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434209_5 PENSAMIENTO LOGICO DIVERGENTE (E_LEARNING)

Trabajo Colaborativo Unidad 2 – Actividad # 14


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Luis Gabriel Martínez González


John William Hincapié

Flor Ángela Salamanca / DIRECTOR - TUTOR

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA – UNAD


Escuela de Ciencias Básicas, Tecnología e Ingenierías
Tecnología en Gestión de Redes
Bogotá, 04 Noviembre
2013
TRABAJO COLABORATIVO UNIDAD 2

PROBLEMÁTICA DEL SECTOR AGRARIO EN COLOMBIA

No hay que ir hasta el sector rural para detectar la crisis del sector
agropecuario. Se ve en las calles de las ciudades e incluso en los
pueblos. Los problemas del agro vienen en los productos que se
comercializa en los supermercados y en las tiendas de barrio (un kilo de
plátano, papa o arroz). Cualquier producto de la pequeña agricultura es
un espejo de lo que le sucede al campo colombiano. Según la estrategia
de visión 2019, el sector debe ser un motor de crecimiento, de la
generación de empleo y de modernización. No obstante la realidad
actual del sector es compleja y lejos de este pronostico es decir; la crisis
del sector que tiene un eje central en que cada vez que sale una
cosecha, los precios caen y los ingresos de muchos cultivadores,
especialmente de los más pequeños, no alcanzan para cubrir los costos
de producción. Eso significa que miles de campesinos trabajan a pérdida
o apenas para sobrevivir. Según el informe ‘Colombia rural, razones para
la esperanza’, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), la presión que ejercen terratenientes, empresarios,
transnacionales, comisionistas y grupos ilegales excluye a los
campesinos “del principal activo para su supervivencia: la tierra”. Por
eso, sostiene la ONU, no pueden generar los ingresos necesarios para su
bienestar. Lo anterior contrasta con lo es puesto como meta para
permitir el desarrollo de la estrategia de aprovechar las potencialidades
del campo. Lo anterior, ha generado numerosas protestas campesinas,
sin que aún se llegue a una solución. Varios proyectos de reforma
agraria, incluso aprobados en el Congreso, como el del expresidente
Carlos Lleras Restrepo, han fracasado. Y el asunto es tan capital, que
hace parte de los diálogos de paz de La Habana. De los 2,4 millones de
propietarios de predios privados que hay en el campo colombiano,
apenas 91.200 (el 3,8 por ciento) tienen más de 200 hectáreas. Por otro
lado el Gobierno ve en la extensión de dominio una solución a esta
problemática.
Por otra parte, Aunque existen diferencias en las condiciones en que se
desarrolla la pequeña y la gran agricultura, hay muchos problemas
comunes a las dos formas de producción. La situación se complica aún
más para los productores que no tienen acceso a crédito bancario, bien
sea porque no tienen una historia crediticia sin enmiendas o porque no
les gusta acudir a la banca debido al exceso de trámites. Muchos
prefieren acudir a la financiación dada por los proveedores de insumos y
semillas, y soportan la deuda con la cosecha. En estos casos, los
financiadores no solo les venden los fertilizantes y los plaguicidas a
precios más altos, sino que las tasas pueden llegar hasta la usura. En
cuanto a esta temática el gobierno nacional en el reciente paro agrario
se comprometió a regular los preciosos de los insumos agrícolas a fin de
proteger a los productores y garantizarles rentabilidad. No obstante,
esto se encuentra lejos de la meta de desarrollo de un mercado
financiero en el sector rural. También, se suman las contingencias de
tipo natural, que aumentan la percepción de riesgo en contra del sector,
lo que a su vez hace subir las tasas de interés. En el Banco Agrario, que
es estatal, el interés para las líneas con recursos de Finagro son del DTF
más 8 puntos, efectivo anual, es decir alrededor del 12 por ciento,
cuando algunos bancos otorgan crédito de libre inversión al 10 ciento
efectivo anual.

Sin embargo, la inseguridad generada por los grupos armados al


margen de la ley tiene un impacto altamente negativo, esto ahuyenta a
los inversionistas y frena cualquier desarrollo. También es importante, la
comercialización es una de las mayores dificultades de la actividad
agropecuaria en general. Lo antepuesto, se evidencia en que quien lo
cultivó, preparó el suelo, sembró la semilla, hizo las desyerbas, fertilizó
y recolectó la cosecha, además de que asumió los riesgos de inundación,
vendaval, sequía y enfermedades y plagas, entre otras labores, y esperó
más de un año para producirlo y sacarlo al mercado, al final de esta
cadena recibió menos de una quinta parte del precio que pagó el
consumidor.

Por otra parte, el rezago tecnológico del campo es evidente. Por


ejemplo, en el caso del arroz, mientras el país produce entre 5,5 y 6
toneladas por hectárea de paddy seco, en Estados Unidos el promedio
nacional es de 8,2 toneladas. Y ni qué decir de los costos. Siguiendo el
caso del arroz, producir una tonelada cuesta 483 dólares, en tanto que
en Estados Unidos apenas llega a 364 dólares. La asistencia técnica está
cada vez más rezagada. En la última década, el país debilitó el modelo
de la Unidades Municipales de Asistencia Técnica (Umatas) y pasó a un
sistema de contratación de este servicio con la empresa privada.

A los anteriores obstáculos se suma el atraso del país en infraestructura.


No se trata solamente de la falta de vías para sacar las cosechas, sino
de la carencia de centros de secamiento, bodegaje y enfriamiento de
productos como la leche o las frutas, para tener un manejo de
inventarios que reduzca los picos de oferta y regularice los precios.

Otro antecedente, del caos del agro es que los productores están
divididos entre los agremiados que mantienen en permanente contacto
con el Gobierno y los que últimamente se han unido en los denominados
movimientos de dignidad, quienes fueron los protagonistas de las
recientes protestas en el Catatumbo, Boyacá y el sur del país. En los
últimos 25 años se han registrado en el país 2.100 luchas sociales
protagonizadas por campesinos, que siempre reclaman lo mismo:
desconcentrar la propiedad de la tierra, espacios para participar en la
construcción de las políticas agrarias y acceso a la salud y la educación,
entre otros derechos fundamentales. La pobreza extrema en el campo
también es superior a la urbana: 22,8 por ciento frente a 6,6. El
porcentaje total de colombianos en esta situación es 10,4.

En cuanto a los ingresos mensuales de las familias, el promedio nacional


es 500.531 pesos. En las cabeceras municipales este rubro sube a
590.661, en las 13 principales ciudades alcanza los 709.155 y en el área
rural se desploma: 207.235 pesos. Lo anterior, son las últimas cifras
del Dane (2012).

En conclusión, la crisis del campo colombiano no llegó por casualidad. El


país sigue recogiendo la cosecha que lo que sembró durante muchos
años: una política agropecuaria de muy bajos rendimientos, es notorio
el contraste con lo propuesto en visión 2019 en su estrategia de
potenciar el campo como fuente de desarrollo económico y productivo,
el sector del agro esta en cuidados intensivos y es evidente que para
poder cumplir en algo con lo propuesto como metas para el desarrollo
de esta estrategia se requiere una verdadera reforma agraria en la cual
participen todos los actores incluidos (los Pequeños y grandes
productores, el Gobierno Nacional, todos los sectores sociales del país).

WEBGRAFIA

LILIANA GONZALEZ HERNANDEZ. (2010).Material didactico. Recuperado


el 4 de Noviembre de 2013 a las 8:30 pm del sitio web de la UNAD:

http://datateca.unad.edu.co/contenidos/434209/434209_Modulo_EXE/unidad_nmero_dos_desc
ubriendo_y_afinando_el_pensamiento_en_la_formulacin_de_un_proyecto.html

ÉDMER TOVAR MARTÍNEZ. (2013). Lo que tiene en jaque al agro


colombiano. Recuperado el 4 de Noviembre de 2013 a las 9:30 pm del
sitio web del Tiempo:

http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-13052762.html

ÉDMER TOVAR MARTÍNEZ. (2013). El campo parece otro país.


Recuperado el 4 de Noviembre de 2013 a las 10:30 pm del sitio web del
Tiempo:

http://www.eltiempo.com/politica/las-dificultades-a-las-que-se-
afrontan-los-campesinos-_13052766-4

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