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En: Papeles del psicólogo Madrid 2003, n. 85, mayo-agosto ; p.

19-28 Se analizan los trastornos


psicológicos de la infancia y adolescencia bajo el marco teórico de la psicopatología del desarrollo
y se hacen algunas sugerencias para entender la relación entre las grandes dimensiones
psicopatológicas y los síndromes clínicos desde una perspectiva etiológica. Se formulan algunas
hipótesis sobre el rol del contexto en la aparición de la psicopatología y finalmente, se analiza el
riesgo y la vulnerabilidad para algunos trastornos específicos, p. 27-28

En oposición a los sistemas clasificatorios, que organizan las alteraciones conductuales o


psicopatología en categorías diagnósticas como el DSM o la CIE, las taxonomías empíricas, de base
matemática, se basan en las correlaciones o la covariación de signos, síntomas o conductas. Así, la
utilización de las técnicas estadísticas multivariadas en la investigación se acomoda al referido
supuesto de continuidad de las experiencias y de los comportamientos normales y anormales, lo
cual permite ubicar cada caso concreto dentro de un conjunto de dimensiones (Lemos, 2003).
Mientras que la visión de las alteraciones en el DSM o la CIE se concreta en centenares de
categorías diagnósticas, las taxonomías de base matemática permiten organizar los trastornos,
atendiendo a una estructura jerárquica más simple. ...

... Mientras que la visión de las alteraciones en el DSM o la CIE se concreta en centenares de
categorías diagnósticas, las taxonomías de base matemática permiten organizar los trastornos,
atendiendo a una estructura jerárquica más simple. Con esta metodología, Krueger y Piasecki
(como se citó en Lemos, 2003) han propuesto un modelo heurístico de tipo jerárquico para la
descripción y la explicación etiológica de las dos grandes dimensiones de la psicopatología: la
internalizante y la externalizante, que han permitido identificar factores de primer y segundo
orden como dimensiones psicopatológicas de banda ancha en los niños y los adolescentes
(Achenbach; Achenbach y Edelbrock, como se citaron en Lemos, 2003). La primera dimensión, que
incluye los trastornos de ansiedad y la depresión, ha sido denominada internalizante (por
definición, perturbaciones asociadas a estados o experiencias subjetivas de tensión psicológica). ...

... Dichas facetas pueden asemejarse a diversos síndromes clínicos o categorías, descritos en los
sistemas de clasificación oficiales como entidades diferenciadas. Teniendo en cuenta que existe
una alta comorbilidad de diferentes síndromes clínicos en el mismo individuo, o la co-ocurrencia
de síntomas pertenecientes a diferentes entidades clínicas, la explicación de este fenómeno puede
deberse a que la covariación responda a características subyacentes, comunes a varios trastornos;
lo anterior podría significar que algunos diagnósticos representan facetas de una misma dimensión
de banda ancha (Lemos, 2003). Si ésta fuera la naturaleza de la psicopatología, la doble
representación jerárquica permitiría dar una solución a la combinación de un modelo dimensional
para los factores de banda ancha, y un sistema categorial para sus variaciones en patrones de
conducta más específicos
En países europeos como España, la tasa de prevalencia oscila entre el 13 y el 25% ( López-Soler et
al., 2009). Los problemas de conducta son los que más prevalecen (14% al 28%), seguidos por la
depresión (25.2%), y la ansiedad (13.3%) (Lemos, 2003;López-Soler et al., 2009). Otros países
europeos como Suiza tiene tasas de prevalencia del 22.5% ( Steinhausen et al., 1998) y Alemania
del 20.7% ( Weyerer et al., 1988). ...

... Estudios realizados en España ( Lemos, 2003) y en Estados Unidos (Achenbach, Dumenci, y
Rescorla, 2002;Cicchetti y Cohen, 2006; y Schwab-Stone y Briggs-Gowan, 1998), señalan que entre
el 15 y el 20% de la población en edad escolar presentan algún tipo de problemática psicológica. ...

... Al hablar de la comorbilidad de los problemas psicológicos en la infancia y en la adolescencia, es


muy frecuente que dos o más problemas coexistan en un mismo individuo (Lemos, 2003), los
estudios epidemiológicos comprueban que la regla es la existencia de dos o más categorías
diagnósticas de las descritas en el Manual diagnóstico y estadístico de desórdenes mentales (DSM)
( Kessler et al., 2005). Se constatan tasas del 50% de comorbilidad en el caso de los niños y
adolescentes (Lemos, 2003). 

Así, se encontró que las mujeres y hombres se diferencian significativamente en problemas


internalizantes y externalizantes, ya que las mujeres reportaron puntuaciones más altas que los
hombres en el primer caso y los hombres más que las mujeres en el segundo. Estos resultados
están en consonancia con evidencias teóricas (Zahn-Waxler et al., 2006) y con lo encontrado en
estudios donde se reportan que las mujeres son más propensas a manifestar conductas
internalizantes y los hombres las externalizantes (Andrade, Betancourt y Vallejo, 2010; Valencia y
Palos, 2005; Verhulst et al., 2003) a lo largo de la vida (Lemos, 2003). De manera específica se
encontraron diferencias significativas entre mujeres y hombres en problemas de ansiedad-
depresión y quejas somáticas, reportando las primeras mayores puntajes que los hombres. ...

... Por otro lado, los hombres puntuaron más alto en la escala de rompimiento de reglas y
problemas de atención, aunque no en conducta agresiva. Mientras que lo primero es esperable,
dada la revisión de la literatura (Andrade et al., 2010; López y Freixinós, 2001; Lemos, 2003), lo
segundo no lo es (Caprara y Pastorelli, 1993; Del Barrio, Moreno y López, 2001; Lemos, 2003;
Navarro-Pardo, Meléndez, Sales y Sancerni, 2012). Sin embargo, diversos estudios han encontrado
resultados en los que las adolescentes puntúan significativamente más alto que sus pares
masculinos en conducta agresiva, particularmente agresividad relacional, es decir, el uso de
sarcasmos, gritos y manifestaciones de enojo (Carrasco, Rodríguez y Del Lemos, Fidalgo, Calvo y
Menéndez, 1992; Rescorla, et al., 2007). ...

... Por otro lado, los hombres puntuaron más alto en la escala de rompimiento de reglas y
problemas de atención, aunque no en conducta agresiva. Mientras que lo primero es esperable,
dada la revisión de la literatura (Andrade et al., 2010; López y Freixinós, 2001; Lemos, 2003), lo
segundo no lo es (Caprara y Pastorelli, 1993; Del Barrio, Moreno y López, 2001; Lemos,
2003; Navarro-Pardo, Meléndez, Sales y Sancerni, 2012). Sin embargo, diversos estudios han
encontrado resultados en los que las adolescentes puntúan significativamente más alto que sus
pares masculinos en conducta agresiva, particularmente agresividad relacional, es decir, el uso de
sarcasmos, gritos y manifestaciones de enojo (Carrasco, Rodríguez y Del Lemos, Fidalgo, Calvo y
Menéndez, 1992; Rescorla, et al., 2007). ...
Se ha señalado que la prevalencia y aparición de las alteraciones de salud mental son el resultado
de múltiples factores sociales, culturales , económicos y ambientales. Varias investigaciones han
identificado factores de riesgo para los desajustes emocionales y mentales, y dentro de éstas
cobra importancia el estudio de los estresores (Giráldez, 2003; Serrano, 2008). A través de la
exploración del eje IV propuesto por la American Psychiatric Association (2002) en la evaluación
multiaxial, se pueden tificar estresores psicosociales y ambientales como: problemas relativos al
grupo primario, al ambiente social, educativo, laboral, legales, y de acceso a los servicios de salud,
entre otros. ...

... Se ha señalado que la prevalencia y aparición de las alteraciones de salud mental son el
resultado de múltiples factores sociales, culturales, económicos y ambientales. Varias
investigaciones han identificado factores de riesgo para los desajustes emocionales y mentales, y
dentro de éstas cobra importancia el estudio de los estresores (Giráldez, 2003;Serrano, 2008). A
través de la exploración del eje IV propuesto por la American PsychiatricAssociation (2002)en la
evaluación multiaxial, se pueden identificar estresores psicosociales y ambientales como:
problemas relativos al grupo primario, al ambiente social, educativo, laboral, legales, y de acceso a
los servicios de salud, entre otros. ...

... Se ha evidenciado que los estresores son factores de riesgo para el origen o mantenimiento de
los trastornos mentales, con repercusiones en la calidad de vida de las personas (Giráldez,
2003;Serrano, 2008;Urrego, 2007). La presente investigación estableció los niveles de prevalencia
de los trastornos mentales de la población que consulta en los servicios de psicología ofrecidos en
varias universidades de Colombia, e identificó los factores de riesgo asociados a los de mayor
prevalencia. ..

El principal marco teórico para entender el maltrato infantil, los factores de riesgo y su etiología se
ha basado en el análisis de la ecología del desarrollo de Bronfenbrenner (1979), desarrollada para
este ámbito por Belsky (1980) y con más profundidad por la psicopatología del desarrollo
(Cicchetti & Cohen, 1995). Esta última, lejos de las prácticas etiquetadoras de la patología
tradicional, sitúa los trastornos de la infancia en el proceso evolutivo y por tanto dependiente de
los sistemas sociales y culturales en que se produce (Lemos, 2003). Utilizando los conceptos de
factores de riesgo y compensación permite abordar desde una perspectiva psicosocial la génesis y
el tratamiento de estos problemas

De esta forma, un síndrome específico de ansiedad como una fobia social, sería la expresión de las
influencias ambientales sobre la dimensión internalizante, más amplia y genética o biológicamente
determinada. (Lemos, 2003). Desde esta perspectiva, la reiterada observación de que las mujeres
son más propensas a los trastornos internalizantes mientras que los varones lo son a los
externalizantes podría explicarse por una diferente predisposición temperamental hacia un
determinado espectro psicopatológico así como el hecho constatado de que estas diferencias
intersexuales se produzcan en cualquiera de los estudios realizados no importa en qué país.

Nadie duda que los problemas psicológicos y psicopedagógicos de los niños y adolescentes
constituyen una de las grandes preocupaciones del siglo XXI, inquietud cuyo origen histórico se
remonta al surgimiento relativamente reciente del movimiento de atención psicológica en la
infancia, con figuras tan importantes como Healy y Witner (Jiménez, Luna, y García, 1996). Es por
ello motivo de atención el hecho de que hoy en día es fácil encontrar en nuestras aulas a
estudiantes con problemas de salud mental de tinte muy variado como son: trastornos de
conducta alimentaría (anorexia y bulimia nerviosas), alteraciones del estado de ánimo (depresión),
problemas de comportamiento (tipo negativista-desafiante), síntomas de hiperactividad , o incluso
trastornos mentales severos (trastornos del espectro-esquizofrénico o Trastorno Obsesivo-
Compulsivo). En los últimos veinte años, se han llevado a cabo en múltiples países diversos
estudios epidemiológicos sobre los problemas psicológicos en niños y adolescentes, llegando a
resultados muy similares (Schwab- Stone y Gowan, 1998; Wittchen, Nelson, y Lachner, 1998 ); las
tasas de prevalencia globales encontradas de trastornos psicológicos se sitúan en torno a un 14-
20% de la población infantil y juvenil, de los cuales un 2% se corresponde a trastornos graves , el 7-
8% a trastornos de gravedad moderada , y el resto a problemas psicológicos leves (Lemos-Giráldez,
2003a). En España, también han sido publicados diversos estudios epidemiológicos de trastornos
psicológicos a edades tempranas, cuyas tasas se sitúan en el rango del 20-39% para los trastornos
de conducta, entre el 4-14% para la depresión , en torno al 12% para los trastornos del desarrollo,
y entre el 17-26% para los trastornos de ansiedad (Aláez-Fernández, Martínez-Arias y Rodríguez-
Sutil, 2000; Bragado, Carrasco, Sánchez-Bernardos, Bersabé, y Montsalve, 1995; Bragado, Carrasco
, Sánchez, y Bersabé, 1996; Subira, Obiols, Mitjavila, Cuxart, y Domenech Llavería , 1998)

Es muy difícil de predecir la aparición de psicopatología en la adolescencia y edad adulta


solamente a partir de características de la infancia, ya que los niños en situación de riesgo pueden
encontrar un entorno ambiental que actúe como factor de compensación, o porque tienen un
temperamento que les permite afrontar las situaciones adversas de manera eficaz. (Giráldez,
2003). Trabajar por un enfoque positivo relacionado con la promoción de la salud es posible según
Junqueira y Deslandes (2003)

Estudios previos (Giráldez, 2003;Londoño et al., 2010) han encontrado factores de riesgo para los
trastornos del estado de ánimo relacionados con la influencia del ambiente sobre el sujeto,
especialmente con deficiencias en el grupo primario de apoyo y problemas económicos; estas
dimensiones están descritas en el eje IV de la evaluación multiaxial del Manual Diagnóstico y
Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-IVTR., 2000), el cual se refiere a los problemas
relacionados con los factores psicosociales considerados en el presente estudio
La misma asociación se encontró entre la edad y los problemas de comportamiento en la infancia
y la adolescencia, se halló que hay una asociación entre estas variables, destacándose el hecho de
que el rango donde más se presentan es en el de 10 a 14 años. Esto difiere de lo hallado
por Lemos (2003); Correa, Correa, Díaz, Ortega, Grisales y Velás-quez (2003), López-Soler, Castro,
Alcántara, Fernández y López (2009) y Moreno y Martínez (2010). Con respecto a la asociación
entre sexo y problemas de personalidad, se halló una mayor tendencia en las mujeres, lo cual
concuerda con lo señalado por Torgersen, Kringlen y Cramer (2001), y por Barlow y Durand (2004),
aunque estos últimos clarifican que el problema de sesgo de género en este diagnóstico es
controvertido por los constructos establecidos como criterios y por el hecho de que los clínicos se
suelen valer de impresiones subjetivas basadas en las interacciones interpersonales con el
consultante

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