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NOTA TECNICA N.T.

3 AD HOC AL
CASO RELEVANTIA

Elaborada por Jose María Rodes Biosca


Ultima revisión 10/07/2019

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NOTA TECNICA AD HOC AL CASO RELEVANTIA SL
Esta Nota Técnica se ha redactado para la resolución del caso RELEVANTIA

INTRODUCCIÓN Y CONCEPTO DE COSTE


Coste es el valor del consumo de inputs que se precisa para poder producir unos outputs.
Esta definición que encontramos en Oriol Amat, exige matizar qué nos quiere decir con el
consumo “que se precisa”. Blanco Ibarra nos dice que coste es “la medida y valoración del
consumo realizado (o previsto) por la aplicación racional de los factores para la obtención de
un producto, trabajo o servicio”. Si hacemos una combinación de ambos, podemos aceptar
que el concepto de coste se refiere al consumo “que se precisa, mediante la aplicación
racional de los factores…”.
Con sentido más práctico, Pérez Carballo nos dice que “el coste de un bien (o servicio) es la
valoración monetaria de los recursos consumidos para obtenerlo”.
Nuestra propuesta de consenso y con otras palabras es que Coste es la “valoración
monetaria del consumo de recursos necesarios para fabricar un producto o prestar un
servicio en condiciones de eficiencia técnica y económica”.
En consecuencia, todo lo que se utilice en la fabricación del producto y de lo que podría
prescindirse dadas las condiciones técnicas actuales, no debe considerarse que forma parte
del coste, -aunque tendremos que incluirlo en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias- sino como
algo a tachar de derroche o despilfarro de recursos.
Por lo tanto, aceptando que se esté trabajando en condiciones de eficiencia técnica y
económica, para calcular el coste de un producto solo hay que multiplicar los consumos de
recursos por su precio de coste unitario, de manera que si necesitamos 10 gramos de
materia prima que cuesta a 5€ el gramo y 1 hora de trabajo, cuyo coste es 10€ la hora, el
coste de fabricación de una unidad de producto será 60 euros:

Recursos Cantidad Precio de Coste


coste
Materia Prima 10 gramos 5 € el gramo 10 x 5 = 50
Mano de obra 1 hora 10 € la hora 1 x 10 = 10
Coste de 50 + 10 = 60
fabricación

Así planteado parece fácil, pero las cosas pueden complicarse porque también habrá que
incluir todos aquellos otros recursos que aunque no hayan intervenido directamente en la
fabricación del producto, son también necesarios para que pueda llegar al cliente que es el
verdadero objetivo.

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Por ejemplo, habrá que tener en cuenta el coste del departamento de recepción y despacho
de productos, el coste de transporte, la energía consumida, el coste de los vendedores o del
departamento de administración que hace la contabilidad y emite las facturas, por sólo citar
algunos. La dificultad de esto es que se necesita algún criterio para imputar a cada producto
la parte correspondiente de cada uno de ellos, lo que no es baladí.
Para ello y antes de nada tendremos que ponernos de acuerdo en qué significan las palabras
que vamos a utilizar, y para ello vamos a categorizar y clasificar los diferentes tipos de coste.

CLASIFICACION DE LOS COSTES


Para clasificar los costes vamos a utilizar diferentes criterios que nos llevarán de la mano a
entender cada uno de ellos:

1. Costes por naturaleza: son consecuencia de la causa o factor que lo origina y están ligados
al grupo 6 del Plan General de Contabilidad. Conforme a este primer criterio, nos
encontramos con los siguientes costes que no merecen mayor comentario:

- Consumos: Materia prima, materiales…


- Personal: Mano de obra, personal de administración, comerciales…
- Servicios del exterior: Servicios de profesionales independientes; Suministros:
Electricidad, agua, gas, teléfono… ; Publicidad y propaganda; Arrendamientos;
Reparaciones y Mantenimiento; Informática; etc
- Amortizaciones
- Financieros: Intereses de créditos y prestamos y servicios bancarios

2. Costes funcionales: Replican el modelo funcional de la organización, de manera que no se


trata de un criterio rígido sino adaptable a cada organigrama. Por ejemplo, nos
encontraremos con:
- Costes de Producción
- Costes Comerciales
- Costes de Distribución
- Costes de Administración
- Costes del Departamento de Calidad
- Costes del Departamento de Informática
- Etc…

En la figura siguiente se muestra el cruce de los dos criterios anteriores, que aporta
información interesante al permitir comparar cada uno de los costes por naturaleza entre los
diferentes departamentos de la empresa. (No son relevantes las cifras del cuadro sino solo
los conceptos)

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3. Según su relación con el volumen de producción

Costes Variables: Se consideran costes variables aquellos cuyo importe es función -más o
menos proporcional- del volumen de producción, de manera que si no hay producción, no
hay costes variables. Son ejemplos típicos de coste variable las materias primas y los
materiales, cuyo consumo varía en proporción al volumen de producción. También el coste
del factor trabajo (mano de obra) es típicamente un coste variable (si aumenta la
producción, aumenta la necesidad de mano de obra a emplear).

Esto es lo que ocurre con los costes variables totales. Sin embargo, el coste variable unitario
tiende a permanecer constante, dada la proporcionalidad entre coste variable y volumen de
producción.
Siendo cierto que los costes variables se comportan de forma más o menos proporcional a la
producción, podemos encontrarnos con costes variables progresivos que son aquellos que
aumentan proporcionalmente más que la producción (por ejemplo, cuando para servir un
pedido extra hay que recurrir a horas extraordinarias) y también con costes variables
degresivos, que varían proporcionalmente menos que lo que lo hace la producción (por
ejemplo, al aumentar la producción y por tanto las compras es fácil obtener descuentos por
volumen que reducen el aumento del coste variable)

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C
O
S
T
E
COSTES VARIABLES COSTES FIJOS COSTES TOTALES

C
O
S
T
E
COSTE TOTAL
COSTE VARIABLE UNITARIO COSTE FIJO UNITARIO UNITARIO

PRODUCCIÓN

Un caso particular de los costes variables es el de los costes semivariables: se trata de costes
en los que una parte permanece constante aunque varíe la producción, mientras que otra
cambia si cambia el volumen de producción. Un ejemplo de esta clase de costes lo tenemos
en la retribución de los vendedores, que suele tener una parte fija —el salario— y una parte
variable— las comisiones sobre ventas.

Costes fijos: Costes fijos son aquellos que se comportan con independencia del volumen de
producción y son consecuencia de la infraestructura productiva, razón por la que también se
denominan costes de capacidad. Son ejemplos de costes fijos las amortizaciones
(depreciaciones en Latinoamerica) el personal fijo, los arrendamientos, los seguros, etc.

Los costes fijos responden al corto plazo. A largo plazo todos los costes varían, también los
fijos cuando se aumenta la capacidad de producción, pero ello no quiere decir que se
transformen en variables. Es necesario aclarar que un coste se define como fijo, no porque no
varíe, -que puede variar-, sino porque no varía en función del volumen de producción como
hacen los costes variables. Por ejemplo, un aumento del arrendamiento consecuencia de un
pacto contractual, o el aumento en la retribución del responsable de producción, son
variaciones de costes fijos, pero aunque varíen, continúan siendo costes fijos.

Los costes semifijos son un caso particular de los costes fijos. Por ejemplo, si necesitamos
aumentar la flota de camiones, aumentará el coste de amortización. Hasta este momento
había sido un coste fijo dentro del rango de producción para el que la flota era suficiente. A
partir de ahora, aumentará -un escalón- el coste de amortización para volver a comportarse
como coste fijo en el nuevo rango de producción hasta que se imponga la necesidad de la
compra de otro camión consecuencia de un nuevo aumento de producción. En cualquier caso,

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la amortización continúa siendo un coste fijo, eso sí, dentro de un determinado rango de
producción. Ya dijimos que los costes fijos responden al corto plazo.

Esta clasificación de los costes en fijos y variables es la que permite obtener el Punto de
Equilibrio, también conocido como punto muerto, umbral de rentabilidad o break even point
y que informa del volumen de ventas necesario para cubrir todos los costes fijos y variables y
por tanto para empezar a obtener beneficios.

4. Según su relación con el elemento de coste: De acuerdo con este criterio, los costes se
pueden clasificar en Directos e Indirectos, según su “cercanía” al objeto de coste que es
aquello de lo que se quiera calcular el coste, (producto, departamento, sección…). Este
criterio se basa en la mayor o menor relación y facilidad de imputación de los costes al
objeto de coste.

Cuando esta relación entre la cantidad de factor utilizado y el objeto de coste es clara e
identificable con facilidad, el coste se denomina coste directo. Cuando por el contrario, la
relación entre la cantidad de factor productivo y la cantidad de producto no es directamente
identificable, sea por la naturaleza del coste o por la organización del proceso productivo, el
coste se denomina coste indirecto y hará falta recurrir a algún criterio razonable de
asignación o imputación. Por lo tanto:

Costes Directos: Son aquellos que inequívocamente pueden ser asignados al objeto de coste,
como la materia prima que se utiliza para la fabricación de una mermelada, o la mano de obra
empleada, o la energía consumida (siempre que sea directamente medible)…

Costes Indirectos: Son aquellos que no pueden asignarse directa e inequívocamente al objeto
de coste (el producto, un departamento, por ejemplo…) sino que se necesita un criterio de
imputación, como ocurre con el alquiler de la nave, los costes del departamento de
administración, el sueldo del Presidente…

Como hemos visto, costes fijos y variables y costes directos e indirectos responden a criterios
diferentes de clasificación. Sin embargo, en ocasiones, los costes directos pueden coincidir
con los costes variables, como es el caso de las materias primas necesarias para la fabricación
de un producto. Hay otros casos en los que no ocurre así, como el coste del responsable de
una línea de producción que siendo un coste directo a esa línea de producción no es un coste
variable, sino fijo, pues su coste no estará relacionado con el volumen de producción.

Por otra parte, un coste variable como el consumo de energía de una nave de fabricación (que
será mayor o menor en función del volumen de producción) requiere de un criterio para
poderlo asignar a cada una de las líneas de producción que en ella existan, tratándose por
tanto, de un coste indirecto a cada línea de producción. Diferente sería si se dispone de un

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contador que identifique “inequívocamente” el consumo de energía de cada una de las líneas
de producción caso en el que se trataría de un coste directo a cada línea de producción.

Es importante dejar claro que cuando se trata de costes directos e indirectos resulta clave
especificar en relación a qué, en relación a qué objeto de coste. Por ejemplo, el sueldo del
responsable de producción es un coste directo del departamento de producción, pero es un
coste indirecto para cada línea de producción. Como este, podemos encontrar toda una serie
de ejemplos. Si el objeto de coste es la empresa misma, queda claro que todos los costes son
directos a la empresa.

Insistiremos en que hay costes fijos que pueden cambiar y no por ello pasan a considerarse
costes variables. Por ejemplo, si aumenta la remuneración del responsable de administración,
no por ello deja de ser un coste fijo -aunque haya variado-, al ser independiente del volumen
de producción. Será un coste directo al departamento de administración e indirecto a los
productos, y en todo caso se trata de un coste fijo.

Desde el punto de vista de la organización del sistema de costes y de su contribución a la


gestión estratégica y operativa de la empresa, esta distinción es de la máxima importancia,
puesto que es la base para la elección del sistema de costes más adecuado para la empresa,
desde un sistema direct costing (que solo considera los costes variables, a pesar de su
denominación) o un sistema full cost (coste total o coste completo).

Hay que reconocer que no es muy acertada la denominación del sistema de direct costing que
más bien debiera llamarse sistema de costes variables. Sin embargo nada impide que la
decisión sea utilizar solo los costes directos en lugar de variables. En cualquier caso, lo más
importante será que una vez decidido el sistema de costes a utilizar, se mantenga en el tiempo

5. Según su relación con el tiempo

Desde este punto de vista, se distinguen dos clases de costes:

Costes históricos, que son costes reales del periodo, ya conocidos. Son costes a posteriori.

Costes estándar o costes predeterminados: son costes previsionales, estimaciones en base a


criterios técnicos e información de los precios de los componentes, Se plantean como objetivo
a conseguir. Son costes a priori.

6. En función de su importancia para la toma de decisiones:

Este criterio de clasificación habla por sí solo: la principal función y utilidad del análisis de
costes es la toma de decisiones y para ello se necesita buena información, información fiable
y relevante y una buena metodología de análisis, porque de nada sirve una sin la otra. En
ausencia de una de ellas, y peor de las dos, corremos el riesgo de tomar decisiones

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equivocadas, con las consecuencias que pueda tener para la marcha de la empresa e incluso
para su supervivencia.

Siguiendo este criterio de clasificación nos encontramos con Costes relevantes y con Costes
irrelevantes que conviene aprender a diferenciar.

Costes relevantes: Son aquellos a tener en cuenta a la hora de decidir entre diferentes
alternativas. A esta categoría pertenecen los Costes incrementales o diferenciales, que son
los que caracterizan a cada una de las alternativas planteadas y por tanto los que en mayor
medida condicionan la decisión.

Al comparar entre dos proyectos de inversión, -dos alternativas-, solo hay que tener en cuenta
los ingresos y los costes incrementales, es decir, aquellos que están directamente asociados a
cada una de las alternativas que se comparan. En este sentido es muy importante distinguir la
cuenta de pérdidas y ganancias del proyecto de inversión en estudio, de la cuenta de pérdidas
y ganancias de la empresa en conjunto. Otra cosa es que una vez seleccionada la alternativa
preferible y puesta en ejecución pase a formar parte de la Cuenta de pérdidas y ganancias de
la empresa

Costes de oportunidad: El coste de oportunidad se refiere a aquello a lo que se renuncia al


tomar una decisión en lugar de otra.

El coste de oportunidad, -si se tiene en cuenta-, puede condicionar la toma de la decisión entre
diferentes alternativas, y ello a pesar de no tener reflejo contable. El no tener en cuenta el
coste de oportunidad no quiere decir que no exista; simplemente que no ha entrado a formar
parte de los cálculos, al igual que si el analista se “olvidara” de algún otro concepto. El coste
de oportunidad también es un coste relevante a tener en cuenta.

Por ejemplo, si se dispone de un terreno sobre el que poder construir una nave en la que
desarrollar una cierta actividad, además del beneficio que se obtenga consecuencia de su
explotación hay que considerar el coste de oportunidad en el que se incurre al renunciar a la
posibilidad de arrendar el terreno. El beneficio consecuencia de la actividad a desarrollar la
actividad en la nueva nave no es suficiente para evaluar la inversión que supone. Habría que
restarle el arrendamiento al que se renuncia.

Otros costes igualmente relevantes son los costes futuros, categoría con la que nos referimos
a la evolución que pudiera producirse en el futuro en los precios de componentes de coste no
controlables, como determinadas materias primas o la misma energía y en el supuesto de que
se tratara de conceptos de coste importantes en el proyecto en estudio.

Costes Irrelevantes: Son aquellos que no aportan nada en el momento de elegir entre
diferentes alternativas. Son costes irrelevantes los costes que son idénticos en cualquiera de

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las alternativas, de forma que se elija una u otra, habrá que contar con esos mismos costes.
Son los llamados Costes Comunes, como no podía ser de otra manera

Hay otro tipo de costes, que se conocen como Costes Hundidos, que siendo costes de la
empresa, no pueden considerarse a la hora de decidir poner en marcha un proyecto de
inversión o si se trata de elegir entre diferentes alternativas posibles.

El ejemplo típico es la factura de la consultora a la que se le ha solicitado un estudio de


viabilidad de un determinado proyecto. Imaginemos -sin darle a las cifras otro valor que el
meramente didáctico-, que se trata de un proyecto de inversión que ofrece un beneficio de
2.000 euros, y que la consultora aconseja llevar a cabo. Sin embargo, el analista de la empresa
corrige las conclusiones haciendo ver que la factura de la consultora había sido de 2.500 euros,
razón por la que el proyecto ofrece pérdidas.

El argumento del analista de la empresa es corto, dado que se haga o no el proyecto, la factura
de la consultora será de 2.500 euros y por ese importe afectará a la cuenta de P y G. Si no se
lleva a cabo el proyecto se estará renunciando a los 2.000 euros que promete perjudicando a
la cuenta de P y G, dado que, de hacerse, el beneficio esperado compensará al menos en parte
la factura de la consultora. Sin embargo, no es este el razonamiento que habría que hacer. El
proyecto promete un benefico de 2.000 euros, pero habrá que conocer la inversión que exige
y por tanto la rentabilidad que ofrece, VAN, TIR…y a partir de ahí decidir si el proyecto es o no
recomendable, lo que en buena lógica es lo que habrá hecho la consultora que aconseja su
realización.

Hay otras clasificaciones de costes, pero con lo dicho hasta aquí es suficiente para enfrentarse
al caso RELEVANTIA SL. con garantía de éxito.

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