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Cabe sin embargo también aclarar que preguntarnos por un “qué es”,
correría el riesgo de hacernos caer en la ilusión de creer que la sexualidad es
un objeto de estudio discreto, simple y delimitado, ante el cual un/a
observador/a independiente y sin implicación para con su objeto, se colocaría a
un distancia aséptica para realizar un estudio “objetivo” de esa sexualidad, con
todo lo cual estaríamos recreando los criterios más clásicos del Positivismo.
1
De esta manera, abordar la sexualidad implicaría ya no considerarla un
“objeto de estudio”, sino mas bien un campo de complejidades dinámicas e
inestables, un campo atravesado por múltiples variables que tornan a dicho
campo en un terreno en constante mutación.
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en tránsito. Es como estar en un aeropuerto, en el momento previo de abordar.
Ahí, en el sector “tránsito”, se está en todos los lugares y en ninguno a la vez
en términos de política territorial. Miradas en tránsito son justamente esas que
no pertenecen a ningún lugar determinado, pudiendo partir y retornar cuantas
veces quieran, contando así con la incertidumbre necesaria para ir logrando
moverse dentro de los diferentes atrapamientos que condicionan las formas
consagradas de percepción y abordaje científico.
De lo uno a lo múltiple
Abordar una realidad tan compleja como la sexualidad desde una sola
disciplina, no solo hace caer en reduccionismos empobrecedores
3
(psicologistas, biologicistas, sociologistas, etc.), sino que también crea “zonas
fantasmas”, “zonas prohibidas”, externas y ajenas al área “iluminada” por esa
disciplina, esa misma que posee pretensiones de verdad general sobre el
fenómeno estudiado.
El problema está cuando ese haz de luz proyectado cree que ilumina
todo el escenario, ilusión que para ser sostenida requiere de la negación e
invisibilidad sistemática de los espacios no iluminados, ya que los mismos
funcionan como amenaza para la coherencia del enfoque.
Pero aún así dicho enfoque muchas veces no ha podido trascender más
allá de un mero colage, en donde se colocan una al lado de la otra las distintas
ópticas disciplinares, a la espera de una otra mirada que haga el trabajo de
síntesis que logre dar cuenta de forma más integral sobre el fenómeno.
2
Fernandez, Ana María (1994): La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres,
Paidós, Buenos Aires, pp. 47-48.
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Tendencias transdisciplinares
3
OPS/OMS (2000): Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción. Actas de una reunión
de consulta convocada por OPS/OMS en colaboración con la Asociación Mundial de Sexología WAS,
Antigua Guatemala, p. 6.
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El enfoque transdisciplinar implica humildad y valentía, para que cada
disciplina pueda manejar el impacto de tener que deconstruir y reconstruir su
propio saber, incluso en áreas que le habían sido consagradas, al ser
atravesada por otros saberes.