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María Grajales Zárrate

Seminario de autor teórico: R. Williams


Tercer parcial (Continuación del segundo)

R. Williams habla en su texto ​El teatro: de Ibsen a Brecht d​ e un acuerdo que se establece en
reunión con el autor, el actor y el público, es la llamada “convención”, que algunas personas
llaman “lo convencional” y es el reflejo de la realidad, pero es una realidad aceptada por un
grupo de individuos:
“Así, ​convención​ es el acto de reunirse, asamblea, unión, coalición, especialmente de
representantes para algún propósito definido. Significa también acuerdo previo a un
tratado definitivo; también costumbre. Convencional, así mismo, es: establecido
mediante estipulación o acuerdo tácito; sancionado y corrientemente aceptado por
acuerdo tácito; conforme a las reglas usualmente aceptadas; de acuerdo con un
contrato” (Williams, ​El teatro​ 12-13)
Sin embargo, como dice en ​Tragedia Moderna​, el teatro es una ilusión “complaciente y
compartida” de la realidad y está muy lejos de ella, por lo cual se puede rechazar lo
tradicional y se debe buscar un teatro nuevo que sea “antieatro”. El teatro no es un reflejo de
la realidad sino un reflejo de la ilusión de realidad, porque si la realidad es común, entonces
es una ilusión.
“(...)el trabajo artístico mismo, sostenido en todas sus otras formas por una enfática
conciencia personal, toma más y más la calidad de una ilusión, en su propio modo. La
ilusión se ha utilizado a menudo como un elemento de la acción dramática y la
naturaleza del arte ha sido siempre una ilusión complaciente y compartida, que se hace
real. Pero aquello que hemos alcanzado ahora, en algunos trabajos notables, es una
acción ilusoria completa, o una acción intentando serlo. La ilusión no es una manera de
la realidad sino una expresión de la ilusión misma. (...) La credibilidad de las ilusiones
exitosas es amenazadora en sí misma. El arte no debe aspirar, incluso en su propia
forma, a ninguna falsa realidad que pueda disturbar o destruir la experiencia de la
ilusión total. (...) El arte debe ser antiarte, la novela debe ser antinovela, el teatro debe
ser antiteatro, por esta convincente razón”. (Williams, ​Tragedia​ 167)
La convención tradicional consiste en la creación escénica de una cuarta pared inexistente
que separa a los actores del público:
“...los actores representan personas que actúan con naturalidad, y usualmente en su vida
privada, ante una gran audiencia manteniendo durante todo el tiempo la ilusión de que,
como personajes, no son conscientes de la presencia del público” (Williams, ​El teatro
14)
La humanidad funciona como una sociedad en la cual todos actuamos como corderitos de un
rebaño siguiendo el pensamiento y el actuar de los demás.
“No es que los seres humanos sean simples, o sencillamente determinados. Es que la
sociedad es, inevitablemente, la suma de sus relaciones y cuando estas están malamente
equivocadas, o cuando las personas dejan de entenderse, sobreviene una complicada
estructura de culpa e ilusión que se vive en el borde mismo de la experiencia, como si
este fuese el punto de encuentro más obvio”. (Williams, ​Tragedia​ 172)
La ilusión se convierte en el escape al sufrimiento y también en un modo de sentirnos
comprendidos, porque en el teatro se muestran realidades compartidas, pero la vida no es así,
cada individuo tiene una realidad propia y también su propia ilusión.
“Aquí el mundo dramático es tanto culpa como ilusión: la culpa incrustada y
enmarañada, en una serie de falsas relaciones personales; la ilusión elaborada y
persistente, como un modo de evadir o vivir con la culpa”(Williams, ​Tragedia​ 172-73)
Es esta cuarta pared la que es necesario romper, pues, desde una visión expresionista, ningún
individuo puede entender el mundo de otro, sin embargo puede crear la ilusión de entrar en el
y comprenderlo y para esto es necesario que la división entre realidad y ficción desaparezca.
“Cada uno de nosotros como un mundo completo está dentro de mí y cada uno de
nosotros tiene su mundo particular. ¿Cómo puedo comprender a otro si en el mundo en
el que hablo he puesto el sentido y el valor de las cosas como yo las entiendo en mí
mismo, mientras que al mismo tiempo quien es escuchada desde el posee el sentido y
los valores de su propio mundo? Pensamos que comprendemos al otro pero no lo
comprendemos realmente nunca”. (Williams, ​Tragedia​ 174)
Aún así, esto es justo lo que buscan hacer los actores, intentan representar a un personaje y
crear la fantasía de ser este y no un actor, y así llegar a los espectadores con esta ilusión de
realidad.
“Su tarea no es representar meramente la vida externa de un personaje. Debe adaptar
sus propias cualidades humanas a la vida de esa otra persona y poner en ello toda su
propia alma” (Stanislavski 13)
Entonces aparece el teatro del sinsentido en el cual el individuo es aislado, encerrado y pierde
incluso su propia personalidad. Cada esfuerzo se ve autocancelado y no hay forma de salir.
“...falta de comunicación, y sinsentido es realmente tan desesperado que es
virtualmente, en sí mismo, una convención dramática: una clase particular de
oportunidad teatral. La convención de una ilusión total y la imposibilidad del hombre
para comunicarse...”. (Williams, ​Tragedia​ 179)
Este teatro nuevo incluye al público en su obra, hace que los espectadores se sientan parte de
esta ilusión, se sienten identificados, comprendidos, como si el personaje hablara con ellos.
“Lo más peligroso de cualquiera de estas declaraciones es que inventan la posibilidad
de la comunicación, lo que ya sabemos que es una ilusión en estos
parámetros”.(Williams, ​Tragedia​ 167)
En conclusión, la ilusión también es una convención, pues para que exista una realidad en la
que todos los espectadores quepan, es necesario crearla, no es real, es una ilusión.
Este rompimiento de las convenciones establecidas, el rompimiento de la tradición y la
transformación del teatro se dan por una cuestión social.
De a poco el teatro se va transformando en una realidad humana; en un choque directo con la
vida cotidiana y la rutina; en un despertar desde el arte y poco a poco: en una revolución. En
la cual, se tiene la ilusión de entender de la realidad, sin embargo, sigue siendo solo eso, una
gran ilusión.

BIBLIOGRAFÍA
WILLIAMS, Raymond, ​El teatro: de Ibsen a Brecht​, Península, Barcelona,1975 (Impreso)
---​Tragedia Moderna​, Edhasa, Buenos Aires, 2014 (Impreso)
STANISLAVSKI, Constantin, ​Un actor se prepara,​ Ed. Diana, México, 1999 (Impreso)

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