es válida sólo si no molesta la visibilidad
de la forma.
47 Para sugerir la sombra sobre la pieza, se admite, como hemos visto, que los rayos solares
que alumbran al objeto sean paralelos con un ángulo de 45° de arriba hacia abajo y de
izquierda a derecha. De la misma manera que se hizo para el trazo a tinta de las líneas, se
escogen aquí los tamaños de los rotring para obtener varios gruesos de puntos y de rayas.
151
Como hemos señalado en los dos capítulos anteriores, una forma sencilla sin decoración
ni tratamiento especial de superficie presenta una sombra uniforme que se indica en la
parte derecha de la forma, hacia la línea de perfil, desvaneciendo la cantidad de puntos
hacia la línea del eje (se pueden utilizar tramas de puntos, pero el efecto sería más
esquemático y burdo) (Fig. 178).
48 Los sombreados se complicarán en la medida en que las formas presenten decorados más
complejos, tratamientos de superficie que alteren su aspecto homogéneo o pinturas que
necesiten tramas. En el capítulo sobre las decoraciones, hemos descrito los métodos
usados para su representación. Toma tiempo observar cada objeto, cada te-palcate y
siempre vale la pena comparar la propia interpretación con la de otros dibujantes en
libros ya ilustrados. Indicaremos aquí las descripciones que acompañan los dibujos de la
figura 179; a: rojo pulido; b: engobe pulido negro; c: engobe pulido café oscuro; d: negro; e:
arcilla color natural; f: rojo sobre natural; g: superficie café-negro, excisiones e incisiones;
h: decoración incisa y punteada sobre natural; i: natural sin pulido; j: rojo sobre café
natural.
152
Fig. 179- El entintado de un sombreado en una vasija que tiene tratamiento de superficie o algún tipo de
decoración
49 De la misma manera que no estamos de acuerdo en dejar las piezas sin sombrearlas, hay
que cuidarse de un sobreentintado (Fig. 180a,b,c) o de un entintado burdo (Fig. 180d,e). Las
figuras 180f y 180g pueden ser buenos modelos, desde el más sencillo punteado hasta el
más elaborado.
153
50 Como hemos descrito en el capítulo sobre las formas, las partes rotas de una vasija se
indican con líneas finas sólo si es indispensable, pero sin necesidad de figurar los límites
de los diversos tepalcates que la componen. Si el dibujo de esos límites llegara a ser
indispensable para ciertas indicaciones de reconstituciones, se trazarán con una línea
muy fina. Las partes reconstituidas de la forma general de la vasija se entintan con líneas
interrumpidas cortas y finas y los límites de las fracturas de la pieza se trazan con cierto
realismo, indicando inclusive el espesor de la vasija si es visible (Fig. 181). (Para la
reconstitución de los motivos decorativos, véase Cap. II “La Decoración”).
154
Las tramas
51 Las tramas existen en dos formas diferentes: son adhesivas o de transferencia. Los dos
tipos de tramas proponen efectos de rayas y de puntos de una gran variedad (Fig. 182).
52 Actualmente, con un buen escaner de alta resolución, se puede, una vez hechos los
dibujos de las vasijas o de los tepalcates, pasarlos a la computadora y trabajar los
tramados por medio de programas de dibujo. Se necesitará una excelente impresora láser,
mínimo de unos 600 puntos de resolución, para conservar la calidad de los originales.
53 Para utilizar las tramas adhesivas, se necesita una cuchilla especial de cabeza muy fina y
giratoria: una cuchilla común y corriente no da la precisión indicada y corta el papel de
base. Para utilizar las tramas de transferencia (que sirven más bien para pegar letras y
símbolos) se emplea una espátula de plástico o de madera de cabeza redonda. No es
aconsejable emplear un lápiz o una pluma. (Fig. 183).
54 Las hojas de transferencia tienen un soporte plástico transparente, en cuyo dorso están
impresos en serigrafía, y recubiertos de una capa adhesiva, las letras o los símbolos. Se
quita primero la hoja de protección, se aplica la hoja de transferencia sobre el dibujo, se
frota sobre la letra escogida con la espátula, se despega la hoja, para que quede la letra
pegada al papel, y por último se presiona fuertemente sobre la letra adherida con la hoja
de protección para evitar que se despegue en el futuro (Fig. 184).
156
55 El problema principal de la utilización de las tramas es saber escogerlas. Por esta razón, es
preferible manejarlas en la parte final de la formación, cuando se conoce bien el tamaño
definitivo de los dibujos, evitando así sorpresas con las reducciones. Antes de aplicar la
trama, el dibujante debe asegurarse de que la hoja que tiene a la mano alcanzará para
cubrir el tramo necesario porque juntar varios pedazos no resulta fácil y se notaría en el
dibujo. Juntar las tramas diferentes para codificar los variados colores de las vasijas
originales necesita práctica y saber valorar los tonos de grises y los medios tonos (Fig.
185). En los ejemplos 185d y 185e, se puede notar una mala utilización de las tramas: no se
distinguen bien los valores, algunas tramas no son legibles y en el caso del ejemplo 185e,
la descripción nos dice: “arcilla roja pulida; decoración en rojo, rosado y verde sobre
estuco”, pero como lo hemos apuntado en el capítulo II, es imposible traducir de manera
totalmente satisfactoria las gamas de colores con tramas de puntos y de rayas negras. Es
un esquema que se adopta y por eso necesita su leyenda explicativa lo más visible que se
pueda, repitiendo varias veces su colocación si es útil y respetando el tamaño de las
tramas empleadas.
157
57 Otro problema viene siendo el de la falta de sombreado sobre tramas (Fig. 187).
Esquematizar demasiado y no representar el sombreado puede dar una impresión
desagradable, como hemos visto en el capítulo II, figura 118e,f. En el caso de la Fig. 187e, se
159
58 Preferimos los dibujos que sí dan una idea del relieve, por medio de tramas retrabajadas o
añadiendo puntitos que no estorban el tramado (Fig. 188).
Las escalas
59 La escala en una ilustración viene siendo una parte visual importante para la legibilidad
de los objetos dibujados. Como el trabajo de ilustración sirve principalmente para la
evaluación visual comparativa de la investigación del arqueólogo, poder comparar a
primera vista formas por sus tamaños es primordial, de ahí la regla de adoptar una sola
escala para cada hoja y, si es posible, para todas las láminas de un mismo libro. Esta escala
métrica se coloca horizontalmente, cerca de una linea de borde o de una línea de base,
para que el lector pueda captar rápidamente el tamaño real de la pieza. Por lo general se
escoge la medida de 3 cm o de 5 cm (Fig. 189).
60 Si en la misma ilustración tienen que aparecer dibujos a escalas diferentes (caso frecuente
de un detalle ampliado o de motivos decorativos aislados), se colocarán dos escalas, cada
parte diferente separada por una línea de trazos discontinuos (Fig. 190).
161
64 Saber escoger el tipo y el tamaño de las letras que van a figurar junto con los dibujos en
una lámina ha sido minimizado en muchas publicaciones. Cada vez más los nuevos libros
se diseñan con más cuidado y con más finura en la tipografía. Ya no se utilizan con
165
frecuencia las letras en negrita para los títulos principales y en pocas ocasiones para las
cornisas o para las leyendas de las figuras. Hay una amplia gama de familias de letras:
letras sencillas de cuerpo recto sin adornos de patines; letras finas con patines como las
times, avant-garde y otras. Obviamente, si se piensa reducir letras y números, hay que
probar el tipo de reducción que pueden soportar (Fig. 194).
65 En cuanto a las letras o a los números que definen cada dibujo en la lámina —a,b,c,d ó
1,2,3,4—, los autores los han escogido la mayoría de las veces demasiado grandes o
demasiado pesados (Fig. 195). La figura 195a presenta letras demasiado grandes, la 195b
letras demasiado grandes y negras; las láminas de las figuras 195c y 195 d son más
agradables.
166
Las fotografías
CONCLUSIÓN
67 Nos hemos acostumbrado demasiado a separar en nuestra mente los libros de arte de
arqueología, que presentan espléndidas fotografías a color, que cuentan con un
presupuesto altísimo, papel de lujo, encuademación de pasta gruesa, excelente impresión
y que se respaldan con un diseño gráfico hecho a veces por un especialista de renombre,
de los libros científicos, resultado de investigaciones arqueológicas pagadas por
universidades o institutos gubernamentales que no cuentan con un gran presupuesto y no
parecen merecer ni siquiera una apariencia estética. Sin pretender igualar en calidad y
atractivo unos y otros, con un esfuerzo se puede mejorar bastante la segunda categoría.
68 Esperemos que con estas breves anotaciones y sugestiones hayamos logrado interesar
tanto a los dibujantes como a los arqueólogos en el problema de las publicaciones de sus
trabajos. También hemos podido concluir que preparar un domi para comunicar a través
de lo impreso no contradice la elaboración de los diseños por medio de programas de
computadora porque pensar que éstos van a realizar el trabajo en lugar del autor es una
gran equivocación. En resumidas cuentas, sin la preparación adecuada del libro no se
podrá lograr una obra bien diseñada.
169
Índice de figuras
27 Fig. 27- La precisión en el dibujo de los labios de las vasijas y de los relieves 47
28 Fig. 28- Medición del espesor de los fondos con el calibrador 47
29 Fig. 29- Medición del espesor de los fondos con el conformador 48
30 Fig. 30- Reconstitución de espesores 48
31 Fig. 31- Suposición de espesores 49
32 Fig. 32- Radiografía para mostrar el espesor de una pieza: guerrero con mazo, asa-
vertedera, cultura Mochica, Fase IV, barro 49
33 Fig. 33- Corte que se dibuja al lado de la forma general, por mitad, con indicación del eje
50
34 Fig. 34- Corte que se dibuja al lado de la forma general, sin indicación del eje 51
35 Fig. 35- Otra solución para dibujar corte-perfil 51
36 Fig. 36- Forma compleja con su corte al lado 52
37 Fig. 37- Varios cortes explicativos de una forma 52
38 Fig. 38- Formas disimétricas 53
39 Fig. 39- Bordes irregulares 53
40 Fig. 40- Utilización de las fotografías 55
41 Fig. 41- Emplazamiento de una sola adjunción 56
42 Fig. 42- Corte completo de una forma con una sola adjunción 57
43 Fig. 43- La medición del espesor de una adjunción 57
44 Fig. 44- Adjunción que no muestra su espesor real en el corte 58
45 Fig. 45- Una adjunción decorada y su vista explicativa 59
46 Fig. 46- Agarradera horizontal 60
47 Fig. 47- Asa-estribo 60
48 Fig. 48- Asa-estribo y vertedero 60
49 Fig. 49- Soporte circular y pedestal 61
50 Fig. 50- Emplazamiento de dos adjunciones .61
51 Fig. 51- Dos agarraderas en posición disimétrica 62
52 Fig. 52- Dos agarraderas, una de ellas rota 62
53 Fig. 53- Cómo representar el corte de una agarradera horizontal; a,c) buen dibujo; b) mala
representación 63
54 Fig. 54- Emplazamiento de tres adjunciones 63
55 Fig. 55- Tercer soporte en posición frontal 64
56 Fig. 56- Representaciones erróneas de tres elementos 64-65
57 Fig. 57- Emplazamiento de cuatro adjunciones 66
58 Fig. 58- Cuatro elementos: desplazamiento del eje 67
59 Fig. 59- Errores en la representación de cuatro elementos 68
60 Fig. 60- El tepalcate que incluye una adjunción 68
61 Fig. 61- El tepalcate con adjunción que se dibuja en la forma general 69
62 Fig. 62- Corte y espesor de las adjunciones 69
171
97 Fig. 97- Decoración situada en las paredes divergentes o convergentes del cuerpo de una
vasija 95
98 Fig. 98- El desplegado sin indicación de línea de perfil 96
99 Fig. 99- El desplegado con indicación de línea de perfil 96
100 Fig. 100- El desplegado cilindrico: su dibujo al lado de la forma general sin indicación del
motivo decorativo en la forma general 97
101 Fig. 101- El motivo decorado gana espacio a la izquierda del eje 97
102 Fig. 102- Decoración interior, decoración exterior en un solo dibujo 98
103 Fig. 103-Decoración interior repetitiva 98
104 Fig. 104- Decoración poco visible sobre formas muy abiertas, formas
105 planas o fondos 99
106 Fig. 105- Representación de las decoraciones sobre formas muy
107 abiertas, formas planas o fondos 100-101
108 Fig. 106- Representación de motivos deformados por la perspectiva 102
109 Fig. 107- Representación en plano de decoraciones hechas sobre superficies curvas o
complejas 103
110 Fig. 108- Desplegado lineal de formas globulares 104
111 Fig. 109- Proyección cilindrica 104
112 Fig. 110- Cálculo de la proyección cónica 105
113 Fig. 111- Varios ejemplos de proyección cónica 106
114 Fig. 112- Decoración compleja en formas complejas 107
115 Fig. 113- Cuadros comparativos de motivos decorativos 108
116 Fig. 114- ¿Cómo situar la vista exterior, el corte, la vista interior de un tepalcate? 110
117 Fig. 115- Enderezar la posición del tepalcate para apreciar una decoración 111
118 Fig. 116- Representación de los colores con tramas 112
119 Fig. 117- Decoración monocroma que no se representa en tramado 13
120 Fig. 118- Decoración monocroma representada con tramado 114
121 Fig. 119- Pintura monocroma que cubre parcialmente una vasija 115
122 Fig. 120- Simplificación en la representación de un color 115
123 Fig. 121- Representación de un solo color, en este caso el rojo 116
124 Fig. 122- Bicromía 117
125 Fig. 123- Tricromía y policromía 118
126 Fig. 124- No se representa el color de fondo de una vasija 119
127 Fig. 125- La dificultad para escoger bien las tramas 119
128 Fig. 126- Utilización de fotografías 120
129 Fig. 127- La decoración en negativo 121
130 Fig. 128- Negativo más color 122
131 Fig. 129- Dificultad en ver el negativo sobre una pieza 122
132 Fig. 130- Tratamiento de superficie: el pulido 123
173
Índice de ilustradores
RODOLFO ÁVILA
1 Figs. 10a; 13a; 20b; 266,d; 656; 826; 83; 85d; 87a,b; 106b; 114c,d; 115d; 127a; 138f,g; 139a,b,c;
140b; 143a,b,c,d,f; 147r,s; 159; 172a2; 177e.
FRANÇOISE BAGOT
2 Figs. 1a,b,c; 2a,b,d,e,g; 3b,c,d,e,f; 4; 5g; 6e,g; 7; 8b,c,e,f; 9; 13a,b,c; 14; 15; 16; 17; 18; 19; 20a; 21;
22; 24a,c; 25; 26f; 28; 29; 30a; 31c; 33d; 346; 35a,6; 36a,6; 37a,6; 386; 39a,6; 40b,c,d; 42; 43 a,6;
44c; 48; 49a; 51; 54a,c; 556; 576; 61a,6,c; 626; 63a,c,d,e; 64; 65a,6; 66 b,c,d,e; 68; 69; 70; 73; 74;
75; 76; 796; 81; 82a; 84b,c,d; 85c; 86; 87c; 88a,6,c; 90a,6; 91a,c,d; 92a,c; 95; 96a,d,e; 97a; 996;
101c,d; 102a,b; 103c; 104a,c,df; 105a,c,d,f; 106a; 107a,6,c; 108; 109; 110; l!2a; 113a,6; 1156; 117a
; 119a,6,c; 121; 122a,c; 123e,g; 125; 126; 127b,d,e; I28a,6,c; 129; 1306,c; 131; 135c; 136a,6; 137d,
g,h,j,k; 138c; 139d; 140a; 143e,g; 144a,c,d,g; 1456,c; 1466; 147a,b,c,h,l,o,p; 148d,e; 50a,b,c,d; 152
c; 153a; 154a,6,c; 155a,6; 156c,d,h,i; 157; 158; 160; 161; 162; 163a,b,g; 166; 168; 169; 1706,c,d,e;
172a 1 ; I73a,b,c,d; 1756,c; f,g; 1786,c; 179b,c; 180f,h; 1816; 185a,b; 187e; 188f,h; 190; 193b; 195
d.
YVES BAUDOUIN
3 Figs. 2i; 5a,b,c,d,e,f; 6b,c,f; 8a,d,g; 106; 11; 12a,6,c; 13d; 23a; 246; 26e,g; 30d; 31a,6; 33c; 34a; 39
c; 40a; 41b,d; 436,c; 44a,6; 45a,6,c,f,g; 46a; 53a; 54e; 56d; 57a,c; 62a; 636,c; 65c; 66a; 67; 71; 72;
74; 77; 78; 79a; 80; 84a; 85a; 916; 97d; 100; 103a,6; 111b; 114a,6,e; 118f 120; 123a,b,c,d; 132;
1356; 136d; 137e,f; 138d; 139e; 1406,c; 142c,d,e,f,g; 144f,h,i; 145a,d,f; 146a,c,d,e,f,g,h; 147a; 152
a.d; 153rf,e; 163c; 164a,b; 165a; 167; 170a,f; 174a,d,f; 175a,d; 177a,b,c,d,e; 178a; 179h; 180a;
181a,c,d,f; 185c; 187a,b; 189;1926;195c.
177
JAMIE K. DONALDSON
4 Figs. 3a; 30c; 35c; 366; 43d; 47; 57d; 58b; 59a,c,d; 92b; 104e; 105e; 111b; 163f 174c.
JOSÉ ESPINOZA
5 Figs. 3g,h; 6a,d; 26c; 27; 30b; 33a,6; 50b; 53b; 56a,b,c; 59b; 60; 96c; 97b; 98a; 111a.c; 112b; 127f;
133b; 135a; 136c; 137c,b; 141b,c; 142a; 144c,e,f 147f 148a,b; 149a,b; 152/ 153b; 163d; 165b; 173
e; 179g; 181e; 187c; 192c; 195a.
KEES GROOTENBOER
FERNANDO LUIN
7 Figs. 45e; 46b; 52; 111d; 118ef; 122b; 156g; 187d; 191.
GUSTAVO VALENZUELA
8 Figs. 2c,f,h; 13e; 23b; 24d; 26a; 38a; 41a,c; 45d; 49b; 50a; 546; 55a; 58a,c; 856,d; 87d; 96b; 98b;
99a; 101a, b; 102c; 103d; 114f 115a,c; 117b,c,d,e,f; 118a,b,c,d; 119d; 123f; 124; 127c; 130a; 133a;
134a,b; 137a,b,c,i; 138a,b,i; 141a; 144b; 145e; 147g,k,m,n; 148c; 151a,b; 152b,e; 153c; 156a,b,e,f
,y; 163e,f; 171a; 172b; 174b,e; 177f 178d; 179a,d,e,fi,j; 180c,g; 185c; 188a,b,c,d,e,g; 192a; 195b.
178
1 CAUINAL, departamento de Baja Verapaz, Guatemala: Fig. 185d. CAURIO, municipio de Villa
Jiménez, estado de Michoacán, México: Fig. 12c;
2 CHAMAOJ, departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Fig. 5b. CHIRRAMOS, departamento de
Baja Verapaz, Guatemala: Figs. 2f;h,j; 13e; 26a; 30b; 49b; 54b; 58c; 96b; 117b,d,e; Fig. 118a; Fig
124g. Fig. 130a; Figs. 137a,c,i; 144b; 147n; 156j; 172b; 178d; 179e; 180g.
3 CHITOMAX, departamento de Baja Verapaz, Guatemala: Figs. 23b; 24d; 96d; 98b; 101a; 102c;
103d; 118b; 127c; 138b; 147m; 156e,j.
4 COPÁN, departamento de Copán, Honduras: Figs. 3g,h; 6a,d; 26c; 27b; 30h; 33a,b; 50b; 53b; 56
a,b,c; 59b; 60; 96c; 97b; 98a; 111a,c; 112b; 127f; 133b; 135a; 136c; 138b; 141b,c; 142a; 144e,f;
147f; 148a,d; 149a,6; 152f; 153b; 163d; 165b; 173e; 179g; 181e; 187c; 192c; 195a.
5 CUEVAS DEL RÍO CANDELARIA , departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Figs, la; 19; 30b; 40c
; 54c; 79b; 162; 170e; 178c; 185a.
6 DEPARTAMENTO DE ALTA VERAPAZ , Guatemala: Figs. 62a; 79a; 80; 87b;144f,h;164a,b.
7 EL JOCOTE, departamento de Baja Verapaz, Guatemala: Figs. 38a; 41a; 85b; 87d; 101a; 114f
115a; 117c; 141a; 145e; 147g,k; 151a,b; 156a.
8 EL MALPAÍS PRIETO, municipio Villa Jiménez, estado de Michoacán, México: Fig. 63c.
9 EL PALACIO, municipio de Zacapu, estado de Michoacán, México: Figs. 62b; 85d; 87a,b; 138
e,f,g; 147r,s.
10 EL PLATANITO, municipio de Valles, estado de Tamaulipas, México: Figs. 3c,d; 36a; 40b; 42; 43
b; 48; 51; 91c; 96d,e; 97a; 104c; 107b,c; 116; 112a; 137b; 150a,b; 153a; 177g.
11 GUADALUPE, municipio de Zacapu, estado de Michoacán, México: Figs.lb,c; 2g; 8f; 13b,c; 20;
24a,c; 33d; 34b; 35a,b; 36b; 44c; 49a; 55b; 91a; 99b; 101c; 102b; 119a,b,c; 127d; 129; 131; 137k;
138c; 140a; 144a,c; 148e; 150c; 152c; 156c,i; 159; 163b; 169; 170b; 173a,b,c; 178b;179c; 185b;
187e; 188f,h.
12 LA JOYA, municipio de zacapu, estado de Michoacá, México: Fig. 128a.
13 LA LAGUNITA, departamento del Quiche, Guatemala: Figs. 2c; 3a; 30c; 35c; 36b; 43d; 47; 55a;
57d; 58b; 59a,c,d; 85d; 92b; 99a; 104e; 105e; 111b; 115c; 117f; 118d; 147i,j; 152e; 171b; 174c;
180b,d,e; 188a,b.
14 LAS CANOAS, municipio de Zacapu, estado de Michoacán, México: Fig. 143c.
179
15 LAS IGLESIAS DEL ZAPOTE, municipio de Zináparo, estado de Michoacán, México: Figs. 61c; 66
e.
16 LAS IGLESIAS DE AGUA CALIENTE , municipio de Angamacútiro, estado de Michoacán, México:
Fig. 143g.
17 LAS MILPILLAS, municipio de Villa Jiménez, estado de Michoacán, México: Fig. 128c.
18 LOMA ALTA, municipio de Zacapu, estado de Michoacán, México: Figs. 36,e,f; 5g; 7; 10a; 13a;
20; 26b,f; 30a; 37a,b; 40d; 54a; 57b; 82a,b,c,d; 83; 84b,c,d; 85c; 87b,c; 88b,c; 89a,b; 90a,b; 91d; 92
a; 96a; 101d; 102e; 103c; 104a,d,f; 105a,f;g; 106; 107a; 109; 113; 114c,d; 115b; 117a; 121; 122a,c;
123e; 125; 126; 127a,b,e; 128a,b; 130b; 136a,b; 137d; 139a,b,c,d; 143b,e,f; 144d,g; 145b,c; 146a;
147o; 150d; 154a,b,c; 155a,b; 156c,d,h; 159; 163g; 168; 169; 172a; 176c; 177e; 179b; 180f; 181b,d;
190; 195d.
19 LOS ENCUENTROS, departamento de Baja Verapaz, Guatemala: Figs. 41c; 45d; 50a; 55a; 58a;
101b; 118c; 119d; 123g; 133a; 134a,b; 137b; 138a,i; 142b; 148b; 152b; 153c; 156a; 163e,f; 174b,e;
177f; 179a,d,i; 180c; 185e; 188c,d,e,g; 192a; 195b.
20 LOS LAURELES, municipio de González, estado de Tamaulipas, México. Figs. 2b,d; Fig. 4; Fig.
15; Fig. 39a.
21 MIXCO VIEJO, departamento de Chimaltenango, Guatemala: Figs. 45e; 46b; 52; 111d; 118e;
122b; 156g; 187d; 191.
22 NARANJO, municipio de Tamuín, estado de Tamaulipas, México. Figs. 38b; 135c.
24 COSTA NORTE, Perú. Pieza cerámica de los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas,
Bélgica, con número de inventario AAM 39.166: Fig. 32.
25 RAXRUJÁ VIEJO, departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Figs. 123f; 185a.
26 RÍO VERDE, municipio de Río Verde, estado de San Luis Potosí, México: Figs. 2i; 5a,c,d; 6f 8
d,g; 10b; 12b; 13d; 23a; 24b; 26e; 30d; 31b; 39c; 40a; 41b; 44a,b; 45a,b,c,f,g; 46a; 56d; 66a; 67; 71;
74; 77; 78a; 84a; 85a; 92e; 102a; 103a,b; 114a,b; 120; 132; 135b; 136d; 137e,f; 140b,c; 142d,e,f,g;
144i; 145a,f; 146c,e,f,g,h; 147c; 152d; 153d,e; 163c; 167; 170a,f; 174a,d; 175a,c,d; 177a,b,c,d; 181c
; 189;195c.
27 SAN ANTONIO LAS CUEVAS , departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Fig. 154e.
28 SAN ANTONIO NOGALAR , municipio de González, estado de Ta-maulipas, México: Figs. 2a,e; 6
e,g; 8b,c,e; 9; 31b; 39b; 43a; 61a,b; 63a,c,d,e; 65a,b; 66b,c,d; 73; 88a; 104c; 105c; 130c; 136b; 137
g,j,k; 147a,b,h,l,p; 148c; 163a; 166; 170c,d; 173d; 175b; 177f; 193b.
29 SAN JUAN LAS VEGAS, departamento de Baja Verapaz, Guatemala: Figs. 171a; 179f,j.
30 SULIN, departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Figs. 33c; 54e; 65c; 91b; 97d; 139e; 147q.
31 TONINA, municipio de Ocosingo, estado de Chiapas, México: Figs. 5e; 6b,c; 8a; 11; 12a; 26a;
31a; 34a; 53a; 94; 97c; 114e; 118f; 123a,b,c,d; 138d; 145d; 146b,d; 152a; 165a; 174f; 178a; 179b;
180a; 181a,c,f; 185e; 187a,b; 192b; 193a.
32 VALPARAÍSO, departamento de Alta Verapaz, Guatemala: Figs. 5f; 41d; 57a,c.
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