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Tres operaciones

 
En 1894 Freud manejaba la siguiente nosología:
-          Neuropsicosis de defensa: Ubicaba aquí, la Histeria, la Neurosis Obsesiva, la Confusión alucinatoria.
-          Neurosis Actuales: Ubicaba aquí, la Neurastenia y la Neurosis de angustia.
Estas últimas estaban construidas sobre un modelo fisiológico del proceso sexual, es decir que ligaba la
causa de las mismas a un estado del sistema nervioso que se adquiere por una masturbación excesiva o
frecuentes poluciones y el factor de la contención o la satisfacción incompleta como el coitus interruptus. –
“La sexualidad en la etiología de las neurosis 1898”-         
-          En el prologo a Inhibición, Síntoma y Angustia, de 1926, Strachey muestra cómo Freud, a la altura de
esa obra ya no concibe la angustia como libido trasmudada, sino como una reacción frente a situaciones de
peligro. La angustia como reacción directa y automática ante una situación traumática, es una vivencia de
desvalimiento del yo frente a una acumulación de excitación, sea de origen externo o interno que aquel no
puede tramitar. La angustia señal es la respuesta del yo a la amenaza de una situación traumática, amenaza
que constituye una situación de peligro (estos tienen como característica común el implicar la separación o
pérdida de un objeto amado, o la pérdida de su amor).
 
Respecto el aparato psíquico: Primera tópica
 
En 1896 Freud le envía una carta (52) a Fliess donde dice estar trabajando en el supuesto de que nuestro
mecanismo psíquico se ha generado por estratificación sucesiva. De tiempo en tiempo, el material
preexistente de huellas mnémicas experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción.
Freud se explicaba la peculiaridad de las psiconeurosis, por el hecho de no producirse trascripción para
ciertos materiales. Se establece como base la tendencia a la nivelación cuantitativa. Cada reescritura
posterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio. La denegación de la traducción es
aquello que clínicamente se llama “represión”. La misma se vería motivada por el desprendimiento de
displacer que generaría una trascripción.
El aparato psíquico en este punto teórico de Freud se rige por el principio de placer. En las Neuropsicosis de
defensas, Freud propone el término Histeria de defensa, por oposición al de histeria hipnoide y a la de
retención.
 
Primera operación
 
Se desprende de la causa innata (disposición innata, según Janet), liga la causa al mundo de las
representaciones.
Al respecto, dice Freud que los pacientes por él analizados, gozaban de salud psíquica hasta el momento en
que sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones: se presentó a su yo una vivencia,
un afecto tan penoso, que la persona decidió olvidarla.
La tarea de olvidar no se logra. Esto lleva a diversas reacciones patológicas: histeria, o representación
obsesiva, o una psicosis alucinatoria.
Tratar como “no acontecida” la representación inconciliable, es directamente insoluble para el yo. Equivale
a una solución aproximada de esta tarea, lograr convertir esta representación intensa en una débil, arrancarle
el afecto, la suma de excitación que sobre ella gravita. Entonces esa representación débil, dejará de plantear
totalmente exigencias al trabajo asociativo, pero la suma de excitación divorciada de ella tiene que ser
aplicada a otro empleo.
En la histeria, el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de
excitación. Para lo cual Freud propone el nombre de conversión.
En la carta 52 a Fliess, liga la representación inconciliable a lo sexual, en tanto dice que hay solo un caso
para el cual la inhibición no basta: si A, cuando era actual, desprendió cierto displacer, y al despertar
desprende un displacer nuevo, el recuerdo se comporta en tal caso como algo actual y ello solo es posible en
sucesos sexuales.
En la carta 46, lo dice de esta manera: el despertar de un recuerdo sexual de una época anterior en otra
posterior aporta a la psique un excedente sexual, se torna no inhibible.
Hasta aquí es histérico aquel sujeto que posea la actitud a la conversión.
Ahora bien, si la capacidad convertidora no esta presente, no obstante para defenderse de una representación
inconciliable el sujeto emprende el divorcio entre ella y su afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el
ámbito psíquico. La representación queda segregada de la conciencia, en cambio su afecto se liga a otras
representaciones, en sí no inconciliables, que en virtud de ese “enlace falso” devienen representaciones
obsesivas.
Por otra parte, existe una modalidad defensiva, mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el
yo desestima la representación insoportable junto con su afecto y se comporta como si la
representación nunca hubiera comparecido. Sólo que en el momento en que se ha conseguido esto, la
persona se encuentra en una psicosis que no admite otra clasificación que “confusión alucinatoria”.
 
Segunda operación
 
En 1896, en “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, Freud liga la causa a traumas
sexuales de la niñez temprana. Su contenido tiene que consistir en una efectiva irritación de los genitales.
Agrega además, que en la histeria hay pasividad sexual en períodos presexuales, y que esta vivencia generó
displacer.
Por otra parte, la causa es en dos tiempos: no son las vivencias mismas las que poseen efecto traumático,
sino sólo su reanimación como recuerdo, después que el individuo ha ingresado en la madurez sexual, ya
que la pubertad aumenta la capacidad de reacción del aparato sexual. Esta condición inversa entre vivencia
real y recuerdo parece tener la condición patológica de una represión.
En la neurosis obsesiva, ya no se trata de una pasividad sexual, sino de unas agresiones ejecutadas con
placer y de una participación que se sintió placentera en actos sexuales, se trata de una actividad sexual.Liga
los autoreproches obsesivos a retornos de lo reprimido de una acción sexual realizada con placer.
Habla de la paranoia, dice que también hubo algo en relación a un placer experimentado, pero este placer, en
lugar de retornar como autoreproche es proyectado hacia fuera. Al proyectarse el reproche, aparece la
desconfianza en el otro y las ideas delirantes de perjuicio.
Tanto en la paranoia, como en la confusión alucinatoria hay algo que es rechazado hacia fuera. Entonces,
ante el encuentro con la representación inconciliable, la misma es rechazada o se produce un divorcio entre
representación y afecto. O sea que aquí tenemos las estructuras. Ante un nuevo encuentro, se reanima el
recuerdo, que no es inhibible, y tenemos el síntoma, el tipo clínico.
 
Tercera operación
 
Segunda tópica.
Nosología Freudiana:
1- Psiconeurosis narcisistas: demencia precoz – Esquizofrenia.
2-Neurosis de transferencia: Histeria de angustia y de conversión. Neurosis obsesiva.
En este punto, Freud ya había escrito su Metapsicología, y sus Escritos técnicos.
Recordemos que la división entre psiconeurosis narcisistas y neurosis de transferencia, se debía al hecho de
que en las primeras había una oposición sujeto – objeto. La libido quitada del objeto no busca un nuevo
objeto, sino se recoge en el yo, se resignan las investiduras de objeto, se reproduce un narcisismo primitivo.
Por lo tanto, hay incapacidad para la transferencia.  Encontramos aquí uno de los motivos por los cuales
Freud considera inanalizable la psicosis. Mientras que en las neurosis de transferencia, existe la capacidad
para la transferencia, la cual se aprovecha terapéuticamente, lo cual presupone una imperturbada investidura
de objeto.
 
1923–24, en “Neurosis y Psicosis”, liga los criterios de clasificación a las respuestas del yo, al modo en que
cada una de las instancias se relacionan entre sí.Dicho artículo es la aplicación de su segunda tópica.Dirá
que la neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y el ello, mientras que la psicosis es un conflicto
entre el yo y su mundo exterior.
La neurosis se genera porque el yo no quiere dar trámite motor a una moción pulsional pujante en el ello, el
yo se defiende de ella mediante el mecanismo de la represión. Lo reprimido se revuelve contra ese destino
formando el síntoma, el yo continúa la lucha contra este que amenaza su unicidad del mismo modo en que se
defendió de la moción pulsional primera.
En la psicosis el motivo de ruptura con el mundo exterior es una grave frustración (denegación) de un deseo
por parte de la realidad, una frustración que pareció insoportable.
 
Entonces el efecto patógeno estará dado por lo que haga el yo en una situación conflictiva: si permanece fiel
a su vasallaje hacia el mundo exterior y procura sujetar al ello (neurosis), o si es avasallado por el ello y así
se deja arrancar de la realidad (psicosis).
En “La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis”, plantea que habría pérdida de realidad en la
neurosis y en la psicosis, no obstante trabaja el hecho de que en la neurosis se desvaloriza la alteración
objetiva, no se quiere saber nada de ella, reprimiendo la exigencia pulsional. Mientras que la
reacción psicóticaconsistiría en desmentir la realidad objetiva.
Tanto neurosis como psicosis poseen como segundo paso un intento de reparación de la realidad. Por lo
tanto, Neurosis y Psicosis se diferenciarían más en el primer paso, el introductorio, que en el segundo,
posterior intento de reparación. Dice Enrique Acuña en su artículo “Desclasificar -un no destino para lo
singular”, que Miller en la discusión de los Inclasificables de la clínica analítica, presenta una clínica
continuista, centrada en la pragmática de las estabilizaciones, se inclina a ubicar un detalle de arreglo o
anudamiento, en una suerte de nominalismo de lo particular. Una clínica discontinuista, donde se observan
los cortes de un caso, fijeza de la estructura, realismo de las estructuras. Clínicas que no se oponen sino que
se complementan. Entonces:
 
·        El Universal: realismo de la estructura.
·        Lo Particular: el nominalismo del síntoma.
·        Lo Singular: (x)

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