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DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO
Una entrevista psicológica es una relación interpesonal, con roles más o menos prefijados y
objetivos específicos, en cuyo estudio se analizan muchos tipos de información, entre los que
se destacan los datos derivados de la observación de la interacción. De este modo, el
comportamiento de las personas observadas solo puede ser entendido en términos de su
relación con otras que ejercen influencia en el mismo campo social, incluido el observador,
que es un elemento interactivo más.
El contenido de una entrevista se refiere tanto a los datos proporcionados por los
entrevistados como a las intervenciones específicas del entrevistador y a la interacción mutua.
Gran parte del contenido se transmite verbalmente pero también hay mensajes no verbales.
El entrevistador realiza dos acciones: observación e interacción con el fin de alcanzar los
objetivos predeterminados. Pueden darse dos situaciones: 1. Una observación participante
donde el observador forma parte del contexto. 2. Una situación de prueba donde un
individuo debe resolver una tarea compleja.
La fiabilidad de una entrevista viene determinada por la correlación de los juicios que varios
entrevistadores obtienen sobre un mismo sujeto. Factores que aumentan la fiabilidad: mayor
estructuración en la entrevista y mayor experiencia del entrevistador. Las entrevistas muy
estructuradas si bien presentan ventajas también tienen limitaciones en lo que refiere a la falta
de flexibilidad para registrar otros aspectos ya que puede mermar la fluidez de intercambios.
Los errores más comunes en la conducción de una primera entrevista suelen proceder de tres
fuentes principales: 1. Sesgos en la lectura de la información disponible (dar mucho peso a las
primeras impresiones, detenerse en un aspecto, aferrarse a ideas preconcebidas), 2.
Inseguridad profesional del entrevistador (temor a hacer algo mal o temor a no captar datos
importantes, por eso es buena hacer una preparación), 3. Estereotipos comunes (ítems que se
intentan alcanzar a toda costa y generan ansiedad si no se logran).
Luego de haber realizado una primer entrevista, habrá que enfrentarse con la dificultad de
establecer conexiones, contrastar hipótesis y obtener conclusiones.
En una entrevista tiene que haber además: una escucha atenta y un aplazamiento de la
integración de informaciones y contraste de hipótesis. Estas capacidades se van adquiriendo
con la experiencia. Tampoco se corresponde con la realidad la idea de que el entrevistador
pueda ser una figura totalmente neutra. El profesional interactúa de manera constante, verbal
y no verbal. Los datos con significado psicológico surgen de una observación participante de la
relación interpersonal.
Sea cual sea el criterio que se elija, resulta obvio que la entrevista (como todo instrumento
diagnóstico) requiere de un análisis previo de la tarea y un marco organizativo encaminado a
sistematizar su cumplimentación. De este modo, la labor principal en la preparación de una
entrevista consiste en definir qué se intenta lograr con ella, qué objetivos son prioritarios, y en
función de ellos cómo se va a planificar el encuentro, teniendo en cuenta el tiempo limitado
que se dispone.
Hay situaciones específicas que se refieren al hecho de que el entrevistador puede no manejar
con facilidad el idioma y la cultura, lo que puede llevar a interpretaciones erróneas. Otra puede
ser cuando en los sujetos hay dificultades por déficits lingüísticos o sensoriales. Se puede
plantear la entrevista con el apoyo de un intérprete. Debemos tener en cuenta, que este no es
una máquina que convierte el lenguaje instantáneamente captando el significado exacto,
debería poseer conocimiento no sólo de ambos idiomas sino de ambas culturas, y por último el
intérprete pasa a formar parte del campo interactivo.
Fases de la entrevista.
Se suele empezar con el presente, luego de manera progresiva hacia los acontecimientos del
pasado y finalmente hacia una visión prospectiva de los sujetos acerca de lo que ellos anticipan
que puede ocurrir. Conviene seguir en las preguntas una regla que lleva de lo general a lo
específico, y de lo más personal hacia lo íntimo. Han de hacerse elecciones distintas frente a
sujetos distintos, algunos responderán con facilidad otros con menos. No existe una única
actuación, el evaluador deberá adaptarse a cada caso.
Segundo momento de transición. Sin introducir cortes bruscos para arribar a la conclusión del
encuentro. El entrevistador debe hacer este paso gradualmente dejando de preguntar,
evitando sacar nuevos temas y permitiendo que los sujetos terminen de hacer sus
comentarios.
Cada sujeto o grupo familiar que solicita un psicodiagnóstico constituye una entidad única e
integra una diversidad de aspectos patológicos y saludables de una forma peculiar e
irrepetible. Tales peculiaridades interactúan con las propias del entrevistador. El éxito o
fracaso en el cumplimiento de los objetivos de una entrevista depende de la experiencia pero
también de la claridad con que el evaluador haya podido conceptualizar previamente.
Selección de pruebas idóneas. Hay que considerar las áreas que requieren exploración, cuáles
son las que mejor se adecúan a las características y necesidades del caso, en qué secuencia se
van a aplicar. Además hay que elegir las pruebas buscando el punto óptimo entre las
polaridades exceso/defecto, ni aplicar varias que aporten información repetitiva y abundante,
ni deja de explorar aspectos significativos para la contrastación de hipótesis, la mejor
comprensión del sujeto y la planificación de la intervención.
Existen tres grandes áreas del funcionamiento psicológico: Aspectos intelectuales, aspectos
de la personalidad, campo de las relaciones sociales. Dentro de estas áreas pueden
diferenciarse múltiples aspectos y niveles de exploración. Ante cada evaluación debemos tener
en cuenta aspectos como la edad del sujeto, la presencia de algún tipo de excepcionalidad, la
disponibilidad de baremos adaptados a la población de referencia, el grado de motivación para
ejecutar un test de longitud o dificultad considerables. Hay técnicas que a pesar de su extenso
rango de aplicabilidad son cuestionadas porque no se adaptan a las características de la
persona evaluada, o porque se requiera un contraste de sus medidas en algunos aspectos.
Si una entrevista inicial ha cubierto razonablemente todos los objetivos, se puede pasar a la
segunda fase de la evaluación. En el caso de que se decida hacer una segunda entrevista, esta
ha de ser mucho más estructurada, el evaluador ha de prepararla con sumo cuidado, ser más
directivo que en la primera y conducirla para aclarar dudas, completar información, y cubrir los
objetivos que no se pudieron alcanzar en la anterior. Entre los objetivos de la entrevista inicial
no se incluye el de obtener conclusiones diagnósticas. Se trata entonces, de acumular
información, que habrá que ir procesando detenidamente en fases posteriores.