Hay diferentes pronósticos sobre cuál será el crecimiento que el país tendrá entre los años 1996-2005, Robert Barro, especialista en crecimiento económico pronostico que Argentina crecería al 6% anual durante ese periodo, pero en realidad el crecimiento del país desde 1995 hasta 1996 fue de un 3,5% solamente, debido a esto, el World Economic Forum dividió por dos el pronóstico de Barro y estimó que la Argentina crecería en los próximos años al 3%. ¿A qué se debe esta reducción del crecimiento? La diferencia entre ambos se debe a factores externos como internos. La economía argentina se vio golpeada por el superdolar, los precios de las commodities en bajos históricos y la devaluación brasilera, sin embargo, estos factores externos no habrían influido tanto la economía de nuestro país si no se hubiese paralizado las reformas de la primera mitad de la década y si las respuestas ante a la crisis hubieses sido más contundentes. Parte de nuestros problemas de competitividad se irán resolviendo por el natural cambio del ciclo internacional, sin embargo, no hay que sentarse y esperar, “Urge un decidido cambio de rumbo y desde alas opuestas del pensamiento económico se nos proponen las medidas convencionales para esta situación: la devaluación o un gran ajuste fiscal” sostiene Llach. Un gran desafío que tiene la economía argentina para impulsar su crecimiento es aumentar la confianza y así reducir el riesgo país. Según Llach, para logran la confianza se necesita un programa drástico e integral, que excede el imprescindible ajuste fiscal. Ese ajuste debe incluir el relanzamiento del Mercosur, una política fiscal y monetaria anticíclica, una ley mucho más rigurosa de convertibilidad fiscal, una segunda reforma de los Estados nacionales y provinciales, con fortísimas señales de austeridad, una reforma laboral descentralizadora, un seguro de desempleo personalizado, la reforma de la coparticipación federal y la desregulación integral de los servicios públicos y privados. Entre otras medidas para superas el mal momento de la economía Juan Alemann propone adaptar al keynesianismo a la Argentina, debido a que el Estado se encuentra con un déficit muy importante que debe ser eliminado, no seria bueno que se endeude, lo que si seria bueno es que el sector privado acceda al mercado de capitales y créditos internacionales para poder expandir su actividad y mejorar la eficiencia que si lo hace el Estado. También sostiene que hay que evitar entrar en un circulo vicioso, el cual puede ocurrir si ante la baja de los ingresos fiscales producidas por la recesión, el gobierno decide subir más los impuestos y lo único que se generara es ahogar a los privados, quienes son los que pueden mejorar la economía del país. Debido a la crisis de 2001 Argentina entro en defaul, pero según el economista Aldo Ferrer, en plena crisis, existen dos circunstancias que permiten la rápida recuperación de la economía argentina, por una parte, la capacidad instalada y la mano de obra desocupada pueden ponerse rápidamente en producción, y por otra parte, la disponibilidad de divisas debido a la postergación de parte de los servicios de la deuda y el superávit esperado en el balance comercial. En tales condiciones, el despegue descansa en el aumento de la demanda agregada de bienes y servicios, que como sabemos desde Keynes, depende, en primer lugar, de la expansión de la liquidez, el crédito y el gasto, pero previamente debe resolverse el dilema que plantea la desconfianza y la fuga desde el peso al dólar, que puede generar una devaluación y con ella, una inflación. Ferrer también sostiene que manteniendo el corralito y recortando el gasto público, el gobierno lo único que logra es mantener la recesión y aumentar el déficit fiscal. El gobierno deposita su esperanza de reactivación en dos factores, la ayuda internacional masiva que permita expandir la liquidez y el superávit del balance comercial y su impacto positivo sobre la demanda agregada, pero lamentablemente no son suficientes, debido a que apoyo externo está aún por verse y va normalmente acompañado por condicionalidades que suelen ser incompatibles con el crecimiento y porque el superávit comercial esperado este año sería alrededor del 2% del PBI, lo que no es suficiente para una economía en la cual más del 90% de la demanda agregada depende del mercado interno. Pero otra política económica es posible, requiere vincular la esfera real de la producción y el empleo a la financiera, la disponibilidad de recursos y cancelación temporal de los intereses de la deuda, permiten una estrategia de expansión del gasto público, para eso es necesario eliminar el corralito y que el banco central facilite las inversiones para la construcción de viviendas, ya que es un gran generador de empleos. El aumento de la demanda agregada, sumado al superávit comercial, movilizaría la capacidad productiva y mano de obra desempleados, aumentaría la producción, el empleo y la recaudación tributaria. También se debería fijar el tipo de cambio en 1,40 pesos por 1 dólar y cobrar retenciones a todas las exportaciones. Para el segundo trimestre de 2002 la economía empezó a recuperarse, se esperaba que para fin de año la taza de crecimiento del PBI se encuentre entre un 5 o 6 por ciento. Sin embargo, hay una gran incertidumbre sobre las negociaciones con el FMI y los acreedores de la deuda externa. Se espera llegar a fin de año con un resultado primario equivalente a 2,5% del PBI, una meta de superávit primario de 3% del PBI no es un resultado de logro fácil e inmediato. Implica un esfuerzo de ajuste adicional, en el trienio 2004 a 2006 el sector público dispondría de unos US$ 4500 millones anuales para atender servicios de intereses y amortizaciones de la deuda pública. Debido a estar comprometido con los pagos de la deuda, el gobierno no puede invertir y así sacar la economía adelante. En 2004 Argentina comenzó a verse beneficiada con los ciclos económicos mas favorables desde 1950, la combinación de esto y de las bajas tazas de interés es la mas favorable desde 1954. El incremento en los precios internacionales mejora los ingresos y el poder de compra de los productores lo que incentiva la expansión de la producción y el incremento de la inversión. Las bajas tazas de interés reducen las transferencias al exterior, lo que aumentan la inversión en sus propios países, como por ejemplo en la construcción, lo que aumenta el consumo y reactiva a la economía. En caso de que ocurriese exactamente lo contrario, las altas tasas de interés provocarían una fuga de capitales y desalentarían la inversión, contrayendo así a la economía. Para la segunda mitad de 2005, la recuperación lleva ya 14 trimestres. Luego de haber tocado fondo en el primer trimestre de 2002, el PBI acumula una suba del 27%; la producción industrial creció el 45%; la construcción, el ciento por ciento; las exportaciones, el 30%, y la inversión en términos del PBI pasaría del 11% en 2002 al 19% en 2005. A su vez, la economía en el segundo trimestre mostraría una expansión interanual del 10% y en todo el año un aumento del orden del ocho por ciento. Sin embargo, a pesar de estos datos alentadores, hay un clima de creciente incertidumbre sobre qué sucederá en materia económica. Miguel Angel Broda lo resume en dos factores; el primero es que el PBI corriente se acerca al PBI potencial, por lo que la economía ya no podrá seguir creciendo a través del estímulo permanente a la demanda agregada como lo ha venido haciendo. “Cuando se cierre la brecha del producto, el ritmo de crecimiento pasará a depender de lo que ocurra con la oferta agregada, la que, a su vez, estará supeditada a qué tasa crezcan el stock de capital, la mano de obra y la productividad de los factores” sostiene Broda, y que mientras el gobierno no desarrolle una estrategia de largo plazo, será difícil atraer inversiones de envergadura y despejar las dudas sobre las perspectivas de la economía, una vez que se agote el exceso de capacidad instalada. El segundo factor del cual habla Broda es la incertidumbre con respecto a la inflación. El Gobierno viene aplicando una política fiscal, una política de ingresos activa y una política monetaria de alto tipo de cambio y tasas de interés reales negativas, lo que estimula la demanda agregada, pero con una capacidad ociosa muy reducida, la oferta ya no puede responder tan rápido ante la creciente demanda, y se generan presiones inflacionarias. Además, cada día se torna más difícil la tarea del BCRA de absorber pesos sobrantes después de la emisión para comprar dólares con el fin de mantener el tipo de cambio nominal fijo Jorge Tedesca, por su parte, sostiene que el clima de incertidumbre en la economía argentina se debe a que a que los pilares que sustentan nuestro ciclo económico favorable desde el colapso de la convertibilidad se encuentran amenazados, el superávit fiscal y el saldo de balanza comercial dependen del precio de las commodities, cuyo crecimiento parece haber llegado a un límite. La situación para 2009 es compleja, En 2008, el 34% de la expansión de la recaudación tributaria provino de los derechos de exportación y un 40% de los mayores ingresos de la seguridad social, en parte derivados del traspaso de afiliados del sistema de AFJP al Estado y ninguno de estos fenómenos parece poder repetirse en 2009, por lo que la recaudación probablemente crecerá no más del 21 al 25%, es decir, en línea con la tasa de inflación. Tal perspectiva arroja un fuerte interrogante sobre la capacidad de moderar el actual ritmo de crecimiento del gasto de alrededor del 35% anual a un nivel compatible con la corriente de ingresos. Cualquiera de las soluciones que el gobierno pueda aplicar restará liquidez al mercado bancario y mantendrá elevadas las tasas de interés, lo tendrá un efecto contractivo sobre la economía. Para el 2009 el capitalismo se encontraba en una de sus peores crisis en décadas, una combinación de gran recesión, desórdenes económicos mundiales y nacionalización de hecho de franjas del sistema financiero en las grandes economías desestabilizan profundamente el equilibrio entre mercado y estado. Como esta crisis muestra una vez más, el capitalismo necesita mecanismos de estabilización, prestamistas de última instancia y políticas fiscales contracíclicas. O sea: el capitalismo no se autogenera, no se autorregula ni se autoesbiliza. En la primera mitad el siglo XX, el capitalismo tuvo una visión estrecha de las instituciones públicas que hacían falta para sostenerlo. Los Estados veían su rol económico en términos restringidos. Luego de la gran depresión, La utilidad de las modernas políticas monetarias y fiscales se volvió aceptada. El gasto publico aumento de 10% a fines del siglo XIX a mas de un 40% con el Estado de bienestar tras la segunda guerra mundial, ese modelo de economía mixta, con un equilibrio entre Estado y mercado, marco un gran periodo de prosperidad y estabilidad, pero a partir de los 80 se desmorono debido a la globalización. En 1944 con el régimen de Bretón Woods-GATT implicó una forma leve de integración económica internacional, con controles en los flujos internacionales de capital que Keynes consideraba cruciales para las economías nacionales. Los países realizaban sólo una liberación comercial limitada y eran libres para desarrollar su propia versión de capitalismo. La crisis de hoy en día muestra lo lejos que estamos de ese modelo, Cuando el capitalismo a la china se topó con el capitalismo a la estadounidense, con muy pocas válvulas de seguridad, se produjo una mezcla explosiva. No había mecanismos para evitar un exceso de liquidez mundial y luego, sumada a la falta de regulación de EEUU, un brutal estallido inmobiliario y un crac. Ni había tampoco frenos para el contagio. Sin embargo, el capitalismo no está muerto, hay que reinventarlo en un siglo donde las fuerzas de la globalización son muy fuertes, así como del capitalismo de Adam Smith, se pasó al capitalismo de Keynes, debe haber una nueva transformación a un equivalente global de la economía mixta nacional, con un equilibrio entre mercado e instituciones a nivel global e impedir que los mercados se expandan más del alcance de las instituciones. En marzo de 2016 la economía argentina se esta contrayendo, el primer trimestre de 2016 termino con una recesión de 2% además de una inflación interanual de 32%, pero los beneficios producidos por la devaluación se verán con el tiempo. Con los aumentos de salarios se podrá ver un aumento del salario real de los trabajadores que no deberán destinar la mayor parte a pagar los servicios y despegará el consumo, lo que también se verá beneficiado con el descenso de la inflación núcleo. Además, la recomposición de los márgenes de rentabilidad para el sector exportador debería comenzar lentamente a generar una mejora en el nivel de actividad de numerosos sectores como el agro, la minería, la vitivinicultura, la producción de fruta, la siderurgia y el complejo automotor. La inversión debería verse impulsada por el mayor acceso al crédito que generará la combinación de la salida del default y el alargamiento en los plazos financieros que provocará la convergencia a una tasa de inflación más baja. Los resultados de las paso de 2017 han significado un fuerte apoyo al gobierno. Para poder alcanzar un crecimiento sostenido a un ritmo de 3,5% anual se necesita que aumenten la inversión y la productividad. Sin embargo, reducir la incertidumbre política no es suficiente para asegurar las mejoras necesarias. Hay varias cuestiones económicas pendientes como reducir el deficit fiscal y el deficit externo, el sector público tiene un déficit de ahorro respecto de su inversión de 6 puntos del producto, nos endeudamos con el resto del mundo para financiar un exceso de consumo del Estado. El gobierno a anunciado que realizara reformas estructurales en los impuestos, en las relaciones laborales y en el sistema previsional para reducir el gasto público y así reducir los costos que tiene el sector privado y así hacerlo más competitivo, tales reformas pueden generar un costo político elevado. “esa estrategia sería muy riesgosa porque para ser viable depende de que continúe baja la tasa de interés internacional, que no haya sorpresas negativas para la Argentina en sus precios de exportación, y que se mantenga el apetito del resto del mundo por financiar nuestros desequilibrios aún en el hipotético caso de que se vuelvan a demorar las reformas que los propios funcionarios del gobierno nacional consideran necesarias” sostiene Artana El segundo desafío es que las reformas que se planteen sean poco ambiciosas o sean licuadas en la negociación con los gobernadores. Si bien no es imprescindible que las reformas sean contundentes en todos los campos, se requiere que produzcan cambios que tengan un mínimo de sustancia. Los puntos mas importantes de estos artículos nos permiten entender la situación económica del país en los últimos 20 años.
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