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No hay que ir hasta el sector rural para detectar la crisis del sector
agropecuario. Se ve en las calles de las ciudades e incluso en los
pueblos. Los problemas del agro vienen en los productos que se
comercializa en los supermercados y en las tiendas de barrio (un kilo de
plátano, papa o arroz). Cualquier producto de la pequeña agricultura es
un espejo de lo que le sucede al campo colombiano. Según la estrategia
de visión 2019, el sector debe ser un motor de crecimiento, de la
generación de empleo y de modernización. No obstante la realidad
actual del sector es compleja y lejos de este pronostico es decir; la crisis
del sector que tiene un eje central en que cada vez que sale una
cosecha, los precios caen y los ingresos de muchos cultivadores,
especialmente de los más pequeños, no alcanzan para cubrir los costos
de producción. Eso significa que miles de campesinos trabajan a pérdida
o apenas para sobrevivir. Según el informe ‘Colombia rural, razones para
la esperanza’, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), la presión que ejercen terratenientes, empresarios,
transnacionales, comisionistas y grupos ilegales excluye a los
campesinos “del principal activo para su supervivencia: la tierra”. Por
eso, sostiene la ONU, no pueden generar los ingresos necesarios para su
bienestar. Lo anterior contrasta con lo es puesto como meta para
permitir el desarrollo de la estrategia de aprovechar las potencialidades
del campo. Lo anterior, ha generado numerosas protestas campesinas,
sin que aún se llegue a una solución. Varios proyectos de reforma
agraria, incluso aprobados en el Congreso, como el del expresidente
Carlos Lleras Restrepo, han fracasado. Y el asunto es tan capital, que
hace parte de los diálogos de paz de La Habana. De los 2,4 millones de
propietarios de predios privados que hay en el campo colombiano,
apenas 91.200 (el 3,8 por ciento) tienen más de 200 hectáreas. Por otro
lado el Gobierno ve en la extensión de dominio una solución a esta
problemática.
Por otra parte, Aunque existen diferencias en las condiciones en que se
desarrolla la pequeña y la gran agricultura, hay muchos problemas
comunes a las dos formas de producción. La situación se complica aún
más para los productores que no tienen acceso a crédito bancario, bien
sea porque no tienen una historia crediticia sin enmiendas o porque no
les gusta acudir a la banca debido al exceso de trámites. Muchos
prefieren acudir a la financiación dada por los proveedores de insumos y
semillas, y soportan la deuda con la cosecha. En estos casos, los
financiadores no solo les venden los fertilizantes y los plaguicidas a
precios más altos, sino que las tasas pueden llegar hasta la usura. En
cuanto a esta temática el gobierno nacional en el reciente paro agrario
se comprometió a regular los preciosos de los insumos agrícolas a fin de
proteger a los productores y garantizarles rentabilidad. No obstante,
esto se encuentra lejos de la meta de desarrollo de un mercado
financiero en el sector rural. También, se suman las contingencias de
tipo natural, que aumentan la percepción de riesgo en contra del sector,
lo que a su vez hace subir las tasas de interés. En el Banco Agrario, que
es estatal, el interés para las líneas con recursos de Finagro son del DTF
más 8 puntos, efectivo anual, es decir alrededor del 12 por ciento,
cuando algunos bancos otorgan crédito de libre inversión al 10 ciento
efectivo anual.
Otro antecedente, del caos del agro es que los productores están
divididos entre los agremiados que mantienen en permanente contacto
con el Gobierno y los que últimamente se han unido en los denominados
movimientos de dignidad, quienes fueron los protagonistas de las
recientes protestas en el Catatumbo, Boyacá y el sur del país. En los
últimos 25 años se han registrado en el país 2.100 luchas sociales
protagonizadas por campesinos, que siempre reclaman lo mismo:
desconcentrar la propiedad de la tierra, espacios para participar en la
construcción de las políticas agrarias y acceso a la salud y la educación,
entre otros derechos fundamentales. La pobreza extrema en el campo
también es superior a la urbana: 22,8 por ciento frente a 6,6. El
porcentaje total de colombianos en esta situación es 10,4.
WEBGRAFIA
http://datateca.unad.edu.co/contenidos/434209/434209_Modulo_EXE/unidad_nmero_dos_desc
ubriendo_y_afinando_el_pensamiento_en_la_formulacin_de_un_proyecto.html
http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-13052762.html
http://www.eltiempo.com/politica/las-dificultades-a-las-que-se-
afrontan-los-campesinos-_13052766-4